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Las Hijas Del Terror
Las Hijas Del Terror
Yo no,
vivo con la sangre
la toco, la veo, la huelo
cada mes. No se equivoca.
Regresa fluyendo suavemente
no me molesta
me miras
un gesto de asco frente a la tela ensangrentada
me da risa, ¿por qué el susto?
tu boca también está manchada
No quiero morir A veces el olor dulce de una retama que nace del
sólo hacerme daño tapial.
un vidrio una estaca un punzón Un rumor de gases concentrados debajo de la
cualquier cosa que me agreda un poco tierra.
algunos tajos cerca del talón Matorrales y hormigas gigantes. Soledad.
una gillette como un pincel
la paleta empapada de rojo Pirkas regadas por ambos lados del camino.
la nariz también enrojecida Las huellas del fogón donde la mujer humeó su
endurecerme sombrero al encender la leña
una roca maciza donde preparaba chochoca y decía, alalai,
un monolito de carne. y seguía moviendo la cuchara de palo.
que otra vez será, que otra vez será fuiste mía un verano
tierno amanecer, sé que nunca más
ocho, fueron ocho
aquí el que manda soy yo
perra, ladra
como olvidar su pelo, como olvidar su aroma
solamente un verano
como olvidar ese olor que sube por mi cuerpo
una babosa, pegajoso, leche agria pero el olor lo tengo aquí
cerveza y vómito negro, rencor y cólera zumba en mi cabeza como rastrillo de metralla
sus pelos en mi boca, la arcada al fondo de mi yo no olvido la playa ni aquel viejo café
garganta
y esa otra boca, la pistola nunca jamás, esos ojos
su huella me vuelve loca
abre la boca mierda
ni tu voz ni tus pasos
entre mis piernas, saliéndose y metiéndose, se alejarán de mí.
¡por qué no me matas de una vez!
un capullo de acero.
dos
cuidado
orden de disparar
El horror es cruel.
Domingo. Despierto con el ruido del mar Las plazas se llenan de visiones y de sombras,
golpeando la pared del acantilado ojeras
tengo el libro de Eliot sobre las piernas tras ojeras en las colas por un kilo de azúcar
al frente, en la cuna, la niña infla los cachetes y una miga de pan.
parece
que va a pronunciar la magnífica palabra. Todos estamos aquí con nuestras manos
lacradas.
Pero sólo gime y solloza. La llamo por su nombre
ella restriega sus ojos con las manos regordetas Extiende una vez más esas manos. Implora.
y desde mis piernas la extraña sonrisa de Mr. Reza.
Thomas Stearn
es una censura Yo abro las piernas y dejo
una amenaza que él fornique sobre mí como un cerdo
como un cerdo rosado
la niña lanza un grito —frota tu sucio placer, ¡frótamelo!—
aprieta los dientes, las encías enrojecen por un kilo de azúcar
y yo apaciblemente sentada sobre una manta una lata de leche.
me convierto en la voyeur de ese placer.
Puja, hija mía, puja
Puja, hija mía, puja es lo único que me interesa, eso
esperemos con los dedos entrelazados y rayar esta hoja en blanco,
la sentencia.
el olor de amoniaco en la batea
Mr. Thomas Stearn partido en dos por la solapa y la mitad de un pollo muerto.
del libro
me mira fijamente
el iris claro típico de los perversos
y la sonrisa de los bancarios, agestada.
Cada mañana al despertar hay una imagen que Un rayo solar cruza las persianas de esta casa
inevitablemente y cae sobre el manso cuerpo de mi niña,
vuelve sobre mí, ingeniero dormida, apacible
una imagen que aún no puedo mencionar de espaldas a ese dolor acumulado tras tantos
años.
porque desde acá
ya no tengo nada que perder Debería recordar a los muertos, a los héroes,
ni que ganar. con rabia a los asesinos, debería
escribir una protesta con las manos hechas un
Las vidas de las personas son gigantescos planos puño
paralelos pero sólo lo recuerdo a Ud.,
de pronto se acercan peligrosamente con esa imagen obsesiva.
las órbitas de Marte y de la Tierra
un instante un minuto un par de horas Y no siento vergüenza, ni remordimiento
y la energía de Marte sobre la Tierra ni una pizca de culpa, ingeniero,
deja su huella. todo lo contrario
el chorro de palabras sale borboteando
Los seres humanos alrededor ni siquiera y yo sonrío feliz.
se dan cuenta
pero hay una diferencia casi imperceptible Confieso que ese otro poema no lo escribí
en las comisuras de una leve sonrisa. para Ud., sólo fue
una táctica, una estrategia, una llamada
Le echo la culpa al paisaje seco, a las piedras desesperada. Es extraño
cargadas de memoria, a lo que significa ahora como algunas palabras pueden ocasionar mareas
Ayacucho en la historia del país y terremotos
o tal vez absolutamente nada: miedo
la densidad de los lugares sagrados a veces y temor.
que nos tocan con la daga de su pesadumbre
para devolvernos Los juegos de la seducción conllevan su riesgo,
humanidad. aún ahora a mis cuarenta años
cuando debería estar buscando la sabiduría
Y en medio de todos esos cruces en vez del amor.
saco de adentro lo podrido y corroído
para exponerlo a la cura del sol. Ay, ingeniero, por qué seguir
haciendo más confesiones
no detenerse
orden de disparar
absolutamente convencida
camaradas
vengo ante uds. con el debido respeto
a DESGARRARME
con el permiso
debido
camaradas
a RASGARME, sola
me aniquilo pido disculpas
afilados cuchillos
camaradas
unos cuantos piquetitos
con la frente vidrios rotos
agachada
al tirar la patada en la puerta
Canción del soldado desconocido cuando el teniente gritó
acaso tienes miedo carajo
y empujamos la granada
El miedo me golpea
como a un prisionero su verdugo y quién no tiene miedo
la soledad y la calma no son buenas amigas: he dibujado un corazón muy grande y muy rojo
he perdido a los amigos, a los buenos y a los en mi pecho
malos, ahora para evitar problemas a la hora
este hombre agujereado que soy del fusilamiento
esconde bajo muchas capas es tan grande que incluso tapa mi fuerza
sus desperfectos pero no los desperfectos que alumbras con esa
vela
la locura brota como agua limpia
nos engaña una luz intermitente
mañana puede regresar pasa sobre mi boca anunciando un bombardeo
y quién no tiene miedo hemos recuperado los últimos puestos de
combate
los soldados ríen felices mientras reciben las Nunca seremos héroes
balas y los morteros, (ni heroínas)
sus madres sonríen ante las cámaras mientras
esos cuerpos
son despedazados por las esquirlas Manchas oscuras
sobre estas sombras diminutas
la herida supura de vez en cuando que somos
PADRE PATRIA GUERRA
palabras sólo palabras el movimiento pendular
una costra que no deja huella preparándonos para huir
dime tú
qué puedo alcanzar con ellas hueles mis dedos
las líneas de mis manos
¡¡¡qué puedo alcanzar con ellas!!! sus montes y carencias
dices oler a vainilla
Nada que signifique la gloria. y otros olores indescriptibles
frutas, quizás
me envuelvo en frazadas
adormecida
silbas al salir
y yo desnuda adentro
estos lunares rojos
estos lunares de sangre
me palpo me toco y me magullo
sola entre la gente
aguanto
te persigo
piso con torpeza
y me da vergüenza mi vergüenza
porque caemos
y hacemos el ridículo
te lo he dicho
la violencia no es un suspiro
quebrémonos
así no somos
héroes jamás, jamás, me escuchas
jamás
¿El lugar de los traidores? lo hundes con una furia que si te vieras
NACIÓN
el destino revienta al primer resplandor del
esperma te doy este otro pedazo de la muñeca
el olor del huevo fecundo lo sé, anda un poco morado, pútrido, ulcerado
antes de ofrecértelo intenté
y ese gemido preciso al momento del embarazo matarlo
como si se tratara de la extracción al vacío le di le di le di de alma
de un vello superfluo
había tanta belleza adentro
acá está lo tan esperado, papá— grita
un precioso bocado de tu propia carne (para qué la belleza
me arrancho el trozo y te lo devuelvo es la utopía que vuela de las manos
mientras la memoria en vano intenta
y no me vuelvas a llamar bastarda perseguirla)
Gustavo Cerati
Sergio Ramírez
Friedrich Nietzsche
¿nunca termina la guerra Cesare Pavese
para los hijos del terror? Frida Kahlo
Antonio Machado
T.S. Eliot
Karl Marx
Edgar Allan Poe
César Vallejo
Henri Michaux
David Bowie en versión de Federico Moura
Leonardo Favio
Gertrude Stein
Los Prisioneros
Pedro Cornejo
Georges Bizet
Radio Futura
y algún otro.
Agradecimientos