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EL ABORTO COMO PROBLEMA ÉTICO-MORAL Y EL HOMBRE ANTE

LOS ANIMALES

ALUMNO: SALINAS MONTOYA RONALD RAFAEL


PROFESOR: Raúl Pastor Gálvez
AULA: A
CICLO: II

2021
Aborto (ÉTICA APLICADA)
La consideración ética de lo que se conoce como aborto y también interrupción voluntaria del embarazo viene dada por los
dos aspectos de lo que en la realidad ocurre embrión o feto que la mujer lleva en su vientre muere.
Excluir una de las dos, independientemente de la valoración que se le dé, supone un error en la valoración ética de lo que se
lleva a cabo. De hecho, en la sociedad se suele utilizar uno de los dos términos según el aspecto que se quiera remarcar: el
hecho de interrumpir el embarazo, o de abortar. No parece encontrarse un término que abarque simultáneamente las dos
realidades. En la secuencia biológica de los hechos, lo primero que es posible encontrar es que la presencia del embrión o
feto, produce que la mujer esté embarazada, lo segundo el reconocimiento del embarazo, a continuación, la decisión de
acabar con él, y para ello acabar con la vida de ese feto.
Interrupción voluntaria del embarazo
•Por decisión propia: porque ha decidido quedarse embarazada, y así ha sido. A veces se decide, pero después no se
produce.
•Por comportamientos propios: no se había planteado quedarse embarazada, pero por las relaciones sexuales que sí que ha
decidido llevar a cabo, resulta que inesperadamente se queda embarazada. Aquí hay que contemplar también el caso de
quedarse embarazada por «fallo», bien sea por pensar que estaba en un día no fértil, como porque los medios que ha
utilizado contra la concepción han fallado.
•Contra la voluntad y sin poner actos propios: como es el caso de una agresión sexual, que –aunque sea en una
proporción muy baja- puede producir el embarazo.
En cualquiera de los casos, si sólo se considera el aspecto del embarazo como situación sufrida por una persona, se
podría afirmar, apoyándose en el respeto a la autonomía de la persona, la capacidad de cada mujer para decidir si
sigue adelante o no con el proceso del embarazo.

Aborto
La interrupción voluntaria del embarazo es una acción que no se ejecuta primariamente sobre la embarazada, sino
de forma directa sobre el feto y sólo transeúntemente sobre la embarazada. Es decir, no se deja de estar
embarazada sino mediante la producción de la muerte del feto. Esta es la primera acción que se lleva a cabo
aunque lo que se quiera finalmente es detener el embarazo.
El núcleo de la cuestión ética podría plantearse de una forma sencilla y sintética
•Acabar con la vida de un ser humano en el feto materno hoy es legal.
•Matar a un niño no lo es.
•Por tanto cualquier defensor del aborto, que quiera defender este comportamiento de una forma racional y
humana, debe demostrar por qué es distinto, desde el punto de vista biológico o ético, matar a un feto en las
últimas semanas del embarazo y matar a un niño .
Respecto a la realidad ética del aborto suelen plantearse dos posturas

que el ser humano es un todo único, y que debe ser
1. •Los que hacen una opción “pro vida”, entienden
respetada su vida desde que empieza, con la concepción, hasta su finalización natural. Que en algún
momento pueda no poder expresar algunas de las características más plenamente humanas por
falta de desarrollo de órganos corporales, no cambia lo que ya se es. No hay un cambio de quién es
uno desde el primer momento en que empieza su vida. Para estas personas el aborto siempre será
un mal ético.
2. Los que admiten la posibilidad del aborto defienden que el ejercicio de algunas de estas
características es clave para reconocer la intangibilidad de esa vida o no. Para estas personas, el
aborto en ocasiones será un mal, y en otras un bien.
ADELA CORTINA, LAS FRONTERAS DE LA PERSONA. EL VALOR DE LOS ANIMALES, LA
DIGNIDAD DE LOS HUMANOS

Adela Cortina discurre con la claridad de análisis y la perspicacia que sus aficionados esperan de costumbre. Su tesis principal es
la siguiente: aunque los animales tienen un valor interno y tenemos obligaciones hacia ellos, no tienen dignidad «Dejar las cosas
como están por entender que las nuevas propuestas carecen de argumentos suficientes como para modificar nuestras
creencias» . Su propósito es sostener un diálogo con posiciones diferentes «que se oponen a la idea de que los seres humanos
son los únicos que forman parte del núcleo duro de la ética» .
De hecho, lleva a cabo un análisis muy perspicaz, aunque dirige su crítica principal específicamente a los «animalistas» por su
creencia de que no existe ninguna diferencia de estatus moral entre seres humanos y animales no humanos —una idea extrema,
en mi opinión, y al margen del debate—. Si la moral se sustenta en un contrato, solamente los seres con habilidad para contratar
pueden ser sujetos morales y formar parte de la comunidad moral. El núcleo de la cuestión sería hoy día tratar de analizar si hay
deberes morales directos en relación con los animales y con la naturaleza porque tienen un valor interno y no sólo instrumental,
aunque no se puedan reconocer derechos porque no tienen la capacidad de entender qué sea un derecho y porque son miembros
de comunidades en que ese discurso carece de sentido. Algunos utilitaristas la reservan para asuntos legales —legislados por
gobiernos legítimos—. Otros, como Peter Singer, dicen que la palabra comúnmente indica una demanda que puede ser o legal o
moral, y que se puede usar el concepto en ambos sentidos. Por el contrario, Adela Cortina, junto con los teóricos fundacionistas,
opina que este concepto indica derechos naturales como algo previo al pensamiento moral o anterior a la formación de la
comunidad moral.
Aunque no forman parte de la comunidad de los que pueden negociar las normas morales de la sociedad y no se trata de igualar
a seres humanos y animales, cada uno de éstos tiene el derecho de poder desarrollarse apropiadamente según su especie. Los
seres humanos tienen una obligación de justicia de respetar y empoderar las capacidades de los animales no humanos. Clasifica
como «deontologismo animalista» las que, como la de Tom Regan, afirman que los animales merecen consideración moral y legal,
no porque tengan intereses, sino porque tienen derechos anteriores a la formación de la comunidad política. Atribuir valores
inherentes y derechos a los animales da un fuerte impulso a los argumentos para protegerlos.
Puesto que los animales no gozan de estas capacidades, no tienen dignidad de personas ni derechos morales. Son teorías
deontologistas que sólo reconocen derechos a los seres humanos, y precisamente por eso se ven enfrentadas al desafío de
incluir o no a los animales entre los deberes de justicia. Así que, a fin de cuentas, la autora no reconoce derechos a los animales
no humanos, sino que les atribuye un valor interno. De hecho, aunque Cortina indica su acuerdo con esta perspectiva, no expone
su propio análisis de nuestras obligaciones para con los animales.

El argumento principal de Adela Cortina es el siguiente


Puesto que los animales no humanos no poseen estas capacidades y no forman parte de la comunidad de diálogo moral, los
animales no tienen derechos en el sentido de derechos humanos anteriores a toda consideración moral. Sin embargo, los
animales tienen por naturaleza un valor inherente o interno que es preciso tomar en cuenta en el diálogo moral social. Así que
una sociedad debe promulgar normas para proteger el valor de los animales. Como ya mencioné, Cortina no explica mucho la
naturaleza de este valor de los animales, en qué consiste o de qué manera está relacionado con los derechos humanos.
Sin embargo, puesto que los seres humanos tienen derechos anteriores al diálogo moral social, sus derechos siempre son
superiores al valor de los animales. Por lo tanto, el valor de los animales siempre es inferior y está al servicio de los humanos. Por
todo esto, por atribuir e insistir en derechos anteriores, absolutos y exclusivos de los seres humanos, y por considerar que el valor
de los animales es negociable dentro del diálogo moral social, la postura de Adela Cortina es antropocentrista y especista.
Igualmente se puede atribuir a los animales un derecho de vivir debido a su naturaleza que los capacita para disfrutar una vida y
para desarrollar a plenitud sus capacidades, poniendo a un lado otras consideraciones como la protección de la sociedad humana
o la necesidad de alimentación.

Además, los animales, como seres sensibles, pueden tener el derecho de evitar el dolor y el sufrimiento. Según una perspectiva no
fundacioncita, se necesitará un propósito de peso bastante grave para interferir con la vida natural y las actividades de los
animales. De hecho, no es necesariamente inconsistente atribuir todos estos derechos por los que han abogado Regan,
Nussbaum y Singer a los animales. Así que, al establecer la primacía de los derechos humanos sobre el valor de los animales,
Cortina termina ofreciendo mucho menos protección a los animales no humanos.
REFLEXIONES MORALES SOBRE LOS ANIMALES EN LA FILOSOFÍA

La cuestión del tratamiento ético de los animales no humanos ha pasado de ser una cuestión ética más aplicada,
como la asumen algunos intelectuales, a un imperativo social que urge abordar.
El maltrato de lo que vemos como animales distintos de los humanos ha sido un tema de preocupación y denuncia
desde la antigüedad hasta nuestros días. Los filósofos son conscientes de los muchos tipos de relaciones que
tenemos todos los días con miembros de otros animales. Si bien la capacidad de interactuar y corresponder con
respecto a varias y muchas formas diferentes está presente solo en ciertas especies de animales, la crueldad se
extiende más a las diferentes formas de vida de los animales. Estas relaciones, recíprocas o no, se dan en el marco
de la comunidad social y, de ser así, etlt; etlt; Parece razonable, entonces, pensar que estas relaciones deben regirse
por el principio de justicia y no por la guerra, la supervivencia y el poder que son, en gran medida, imperantes en la
actualidad. Esta asimetría de poder implica una ventaja para los humanos porque los animales, no dotados de
habilidades que les permitan formar una convivencia o contrato social, serían clasificados como biológicos.Material
de segunda clase: si el tratado se construye teniendo en cuenta la cooperación y el beneficio mutuo. , y los animales
no pueden ayudar a desarrollar estas ideas, por lo que serán excluidos de dicho tratado. En tal situación, los
animales no pueden ser los primeros sujetos de la justicia porque no pueden celebrar ningún contrato. La única
forma de convertir a los animales no humanos en agentes directos de la justicia es modificar la estructura teórica
similar de las teorías de la justicia, de modo que reconozcan la propiedad de derechos insostenibles.

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