Está en la página 1de 17

DUELO: DESDE EL PUNTO DE VISTA INDIVIDUAL AL FAMILIAR

Roberto Pereira Tercero


Director de la EVNTF

INTRODUCCIÓN

El duelo, es decir “el proceso psicológico que se pone en marcha debido


a la pérdida de una persona amada” (Bowlby, 1980 ), es un proceso que afecta
de manera fundamental a la red de relaciones de la persona que muere, red
que en la mayor parte de los casos está constituida básicamente por su familia.
Sin embargo, los estudios más frecuentes describen únicamente la reacción
individual de Duelo, eludiendo los aspectos interrelacionales del proceso.

Esta observación no es reciente. En una fecha tan temprana como


1967, Jensen y Wallace publicaban un artículo en Family Process en el que
afirmaban:

“Los estudios realizados hasta la fecha se han orientado hacia los


aspectos intrapsíquicos del proceso de duelo, enfatizando la estructura
preexistente de personalidad y las reacciones individuales o modelo
médico. Sin embargo, la observación natural mostraría que el duelo no
está restringido a un individuo de una familia, sino que, como en toda
crisis familiar, está reactivado por las interrelaciones y emociones de
todos los miembros de la familia” (Jensen y Wallace, 1967).

Kissane y Bloch comienzan su amplia revisión sobre el Duelo Familiar


con una cita de Paul y Grosser en un artículo de 1965: “Los Psicólogos (y por
supuesto, otros profesionales de la Salud Mental) parecen tener poco que decir
sobre el fenómeno del Duelo Compartido y su resolución, a juzgar por la
escasez de la literatura psicológica sobre el tema” (Paul y Grosser, 1965),
añadiendo a continuación que ésta observación seguía siendo válida en 1994,
y que en general la literatura sobre Duelo Familiar es escasa, especialmente si
se compara con la existente sobre el Duelo Individual. (Kissane y Bloch, 1994).

Estas apreciaciones acerca de carácter individual de las observaciones


sobre el Duelo no se circunscriben al terreno de los estudios psicológicos, sino
que se extiende a campos mas amplios. En un artículo reciente Saphiro afirma
que “el contexto cultural en Estados Unidos percibe el Duelo como una
experiencia individual aislada” (Saphiro, 1996).

El mantenimiento del foco individual sobre el Duelo tiene como


resultado, además de eludir aspectos relacionales que juegan un papel
importante en las características, tipo y duración del Duelo, la designación de
un único miembro de la familia como “persona en Duelo”, impidiendo a menudo
que el resto de los miembros pueda manifestar libremente su aflicción, y
evitando así que puedan recibir ayuda para mejorar la evolución de su duelo.

Afortunadamente, en los últimos años se están incrementando


notablemente los estudios familiares sobre el Duelo, (Bloch, 1991; Walsh y
Duelo: Desde el punto de vista Individual al Familiar Roberto Pereira Tercero

McGoldrick, 1991; Detmer y Lamberti, 1991 ; Lamberti y Detmer, 1993 ; Moos,


1995; Kissane y Bloch, 1996 a y 1996 b; Book, 1996 y Gilbert, 1996), y parece
que desde el Abordaje Sistémico despierta el interés por esta Patología, que ha
sido objeto de escasos estudios previos.

Duelo desde un punto de vista individual

El desarrollo del punto de vista individual se debe en gran parte a las


aportaciones de Freud, uno de los primeros autores en interesarse por los
aspectos psicológicos del Duelo, al que se refirió en varios de sus escritos.

Así en Duelo y Melancolía, describe el “Trabajo del Duelo” como una


elaboración activa individual. Explica la reacción emocional del Duelo como el
resultado de examinar la realidad y descubrir que el objeto amado ya no existe
por lo que se demanda a la libido que abandone todas sus relaciones con el
mismo. Contra ésta exigencia, surge la resistencia natural a abandonar
cualquier posición libidinal.

Normalmente la realidad acaba imponiendo su victoria -resolución del


Duelo- pero no lo consigue inmediatamente, sino que se realiza
paulatinamente, con gran gasto de tiempo y energía psíquica. (Freud, 1915).

El Duelo tiene entonces, según Freud, la tarea específica de desvincular


al fallecido del superviviente. Es el Trabajo del Duelo.

Klein (1940), en un estudio sobre el duelo y su relación con los estados


maniaco-depresivos propuso que la persona en duelo pasa a través de un
estado maniaco-depresivo modificado y transitorio, que es gradualmente
vencido con el apoyo y simpatía de los otros. Comparó el proceso de duelo con
el desarrollo de mecanismos de defensa contra el dolor por la pérdida del
pecho de la madre.

Lindemann fue el primer autor que estudió de manera estructurada y


sistemática la Reacción de Duelo, sentando las bases de la mayor parte de los
estudios posteriores sobre el tema. Estableció el Duelo como un síndrome
definido, con sintomatología somática y psicológica que son similares en todos
los casos: sensación de malestar somático y psíquico que sobreviene en
oleadas, caracterizado por dificultad para tragar y respirar, suspiros, estómago
vacío, debilidad muscular y un intenso sentimiento subjetivo de malestar
descrito como tensión o dolor psíquico. Estas oleadas se precipitan por
contactos emocionalmente significativos o situaciones o conversaciones que
recuerdan al fallecido, por lo que las personas en duelo tienden a aislarse y a
no hablar del muerto, para evitar el intenso dolor que esto produce. Sin
embargo, ésta actitud dificulta el “ trabajo del duelo “, y por lo tanto su
resolución. Esboza también Lindemann las diferentes etapas del Duelo,
diversas reacciones de Duelo Complicado y algunos factores que se pueden
relacionar con la aparición de éste, pero siempre desde un punto de vista
individual. ( Lindemann, 1944).

2
Duelo: Desde el punto de vista Individual al Familiar Roberto Pereira Tercero

Pollock (1960),describe el duelo como un proceso de adaptación del yo


que transcurre en un intento para mantener el equilibrio físico interno. Se trata
de reconducir la respuesta física interna a un contexto externo alterado por la
ausencia del muerto.

Bowlby (1961) es otro de los autores que ha dedicado especial atención


a la reacción de Duelo, y a él se debe la definición de duelo más utilizada,
citada al comienzo de éste artículo.

Bowlby ligó la reacción de Duelo a su teoría del Attachment (Bowlby,


1980). Denomina attachment a un mecanismo biológico de protección que sirve
para asegurar la supervivencia del individuo y la especie, una conducta
instintiva que se da básicamente entre madre e hijo. Así, el attachment es una
forma básica de conducta, con sus propias motivaciones internas, diferente del
resto de conductas impulsivas detectadas previamente por el psicoanálisis. La
amenaza de ruptura, o la ruptura de ese attachment produce una reacción
psíquica, somática y vegetativa que denominó Síndrome de Respuesta a la
Separación y que identificó en niños pequeños separados de sus madres que
al perder el contacto visual con éstas ponen en juego patrones de conducta
para restaurar la proximidad del objeto amoroso perdido, desarrollando un
síndrome en tres fases: protesta, desesperación y desvinculación. (Bowlby,
1973)

En sus últimos trabajos (1980), basados parcialmente en los de su


colega de la Tavistock, Parkes, extendió su teoría del attachment para
incorporar la respuesta al duelo en adultos: el trastorno emocional que se da en
las etapas iniciales del duelo se debería a la ruptura del vínculo. Añadió una 4ª
fase a las 3 iniciales: estupor, urgencia para recuperar el objeto perdido (anhelo
y búsqueda), desorganización y desesperanza, y reorganización.( Miles y
Demi, 1994), estableciendo una de las diferentes clasificaciones que se han
efectuado de las Etapas del Duelo.

Bowlby también identificó cinco factores que afectaban el curso del


duelo: identidad y rol del fallecido, edad y sexo de la persona en duelo, causas
y circunstancias de la pérdida, contexto social y psicológico y personalidad de
la persona en duelo. Concluyó que éste último era el factor de mayor influencia.

Transición desde el punto de vista individual al familiar

Uno de los autores más prolíficos y que en mayor profundidad ha


estudiado el Duelo en sus diversos aspectos es Parkes. Participó junto con
otros autores en el mayor estudio efectuado hasta la fecha sobre el Duelo, el
Harvard Bereavement Study, iniciado por Gerald Caplan, que ha dado lugar a
numerosas publicaciones ( Glick, Weiss y Parkes, 1974 ; Parkes y Brown,
1972 ; Weiss, 1973, Parkes 1976 ) y que es descrito en detalle en el libro
Recovery for Bereavement (Parkes y Weiss, 1983).

Parkes, partiendo desde un origen Psicoanalítico y por tanto desde una


óptica individual, evoluciona, en parte influído por Caplan, hacia un modelo

3
Duelo: Desde el punto de vista Individual al Familiar Roberto Pereira Tercero

que podríamos calificar como de transición entre un modelo individual y un


abordaje sistémico o familiar, y que podríamos etiquetar como Constructivista.

Sostiene Parkes que la reacción de Duelo debe entenderse como una


Transición Psicosocial, que serían aquellos Cambios Vitales que requieren que
las personas revisen profundamente su concepción del mundo, son duraderos
en sus efectos o sobrevienen bruscamente, llevando consigo la necesidad de
cambios rápidos y permanentes de una cantidad masiva de reglas, hábitos,
rituales, premisas, construcciones de la realidad. Cuantas más numerosas y de
mayor importancia sean las reglas que se deben cambiar, más doloroso y difícil
será el Duelo, y más tiempo y energía requerirá. Sin embargo, la reacción ante
la pérdida no depende únicamente de la magnitud de la Transición Psicosocial,
sino también, y aquí conecta con las teorías de Bowlby, con los vínculos
existentes entre el fallecido y el superviviente. Como consecuencia, el
desarrollo del Duelo, su duración y complicación, dependerá de la magnitud del
cambio resultante de la pérdida y de los vínculos biológicos entre fallecido y
superviviente. ( Parkes, 1988).

Duelo Familiar

Hasta ahora hemos revisado brevemente la evolución del abordaje del


Duelo, efectuado casi en su totalidad desde una óptica individual, con contadas
excepciones ( Paul y Grosser, 1965 ; Jensen y Wallace, 1967 ; Bowen, 1976 ;
Gelcer, 1983) que apenas han tenido resonancia, al menos hasta fechas
cercanas, en el estudio del Duelo, dentro o fuera del campo de la Terapia
Familiar.

Sin embargo, si observamos la reacción de Duelo desde una óptica


sistémica, utilizar únicamente un punto de vista individual no sólo resulta
incorrecto y reduccionista, sino que no va a favorecer la mejor evolución del
problema. Si como ocurre en la mayoría de los casos, el Duelo se focaliza en
un sólo miembro de la Familia, habitualmente aquél que mantenía una relación
más estrecha, o más dependiente, con el fallecido, se niega a otros miembros
no sólo la posibilidad de acceder a algún tipo de ayuda terapeútica, sino incluso
la posibilidad de expresar abiertamente sus emociones, ya que todos deben
estar pendientes del cuidado del que está “oficialmente” en duelo.

Ésto sucede especialmente cuando se diagnostica un Duelo como


Patológico. Sin embargo esta asunción “en exclusiva” del papel del duelo,
produce frecuentemente problemas, a medio o largo plazo en otros miembros
de la familia. Reproducimos, por ejemplo, un párrafo de una carta anónima
enviada al Editor de la revista Bereavement Care :

Querida mamá : Metida en tu propio duelo, no mostrabas ningún interés


por saber cómo me sentía yo. Lloraba por la noche, porque sentía que
no se me permitía hacerlo de día. Tú esperabas que me hiciera cargo de
organizar el funeral, contestar al teléfono, recibir y prepararles café a las
visitas que acudían a confortarte a ti. (Bereavemente Care, 1994)

4
Duelo: Desde el punto de vista Individual al Familiar Roberto Pereira Tercero

El reproche va dirigido no tanto a la incapacidad de la madre por


ocuparse de su hijo/a, sino por la expectativa tanto de la madre como de las
visitas de que el Duelo era asumido únicamente por ella, mientras que los
demás miembros de la familia no tienen derecho a expresar de igual modo su
dolor, y deben mantener un nivel de funcionamiento que permita al
“protagonista” del Duelo descargarse de las tareas más cotidianas, y acaparar
la solicitud y los apoyos de los demás.

La designación de un miembro de la Familia como paciente es, como es


ya sabido, uno de los mecanismos homeostáticos de regulación que utiliza el
Sistema Familiar para mantener su equilibrio y permitir una intervención
exterior que facilite la conservación del sistema en los momentos de crisis.

Sin embargo, si la intervención no tiene en cuenta los mecanismos de


regulación del sistema y actúa únicamente sobre el paciente designado, su
mejoría no va a significar necesariamente la solución de la disfunción familiar,
sino que ésta puede aparecer de nuevo, quizá con la designación de un nuevo
paciente, o, en los casos más graves, llevando a la desaparición del Sistema.
Como señala Bowen,

la pérdida o amenaza de pérdida, de un miembro de la familia, es la


mayor crisis que tiene que enfrentar un sistema. El equilibrio de la unidad
familiar se ve afectado por la adición o la pérdida de un miembro, la
intensidad de la reacción emocional que funciona en la familia en ese
momento, o bien con la importancia funcional de quien se suma a la
familia o se pierde. (Bowen, 1976)

Un caso clínico nos puede ilustrar estos aspectos:

Se trata de una familia compuesta por José de 44 años de edad, técnico


en una industria, María de 42 años, empleada en una oficina, y sus tres hijos,
Jesús, Marta y Magdalena, de 15, 13 y 8 años respectivamente. Viven
acomodadamente, hay buena relación entre ellos y con las familias de origen,
no tienen problemas de socialización, los hijos van bien en los estudios, no hay
ningún antecedente psicopatológico previo, ni enfermedades físicas graves.
Una tarde, paseando, repentinamente José sufre una crisis convulsiva con
pérdida de conciencia. Tras las correspondientes exploraciones pocos días
después se establece el diagnóstico: José sufre una metástasis cerebral de un
tumor de origen pulmonar. La evolución de la enfermedad, con los habituales
tratamientos y períodos de mejoría y empeoramiento dura tres años, hasta que
el padre muere. Durante ese tiempo, la esposa, María, se ocupó y casi
monopolizó la atención a José. Los hijos no fueron incluidos por la madre en el
proceso terminal, e incluso en los últimos días, basándose en supuestas
necesidades de protección fueron alejados del domicilio familiar. María
necesitó apoyo psiquiátrico y psicológico personal durante esa época, por
presentar crisis de angustia pero rechazó un abordaje familiar que incluyera a
los hijos, y se apoyó poco en su entorno.

Tras la muerte de José, María siguió ocupando el papel protagonista en


el Duelo. Continuó con ayuda psicoterapéutica individual. Tuvo una reacción

5
Duelo: Desde el punto de vista Individual al Familiar Roberto Pereira Tercero

inicial de hiperactividad, ocupándose personalmente de todos los detalles de


funeral y entierro, y tuvo algunos enfrentamientos con su entorno familiar que le
reprochaban exceso de protagonismo. Continúa rechazando el apoyo de la
familia extensa, y se esfuerza en ocuparse de sus hijos, apoyándose en una
parentalización del hijo mayor, a pesar de su estado depresivo, típico de un
duelo prolongado, del que empezó a recuperarse aproximadamente a los 18
meses después del fallecimiento.

Unos meses después de la muerte de José, llaman a María del Instituto


donde estudiaba Marta desde el curso anterior, para decirle que su hija faltaba
a las clases, no estudiaba ni seguía el curso adecuadamente. Ante la extrañeza
mostrada por la naturalidad con que María asumía esta situación, se descubrió
que los profesores no sabían que el padre de Marta había muerto: nadie se
había ocupado de informarles, y evidentemente Marta tampoco lo había hacho.
En esa misma entrevista María descubre que Marta no estaba estudiando el
Curso que le correspondía, sino que había tenido que repetir el anterior. No
sólo no le había dicho nada, sino que le había mentido reiteradamente acerca
de la marcha de sus estudios. Ese año Marta se había ocupado de todos los
trámites de matriculación, y su madre no se había ocupado demasiado de ella
últimamente.

Los problemas con Marta se fueron complicando, con conductas


inadecuadas, rechazos de la autoridad, frecuentes mentiras, conflictos
progresivamente mayores que desembocan en un intento grave de suicidio,
dejando un mensaje que finalizaba: “…….. sin mi padre no puedo vivir”.

Simultáneamente comienzan los problemas con Jesús, el hijo mayor,


que asume funciones parentales, que la madre acepta e incluso promueve
durante un tiempo, pero que conforme va saliendo del estado depresivo, trata
de limitar. A partir de ese momento, se incrementan los conflictos entre María y
Jesús, progresivamente más violentos hasta que Jesús es expulsado del hogar
refugiándose en casa de la abuela materna.

La salida de casa de Jesús trae consigo la aparición de nuevos


conflictos entre María y su familia de origen, ya que los padres y su único
hermano se alinean con el hijo expulsado que, en contra de lo que María
pensaba, no vuelve a los pocos días pidiendo perdón, sino que se instala con
sus abuelos aparentemente de forma permanente, contando con el apoyo de
éstos.

Hasta el intento de suicidio de Marta no comienzan a acudir a una


Terapia de Familia. María había seguido acudiendo a terapia individual, hasta
que en el hospital donde Marta estaba ingresada les indican la conveniencia de
que acudan todos a una terapia.

Para entonces, la familia había seguido una evolución muy dispar. María
ha salido de su Duelo, está bastante estabilizada y ha comenzado a rehacer su
vida personal: está trabajando de nuevo, sale con amigas y tantea la
posibilidad de establecer una nueva relación afectiva con un hombre.

6
Duelo: Desde el punto de vista Individual al Familiar Roberto Pereira Tercero

Sin embargo, María tiene un grave conflicto con su hijo que ha envuelto
a su familia de origen, con quien éste convive, y con quien ha roto las
relaciones. Jesús ha abandonado los estudios, y rechaza cualquier contacto
con la madre. Las hijas permanecen con la madre, pero Marta también ha
abandonado los estudios y tiene también graves conflictos con la madre y una
relación tensa y muy escasa con Jesús. Magdalena es la única que parece
estar, hasta el momento, preservada.

Este caso nos muestra cómo una familia funcional, sin ningún grave
problema presentado, se desestructura totalmente con el impacto de la muerte
de uno de sus miembros. Esto es más probable que suceda en un caso como
éste, en el que el fallecido se descubre como una persona clave, no sólo en el
funcionamiento de la familia nuclear, sino también en la relación de ésta con la
familia extensa y el entorno social.

El abordaje individual, centrado sobre el único miembro de la familia que


parece estar en duelo, ayuda a éste, que evoluciona positivamente. Sin
embargo, deja de lado a los otros miembros de la familia, que comienzan a
manifestar sus problemas cuando, cumpliendo las leyes homeostáticas de los
sistemas, la madre mejora de los suyos.

Se puede resumir esta situación en algunas frases de María tras varios


meses de Terapia Familiar:

“La familia (tras la muerte del padre) se ha desmembrado entera.


Éramos una piña, y se ha desmembrado. Incluso con mi familia (de
origen). Ahora estoy descubriendo que el puente entre mi familia (de
origen) y yo era mi marido. Lo único que puedo decir ahora es que
teníamos que haber recibido todos ayuda. Ahora lo tengo más claro,
porque con la depresión que he tenido me derrumbé totalmente, pero
ahora tengo claro que teníamos que haber recibido la ayuda todos desde
el principio” (Pereira, 1995).

Definición de Duelo Familiar

Partiendo de la precisa definición del Duelo de Bowlby (1980),


podemos definir el Duelo Familiar como el “Proceso Familiar que se pone en
marcha a raíz de la pérdida de uno de sus miembros”.

Sabemos que, desde un punto de vista Sistémico, la pérdida, o amenaza


de pérdida de un miembro es la mayor crisis que tiene que afrontar un sistema
( Bowen, 1976). Ante la crisis, si el sistema tiene suficientes recursos,
reaccionará con un cambio adaptativo. Si no los tiene, el sistema puede
desaparecer.

La reorganización del sistema familiar necesita tiempo, mientras pende


sobre el sistema la amenaza de desaparición.

Es necesario adoptar una conducta defensiva de la integridad del


sistema. La Familia pone en marcha una serie de mecanismos de defensa,

7
Duelo: Desde el punto de vista Individual al Familiar Roberto Pereira Tercero

reforzados socioculturalmente, que tienen como objetivo el mantenimiento de la


familia:

1.- Reagrupamiento de la familia nuclear

La familia nuclear refuerza su contacto, restringe su área de


movimiento, filtra los contactos con el exterior, delega funciones en personas
cercanas a la familia o miembros de la familia extensa, y en definitiva se
“encastilla” en la casa (“La familia no recibe”) procurando incrementar el tiempo
de contacto mutuo y disminuir los estímulos exteriores.

2.- Intensificación del contacto con la familia extensa, o con personas cercanas
afectivamente a la familia (amigos, etc.)

La familia extensa se aproxima a la familia nuclear, ofreciendo su apoyo


y ayuda si es necesaria, al igual que las amistades.

Dependiendo del Ciclo Vital de la Familia Nuclear, es frecuente que se


delegue en este círculo la organización de los Rituales de despedida y
evacuación del cadáver, o bien que se trasladen al domicilio familiar para
ocuparse de los niños o de la rutina doméstica.

3.- Disminución de la comunicación con el medio externo

Aunque sin llegar a las exigencias sociales del Luto se hace unas
décadas (En “La casa de Bernarda Alba” de García Lorca, ambientada en la
España rural de principios de siglo, la muerte del padre impone a la familia 7
años de luto durante los cuales las jóvenes, además de vestir de negro
riguroso, tienen prohibido no sólo salir de casa, sino mantener ningún contacto
con el exterior), aún sigue manteniéndose una cierta disminución del
intercambio con el medio externo, reduciendo las actividades sociales,
especialmente las consideradas más frívolas.
La ausencia actual de normas claras a este respecto con frecuencia crea
conflictos generacionales acerca de lo prohibido y su duración.

4.- Apoyo socio-cultural a la continuidad de la Familia

Como es bien sabido, la organización social tiene en la familia su base


principal, en la que delega sus funciones de alimentación, cuidado, educación,
etc, por lo que socialmente hay un interés evidente para que el grupo familiar
siga existiendo a pesar de perder uno de sus miembros. Así además de la
ayuda proveniente del entorno cercano y la familia extensa, las sociedades que
disponen de recursos destinan parte de ellos a favorecer la continuidad de la
familia, aunque haya perdido a uno de sus miembros clave. Becas, pensiones,
subsidios, exenciones del Servicio Militar, Colegios para huérfanos,
asociaciones de viudos y viudas, seguros de vida, etc., tratarán de ofrecer
apoyo social y económico a la nueva familia, quizás ahora carente de su fuente
principal de recursos.

8
Duelo: Desde el punto de vista Individual al Familiar Roberto Pereira Tercero

5.- Exigencia de tregua en los conflictos familiares “antiguos”: reconciliación

Durante el Duelo se produce una exigencia implícita y a menudo


también explícita de cese de hostilidades en la familia. Cuando la supervivencia
del grupo familiar está amenazada, debe primarse el apoyo mutuo para hacer
frente a las adversidades, por lo que se hace necesario una tregua en los
conflictos, por muy antiguos que sean. Incluso es un momento especialmente
adecuado para la reconciliación, ya que la cercanía de la muerte relativiza la
importancia de los agravios y aumenta la de valores como el apoyo mutuo y la
solidaridad grupal. (El tema de la necesidad de un muerto propio para cerrar
filas es recurrente en la literatura, el teatro o el cine. En política también es
común la utilización de un enemigo externo amenazador para disminuir o
anular la contestación u hostilidad interna).

6.- Conductas con frecuencia de debilidad reclamantes de protección

La reacción de Duelo conlleva un intenso dolor y aflicción, con


abandono de las tareas cotidianas, pérdida de los patrones habituales de
conducta, aislamiento y situación general de debilidad que genera una actitud
externa de compasión y protección. El entorno familiar incrementa los
cuidados. La hostilidad externa disminuye. No está socialmente bien visto
“acosar” a una figura “desvalida” como se presenta el núcleo familiar durante el
Duelo. Los plazos de las deudas pueden alargarse, los vecinos echan una
mano, “se respeta el dolor de la familia”, a quien no conviene importunar con
asuntos intrascendentes.

Si en general el Dolor se respeta, el Dolor del Duelo se respeta siempre,


y a todo el mundo le supone. Salvo excepciones, conectadas quizá con los
antecedentes familiares, nadie duda del sufrimiento de la familia cercana tras
una pérdida. Cualquiera puede “ponerse en el lugar” de la familia, y acercarse a
lo que puede ser el dolor propio. De ahí que los cuidados externos protejan a la
familia, y le faciliten la labor del Duelo.

Cuadro 1.- Duelo Familiar. Conducta defensiva de la Integridad Familiar

1. - Reagrupamiento de la Familia Nuclear.


2. - Intensificación del contacto con la familia extensa o con personas cercanas
afectivamente a la familia.
3. - Disminución de la comunicación con el medio externo.
4. - Apoyo socio-cultural a la continuidad de la familia.
5. - Exigencia de Tregua en los conflictos familiares.
6. - Conductas con frecuencia de debilidad reclamantes de protección.

Toda esta serie de conductas protectoras del Sistema Familiar tienen


como objetivo, como hemos dicho, facilitar el trabajo del Duelo Familiar, es
decir, el Proceso Familiar que se pone en marcha a raíz de la muerte de uno de
sus miembros. Este proceso se caracteriza por esta serie de conductas
defensivas de la integridad del Sistema, y durante él tiene que producirse una
reorganización de la Familia, de la que hablaremos a continuación.

9
Duelo: Desde el punto de vista Individual al Familiar Roberto Pereira Tercero

Reorganización Familiar durante el Duelo

Varios autores han señalado cómo la muerte de un miembro de la familia


supone la muerte de la familia misma, siendo entonces el objetivo del Duelo
establecer las bases de un nuevo Sistema Familiar, que surge del anterior pero
que no va a ser el mismo (Greaves, 1983; Gilbert, 1996).

La desaparición de un miembro de un Sistema Familiar trae consigo la


necesidad de:

1.- Reorganización de los sistemas comunicacionales

Los sistemas de comunicación se organizan en cada sistema familiar


según patrones propios, jugando cada uno de los miembros papeles distintos
en la transmisión de la información, dentro del Sistema y con el medio externo.
La supresión de uno de los canales por los que transcurre la comunicación
supone la necesidad de establecer otros alternativos que permitan una
relación adecuada. Establecer nuevas vías de comunicación, a menudo sin una
experiencia anterior no resulta sencillo, y dependerá:

a) De las habilidades y capacidades comunicacionales de la familia.


Una familia con numerosos canales de comunicación abiertos, tendrá
siempre vías alternativas que podrá utilizar, y que evitarán el aislamiento de
sus miembros o de la familia con el exterior, lo que facilitará la resolución
del Duelo Familiar, ya que el tiempo necesario para la reorganización de los
sistemas de comunicación será menor.

El proceso de Duelo también se verá facilitado en ese caso por el hecho


de que el mantenimiento de canales adecuados de comunicación con el medio
externo va a facilitar el acceso de las redes exteriores de apoyo y soporte.

En el caso de familias con una escasa relación previa con el medio


externo, por ejemplo familias emigrantes, la supresión de canales de
comunicación con el medio externo puede resultar catastrófica para la
integridad del sistema, especialmente si el fallecido era, por ejemplo, el único
que podía superar las barreras idiomáticas.

b) De la importancia del desaparecido en la comunicación familiar. En relación


estrecha con el caso anterior, la desaparición de un determinado miembro
de la familia va a tener una mayor o menor influencia sobre la comunicación
intrafamiliar y con el medio externo dependiendo de la importancia de ese
miembro en la comunicación. No es lo mismo la desaparición de un
miembro que ocupe un lugar pasivo, periférico, en las redes de
comunicación., que de otro que juegue un papel activo, central, facilitador
de la comunicación.

c) De la brusquedad con que se produce la muerte: La aproximación pausada


a la muerte permite ir estableciendo canales alternativos de comunicación
que permiten, una vez ocurrido el fallecimiento, una más rápida
reorganización de los sistemas comunicacionales.

10
Duelo: Desde el punto de vista Individual al Familiar Roberto Pereira Tercero

2.- Reorganización de las reglas de funcionamiento del sistema

Los patrones de conducta familiares responden, en su mayor parte, a


patrones de conducta socio-culturales, pero incluyen siempre una parte
particular, que configura el funcionamiento diferenciado de cada familia. Las
reglas familiares se establecen paulatinamente durante toda la existencia
familiar, exigiendo continuos cambios adaptativos a las modificaciones intra y
extrafamiliares. La flexibilidad de la familia para modificar las reglas en
respuesta a sus cambios, junto con la capacidad para mantener
simultáneamente una estructura familiar definida, establecerá la funcionalidad y
viabilidad del Sistema Familiar.

Al igual que en el caso de los patrones comunicacionales, el


establecimiento de nuevas reglas requiere su tiempo, tiempo que dependerá:

a) Del número de reglas que sea necesario modificar: Una vez más depende
del lugar que el fallecido ocupará en el sistema, si se trataba de un
personaje central o periférico.
b) De la brusquedad con que se produzca la muerte. Una “muerte esperada”
permite una paulatina adaptación de las reglas familiares a la nueva
situación, una muerte inesperada requiere un cambio inmediato de las
reglas de funcionamiento.
c) Del Ciclo Vital de la Familia: Dependerá de si se trata de un período del
ciclo vital en el que ya se está produciendo una negociación de nuevas
reglas, o bien un período de estabilidad. En el primer caso, el proceso de
cambio se facilitará o entorpecerá, dependiendo de quién sea el fallecido.
Por lo general, los períodos de cambio en el Ciclo Vital crearán más
dificultades a la hora de que la familia reestructure su funcionamiento tras la
muerte de uno de sus miembros.

3.- Redistribución de Roles

Los roles que juega cada uno de los miembros de la familia junto con los
patrones comunicacionales y las reglas de funcionamiento, estructuran la
familia. Quien se encarga de qué cosas, quién tiene la responsabilidad sobre
esto o aquello, quién detenta la autoridad y en qué áreas, etc., son papeles que
deben distribuirse entre los distintos miembros de la familia. Esta distribución
no es sencilla, y genera a menudo conflictividad. De ahí, que la redistribución
de los roles que detentaba el fallecido, es una potencial fuente de conflictos.
Una vez más, dependerá de si el muerte jugaba un rol central o periférico en la
familia. La desaparición de un miembro de la familia que jugara un rol central
en su funcionamiento puede producir un intenso desequilibrio en el sistema.
Incluso, en el caso de que el fallecido jugase un rol de “ligazón” de los demás
miembros, puede producir la desaparición del sistema familiar (Divorcio de una
pareja tras la muerte de un hijo).

Los roles jugados por el fallecido pueden ser redistribuidos entre el resto
de los miembros de la familia, pueden ser asumidos por uno de ellos (hijo
parentalizado) o pueden ser mantenidos “en conserva” a la espera de la

11
Duelo: Desde el punto de vista Individual al Familiar Roberto Pereira Tercero

incorporación a la familia de un nuevo miembro que lo asuma (hijos sustitutos o


matrimonios “de necesidad” : p. ej. con la hermana de la madre que quizá ya
había comenzado a ocuparse de los sobrinos).

Cuadro 2.- Proceso de Duelo Familiar

1. - Reorganización de los sistemas comunicacionales.


2. - Reorganización de las reglas de funcionamiento del sistema.
3. - Redistribución de roles.
4. - Adaptación a una nueva realidad en la que el fallecido está ausente.

4.- Adaptación a una nueva realidad en la que el fallecido está ausente

Esta adaptación a la nueva situación dependerá, como ya se ha dicho,


de la flexibilidad del sistema familiar para adaptarse a los cambios. Familias
rígidamente homeostáticas tendrán grandes dificultades para esta adaptación,
que en realidad es un compendio de los tres anteriores: cambios en los
sistemas de comunicación, en las reglas de funcionamiento del sistema y en la
redistribución de roles. Cambios masivos, que pondrán a prueba la
funcionalidad del sistema familiar.

Etapas del Duelo Familiar

Moos, en su reciente artículo en el que plantea un Modelo Integrativo del


Duelo, Individual y Familiar, señala una serie de Síntomas de Duelo Familiar,
a tres niveles: Comunicacional, Estructural, y de Relaciones Extrafamiliares,
tratando de hacer una paralelismo de los síntomas de Duelo Individual, en los
que señala también tres niveles: Somático, Intrapsíquico y Conductual. (Moos,
1995).

Cuadro 3.- Síntomas del Duelo Familiar. (Adaptado de Moos, 1996)

- A nivel comunicacional:
- Incrementos o disminuciones notables de la comunicación.
- Incrementos o disminuciones notables de la comunicación en un área concreta.
- Cambios en los patrones comunicacionales.
- Cambios en los canales de comunicación.

- A nivel estructural:
- Confusión en la jerarquía familiar.
- Redistribución de las alianzas familiares.
- Confusión de roles.

- Relaciones con el medio externo


- Aislamiento.
- Rechazo de las redes de apoyo.
-Sobreprotección de los miembros.

12
Duelo: Desde el punto de vista Individual al Familiar Roberto Pereira Tercero

Los paralelismos con el Duelo Individual se efectúan también a la hora


de establecer las “Tareas Familiares del Duelo”. Moos, en el artículo
anteriormente citado, basándose en Goldberg (1975) hace una comparación
con las Tareas Individuales de Duelo establecidas por Worden (Aceptar la
realidad de la pérdida, elaborar el Dolor del Duelo, Adaptándose a un entorno
en el que el fallecido está ausente, Recolocar emocionalmente al difunto y
continuar la vida, Worden, 1991), y habla de cinco tareas del Duelo Familiar:

1.- Comunicación del conocimiento de la muerte.


2.- Permitir que aflore la aflicción del Duelo.
3.- Renunciar a la presencia del fallecido.
4.- Realineamiento de los roles intrafamiliares.
5.- Realineamiento de los roles extrafamiliares.

Gilbert (1996), basándose en Walsh y McGoldrick (1991), señala tres


tareas esenciales:

1.- Reconocimiento de la pérdida y de que cada uno de los


miembros de la familia experimenta el Duelo.
2.- Reorganización de los roles familiares, y reconstrucción
del significado familiar y de la identidad familiar.
3.- Reinvestimiento de los miembros de la familia en una nueva.

Sintetizando ambas propuestas, planteamos las siguientes Etapas del


Duelo Familiar:

1.- Aceptación familiar de la pérdida, permitiendo y favoreciendo la expresión


de la aflicción de todos los miembros de la Familia

En esta primera etapa, los rituales van a jugar un papel importante (


Imber-Black, 1991). La vela del cadáver, los funerales, el enterramiento, las
visitas de la familia y amigos, etc. van a dar publicidad a la pérdida, favorecer
su aceptación, y crear un contexto adecuado para la expresión emocional.

El problema surge cuando, como se ha señalado anteriormente, se


focaliza el Duelo en un sólo miembro de la familia, dificultando que los demás
miembros manifiesten su propio proceso de duelo.

2.- Reagrupamiento y encastillamiento de la familia para permitir la


reorganización familiar: redistribución de la comunicación interna y de los roles
familiares

El proceso de reorganización familiar en el que es necesario redefinir


los canales de comunicación y de distribuir los roles familiares, es un proceso
delicado que afecta a la propia estructura de la familia, por lo que ésta debe
adoptar una conducta defensiva que le permita afrontar este proceso con el
menor desgaste posible.

13
Duelo: Desde el punto de vista Individual al Familiar Roberto Pereira Tercero

Esto supone además aceptar definitivamente la pérdida del ser querido,


lo que añade las dificultades propias de la aflicción que causa esta renuncia en
los miembros de la familia.

3.- Reorganización de la relación con el medio externo

Tras la reorganización interna, debe seguirse el mismo proceso con el


medio externo, abriendo nuevos canales de comunicación, reasignando roles.
Esta etapa se produce cuando la familia se siente con la suficiente estabilidad
como para comenzar a abrirse al exterior, rompiendo su encastillamiento.

Cuadro 4.- Etapas del Duelo Familiar

1.- Aceptación familiar de la pérdida.


2.- Reagrupamiento y reorganización familiar.
3.- Reorganización de la relación con el medio externo.
4.- Reafirmación del sentimiento de pertenencia al nuevo sistema familiar.

4.- Reafirmación del sentimiento de pertenencia al nuevo sistema familiar que


emerge del antiguo, y aceptación del comienzo de una nueva etapa familiar

El final de la etapa de Duelo Familiar está marcada por la aceptación de


sus miembros de una nueva estructura familiar, nacida de la antigua, pero
organizada de una manera distinta. Se han creado nuevos canales de
comunicación, y otros miembros juegan los papeles que correspondían al
difunto. Los juegos de alianzas quizá se hayan modificado, buscándose los
sobrevivientes nuevos apoyos. Esto no significa olvidarse del muerto, sino
resituarle emocionalmente de manera adecuada. La figura del fallecido formará
parte de la historia de la familia, pero debe dejar de tener influencia directa en
el funcionamiento de ésta. A menudo, el punto de inflexión lo marca la
recuperación de conductas “antiguas” con un significado de apertura familiar,
que son aceptados por todos los miembros de la familia.

Conclusión:

El Duelo desde el punto de vista Individual, que ha monopolizado


durante muchos años el estudio del Duelo, se manifiesta incompleto ya que no
contempla las interrelaciones familiares que juegan un importante papel
durante el Duelo.

Sin embargo, la Terapia Familiar ha prestado hasta ahora escasa


atención al proceso de Duelo.

Parece que esta actitud está cambiando, ya que los estudios de la


Dinámica Familiar durante el Duelo están incrementándose notablemente
durante los mismos años. En parte este interés viene impulsado por las nuevas
Orientaciones Constructivistas y Narrativistas dentro del Campo de la Terapia
Familiar. De hecho, el trabajo con las Narrativas Familiares se perfila como un
buen método de trabajo para abordar la redefinición familiar tras la pérdida de

14
Duelo: Desde el punto de vista Individual al Familiar Roberto Pereira Tercero

uno de sus miembros y para resituar emocionalmente al difunto de una manera


adecuada.

Son necesarios nuevos estudios que profundicen en el Proceso de


Duelo Familiar y propongan intervenciones facilitadoras adecuadas a cada una
de las Etapas de ese Proceso. Se echan aún más en falta trabajos orientados a
identificar los tipos de Duelo Familiar complicado, que aporten instrumentos
terapéuticos adecuados a los diferentes tipos de problemas que se identifiquen.
Sólo así, el abordaje sistémico-relacional contribuirá a enriquecer el estudio del
Duelo y permitirá un abordaje más completo y satisfactorio de sus
complicaciones.

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

ANÓNIMO (1994): Dear Mum… Bereavement Care, 13, 2: 16-18.

BLOCH, S. (1991): A system approach to loss.. Austr. and New Zealand J. of


Psych., 25: 471-480.

BOWEN, M. (1976): Family reactions to Death. En P. Guerin (de.), Family


Therapy. Theory and Practice, Gardner Press, Lakeworth, Florida.

BOWLBY, J. (1961): Process of mourning. Internat. J. of Psychoan., 42:317-


340.

BOWLBY, J. (1973): La separación afectiva. Paidós, Barcelona, 1993.

BOWLBY, J. (1980): La pérdida afectiva. Paidós, Barcelona, 1993.

BOOK, P. (1996): How does the family narrative influence the individual’s
ability to communicate about death? Omega, 34, 4: 323-341.

DETMER, C. y LAMBERTI, J. (1991): Family Grief. Death Studies, 15: 363-374.

FREUD, S. (1915): Duelo y Melancolía. En S. Freud, Obras Completas, Tomo I,


Biblioteca Nueva, Madrid, 1961.

GELCER, E. (1983): Mourning is a family affair. Family Process, 22: 501-516.

GILBERT, K. (1996): We’ve had the same loss, why don’t we have the same
grief? Loss and differential grief in families. Death Studies, 20: 269-283.

GLICK, I. ; WEISS, R. Y PARKES C.M. (1974) :The first year of bereavement,


New York, Basic Books,

GOLDBERG, S. (1973): Family tasks and reactions in the crisis of death. Social
Casework, 54: 219-228.

GREAVES, G. (1983): Death in the Family: A multifamily Therapy approach.


Internat. J. of Fam. Psych., 4: 247-259.

15
Duelo: Desde el punto de vista Individual al Familiar Roberto Pereira Tercero

IMBER-BLACK, E. (1991): Rituals and the healing process. En F. Walsh y M.


McGoldrick (eds.) Living beyond loss. Death in the family. (pp. 207-223).

JENSEN, G. y WALLACE, J. (1967): Family Mourning Process. Family Process,


6: 56-66.

KISSANE, D. y BLOCH, S. (1994): Family Grief. Br. J. of Psych., 164: 728-740.

KISSANE, D. y BLOCH, S. (1996a): The Melbourne Family Grief Study, I:


Perceptions of Family Functioning in Bereavement. Am. J. Psychiatry,
153, 5: 650-658.

KISSANE, D. y BLOCH, S. (1996b): The Melbourne Family Grief Study, II:


Psychosocial Morbidity and Grief in Bereaved Families. Am. J. of
Psychiatry, 153, 5: 659-666.

KLEIN, M. (1940): Mourning and its relation to manic-depressive states.


Internat. J. Psychoan., 21: 125-153.

LAMBERTI J. y DETMER, C. (1993): Model of family grief assessment and


treatment. Death Studies, 17: 55-67.

LINDEMANN, E. (1944): Symptomatology and management of acute grief. Am.


J. of Psych., 101: 141-148.

MILES, M. y DEMI, A. ( 1994) : Historical and Contemporary Theories of Grief.


Cap. 6 del libro de I. Corless y otros: Dying, death and bereavement
(pp : 83-106) Jones and Bartlett, Boston.

MOOS, N. (1995): An integrative model of Grief. Death Studies, 19: 337-364.

PARKES, C. M. y BROWN, R. (1972): Health after Bereavement: a controlled


study of young Boston widows and widowers. Psychosomatic Medicine,
34: 449-461.

PARKES, C. M. (1976): Determinants of Outcome following Bereavement.


Omega, 6: 303-309.

PARKES, C.M. (1988): Bereavement as a Psychosocial Transition: Processes


of adaptation to change.. J. of Social Issues, 44,3: 53-65.

PAUL, N. y GROSSER, G. (1965): Operational mourning and its role in conjoint


family therapy. Comm. Mental Health J., 1: 339-345.

PEREIRA, R. (1995): Abordaje sistémico de la pérdida y el Duelo. Transcripción


efectuada por J. Ortega del Seminario del mismo título celebrado en la
Escuela de Terapia Familiar del Hospital de la Sta. Creu i S. Pau,
Barcelona.

16
Duelo: Desde el punto de vista Individual al Familiar Roberto Pereira Tercero

POLLOCK G.H. (1961): Mourning and adaptation. International J. of Psychiatry,


42 :341-361.

SAPHIRO, E. (1996) : Family Bereavement and Cultural diversity : a social


development perspective. Family Process, 35, 3 : 313-332.

WALSH, F. y McGOLDRICK, M. (1991): Loss and the family: a Systemic


perspective. En ibiden, Living Beyond Loss: Death in the family, Norton,
New York, p.p. 1-29.

WEISS, R. (1976): Loneliness: The experiential of emotional and social


isolation. M.I.T. Press, Cambridge, Massachusetts.

WORDEN, J. (1991) : Grief counselling and Grief Therapy. Routledge, London.

17

También podría gustarte