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Catequesis de 1era. Comunión Año 2 - Libro Del Catequista
Catequesis de 1era. Comunión Año 2 - Libro Del Catequista
Cate uesis
Guía del Catequista Segundo año
q
a Comunión
2014
Páginas
1. Jesús ora y cumple la voluntad de su Padre 7
2. Jesús nos invita a seguirlo 13
3. Jesús celebra la Pascua 19
4. Pasión y muerte de Jesús 25
5. Jesús resucitó al tercer día 33
6. Jesús resucitado nos envía al Espíritu Santo 38
7. El Espíritu Santo guía a la Iglesia 43
8. Nosotros somos la Iglesia 48
9. La comunidad cristiana 54
10. Jesús en los sacramentos 59
11. Por el bautismo nacemos a una vida nueva 64
12. La Confirmación 68
13. Somos hijos de Dios 74
14. Aprendo a querer en casa 79
15. Amar a Dios sobre todas las cosas 85
16. Amamos al prójimo 90
17. Rezamos a Dios Padre 96
18. ¿Por qué nos alejamos de Dios? 101
19. El perdón del Padre 107
20. Cómo confesarse bien 111
21. El domingo voy a Misa 117
22. La Palabra de Dios 123
23. Llevamos dentro a Jesús 127
24. Dios nos invita a su casa 131
25. María es nuestra madre 136
26. Los amigos de Jesús 142
Anexo: Adviento. Navidad 147
3
Conviene transmitir:
Se ha elaborado esta segunda parte del índice para mostrar la importancia que los autores
conceden a ciertos aspectos formativos sobre los que se sustenta la espiritualidad de los niños
y de las niñas*. Comienzan los autores abordando algunos valores esenciales para las edades
más tempranas, para introducir con las virtudes la referencia/relación con Dios.
El lenguaje de los cuentos, los textos bíblicos y biografías son comprensibles por los jóvenes
lectores.
CUENTOS
El niñ0 que no oía a Dios 16
El depósito de cruces 28
El payaso que amaba a Dios 51
La pequeña semilla 69
El buen samaritano de la carretera 76
El regalo de la vida 82
El papá que amaba a su familia 88
Me gustan las chuches 92
La caracola 100
La oveja perdida 102
Mándale un Whatsapp 121
El submarino blanco 127
los niños y las niñas* : en adelante utilizaremos la palabra niños para referirnos a ambos sexos.
4
Conviene transmitir:
Los autores han preferido ilustraciones más en sintonía con la visualización que los niños
realizan desde la irrupción de las nuevas tecnología: es la imagen quien transmite un contendo,
incluso más -en ocasiones- que el propio texto.
5
1. Jesús ora y cumple
la voluntad de su Padre
Jesús es el Señor. Capítulos 15 y 16, página 50
El Padrenuestro: Lucas 11, 1-4. Jesús hace la voluntad de Dios: Juan, 3.
Conviene transmitir:
1. Poner las bases de la oración. Rezar/orar es hablar con nuestro Padre Dios, con Jesús y María.
2. El capítulo aborda cómo oraría Jesús, quien, por encima de todo, deseaba cumplir la voluntad
de su Padre Dios.
3. Se introducen frases para orar, para ser leídas en voz alta durante la catequesis, que es una
oración hecha en voz alta.
4. Se explica el Padrenuestro.
6
En la oración conocemos lo que Dios Padre quiere de nosotros.
La oración personal y comunitaria es el lugar donde el discípulo, alimentado por la Palabra y
la Eucaristía, cultiva una relación de profunda amistad con Jesucristo y procura asumir y hacer
la voluntad del Padre. Por eso, “es necesario aprender a orar, volviendo siempre de nuevo a
aprender este arte de los labios del Maestro” (NMI 33) para conocer lo que Dios Padre quiere de
nosotros.
El Papa emérito Benedicto XVI nos ofreció un apasionante itinerario sobre la oración cristina,
tal como Jesús nos enseñó y la Iglesia sigue enseñándonos a través de la Sagrada Escritura, la
gran tradición de los Padres de la Iglesia, de los maestros de la espiritualidad y de la liturgia (Cf.
Catequesis sobre la oración, de 4 de mayo de 2011 al 17 de octubre de 2013).
De ese itinerario, vamos a destacar tres formar de encontrarnos con Jesucristo en la oración:
3 En primer lugar, a través de la Sagrada Escritura, proclamada en la Iglesia. Es tan
importante que desconocer la Escritura es desconocer a Cristo. Ella ha de ser para nosotros
el verdadero alimento para ver, por propia experiencia, que las palabras de Jesús son
espíritu y vida (DI 3).
3 Entre las muchas formas de acercarse a la Escritura, hay una privilegiada, muy
recomendada por la Iglesia en tiempos recientes, a saber: La Lectura creyente de la
Palabra, que toma su nombre de la Lectio divina.
3 En segundo lugar, a través de la Liturgia, “ámbito privilegiado donde Dios nos habla,
aquí y ahora, y espera nuestra respuesta”, especialmente en la Eucaristía, el domingo”,
pues con este sacramento Jesús nos atrae a sí, nos hace entrar en la voluntad de Dios y
nos empuja a la solidaridad.
3 Finalmente, en los acontecimientos de la vida, porque el cristiano ha de ser también
un contemplativo en medio del mundo con una sensibilidad espiritual para procurar
descubrir “lo que el Señor desea decir en una determinada circunstancia” (Cf. EG 154). De
esta manera, la oración desde la vida nos ayuda a leer nuestra historia en la perspectiva
más adecuada y fiel, la de Dios, nos educa a ver los signos de Dios, su presencia y acción
en nuestra vida y nos hace ser luz del mundo que difunde la esperanza de la que todos
estamos tan necesitados.
7
Texto del libro:
Jesús hablaba con Dios desde que era pequeño. Conforme crecía, Dios le mostraba lo
que tenía que hacer. Poco a poco descubrió para qué había venido al mundo.
Después, durante toda su vida en la Tierra, Jesús contaba sus cosas a Dios Padre: cómo
se encontraba, las dificultades que tenía cuando predicaba, la alegría cuando la gente
aceptaba el mensaje de la salvación.
Aprendemos a rezar
Rezar es hablar con Dios. Comenzamos leyendo estas u otras frases parecidas:
3 Hola, Jesús, soy (decir el nombre), estoy hablando contigo. ¿Cómo estás? Yo, bastante
bien. Me encuentro algo triste, porque ha perdido mi equipo de fútbol, y el partido era
muy importante para el Club.
3 Jesús soy una niña que va a un cole maravilloso. Mis profesores enseñan bien, se
preocupan por todos y exigen bastante. Estoy contenta porque he sacado una buena
nota en...
3 Jesús, te pido por mis abuelos; son muy mayores. Mi mamá está preocupada por ellos,
ayúdales.
3 Jesús, ¿por qué hay tantas guerras en el mundo? Te pido por la paz de las naciones, por
la paz de las familias, para que los niños no se peleen, ni se insulten, ni se odien.
3 Señor, ayer fui a llevar a la parroquia/ al cole una bolsa de comida; es para la gente que
lo pasa mal. En casa no hay mucho, pero tampoco sobra. Pero mi papá me ha dado esto
para tus hijos e hijas que no tienen trabajo. Gracias por ayudar a tantos, Señor.
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1. Jesús, con su oración, está siempre unido a su Padre Dios. Cuando hablo con
Jesús, mejoro el comportamiento.
2. En la oración descubro lo que Dios quiere de mí. Ya sé orar. Ahora voy a practicar
la oración.
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k Habla con Dios con tus propias palabras.
i Con oraciones ya hechas, como el Padrenuestro o el Avemaría.
r Mediante frases, como: Jesús, te quiero; María, ayúdame; y otras que te inventes.
LA FE
Virtud
Jesús, tú que eres el Hijo de Dios y mi amigo, da la paz al mundo...
Esto es la fe: creer en Jesús y en lo que Él nos dice y enseña.
Pero yo no puedo tener más fe; porque la da Dios. Sin embargo, voy a prepararme
para recibirla: en primer lugar, pidiéndola a Dios: Señor, auméntame la fe; luego
atendiendo bien en la catequesis, poniendo interés en la Misa, comulgando sin
rutina, rezando todos los días...
Sobre todo, para creer en Jesús tengo que quererlo de verdad.
Es tan bonita la fe... ¡me une con Dios mientras vivo en la Tierra!... cuando esté en
el Cielo no la necesito, pues allí veré a Dios cara a cara.
Dichosos los que sin ver creyeron, dijo Jesús a Tomás (Juan 20, 29).
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2. Jesús nos invita a seguirlo
Jesús es el Señor. Capítulo 17, página 54.
La parábola de la gran cena: Lucas 14, 16-24. La respuesta de Samuel: 1 Samuel 3, 1-19.
Conviene transmitir:
1. Partiendo de cómo Jesús se hacía amigo de la gente, el niño es uno de los que Jesús ha
elegido para formar parte de su círculo de amistades.
2. Hay personas que rechazan la invitación del Señor. Parábola de La gran cena. Otras responden
enseguida. Enseñar a decir sí al Señor.
3. Se incluyen, en la sección RECORDAMOS, ideas para asimilar.
4. Enseñar a vencer la pereza, a aprovechar el tiempo, a realizar actividades sanas: deporte,
lectura...
Jesús eligió a los doce apóstoles para que estuvieran con Él y para enviarlos a predicar.
Cierto día, entre sus discípulos, Jesús elige a doce, a los que llama apóstoles. Se trataba de una
elección tan importante y decisiva que Jesús, antes de ello, pasó la noche en oración.
Ésos son los nombres de los elegidos: “Primero Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés;
luego Santiago, el hijo de Zebedeo, y su hermano Juan; Felipe, Bartolomé; Tomás y Mateo, el
publicano; Santiago, el hijo de Alfeo, y Tadeo, Simón, llamado zelotes, y Judas Iscariote, que
llegó a ser un traidor” (Lc 6, 12-16).
Entre los doce, Pedro ocupa el primer lugar, pues Jesús le asigna un papel único en la edificación
de la Iglesia: “Yo te digo: tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia...” (Mt 16,18).
Jesús los eligió para que “estuvieran con Él y para enviarlos a predicar” (Mc 3, 14), para que lo
siguieran con la finalidad de ser de Él, formar parte de los suyos y participar de su misión.
Con la parábola de la vid y los sarmientos (Cf. Jn 15,1-8), Jesús manifiesta el tipo de vinculación
que Él ofrece y qué espera de los suyos. No quiere que sean siervos, porque el “siervo no conoce
lo que hace su señor” (Jn 15, 15). Quiere que sean amigos y hermanos.
Con su aparición -ya resucitado- en el monte de Galilea, los envía a anunciar la Buena Noticia,
a hacer discípulos de todas las gentes mediante el Bautismo, a enseñar a vivir lo que Él nos
mandó, con la promesa de que Él está con ellos todos los días hasta el fin del mundo (Cf. Mt
28,18-20). Envío y promesa también a nosotros, llamados a ser discípulos-misioneros para hacer
realidad la invitación del Papa Francisco a ser una “Iglesia en salida” (Cf. EG 20-24).
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Los hechos y las palabras de Jesús, su vida entera, proclaman que con Él ha llegado el Reino
de Dios.
En efecto, este Reino, prometido por Dios desde siglos, brilla en la palabra, en las obras y en la
presencia de Cristo.
La Palabra de Dios -nos recuerda el Concilio Vaticano II- se compara a una semilla sembrada en
el campo (Cf. Mc 4,14): quienes la oyen con fidelidad y se agregan a la pequeña grey de Cristo
(Cf. Lc 12,32) reciben el Reino; la semilla va después germinando poco a poco y crece hasta el
tiempo de la siega (Cf. Mc 4,26.29).
Los milagros de Jesús expresan que el Reino ya llegó a la tierra. “Si expulso los demonios por el
dedo de Dios, es porque el Reino de Dios ha llegado a nosotros” (Lc 11,20). Pero, sobre todo, el
Reino se manifiesta en la persona misma de Cristo, Hijo de Dios e Hijo del hombre, quien vino “a
servir y a dar su vida para la redención de muchos” (Mc 10,45); (Cf. LG 5).
El mismo Juan Bautista, que había oído en la cárcel las obras de Cristo, le envió una embajada
a preguntarle: “Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro” (Mt 11,3). Y Jesús le
responde: “Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven y los inválidos
andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los muertos resucitan, y a los pobres se
les anuncia la Buena Noticia. ¡ Y dichoso el que no se sienta defraudado por mí! (Mt 11,4-11).
De esta manera, con hechos y palabras, confirma Jesús lo que ya había proclamado en la
Sinagoga de Nazaret: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a
los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los
ciegos, para dar libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor” (Lc 4,18 y 19).
Y añadió: “Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír” (Lc 4,21).
Todo esto hizo que su fama se extendiera por todas partes, hasta el punto que mucha gente
le seguía y Él les enseñaba sin cansarse. Hasta sus amigos más cercanos se preguntaban: Pero,
¿quién es este hombre?
La Iglesia nos enseña que Jesús, aquel que recorrió Palestina, es el Hijo de Dios vivo, nuestro
único Señor y Salvador.
Sin embargo, la pregunta más decisiva es la que Jesús hace a sus discípulos y que también
resuena en nuestros corazones: Y vosotros ¿quién decís que soy yo? Nuestra respuesta, iluminados
por la fe de la Iglesia que, por la gracia del Espíritu Santo nos precede, engendra y alimenta, es
la misma del apóstol Pedro: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.
Respuesta que nosotros, como Pedro y los apóstoles, no la descubrimos por nuestra inteligencia
humana, sino porque el Padre así lo ha revelado. Por tanto, esta fe -don gratuito de Dios que
recibimos en el Bautismo- no es una respuesta sólo personal, sino que, al mismo tiempo, es
expresión de la fe de la Iglesia que nos precede, engendra y alimenta con el Pan de la Palabra y
del Cuerpo de Cristo.
Ella, como buena Madre y Maestra, nos enseña con fórmulas sencillas y fáciles de asimilar,
celebrar y compartir con los demás, utilizando un lenguaje común: ese Jesús de Nazaret, que
nació de la Virgen María por obras del Espíritu Santo, es el Hijo de Dios vivo, nuestro único Señor
y Salvador.
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Hoy todos nosotros, al vivir influidos por una cultura relativista y secularizada, nos preguntamos
a veces: ¿Tiene sentido hablar de un Dios vivo, Señor y Salvador, en el tercer milenio? ¿Es
necesario para el hombre, que progresivamente conquista el universo y que ha inventado la
comunicación interactiva, que navega en el océano virtual de Internet y que, gracias a las más
modernas y avanzadas tecnologías, ha convertido la tierra en una aldea global?
Sin duda, la Iglesia nos responde que el mundo y cada uno de nosotros necesitan de la fe
en un Dios vivo, Señor y Salvador, y no nos contentamos con cualquiera que nos llegue con
semejantes pretensiones, porque nosotros lo hemos conocido por medio de nuestra Madre, la
Iglesia.
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todos, especialmente a los pobres. Nos pide, en definitiva, que entreguemos la vida.
Entregas tu vida cuando te esfuerzas en el estudio, cuando ayudas en casa a tus padres y
hermanos, cuando compartes tus juguetes, cuando no fastidias a nadie, sino que ayudas
a que sean felices. Entregas tu vida cuando te privas de caprichos para dar tu dinero a
obras de caridad, en el colegio, en la parroquia...
Pero la gente suele ser comodona y no responde a su llamada. Jesús nos cuenta esta
historia:
Un hombre dio una gran cena e invitó a mucha gente. Como no les apetecía ir, se
excusaban: he comprado un campo y tengo que verlo..., he comprado unos bueyes y los
voy a probar... es que me he casado...
Entonces el Señor dijo a su empleado: Sal a la calle y trae a todo el que encuentres, hasta
que se llene mi casa.
LA ESPERANZA Virtud
Nadie abandona el cole por una mala nota.
Cuando voy mal en una asignatura, lo que hago es estudiar más. Precisamente
porque espero aprobar.
Espero ser médico, electricista, profesor, agricultor... alguien de provecho.
Tener esperanza es confiar en que conseguiré lo que deseo, con la ayuda de Dios y
mi esfuerzo personal.
Sobre todo espero estar con el Señor al final de mi vida. Los fallos no me desaniman,
porque Él me está esperando.
Pero también me espera Dios al final de cada día. Por eso me despierto con la
esperanza de hacer las cosas bien, de rezar, estudiar, portarme mejor... Sé que el
Señor no se olvida de los que esperan en Él.
Cuento
Jesús, perdona, puedes hablar más alto que no te oigo? ¿Dices que tengo que
estudiar más? ¿Que mejore mi comportamiento? ¿Que me porte mejor? ¿Que
ordene mi cuarto?
Lo siento, Jesús, pero hoy no me he lavado los oídos y no te oigo, mañana te llamaré.
Ese día, al llegar la mamá del niño a casa, le dijo: vete a lavarte los oídos antes de
dormir. Mañana es domingo, vamos a la Iglesia y Jesús te quiere decir algo.
La respuesta de Samuel
Antiguo Testamento
Era Samuel un niño que dormía en su habitación. Cerca estaba acostado Elí, un
hombre santo y mayor.
Dios llamó a Samuel y enseguida se levantó, fue a la habitación de Elí y le dijo: Aquí
estoy, porque me has llamado.
Elí le contestó: Yo no te he llamado, hijo mío, vuelve a acostarte.
La llamada de Dios se repitió. Samuel volvió a lenvantarse diciendo: Aquí estoy,
porque me has llamado.
Enotonces, Elí supo que era Dios quien le llamaba, y le dijo: cuando Dios te llame
dile: Habla, Señor, porque tu servidor escucha.
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¿Te cuesta moverte?
Dios nos invita a su fiesta: la Misa de los domingos. Pues voy a moverme y asistiré con
ilusión. Jesús me ha dicho que es mi Hermano y que somos hijos de Dios.
Nos invita a ser responsables: pues voy a estudiar en lugar de perder el tiempo con
la tele o los videojuegos.
A colaborar en casa: pues preguntaré a mamá en qué puedo ayudar.
A ser ordenado: entonces dejaré hecha la cama, recogida la habitación y ordenado
mi armario. La ropa sucia, a su bolsa. El baño limpio después de usarlo.
También me invita el Señor... a
no mentir, a hacer las cosas desde el corazón, a
no considerarme mejor que los demás.
Jesús enseñó que Dios es un Padre que nos ama, y nos perdona; que Él es
su Hijo; que el Padre, su Hijo Jesús y el Espíritu Santo son un solo Dios, y
tres personas distintas (misterio de la Trinidad); y que los Mandamientos se
resumen en uno solo: que nos amemos unos a otros como Él nos ama.
Recordamos:
¿Qué anuncia Jesús? Jesús anuncia la Buena Noticia de la Salvación.
¿En qué consiste la Buena Noticia de la Salvación? La Buena Noticia de la Salvación es el anuncio
de que Dios es nuestro Padre, que nos ama y quiere hacer un mundo nuevo: su Reino.
¿Qué es el Reino de Dios? El Reino de Dios es la nueva Vida que Dios nos da, que es vivir en
justicia, verdad, amor y paz, sintiéndonos todos hermanos.
¿Qué son las parábolas de Jesús? Las parábolas son historias que Jesús ideó para enseñarnos
cómo es el Reino de Dios entre nosotros.
¿Qué son los milagros de Jesús? Los milagros son signos admirables que hace Jesús para
mostrar que el Padre lo ha enviado, y nos invitan a creer en Él.
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3. Jesús celebra la Pascua
Jesús es el Señor. Capítulo 19, página 62.
Entrada en Jerusalén: Marcos 11, 1-11; 14, 22-24. La cena pascual: Lucas 22, 14-20.
Conviene transmitir:
1. Las fiestas importantes del cristianismo: la Pascua de Resurrección, precedida del Domingo
de Ramos.
2. Cómo sucedió la Última Cena, y qué se instituye: los sacramentos de la Eucaristía y del
Sacerdocio, y Jesús da el mandamiento nuevo del amor con su ejemplo del lavatorio de los piés.
3. Enseñar a querer. Quien de verdad ama, ayuda, comparte, se olvida de sí para pensar en los
demás.
Jesús instituyó la Eucaristía, el día antes de morir, mientras celebraba la Pascua con los
apóstoles.
Con Jesús, los apóstoles habían comido ya varias veces la Pascua. Pero en estos momentos
todo parecía tener un sentido distinto. El Maestro estaba viviendo sus horas como si fueran las
últimas, y los apóstoles se habían contagiado de esta emoción suya. Y ultimaban los últimos
preparativos: la mesa, el cordero asado y, en torno a él, los platos con hierbas silvestres, con
salsas y especies, las frutas, el pan y el vino. Al comenzar les dijo: “¡Ardientemente he deseado
comer esta Pascua con vosotros antes de padecer!” (Lc 22,15).
Jesús observa con exactitud los ritos de este ágape misterioso; es posible le recordara el
significado de todo esto: La mano de Dios guió a su pueblo con grandes prodigios; la sangre del
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cordero, untando las jambas de sus puertas, les había salvado de la muerte. La fuga precipitada
era el gran tránsito (pesach, pascua en hebreo) de Dios por sus vidas. El cordero asado al fuego del
modo más simple; el pan que había que comer sin levadura, como sin darle tiempo a fermentar.
Las hierbas amargas, que evocaban las miserables verduras que los fugitivos arrancaban a un
lado y otro del camino para engañar su hambre. La salsa rojiza, en que se moja el pan, como
recuerdo de los ladrillos que sus antepasados esclavos se vieron forzados a fabricar para el
faraón. Y el vino -única nota gozosa de esta cena- es la esperanza que esperan a los fugitivos en
la tierra prometida.
Y “mientras comían, Jesús tomó pan y pronunciando la bendición, lo partió y se lo dio diciendo:
Tomad, esto es mi Cuerpo. Después tomó el cáliz, pronunció la acción de gracias, se lo dio y
todos bebieron. Y les dijo: Esta es mi sangre de la alianza, que es derramada por muchos” (Mc
14,22-24). También les dijo: “Haced esto en memoria mía” (Lc 22,19).
Los apóstoles saben que algo decisivo ha ocurrido, aunque no lo entienden. Las palabras y los
gestos de Jesús suenan como algo nuevo.
En efecto, Jesús escogió el tiempo de la Pascua para realizar lo que había anunciado en
Cafarnaún: dar a sus discípulos su Cuerpo y su Sangre, para hacerlos partícipes de su Pascua,
instituyó la Eucaristía como memorial de su muerte y resurrección y ordenó a sus apóstoles
celebrarlo hasta su retorno. Y así, desde el comienzo, la Iglesia ha sido fiel al mandato del Señor
mientras caminamos hacía el banquete celestial, donde los elegidos se sentarán a la mesa del
Reino (Cf. CIC 1337-1344).
En la Última Cena Jesús lava los pies a sus discípulos, como expresión de amor y de servicio.
Jesús, antes de instituir la Eucaristía, nos dejó uno de sus gestos más elocuentes: el lavatorio
de los pies: un hermoso resumen de toda la vida del Señor.
Se levantó de la mesa, cogió una toalla, echó agua en una jofaina y se puso a lavarles los pies
a sus discípulos (Cf. Jn 13,4 y 5). Cuando acabó, plegó lentamente la toalla, se lavó las manos y,
sólo cuando regresó a su sitio, habló al fin: “¿Sabéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me
llamáis Maestro y Señor. Y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, Maestro y Señor, os he lavado los
pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a los otros. Yo os he dado ejemplo, para que
hagáis también vosotros lo que he hecho yo. Porque en verdad os digo que el siervo no es mayor
que su amo, ni el enviado mayor que quien le envía” (Jn 13, 12-16).
En este gesto de Jesús descubrimos dos aspectos: es, ante todo, una acción de Jesús en la que
les da a sus discípulos el don de su propia entrega; no da algo, se da a sí mismo. Pero el don
se transforma después en ejemplo: abajarse en la humildad del servicio. De esta manera, nos
enseña que la actitud de servicio es fundamental en sus discípulos para poder participar juntos
en el banquete del Reino (Cf. Benedicto XVI, Homilía en el Jueves Santo de 2011).
18
Texto del libro:
El Domingo de Ramos
Cuando el presidente de un país visita una ciudad, la gente sale a la calle para saludarlo.
Algo parecido le ocurrió a Jesús cuando fue a la ciudad de Jerusalén para celebrar la
fiesta de Pascua con sus discípulos. Iba montado sobre un burrito.
La gente salió a recibirlo como el rey de Israel. Cortaron ramos de olivos y muchos
tendieron sus mantos por el camino gritando: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el
nombre del Señor ¡Hosanna en el Cielo!
Habían oído muchas cosas hermosas de Jesús: su amor por los niños y los pobres, su
sabiduría, que curaba a los enfermos... Jesús agradecía estos saludos sonriendo. El
burrito se portó muy bien, no protestó, caminaba contento de llevar sobre su lomo al
Hijo de Dios.
19
La Última Cena de Jesús
La Última Cena la celebró Jesús en una casa prestada; era una sala grande con
alfombras. Se llama la Última Cena porque fue la última que Jesús celebró con los
Apóstoles, sus amigos.
Durante esa Cena, Jesús instituye los sacramentos de la Eucaristía y del Orden
sacerdotal, y nos da el mandato del amor fraterno.
En la Última Cena Jesús hizo este pacto con los Apóstoles, y con todos los hombres:
entrega su vida para el perdón de nuestros pecados.
Amar
es
servir
El amor fraterno
Durante la cena se levantó y lavó los pies de sus discípulos para enseñarnos que si el
Señor se arrodilla y lava los pies a sus doce amigos, nosotros debemos servir a cualquier
persona con humildad. Es el mandato del amor fraterno.
¿Lavarías tú a un vagabundo?, ¿lo peinarías? Jesús baña y abriga a quienes duermen en las
calles a través de la caridad de muchos cristianos.
Jesús lava los pies en la Última Cena para mostrar que Eucaristía=servicio.
La Nueva Alianza
Esa Cena estableció una Nueva Alianza con la humanidad: Él entrega su vida por nuestra
salvación. La muerte de Jesús en la cruz se actualiza en cada Misa.
Con su infinito amor Jesús reconcilia con el Padre a todas las personas y les abre a la
Vida divina. Esto significa que el Señor hizo mucho por nosotros. ¡Nos hizo hijos de Dios
Padre!, para que viviéramos su vida. La Comunión es la mejor manera de estar con Dios
en la intimidad.
Jesús se quedó con nosotros para siempre en la Eucaristía. Él está ahora en el Sagrario,
bajo la forma de pan; es Jesús con su cuerpo verdadero.
Durante la Misa, el sacerdote levanta un pan redondo de color blanco y una copa para
que los adoremos, porque
ya son el cuerpo y la sangre de Jesús.
Cada vez que comulgamos, recibimos
el cuerpo del Señor.
Nadie tiene
amor mayor que El compromiso de la Iglesia
el que da la vida por es ayudar a los pobres y
sus amigos, dice el acercarnos a Dios.
Señor.
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En la Misa se renueva el sacrificio de Jesús, su entrega por nosotros.
Cuando comulgamos tomamos su Cuerpo y su Sangre.
El domingo cumplimos su mandato: Haced esto en memoria mía.
LA CARIDAD
Virtud
La Caridad es la virtud por la que amo a Dios sobre todas las cosas y al prójimo
como a mí mismo. Dios es Caridad.
Me dan pena los niños y las niñas que están enfermos, los que no van al cole
porque les obligan a trabajar, los enfermos... Colaboro con Cáritas con mis ahorros y
alimentos. Si tuviéramos más Caridad no habría pobres en el mundo...
Compartiré lo mío con los demás, empezando por mis hermanos.
San Maximiliano Kolbe, fue un sacerdote que dio su vida por otro señor, al que los
nazis iban a matar en un campo de concentración.
Crece mi alma en la Caridad lo mismo que el cuerpo cuando se alimenta: hacer algo
bueno, me ayuda a hacer algo mayor.
Actividades:
1 El domingo, los cristianos nos reunimos con Dios y cumplimos el mandato del
Señor en la Última Cena. Contesta estas preguntas recordando las palabras que dijo
Jesús en su última cena con los apóstoles.
3 ¿Qué dijo Jesús mientras comían?
3 ¿Qué palabras pronunció Jesús después de dar su Cuerpo y su Sangre a los
apóstoles?
1 ¿Qué día celebramos los cristianos el mandato de Jesús del amor fraterno?
22
4 y 5. Pasión, muerte y resurreción de Jesús
Jesús es el Señor. Capítulo 20y 21, páginas 64 y 66.
Hijos de Dios: Juan 1,12. Jesús, el Hijo de Dios: Mateo 16, 13-20. Pasión del Señor: Mateo 26 al 28.
La Resurrección: Mateo 28, 1-7. La Ascensión: Lucas 24, 50-53.
Conviene transmitir:
1. El amor de Jesús hacia nosotros. Vino a la tierra para enseñarnos a conocer a querer a Dios
Padre, y a ser sus amigos; es decir, vino para salvarnos.
2. Jesús sabía que venir a la tierra suponía morir. Pero aceptó morir por amor, y para llevar a
término la voluntad del Padre: la salvación y establecer el Reino de Dios en la tierra.
3. Nuestra religión no es dolorista, sino alegre y positiva. Lo cual no significa enseñar el
significado de la pasión de Jesús, que es el camino hacia la resurrección.
4. Ayudar a superar las dificultades. Formar el carácter para no temer que las cosas salgan como
no las esperamos. Confiar y poner nuestra esperanza en Dios. Pedir para nuestros problemas se
resuelvan, confiando en Dios.
5. Enseñar a valorar las imágenes de Semana Santa, así como la participación en las celebraciones
litúrgicas pascuales.
6. Subrayar que Cuaresma es conversión, cambio, para la nueva vida con el Resucitado.
23
En efecto, el rostro desgarrado e irreconocible del Crucificado pone ante nosotros el amor que
Dios nos tiene, pues, “Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que no
perezca ninguno de los que creen en Él, sino que tengan vida eterna” (Jn 3,16) y, al mismo
tiempo, el amor de Jesús que se abandona confiado en las manos del Padre: “Padre, en tus
manos pongo mi espíritu” (Lc 23, 46).
¿Qué significa todo esto para nosotros? Que nuestro camino de fe es el de Cristo: un camino
que conduce hacia la cruz, como anticipo de la resurrección.
Acompañar a Jesús en este camino hacia la Cruz significa que hemos de salir de nosotros
mismos al encuentro de los demás, especialmente los más necesitados. Es entrar en la dimensión
de la Cruz, que no es dolor y muerte, sino amar y entregarnos para dar vida. Salir siempre con la
ternura de Dios, con respeto y con paciencia (Cf. Papa Francisco. Año de la Fe, 27 de marzo de 2013).
En definitiva: mientras contemplamos a Cristo crucificado por nuestra salvación, la mirada de
nuestra fe se proyecta hacia la Pascua.
24
el Resucitado y la plena efusión del Espíritu Santo, no solo lo anuncian, sino que además dan la
vida por Él.
En resumen, nadie fue testigo ocular del acontecimiento mismo de la Resurrección y ningún
evangelista lo describe. Nadie puede decir cómo sucedió físicamente. Por eso trasciende y
sobrepasa a la historia. Pero, la señal del sepulcro vacío, los encuentros con el Resucitado y,
sobre todo, el cambio que se produce en los discípulos, son las señales que se ofrecen a nuestra
fe para continuar preguntándonos: ¿qué significa este acontecimiento para mi vida? Que hay
esperanza para tu futuro: ¡Un tercer día para ti, para todos! La muerte ya no tendrá poder sobre
el hombre y sobre el mundo. ¡Nuestra esperanza se llama Cristo Resucitado!
26
EL DEPÓSITO DE CRUCES
Cuento
Había un hombre que no podía soportar la cruz que llevaba. Le pesaba mucho,
era grande y antiguo su diseño. Y se quejaba al Señor diciendo: ¡Señor, por favor,
cámbiame la cruz!
El Señor, cansado de escucharlo, le envió un ángel para que lo llevara al depósito de
las cruces de los hombres y eligiera la que más le gustase.
Viendo allí tantas cruces de tamaños y estilos diferentes, se alegró; tiró al suelo su
cruz y comenzó a probarse cruces. Esta me gusta... no, es grande; esta otra encaja
mejor... tiene un color feo; esta otra... y así probó muchas cruces.
Al final, encontró una buena para él. Encajaba en el hombro izquierdo, también en
el derecho... Y dijo: Esta es la que me llevo, Señor.
El Señor le respondió: Esa es la cruz que yo te di, la que tiraste al entrar.
27
El Miércoles de Ceniza: Este día comienza la Cuaresma. Recibimos la ceniza sobre
nuestra frente o en la cabeza, recordándonos que estamos de paso en la Tierra, y
que la vida que perdura es la del Cielo. Por eso, el sacerdote dice mientras la impone:
Conviértete y cree en el Evangelio.
La ceniza significa también todo lo que debemos quemar en nuestra vida: el egoísmo,
la pereza, el rencor...
Al recibir la ceniza muestro que deseo de cambiar para hacer las cosas bien.
La Semana Santa
Todos los años participamos con ilusión en la Semana Santa. Actualizamos los
momentos culminantes de la vida de Jesús: su pasión, muerte y resurrección.
Se celebra el Triduo Pascual: 3 días que reviven los momentos culminantes del Señor:
Jueves Santo: celebración de la institución de la Eucaristía y del Orden sacerdotal;
es el día del amor fraterno, expresado con el lavatorio de los pies.
Viernes Santo: celebración de la pasión y muerte de Jesús.
Sábado Santo: celebración de la Vigilia Pascual: la resurrección del Señor.
Domingo de Resurrección: celebración de la resurrección del Señor.
29
Marana tha: los discípulos de Jesús y otras personas se dirigían a él con el término
corriente de Señor (mar en arameo).
Después de su resurrección, los primeros cristianos se dirigían a Jesús como Marana,
(nuestro Señor). y en sus celebraciones eucarísticas suplicaban: Marana tha: Ven,
nuestro Señor (Cfr. 1 Cor 16, 22; Ap 22, 20).
Pedían el retorno del Señor resucitado que vive y reina en la gloria de Dios.
AMISTAD
Valor
Ser amigo de alguien significa quererlo.
En la amistad, el amor es mutuo: para compartir, comunicarse, comprenderse,
ayudarse.
El buen amigo se alegra con las alegrías del otro y se entristece con sus tristezas.
La amistad es lo más importante de la vida; si desapareciera es como si el sol se
apagase.
La amistad es fiel, amable, respetuosa, comprensiva, generosa.
30
Actividades capítulo 4: Durante la Pasión del Señor intervinieron estas
y otras personas, con respuestas muy distintas. Responde si te identificas con algunas de
ellas:
Poncio Pilato: cuando tiene un problema, mira para otro lado.
Simón Pedro: saca la espada y le corta la oreja a uno de los que apresan al Señor.
La Virgen María: sufre en silencio y reza.
El apóstol Juan: permanece fiel junto a la cruz.
Las santas mujeres: no tienen miedo y están con María al pie de la cruz.
C R E P J U A N
A O O I R T U S
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con la pasión y muerte de Jesús: A L T T N O P C
CALVARIO - OLIVOS - PILATO - R I O O A N A R
SOLDADO - CRUZ - JUAN - MARÍA I O S S S I O U
- NEGACIÓN.
O A M A T U Y Z
E M A R Í A D I
N E G A C I Ó N
V O L A S C A R
O L I V O S E J
k Simón de Cirene ayuda a Jesús; nos enseña a ayudar a los demás. Yo ayudo: ...
Jesús con la cruz nos eneña a resolver las dificultades. Las mías son: ...
Las santas mujeres están con Jesús en la cruz. Abandono yo al que tiene problemas?
Todos sabían cuánto hizo el Señor por los enfermos, las viüdas, los leprosos... ¡Qué
injusticia hicieron con el Señor! ¿Recordarías si tú has sido injusto con Jesús alguna vez?
El buen ladrón se arrepiente, ¿tú pides fácilmente perdón o te cuesta?
San Juan cuida de la Virgen María; ¿atiendes bien a tus abuelos mayores?
Actividades capítulo 5:
0 Hemos trabajado la Resurrección de Jesús. ¿Sabrías..?:
c ¿Qué mujeres fueron al sepulcro el Domingo por la mañana?
h
o ¿Sabes los nombres de los dos discípulos que enterraron al Señor?
¿Qué hizo Jesús después de resucitar?
d ¿Cuántos días permaneció Jesús resucitado en la Tierra antes de subir al Cielo?
e Mira el Crucifijo, besa las llagas de Jesús y dile: ¡Gracias, Señor; gracias, Jesús! 31
6. Jesús resucitado nos envía
al Espíritu Santo
Jesús es el Señor. Capítulo 22 y 23, página 68.
Pentecostés: Hechos de los Apóstoles 2, 1-13.
Conviene transmitir:
1. Jesús revela cómo es Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Transmitir aspectos básicos sobre el
Espíritu Santo: es Dios, como el Padre y el Hijo; es Amor entre el Padre y el Hijo. Nos enseña a
caminar sin caernos...
2. La obediencia es una virtud difícil en estas edades, por lo general. Enseñar a obedecer y por
qué, con ejemplos prácticos.
El apóstol Pablo nos cuenta que, cuando fue a Éfeso se encontró con algunos que le dijeron: “Ni
siquiera hemos oído hablar de que exista un Espíritu Santo” (Hch 19,2b). Habían sido bautizados,
pero no habían recibido la fuerza del Espíritu.
Esta misma experiencia es la que manifiestan no pocos cristianos hoy. Es cierto que nombramos
al Espíritu Santo, junto al Padre y al Hijo, al comienzo de nuestras celebraciones y al hacer la
señal de la cruz. Sabemos por el Catecismo que es una de las tres personas divinas... pero no
mucho más. Por eso, tiene sentido que nos preguntemos: ¿quién es el Espíritu Santo?
La Palabra de Dios cuenta cómo se ha ido revelando el Espíritu a través de la historia de la
salvación, comenzando por su manifestación al Pueblo de Dios. Se trata de una manifestación
progresiva, primero en los creyentes del Antiguo Testamento: ellos experimentaron en sus
vidas la fuerza y la acción del Espíritu. Y, sin embargo, no habían oído hablar de Él. Por eso, les
resulta difícil contar lo que habían vivido.
Para ellos, el Espíritu es: la fuerza creadora que da la vida (Cf. Gn 1,2;2,4); es como el agua que
purifica y fecunda la tierra reseca (Cf. Ez 36,25; Is 44,3); es como el fuego que abraza interiormente
(Cf. Jer 20,9); es como el aceite, símbolo de la bendición de Dios (Cf. 1 Sam 16,12-13); es el viento
misterioso que actúa sin violencia (Cf. 1 Re 19,11-12).
El Espíritu no tiene rostro, ni siquiera un nombre capaz de evocar una figura humana. Para
conocerlo es preciso experimentar su acción, hacernos dóciles a sus impulsos. Sólo será
revelado plenamente por Jesús cuando haya sido glorificado por su Muerte y Resurrección,
aunque lo ha ido sugiriendo poco a poco (Cf. CIC 728).
De repente, vino del Cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso, que
llenó toda la casa donde se encontraban. Se les aparecieron unas lenguas como de
fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos; se llenaron todos del
Espíritu Santo, y se pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía
expresarse. Había en Jerusalén hombres piadosos, que allí residían, venidos de todas
las naciones.
Pedro, lleno del Espíritu Santo, salió a fuera, a predicar. Le oyeron y entendieron
todos, cada uno en su propia lengua. Unas 3.000 personas abrazaron la fe.
33
El Espíritu Santo habita en nuestro corazón
El Espíritu Santo es Dios, como el Padre y el Hijo, y habita en nuestro corazón. Es
la tercera persona de la Santísima Trinidad. Está dentro de ti, háblale. Pídele que te
enseñe a ir por el buen camino, que aprendas a escuchar y a obedecer. Que seas
valiente y generoso/a. Que hagas las cosas enseguida y sin protestar.
El Espíritu Santo actúa también por medio de los Sacramentos, comunicándonos
la gracia. Y nos muestra la voluntad de Dios a través de la oración.
Por el Espíritu Santo participamos del amor que une a Jesús con su Padre Dios.
El amor que tienes a los demás, proviene del Amor del Espíritu Santo. Gracias a su
Amor, quieres también a Jesús.
Jesús enseña que la vida de Dios es un misterio de amor. Dios trajo su Amor al mundo;
por eso, las peleas, los insultos, las guerras, no las quiere Dios. Jesús resucitado,
cuando se aparecía, saludaba diciendo: Paz a vosotros.
Somos bautizados en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Así
confesamos nuestra fe en la Trinidad. Nos santiguamos en su nombre.
¿Qué me pide el Espíritu Santo a mí y ahora? Él nos invita a hacer siempre el bien,
a cumplir con nuestras responsabilidades, compartir con los demás, estudiar y
comportarnos bien. El Espíritu Santo nos ayuda a comprender lo que Jesús dijo, nos
da fuerza para seguirlo, continuar su obra y confiar en Dios Padre.
El Espíritu Santo te santifica. Ser santo o santa significa hacer las cosas con amor y
por amor. Es lo mismo que ser bueno y estar en gracia de Dios.
34
Jesús nos enseña cómo es Dios: El Espíritu Santo es Dios,
e Hay un único Dios y tres personas distintas. como el Padre y el Hijo.
OBEDIENCIA
Virtud
Obedecer es hacer lo que nos piden.
Obedecemos a Dios, a nuestros padres, profesores y a quienes nos atienden.
Hacemos lo que ellos nos dicen, porque buscan nuestro bien.
Jesús nos da ejemplo de obediencia, pues hizo lo que Dios Padre le pidió, entregando
su vida hasta la muerte y muerte de cruz (Filipenses 2,8).
Obedecemos aunque no nos apetezca hacerlo. Pero obedecemos por el Señor, y
porque es nuestro deber.
Obedecemos enseguida, sin poner malas caras.
Obedecer nos hace mejores.
Decía Santa Teresa de Jesús que a Dios le agrada más la obediencia que los sacrificios.
Ojalá puedan decir de nosotros la frase de San Pablo a los romanos:
Vuestra obediencia se ha hecho célebre por todas partes. De lo cual me alegro.
Actividades capítulo 6:
r Transcribe las letras con su número para responder qué celebramos en Pentecostés.
3 1 6 2 4 8 5 1
5 2 3
2 7 10 8 11 8 12 13
7 1 4 12 9
Conviene transmitir:
1. Primeras nociones sobre la Iglesia, comunidad de hermanos unidos por el amor.
2. El Espíritu Santo guía a la Iglesia, a los grupos cristianos, a las comunidades, a cada uno.
3. Este capítulo aborda los 10 Mandamientos. Son una guía de comportamiento para los buenos
amigos de Jesús.
4. Buen comportamiento movidos por el amor a Jesús. Enseñar a vivir el mandamiento del amor.
5. Enseñar quién es el Papa Francisco. Rezamos por él y le queremos: representa a Jesús.
36
para anunciar la Buena Nueva de Jesús y ser sacramento universal de salvación, primero
en Jerusalén, y luego, gracias a las persecuciones, la palabra de Dios se difundirá por
toda Judea, Samaria y “hasta los confines de la Tierra” (Hch 1,8).
El Espíritu Santo acompaña hoy a la Iglesia, que somos nosotros, llamados a anunciar el
Evangelio.
Lo que aconteció en Pentecostés no es un hecho único, aislado e irrepetible, pues el Espíritu
acompaña a la Iglesia a lo largo del camino que se extiende entre la primera y la segunda
venida de Cristo: “me voy y volveré a vosotros” (Jn 14,28), dijo Jesús a los apóstoles. Entre la
ida y la vuelta de Cristo está el tiempo de la Iglesia, que es su Cuerpo; están los dos mil años
transcurridos hasta ahora, y también los muchos o los pocos años en los que la Iglesia ha ido
difundiendo la vida de Cristo a través de los sacramentos y sembrando la buena semilla del
Evangelio por todo el mundo.
Tiempo de la Iglesia, tiempo del Espíritu Santo: Él es el Maestro que forma a los discípulos, los
hace enamorarse de Jesús, los educa para que escuchen su palabra, para que contemplen su
rostro, haciendo de todos un solo Cuerpo, aunque sean muchos los miembros y muy diferentes
entre sí.
Es el Espíritu Santo el que nos da una familia, la familia universal de Dios en la Iglesia católica.
Por eso, ante la tentación, muy presente en la cultura actual, de ser cristianos sin Iglesia, hemos
de valorar nuestra pertenencia a una comunidad concreta, pues la Iglesia de Jesucristo se hace
visible en las diócesis a través de las parroquias, las familias cristianas y las comunidades de
oración y vida consagrada.
En esta familia -la Iglesia- todos somos hermanos y gozamos de la misma dignidad (Cf. LG
32); una familia en la que todos los carismas, dones y servicios se ordenan para manifestar la
salvación. De ahí que “para apacentar al pueblo de Dios y acrecentarlo siempre, Cristo Señor
instituyó en su Iglesia diversos ministerios, ordenados al bien de todo el cuerpo” (Cf. LG 18).
Entre éstos hemos de destacar al Papa, Obispo de Roma y sucesor de San Pedro, perpetuo y
visible principio y fundamento de la unidad de la Iglesia; los obispos que, bajo la guía y en
comunión con el sucesor de Pedro, presiden y gobiernan las diócesis con la colaboración de los
sacerdotes y diáconos.
En todos los bautizados, desde el primero hasta el último, actúa la fuerza santificadora del
Espíritu que impulsa a evangelizar. Por eso, el Papa Francisco nos ha recordado que somos
discípulos misioneros para ofrecer a los demás el testimonio explícito del amor salvífico del
Señor, que más allá de nuestras imperfecciones nos ofrece su cercanía, su palabra, su fuerza y
le da un sentido a nuestra vida (Cf. EG 119-120).
Al participar de esta misión, todos caminamos hacia la santidad, que no es una fuga hacia el
intimismo o hacia el individualismo religioso, ni un abandono de los graves problemas que
aquejan a la humanidad, sino un servicio a la evangelización
37
Texto del libro:
La palabra Iglesia se
utiliza para referirse a la
comunidad cristiana.
38
Los Mandamientos de la Ley de Dios
1. El primer mandamiento es: Amarás a Dios sobre todas las cosas.
Amar a Dios es ser fiel a su amistad y cumplir sus Mandamientos.
Ama a Dios de verdad quien también ama a su prójimo.
A tus papás los quieres mucho, y a tus hermanos; porque son tu familia.
También la Iglesia es tu familia, con Dios Padre, una Madre: la Virgen María,
muchos hermanos -Jesús es el mayor; y el Espíritu Santo que guía a la Iglesia.
¡Ah!, y el Papa, que representa a Jesús en la Tierra.
De los primeros cristianos decían: Mirad cómo se aman. ¿Se puede decir esto
también de ti?
Esto significa que si de verdad quiero a Jesús, entonces también quiero al
hermano, le ayudo, y participo de la vida de la Iglesia.
39
La Iglesia somos todos
Jesús, antes de subir al Cielo, preparó a un grupo de personas para que continuaran
su misión; eran los Apóstoles. Y para que vivieran en el Amor del Espíritu Santo, edificó
la Iglesia, que es su Cuerpo aquí en la Tierra.
La Iglesia continúa la obra de Jesús en el mundo. Los sucesores de los Apóstoles son los
obispos, que tienen como colaboradores a los sacerdotes y a los diáconos. Se ocupan
de las celebraciones, la atención espiritual y material de las personas, así como de los
enfermos y otras tareas.
La Iglesia somos todos, tanto los obispos, los sacerdotes y las personas consagradas,
como los laicos. Todos formamos la Iglesia, porque compartimos la misma fe y el
mismo Bautismo. Todos estamos llamados a la santidad. Nuestra misión es la misma
de Jesucristo.
La Iglesia es familia
La Iglesia es la gran familia de los que creen en Jesús y lo siguen; está unida por los
mismos Sacramentos, y tiene como Pastores a los sucesores de los Apóstoles, que son
los Obispos.
La Iglesia nos hace hijos de Dios por el Bautismo, nos alimenta con la Palabra y la
Eucaristía, y nos ayuda a seguir a Jesús con los hermanos en la fe.
Por eso, los cristianos no celebramos la fe aislados unos de otros. Constituimos una
comunidad creyente, iluminada y conducida por el Espíritu Santo.
Somos el Pueblo de Dios que, guiado por el Espíritu Santo, camina hacia Dios Padre
con Jesucristo, el Señor.
41
La Iglesia es madre
La Iglesia es nuestra madre porque en su seno nos hacemos hijos de Dios por el
Bautismo. Como madre, la Iglesia nos alimenta con la Palabra y la Eucaristía, y nos
ayuda a crecer en la vida cristiana a través de los sacramentos.
Es una madre de verdad, con corazón. Cuando alguien sufre, los hermanos le ayudan.
El sacerdote vela por cada uno. En cada parroquia, Cáritas ayuda a los pobres y los
hermanos comparten sus bienes.
La Iglesia es madre valiente que defiende la justicia y la paz. Está con los débiles y
ayuda a los que sufren las injusticias de las guerras, el hambre, la inmigración...
La Iglesia es una madre comprometida con sus hijos e hijas. Quiérela de verdad.
La misión de la Iglesia
La Iglesia tiene como misión anunciar el Reino de Dios a todos los pueblos.
Y como Iglesia somos todos, nos corresponde llevar a Jesús a nuestros amigos.
Anunciamos a Jesús con el buen ejemplo y con las palabras.
También anuncian el Reino las parroquias, los colegios católicos, los profesores que
llevan a Dios en su corazón, las ONGs...
Esta misión de la Iglesia es guiada por el Espíritu Santo.
De este modo se continúa la misión de Jesús.
Hay niños y niñas pasotas, descreídos, que no miran más allá de sus zapatos. Por eso,
tropiezan bastante, y en lugar de tomarse las cosas en serio, se apartan de Dios.
RESPONSABILIDAD
Valor
Un padre le dijo a su hijo mayor (llamado Alguien) que fuera a trabajar al campo.
Alguien, se enfadó, porque el trabajo era de Todos.
Entonces, Cada Uno pensó que Cualquiera lo podía hacer, pero Nadie quiso ir,
porque estaban ocupados en sus cosas. Y el campo se quedó sin arreglar.
La persona responsable:
W Cumple con sus obligaciones, y responde de sus actos.
W No se deja llevar por lo que digan, ni por lo que todos hacen.
3 La persona responsable decide por sí misma.
3 El niño/ la niña que no pone atención a lo que se le dice, le falta interés, deja todo
para después... es irresponsable.
3 Por el contrario, quien se toma las cosas en serio, atiende cuando alguien mayor le
habla, piensa las cosas antes de actuar, es responsable.
Cuando dudes algo pregúntate: ¿cómo lo haría Jesús? Así acertarás.
43
Actividades capítulo 7:
a Los primeros cristianos
fueron perseguidos durante muchos años, por
eso tenían un símbolo que los identificaba.
Une todos los puntos
siguiendo el orden de los números, píntalo y di
qué representa.
r Dios entregó al pueblo de Israel los 10 Mandamientos. Para saber cuáles son,
debes encontrarlos mediante un juego de pistas, resolviendo estos enigmas. Cuando
los resolváis os dirigís al sitio descubierto en los enigmas, donde el catequista habrá
depositado un papel con uno de los diez mandamientos.
Estas son las palabras que hay que hay que buscar en el primer cuadro: altar,
confesionario, sacristía, Cristo, cantoral, Virgen María, ambón, Via Crucis, agua bendita,
presbiterio.
A cada número del primer cuadro se le pone la letra correspondiente del segundo cuadro.
6 15 8 5 12 26 3 15 8 4 16 3 15
4 2 21 4 16
26 4 6 16 3 26 21 3 4
6 16 3 26 21 15
6 4 8 21 15 16 4 2
25 3 16 7 12 8 14 4 16 3 4
4 14 9 15 8
25 3 4 6 16 17 6 3 26
4 7 17 4 9 12 8 1 3 21 4
24 16 12 26 9 3 21 12 16 3 15
A= 4 H= 11 O= 15 V= 25
B= 9 I= 3 P= 24 W= 22
C= 6 J= 10 Q= 20 X= 23
D= 1 K= 13 R= 16 Y= 18
E= 12 L= 2 S= 26 Z= 27
F=5 M= 14 T= 21
G=7 N= 8 U= 17
44
Actividades capítulo 8:
Dentro de la iglesia, localiza el despacho del párroco. Salúdalo y pregúntale cómo se
llama. Saluda al diácono (si lo hubiera). Después localiza la pila bautismal, el cirio pascual y
la imagen de la patrona y del patrono de tu pueblo o ciudad. Se supone que sabes dónde
está el sagrario. ¡Acércate y saluda a Jesús, que está en la Eucaristía, y te espera!
Pidiendo permiso, convendría que tu catequista te enseñe el libro para decir la Misa; se
llama misal. Y el libro para leer las lecturas en la Eucaristía.
Actividades capítulo 9:
1. Aprendemos a encontrar la paz mediante el diálogo. Indica los problemas grandes
que ves en el mundo que pueden resolverse dialogando.
45
10. Jesús en los sacramentos
Jesús es el Señor. Capítulo 26, página 80.
Los discípulos de Emaús: Lucas 24, 13-35.
Conviene transmitir:
1. Aprender los nombres de los sacramentos, y la finalidad de cada uno.
2. Los sacramentos transmiten a Dios.
3. Importancia de estar preparado, por dentro y en el comportamiento.
4. El valor de la voluntad, importante para alcanzar los objetivos.
Dios nos conoce, porque nos ha creado, y se acomoda a esta necesidad al comunicarse con
nosotros. Lo hace con palabras y acciones. Así nos los recuerda el Concilio Vaticano II: “El plan de
la revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente unidas entre sí” (DV 2).
Muchos de estos gestos y acciones son comunes a no pocos pueblos y culturas diversas. Se
caracterizan por su sencillez y simplicidad: un poco de agua, un trozo de pan, un sorbo de vino,
una gota de aceite, usados para lavar, comer, beber, ungir, curar... Gestos que acompañados de
la palabra adquieren un significado grandioso.
Jesús resucitado está siempre presente en la Iglesia y, por la fuerza del Espíritu Santo, hace
llegar a todos la salvación de Dios.
De esta manera cumple la promesa que hizo a los apóstoles: “Sabed que Yo estoy con vosotros
todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28,20):
3 Está presente en medio de una comunidad viva en la fe y en el amor fraterno. En la
comunidad se cumple su promesa: “Donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí
estoy yo en medio de ellos” (Mt 18,20). Está en todos los discípulos que procuran hacer
suya la existencia de Jesús, y vivir su propia vida escondida en la vida de Cristo (Cf ClC 3,3).
3 Está presente en los Pastores, que representan a Cristo mismo (Cf Mt 10,40; Lc 10,16).
3 Está presente en todo hombre, imagen de Dios, de un modo especial en los pobres,
afligidos y enfermos (Cf Mt 25, 37-40), que reclaman nuestro compromiso y nos dan
testimonio de fe, paciencia en el sufrimiento y constante lucha para seguir viviendo.
3 Está presente entre nosotros, cuando la Iglesia ora, proclama la palabra de Dios y celebra
los Sacramentos, de modo único e incomparable la Eucaristía, sacramento de nuestra fe,
que, por la acción del Espíritu Santo, fortalece nuestra identidad de discípulos y despierta
en nosotros el impulso misionero. En este sentido, se dice que Jesucristo es el sacramento
primero y principal porque en Él, por la fuerza del Espíritu Santo, Dios sale al encuentro
del hombre y la mujer para que alcancen la Salvación de Dios. Ahora bien, para que este
encuentro se realice de forma total y definitiva se precisa la respuesta de la fe y el amor.
46
Los sacramentos son signos sensibles y eficaces de la gracia de Cristo.
Han sido instituidos por Cristo y confiados a su Iglesia para que los celebrara como signos
que hacen presente su amor salvador. Por eso, cuando celebramos los Sacramentos nos
encontramos con Jesús resucitado. Recibimos la gracia, la luz y la fuerza del Espíritu Santo que
nos da la vida divina (Cf. CIC. Compendio 224).
Son eficaces por sí mismos, porque es Cristo quien actúa en ellos y quien da la gracia que
significan, independientemente de la santidad personal del ministro. Sin embargo, sus frutos
dependen de las disposiciones del que los recibe (Cf. Ibd. 229).
El Catecismo de la Iglesia Católica nos recuerda que los sacramentos de la Iglesia son siete y
van unidos a los grandes momentos de la vida:
*Al nacimiento y crecimiento: Bautismo, Confirmación y Eucaristía.
* A la curación: Penitencia y Unción de los Enfermos.
* A la misión: Orden sacerdotal y Matrimonio.
A los tres primeros se les llama sacramentos de la iniciación cristiana, porque ponen los
fundamentos de la fe y de la vida cristiana.
El Bautismo, la Confirmación y el Orden se reciben solo una vez en la vida. Decimos que
imprimen carácter.
La Eucaristía ocupa un lugar único, en cuanto sacramento de los sacramentos: todos los otros
sacramentos están ordenados a éste como a su fin” (Cf. 1210-1211).
Jesús nos alimenta para crecer por dentro. Como sabes, las personas estamos
constituidos por cuerpo y alma en profunda unidad.
El alma es espiritual, por eso también se llama espíritu; no se ve, ni puede tocarse, porque
es inmaterial. Además, nunca muere. Dios la crea en el momento de la concepción de
un niño.
Aunque a veces decimos que Dios viene a nuestro corazón, es una forma de hablar;
donde viene cuando comulgamos es a nuestra alma. Y los sacramentos son alimento
para nuestro espíritu.
47
Los sacramentos son 7
Quienes nacen en la fe y entran a formar parte de nuestra familia la Iglesia, reciben el
Bautismo.
Nos alimentamos con la Eucaristía.
Cuando somos jóvenes y más fuertes, con la Confirmación recibimos al Espíritu Santo
y se fortalece nuestra fe.
El sacramento de la Penitencia, llamado también Reconciliación y Confesión, perdona
los pecados.
Ya soy mayor y voy a casarme; Dios me acompaña con el sacramento del Matrimonio.
Quien quiera ser sacerdote (o cura, llamado así porque está encargado del cuidado de
los demás), recibe el sacramento del Orden sacerdotal.
Y cuando alguien está enfermo, o es muy mayor, para que no se desanime y para pedir
por su salud, el sacerdote le administra la Unción de enfermos.
¡Qué bonito es tener todo esto en nuestra querida Iglesia! Valora lo que Dios te da.
Los
sacramentos
nos dan la Jesús confió a la Iglesia los sacramentos
vida de Dios.
Evangelio
Había una vez dos amigos de Jesús que iban caminando hacia un pueblo llamado
Emaús. Estaban tristes porque Jesús había muerto en la Cruz.
Uno contaba que había oído decir que unas mujeres habían visto a Jesús resucitado.
- ¡Pero eso no es posible, si lo vimos clavado en la Cruz! Respondió el otro.
- Pues dicen que resucitó.
Entonces, un desconocido apareció a lo lejos, se acercó a ellos, y comenzó a hablarles
de Jesús: que tenía que morir, pero había resucitado...
¡Sus corazones ardían de amor! ¡Se llenaban de fe y entusiasmo...! Y cayó la tarde...
Los tres entraron en el pueblo para descansar. Allí, en la mesa, el desconocido tomó
el pan, lo partió y se lo dio... Entonces se les abrieron los ojos y vieron a Jesús, pero Él
desapareció.
48
Los sacramentos nos dan la vida de Dios.
VOLUNTAD
Valor
Hay chavales que se doblan con nada, como los churros.
Siempre están cansados. Se levantan cansados. ¡Cuánto les cuesta abrir los ojos por
las mañanas!
No se lavan bien, porque no les apetece, ni cepillarse los dientes después de las
comidas. Hacerse la cama, ni te digo. ¿Hacer un recado?...
Parece que nacieron tumbados y nunca se levantaron. Su ley es la del mínimo esfuerzo.
No puede ser. Esta imagen no es la de los niños y niñas cristianos.
Jesús nos ha llamado para hacer cosas importantes, lo cual supone esfuerzo.
Haz lo que tengas que hacer; así alcanzarás tus objetivos el día de mañana. Estudia
todos los días, cumple tus responsabilidades, te cueste o no, te apetezca o no. Y
termina las cosas cuando las empieces.
49
11 y 12. El Bautismo y la Confirmación
Jesús es el Señor. Capítulo 28 y 29, páginas 88 y 90.
Diálogo con Nicodemo: Juan 3, 1-21. El diácono Felipe bautiza: Hechos 8, 26-40.
Primeras conversiones: Hechos de los Apóstoles 2, 37-41.
Conviene transmitir:
1. El Bautismo y la Confirmación, puerta de entrada a nuestra familia, la Iglesia, y mayoría de
edad para ser testigos de Jesús.
2. Enseñara a ser fieles: cumplimos lo que prometemos. No volver atrás cuando algo cuesta.
3. El Espíritu Santo se nos comunica en la Confirmación.
50
Por el Bautismo somos lavados del pecado original, morimos a todo pecado y nacemos a la
Vida nueva de los hijos de Dios.
Con palabras sencillas, que todo el mundo entiende, el Papa Francisco nos ha hablado en varias
ocasiones del Bautismo. Recuerda, entre otras cosas, que el Bautismo es el sacramento sobre
el que se sustenta la fe y nos injerta como miembros vivos en Cristo y en su Iglesia. Y que junto
a la Eucaristía y la Confirmación forma la llamada Iniciación Cristiana, la cual constituye como
un único y gran evento que nos configura al Señor y nos convierte en un signo vivo de su
presencia y de su amor (Cf. Homilía, 8 de enero de 2014).
Por el Bautismo, somos lavados del pecado original, de todos los pecados personales y de todas
las penas debidas al pecado, aunque permanezcan ciertas consecuencias del mismo y una
inclinación al mal (Cf. CIC 1263-1264).
Por el Bautismo, además, Dios Padre nos hace hijos suyos, discípulos de Jesucristo, nos da el
gran regalo del Espíritu Santo y entramos a formar parte de una nueva familia, la Iglesia. Por
eso, al tratarse de un regalo, nadie puede bautizarse a sí mismo. Los padres han de desearlo y
pedirlo a la Iglesia para su hijos (o los adultos por sí mismos). Ella es la Madre que nos engendra
en la fecundidad del Espíritu Santo.
Al darnos la Iglesia el Bautismo, el Señor nos da lo más bello que existe en la vida, el motivo
más verdadero y más bello por el cual vivir: la fe, el gran don por el que se nos da la vida eterna,
y marca interiormente para siempre en nosotros la pertenencia al Señor y nos convierte en
miembros vivos de su Cuerpo; la Iglesia. (Cf. Benedicto XVI, 8 de enero, 2006). Por eso, se dice
que este sacramento imprime carácter y solo puede recibirse una vez en la vida.
Por el Bautismo quedamos unidos a la Muerte y Resurrección de Cristo que nos salva.
A veces podemos preguntarnos: ¿es necesario el Bautismo para vivir como cristianos y seguir a
Jesús?, ¿es un acto formal de la Iglesia para dar nombre al niño/a?
San Pablo nos ilumina al decir: “¿No sabéis que los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús,
fuimos bautizados en su muerte? A través del Bautismo, pues, fuimos sepultados con Él en la
muerte, para que al igual que Cristo resucitó de los muertos... así también nosotros podamos
caminar en una vida nueva” (Rm 6,3-4).
Por eso, el Bautismo no es una formalidad. No es lo mismo ser bautizado que no serlo, pues
nacemos a una vida nueva, no a merced del mal, el pecado y la muerte, sino en comunión con
Dios y los demás.
El sentido y la gracia del sacramento del Bautismo aparece claramente en los ritos de su
celebración que recordamos con brevedad:
9 La señal de la Cruz, al comienzo de la celebración y al hacerla sobre los que van a ser
bautizados, nos remite a Cristo que nos salva con su muerte en la cruz y nos indica que
ese es también el camino del discípulo.
9 El anuncio de la Palabra de Dios ilumina a la asamblea reunida y suscita la respuesta de
la fe, inseparable del Bautismo.
9 Las renuncias y la proclamación del Credo, proclamadas por los padres y padrinos,
significan decir no a las tentaciones, al pecado, y a Satanás. Y sí a Dios Padre, Creador, a
Dios Hijo, nuestro Salvador, al Espíritu Santo, dador de la vida nueva. Este sí se expresa
en los diez Mandamientos que, no son prohibiciones, sino un proyecto de vida cristiano.
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9 El agua es símbolo de la vida, de la vida nueva en Cristo.
9 El Bautismo significa inmersión. Se trata de morir con Cristo para resucitar con Él. Nacer
del agua y del Espíritu.
9 La unción con el santo crisma, significa el don del Espíritu Santo, ser cristiano.
9 La vestidura blanca simboliza que se es “revestidos de Cristo”.
9 La vela, encendida del cirio pascual, significa la verdad: Cristo, que nos ilumina.
El don del Bautismo crece y se fortalece con el Sacramento de la Confirmación por el que el
Espíritu Santo nos da fuerza para ser testigos de Cristo.
Con el Bautismo se ha plantado una semilla que es preciso ayudarla a crecer. La Iglesia Madre
que ha engendrado y acogido a sus hijos se hace cargo, junto con los padres y padrinos, de
acompañarles a crecer en el camino de la fe para completar la Iniciación Cristiana.
De esta manera es como el Espíritu Santo nos hace: hijos de Dios, hermanos de Jesús, miembros
de la Iglesia, capaces de dar un verdadero testimonio del Evangelio, beneficiarios de la alegría
de la fe (Cf. Benedicto XVI, para la JMJ, 13-5-2008).
El Sacramento de la Confirmación se administra por el obispo, quien unge con el crisma en
la frente al candidato, impone sus manos sobre su cabeza y proclama estas palabras: “Recibe
por esta señal el don del Espíritu Santo” (Cf. CDC, cn. 880). Llenos de gratitud acogemos sus
dones, que son realidades estupendas que nos permiten crecer como cristianos y recibir la fuerza
necesaria para ser testigos de Cristo.
¿Cuáles son estos dones? El primer don es la sabiduría, que nos hace descubrir qué bueno y
grande es el Señor y, como indica la palabra, hace que nuestra vida esté llena de sabor, para que,
como decía Jesús, seamos sal de la tierra. Luego el don del entendimiento, para comprender a
fondo la Palabra de Dios y la verdad de la fe. Después viene el don de consejo, que nos guiará
a descubrir el proyecto de Dios sobre nuestra vida. Sigue el don de fortaleza, para vencer las
tentaciones del mal y hacer siempre el bien, incluso cuando cuesta sacrificio.
Luego, el don de la ciencia, no en sentido técnico, como se enseña en la Universidad, sino en
otro más profundo, que enseña a encontrar en la creación los signos, las huellas de Dios, a
comprender que Dios habla en todo tiempo y me habla a mí, a dar sentido al trabajo, también
al que resulta difícil. Otro don es el de la piedad, que mantiene viva en el corazón la llama del
amor a nuestro Padre que está en el cielo, para que oremos a Él cada día con confianza y ternura
de hijos amados, para no olvidar la realidad fundamental del mundo y de mi vida: que Dios
existe, y que Dios me conoce y espera mi respuesta a su llamada. Y, por último, el séptimo don
es el temor de Dios, que no indica miedo, sino sentir hacia Él y su voluntad un profundo respeto.
El temor de Dios es el deseo de hacer el bien, de vivir en la verdad, de cumplir la voluntad de
Dios (Cf. Benedicto XVI, EC, 2-VI-2012).
Con los dones del Espíritu Santo -por el Bautismo y la Confirmación- estamos llamados a ser
discípulos y misioneros que tengan como centro la persona de Jesucristo, nuestro Salvador
y plenitud de nuestra humanidad, fuente de toda madurez humana y cristiana; que tengan
espíritu de oración y amantes de la Palabra, practiquen la confesión frecuente y participen de
la Eucaristía; que se inserten cordialmente en la comunidad eclesial y social, y sean solidarios en
el amor y, sobre todo, que comuniquen con palabras y obras la alegría del Evangelio.
Con certeras palabras, así nos lo recordaba el Papa Benedicto XVI: “El discípulo, fundamentado
en la roca de la Palabra de Dios, se siente impulsado a llevar la Buena Nueva de la salvación a
52
sus hermanos. Discipulado y misión son como las dos caras de una misma moneda: cuando el
discípulo está enamorado de Cristo, no puede dejar de anunciar al mundo que solo Él nos salva
(Cf. Hch 4,12). En efecto, el discípulo sabe que sin Cristo no hay luz, no hay esperanza, no hay
amor, no hay futuro” (Cf. DI 3).
El Bautismo
¡El Bautizo es una fiesta en la familia del bebé y en la de los cristianos! Nos alegramos
cuando un niño o una niña se incorpora a la Iglesia.
Las mamás preparan el vestido, a veces el mismo que usó la abuela. Bañan al bebé, lo
perfuman, y llega a la Iglesia bien arreglado.
Para bautizar, el sacerdote echa agua sobre la cabeza del niño mientras pronuncia las
palabras:
Perdona el pecado original y los que hubiéramos cometido. Por eso, cuando una
persona mayor se bautiza, no necesita confesarse antes, pues este sacramento perdona
los pecados que tuviera.
Valor
AUTENTICIDAD
Me gusta caer bien a la gente. Me hago el gracioso, aunque miento un poco. Y
cuando mis padres me riñen, digo que yo no he sido.
Reconozco que me falta personalidad y algo de autenticidad, pues hago lo que los
demás hacen.
Me gusta tener buena imagen, aunque por dentro...
En el cole dicen que aprendamos a responsabilizarnos de nuestras acciones; no
como el niño que tiraba piedras al tren mientras pasaba detrás de una tapia, sin ver
dónde caían ni qué consecuencias tendría.
Cada uno es como es; y me gustaría ser auténtico. Voy a esforzarme con pequeñas
metas cada día para actuar como debo.
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El sacramento de la Confirmación
Espíritu Santo se infunde en las personas con el sacramento de la Confirmación.
3 Nos une más a Jesús y a la Iglesia.
3 Nos da una fuerza especial para testimoniar la fe cristiana.
3 Somos enviados para anunciar el Evangelio.
La ceremonia de la Confirmación
El día de la Confirmación es una fiesta. El Obispo, o el sacerdote por él nombrado, es
el ministro del sacramento de la Confirmación. Viene a nuestra parroquia, ¡qué alegría!
Preparamos canciones, ensayamos la ceremonia, y, sobre todo, nos preparamos
espiritualmente. ¡Ah, no te olvides de confesar!, porque al Espíritu Santo se le recibe
sin pecados.
El Obispo dice estas palabras: Recibe por esta señal el Don del Espíritu Santo,
mientras te unge en la frente con un aceite llamado Santo Crisma.
Una vez confirmados, comulgamos.
La
Confirmación Imprime un sello
la recibe en el alma llamado
una sola vez carácter.
quien esté
bautizado.
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La pequeña semilla
Cuento
Kiko encontró una pequeña semilla en una caja de cartón abandonada.
Kiko la plantó en un maceta, y la colocó donde le diera la luz. La regó, la abonó y poco
tiempo después, la semilla despertó.
Como la planta crecía rápido, Kiko la trasplantó a una maceta mayor. Pronto hubo
que buscar para ella otra más grande, hasta plantarla en la tierra. Años más tarde se
había convertido en un árbol gigante.
Ahora, la gente descansa bajo su sombra y los pájaros anidan en sus ramas. Nadie
pensaba que algo tan pequeño pudiera convertirse en un árbol bonito y frondoso.
Saca lo mejor de tu corazón, por pequeño que sea, y harás un gran bien.
FIDELIDAD
Valor
Fiel es el que cumple lo que promete.
La persona que no es fiel encuentra siempre razones para abandonar.
No estudio porque me duele la cabeza (mentira, te engañas).
No rezo porque tengo mucho que estudiar (rezar no quita tiempo). No ayudo en
casa porque estoy muy cansado (claro, del fútbol).
La mayor fidelidad es con Dios: para permanecer a su lado.
Fiel a mis amigos y a mi palabra. Cuando la doy, lo cumplo.
La fidelidad supone esfuerzo para superar las dificultades.
Por ejemplo, a nadie le gusta estudiar todos los días, o no salir con los amigos para
preparar un examen.
56
Testigos en medio del mundo
El
Ser testigo es: Espíritu
1. Mostrarte cariñoso con las personas. Santo nos hace
testigos de
2. Tener pequeños detalles de servicio con los demás. Jesús en el
3. Amabilidad en el trato. Hablar sin palabrotas ni insultos. mundo.
4. Cumplir lo que prometes, aunque te cueste.
5. Comportamiento pacífico, sin chulería, violencia ni peleas.
6. Comprender y animar a los demás, echarles una mano.
7. Rezar por la paz y la justicia, por los enfermos.
8. No desanimarte cuando tengas dificultades.
9. Confiar en la Virgen María.
10. Contar tus cosas a Jesús
Actividades: I
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M
D
R
T
E
palabras relacionadas I C R I S M A I C
con la Confirmación: A R M U P E D N O
CONFIRMACIÓN – CRISMA S C A L O U R O S
– ESPÍRITU – FE – FRENTE E I C A X T I A T
– MADRINA – PADRINO – L M I E B E N R É
PENTECOSTÉS – IGLESIA A A Ó B I S A I S
– OBISPO. E T N E R F I S O
R E S P Í R I T U
; El Bautismo es un paso muy importante para nosotros, cada vez crecemos y nos
fortalecemos para recibir el sacramento de la Confirmación. Por eso, los catequistas
os llevan a la sacristía donde os enseñan y explican un símbolo muy importante para
estos dos sacramentos: el crisma. Después, se responde a estas preguntas:
a Cuando el Obispo unge en la frente con el Santo Crisma ¿A quién se recibe?
a ¿Dónde te pone el Santo Crisma?
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13 al 17. Hijos de Dios, amor y oración
Jesús es el Señor. Capítulo 30 al 34.
El mandamiento nuevo: Juan 13, 34-35. El buen samaritano: Lucas 10, 25-37.
El mandamiento más importante: Mateo 22, 34-40. El mandamiento más importante: Mateo 22 34-40.
Curación de 10 leprosos: Lucas, 17, 11-19. La oración del fariseo y el publicano: Lucas, 18, 9-14.
Conviene transmitir:
1. Somos hijos de Dios. Nuestro Padre está siempre con nosotros.
2. El mandamiento más importante es el amor. Enseñar a querer sin egoísmo: te quiero para que
tú me quieras: no; te quiero porque eres tú.
3. Los hijos hablan con sus padres; por eso, hablamos con nuestro Padre Dios. Eso es orar.
4. Toda oración auténtica se refleja en la vida y en los actos.
5. La vida,n don que viene de Dios. Enseñar con ejemplos el respeto y cuidado de la naturaleza.
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En resumen, de la misma manera que no podemos vivir sin respirar, tampoco podemos vivir
como cristianos sin orar, sin escuchar a Dios que nos habla con su Palabra -en la Sagrada Escritura
y en los acontecimientos de nuestra propia vida- y sin hablar con Dios que nos escucha. Pero,
siempre que recemos lo tenemos que hacer en nombre del Señor y sintiéndonos Iglesia.
Finalmente, hay muchas formas de oración: de bendición (respuesta agradecida a los dones
que hemos recibido de Dios), de adoración (reconocer que somos criaturas ante el Creador),
de petición e intercesión (perdón, súplica por nuestras necesidades espirituales y materiales
-especialmente el Padrenuestro- y petición a favor de los demás), la acción de gracias y la
alabanza. De todas ellas, la Eucaristía contiene y expresa todas las formas de oración.
Se puede orar en cualquier sitio, aunque el lugar propio es el templo y ante el sagrario, y es
posible hacerlo en todo momento, como nos dejó escrito, un maestro de oración, San Juan
Crisóstomo: Es posible, incluso en el mercado o en un paseo solitario, hacer una frecuente y fervorosa
oración. Sentados en vuestra tienda, comprando o vendiendo o incluso haciendo la cocina.
Somos hijos de Dios por ser sus criaturas; y además, al hacerse Jesús un hombre como
nosotros, nos hizo hermanos suyos e hijos del Padre.
Jesús nos enseñó a tratar a Dios con confianza, sabiendo que nos quiere mucho.
Uno de sus Apóstoles más queridos, Juan, siendo mayor, enseñaba a los primeros
cristianos sobre la caridad: Si alguno dice ‘Amo a Dios’, pero odia a su hermano, es
mentiroso; pues el que no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, al que no
ve (1 Juan 4, 20).
San Juan, siendo joven discípulo del Señor, le había oído de sus labios el Mandamiento
Nuevo que nos dio el Señor.
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El Mandamiento Nuevo
Jesús iba a dejarnos. Se acercaba su muerte y su partida, tras la resurrección.
Daba a sus discípulos las últimas instrucciones, las enseñanzas más importantes que
no debían olvidar. Y les dijo: Un mandato nuevo os doy: que os améis como yo os
he amado. La señal por la que conocerán todos que sois discípulos míos será que os
amáis unos a otros.
La novedad consiste en querernos como Jesús nos ama: hasta dar la vida por los demás.
El Mandamiento Nuevo supone un compromiso con los demás, que nos hace
parecidos a Jesús. Aquí radica la novedad del amor cristiano.
Cuento
En cierta ocasión, un hombre que parecía bueno viajaba en su coche por una
carretera. Al salir de una curva, vio una moto tirada en la cuneta y al motorista en el
suelo (por cierto, llevaba puesto el casco), con sangre por el cuerpo.
Este señor pasó de largo, pues tenía prisa y no podía ayudar al accidentado.
Llegó una conductora. La señora iba a Misa los domingos y rezaba sus oraciones
todos los días, pero no paró. También pasó un motorista, pero no se detuvo para
llamar por teléfono a emergencias: al número 112, o a una ambulancia.
Pero un señor, que tenía que resolver unos asuntos importantes y urgentes, al verlo
tirado en la cuneta, detuvo su vehículo, puso el triángulo para ser visto por otros
conductores, y llamó enseguida a la Guardia Civil y al 112.
Cuando llegó la ambulancia, el médico dijo al señor: Gracias por llamar, hemos llegado
a tiempo para salvarle la vida.
Y a nuestros abuelos, que son los padres de nuestros padres, les obedecemos,
respetamos y queremos.
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En casa hay amor cuando:
1. Saludo a mis padres y digo a dónde voy.
2. No les miento.
3. Sigo sus consejos.
4. Les doy besitos y abrazos.
En casa hay paz cuando:
1. Hablo bien, sin chillar.
2. Abro y cierro las puertas sin dar portazos .
3. Ajusto el volumen de la tele o la música para que no moleste.
4. Colaboro en la cocina y en la mesa.
5. Hago la cama y ordeno la habitación.
6. Me voy a dormir a la hora, sin engancharme al móvil.
7. Evito las peleas, no respondo a los insultos, no soy acusica.
8. Obedezco a la primera.
c El regalo de la vida
Cuento
Cuando yo nací fue un día especial. Recuerdo que dentro del vientre de mi mamá
estaba muy cómodo. ¡No tenía que ir al cole!, ni moverme para nada.
Mi mamá era muy buena. Me daba de comer por un tubito a mi vientre. No tenía que
recoger los platos, ni ordenar la habitación... Lo malo era que no veía la tele.
Un día, mi mamá me dijo que ya estaba bien, que tenía que nacer. ¡Ay, socorro, que
me aprietan por todas partes! ¡Ay, ay, ay!... y rodando... ¡pataplás!, nací lleno de sudor
en un sitio llamado hospital; ¡qué frío hacía!
Mi mamá me cogió en sus brazos abrazándome con ternura sobre su pecho, ¡cuánto
me quiere mi mamá! Mi papá estaba muy nervioso; me dio un besito que aún
recuerdo.
Lo primero que hice al nacer fue darle gracias a Dios, por darme la vida.
Estuve unos años en una cuna. Pero enseguida me pusieron unos calcetines, me
regalaron una mochila y me dijeron:
¡Al cole, a dar lo mejor de ti!
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PAZ
A Jesús le gustaba descansar en su casa. Hablaba con su madre María, con los
Apóstoles, sus amigos y con los vecinos del pueblo. En la casa de Jesús había paz.
En mi casa pido las cosas a gritos. Mi padre ha cambiado varias manivelas de las
puertas, porque doy portazos, y el vecino se ha quejado de que pongo la música alta.
El otro día hubo una reunión para hablar de la paz en casa: papá y mamá llegan
cansados del trabajo, mi hermana está estudiando, el vecino duerme...
No voy a dejarme llevar del mal genio cuando juegue, y si pierdo, no me enfado. Ya
no insulto, ni pongo motes, y a Paco no le llamo orejotas, sino Paco.
Ahora mi corazón se siente bien, porque trato con respeto a los demás. En casa hay
silencio, paz en mi corazón y los vecinos duermen bien.
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El primer Mandamiento
El primer Mandamiento es Amarás a Dios sobre todas las cosas.
A veces estamos demasiado pendientes de nosotros mismos: mi ropa, mi deporte,
mis libros, mis videojuegos... Nos gustan ciertas cosas, y pedimos a nuestros padres
que nos las compren..., incluso nos enfadamos cuando no conseguimos lo que
queremos. Nuestro corazón está tan lleno de cosas que a Dios no le dejamos sitio.
Todo esto refleja que nos queremos a nosotros mismos más de la cuenta.
Dios Padre nos pide que sea Él el primero a quien dediquemos nuestro cariño, y
luego a todo lo demás, empezando por nuestros padres, hermanos y las personas
que tenemos cerca.
No es malo querer cosas buenas, pero colócalas en su lugar en el armario de tu
corazón. Si el domingo me pongo a jugar en lugar de ir a Misa, no vivo el primer
Mandamiento. Si no hablo nunca con Jesús, no puedo decir que lo amo de verdad.
¿Tengo que querer más a Dios que a mis papás? No son cariños opuestos.
Todo amor procede de Dios; entonces, si a Dios lo quiero con todas mis fuerzas, a mis
papás los querré tanto que no habrá en el mundo un amor mayor.
El segundo Mandamiento
El segundo Mandamiento es No tomarás el nombre de Dios en vano.
Para
Para amar a Dios de verdad:
amar a 1. Veo a Dios en los demás.
Dios, empiezo
queriendo a 2. Si cometo un pecado, me confieso.
los demás. 3. Lo visito los domingos y participo en la Eucaristía.
4. Pongo atención a lo que me pide, y lo cumplo con alegría.
66
Tratar a los demás como queremos ser tratados
Otra novedad que enseñó Jesús consiste en tratar a los demás como queremos que
ellos nos traten a nosotros.
Por eso, entre las virtudes cristianas destaca la generosidad, que consiste en poner a
los demás delante de nosotros. El tú antes que el yo.
Jesús nos enseñó a vivir como hermanos. De hecho, los primeros cristianos ponían
sus bienes al servicio de la comunidad para repartirlos según las necesidades de cada
uno.
Sin embargo, el egoísmo vence a la generosidad en algunas ocasiones. Aparece el
deseo de tener lo que el otro posee, y se lo quitamos. Dios Padre nos dio el séptimo
Mandamiento: No robarás.
Puede suceder que deseemos en nuestro interior cosas de otra persona. A eso se
llama codiciar algo. El décimo Mandamiento es: No codiciarás los bienes ajenos.
A Jesús lo llevaron ante Pilato para condenarlo por decir que era el Hijo de Dios.
Y se lo preguntaron. Sabía el Señor que decir la verdad conllevaba su muerte, pues en
Israel, en aquel tiempo, consideraban una falta muy grande que alguien dijera ser el
Mesías.
No obstante, Jesús dijo la verdad. Él era la Verdad, el Camino y la Vida. Y así nos enseñó
a decir siempre la verdad. El octavo mandamiento es: No dirás falsos testimonios ni
mentirás.
Los cristianos respetamos la fama de los demás, por lo que no debemos criticar. Ni
decimos que es cierto algo que no lo es; eso es dar falso testimonio.
Sé generoso/ generosa
1. Deja lo que estés haciendo para echar una mano.
2. Cede al otro lo mejor: el helado más rico, el filete grande.
3. Ayuda en los deberes.
4. Deja elegir.
5. Borra de tu lista la critica, la envidia, la chulería, los insultos.
67
Aprende a convivir
1. Comienza por no imponer a los demás lo que a ti te apetece. Como jugar a lo que
te gusta, o ver la peli que deseas.
2. No hagas trampas, porque los tramposos son insoportables.
3. Trata con educación a todo el mundo.
4. No hables mal de nadie, pues los chismes te alejan de los demás.
5. Alégrate con la suerte de los demás, como si el premio fuera tuyo.
6. Perdona y pide perdón cuando te hayan hecho daño o te hayas equivocado.
Sé agradecido/ a
3 Agradecer es dar las gracias.
3 La persona orgullosa no da las gracias, porque piensa que se lo merece, o se con-
sidera superior a los demás.
3 El agradecimiento aparece en el corazón que ama y que considera que todos
somos iguales. Damos a Dios las gracias por el don de la vida, por tener una familia,
por tantas cosas buenas que nos rodean.
3 El Gloria de la Misa es una oración de agradecimiento a Dios.
3 Jesús curó a 10 leprosos, pero solo 1 volvió para darle las gracias. El Señor le pre-
guntó: ¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están?
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Decimos siempre la verdad.
LIBERTAD
Valor
Eres libre cuando haces lo que quieres. Pero hacer lo que me dé la gana no tiene
por qué ser necesariamente bueno. Por ejemplo, me apetece dormir en lugar de ir
al colegio, y como soy libre, me quedo en casa. Has actuado con libertad, pero mal.
El gamberro es libre, pero tiene que responder de sus gamberradas, convirtiéndose
en esclavo de sus consecuencias.
Una libertad muy pobre es hacer lo que apetece. Es más libre la persona responsable
cuyas acciones son buenas.
Por eso, San Pablo decía: La verdad os hará libres. Precisamente porque la Verdad es
el Bien, y hacer el bien nos desarrolla como personas.
La libertad auténtica es la del que elige realizar su misión en la vida.
Nuestra libertad se perfecciona a medida que nuestra unión con Dios es más
profunda y comprometida.
Cuento
W El papá que amaba a su familia
En cierta ocasión, una familia viajaba en su coche. Iban todos apretados: los padres, tres
hijos y el perro Tobi. El mayor de los niños tenía 10 años.
Comenzó a llover, luego a diluviar. A pasar por un pequeño valle, vino una riada y se
llevó el coche. Entonces, el padre sacó por la ventanilla a su mujer y al hijo pequeño, y,
con mucho esfuerzo, los puso a salvo en la orilla.
Luego fue a por Marina. El coche era arrastrado río abajo, yendo a desembocar en un
pequeño lago. Con esfuerzo y tragando mucha agua, el papá logró alcanzarlo y, por la
otra ventanilla, sacó a Marina.
Después, el vehículo se hundió. El papá buceó tras él. En el techo había una bolsa de aire.
Luisito y Tobi estaban allí. El papá llegó hasta ellos y los sacó vivos. ¡Se habían salvado
todos!
Tobi saltaba en la pradera mientras todos se abrazaban por haberse salvado.
El papá amaba a su familia más que a su propia vida.
Cuento
Las chuches me vuelven loca. Cerca del cole hay un quiosco de chuches. A veces
voy con Pili, mi mejor amiga. Pili y yo tenemos preparada la operación.
Ella compra regalices en una esquina del quiosco y yo, cuando el dueño no mira,
meto en mi bolsillo lo que pillo. Soy muy rápida, nadie me descubre.
Casualmente, el otro día pasó la profe y me vio. Al llegar a clase, me llamó a su
despacho y preguntó: Marta, ¿qué tienes en el bolsillo? Unos chicles que he comprado,
respondí.
- ¿Pero los has pagado?
- Por supuesto.
¿Y tú, Pili, has estado allí?
- No, Marta y yo estábamos en clase.
Mi profesora me explicó que el señor del quiosco anda mal de dinero; mantiene a su
familia con esfuerzo y tiene a su mamá enferma. Por eso, necesita vender chuches;
pero si se las roban...
Entonces, las dos nos arrepentimos y le dijimos a la profe que habíamos cogido
algunas chuches, pero que enseguida las pagaríamos.
Cuando fui a pagar, mi cara estaba colorada como un tomate; pero el señor se alegró
porque dije la verdad, y nos regaló unos chicles.
Decir la verdad me hizo bien. Hice el propósito de no apropiarme de lo ajeno.
2 Desprendimiento
Hay gente que tiene muchas cosas, pero son esclavos de ellas.
No son libres.
Tener cosas no es malo. Lo malo es estar atado por ellas.
Cada uno debe conformarse con lo que tiene; y compartir lo que pueda
con los necesitados.
70
Rezamos a Dios padre
Cuando reces, entra en tu habitación, cierra la puerta y reza a tu Padre que está en lo
oculto; y tu Padre, que ve lo oculto, te premiará (Mateo 6, 6). Esto dijo Jesús sobre cómo
rezar. Enseñaba con parábolas y ejemplos, y de sus labios salió el Padrenuestro.
2. Con el Evangelio:
Leemos en silencio un texto del Evangelio: Le llevaban niños pequeños para que los
acariciara, pero los discípulos les regañaban. Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo:
- Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis, pues de los que son como ellos es el
reino de Dios. En verdad os digo que quien no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará
en él. Y tomándolos en brazos los bendecía imponiéndoles las manos (Marcos 10, 13-16).
Ahora cierro los ojos, y me imagino que soy yo uno de esos niños que está con Jesús.
Él me saluda, me sonríe. Sus ojos dicen que está contento conmigo, pero puedo
mejorar algunas cosillas... Yo le respondo: Perdóname, Señor, ayúdame a mejorar.
Luego veo a Pedro, intentando que no molestemos a Jesús. Y le digo: Oye, Pedro, que
estoy con mi amigo Jesús... déjame un poquito más. Pedro mira a Jesús y a los niños y las
niñas, y sonríe como los demás mayores...
4. En Misa:
La Misa es la oración por excelencia. Toda la Misa es una oración de alabanza, de
ofrecimiento y de acción de gracias de Jesús hacia Dios Padre; y con Jesús, nosotros
también nos ofrecemos al Padre, le alabamos... con San José, con los ángeles, con
los santos... No te pierdas la oración de la comunidad cristiana más importante y
71
maravillosa: la Eucaristía.
El fariseo y el publicano
Evangelio
A unos que confiaban en sí mismos considerándose buenos, y despreciaban a los
demás, dijo esta parábola: Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y
el otro publicano.
El fariseo, de pie, rezaba así: Oh Dios, te doy gracias porque no soy como otros
hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni como este publicano; ayuno dos veces a la
semana; del dinero que gano, doy la décima parte.
El publicano se quedó lejos, no quería ni levantar los ojos, sino que se golpeaba el
pecho diciendo: Oh Dios, ten piedad de mí que soy un pecador.
Os digo que el publicano bajó perdonado, mientras que el fariseo, no; porque el que
se eleva, será humillado; y el que se humilla será elevado.
LOS 10 LEPROSOS
Evangelio
Jesús iba hacia Jerusalén, y al entrar en un poblado le salieron al encuentro diez
leprosos, que se detuvieron a lo lejos y a gritos le decían: ¡Jesús, Maestro, ten
compasión de nosotros!
Al verlos, les dijo: Id a mostraros a los sacerdotes. Y en el camino, se curaron.
Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió glorificando a Dios a grandes voces,
y se postró sobre su rostro a los pies de Jesús dándole gracias; era un samaritano.
Jesús dijo: ¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, dónde están? ¿No ha
habido quien volviera a dar gloria a Dios más que este extranjero?
Y le dijo: Levántate y vete. Tu fe te ha salvado.
Vive desde la gratitud
y
Cuando iban mal las cosas,
Perdón
confiaban en Dios.
1. Jesús nos enseña a amar a Dios con todas las fuerzas. Del amor que nos da Dios nace
el verdadero amor al prójimo. Por eso, ahora os separaréis por grupos y contestaréis estas
preguntas en una cartulina.
Cuando tengáis las respuestas, seleccionad un portavoz de grupo que las exponga delante
de todos.
Seguidamente lo podéis colgar en la sala de catequesis para tenerlo presente.
¿Por qué tenemos que amar a Dios sobre todas las cosas?
¿Qué obligaciones tenemos para estar al lado de Dios?
Buscar y recortar imágenes (en revistas y diarios) de actos que demuestren amor.
Nombrar algunos pecados contra el primer mandamiento.
74
18, 19 y 20. ¿Por qué nos alejamos de Dios?
Jesús es el Señor. Capítulo 35-37.
El Buen Pastor: Juan 10, 1-16. La oveja perdida: Lucas 15, 1-6.
Zaqueo convertido: Lucas 19, 1-10. El hijo pródigo: Lucas 15, 11-32.
Institución del sacramento: Juan 20, 22-23.
Conviene transmitir:
1. Conviene en este capítulo que se transmitan los conceptos de pecado, rechazo, etc., hablando
primero de la bondad de nuestro Padre Dios, de su misericordia, y que siempre perdona
hagamos lo que hagamos.
2. Enseñar a diferenciar las buenas actitudes de las malas; los buenos comportamientos de los
equivocados; las acciones propias de los amigos de Jesús de las que no lo son.
3. Aprovechar el tiempo, sencillez, pedir perdón, humildad...
Siempre nos ha resultado difícil reconocernos pecadores, porque para eso, se precisa la fe. Hoy,
al vivir en una sociedad que trata de excluir a Dios del horizonte de la vida, se nos hace más
difícil recorrer el camino de la fe. Por eso, hemos de pasar de una fe sociológica (al amparo de
una cultura cristiana) a una fe experiencia. De ahí la importancia de aprovechar este momento
tan importante en la vida de nuestros hijos para acompañarlos en el camino de la Iniciación
Cristiana, que es para todos una gracia de Dios para volver a Él.
75
Todos ellos tienen su raíz en el corazón de la persona. “Porque del corazón vienen los malos
pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los robos, los falsos testimonios
y las injurias. Eso es lo que mancha al hombre” (Mt 15,19-20).
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La fórmula de la absolución expresa el elemento esencial de este sacramento: el Padre de
la misericordia es la fuente de todo perdón. Realiza la reconciliación de los pecadores por la
Pascua de su Hijo y el don de su Espíritu, a través de la oración y el ministerio de la Iglesia: “Dios,
Padre misericordioso, que reconcilió consigo al mundo por la muerte y resurrección de su
Hijo y derramó el Espíritu Santo para la remisión de los pecados, te conceda, por el ministerio
de la Iglesia, el perdón y la paz. Y yo te absuelvo de tus pecados en el nombre del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo” (Cf. CIC 1449).
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A veces nos alejamos de Dios porque...
1. Soy egoísta. Solo pienso en sí mismo/a, en mis cosas.
Para dejar de ser egoísta haz cada día un pequeño esfuerzo por los demás.
2. Soy perezoso. Paso bastante tiempo tumbado en el sillón. No hago las tareas del
cole. No ayudo en casa.
Para vencer la pereza, haz lo que te dicen en el momento que te lo dicen.
3. No rezo. Es la vaguería mental. Cuesta rezar porque cuesta pensar y no sé qué
decirle al Señor.
Para rezar, basta con decir: ¡Hola, Jesús!, un Padrenuestro, un Avemaría...
4. Además, también nos alejamos de Dios porque mentimos, peleamos e insultamos,
y algunas cosillas más...
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j La oveja perdida
Cuento
Blanquita es una ovejita traviesa y caprichosa. Hace lo que quiere. Ahora juego, ahora
me escondo, ahora me escapo a la pradera.
Blanquita no hace caso de lo que se le dice; por eso, su mamá, la oveja Maruja, le riñe.
Un día, Blanquita vio abierta la puerta del establo, y se largó de paseo.
Al poco rato, un hombre se acercó diciéndole: vente a mi casa, que tengo el mejor pasto
del mundo; te va a encantar.
Al llegar, el hombre la encerró en un cuarto con llave. Blanquita se puso a llorar.
El pastor buscó a Blanquita, y cuando la rescató se puso muy contenta.
Aprendió que obedecer nos libra del mal.
En este cuento, ¿puedes irte con alguien que no conoces de nada?
¿Dices a tus padres dónde vas o con quién has estado?
HUMILDAD
Virtud
Es humilde quien reconoce que todo lo bueno que tiene procede de Dios, y todo lo
malo sale de cada uno.
Si por sacar buenas notas me considero mejor que otros, soy un poco tonto, pues
olvido que la inteligencia la da Dios.
Si por jugar bien a un deporte, me considero la estrella, entonces soy un creído. Los
grandes deportistas no subestiman al contrario, ni se consideran mejores.
El soberbio aparenta más de lo que es.
Ejercítate en la humildad:
Cuando te corrijan, no te excuses; si te insultan, no respondas.
Agradece a Dios el bien que sale de sus manos.
No te pongas de ejemplo ante los demás.
Reconoce y valora los éxitos ajenos.
La humildad nos asemeja a Jesús, que fue manso y humilde de corazón.
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Comenta si te pasa algo de esto y la solución:
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EL PERDÓN DEL PADRE
Jesús salía al encuentro de los pecadores y acogía siempre a los que se arrepentían.
Por eso, cuando algo me sale mal, cuando mi comportamiento es negativo, cuando
ofendo, cuando no estudio o me peleo... Jesús me está esperando para abrazarme,
perdonarme y animarme a cambiar de vida.
Jesús perdona a los que pecan y se alejan de Él, porque es misericordioso como su
padre Dios. Por eso, no tengas miedo, ve al sacerdote y confiesa tus pecados: ¡es tan
bonito recibir el perdón de Dios!
Jesús nos ofrece hoy el perdón con el sacramento de la Reconciliación, llamado
también Penitencia. Este sacramento perdona los pecados, para que podamos recibir
la Eucaristía en gracia de Dios. No olvides que si tienes algún pecado grande, antes
de comulgar has de confesarte.
Evangelio
Dios es nuestro Padre misericordioso. Jesús contó la parábola de un padre
que tenía dos hijos: el mayor iba todos los días a la finca a trabajar; al menor le
gustaba más divertirse; por eso decidió tomar la herencia y largarse a vivir por su
cuenta, muy lejos de la casa del padre.
Este hijo menor gastó todo el dinero. Al final comía las algarrobas que le daban a los
cerdos que cuidaba. Entonces, arrepentido, volvió a la casa de su papá.
Su padre seguía queriéndolo mucho; por eso salía todas las tardes al camino para ver
si volvía. ¡Un día, viéndolo llegar, corrió hacia él, lo besó, le abrazó y dio una fiesta!
Padre, dijo el chico, he pecado contra el Cielo y contra ti, ¡perdóname!
El hermano mayor, vio la fiesta que el Padre preparaba y se enfadó. El Padre le dijo:
Hijo, tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida... ¿por qué te enfadas si tú siempre
estás conmigo y todo lo mío es tuyo?
Arrepentirse
Miras a Dios y sientes pena por haber ofendido a Él y a los hermanos/as. Esto es
arrepentirse de verdad. Haces el propósito de no caer en el mismo pecado. Pides a la
Virgen María que te ayude a vencer las tentaciones.
Cumplir la penitencia
La penitencia es una tarea espiritual que debes cumplir. Por ejemplo, rezar 3 Avemarías,
o 1 Padrenuestro, o hacer una obra de caridad. Y escuchas la absolución, que es una
oración que dice el sacerdote en voz alta. ¡Y a ser feliz! ¡Estás perdonado/a! ¡Empiezas
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de nuevo!, y, apoyándote en la gracia del sacramento, lucha por ser fiel al Señor y al
don de tu Bautismo.
Jesús pidió que nos confesáramos
Evangelio
Jesús había resucitado. Sus discípulos estaban reunidos en una casa con las puertas
cerradas, por miedo a los judíos.
Jesús se les apareció, sopló sobre ellos el Espíritu Santo y les dijo: Recibid el Espíritu
Santo, a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los
retengáis, les quedan retenidos.
Así recibieron los Apóstoles el poder de perdonar los pecados. Los Obispos, al ser sus
sucesores, tienen esta capacidad, que transmiten a los sacerdotes.
El sacerdote representa a Jesús, por eso, cuando confieses, que no te dé vergüenza:
hay que decir todos los pecados.
Para recibir el perdón de mis pecados no basta solo con pedir a Dios perdón; es
preciso, además, confesarse.
CASTIDAD
Virtud
Glorificad a Dios con vuestro cuerpo, nos dice San Pablo (1 Corintios 6, 20).
Los amigos de Jesús educamos nuestro cuerpo para que no se deje llevar por sus
impulsos.
Jesús nos enseña a controlar el cuerpo, para que crezca y se comporte como Dios
espera, porque, como sabes, es templo del Espíritu Santo.
El cuerpo es bonito y limpio, pero a veces lo ensuciamos con conversaciones y malos
comportamientos.
Jesús nos dice que nuestra mirada sea limpia, los pensamientos limpios y el corazón
también.
La Virgen María nos ayuda a vencer las tentaciones y a educar el cuerpo en la virtud
de la castidad.
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Examen para preparar la Confesión
En relación con Dios: En relación con los demás:
¿Juro sin necesidad? ¿Insulto? ¿Me peleo?
¿Voy a Misa los domingos? ¿He robado?
¿He insultado a Dios...? ¿He criticado?
¿He guardado los secretos? ¿He deseado mal a otros?
¿Me dejo llevar por la envidia?
En relación conmigo: ¿Acuso falsamente a los demás?
¿Miento? ¿Grito a los demás, tengo ira o mal genio?
¿Me dejo llevar por la pereza? ¿No me hablo con alguien? ¿Guardo rencor?
¿Pierdo el tiempo y no estudio lo suficiente? ¿Obedezco y respeto a mis padres y profesores?
¿He dañado a la naturaleza y a los animales? ¿He incitado al mal?
¿Malgasto el dinero?
¿Soy orgulloso/a?
¿Busco ser el centro de todos?
¿Son limpias mis palabras, miradas y obras? Al confesar nos reconciliamos con Dios,
con la Iglesia y con nuestros hermanos.
Actividades:
1. Nos prepararnos para la celebración del perdón. Dentro de pocos días
celebraremos el sacramento. Hoy preparamos juntos la celebración, donde asistirán
vuestros padres, quienes os ayudarán.
2.. Comenta sobre Zaqueo: Una respuesta generosa refleja agradecimiento. ¿Cómo
agradeces tú las cosas? ¿Eres generoso con Jesús para ir a Misa los domingos? ¿Das las
gracias cuando te hacen un favor o un pequeño servicio?
3. Escribe en el recuadro como habéis estructurado la celebración del Perdón y qué vais a hacer.
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21. El domingo, voy a Misa
Jesús es el Señor. Capítulos 38 y 40, páginas 116 y 120.
Institución de la Eucaristía y del sacerdocio: Lucas 22, 19-20.
Conviene transmitir:
1. No siendo fácil, procuremos habituar a los niños y niñas a la celebración eucarística dominical.
2. Organizar, si es posible, eucaristías para niños/as, donde ellos participen activamente.
3. Enseñar los momentos esenciales, para que la Misa, sea tiempo de oración personal y
comunitario.
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Texto del libro:
El Domingo es el día del Señor
Los israelitas celebraban el sábado como día del Señor. Agradecían la liberación de
Israel de la dominación egipcia. Aquella noche, antes de partir de Egipto, las familias
cenaron un cordero blanco.
Es tan importante ir a Misa que Dios Padre lo puso como el tercer Mandamiento:
Santificarás las fiestas.
El domingo es un día precioso: hay alegría, porque vamos a la casa del Señor, la iglesia,
para hablar con Jesús, rezar con nuestros hermanos en la fe y para crecer por dentro,
es decir, para amar más y más a la Virgen María, a Jesús y a los demás.
Llega con tiempo. Al entrar en la iglesia, saluda a Jesús en el Sagrario: Hola, Jesús,
estoy aquí. Te quiero.
Luego te sientas bien. Sin jugar con los demás. Atiende en las lecturas. Y, cuando el
sacerdote predique, aplícalo a tu vida.
Ah, y no te olvides de pedir ayuda a María, nuestra Madre que tanto nos quiere.
San Tarsicio era un niño que vivió en Roma durante el siglo III, conocido
como el mártir de la Eucaristía. El Emperador Valeriano prohibió el culto cristiano, y
dictó pena de muerte para los sacerdotes y los diáconos; los Papas Esteban y Sixto II
fueron martirizados, al igual que muchos cristianos.
Tarsicio, cuyo nombre significa valeroso, era monaguillo. Después de una Misa en las
catacumbas de San Calixto, el Papa Sixto II le encomendó llevar la Comunión a los
cristianos que estaban en la cárcel.
Prefirió morir antes de entregar lo que consideraba un tesoro sagrado. Los cristianos
recogieron su cuerpo y lo enterraron en el cementerio de San Calixto. 87
Las partes de la Misa
1. Ritos iniciales Se comienza con un canto de entrada, antes
que de salga el sacerdote.
Saludo inicial
Acto penitencial. Yo confieso El sacerdote saluda en el nombre de la Trinidad
y hacemos la señal de la cruz.
Señor, ten piedad
Gloria Pedimos a Dios perdón y rezamos o cantamos
Oración colecta el Gloria, para alabar a Dios.
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Institución de la Eucaristía y del Orden sacerdotal
Como sabes, Jesús instituye la Eucaristía el Jueves Santo, en la Última Cena,
cuando tomó el pan, lo partió y se lo dio a sus discípulos diciendo: Esto es mi
cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía. Después de cenar
hizo lo mismo con el cáliz, diciendo: Este cáliz es la nueva alianza en mi sangre, que es
derramada por vosotros.
El vino, antes de la consagración, solo es vino mezclado con unas pocas gotas
de agua. Después de la Consagración, el vino se ha transformado en la sangre de
Jesús.
En la Comunión recibimos a Jesús como alimento de Vida eterna que nos une a
todos como hermanos.
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22 y 23. La Palabra de Dios y Comunión
Jesús es el Señor. Capítulo 39 y 41.
Sed perfectos como vuestro padre celestial: Mateo 5, 48.
Jesús habla de la Eucaristía: Juan 6, 54.
Conviene transmitir:
1. Nos alimentamos con la Palabra de Dios y con la Eucaristía.
2. Qué es la Palabra, qué nos dice y cómo aplicarla a nuestra vida.
3. Llevar a Cristo con-lleva un determinado estilo de vida.
La liturgia de la Eucaristía comprende dos momentos que forman una unidad básica: la liturgia
de la Palabra y la Liturgia eucarística. Ambas partes constituyen un solo acto de culto, es decir,
una mesa preparada para nosotros: con el Pan de la Palabra y el Pan del Cuerpo del Señor (Cf.
CIC 1346). Por eso, hemos de participar en ella de una manera “plena, consciente y activa” (SC
14).
La expresión participar procede del latín, significa tomar parte y del griego, significa entrar en
comunión. Dos dimensiones distintas, pero complementarias que nos ayudan en la celebración.
Si participar es tomar parte, no podemos estar en ella de modo pasivo o pensando en otra cosa.
Todos tenemos una parte activa en la celebración: El obispo o el presbítero, que representa a
Cristo -protagonista principal de la Eucaristía- y preside la asamblea reunida, toma la palabra
después de las lecturas, recibe las ofrendas y dice la plegaria eucarística; los lectores que
proclaman la Palabra de Dios, los que presentan las ofrendas, los que dan la Comunión, los
animadores del canto y la asamblea cuyo Amén manifiesta su participación (Cf. CIC 1348).
Si participar es entrar en comunión, no basta con la acción externa, sino que hay que interiorizar
lo que se celebra: la presencia del Señor Resucitado en medio de nosotros, la acción de gracias
y la alabanza que dirige al Padre y la salvación que nos ofrece por la acción del Espíritu Santo.
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proclamadas las maravillas de la salvación y propuestas siempre de nuevo las exigencias de la
Alianza” (Cf. Juan Pablo II DD 31-V-1998, 41).
La comunidad, oyente de la Palabra, responde al Señor que le habla con la oración del salmo y
en el verso del aleluya saluda al Señor presente en el Evangelio, que, a continuación, proclama
un presbítero o un diácono.
Toda la riqueza contenida en la proclamación de la Palabra se actualiza por medio de la homilía,
que es “un retomar ese diálogo que ya está entablado entre Dios y su pueblo... no responde
a la lógica de los recursos mediáticos, pero debe darle el fervor y el sentido a la celebración...
orienta a la asamblea a una comunión con Cristo en la Eucaristía que transforme la vida” (Cf.
Francisco I, EG 138).
Durante el tiempo de la proclamación de la Palabra y la homilía, hemos de hacer silencio en
nuestro corazón, porque el Señor nos habla.
Terminada la homilía, toda la asamblea profesa la fe de la Iglesia recitando o cantando el Credo
y se elevan súplicas a Dios Padre por la Santa Iglesia, por los gobernantes, por los que sufren
cualquier necesidad, por todos los hombres y mujeres, presentes o no en la celebración, y por
la salvación del mundo entero.
91
“nuevos cielos y la nueva tierra” (Cf. Ap 21,1) inaugurados por la resurrección de Jesús.
La Eucaristía es, en nosotros, una semilla de inmortalidad, un alimento que nos fortalece en el
camino de la fe, destinados a la resurrección. Así lo dejó escrito en el siglo II San Ireneo: Cuando
recibimos la Eucaristía, ya no estamos llamados a la muerte, sino que somos transformados en
hombres que esperan la resurrección.
Así lo recoge bellamente una antigua oración, en la que la Iglesia aclama el misterio de la
Eucaristía: “Oh sagrado banquete, en que Cristo es nuestra comida; se celebra el memorial de
su pasión; el alma se llena de gracia, y se nos da la prenda de la gloria futura” (Cf. MR, Canon
Romano, 96).
Para recibir al Señor en la Eucaristía, debemos estar en gracia de Dios, confesándonos antes
de comulgar, si fuera necesario, es decir, si tengo conciencia de haber cometido algún pecado
mortal.
El sacerdote, después de la Comunión, guarda en el Sagrario el pan consagrado, que es el Cuerpo
de Cristo, para poder llevarlo a los enfermos y a aquellos que están a punto de morir y pasar a la
Casa del Padre. Una luz encendida al lado del Sagrario nos recuerda que el Señor está presente
y hemos de visitarlo y adorarlo, de esta manera se aviva nuestra fe que ha de traducirse en los
signos creíbles de la unidad y del amor.
Con el saludo y la bendición del sacerdote se culmina la celebración de la Eucaristía, en la que
también somos enviados a dar testimonio en nuestros ambientes de lo que hemos celebrado.
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Aplica a tu vida lo que dice el Señor
Con sus Palabras, Jesús movía los corazones hacia el bien.
Llamaba a todos a la conversión. Muchos de cuantos lo oyeron abandonaron su mal
comportamiento, sus malos pensamientos, su egoísmo... su pecado.
Algunos odiaron a Jesús, porque sus corazones estaban enfermos y no querían
curarse. Sin embargo, a estos también los amaba el Señor.
Era tan cautivadora su Palabra y tan bueno el Señor... que entregó con alegría su vida
por nosotros.
Y nosotros, ¿que hacemos por ti, Jesús?
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LA EUCARISTÍA CON NOSOTROS
c
Cuento
El submarino blanco
Margarita es una soñadora. Le gusta cerrar los ojos y dormirse pensando en Jesús.
Su catequista dice que, al comulgar, se lleva dentro al Señor.
¡Cuánta ilusión ir al cole con Jesús, subir y bajar las escaleras, jugar con las amigas y
estudiar con el Señor!
Margarita piensa que la Eucaristía es como un submarino de color blanco que, al
tragarse, se queda dentro, viajando de un lugar a otro por todo el cuerpo.
Cierto día tuvo un sueño: en la Comunión, Jesús la abrazó y la transformó; haciéndola
más alegre, trabajadora, caritativa, responsable y servicial.
Al despertar, Margarita pensó: comprendo mejor la Eucaristía; cuando desaparece la
Sagrada Forma, se queda el Espíritu Santo en mi interior para ayudarme a hacer las
cosas bien.
La Comunión
Comulgar es recibir el Cuerpo del Señor. Durante la Misa o Eucaristía, el sacerdote
pronuncia esta oración:
- Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la
Cena del Señor.
Respondemos: - Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya
bastará para sanarme.
Después, nos da la Comunión, o la Sagrada Forma (la Hostia Consagrada), diciendo:
- El Cuerpo de Cristo.
Respondemos: - Amén.
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Eucaristía y buen comportamiento
Comulgar implica comportarse de modo diferente cuando salgas de la iglesia,
porque llevas dentro al Señor. La Eucaristía es alimento de tu alma, y el Espíritu Santo
va contigo para ayudar a los demás.
Pon de tu parte. Imagina que a todas partes te acompaña un futbolista famoso, o
una artista de cine o de la televisión. Seguro que no insultarías ni dirías tonterías. Con
Jesús hacemos las cosas correctamente.
EL BUEN HUMOR
Valor
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Actividades capítulo 22:
1. Todos se sientan alrededor de la mesa. En el centro se coloca una imagen
bonita de Jesús. Se leen una o varias frases de un pasaje evangélico. A su lado, una
vasija o un recipiente.
Tras varios minutos en silencio, cada uno escribe en un papel lo que le ha sugerido esa
frase, lo dobla y lo deposita en la vasija.
Después, de modo aleatorio, se sacan los papeles para leerlos en voz alta.
4. Localízalo y dibújalo.
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24. Dios nos invita a su Casa
Jesús es el Señor. Capítulos 42 y 43, páginas 128 y 130.
El Cielo nos espera: Mateo 25, 31-36. Ni ojo vio...: 1 Corintios 2, 9.
Conviene transmitir:
1. Enseñar algunos conceptos sobre la transcendencia. Llamados a vivir para siempre con Dios.
2. Nos importa establecer el Reino en la tierra, ayudando a quienes más necesitados estén.
3. Estudiar es nuestra responsabilidad. Prepararse bien para servir mejor a la sociedad y a los
demás.
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¡Recordemos, cuando presentamos a nuestros hijos/as a la Iglesia para ser bautizados! El
sacerdote nos preguntó qué nombre habíamos elegido para nuestros hijos y, a continuación:
¿Qué pedís a la Iglesia? Y respondimos: La fe. Y ¿qué te da la fe? La vida eterna.
Pero, de verdad, ¿qué significa la vida eterna? ¿La deseamos? Hoy a nuestro alrededor nos
encontramos con personas que no quieren la vida eterna, solo la presente. Otros, movidos por
su fe, la desean, aunque cuanto más tarde mejor. Y nosotros: ¿la deseamos?
Con palabras sencillas hemos de saber que la vida eterna es la vida buena; la verdadera vida; la
felicidad que, comienza aquí y ahora, tiene su plenitud en Dios. “Esta es la vida eterna: que te
conozcan a Ti, único Dios verdadero, y a Tu enviado Jesucristo” (Jn 17,3).
Esta vida eterna nos remite al camino de la fe que tenemos que recorrer, pero, sobre todo, “a un
cielo nuevo y a una tierra nueva” (Ap 21,1). Entonces, “Dios enjugará la lágrimas de sus ojos. Ya
no habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor. Porque lo de antes ha pasado” (Ap 21,4).
Por eso, nuestra esperanza no se limita a este mundo, aunque germina en nuestra tierra en
la medida que nos dejamos fecundar por el Espíritu de Dios. Está orientada hacia la plena
comunión con el Señor que, resucitado de entre los muertos, hace que nos proyectemos hacia
la felicidad y la alegría plena y total, que llamamos vida eterna.
Cuando celebramos la Eucaristía ya empieza a cumplirse la promesa: “El que come mi Carne y
bebe mi Sangre tiene la vida eterna” (Jn 6,54).
98
ser conocido (Mt 7,23), ser echado fuera (Lc 13,23 s). Las imágenes del llanto y el crujir de dientes,
del horno de fuego, del gusano que no muere, etc., expresan sencillamente la privación eterna
de la comunión con Dios y los suyos, el fracaso definitivo de la vida del hombre, y, por lo tanto,
el mayor de los sufrimientos que podemos imaginar.
100
Actividades:
1. Se representa el camino de la vida. Se hacen pequeños grupos. Cada uno escribe
sobre lo siguiente, y luego se hace una puesta en común:
Las virtudes y los valores importantes para hacer un mundo mejor.
¿Qué se consigue con la oración; para qué sirve rezar?
Elaborar un horario semanal con: clases, estudio, deporte, oración...
2. Construimos un Mundo mejor. Los niños se dividen en dos grupos. Con varios
materiales, los grupos construyen una maqueta (o se escribe en un papel) de un
mundo mejor.
Los catequistas proporcionan a los grupos diferentes objetos: materiales, dibujos...
cada grupo tendrá un material diferente. Si vuestro grupo necesita algún material
que tenga otro grupo, lo pide, siempre con respeto. Después de realizar las maquetas,
bajaréis a la Iglesia para presentarlo a Jesús, explicándole cómo las habéis elaborado
y por qué. Al finalizar, rezad el Padrenuestro.
101
25 y 26. La Virgen María y los Santos
esús es el Señor. Capítulo 43 y 44.
Vosotros sois mis amigos: Juan 15, 13. Santificación: 1 Tesalonicenses 4, 3; Efesios 1, 4
.La Anunciación: Lucas, 1, 26-38. María Madre nuestra: Juan 19, 26-27.
Conviene transmitir:
1. María es nuestra Madre. Enseñarles a quererla.
2. Le pedimos por la paz, por el perdón, por los enfermos...
3. Memorizamos las oraciones más sencillas, como el Avemaría.
4. Se amigo de Jesús es ser santo. Los santos son nuestros amigos.
Creados para gloria de Dios, caminamos con Jesús hacia un mundo nuevo.
Toda la historia de la Iglesia está marcada por hombres y mujeres que con su fe, con su caridad
y con su vida han sido un faro para muchas generaciones, y también para nosotros. ¡Estos son
los santos, los mejores hijos de la Iglesia, los amigos de Dios para siempre!
Y todo eso porque, por la gracia de nuestro Bautismo, todos estamos llamados a ser santos.
Más aún, como nos recuerda San Pablo “Él (Dios) nos eligió en Cristo antes de crear el mundo
para que fuésemos santos e irreprochables ante Él por el amor” (Ef 1,4). Y habla de todos
nosotros. Para ello, mientras vivimos en este mundo, el Espíritu Santo, que ha sido derramado en
nuestros corazones, nos anima a reproducir en nuestras vidas la imagen del Hijo de Dios (Cf. Rm 8,29)
realizando el proyecto de Dios.
En efecto, el Concilio Vaticano II nos ha recordado con claridad la llamada universal a la santidad,
afirmando que nadie está excluido de ella. “Entre los diversos géneros de vida y ocupaciones,
todos cultivan la misma santidad. Todos por la acción del Espíritu Santo siguen a Cristo pobre,
humilde y con la cruz a cuestas para merecer tener parte en su gloria” (LG 41).
Pero, ¿qué quiere decir ser santo/a? A menudo se piensa que la santidad es una meta reservada
102
a unos pocos elegidos. Pero no es así. No se trata de una casta exigua de elegidos, sino una
muchedumbre innumerable que, contando con la gracia de Dios, se han esforzado por cumplir
con fidelidad la voluntad de Dios (Cf. Ap 7, 9-14).
Ciertamente, no es obra de nuestro esfuerzo, sino fruto del Espíritu Santo y de sus dones.
Aunque también requiera nuestra respuesta libre a la gracia que Dios derrama en nosotros. En
efecto, para ser santos no hace falta realizar acciones y obras extraordinarias, ni poseer carismas
excepcionales, sino, ante todo, escuchar a Jesús y seguirlo fielmente sin desalentarse ente las
dificultades (Cf. Benendicto XVI. Homilía, 13-IV-2011).
A este respecto aparece como ejemplar a los ojos de muchos, Balduino I el recordado Rey de
los belgas-, según el testimonio que de él nos dejó escrito el Cardenal Suenens: Un día dijo a
un amigo creyente: Donde quieras que estés, ama concretamente al que esté a tu lado, sirviéndole,
escuchándole, participando de su alegría, su tristeza, sus inquietudes, sus intereses; animándole,
estando dispuesto, si te sientes impulsado a ello, a comunicarle la fuente de tu alegría y de tu paz.
Con la Virgen María y los Santos estamos invitados a la fiesta que no tiene fin.
La historia del continente europeo -y afortunadamente de España- está iluminada por el influjo
vivificante del Evangelio y por el testimonio de multitud de santos y santas que constituyen un
patrimonio de ejemplo y esperanza.
No obstante, la Europa de hoy -y también nuestra nación- mientras refuerza su unión económica
y política parece sufrir una profunda crisis de valores. Aun disponiendo de mayores medios,
da la impresión de carecer de impulso para construir un proyecto común y dar nuevamente
razones de esperanza a sus ciudadanos.(Cf. Juan Pablo II, Ecclesia in Europa, 28-VI-2003). Por eso
está llamada, ante todo, a reencontrar su verdadera identidad.
De ahí, que necesite para reencontrar su verdadera identidad recordar y hacer presente el
Evangelio de la alegría, encarnado en tantos hombres y mujeres de ayer, de hoy y de siempre:
los santos, que son faros que iluminan y orientan nuestro camino; fuerza que nos sustenta en
las pruebas; indicadores de un nuevo comienzo; invitación a todos para seguir a Jesús y ser una
transparencia suya en medio del mundo.
¡Cómo no recordar en estos momentos el ímpetu evangelizador de Pablo de Tarso, la conversión
y profundidad teológica de Agustín de Hipona, la radicalidad evangélica de Francisco de Asís,
la fuerza del espíritu de Ignacio de Loyola, Teresa de Jesús, gloria de España y luz de la Iglesia,
Maximiliano Kolbe, mártir de la caridad en el campo de concentración de Auschwitz, Edith
Stein, Ángela de la Cruz y Teresa de Calcuta, con su entrega a favor de los más pobres, Juan XXIII
y Juan Pablo II, sucesores de San Pedro y renovadores de la Iglesia!
Los Santos tienen rostros concretos y su historia es valorada y muy atrayente para todos. Pero,
¿para qué? Para dejarnos atraer por sus ejemplos y guiar por sus enseñanzas con la esperanza
de que surgirán nuevos frutos de santidad si la familia sabe permanecer unida, como auténtico
santuario del amor y de la vida.
También hay muchísimos santos sencillos, personas buenas, de los que tanto aprendimos, que
no serán canonizados sin un heroísmo visible, pero que nos han dejado el testimonio creíble de
su caridad, su bondad, su entrega, su aceptación de la cruz, su esperanza, su alegría...
Entre todos sobresale la Santísima Virgen María, Madre del Señor y Madre nuestra, a la que
invocamos con títulos tan variados y hermosos como del Rocío, de Guadalupe, de la Peña,
de Covadonga, de Montserrat, del Pilar y tantos otros en nuestros pueblos y ciudades, y que
103
expresan la presencia singular de la Madre de Dios en nuestra tierra a la que invocamos:
¡Muéstranos a Jesús, el fruto bendito de tu vientre! Y ella, señalando a su querido Hijo nos enseña:
¡Haced lo que Él os diga!
Ella y todos los santos interceden a Dios por nosotros por medio de Jesucristo. Por eso, los
cristianos caminamos con esperanza al encuentro del Señor y, mientras tanto, le decimos: ¡Ven,
Señor, Jesús! Con esta aclamación expresamos el deseo de encontrarnos con el Señor resucitado
cuando vuelva al final de los tiempos.
En Egipto. Herodes, rey de Judea, buscaba al niño para matarlo, pues oyó decir a
los Reyes Magos que buscaban al rey de los judíos para adorarlo. Entonces, un ángel
avisó en sueños a José para huir a Egipto. Allí vivieron varios años, hasta la muerte de
Herodes; luego volvieron a Nazaret.
104
María es la Madre de Dios
La Virgen María tuvo solo un hijo llamado Jesús, nacido en su viente por la acción
del Espíritu Santo. Por eso es la Madre de Dios. Sucedió así:
El ángel Gabriel fue enviado por Dios a la Virgen María. Se puso delante de ella y le
dijo: Alégrate, llena de gracia. El Señor está contigo. No temas, María, porque has hallado
gracia ante Dios. Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre
Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su
padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.
María respondió: ¿Cómo será eso, pues no conozco varón?
El ángel dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su
sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios.
María aceptó y dijo: He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.
Entonces, el ángel Gabriel se retiró.
105
Fiestas importantes de la Virgen María
María, Madre de Dios. La Iglesia celebra el día 1 de enero (día de Año Nuevo) la
Solemnidad de la Maternidad Divina de María, llamada también María, Madre de Dios.
Es una de las fiestas más antiguas de la Iglesia, hacia el siglo III.
La Anunciación, también llamada Fiesta de la Encarnación del Señor. Se celebra el 25
de Marzo y conmemora la encarnación de Jesús, el Hijo de Dios, en el vientre de María.
La Asunción de María se celebra el 15 de Agosto. Es una de las fiestas mas antiguas
(hacia el siglo V, en Oriente). María, murió como todos los humanos, pero inmediatamente
fue llevada en cuerpo y alma al Cielo.
La Inmaculada Concepción, el 8 de Diciembre. Esta fiesta se celebraba en Oriente
desde el siglo VI. María nació y vivió sin pecado; es la llena de gracia cuyo deseo es hacer
la voluntad de Dios.
OTRAS FIESTAS IMPORTANTES:
La Presentación de Señor, también llamada la Purificación de María (2 febrero).
Nuestra Señora de Lourdes (11 febrero).
Anunciación (25 marzo).
La Virgen de Fátima (13 mayo).
La Virgen del Rocío (el lunes siguiente al domingo de Pentecostés).
La visitación de María a Isabel (31 mayo).
La Virgen del Carmen (16 julio).
María Reina (22 agosto).
Nacimiento de María Santísima (8 septiembre).
La Virgen de los Dolores (15 septiembre)
Nuestra Señora del Rosario (7 octubre).
La Presentación de María (21 noviembre).
La Medalla Milagrosa (27 noviembre).
Santa María de Guadalupe (12 diciembre).
Navidad (25 diciembre).
Entonces, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: José, hijo de David,
no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu
Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su
pueblo de sus pecados.
Cuando José despertó, hizo lo que le había mandado el ángel y acogió a María, su
mujer. Al nacer el Niño Jesús, José fue su padre adoptivo.
José es un hombre bueno y justo. No se rebeló cuando Dios cambió sus planes. José
amaba a María y había pensado organizar su vida con ella y con su familia; pero
acepta los planes de Dios, sin enfadarse.
José es ejemplo de buen papá. El día 19 de marzo la Iglesia celebra el día del padre.
José da ejemplo de sencillez, bondad y santidad. Se piensa que murió antes de que
Jesús empezara a predicar. 106
Llamados a la santidad
Jesús nos dice: Sed santos como
vuestro Padre celestial es santo (Mt 5,48).
Ser santos es ser amigos fieles de Jesús.
Porque los buenos amigos se comprometen de verdad.
Nos hacemos santos cumpliendo con amor nuestras
obligaciones. Todos deberíamos querer ser santos.
Santos y Patronos
Santa Teresa de Jesús, San Ignacio de Loyola y muchos hombres y mujeres han sido
reconocidos por la Iglesia como santos. De este modo se muestran sus virtudes y
valores, para nuestro ejemplo de verdadero amor.
Algunos santos son patronos de iglesias, ciudades, diócesis, militares...
Los patronos protegen las instituciones e interceden ante Dios por ellas. Santiago el
Mayor es el patrón de España, siéndolo también de Galicia y de Santa Cruz de Tenerife,
al igual que de otras localidades. Su festividad se celebra el 25 de julio.
La Inmaculada Concepción, cuya fiesta es el 8 de diciembre, es patrona de España.
San Juan Bosco es patrón de los editores; san Francisco de Sales, de los escritores; san
Valentín, de los enamorados; san Juan de Dios, de los enfermos; santa Brígida, de los
escolares; la Virgen del Carmen, de los marineros; la Virgen del Pilar, de la Guardia Civil;
santa Bárbara, de la Artillería...
107
Oraciones a la Virgen
AVEMARÍA
Dios te salve, María, llena eres de gracia; el
ANGELUS
Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas El Ángel del Señor anunció a María,
las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, - Y concibió por obra y gracia del Espíritu Santo.
Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por Dios te salve María...
nosotros, pecadores, ahora y en la hora de He aquí la esclava del Señor,
nuestra muerte. Amén. - Hágase en mí según tu palabra.
Dios te salve María...
Y el Verbo se hizo carne.
SALVE - Y habitó entre nosotros.
Dios te salve María...
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra; Dios te Ruega por nosotros, santa Madre de Dios,
salve. A Ti llamamos los desterrados hijos de - para que seamos dignos de alcanzar
Eva; A Ti suspiramos, gimiendo y llorando las promesas de nuestro Señor Jesucristo.
en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, Oración: Te suplicamos, Señor, que derrames
abogada nuestra, vuelve a nosotros tus ojos tu gracia en nuestras almas; para que los que,
misericordiosos; y después de este destierro, por el anuncio del ángel, hemos conocido
muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. la encarnación de tu Hijo Jesucristo,
¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen por su pasión y cruz, seamos llevados
María! Ruega por nosotros, Santa Madre de a la gloria de su resurrección.
Dios, para que seamos dignos de alcanzar las Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
promesas de nuestro Señor Jesucristo. Amén.
108
¿Qué me pide Dios?
A cada uno Dios le pide ciertas cosas, porque somos diferentes. Pero a todos nos pide
cumplir con amor nuestras obligaciones: estudiar, obedecer y amar.
Ahora estás en el camino de la santidad.
1.
Han de tener presente además:
2.
Pensar en los demás.
Compartir.
3.Participa en la Eucaristía los domingos.
4. Recibir el sacramento de la Penitencia cuando sea necesario.
5.Hablar con Jesús todos los días.
6. Soluciona los problemas con el diálogo.
Los niños santos son como los demás; la única diferencia es que se toman en serio
su fe. Y santifican las cosas pequeñas de cada día.
Santificar las cosas pequeñas es estudiar con empeño, levantarse en punto, no
protestar cuando algo no te gusta, dejar lo mejor para tus hermanos, ser educado,
atender en clase... Pregunta a tu catequista y te dirá más cosas.
109
Algunos niños y jóvenes santos
Desde los comienzos de la Iglesia, hubo niños santos. Desconocemos los nombres de
la mayoría, porque se santificaron llevando una vida normal, pasando desapercibidos.
Los santos mártires son los que amaron más a Jesús que a su propia vida, muriendo
por defender la fe. Estos son algunos niños y niñas mártires:
Santa Inés (Siglo III): adolescente martirizada en Roma por defender su fe.
Santo Domingo Savio (1842-1857): ingresa en el oratorio de Don Bosco y vive la
perfección; fallece a los 14 años a causa de una enfermedad pulmonar.
San Carlos Lwanga y doce compañeros (1886): sus edades entre 14 y 30 años. No
accedieron a las propuestas impuras del rey Mwanga por ser fieles a su fe; fueron
quemados vivos.
San Luis Gonzaga (1568-1591), renuncia al principado que le corresponde; en Roma
ingresa en la Compañía de Jesús. Fallece a los 23 años atendiendo a enfermos de una
epidemia de peste.
Santa María Goretti (1890-1902): niña de 12 años, piadosa y trabajadora, por negarse
a los abusos obscenos de un hombre, muere apuñalada.
Los Santos Inocentes: niños que fueron ejecutados en Belén por el rey Herodes,
buscando matar al Niño Jesús.
Águeda Yi (1840): fue arrestada con sus padres y hermanos por ser cristiana; falleció
en la cárcel de Seúl a los 16 años, defendiendo la fe.
Santos Justo y Pastor (304): vivían en lo que hoy es Alcalá de Henares; niños de 7 y
9 años, fueron martirizados bajo la persecución de Diocleciano, por no renegar del
cristianismo.
Si quieres
ser santo, convierte en
grandes las pequeñas Los santos piden a Dios por nosotros
cosas de cada día.
110
Actividades capítulo 25:
1. ¿Qué se celebra el día 25 de diciembre, día de Navidad?
2. La Virgen María es, para nosotros, ejemplo de muchas cosas. Indica por qué decimos
que es modelo de generosidad - fidelidad - humildad.
3. Nosotros tenemos aquí una madre que nos ha traído al mundo igual que María
trajo a Jesús. Escribe todo lo que hace tu madre por ti y luego lo que haces tú por ella
en todo momento.
4. La Virgen María es nuestra madre; sabrás responder a estas preguntas sobre ella:
¿Cómo se llamaban sus padres?
¿Dónde vivía María?
¿Cómo se llamaba el ángel que envió Dios a María en la Anunciación?
¿María estuvo siempre al lado de su hijo Jesús? Piensa algunos momentos y apúntalos.
1. Atiendes en clase.
2. Comprendes lo que lees.
3. Te pones a estudiar en punto y concentrado.
4. Memorizas y repasas las tareas.
5. Apagas el móvil, los videojuegos, la música.
6. Ofreces a Dios el estudio.
111
Anexo: Adviento. Navidad
El Adviento: preparando la venida
Adviento significa venida. Es tan importante la venida de Jesús al mundo, que la preparamos
con el Adviento.
El Adviento es tiempo de esperanza, porque esperamos al Hijo de Dios. También de
conversión, porque preparamos nuestro corazón para que Jesús pueda nacer en él.
Prepararse es fácil: a) Nos vestimos con las obras buenas. b) Ponemos atención a lo que nos
sobra: comodidad, egoísmo, insultos. c) Recibimos la Penitencia y la Eucaristía.
El Niño Jesús era como los demás niños, y al mismo tiempo era Dios.
Sonreía y lloraba, aprendió a caminar y le gustaba jugar con su papá San José. San José era
su padre adoptivo, porque Jesús fue concebido de forma milagrosa, por del Espíritu Santo en
el vientre de la Virgen María.
Jesús creció como nosotros; hablaba con su Padre del Cielo, que le decía que era su Hijo, y le
mostraba poco a poco la misión que debía cumplir.
La Navidad hace presente esta expresión del amor de Dios hacia la humanidad. El Niño Jesús
trae la paz y la ternura, une a las familias; nos reconcilia e invita a compartir nuestros bienes
con los pobres.
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San José recibe a María en su casa
José se entristeció al ver que el vientre de su esposa María crecía y crecía. Se dio cuenta
de que su prometida tendría un niño, y decidió separarse de ella en secreto, pues
aunque estaban casados, todavía no vivían juntos.
Entonces, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: José, hijo de David,
no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu
Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su
pueblo de sus pecados.
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel y acogió a María, su
mujer. Al nacer el Niño Jesús, José fue su papá adoptivo.
José es un hombre bueno y justo. No se rebela cuando Dios cambia sus planes. Nos
enseña a no protestar cuando nuestros padres o profesores nos dicen algo que no nos
gusta.
En cierta ocasión, el Papa Juan Pablo II recibió a 2.000 niños. ¿Cómo os preparáis para la
Navidad?, preguntó el Papa. Con la oración, responden los niños gritando.
Bien, con la oración, dice el Papa, pero también con la Confesión. Tenéis que confesaros para acudir
después a la Comunión. ¿Lo haréis? Lo haremos, contestaron ellos. Y, en voz más baja, Juan Pablo II
decía: El Papa también se confesará para recibir dignamente al Niño Dios.
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Tras hablar con Herodes, los Reyes Magos continuaron su camino. Entonces, la estrella
apareció de nuevo y volvió a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde
estaba el Niño. Entraron en la casa, vieron al Niño con María, su madre, y cayendo de
rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y
mirra (Mateo 2, 10-11). Los Magos volvieron a su tierra por otro camino, sin que Herodes lo
supiera.
Herodes se asustó, pensando que el nuevo Rey le iba a quitar el trono. Y enterado del
lugar donde nacería el Mesías, ordenó matar al Niño Jesús y a todos los menores de
dos años.
Para salvar la vida del Niño, un ángel habló a José en sueños, diciéndole que se
llevara a María y a Jesús a Egipto, porque Herodes buscaba al Niño para matarlo.
José obedeció, y, atravesando el desierto, se instaló en Egipto.
Allí vivieron unos años hasta la muerte de Herodes. Mientras tanto, Jesús crecía como
los niños de su edad, y jugaba con ellos. Un tiempo después, el ángel volvió a decirle
en sueños que podía volver a Israel.
José con María y el Niño Jesús fueron a vivir a Nazaret, un pueblo de Galilea situado en
la zona norte de Israel. Allí creció Jesús en edad y sabiduría, obedeciendo a sus padres.
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RESPUESTAS
Capítulo 1: JESÚS SIEMPRE CUMPLE LA VOLUNTAD DE SU PADRE DIOS.
Capítulo 2: LOS 12 APÓSTOLES: Simón Pedro y Andrés (hermanos), Santiago el Mayor y Juan
(hermanos), Felipe, Bartolomé, Tomás, Mateo, Santiago Alfeo, Judas Tadeo, Simón Cananeo, Judas
Iscariote.
PELEAR/ INSULTAR/ QUITAR.
Capítulo 3: mientras comían, Jesús pronunció Capítulo 4:
la bendición y tomando el pan y el vino dijo: Esto C R E P J U A N
es mi Cuerpo... Esta es mi Sangre... A O O I R T U S
L S O L D A D O
Después dijo: Haced esto es memoria mía.
V I V A O C I L
El día del mandato del amor fraterno se A L T T N O P C
celebra el Jueves Santo, cuando Jesús instituye R I O O A N A R
la Eucaristía, el sacerdocio y da ese mandato de I O S S S I O U
amarnos unos a otros. O A M A T U Y Z
E M A R Í A D I
Ocurrieron en la Última Cena: vino/ cena/ N E G A C I Ó N
Judas/ oración/ Apóstoles/ Lavatorio pies. No V O L A S C A R
ocurrieron: lavatorio manos/ huerto/ María. O L I V O S E J
Capítulo 5:
c María Magdalena, María Cleofás y Salomé / h José de Arimatea y Nicodemo /
Se apareció a mucha gente, dijo que predicasen el Evangelio, que bautizaran, a Pedro le
o
encomienda su Iglesia... / d 40 días.
Capítulo 6: L A V E N I D A
D E L
E S P Í R I T U
S A N T O
C O N F E S I O N A R I O
Capítulo 7:
A L T A R
a Representa un pez. S A C R I
C
S
R
T
I
I
S
A
T O
C A N T O R A L
V I R G E N M A R I A
A M B O N
V I A C R U C I S
A G U A B E N D I T A
P R E S B I T E R I O
115
Capítulo 8:
2. Sacerdote. Obispo. Religiosa. El Papa. Laicos.
Capítulo 12:
a Al Espíritu Santo.
a En la frente
I A C F E O S A P
G O O S Y U V P E
L L N I O L E A N
E O F E B S A D T Capítulo 13:
S H I M I D M R E
Sabían que Dios estaba siempre
I C R I S M A I C a su lado y hablaban con Él.
Generosidad
A R M U P E D N O
S C A L O U R O S Pensaban siempre en los demás
Confianza
y lo compartían todo.
E I C A X T I A T
L M I E B E N R É Cuando iban mal las cosas,
Perdón
confiaban en Dios.
A A Ó B I S A I S
E T N E R F I S O Perdonaban sin guardar rencor. Oración
R E S P Í R I T U
Capítulo 15: 1. Amamos a Dios sobre todas las cosas porque es nuestro Padre, y con
su amor queremos más a los demás / La obligación de guardar sus Mandamientos. Un
pecado contra el primer Mandamiento es, por ejemplo, no ir a Misa porque no me apetece.
Capítulo 17: 2. El Señor alaba al publicano porque se considera pecador, pide perdón y
ayuda al Señor; reza con sencillez y humildad.
Capítulo 20: 2. PREPARAMOS LAS MONICIONES DE LA CELEBRACIÓN: entrada, liturgia de la Palabra. Despedida.
BUSCAMOS UN TEXTO DEL EVANGELIO PARA LEERLO; el hijo pródigo: Lucas 15, 11-31.
BUSCAMOS UNOS PUNTOS PARA EL EXAMEN, que se leen en voz alta.
HACEMOS ANTES LA CEREMONIA DE LA IMPOSICIÓN DE LAS CRUCES.
PREPARAR EL TEXTO DE ACCIÓN DE GRACIAS.
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Capítulo 21:
RITOS INICIALES: Saludo inicial. Gloria. Oración colecta. Acto penitencial.
LITURGIA DE LA PALABRA: Salmo. Segunda lectura. Credo. Oración de los fieles.
Primera lectura. Aleluya. Evangelio.
LITURGIA EUCARÍSTICA: La paz. Ofrendas. Prefacio. Consagración. Padrenuestro. Comunión.
RITO DE CONCLUSIÓN: Despedida. Bendición final.
Capítulo 24: 3.La casa de Dios está en el Cielo y en el Sagrario / Con Dios viven la Virgen María,
los ángeles y los santos / Van al Cielo los que mueren siendo amigos de Jesús / El Purgatorio es
el sufrimiento de quienes mueren en amistad con Dios, pero tienen que ser purificados de sus
pecados antes de participar en la felicidad del Cielo / El Infierno es el sufrimiento de quienes
rechazan el perdón de Dios y nunca estarán con Él / Rezamos a los santos para que intercedan
ante Dios por nosotros.
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