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En torno al realismo
y otros ensayos
Nube Negra
Paradoxa C
En torno al realismo
y otros ensayos
En torno al realismo y otros ensayos
ISBN: 978-987-46651-4-0
Nube Negra
nubenegraediciones@gmail.com
Colección Paradoxa
Dirigida por Alberto Giordano
ISBN: 978-987-46651-4-0
En torno al realismo
y otros ensayos
Nube Negra
Paradoxa
Prólogo
plo, les plantea a las nuevas literaturas de los años noventa —las
de Matilde Sánchez, Daniel Guebel, Sergio Chejfec y Alan Pauls—
“la tarea de recuperar la tensión ética que animó a las narrativas
que están en su genealogía” para transformarla, en las condicio-
nes del presente, “en el sentido del cambio históricamente nece-
sario”. También estructura la operación crítica de Beatriz Sarlo,
cuando “leer en presente” supone confrontar, a lo largo de treinta
años, con el realismo (en tanto mímesis banal) y con el costum-
brismo (en tanto registro plano de la tipicidad) como con un es-
pejo negativo desde el que apreciar, cada vez, resoluciones for-
males que, como las de Chejfec, Fogwill o Roberto Raschella, se
les resisten. Su vigencia —la de la pregunta— puede verificarse en
las columnas escritas entre 2007 y 2012, cuando, después de las
filosas intervenciones contra la documentación etnográfica de
la “novela actual” (la de Alejandro López o Washington Cucurto),
Sarlo vuelve a optar —ahora según un estilo más exploratorio que
confrontativo— por una literatura que, absteniéndose del gusto
exagerado por lo colorido marginal, ensaya, con medios tonos
y a la distancia justa, un realismo de la dislocación (el de Jorge
Consiglio, el de Eduardo Muslip). También, cuando deja registro
de la conmoción que le produce el hallazgo de la inédita solución
formal de Selva Almada: el modo inesperado en que, indiferente
al multiculturalismo propio de la cultura global contemporánea,
El viento que arrasa inventa, conciso y sobrio, un tono nunca an-
tes escuchado en la ficción argentina, y el modo en que, por eso
mismo, en tanto redescubrimiento de las potencialidades de una
literatura regional, se vuelve una auténtica “novela de hoy”.1 Creo
1. Estoy remitiendo a “El lugar de Saer” (incluido en Juan José Saer por Juan José Saer,
Buenos Aires, Editorial Celtia, 1986) y “Genealogía de lo nuevo” (Punto de Vista,
nº 39, diciembre de 1990), de María Teresa Gramuglio. Y a los ensayos de Beatriz
Sarlo reunidos en la sección “Leer en presente” de Escritos sobre literatura argen-
tina (Buenos Aires, Siglo XXI, 2007) y en Ficciones argentinas. 33 ensayos (Buenos
Aires, Mardulce, 2012). Desarrollo estas hipótesis en “Realismos, los posibles de
la crítica” (en Judith Podlubne y Martín Prieto (eds.) María Teresa Gramuglio. La
exigencia crítica, Rosario, Beatriz Viterbo Editora, 2013) y en “Beatriz Sarlo, las
lenguas del presente”, en prensa.
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1. Jacques Rancière, El desacuerdo. Política y filosofía, Buenos Aires, Nueva Visión, 1996.
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2. Pierre Bourdieu, Las reglas del arte. Génesis y estructura del campo literario, Barce-
lona, Anagrama, 1995. Josefina Ludmer, Aquí América Latina. Una especulación,
Buenos Aires, Eterna Cadencia, 2010.
a modo de introducción | 19
4. Las variantes pueden decir, por ejemplo en El reparto de lo sensible, que ese nuevo
poder, que es el de “hacer aparecer el universo de la realidad prosaica como un
inmenso tejido de signos que lleva escrita la historia de una civilización”, es un
programa literario antes que científico (el de Balzac arqueólogo o geólogo), que
esa nueva racionalidad de lo banal, que hace que testimonio y ficción surjan de
un mismo régimen de sentido, “pertenece a la ciencia del escritor antes que a la
del historiador” (otra vez Balzac), o que el salto fuera de la mímesis tiene lugar
en la página novelesca antes que en el paso a la abstracción en pintura, y que,
además, discutiendo ahora con Walter Benjamin y por extensión con Rosalind
Krauss y con el Roland Barthes de La cámara lúcida, esa revolución es pictórica y
literaria antes que fotográfica y cinematográfica, estética antes que técnica.
a modo de introducción | 21
6. Jacques Rancière, El espectador emancipado, op. cit. Lo mismo sucede, por ejemplo,
con la lectura de la “Juno Ludovisi” de las Cartas sobre la educación estética del hombre
de Schiller, en El malestar en la estética (Buenos Aires, Capital intelectual, 2011).
7. Jacques Rancière, El hilo perdido. Ensayos sobre la ficción moderna, Buenos Aires,
Manantial, 2015.
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8. Hal Foster, El retorno de lo real. La vanguardia a finales de siglo, Madrid, Akal, 2001.
a modo de introducción | 25
9. Tamara Kamenszain, La boca del testimonio. Lo que dice la poesía, Buenos Aires,
Norma, 2007.
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10. Para remitirme a nuestro contexto crítico inmediato incluiría en ese conjunto li-
bros como Espectáculos de realidad de Reinaldo Laddaga (Rosario, Beatriz Viterbo
Editora, 2007); La experiencia opaca. Literatura y desencanto de Florencia Garramuño
(Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2009); Más allá del pueblo. Imágenes,
indicios y políticas del cine de Gonzalo Aguilar y en especial su capítulo “¿Quién le
teme a lo real?” (Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2015); Literaturas
reales. Transformaciones del realismo en la narrativa latinoamericana contemporánea
de Luz Horne (Rosario, Beatriz Viterbo Editora, 2011); Por otro lado. Ensayos en el
límite de la literatura de Mónica Bernabé (México, FOEM, 2017); y Restos épicos. La
literatura y el arte en el cambio de época de Mario Cámara (Buenos Aires, Libraria,
2017).
a modo de introducción | 27
12. Roland Barthes, La cámara lúcida. Nota sobre la fotografía, Buenos Aires, Paidós,
1990; y La preparación de la novela, Buenos Aires, Siglo Veintiuno Editores Argen-
tina, 2005. Desarrollo esta hipótesis en el artículo “En torno a la novela barthe-
siana”, incluido en Alberto Giordano (ed.), Roland Barthes. Los fantasmas del crítico,
Rosario, Nube Negra, 2015.
13. Roland Barthes, La preparación de la novela, op. cit.
a modo de introducción | 29
14. En otro sentido, pero dando también por sentado que una salida del realismo tal
como lo conocemos implicaría una reconfiguración de la noción misma de po-
lítica, Gramuglio concluye así su artículo “Política y debates literarios en el um-
bral de los años sesenta”: “Los escritores de hoy registran las transformaciones
contemporáneas de diversas maneras y con diversos procedimientos, y muchas
discusiones actuales giran en torno a las variaciones de realismo que despliegan:
realismo sucio, inseguro, delirante, visionario, etc. Lo que marcaría una diferen-
cia significativa con los momentos anteriores no es solo la conciencia autorre-
flexiva cada vez más aguda de las formas de la representación y la desconfianza
irónica ante las certezas. Es también que en este presente parecen haberse esfu-
mado del horizonte inmediato aquellas expectativas de transformación que en
otros momentos, aun en los más sombríos de los regímenes totalitarios del siglo
XX, lograrían acabar con injusticias y desigualdades que hoy vemos agudizarse
cada vez más. Así, en este mundo nuestro de ‘ilusiones perdidas’, parecería que
las discusiones sobre el realismo, despojadas de sus aristas más políticas, corren
el riesgo de quedar confinadas en el ámbito especializado de los debates profe-
sionales”. María Teresa Gramuglio, “Política y debates literarios en el umbral de
los años sesenta. (A propósito de la reedición de Realismo y realidad en la narrativa
argentina de Juan Carlos Portantiero)”, CELEHIS, año 21, nº 23, 2012.
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4. César Aira, Los misterios de Rosario, Buenos Aires, Emecé, 1994; El congreso de litera-
tura, Caracas, Universidad de los Andes, 1997; Cumpleaños, Barcelona, Mondado-
ri, 2001; Un sueño realizado, Buenos Aires, Alfaguara, 2001. Cada vez que aparece,
la postulación de esta “vocación realista” es inseparable de una advertencia en
cuanto a lo raro, lo bizarro, lo monstruoso de la “composición”. Por ejemplo: “Las
exigencias de la forma me obligan a reunir, abreviar, sintetizar. El collage pro-
duce monstruos, pero en este caso no serán los monstruos de la imaginación
sino los del mundo. No invento nada, aunque sí debo inventar la síntesis. Me
explico: para hacer contiguos tantos hechos, sin modificarlos, no he tenido más
remedio que inventar un argumento aglutinante, y en este punto no he tenido
muy en cuenta el verosímil. Mi compromiso con el registro documental es tan
estricto, tan irrenunciable es mi apego a los hechos en sí, que no puede serlo
también con el esquema que los contiene, pues habría una contradicción” (Los
misterios de Rosario).
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5. Juan José Saer, “Recuerdos”, La mayor, Buenos Aires, Centro Editor de América
Latina, 1982.
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7. Ver Georg Lukács, Significación actual del realismo crítico, México, Ediciones Era,
1963; Ensayos sobre el realismo, Buenos Aires, Ediciones Siglo Veinte, 1965. En En-
sayos sobre el realismo Lukács no habla todavía de realismo “crítico” burgués sino
del “gran realismo” de Balzac y Tolstoi en su unidad orgánica con el humanismo
popular.
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8. Ver Beatriz Sarlo, “Fogwill, la experiencia sensible”, en Punto de Vista, n° 71, di-
ciembre 2001; y Graciela Speranza, “Magias parciales del realismo”, en milpala-
bras, n° 2, verano 2001.
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11. Maurice Blanchot, “El arte de novelar en Balzac”, Falsos pasos, Valencia, Pre-Tex-
tos, 1977.
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12. César Aira, El sueño, Buenos Aires, Emecé, 1998; La villa, Buenos Aires, Emecé,
2002; Las noches de Flores, Barcelona, Mondadori, 2004.
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13. César Aira, Fragmentos de un diario en los Alpes, Rosario, Beatriz Viterbo Editora,
2002.
14. Nora Avaro, “César Aira. Fragmentos de un diario en los Alpes”, en nueve perros,
n° 2/3, diciembre 2002/2003.
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15. Jean Baudrillard, “El éxtasis de la comunicación”, en Hal Foster (ed.), La posmo-
dernidad, Barcelona, Kairós, 1986.
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16. César Aira, “Arlt”, Paradoxa n° 7, Rosario, Beatriz Viterbo Editora, 1993.
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17. César Aira, Varamo, Barcelona, Anagrama, 2002. Su tradición argentina sería el
“realismo visionario” de Arlt que, a través de la “visión”, “provoca una verdade-
ra revolución formal que altera el doble fundamento (perceptivo e intelectual)
del realismo en tanto poética”. Remito aquí concretamente a las hipótesis con
que Analía Capdevila viene formulando una relectura del realismo arltiano. La
idea de base es que la voluntad arltiana de documentar un estado de la socie-
dad en un momento histórico determinado no se traduce en la representación
de esa realidad en términos convencionales sino en un registro que, a través de
la figuración visionaria, dilatando el tiempo hacia atrás y hacia delante, abre el
presente a posibles desarrollos o proyecciones históricas, hacia el orden de lo
todavía no constatable (la invención de lo posible), en imágenes anacrónicas de
realidad. El anacronismo arltiano, dice Capdevila, es lo que pone en hora la no-
vela realista (o al realismo en la novela). Analía Capdevila, “Roberto Arlt: por un
realismo visionario. (La figuración de la violencia política en Los siete locos-Los
Lanzallamas)”, en Actas del Simposio Moderne in den Metropolen: Roberto Arlt und Al-
fred Döblin, Berlín, 2004.
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sentido, tal vez sea una invención pautada en los términos de las
películas clase B más disparatadas, o de “esas películas idiotas
que pasan todo el día por televisión” —así dice un narrador de
Aira en alguna novela— lo que podría desacreditar de entrada la
posibilidad de pensar que en estas narraciones haya una experi-
mentación con el realismo.21 O tal vez, más simplemente y como
lo dijimos al comienzo de este párrafo, sea la predominante tra-
dición crítica local que asocia fuertemente realismo y voluntad
cognoscitiva (crítica, desde luego, del presente) el ángulo de lec-
tura desde el cual resultaría por lo menos problemático conside-
rar, inclusive como transformación o distancia del realismo más
banal e ingenuo, unas novelas que, como La villa y Las noches de
22. Beatriz Sarlo, “Sueño de la razón argentina”, en Punto de Vista, n° 49, agosto de
1994. Graciela Speranza, “Magias parciales del realismo”, en milpalabras, n° 2, ve-
rano 2001. Fogwill, La experiencia sensible, Barcelona, Mondadori, 2001.
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23. Dicho sea de paso, no vendría mal precisar aquí que Lukács no anatemiza la des-
cripción como método en sí mismo sino allí donde funciona como el principio
fundamental de la composición y queda desgajada del movimiento épico.
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24. Horacio González, “Horror y azar”, en El ojo mocho, n° 16, verano 2001-2002.
25. No quiero ser injusta con la lectura de Graciela Speranza. El artículo en el que
ensaya estas hipótesis sobre La experiencia sensible se cierra con una lectura ex-
celente, y por cierto muy potente, del modo en que este “nuevo realismo” trans-
forma la tradición anti-realista en Argentina: para entender la vindicación
realista del último Fogwill, dice Speranza, es preciso reconstruir la genealogía
alternativa que desde los años sesenta se aparta del canon anti-realista que Bor-
ges impuso en los cuarenta y abre un desvío. Pero el desvío no sería solo el de
Fogwill; así cierra Speranza su ensayo: “La contracultura de los 60, es evidente,
ha desquiciado ya el pudoroso idealismo borgeano y abre la ficción a una nueva
exploración de lo real, ajena a los cautos ejercicios defensivos de los 80 y los 90.
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4. Georg Lukács, Ensayos sobre el realismo, Buenos Aires, Ediciones Siglo Veinte, 1965.
5. De hecho, en las Jornadas, la formulación de Kohan contó con un acuerdo si no
unánime sí lo suficientemente amplio como para considerarlo representativo de
una zona de lo que podríamos llamar un estado actual de la cuestión.
6. Georg Lukács, Significación actual del realismo crítico, México, Ediciones Era, 1963.
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7. Por ejemplo, para Graciela Speranza, la “ambición realista clásica” es, con Engels,
la de “reflejar la realidad objetiva plasmando caracteres típicos en circunstan-
cias típicas”, los “fundamentos del realismo moderno” se definen certeramente
en Auerbach (tratamiento serio de la realidad, inclusión de personas y sucesos
anodinos en el fluir de la historia), pero a la vez su ideal estaría sintetizado en
“Narrar y describir” de Lukács (Graciela Speranza, “Magias parciales del realis-
mo”, en milpalabras, n° 2, verano 2001).
8. Gustavo Ferreyra, Vértice, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 2004.
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donde no los hay, y no digamos por lo tanto que hay una vuelta
al realismo cuando realismo hubo siempre en la literatura argen-
tina, como bien lo demuestran sus actuales expresiones. En este
sentido yo diría: puedo compartir la premisa de Kohan (no bus-
quemos realismo donde no lo hay), pero no su silogismo. Tex-
tos de un convencionalismo hoy ya insostenible y hasta insólito,
como por ejemplo el de esta novela de Olguín, no podrían, justa-
mente en función del rigor teórico lukácsiano, entrar siquiera en
consideración.
Entiendo, de este modo, que la melancólica comprobación de
Miguel Dalmaroni en aquel artículo (no hay en la literatura ar-
gentina una tradición realista: nostalgia inútil de Stendhal, de
Balzac, de Zola, de Dickens o de Melville), melancólica compro-
bación que inmediatamente tendemos a compartir, solo tiene
sentido si partimos del presupuesto de que para hablar de rea-
lismo en Argentina tendríamos que tener obras equivalentes, o
similares en su forma, a las de Balzac, Zola, Dickens (tener, di-
gamos, nuestro John Irving). Y si concluimos, por lo tanto, que
11. Miguel Dalmaroni, “El imperativo realista y sus destiempos”, op. cit.
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17. Graciela Speranza, “Magias parciales del realismo” y “Por un realismo idiota”,
op. cit.
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Mayo 2006
1. Este trabajo se escribió para participar, junto con Josefina Ludmer, Claudia Gil-
man y Martín Prieto, de la Mesa “Intervenciones de la Crítica”, en el Tercer Argen-
tino de Literatura, realizado en la Universidad Nacional del Litoral del 14 al 16 de
agosto de 2007, y se publicó más tarde en Alberto Giordano (ed.), Cuadernos del
Seminario 1. Los límites de la literatura, Rosario, Centro de Estudios de Literatura
Argentina, UNR, 2010.
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4. Alejandro López, kerés coger? = guan tu fak, Buenos Aires, Interzona, 2005.
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7. Tamara Kamenszain, La boca del testimonio. Lo que dice la poesía, Buenos Aires,
Norma, 2007.
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8. Marc Augé, El viaje imposible. El turismo y sus imágenes, Barcelona, Gedisa, 1997.
9. Clifford Geertz, El antropólogo como autor, Buenos Aires, Paidós, 1991.
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10. En este artículo, Sarlo cita a Hannah Arendt: “Muchos grandes escritores del
pasado sobrevivieron a siglos de olvido, pero aún no tenemos respuesta a la
pregunta sobre si podrán sobrevivir a una hipotética versión entretenida de lo
que dijeron”. Y dice después: “Toda la industria cultural está en cuestión en esta
frase: Hamlet (sigue Arendt) no puede ser tan entretenido como una comedia
musical. La primera palabra que me viene a la cabeza es elitismo, no quisiera
merecer el adjetivo”. Para Sarlo, Pauls “logra hacer exactamente lo contrario que
quienes querían adaptar con amenidad a Hamlet. Escribe un relato tragicómico,
carente de función: inconsumible”. Beatriz Sarlo, “Un relato inconsumible”, Es-
critos sobre literatura argentina, Buenos Aires, Siglo XXI, 2007.
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11. El artículo de Sarlo de 2005, “¿Pornografía o fashion?”, cierra con tres citas de
tres novelas en las que la narración del sexo se sustrae al lugar común, a la moda,
y produce, por lo tanto, el shock propio de la distancia estética: Vivir afuera de
Fogwill, Las noches de Flores de Aira y Glosa de Juan José Saer. Por supuesto, resul-
ta muy interesante que después de veinte años de no haber sido leído en Punto
de Vista, Aira vuelva a la revista y nada menos que para ser convocado, claramen-
te, como parámetro de valor estético, nada menos que del lado de Saer. Pero en
el artículo de 2006, el movimiento es, ligeramente, otro: Aira sigue estando del
lado bueno, con Fogwill, pero el repliegue en la valoración de Sarlo, implícito en
la atribución de “amenidad”, es por lo menos sugerente. Todos estos artículos
están incluidos en Beatriz Sarlo, Escritos sobre literatura argentina, Buenos Aires,
Siglo XXI, 2007.
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14. Bajo el seudónimo Bruno Morales, la novela Bolivia construcciones, del periodis-
ta Sergio Di Nucci, ganó el Premio 2006 La Nación-Sudamericana. A pedido
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Estos escritores toman los modelos para las figuras que des-
criben menos de la larga tradición de las letras que de otra
más breve, la de las artes contemporáneas, tanto que es po-
sible preguntarse si no obedecen secreta o abiertamente a
una fórmula que podría cifrarse, si se quisiera efectuar una
discreta variación sobre cierta expresión de Walter Pater (“all
art aspires to the condition of music”), de esta manera: toda litera-
tura aspira a la condición del arte contemporáneo. Toda literatura,
en todo caso, que sea fiel a la tradición de la cultura moderna
de las letras en lo que en ella había de más ambicioso, pero
que al mismo tiempo reconozca que el escritor que se encuen-
tra en la descendencia de un Borges, un Lezama Lima, una
Lispector, opera ahora en una ecología cultural y social muy
modificada.
15. Georges Didi-Huberman, Ante el tiempo. Historia del arte y anacronismo de las imáge-
nes, Buenos Aires, Adriana Hidalgo Editora, 2006.
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17. Ariel Schettini, “Escribir en la precariedad fugaz del presente”, en Bazar Americano,
diciembre 2006 - enero, febrero, marzo 2007, www.bazaramericano.com.
18. La joven guardia, edición, selección y prólogo Maximiliano Tomas, Buenos Aires,
Norma, 2005.
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20. Beatriz Sarlo, Tiempo presente, Buenos Aires, Siglo XXI, 2001.
ii. Economías
Economías literarias
en algunas ficciones argentinas del 2000
(Casas, Incardona, Cucurto)
6. Ver Ricardo Zelarayán, La piel de caballo, Buenos Aires, Editorial Puntosur, 1986.
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7. Jacques Rancière, Breves viajes al país del pueblo, Buenos Aires, Nueva Visión, 1991.
8. Juan Diego Incardona, Villa Celina, Buenos Aires, Editorial Norma, 2008.
economías literarias | 107
asoma detrás del antiguo edificio del colegio y mira “el barrio hu-
milde que crecía en el fondo del Mercado Central”, pero también
las de la fiesta y la alegría familiar, cuando reabre una puerta de
patio en el vecindario. El reencuentro con esas imágenes-posta-
les, en las que, “a pesar de los prolijos epitafios que escrib[e] con
tanto esmero”, puede percibir el signo de una “vida” persistente,
hace “llorar” al poeta-artesano que vuelve a Villa Celina. Y podría
decirse que ese llanto es, en verdad, el signo de una poética de
formas simples, despojadas, tiernas tal vez, que Incardona elige
para religarse con esos “sentimientos no perecederos” que re-
aparecen, tan conservados como impenetrables, en un párrafo
titulado “Conurbano. Modos de representación de la periferia”,
con la “emoción” de la madre maestra que lee sus cuentos y se
sorprende de que se “hubiera fijado en todas esas cosas”, y con
la “sencillez” del padre tornero que refrenda el valor de esos re-
latos porque, “sin extremismos” (¿simplemente?), “cuenta[n] lo
que pasa en la realidad”. El término “sentimental”, entonces,
probablemente no haga justicia a una poética de la emoción, de
la sencillez y de la vitalidad social —por lo demás, objeto en su
momento de una unánime recepción entusiasta—; solo quiere
aludir aquí a la pregnancia de una religación colectiva que se tra-
duce a veces en cuadros de aires costumbristas, cuya pátina de
anacronismo puede tener su razón en la economía que la subya-
ce (volveré sobre esto).
10. Washington Cucurto, Cosa de negros, Buenos Aires, Interzona Editora, 2003; Las
aventuras del Sr. Maíz. El héroe atrapado entre dos mundos, Buenos Aires, Interzo-
na, 2005; El curandero del amor, Buenos Aires, Emecé, 2006; 1810. La Revolución de
Mayo vivida por los negros, Buenos Aires, Emecé, 2008.
11. Este desenfreno atolondrado, que el Zelarayán celinesco de La piel de caballo
acelera con la sintaxis del grito, es lo que pone en marcha Cucurto en “Noches
vacías” cuando advierte de entrada “Soy lento pero a mi modo acelero”, y sobre
todo cuando se precipita, con velocidad de fuga, en la persecución final que em-
puja al relato hacia la desintegración del cuerpo, del grito y de la voz. (Remito a
mi artículo “Exabrupto y evocación sentimental. Sobre La piel de caballo de Ricar-
do Zelarayán”, Espacios, nº 22, 1997). La resonancia de La piel de caballo en el tra-
mo final de “Noches vacías” es notable, solo que, si en Zelarayán, como muy bien
lo observó Nancy Fernández, todavía hay una textualidad afín con sus contem-
poráneos, Cucurto hace del espacio, del tiempo y del sujeto los mejores pretex-
tos para la farsa y el simulacro (Ver Nancy Fernández, “Cucurto y Zelarayán”, en
el interpretador, n° 29, 2006, www.elinterpretador.com): no solo el rito de la fiesta
bailantera se extrema y llega al paroxismo del derroche seminal, al exceso de
“cumbia, pinga y Condorina” (Fernández), sino que una ficción autobiográfica
se crea en el pasaje de la primera persona de “Noches vacías” a la tercera persona
que, en “Cosa de negros”, exaspera el vínculo paradójico entre el seudónimo y
su “verdad”. He aquí, entonces, el primer movimiento de una transfiguración
continua: si “Cosa de negros” recomienza con tópico zelarayiano (el provinciano
economías literarias | 111
15. Hal Foster, El retorno de lo real. La vanguardia a finales de siglo, Madrid, Ediciones
Akal, 2001.
economías literarias | 117
16. Ver George Steiner, “Después del libro, ¿qué?”, Sobre la dificultad y otros ensayos,
México, Fondo de Cultura Económica, 1978; Sandra Contreras, “Superproduc-
ción y devaluación en la literatura argentina reciente”, en Álvaro Fernández
Bravo, Luis Cárcamo-Huechante y Alejandra Laera (eds.), El valor de la cultura,
Rosario, Beatriz Viterbo Editora, 2007.
118 | sandra contreras
Del otro lado de esta hiperactividad para nada, está el ocio de Fa-
bián Casas. Si la experiencia zen que lo convierte en veterano del
pánico define el punto de vista poético que funda la subjetividad
desde la que se narra Los lemmings, esa subjetividad es la misma
que, “fijada en la dorada veintena de la juventud”, se sitúa —pa-
reciera que perpetuamente en el mundo de Casas, casi como una
segunda naturaleza del poeta— en el título de su primer libro de
relatos, Ocio: “Yo estoy, desde hace meses, hundido en el ocio.
Como, cago, duermo; soy una biología que no tiene rumbo”.17
Pero además ese ocio tiene su traducción formal. El ocio —el
reposo total, la postración, la simulación de actividad (el prota-
gonista simula ante el padre que trabaja, o que busca trabajo)—
se traduce en deflación inventiva: “Atenti —dice el narrador de
“Veteranos del pánico”—. Yo no tengo imaginación. Escribí unos
poemas y una novelita bonsái sobre situaciones y gente que co-
nozco”. Una limitación inventiva a la que el poeta narrador se
atiene una y otra vez:
17. Fabián Casas, Ocio, seguido de Veteranos del pánico, Buenos Aires, Santiago Arcos
Editor, 2006.
economías literarias | 119
18. Richard Sennet, La cultura del nuevo capitalismo, Barcelona, Anagrama, 2006.
economías literarias | 121
1. Este ensayo fue escrito para integrar el Dossier “Juan José Saer”, coordinado por
Miguel Dalmaroni y publicado en el Boletín/16 del Centro de Estudios de Teoría y
Crítica Literaria, diciembre 2011.
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2. “La grande —dice Gamerro en una de las reseñas del momento— seguiría es-
tando inconclusa aunque Saer hubiera escrito el capítulo final, y este capítulo
faltante permite que su incompletud pase del plano contingente al mítico: esa
única oración del lunes es el final que La grande pedía, así como para El castillo de
Kafka el único final posible es la falta de final”. Y más aún: “Puede que La grande
cierre alguna historia pero son muchas más las que abre. Dicho de otra manera,
La grande es la última novela de Saer, pero no su novela final”. (Carlos Gamerro,
“Una semana en la vida”, en suplemento Radar libros, Página /12, 27 de noviembre
de 2005).
3. Juan José Becerra, “Biografía de una tormenta”, en Paulo Ricci (comp.), Zona de
prólogos, Buenos Aires, Seix Barral, 2011.
saer en dos tiempos | 125
4. Juan José Saer, “La novela”, El concepto de ficción, Buenos Aires, Ariel, 1997.
5. Ver Beatriz Sarlo, “El tiempo inagotable”, en suplemento Cultura, La Nación, Bue-
nos Aires, 2 de octubre de 2005.
6. Alberto Díaz, “Algunas precisiones sobre esta edición”, en Juan José Saer, La
grande, Buenos Aires, Seix Barral, 2005.
126 | sandra contreras
7. Jorge Monteleone, “Lo póstumo: Juan José Saer y La grande”, en Ínsula, 711 (nú-
mero dedicado a las letras argentinas), v. LXI, nº 711, Madrid, marzo 2006.
saer en dos tiempos | 127
10. Miguel Dalmaroni, “La vuelta incompleta (una pintura)”, en Bazar Americano,
diciembre 2005 - marzo 2006, www.bazaramericano.com
saer en dos tiempos | 129
11. Roberto Bolaño, 2666, Barcelona, Editorial Anagrama, 2004. Mario Levrero, La
novela luminosa, Montevideo, Alfaguara, 2005.
130 | sandra contreras
12. Juan José Saer, “La novela”, El concepto de ficción, op. cit.
13. Véanse, por ejemplo, las notas aparecidas con motivo del premio que la National
Book Critics Circle (el “premio de la crítica” en Estados Unidos) le da en 2009 a
Natasha Wimmer por su traducción de la novela al inglés, para el mercado an-
glosajón (en la editorial Farrar, Straus and Giroux).
132 | sandra contreras
14. Juan José Becerra, “Biografía de una tormenta”, op. cit. El subrayado es mío.
saer en dos tiempos | 133
tre las palabras y las cosas”. Y además: “sabiendo que la realidad y sus detalles
son a la vez atroces y banales, [esa prosa] parece decir ‘qué más da’ entonces si
entregamos sin alarmas el arte al registro casi realista de su lado más colorido”.
18. Decía Saer en “La novela”, op. cit.: “El cuarto problema [que tiene el género] es
[el de su] estatuto de mercancía. Es evidente que, en la edición de una novela (e
incluso en su redacción), consideraciones de formato, de volumen, de precio de
venta, de expectativa de mercado y, naturalmente, de género, tienen una impor-
tancia mayor que los imperativos internos de la invención artística. Desde un
punto de vista industrial, el género, por ejemplo, denota el carácter de producto,
y le asegura de antemano al lector, es decir al comprador, que ciertas convencio-
nes de legibilidad y de representación serán respetadas (...) Es justamente tra-
tando de arrancar la novela de todas estar determinaciones extraartísticas que
el novelista puede, todavía, darle sentido a su actividad. Puede decirse que, en
cierto sentido, el único modo posible para el novelista de rescatar la novela con-
siste en abstenerse de escribirlas”. Recuerdo que parte del entusiasmo de mi pri-
mera lectura de La grande se debía al interés que me despertaba conocer los por-
menores de la historia de Gutiérrez y Leonor, también la de Nula y Lucía, esto
es, vulgarmente hablando, saber cómo irían a terminar esas historias de amor.
Advierto entonces, ahora, que además de saltear el núcleo duro de la diatriba
saer en dos tiempos | 135
Pero más allá de esta franca oposición en torno de una idea como
la de “gran obra” (en torno de la literatura y su grandeza), lo inte-
resante es que si le creemos a Levrero cuando dice, además, que
todo su libro es un fracaso (véase el Prefacio de La novela lumi-
nosa), es porque lo que insiste, transfigurando y desequilibran-
do de un modo radical la relación con el mercado, pero también
señalando el camino de una huida real de la literatura hacia su
afuera, es el imperativo (complicado, enfermizo, angustiante)
del ocio. Las líneas que preceden al fastidio de la página 74 son
las siguientes:
20. Alberto Díaz, “Algunas precisiones sobre esta edición”, op. cit.
saer en dos tiempos | 139
21. Para una lectura luminosa de La mayor como amplitud y heterogeneidad de ex-
perimentaciones, léase “Los aros de acero de la sortija” de Miguel Dalmaroni, en
Paulo Ricci (comp.), Zona de prólogos, op. cit.
22. Alberto Giordano, “Saer como problema”, en ídem.
140 | sandra contreras
Diciembre 2011
23. Miguel Dalmaroni, “Cinco razones sobre Saer”, Boletín/16 del Centro de Estudios
de Teoría y Crítica Literaria, UNR, diciembre 2011.
iii. Representaciones
Apuntes sobre la distancia,
o cómo mirar a los otros actuar
7. Luc Boltanski y Ève Chiapello, El nuevo espíritu del capitalismo, Madrid, Akal, 2002.
8. Ver Ana Amado, “Arte participativo. El trabajo como (auto) representación”,
op. cit.
150 | sandra contreras
Marzo 2014
1. Vitalismo
La convicción primera de que, por ser una materia en la que
técnicamente quedan impresas sus huellas (el “cine orgánico”
como una “materia compuesta de tejido vivo”), el cine es la for-
ma de “conservar” la “vida más sublime”, no es otra, claro está,
que la del realismo ontológico baziniano (aunque la preferencia
por el término “conservar” sobre “registrar” y la atribución a esa
vida de una cualidad de “sublime” indican ya la idiosincrasia de
la poética de Campusano).4 Del mismo modo, el recurso a loca-
ciones reales pero sobre todo a una gran mayoría de actores no
profesionales, eventualmente a algún que otro semi-profesional
o poco conocido, para mejor testimoniar esa vida, se entronca,
desde luego, en la gran tradición del neorrealismo (sobre todo en
la negación del principio de la star y en la utilización indiferen-
te de profesionales y actores eventuales) al mismo tiempo que
participa de esa masiva apertura actual de la imagen cinema-
tográfica a la vida que, desde Pizza, birra, faso (Adrián Caetano,
1998), Mundo grúa (Pablo Trapero, 1999), Bonanza (Ulises Rosell,
2001) o La libertad (Lisandro Alonso, 2001), es uno de los signos
10. Pier Paolo Pasolini, Empirismo herético, Córdoba, Editorial Brujas, 2005. En gene-
ral, los artículos del volumen a los que remito son: “Observaciones sobre el plano
secuencia”, “Ser, ¿es natural?”, “El miedo al naturalismo”, “Los signos vivientes y
los poetas muertos”.
164 | sandra contreras
11. Jean-Louis Comolli, “El realismo como utopía”, La madriguera (4), 1998.
12. Ver la entrevista realizada por Roger Koza, para el programa El Cinematógrafo,
Córdoba 2010: https://www.youtube.com/watch?v=g3fCmxIOjtM.
13. Patricio Fontana ha precisado muy bien que las actuaciones supuestamente fa-
llidas, poco creíbles, duras, antinaturalistas, a las que se les reprocha el restar-
le verdad a las imágenes, son el “testimonio no de una incapacidad de Campu-
sano para elegir o dirigir a sus actores sino, por el contrario, de la opción por
el artificio y por cierta incomodidad en la recepción de un cine, por lo demás,
virtuosamente realista”. “Hay que aprender a escuchar el cine de Campusano”,
dice Fontana; “aprender a escuchar esa deliberada apuesta por unas actuaciones
definidas por una cadencia tonal muy diferente de aquella a la que el cine más
relato y comunidad | 165
adocenado nos tiene acostumbrados”. Patricio Fontana, “Las reglas del juego. So-
bre Placer y martirio de José Celestino Campusano”, en Informe escaleno, abril 2015.
Disponible en http://www.informeescaleno.com.ar/index.php?s=articulos&id=309.
14. Dice Campusano en la entrevista realizada por Mercedes Halfon, a propósi-
to de la presentación de El Perro Molina: “Quería que hubiera una construcción
coral, con la mayor cantidad de elementos reales posibles. Si la persona habita
en el ámbito y ha presenciado algunas anécdotas, eso no tiene que morir, tie-
ne que ser el cordón umbilical con la cámara. Porque si muere eso, muere mu-
cho”. Mercedes Halfon, “Luchando por el metal”, en Radar, Página/12, 21 de di-
ciembre de 2014, disponible en https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/
radar/9-10257-2014-12-21.html.
15. Marcos Vieytes, “Bien debute” (sobre Fango, 2012), en Hacerselacrítica. Escritura
crítica de cine, disponible en http://www.hacerselacritica.com/bien-debute-por-marcos-
vieytes/.
166 | sandra contreras
orden, de otro tiempo tal vez. Se dirá, desde luego, que no hay
por qué creerle a Campusano todo lo que dice, y que no obstante
su declamado “antiimperialismo” es indudable su destreza en el
manejo de los géneros (Vil Romance, un melodrama marginal y
gay; Vikingo, un western motoquero). Pero su convicción de que el
fluir de sus historias provienen no de los formatos del cine y mu-
cho menos de Hollywood sino de una práctica tan antigua como
la literatura misma (“de los juglares, incluso de mucho antes, de
los fogones del Paleolítico”) señala una verdad de la pulsión de su
relato.16
2. Comunidad
Será por esto también que Campusano narra como conociendo
el significado antiguo de las palabras. Me refiero a la idea de co-
munidad, en la que se articula una forma de trabajo cooperati-
va (el principio básico de Cinebruto es integrar a la comunidad
en contenidos, interpretación, producción ejecutiva y difusión)
pero que informa, a su vez, y esto es lo que me interesa aquí, la
lógica y la ética del relato. Pienso, particularmente, en la trilogía
integrada por Vil Romance (2008), Vikingo (2009) y Fango (2012),
los tres primeros largos en los que, como abrevando en la deri-
va etimológica que reconstruye Roberto Espósito, la circulación
de la violencia por los barrios pobres del conurbano bonaerense
contemporáneo se cuenta al modo de unas historias de dones y
de deudas en las que se pone en acto la experiencia ambivalente,
y trágica, de una comunidad.17
Pero si recorto estos films es porque en ellos tres la ley de la
comunidad (la de la circulación del munus a través de la palabra
oral) se afirma independientemente de toda confrontación con
el afuera. Esto es, como si no necesitara, para constituirse, reco-
19. Me gusta observar que en las películas de Campusano los personajes hablan
todo el tiempo y saben muy bien lo que quieren decir. No quiero decir con esto
que sean verborrágicos (en otro sentido, sus palabras son siempre justas y preci-
sas, y la mayor parte del tiempo es un conjunto de pautas entre colectivas e indi-
viduales el que sostiene sus líneas de intervención) sino que así como la sintaxis
del relato está en la réplica, el personaje es lo que dice, en una articulación entre
cuerpo y palabra que es definitiva.
170 | sandra contreras
20. De aquí, entre paréntesis, y tal como lo postula su primer largo, la centralidad
de la casa, más que de la calle como espacio de deambulación en los dramas de
Campusano. Vil Romance se abre y se cierra con planos de la mirada de Roberto
desde la cama al techo, como índice de su vínculo con la posibilidad, incierta o
próxima, de un lugar para vivir. Y ese modo de enmarcar el film —subrayado
por la escena inicial en la que desde afuera y a través de la ventana, observa la
fiesta que su madre y su hermana organizan en la casa familiar en la que ya no
vive— muestra bien que, subyaciendo a la historia cruel y violenta de su relación
homoafectiva, el protagonista es también —tal vez ante todo—, un joven sin do-
micilio propio. La toma de posesión de la casa de Raúl que progresivamente va
reconociendo como “suya” es, sin dudas, uno de los finales del drama. También
en el mediometraje Verano del ángel (2004) la tragedia gira en torno de la ocupa-
ción de la casa familiar.
21. Dice Fontana: el objetivo del protagonista de armar un grupo que fusione rock
y tango “podría leerse como una reflexión del director sobre los materiales he-
teróclitos que constituyen su cine y sobre las dificultades que esa búsqueda es-
tética acarrea”. Patricio Fontana, “José Celestino Campusano: el narrador”, en
Informe escaleno, abril 2014, disponible en http://www.informeescaleno.com.ar/index.
php?s=articulos&id=135.
172 | sandra contreras
3. Lazos
Ahora bien, como ya ha sido observado, no hay, en absoluto,
una mirada conmiserativa en el primer cine de Campusano.
Participa así, sin dudas, de la opción estética y política del nue-
vo cine argentino que, como lo precisó Gonzalo Aguilar, abun-
da en héroes lúmpenes o menesterosos al mismo tiempo que,
apartándose del populismo anterior, quiebra irremisiblemente
toda compasión en el vínculo. Los personajes de Mundo grúa,
Bolivia, Bonanza, Pizza, birra, faso, dice Aguilar, “no piden nues-
tra piedad y son más bien indiferentes a ella: forman su pro-
pio mundo y no necesitan de ninguna redención exterior”.24 Lo
23. Me estoy remitiendo aquí a las hipótesis de Juan Pablo Dabove sobre la melan-
colía de los orilleros borgianos. Juan Pablo Dabove, “Sobre algunas ficciones de
violencia en la obra de J. L. Borges: bandidaje, melancolía, ley”, en Variaciones
Borges 22/2, nov., 2006.
24. Gonzalo Aguilar, “Renuncia y libertad. Sobre una película de Lisandro Alonso”,
en milpalabras, n° 2, verano 2001.
174 | sandra contreras
26. Ver Gonzalo Aguilar, “Imágenes de la villa miseria en el cine argentino”, en Más
allá del pueblo. Imágenes, indicios y políticas del cine, op. cit.
relato y comunidad | 177
27. Jorge Luis Borges, “Prólogo”, selección y edición de El Matrero, en Prólogos con un
prólogo de prólogos, Obras Completas 4, Buenos Aires, Emecé, 1999.
28. El relato de Legión. Tribus urbanas motorizadas, el documental sobre los motoci-
clistas que estrenó en 2006, va de las entrevistas a miembros de las agrupacio-
nes más organizadas, en la primera parte, a la palabra de Vikingo, representante
máximo del rechazo a toda sujeción, en el final. Esa parábola narrativa termi-
na por iluminar precisamente eso que es Rubén Beltrán (alias el Vikingo) en el
documental y también en la película que lo tiene como protagonista: la indivi-
dualidad anarquista que Vikingo, que no tiene agrupación, ni teléfono, ni sabe
cuántos kilómetros recorrió, encarna a ultranza.
29. ¿Será preciso preguntar también cuál es el tiempo del cine de Campusano?
178 | sandra contreras
30. Josefina Ludmer, El género gauchesco. Un tratado sobre la patria, Buenos Aires, Sud-
americana, 1988.
iv. Pulsiones documentales
César Aira, realismo y documentación
1. Este trabajo corresponde, con algunas adaptaciones para esta edición, al ter-
cer apartado de la conferencia “César Aira: vueltas sobre el realismo”, leída en
la apertura del Coloquio Internacional: “César Aira. Un episodio en la literatura
argentina de fin de siglo”, París, 14 y 15 de mayo 2004, y publicada luego en César
Aira, une révolution. Revista Tigre / Hors Série, Université Stendhal-Grénoble 3 /
Université Paris 8, 2005.
2. César Aira, Alejandra Pizarnik, Rosario, Beatriz Viterbo Editora, 1998; “Particulari-
dades absolutas”, en nueve perros, año 1, nº 1, 2001; Las tres fechas, Rosario, Beatriz
Viterbo Editora, 2001.
182 | sandra contreras
ción, en tanto registro del proceso artístico, es, dice Aira, la más
fecunda invención del surrealismo: nada menos que el método
que les aseguraba el enlace vida-poesía. En la medida en que, una
vez hecha, la obra deja de ser arte y se convierte en huella muerta,
la documentación funcionó como un registro —podríamos decir:
un método de asegurar la supervivencia— del proceso mismo de
la creación que dura mientras la obra se hace. Solo que, advierte
Aira, “hay que tener algo que documentar” y es allí donde “el mé-
todo literario fuerza la producción de hechos a documentar. Los
surrealistas fabricaban estos hechos, o los buscaban, en los térmi-
nos del azar objetivo, que hacía vida y poesía al mismo tiempo”. Y
es en esta reversión del método sobre la vida real donde entra a
jugar la noción de experiencia con la que el ensayista de Las tres fe-
chas articula sus lecturas de la Vida y Obra de Denton Welch, Paul
Léautaud, J. R. Ackerley, E. M. Forster, Julien Green. De modo tal
que lo que en los surrealistas cumple la función de hecho a docu-
mentar —el proceso de la creación— en la poética de Aira lo cum-
ple la experiencia. La experiencia, dice Aira en Las tres fechas, y es
la premisa de todo el libro, “es la materia prima del discurso, no
solo como contenido sino como valor, es decir como lo que hace
que valga la pena hablar. Y lo que justifica la existencia de un li-
bro es la conservación de ese discurso”. La idea, que Aira persigue
en muchos de sus libros (casi se diría que es el leit-motiv, el gran
tema, de los libros escritos en la primera persona que ficcionaliza
“el escritor César Aira”: la falta de experiencia, la falta de aventu-
ra en la vida, no haber vivido, empezar a vivir) está teorizada en
“Particularidades absolutas” y alude no, por supuesto, a la mera
recopilación de hechos, sino a un “umbral de sistematización”,
a una forma de organización del complejo de percepciones y de
afectos a partir del cual ese material se vuelve experiencia con la
cual escribir. En este sentido, en tanto la experiencia es ya una
disposición artística —y es, ya, entonces, estilo: estilo de vida—,
en tanto es ya una escritura —una escritura en la vida, no una es-
critura de la vida—, el hilo conductor de Las tres fechas dice que
estos autores, que no escribieron sino sobre “lo que les pasó”, los
césar aira, realismo y documentación | 183
4. Desarrollé esta idea en la introducción de Las vueltas de César Aira, Rosario, Bea-
triz Viterbo Editora, 2002.
césar aira, realismo y documentación | 185
Muy bien. Hay que hacerlo, no queda más remedio. ¡Pero que
lo haga otro! Uno termina comprendiendo que prefiere leer a
escribir. Que lo haga otro, y que lo haga antes, es decir que lo
haya hecho. Tomados como ready-mades son más aceptables.
Una vez escritos, los rasgos circunstanciales toman un aire de
necesarios, casi como en la realidad. Pero en el momento de
inventarlos es tan pueril, tan poco serio… de solo pensarlo, me
invade un desaliento invencible. (Cumpleaños)
7. Digo “otra vez” en el sentido de que, formulada ahora de este modo, la premisa
sería una versión de la fórmula (“a mayor realismo, mayor expresión de la for-
ma, mayor expresionismo; a mayor realismo, menor verosimilitud”) con la que
identificamos, en los relatos de Aira, la postulación de un método que aspira a
“incorporar fragmentos de realidad” y cuyo resultado es la contracción y la de-
formación del relato. Véase en este libro “En torno al realismo”, p. 33.
188 | sandra contreras
Pero no quiero contarlo. ¿Para qué contar las cosas que pa-
saron? Si pasaron, fue porque pasaron, y ya está todo dicho.
Para contar algo y que se entienda hay que entrar en detalles,
en todos los detalles, uno por uno, y no hay cosa tan engo-
rrosa (…) En todo caso, si es necesario, y solo si lo es, hay que
“decir”. Nunca “contar”. Decirlo, o anotarlo, como ayuda-me-
moria: pero con el mínimo, con una palabra nada más: una
taquigrafía, en lo posible con símbolos personales para que
nadie sienta la tentación de curiosear, sobre todo si se trata
de hechos tan personales como los míos.
Mayo 2004
Sergio Chejfec, iluminaciones profanas
Con todo, el tercer relato, del que procede el título del volu-
men, revelaba que el modo linterna se estaba refiriendo a la luz
—“minuciosa y abstracta”, piensa su portador— con que el ce-
lular del teólogo ilumina una placa entre las semisombras del
segundo subsuelo del Crematorium, para que el narrador pueda
tomar la foto del lugar último y duradero de Saer, documentar la
visita y cerrar así el círculo de su devoción por el escritor (el re-
lato es “Visita al cementario” y los tres personajes son el teólogo,
el ensayista y el narrador, alter ego de Chejfec). No se trataba en-
tonces del misterio de las dos luces —aunque el hecho de que los
juegos infantiles en el cementerio, con su exploración de criptas
sombrías y posterior ascenso a la superficie, fueran la ocasión
para que la imagen de un pintor entre columnas semiderruidas y
cúmulos de hojas caídas le sugiriera vagamente a Magritte la idea
de la pintura como un elemento cargado de poder de revelación,
todavía me hace dudar de desechar tan ligeramente la intuición
de aquella empatía. No se trataba entonces, decía, del misterio
del imperio de las luces sino, quizás de un modo más simple y
también más prosaico, del bonus track de la tecnología que salvaba
la visita de naufragar, dramáticamente, diría el narrador, en el
peor de los fracasos: la imposibilidad de proceder a la documen-
tación. En este sentido, y como efecto de una serie de desplaza-
mientos sucesivos (la linterna, de por sí un sustituto de la electri-
cidad, que aquí funciona como un uso agregado de la pantalla),
el auxilio casi providencial de esta luz de emergencia funciona
en la escena menos como la afirmación de un vínculo finalmen-
te positivo con la técnica que como una iluminación oblicua del
vértigo retrospectivo que condensa el drama potencial conteni-
do en el percance, y que, por extensión, tiñe de provisoriedad y
4. Sergio Chejfec, La experiencia dramática, Buenos Aires, Alfaguara, 2012; y Mis dos
mundos, Buenos Aires, Alfaguara, 2008.
sergio chejfec, iluminaciones profanas | 197
5. ¿Qué otro escritor sino Saer, maestro de la luz y la reverberación, podía resonar
en las experiencias auráticas de Modo linterna? La cita es de Glosa (Buenos Aires,
Alianza Editorial, 1986).
sergio chejfec, iluminaciones profanas | 199
Junio 2013
Fauna, una intervención
2. Esta reseña de Fauna. El tiempo todo entero. Algo de ruido hace, de Romina Paula
(Buenos Aires, Editorial Entropía, 2013) se publicó en Bazar Americano, actualiza-
ción noviembre-diciembre 2013-febrero 2014; www.bazaramericano.com/resenas.
php?cod=393&pdf=si.
3. Me refiero al texto “Deshaciéndose en la historia”, en Sergio Chejfec, Modo linterna,
Buenos Aires, Editorial Entropía, 2013.
fauna, una intervención | 203
4. Las obras de Mariano Pensotti a las que me refiero son La marea (2005), Interio-
res (2009), A veces creo que te veo, 2010, y la capital El pasado es un animal grotesco,
estrenada y editada (El pasado es un animal grotesco / The past is a grotesque ani-
mal, Buenos Aires, Editorial Gayo) también en 2010. Cineastas se estrenó en el
Teatro Sarmiento en agosto de 2013. Las hipótesis sobre el espacio biográfico
contemporáneo son de Leonor Arfuch, El espacio biográfico. Dilemas de la subjetivi-
dad contemporánea, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2002. Me ocupé
sobre la relación entre novela y espacio biográfico contemporáneo en las obras
de Pensotti en “Estados de la novela. A propósito de Historias extraordinarias y El
pasado es un animal grotesco”, en Pensamiento de los confines, 28/29, 2012.
204 | sandra contreras
una moral de la ficción (no por nada la compañía que hizo posi-
ble Fauna y también El tiempo todo entero y Algo de ruido hace tiene
por nombre El silencio). Se nutre del encanto complementario e
indeterminado —toda eficacia requiere de la indeterminación
de cierto encanto— que en Fauna resulta, por vía de la circula-
ción del deseo, en la transmutación de un punto de confusión en
otro: no cómo representar la vida, ni cuáles son los límites o las
posibilidades de la representación, sino a quién amamos. La lite-
ratura de Romina Paula ya lo venía preguntando: ¿vos me querés
a mí?
Octubre 2013
v. Epílogo
Saer, Borges, Aira: la hipótesis realista
1. Sandra Contreras (ed.), Cuadernos del Seminario 2. Realismos, cuestiones críticas, Ro-
sario, Centro de Estudios de Literatura Argentina y Facultad de Humanidades y
Artes Ediciones, UNR, 2013. El volumen reúne algunos de los trabajos que resul-
taron de dos seminarios de posgrado que dicté, uno en Rosario y otro en Santa
Fe, entre 2009 y 2011, fragmentos de algunos de los ensayos y capítulos de tesis
con los que estuvimos dialogando en el marco de distintos proyectos de investi-
gación; también, como Apéndice, el ensayo de César Aira “El realismo”. Este ar-
tículo corresponde a la primera parte de mi prólogo a ese volumen (“Realismos,
cuestiones críticas”), ajustada para la edición de este libro.
210 | sandra contreras
por el predicamento del que gozó, también desde los años se-
tenta, el Barthes de S/Z, es decir, el Barthes que frente al “plural
vasto” de la escritura de Flaubert leía en el “vómito de los este-
reotipos” de Sarrasine la concentración de la “falta de actualidad
balzaciana”, la esencia de lo que en Balzac “no puede ser (re)es-
crito”.3 Con todo, más que recomponer las tradiciones en que
se consolidan y legitiman las concepciones de realismo con las
que discutimos, nos interesaba detectar la fuerza con que estos
protocolos de lectura restringen, a veces, el ensayo de algunas
operaciones críticas. Mi experiencia con la lectura del realismo
de Aira (creo que nunca enfatizaré lo suficiente la importancia
de esa preposición: no el realismo en Aira sino el realismo de
Aira, el realismo según los propios paradigmas que su literatura
crea) y el uso por demás heterodoxo de una zona de la teoría
lukácsiana estaban en la base de ese propósito.4 En este sentido,
si por un lado puede por supuesto admitirse —como me fue ob-
servado— que para leer el realismo de Aira un método como el
de Auerbach en Mimesis —que en lo que hace al siglo XX recorre
las formas cada vez más ricas que el realismo moderno ha veni-
do desplegando en concordancia con la realidad continuamen-
te cambiante— sería más apto que uno como el de ¿Narrar o des-
cribir?, elaborado, como sabemos, para leer la transformación
del realismo francés en dos períodos sucesivos del capitalismo,
por otro lado bien podríamos preguntarnos por la ventaja de
desaprovechar el malentendido teórico de un escritor cuando
resulta que ese malentendido libera una reserva de sentido que,
por lo demás, permite captar un aspecto decisivo de su literatu-
ra. La hipótesis de Aira en “La innovación” de que para Lukács
la participación en lo real exige al escritor un desprendimiento
de las determinaciones históricas es, desde luego, una hipóte-
5. César Aira, “La innovación”, en Boletín/4 del Centro de Estudios de Teoría y Críti-
ca Literaria, UNR, 1995.
saer, borges, aira: la hipótesis realista | 213
Pero la relectura de Las reglas del arte nos recordaba también que
la literatura moderna definió un campo autónomo precisamente
en la batalla por el realismo, y ese simple recordatorio podría ser
de utilidad para advertir, en nuestros debates sobre la convenien-
cia de relativizar o la impertinencia de extender la categoría de
realismo, que la amplitud del término seguramente proviene de
su recubrimiento con el concepto mismo de literatura. De lo que
podríamos derivar, entonces, una vez más, que el realismo podrá
ser objeto de redefinición mientras sigamos actuando dentro del
campo literario, que la pregunta por el realismo seguirá siendo
legítima mientras lo sea la pregunta por la literatura.
Repasaré en lo que sigue, brevemente, algunas de las cuestio-
nes críticas que conversamos en el seminario. Espero que su dis-
tribución se muestre como sintaxis del modo en que formulamos
los problemas.
1. Saer/Balzac
Seguramente porque, deleuzianos desde hace tiempo, nuestra
sensibilidad crítica está más próxima a la ética de la afirmación
7. Alberto Giordano, “El efecto de irreal”, La experiencia narrativa. Juan José Saer -
Feliberto Hernández - Manuel Puig, Rosario, Beatriz Viterbo Editora, 1992.
8. Miguel Dalmaroni y Margarita Merbihlá, “Un azar convertido en don. Juan José
Saer y el relato de la percepción”, en Elsa Drucaroff (ed.), La narración gana la
partida, Volumen XI de Noé Jitrik (dir.), Historia Crítica de la Literatura Argentina,
Buenos Aires, Emecé, 2000.
saer, borges, aira: la hipótesis realista | 215
punto de vista en cada una de las novelas sino también para pre-
cisar que, antes que debatirse con los de la escritura, el narrador
saeriano dramatiza los impedimentos de la visión e incorpora
–aunque, digamos, como herramienta útil, no como método de
resistencia— “los procedimientos que le permiten ser fiel a su
presentación de ciertas apariencias y a la fragmentación que su-
pone la experiencia del mundo que ciertas conciencias habitan”.
Pero Arce postula además que, contra el realismo entendido
como una actitud de confianza ciega en el discurso, en los signi-
ficados y en los signos, la narración saeriana “trabaja a favor de
la obtención dificultosa de algo real: aquello que, para que todo
discurso realista sea posible, ha habido necesariamente que di-
simular, reprimir, ocultar”.9 Si en un principio puede pensarse
que ese “algo real”, que en Arce significa eclosión de un mundo
en el ausentamiento del signo, es una traducción del efecto de
“irreal”, que en Giordano quiere decir, también, aparición de que
algo se oculta, afirmación de que algo se niega, al mismo tiempo
es preciso subrayar el intersticio que se abre en la reformulación:
la mínima aunque decisiva diferencia que se establece en el voca-
bulario crítico cuando se quiere leer la literatura de Saer menos
como una conmoción de las certezas (porque ese algo incierto
que la literatura revela en su incertidumbre es —dice Giorda-
no— la nada y ni siquiera la nada) que como la exploración de los
procedimientos más aptos a la presentación de esa voz fenomenal.
Pero, además, el reemplazo de “irreal” por “real” va acom-
pañado en la fórmula de Arce por el término “pasión”, término
que, extraño en principio en el vocabulario de la crítica saeria-
na, es aquí la huella de un interés por asociar la última novela de
Saer —¿su apariencia realista o su apariencia melodramática?— con
algo del orden de lo balzaciano. Y si coincidimos en que cuando
se predica “balzaciano” de una forma de imaginación es preciso
circunscribir “el Balzac” del que se habla, resulta evidente que el
9. Rafael Arce, “La pasión de lo real”, en Sandra Contreras (ed.), Cuadernos del Semi-
nario 2. Realismos, cuestiones críticas, op. cit.
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10. César Aira, Fragmentos de un diario en los Alpes, Rosario, Beatriz Viterbo Editora,
2002; y “Arlt”, en Paradoxa, n° 7, Rosario, Beatriz Viterbo Editora, 1993.
11. Sergio Delgado, “El personaje y su sombra. Rerealismos y desrealismos en el es-
critor argentino actual”, en Boletín/12 del Centro de Estudios de Teoría y Crítica
Literaria, UNR, diciembre 2005.
12. Ver en este libro, “Saer en dos tiempos” p. 123.
saer, borges, aira: la hipótesis realista | 217
2. Borges/Auerbach
La revisión de Mimesis nos convocó, casi naturalmente, a poner
en diálogo el texto de Auerbach, de 1942, en especial su primer
capítulo, con los textos clásicos de Borges sobre el tema: “La pos-
tulación de la realidad”, “El arte narrativo y la magia”, ambos
de 1932.13 Entendíamos que si bien es interesante registrar que
mientras Auerbach escribía en el exilio la exégesis más monu-
mental del realismo en la literatura occidental, Borges parodiaba
con gusto, en los años cuarenta, toda empresa literaria destina-
da a representar lo real,14 al mismo tiempo una relectura de los
ensayos de Borges que pusiera en primer plano, antes que su
opción por el relato de imaginación contra la novela realista, su
análisis de los modos en que la literatura, aún la más fabulosa,
produce “la espontánea suspensión de la duda que es la fe poé-
tica” —según procedimientos como los que para Auerbach de-
finen la postulación clásica de la realidad: estructura sintáctica,
composición narrativa, puntos de vista— podía arrojar intere-
19. Roman Jakobson, “Sobre el realismo artístico”, en Roman Jakobson et al, Teoría
de la literatura de los formalistas rusos, México, Siglo XXI, 1980.
20. Jorge Luis Borges, “Eduardo Gutiérrez, escritor realista”, en El Hogar (Buenos
Aires, 9 abril 1937), incluido en Textos cautivos, Buenos Aires, Tusquets Editores,
1986.
saer, borges, aira: la hipótesis realista | 221
3. Aira/Borges
La lectura que Valeria Sager hace de “El realismo”, el ensayo de
César Aira, muestra la posibilidad —tal vez de las más interesan-
tes hoy— de vincularnos con la idea del realismo de un modo,
digamos, más abstracto: no como un conjunto de características
formales reconocibles en el orden de la representación; tampo-
co, estrictamente, como una toma de posición en la polémica;
sino como el dispositivo que hace visible “la condición radical”
22. Ver Valeria Sager, “La garantía de la lógica. El realismo de Aira y la magia de
Borges”; y César Aira, “El realismo”; en Sandra Contreras (ed.), Cuadernos del Se-
minario 2. Realismos, cuestiones críticas, op. cit.
23. Aira dice en Copi (Rosario, Beatriz Viterbo Editora, 1991) que el mecanismo com-
positivo que se declara en el prólogo a El informe de Brodie (situar los cuentos un
poco lejos en el tiempo y en el espacio) sintetiza la teoría borgiana del realismo:
la ficción es lo inverificable. La idea de Sager, de que al suprimir el choque Aira
estaría suspendiendo la necesidad misma de la verificación, me hizo recordar la
entrevista de Diana Sperling, una de las primeras que se le hicieron, en la que a
propósito de cómo las características físicas y sexuales de los castrati responden
a la realidad Aira decía esto que ahora me parece interesante citar: “La operación
de Canto castrato es la misma que usé en Ema: poner un dato cierto, histórico, y
rodearlo de diez datos inventados por mí, pero verosímiles, de manera que mu-
chas veces lo único verdadero aparece como lo más raro, lo más inverosímil. Por
ejemplo, la historia de la zarina y su corte es cierta y, es más, ese elefante de hielo
es rigurosamente histórico aunque parezca absurdo”. Diana Sperling, “Sólo as-
piro a una gloria de bolsillo”, Clarín, 11 de octubre de 1984.
saer, borges, aira: la hipótesis realista | 223
24. César Aira, “Novela argentina: nada más que una idea”, en Vigencia, n° 51, agosto
1981.
224 | sandra contreras
25. Jorge Luis Borges, “José Bianco: Las ratas”, en Sur, n° 111, enero 1944.
26. Me refiero a las hipótesis de María Teresa Gramuglio en “Increíbles aventuras
de una nieta de la cautiva”, en Punto de Vista n° 14, julio 1982.
saer, borges, aira: la hipótesis realista | 225
Abril 2013
i. Intervenciones
33 En torno al realismo
59 Discusiones sobre el realismo en la narrativa
argentina contemporánea
77 En torno a las lecturas del presente
ii. Economías
101 Economías literarias en algunas ficciones argentinas
del 2000 (Casas, Incardona, Cucurto)
123 Saer en dos tiempos
iii. Representaciones
143 Apuntes sobre la distancia, o cómo mirar
a los otros actuar
159 Relato y comunidad. Sobre el primer cine
de José Celestino Campusano
v. Epílogo
209 Saer, Borges, Aira: la hipótesis realista
Este libro se terminó de imprimir
en Borsellino Impresos, Ovidio Lagos 3653
en abril de 2018.
Sandra Contreras
En torno al realismo
y otros ensayos
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