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Demonología y Caza de Brujas
Demonología y Caza de Brujas
La caza de brujas se entiende como una construcción Estatal, parte del proceso de
proletarización del campesinado, como parte de la “derrota” del campesino, y como parte de
la eliminación de un “otro”, extra o intra europeo. Otra relación fundamental de la caza de
brujas, según Federici, se refiere a la acumulación originaria y el trabajo reproductivo no-
remunerado. Tiene una versión de género, individualista de la acusación por brujería, no
grupal, y modernizada de ella. La bruja es considerada como una “mujer independiente de
la construcción patriarcal”. Es, por ende, de la rama romántica, ya que considera que hay
una persona detrás del proceso. Hay un mito pagano existente, de verdaderos adoradores.
Por otro lado, Muchembled hace un análisis más que nada en los simbolismos y sus
significaciones e interpretaciones sobre la figura del Diablo, y su construcción. La
construcción de su imagen va cambiando con el correr del tiempo en cuestión a la
funcionalidad del símbolo que representa. En este caso, el fenómeno del aquelarre es una
construcción simbólica para infundir un miedo en el otro. Muchembled ubica temporalmente
al aquelarre a inicios del siglo XV, con tres características definidas por los persecutores,
aún sin contener brujas. Estas son: el hecho nocturno lejano al ámbito urbano, pactos
demoníacos y una incipiente actividad sexual desmedida y desorganizada. Muchembled
apela al uso propagandístico para aniquilar a un “otro” interno. Todo lo referido a lo
diabólico, es un crimen de “lesa majestad divina” para la Iglesia y para los persecutores. Al
fundamentar que, entonces, el aquelarre es una construcción, se ubica más en el bando
racionalista.
De todas formas la diferencia entre “románticos” y “racionalistas” no es tajante, sino
que tiene matices que se desarrollan y expresan en las tésis de los demás autores:
Ginzburg, Murray, Michelet y Summers.