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DE
HISTORIA NAVAL
Núm. 11
Año III
REVISTA
DE
HISTORIA NAVAL
CONSEJO RECTOR:
Presidente. Director
del Instituto de Historia y Cultura Naval, D. José Lorenzo
Rey Díaz, almirante.
Vicepresidente: Jefe
del Departamento de Historia y Director del Museo Naval,
D. José María Zumalacárregui Calvo, capitán de navío.
Vocales: Secretario
General del Instituto de Historia y Cultura Naval, D.
Juan Berenguer y Moreno de Guerra, capitán de navío. Subdirector
del Museo Naval, D. Ricardo Cerezo Martínez, capitán de navío.
Director: Ricardo
D. Cerezo Martínez, capitán de navío.
Redacción: María
D»’ Vigón Tabar, Lda. en Biología. D. M. del Pilar San Pío
Aladrén, Lda. en Filosofía y Letras. D. Belén Rivera Novo. Lda. en
Geografía e Historia, y D» Lola Higueras Rodríguez, Lda. en Filo
sofía y Letras.
D. Hugo O’Donnell y Duque de Estrada, capitán de Infantería de
Marina, Ldo. en Derecho.
Administración: D.
José Luis Pando Villarroya, teniente coronel de Intendencia de la
Armada, y D. Paloma Moreno de Alborán Calvo.
DIRECCIÓN Y ADMINISTRACIÓN:
Museo Naval—Montalbán, 2.
28014 Madrid (España).
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El material.
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serán 130 (en 1790) y 260. El índice de los salarios pasó de 100 a 120 a lo
largo del período 1730-1800, tanto en España como en Inglaterra.
Con datos obtenidos de los documentos citados podemos deducir el alza
de los costes de la construcción naval, para lo que tomaremos los correspon
dientes al del casco de un navío de a 74, de lo que resulta que, tomando
como índice 100 el de 1737, en 1783 es 174 y en 1805, 135, sin que durante
este período hubieran aparecido variaciones técnicas importantes que justi
ficasen este aumento tan notable.
En lo referente a los sueldos y jornales, tomando como índice 100 el de
1740, en 1800 tendremos:
Sueldos de oficiales generales190
Sueldos de oficiales particulares130
Contramaestres y guardianes71
Jornales de la Maestranza160
Es de gran interés señalar el que los contramaestres vieran disminuidos
sus sueldos.
Por otro lado, la Marina percibía parte de sus asignaciones en vales rea
les, sobre todo el Departamento de Cartagena. La conversión de estos títu
los en moneda suponía una pérdida del 15 por 100 de su valor, según consta
en las numerosas reclamaciones procedentes de este Departamento.
Para los cálculos que vamos a efectuar —muy someros— utilizaremos
precios de 1805, suficientes para comparar la normalidad de lo ocurrido en
un período y lo casi incomprensible del siguiente. Es oportuno destacar,
para no deducir consecuencias excesivas del caso español, que estos proble
mas se presentaron con igual o mayor gravedad en Inglaterra.
Presupuesto de la Marina.
La elaboración de los presupuestos viene descrita en las ordenanzas de
arsenales; cada Departamento elaboraba el suyo, dirigiéndolo al secretario
de Estado y del Despacho Universal de Marina para el trámite correspon
diente. Incluía los sueldos de los diversos Cuerpos, los jornales de la Maes
tranza y las adquisiciones para los arsenales. En principio, la suma de los
tres presupuestos departamentales constituía el de la Armada; sin embargo,
hay que señalar que había algunos gastos importantes que no figuraban en
ellos y eran pagados por la Tesorería Mayor, como los de las fábricas de arti
llería de La Cavada o las grandes compras de madera y cáñamo, tanto en
España como en el extranjero. Tampoco figuran los gastos del astillero de
La Habana, aunque sí los de los pertrechos que se le remitían, tales como jar
cias, velamen, artillería, etc.
Lo expuesto hasta ahora corresponde a lo que se denominaba la consig
nación ordinaria, única en tiempos de paz; en tiempos de guerra había ade
más la extraordinaria, debido a los mayores gastos de personal y al mayor
consumo de material que se producía al armar buques. El pago de los víve
res corría por cuenta de la Real Provisión de Víveres.
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ALGUNOS ASPECTOS DE LA MARINA ESPAÑOLA EN LOS AÑOS...
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puentes., de los que sólo podrían armar 95, teniendo en cuenta su estado de
conservación, marinería disponible, acopio de pertrechos, etc., y para ello
tendrían que transcurrir dos año, hasta la vuelta de todos los buques mer
cantes, ya que los armamentos se hacían a base de marinería en gran parte
extranjera. Las tropas de marines embarcaban en poca cantidad. Considera
ba, en cambio, que España estaba en condiciones de armar sus buques:
(...) pero mediante el continuo trabajo de carenas de nuestros arsenales,
sería muy raro que no puedan armarse, como se ha visto prácticamente en el
Departamento de Ferrol, en que desde el buque mayor al menor, todos lo han
podido verificar, lo que se puede asegurar no sucederá en ningún gran depar
tanento de la Europa ypor consiguiente en ninguno de la Gran Bretaña (...).
Lo que nos confirma que tanto el ritmo de construcción como el de los
trabajos de mantenimiento era satisfactorio:
(...) en cuanto a la calidad de los buques de todas las clases, puede ser que
mi buen deseo me engañe, pero creo las aventajamos mucho. Esto es, en los
navíos de tres puentes les excedemos considerablemente en calidad, no sólo
con mayores que los suyos y de mayor fi.erza, pero más veleros así como en
los de 80 y 74 en lo general, particularmente con los de la última construcción
la mayor parte de los nuestros son más veleros (...).
Por último, incluimos una de las consideraciones más interesantes de
este informe:
(...) así en el primer año de guerra y particularmente al principio de ella,
tendremos superioridad haciendo los armamentos con puntualidad (como se
ha hecho en el año 90 y éste). Con el auxilio de nuestras tropas de Batallones
y Brigadas y pasando con solicitud las matrículas a los Departamentos,
podremos tener en la mar a lo menos 30 navíos y otras tantasfragatas,. posi
blemente antes deque ellos puedan tener la mitad, siendo los navíos de los
más veleros, repartiéndose los cruceros de ida y vuelta de sus embarcaciones
de las Indias Orientales y Occidentales y del Mediterráneo se les puede hacer
un daño extraordinario y perjudicial, no sólo a su comercio, sino lo que es
todavía de mucha mayor entidad, para retardar muy considerablemente sus
armamentos, con la gente que se pueda apresar de sus embarcaciones (...).
Es muy poco frecuente encontraren obras de esta época algo referente
a estudios, planes o ideas sobre operaciones navales; esto se debe.a que las.
ordenanzas vigentes concedían al inspector general y a los capitanes genera
les solamente determinadas facultades administrativas, negándoseles la
capacidad, ‘de decisión en lo referente a las operaciones navales,.sinque por
otra parte existiese nada parecido a un Estado Mayor Central; salvo durante
el breve períódo del eficaz y sencillo Almirantazgo de Ensenada.
Finalmente incluiremos unos datos que nós permitirán comprobar el
satisfactorió funcionamiento de la Marina, en estos años
Comenzremos:por calcular elgastoanual de los arsenales, constituido
por el de las compras de material y el pago de los jornales de la’Maestranza:
si aceptamos la media de los años 1784, 1786, 787 y 1789, el gasto ascendía
a 64 millones de reales, aproximadamente.: . ‘
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media de los gastos de los arsenales fue de 114 millones (años 95, 96, 99,
1800), con lo que se podía haber construido 15 navíos de a 74 al año, o man
tener en perfecto estado 114. En este caso, aplicamos un coste anual de un
millón de reales, que es lo que corresponde a un navío de esta clase armado
al tratarse de años de guerra, con lo que la vida media de algunos de los per
trechos era notablemente más baja, siendo para el velamen y la jarcia de
labor, de unos cuatro años. En este período se.terminó con gran retraso la
construcción de cuatro navíos, y al final los existentes estaban en muy mal
estado.
La cantidad percibida durante estos años por la Marina fue del orden de
los 160 millones anuales, menos de los que solicitaba. De los 178 millones
reclamados a Hacienda en 1802, prácticamente la totalidad correspondía a
sueldos y jornales impagados. El párrafo transcrito seguidamente, además
de su importancia intrínseca, sirve para comprobar la cifra anual de 160
millones, ya que el Departamento de Cádiz en aquellos años venía perci
biendo la mitad aproximadamente del presupuesto de la Marina:
(...) Cádiz 1798. Por Oficio del Tesoro General del Reino, se infiere que
las consignaciones ordinarias y extraordinarias de este Departamento, ascien
den a 132,5 millones de reales pero que por aquella Tesorería General no se
le consignaba ni se le podía librar más que 82,5 como el año anterior, de lo
cual resultaban varias contestaciones entre los Ministerios de Hacienda y de
Marina. Estas contestaciones parece que fueron origen de la Ordenanza Eco
nómica (...).
Por esta ordenanza, cuyo nombre completo es el de Ordenanza de S. M.
para el Gobierno Económico de la Real Hacienda de Marina, promulgada en
1799, la Marina fue despojada de todas sus facultades económicas,pasando
a depender del Ministerio de Hacienda. Lo mejor que se puede decir de esta
drástica disposición es que fue totalmente inútil; si con la anterior de arsena
les de 1776 se había conseguido una eficacia notable, la solución de los pro
blemas no estaba en variar lo ordenado, sino en hacer que se cumpliera.
En medio de este desorden económico y orgánico, ocurrió el combate
del cabo de San Vicente, cuyo resultado fue causado no sólo por estas cir
cunstancias coyunturales, sino tambien por defectos permanentes en el sis
tema de la Marina.
Para terminar esta época haremos un recuento del número de navíos
supervivientes y, a continuación, expondremos el estado en que se encontra
ban:
Naufragios3
Total de bajas
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Nuevas construcciones4
Entregado por su comandante francés1
Total de altas5
En 1791 existían 75, por lo que el número de navíos en 1802 era de 53,
que según el estado remitido a Madrid desde los Departamentos en diciem
bre de 1802 se encontraban en la siguiente situación:
En obras de carenas3
Exigen carena17
Sin reconocer4
Total24
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El personal.
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Navío Fragata
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decir, a una sola de las dos brigadas de campaña, se podrían armar 44 navíos
e igual número de fragatas, armamento pocas veces alcanzado.
Se puede alegar que esta Ordenanza es tardía, pero hay que tener en
cuenta que con frecuencia las ordenanzas que se publicaron recogían hechos
consumados; como ejemplo podemos decir que la conveniencia de colocar
las matrículas bajo el mando de oficiales del Cuerpo General, era una opi
nión sentida y expresada con bastante anterioridad.
Los costos del personal matriculado, cuando era movilizado, eran altos.
A continuación indicamos los sueldos diarios en aguas de Europa, así como
el de otras clases, para que sirva de comparación:
Otras clases:
2.° Contramaestre6 reales.
1.° Sargento de Batallones4 reales.
Granadero de Batallones2 reales y
1 maravedí.
1.° Condestable de Brigadas5 reales y
10 maravedíes.
Artillero de Brigadas2 reales y
4 maravedíes.
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cuya labor está citada por su biógrafo y admirador Vargas Ponce, que des
cribe cómo este pago restableció en forma muy notable la confianza de los
matriculados, facilitando los armamentos llevados a cabo con motivo de la
nueva guerra contra Inglaterra.
Del parte dado por el citado general Escaño después del combate de
Trafalgar entresacamos las siguientes frases: Toda la tropa de Infantería y
Artillería se ha portado con la mayor bizarría, las baterías han estado bien
servidas, etc., pero no podemos decir lo mismo de las maniobras ni de los
marineros (...). La clase de los Contramaestres y Guardianes, se debe consi
derar endeble, la falta de navegar y la repugnancia que tienen muchos buenos
hombres de mar a entrar en aquel servicio, lo ha hecho decaer en algunos
años a estaparte, cuando es lo más necesario a bordo de los navíos. -
Ordenanza Naval.
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LAS EMBARCACIONES TRADICIONALES DE SRI LANKA...
TABLA 1
1. Balsas.
1.1. Balsas
ligadas improvisadas.
1.1.1. De
bambú, con plataforma de tablas, para recoger arena. Río
Máha Oya, próximo a Negombo, distrito Gampahe.
1.1.2. De
. ramas, para aportar coral a hornos de cal, usando como
pagaya trozos de ramas de cocotero, o arrastrándolas a nado.
Hikkaduwe, distrito de Galle, 1983.
1.2. Balsas
de troncos, con forma.
1.2.1. De
troncos atados con pieza de proa: Kattumarams de los pes
cadores tamiles. Uso originario de los distritos norteños.
1.2.1.1. Kattumaram de tres troncos con una pieza de proa, movido por
pagayas (?). Un único ejemplar en el puerto pesquero de Mo
dera, Colombo.
1.2.1.2. Kattumaram pequeño de cuatro troncos con doble pieza de
proa, un remo y un bambú partido como pagaya, que también
sirve de timón, con tripulación de dos personas. Modera, Co
lombo.
1.2.1.2.1. Kattumaram pequeño de cuatro troncos sin pieza de proa, mo
vido por pagayas (?)..Los troncos centrales que sobresalen en
proa ligeramente elevados. Modera, Colombo, un solo ejemplar.
1.2.1.3. Kattumarams medianos y grandes, de cuatro troncos con doble
pieza de proa, dos remos y pagaya-timón, con tripulación de
tres personas. Modera, Colombo.
1.2.1.4. Kattumaramgrande de cinco troncos. Distrito de Mannar, ¿ori
gen India?
1.2.1.4.1. Kattutnara,n «Maramma» motorizado de cinco troncos con lar
ga pieza de proa formada por tres troncos. Parte posterior del
tronco central más corta con bloque de madera para fuera-bor
da. Wennapuwa, distrito de Puttalam.
1.3. de troncos con travesaño por el interior. Usadas p1inci-
Balsas
palmente por los pescadores tarniles.
1.3.2.1. Teppamsde cuatro y cinco troncos movidos a pagaya hecha de
bambú partido, con un solo tripulante, en algún caso dos. Dis
tritos de Puttalam, Gampaha y Colombo, uso concentrado en
Negombo, raro al sur de Colombo.
1.3.2.1.1. Teppams improvisados, formados por sólo tres troncos, o sin
los travesaños interiores, simplemente atados. Ejemplares de
los primeros en Negombo y de los segundos en Modera, Co
lombo.
2. . Barcas monóxilas y monóxilas ampliadas.
2.1. Piraguas
sin balancín.
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A todo esto hay que añadir los tipos de embarcaciones construidas con
tablazón sobre costillajes, que serán expuestas en un futuro trabajo.
Año 1985
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Tabla II
Planta, lateral y popa de un Teppam de 3,5 m. de largo (de Kapitaen, 1985; 6, Tafel 1).
Núm. 11
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Tabla III
— —
Dibujo simplificado de secciones: a) del tipo corriente Madel-Paruwa, b) del tipo de Galle del
Madel-Paruwa (Kapitaen, 1984:145).
Año 1985 47
G. KA PITA EN
B IBLIOGRAFIA
Bay of Bengal Programme. 1984, Marine small-scalefisheries of Sri Lanka: a general descrip
tion. (BOBP/INF/6). Madras.
HorneO, J.: 1943, The Fishing and Coastal Craft of Ceylon. The Mariner’s Mirror29.1: 40-53,
1 + 6 tavv.
Kapitn, G.: 1984, Em geschnürtes Zugnetzboot mit zwei Einbumen in Galle (Sri Lanka).
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FLECOS DE LA HISTORIA
El príncipe burlado
Luis SUAREZ DE LEZO
Coronel médico de la Armada
Año 1985
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FLECOS DE LA HISTORIA
Año 1985
L. SUAREZ DE LEZO
Hesse Darmstadt, que conocía muy bien España; había sido en tiempos de
Carlos II Virrey de Cataluña hasta la llegada del Rey Felipe.
En el Estado Mayor del Archiduque los criterios sobre el lugar por el
que se debía iniciar la invasión por mar de la península estaban divididos;
Darmstadt se había mostrado siempre partidario de comenzarla por Barce
lona, donde tanto él como el Archiduque tenían amigos y partidarios, pero
en vista del mal resultado del primer conato, se decidió efectuar el ataque en
algún lugar de la costa de Andalucía, que era el segundo punto señalado por
el Estado Mayor del pretendiente, así es que descartado Cádiz, y cono
ciendo la falta de defensas en que se hallaba la plaza de Gibraltar, se decidió
que ésta era el lugar indicado para efectuarlo, decisión a la que seguramente
no sería ajeno el almirante, ya que desde los tiempos de Oliverio Cronwell,
en 1656, esta plaza había sido objeto de la atención británica.
Enterados de la indefensión de la plaza en aquel momento, decidieron,
en vista de la enorme diferencia de fuerzas, atacarla mediante un fuerte y
repentino asalto, en lugar de tantear un asedio que, por riguroso que fuera,
podría ser muy largo y dar tiempo a que llegaran refuerzos enemigos que
complicaran la acción o la impidieran totalmente. Por ello, el día 1 de agosto
de 1704 se presentó la escuadra aliada en la bahía con 61 buques de guerra,
armados con 4.102 cañones y 25.585 hombres para el desembarco. ¡Excesivos
elementos de ataque para una plaza, fuerte por sus condiciones geográficas,
pero que estaba defendida tan sóld por poco más de un centenar de hom
bres, con un centenar de cañones, de los cuales muchos estaban en mal
estado y los otros tampoco podían servir de mucho por falta de artilleros y
de municiones!
El gobernador de la plaza, general de Artillería D. Diego de Salinas,
al enterarse de la reunión de la escuadra en río Martín, había pedido con
urgencia al Marqués de Villadarias, capitán general de Andalucía, los
refuerzos necesarios para luchar contra la formidable escuadra que estaba
tan próxima, pero Villadarias decidió que no había nada que temer. Y, en
efecto, días más tarde, el 1 de agosto, al atardecer, ya habían desembarcado
en el istmo, con muy poca oposición, más de tres mil hombres, que acampa
ron en él, cortando prácticamente las comunicaciones por tierra con el resto
de la península.
- Mientras tanto, y a la vista de los acontecimientos, el general Salinas y
el alcalde de la ciudad habían alistado a los vecinos que quisieran defender
la, con lo que se llegaron a reunir a unos 470 hombres, de los que una rela
ción escrita de la época dice:
los ánimos y disposición que manifestaban los vecinos, así como la
corta guarnición podrían en otra ocasión dar fundamento a prudentes espe
ranzas; mas siendo tan superiores las fuerzas de los enemigos que no cabía
defensa comprendió muy bien Salinas que era la resistencia en vano...
A la mañana siguiente —debidamente fortificados los que habían sido
desembarcados la tarde anterior— el Príncipe de Darmstadt envió una carta
personal del Archiduque, supuesto Rey Carlos III de España (aunque ya
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FLECOS DE LA HISTORIA
Año 1985
L. SUAREZ DE LEZO
sucesos que por parecer de poca monta no son relatados por los historiado
res: primero saltó el viento, aunque no muy fuerte, fue lo suficiente para
poner en cuidado a la escuadra sobre si aumentaría su fuerza en los días
siguientes e impediría la operación, lo que hubiera sido unbueñ quite que
la Providencia hubiera hecho a los éspañoles de Gibraltar.
El segundo fue que el general Salinas y el alcalde encontraron el modo
de informar a Villadarias sobre la situación y pedirle refuerzos, si todavía
era posible, para combatir a los atacantes y de paso remitirle las cártas del
Archiduque y de Darmstadt, gracias a lo cual se conservan y hemos podido
informar sobre ellas en estas páginas.
El tercer suceso fue que dos grandes barcos de transporte cargados de
tropas españolas que formaban parte de las fuerzas atacantes fueron obliga
dos a salir de la formación y enviados fuera de la bahía de Gibraltar para
fondear en la rada al este de la Roca, donde la estructura de la costa no per
mite que los barcos grandes se arrimen a ella para desembarcar gente, tal
vez por temor a que estos españoles hiciesen causa común con los sitiados.
Posiblemente esto fuera ordenado ño por el jefe de la expedición, sino por
el almirante, sin que aquél se diera cuenta, en un claro y deliberado intento
de ocupar Gibraltar para los ingleses.
A la mañana siguiente todavía había viento, el suficiente para molestár
a los barcos, pero no para obligarles a marcharse y renunciar a la operación.
Donde rugía el viento de tormenta era en el pecho del Príncipe, que en la
mañana del día 3, a primera hora, envió a Gibraltarlá siguiente misiva con
minatoria:
3 de agosto de 1704.
Excmo. Sr. mío: aunque la respuesta de V. E. no es digna de las benigni
dades que asistían en mis deseos, paso a repetir a V. E. lo que en la antece
dente escribí a V. E.; pero si dentro de media hora de escribir ésta, no rinde
la Plaza a su legítimo Rey y Señor Carlos III se pasará a todo rigor que mere
ciere la resistencia de V. E. a quien Dios guarde muchos años que puede.
Del campo delante de Gibraltar y agosto de a 3 de 1704.
Excmo. Sr. B. L. M. su mayor servidor
Jorge Landgrave de Asia.
Es curioso, por cierto, este nombre que él mismo se da en sus cartas:
Landgrave de Asia; como no creo que su casa, alemana por los cuatro costa
dos, tuviera la menor relación con aquel, para nosotros, lejano continente,
supongo que debió ser una hispanización de su apellido Hesse, que en su
estancia en Barcelona quizá no fuese bien pronunciado, por lo que debíade
pensar que esa era la manera de fonetizarlo para que lo entendieran los
españoles.
Siguiendo con nuestro relato, hay que decir que no habiendo recibido el
Príncipe contestación con hechos, a pesar de la fulminante ámenazá, en la
tarde de aquel sábado, como todavía había viento y los buques bastante
Año 1985
L. SUAREZ DE LEZO
tenían con mantenerse, no hubo más que un ligero cañoneo contra los fuer
tes de la ciudad.
Al amanecer del domingo 4 de agosto, en que el viento había amainado
y, por tanto, ya era posible maniobrar, se ordenó que la escuadra, desple
gada en línea de fila frente a ella, abriera fuego contra la ciudad; unos
treinta barcos empezaron a cañonearla sin piedad, respondiendo la plaza
con cuatro cañones, cuyas balas no llegaban a los barcos. Cuando se vio que
las fortificaciones parecían estar destruidas por aquel fuego abrumador,
ordenó el desembarco de las fuerzas contra la resistencia de los defensores,
la mitad de ellos paisanos y mal armados, que, por fin, ante la avalancha
enemiga se retiraron volando antes una mina que habían colocado bajo una
de las torres del muelle, con cuya explosión hundieron siete lanchas enemi
gas repletas de soldados que se aproximaban en aquel momento.
Y cuando estaban las defensas de la ciudad completamente derruidas e
igualmente muchos edificios de la misma, ya que el cañoneo primero fue
contra las forticaciones, pero luego fue indiscriminado, viendo la imposibili
dad de defenderse apenas 400 personas contra tal fuerza enemiga, se izó
bandera de Capitulación, que fue rápidamente aceptada por el Landgrave
de Asia; es preciso reconocer que así como el bombardeo de la escuadra
había sido despiadado, las cláusulas de la Capitulación fueron benignas y
perfectamente honorables, permitiendo a los militares cuando se fueran Ile
varse sus armas y a los civiles sus efectos personales, incluso en caballos o en
carros.
La única prohibición formal prevista era para los súbditos de Su Majes
tad Cristianísima (el Rey de Francia), los cuales serían considerados prisio
neros de guerra. Podrían quedarse en la ciudad los vecinos que lo quisieran
hacer, cuyos bienes y personas serían respetados siempre que se declararan
leales súbditos del Archiduque.
Apenas una docena de personas se quedaron en la ciudad, el resto se mar
charon por tierra en un éxodo impresionante, confundidos los heridos con
los ancianos, las mujeres y los niños. Muchos de ellos se fueron por los cam
pos, donde en caseríos o granjas tenían parientes o amigos. Otros se fueron
al pequeño pueblo de Algeciras, al otro lado de la bahía, pero la mayoría
sólo llegaron a la ermita de San Roque, cercana a Gibraltar, creando la
población que hoy lleva el nombre de este santo peregrino y donde se guar;
dan casi todos los archivos con los documentos que los gibraltareños lleva
ron desde su perdido pueblo, esperando la hora de devolverlos al mismo.
La benignidad de las cláusulas de la Capitulación habla del espíritu caba
lleresco y el aprecio por los españoles que tenía el Príncipe, a quien los aza
res del destino habían reservado para aquella misma mañana uno de los dis
gustos más graves y una de las situaciones más desairadas, más violentas y
hasta más ridículas que un personaje de su altura política y militar tuviera
que sufrir.
Aquella misma mañana del domingo, cuando la derrotada gente espa
ñola había salido de la ciudad, bajaron a tierra para tomar posesión de la
56 11
FLECOS DE LA HISTORIA
Año 1985
LA SUBLIME DESOBEDIENCIA
DE NELSON EN COPENHAGUE
Jose Luis ALCOFAR NASSAES
Año 1985 59
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60 Núm. 11
LA SUBLIME DESOBEDIENCIA DE NELSON EN COPENHAGUE
La neutralidad armada.
Año 1985 61
J. L. ALCOFAR NASSAES
Nelson reunía a sus capitanes antes del combate para comentarles ampliamente sus órdenes.
En la ilustración aparece discutiendo sus planes antes de la batalla de Trafalgar.
Año 1985 63
J. L. ALCOFAR NASSAES
Ilustración publicada por J. Fairburn tres semanas después del ataque a Copenhague. Puede
verse la ruta de Parker y su paso por el Sound hacia la capital danesa.
64 11
LA SUBLIME DESOBEDIENCIA DE NELSON EN COPENHAGUE
En el mar.
Año 1985
J. L. ALCOFAR NASSAES
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-o
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66 Núm. 11
LA SUBLIME DESOBEDIENCIA DE NELSON EN COPENHAGUE
Thomas Masterman
Hardy,
el fiel capitán de
bandera de Nelson.
Año 1985 67
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68 Núm. 11
LA SUBLIME DESOBEDIENCIA DE NELSON EN COPENHAGUE
Año 1985 69
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LA SUBLIME DESOBEDIENCIA DE NELSON EN COPENHAGUE
Año 1985 71
J. L. ALCOFAR NASSAES
E
H
72 Núm. 11
LA SUBLIME DESOBEDIENCIA DE NELSON EN COPENHAGUE
El ataque.
Los barcos zarparon a las 9 horas. Iba encabeza ef Edgar, seguido del
Agamenon, que no pudo doblar la punta del Middle Ground y quedó varado
sobre sus anclas. Después pasaron sin dificultad el Polyphemus y el isis,
pero el Bellona y el Ruseli, que les seguían, encallaron en la arena. Al pa
recer los ingleses habían decidido navegar ciñéndose al Middle Ground pen
sando que el canal tenía allí más calado; lo que no era cierto, alcanzaba ma
yor profundidad en su parte central, que fue por donde pasaron los demás
Año 1985
J. L. ALCOFAR NASSAES
barcos. Este error hizo que tres navíos no pudieran combatir, quedando re
ducidos a nueve los que participaron en el ataque. Pero eran suficientes para
Nelson.
El Polyphemus y el isis se situaron sobre el danés Provesteen cañoneán
dolo por proa y popa, en tanto que la fragata Desireé, metida junto al banco,
lo tomaba por detrás. El Elephant, el Glatton y el Ganges, concentraban su
fuego sobre el Dannebrog, barco insignia danés, en tanto que el Defiance y
el Monarch hacían lo mismo con el Heisteen. De esta manera los únicos bar
cos algo importantes de la línea danesa eran atacados por fuerzas superiores
y desde ángulos ventajosos. Al norte, cerca de la fortaleza de las Tres Co
ronas, quedaba un hueco donde el capitán Riou se colocó con las tres fraga
tas que le habían seguido, aprovechando la libertad de maniobra de que dis
ponía; era el punto más fuerte de la línea danesa y batirlo hubiera sido duro
para los navíos y casi imposible para las fragatas. Las bombardas no pudie
ron acercarse, quedando junto a las arenas del banco, en tanto que las ca
ñoneras, dirigidas por la Jamaica, fueron incapaces de avanzar desde el sur.
El combate artillero fue muy violento, con profusión de humo y grandes
destrozos en los pontones daneses. Cuatro millas al norte el comandante en
jefe, Sir Parker, debía limitarse a intentar que sus navíos más veleros corrie
ran bordadas procurando alcanzar sus puestos. Le parecía observar que Nel
son estaba pasando un mal momento al divisar a tres de sus navíos varados
en la arena y las fragatas, en su puesto frente a la fortaleza, estaban sufrien
do mucho fuego. Por ello empezó a desanimarse y a madurar la idea de or
denar una retirada general. A ello se oponía su jefe de Estado Mayor, Ot
way, que consiguió la autorización para ir en un bote a entrevistarse con
Nelson, confiando en que, en el tiempo que tardaría en ir bogando hasta
allí, se aclararía la situación. Sin embargo Parker no esperó y antes de que
llegara, cada vez más alarmado, mandó izar la señal de suspender el comba
te. Eran las 13.15 horas.
En realidad, Nelson, aunque sufría bastante fuego, seguía con toda tran
quilidad su plan e iba destruyendo sistemáticamente la línea danesa que ya
se debilitaba. Por ello, cuando vio la señal izada por su comandante en jefe,
que le obligaba a retirarse, decidió no cumplirla por considerarla desacerta
da. El coronel Steward, que se encontraba a su lado, nos ha dejado el si
guiente relato de este momento:
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LA SUBLIME DESOBEDIENCIA DE NELSON EN COPENHAGUE
la señal número 39, el oficial de señales se lo hizo saber; peró él siguió pasean
do sin darse por enterado. Cuando Su Señoría volvió a pasar, e/teniente le
preguntó si debía repetir la señal para transmitirla así a sus subordinados,
pero Lord Nelson le contestó: «No. Ize la señal de enterado» —para significar
que había visto y entendido la señal. Cuando el oficial se dirigía hacia popa,
SuSeñoría le gritó: «Está aún izada la número 16?»— que significaba com
batan de cerca y que ondeaba desde el principio de la acción. El oficial con
testó afirmativamente y Lord Nelson añadió. «Cuidese de mantenerla bien en
alto». Luego continuó paseando por el puente dando visibles muestras de agi
tación y moviendo el muñón del brazo, como solía hacer en tales casos. Des
pués de unos pasos, me dijo de pronto: «Sabe usted lo que han izado a bordo
del comandante en jefe? 1La numero 39» Le pregunte lo que significaba
y me repuso «, Oh’ Desistid del combate 1Deszstzddel combate1»y añadio al
zando los hombros « Que Dios me condene si obedezco’» Creo recordar
que tambien dijo al capitan Foley «Ya sabe, Foley, que tengo un solo ojo A
veces tengo el deber de estar ciego» y, aplicandose el catalejo al ojo que lefal
taba, exclamó: «decididamente yo no veo. esá señal».
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LA SUBLIME I)ISHIIEDIENC/A DE NELSON EN COPENHAGUE
La victoria.
A las 14 h. la mayoría de las baterías danesas habían cesado el fuego, in
cendiadas y hundidas, unas y otras a la deriva sobre el banco. La Dannebrog
tenía fuego a bordo y sólo disparaban dos de sus piezas, estando muerta o
herida la mayor parte de su tripulación, por lo que el comodoro Fisher había
transbordado a la Heisteen y de allí a la fortaleza de las Tres Coronas. Los
capitanes del Elephant y del Glatton, al ver algunos barcos daneses sin ban
dera —derribada por la artillería—, mandaron lanchas para apoderarse de
ellos, pero siguieron defendiéndose y dispararon contra las lanchas, por lo
que los ingleses prosiguieron el combate. Poco después la Dannebrog (capi
tán Braun que, herido, había sido relevado por Lernming) zozobró sobre un
bajo, terminando por explotar a las 4.30 h. También estaban aniquilados los
dos praams que la flanqueaban, que mandaba el teniente Villemoes.
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J. L. ALCOFAR NASSAES
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LA SUBLIME DESOBEDIENCIA DE NELSON EN COPENHAGUE
Año 1985 79
J. L. ALCOFAR NASSAES
cribe ésta— llegó a casa enfermo y fatigado después del glorioso 2 de abril,
pensamos que le convendrían los frecuentes cambios de aire y fuimos a pasar
tres o cuatro días en distintos lugares. Uno de ellos fue Bush, en Staines, de
licioso punto sobre el Támesis, con un bello jardín. - -
80 11
LA SUBLiME DESOBEDIENCIA DE NELSON EN COPENHAGUE
Navío Elephant. Nelson. 76 piezas (Cap. Foley). Navío Elephañten 70 piezas (rebajado)
Navío Defiance. Graves. 74 piezas (Retalick) Navío Mars 70 piezas (rebajado)
Navío Monarch 74 piezas (Mosse) Navío Trekroner 74 piezas
Navío Bellona 74 piezas (Thompson) Navío Danmark 74 piezas
Navío Edgar 74 piezas (Murray) Navío Infodstreten 60 piezas
Navío Ruseil 74 piezas (Cumming) Navío Heisteen 60 piezas
Navío Ganges 74 piezas (Freemantie) Navío Dannebrog 74 piezas (Braun) (Fisher)
Navío Glatton 54 piezas (Bligs) Navío Pro vesteen 56 piezas (rebajado)
Navío isis 50 piezas (Walker) Navío Sjoelland 56 piezas (Muller)
Navío Agamenon 64 piezas (Francourt) Batería Nidelven
Navío Polyphemus 64 piezas (Lawford) Batería isis
Navío Ardent 64 piezas (Bertie) Batería Hjolperon
Fragata Amazon (Rioi) Batería Sohesten
Fragata Desiree (Imman) Batería Aggershuurs
Fragata Blanche (Hamond) Batería Gerner
Fragata Alcmene (Sutton) Batería Haien
Corbeta Dart (Devonshii-e) Batería Niborg
Cobeta Arrow (Bolton) Corbeta Charlotte Amelie
Corbeta Cruiser (Brisbane) Corbeta Elven
Bergantín Happy (Birchali) Corbeta Kranborg
Bergantín Discovery (Cunn) Corbeta Svuerd Foren
Bergantín Jamaica (Rose) Corbeta Rendsborg
Brulote Zephir (Upton) Pontón Serpent
Brulote Otier (M’Konley) Pontón Siland
Bombarda Sulphur (Witter) Pontón Vaikirien
Bombarda Akia (Haterhill)
Bombarda Explosion (Martin)
Bombarda Zebra (Clay)
Bombarda Terror (Rowley)
Bombarda Vulcan (Waston)
Cañoneras: 6
Navío London. Parker 98 piezas (Domett)
Navío Defence 74 piezas (Paulet)
Navío Ramillies 74 piezas (Barlow)
Navío Raisonable 64 piezas (Dilkes)
Na”ío St. George 98 piézas (Hardy)
Navío Saturn 74 piezas (Lambert)
Navío Veteran 64 piezas (Dickson)
Navío Warrior 74 piezas (Tyler)
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SANTA MARIA, TRAFALGAR
Y LAS INVASIONES INGLESAS
Alejandro Nelson BERTOCCHI MORAN
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A. NELSON BERTOCCHI MORAN
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SANTA MARIA, TRAFALGAR YLASINVASIONESINGLESAS
Ya a fines del siglo XVII! la flota del Atlántico sur, sita en nuestro puerto,
contaba con 11 navíos de línea y la bandera rojigualda de la Armada (2)
ejercía su soberanía desde el paralelo 32 hasta la Antártida, encuadrando la
zona las islas Malvinas y la costa patagónica junto con el control de los estre
chos y de parte del litoral chileno. A principios del siglo pasado esta fuerza
decae un poco, por falta de barcos, pero se continúa con la vigilancia y con
trol de este vasto espacio oceánico.
San Felipe y Santiago de Montevideo era, después de La Habana (3), la
base naval más importante de España en este continente, sus fortalezas eran
consideradas inexpugnables, su amplia bahía se hallaba al abrigo del pam
pero y de la sudestada, y en ella recalaba todo barco que entraba o salía del
Virreinato, y aun mercancías provenientes del Perú o Chile.
Montevideo era y es la llave geopolítica de la zona y, por consiguiente,
de gran valor estratégico para el Imperio. Está muy claro que la región del
Plata era de reducido valor y mérito económico para España, pero al irse
advirtiendo la paulatina y consecuente ambición de los extranjeros por estas
tierras, sus continuas intervenciones en las Malvinas y la Patagonia y, por
supuesto, la constante presión expansionista lusitana desde el vecino Río
Grande, la Corona se decide a potenciar debidamente a Montevideo como
centinela y custodio de los intereses del Rey.
El puerto de Montevideo es superior al de Buenos Aires, la ex capital del
Virreinato es casi un puerto seco por la lógica imposición de determinantes
geográficos. Por ello, la independencia administrativa del Apostadero es un
hecho afirmado por las autoridades peninsulares como una dependencia
militar aparte, lo que nos fue dando, poco a poco, una identidad que a la
postre llevaría al nacimiento, en la banda oriental del río Uruguay, de una
mentalidad autonómica que nos conduciría con el tiempo a la absoluta inde
pendencia de Buenos Aires, primero como provincia bajo el gobierno de
nuestro general Artigas y después como nación libre y soberana.
La soberanía del vital espacio oceánico del Virreinato se defiende desde
nuestra bahía, por aquí pasan y se instalan las expediciones punitivas de
Madariaga en 1767.,de Casa Tilly en 1776, de Ceballos en 1778, que realizan
vitales operaciones de defensa, y aun la del capitán de navío Varela y Ulloa,
que toma posesión de Fernando Poo y Annobón con fuerzas montevidea
nas.
Incluso existen ejemplos muy concretos que muestran cómo el poderíó
de la Plaza disuadió a agresores potenciales desviándolos hacia otras zonas,
como aconteció con las invasiones portuguesas a las Misiones Orientales en
1800. El año anterior, el militar lusitano Joaquín Xavier Curado analizó en
misión secreta las defensas de Montevideo, destacando en su informe la
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SANTA MARÍA, TRAFALGAR Y LAS INVASIONES INGLESAS
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ile, figura un tanto olvidada que tuvo una gran actuación en las invasiones
inglesas, sucumbió defendiendo los colores del Rey en La Brecha (6), la des
graciada noche del memorable 3 de febrero de 1807.
Esta victoriosa campaña, que causó muy graves perjuicios a la navega
ción comercial enemiga, llevada a cabo cuando en aguas de Europa la
Marina Real inglesa cimentaba su absoluta superioridad naval —material,
moral y orgánica— hasta nuestro siglo actual, logró resarcir con creces las
pérdidas materiales y monetarias sufridas por el comercio rioplatense, dam
nificado por la pirática acción de Santa María, y por supuesto que el agravio
conferidoa la Corona y al Patrio Pabellón fueran vengados.
Es indudable que la derrota sufrida por las armas de Gran Bretaña
durante su tentativa de invasión a la región es el revés más grave sufrido por
el cuasi naciente Imperio británico en todo el siglo XIX. Y este honor corres
ponde enteramente a las armas hispano-americanas.
La misma bibliografía inglesa nos dice que éste fue el mayor golpe propi
nado a la política imperial desde los días de Chesapeake y Yorktown.
Así se aventó la posibilidad de que los mares australes se convirtieran
en un lago británico, pues la caída del Río de la Plata hubiera significado
que Inglaterra dominara totalmente los estrechos, apropiándose de la Pata
gonia, lo que sería un hecho incontrovertible, pues Africa del Sur estaba
ya controlada.
Remitámonos a los sucesos generados por la ya tradicional ambición
inglesa por estas tierras.
D. Pascual Ruiz Huidobro, comandante general del Apostadero, pide a
España refuerzos y artillería el 28 de enero de 1805, pues ya se consideraba
en fuentes bien informadas que era muy posible un ataque inglés por esta
zona, dado el gran movimiento de buques por la costa de Africa. No se equi
vocaba.
El 10 de mayo de 1806 la fragata estadounidense Aurora informó que la
colonia holandesa de El Cabo había sido tomada por un fuerte cuerpo expe
dicionario británico.
Dicha fuerza estaba compuesta por unos seis navíos de línea con varias
docenas de transportes, totalizando alrededor de doscientas bocas de fuego.
La fuerza de desembarco la componían unos 2.400 infantes muy bien arma
dos, y el mando supremo lo ostentaba el comodoro Popham, que tenía órde
nes de Londres de operar con absoluta independencia de criterio. Y así se
deciden a probar fortuna en el Río de la Plata.
En éste, España sólo podía oponer unas 25 cañoneras de río, una fraga-
(6) Boquete abierto por la artillería embarcada en la muralla comprendida entre el lla
mado Cubo deI Sur y la Ciudadela y por donde las fuerzas británicas penetraron en la plaza
la noche del 3de febrero de 1807. Las tropas españolas, apoyadas por casi toda la esforzada
poblacion montevideana, intentaron taponar la brecha con escombros y con cueros provenien
tes del puerto, pero no lo logran por hallarse bajo el fuego directo de los cañones ingleses. Fue
una gran matanza.
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SANTA MARIA, TRAFALGAR Y LAS INVASIONES INGLESAS
ta, dos corbetas (7), un bergantín, una goleta y un falucho. Este era el exi
guo potencial del Apostadero en ese momento;. serían, a lo sumo, unos 130
cañones, sin contar los de los muros de la plaza.
Esta notoria desigualdad de fuerzas navales permite a los ingleses per
manecer en el Plata hasta agosto de 1807.
En este lapso de tiempo la Metrópoli no pudo enviar a sus colonias prác
ticamente ninguna ayuda eficaz, pues la situación de sus fuerzas navales era
totalmente deficitaria, sus flotas habían quedado encerradas en El Ferrol,
Cádiz o el Mediterráneo. Trafalgar había calado hondo.
Montevideo y el Río de la Plata podrían haber sido defendidos más efi
cazmente, e incluso impedido que los extranjeros pensaran en atacarnos, si
las autoridades de la Coróna hubieran tenido en cuenta los planes de
defensa estructurados con gran anterioridad a estos hechos por Bustamante
y Guerra y el capitán Santiago de Liniers. Este último en 1790, en un volu
minoso escrito, expresaba que es axioma conocido que siendo dueños del
Mar lo somos de la Tierra, por consiguiente, veo como inútiles toda obra de
fortificación regular.
Esto significa un principio estratégico completamente lógico y con varios
siglos de existencia; ya Temístocles, el gran vencedor de Salamina, decía: el
que domina el Mar domina todas las cosas.
La Corona siempre se había preocupado de potenciar las defensas
terrestres de Montevideo, que a fin de cuentas no pudieron resistir el
embate inglés, no dándole o no pudiéndole otorgar importancia al incre
mento del poder naval del Apostadero, verdadero enemigo de todo plan de
invasión, no sólo del Virreinato, sino-del mismo Atlántico sur. En fin, esta
mentalidad, que algunos llaman continental o terrestre, ha llevado indefec
tiblemente a la derrota final a naciones y políticas que han obviado las ense
ñanzas del poder naval; ejemplos muy concretos de este falso juicio los
tenemos en las dos últimas grandes conflagraciones mundiales.
Lo cierto es que Inglaterra fracasóen el Río de la Pláta.
El 27 de junio de 1806 las fuerzas de desembarco de Popham toman Bue
nos Aires prácticamente sin lucha. Dos meses después se ven -obligados a
capitular ante el embate de las armas montevideanas, que en el ínterin
habían organizado la llamada, desde entonces, Reconquista, lo que nos con
firió el honroso título de ciudad Muy Fiel y Reconquistadora y el derecho a
colocar al pie de nuestro escudo las derrotadas banderas de la Gran Breta
na.
Deben-tos expresar que la caída de la capital del Virreinato se debió,
pura y exclusivamente, a la total indefensión de las autoridades; el ejemplo
es la veloz huida del Virrey Sobremonte hacia Córdoba.
La Reconquista fue totalmente realizada por la Marina, teniendocomo
bases Montevideo y Colonia; se logra merced al íntimo conocimiento del
río. Todos sabemos lo que son las pardas aguas occidentales del Plata con
Año 1985
A. NELSON BERTOCCHI MORAN
sus bajos fondos y sus fuertes corrientes. Gracias a esto y al mal tiempo, las
fuerzas de desembarco del benemérito Liners logran poner pie en tierra,
pese a la amenazadora cercanía de la flota inglesa, que no logra ponerse a
distancia de tiro por carecer de fondo; así la Royal Navy es virtual especta
dora de la total derrota de Popham.
Pero pese a este primer gran revés, y gracias a su absoluto dominio del
mar, los británicos pueden permanecer en el Plata.
En el mes de octubre de 1806 toman a sangre y fuego la ciudad de Mal
donado, el baluarte más oriental del Virreinato. Reciben considerables
refuerzos en hombres y buques desde ultramar y se dirigen, al fin, hacia
Montevideo, que logran tomar, después de un prolongado asedio y una san
grienta lucha, en febrero de 1807.
Capítulo aparte son las acciones de El Cardal y La Brecha (8), donde cae
lo más florido de la sociedad montevideana a la sombra del Pabellón Patrio.
Los británicos, caballerosamente, tratan de ganarse con gran tacto a la
población en el corto período de su dominio. No lo logran, pese a las hábiles
medidas políticas y económicas, y sólo nos dejan el primer periódico de la
Banda Oriental, la Estrella del Sur.
Así, en junio, haciendo acopio una vez más de todas sus fuerzas, se
intenta nuevamente la toma definitiva de Buenos Aires, donde sufren otra
derrota a manos de los hispanos, las tropas criollas venidas desde las provin
cias interiores y del propio pueblo bonaerense (9), situación que obliga a
una urgente capitulación y a la posterior y definitiva evacuación total del
Río de la Plata.
Er el futuro Gran Bretaña intentará dominarnos por medios más sutiles,
menos arriesgados y más saludables.
Las hazañas de los pueblos de Montevideo y Buenos Aires quedarán en
la historia con un trazo indeleble, pues fueron emulados por la propia po
blación de España en su vital y sublime lucha contra el invasor napoleónico.
Como epílogo nos queda el íntimo convencimiento de que los orgullosos
hijos de España supimos vengar el ultraje de Santa María y la derrota que
el gran Nelson nos propinara en Trafalgar, y así, de este modo, cumplimos
la excelsa promesa de Fixar los Leones de Castilla sobre el Pabellón de la
Gran Bretaña.
(8) La acción de El Cardal fue un grave error, pues esa temprana salida de la guarnición
y su consiguiente derrota ante un enemigo mejor armado debilita las fuerzas de la plaza, que
después se necesitarían para aguantar el sitio. Referente a las considerables bajas provocadas
por la acción de La Brecha, recientemente se realizaronen la Ciudad Vieja algunas excavacio
nes con el fin de hacer diversas construcciones, y se hallaron gran cantidad de restos humanos,
armas, etc. Sin duda fue una de las tantas fosas comunes que en aquella fatídica jornada tuvie
ron que abrirse para enterrar a los caídos en la lucha.
(9) Durante los reñidos combates callejeros los infantes británicos fueron atacados con
agua caliente desde balcones y techos por las mujeres y niños de la ciudad.
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SANTA MARIA, TRAFALGAR Y LAS INVASIONES INGLESAS
BIBLIOGRAFIA
Año 1985
LA FUNCION NOTARIAL
A BORDO DEL BUQUE
Eduardo GUTIERREZ- SOLAR Y BRAGADO
Comandante Interventor
Doctor en Derecho
(1) Objeto de estudio en el artículo del mismo autor publicado en la Revista Historia
Naval. Año III. Núm. 8. 1985.
Año 1985 93
E. GUTIERREZ-SOLAR Y BRAGADO
94 11
LA FUNCION NOTARIAL A BORDO DEL BUQUE
Año 1985
E. GUTIERREZ-SOLAR Y BRAGADO
Otorgantes.
Autorizantes.
96 11
LA FLINCION NOTARIAL A BORDO DEL BUQUE
(2) Gutiérrez-Solar, E.: La fe pública extranotarial. Madrid, Edersa, 1982, pp. 131 y ss:
Año 1985
E. GUTIERREZ-SOLAR Y BRAGADO
98 11
LA FUNCJON NOTARIAL A BORDO DEL BUQUE
Año 1985
E. GUTIERREZ-SOLAR Y BRAGADO
100 11
DOCUMENTO
Plano de la ciudad, arcenal y puerto de Cartagena, nuevamente sondado
y corregidoen el año de 1779 por el comisario provincial de artillería y Direc
tor interino de pilotos D. Francisco Xavier Rovira, y con asistencia
de D. Nicolás Berlin guero, Delineador de la Escuela de Navegación, y
D. Juan Yllescas, segundo maestro de la misma escuela.
Este plano, bellamente decorado, representa la ciudad de Cartagena y su
arsenal con las obras llevadas a cabo a raíz del plan Ensenada de reforma de
los arsenales y potenciamiento de la Marina.
Francisco Javier Rovira fue el autor del famoso Tratado de Artillería
para uso de los caballeros guardiamarinas, Cádiz, 1773, que llegó a ser
teniente general de la Armada y era, en la fecha de la construcción del pla
no, director interino de la Escuela de Navegación de Cartagena y comisario
provincial de Artillería en el mismo lugar.
Nicolás Berlinguero, delineador de la Escuela de Navegación, pertene
cía a una familia de pilotos que destacó no sólo en el aspecto científico de
construcción de mapas, sino también en el terreno artístico, como bien se
demuestra en este plano, decorado con el escudo de esta academia de pilo
tos.
En esta época de florecimiento de la Marina, los pilotos eran, por su pre
paración específica, los verdaderos protagonistas de las comisiones científi
cas y a ellos se deben la mayoría de las cartas náuticas que se generaron en
estas expediciones.
Año 1985
DOCUMENTO
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Año 1985
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106 11
RECENSION
SAIZ CIDONCHA, Carlos: Historia de la Piratería en América española.
Madrid, Ed. San Martín, 1985.
JuanBERENGUER
Año 1985
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