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Exp.

2006-000626

SALA DE CASACIÓN CIVIL

Ponencia de la Magistrada: YRIS ARMENIA PEÑA ESPINOZA

            En el juicio por daños y perjuicios derivados de accidente de tránsito, seguido

ante el Tribunal de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de  la

Circunscripción  Judicial  del estado Zulia, por los ciudadanos  YNÉS MARÍA LEAL

DE INCIARTE y JOSÉ RAMÓN DE  LA TRINIDAD INCIARTE CARIDAD,

representados judicialmente por el abogado en ejercicio Argenis José Oliveros Lameda

contra la sociedad mercantil  SERVICIOS HALLIBURTON DE  VENEZUELA

S.A., patrocinada judicialmente por los abogados en ejercicio Néstor Hugo Amesty

Sanoja, Werner Hamm Abreu, Francesca Di Cola, Mónica Silva Portillo, Rina Pansini

y Jossary Paz, el Juzgado Superior en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de  la

Circunscripción  Judicial  del estado Zulia, dictó sentencia en fecha 18 de abril de

2006, en la cual declaró sin lugar la reclamación de daños materiales y procedente la

reclamación por daño moral.

         Contra la referida decisión de alzada, la representación judicial de la parte

demandada, anunció recurso de casación, el cual fue admitido y oportunamente

formalizado.   No hubo impugnación.

        
         Concluida la sustanciación,  la Sala pasa a proferir su fallo bajo la ponencia

de la Magistrada  que con tal carácter la suscribe en los términos que a continuación

se expresan:

        

ÚNICO

RECURSO POR INFRACCIÓN DE LEY

         De conformidad con el ordinal 2° del artículo 313 del Código de Procedimiento

Civil, el formalizante denuncia la infracción del artículo 134 de  la Ley de Tránsito y

Transporte Terrestre por errónea interpretación.

        

         En su escrito de formalización, el recurrente señaló lo siguiente:


“(…) En el caso que nos ocupa, se denuncia la infracción de ley por
errónea interpretación acerca del contenido y alcance de una norma
jurídica expresa, que ocurre cuando se desnaturaliza su sentido y se
desconoce su significación, en cuyo caso, el juzgador aún reconociendo
la existencia y validez de la norma aplicable al caso, yerra en su
alcance general y abstracto, haciéndose derivar de ella consecuencias
que no resultan de su contenido. (Cfr. Henríquez  La Roche,
Ricardo. Código de Procedimiento Civil. Tomo II. Caracas, Venezuela.
Ediciones Liber. 2004. pp. 529-530).
 
III
DE LAS RAZONES QUE DEMUESTRAN   LA EXISTENCIA   DE   LA
INFRACCIÓN
 
El Juzgado Superior en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de  la
Circunscripción Judicial  del Estado Zulia, en su sentencia del
dieciocho (18) abril de dos mil seis (2006), decidió:
"...Ahora bien, una vez resuelto, lo relativo a la representación judicial
de la parte demandada, pasa este órgano jurisdiccional a resolver lo
referente a LA PRESCRIPCION (SIC) DE LA ACCION (sic)
ALEGADA POR EL APODERADO JUDICIAL DE  LA PARTE
DEMANDADA:
Establece el artículo 134 de  la Ley de Tránsito y Transporte Terrestre,
lo siguiente:
"...Las Acciones Civiles a que se refiere este Decreto Ley para exigir
la reparación de todo daño prescribirán a Ios doce (12) meses de
sucedido el accidente.  La acción de repetición a que se contrae el
artículo anterior prescribirá en igual término, a partir del pago de la
indemnización correspondiente...".
Igualmente establece el artículo 1.969 del Código Civil, que para que
la demanda judicial produzca interrupción de  la Prescripción  deberá
registrarse antes de expirar el lapso de prescripción, copia certificada
del libelo con la orden de comparecencia del demandado, autorizada
por el Juez; a la par que el artículo 1.384 del Código asienta que los
traslados y copias de los instrumentos públicos auténticos, hacen fe si
los ha expedido el funcionario competente con arreglo a las leyes.
Al establecer la ley,  en forma imperativa, que para que la demanda
judicial produzca  interrupción de la prescripción, deberá registrarse copia
certificada del libelo de la demanda con la orden de comparecencia del
demandado, no puede ser indiferente que tal exigencia pueda omitirse:
cuando la ley impone una formalidad, ésta debe ser cumplida. La
inserción de "la orden de comparecencia del demandado" es parte
integrante de la copia certificada, a la que para alcanzar la fuerza
interruptora de la prescripción no le basta la sola inserción del libelo
de la demanda, como lo declara la recurrida, sino junto con ella la
condición del cumplimiento estricto de los requerimientos previstos en
el citado artículo 1.969, pues es mediante la observancia de las formas
prescritas para la expedición de dicha copia, que el legislador le ha
asignado al registro de dicha copia los efectos importantísimos
anotados (...) En conclusión dispone el artículo 1.969 del Código Civil,
que para que la demanda judicial produzca interrupción de la
prescripción deberá registrarse antes de expirar dicho lapso, copia
certificada del libelo con la orden antes de expirar dicho lapso, copia
certificada del libelo (sic) con la orden de comparecencia del
demandado, autorizada por el Juez. A su vez, el artículo 1.384
ejusdem, asienta que los traslados y copias de los instrumentos
públicos o auténticos, hacen fe si los ha expedido un funcionario
competente.-
Ahora bien, se constata de libelo (sic) de la demanda y de las actas del
presente expediente que el accidente de tránsito ocurrió el día trece
(13) de Agosto de 2002 y la demandada quedó plenamente citada el día
11 de septiembre de 2003, fecha ésta última en que constó en actas que
se agregaron las resultas del embargo practicado el día 8 de septiembre
de 2003, y en la cual se hizo parte la empresa demandada a través de su
apoderada judicial, la profesional del derecho FRANCESCA ALICIA
DI COLA; por lo que claramente se puede evidenciar que desde que
ocurrió el accidente de transito (sic), es decir, y como antes se dijo
(13-08-2002), hasta el 11 de septiembre de 2003, fecha en que quedó
plenamente citada la demandada, transcurrió más de un (01) año, sin
que la parte actora haya intentado ningún acto interruptivo en el
proceso, como lo es, el haber realizado el registro de la copia
certificada del libelo de la demanda con la orden de comparecencia del
demandado; por lo que este Sentenciador de conformidad con lo
establecido en el artículo 134 de  la Ley de Tránsito y
Transporte Terrestre, debe forzosamente declarar PRESCRITA la
Acción (sic) de reclamación de Daños Materiales (sic). ASÍ SE
DECIDE.-
Pero a tales efectos, este Órgano Superior, deja establecido que al
declarar  la Prescripción   de   la Acción   con respecto a los Daños
Materiales, esto no extingue lo atinente a   la Acción   (sic) por
reclamación por Daño Moral…”
En relación al extracto de la sentencia transcrita, pueden observarse
tres elementos fundamentales:
Primero:  El Juzgador declara  CON LUGAR la defensa de fondo
opuesta por mi representada  SERVICIOS HALLIBURTON DE
VENEZUELA, S.A. referida a la Prescripción  de la Acción  en virtud
de lo establecido en los artículos 134 del Decreto con Fuerza de Ley de
Tránsito y Transporte Terrestre y 1.969 del Código Civil.
Segundo: Se declara que la prescripción solo extingue la acción para
exigir la reparación de los daños materiales.
Tercero:  Deja establecido que al declarar la prescripción de la acción
con respecto a los daños materiales, esto no extingue lo atinente a la
acción por reclamación por daño moral.
En este sentido, el Juez de alzada fundamentó su decisión
estableciendo una distinción entre los daños materiales y los daños
morales demandados, declarando prescrita la acción para exigir la
indemnización de uno de ellos (la acción por daños materiales) y
manteniendo viva la acción para exigir la indemnización del daño
moral.
En este caso, el Juzgado Superior en lo Civil, Mercantil y del Tránsito
de la Circunscripción  Judicial  del Estado Zulia, infringió por errónea
interpretación el artículo 136 (sic) de  la Ley de Tránsito y Transporte
Terrestre, que expresa:  “Las acciones civiles a que se refiere este
Decreto Ley para exigir la reparación de  todo daño  prescribirán a
los doce (12) meses de  sucedido el accidente…” (subrayado nuestro);
pues la disposición citada es clara en consagrar que las acciones civiles
a que se refiere dicha ley, prescribirán a los doce meses de sucedido el
accidente.
Para el análisis que demuestra la existencia de la infracción por
errónea interpretación, es importante considerar que el Decreto con
Fuerza de Ley de Tránsito y Transporte Terrestre es una ley especial
que regula todo lo relacionado con el tránsito terrestre (artículo 1° de
la ley); por vías públicas y privadas destinadas al uso público,
permanente o causal (artículo 1° del Reglamento de  la Ley de Tránsito
Terrestre).
Dentro de su normativa especial dedica un capítulo (capítulo II), a la
regulación o tratamiento  “De la Responsabilidad  por Accidentes de
Tránsito”, es decir, prevé las normas jurídicas que regulan la
obligación de indemnizar los daños causados con motivo de la
circulación de un vehículo.
La inclusión de este capítulo en el texto legal no significa que el
legislador haya querido disminuir, limitar o eliminar la responsabilidad
personal de quienes sean partícipes de un hecho ilícito en materia de
Tránsito Terrestre, excluyéndolos de la aplicación de la normativa
general en materia de responsabilidad civil expresamente contemplados
en el Código Civil, sino que por el contrario el referido cuerpo
normativo tiene como objetivo, el precisar con máxima agudeza, el
alcance de la responsabilidad civil por accidente de tránsito en cuanto
al tipo de daño y en cuanto al alcance subjetivo de dicha
responsabilidad.
De forma tal que podemos afirmar que las disposiciones del Decreto
con Fuerza de Ley de Tránsito y Transporte Terrestre relacionados con
la responsabilidad civil por accidente de tránsito, son normas
específicas y complementarias de las normas generales del Código
Civil.
(…Omissis…)
En base al análisis precedentemente realizado en el caso bajo estudio,
consideramos que efectivamente el Juez Superior del conocimiento
incurrió en error de interpretación de las previsiones contenidas en el
artículo 134 del Decreto con Fuerza de Ley de Tránsito y Transporte
Terrestre, al deducir que el lapso de prescripción expresamente
contenido en ella solo era aplicable a la reclamación por daños
materiales, afirmando que el mismo no extingue lo atinente a la
reclamación por daño moral. En tal sentido, si bien es cierto que el
Juez de alzada aplicó la norma adecuada al caso bajo análisis, no es
menos cierto que el mismo yerra en el sentido y consecuencias que le
reconoce, incurriendo así en el vicio de infracción de ley por errónea
interpretación del artículo 134 antes mencionado, el cual denunciamos
en virtud de lo dispuesto en el artículo 313, ordinal 2° del Código de
Procedimiento Civil.
Las expresiones  “Las acciones civiles…” y “…todo
daño…” contenidas en el artículo 134 del Decreto con Fuerza de Ley
de Tránsito y Transporte Terrestre se encuentran redactadas en forma
clara y sencilla, siendo evidente que las mismas hacen referencia a
todas las acciones civiles (independientemente que las mismas persigan
la indemnización de daños materiales o daños morales); y a todos los
daños (materiales o morales) que puedan producirse con motivo de la
circulación de vehículos, por lo que el juzgador no ha debido hacer
distinciones no planteadas expresamente por el cuerpo normativo.
(…Omissis…)
Así, la interpretación realizada por el juzgador de alzada no consideró
las previsiones contenidas en los artículos 1.196 del Código Civil y
127 y 150 del Decreto con Fuerza de Ley de Tránsito Terrestre,
atribuyendo un significado y alcance a la disposición prevista en el
artículo 134 del referido Decreto que no se corresponde con la
intención del legislador ni mucho menos con los principios generales
que fundamentan el sistema normativo en su conjunto ni con el
contenido de otras normas del sistema.
(…Omissis…)
Del extracto de la sentencia antes transcrita, puede evidenciarse que el
Juzgador de alzada al interpretar erróneamente la disposición contenida
en el artículo 134 del Decreto con Fuerza de Ley de Tránsito y
Transporte Terrestre, declaró prescrita la acción únicamente en lo que se
refería a la reclamación por daños materiales, declarando que tal causa
de extinción de la acción no operaba respecto de  la reclamación por
daños morales razón por la cual dicho juzgador se pronunció sobre la
referida reclamación por daños morales, declarándola  procedente y
condenando a mi representada al pago de  QUINIENTOS MILLONES
DE BOLÍVARES CON 00/100         (Bs. 500.000.000,oo).
Es claro que de haber sido interpretada la norma jurídica contenida en
el artículo 134 del referido Decreto Ley de la forma indicada en este
escrito de formalización de recurso de casación, es decir, que la misma
se aplica a las reclamaciones por daños materiales y a aquellas que se
fundamenten en el daño moral, forzoso era para el tribunal de alzada
declarar prescrita la acción por reclamación de daños materiales y
morales, pues ambas estaban sometidas al mismo punto de partida
(ocurrencia del accidente) y al mismo término  (doce meses desde la
ocurrencia del accidente) dando lugar a una  SENTENCIA
DE RECHAZO de la demanda, quedando extinguida la acción sin que
pudiera considerar el fondo del asunto controvertido.
En tal sentido, el dispositivo del fallo recurrido fue consecuencia
directa e inmediata del vicio de infracción de ley por errónea
interpretación del artículo 134 del Decreto con Fuerza de Ley de
Tránsito y Transporte Terrestre, cumpliendo así el presente escrito de
formalización del recurso de casación con la carga impuesta por la
doctrina, la jurisprudencia y por él último aparte del ordinal 2° del
artículo 313 del Código de Procedimiento Civil…”

        

         El formalizante delata que el juzgado ad quem   incurrió en la infracción del

artículo 134 del Decreto con Fuerza de Ley de Tránsito y Transporte Terrestre, por

cuanto “deducir que el lapso de prescripción expresamente contenido en ella sólo era


aplicable a la reclamación por daños materiales, afirmando que el mismo no extingue

lo atinente a la reclamación por daño moral”,  constituye, a su juicio, un error de

interpretación de la norma referida. Que no obstante haberla elegido correctamente,

erró “en el sentido y consecuencias que le reconoce”.

         Adujo que “es claro que de haber sido interpretada la norma jurídica

contenida en el artículo 134 del referido Decreto Ley de lo forma (sic) indicada en

este escrito… es decir, que la misma se aplica a las reclamaciones por daños

materiales y a aquellas (sic) que se fundamenten en el daño moral, forzoso era para

el Tribunal (sic) de alzada declarar prescrita la acción por reclamación de daños

materiales y morales, pues ambas estaban sometidas al mismo punto de partida

(ocurrencia del accidente) dando lugar a una sentencia rechazo de la demanda,

quedando extinguida la acción sin que pudiera considerar el fondo del asunto

controvertido”.

         Por lo anterior, consideró que  “el dispositivo del fallo recurrido fue

consecuencia directa e inmediata del vicio de infracción de ley por errónea

interpretación del artículo 134 del Decreto con Fuerza de Ley de Tránsito y

Transporte Terrestre…”

        

                  La Sala para decidir observa:

        

         Para deducir lo delatado por el formalizante, se procede a citar lo que

textualmente expuso el sentenciador de segunda instancia, en cuanto al punto referido

a la prescripción de la acción alegada por la parte demandada.


“(…) Ahora bien, una vez resuelto, lo relativo a la representación
judicial de la parte demandada, pasa este órgano jurisdiccional a
resolver lo referente a  LA PRESCRIPCIÓN DE  LA ACCIÓN (sic)
ALEGADA POR EL APODERADO JUDICIAL DE LA
PARTE DEMANDADA:
Establece el artículo 134 de  la Ley de Tránsito y Transporte Terrestre,
lo siguiente:
(…Omissis…)
Igualmente establece el artículo 1.969 del Código Civil, que para que
la demanda judicial produzca interrupción de  la Prescripción  deberá
registrarse antes de expirar el lapso de prescripción, copia certificada
del libelo con la orden de comparecencia del demandado, autorizada
por el Juez; a la par que el artículo 1.384 del Código asienta que los
traslados y copias de los instrumentos públicos auténticos, hacen fe si
los ha expedido el funcionario competente con arreglo a las leyes.
Al establecer la ley, en forma imperativa, que para que la demanda
judicial produzca interrupción de la prescripción, deberá registrarse
copia certificada del libelo de la demanda con la orden de
comparecencia del demandado, no puede ser indiferente que tal
exigencia pueda omitirse: cuando la ley impone una formalidad, ésta
debe ser cumplida. La inserción de “la orden de comparecencia del
demandado” es parte integrante de la copia certificada, a la que   para
(sic) alcanzar la fuerza interruptora de la prescripción no le basta la
sola inserción del libelo de la demanda, como lo declara la recurrida,
sino junto con ella la condición del cumplimiento estricto de los
requerimientos previstos en el citado artículo1.969, pues es mediante
la observancia de las formas prescritas para la expedición de dicha
copia, que el legislador le ha asignado al registro de dicha copia los
efectos importantísimos anotados. Se trata de una norma marcadamente
imperativa y revestida de solemnidad, por razón de los efectos
transcendentales que produce en un proceso, como lo es de la
interrupción de la prescripción de una acción (sic), y por ello –se
repite- no puede ser indiferente que tal exigencia pueda omitirse, pues
del espíritu del citado artículo se desprende que el legislador consideró
que no era suficiente que el demandado conociera que se había
propuesto una demanda contra él, sino también que ésta había sido
admitida y que se ordenó, en consecuencia, su emplazamiento.-
En conclusión dispone el   artículo 1.969 del Código Civil, que para que
la demanda judicial produzca interrupción de la prescripción deberá
registrarse antes de expirar dicho lapso, copia certificada del libelo
con la orden de comparecencia del demandado, autorizada por el Juez.
A su vez, el artículo 1.384 ejusdem, asienta que los traslados y copias
de los instrumentos públicos o auténticos, hacen fe si los ha expedido
un funcionario competente.-
Ahora bien, se constata de libelo (sic) de la demanda y de las actas del
presente expediente que el accidente de tránsito ocurrió el día trece
(13) de Agosto de 2002 y la demandada quedó plenamente citada el día
11 de septiembre de 2003, fecha ésta última en que constó en actas que
se agregaron las resultas del embargo practicado el día 8 de septiembre
de 2003, y en la cual se hizo parte la empresa demandada a través de su
apoderada judicial, la profesional del derecho FRANCESCA ALICIA
DI COLA; por lo que claramente se puede evidenciar que desde que
ocurrió el accidente de tránsito, es decir, y como antes se dijo (13-08-
2002), hasta el 11 de septiembre de 2003, fecha en que quedó
plenamente citada la demandada, transcurrió más de un (01) año, sin
que la parte actora haya intentado ningún acto interruptivo en el
proceso, como lo es, el haber realizado el registro de la copia
certificada del libelo de la demanda con la orden de comparecencia del
demandado; por lo que este Sentenciador de conformidad con lo
establecido en el artículo 134 de  la Ley de Tránsito y
Transporte Terrestre, debe forzosamente declarar PRESCRITA la
Acción (sic) de reclamación de Daños Materiales (sic). ASÍ SE
DECIDE.-
Pero a tales efectos, este Órgano Superior, deja establecido que al
declarar  la Prescripción  de la Acción  (sic) con respecto a los Daños
Materiales (sic), esto no extingue lo atinente a  la Acción  (sic) por
reclamación por Daño Moral; por lo que se procede a pronunciarse
sobre el Daño Moral (sic) reclamado y se hace en los siguientes
términos.
(…Omissis…)
En síntesis el DAÑO MORAL   es la lesión que sufre una persona en su
honor, reputación, afectos o sentimientos, por acción culpable o dolosa
de otra. Se dice que es un estrago que algún acontecimiento causa en
los ideales y costumbres de un pueblo, clase o institución.
A tales efectos establece el artículo 1.185 del Código Civil, lo
siguiente:
(…Omissis…)
Debe igualmente reparación quien haya causado daño a otro,
excediendo, en el ejercicio de su derecho, los límites fijados por la
buena fe o por el objeto en vista del cual le ha sido conferido ese
derecho.
Asimismo establece el artículo 1.196 ejusdem, lo siguiente:
(…Omissis…)
Ahora bien, quedando demostrado en actas el daño moral causado a  la
Víctima, (sic) Ciudadano JOSE RAMON DE  LA
TRINIDAD INCIARTE CARIDAD, cree este Sentenciador (sic)
necesario declarar la procedencia del  referido daño moral y acordar una
indemnización de conformidad con lo establecido en el artículo 1.196 del
Código Civil, para lo cual la estima en la cantidad de QUNIENTOS
MILLONES DE BOLÍVARES (Bs. 500.000.000,00); por lo que así se
declarará en el dispositivo del presente fallo. Y ASÍ SE DECIDE”.-
(Mayúsculas y destacado de la sentencia)

        
         Como podrá apreciarse, el sentenciador ad quem   deja sentado que “…de

conformidad con lo establecido en el artículo 134 de   la Ley  de Tránsito y Transporte

Terrestre debe forzosamente declarar prescrita la acción de reclamación de Daños

Materiales… ”; concluyendo, más adelante que “… la prescripción de la acción con

respecto a los daños materiales … no extingue lo atinente a la acción por daño

moral…”,   por lo que pasó a analizar lo alegado y probado respecto a este punto

aplicando lo contenido en los artículos 1.185 y 1.196 del Código Civil, y la

declaratoria de procedencia de tal reparación.

        

         Ahora bien, el artículo delatado como infringido por errónea interpretación,

dispone que:
Artículo 134. Las acciones civiles a que se refiere este Decreto Ley
para exigir la reparación de todo daño prescribirán a los doce (12)
meses de sucedido el accidente . La acción de repetición a que se
contrae el artículo anterior prescribirá en igual término, a partir del
pago de la indemnización correspondiente. (Subrayado de  la Sala)

        

         Como se evidencia de la disposición anteriormente transcrita, el legislador ha

establecido que las acciones civiles derivadas de un accidente de tránsito a los fines

de exigir la reparación de todo daño, prescribirán a los doce (12) meses de ocurrido el

hecho generador de la responsabilidad.

         Así pues, considera pertinente esta Sala determinar la aplicación de la

mencionada norma al caso en estudio, para posteriormente señalar si efectivamente el

juez erró en la interpretación de la misma generando una conclusión equivocada,

según el dicho del formalizante.

        
         El Decreto con Fuerza de Ley de Tránsito Terrestre, es una ley especial que

regula todo lo relacionado con la materia de tránsito y transporte terrestre, de lo cual,

en virtud del principio de especialidad se aplica con preferencia a la legislación

ordinaria, es decir, al Código Civil.   Tal principio de especialidad se encuentra

consagrado en el artículo 14  ejusdem,  el cual dispone:

 
“…Las disposiciones contenidas en los Códigos y las leyes nacionales
especiales, se aplicarán con preferencia a las de este Código en las
materias que constituyan la especialidad…”.

         Al respecto  la Sala en sentencia dictada en fecha 12 de abril de 2004

expediente N° 2004-000434, caso: Felipe Caicedo contra Aéreo Servicios  La

Selva C.A., estableció lo siguiente:

 
“(…) Alega el formalizante que el juez de alzada debió aplicar el
artículo 1.977 del Código Civil por tratarse de una acción personal
cuyo plazo es de diez (10) años desde que sucedió el daño, el cual fue
ininterrumpido con la citación del defensor judicial el 12 de julio de
1999, y no debió declarar la prescripción de la acción con fundamento
en la Ley de Aviación Civil.
Al respecto la recurrida se expresa:
“…TERCERO
De la prescripción.-
En la oportunidad de dar contestación a la demanda… los
codemandados a través de su representante legal, opusieron la
prescripción de la acción, sobre la base de lo establecido en el artículo
54 de la Ley de Aviación Civil hoy derogada, pero vigente para la
fecha del accidente y por ende aplicable al caso.
(…Omissis…)
Al respecto, establece el artículo 54 de  la Ley de Aviación Civil
(derogada), vigente para la época del accidente, lo siguiente:  “La
acción para exigir el pago de las indemnizaciones originadas por
daños  a los pasajeros a su equipaje de mano  o a terceros en la
superficie, prescribirá en el lapso de un (1) año, a partir de la fecha
de los hechos que le dieron nacimiento,  o en defecto, de la fecha de
iniciación del viaje, prevista en el contrato de trasporte”.
El accidente ocurrió el 5 de marzo de 1992 en la pista de
aviación  conocida como MANACAL  en las adyacencias de la
población de  la Paragua,  siendo interpuesta la demanda en fecha 17-
06-92, en tal sentido, el término de la prescripción comenzó el 05-
03-92 y se expiraba (sic) el 05-03-93. ( Subrayado y negritas de  la
Sala).
De lo antes expuesto se observa que el sentenciador determinó que el
lapso de prescripción de la acción era de un año, de conformidad con
lo establecido en el artículo 54 de al Ley (sic) de Aviación Civil
vigente para el momento que el actor fue lesionado en la pista de
aviación Monacal del estado Bolívar.
El artículo 14 del Código Civil establece que:
“Las disposiciones contenidas en los Códigos y leyes nacionales
especiales, se aplicarán con preferencia a las de este Código en las
materias que constituyan la especialidad”.
De acuerdo con la referida norma, cuando exista una legislación que
regule la especialidad, esa será de aplicación preferente al Código
Civil. En el caso concreto la controversia trata de una demanda por
daños y perjuicios causados al demandante por la hélice de un avión en
la pista aérea de Manacal, hecho que determina la aplicación preferente
de la Ley de Aviación Civil, por ser la legislación especial que regula
la aviación.
El artículo 54 de  la Ley de Aviación Civil, establecía que el lapso de
prescripción de la acción por daños ocasionados a los pasajeros, su
equipaje de mano y a terceros en la superficie, es de un año desde la
fecha en al que ocurrió el hecho ilícito civil o en su defecto, de la
fecha de iniciación del viaje señalada en el contrato de transporte.
Por tanto, al estar determinado el lapso de prescripción de la acción de
daño a terceros en la superficie en  la Ley de Aviación Civil, no resulta
aplicable al asunto planteado la prescripción de diez años establecida
en el artículo 1.977 del Código Civil, por ser aquélla ley la que regula
la especialidad.
En consecuencia,  la Sala considera improcedente la presente denuncia,
por no ser el artículo 1.977 del Código Civil aplicable al presente
asunto. Así se decide.- (Resaltado de la sentencia)

         Ahora bien, en el sub iudice, como se dejó sentado con anterioridad, los daños

reclamados por la parte actora son derivados de un accidente de tránsito acaecido el

día 13 de agosto de 2002 en la carretera denominada “Williams”, sector  la Antena  de
P.D.V.S.A. del   Municipio Autónomo del estado Zulia, por lo cual siendo ésta una

materia referida a tránsito en virtud   que se trata de establecer la responsabilidad

derivada de un accidente automovilístico, resulta forzoso para esta Sala concluir, en

virtud del principio de especialidad, que la norma aplicable era la que efectivamente

eligió el juez de alzada.         

        

         En virtud de ello, corresponde a  la Sala, analizar si el juez de segunda

instancia, habiendo aplicado la norma correcta (artículo 134 de  la Ley de Tránsito y

Transporte Terrestre), erró en su contenido y alcance, para lo cual se precisa:

        

         El juez al considerar el alegato de prescripción formulado por la parte

demandada, expresó que este modo extintivo de las obligaciones operaba sólo en

cuanto a la reclamación de los daños materiales, sin embargo, consideró que ello no

extinguía  “lo atinente a la acción (sic) por reclamación por daño moral ”,

procediendo, en consecuencia a analizar tal punto.

        

         Con ese razonamiento, el sentenciador erró en la conclusión atribuida al

supuesto de hecho particular, ya que en lugar de atribuir la prescripción de la acción

tanto para el daño material como para el daño moral, tal y como lo ordena el artículo

134 de la Ley de Tránsito y Transporte Terrestre, concluyó que para el daño moral no

se establecía la misma consecuencia y que por ende, no se extinguía la reclamación de

dicho daño, condenando a la demandada a pagar la cantidad de Quinientos Millones

de Bolívares (Bs. 500.000.000,oo).

        

         Con este modo de sentenciar incurrió en el error de interpretación delatado, al

considerar que los daños a que se refiere el artículo 134 denunciado se refiere
únicamente al daño material, siendo que de una simple lectura de la norma puede

evidenciarse que la prescripción de  “las acciones civiles a que se refiere este

Decreto Ley para exigir la reparación de  todo daño ” procederá a  “a los doce

(12) meses de sucedido el accidente”,  por tanto el juez debió establecer que si la

prescripción era factible para la reclamación de los daños materiales, también debió

hacerlo respecto de los daños morales y no realizar una distinción que la propia ley

no hace.

        

         Observa esta Sala igualmente, que en correcta interpretación del artículo 134

de la Ley de Tránsito y Transporte Terrestre, el juez de alzada debió verificar la

consumación del lapso de prescripción de la acción, en ambos casos, daño moral y

daño material, es decir, los doce (12) meses contados a partir del acaecimiento de los

hechos generadores de la responsabilidad extracontractual derivada del accidente de

tránsito ocurrido en fecha 13 de agosto de 2002 y la fecha en la cual quedó citada la

parte demandada, 11 de septiembre de 2002.

         En relación a este punto, la recurrida estableció que  “(…) se constata de libelo

(sic) de la demanda y de las actas del presente expediente que el accidente de

tránsito ocurrió el día trece (13) de agosto de 2002 y la demandada quedó

plenamente citada el día 11 de septiembre de 2003, fecha ésta última en que constó

en actas que se agregaron las resultas del embargo practicado el día 08 de

septiembre de 2003, y en la cual se hizo parte la empresa demandada a través de su

apoderada judicial, la profesional del derecho Francesca Alicia Di Cola; por lo que

claramente se puede evidenciar que desde que ocurrió el accidente de tránsito, es

decir, y como antes se dijo (13-08-2002), hasta el 11 de septiembre de 2003, fecha en

que quedó plenamente citada la demandada, transcurrió mas de un (01) año, sin que

la parte actora haya intentado ningún acto interruptivo en el proceso, como lo es, el
haber realizado el registro de la copia certificada del libelo de la demanda con la

orden de comparecencia del demandado; por lo que este Sentenciador de

conformidad con lo establecido en el artículo 134 de   la Ley  de Tránsito y Transporte

Terrestre, debe forzosamente declarar PRESCRITA   la Acción  de reclamación de

Daños Materiales(…)”  (Mayúsculas del texto)

         Visto lo anterior,  la Sala aprecia, que tal y como dejó establecido por la propia

recurrida, en vista que trascurrieron más de doce (12) meses desde la ocurrencia del

accidente de tránsito causante de los daños reclamados, hasta la citación de la parte

demandada sin que se hubiere desplegado algún acto interruptivo de la prescripción,

la consecuencia inmediata era la declaratoria de prescripción de la acción, la cual

comprende lo referido al daño material y moral, de conformidad con lo dispuesto en

el artículo 134 de  la Ley de Tránsito y Transporte Terrestre.

         Por lo antes expuesto,  la Sala considera procedente la presente denuncia, por

haber incurrido el sentenciador de segunda instancia en error de interpretación del

artículo 134 de la Ley de Tránsito y Transporte Terrestre. Así se decide.

CASACIÓN SIN REENVÍO

        

         En base a las razones precedentemente expuestas, siendo que se hace

innecesario un pronunciamiento sobre el fondo de la controversia  la

Sala CASARÁ   SIN REENVÍO  la sentencia recurrida con la consecuente declaratoria

de nulidad de la misma, de conformidad con lo preceptuado en el artículo 322 del

Código de Procedimiento Civil en los siguientes términos:

         Visto que la recurrida incurrió en error de interpretación del artículo 134 de  la

Ley de Tránsito y Transporte Terrestre, delatado, y que de la revisión efectuada a la


sentencia, puede constatarse que la parte demandada quedó citada el 11 de septiembre

de 2003, fecha en que se agregaron a los autos las resultas del embargo practicado el

08 de septiembre de ese año, acto en el cual la abogada Francesca Alicia Di Cola se

hizo presente en calidad de apoderada judicial de la empresa demandada, había

transcurrido más de doce meses, pues el accidente de tránsito generador de la

responsabilidad reclamada ocurrió el 13 de agosto de 2002, por lo que es evidente la

prescripción de la pretensión en virtud del mandamiento del artículo 134 antes

mencionado, lo que será decidido en forma expresa, positiva y precisa en la parte

dispositiva del presente fallo. Así se decide.

DECISIÓN

        

         Por los razonamientos antes expuestos, este Tribunal Supremo de Justicia, en

Sala de Casación Civil, administrando justicia en nombre de  la

República  Bolivariana  de Venezuela y por autoridad de la ley, declara  CON

LUGAR  el recurso de casación anunciado y formalizado por la representación de la

sociedad mercantil  SERVICIOS HALLIBURTON DE VENEZUELA, S.A ., contra la

sentencia dictada por el Juzgado Superior en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de  la

Circunscripción  Judicial  del estado Zulia, en fecha 18 de abril de 2006. En

consecuencia,  CASA SIN  REENVÍO  el fallo recurrido, y declara  CON LUGAR  la

apelación interpuesta por la parte demandada,  NULA  la referida sentencia,

y  PRESCRITA  la acción deducida. Se condena en costas a la parte actora por haber

resultado totalmente vencida.

         Queda CASADA   la sentencia impugnada.

         No hay condenatoria en las costas del recurso.

         Publíquese, regístrese y remítase este expediente conforme a lo ordenado.


 

         Dada, firmada y sellada en  la Sala de Despacho de la Sala de Casación Civil,

del Tribunal Supremo de Justicia, en Caracas, a los seis (6) días del mes de febrero de

dos mil siete. Años: 196° de  la Independencia  y 147° de la Federación.

Presidente de la Sala,


 
 
______________________
CARLOS OBERTO VÉLEZ
 
 
 
Vicepresidenta-Ponente,
 
 
 
___________________________
YRIS ARMENIA PEÑA ESPINOZA                                 
 
 
Magistrado,
 
 
 
 ________________________
ANTONIO RAMÍREZ JIMÉNEZ
 
Magistrada,
 
 
 
________________________
ISBELIA PÉREZ VELÁSQUEZ
 
 
Magistrado,
 
 
 
______________________________
LUÍS ANTONIO ORTÍZ HERNÁNDEZ
 
 
Secretario,
 
 
 
 
__________________________
ENRIQUE DURÁN FERNÁNDEZ
 
 
 
 
Exp: N°. AA20-C-2006-000626
 

OTRA

REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA


PODER JUDICIAL
EN SU NOMBRE
JUZGADO SUPERIOR CUARTO EN LO CIVIL, MERCANTIL, TRÁNSITO,
PROTECCIÓN DEL NIÑO Y DEL ADOLESCENTE, AGRARIO Y BANCARIO DE LA
CIRCUNSCRIPCIÓN JUDICIAL DEL ESTADO TÁCHIRA
EXPEDIENTE Nº 2.348
El presente expediente contiene el juicio que por DAÑO MATERIAL Y MORAL
PROVENIENTE DE ACCIDENTE DE TRÁNSITO incoara el ciudadano ALEXIS MEDINA,
venezolano, mayor de edad, titular de la cédula de identidad N° V-5.645.625, representado por
los abogados MIGUEL EDUARDO NIÑO ANDRADE y MARÍA TRINIDAD BECERRA
ROJAS, inscritos en el Instituto de Previsión Social del Abogado bajo los números 52.833 y
89.778; contra la ciudadana MARINA ONTIVEROS GONZÁLEZ, venezolana, mayor de
edad, titular de la cédula de identidad N° V-5.420.434, y representada por el abogado FABIO
ALBERTO OCHOA ARROYAVE, inscrito en el Instituto de Previsión Social del Abogado
bajo el N° 35.140; todos de este domicilio. En el presente expediente fue citada como tercero
en garantía la SOCIEDAD MERCANTIL SEGUROS LA PREVISORA C.A., domiciliada en
esta ciudad de San Cristóbal, inscrita en el Juzgado de Comercio de la Circunscripción Judicial
del Distrito Federal en fecha 23 de marzo de 1.914, bajo el N° 296, Tomo 2, domiciliada en la
ciudad de Caracas, y con sucursal en esta ciudad de San Cristóbal del estado Táchira.
Conoce esta alzada del presente expediente, con motivo del RECURSO DE APELACIÓN que
ejerciera el abogado MIGUEL EDUARDO NIÑO ANDRADE en representación de la parte
demandante en fecha 3 de agosto de 2010, contra la sentencia publicada el 29 de julio de 2010
por el Juzgado Tercero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la
Circunscripción Judicial del estado Táchira QUE DECLARÓ PARCIALMENTE CON
LUGAR LA DEMANDA; CONDENÓ A LA DEMANDADA A PAGAR LA CANTIDAD
DE TREINTA Y TRES MIL OCHOCIENTOS BOLIVARES (BS. 33.800,00) POR
CONCEPTO DE DAÑO MATERIAL; Y ORDENÓ PRACTICAR LA INDEXACIÓN DE LA
CANTIDAD ACORDADA.

I
ANTECEDENTES DEL CASO
En fecha 15 de diciembre de 2008 (folios 1 al 6), es presentado para su distribución libelo de
demanda junto con anexos que van de los folios 7 al 17. Por auto del 18 de diciembre de 2008
el Juzgado Tercero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la
Circunscripción Judicial del estado Táchira, recibió el libelo de demanda, la admitió y le dio el
curso de ley correspondiente (folio 19).
El 19 de febrero de 2009, la demandada confirió poder apud acta al abogado FABIO OCHOA
ARROYAVE (folio 21).
Por escrito del 2 de marzo de 2009 es presentada reforma de la demanda (folios 22 al 30), y
que fue admitida por auto del 9 de marzo de 2009 (folio 33).
El 6 de abril de 2009 el abogado FABIO OCHOA ARROYAVE en su carácter de apoderado
judicial de la parte demandada dio contestación a la demanda y propuso cita en garantía (folios
34 al 39).
El 17 de abril de 2009, el demandante confirió poder apud acta a los abogados MARÍA
TRINIDAD BECERRA ROJAS y MIGUEL EDUARDO NIÑO ANDRADE.
Mediante auto de fecha 29 de abril de 2009 el a quo admitió el llamamiento del tercero en
garantía peticionado por la representación de la demandada en la contestación. En tal sentido,
ordenó citar a la empresa SEGUROS LA PREVISORA C.A., a los fines de que diera
contestación a la misma (folio 58).
Por auto del 21 de octubre de 2009 se fijó la celebración de la Audiencia Preliminar (folio 62).
Corren insertas a los folios 66 al 117 copias fotostáticas de la causa penal N° 3JU-1482-09 por
LESIONES CULPOSAS GRAVES en perjuicio de la ciudadana ANGELA ROCIO
SALCEDO GARCÍA.
El 6 de abril de 2010, la abogada TRINA OMAIRA GUERRERO consignó el poder conferido
por la Sociedad Mercantil COMPAÑÍA NACIONAL ANÓNIMA DE SEGUROS LA
PREVISORA.
En fecha 7 de abril de 2010 se llevó a efecto la Audiencia Preliminar (folio 125).
El 13 de mayo de 2010, el a quo fijó los hechos y los límites de la controversia (folios 129 y
130).
En fecha 19 de mayo de 2010 el actor promovió sus pruebas (folios 131 al 133).
El 14 de julio de 2010, se efectuó el debate oral (folio 151).
Al folio 165 y vuelto, corre inserto el dispositivo de la sentencia objeto de apelación.
A los folios 167 al 177, corre inserto el íntegro de la sentencia publicada el 29 de julio de 2010
con asiento diario N° 30. Decisión que fue apelada en fecha 3 de agosto de 2010 (folio 178)
por la parte actora, y que por auto de fecha 6 de agosto de 2010 el a-quo oyó la apelación en
ambos efectos y ordenó remitir el expediente al Juzgado Superior Distribuidor correspondiente
(folio 179).
En fecha 23 de septiembre de 2010 este Juzgado Superior recibió el presente expediente,
dándole entrada y el curso de ley correspondiente, inventariándolo bajo el N° 2.348 (folios 181
y 182).
Mediante diligencia el 25 de octubre de 2010, el apoderado de la parte demandada se adhirió
por ante esta Alzada a la apelación, y solicitó la nulidad de la sentencia apelada (folio 185).
En fecha 28 de octubre de 2010, el apoderado actor presentó informes.
II
PUNTO PREVIO
El apoderado de la parte demandada en la oportunidad correspondiente se adhirió al recurso de
apelación, y solicitó la declaratoria de la nulidad de la sentencia apelada, alegando:
“…De conformidad con lo establecido en los artículos 209 y 304 del Capítulo II, Título VII del
Libro Primero del Código de Procedimiento Civil, me adhiero a la apelación ejercida por la
parte demandante contra la sentencia definitiva del Tribunal Tercero de Primera Instancia en lo
Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del estado Táchira… .
El objeto de la presente adhesión a la apelación, es solicitar a través de la misma la declaratoria
de nulidad de la sentencia recurrida, con arreglo a lo establecido en el artículo 243 numeral 5°,
en concordancia con lo establecido en el artículo 244, por cuanto la sentencia recurrida, en su
parte dispositiva, dejó de pronunciarse sobre la cita en garantía que propusimos contra la
empresa aseguradora, no obstante que la misma fue admitida y se tramitó por el Tribunal de la
recurrida, configurándose así, el vicio denominado por la doctrina, como incongruencia
negativa.
Por lo tanto, pedimos a este honorable tribunal de alzada, se sirva anular la sentencia del
tribunal a quo y en su lugar profiera una nueva decisión, donde diga si declara o no con lugar la
cita de garantía, condenando a la empresa aseguradora a que pague la suma a la cual está
obligada por el contrato de seguro. …”.
El artículo 209 del Código de Procedimiento Civil prevé que la nulidad de la sentencia
definitiva dictada por el tribunal de la instancia inferior, que se halle viciada por los defectos
que indica el artículo 244 (por faltar los requisitos de la sentencia que estatuye el artículo 243,
por haber absuelto la instancia, por resultar la sentencia de tal modo contradictoria que no
pueda ejecutarse o no aparezca que sea lo decidido, y cuando sea condicional o contenga
ultrapetita), sólo puede hacerse valer mediante el recurso de apelación. En tal sentido, pasa esta
juzgadora a resolver el vicio alegado así:

El ordinal 5° del artículo 243 del Texto Adjetivo Civil establece:


“Toda sentencia debe contener:…
5° Decisión expresa, positiva y precisa con arreglo a la pretensión deducida y a las excepciones
o defensas opuestas, sin que en ningún caso pueda absolverse de la instancia” (Subrayado y
negritas de esta Alzada).
Este vicio tiene lugar cuando el sentenciador no decide todo lo alegado o no decide sólo sobre
lo alegado por las partes, en las oportunidades procesales señaladas para ello.
Así, la Sala de Casación Civil del Tribunal Supremo de Justicia en sentencia del 15 de marzo
de 2007, Expediente N° 2006- 000880, con ponencia del Magistrado Dr. Carlos Oberto Vélez
dejó sentado:
“…En relación a la incongruencia negativa, esta Sala, en sentencia N° 103 del 27 de abril de
2001, caso Hyundai de Venezuela, C.A. contra Hyundai Motors Company, expediente N° 00-
405, con ponencia del Magistrado que con tal carácter suscribe éstas, señaló lo siguiente:
“…Tiene establecido la jurisprudencia de este Máximo Tribunal, que el vicio de incongruencia
del fallo se produce cuando el Juez extiende su decisión más allá de los límites del problema
judicial que le fue sometido a su consideración (incongruencia positiva), o bien cuando omite
el debido pronunciamiento sobre alguno de los términos del problema judicial (incongruencia
negativa)…” (Subrayado de quien sentencia).
En este sentido, la parte demandada alega que se está en presencia del vicio de incongruencia
negativa, por cuanto el Juez a quo en la dispositiva de la sentencia apelada dejó de
pronunciarse respecto del llamado en cita de garantía, ya que se limitó sólo a establecer la
responsabilidad única y exclusivamente de la parte demandada. De la sentencia apelada se
puede colegir que el sentenciador a-quo efectivamente en la dispositiva de su sentencia no
emitió pronunciamiento respecto de la responsabilidad del llamado en garantía, cita que fue
admitida por auto del 29 de abril de 2009, encontrando este Tribunal Superior que cierta y
efectivamente se incurrió en el vicio de incongruencia negativa por omitir pronunciamiento
sobre cuestiones alegadas en el proceso. En consecuencia, la presente denuncia resulta
procedente en derecho y acarrea ineludiblemente la nulidad de la sentencia apelada. ASÍ SE
RESUELVE.
III
MOTIVOS PARA DECIDIR
El caso sometido al conocimiento de esta Alzada versa entonces sobre la apelación de la parte
actora en el sentido de que la parte demandada sea condenada también al pago de los daños
morales y al daño emergente; y en lo que toca ala adhesión a la apelación de la parte
demandada, sobre que se declare con o sin lugar la cita en garantía, y que se condene a la
empresa aseguradora a que pague la suma a la cual está obligada por el contrato de seguro.
En tal sentido, esta Alzada procederá a la revisión de tales puntos, salvo lo resuelto por el a quo
con respecto a la prescripción de la acción alegada por la parte demandada, la cual fue
declarada sin lugar, por considerar que ambas apelaciones son parciales o limitadas.
APELACIÓN DE LA PARTE ACTORA.
En los informes presentados ante esta Alzada dijo:
“…el daño moral sufrido por mi patrocinado es más que evidente y aún así dejo de analizarlo y
declararlo con lugar no tomando en cuenta de forma alguna la Jurisprudencia como la transcrita
para el caso como el que nos ocupa. Razones como esta es por las cuales se debe declarar con
lugar la apelación debidamente interpuesta por quien suscribe. Es menester señalar que es
evidente que dada las circunstancias de daños sufridos por la concubina de mi patrocinado y
sus familiares deben darle indicios suficientes al sentenciador para declarar con lugar la
reclamación de los daños sufridos por mi patrocinado ya que hay una relación directa entre los
daños sufridos con ocasión del accidente provocado por la demandada de marras en perjuicio
de mi poderdante y sus familiares, como se dice por ahí “si tu estas mal, yo también…”.
En el caso que nos ocupa, la doctrina en esta materia de responsabilidad civil proveniente de
accidente de tránsito considera que es de naturaleza objetiva, por cuanto las personas
responsables no pueden exonerarse demostrando la ausencia de culpa, es decir, que tomaron
todas las previsiones para impedir el daño y que desarrollaron una conducta diligente en todo
momento, sólo se les permite exonerarse demostrando el hecho de la víctima o el hecho
intencional de un tercero. Así, es criterio doctrinario que la responsabilidad civil por accidente
de tránsito es una especie del género hecho ilícito, que constituye una de las principales fuentes
de la responsabilidad civil extracontractual.
La vigente Ley de Tránsito y Transporte Terrestre en su artículo 192 dispone:
“El conductor o la conductora, o el propietario o la propietaria del vehículo y su empresa
aseguradora, están solidariamente obligados u obligadas a reparar todo daño que se cause con
motivo de la circulación del vehículo, a menos que se pruebe que el daño proviene de un hecho
de la víctima, o de un tercero que haga inevitable el daño; o que el accidente se hubiese
producido por caso fortuito o fuerza mayor. Cuando el hecho de la víctima o del tercero haya
contribuido a causar el daño, se aplicará lo establecido en el Código Civil. En caso de colisión
entre vehículos, se presume, salvo prueba en contrario, que los conductores o las conductoras
tienen igual responsabilidad civil por los daños causados”.
En cuanto al daño material, debemos referirnos a los daños y perjuicios, cayendo
necesariamente en el plano de la responsabilidad civil extracontractual, que es la que origina la
obligación de reparar tales daños y que no implica reponer a la víctima en la misma situación
en que se encontraba antes de sufrir el daño, sino proporcionarle una situación equivalente que
compense el daño sufrido.
Sobre los daños materiales se pronunció el a quo y condenó a la demandada a pagar la suma de
treinta y tres mil ochocientos bolívares (Bs. 33.800,00), por haber verificado su procedencia
con la prueba que al efecto acompañó el actor consistente en el Acta de Avalúo N° 045 fechada
16 de enero de 2008 en la ciudad de San Antonio y suscrita por Perito Avaluador adscrito al
Cuerpo Técnico de Vigilancia del Tránsito y Transporte Terrestre Unidad N° 61 Táchira.
En cuanto al daño moral, cuyo pago reclama también el demandante, el autor Eloy Maduro
Luyando en su Libro “Curso de Obligaciones” Derecho Civil III, lo define como:
“Consiste en la afección de tipo psíquico, moral, espiritual o emocional que experimente una
persona. En estos casos es lesionada la parte moral del patrimonio de una persona o, como
dicen algunos autores, el daño se causa en el patrimonio moral de una persona. En relación con
el daño moral la doctrina y la jurisprudencia se inclinan a afirmar que solo procede su
reparación en materia extracontractual y no en todas las situaciones sino sólo en los casos de
hechos ilícitos (artículo 1.196 del Código Civil).” (Negritas de quien sentencia).

Para el autor Rafael Bernad Mainar:

“…el daño moral supone una lesión de intereses no susceptibles de valoración económica, por
afectar al ámbito extrapatrimonial de las personas, sin perjuicio de que su conculcación pueda
generar mediante una valoración posterior compensatoria la correspondiente traducción
económica para la víctima (pretium dolores) a la que se sumaría el dolor sufrido por las
personas unidas por vínculos afectivos con la víctima (pretium affectionis),…”.
En general, la doctrina y la jurisprudencia se inclinan por dejar al juez amplias facultades para
la apreciación y estimación del daño moral. Pertenece a la discreción y prudencia del juez la
calificación, extensión y cuantía de los daños morales.
Todo lo anterior con fundamento en el artículo 1.196 del Código Civil Venezolano que indica:
“La obligación de reparación se extiende a todo daño material o moral causado por el hecho
ilícito.
El Juez puede, especialmente, acordar una indemnización a la víctima en caso de lesión
corporal, de atentado a su honor, a su reputación, o a los de su familia, a su libertad personal,
como también en el caso de violación de su domicilio o de un secreto concerniente a la parte
lesionada. El Juez puede igualmente conceder una indemnización a los parientes, afines, o
cónyuge, como reparación del dolor sufrido en caso de muerte de la víctima. (Negrillas de
quien sentencia).
Ahora bien, claramente se determina que el actor pretende una indemnización de daño moral
por los daños que sufrió su concubina y otros familiares en el accidente de tránsito que ocurrió
en fecha 5 de enero de 2008 en el Sector El Descanso adyacente a la Curva “S” jurisdicción del
Municipio Bolívar del estado Táchira, a eso de las tres y treinta de la tarde (3:30 pm), en que
colisionaron el vehículo propiedad del actor y el vehículo conducido por la demandada
MARINA ONTIVEROS CONZÁLEZ.
Resulta imperioso citar sentencia de la Sala Político Administrativo del Tribunal Supremo de
Justicia dictada en el expediente N° 12.062 de fecha 10 de junio de 2003, en la cual se resolvió:
“… la muerte de un familiar puede generar, ciertamente, daños materiales y, por supuesto, en
mayor o menor grado dependiendo de las circunstancias propias de cada caso, daños morales; y
el sólo hecho de que una persona se considere afectada en tal sentido y pretenda por ello una
indemnización resulta, en principio, suficiente, para provocar el ejercicio de la función judicial
y procurarse el aludido resarcimiento. Dicha posibilidad no debe, por tanto, verse afectada por
la circunstancia de que demande uno solo de los parientes, siempre que, claro está, actúe en
nombre propio o procediendo también en nombre de otros, acompañe los instrumentos de
donde se colija tal representación.
Lo anterior adquiere especial relevancia en los casos de demandas por daños morales, como el
de autos, dado que en ellos resulta aún mas evidente el carácter personalísimo del agravio, pues
tales daños inciden sobre el ánimo interno de las personas y nadie, en sana lógica, demandar un
resarcimiento por “el dolor del otro” cuando éste capaz de demandarlo por sí mismo. Pero lo
cierto es que en los casos de daños sufridos por la muerte o accidente de un familiar, bien
puede uno solo de ellos, si así ocurriese, acudir a los órganos judiciales a demandar la
responsabilidad del causante de tales daños y el pago de la indemnización que corresponda.
En este sentido, la otrora Corte Suprema de Justicia expuso en reiteradas oportunidades que
una persona no puede intentar demanda de daños morales por la ofensa o perjuicio sufrido por
toda o parte de su familia, si no se verifica un supuesto legal de representación, pero que, sin
embargo, sí puede un integrante de la misma, individualmente considerado, solicitar el
resarcimiento en su propio nombre (vid. Sentencia de la Sala Político Administrativa de la
extinta Corte Suprema de Justicia, de fecha 13 de diciembre de 1989. Caso: Wenceslao Manuel
Fumero de la Cruz y otros vs. Instituto Autónomo Ferrocarriles del Estado). En estos supuestos
de demandas intentadas por integrantes de una familia o Sucesión en nombre de éstas, la
aludida posibilidad ha sido admitida al reconocer el órgano jurisdiccional –frente a la falta de
representación atribuida por el actor respecto de sus parientes afectados- la procedencia de la
reclamación en cuanto al daño sufrido por el accionante exclusivamente y la reducción de la
suma exigida a manera de indemnización…”.
Por su parte, la Sala de Casación Civil, en sentencia dictada en el expediente N° 2009-000657
en fecha 26 de octubre de 2010, determinó que:
“...Para decidir, la Sala:
El artículo 1.196 del Código Civil expresa textualmente lo siguiente:
“...La obligación de reparación se extiende a todo daño material o moral causado por el acto
ilícito.
El Juez puede, especialmente, acordar una Indemnización a la víctima en caso de lesión
corporal, de atentado a su honor, a su reputación, o a los de su familia, a su libertad personal,
como también en caso de violación de su domicilio o de un secreto concerniente a parte
lesionada.
El Juez puede igualmente conceder una Indemnización a los parientes, afines, o cónyuge. como
reparación del dolor sufrido en caso de muerte de la víctima...” (Subrayado de la Sala).
Esta disposición legal fue introducida en el Código Civil de 1942, y establece la obligación de
reparar tanto el daño material como el moral. Dicha norma faculta al Juez para acordar una
indemnización a la víctima en caso de atentado al honor, a su reputación o los de su familia a
su libertad personal, como también en caso de violación de su domicilio o de un secreto
concerniente a la parte lesionada. También puede conceder una indemnización a los parientes,
afines o cónyuges como reparación del dolor sufrido en caso de muerte de la víctima.-
En sentencia de fecha 14 de diciembre de 1966, caso: Adolfo Dasi Taberner c/ Eduardo Pérez
Newman y José Elio Guillén Pernía, Gaceta Forense, Segunda Etapa Octubre-Diciembre,
Tomo 54, la Sala estableció:
“Es cierto, también como sostiene el formalizante, que el artículo 1.196 del Código Civil
autoriza al juez para acordar una indemnización a los parientes, afines o cónyuge, como
reparación del dolor sufrido sólo en caso de muerte de la víctima; pero en el caso de autos, sólo
se trató de lesiones personales sufridas por la suegra del actor; y dicha disposición no
autorizaría una indemnización por el pretendido dolor moral sufrido por aquél como
consecuencia de la lesión sufrida por su suegra. La indemnización que la ley permite conceder
a los parientes y afines, es sólo en caso de muerte de la víctima; y al haberla acordado la
recurrida, fuera de ese caso, es decir, por simples lesiones, infringió por este otro motivo el
citado artículo...” (Cursiva de la sentencia).
De conformidad con lo previsto en el artículo 1.196 del Código Civil, la Sala considera que en
caso de muerte de la víctima los herederos tienen derecho a solicitar una indemnización sólo
por daño moral, y no por las lesiones corporales que pudo haber sufrido el de cujus, en virtud
de que los herederos o causahabientes sufren los denominados perjuicios indirecto o reflejos
que nacen de la muerte de un pariente o familiar por el daño padecido por la víctima, pues es a
la víctima a quien se le ocasiona el daño directo o el daño corporal por padecer las lesiones en
su propio cuerpo. (Cfr. Fallo de esta Sala de Casación Civil, N° RC-718 del 27 de julio de
2004, expediente N° 2003-382).
-III-
“...Sobre esta materia, el tratadista venezolano José Mélich-Orsini, en su obra “La
responsabilidad civil por hechos ilícitos” (Biblioteca de la Academia de Ciencias Políticas,
Caracas/2001, pag.33), dice lo siguiente:
“Al respecto, en la doctrina a la que supone afiliado nuestro Código Civil se suelen clasificar
los daños morales en daños morales que afectan la parte social del patrimonio moral de la
persona (los que algunos llaman “daños a la vida relación”: atentados al honor o a la
reputación, daño estético, etc.) y daños morales que afectan exclusivamente la parte afectiva
del patrimonio moral, caracterizándose estos últimos por consistir únicamente en un estado de
ánimo (aflicción, resentimiento, ansiedad, preocupación) o en dolores físicos (sufrimientos).”
(Negritas de la Sala).
En referencia a este tema, esta Sala en sentencia de fecha 5 de abril de 2000, en el juicio de
José Antonio Rujano Farías c/ Línea La Popular S.R.L., estableció lo siguiente:
“Las lesiones personales ocurridas en el accidente de tránsito que han sido demandadas en el
caso de autos denominándolas “daño físico”, si bien constituyen un daño material orgánico
cuya reparación implica tratamiento médico, medicamentos y lucro cesante, participan
primordialmente de una característica de dolor físico y sufrimiento moral, diferenciándose
sustancialmente de los daños sufridos por los vehículos en colisión que son el verdadero daño
material. Tal caso de daño físico o lesión personal lo estima el Legislador semejante al atentado
al honor, reputación, o a los de la familia a la libertad personal, por lo que es evidente que tales
daños corporales o lesiones físicas las conceptúa como daño moral y no material, razón por la
cual facultó especialmente al juez, para que en tales casos pueda acordar una indemnización a
la víctima, en el primer aparte del artículo 1.196 del Código Civil; e igualmente en el IN FINE
de dicha norma, para conceder tal “...indemnización a los parientes, afines, o cónyuges, como
reparación del dolor sufrido en caso de muerte de la víctima”. En ambos casos, se trata pues de
una indemnización del daño moral, casos en los que el Juez está especialmente facultado por
dicha disposición legal para acordar la indemnización correspondiente para cuya fijación
prudencial deberá sopesar equitativa y racionalmente todas las circunstancias del caso.” (Cfr.
Fallo de esta Sala de Casación Civil, N° RC-1213 del 14 de octubre de 2004, expediente N°
2004-114).
De las sentencias antes citadas, se desprende palmariamente y sin lugar a dudas, que sólo en
caso de muerte de la víctima, es que los herederos directos o causahabientes de esta, quedan
facultados para reclamar la indemnización de daño moral a que hubiere lugar, por el dolor
sufrido con ocasión a dicho fallecimiento, en virtud de que los herederos o causahabientes
sufren los denominados perjuicios indirectos o reflejos que nacen de la muerte de un pariente o
familiar, pero en el caso de que la víctima quede viva, es a ésta a quien le corresponde la
acción judicial por resarcimiento del daño moral por las lesiones sufridas, pues es a la víctima a
quien se le ocasiona el daño directo o el daño corporal por padecer las lesiones en su propio
cuerpo. …”.
En conclusión, visto que el actor pretende el resarcimiento de unos daños morales por las
lesiones que sufrió su concubina y otros familiares, es decir, sin ser la víctima directa de los
presuntos daños morales, no puede prosperar tal pedimento en razón de que los daños morales
son personalísimos, salvo que se trate del fallecimiento de un familiar, lo que no ocurre en el
caso de autos. En tal virtud se niegan los daños morales reclamados, Y ASÍ SE RESUELVE.
Además, dijo el demandante:
“…en la actualidad he visto mermado mi trabajo y mis ingresos como consecuencia directa de
los daños materiales sufridos en mi vehículo, ya que es de mencionar que me encargo de ser
distribuidor de las llamadas mercancías secas, es decir, galletas, caramelos, golosinas, etc., etc.
…”.
El a-quo al respecto resolvió:
“…Señaló el accionante que se encarga de distribuir las llamadas mercancías secas, es decir,
galletas, caramelos, golosinas, etc, y que sus gastos, no sólo se han limitado al pago de
médicos, medicinas, sino al uso de taxis, más los préstamos que ha asumido para cubrir las
necesidades de su familia. De las pruebas aportadas, ninguno de estos conceptos fueron
probados debido a la deficiente defensa en cuanto a este punto, toda vez que las pruebas
pertinentes no fueron promovidas conforme a lo establece la ley, y aún cuando por las
características del daño que se le causó al demandante, y aún en el supuesto que por la
naturaleza de su trabajo implicara el traslado a diferentes lugares de este Estado distribuyendo
su mercancía seca, cosa que tampoco fue demostrada, y en ese sentido haya quedado
imposibilitada para la prestación del servicio al que presuntamente se dedica, lo cierto es que
este género de daño no se probó, es por lo que tales daños deben ser declarados improcedentes,
y así se decide. …”.
Se entiende por daño emergente la pérdida experimentada por la víctima en su patrimonio,
derivada inmediatamente del incumplimiento culposo del agente; y el lucro cesante consiste en
el no aumento del patrimonio del acreedor por habérsele privado de un incremento que
normalmente hubiese ingresado en su patrimonio de no haber ocurrido el incumplimiento.
Ambos encuentran su fundamento legal en el artículo 1.273 del Código Civil que establece:
“Artículo 1.273: “Los daños y perjuicios se deben generalmente al acreedor, por la pérdida que
haya sufrido y por la utilidad de que se le haya privado, salvo las modificaciones y excepciones
establecidas a continuación”.
Sobre este aspecto, en sentencia de fecha 9 de abril de 2008 dictada en el expediente N° AA20-
C-2007-000833 de la Sala de Casación Civil del Tribunal Supremo de Justicia se citó:
“…La Sala, en una sentencia de vieja data aplicable al caso que se estudia, estableció que
“...Determina el Art. 1.273 en qué consisten, generalmente, los daños y perjuicios que se deben
al acreedor, y son la pérdida que haya sufrido y la utilidad de que se le haya privado, esto es, lo
que en doctrina se llama daño emergente y lucro cesante, respectivamente. Por otra parte, la
doctrina y jurisprudencia exige que los daños y perjuicios se hayan causado efectivamente, es
decir, que sean ciertos y determinados o determinables, no bastando con una simple
eventualidad sin base o fundamento en la realidad de las cosas, por lo cual es deber de los
jueces examinar cada caso en particular para ver si ha habido daño propiamente dicho
(emergente) o la utilidad o ganancia de que se le haya privado; deben ser siempre perjuicios
ciertos y no hipotéticos, conjeturales o eventuales, y, además, estar probados...”. (JTR 12-11-
59. Vol. VII, Tomo II, p. 683)- (Sentencia Nº RNyC-00258 de fecha 19 de mayo de 2005,
expediente Nº 2004-00704). …”.

De lo anteriormente expuesto se concluye que esta clase de daños tienen que ser ciertos y
determinados, es decir, deben ser probados por quien los reclama (artículo 506 del Código de
Procedimiento Civil), y en el caso sub examine no consta prueba alguna de la pérdida que
experimentó el actor en su patrimonio ni tampoco probó cuál fue el incremento que dejó de
percibir. Además, el hecho de que se hayan determinado los daños materiales no es obligante
para acordar la indexación por daño emergente y lucro cesante como lo pretende el apoderado
actor, pues estos requieren, vuelve y se repite, ser probados como hechos ciertos y
determinados.

Por tales razones, se declaran improcedentes tales daños, Y ASÍ SE RESUELVE.

ADHESIÓN A LA APELACIÓN DE LA PARTE DEMANDADA.


Efectivamente se constata, tal y como ya fue expuesto en el punto previo, que la sentencia
apelada no se pronunció sobre la procedencia o no de la condenatoria de la compañía
aseguradora llamada en tercería.
En el caso bajo examen fue la Sociedad Mercantil SEGUROS LA PREVISORA C.A., y fue
consignado en autos instrumento poder que acredita la representación que tienen de dicha
compañía tres (3) profesionales de la abogacía. No obstante, no contestaron la cita ni
promovieron nada que les favorezca.
En este orden de ideas, el artículo 383 del Código de Procedimiento Civil dispone:
artículo 383: “El tercero que comparece, debe presentar por escrito su contestación a la cita y
proponer en ella las defensas que le favorezcan, tanto respecto a la demanda principal como
respecto de la cita, pero en ningún caso se le admitirá la promoción de cuestiones previas.
La falta de comparecencia del tercero llamado a la causa, producirá el efecto indicado en el
artículo 362.”

Artículo 362: Si el demandado no diere contestación a la demanda dentro de los plazos


indicados en este Código, se le tendrá por confeso en cuanto no sea contraria a derecho la
petición del demandante, si nada probare que le favorezca. En este caso, vencido el lapso de
promoción de pruebas sin que el demando hubiese promovido alguna, el Tribunal procederá a
sentenciar la causa, sin más dilación, dentro de los ocho días siguientes al vencimiento de aquel
lapso, ateniéndose a la confesión del demandado. En todo caso, a los fines de la apelación se
dejará transcurrir íntegramente el mencionado lapso de ocho días si la sentencia fuere
pronunciada antes de su vencimiento.”

En atención a lo anteriormente relacionado, en el caso bajo estudio operó la confesión ficta de


la compañía aseguradora llamada en tercería, razón por la cual debe pagar los montos
indicados en la póliza según se desprende del folio 40: Por concepto daños a cosas, la suma
actual de once mil setecientos sesenta bolívares (Bs. 11.760,00), y por concepto de exceso de
límite la suma actual de cinco mil seiscientos siete bolívares (Bs. 5.607,00) que sumados
arrojan la cantidad de diecisiete mil trescientos sesenta y siete bolívares (Bs. 17.367,00); y la
cantidad restante de dieciséis mil cuatrocientos treinta y tres bolívares (Bs. 16.433,00), la
pagará la demandada MARINA ONTIVEROS GONZALEZ, para un total de treinta y tres mil
ochocientos bolívares (Bs. 33.800,00), que es la cantidad en que fue estimado el daño material,
Y ASÍ SE RESUELVE.
Finalmente, se advierte que el actor en su escrito de reforma de la demanda solicitó la
indexación o corrección monetaria, y siendo que la misma tiene por objeto mitigar el efecto
producido por la depreciación de la moneda, aunado al retraso en el pago por parte del deudor
y a la demora material que se da por efecto del empleo del proceso judicial para su cobro,
considera esta Alzada que es procedente acordarla, Y ASÍ SE RESUELVE.

IV
DECISIÓN
Este JUZGADO SUPERIOR CUARTO EN LO CIVIL, MERCANTIL, TRÁNSITO,
PROTECCIÓN DEL NIÑO Y DEL ADOLESCENTE, AGRARIO Y BANCARIO DE LA
CIRCUNSCRIPCIÓN JUDICIAL DEL ESTADO TÁCHIRA, administrando justicia en
nombre de la República Bolivariana de Venezuela y por autoridad de la Ley, DECIDE:

PRIMERO: Se declara SIN LUGAR la apelación interpuesta en fecha 3 de agosto de 2010 por
el abogado MIGUEL EDUARDO NIÑO ANDRADE contra la decisión publicada el 29 de
julio de 2010 por el Juzgado Tercero de Primero Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito
de la Circunscripción Judicial del estado Táchira.

SEGUNDO: Se declara CON LUGAR la adhesión a la apelación interpuesta por ante esta
Alzada mediante escrito del 25 de octubre de 2010 por el abogado FABIO OCHOA
ARROYAVE contra la decisión publicada el 29 de julio de 2010 por el Juzgado Tercero de
Primero Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del estado
Táchira, y en consecuencia nula la decisión apelada.

TERCERO: Se declara PARCIALMENTE con lugar la demanda por daños materiales,


morales, lucro cesante y daño emergente interpuesta por el ciudadano ALEXIS MEDINA en
contra de la ciudadana MARINA ONTIVEROS GONZALEZ. En consecuencia, se
CONDENA AL PAGO DE LA SUMA DE TREINTA Y TRES MIL OCHOCIENTOS
BOLIVARES (Bs. 33.800) por concepto de daños materiales causados al vehículo MARCA
FORD, TIPO FURGON, USO CARGA, CLASE CAMIONETA, AÑO 1993, COLOR GRIS,
PLACAS 11M-MAY, SERIAL DEL MOTOR V-8, SERIAL DE CARROCERÍA
AJFIPP32246, MODELO PICK-AVT, propiedad del demandante ALEXIS MEDINA, de la
siguiente manera: 1.- La aseguradora SEGUROS LA PREVISORA C.A., la cantidad de
DIECISIETE MIL TRESCIENTOS SESENTA Y SIETE BOLIVARES (Bs. 17.367,00); y 2.-
La demandada ciudadana MARINA ONTIVEROS GONZALEZ deberá pagar el monto de
DIESCISEIS MIL CUATROSCIENTOS TREINTA Y TRES BOLIVARES (Bs. 16.433,00).

CUARTO: Se acuerda LA INDEXACIÓN MONETARIA del monto condenado al pago por


daños materiales, es decir, la suma de TREINTA Y TRES MIL OCHOCIENTOS
BOLIVARES (Bs. 33.800,00), desde la fecha de la admisión de la demanda hasta que quede
definitivamente firme la presente decisión, a través de experticia complementaria del fallo,
tomando en cuenta el índice inflacionario de acuerdo a los informes emanados del Banco
central de Venezuela; monto que deberá ser pagado por la demandada MARINA ONTIVEROS
GONZALEZ.
Queda MODIFICADA la decisión apelada en cuanto a los daños materiales.
No hay condenatoria en costas dada la naturaleza del fallo.
Publíquese y regístrese conforme a lo establecido en los artículos 247 y 248 del Código de
Procedimiento Civil.
NOTIFÍQUESE A LAS PARTES.
Dada, firmada y sellada en la Sala del Despacho del Juzgado Superior Cuarto en lo Civil,
Mercantil, Tránsito, Protección del Niño y del Adolescente, Agrario y Bancario de la
Circunscripción Judicial del estado Táchira, a los veintiocho (28) días del mes de marzo del
año dos mil once. Años 200º de la Independencia y 152º de la Federación.

La Jueza Titular,

JEANNE LISBETH FERNÁNDEZ DE ACOSTA

Refrendada por
El Secretario,

Javier Gerardo Omaña Vivas

En la misma fecha se dictó, publicó y agregó la presente decisión al expediente Nº 2.348,


siendo las once de la mañana (11:00 a.m.) dejándose copia certificada para el archivo del
Tribunal. Igualmente se libraron las boletas de notificación a las partes y se entregaron al
alguacil del Tribunal.

El Secretario

Javier Gerardo Omaña Vivas

JLFDEA.-
Exp. 2.348.

PTRA
Sala Casación Civil
Magistrado Ponente:  CARLOS OBERTO VÉLEZ.
 
         En el juicio seguido por indemnización de daños y perjuicios causados en
accidente de tránsito, ante el Juzgado Cuarto de Primera Instancia en lo Civil,
Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del Distrito Federal por los
ciudadanos  JOSE ANTONIO  RUJANO FARÍAS y sus menores
hijos JARLY y ANAIS VIRGINIA RUJANO DOMINGUEZ  sobre quienes ejerce la
patria potestad y de  HERBER RUJANO DOMÍNGUEZ , representados por sus
mandatarios judiciales, los abogados LUIS EDUARDO TORRES y MIREYA MEDINA
CASTILLO contra la sociedad mercantil  “LINEA LA POPULAR S.R.L.”  y la
compañía anónima que gira bajo la denominación social de  VENEZOLANA DE
SEGUROS CARACAS,  patrocinada por los profesionales del derecho MIGUEL
BUSTAMANTE MOTA y JESÚS MARÍA CÉSPEDES, el Juzgado Superior Tercero en
lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del Área
Metropolitana de Caracas, conociendo de la actividad recursiva de apelación
ejercitada por la co-demandada “LÍNEA LA POPULAR S.R.L.” contra la sentencia
definitiva estimatoria dictada por el Juez de la causa, publicó su fallo   en fecha 26 de
febrero de 1999, declarando con lugar dicho recurso y por vía de consecuencia, sin
lugar la demanda intentada, revocando de esa manera el fallo apelado y exoneró de
costas a la demandante, por no haber sido vencida totalmente, en atención al
contenido y alcance del artículo 274 del Código de Procedimiento Civil.
 
         Contra la preindicada decisión, la demandante anunció recurso de casación, el
cual fue admitido y oportunamente formalizado. Hubo impugnación. No hubo réplica.
 
         Concluida la sustanciación del recurso, y siendo la oportunidad para decidir,
pasa la Sala a dictar su máxima decisión procesal, bajo la ponencia del Magistrado
que con tal carácter la suscribe, y lo hace previas a las siguientes consideraciones:
 

RECURSO POR DEFECTO DE ACTIVIDAD


 
         Con fundamento en el ordinal 1º del artículo 313 del Código de
Procedimiento Civil, denuncia la formalizante la violación por la recurrida de
los artículos 12 y 243 eiusdem, en los siguientes términos:
 
“Por cuanto la recurrida no dio cumplimiento al requisito contenido
en el ordinal 6º del artículo 243 del Código de Procedimiento Civil,
es decir, que la sentencia está viciada de nulidad, por establecerlo
así el artículo 244 ejusdem, que contempla que la sentencia será nula
cuando falten las determinaciones del artículo 243 del citado
Código. En efecto, la recurrida incurrió en la violación que alego por
cuanto al decidir sobre la cosa objeto, en que recaía la decisión, no
la determinó; lo cual hace en los términos siguientes:
 
‘...Se declara sin lugar la demanda intentada por los ciudadanos
José Antonio Rujano Farías y Herber Rujano Domínguez, el
primero de ellos actuando por sí y en nombre y representación de
sus menores hijos, Jarly Rujano Domínguez y Anais Virginia
Rujano Domínguez, todos identificados en autos, contra las
sociedades mercantiles “Línea La Popular S.R.L.” y Compañía
Anónima Venezolana “Seguros Caracas”, declaratoria que surte
efecto sólo por lo que respecta a la primera de ellas puesto que
con relación a la compañía de seguros quedó firme la sentencia de
Primera Instancia, por no haber intentado contra ella el pertinente
recurso de apelación.
 
Es evidente, que la recurrida con su proceder, insisto, no cumplió con lo
establecido en el ordinal 6º del artículo 243 del Código de Procedimiento
Civil.
 
No hay en el fallo recurrido expresión alguna, que pueda orientar
hasta donde quedó obligada a indemnizar la compañía “Seguros
Caracas”, como garante, al quedar firme la sentencia de Primera
Instancia, por no haber apelado. Con su conducta la recurrida al
decidir, incurrió en indeterminación objetiva por cuanto la
Doctrina, como la Jurisprudencia del derogado artículo 162 del
Código de Procedimiento Civil, (hoy, ordinal 6º del Artículo 243,
ejusdem, han sido unánime en sostener, que la sentencia nombre la
cosa sobre la cual recae la condenación o la absolución, y esta
exigencia tiene que ser interpretada y aplicada a la luz de los
principios de autosuficiencia de la sentencia, y de la unidad del
fallo, que la Jurisprudencia de la Sala ha proclamado en numerosas
decisiones. La aplicación de este principio de la autosuficiencia
impone la identificación del objeto litigioso y su omisión conlleva
la nulidad del fallo por indeterminación. Tal sentencia, no se
cumple cuando, como en el presente caso de autos, la obligación a
indemnizar, se menciona de manera referencial para que se cumpla
en base a un fallo de otro Tribunal. Es ineludible, por tanto
concluir, que la recurrida no dio cumplimiento a lo establecido en
el ordinal 6º del artículo 243 del Código de Procedimiento Civil,
por lo cual pido con todo respecto, se declare nula sentencia, de
conformidad con el artículo 244 del Código de Procedimiento
Civil.’”.
 
 
 
La Sala, para decidir, observa:
 
Esta denuncia resulta obviamente improcedente pues la sentencia
recurrida fue dictada por el Tribunal de Alzada conociendo exclusivamente de
la apelación ejercida por la co-demandada “Línea La Popular S.R.L.”, y si
bien decidió declarando sin lugar la acción intentada contra ésta y la otra co-
demandada “Compañía Anónima Venezolana de Seguros Caracas S.A.”, hizo
la salvedad de que no surtía efectos contra ésta última por no haber apelado
de la sentencia de primera instancia, por lo que, quedó firme respecto de élla,
razón por la cual, no tenía la recurrida que entrar a conocer ni decidir al
respecto, ni a determinar la obligación a que fue condenada por el juez de la
causa, cuya sentencia quedó firme por no haberse ejercido el recurso
subjetivo procesal de apelación. De tales circunstancias se evidencia que la
recurrida, no pudo haber incurrido en la indeterminación de la cosa u objeto
sobre los que recayó su decisión desestimatoria, porque realmente no hubo
ninguna decisión condenatoria respecto a la codemandada Seguros Caracas,
S.A., que quedó pronunciada por el juez de la causa, de manera firme, por –
se repite -  no haber sido apelada y de lo cual no podía conocer ni conoció la
recurrida. Por tanto, tampoco pudo haber incurrido en la infracción
denunciada del numeral 6º del artículo 243 del Código de Procedimiento
Civil, y así se decide.
 
Como segunda denuncia de forma, la recurrente expuso lo siguiente:
 
”Capítulo II. RECURSO DE FORMA. Con fundamento en lo
establecido en el ordinal 1º del artículo 313 del Código de
Procedimiento Civil, denuncio la violación por parte de la recurrida
de los artículos 12 y 243, en su ordinal 5º ejusdem, esto es, al no
decidir de manera expresa, positiva y precisa con arreglo a la
pretensión deducida y a las excepciones o defensas opuestas, y en
consecuencia no se atuvo a lo alegado y procesado (sic) en autos. En
efecto en el acto de Litis Contestatio, entre otras defensas, la
representación de la compañía “Seguros Caracas” rechaza y
contradice absolutamente la demanda y entre otras defensas
alegadas, sostienen: ‘...el límite de garantía el cual quedó copado por
los pagos hechos con motivo del accidente al ciudadano José Luis
Paramo por los daños por el vehículo de su propiedad y el reintegro
hecho a la línea “La Popular S.R.L.”, por la indemnización de los
daños y perjuicios que ésta hiciera a Herber Rujano Domínguez por
manera que la empresa aseguradora no tiene más nada por qué
responder con ocasión del accidente en referencia’. Y la recurrida al
respecto en el folio 227 en su último aparte comenta: ‘...La garante
particularmente alegó que su responsabilidad está referida
únicamente a los daños materiales y que en todo caso está limitada a
la cantidad asegurada, aduciendo que por haber indemnizado a los
propietarios cuyos vehículos se vieron envueltos en el accidente su
responsabilidad quedó copada sin que más nada pueda reclamarse...’.
 
Del Contenido que transcribo puede apreciarse, que la recurrida no
analiza en forma alguna, y carácter exhaustivo y preciso la defensa
opuesta, para determinar la decisión y darle solución a la excepción
planteada.
 
El vicio alegado ha sido denominado por la Doctrina reiterada de la
Corte, como el vicio de incongruencia de la sentencia. La Sala de
Casación ha insistido, que la sentencia debe guardar correspondencia
formal con los términos en que en cada caso concreto haya quedado
planteado la relación procesal que hace con la demanda y su
contestación.
(omissis)
 
Por todas las consideraciones expuestas, pido se declare la nulidad
de la sentencia, por faltar las determinaciones establecidas en el
ordinal 5º del artículo 243 del Código de Procedimiento Civil, por lo
que pido se declare nula la sentencia de conformidad con lo
establecido en el artículo 244 ejusdem”.
 
 
 
 
         La Sala para decidir, observa :
 
 
        
         En el caso en estudio se observa que la sentencia recurrida, se reitera,
conoció exclusivamente de la apelación ejercida por una sola de las empresas
co-demandadas, “Línea La Popular S.R.L.” contra la sentencia de la primera
instancia; no conoció pues, de ningún otro recurso que hubiera podido
ejercer, y no lo hizo, la otra co-demandada C.A. Venezolana de Seguros
Caracas, S.A., la cual se conformó con el fallo del a-quo, absteniéndose de
apelar del mismo, por lo que, consecuencialmente quedó firme respecto de
élla. En tales circunstancias, era absolutamente improcedente que el Juez de
la recurrida entrara a conocer y pronunciarse sobre las defensas opuestas por
la C.A. Venezolana de Seguros Caracas, respecto de la cual existía una
decisión firme con carácter de cosa juzgada, y sobre la cual tampoco existía
apelación de parte legítima.
 
         Por las razones expuestas, se declara improcedente la anterior denuncia.
 

RECURSO DE FONDO
 
         Con fundamento en el ordinal 2º del artículo 313 del Código de
Procedimiento Civil, la formalizante denuncia la violación por la recurrida
del artículo 1196 del Código Civil, por error de interpretación acerca del
contenido y alcance de una disposición expresa de la ley, y lo hace en los
siguientes términos:
 
“...En efecto, mis representados demandaron a las empresas ‘Línea
La Popular S.R.L’. y a la Compañía Anónima ‘Seguros Caracas’, en
su carácter de propietaria y garante, respectivamente, del colectivo
placas Nº 009358, marca Blue Bird, para que convinieran en pagar o
a ello fueran condenadas solidariamente, de conformidad con lo
establecido en la Ley de Tránsito, por el accidente ocurrido en fecha
5 de junio de 1991, en la autopista vía Oriente, donde perdiera la
vida la señora Carmen Elena Domínguez Rujano, cónyuge del
conductor del vehículo chocado, quien también resultara lesionado y
madre de los menores, Jarlys y Anais Rujano Domínguez. Demanda
fundamentada en Sentencia Penal definitivamente firme, dictada por
el Juzgado Superior Primero en lo Penal del Distrito Federal y
Estado Miranda, con sede en la ciudad de Los Teques, decisión que
condenó el conductor del colectivo, Eugenio Castillo Punchilupi, a
cumplir la pena de dos (2) años de prisión, así mismo ordenó la
suspensión de la licencia de conducir, por ser responsable de los
delitos de homicidio culposo y lesiones culposas graves en accidente
de tránsito. Mis representados, José Antonio Rujano Farías demandó
el pago de su vehículo, la lesión corporal y el daño moral sufrido.
Demandó igualmente en representación de sus dos menores hijas, por
la muerte de su madre, por la lesión sufrida que le ocasionó la
muerte y el daño moral que padecen al perder a su madre, en un
hecho tan doloroso. Demandó además el ciudadano Herber Rujano
Domínguez, familiar que les acompañaba en el vehículo, por la
lesión y por el daño moral que padece a causas de la citada lesión
sufrida.
 
El Tribunal de la causa desestimó los rubros demandados que ameritaban
pruebas y no fueron probados, pero aquellos, como las lesiones graves y el
daño moral, los acordó sobre la base del artículo 1196 (sic) del Código
Civil, extendido a las menores por la muerte de su madre.
 
La recurrida, al decidir reconoce la responsabilidad en el accidente del
conductor del colectivo, Eugenio Castillo Punchilupi, pero niega todo
resarcimiento a las víctimas del accidente, por considerar que no hay prueba
para que el pago resulte procedente, y al respecto argumenta: ‘Tocante al
petitorio este Tribunal Superior Tercero disiente de la opinión expresada
por el Juzgado de la Causa en la sentencia bajo estudio, en la cual el A quo
considera que el artículo 1196 (sic) del Código de Procedimiento Civil (sic)
autoriza a los jueces para acordar motu proprio una reparación a la víctima
por las lesiones o heridas que se inflijan sin necesidades de que haya en
autos pruebas alguna de su monto, con tal que el hecho de la herida
aparezca demostrado. En criterio de esta alzada para que el pago resulte
procedente es menester que el monto del daño se acredite debidamente en
autos, por ser esta la opinión sustentada por el Máximo Tribunal de la
República, que al efecto ha dejado establecido y concluye: ‘...por
consiguiente no existiendo en autos la prueba del monto del denominado en
el libelo daño físico sufrido por los demandantes, por virtud de la Doctrina
sustentada por la Corte Suprema de Justicia que hace exigible dicha prueba,
la reclamación en estudio resulta improcedente. Así se decide’.
 
Es evidente que la recurrida con tal razonamiento, pretende justificar lo
injustificable, desestimando abiertamente una norma clara y precisa, como
lo es el artículo 1196 (sic)   del Código Civil y sobre la cual, han comentado
todos los Tratadistas Patrios como Extranjeros, puedo afirmar sin temor a
equivocarme que el citado artículo es uno de los más tratados en materia
civil, si no es el primero, todos nuestros textos de Derecho Civil están
repletos de Doctrina y Jurisprudencia referente al artículo 1196 (sic)   del
Código Civil.
 
Cita el recurrente a continuación párrafo doctrinario y texto del artículo
mencionado y la siguiente doctrina:
 
‘La Sala en reiterada Jurisprudencia ha sostenido, que el hecho
ilícito cometido impone la obligación de reparar los daños
materiales y morales causados. Sin embargo, el daño material debe
ser demostrado por quien lo reclama, en base a las pruebas de
autos, a diferencia del daño moral, el cual por su muy especial
naturaleza, y una vez demostrado el hecho ilícito su fijación a
criterio del juez quien deberá exponer en el fallo las razones que
tiene para estimarlo’. (Sentencia del 9 de agosto de 1991 (C.S.J.
Casación 5/796-91)’.
 
En abono de lo anterior se puede citar de este Supremo Tribunal, de
fecha 25 de enero de 1995, con ponencia del Dr. Carlos Trejo
Padilla, en el cual sostuvo: ‘Con respecto en la Doctrina de los
conocidos autores Jaime Guasp y Piero Calamandrei, el Dr. José
Gabriel Sarmiento Nuñez, en su obra ‘Casación Civil’ explica, el
error en cuanto al contenido y alcance de una disposición expresa en
la ley: ... consiste en el error sobre el contenido de una norma
jurídica que se verifica cuando el juez aún reconociendo la
existencia y validez de la norma apropiada al caso, o mejor dicho
habiéndola elegido acertadamente yerra el interpretar en su alcance
general y abstracto. Hay pues error en la interpretación de la ley en
todos los casos en que, no obstante haberse aplicado la norma
adecuada, no se le da el verdadero sentido haciéndose derivar de ella
consecuencia que no concuerdan con su contenido’
 
Apoyada en la Jurisprudencia que se deja transcrita, denuncia como
infringida por la recurrida el artículo 1196 (sic) del Código Civil,
por error en su interpretación, acerca de su contenido y alcance,
desnaturalizando su alcance, como bien lo asienta, nuestro
distinguido maestro José Ramón Duque Sánchez. Por lo cual solicito
de la honorable Sala declarar la procedencia de la presente denuncia
de infracción”.
 
 
         La Sala para decidir, observa :
 
         Las lesiones personales ocurridas en el accidente de tránsito que han
sido demandadas en el caso de autos denominándolas “daño físico”, si bien
constituyen un daño material orgánico cuya reparación implica tratamiento
médico, medicamentos y lucro cesante, participan primordialmente de una
característica de dolor físico y sufrimiento moral, diferenciándose
sustancialmente de los daños sufridos por los vehículos  en colisión que son el
verdadero daño material. Tal caso de daño físico o lesión personal lo estima
el Legislador semejante al atentado al honor, reputación, o a los de la familia
a la libertad personal, por lo que es evidente que tales daños corporales o
lesiones físicas las conceptúa como daño moral y no material, razón por la
cual facultó especialmente al juez, para que en tales casos pueda acordar una
indemnización a la víctima, en el primer aparte del artículo 1.196 del Código
Civil; e igualmente en el IN FINE de dicho norma, para conceder tal
“...indemnización a los parientes, afines, o cónyuges, como reparación del
dolor sufrido en caso de muerte de la víctima”. En ambos casos, se trata pues
de una indemnización del daño moral, casos en los que el Juez está
especialmente facultado por dicha disposición legal para acordar la
indemnización correspondiente para cuya fijación prudencial deberá sopesar
equitativa y racionalmente todas las circunstancias del caso. Esta Sala asi lo
tiene establecido por sentencia de fecha 10-10-73 que nuevamente se ratifica
en la que expresó: 
“Se admite en la Denuncia la posibilidad del ejercicio de la acción
directa de indemnización contra el Garante en el Contrato de
Responsabilidad Civil por accidente de Tránsito, pero está en
desacuerdo con que el Sentenciador pudiera condenar a la Garante al
pago de la Indemnización por el sólo hecho de haber ocurrido el
accidente, sin prueba alguna en autos de su monto, pues ello
equivaldría a presumir del accidente la culpabilidad del conductor, el
daño causado y su monto, lo cual no es cierto porque en la
Legislación Patria no se consagra en modo alguno, una presunción
de este tipo”
 
“Aparentemente la denuncia tiene fundamento porque la regla general es
que el que reclama el pago de una obligación contractual o extracontractual
debe probarla (Art. 1.354 del Código Civil). Pero existe una especial
consagrada en el Artículo 1.196 del mismo Código que autoriza a los Jueces
a acordar MOTU PROPRIO una reparación a la Víctima por las lesiones o
heridas que se infrinjan sin necesidad de que haya prueba alguna de su
monto en autos, con tal de que el hecho de la herida sí aparezca demostrado.
Este último criterio lo ha sostenido la Sala en relación con Sentencias
referentes a demandas por indemnizaciones de daños morales, pero no es de
dudarse que también es aplicable al caso de reclamaciones por daños
resultantes de heridas o lesiones corporales, primero, porque así aparece del
texto legal mencionado y, después, porque la razón que tuvo en cuenta el
Legislador para conceder esa autorización a los Jueces en relación con la de
Daños Morales propiamente dichos, milita también para considerar que
igualmente la concedió en relación con la reclamación de daños corporales
causados por heridas o lesiones: La imposibilidad de hacer una prueba de su
evaluación. El monto de los daños materiales, no corporales, puede llevarse
a los autos mediante una Experticia, pero no el de los daños morales ni los
corporales resultantes de heridas o lesiones. De ahí que, para que no quede
frustrada la Justicia, debe entenderse que el Legislador facultó a los Jueces
para acordar una indemnización, aunque el monto de los mismos no
apareciere demostrado en los autos.” (SENTENCIA del 10 de Octubre de
1973. GACETA FORENSE No. 82, págs. 391 y 392).     
 
         Por lo expuesto, estima la Sala que el Juez de la recurrida incurrió en
error de interpretación acerca del contenido y alcance de la norma del artículo
1.196 del Código Civil, cuando para dejar de aplicarlo en relación con las
lesiones sufridas por los demandantes, argumentó que “para que el pago
resulte procedente menester es que el monto del daño se acredite
debidamente”, pues se reitera que la determinación del monto de la
indemnización en tal caso es facultad exclusiva y soberana del Juez, como
expresamente lo asienta dicha norma, teniendo en consideración la entidad de
la lesión orgánica sufrida por la víctima que conste en autos.
 
Ahora bien, establece el INFINE del artículo 21 de la Ley de Tránsito
Terrestre, que la obligación de reparar el daño moral se regirá por las
disposiciones del Derecho Común, por tanto,
“...no basta únicamente alegar la responsabilidad de los dueños
o principales o directores por el hecho ilícito de sus sirvientes y
dependientes en el ejercicio de sus funciones en que los han
empleado, sino que es necesario demostrar, entre otros
requisitos, que el daño ha sido causado por el agente material
del ilícito en el ejercicio de sus funciones propias, para las
cuales fue empleado, pues si bien en doctrina se acepta que
existe una presunción de culpa por parte del dueño o principal
en relación con el daño cometido por el sirviente o dependiente,
tal presunción solo funciona cuando se ha logrado evidenciar los
extremos antes mencionados: vale decir que si el dependiente es,
a su vez, culpable del daño causado y está probado, además su
condición de tal dependiente y que actuó en el ejercicio de las
funciones, entonces el principal responde del hecho ilícito,
atribuyéndosele culpa en la elección o vigilancia de su
dependiente”.- (S. de  7-12-88) Pierre Tapia Oscar.  Repertorio
Mensual de Jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia .
Tomo 12. Año 1988. Pags. 314,315.
 
         Conforme al criterio expuesto en este fallo, el daño moral en si no
requiere de prueba como lo expresa la sentencia del año 1973, antes
transcrita, sino que cuando se pretende hacer extensible el daño moral al
dueño del vehículo, es indispensable traer a los autos la prueba de su
culpabilidad en la elección de sus sirvientes o dependientes y que se
encontraba en el ejercicio de sus funciones para asi poder establecer la
relación de causalidad entre el dueño o principal y su sirviente o
dependiente, conforme a lo establecido en el artículo 1.191 del Código Civil.
 
Por tanto se reitera, que el Juez de la recurrida incurrió en error de
interpretación acerca del contenido y alcance   de la norma del artículo 1.196
del Código Civil, cuando estableció que “para que el pago resulte procedente
menester es que el monto de los daños se acredite debidamente”, pues esa
determinación es facultad exclusiva del Juez como asi lo preve el citado
artículo 1.196. Asi decide.     
 
         En virtud de las razones expuestas, se declara procedente, la
preindicada   denuncia. Asi decide.
 

D E C I S I O N
 
         En mérito de las consideraciones expuestas, este   Tribunal Supremo de Justicia
de la República Bolivariana de Venezuela en Sala de Casación Civil, administrando
justicia en nombre de la República y por autoridad de la Ley, declara:  CON
LUGAR  el presente recurso de casación anunciado y formalizado, contra la decisión
de fecha 26 de febrero de 1999, promulgado por el Juzgado Superior Tercero en lo
Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana
de Caracas.  Se ordena al juez Superior que resulte competente, dictar nueva
sentencia con arreglo a la doctrina establecida en este fallo.
 
         Publíquese y regístrese. Bájese el expediente al Tribunal Superior de origen.
                  
 
         Dada,  firmada  y  sellada,  en  la  Sala de Despacho de la Sala de Casación
Civil, de este Tribunal Supremo, en Caracas a los    ( 6 ) días del mes de abril   de dos
mil. Años: 189º de la Independencia y 141º de la Federación.-
 
 
El Presidente de la Sala,
 
 
_____________________
FRANKLIN ARRIECHE G.
 
 
 
El Vicepresidente,
 
 
___________________________
ANTONIO RAMÍREZ JIMÉNEZ
 
 
 
Magistrado-Ponente,
 
 
__________________________
      CARLOS OBERTO VELEZ
 
 
 
 
La Secretaria,
 
 
____________________
DILCIA QUEVEDO
 
 
Exp. Nº 99-496
 

REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA


EN SU NOMBRE
JUZGADO SUPERIOR EN LO CIVIL, MERCANTIL, DEL TRANSITO, DEL TRABAJO Y
DE PROTECCIÓN DEL NIÑO Y DEL ADOLESCENTE DE LA CIRCUNSCRIPCIÓN
JUDICIAL DEL ESTADO BARINAS (ACCIDENTAL)

Exp. N° 03-2136-T
Conoce este Juzgado Superior en lo Civil, Mercantil, del Tránsito, del Trabajo y de Protección
del Niño y del Adolescente de la Circunscripción Judicial del Estado Barinas (Accidental) de la
presente causa, en virtud de la solicitud de regulación de competencia interpuesta mediante
diligencia de fecha 27 de agosto de 2003, por el abogado JOSE A CADENAS PEÑA, inscrito
en el Instituto de Previsión Social del Abogado bajo el No 4.084, con el carácter de apoderado
de los codemandados en el presente juicio que por daño moral ocasionado en accidente de
tránsito interpusieron los ciudadanos NELSON ATALIVAR BLANCO LOVERA Y SAIRA
RAFAELA ROSALES MERCHE, contra los ciudadanos MAURO TORRES SUAREZ y
DANIEL SUAREZ.
En reunión de la Comisión Judicial del Tribunal Supremo de Justicia de fecha 1º de marzo de
2004, comunicada a los miembros del
Comité Directivo de la Dirección Ejecutiva de la Magistratura mediante Oficio No CJ-04-0395
de 4 de marzo de 2004, fue designado Juez Accidental para conocer de la presente causa quien
con tal carácter suscribe la presente decisión.
Constituido el Tribunal Accidental y debidamente notificadas las partes, se pasa a decidir
haciendo para ello las siguientes consideraciones:
El Juzgado de Primera Instancia del Tránsito, del Trabajo y Agrario de esta Circunscripción
Judicial dictó sentencia en fecha 13 de agosto de 2003 en la cual declaró SIN LUGAR la
cuestión previa opuesta por la parte demandada en la oportunidad de la contestación de la
demanda, la incompetencia del tribunal por razón de la materia contenida en el ordinal 1º del
artículo 346 del Código de Procedimiento Civil. Declaró que era ese mismo.

Fundamentó la decisión el sentenciador de la primera instancia en el contenido del artículo 150


del Decreto con fuerza de Ley de Tránsito y Transporte Terrestre del cual hace un análisis en la
forma siguiente:
“La primera parte de este artículo establece que “el procedimiento para determinar la
responsabilidad civil derivada de accidentes de tránsito...” lo que implica que en principio, la
responsabilidad civil en estos casos tiene como elemento objetivo que la responsabilidad
provenga de un accidente de tránsito, es decir, que para determinar la responsabilidad civil de
una persona tiene que estar involucrado directamente en un accidente de tránsito como sujeto
activo o pasivo de la acción.
Continúa este mismo artículo diciendo que “... en los cuales se hayan ocasionado daños a
personas o cosas...” En este artículo se refiere al daño en general, es decir, puede ser el daño
material a personas ( lesiones de algún tipo, incluyendo la pérdida de algún o algunos
miembros o partes del cuerpo) o cosas (la destrucción total o parcial de las mismas; así como
también el daño moral, caudado evidentemente a las personas que se vean involucrados en el
accidente, o que hayan sido afectados directa o indirectamente por el mismo.
Más adelante establece el mismo artículo que “La acción se interpondrá por ante el Tribunal
competente según la cuantía del daño, en la circunscripción donde haya ocurrido el hecho.” Lo
que implica, a criterio de este Juzgador, que la Ley está atribuyendo al Juez de Tránsito la
competencia para conocer de las causas que se intenten con ocasión de determinar la
responsabilidad civil de una persona que se vea involucrada activa o pasivamente en un
accidente de tránsito, sobre los daños materiales o morales causados a las personas, directa o
indirectamente, así como la reparación de cosas que hayan sido deterioradas total o
parcialmente.
De no ser de esta forma, no tendrían razón de ser la existencia de estos Tribunales del Tránsito,
más aún y cuando en nuestra legislación se va en vía de la especialización de los Tribunales en
cuanto a la materia.”

La parte oponente de la cuestión previa, solicitó la regulación de la competencia mediante


diligencia en la cual expresa:

“Conforme a lo dispuesto en el artículo 67 del C.P. Civil en relación con el artículo 71


eiusdem, Solicito la regulación de la competencia por las siguientes razones: Se trata de una
acción civil ( daños morales ) y no se puede aplicar la ley de Tránsito y tramitar la demanda
por el procedimiento Oral, ya que el artículo 880, establece en que Circunscripciones
Judiciales, cual cuantía y materias se tramitan por este Procedimiento y quien es el autorizado
para determinarlo, no siendo otro que el ejecutivo Nacional y la Resolución que lo acuerde no
ha sido dictada...”

Para decidir se observa:


El artículo 150 del Decreto con fuerza de Ley de Tránsito y Transporte Terrestre, establece:

El procedimiento para determinar la responsabilidad civil derivada de accidentes de tránsito en


los cuales se hayan ocasionado daños a personas o cosas, será el establecido para el juicio oral
en el Código de Procedimiento Civil, sin perjuicio de lo dispuesto en el Código Orgánico
Procesal Penal sobre la reparación de daños.
La acción se interpondrá por ante el Tribunal competente según la cuantía del daño, en la
circunscripción donde haya ocurrido el hecho.

La norma transcrita establece expresamente la competencia en materia de tránsito para


determinar la responsabilidad que surgiere como consecuencia, o derivada de los accidentes de
tránsito; atribuye esa competencia a aquel que por la cuantía lo sea en el lugar donde haya
ocurrido el hecho accidental que provoca la demanda, pero este Tribunal será el competente
por la materia de Tránsito. No distingue la norma el tipo de daños que se hubieren ocasionado,
si se trata de daño material o daño moral, indica que puede ser el daño causado a personas o a
cosas, y señala el procedimiento que debe seguirse, cual es el procedimiento oral.
Esta disposición legal no se contradice con lo previsto en el artículo 880 del Código de
Procedimiento Civil, por cuanto el mismo constituyó una previsión legislativa para controlar la
progresiva aplicación del juicio oral sin que resultaran necesarias reformas legales, esto en
cuanto a los Tribunales y competencias existentes para la fecha de promulgación del Código de
Procedimiento Civil, y, según lo expresa la misma exposición de motivos:
“... adoptó una sana política de dejar librada al ejecutivo Nacional la facultad de modificar la
cuantía aplicable al juicio oral, suprimir este procedimiento en determinadas materias o
extenderlo a otras, determinar también las Circunscripciones Judiciales y los Jueces de éstas en
que deba iniciarse la vigencia del juicio oral, pensando la Comisión, que tal facultad permitirá
al Ejecutivo Nacional proceder con más cautela a la iniciación del procedimiento oral en
aquellas circunscripciones y ante aquellos jueces de mérito en que se den mejor las condiciones
indispensables para el éxito del nuevo procedimiento.” Código de Procedimiento Civil .
Ricardo Henriquez La Roche. Tomo V. Pág 681.Caracas 1998.

El Decreto con fuerza de Ley de Tránsito y Transporte Terrestre fue dictado en fecha posterior
al Código de Procedimiento Civil, en consecuencia, al establecer el procedimiento oral para
todos los casos en los cuales se demanda la responsabilidad civil derivada de accidentes de
tránsito, determina una categoría de juicios a ser seguidos por el procedimiento oral,
determinación que tiene su fundamento en una ley, la especial que rige para la materia de
Tránsito; siguiendo por cierto la tendencia legislativa actual que regula el procedimiento oral
para diversas materias tales como procedimiento agrario, de protección del niño y del
adolescente, del trabajo.
En consecuencia, la determinación de competencia que hizo el Juez de Primera Instancia en la
decisión en la que se pronuncia sobre la cuestión previa opuesta, debe ser confirmada, y
declarada la competencia del Juzgado de Primera Instancia en materia de Tránsito de esta
Circunscripción Judicial, para conocer de la causa, lo cual se hará en la parte dispositiva de la
presente decisión.

DISPOSITIVA:

En mérito de las consideraciones precedentemente expuestas, este JUZGADO SUPERIOR EN


LO CIVIL, MERCANTIL, DEL TRANSITO, DEL TRABAJO Y DE PROTECCIÓN DEL
NIÑO Y DEL ADOLESCENTE DE LA CIRCUNSCRIPCIÓN JUDICIAL DEL ESTADO
BARINAS (ACCIDENTAL) administrando Justicia en Nombre de la República Bolivariana de
Venezuela y por Autoridad de la Ley. Declara que el Tribunal competente para conocer de la
reclamación por daño moral causado como consecuencia de accidente de tránsito es el
JUZGADO DE PRIMERA INSTANCIA DEL TRANSITO, DEL TRABAJO Y AGRARIO
DE ESTA CIRCUNSCRIPCIÓN JUDICIAL.
Condena a la parte demandada, solicitante de la regulación de competencia, en las costas de la
presente incidencia.
Por cuanto la presente sentencia se dictó dentro del lapso legal previsto, no se ordena la
notificación a las partes.
Publíquese, regístrese y expídanse las copias de Ley.
Dada, firmada y sellada en la Sala de Despacho del Juzgado Superior Accidental en lo Civil,
Mercantil, del Tránsito, del Trabajo y de Protección del Niño y del Adolescente de la
Circunscripción Judicial del Estado Barinas, en Barinas, a los nueve días del mes de agosto del
año dos mil cuatro. Años: 193° de la Independencia y 145° de la Federación.

El Juez Accidental,

Abg. José Ramón España Márquez.

La Secretaria Accidental,

Abg. Alicia Briceño Sánchez.


JREM/a.r.m
Exp. N° 03-2136-T

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