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2006-000626
Circunscripción Judicial del estado Zulia, por los ciudadanos YNÉS MARÍA LEAL
Sanoja, Werner Hamm Abreu, Francesca Di Cola, Mónica Silva Portillo, Rina Pansini
Concluida la sustanciación, la Sala pasa a proferir su fallo bajo la ponencia
de la Magistrada que con tal carácter la suscribe en los términos que a continuación
se expresan:
ÚNICO
De conformidad con el ordinal 2° del artículo 313 del Código de Procedimiento
Civil, el formalizante denuncia la infracción del artículo 134 de la Ley de Tránsito y
artículo 134 del Decreto con Fuerza de Ley de Tránsito y Transporte Terrestre, por
Adujo que “es claro que de haber sido interpretada la norma jurídica
contenida en el artículo 134 del referido Decreto Ley de lo forma (sic) indicada en
este escrito… es decir, que la misma se aplica a las reclamaciones por daños
materiales y a aquellas (sic) que se fundamenten en el daño moral, forzoso era para
quedando extinguida la acción sin que pudiera considerar el fondo del asunto
controvertido”.
Por lo anterior, consideró que “el dispositivo del fallo recurrido fue
interpretación del artículo 134 del Decreto con Fuerza de Ley de Tránsito y
Transporte Terrestre…”
Como podrá apreciarse, el sentenciador ad quem deja sentado que “…de
moral…”, por lo que pasó a analizar lo alegado y probado respecto a este punto
dispone que:
Artículo 134. Las acciones civiles a que se refiere este Decreto Ley
para exigir la reparación de todo daño prescribirán a los doce (12)
meses de sucedido el accidente . La acción de repetición a que se
contrae el artículo anterior prescribirá en igual término, a partir del
pago de la indemnización correspondiente. (Subrayado de la Sala)
establecido que las acciones civiles derivadas de un accidente de tránsito a los fines
de exigir la reparación de todo daño, prescribirán a los doce (12) meses de ocurrido el
El Decreto con Fuerza de Ley de Tránsito Terrestre, es una ley especial que
“…Las disposiciones contenidas en los Códigos y las leyes nacionales
especiales, se aplicarán con preferencia a las de este Código en las
materias que constituyan la especialidad…”.
“(…) Alega el formalizante que el juez de alzada debió aplicar el
artículo 1.977 del Código Civil por tratarse de una acción personal
cuyo plazo es de diez (10) años desde que sucedió el daño, el cual fue
ininterrumpido con la citación del defensor judicial el 12 de julio de
1999, y no debió declarar la prescripción de la acción con fundamento
en la Ley de Aviación Civil.
Al respecto la recurrida se expresa:
“…TERCERO
De la prescripción.-
En la oportunidad de dar contestación a la demanda… los
codemandados a través de su representante legal, opusieron la
prescripción de la acción, sobre la base de lo establecido en el artículo
54 de la Ley de Aviación Civil hoy derogada, pero vigente para la
fecha del accidente y por ende aplicable al caso.
(…Omissis…)
Al respecto, establece el artículo 54 de la Ley de Aviación Civil
(derogada), vigente para la época del accidente, lo siguiente: “La
acción para exigir el pago de las indemnizaciones originadas por
daños a los pasajeros a su equipaje de mano o a terceros en la
superficie, prescribirá en el lapso de un (1) año, a partir de la fecha
de los hechos que le dieron nacimiento, o en defecto, de la fecha de
iniciación del viaje, prevista en el contrato de trasporte”.
El accidente ocurrió el 5 de marzo de 1992 en la pista de
aviación conocida como MANACAL en las adyacencias de la
población de la Paragua, siendo interpuesta la demanda en fecha 17-
06-92, en tal sentido, el término de la prescripción comenzó el 05-
03-92 y se expiraba (sic) el 05-03-93. ( Subrayado y negritas de la
Sala).
De lo antes expuesto se observa que el sentenciador determinó que el
lapso de prescripción de la acción era de un año, de conformidad con
lo establecido en el artículo 54 de al Ley (sic) de Aviación Civil
vigente para el momento que el actor fue lesionado en la pista de
aviación Monacal del estado Bolívar.
El artículo 14 del Código Civil establece que:
“Las disposiciones contenidas en los Códigos y leyes nacionales
especiales, se aplicarán con preferencia a las de este Código en las
materias que constituyan la especialidad”.
De acuerdo con la referida norma, cuando exista una legislación que
regule la especialidad, esa será de aplicación preferente al Código
Civil. En el caso concreto la controversia trata de una demanda por
daños y perjuicios causados al demandante por la hélice de un avión en
la pista aérea de Manacal, hecho que determina la aplicación preferente
de la Ley de Aviación Civil, por ser la legislación especial que regula
la aviación.
El artículo 54 de la Ley de Aviación Civil, establecía que el lapso de
prescripción de la acción por daños ocasionados a los pasajeros, su
equipaje de mano y a terceros en la superficie, es de un año desde la
fecha en al que ocurrió el hecho ilícito civil o en su defecto, de la
fecha de iniciación del viaje señalada en el contrato de transporte.
Por tanto, al estar determinado el lapso de prescripción de la acción de
daño a terceros en la superficie en la Ley de Aviación Civil, no resulta
aplicable al asunto planteado la prescripción de diez años establecida
en el artículo 1.977 del Código Civil, por ser aquélla ley la que regula
la especialidad.
En consecuencia, la Sala considera improcedente la presente denuncia,
por no ser el artículo 1.977 del Código Civil aplicable al presente
asunto. Así se decide.- (Resaltado de la sentencia)
Ahora bien, en el sub iudice, como se dejó sentado con anterioridad, los daños
día 13 de agosto de 2002 en la carretera denominada “Williams”, sector la Antena de
P.D.V.S.A. del Municipio Autónomo del estado Zulia, por lo cual siendo ésta una
virtud del principio de especialidad, que la norma aplicable era la que efectivamente
instancia, habiendo aplicado la norma correcta (artículo 134 de la Ley de Tránsito y
demandada, expresó que este modo extintivo de las obligaciones operaba sólo en
cuanto a la reclamación de los daños materiales, sin embargo, consideró que ello no
extinguía “lo atinente a la acción (sic) por reclamación por daño moral ”,
tanto para el daño material como para el daño moral, tal y como lo ordena el artículo
134 de la Ley de Tránsito y Transporte Terrestre, concluyó que para el daño moral no
considerar que los daños a que se refiere el artículo 134 denunciado se refiere
únicamente al daño material, siendo que de una simple lectura de la norma puede
Decreto Ley para exigir la reparación de todo daño ” procederá a “a los doce
prescripción era factible para la reclamación de los daños materiales, también debió
hacerlo respecto de los daños morales y no realizar una distinción que la propia ley
no hace.
Observa esta Sala igualmente, que en correcta interpretación del artículo 134
daño material, es decir, los doce (12) meses contados a partir del acaecimiento de los
En relación a este punto, la recurrida estableció que “(…) se constata de libelo
plenamente citada el día 11 de septiembre de 2003, fecha ésta última en que constó
apoderada judicial, la profesional del derecho Francesca Alicia Di Cola; por lo que
que quedó plenamente citada la demandada, transcurrió mas de un (01) año, sin que
la parte actora haya intentado ningún acto interruptivo en el proceso, como lo es, el
haber realizado el registro de la copia certificada del libelo de la demanda con la
Visto lo anterior, la Sala aprecia, que tal y como dejó establecido por la propia
recurrida, en vista que trascurrieron más de doce (12) meses desde la ocurrencia del
Visto que la recurrida incurrió en error de interpretación del artículo 134 de la
de 2003, fecha en que se agregaron a los autos las resultas del embargo practicado el
DECISIÓN
sentencia dictada por el Juzgado Superior en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la
consecuencia, CASA SIN REENVÍO el fallo recurrido, y declara CON LUGAR la
y PRESCRITA la acción deducida. Se condena en costas a la parte actora por haber
Dada, firmada y sellada en la Sala de Despacho de la Sala de Casación Civil,
del Tribunal Supremo de Justicia, en Caracas, a los seis (6) días del mes de febrero de
dos mil siete. Años: 196° de la Independencia y 147° de la Federación.
OTRA
I
ANTECEDENTES DEL CASO
En fecha 15 de diciembre de 2008 (folios 1 al 6), es presentado para su distribución libelo de
demanda junto con anexos que van de los folios 7 al 17. Por auto del 18 de diciembre de 2008
el Juzgado Tercero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la
Circunscripción Judicial del estado Táchira, recibió el libelo de demanda, la admitió y le dio el
curso de ley correspondiente (folio 19).
El 19 de febrero de 2009, la demandada confirió poder apud acta al abogado FABIO OCHOA
ARROYAVE (folio 21).
Por escrito del 2 de marzo de 2009 es presentada reforma de la demanda (folios 22 al 30), y
que fue admitida por auto del 9 de marzo de 2009 (folio 33).
El 6 de abril de 2009 el abogado FABIO OCHOA ARROYAVE en su carácter de apoderado
judicial de la parte demandada dio contestación a la demanda y propuso cita en garantía (folios
34 al 39).
El 17 de abril de 2009, el demandante confirió poder apud acta a los abogados MARÍA
TRINIDAD BECERRA ROJAS y MIGUEL EDUARDO NIÑO ANDRADE.
Mediante auto de fecha 29 de abril de 2009 el a quo admitió el llamamiento del tercero en
garantía peticionado por la representación de la demandada en la contestación. En tal sentido,
ordenó citar a la empresa SEGUROS LA PREVISORA C.A., a los fines de que diera
contestación a la misma (folio 58).
Por auto del 21 de octubre de 2009 se fijó la celebración de la Audiencia Preliminar (folio 62).
Corren insertas a los folios 66 al 117 copias fotostáticas de la causa penal N° 3JU-1482-09 por
LESIONES CULPOSAS GRAVES en perjuicio de la ciudadana ANGELA ROCIO
SALCEDO GARCÍA.
El 6 de abril de 2010, la abogada TRINA OMAIRA GUERRERO consignó el poder conferido
por la Sociedad Mercantil COMPAÑÍA NACIONAL ANÓNIMA DE SEGUROS LA
PREVISORA.
En fecha 7 de abril de 2010 se llevó a efecto la Audiencia Preliminar (folio 125).
El 13 de mayo de 2010, el a quo fijó los hechos y los límites de la controversia (folios 129 y
130).
En fecha 19 de mayo de 2010 el actor promovió sus pruebas (folios 131 al 133).
El 14 de julio de 2010, se efectuó el debate oral (folio 151).
Al folio 165 y vuelto, corre inserto el dispositivo de la sentencia objeto de apelación.
A los folios 167 al 177, corre inserto el íntegro de la sentencia publicada el 29 de julio de 2010
con asiento diario N° 30. Decisión que fue apelada en fecha 3 de agosto de 2010 (folio 178)
por la parte actora, y que por auto de fecha 6 de agosto de 2010 el a-quo oyó la apelación en
ambos efectos y ordenó remitir el expediente al Juzgado Superior Distribuidor correspondiente
(folio 179).
En fecha 23 de septiembre de 2010 este Juzgado Superior recibió el presente expediente,
dándole entrada y el curso de ley correspondiente, inventariándolo bajo el N° 2.348 (folios 181
y 182).
Mediante diligencia el 25 de octubre de 2010, el apoderado de la parte demandada se adhirió
por ante esta Alzada a la apelación, y solicitó la nulidad de la sentencia apelada (folio 185).
En fecha 28 de octubre de 2010, el apoderado actor presentó informes.
II
PUNTO PREVIO
El apoderado de la parte demandada en la oportunidad correspondiente se adhirió al recurso de
apelación, y solicitó la declaratoria de la nulidad de la sentencia apelada, alegando:
“…De conformidad con lo establecido en los artículos 209 y 304 del Capítulo II, Título VII del
Libro Primero del Código de Procedimiento Civil, me adhiero a la apelación ejercida por la
parte demandante contra la sentencia definitiva del Tribunal Tercero de Primera Instancia en lo
Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del estado Táchira… .
El objeto de la presente adhesión a la apelación, es solicitar a través de la misma la declaratoria
de nulidad de la sentencia recurrida, con arreglo a lo establecido en el artículo 243 numeral 5°,
en concordancia con lo establecido en el artículo 244, por cuanto la sentencia recurrida, en su
parte dispositiva, dejó de pronunciarse sobre la cita en garantía que propusimos contra la
empresa aseguradora, no obstante que la misma fue admitida y se tramitó por el Tribunal de la
recurrida, configurándose así, el vicio denominado por la doctrina, como incongruencia
negativa.
Por lo tanto, pedimos a este honorable tribunal de alzada, se sirva anular la sentencia del
tribunal a quo y en su lugar profiera una nueva decisión, donde diga si declara o no con lugar la
cita de garantía, condenando a la empresa aseguradora a que pague la suma a la cual está
obligada por el contrato de seguro. …”.
El artículo 209 del Código de Procedimiento Civil prevé que la nulidad de la sentencia
definitiva dictada por el tribunal de la instancia inferior, que se halle viciada por los defectos
que indica el artículo 244 (por faltar los requisitos de la sentencia que estatuye el artículo 243,
por haber absuelto la instancia, por resultar la sentencia de tal modo contradictoria que no
pueda ejecutarse o no aparezca que sea lo decidido, y cuando sea condicional o contenga
ultrapetita), sólo puede hacerse valer mediante el recurso de apelación. En tal sentido, pasa esta
juzgadora a resolver el vicio alegado así:
“…el daño moral supone una lesión de intereses no susceptibles de valoración económica, por
afectar al ámbito extrapatrimonial de las personas, sin perjuicio de que su conculcación pueda
generar mediante una valoración posterior compensatoria la correspondiente traducción
económica para la víctima (pretium dolores) a la que se sumaría el dolor sufrido por las
personas unidas por vínculos afectivos con la víctima (pretium affectionis),…”.
En general, la doctrina y la jurisprudencia se inclinan por dejar al juez amplias facultades para
la apreciación y estimación del daño moral. Pertenece a la discreción y prudencia del juez la
calificación, extensión y cuantía de los daños morales.
Todo lo anterior con fundamento en el artículo 1.196 del Código Civil Venezolano que indica:
“La obligación de reparación se extiende a todo daño material o moral causado por el hecho
ilícito.
El Juez puede, especialmente, acordar una indemnización a la víctima en caso de lesión
corporal, de atentado a su honor, a su reputación, o a los de su familia, a su libertad personal,
como también en el caso de violación de su domicilio o de un secreto concerniente a la parte
lesionada. El Juez puede igualmente conceder una indemnización a los parientes, afines, o
cónyuge, como reparación del dolor sufrido en caso de muerte de la víctima. (Negrillas de
quien sentencia).
Ahora bien, claramente se determina que el actor pretende una indemnización de daño moral
por los daños que sufrió su concubina y otros familiares en el accidente de tránsito que ocurrió
en fecha 5 de enero de 2008 en el Sector El Descanso adyacente a la Curva “S” jurisdicción del
Municipio Bolívar del estado Táchira, a eso de las tres y treinta de la tarde (3:30 pm), en que
colisionaron el vehículo propiedad del actor y el vehículo conducido por la demandada
MARINA ONTIVEROS CONZÁLEZ.
Resulta imperioso citar sentencia de la Sala Político Administrativo del Tribunal Supremo de
Justicia dictada en el expediente N° 12.062 de fecha 10 de junio de 2003, en la cual se resolvió:
“… la muerte de un familiar puede generar, ciertamente, daños materiales y, por supuesto, en
mayor o menor grado dependiendo de las circunstancias propias de cada caso, daños morales; y
el sólo hecho de que una persona se considere afectada en tal sentido y pretenda por ello una
indemnización resulta, en principio, suficiente, para provocar el ejercicio de la función judicial
y procurarse el aludido resarcimiento. Dicha posibilidad no debe, por tanto, verse afectada por
la circunstancia de que demande uno solo de los parientes, siempre que, claro está, actúe en
nombre propio o procediendo también en nombre de otros, acompañe los instrumentos de
donde se colija tal representación.
Lo anterior adquiere especial relevancia en los casos de demandas por daños morales, como el
de autos, dado que en ellos resulta aún mas evidente el carácter personalísimo del agravio, pues
tales daños inciden sobre el ánimo interno de las personas y nadie, en sana lógica, demandar un
resarcimiento por “el dolor del otro” cuando éste capaz de demandarlo por sí mismo. Pero lo
cierto es que en los casos de daños sufridos por la muerte o accidente de un familiar, bien
puede uno solo de ellos, si así ocurriese, acudir a los órganos judiciales a demandar la
responsabilidad del causante de tales daños y el pago de la indemnización que corresponda.
En este sentido, la otrora Corte Suprema de Justicia expuso en reiteradas oportunidades que
una persona no puede intentar demanda de daños morales por la ofensa o perjuicio sufrido por
toda o parte de su familia, si no se verifica un supuesto legal de representación, pero que, sin
embargo, sí puede un integrante de la misma, individualmente considerado, solicitar el
resarcimiento en su propio nombre (vid. Sentencia de la Sala Político Administrativa de la
extinta Corte Suprema de Justicia, de fecha 13 de diciembre de 1989. Caso: Wenceslao Manuel
Fumero de la Cruz y otros vs. Instituto Autónomo Ferrocarriles del Estado). En estos supuestos
de demandas intentadas por integrantes de una familia o Sucesión en nombre de éstas, la
aludida posibilidad ha sido admitida al reconocer el órgano jurisdiccional –frente a la falta de
representación atribuida por el actor respecto de sus parientes afectados- la procedencia de la
reclamación en cuanto al daño sufrido por el accionante exclusivamente y la reducción de la
suma exigida a manera de indemnización…”.
Por su parte, la Sala de Casación Civil, en sentencia dictada en el expediente N° 2009-000657
en fecha 26 de octubre de 2010, determinó que:
“...Para decidir, la Sala:
El artículo 1.196 del Código Civil expresa textualmente lo siguiente:
“...La obligación de reparación se extiende a todo daño material o moral causado por el acto
ilícito.
El Juez puede, especialmente, acordar una Indemnización a la víctima en caso de lesión
corporal, de atentado a su honor, a su reputación, o a los de su familia, a su libertad personal,
como también en caso de violación de su domicilio o de un secreto concerniente a parte
lesionada.
El Juez puede igualmente conceder una Indemnización a los parientes, afines, o cónyuge. como
reparación del dolor sufrido en caso de muerte de la víctima...” (Subrayado de la Sala).
Esta disposición legal fue introducida en el Código Civil de 1942, y establece la obligación de
reparar tanto el daño material como el moral. Dicha norma faculta al Juez para acordar una
indemnización a la víctima en caso de atentado al honor, a su reputación o los de su familia a
su libertad personal, como también en caso de violación de su domicilio o de un secreto
concerniente a la parte lesionada. También puede conceder una indemnización a los parientes,
afines o cónyuges como reparación del dolor sufrido en caso de muerte de la víctima.-
En sentencia de fecha 14 de diciembre de 1966, caso: Adolfo Dasi Taberner c/ Eduardo Pérez
Newman y José Elio Guillén Pernía, Gaceta Forense, Segunda Etapa Octubre-Diciembre,
Tomo 54, la Sala estableció:
“Es cierto, también como sostiene el formalizante, que el artículo 1.196 del Código Civil
autoriza al juez para acordar una indemnización a los parientes, afines o cónyuge, como
reparación del dolor sufrido sólo en caso de muerte de la víctima; pero en el caso de autos, sólo
se trató de lesiones personales sufridas por la suegra del actor; y dicha disposición no
autorizaría una indemnización por el pretendido dolor moral sufrido por aquél como
consecuencia de la lesión sufrida por su suegra. La indemnización que la ley permite conceder
a los parientes y afines, es sólo en caso de muerte de la víctima; y al haberla acordado la
recurrida, fuera de ese caso, es decir, por simples lesiones, infringió por este otro motivo el
citado artículo...” (Cursiva de la sentencia).
De conformidad con lo previsto en el artículo 1.196 del Código Civil, la Sala considera que en
caso de muerte de la víctima los herederos tienen derecho a solicitar una indemnización sólo
por daño moral, y no por las lesiones corporales que pudo haber sufrido el de cujus, en virtud
de que los herederos o causahabientes sufren los denominados perjuicios indirecto o reflejos
que nacen de la muerte de un pariente o familiar por el daño padecido por la víctima, pues es a
la víctima a quien se le ocasiona el daño directo o el daño corporal por padecer las lesiones en
su propio cuerpo. (Cfr. Fallo de esta Sala de Casación Civil, N° RC-718 del 27 de julio de
2004, expediente N° 2003-382).
-III-
“...Sobre esta materia, el tratadista venezolano José Mélich-Orsini, en su obra “La
responsabilidad civil por hechos ilícitos” (Biblioteca de la Academia de Ciencias Políticas,
Caracas/2001, pag.33), dice lo siguiente:
“Al respecto, en la doctrina a la que supone afiliado nuestro Código Civil se suelen clasificar
los daños morales en daños morales que afectan la parte social del patrimonio moral de la
persona (los que algunos llaman “daños a la vida relación”: atentados al honor o a la
reputación, daño estético, etc.) y daños morales que afectan exclusivamente la parte afectiva
del patrimonio moral, caracterizándose estos últimos por consistir únicamente en un estado de
ánimo (aflicción, resentimiento, ansiedad, preocupación) o en dolores físicos (sufrimientos).”
(Negritas de la Sala).
En referencia a este tema, esta Sala en sentencia de fecha 5 de abril de 2000, en el juicio de
José Antonio Rujano Farías c/ Línea La Popular S.R.L., estableció lo siguiente:
“Las lesiones personales ocurridas en el accidente de tránsito que han sido demandadas en el
caso de autos denominándolas “daño físico”, si bien constituyen un daño material orgánico
cuya reparación implica tratamiento médico, medicamentos y lucro cesante, participan
primordialmente de una característica de dolor físico y sufrimiento moral, diferenciándose
sustancialmente de los daños sufridos por los vehículos en colisión que son el verdadero daño
material. Tal caso de daño físico o lesión personal lo estima el Legislador semejante al atentado
al honor, reputación, o a los de la familia a la libertad personal, por lo que es evidente que tales
daños corporales o lesiones físicas las conceptúa como daño moral y no material, razón por la
cual facultó especialmente al juez, para que en tales casos pueda acordar una indemnización a
la víctima, en el primer aparte del artículo 1.196 del Código Civil; e igualmente en el IN FINE
de dicha norma, para conceder tal “...indemnización a los parientes, afines, o cónyuges, como
reparación del dolor sufrido en caso de muerte de la víctima”. En ambos casos, se trata pues de
una indemnización del daño moral, casos en los que el Juez está especialmente facultado por
dicha disposición legal para acordar la indemnización correspondiente para cuya fijación
prudencial deberá sopesar equitativa y racionalmente todas las circunstancias del caso.” (Cfr.
Fallo de esta Sala de Casación Civil, N° RC-1213 del 14 de octubre de 2004, expediente N°
2004-114).
De las sentencias antes citadas, se desprende palmariamente y sin lugar a dudas, que sólo en
caso de muerte de la víctima, es que los herederos directos o causahabientes de esta, quedan
facultados para reclamar la indemnización de daño moral a que hubiere lugar, por el dolor
sufrido con ocasión a dicho fallecimiento, en virtud de que los herederos o causahabientes
sufren los denominados perjuicios indirectos o reflejos que nacen de la muerte de un pariente o
familiar, pero en el caso de que la víctima quede viva, es a ésta a quien le corresponde la
acción judicial por resarcimiento del daño moral por las lesiones sufridas, pues es a la víctima a
quien se le ocasiona el daño directo o el daño corporal por padecer las lesiones en su propio
cuerpo. …”.
En conclusión, visto que el actor pretende el resarcimiento de unos daños morales por las
lesiones que sufrió su concubina y otros familiares, es decir, sin ser la víctima directa de los
presuntos daños morales, no puede prosperar tal pedimento en razón de que los daños morales
son personalísimos, salvo que se trate del fallecimiento de un familiar, lo que no ocurre en el
caso de autos. En tal virtud se niegan los daños morales reclamados, Y ASÍ SE RESUELVE.
Además, dijo el demandante:
“…en la actualidad he visto mermado mi trabajo y mis ingresos como consecuencia directa de
los daños materiales sufridos en mi vehículo, ya que es de mencionar que me encargo de ser
distribuidor de las llamadas mercancías secas, es decir, galletas, caramelos, golosinas, etc., etc.
…”.
El a-quo al respecto resolvió:
“…Señaló el accionante que se encarga de distribuir las llamadas mercancías secas, es decir,
galletas, caramelos, golosinas, etc, y que sus gastos, no sólo se han limitado al pago de
médicos, medicinas, sino al uso de taxis, más los préstamos que ha asumido para cubrir las
necesidades de su familia. De las pruebas aportadas, ninguno de estos conceptos fueron
probados debido a la deficiente defensa en cuanto a este punto, toda vez que las pruebas
pertinentes no fueron promovidas conforme a lo establece la ley, y aún cuando por las
características del daño que se le causó al demandante, y aún en el supuesto que por la
naturaleza de su trabajo implicara el traslado a diferentes lugares de este Estado distribuyendo
su mercancía seca, cosa que tampoco fue demostrada, y en ese sentido haya quedado
imposibilitada para la prestación del servicio al que presuntamente se dedica, lo cierto es que
este género de daño no se probó, es por lo que tales daños deben ser declarados improcedentes,
y así se decide. …”.
Se entiende por daño emergente la pérdida experimentada por la víctima en su patrimonio,
derivada inmediatamente del incumplimiento culposo del agente; y el lucro cesante consiste en
el no aumento del patrimonio del acreedor por habérsele privado de un incremento que
normalmente hubiese ingresado en su patrimonio de no haber ocurrido el incumplimiento.
Ambos encuentran su fundamento legal en el artículo 1.273 del Código Civil que establece:
“Artículo 1.273: “Los daños y perjuicios se deben generalmente al acreedor, por la pérdida que
haya sufrido y por la utilidad de que se le haya privado, salvo las modificaciones y excepciones
establecidas a continuación”.
Sobre este aspecto, en sentencia de fecha 9 de abril de 2008 dictada en el expediente N° AA20-
C-2007-000833 de la Sala de Casación Civil del Tribunal Supremo de Justicia se citó:
“…La Sala, en una sentencia de vieja data aplicable al caso que se estudia, estableció que
“...Determina el Art. 1.273 en qué consisten, generalmente, los daños y perjuicios que se deben
al acreedor, y son la pérdida que haya sufrido y la utilidad de que se le haya privado, esto es, lo
que en doctrina se llama daño emergente y lucro cesante, respectivamente. Por otra parte, la
doctrina y jurisprudencia exige que los daños y perjuicios se hayan causado efectivamente, es
decir, que sean ciertos y determinados o determinables, no bastando con una simple
eventualidad sin base o fundamento en la realidad de las cosas, por lo cual es deber de los
jueces examinar cada caso en particular para ver si ha habido daño propiamente dicho
(emergente) o la utilidad o ganancia de que se le haya privado; deben ser siempre perjuicios
ciertos y no hipotéticos, conjeturales o eventuales, y, además, estar probados...”. (JTR 12-11-
59. Vol. VII, Tomo II, p. 683)- (Sentencia Nº RNyC-00258 de fecha 19 de mayo de 2005,
expediente Nº 2004-00704). …”.
De lo anteriormente expuesto se concluye que esta clase de daños tienen que ser ciertos y
determinados, es decir, deben ser probados por quien los reclama (artículo 506 del Código de
Procedimiento Civil), y en el caso sub examine no consta prueba alguna de la pérdida que
experimentó el actor en su patrimonio ni tampoco probó cuál fue el incremento que dejó de
percibir. Además, el hecho de que se hayan determinado los daños materiales no es obligante
para acordar la indexación por daño emergente y lucro cesante como lo pretende el apoderado
actor, pues estos requieren, vuelve y se repite, ser probados como hechos ciertos y
determinados.
IV
DECISIÓN
Este JUZGADO SUPERIOR CUARTO EN LO CIVIL, MERCANTIL, TRÁNSITO,
PROTECCIÓN DEL NIÑO Y DEL ADOLESCENTE, AGRARIO Y BANCARIO DE LA
CIRCUNSCRIPCIÓN JUDICIAL DEL ESTADO TÁCHIRA, administrando justicia en
nombre de la República Bolivariana de Venezuela y por autoridad de la Ley, DECIDE:
PRIMERO: Se declara SIN LUGAR la apelación interpuesta en fecha 3 de agosto de 2010 por
el abogado MIGUEL EDUARDO NIÑO ANDRADE contra la decisión publicada el 29 de
julio de 2010 por el Juzgado Tercero de Primero Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito
de la Circunscripción Judicial del estado Táchira.
SEGUNDO: Se declara CON LUGAR la adhesión a la apelación interpuesta por ante esta
Alzada mediante escrito del 25 de octubre de 2010 por el abogado FABIO OCHOA
ARROYAVE contra la decisión publicada el 29 de julio de 2010 por el Juzgado Tercero de
Primero Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del estado
Táchira, y en consecuencia nula la decisión apelada.
La Jueza Titular,
Refrendada por
El Secretario,
El Secretario
JLFDEA.-
Exp. 2.348.
PTRA
Sala Casación Civil
Magistrado Ponente: CARLOS OBERTO VÉLEZ.
En el juicio seguido por indemnización de daños y perjuicios causados en
accidente de tránsito, ante el Juzgado Cuarto de Primera Instancia en lo Civil,
Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del Distrito Federal por los
ciudadanos JOSE ANTONIO RUJANO FARÍAS y sus menores
hijos JARLY y ANAIS VIRGINIA RUJANO DOMINGUEZ sobre quienes ejerce la
patria potestad y de HERBER RUJANO DOMÍNGUEZ , representados por sus
mandatarios judiciales, los abogados LUIS EDUARDO TORRES y MIREYA MEDINA
CASTILLO contra la sociedad mercantil “LINEA LA POPULAR S.R.L.” y la
compañía anónima que gira bajo la denominación social de VENEZOLANA DE
SEGUROS CARACAS, patrocinada por los profesionales del derecho MIGUEL
BUSTAMANTE MOTA y JESÚS MARÍA CÉSPEDES, el Juzgado Superior Tercero en
lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del Área
Metropolitana de Caracas, conociendo de la actividad recursiva de apelación
ejercitada por la co-demandada “LÍNEA LA POPULAR S.R.L.” contra la sentencia
definitiva estimatoria dictada por el Juez de la causa, publicó su fallo en fecha 26 de
febrero de 1999, declarando con lugar dicho recurso y por vía de consecuencia, sin
lugar la demanda intentada, revocando de esa manera el fallo apelado y exoneró de
costas a la demandante, por no haber sido vencida totalmente, en atención al
contenido y alcance del artículo 274 del Código de Procedimiento Civil.
Contra la preindicada decisión, la demandante anunció recurso de casación, el
cual fue admitido y oportunamente formalizado. Hubo impugnación. No hubo réplica.
Concluida la sustanciación del recurso, y siendo la oportunidad para decidir,
pasa la Sala a dictar su máxima decisión procesal, bajo la ponencia del Magistrado
que con tal carácter la suscribe, y lo hace previas a las siguientes consideraciones:
RECURSO DE FONDO
Con fundamento en el ordinal 2º del artículo 313 del Código de
Procedimiento Civil, la formalizante denuncia la violación por la recurrida
del artículo 1196 del Código Civil, por error de interpretación acerca del
contenido y alcance de una disposición expresa de la ley, y lo hace en los
siguientes términos:
“...En efecto, mis representados demandaron a las empresas ‘Línea
La Popular S.R.L’. y a la Compañía Anónima ‘Seguros Caracas’, en
su carácter de propietaria y garante, respectivamente, del colectivo
placas Nº 009358, marca Blue Bird, para que convinieran en pagar o
a ello fueran condenadas solidariamente, de conformidad con lo
establecido en la Ley de Tránsito, por el accidente ocurrido en fecha
5 de junio de 1991, en la autopista vía Oriente, donde perdiera la
vida la señora Carmen Elena Domínguez Rujano, cónyuge del
conductor del vehículo chocado, quien también resultara lesionado y
madre de los menores, Jarlys y Anais Rujano Domínguez. Demanda
fundamentada en Sentencia Penal definitivamente firme, dictada por
el Juzgado Superior Primero en lo Penal del Distrito Federal y
Estado Miranda, con sede en la ciudad de Los Teques, decisión que
condenó el conductor del colectivo, Eugenio Castillo Punchilupi, a
cumplir la pena de dos (2) años de prisión, así mismo ordenó la
suspensión de la licencia de conducir, por ser responsable de los
delitos de homicidio culposo y lesiones culposas graves en accidente
de tránsito. Mis representados, José Antonio Rujano Farías demandó
el pago de su vehículo, la lesión corporal y el daño moral sufrido.
Demandó igualmente en representación de sus dos menores hijas, por
la muerte de su madre, por la lesión sufrida que le ocasionó la
muerte y el daño moral que padecen al perder a su madre, en un
hecho tan doloroso. Demandó además el ciudadano Herber Rujano
Domínguez, familiar que les acompañaba en el vehículo, por la
lesión y por el daño moral que padece a causas de la citada lesión
sufrida.
El Tribunal de la causa desestimó los rubros demandados que ameritaban
pruebas y no fueron probados, pero aquellos, como las lesiones graves y el
daño moral, los acordó sobre la base del artículo 1196 (sic) del Código
Civil, extendido a las menores por la muerte de su madre.
La recurrida, al decidir reconoce la responsabilidad en el accidente del
conductor del colectivo, Eugenio Castillo Punchilupi, pero niega todo
resarcimiento a las víctimas del accidente, por considerar que no hay prueba
para que el pago resulte procedente, y al respecto argumenta: ‘Tocante al
petitorio este Tribunal Superior Tercero disiente de la opinión expresada
por el Juzgado de la Causa en la sentencia bajo estudio, en la cual el A quo
considera que el artículo 1196 (sic) del Código de Procedimiento Civil (sic)
autoriza a los jueces para acordar motu proprio una reparación a la víctima
por las lesiones o heridas que se inflijan sin necesidades de que haya en
autos pruebas alguna de su monto, con tal que el hecho de la herida
aparezca demostrado. En criterio de esta alzada para que el pago resulte
procedente es menester que el monto del daño se acredite debidamente en
autos, por ser esta la opinión sustentada por el Máximo Tribunal de la
República, que al efecto ha dejado establecido y concluye: ‘...por
consiguiente no existiendo en autos la prueba del monto del denominado en
el libelo daño físico sufrido por los demandantes, por virtud de la Doctrina
sustentada por la Corte Suprema de Justicia que hace exigible dicha prueba,
la reclamación en estudio resulta improcedente. Así se decide’.
Es evidente que la recurrida con tal razonamiento, pretende justificar lo
injustificable, desestimando abiertamente una norma clara y precisa, como
lo es el artículo 1196 (sic) del Código Civil y sobre la cual, han comentado
todos los Tratadistas Patrios como Extranjeros, puedo afirmar sin temor a
equivocarme que el citado artículo es uno de los más tratados en materia
civil, si no es el primero, todos nuestros textos de Derecho Civil están
repletos de Doctrina y Jurisprudencia referente al artículo 1196 (sic) del
Código Civil.
Cita el recurrente a continuación párrafo doctrinario y texto del artículo
mencionado y la siguiente doctrina:
‘La Sala en reiterada Jurisprudencia ha sostenido, que el hecho
ilícito cometido impone la obligación de reparar los daños
materiales y morales causados. Sin embargo, el daño material debe
ser demostrado por quien lo reclama, en base a las pruebas de
autos, a diferencia del daño moral, el cual por su muy especial
naturaleza, y una vez demostrado el hecho ilícito su fijación a
criterio del juez quien deberá exponer en el fallo las razones que
tiene para estimarlo’. (Sentencia del 9 de agosto de 1991 (C.S.J.
Casación 5/796-91)’.
En abono de lo anterior se puede citar de este Supremo Tribunal, de
fecha 25 de enero de 1995, con ponencia del Dr. Carlos Trejo
Padilla, en el cual sostuvo: ‘Con respecto en la Doctrina de los
conocidos autores Jaime Guasp y Piero Calamandrei, el Dr. José
Gabriel Sarmiento Nuñez, en su obra ‘Casación Civil’ explica, el
error en cuanto al contenido y alcance de una disposición expresa en
la ley: ... consiste en el error sobre el contenido de una norma
jurídica que se verifica cuando el juez aún reconociendo la
existencia y validez de la norma apropiada al caso, o mejor dicho
habiéndola elegido acertadamente yerra el interpretar en su alcance
general y abstracto. Hay pues error en la interpretación de la ley en
todos los casos en que, no obstante haberse aplicado la norma
adecuada, no se le da el verdadero sentido haciéndose derivar de ella
consecuencia que no concuerdan con su contenido’
Apoyada en la Jurisprudencia que se deja transcrita, denuncia como
infringida por la recurrida el artículo 1196 (sic) del Código Civil,
por error en su interpretación, acerca de su contenido y alcance,
desnaturalizando su alcance, como bien lo asienta, nuestro
distinguido maestro José Ramón Duque Sánchez. Por lo cual solicito
de la honorable Sala declarar la procedencia de la presente denuncia
de infracción”.
La Sala para decidir, observa :
Las lesiones personales ocurridas en el accidente de tránsito que han
sido demandadas en el caso de autos denominándolas “daño físico”, si bien
constituyen un daño material orgánico cuya reparación implica tratamiento
médico, medicamentos y lucro cesante, participan primordialmente de una
característica de dolor físico y sufrimiento moral, diferenciándose
sustancialmente de los daños sufridos por los vehículos en colisión que son el
verdadero daño material. Tal caso de daño físico o lesión personal lo estima
el Legislador semejante al atentado al honor, reputación, o a los de la familia
a la libertad personal, por lo que es evidente que tales daños corporales o
lesiones físicas las conceptúa como daño moral y no material, razón por la
cual facultó especialmente al juez, para que en tales casos pueda acordar una
indemnización a la víctima, en el primer aparte del artículo 1.196 del Código
Civil; e igualmente en el IN FINE de dicho norma, para conceder tal
“...indemnización a los parientes, afines, o cónyuges, como reparación del
dolor sufrido en caso de muerte de la víctima”. En ambos casos, se trata pues
de una indemnización del daño moral, casos en los que el Juez está
especialmente facultado por dicha disposición legal para acordar la
indemnización correspondiente para cuya fijación prudencial deberá sopesar
equitativa y racionalmente todas las circunstancias del caso. Esta Sala asi lo
tiene establecido por sentencia de fecha 10-10-73 que nuevamente se ratifica
en la que expresó:
“Se admite en la Denuncia la posibilidad del ejercicio de la acción
directa de indemnización contra el Garante en el Contrato de
Responsabilidad Civil por accidente de Tránsito, pero está en
desacuerdo con que el Sentenciador pudiera condenar a la Garante al
pago de la Indemnización por el sólo hecho de haber ocurrido el
accidente, sin prueba alguna en autos de su monto, pues ello
equivaldría a presumir del accidente la culpabilidad del conductor, el
daño causado y su monto, lo cual no es cierto porque en la
Legislación Patria no se consagra en modo alguno, una presunción
de este tipo”
“Aparentemente la denuncia tiene fundamento porque la regla general es
que el que reclama el pago de una obligación contractual o extracontractual
debe probarla (Art. 1.354 del Código Civil). Pero existe una especial
consagrada en el Artículo 1.196 del mismo Código que autoriza a los Jueces
a acordar MOTU PROPRIO una reparación a la Víctima por las lesiones o
heridas que se infrinjan sin necesidad de que haya prueba alguna de su
monto en autos, con tal de que el hecho de la herida sí aparezca demostrado.
Este último criterio lo ha sostenido la Sala en relación con Sentencias
referentes a demandas por indemnizaciones de daños morales, pero no es de
dudarse que también es aplicable al caso de reclamaciones por daños
resultantes de heridas o lesiones corporales, primero, porque así aparece del
texto legal mencionado y, después, porque la razón que tuvo en cuenta el
Legislador para conceder esa autorización a los Jueces en relación con la de
Daños Morales propiamente dichos, milita también para considerar que
igualmente la concedió en relación con la reclamación de daños corporales
causados por heridas o lesiones: La imposibilidad de hacer una prueba de su
evaluación. El monto de los daños materiales, no corporales, puede llevarse
a los autos mediante una Experticia, pero no el de los daños morales ni los
corporales resultantes de heridas o lesiones. De ahí que, para que no quede
frustrada la Justicia, debe entenderse que el Legislador facultó a los Jueces
para acordar una indemnización, aunque el monto de los mismos no
apareciere demostrado en los autos.” (SENTENCIA del 10 de Octubre de
1973. GACETA FORENSE No. 82, págs. 391 y 392).
Por lo expuesto, estima la Sala que el Juez de la recurrida incurrió en
error de interpretación acerca del contenido y alcance de la norma del artículo
1.196 del Código Civil, cuando para dejar de aplicarlo en relación con las
lesiones sufridas por los demandantes, argumentó que “para que el pago
resulte procedente menester es que el monto del daño se acredite
debidamente”, pues se reitera que la determinación del monto de la
indemnización en tal caso es facultad exclusiva y soberana del Juez, como
expresamente lo asienta dicha norma, teniendo en consideración la entidad de
la lesión orgánica sufrida por la víctima que conste en autos.
Ahora bien, establece el INFINE del artículo 21 de la Ley de Tránsito
Terrestre, que la obligación de reparar el daño moral se regirá por las
disposiciones del Derecho Común, por tanto,
“...no basta únicamente alegar la responsabilidad de los dueños
o principales o directores por el hecho ilícito de sus sirvientes y
dependientes en el ejercicio de sus funciones en que los han
empleado, sino que es necesario demostrar, entre otros
requisitos, que el daño ha sido causado por el agente material
del ilícito en el ejercicio de sus funciones propias, para las
cuales fue empleado, pues si bien en doctrina se acepta que
existe una presunción de culpa por parte del dueño o principal
en relación con el daño cometido por el sirviente o dependiente,
tal presunción solo funciona cuando se ha logrado evidenciar los
extremos antes mencionados: vale decir que si el dependiente es,
a su vez, culpable del daño causado y está probado, además su
condición de tal dependiente y que actuó en el ejercicio de las
funciones, entonces el principal responde del hecho ilícito,
atribuyéndosele culpa en la elección o vigilancia de su
dependiente”.- (S. de 7-12-88) Pierre Tapia Oscar. Repertorio
Mensual de Jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia .
Tomo 12. Año 1988. Pags. 314,315.
Conforme al criterio expuesto en este fallo, el daño moral en si no
requiere de prueba como lo expresa la sentencia del año 1973, antes
transcrita, sino que cuando se pretende hacer extensible el daño moral al
dueño del vehículo, es indispensable traer a los autos la prueba de su
culpabilidad en la elección de sus sirvientes o dependientes y que se
encontraba en el ejercicio de sus funciones para asi poder establecer la
relación de causalidad entre el dueño o principal y su sirviente o
dependiente, conforme a lo establecido en el artículo 1.191 del Código Civil.
Por tanto se reitera, que el Juez de la recurrida incurrió en error de
interpretación acerca del contenido y alcance de la norma del artículo 1.196
del Código Civil, cuando estableció que “para que el pago resulte procedente
menester es que el monto de los daños se acredite debidamente”, pues esa
determinación es facultad exclusiva del Juez como asi lo preve el citado
artículo 1.196. Asi decide.
En virtud de las razones expuestas, se declara procedente, la
preindicada denuncia. Asi decide.
D E C I S I O N
En mérito de las consideraciones expuestas, este Tribunal Supremo de Justicia
de la República Bolivariana de Venezuela en Sala de Casación Civil, administrando
justicia en nombre de la República y por autoridad de la Ley, declara: CON
LUGAR el presente recurso de casación anunciado y formalizado, contra la decisión
de fecha 26 de febrero de 1999, promulgado por el Juzgado Superior Tercero en lo
Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana
de Caracas. Se ordena al juez Superior que resulte competente, dictar nueva
sentencia con arreglo a la doctrina establecida en este fallo.
Publíquese y regístrese. Bájese el expediente al Tribunal Superior de origen.
Dada, firmada y sellada, en la Sala de Despacho de la Sala de Casación
Civil, de este Tribunal Supremo, en Caracas a los ( 6 ) días del mes de abril de dos
mil. Años: 189º de la Independencia y 141º de la Federación.-
El Presidente de la Sala,
_____________________
FRANKLIN ARRIECHE G.
El Vicepresidente,
___________________________
ANTONIO RAMÍREZ JIMÉNEZ
Magistrado-Ponente,
__________________________
CARLOS OBERTO VELEZ
La Secretaria,
____________________
DILCIA QUEVEDO
Exp. Nº 99-496
Exp. N° 03-2136-T
Conoce este Juzgado Superior en lo Civil, Mercantil, del Tránsito, del Trabajo y de Protección
del Niño y del Adolescente de la Circunscripción Judicial del Estado Barinas (Accidental) de la
presente causa, en virtud de la solicitud de regulación de competencia interpuesta mediante
diligencia de fecha 27 de agosto de 2003, por el abogado JOSE A CADENAS PEÑA, inscrito
en el Instituto de Previsión Social del Abogado bajo el No 4.084, con el carácter de apoderado
de los codemandados en el presente juicio que por daño moral ocasionado en accidente de
tránsito interpusieron los ciudadanos NELSON ATALIVAR BLANCO LOVERA Y SAIRA
RAFAELA ROSALES MERCHE, contra los ciudadanos MAURO TORRES SUAREZ y
DANIEL SUAREZ.
En reunión de la Comisión Judicial del Tribunal Supremo de Justicia de fecha 1º de marzo de
2004, comunicada a los miembros del
Comité Directivo de la Dirección Ejecutiva de la Magistratura mediante Oficio No CJ-04-0395
de 4 de marzo de 2004, fue designado Juez Accidental para conocer de la presente causa quien
con tal carácter suscribe la presente decisión.
Constituido el Tribunal Accidental y debidamente notificadas las partes, se pasa a decidir
haciendo para ello las siguientes consideraciones:
El Juzgado de Primera Instancia del Tránsito, del Trabajo y Agrario de esta Circunscripción
Judicial dictó sentencia en fecha 13 de agosto de 2003 en la cual declaró SIN LUGAR la
cuestión previa opuesta por la parte demandada en la oportunidad de la contestación de la
demanda, la incompetencia del tribunal por razón de la materia contenida en el ordinal 1º del
artículo 346 del Código de Procedimiento Civil. Declaró que era ese mismo.
El Decreto con fuerza de Ley de Tránsito y Transporte Terrestre fue dictado en fecha posterior
al Código de Procedimiento Civil, en consecuencia, al establecer el procedimiento oral para
todos los casos en los cuales se demanda la responsabilidad civil derivada de accidentes de
tránsito, determina una categoría de juicios a ser seguidos por el procedimiento oral,
determinación que tiene su fundamento en una ley, la especial que rige para la materia de
Tránsito; siguiendo por cierto la tendencia legislativa actual que regula el procedimiento oral
para diversas materias tales como procedimiento agrario, de protección del niño y del
adolescente, del trabajo.
En consecuencia, la determinación de competencia que hizo el Juez de Primera Instancia en la
decisión en la que se pronuncia sobre la cuestión previa opuesta, debe ser confirmada, y
declarada la competencia del Juzgado de Primera Instancia en materia de Tránsito de esta
Circunscripción Judicial, para conocer de la causa, lo cual se hará en la parte dispositiva de la
presente decisión.
DISPOSITIVA:
El Juez Accidental,
La Secretaria Accidental,