El simplismo y la necedad de Lasso, y su incierto futuro
Hernán Reyes Aguinaga
¿Cómo explicar los yerros del gobierno de Lasso, uno tras otro, frente a la crisis carcelaria y a la conmoción social y política que está empezando a provocar ésta? Renuncian un altísimo comandante militar quizá porque prefiere irse antes que dar su visto bueno para que a las pocas horas un fuerte contingente de militares incursiones en la cárcel de Guayaquil. Renuncia la máxima autoridad del sistema carcelario del país, quien había sido nombrado hace poco y en su lugar curiosamente encarga ese, el más delicado puesto de toda la administración pública en los actuales momentos, a quien había dejado hace poco ese mismo puesto para ocupar un cargo de mayor responsabilidad que también tiene responsabilidad en la crisis actual. Todos esperan por horas y por días las palabras del presidente de la República sobre lo que se le ha desbordado y ha devenido en masacres que son noticia de primer plano incluso en el ámbito internacional. Y en vez de eso sale un improvisado “vocero oficial” con una estrafalaria “hipótesis personal” de tipo conspirativo, sin aportar una sola prueba de aquello, y se convierte en blanco de críticas y cuestionamientos por parte de periodistas, analistas y expertos en comunicación política. La prensa privada sigue cubriendo como puede a Lasso, pero ya algunos periodistas “independientes” y otros que viven de la pauta no sólo se han animado a endilgar al gobierno su culpabilidad por inacción o incompetencia, sino que poco a poco ni la prensa “amiga” quiere arriesgarse a perder toda credibilidad apoyando a “su” Presidente, quien a su vez, pierde la suya a pasos acelerados a medio año de haberse posesionado. Muchas voces piden la salida de las inoperantes ministra de Gobierno y de la comandante máxima de la Policía así como del gobernador del Guayas que no ha movido los dedos sino para chatear por celular, pero todos ellos siguen campantes y como si nada en sus puestos. Hasta el bloque de la Izquierda Democrática, hasta a hora incondicional de Lasso, ha anticipado que va a pedir comparecencias en la Asamblea, seguramente de estos, entre otros funcionarios público. Es decir, Lasso empieza a perder sus poco aliados legislativos Pero Lasso va más allá en su tozudez, decide abrirse otro frente y se atreve a culpar de las masacres carcelarias ya no sólo la correismo, sino incluso a la Corte Constitucional. ¿Cómo poder explicar tanta equivocación, de la mano de tanta inacción? Si tomamos la tesis del conocido politólogo Daniel Innerarity sobre las limitaciones del actuar político actual, podríamos decir que el simplismo con el que actúa Lasso ha llevado al país al estado actual de cosas. Para Innerarity, “el simplismo procede de la falta de actualización de nuestros conceptos políticos que fueron pensados en una época de relativa simplicidad social y política, antes de los grandes conflictos sociales que inauguraron el mundo contemporáneo” Y podría agregarse que Lasso actúan con tal simplismo por dos razones: por incompetencia teórica y por incapacidad práctica para el quehacer político. Es más que notorio que Lasso carece de equipos técnicos en las diferentes áreas de gobierno. Y al no entender estructuralmente un problema complejo que debe resolver, da palos de ciego. Sin embargo, por otro lado, parecería ser, como en el caso de la ministra Vela, el gobernador Arosemena o el vocero Jijón, que quienes deben operar u solucionar en la práctica los problemas, son aquellos que han optado por el confort o la inacción ante los mismos. Volviendo a Innerarity, son simplistas “aquellas interpretaciones de la realidad que ofrecen explicaciones lineales, binarias o moralizantes y que sobrevaloran las propias capacidades de intervención sobre ella”, las que a la larga “suelen producir una distensión momentánea de la perplejidad y los conflictos, pero acaban empeorando las cosas”. Eso es lo que estamos viendo en Ecuador. El Ejecutivo empecinado a rajatabla en llevar a delante el drástico proyecto económico neoliberal pactado con el FMI, que terminará recargando la crisis sobre las espaldas de los sectores más precarizados, los trabajadores y las clases medias; sacrificando la cobertura y calidad de los servicios de salud, educación y seguridad social; y finalmente abriéndose frentes de oposición política y social por doquier, con la inútil esperanza de que profundizar la polarización en el país le va a dar gobernabilidad. Sueños de perro: la pérdida de legitimidad va en ascenso a ritmo acelerado y si no logra controlar la conflictividad social -la evidente y la latente-, no tiene futuro como gobierno.