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DOCENTE
ANTONIO TOVAR ORTEGA
UNIVERSISDAD DE CORDOBA
FACULTAD DE MEDICINA VETERINARIA Y ZOOTECNIA
DEPARTAMENTO DE CIENCIAS ACUICOLAS
MONTERIA – CORDOBA
A.
PEDREGOSIDAD O ROCOSIDAD EN SUELOS
Las partículas minerales del suelo pueden ser clasificadas de diversas maneras.
Así, por ejemplo, podemos emplear criterios mineralógicos, densidades, formas,
volúmenes, etc. Sin embargo, el tamaño es una de las más comunes. De hecho,
los triángulos texturales son indispensables para la caracterización y clasificación
de los suelos. El problema estriba en que muchos de ellos también poseen gravas,
cantos y bloques de gran tamaño. Estos últimos también son contemplados por los
expertos, existiendo unos criterios para su descripción, a la par que otros de
diagnóstico con vistas a dar cuenta de los suelos muy pedregosos en
las taxonomías edafológicas.
Generalmente, suele decirse que las piedras (clastos sería un vocablo más
preciso), en el sentido más amplio del término, se comportan como “materiales
inertes”. Sin embargo, el criterio básico que utilizamos mayoritariamente consiste
en analizar las fracciones minerales de menor tamaño, es decir estimar los
porcentajes de arena, limo y arcilla. Una vez conocidos, hacemos uso de los
triángulos texturales aludidos. No obstante, con independencia de que los
tamaños más gruesos sean considerados inertes, cabría objetar que tal calificativo
es en cierta medida ambiguo y confundente. Veamos a lo que nos referimos antes
de mostraros dos clasificaciones distintas de “todas las fracciones minerales del
suelo”
Los suelos pedregosos son muy abundantes a lo largo y ancho del planeta.
Obviamente, algunos tipos contienen pocos fragmentos mayores de 2 milímetros
(que es el límite superior de tamaño sobre el que se calculan los porcentajes de
arena, limo y arcilla). No obstante, otros los poseen en abundancia incluso con
bolos o bloques de miles de quilos de peso, que llegan a contactar entre sí,
haciendo incluso muy difícil la extracción de muestras para realizar los análisis de
laboratorio y más aún el uso de las denominadas “cajas de Kubiena” (o artefactos
similares), con vistas a obtener muestras inalteradas sobre las que analizar su
estructura finamente (microedafología o micropedología).
Es cierto que desde diversos puntos de vista, los aguijaros, gravas, etc., pueden
considerarse inertes, es decir “no reactivos”, para la mayor parte de los procesos
morfogenéticos. Sin embargo, tal apreciación puede dar lugar a confusiones a
todos aquellos que no son profesionales. Ya os comentamos en varios post
relacionados con la biomasa y necromasa de los suelos, así como en otros
relacionados con su física, que incluso las raíces de la planta y su biota
determinan la estructura del suelo. Por ejemplo, en las zonas de contacto de las
raíces circula generalmente más agua, y se infiltra a mayor velocidad. Por tanto,
estimar el comportamiento hidráulico de los suelos en laboratorio resulta ser una
tarea francamente difícil, mientras que los resultados obtenidos son de dudosa
validez. Lo mismo ocurre con las fracciones pedregosas. Así, por ejemplo, no es
inusual que por los bordes de muchos de estos clastos circule más agua y penetre
más rápidamente en los suelos que aquella que permea por la matriz mineral de
tierra fina (incluyendo por tanto en este último caso los porcentajes de arena, limo
y arcilla).
B.
PERFIL DEL SUELO, HORIZONTE Y CLASIFICACION DE LOS HORIZONTES
DEL SUELO
El perfil de un suelo es la sección o corte vertical que describen y analizan los
edafólogos con vistas a describirlo y clasificarlo. Este suele tener un metro o dos
de profundidad, si la roca madre, o el material parental, no aparece antes. Este
modo de proceder, no significa que puedan alcanzar mucho mayor espesor en
algunas ocasiones, sino que con vistas a clasificarlos tan solo se utilizan los
mencionados uno o dos metros superficiales, dependiendo de la taxonomía
concreta que utilicemos. Como profesionales solemos incurrir en la manía de
pasar a hablar inmediatamente de sus horizontes constituyentes. Sin
embargo, puede darse el caso que un suelo (o medio edáfico) no atesore más
que uno o dos horizontes (a veces muy parecidos), siendo fácil confundir a los no
iniciados. Por tanto, esta es la primera lección que debemos aprender: no todos
los perfiles de suelos tienen que estar necesariamente constituidos por varios
horizontes. Existen dos razones principales.
1. Que el suelo sea muy joven y no transcurriera el tiempo necesario para que se
desarrollen estas estructuras macro-morfológicas y (….)
Pero vamos a entrar en detalles. El perfil del suelo, en el sentido amplio del
término puede dividirse en 6 capas y horizontes, sin que esto signifique que no
puedan faltar algunas de ellas. Estas serían según profundizamos desde la
superficie:
1. Los horizontes orgánicos desprovistos de materia mineral, llamados a
menudo “0” u “H”
C.
En esta determinación debe tenerse mucha precaución al hacer las adiciones del
peróxido de hidrógeno ya que la reacción puede ser muy violenta y puede
causarle quemaduras al operario, así como pérdida de material de la muestra,
invalidándose la determinación.
PROPIEDADES FISICOQUÍMICAS
ESTEREOQUÍMICA
REACTIVIDAD