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Voy a votar en las elecciones del 16 de mayo. Es una decisión firme e invariable.
A lo mejor, no sé, la Junta Central Electoral me ha convencido, de tanto recordármelo,
de que mi voto cuenta. Cuenta para mí, para mis hijos, para la democracia y para el país.
Voy a votar y no votaré por Ninguno. Eso sería perder mí voto. En Francia, los
resultados de las recientes elecciones regionales fueron una gran lección para los
abstencionistas al estilo de ese candidato. Con 53,6% de abstención perdió Ninguno. Y
esto así porque todos los partidos del sistema, de izquierda o de derecha, se repartieron
la representación del electorado.
DIOS TE BENDIGA