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EL REFORMISMO BORBÓNICO Y ADMINISTRACIÓN CENTRAL EN ESPAÑA. Por JOSÉ A.

ESCUDERO LÓPEZ.

Introducción: Escudero Lopez (2003), bajo el titulo ¨El reformismo borbónico y administrativo
central de España¨, explicó que, durante los siglos XVI y XVII, España gobernó a través de
reinados y consejos mientras que, en el siglo XVIII, Felipe V, cambió a un sistema de secretarios
y creó la Junta General de Indias. La instalación de Consejos obedecía era para dar respuesta
inmediata a las dificultades económicas del Gobierno. Las reformas favorecieron la
marginalización del sistema polisinodial, a través de la figura del secretario de despacho.

Ilustración y reforma de la Administración: En el año 1700 España entra en un nuevo siglo con
la nueva dinastía de los Borbones. Los Borbones poseían grandes deseos reformistas con el
objetivo de mejorar y fortalecer el poder real. Lo que provocó la supresión de las
peculiaridades de la Corona de Aragón. Se produjo así en lo jurídico,

El proceso cultural del siglo XVIII aparece generalmente marcado, por un «despotismo
ilustrado» como formulación visible de la mentalidad de la época, y que pretendería informar
los programas y acción de reyes y ministros.

La Administración Central con los Austrias: En España la Monarquía de los Austrias había
ordenado la Administración del Estado mediante el llamado «régimen polisinodial», era una
red de Consejos, sumamente heterogénea, contándose entre ellos los que tenían competencia
general sobre toda la Monarquía (Consejos de Estado, Guerra e Inquisición); los aplicados a
diversos reinos y territorios (Consejos de Castilla, Aragón, Indias, Italia, Portugal y Flandes); los
Consejos de Cámara de Castilla e Indias, para las propuestas de nombramientos, gracias y
mercedes; los Consejos de Administración preferentemente castellano (Hacienda, Órdenes y
Cruzada), y un Consejo peculiar, el de Navarra, que no residía en la Corte.

Con los Consejos, se crearon una serie de Juntas para el estudio de asuntos determinados.
Estas Juntas fueron normalmente, pequeños comités aplicados al estudio de asuntos
determinados, pero también hubo otras Juntas Supremas, que estuvieron por encima de la red
de los Consejos o dirigieron la política general. Tal fue el caso de la llamada «Junta de Noche»
en el reinado de Felipe II, o de la Junta de Gobierno creada por Felipe IV para actuar duran- te
la minoridad de Carlos II.

En el siglo XVII, detrás del propio rey, se hallaba un personaje, que en los primeros años
aparece de ordinario como «valido», y más tarde como primer ministro. La entrada de los
«validos», desde que Felipe III nombró al duque de Lerma en 1598, supuso la absorción de la
confianza del rey y el consiguiente oscurecimiento de los secretarios. Con esta aparición,
pasaron a segundo plano los secretarios de los Consejos, y se produjo un vacío en la pura
mecánica del despacho que no habría de ser remediado por los «validos», hombres de la alta
nobleza y por supuesto no aplicados a los humildes menesteres burocráticos. Para remediar
aquello, se creó en el año 1621 la figura del secretario del Despacho Universal. Dependiente
de «validos» y primeros ministros.

Felipe V optó por establecer una reforma paulatina. Consistió ésta en dejar en segundo plano a
los Consejos, vaciándolos poco a poco de contenido, y construir progresivamente una
estructura paralela de ministros responsables en materias idénticas. Decidió potenciar al
secretario del Despacho a costa de unos Consejos que subsistirán cada vez con menores
atribuciones, e ir dividiendo ese único Departamento –la Secretaría del Despacho «universal»–
hasta organizar un sistema de secretarios del Despacho o ministros que entiendan de los
sectores de la Administración antes encomendados a los Consejos. Semejante operación se
realizó echando mano de la llamada «vía reservada», consistente en que el rey se reserva más
y más asuntos que sustrae a los Consejos y luego entrega a los secretarios del Despacho,
conocidos ya como «secretarios de Estado y del Despacho».

Las reformas borbónicas en la Administración Central deben contemplar un doble frente: el


declinar de los Consejos y el progresivo crecimiento y despliegue de las Secretarías del
Despacho.

Para el siglo XIX, en fin, desaparecerán los Consejos. De esta forma, se consumará el tránsito
del antiguo régimen «polisinodial» al nuevo régimen «ministerial» que llega a nuestros días.

Decadencia y extinción de los Consejos: En el año 1702 se suprime el de Flandes, y en 1707


desaparece el Consejo de Aragón. El Consejo de Indias fue objeto de una drástica reforma que
le arrebató dos terceras partes de sus consejeros.

A fines del siglo XVIII y en los inicios del XIX hubo un intento de rehabilitar a los Consejos.
Todavía en 1803 algunos Consejos como los de Guerra y Hacienda recibieron nueva planta
para «restablecer su autoridad», mientras el de Castilla participa aún con espíritu animoso en
los conflictos de 1808.

La crisis del antiguo régimen anunciaba la liquidación de los restos, reales o ficticios, del
régimen polisinodial. Entrado así el siglo XIX, Martínez de la Rosa remite a la reina
gobernadora una memoria acompañada de seis importantes Decretos, que, llevarán consigo
una reforma en profundidad de la Administración. Esos decretos extinguen los Consejos de
Castilla e Indias, con sus Cámaras respectivas, y crean el Tribunal Supremo de España e Indias.
Suprimen asimismo los Consejos de Guerra y Hacienda, y establecen de un lado el Tribunal
Supremo de Guerra y Mar, y de otro el Tribunal Supremo de Hacienda. Reforman además el
Consejo de Órdenes y proceden, en fin, a fundar un organismo nuevo, el «Consejo Real de
España e Indias», como supremo órgano consultivo, sin atribuciones ejecutivas ni judiciales,
con una estructura compuesta por la Presidencia, Secretaría General y siete secciones (Estado,
Gracia y Justicia, Guerra, Marina, Hacienda, Fomento e Indias) correspondientes a los
respectivos Ministerios, excepto la de Indias cuyo Departamento entonces no existía. Este
Consejo Real de España e Indias fue suprimido por un Decreto de 28 de septiembre de 1836.

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