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Historia de Francia

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De izquierda a derecha y de arriba abajo: Vercingetórix y Julio César, Clodoveo, Carlomagno,


Juana de Arco, Luis XIV, toma de la Bastilla, Napoléon Bonaparte, La libertad guiando al
pueblo, tropas coloniales francesas en África, batalla de Verdún, liberación de París, banderas
de Francia y la Unión Europea.

La historia de Francia comienza en fuentes escritas durante la Edad del Hierro, cuando
historiadores romanos llaman a la región la Galia. Esta estaba habitada principalmente por los
galos, pueblos de origen celta que no mantenían una unidad política, rivalizaban entre ellos y
usaban la escritura de manera marginal. Los galos realizaron varias incursiones fuera de sus
territorios originales, entre ellas una invasión a Roma en el siglo IV a.C.

La República romana conquistó el sur de la Galia a finales del siglo II a.C. y estableció la
provincia de Galia Narbonense. Julio César anexó el resto de la región durante la guerra de las
Galias (58-51 a.C). La conquista trajo consigo una fusión de las culturas celta y romana y
finalmente la romanización de los galos y la plena integración del territorio dentro del Imperio
romano.

En los últimos años del Imperio Romano, la Galia fue escenario de constantes incursiones de
pueblos germánicos, de entre los cuales los francos llegarían a dominar el territorio desde el
siglo V hasta el siglo XV. La primera dinastía franca fue la de los merovingios, quienes con su
rey Clodoveo unificaron la Galia. La segunda dinastía, los carolingios, fundada en 751,
construyó un imperio en Europa occidental bajo Carlomagno en los siglos VIII y IX. Este imperio
quedaría dividido entre sus nietos en 843 por el tratado de Verdún, que separó Francia
Occidental de Francia Oriental, la cual se convertiría en antecesora de Alemania. La tercera
dinastía franca, la de los Capetos, se hizo del poder en Francia Occidental desde 987. Los
Capetos, originalmente con escaso poder sobre los señores feudales, lo incrementaron
considerablemente gracias a sus campañas militares y su alianza con la Iglesia. En el siglo XII,
Felipe Augusto fue el primero en ser nombrado "rey de Francia" en lugar de "rey de los
francos". Felipe IV (1268-1314), el más poderoso rey de los Capetos, logró el dominio sobre el
papa y la Iglesia.

A la muerte del último de los Capetos directos en 1328, sobrevino una crisis sucesoria entre la
Casa de Valois y la Casa de Plantagenet. La primera accedió al trono y la segunda, de origen
francés pero gobernante en Inglaterra, también era pretendiente. La crisis originó la guerra de
los cien años (1337-1453), en la que Francia fue devastada. Los Plantagenet dominaron en la
primera parte de la guerra, pero los Valois lograron imponerse en la fase final. En esta guerra
surgió Juana de Arco, una adolescente campesina que logró encabezar el ejército francés y
erigirse en heroína nacional.

Entre los siglos XVI y XVIII, el poder de los reyes franceses se consolidó en el Antiguo Régimen.
En el siglo XVI llegaron el Renacimiento y la reforma protestante y con esta última, las guerras
de religión (1562-1598), que originaron una nueva crisis sucesoria y la llegada al poder de la
Casa de Borbón con Enrique IV en 1589. Francia permaneció católica y la alianza de la
monarquía con la Iglesia se consolidó. A partir del siglo XVI Francia comenzó a forjar un
imperio colonial con posesiones en Norteamérica, las Antillas y la India. Al mismo tiempo, se
vio involucrada en numerosas guerras por la hegemonía en Europa, principalmente contra
España, el Sacro Imperio Romano Germánico e Inglaterra. El auge del Antiguo Régimen se
alcanzó con el absolutismo de Luis XIV, conocido como el "rey sol".

La monarquía fue derrocada por la revolución francesa (1789-1799), una serie de eventos de
impacto universal que encumbró en el poder a la burguesía y dio protagonismo a las masas. Se
estableció la primera república francesa en 1792 y el país fue atacado por varios países. La
primera república fue abolida en 1804 con la proclamación de Napoleón Bonaparte como
emperador de Francia. Napoleón combatió contra las monarquías absolutistas y logró la
sumisión de gran parte de Europa gracias a su gran talento militar hasta ser derrotado (1815).

La monarquía regresó en 1814, pero sin los privilegios anteriores. Una nueva revolución estalló
en 1830 contra lo que los liberales consideraron un intento del rey por restaurar el Antiguo
Régimen, y el resultado fue la monarquía de julio (1830-1848), un gobierno monárquico de
corte más liberal. Este gobierno, cada vez más autoritario, fue derrocado en 1848 por una
tercera revolución, que dio paso a una breve segunda república y sirvió de ejemplo en varios
países de Europa. En 1852 el presidente Luis Napoléon Bonaparte estableció el segundo
imperio francés. Durante el siglo XIX Francia se industrializó y siguió una política imperialista. El
segundo imperio fue derrotado en 1870 por Prusia, una nación alemana en ascenso y rival de
Francia. Ese año se inició nuevamente un sistema republicano. La tercera república,
parlamentaria, laica y de libertades, se arraigó en la sociedad, al mismo tiempo que
conquistaba un vasto territorio colonial en África y Asia que rivalizaba con el Reino Unido y
sobre todo con Alemania. Francia pactó con el Reino Unido la Entente Cordiale, que más tarde
se convertiría en la Triple Entente con la adhesión de Rusia. Francia y sus aliados combatieron
contra Alemania y los Imperios centrales durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Gran
parte de la guerra se libró en el norte de Francia, que a pesar de resultar vencedora sufrió
serios daños económicos y más de 1,5 millones de muertes.

En la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), Francia fue invadida por la Alemania Nazi. La
mitad norte del país fue ocupada por tropas alemanas, mientras que la mitad sur fue
gobernada por el régimen colaboracionista de Vichy. En el imperio colonial el general Charles
De Gaulle inició el movimiento Francia Libre, que encabezó la resistencia contra la ocupación y
el fascismo. El norte de Francia sirvió de sitio de desembarco de numerosos ejércitos aliados
durante la ofensiva contra Alemania. Francia, en estado crítico por la devastación, fue liberada
en agosto de 1944.

Después de la guerra, Francia se integró al bloque occidental durante la guerra fría, y desde
entonces forma parte de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) además de
ser miembro permanente del consejo de seguridad de la Organización de las Naciones Unidas
(ONU). Recibió importante ayuda financiera estadounidense y su economía creció de manera
importante durante los treinta años gloriosos (1946-1975). La cuarta república (1946-1958)
intentó sin éxito reeditar el sistema de la tercera, pero fue remplazada por la quinta república
(1958-actualidad), cuyo sistema de gobierno es semipresidencialista. En 1960 Francia se
convirtió en el cuarto país en desarrollar armas nucleares. El imperio colonial francés comenzó
a desmoronarse durante la guerra de Indochina (1945-1954), la guerra de Argelia (1954-1962)
y la posterior descolonización de sus territorios africanos en la década de 1960. Sus colonias
restantes se integraron en departamentos y colectividades de ultramar. Francia fue una pieza
importante en la formación de la Unión Europea en 1993. En el siglo XXI, Francia sigue siendo
considerada una potencia en los aspectos económico, militar, político y cultural.

Índice

1 Prehistoria

2 Protohistoria

2.1 Los primeros celtas

2.2 La Galia prerromana (siglo V - 51 a.C.)

3 Edad Antigua

3.1 Colonias griegas


3.2 Galia romana

3.2.1 Invasiones germánicas

4 Edad Media

4.1 Los merovingios

4.2 Los carolingios

4.3 Los Capetos

4.3.1 Los primeros Capetos

4.3.2 Felipe II Augusto

4.3.3 San Luis

4.3.4 Felipe III y Felipe IV

4.4 Los primeros Valois y la guerra de los cien años

5 Edad Moderna

5.1 Afirmación del poder real

5.2 Las guerras de religión

5.3 El Gran Siglo

5.3.1 Luis XIII

5.3.2 Luis XIV

5.4 El Siglo de las Luces

5.4.1 Luis XV

5.4.2 Luis XVI

5.4.3 La Ilustración francesa

6 Edad Contemporánea

6.1 Revolución francesa

6.1.1 Asamblea Nacional y Asamblea Constituyente (1789-1791)

6.1.2 Asamblea Legislativa (1791-1792)

6.1.3 Convención Nacional

6.1.3.1 Dominio girondino (1792-1793)

6.1.3.2 Dominio jacobino (1793-1794)

6.1.3.3 Reacción termidoriana (1794-1795)

6.1.4 Directorio (1795-1799)

6.2 Francia napoleónica


6.2.1 El Consulado

6.2.2 Imperio napoleónico

6.3 Restauración borbónica

6.4 Revolución de 1830

6.5 Monarquía de julio

6.6 Revolución de 1848

6.7 Segunda República Francesa

6.8 Segundo Imperio francés

6.9 Tercera República

6.9.1 La comuna de París

6.9.2 Dominio monárquico

6.9.3 Consolidación de la república

6.9.4 Imperialismo

6.10 Primera Guerra Mundial

6.11 Período de entreguerras

6.12 Segunda Guerra Mundial

6.12.1 Régimen de Vichy

6.12.2 Resistencia

6.13 Posguerra (1945 - 1946)

6.14 Cuarta República Francesa (1946 - 1958)

6.14.1 Indochina y Argelia

6.14.2 Crisis de Suez

6.14.3 Golpe de estado de 1958

7 Actualidad: Quinta república

8 Bibliografía

9 Notas

10 Referencias

11 Enlaces externos

Prehistoria

Artículo principal: Prehistoria en Francia


Se ha encontrado utillaje de la industria achelense del homo erectus de hace 900 000 años en
la gruta Le Vallonnet,(generación de la clarisa) en el sur de Francia.

Existen importantes restos del paleolítico inferior en el río Somme y los Pirineos tradicionales
(Hombre de Neanderthal), así como en La Chapelle-aux-Saints, Le Moustier y La Ferrasie. Del
paleolítico superior hay abundantes vestigios de los hombres de Cro-Magnon, Grimaldi y
Chancelade, datados en unos 25 000 años de antigüedad, los cuales están ubicados en el valle
de Dordoña.1 Entre las más famosas pinturas rupestres del mundo están las de Lascaux y de
Font de Gaume, en los Pirineos franceses.

En el mesolítico algunas actividades agropecuarias fueron reemplazando en importancia a las


cuevas, y en el neolítico (desde el III milenio a. C.) surgió la cultura megalítica (que empleó
menhires, dólmenes y enterramientos). Desde alrededor de 1500 a. C. se inicia la edad del
bronce, desarrollándose rutas comerciales.

La edad del hierro y las culturas celtas se ubican dentro del I milenio a. C.

Protohistoria

Los primeros celtas

Carro funerario galo, utilizado entre los siglos VIII a.C. y VI a.C.

Aunque existen pocas pruebas tangibles, existe una teoría según la cual la colonización de la
futura Galia por los celtas originarios de Europa Central comenzó hacia el año 1300 a.C., a
finales de la Edad del Bronce, con la cultura de los campos de urnas y terminó hacia el año 700
a.C. Otra teoría sugiere que los primeros pueblos celtas corresponden a la cultura arqueológica
de Hallstatt (800-400 a.C) que se desarrolló en Europa Central, incluido el este de Francia y se
corresponde con los inicios de la Edad del Hierro. Hacia finales del siglo VIII a.C. se extiende la
metalurgia del hierro y se constituye una aristocracia guerrera gracias a la aparición de
espadas de hierro y al combate a caballo. Los príncipes y princesas celtas eran enterrados con
armas y carros de gala, como en la tumba de Vix (550 a.C.-450 a.C.), en el departamento de
Côte-d'Or.

Según Tito Livio, las abundantes poblaciones de guerreros de las tribus de biturigios, arvernos,
heduos, ambarros, carnutos y aulercos bajo el mando del legendario biturigio Beloveso
invadieron la llanura del Po y se unieron a los ínsubres para fundar la ciudad de Mediolanum
(Milán) hacia 600 a.C.

La Galia prerromana (siglo V - 51 a.C.)


El jefe galo Breno y Marco Furio Camilo durante el saqueo de Roma de 390 a.C.

Civilización gala

Oppidum celta (siglo I a.C.)

Reconstrucción de la muralla gala de Bibracte

Granja gala

moneda sécuana

La Galia, tal como fue definida por Julio César, era el territorio donde habitaban los galos, e
incluía los territorios actuales de Francia, Bélgica, Luxemburgo, norte de Italia, así como partes
de Suiza, Alemania y Países Bajos. Los pueblos galos se corresponden con la cultura
arqueológica de La Tène, que es considerada como el apogeo de la cultura celta. Los galos
fueron un conglomerado de tribus celtas que hablaban dialectos de un idioma común, pero no
formaron una unidad política, sino rivalizaron entre sí. Además de los galos, los romanos
identificaban dos pueblos más: los aquitanos en el suroeste de la Francia actual y los belgas en
el noreste.

Los celtas provenientes de regiones del Rin, el Danubio o el Bosque Hercínico extendieron su
autoridad sobre el resto de la Galia a finales del siglo VI a.C. y principios del siglo V a.C., en la
época conocida como segunda edad del hierro o período de la cultura de La Tène. Este nuevo
período de expansión corresponde a transformaciones económicas y sociales. Los guerreros
aristócratas, poco numerosos, fueron remplazados por campesinos soldados reagrupados en
torno a un jefe de clan. El arado con reja de hierro remplazó al arado de madera y permitió
labrar los suelos pesados del centro y norte de la Francia actual. Lo anterior explica en gran
medida la colonización de tierras nuevas, el crecimiento demográfico y las nuevas invasiones
resultantes.

A inicios de 390 a.C., el jefe Breno llevó guerreros galos (senones, cenómanos, lingones, entre
otros) a Italia del norte, donde se unieron a otros pueblos celtas (ínsubres, boyos y carnios).
Roma fue tomada en 390 a.C. Los romanos contuvieron a estos invasores a partir de finales de
349 a.C.

Los celtas comenzaron a comerciar con las colonias griegas del sur de la Galia desde el siglo VII
a.C., como Massalia (Marsella). Este comercio fue interrumpido durante las invasiones del siglo
V a.C., pero fueron retomadas vigorosamente a finales del siglo IV a.C. Durante este período se
encuentran monedas griegas en todo el valle del Ródano, los Alpes e incluso en Lorena.

La civilización gala experimentó un período especialmente floreciente entre 290 a.C. y 52 a.C.
Características de esta civilización son el surgimiento de verdaderas ciudades fortificadas
(oppida) de dimensiones mucho mayores que las fortalezas de períodos anteriores y el uso de
la moneda.

En el siglo II a.C. se establece una relativa hegemonía arverna caracterizada por un fuerte
poderío militar y una gran riqueza de sus jefes. Al mismo tiempo aumenta la influencia romana
en el sur de la Galia, que se manifiesta inicialmente en el ámbito comercial. Las investigaciones
arqueológicas muestran que en el transcurso del siglo II a.C. las ánforas italianas remplazaron
poco a poco las procedentes de Grecia en el comercio marsellés. En varias ocasiones, Marsella
acudió a Roma para que la defendiera de las amenazas de las tribus celto-ligures y las
presiones de los arvernos.

Vercingetórix depone las armas ante Julio César tras la batalla de Alesia.

El sureste de la Galia, en particular las regiones actuales del Languedoc y la Provenza, fue
conquistado por Roma antes del fin del siglo II a.C. y formó la provincia romana de Galia
Narbonense. Esta región, que iba de los Pirineos a los Alpes y atravesaba el valle del Ródano,
era un territorio estratégico para unir Italia con Hispania, la cual había sido conquistada
durante la segunda guerra púnica (finales del siglo III a.C.) La conquista de la Narbonense se
logró en 118 a.C. después de la derrota de los arvernos y alóbroges y la alianza de Roma con
los heduos. Tras la caída de la hegemonía arverna bajo la presión de los romanos, los grandes
pueblos de la Galia —en particular heduos y sécuanos— rivalizaron fuertemente entre ellos.

En 58 a.C., Julio César utilizó la amenaza que representaban los pueblos germánicos para los
galos para intervenir en auxilio de los heduos, aliados de Roma. La guerra de las Galias fue
larga y en enero de 52 a.C., con el ascenso al poder de Vercingetórix, los arvernos y sus aliados
se rebelaron contra el ejército del procónsul. Julio César enfrentó la determinación de los
galos, cuyo levantamiento fue casi generalizado. La guerra, que incluyó asedios, incendios de
ciudades, tierra quemada, masacres y deportaciones en esclavitud, terminó en 51 a.C. con la
victoria romana frente al ímpetu desorganizado de los galos.

Edad Antigua

Colonias griegas

Moneda de plata de Massalia con leyenda en griego (siglos V-III a.C.).


Hacia 600 a.C., griegos jonios procedentes de la ciudad de Focea fundaron la colonia de
Massalia (la Marsella actual) en la costa del mar Mediterráneo, lo que convierte a Marsella en
la ciudad más antigua de Francia. Al mismo tiempo, algunas tribus celtas penetraron las partes
orientales del territorio actual de Francia, pero esta ocupación se extendió por el resto de
Francia solo entre los siglos V y III a.C.

Massalia fue una ciudad próspera que fundó más ciudades en el Mediterráneo, como Agathe
(Agde), Nikaia (Niza) y Antipolis (Antibes). Piteas, originario de Massalia, exploró el norte de
Europa y llegó hasta el círculo polar ártico hacia 325 a.C. Las colonias griegas mantuvieron un
lucrativo comercio con los galos, como da cuenta la presencia de monedas y ánforas griegas en
diversas partes de la Galia. Las monedas griegas influyeron en el estilo de las monedas galas,
quienes utilizaron el alfabeto griego en las pocas evidencias que hay de su escritura. Las
colonias griegas fueron amenazadas constantemente por las tribus galas, por lo que Massalia
tuvo que recurrir a la alianza con Roma. La ciudad perdió su independencia frente a los
romanos en 49 a.c.

Galia romana

Las provincias galas dentro del imperio romano, a principios del siglo II.

Monumentos romanos en Francia

Arenas de Arlés

Maison Carrée (Nimes)

Arco de triunfo de Orange

Puente del Gard

Anfiteatro de las Tres Galias (Lyon)

Templo de Augusto y Livia (Vienne)

El emperador Augusto organizó la Galia en cuatro provincias: a la Narbonense,


suficientemente romanizada para convertirse en provincia senatorial, agregó la Galia
Aquitania, la Galia Lionesa y la Galia Bélgica. Los límites de las Galias sobrepasaban los de la
Francia actual, principalmente en lo concerniente a la Galia Bélgica que rodeaba al río Rin. Tras
la conquista de la Galia, los romanos forzaron desplazamientos de nativos para evitar que se
convirtieran en una amenaza, tanto dentro de las provincias galas como fuera de ellas. Además
del gran número de nativos, la Galia se volvió la patria de ciudadanos romanos llegados de
otros lugares y de pueblos germánicos que migraron al imperio.

Culturalmente ocurrió un sincretismo entre la cultura romana de la nueva clase gobernante


con la cultura celta nativa, lo que dio origen a la cultura galorromana. Las prácticas religiosas
fueron una combinación romana y celta, con dioses celtas sujetos a la interpretatio romana.2
Junto con el latín, los galos continuaron usando su idioma, pero cambiaron el alfabeto griego
por el latino3 y se considera que su lengua se usó en Francia hasta el siglo VI.4 Algunas
influencias celtas permearon la cultura del imperio romano: la caracalla, una capa que le dio
apodo a un emperador romano;5 el tonel,6 más resistente que la ánfora romana, y la cota de
malla,7 el casco imperial galo y las braccae,8 adoptados por el ejército romano. Los galos se
integraron cada vez más dentro del imperio. Por ejemplo, los generales Marco Antonio Primo y
Cneo Julio Agrícola 9 y los emperadores Claudio y Caracalla10 nacieron en las Galias. También
el emperador Antonino Pío era de familia gala.11

Las vías romanas retomaron en gran parte las vías galas, que eran numerosas y en buen
estado, lo que explica la gran rapidez de desplazamieno de las legiones romanas. La
pacificación del Rin y Britania favorecieron el auge económico. La urbanización fue
generalizada y se desarrollaron numerosas ciudades, organizadas bajo el modelo de los
municipia italianos, que aún perduran, mientras que los campos se cubrieron de pueblos (vici)
y de grandes explotaciones agrícolas (villae). La Galia, junto con Egipto, era la región más
poblada del imperio romano, con una población estimada de 7 millones de habitantes.12 En
48, el emperador Claudio dio acceso al Senado romano a los notables galos, como se muestra
en la tabla de Lyon.13

Martín de Tours, difusor del cristianismo en la Galia durante el siglo IV.

El desarrollo económico ocasionó siglos de Pax Romana: se cultivaron viñedos en Aquitania, los
valles del Ródano, del Saona y del Mosela y los vinos galos competían con los vinos italianos.14
A imitación de la terra sigillata itálica se creó una industria de cerámica sellada (por ejemplo en
La Graufesenque).15 Los artesanos galos producían también en abundancia objetos de madera
y tejidos de lana que se exportaban hacia los grandes centros de consumo en Italia, el Rin y el
alto Danubio. Los intercambios no se limitaron a los bienes materiales: además del culto
popular de la religión gala y su sincretismo romano, que es prohibido por Claudio (41-54),
aparecieron en las ciudades otras religiones de origen oriental: el culto de Mitra, de Cibeles y
finalmente el cristianismo.

Desde el siglo II ya había una importante comunidad cristiana en Lugdunum (Lyon), de donde
son los primeros mártires16 (177) y el primer obispado de la Galia,17 donde ejercería san
Ireneo. El cristianismo, cuyos orígenes se remontan a la diáspora judía, se extiende por las
ciudades gracias a los comerciantes de oriente y al ejército, y después del Edicto de Milán se
extiende por los pueblos, donde el evangelizador emblemático es san Martín de Tours (316-
397), a quien se atribuye también la fundación del monacato en Francia.18 Hacia 250, de
acuerdo con Cipriano de Cartago, la Galia contaba con ocho obispados (Lyon, Arlés, Tolosa,
Narbona, Vienne, Reims, París y Tréveris)17 y con 120 a finales del siglo IV. En 314 el
emperador Constantino convoca al primer concilio de Arlés, el primero celebrado en la Galia.

Cinco siglos de romanización dejaron una huella profunda en las Galias: las lenguas derivadas
del latín (occitano y francés), un derecho escrito, ciudades, arquitectura monumental, la
religión católica y costumbres cotidianas, como el consumo del pan y el vino.19

Invasiones germánicas

Mapa de Galia a finales del siglo V

Reino de Soissons

Reino Franco

Reino de los alamanes

Reino de los burgundios

Reino visigodo de Tolosa

Armórica

Durante las crisis del siglo III se sucedieron guerras civiles en suelo galo. A mediados de este
siglo, francos y alamanes, ambos pueblos germánicos, atraviesan el Rin y saquean la Galia en
varias ocasiones. El general Póstumo creó el llamado Imperio galo (260-274), independiente de
Roma. La Galia fue afectada por las rebeliones bagaudas que asolarían sobre todo el norte de
la región desde el siglo III hasta el siglo V. Los romanos permitieron el establecimiento de laeti
(colonias bárbaras) en la Galia en los siglos IV y V. Los sistemas defensivos del Rin incorporaron
cada vez más contingentes germánicos. Grupos de francos en Galia Bélgica y de alamanes en
Alsacia sirvieron como tropas auxiliares federadas, y ciertos oficiales francos llevaron carreras
brillantes en el imperio romano. Una migración celta apareció en Armórica en el siglo IV
formada por refugiados de Britania, quienes permanecieron independientes del resto de la
Galia hasta 939.

En la noche del 31 de diciembre de 406 vándalos, suevos, alanos y otros pueblos germánicos
atravesaron la frontera del Rin,2021 pese a la defensa de los auxiliares francos. En 412, los
visigodos cruzaron los Alpes y llegaron a Aquitania.21 El imperio romano les cedió territorios
hasta su desaparición en 476. A medida que las estructuras imperiales se deshacían, el poder
político pasó a manos de reinos bárbaros con sus propias leyes y su propia religión, el
arrianismo20 o el politeísmo.22 El peligro que representaron los hunos provocó una alianza
temporal de los ocupantes de la Galia. En 451, el patricio y generalísimo Flavio Aecio se puso a
la cabeza de una coalición galorromana y franca que detuvo las incursiones de los hunos
comandados por Atila en los Campos Cataláunicos.
En medio de varios reinos bárbaros, Aecio fue uno de los últimos militares romanos en intentar
la reorganización política de la Galia, como también lo fue el general Egidio y su hijo Siagrio.
Egidio, en alianza con los francos, logró algunas victorias contra los visigodos y los burgundios y
en 457 logró controlar militarmente un territorio entre el Sena y el Loira, que la historia ha
llamado "el reino de Soissons" una suerte de enclave del imperio romano que sobrevivió a la
caída de este. Este "reino" perduraría con su hijo Siagrio, quien se autonombró "rey de los
romanos", pero finalmente fue conquistado por Clodoveo, rey de los francos, en 486.23 Las
elites nobles galorromanas, aún presentes en las ciudades, mantuvieron la autoridad local y
nombraron obispos, que fueron representantes y protectores de sus comunidades e
interlocutores de los reyes germánicos y los últimos representantes de la cultura romana.24
Entre estos se puede citar a Avito de Vienne, Niceto de Lyon, Remigio de Reims y Gregorio de
Tours.

Edad Media

Artículo principal: Francia en la Edad Media

La nación de Francia no aparece más que muy progresivamente a lo largo de los siglos. Algunos
consideran que no se puede hablar de Francia más que a partir del Tratado de Verdún, que
sería también el origen de Alemania; otros que a partir del acceso de Hugo Capeto al poder y
algún otro incluso más tarde. La tradición de las escuelas primarias en Francia, remontan el
origen del país a la unificación de los francos, de modo que la Francia de hoy es heredera del
reino franco de Clodoveo, y existe sin discontinuidad desde el año 486 hasta nuestros días,
donde francos, burgundios (borgoñones), vikingos (normandos), y también britanos
(bretones), se fundieron con los galos en el crisol que hoy se llama Francia.

Sobre los territorios que componían la Francia de la Edad Media reinaron las siguientes
dinastías:

Los Merovingios, descendientes de Meroveo y Clodoveo.

Los Carolingios, descendientes de Carlos Martel.

Los Capetos, y sus ramas secundarias los Valois y los Borbones, descendientes de Hugo Capeto.

Los merovingios

Artículo principal: Reino de los francos en la época merovingia

Los reinos francos en 511

Estos párrafos son un extracto de Reino de los francos en la época merovingia.[editar]

El reino de los francos, en latín Regnum francorum, también conocido (aunque menos
usualmente) como Francia (palabra latina que no se refería a la actual Francia), o simplemente
reino franco,Nota 1 son las denominaciones historiográficas que identifican el reino germánico
de los francos establecido a finales del siglo V aprovechando la decadencia de la autoridad
romana en las Galias, durante la época de las denominadas invasiones bárbaras. La dinastía
merovingia, la gobernante de los francos desde mediados del siglo V hasta 751,25 establecerá
el reino más grande y poderoso de Europa occidental tras la caída del imperio de Teodorico el
Grande, un estado que en su mayor apogeo ejercerá el control de un extenso territorio: las
actuales Bélgica, Luxemburgo y Suiza; la casi totalidad de los Países Bajos, de Francia y de
Austria; y la parte occidental de Alemania. Fue la primera dinastía duradera en el territorio de
la Francia actual.

De entre todas las tribus en que se dividían los francos, fueron los salios —que se habían
asentado dentro del limes (frontera) como pueblo federado ocupando la Galia Bélgica— los
que lograron eliminar toda competencia y asegurarse el dominio para sus líderes: primero,
aparecen como «reyes de los francos» en el ejército romano del norte de la Galia; luego, hacia
509, y encabezados por Clodoveo I, ya habían unificado a todos los francos y galorromanos del
norte bajo su dominio; y, finalmente, desde su establecimiento inicial en el noroeste de la
actual Francia, Bélgica y los Países Bajos, se extendieron conquistando las antiguas diócesis
romanas —Diocesis Viennensis y Diocesis Galliarum—, previamente ocupadas por otros reinos
germánicos: derrotaron a los visigodos en 507 y a los burgundios en 534 y también
extendieron su dominio a Raetia en 537. En Germania, los pueblos no romanizados de
alamanes, bávaros, turingios y sajones aceptaron su señorío.

El nombre dinástico, en latín medieval Merovingi o Merohingii ('hijos de Meroveo'), deriva de


una forma fráncica no atestiguada, similar a la acreditada Merewīowing, del inglés antiguo,26
siendo la «–ing» final un típico sufijo patronímico germánico. El nombre deriva del rey
Meroveo, a quien rodean muchas leyendas. A diferencia de las genealogías reales
anglosajonas, los merovingios nunca afirmaron descender de un dios, ni hay evidencia de que
fueran considerados sagrados. El pelo largo de los merovingios los distinguía entre los pueblos
francos, que por lo general se cortaban el pelo. Los contemporáneos a veces se referían a ellos
como los «reyes de pelo largo o cabelludos» (en latín reges criniti). Un merovingio a quien se le
cortara el pelo no podía gobernar, y un rival podía ser eliminado de la sucesión siendo
tonsurado y enviado a un monasterio.

El primer rey merovingio conocido fue Childerico I (fallecido en 481). Su hijo Clodoveo I (r. 481-
511), aliado con los francos ripuarios, instalados en los ríos Rin y Mosela, fue quien con sus
campañas militares, agrandó verdaderamente el reino entre 48627 y 507 y unió a todos los
francos, conquistando la mayor parte de la Galia. Esa expansión fue posible por su conversión
al cristianismo ortodoxo (por oposición a la herejía arriana) y su bautismo en Reims hacia el
49628 lo que le granjeó el apoyo de la aristocracia galorromana y de la Iglesia occidental.27
Instaló la capital en París en 507. A su muerte el reino fue dividido entre sus cuatro hijos
varones, según la costumbre germánica:Nota 2 Clotario I, fue rey de Soissons (511-561) (y
luego de Reims (555-561) y de los francos (558-561)); Childeberto I, fue rey de París (511-558);
Clodomiro, rey de Orleans (511-524); y Teodorico I, rey de Reims (511-534). El reino
permaneció dividido, con la excepción de cuatro períodos cortos (558-561, 613-623, 629-634,
673-675), hasta 679. Después de eso, solo se dividió una vez más (717-718). Las principales
divisiones del reino daran origen a Austrasia, Neustria, Burgundia y Aquitania.

Durante el último siglo del dominio merovingio, los reyes, no teniendo más tierras que
distribuir entre sus guerreros, fueron abandonados por estos siendo relegados cada vez más a
un papel ceremonial. El poder lo ejercerá la aristocracia franca y sobre todo los mayordomos
del palacio (major domus), una especie de primeros ministros, funcionarios del más alto rango
bajo el rey. En 656, el mayordomo Grimoaldo I trató de colocar a su hijo Childeberto en el
trono en Austrasia. Grimoaldo fue arrestado y ejecutado, pero cuando se restauró la dinastía
merovingia su hijo gobernó hasta 662. La familia de los Pipínidas, originaria de Austrasia, se
apoderó de las mayordomías de palacio de Austrasia y posteriormente de las de Neustria y
colocó nuevamente a Provenza, Borgoña y Aquitania, regiones entonces casi independientes,
dentro de la órbita merovingia y emprendió la conquista de Frisia, al norte del reino. Uno de
los mayordomos de palacio más famosos, Carlos Martel, rechazó en 732 a un ejército
musulmán no lejos de Poitiers, considerada la batalla decisiva que impidió la conquista de toda
Europa. Para recompensar a sus fieles, Martel confiscó inmensos territorios a la Iglesia y los
redistribuyó. Esto le permitió asegurar la fidelidad de sus hombres sin deshacerse de sus
propios bienes.

Al fallecer el rey Teoderico IV en 737, Martel estaba tan seguro de su poder que continuó
gobernando los reinos sin necesidad de proclamar un nuevo rey nominal hasta su muerte en
741. La dinastía fue restaurada nuevamente en 743, pero en 751 el hijo de Carlos, Pipino el
Breve, depuso al último rey merovingio, Childerico III, al que encerró en un convento, y se hizo
elegir rey entre los guerreros francos. Pipino tomó la precaución de ser coronado en 754 por el
papa Esteban II, en la abadía real de Saint-Denis, evento que le proporcionó una nueva
legitimidad, la de ser elegido por Dios, inaugurando la dinastía carolingia. Será especialmente a
partir de la coronación imperial de Carlomagno en el año 800, cuando la denominación
historiográfica habitual del reino franco pasará a ser de Imperio carolingio.

El bautismo de Clodoveo I por san Remigio con el milagro de la Santa Ampolla. Placa de
encuadernación de marfil, Reims, último cuarto del siglo IX. Amiens, museo de Picardía.

Victorias de Carlos Martel contra los sarracenos en Tours-Poitiers (732), Grandes Crónicas de
Francia
Recreación de la coronación de Pipino el Breve el domingo 28 de julio de 754 por el papa
Esteban II, en la abadía real de Saint-Denis. Supuso el inicio del gobierno de la dinastía
carolingia.

Los carolingios

Carlomagno según una ilustración de Alberto Durero (1511).

Pipino el Breve, el primer monarca carolingio, conquistó la provincia de Aquitania, que se había
independizado, y la Septimania, que se había convertido en una de las cinco provincias
musulmanas de Al-Andalus entre 719 y 759. También intervino fuera de sus fronteras y
conquistó tierras lombardas, con las que crearía los Estados de la Iglesia, también conocidos
como los Estados Pontificios o "Patrimonio de San Pedro", pues se los donó al Papa y se
declaró al mismo tiempo garante de los mismos.29 A su muerte, de acuerdo con la tradición
franca, repartió su reino entre sus dos hijos, Carlomán y Carlos, pero la muerte precoz de
Carlomán permitió a Carlos reinar sobre un reino franco unificado. El reino de los francos
conoció su más grande expansión durante el reinado de Carlos, más conocido como
Carlomagno.

Oratorio carolingio de Germigny-des-Prés (siglo IX).

El reino franco en tiempos de Carlomagno.

Carlomagno extendió las fronteras del reino franco, a costa de veinte años de guerra, a
Sajonia, Bretaña, Vasconia, Lombardía, Baviera y el reino ávaro. Sin embargo, estas conquistas
no serían definitivas y las regiones de Bretaña y Vasconia fueron sacudidas por numerosas
rebeliones. Carlomagno estableció territorios conocidos como "marcas", que eran zonas
militarizadas que permitieron controlar los ataques de bretones y vascones. Esta política de
conquista, así como el apoyo que proporcionó al papado, tuvo como consecuencia la
coronación de Carlomagno como emperador de los romanos el 25 de diciembre de 800 por el
papa León III en la basílica de san Pedro. Hasta entonces, los emperadores bizantinos eran
considerados los únicos herederos del imperio romano, por lo que la coronación de
Carlomagno representó un conflicto entre el reino franco y el Imperio bizantino. Después de
que los francos se apoderaron de territorio bizantino en el adriático, el emperador Miguel
envió delegados a la corte de Carlomagno en Aquisgrán en 812 para reconocerlo como
emperador de occidente. Los contemporáneos quisieron ver en esta circunstancia el
renacimiento del Imperio romano de Occidente. Sin embargo, el imperio carolingio estuvo
centrado en las regiones de Galia y Germania y su linaje era de origen germánico y no romano.

Los reinados de Carlomagno y su hijo Luis el Piadoso fueron testigos de dos oleadas de
invasiones, pero fueron también un período de reforzamiento del poder real y de renacimiento
de las artes y la cultura.
La división del reino franco con el tratado de Verdún (843). En rojo, Francia Occidental,
antecedente de la actual Francia; en amarillo, Francia Oriental, antecedente de la actual
Alemania; en verde, Francia Media, que sería dividida entre las dos anteriores.

Luis el Piadoso, emperador entre 814 y 840, renunció a confiscar las tierras de la Iglesia para
donarlas a sus fieles como recompensa. Al hacer esto, quedó obligado a utilizar sus propios
bienes y por ende debilitaría el poder de los carolingios. Luis mantuvo el imperio unido, pero
este no sobreviviría a su muerte. Dos de sus hijos –Carlos el Calvo y Luis el Germánico– se
aliaron en contra de su hermano Lotario en los juramentos de Estrasburgo. Finalmente, los tres
hijos llegaron a un acuerdo en el tratado de Verdún (843) y el imperio fue dividido en tres
partes: Francia Occidental para Carlos el Calvo, Francia Media para Lotario y Francia Oriental
para Luis el Germánico. Esta es la primera ocasión que el nombre de Galia es sustituido por el
de Francia occidental. Lotario ostentó el título de emperador, pero en 869 su reino se
repartiría entre sus dos hermanos. De esta manera, dos entidades quedaron como herederas
del antiguo imperio carolingio: Francia Occidental y Francia Oriental, que serían el germen de
las actuales Francia y Alemania, respectivamente. Las dos Francias se reunificaron brevemente
entre 884 y 887 bajo Carlos el Gordo. A su muerte, los reyes francos perdieron el título de
emperador romano.

Durante los siglos IX y X, Francia occidental estuvo amenazada con la ruptura. Bretaña, bajo el
liderazgo de Nominoe, reafirmó su independencia, y la reincorporación de Aquitania al reino
no fue más que algo puramente teórico. La segunda ola de invasión de vikingos, sarracenos y
húngaros acentuó la disgregación de la autoridad real. Los soberanos, impotentes para
defender sus territorios, se resignaron a ver pasar el poder de sus manos a las de poderosos
señores, quienes constituyeron principados, vastos territorios semi independientes. Para
frenar la amenaza vikinga, el rey Carlos el Simple se vio obligado a ceder Normandía al jefe
vikingo Rollo en 911.

El título de rey se volvió electivo y los carolingios tuvieron que ceder la corona al conde Odón
de París, entre 888 y 898, a su hermano Roberto I entre 922 y 923, y a Raúl de Borgoña entre
923 y 936. En 987 Hugo Capeto, duque de los francos y descendiente de Odón, fue preferido
como rey al pretendiente carolingio Carlos de Baja Lotaringia gracias a la activa intervención
del arzobispo Adalberón de Reims.

Los Capetos

La Dinastía de los Capetos (o Capeta) llegó a gobernar Francia, que se fue subdividiendo
sucesivamente cada vez más, característica que se ha denominado "feudalismo clásico". En
todo este periodo el rey hubo de enfrentarse continuamente a los demás nobles de su reino,
en teoría sus vasallos, pero que a veces adquirían demasiado poder como para desafiar
abiertamente la autoridad real. En este periodo se produjeron las cruzadas y la guerra de los
Cien Años. Francia inventó el arte gótico, y hubo tiempo en el que con toda Europa fue víctima
de la peste bubónica, epidemia que fue llamada la "peste negra". También participó del
humanismo que sería precursor del Renacimiento.

La autoridad de los primeros Capetos se limitaba a su dominio real, reducido a una zona entre
Beauvais y Orleans, vestigio del ducado de Francia de Roberto I, mientras que varios vasallos
tenían posesiones mucho mayores. Gracias a una política hábil de la mayoría de ellos, pudieron
asegurar el crecimiento de sus dominios. Frente a sus vasallos, que eran casi independientes,
los reyes Capetos tuvieron las siguientes ventajas:

Hicieron hereditario su linaje al elegir y consagrar a sus hijos en vida y asociarlos al trono, un
uso que se siguió hasta Felipe Augusto.

Estaban en la cima de la jerarquía feudal y todos los señores feudales del reino le debían
homenaje.

La consagración real les permitió adquirir un derecho divino a través de la unción con el aceite
de la santa ampolla, que según la tradición fue un regalo del Espíritu Santo al primer rey
franco, Clodoveo. De esta manera el rey, cuyo poder procedía directamente de Dios, contó con
la alianza de la Iglesia.

Varias regiones disfrutaban de una autoridad local comparable a la de un reino. Varias


dinastías de origen francés incluso expandieron sus territorios fuera de Francia: los
Normandos, Plantagenet, Lusignan, Hauteville, Poitiers y Tolosa. La más importante de estas
conquistas fue la Conquista normanda de Inglaterra por Guillermo el conquistador. Este
evento mantendría a Inglaterra conectada con Francia durante el resto de la Edad Media y
sería motivo de conflicto entre ambos reinos. Los reyes de Inglaterra serían los vasallos más
poderosos del rey de Francia y llegarían a aspirar al trono francés.

Los primeros Capetos

El reino de los francos bajo Hugo Capeto (940-996). Los dominios del rey, en azul.

La fundación del estado francés inició con la elección de Hugo Capeto en Reims en 987.
Capeto, llamado hasta entonces "duque de los francos". pasó a ser "rey de los francos". El
territorio de Hugo se extendía en una pequeña área de escasa relevancia que contrastaba con
los territorios de los barones que lo habían elegido. La figura de Hugo Capeto no se encuentra
bien documentada en la historia; su mayor logro fue sobrevivir como rey y derrotar al
candidato carolingio, lo que le permitió establecer la que se convertiría siglos después en una
de las dinastías reales más poderosas de Europa.

La abadía de Cluny.
Godofredo de Bouillon, caballero franco, uno de los líderes de la primera cruzada y fundador
del reino de Jerusalén.

El hijo de Hugo, Roberto II el Piadoso, fue coronado rey antes de la muerte de su padre. Hugo
Capeto así lo decidió para asegurar la sucesión. Roberto II se reunió con el emperador Enrique
II en la frontera entre ambos reinos. Los monarcas acordaron poner fin a los reclamos
territoriales mutuos. Aunque Roberto II fue un rey débil, sus esfuerzos fueron considerables.
Se apoyó en la iglesia para gobernar Francia en mucho mayor medida que lo que su padre lo
hizo. Aunque vivió con una amante y fue excomulgado debido a ello, fue visto como modelo
de piedad; de ahí su apodo, el Piadoso. A partir de Roberto II se atribuyeron poderes
milagrosos a los reyes de Francia, quienes podían curar la escrófula con el simple tacto. Su
reinado es también recordado por la paz y tregua de Dios (que comenzó en 989) y la reforma
cluniacense.

Durante el reinado extraordinariamente largo

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