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LECTURAS UNIDAD IV

I.- La Transición a la Democracia


Eleazar López Contreras
Con la muerte de Gómez, el 17 de diciembre de 1935, se termina una de las
dictaduras más férreas de la historia del país y culmina el período que llamamos el
"caudillismo" para iniciar una transición hacia la democracia. El general Eleazar López
Contreras, ministro de guerra y marina quedó encargado de la presidencia hasta el
final del período de Gómez, el 19 de abril de 1936. En las elecciones presidenciales
resultó electo para el período 1936-1943, pero él mismo solicitó que se modificara la
constitución para acortar el período a 5 años, es decir hasta 1941.
Eleazar López Contreras, a pesar de haber sido heredero de un régimen dictatorial,
que hubiera podido proseguir, decidió orientar el país hacia la democracia. López
Contreras autorizó la libertad de expresión, permitió la existencia de partidos y
sindicatos, reconoció el derecho a huelga, promulgó una ley de trabajo más moderna
e instituyó el Seguro Social Obligatorio.
Sin embargo, en marzo 1937, mediante un decreto ordenó la expulsión del país de
Rómulo Betancourt, Raúl Leoni, Gonzalo Barrios, Jóvito Villalba y 43 dirigentes más.
El año 1936 merece una mención muy especial por varios acontecimientos notables.
En febrero, López Contreras presentó su programa de gobierno que reorientaba la
nación hacia la democracia. En ese mismo mes, hubo muchas manifestaciones en
contra de Félix Galavís, gobernador de Caracas y un connotado gomecista. López
Contreras cedió a las presiones y lo destituyó. Era la primera vez en mucho tiempo
que un gobernante cedía ante la presión popular. En ese mismo año se fundaron
varios partidos políticos, tales como el Partido Republicano Progresista (PRP) de
corte comunista, la Federación de estudiantes de Venezuela fundada por Jóvito
Villalba y la Organización Venezolana ORVE de Rómulo Betancourt.
A finales de 1936, se inició la huelga petrolera que duró 43 días y que, a pesar de
haber sido abortada con un decreto presidencial, marcó el principio del
reconocimiento de los derechos obreros.
Tal como estaba previsto, las elecciones se realizaron en abril de 1941. En aquel
entonces, las elecciones no eran directas (es decir por el voto del pueblo), sino que
se hacían entre los diputados y senadores del congreso. El ganador, con 120 votos,
fue el candidato oficial, un general tachirense llamado Isaías Medina Angarita. El
segundo candidato, el famoso escritor Rómulo Gallegos, quien contaba con mucha
popularidad, obtuvo 13 votos. Esto puso en evidencia que el sistema electoral que se
estaba utilizando no representaba la voluntad del pueblo, sino los intereses de
grupos más reducidos.
La apertura de Medina Angarita
Isais Medina Angarita propició una apertura democrática: Se modificó la constitución
para permitir la creación de partidos considerados "revolucionarios" y para
establecer el sufragio universal y directo, para los diputados, aunque aún no para la
presidencia. Durante el período de gobierno de Medina Angarita no hubo presos
políticos, ni exiliados o perseguidos políticos.
Es también en ese período, el 13 de septiembre de 1941, que se fundó el partido
Acción Democrática (AD), liderizado por Rómulo Betancourt y por Rómulo Gallegos,
que tendría tanta influencia en los próximos 60 años. El partido de gobierno dirigido
por el propio presidente Medina, era el Partido Democrático Venezolano (PDV).
En 1945 se había creado consenso para que el embajador de Venezuela en
Washington, Diógenes Escalante fuese el sucesor de Medina. Sin embargo, cuando
regresó a Venezuela cayó enfermo, lo que imposibilitaba su nombramiento. Medina
propuso entonces a Ángel Biaggini, su ministro de Agricultura y Cría, para que fuera
su sucesor, pero el partido Acción Democrática, que si apoyaba a Escalante, se opuso
y solicitó que se nombrara un Jefe de Estado provisional, mientras se modificaba la
constitución para que la elección presidencial fuese por el voto universal, directo y
secreto, en vez de por el congreso. Esta propuesta fue rechazada por el gobierno. Es
entonces cuando Acción Democrática se acercó a un grupo de oficiales descontentos
que hicieron un golpe de estado, derrocando a Medina Angarita el 18 de octubre de
1945. El poder fue asumido por una junta de gobierno presidida por Rómulo
Betancourt(de 37 años) y con la participación del educador Luis Beltrán Prieto
Figueroa, Raúl Leoni y Gonzalo Barrios. Por el ejercito participaron el Mayor Carlos
Delgado Chalbaud y el capitán Mario Vargas.
La Junta Revolucionaria de Gobierno
La nueva "Junta Revolucionaria de Gobierno" ofreció la realización de elecciones en
abril de 1946 para un nuevo congreso, la restitución de las garantías
constitucionales, de la libertad de prensa y de agrupación sindical.
Al poco tiempo se fundaron dos partidos de origen estudiantil, que llegarían a tener
mucha influencia: La Unión Republicana Democrática (URD), fundada por Jóvito
Villalba y el "Comité de Organización Política Electoral Independiente (COPEI)"
fundado por Rafael Caldera.
Durante la gestión de la Junta Revolucionaria de Gobierno se estableció, mediante
decreto del 31 de diciembre de 1945, que la participación del estado en la industria
petrolera debía ser de 50%, lo que se conoció como el régimen "fifty-fifty" (50-50).
En las elecciones legislativas (universales, directas y secretas) de 1946, AD logró el
80% de los votos, COPEI el 13% y el resto se repartió entre URD y el Partido
Comunista. Esta Asamblea Nacional Constituyente fue presidida por el poeta adeco
(Acción Democratista) Andrés Eloy Blanco, culminando en julio de 1946 con una
nueva constitución que establecía que las elecciones para la presidencia y el
congreso serían a través del voto universal, directo y secreto.
El breve mandato de Rómulo Gallegos
En diciembre de 1947, se realizaron las elecciones generales resultando electo, por
amplia mayoría, con 870 mil votos, Rómulo Gallegos (AD), seguido por Rafael Caldera
de COPEI con 262 mil votos y Gustavo Machado (PCV) con 39 mil votos. Cabe
destacar que los miembros de la Junta Revolucionara de Gobierno no participaran
como candidatos para no ser acusados de ventajistas.
Don Rómulo Gallegos
Don Rómulo Gallegos. Sin embargo el gobierno de Rómulo Gallegos fue muy breve,
del 15 de febrero hasta el 24 de noviembre de 1948 cuando fue derrocado por una
Junta Militar formada por los tenientes coroneles Carlos Delgado Chalbaud, quien
era ministro de la defensa,Marcos Pérez Jiménez y Luis Felipe Llovera Páez, quienes
acusaban al gobierno de haber sido incapaz de resolver la crisis y a Acción
Democrática de ser un partido sectario.
El nuevo régimen expulsó del país a Rómulo Gallegos y disolvió al partido Acción
Democrática, así como a la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV), lo
cual hizo que los líderes adecos empezaran a trabajar en la clandestinidad.
La dictadura de Marcos Pérez Jiménez
Sin embargo, en 1950 ocurrió un hecho que cambiaría todas las cosas: el presidente
de la Junta Militar de Gobierno, Carlos Delgado Chalbaud fue secuestrado y
asesinado. Fue reemplazado por un civil, Germán Suárez Flamerich. Tal como lo
había ofrecido la Junta de Gobierno, en noviembre de 1952 se realizaron elecciones
en las cuales el partido URD que contaba con el apoyo de todos los sectores
democráticos resultó ganador. Pero el gobierno realizó un fraude electoral. Jóvito
Villalba, ganador de las elecciones fue apresado y deportado fuera de Venezuela.
El coronel Marcos Pérez Jiménez, fue nombrado Presidente Provisional el 2 de
diciembre de 1952. Se nombró un congreso "a dedo" (es decir por el mismo
presidente), el cual ratificó constitucionalmente a Pérez Jiménez como presidente
constitucional.
El gobierno de Marcos Pérez Jiménez fue una dictadura muy personalista. Se
persiguió y encarceló a todos los opositores, principalmente adecos y comunistas,
por medio del Servicio Secreto llamado "Seguridad Nacional" dirigida por Pedro
Estrada. Sin embargo, el gobierno inició un extenso programa de obras públicas y su
política económica, ayudada por el auge petrolero, muy acertada incrementando la
riqueza y el bienestar del país. Es en esa época que se realizaron la autopista Caracas
- La Guaira, la ciudad universitaria, las torres del Silencio, el teleférico del Ávila, el
teleférico de Mérida, la autopista Tejerías - Valencia y la urbanización dos de
diciembre (hoy en día 23 de enero).
El desgaste del gobierno fue progresivo. A la oposición de los estudiantes, se unió la
de los profesionales, grupos económicos y la misma iglesia, a través de una famosa
pastora del Arzobispo de Caracas, Monseñor Rafael Arias Blanco, quien criticó al
gobierno por la mala situación que vivían los obreros y los campesinos, a pesar de la
riqueza que estaba registrando Venezuela.
En noviembre de 1957, Pérez Jiménez anunció que en vez de realizar elecciones
libres, se convocaría un referéndum para decidir su reelección. La oposición pidió al
pueblo que se abstuviera de participar en esa farsa electoral, que no era más que un
fraude. Empezaron las huelgas generales, las manifestaciones y el descontento
generalizado, causando la huída de Marcos Pérez Jiménez y la consecuente caída de
su gobierno el 23 de enero de 1958.
Terminaba así una nueva etapa de la historia de Venezuela, dando paso a la
democracia.

II.- MATERIALES ECONOMICOS PARA EL ANALISIS DE LA


UNIDAD IV
La política intervencionista a la economía venezolana de Isaías Medina Angarita en
un contexto de guerra (1941-1945) ·
Compendium, vol. 22, núm. 42, 2019 Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado
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Resumen:
Venezuela vivió durante el mandato de Isaías Medina Angarita (1941-1945)
transformaciones inéditas que apuntalaron un modelo de modernización concretado
años después del golpe de Estado de 1945. Su gestión discurre en plena Segunda
Guerra Mundial y el petróleo era imprescindible para Estados Unidos, situación que
fue aprovechada por Medina para promulgar las leyes de Hidrocarburos y de
Impuesto sobre la Renta. Fue un salto cuanti cualitativo con respecto a las
legislaciones anteriores; se creó conciencia de que el país debería tener una mejor
participación en las ganancias petroleras y aprovechar esos recursos para impulsar la
diversidad económica. Los ingresos al Fisco crecieron significativamente, lo que
permitió diseñar importantes políticas sociales. En este estudio se reconstruye la
historia del intento inicial de “la siembra del petróleo” para superar el modelo
rentista y propugnar la industrialización diversificada, y se presentan algunas
visiones encontradas de los principios liberales de la economía. Para ello, se analizan
los discursos de actores políticos e intelectuales de ese período.
Introducción
Isaías Medina Angarita es el tercer y último de los militares escogidos como
Presidente de Venezuela a la usanza impuesta desde que muriera el general Juan
Vicente Gómez (1908-1936), quien tuvo bajo su dominio absoluto la institucionalidad
del país durante una larga dictadura en la que la disidencia prácticamente era
ahogada desde sus propios cimientos. Tras la muerte de Gómez, a éste le sucedió en
la Presidencia su Ministro de Guerra y Marina, el general Eleazar López Contreras, y
tras el final del mandato de López, en 1941, éste designó en la máxima magistratura
nacional al general Medina Angarita, Ministro de Guerra y Marina de López. Desde el
periodo del liberalismo amarillo (1870-1898), la decisión del sucesor presidencial
estaba sujeta a voluntad del mandatario de turno.
Para efectos de este artículo no es importante saber cómo llegó al poder Medina,
pero sí la manera en que él se distinguió de sus antecesores en materia
gubernamental, considerando además que su gestión se desarrolló en el tiempo de
la conflagración europea. Medina y sus hombres tienen el mérito de ser los
iniciadores de un proyecto de crecimiento económico para Venezuela concebido a
largo plazo, a tono con lineamientos de organismos internacionales surgidos en su
mayoría en el fragor de la guerra. El país de entonces era el mayor productor
petrolero del mundo.
Desde una perspectiva metodológica de historia síntesis (Cardoso y Pérez, 1977), se
ha concebido este estudio. A decir de Pierre Vilar (citado en Cardoso y Pérez, 1977),
se trata de “una historia de la sociedad en movimiento” (p. 296). Otro destacado
miembro de esta corriente, George Duby, plantea que la historia síntesis analiza los
fenómenos en distintos niveles (material, mentalidad colectiva, poder, demográfico,
cultural) reunidos en “la unidad de una visión global” (citado en Cardoso y Pérez,
1977, p. 297)
Pueden coincidir en un mismo escenario histórico un fenómeno de larga duración
como el de las mentalidades con otros de menor duración temporal como las
coyunturas económicas o los acontecimientos, tipo golpes de estado; todos dentro
de una misma dinámica de interrelación y en un espacio y tiempo determinados.
Cabe aquí también el método comparativo entre las fuentes, entre los tiempos y
entre hechos ocurridos en espacios distintos. Así, el abordaje de la investigación
tiene un matiz más complejo, con aspiraciones de totalidad, para una mejor
comprensión de los procesos históricos.
El petróleo marca la pauta en la sociedad venezolana
Desde 1926, cuando la exportación petrolera supera por vez primera a la exportación
de café y cacao, Venezuela es un país que tiene su principal fuente de sustento
material en el petróleo (Maza, 2004). Para aquel año, su población alcanza los 3
millones de habitantes. El paludismo, las enfermedades producidas por el consumo
de agua no tratada y la mortalidad infantil son amenazas reales. Sólo 15 % de las
personas vivían en ciudades, mientras que el resto estaba en zonas rurales
trabajando, bien como medianeros, bien como explotados en las haciendas (Uslar,
1990a).
Venezuela está signada desde entonces, para bien o para mal, por su petróleo. La
presencia de esta realidad ha marcado la pauta de la sociedad, no solo en el plano
económico sino en las dimensiones política, cultural y social. Por eso, es importante
conocer la manera en que se ha ido gestando el petro Estado desde la dictadura
gomecista. Para el caso que ocupa este artículo, es en el período de Medina cuando
por vez primera se acrecientan sustancialmente los ingresos de divisas gracias a dos
leyes trascendentales que fueron acompañadas de una política de intervención en la
economía con miras a cristalizar el proyecto de “Sembrar el petróleo” que
promovieron Alberto Adriani y Arturo Uslar Pietri. Se trata de un plan basado en “la
necesidad angustiosa de invertir en fomento de nuestra capacidad económica el
dinero que el petróleo le producía a esta Venezuela por tan largo tiempo desvalida”
(Uslar, 1990a, p. 51).
Las circunstancias mundiales obligan a la intervención
La renta petrolera favoreció en Venezuela la importación excesiva en desmedro de lo
que debería producirse internamente, sobre todo para el consumo de alimentos que
podrían auto abastecer las necesidades de la población. El economista José Antonio
Mayobre escribió en uno de sus artículos del diario El Universal en el año 1941, que:
“La guerra europea ha venido a poner de bulto, aun para los más ciegos, el carácter
eminentemente deformado y peligroso de la economía venezolana. Ha venido a
demostrar cómo es de inestable la situación en un país que depende en su mayor
parte de una industria extractiva extranjera y que ha dejado perecer sus propias
fuentes de producción. El clamor de casi todos nuestros sectores productivos,
exagerado a veces pero siempre conforme a una situación de hecho innegable, debe
servir de toque de alarma para hacernos comprender lo que desde hace años se
viene proclamando por parte de sectores progresistas del país. Estamos frente a un
dilema: producir o padecer” (Mayobre, 1993 p. 31).
Dadas las circunstancias, el Gobierno de Medina trazó un plan orientado a la
diversificación económica partiendo del aprovechamiento de la renta, pero con la
intervención del Estado. El proyecto medinista de “Sembrar el petróleo” y con éste la
intervención, estaría justificado debido al deterioro de la actividad agrícola en el
país, al riesgo de no poder autoabastecerse, a la alta dependencia de la importación
y a la baja producción en las naciones proveedoras de mercancías como Estados
Unidos, ya que estaban en guerra.
Vaya un ejemplo, en el bienio 1915-1916, Venezuela era el segundo exportador
mundial de café y cacao. En menos de 20 años, (1934-1935), el país ocupa el octavo
puesto en estos renglones (Mayobre, 1993). Si bien la crisis de la Bolsa de Nueva
York significó la caída brusca de los precios internaciones de estos rubros, no hubo
vuelta atrás en ese proceso degenerativo de la producción agrícola, lo que no ocurrió
en otros países.
Para 1940, Venezuela tiene 3.5 millones de habitantes y ocupa el tercer lugar de
Suramérica en importaciones provenientes de los Estados Unidos (Mayobre, 1993, p.
27). Se traían mercancías que se producían internamente antes del auge petrolero.
Mayobre (1993) presenta dos cuadros en los que se destacan cifras de importación
de avena, papas, leches conservadas, alimentos preparados (en 1913); y pescado,
manteca, leches, mantequilla, queso, frutas varias, arroz en grano, harina de trigo
(entre 1936 y 1939) (Mayobre, 1993).
Ahora bien, ¿en qué consistía la intervención de la economía que proyectaron
Medina y su gabinete? José Joaquín González Gorrondona, reconocido abogado,
economista y uno de los primeros integrantes del Directorio del Banco Central de
Venezuela, lo explicaba en un ciclo de conferencias organizado por el oficialista
Partido Democrático Venezolano, del cual era miembro. Destacó el especialista el
carácter transitorio que tendría la intervención del Estado, tomando en cuenta el
entorno de escasez de productos como consecuencia de la guerra. Pero también,
hizo énfasis en tomar el ejemplo de Estados Unidos, que en circunstancias
particulares apeló al New Deal para proteger a los más vulnerables ante los
monopolios y promover la libre concurrencia.
“El Estado venezolano, a consecuencia de las obligaciones que a su cargo se
desprenderán de la participación en los organismos internacionales hoy en proceso
de estructuración, y simultáneamente por su condición de país pequeño, de
economía retrasada, que lo sitúa en posición desventajosa frente a los grandes
Estados industriales y agrícolas del mundo, se verá obligado a intervenir en la vida
económica del país, en el período de transición posterior a la guerra, cuya duración
es imposible determinar de antemano” (González, 1983, p. 147).
Se trataba de seguir lineamientos para el nuevo orden económico mundial, así como
las relaciones entre proveedores de materia prima y países industrializados.
“Dos ideas se balancean en el campo de las relaciones entre naciones. De un lado
está la necesidad de defender y desarrollar la economía de cada país, del otro surge
un interés general que proclama la necesidad de permitir a los países carentes de ella
el acceso a las materias primas y la participación de sus productos en el mercado
internacional. A primera vista parecería una contradicción evidente, al suponer que
el interés fundamental de cada nación choca con el interés general. Sin embargo, la
tendencia predominante se inclina hacia la combinación de ambos intereses. Los
Estados deben defender y desarrollar sus economías sin dañar las de los otros”
(González, 1983, p. 153 -154).
A su entender, no habría razón de temor para los empresarios por la intervención
estatal, ya que ésta tendría un carácter provisional.
“Por eso es necesario que nuestro país mantenga durante un lapso prudencial, en el
período de transición (cuando se normalice la situación una vez que haya acabado la
guerra) los controles que actualmente ejerce en bien de la colectividad, porque ellos
no podrán desaparecer sino cuando la verdadera normalidad política y económica se
establezca en el mundo entero (…) Es necesario que el Estado tome ahora la
iniciativa en esta materia, no desplazando, sino guiando la actividad privada, y
poniéndole freno cuando pretenda desbordarse con perjuicio de la colectividad”
(González, 1983, p.162).
De igual manera, el Gobierno se ponía a tono con la Organización Internacional del
Trabajo, ya que “La Conferencia Internacional del Trabajo, en su reunión ordinaria
celebrada en Filadelfia, auspició un conjunto de recomendaciones tendientes a
proteger en escala internacional los derechos de las clases trabajadoras, reafirmando
y dándole nuevas directrices a la fecunda acción de la OIT” (González, 1983, p. 159).
Es significativo que el entonces incipiente partido Acción Democrática reconociera
como atinado el camino emprendido por el Gobierno de Medina. En su periódico
oficial, Acción Democrática, del día 9 de mayo de 1942, se valora la trascendencia de
un memorándum publicado por el Ministerio de Fomento en el que se explica la
importancia de la política intervencionista, ya que se podrían emplear a muchos
trabajadores cesantes.
“...Venezuela, país depauperado a cuyo frente se haya un Estado poderosamente
rico, sólo puede asegurarse el bienestar mediante la intervención gubernamental. Y
de realizarse ésta, de acuerdo a los objetivos trazados en el Memorandum, nuestro
país dará pasos efectivos en el camino del progreso y el desarrollo económico”
(Acción Democrática, 1983, p. 34).
Por otra parte, el ministro de Fomento, Gustavo Herrera, en la Introducción a la
Memoria del despacho a su cargo ante el Congreso Nacional, en 1943, anunciaba
cuáles eran las medidas que urgía tomar el Gobierno:
“Entre las medidas de emergencia adoptadas figuran las restricciones establecidas
para la importación y la exportación...Especialmente en materia de licencias de
exportación ha sido preciso mantener una firme vigilancia, porque con la
anormalidad de la situación (se refiere al contexto de la guerra y el transporte de
mercancías del comercio internacional) ha surgido la tendencia a crearse y
desarrollarse una continua corriente de exportación hacia las Antillas, la cual si bien
aparentemente es una fuente de progreso y desarrollo de nuestra economía, podría,
si se abandona a la sola iniciativa particular, llegar a convertirse en una salida
imprudente de nuestros instrumentos de trabajo y medios de subsistencia, en
detrimento del abastecimiento doméstico” (Herrera, 1983, p. 114).
Dos de los organismos que intentó el Gobierno para poner en marcha su plan
económico fueron el Consejo de Economía Nacional y la Comisión Nacional de
Abastecimiento, los cuales fueron objeto de cuestionamientos por parte del sector
privado que veía amenazados sus intereses, como se verá más adelante.
Las leyes de Medina
Los dos instrumentos legales que dieron un vuelco a las relaciones entre el Estado
venezolano y las empresas petroleras desde que éstas iniciaran sus actividades en el
territorio nacional, son las leyes de Impuesto sobre la Renta (aprobada en 1942 y
puesta en marcha en 1943) y de Hidrocarburos, que entró en vigor el 13 de marzo de
1943.
La necesidad de reestructurar la legislación en esta materia se basaba en un viejo
anhelo de una participación más justa en la ganancia petrolera, labor iniciada en los
años veinte por el ministro de Fomento de Gómez, Gumersindo Torres. A tal efecto,
fue creada una comisión para la reforma de la Ley de Hidrocarburos de 1938,
presidida por el propio general Medina Angarita, a quien acompañaron Eugenio
Mendoza, Gustavo Herrera, Gustavo Manrique Pacanins, Arturo Uslar Pietri, Luis
Herrera Figueredo, Rafael Pizani, Manuel R. Egaña, Alfredo Machado Hernández, Luis
Gerónimo Pietri, Carlos Pérez de la Cova, Pedro Ignacio Aguerreverre, Ángel
Demetrio Aguerrevere, Luis Loreto y Julio Medina Angarita. Para el asesoramiento de
la comisión se contrató a la United Geophysical Company, empresa que designó a los
técnicos A. A. Curtise y Herbert Huber como enlace permanente (Giacopini, 1985).
Las primeras concesiones fueron otorgadas bajo el régimen de contratos especiales,
según la Ley de Minas de 1905 y el Código de Minas de 1910. La legislación sobre
hidrocarburos comienza con el Decreto Reglamentario del Carbón, Petróleo y
Sustancias Similares, de 1918. Luego, fueron sancionadas las Leyes sobre
Hidrocarburos y demás Minerales Combustibles de 1920, 1921, 1922, 1925, 1928,
1935, 1936 y 1938. Para el año de 1943, había enormes extensiones de tierra de esas
concesiones (una sola podría ocupar territorios de varios estados como la de Antonio
Aranguren, en el centroccidente del país) improductivas y que no aportaban nada al
fisco. Con la Ley de 1943, “Queda así satisfactoriamente liquidada, sin sacrificio
efectivo para la Nación, toda época de empirismo, tanteos, inexperiencia, errores e
ignorancia” (Exposición de motivos del Ejecutivo Federal al Congreso Nacional, 1983,
p. 36).
El anhelo de “estimular la producción de nuestras viejas fuentes de riqueza...”
(Medina, 1983a, p. 74) como dijo Medina en su mensaje de toma de posesión ante el
Congreso Nacional, el 5 de mayo de 1941, da cuenta de uno de sus principales
objetivos de gobierno, el de la “diversificación y el equilibrio...(para no dejar al país
sujeto) a un sólo producto, a una sola actividad”. Dejando claro además que su
gestión seguiría en la línea del “Imperio absoluto de la ley, orientación progresiva
hacia la consolidación de los principios liberales que nos han regido
constitucionalmente y firme propósito de conquistar definitivamente todas las
normas de la democracia verdadera, son los puntos fundamentales de la política que
estoy obligado a sostener por propias convicciones y por lealtad al Régimen
Bolivariano” (Medina, 1983a, p. 74).
Es en el período gubernamental de Medina Angarita cuando se fijan estrategias
claras de diversificación económica que había trazado el Ministro Alberto Adriani
durante el mandato de López Contreras.
“Es necesario continuar la empresa, ya adelantada, de vitalizar la potencialidad
económica de la República, estimular la producción de nuestras viejas fuentes de
riqueza...Dirigir conscientemente los esfuerzos públicos y privados hacia la
diversificación y el equilibrio de la economía venezolana en sus aspectos agrícola,
pecuario, minero e industrial, a fin de que la riqueza de la Nación sea sólida y
vigorosa y no se halle expuesta a las contingencias graves e impredecibles que
normalmente pueden afectar a un solo producto o a una sola actividad” (Medina,
1983a, p. 75 -76).
En Maracaibo, Medina pronunció un discurso en el que argumentaba que el contexto
de la guerra obligaba a producir internamente lo que antes se importaba:
“Está reflejándose sobre el país la tremenda situación que atraviesa el mundo;
disminuyen nuestras principales rentas, la dificultad en los transportes marítimos no
permite que a nuestros puertos lleguen muchos de los efectos que el país necesita, y,
entre ellos, materias primas indispensables a nuestras industrias; el desempleo,
como consecuencia natural, se acentúa; tal es el panorama general del momento;
ante él, no podemos cruzarnos de brazos, ni dejar que el pesimismo invada nuestros
espíritus, sino que con todo el aliento de que seamos capaces, debemos proseguir
con tenacidad, con constancia y sin precipitaciones en la obra de nuestro
resurgimiento económico; es necesario producir lo que consumimos; vayamos a la
tierra que ella pródigamente retribuye nuestro trabajo; volvamos al campo con
cariño, que sus frutos colmarán nuestros mercados; cuidemos y mejoremos nuestros
ganados para lograr que la carne sea de nuevo producto de exportación;
aprovechemos esa gran riqueza nuestra que animadamente vive en nuestros ríos, en
nuestros mares, a fin de que por el trabajo de los hombres de la costa el pescado
nuestro vaya pregonando por los mercados extraños la laboriosidad venezolana;
vistamos nuestras telas, aprovechemos los productos de nuestra naciente industria y
sintamos doble orgullo de todo lo que sea venezolano. El Gobierno tiene la dirección
de esta gran cruzada que debemos emprender...” (Medina, 1983b, p. 15).
estímulo al sector primario era parte fundamental de la estrategia oficial. “Volver al
campo con cariño”, es la valoración del ejemplo de otras naciones que con trabajo y
aprovechamiento de sus recursos lograron no sólo la subsistencia interna sino el
crecimiento económico.
Con la nueva Ley de Hidrocarburos, -aprobada por el Congreso en 1942 con el voto
salvado de la fracción de Acción Democrática-, quedaba eliminado el derecho de
exoneración de impuestos aduaneros que gozaban las compañías de acuerdo a la
legislación anterior. Todas las concesiones serían sometidas al pago de 16, 2/3 % de
impuestos, estuvieran en tierra firme o bajo el agua (antes éstas últimas sólo
pagaban 1/6 o 1/4 del impuesto). Junto con los demás impuestos, la ganancia para el
país equivalía a más de 50 % de los beneficios. La extensión de la concesión, para
beneficio de las compañías, se acordó que fuera por 40 años (hasta 1983) y no más
de una vez (Egaña, 1990).
Las empresas que explotaban el crudo en el país para ese momento eran el Grupo
Shell (Caribean Petroleum Company, Venezuela Oil Concessions, Venezuela Oil
Development) grupo Standard (Standar Oil Company of Venezuela, Lago Petroleum
Corporation), Mene Grande Oil Company, Socony Vacuum, Texas Company, Grupo
Las Mercedes y Consolidada de Petróleo (Giacopini, 1985).
En las leyes anteriores no se consideraban las otras sustancias derivadas del petróleo
que no fueran hidrocarburos. Las compañías podían seguir produciendo gas y otros
derivados, pero pagando un impuesto sobre la plusvalía. La refinación en el país y el
transporte también se contemplaba como obligación a las empresas en el sistema de
concesiones (estas eran distintas a las de extracción) y en principio serían por 50
años, prorrogables por períodos iguales. Se les pide a las compañías datos geológicos
de la concesión y llevar en Venezuela la contabilidad de las empresas. (artículo 59)
(Exposición de Motivos del Proyecto de Reforma de la Ley de Hidrocarburos
presentado por el Ejecutivo Federal al Congreso Nacional, 1983)1.
La guerra como oportunidad
Un aspecto insoslayable en este contexto, es el temprano apoyo del Gobierno
venezolano a la causa de los Aliados contra el eje nazi fascista durante la guerra. En
un mensaje que el general Medina Angarita presenta al Congreso Nacional en 1943,
destacó que
“Oportunamente notificó el Gobierno a los de Estados Unidos y de Gran Bretaña que
reiteraba su adhesión a los principios contenidos en la ‘Carta del Atlántico’, suscrita
el 14 de junio entre el Presidente Roosevelt y el Primer Ministro Churchil. Ya en Río
de Janeiro habíamos expresado nuestra adhesión al mencionado documento”
(Medina, 1983c, p. 134).
No obstante, la decisión de cerrar filas al lado de los Aliados, trajo consecuencias
negativas para el país en el plano bélico, ya que fue objeto de ataques militares:
siete tanqueros de la ruta Maracaibo-Aruba-Maracaibo-Curazao fueron torpedeados
en 1942 por submarinos alemanes. Un año antes, se produjeron 621.000 barriles por
día, pero en 1942, como consecuencia de esa agresión, se redujo la producción a
400.000 barriles diarios (Giacopini,1985, p.36).
En un discurso ante el parlamento nacional, Medina informó de un viaje a los
Estados Unidos acompañado de personeros del mundo económico y financiero
nacional.
“El haber aceptado la invitación del Presidente Roosevelt es la demostración más
evidente que puede darse de que Venezuela está al lado de esa admirable y gloriosa
Nación, tradicionalmente amiga de la nuestra, en estos momentos de prueba en los
que ella no vacila en sacrificar el bienestar excepcional que había conquistado para
sus hijos, en aras de un ideal de justicia que Venezuela comparte, y para proteger,
con los fueros de la civilización, los derechos inmanentes del hombre. Ese y no otro
fue el significado de mi presencia en la Nación norteamericana y de la mano que
tendí a su Primer Mandatario” (Medina, 1983d, p. 170).
Estaba claro que el país debería ser recompensado por ese apoyo con una nueva
manera de relacionarse con las petroleras estadounidenses.
“Venezuela, que en momentos de angustia y de tragedia ha aportado sin
restricciones los formidables recursos que representa su producción petrolera para el
triunfo de la justicia en esta guerra, tiene el derecho de esperar y reclamar que
cuando la victoria asegure el imperio de esa justicia por la que luchan las naciones
unidas y asociadas, sea justo y equitativo el tratamiento que los intereses petroleros
de Venezuela hayan de recibir” (Medina, 1983d, p. 182).

La política del “Buen Vecino” asumida por la administración del presidente Franklin
Delano Roosevelt, implicaba el reconocimiento de la soberanía y el apoyo a los
países de América para su crecimiento material, una vez superada la guerra. En su
toma de posesión, Roosevelt destacaba que: “En la esfera de la política mundial, yo
dedicaré esta nación a la política del buen vecino; el vecino que de modo resuelto se
respeta a sí mismo y, al hacerlo, a los derechos de los otros; el vecino que respeta sus
obligaciones y respeta la santidad de sus acuerdos en y con un mundo de vecinos”
(Roosevelt, 2001).
Esta política iría a contrapelo de la “Doctrina Monroe” que aplicó en el siglo XIX otro
Roosevelt, Teodoro, referida al dominio geoplítico y económico del continente
americano. El modelo del “Buen Vecino” resultó provechoso para el gobierno de
Medina, ya que logró reformar la legislación petrolera con el visto bueno del país
más poderoso del mundo, luego de la conflagración europea que echó por tierra el
avance alemán para dominar el mundo. Roosevelt tenía la intención de extender su
programa al mundo entero. En septiembre de 1943, dijo al Congreso de su país que:
“La política del buen vecino ha tenido tal éxito en el hemisferio de las Américas, que
su extensión al mundo entero parece ser el siguiente paso lógico” (Roosevelt, 2001).
En suelo norteamericano, Medina Angarita defendió su legislación destacando los
intereses de Venezuela. Dijo en un banquete efectuado en su honor por iniciativa
Sociedad Panamericana y la Cámara de Comercio Venezolana de los Estados Unidos,
que:
“El ejemplo de lo que hemos hecho con el petróleo debe ser tenido muy en cuenta
por los hombres de empresa que deseen cooperar con su iniciativa al desarrollo
material de Venezuela. Deben saber que no pueden contar con privilegios, ni
favores, pero deben saber, igualmente, que las empresas que inicien pueden contar
con un tratamiento equitativo, con la protección de un régimen democrático estable
y con la buena voluntad de toda una nación que sabe corresponder a quienes
también de buena voluntad vienen a cooperar con ella para su progreso” (Medina,
1983e, p. 269).
La palabra equidad aparece como una constante en los discursos oficiales. Con ello, y
logrado el respaldo del gobierno norteamericano, el Estado venezolano lograba una
opinión pública favorable. Ese clima de respaldo se mantendrá para hacer
contrapeso a la burguesía nacional que quería deshacerse de los controles que ya se
anunciaban para reorientar la economía, como se verá más adelante.
Obras de carácter social
La nueva legislación trajo cambios importantes en la dinámica financiera de un país
que hasta entonces estaba relegado a una proporción menor en la obtención de los
beneficios de la renta. El 27 de abril de 1944, dijo Medina que el año fiscal 1941-
1942, antes de la entrada en vigencia de ambas leyes Venezuela obtuvo 325.287.387
de bolívares por vía impositiva, y que en 1941 se importaron 4 millones de kilos de
papas, pero que al año siguiente “ni uno solo kilo”, gracias al estímulo a la
producción interna. Afirmaba con orgullo el militar presidente que: “hemos
establecido la verdadera y razonable nacionalización de la industria sometida al
imperio fiscal, técnico y económico del Estado” (Medina, 1983d, p. 151).
Uno de los objetivos que perseguía el Gobierno con la legislación petrolera, era el de
mejorar las condiciones socio económicas de los venezolanos, una suerte de pago de
la deuda social arrastrada de tiempos anteriores a la creación de la República. Las
políticas populares de carácter masivo con el aprovechamiento de la renta que desde
entonces caracteriza al Estado venezolano, tuvieron su despegue en el gobierno de
Medina. El 27 de abril de 1944, el Presidente anunciaba al Congreso Nacional que se
habían construido 14 edificios escolares, la urbanización El Silencio (la primera obra
de viviendas familiares subsidiadas por el gobierno), donde había 1.972 habitaciones
en malas condiciones en las que vivían 482 personas. Allí se construyeron 1.000
apartamentos (Medina, 1983d). No obstante, otros proyectos no pudieron
concretarse debido al golpe de Estado de 1945, ya que no hubo continuidad de la
obra medinista y quienes le siguieron en el poder tampoco tuvieron tiempo para
desarrollar su plan (tres años duró el tiempo de la Junta Revolucionaria y el gobierno
de Rómulo Gallegos). Los militares retoman el poder en 1948 y hasta 1958 se
desarrolla un programa de grandes obras que modifican la arquitectura urbana de
las ciudades. La democracia nacida en 1959, trajo nuevas formas de “Siembra de
petróleo” como se esperaba en el período de Medina, aunque con otros nombres.
El liberalismo económico desde dos perspectivas
Como se ha dicho, la política del general Medina implicaba no sólo la mayor
participación en la renta sino también el papel del Estado en la dinámica económica,
lo que generó reacciones de los voceros del sector privado que adversaban la
intervención oficial, porque a su entender, contravenía los principios del liberalismo.
Esta situación dio pie a interesantes debates entre los actores de cada bando que
explicaban su versión de cuál debería ser el rol del Estado según la doctrina liberal.
De una parte, para los que apoyaban al Gobierno, éste debería tener presencia activa
en la dirección de la economía. De la otra, el Estado debería ceñirse a la protección y
auxilio financiero a las empresas y dejar que el mercado imponga sus reglas al estilo
laissez faire.
Conceptualmente hablando, el liberalismo tiene tres acepciones: un liberalismo
económico que, según Touchard (2004), “descansa sobre dos principios: riqueza y
propiedad; se opone al dirigismo, aunque aviniéndose con los favores del Estado; es
el fundamento doctrinal del capitalismo” (p. 402). Este liberalismo, explica el
filósofo, se distingue del liberalismo político que “se opone al despotismo; es el
fundamento doctrinal del gobierno representativo y de la democracia
parlamentaria” (p. 402) y del liberalismo intelectual que se “caracteriza por el
espíritu de tolerancia y de conciliación” (p.402).
El liberalismo económico, el que interesa para este estudio, nació “en el siglo XVIII
(cuando daban sus pasos iniciales el industrialismo maquinista y el capitalismo) o
sea, la teoría del laissez faire, a la que dio su expresión clásica Adam Smith, como
aplicación específica del liberalismo individualista al fenómeno económico. Esta es la
tendencia que hoy se considera conservadora, frente al progreso de las corrientes
colectivistas” (Montenegro, 1987, p. 30).
Las conferencias del Club Venezuela
Dada la discusión que se generó por el proyecto oficial, varios personeros del ámbito
literario y económico, que además eran miembros del Partido Democrático
Venezolano que apoyaba al Presidente Medina, hicieron sus aportes desde el punto
de vista intelectual al programa económico. Esta organización (PDV), tuvo entre sus
filas a figuras prominentes como Arturo Uslar Pietri, Manuel Rodríguez Cárdenas,
Mario Briceño Iragorry, Ramón Díaz Sánchez, Pastor Oropeza, Miguel Pérez Carreño,
Juan Francisco Reyes Baena y José Rafael Pocaterra, entre otros.
Precisamente, para contrarrestar el clima de opinión impulsado por la oposición al
proyecto económico del Gobierno, se llevó a cabo en la sede del Club Venezuela de
Caracas entre el 5 y el 22 de septiembre de 1944, un ciclo de conferencias que tuvo
por nombre “La libertad económica y la intervención del Estado”.
Mario Briceño Iragorry fue uno de los oradores en aquellos encuentros. En sus
primeras palabras, expresó la posición de los intelectuales que apoyaban a Medina.
“Nuestro Movimiento en esa forma, declaró el firme propósito de separarse de los
viejos conceptos de liberalismo económico que, partiendo de una abultada
valorización de los derechos del individuo, dejó a éste la plena libertad de dirigir los
procesos de la producción y del consumo y el goce irrestricto de los instrumentos
que a ellos conducen. Pensamos los redactores de las Bases que para mantener el
movimiento progresivo de la civilización, precisa una distribución equitativa de los
bienes de la vida, que logre poner cese u ofrecer larga tregua a las luchas históricas
entre quienes poseen de sobra y los que de todo carecen” (Briceño, 1983, p.73).
Advierte el intelectual lo que sería una constante de algunos voceros del poder y
otros grupos críticos que cuestionan la dependencia del sector privado a la renta
petrolera, lo que ya para entonces era un síntoma de la economía venezolana.
“...Con apariencia liberaloide y al influjo de la misma oligarquía, que ha sabido
camuflarse oportunamente, nuestra economía general se ha mantenido en un
estado de atraso por lo que dice a la función social de las fuentes de producción y a
la ley racional de consumo humano. Nuestro capitalismo, con su peculiaridad de
ineficiencia industrial, no ha procurado sino su solo beneficio y, paralelamente a su
carácter de timidez ante los riesgos de grandes inversiones que no estuviesen
respaldadas por el poder político, el Estado se mantuvo con las manos caídas ante los
urgentes problemas del pueblo” (Briceño, 1983, p. 76).
Otra de las figuras destacadas del PDV que participó en aquel ciclo de conferencias
fue Arturo Uslar Pietri. El escritor echó mano de la Biblia para apoyar sus
argumentos:
“Allá en una página del Génesis, hermosa y conmovedora, llena de idealidad
humana, está un primer ensayo de planificación económica o de ‘New Deal’, como
ustedes quieran llamarlo; un ensayo de aquel gran ministro que se llamó José, que lo
propuso al Faraón de Egipto. El primer plan económico que recuerda la historia, es el
plan de las siete vacas gordas y las siete vacas flacas. No era sino una planificación
económica que se propuso reducir el mecanismo de la vida económica de un sistema
que tuviera en cuenta la oscilación del ciclo y de la coyuntura económica e implantar
un socialismo de Estado. Es la más remota y más vieja ejemplaridad del planismo o
intervencionismo, como quieran llamarlo” (Uslar, 1983, p. 81).
El liberalismo económico planteado en términos de ausencia de control como creían
los fisiócratas antiguos franceses, fue objeto de crítica por parte del conferencista.
“La libertad entre fuertes y débiles significa la esclavitud de los débiles. La libertad
entre poderosos e infelices, significa la servidumbre de los infelices. La libertad entre
lobos y corderos, significa la muerte de los corderos” (Uslar, 1983, p.84).
Pero, eso no significaba para Uslar y el medinismo la adhesión al polo opuesto de la
ideología comunista, patentada en la Unión Soviética. El término medio estaría en la
intervención de un Estado que, aun así se declaraba liberal.
“Teóricamente, el siglo XIX y la primera guerra europea estuvieron en presencia de
dos tesis extremas: el capitalismo liberal irrestricto, y las doctrinas colectivistas y
socialistas, con la aspiración de que el Estado tome en sus manos todos los
instrumentos de producción y confine al individuo a una gestión subalterna y
sometida. Entre esas dos tesis extremas, el intervencionismo no sólo es un
expediente, sino una tentativa muy seria de conciliación y acaso el único camino de
salud que tenga el mundo para salir de éste que lo lleva de guerra en guerra hacia la
negación de la civilización” (Uslar, 1983, p.89).
Ya que se estarían sentando las bases de economías más abiertas en lo que a los
ámbitos internacionales se refiere, el orador dibujaba un escenario promisorio para
el mercado mundial:
“... y es de prever que esta posguerra traerá la afirmación de ese intervencionismo
de una manera más amplia, porque se anuncia que no será una simple cuestión de
defensa nacional, sino el traslado, la elevación al plano internacional del principio de
la intervención, para desterrar la competencia de las economías nacionales y
establecer acuerdos monetarios, comerciales y sobre libre acceso a las fuentes de
materias primas que permitan una armoniosa complementación de las diversas
economías, en lugar de la guerra económica, que empieza en competencia de
mercados y termina en ese inmenso cementerio de jóvenes sacrificados que hoy
llena el mundo” (Uslar, 1983, p. 90).
La explicación de Uslar Pietri que justificaba el papel del Estado interventor pinta un
escenario trágico de la economía rentista. Al dejar de producir internamente:
“…esta tendencia a la baja del cambio internacional, al déficit acentuado de la
balanza de comercio, si se dejara jugar libremente, al cabo de quince años
transformaría a Venezuela en un inmenso Caripito, en un vastísimo campamento
petrolero, poblado de empleados petroleros, de funcionarios públicos, de abogados,
de médicos, de comerciantes importadores y el día en que el petróleo desapareciera,
nos encontraríamos en la situación de Caripito el día en que el petróleo desaparezca:
en la situación de morirnos de hambre, en un desierto rodeado de automóviles, de
viejas refrigeradoras y de cajas de avena despanzurradas” (Uslar, 1983, p.96).
Esta cita adquiere sentido en la Venezuela de hoy, afectada por una crisis material y
moral muy delicada. Lo que parece una admonición a los que llevaban las riendas del
Estado y a los que le adversaban, se plasmó en las palabras de Uslar de esta manera:
“Esta es, precisamente, la razón por la cual, indefectiblemente, en Venezuela no hay
sino dos caminos: o dejar que la acción de la transformación económica operada por
el petróleo juegue libremente, y esto se transforme en ese gigantesco Caripito, en un
inmenso Curazao; o que se haga punto de interés nacional que el Gobierno
intervenga enérgicamente, canalice ese flujo de riqueza, lo dirija y lo obligue a
invertirse en forma reproductiva y permanente, a fin de ir creando una actividad
económica que garantice que, el día en que desaparezca el petróleo, Venezuela será
una nación normal, que podrá seguir viviendo” (Uslar,1983, p.96).
¿Cómo respondía el Ejecutivo ante la situación económica que se ha descrito? Uslar
denominaba a las políticas del gobierno como parte de un “capitalismo de estado”
necesario para los tiempos que se avecinaban.
“Este es precisamente el camino que ha tomado el Gobierno de la Nación...Estas
medidas han sido: la protección arancelaria, que ha continuado el sistema de
contingentes de importación; el capitalismo de Estado, que es muy importante en
Venezuela, y por el cual la Nación, en función de promotora de industrias y en
función de gran banquero, como irónicamente se ha querido decir por allí, ha estado
aportando dinero barato para que se funden industrias, para que se emprendan
labores agrícolas, para que algo de la riqueza petrolera quede y arraigue en tierra
venezolana; las primas de exportación, el dólar-fruto, el sistema que ha establecido
el control de cambio y que permite que Venezuela siga exportando café y cacao,
porque de otra manera se podría llegar incluso a la paradoja de importar Medellín
Excelso del mercado de Nueva York y venderlo a precio más barato del que alcanza
nuestro pasilla más inferior; y por último, la legislación obrera, el seguro social, la
jornada de ocho horas, y la protección del capital humano de la República...” (Uslar,
1983, p. 96- 97).
El tiempo y la realidad de lo ocurrido en otros países y lo que temía podía sobrevenir
en Venezuela, harían que el mismo Uslar, con otra visión del mundo, desdeñara el
capitalismo de Estado que antes propugnaba. En una conferencia dictada en febrero
de 1958 en la Asociación de Ejecutivos de Venezuela, poco más de una década
después de aquellos encuentros en el Club Venezuela y como testigo de la estructura
burocrática de Marcos Pérez Jiménez, el doctor Uslar afirmó que el:
“Si sigue creciendo ilimitadamente, Venezuela va a llegar a ser un país, no ya de
dependientes del petróleo, sino de dependientes del Estado, y ese capitalismo
monstruoso de Estado llegará fatalmente a convertirse, como en el pasado se
convirtió, en una terrible máquina de tiranizar” (Uslar, 1990b, p. 219).
Las palabras de Uslar son como un presagio de la realidad de más de medio siglo
después. El capitalismo de Estado creció vertiginosamente e hizo que la población se
convirtiera en dependiente del Gobierno venezolano con las consecuencias sociales,
económicas y políticas conocidas en el país que otrora fuera considerado el más rico
de la región.
Los otros liberales
Del lado opuesto a las políticas oficiales, estaban otros actores que entendían de una
manera distinta la conducción del Estado. Los sectores económicos se organizaron
ante las presiones del Gobierno e hicieron sus observaciones. Por eso surge la
organización patronal Fedecámaras en este período. El escritor Enrique Bernardo
Núñez escribió en el diario El Universal que un informe de la Junta de Defensa
Económica
“…rechaza la dirección del Estado en las empresas particulares, aunque acepta y
solicita su ayuda...economistas de un día no tienen inconveniente, sobre todo si
gozan de impunidad, a causar los mayores daños. Aquí se copian leyes,
disposiciones, sin detenerse mucho. Los órganos consejeros del Estado pueden estar
en manos de gente inepta, mentalidad burocrática, inspirada en los intereses
políticos del momento o en propósitos demagógicos. Mucho se ha experimentado
aquí esto... Pero también es cierto que la capacidad puede faltar del otro lado y que
‘un capitán de la industria’ defraude el apoyo del Estado” (Núñez, 1983, p. 45).
La posición de otro diario, La Esfera, dirigido por Ramón David León, también
entraba en abierta confrontación con la política oficial. Dice esto uno de sus
editoriales de primera página:
“La intervención creciente del gobierno en la esfera de las actividades hasta ahora
reservadas al capital privado son el más claro indicio de que la tesis que patrocina
una organización económica dirigida oficialmente sigue cobrando cuerpo en el país, a
pesar del fracaso de las experiencias realizadas entre nosotros. La libre iniciativa, el
estímulo de las utilidades adecuadas a la inversión y a los riesgos, y el campo abierto
a las energías y al espíritu de empresa de los particulares, están siendo acorralados
bajo la influencia de postulados teóricos que en su forma original tuvieron
motivación en los preparativos guerreros, o en la tremenda crisis capitalista iniciada
en la semana trágica del otoño de 1929” (La Esfera, 1983, p.163).
El documento periodístico no ahorra epítetos para los partidarios de la política de la
intervención.
“Nuestros ‘diletantes’ de la economía y las finanzas, divorciados de la realidad,
ajenos a la labor creadora, ignorantes de las características del medio, y sin la
suficiente cultura científica para abarcar en profundo detalle el pro y el contra de la
cuestión, se lanzaron entusiasmados a extraer de las publicaciones tecnocráticas o
intervencionistas los elementos abstractos que luego han querido convertir en
artículo de fe, validos de la subversión de las jerarquías sociales y mentales que de
unos años a esta parte ha permitido el ascenso de los incapaces a los altos cargos de
la administración y la privanza de los pseudotécnicos, cuya labor dañina para la
República ha sido constante tema de nuestra línea de conducta editorial” (La Esfera,
1983, p.163).
Aunque el editorial anuncia que la intervención ha sido llevada a cabo en otros
países de la región, la rechaza por ser contraproducente a la economía.
“Aquí, como en todos los demás países americanos donde la doctrina de la economía
dirigida viene siendo objeto de ensayos temporales que siempre desembocan en la
bancarrota del descrédito, hemos sufrido los efectos de esa moda, que no de otra
manera puede calificarse la obsesión intervencionista de quienes, incapaces para
labrarse una posición en la órbita de la libre competencia profesional, comercial,
industrial o financiera, quieren jugar con los dineros públicos para aplicar su tesis, o
entrometerse en el círculo del capital privado para desviarlo conforme a su
criterio....Y los pueblos que como el norteamericano se han aventurado por los
caminos del intervencionismo a causa de la crisis ya citada, o de la conflagración
actual, han tenido buen cuidado de mantener intactas las líneas generales de un
templado liberalismo económico, como garantía de surgimiento en los años
inquietantes de la posguerra” (La Esfera, 1983, p.163 -164).
La preocupación del periódico es patente en el tema del control de precios.
Añadiendo calificativos a los intelectuales pro gobierno, dice el editorial de La Esfera:
“La economía dirigida es un arma que arruina a los empresarios y enriquece a los
elementos del oficialismo. La facultad de imponer restricciones, o de ampliar
facilidades, puede ser aprovechada en beneficio propio según lo demuestra la
experiencia. Mientras los hombres que van a la democracia y son, por tanto, los
encargados de aplicar las normas coactivas impuestas por el gobierno en materia
económica, no prueben su superioridad sobre los ciudadanos que en pugna con las
negativas condiciones del medio han sabido triunfar y fomentar fuentes de
producción y de prosperidad general, nadie podrá creer en las ventajas de una
economía dirigida que para mantenerse sólo dispone del poder ilimitado del
gobierno, y que se nutre de las lucubraciones plagiarias de pseudointelectuales
ineptos para surgir en la lucha personal por el bienestar y la riqueza” (La Esfera,
1983, p.165).
En el mismo diario escribió sobre “Los peligros de la economía dirigida” el joven
dirigente político José Antonio Pérez Díaz. Partidario del liberalismo sin control del
Estado, el articulista cuestiona el proteccionismo que justifica la intervención oficial.
“Las libertades políticas se hacen estériles en la práctica cuando no son
complementadas con las libertades económicas, como lo demuestra los ejemplos de
Alemania e Italia, donde el intervencionismo originó dos de los más monstruosos
regímenes que recuerda la historia...Lógicamente, el individuo, al ver las trabas que
se oponen a su espíritu de empresa y sabiendo que ni su talento ni sus relaciones ni
su dinero le permitirán sacar el mejor provecho de las oportunidades, porque el
gobierno le fijará limites caprichosos a su acción, se desvía hacia las inversiones
parasitarias, como está aconteciendo entre nosotros, conforme lo demuestra el
movimiento fabuloso de las operaciones en bienes raíces, única órbita abierta al
capital” (Pérez, 1983, p. 191).
La argumentación del gobierno giraba en torno a producir internamente para evadir
las importaciones. Pérez Díaz difiere de esa idea y se inclina por las importaciones
como factor clave de la economía.
“La gran nación del Norte, proveedora de la humanidad, está lista actualmente para
atender a los pedidos del continente, pero las limitaciones establecidas por nuestras
autoridades hacen imposible que los establecimientos mercantiles se surtan en
Norteamérica. Todos los tratados bilaterales, los acuerdos comerciales firmados, son
prácticamente inoperantes si nuestro gobierno no resuelve al fin devolver la libertad
a los comerciantes” (Pérez, 1983, p. 191).
La posición del articulista es a todas luces a favor de mantener las importaciones,
cosa que rechazaba el Gobierno que buscaba romper la dependencia externa de la
economía.
Realizada esta revisión crítica a la documentación y discursos de la época medinista,
se procede a unas reflexiones finales en torno al tema.
Conclusiones
1. El gobierno de Medina Angarita podría ser el primer antecedente de un modelo de
sustitución de importaciones en Venezuela, antes de que la Comisión Económica
para América Latina y el Caribe (CEPAL) se constituyera en Latinoamérica. La
propuesta cepalina tuvo su aplicación a finales de los años 50 como una vía para
sacar a los países del continente del llamado sub desarrollo, concepto que tomaría
fuerza tiempo después de la gestión medinista.
2. Isaías Medina Angarita tomó el pulso del rumbo que llevaría el mundo después de
la guerra. Ello explicaría decisiones inesperadas como la supresión del Inciso VI que
prohibía la propaganda y actividad comunista en Venezuela, una manera de
reconocimiento a la Unión Soviética como parte de los Aliados en el tablero del
ajedrez político mundial, ya que tras la conflagración, esta potencia se repartió áreas
de influencia en el mundo con los Estados Unidos como la Europa Oriental.
3. Pero también, el general Medina supo aprovechar los nuevos espacios que se
abrían desde el gran vencedor de la contienda mundial en el sentido del
reconocimiento de la soberanía de las naciones y en la necesidad de establecer un
nuevo orden mundial. Ambos, Venezuela y Estados Unidos se necesitaban, sobre
todo, ante la posibilidad de una nueva guerra que hacía a la nación del norte más
dependiente de una fuente petrolera en manos amigas, dada la experiencia de la
revolución en México y su nacionalización petrolera de 1939.
4. Con Medina se sentaron las bases de un Estado moderno que se acoplaba a
lineamientos de instancias de las Naciones Unidas. La idea de paz necesitaba un
respaldo concreto en mejores condiciones de vida para la población a través de
políticas de bienestar que deberían fomentar los gobiernos. Por ello, se crearon
organismos como el Seguro Social, programas de vivienda y se establecieron
normativas de protección laboral a tono con criterios internacionales. Ya lo advertía
el economista J.J. González Gorrondona en el ciclo de conferencias que se celebró en
el Club Venezuela: “Las obligaciones internacionales que se desprenden del pacto de
las Naciones Unidas y Asociadas implican la prosecución de políticas nacionales a
base de objetivos comunes: trabajo total, mejoramiento económico, seguridad
social” (González, 1983).
5. Sigue siendo materia pendiente en Venezuela la superación de una mentalidad
rentista que frena la iniciativa del trabajo productivo y emprendedor como fuente de
riqueza. El aserto de hace 60 años hecho por Arturo Uslar Pietri se mantiene como
diagnóstico de la realidad del presente: “…Venezuela es como una península
económica, aislada, por el cambio, los precios y los costos, del intercambio con el
extranjero y unida a la economía mundial por un solo producto: el petróleo”. (Uslar,
1990, p. 43)
6. Las tesis del liberalismo político y económico que vieron luz en el siglo XIX han
cobrado mucha fuerza en el mundo de hoy, a pesar de la permanencia de regímenes
totalitarios que se encuentran con la resistencia democrática. En el plano económico,
hasta China, que se rige por un sistema político declarado marxista, ha aprendido
que el mercado tiene sus reglas y en menos de cuatro décadas se ha convertido en
un imperio económico gracias a su apertura al capitalismo. La conquista de la
democracia es una necesidad donde perviven sistemas dictatoriales.
7. El capitalismo de Estado que desdeñó Uslar Pietri y que vio como una verdadera
amenaza a la libertad, terminó imponiéndose en Venezuela con una alta dosis de
populismo que creó relaciones de dependencia de la sociedad con el gobierno de
turno, consolidando una estructura de control con escaso margen para la auto
sostenibildad y las iniciativas independientes.

III.- Materiales sobre Relaciones de Trabajo


Clase obrera y la política social en Venezuela (1936-1958)
LIGIA MERCEDES MOLINA DE GONZALEZ
Introducción
El movimiento obrero frecuentemente practica la política de conciliación de las
clases sociales. Por lo tanto, se puede afirmar que existe una vinculación entre dicho
movimiento, la sociedad, y los partidos políticos, los cuales deben estar
subordinados a los intereses de la clase obrera, ahora llamada clase trabajadora, en
ese sentido esta expresión generaliza, las condiciones de trabajo hacia todas aquéllas
personas que pueden ser fuente de producción. Sin embargo el entendimiento entre
las diferentes clase sociales nos va a beneficiar porque se podrá mejorar cada día
mas en pro de las mejoras valga la redundancia que realmente contribuyan al
desarrollo económico y social de nuestra Venezuela si dejar de lado los
requerimientos existente en el ámbito social.
Clase Obrera (1936-1958)
El movimiento obrero en Venezuela viene a ser el eje impulsador del desarrollo
económico y social de nuestro país. Es por hender que la clase obrera es un factor
importante en la producción nacional.
En este sentido y gracias a las transformaciones que sufrió nuestro país desde su
liberación independentista, la republica desde sus comienzos paso por muchas
etapas que marcaron con hechos la profundización de su evolución tanto económica
como social.
A finales del siglo XIX se forman los primeros gremios y sindicatos, en cuanto a la
formación de la burguesía ya en 1893, se funda la primera cámara de comercio, en
1896 se realiza el primer congreso obrero. Cabe destacar que la clase obrera en
Venezuela tuvo que pasar por muchas situaciones encontradas para poder obtener
sus logros, en 1911 se realiza la primera huelga en la fábrica de cigarrillo en valencia,
en 1914 se produce otra huelga por telegrafista por la reducción del sueldo a los
empleados públicos, en 1918 la huelga fue en el ferrocarril de bolívar.
No obstante debido a la necesidad de darle a la clase obrera un sentido y una
estructura, surgen los primeros grupos a favor de luchar por las mejoras de las
condiciones laborales y los beneficios contractuales de la clase obrera, es por ello
que nacen los gremios y organizaciones sindicales.
Movimiento sindical en Venezuela.(1936-1958)
El Derecho De Asociación Sindical La Ley del Trabajo en su artículo 400 establece:
tanto los trabajadores como los patronos tienen el derecho de asociarse libremente
en sindicatos y estos, a su vez, el de constituir, federaciones y confederaciones.La ley
del trabajo en su artículo 401 establece: Nadie podrá ser obligado ni constreñido
directa o indirectamente a formar parte o no de un sindicato.Los sindicatos tienen
derecho a redactar sus propios estatutos y reglamentos y a elegir libremente a los
integrantes de su junta directiva; a programar y organizar su administración y a
establecer pautas para realizar su acción sindical.Los estatutos de los sindicatos
determinarán el ámbito local regional o nacional de sus actividades.
Origen y panorama de las organizaciones sindicales. El movimiento obrero empezó
en Venezuela en 1936, tras la muerte de Juan Vicente Gómez y el advenimiento de la
democracia. Un año después, en el gobierno de López Contreras, las formas
asociativas e intentos gremiales que lograron sobrevivir en medio de la persecución
de la dictadura, se reúnen en un primer Congreso de Trabajadores de Venezuela.
Tras la Revolución de Octubre, en 1945, sale del mando Medina Angarita y asume el
Poder AD, lo que fortaleció las organizaciones que controlaba este partido,
superando así las dominadas por los comunistas (CUTV).La participación de los
sindicatos se empezaba a hacer manifiesta en ese entonces. Tanto, que se hablaba
de "sindicatos blancos, rojos y negros» en alusión a los colores electorales de algunas
agrupaciones políticas.En la segunda mitad del siglo, Pérez Jiménez toma el poder y
tres meses después dicta un decreto que disuelve a la CTV y sus federaciones.
Aparecen desde el poder persecuciones de diversa índole. La tortura, el exilio y la
clandestinidad se convierten en sinónimos en una constante del movimiento
sindical. Sólo las organizaciones más fuertes sobreviven, entre ellas, algunos
sindicatos nacidos bajo los auspicios de la Fraternal Unión de Dirigentes de Acción
Social Católica y del Círculo Obrero de Caracas, promovidos por el padre Manuel
Aguirre Elorriaga, El deseo de acabar con la represión dictatorial propició un sentido
de unidad, que lleva a la formación del Comité Obrero de la Junta Patriótica, que
jugó un importante papel en la convocatoria a huelga general de tres días, hecho que
culminó con la caída de Pérez Jiménez. Con la vuelta al sistema democrático, la
adscripción de dirigentes sindicales a partidos políticos entorpeció su autonomía en
el proceso de toma de decisiones. La lealtad al partido y el interés propio privaron en
numerosas ocasiones sobre las necesidades reales de los trabajadores. De esta
forma, los "sindical eros" comienzan a perder credibilidad y, en la misma proporción,
a ganar el rechazo de la opinión pública nacional.
Los primeros grupos sociales de obreros aparecen en la sociedad venezolana durante
las últimas décadas del siglo XIX; pero, la clase obrera como tal, diferenciada de otras
clases por el lugar ocupado en el proceso de producción predominante, surge y
adquiere fisonomía con la iniciación y el desarrollo en el país de las operaciones de
exploración y explotación, programadas por los monopolios extranjeros en la
industria petrolera. En la dinámica de nuestra sociedad, el obrero no se distingue
fundamentalmente del empleado, por cuanto aquél es un productor de plusvalía y
éste un distribuidor de la misma. De acuerdo con una concepción plasmada en la
legislación laboral venezolana, la separación obedecer al supuesto predominio del
esfuerzo físico en el trabajo del obrero, como esfuerzo intelectual en el empleado.
Los componentes de la clase obrera son en su gran mayoría hombres y mujeres
jóvenes. La clase obrera comprende diversos destacamentos, entre los cuales
algunos crecen constantemente. El de mayor importancia, sin ser el más numeroso,
es el proletariado industrial. En la clase obrera nacional se han producido cambios
cuantitativos de gran importancia en los dos últimos años (1999-2000), determinados
por la desincorporación de grandes destacamentos que anteriormente estructuraban
la masa laboral empresarial, la cual se ha ido despojando de un considerable número
de ellos, como consecuencia de una apreciación de transformación estructural en el
país, sin se aprecien transformaciones cualitativas al nivel de la inserción
tecnológica.
Los triunfos históricos de la clase obrera en diversas regiones del mundo, las
revoluciones sociales que han convertido al proletariado como clase gobernante,
atemorizan a los colonizadores modernos y sus aliados, las clases dominantes
nacionales, y los lleva a intensificar las actividades dirigidas a conseguir la división
del movimiento obrero nacional y así obstaculizar el desarrollo de las luchas que se
van adecuando a las nuevas necesidades del país, a las transformaciones que se
operan en él.
Para lograrlo, invierten fabulosas sumas de dinero en propaganda que confunde,
generando a la vez, los mecanismos de corrupción de algunos dirigentes sindicales.
La división del movimiento obrero y de los trabajadores en general, es una finalidad
permanente, que se expresa con toda nitidez en la estructura de los maestros y
profesores, donde siete agrupaciones, con distintos colores partidistas, luchan por el
predominio contractual. Betancourt, desde la jefatura del gobierno, hizo de los
dirigentes sindicales afiliados a Acción Democrática, los difusores del reformismo
entre los efectivos del movimiento obrero nacional.
Resultado de estas gestiones fue lo que se conoció como la "paz laboral", establecida
mediante la celebración de contratos colectivos de trabajo de larga duración, que
eliminan, en lo legal, situaciones conflictivas entre patronos y trabajadores durante
dilatados períodos, al encontrarse los sindicatos jurídicamente incapacitados para
luchar (a través de contrataciones colectivas, se fue ajustando el tiempo de duración,
hasta lograr revisiones de contrato cada dos años, tanto al nivel de la empresa
Cuando se operan despidos masivos en la industria, se cree que es producto de los
cambios tecnológicos, por la incorporación de máquinas que cumplen función de
producción, lo que anteriormente realizaba un grupo de trabajadores; pero en
Venezuela, se aprecia que la maquinaria aún es obsoleta.
Las atribuciones y finalidades de los sindicatos, De acuerdo al Art. 408 de la L.O.T. Los
sindicatos de trabajadores tendrán las siguientes atribuciones y finalidades:
Protección y defensa de los intereses profesionales y gremiales.
Representación en las negociaciones, conflictos y procedimientos de conciliación.
Vigilancias en los cumplimientos de las normas de higiene y seguridad industrial, en
la defensa del medio ambiente, en las normas protectoras de los diversos sectores
del colectivo laboral.
Creación de formas de mejorar económicamente a los asociados (caja de ahorro,
cooperativas etc.)
De acuerdo al Art. 409 de la LOT. Los sindicatos de patrono tendrán las siguientes
atribuciones y finalidades:
Proteger y defender los intereses generales de sus asociados ante los organismos y
autoridades publicas
Representar a sus miembros en las negociaciones y conflictos colectivos de trabajo, y
especialmente en los procedimientos de conciliación y arbitraje.
Promover, negociar, celebrar, revisar y modificar convenciones colectivas de trabajo.
Representar y defender a sus miembros y a los patronos que lo soliciten, aunque no
sean miembros del sindicato, en el ejercicio de sus intereses y derechos individuales,
en los procedimientos administrativos que se relaciones con el patrono y en los
judiciales, sin perjuicio de los dispuestos en la Ley de Abogados, y en sus relaciones
con los trabajadores
Realización de programas de educación técnicas y profesional así como preparación
de estudios y proyectos que mejoren la vida profesional o la vida económica de la
nación
Vigilar el cumplimiento de las normas destinadas a proteger a los trabajadores, la
maternidad y la familia.
Estructura y política de los sindicatos. (1936-1958)
Es evidente que no toda lucha de los trabajadores se ha de expresar necesariamente
a través de los Sindicatos. Éstos, además, pueden transformarse en instrumentos
que utiliza el sistema para bloquear la lucha obrera. Por otra parte, no puede
ignorarse la importancia que reviste la organización sindical. Una línea correcta de
acción sindical, según nuestro enfoque, sería la de no despreciar las luchas
reivindicativas, como medio de presión, no siendo éstas las de definición estratégica,
porque conduciría a una lucha economicista, contraria a la proyección democrática
de participación popular. Es necesario combinarla con mecanismos de proyección
política transformadora. Para ello es imperioso elevar el nivel de conciencia obrera a
través de las luchas reivindicativas, en la medida en que éstas ponen de manifiesto
que no bastan para lograr un auténtico avance hacia una proyección cultural, social,
económica, política.
En las profesiones: poco a poco el sindicalismo se va uniendo según ramas
ocupacionales formando federaciones regionales y confederaciones nacionales, con
lo cual aumenta su capacidad de negociación en orden a la defensa de los intereses
de los trabajadores; En la economía nacional: como consecuencia de lo indicado
anteriormente, el Estado se ve obligado a tener en cuenta a la fuerza sindical; el
Estado y los Sindicatos se relacionan, tanto en problemas que conciernen a la política
económica nacional, como en lo que se refiere a los intereses de la clase trabajadora.
La discusión obrero-patronal pasa a ser una discusión obrero-estado: paritaria, y la
discusión de los convenios colectivos de trabajo, son un ejemplo del ámbito en que
operan los sindicatos en esta nueva fase.
La clase obrera petrolera (1936-1958)
Debido a la explotación del oro negro (petróleo) en Venezuela existieron muchas
transformaciones sociales todo esto ocasionado por el impacto que tuvo dicha
explotación de este recurso. Sin embargo gracias a esos cambios surgen nuevas
clases sociales que vienen a conformar el esquema social de Venezuela, dentro de
estas clases podemos mencionar: a. los capitalistas extranjeros, b. capitalista
nacional, c. la clase obrera, d. otros trabajadores, c. y las masas marginales. En este
sentido uno de los aspectos más importante en el desarrollo de la explotación
petrolera fue el crecimiento de la clase obrera que aumento de 70.000 en 1920 a
14.000 para 1936. El desarrollo para 1936 era del 13% de trabajadores, no obstante
el apoyo que dieron los estudiantes y otros sectores, se pudo continuar el desarrollo
en materia petrolera.
La estructura social en Venezuela (1936-1958)
Durante la época de transición (1936-1958) Venezuela experimentó drásticos
cambios sociales al aparecer la novedosa industria petrolera se comienza un proceso
de ización y urbanismo en los indicadores básicos de calidad de vida y desarrollo
humano. En términos sociales, se dibuja un nuevo perfil de la sociedad venezolana,
las clases medias adquirieron un mayor protagonismo, se desarrollaron programas
sociales en el área de educación, salud y vivienda que mejoraron la calidad de vida
de la población, caracterizado de la forma siguiente:
En el período post-gomecista (1936-1941) el Estado asignó una nueva significación a
los derechos laborales y a las campañas masivas de orden sanitario.
En el Período 1941-1945, la preocupación por los temas señalados anteriormente se
convirtieron en uno de los emblemas más representativos del gobierno de Medina
Angarita.
Algunos de estos cambios en el papel del Estado se expresaron en la Constitución de
1947, que consagraba amplios derechos sociales que fueron desarrollados durante la
breve experiencia democrática del período 1945-1948. El golpe de Estado de 1948
interrumpió este proceso de desacelerar los objetivos sociales programados para tal
fin.
Características socio-económicas: Para la época de transición la población total
venezolana en 1936 era de más de 3.5 millones de habitantes; a partir de la década
de 1940 esta situación cambió. El auge de la Explotación petrolera y el inicio de los
procesos de expansión urbana y desarrollo industrial, produjeron un incremento de
la población total, así como un aumento sostenido de su tasa de crecimiento natural,
y una transformación en la estructura interna de la relación población urbana-
población rural, modificando el paisaje demográfico y cultural del país.
En tal sentido, la población venezolana entre los años 1936 a 1957 mostró variación
en sus ocupaciones, como lo demuestra el siguiente porcentaje relativo:
a. En el sector agropecuario, un52%
b. En hidrocarburos y minería, un3,5%
C .En manufacturas, un 13,2%
d. En energía un 1.2%, en construcción, un 3,4% en transporte y comunicaciones, un
2%.
e. En comercio y finanzas, 7,8%.
f. En servicios varios, un l4.7%.
Que se puede decir, que en los años de transición la sociedad venezolana presentaba
una estructura establecida en clases. Realmente la conformación social establecida
en clases no era más que una interpretación de las características que presentaba la
sociedad de la época, resaltando cada uno de estos estamentos, tal como se
evidencia en la pirámide social Siguiente:
Esta clasificación se puede englobar en tres grandes grupos: Clase Alta, Clase Media y
Clase Baja.
Pirámide las clases sociales de la época
El desenvolvimiento de la estructura social venezolana de la época (1936-1941)
después de conformarse el estamento social, estuvo relacionada con el surgimiento
de diferentes organizaciones y movimientos que buscaban alcanzar mejoras en su
nivel de vida, el cual debido al auge de la explotación petrolera mucha gente del
campo tuvo que migrar a los centros urbanos, resultando con esto más cordón de
miseria, superpoblación, falta de vivienda, abarrotamiento de los servicios de salud,
educación y otros. Surgimiento de las Organizaciones Empresariales, Sindicales y de
Función Social.
A lo largo del siglo XX, especialmente entre los años 1935 a 1958, la sociedad
venezolana no fue un conglomerado caracterizado por la tranquilidad y la calma, ya
que sufrió importantes modificaciones. El problema socio – económico fue uno de
los factores más resaltantes de la época, los grupos sociales que buscaban mejores
opciones para la defensa de sus intereses, resolvieron establecerse en organismos
para que, a través de ellos, se lograran conseguir las mejores oportunidades en la
defensa de sus derechos.
Organizaciones Empresariales: En los primeros diez (10) años, (1937-1947) surgieron
diferentes organismos privados de naturaleza económica que establecieron un
trabajo común. Las organizaciones más importantes para ésta época fueron Las
Asociaciones de Comercio y Producción: creada por los organismos de producción y
comercio para responder con la política económica iniciada por el gobierno de
Medina Angarita, sin embargo, en el país ya venían funcionando las llamadas
Cámaras de Comercio, las cuales representaban a la burguesía mercantil del país,
éstas funcionaban como el único organismo fuerte del país, ya que otros sectores
como los latifundistas no tenían gremio que los representara, primero por su
desorganización y segundo por la desigualdad existente entre éstos y los sectores del
campo y los artesanos. Las condiciones generadas por la segunda Guerra Mundial y
bajo el proteccionismo del Estado, empezó a desarrollarse la burguesía industrial,
con el fin de proteger y defender los intereses de este sector.
El 17 de Julio de 1944 se instala en Caracas la Convención de Cámaras y Asociaciones
de Comercio, en donde se reunieron todos los sectores económicos del país, allí se
trataron todos los temas relacionados con el abastecimiento, el alto costo de la vida,
política fiscal y monetaria, los problemas ocasionados por la inflación y otros. Al
poco tiempo de esta primera convención, las asociaciones resolvieron denominarse
Federación de Cámaras de Comercio y Producción – Fedecámaras, este organismo
empresarial reúne en sí a todos los grupos económicos organizados del país,
interviene en todo lo relacionado, al orden empresarial y económico es el órgano
patronal más poderoso que existe en Venezuela. A FEDCÁMARAS pertenece: la
Banca Privada, el Alto comercio, las diversas empresas que operan en el país y los
diversos consorcios petroleros.
El surgimiento de un movimiento obrero organizado y de un sistema de organización
laboral y sindical moderno en Venezuela fue relativamente tardío.El inicio de la
explotación petrolera a comienzos del siglo XX, significó para el país el ingreso en las
formas de producción y de organización propias del capitalismo. Sin embargo, el tipo
de economía y el intenso control que las empresas extranjeras ejercían sobre la
sociedad rural de la época, permitieron un bajo nivel de autonomía en el
funcionamiento del modelo económico y político, y por tanto las escasas luchas
obreras eran manifestaciones espontáneas sin una
Durante esos años (1936-1937) se produjeron 15 conflictos huelguistas en defensa de
las libertades individuales y la contratación colectiva. Esta organización sindical
estuvo impulsada por los nacientes partidos políticos en todos los rincones del país y,
como resultado del Primer Congreso Venezolano de Trabajadores, se dio origen a la
Confederación Venezolana de Trabajadores (CVT) hoy (CTV), la cual consiguió reunir
en sus inicios a más de 125000 trabajadores, cifra significativa para la época. Al
finalizar el gobierno de Eleazar López Contreras, la Confederación Venezolana de
Trabajadores fue disuelta, la primera gran huelga petrolera se suspendió y los
nuevos partidos democráticos y sus dirigentes pasaron al exilio o a la clandestinidad.
Conclusión
A través de la historia el orden social ha sido factor importante para alcanzar los
objetivos que contribuyan al desarrollo de un país o una nación. Sin embargo la
población en Venezuela para el año 1854 se dividía en, el 80% de sus habitantes
Vivian en zonas rurales, solo un 15% en centros poblados, la mayoría de los ingresos
provenían de los impuestos, para ese entonces la producción del país era el café,
cacao, caña de azúcar, algodón, leguminosas, cereal entre otros. Cabe destacar que
la explotación petrolera dio una nueva dirección en campo productivo del país,
incrementando la clase obrera y movilizando a la gente y creando nuevas fuentes de
trabajo e ingreso fortaleciendo el sector industrial, y a su vez formando una
economía más solida que iba a repercutir en el desarrollo tanto económico como
social.
En ese sentido la clase obrera o trabajadora viene hacer el motor impulsor del
aparato productivo del país, sin ellos no se hubiera podido lograr el progreso
económico y social en Venezuela, es por ello que el estado debe cada día mejorar su
estatus y beneficios tanto laborales como social.
El Liberalismo Autóctono

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