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“Taller de Cine”

Colección dirigida por Gabriel García Márquez


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/
Taller de guión de
GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ

ME ALQUILO PARA SOÑAR

E.I.C.T.V.
OLLERO & RAMOS, EDITORES
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ÍNDICE
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1997 Presentación 9

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0' Dieciséis sesiones creativas 13
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© Gabriel García Márquez, 1995.
© De esta edición, 1997: Argumento final 115
NingunaInternacional
Escuela parte de esta de
publicación puede ser reproducida o
Cine y Televisión.
San Antonio de los Baños (Cuba) permiso previo, y por escrito,
registrada -por medio alguno- sin el Escaleta 131
de los titulares del copyright.
Ollero & Ramos, Editores, S.L.
Cuesta de Santo Domingo, 3 -28013 Madrid- Guión del capitulo final 159
Ilustración de cubierta:
© Eugenio Granell. Cacique tribal. Participantes en el Taller 217
(1969; 21,5 cm)

I.S.B.N. 84-7895-065-6
D.L. M-2929-1997
Impreso en España por Grafur, S.A.

Distribuye Plaza y Janes Editores


PRESENTACIÓN

Mi recorrido por el universo de Alma, la mujer que se alquilaba pa­


ra soñar, fue inverso al proceso que condujo al guión cinematográfico
de Me alquilo para soñar, depurando la información hasta llegar a la
fuente de la obra audiovisual. Por azar vi primero la serie en capítulos,
destinada para la televisión. Luego leí las sesiones completas del taller
de dramaturgia que dictó Gabriel García Márquez en la Escuela Inter­
nacional de Cine y Televisión de La Habana, y pasé un buen rato edi­
tándolas y adaptándolas al formato en que ahora se presentan en este
libro. Al concluir, tomé los Doce cuentos peregrinos, leí el cuento Me al­
quilo para soñar, y finalmente, en un compendio de notas de prensa, la
crónica homónima.
El procedimiento mediante el cual cobró vida la teleserie, fue con­
trario a mi visionamiento y lecturas: los guionistas elaboraron un mun­
do, complejizaron relaciones y sumaron personajes a partir de una idea.
García Márquez ni siquiera propuso a los talleristas la lectura del
•cuento o de la nota de prensa. Simplemente les expuso su idea, con
unas reglas muy específicas: convertir en guión la historia de una
mujer que llega a una casa, ofrece sus servicios de soñadora y elimi­
na a los miembros de la familia —guión en cinco o seis capítulos
que sería vendido a la televisión y que, entre todos, debían redactar
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en un mes. A partir de allí, reinaría el flujo creativo bajo su guía y sajes de mayor interés, al igual que el proceso en que los personajes van
la del guionista brasileño Doc Comparato. ganando volumen, rasgos y hasta nombres, con el aporte de todos. Un
En el transcurso de las sesiones, se puede apreciar la manera como buen ejemplo es el de Angel, quien, de gris figura, pasa a ser —en el
se van conjugando los distintos elementos del relato, a la vez que se re­ guión final de Ruy Guerra y Claudio McDowell— el principal anta­
velan “secretos” de la creación. Por ejemplo, en la segunda sesión, cuan­ gonista de Alma, más aún que la prevista, la tía Amparo.
do Comparato pide que le relaten la trama, lo que le narran es la Segundo, al tratarse de la adaptación de textos pre-existentes, y a
tradicional “sinopsis”, que reduce a un par de frases el qué, el porqué y pesar de que los talleristas nunca manejaron directamente los origina­
el cómo; mientras que las respuestas a las agudas preguntas de los dos les, las sesiones reviven la vieja polémica de las versiones fílmicas de
asesores, van armando el “argumento”, esa fase de la creación en la que obras literarias. Por un lado, el rigor y el respeto del mismo García
aún no hay límites y en la que el redactor puede aportar todo lo que su Márquez hacia su relato —el cual preserva o amolda, según la riqueza
imaginación le sugiera. de las propuestas—, confirma la responsabilidad que tiene el guionis­
Una enseñanza más directa es cuando García Márquez expone la ta hacia sus fuentes. El autor debe tener la misma actitud frente a una
importancia de la escaleta, verdadera espina dorsal de la creación: en idea original, un texto literario, un chisme callejero o una noticia: to­
unas cuantas líneas, en una o muy pocas páginas, el creador puede ob­ dos tienen el mismo peso. Por otro lado, la libertad con que el autor
servar las relaciones, las actitudes, las frecuencias, los ritmos, el tono. permite que el original (ambientado en Europa) sea alterado, reafirma
Una y otra vez, se hace referencia a la escaleta como guía del desarro­ la tendencia a asumir las versiones fílmicas como ámbitos completa­
llo del guión, y para devolver a los talleristas a la cordura cuando caen mente libres y autónomos, con reglas propias y al margen del original.
en el fascinante delirio creativo. También se habla de la importancia de La suma de estos dos aspectos nos lleva al tercero: la lectura del li­
los nombres, de las ciudades y de los límites que impone cualquier ti­ bro abre otras perspectivas a la redacción de guiones, contribuyendo a
po de producción. romper, de alguna manera, la acepción férrea del libro cinematográfi­
Además del humor que encontramos en varios momentos de la co, del temido “guión de hierro”, hacia una noción más abierta a la
lectura de las sesiones, uno de los “puntos serios” más emocionantes dramaturgia cinematográfica alternativa.
es cuando Gabriel enfrenta a Doc, defendiendo, reivindicando y dan­
do libre curso a la fantasía. Asimismo, hay momentos de gran inspi­ Edgar Soberón Torchia
ración, como aquél en que Eliseo Alberto Diego logra enlazar todos 15 de septiembre de 1994
los cabos de la historia, y la conduce al final lógicamente mágico.
Creo que hay tres aspectos que sobresalen en la lectura de este li­
bro: primero, el valor del trabajo colectivo —al menos, en la fase pre­
via a la redacción del guión. El beneficio de la clásica “descarga de
ideas” (brainstorm) queda demostrado a plenitud en los intercambios y
discusiones que mantienen todos los participantes del taller. El debate
en torno a la entrada de Alma en casa de los Morán, es uno de los pa­
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DIECISÉIS SESIONES CREATIVAS
SESIÓN UNO: Miércoles 4.XI.1987

GABO.— Empecemos por establecer las bases: vamos a hacer un tra­


bajo comercial, que se va a vender y en el que todos tendremos crédi­
to. Los derechos serán para la escuela.
LUIS Alberto.— Y ¿qué haremos? ¿Una serie?
GABO.— Tenemos que decidir entre seis y doce capítulos. Todo de­
pende de cómo se resuelva y de cómo se cuente. Pero no quiero empe­
zar hasta que estén todos y sobre todo Doc Comparato, aunque le
tengo miedo, pues nos resuelve toda la trama en una mañana.
Prefiero que no lean el cuento, Me alquilo para soñar. Esto podría su­
ceder en cualquier ciudad de América Latina. Puedo adelantar esto: una
mujer llega a una casa, no sé todavía con qué pretexto, y tiene que dor­
mir allí. La casa pertenece a una familia que nosotros tenemos que
construir. Todo ocurre alrededor de este encuentro.
El hecho es que ella, a la mañana siguiente en el desayuno, le dice a
la niñita que no debe ir a la escuela ese día porque tuvo un sueño, que
ella se alquila para soñar y que, como durmió en esa casa, soñó cosas
referentes a ella. Y resulta que el autobús en que va la niñita a la es­
cuela, se incendia ese día.
Luis ALBERTO.— Si la niñita muere, todo arranca en un tono trágico...
Gabo.— Es cierto. Pero con ese principio, los espectadores se
quedan atornillados en la silla. Además, gracias a esto la familia no
deja ir a la mujer sino que la incorpora, y cada mañana ella regla­
menta el día de todos. Se me ocurre que sea una familia de seis y que
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en cada episodio destruya a uno, quedándose al final con todo. Qui­ LUIS ALBERTO.—¿Cómo empezamos?
zá viene de muchas partes, de muchas ciudades donde ya hizo eso. Gabo.— Tenemos dos días para cada episodio. Lo planeamos un
Pero tiene que ser todo muy sutil. Es decir, que no quede claro si sue­ día y lo confeccionamos al otro. Tienen en qué pensar hasta mañana.
ña o no sueña. SUSANA.— Será mejor ponernos a soñar.
Tenemos un mes completo a partir de hoy. Tenemos que establecer
el método de trabajo. En las mañanas definimos los capítulos y des­
pués vemos cómo los escriben. Lo importante es saber a qué persona­
je le toca en cada episodio, de manera independiente.
ELISEO.— Como en Los diez negritos de Agatha Cristhie.
Gabo.— Lo primero es definir la escaleta: la escaleta es el gran des­
cubrimiento de la creación. Con ella toda historia tiene el número de
episodios que uno quiera.
ELISEO.—Si nos hace falta, inventamos otro miembro de la familia.
Gabo.— Eso es lo que yo quiero: usar deliberadamente todos los
elementos convencionales de la telenovela.
Luis Alberto.—Un personaje tiene que estar fuera de la familia, un
curioso tiene que ver que en esa casa algo ocurre...
Gabo.— Sí, tiene que haber un adversario, alguien que diga: “Pe­
ro están locos. ¿Qué hace esta señora aquí?” Yo aún no veo cómo la
mujer entra a la casa.
LUIS ALBERTO.—Me la imagino como una mujer muy normal, co­
mo uno de esos vendedores que son rechazados, pero que inexplica­
blemente entran y se sientan. Tal vez no llegue vendiendo sueños pero
sí cualquier otra cosa.
Gabo.— Nunca se debe saber si realmente sueña o no. No pueden
darse demasiados datos, sino mantener la ambigüedad. También tuve la
idea de que viniera con un maletín vendiendo un producto, pero no quie­
re decir que sea lo mejor. La idea tiene que ser lo más natural posible.
MANOLO.— Y ¿todo tiene que ser un sueño? Ella puede ver tam­
bién, ¿no?
Gabo.— No, no, no, ella no es una adivina. Los sueños tienen la
ventaja de que nunca sabemos si son verdad o son mentira.
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SESIÓN DOS: Jueves 5.XI.1987

pOC.— A ver, Andrés, cuéntame la historia, por favor.


ANDRÉS.— Se llama Me alquilo para soñar. Es sobre una mujer que
entra a donde vive una familia de seis y, usando sus sueños, se queda
con toda la casa.
Gabo.— Nunca se sabe si sueña realmente. No se sabe nada de su
realidad, pero en cada capítulo elimina a un miembro de la familia.
DOC.— ¿Cuántos episodios?
Gabo.— ¿Cuántos te parecen?
DoC.— Seis.
Gabo.— Ella va usurpando los derechos de cada uno...
DoC.— ¿Quién es esta mujer que sueña?
Gabo.— No sabemos de dónde viene. ¿Es extranjera? ¿Habrá hecho
lo mismo varias veces en la ciudad?
Doc.— ¿Quién se le opone?
Gabo.— Precisamente ayer hablábamos de eso. Hay que introducir
a alguien, una tía, no sé, alguien que diga: “¿Pero qué está pasando en
esta casa?”
Luis Alberto.— Además la gente de la casa tiene que tratar de re­
sistírsele en un momento.
Doc.— ¿Dónde sería? Saber la ciudad facilita todo. Uno traba­
ja en base a la situación específica de una ciudad, con sus clases so­
ciales fundamentales, con lo que tiene de diferente. Una ciudad
grande, no puede ser chica porque entonces se sabe cualquier cosa.
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Gabo.— México es una ciudad a la cual está entrando un millón de GABO.— ¿Por qué no comenzar con un documental de México?
personas al año. Tiene 20 millones de habitantes y este año va a llegar ARTURO.— De ese millón de personas que llega...
otro millón a buscar empleo. ¡Imagínense cuántos sueños es capaz de Doc.— Y este documental estaría dentro de la historia; sería la pri­
inventar cualquiera en una ciudad así! mera escena. Se puede presentar a la familia ante la televisión.
DOC.— ¿Vamos a trabajar con exteriores o con interiores? Debemos Gabo.— ¿Presentar a la familia primero?
ver si vamos a tener, por ejemplo, un 40 por ciento de exteriores y un DOC.— Tenemos tres cosas para presentar: México, la familia y la
60 por ciento de interiores... mujer.
Gabo.— Eso lo veremos después, porque si no sabemos qué pasa Gabo.— Sí, una ciudad que ya sabemos cómo es; y una mujer y una
todavía, menos sabemos qué pasa dentro y qué pasa fuera. familia de las cuales no sabemos nada.
DOC.— Es que tenemos que establecer los límites de la producción. DOC.— Yo propongo trabajar un poco a la mujer.
Gabo.— Tratemos de no autolimitarnos más de lo que nos limita­ Gabo.— Siempre hay una cosa que ayuda mucho: pensar en quién
ría un productor. sería el intérprete del papel. Cada persona se imagina de un modo dife­
DOC.— ¿Con cuántos actores vamos a trabajar? rente al personaje. ¿Quién podría ser? En el mundo entero...
Gabo.— Piensa en una familia. Yo no creo que al final haya más de Doc.— Irene Papas.
quince por muchos que pasen por aquí... Gabo.— Irene es demasiado fuerte. Irene entraría y no diría que se al­
SUSANA.— Pero en los sueños puede haber más personajes. quila para soñar, sino: “Tú para allá, tú para acá, tú te vas para el carajo...”
Gabo.— No, nunca vemos los sueños. LUIS Alberto.—Yo la veo como Meryl Streep, frágil pero sin ima­
DOC.— Ésa es la estructura dramática, la forma dramática que vas ginarte que puede terminar controlando la casa.
a presentar. Entonces, no hay sueños. Arturo.— Por esa fragilidad puede parecer soñadora, pero es muy
Gabo.— Es que casi siempre los sueños en las películas parecen anglosajona.
muy elementales y es porque los sueños no se pueden filmar. En la li­ Doc:.— Estamos confundiendo fragilidad personal con fragilidad
teratura son difíciles. Tienen que ser simples, pero cuando los meten psicológica. Entonces... tiene cuarenta años, es blanca.
en las películas, la tendencia es a complicarlos más que en la realidad. SUSANA.— Yo me la imagino gorda. Las mujeres gordas son muy
En cambio, hablar de ellos, contarlos, es más misterioso que verlos. esotéricas.
Eso sí que es una maravilla: hablar de sueños. En todas las casas, cuan­ Gabo.— Digamos que no es flaca. La metemos en todos los pro­
do existían familias, la conversación del desayuno era siempre los sue­ medios: medio vieja, medio gorda, medio vulnerable, clase media. A
ños. Ahí tienes otra limitación: el momento clave de cada episodio es fuerza tiene que hablar mucho, porque si no, nos quedamos sin acción,
siempre el desayuno, pues es la hora de contar los sueños y de saber ya que aquí las acciones son las palabras. Yo no creo que ella se distin­
qué se hace en el día y qué no se hace. Todas las decisiones cotidianas ga por ser muy habladora, pero nos permite hacer diálogos donde se
se toman en base a los sueños de esta mujer. hable de sueños, de misterios, de presagios. Lo que ella llega a ganar,
LUIS Alberto.—Estaba pensando que, si es en México, es muy bue­ no lo gana por bondad ni por capacidad de seducción, sino por el te­
no porque México es una ciudad que, vista desde arriba, no tiene final. rror, prácticamente.
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Luis Alberto.— Pero tiene que haber un momento en que esa fa­
GABO.— Lo que no quiero es que esté en una oficina sino que ha­
milia sienta que tenerla a ella es casi una bendición, un bien.
ga cosas.
GABO.— Claro, si le salva la vida a la niñita. Pero ella es un mal ne­ Andrés.— La Bolsa.
cesario, es un mal bendito, si se quiere. Es decir, no debe ser maternal Gabo.— En México la Bolsa es un desastre. Ese es un drama para
sino cruda. varias telenovelas.
Luis ALBERTO.—Como para decir sueños terribles. ANDRÉS.— Además, hay que recordar que él no es un empleado, si­
GABO.— El principio es que la profecía siempre está cifrada, para no que tiene una fortuna.
que no se derrote a sí misma. La profecía se descifra después, se cla­ SUSANA.— Puede ser político y de repente ella sueña cosas relacio­
rifica por completo. Yo no creo que ella cuente los sueños, sino que nadas con la política, que es tan cifrada como los sueños.
dice: “Soñé que había una nube negra en el cielo. Hoy no debes ha­ GABO.— Eso es muy complicado. Necesitamos una profesión origi­
cer tal cosa o tal otra.” Además tenemos que preguntarnos por qué nal, visual y arriesgada. Que no sea piloto, porque los que le tenemos
escoge a esta familia y no a otra, para poder saber cómo la movemos. miedo al avión pensamos que la profesión de piloto es arriesgada y los
Además, ella no llega directamente a soñar, sino a otra cosa. pilotos se mueren de risa. Con Ruy Guerra escribíamos el guión de Fá­
ELISEO.— Ella soñó con esa casa. bula de la bella palomera y el problema era buscar el oficio del marido
GABO.— Fíjense en lo que dice Lichi. Ella puede decir: “Vengo aquí de ella. Ya a punto de renunciar se nos ocurrió que fuera el clarinetis­
porque soñé que debía venir aquí.” Inventa que soñó que debía venir ta de la banda del pueblo. Eso lo resolvió todo, porque ella y su aman­
a esa casa, porque es un ángel protector mandado por la divina provi­ te se acuestan mientras están oyendo la música en la plaza y, cuando
dencia, y cuando tiene que irse no la dejan ir, pues la familia conside­ ésta se acaba, ella sale corriendo para su casa porque sabe que viene el
ra que le cayó la lotería. Y ella advierte: “Yo me quedo, pero puedo salir marido. Eso es lo que estoy buscando. Es decir, algo que esté realmen­
cara.” Y le dicen: “No importa.” te integrado a la historia y que se oiga, que se vea, que se pueda foto­
DOC.— El no dejarla ir debe ser la última escena del primer epi­ grafiar. El tipo tiene un negocio grande que parece legítimo pero no lo
sodio. es. Es por eso que la mujer lo escoge, lo descubre y lo atrapa.
Gabo.— Pero ya tienen que haber sucedido muchas cosas. Para eso MANOLO.— ¿No puede ser policía?
tenemos que escoger una familia real. Gabo.— No, porque la pone presa.
ELISEO.— ¿Los personajes serían los típicos de la familia? MANOLO.— Narcotraficante.
Doc.— Señor, señora... GABO.— Bueno, ya veremos, no podemos resolverlo todo en un
// día. Pero la idea es que el tipo tenga su punto vulnerable para que ella
GABO.— Es muy simétrico eso.
Elíseo.— Un viudo. lo maneje.
GABO.— ¿Qué oficio tiene?
Doc.— ¿Y si es una familia española en México?
Gabo.— En México hay muchos refugiados españoles. Es lo más
Doc.— Director de una empresa.
natural. Tendría que ser una familia de refugiados más mexicanos que
Gabo.— No sé... Algo más visual.
españoles.
Luis Alberto.—Y riesgoso.
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Doc.— ¿Y quién es la señora que está fuera de la casa? sabe lo que eso cuesta. Debe haber dos criadas además, muy familiares.
ELISEO.— La hermana del señor. SUSANA.— Una cocinera y un ama de llaves.
Gabo.— Necesitamos un hijo que trabaje con él o que no trabaje. GABO.— Puede haber un ama de llaves desde los tiempos de la que
Doc.— Que tenga quince años. se murió. Que sea también protagonista, que sienta que la que llega es­
Gabo.— Entonces, ¿cuántos tiene él? ¿Cuarenta? ¿Cuándo murió la tá reemplazando a la que no ha venido.
madre? DOC.— Está enferma y por eso está la otra sirvienta.
LUIS Alberto.— Murió en el parto de la niñita. Eso siempre pasa GABO.— Pero entonces ella le pide a esta mujer que sueñe algo pa­
en las telenovelas. ra curarla. Todos tienen que depender de esta mujer.
Doc.— Tiene también otra hija... ANDRÉS.— Y ¿si el chofer y la cocinera son un matrimonio, y espe­
Susana.— De dieciocho años. ran un niño?
Luis ALBERTO.— Sí, una adolescente. DOC.— Y ella es hija del ama de llaves...
Gabo.— Sí, típica, que le meta música a esto. GABO.— Puede ser... Ahora, ¿cómo es el escenario de la casa? La ca­
LUIS Alberto.— Yo siento que nos faltan un par de personajes sa es muy importante. Hubo un momento en que yo veía la historia
adultos en esa casa. enteramente dentro de la casa, pero no es necesario. Yo creo que es me­
Arturo.— Gente de servicio. jor darle su aire.
Gabo.— Sí, porque hace falta ver también cómo ella mantiene con­ Luis ALBERTO.— Esa casa tiene que tener una personalidad, porque
trolada a la gente de servicio. ése es el imperio que ella va a ganar.
Doc.— ¿No hay ningún adulto varón en la familia, además del señor? Gabo.— Vamos a hacer una síntesis. Tenemos la ciudad, la familia
Gabo.— Un hijo de tipo ejecutivo, de corbata, de saco. y la señora. Entonces, ya podemos pensar en estructurar el principio.
Doc.— Podría ser un cuñado, pero me parece muy complicado. Doc.— Yo creo que la niña no debe morir en ese accidente de óm­
Gabo.— Entonces, que sea el mismo hijo. El viudo ya le entregó el nibus. Con las quemaduras queda con el rostro cubierto hasta el fin del
negocio y está dedicado ahora a su vida de amantes. episodio.
ANDRÉS.— ¿Es mayor entonces? Gabo.— A mí me gustaría que ese accidente fuera un hecho que,
Gabo.— El hijo puede tener de veintisiete a treinta y dos años. Pe­ por razones extrañas, resulte afortunado... Bueno, para la próxima oca­
ro entonces, ¿cuántos años tiene el papá? De cuarenta y ocho a... ¿cin­ sión vamos a pensar en todas las profesiones posibles para el viudo. Yo
cuenta y dos? Es gordo y tiene un anillo de diamantes y un cinturpn quiero una profesión que suene o que se vea.
con hebilla de oro. Doc.— Son diez personajes. Vean cómo es cada uno. A los mexi­
Doc.— Y el hijo, ¿puede ser casado? canos les pediría que escribieran algo sobre la ciudad de México.
ANDRÉS.— No necesariamente. Gabo.— El gran reportaje que se puede escribir. México tiene una
Gabo.— Lo que sí hay es un chofer, de esos choferes antiguos que se gran ventaja para esta historia y es la movilidad social. Puede ser cual­
meten en todo y que son cómplices de los señores con las amantes; el quiera el origen, el más poderoso de México puede haber nacido en
que se las lleva y se las trae. Es un grave error que él comete, porque no donde sea. Cualquiera puede ser cualquier cosa.
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SESIÓN TRES: Viernes 6.X1.1987

SUSANA.— “Estamos en la ciudad más grande del mundo. Sus 20


millones de habitantes tienen una coexistencia más o menos pacífica.
Aquí no hay guerra civil, pero hay violencia esperando detrás de cada
puerta. La ciudad de México tiene el estigma de la ciudad del conquis­
tador; la provincia es la tierra de los conquistados. I.a ciudad es un ac­
to de poder, objeto de las expectativas de todos. En ella está el gobierno,
las cárceles, un gran porcentaje de las fábricas, la cuarta parte de la po­
blación del país. El terremoto resquebrajó su poder, disminuyó los em­
pleos, los servicios, la vivienda; familias enteras de damnificados viven
en un cuarto después de perder sus casas en unos segundos. Pero la ciu­
dad sigue creciendo. Cada año llegan a ella un millón de personas en
busca de trabajo. Hay que imaginar la capacidad de invención que tie­
nen los desempleados para buscarse un medio para sobrevivir. Hay pa­
yasos y tragaíuegos, hay mujeres que se alquilan para dormir y hay
mujeres que se alquilan para soñar.
Doc.— ¿Escribiste más?
Susana.— Pensé un poco en la casa y en algunos nombres.
Doc.— El grave problema de los nombres es que a veces son luga­
res comunes o nombres diferentes. Por ejemplo: la sirvienta se llama
Esperanza o Digna, pero Vanessa... Debemos ser creativos y pensar los
nombres según las personalidades.
Susana.— El señor podría llamarse Diego Morán; el hijo, Julio
Diego. La cocinera, Adelita. El hijo piensa que la embarazó, pero en
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realidad fue el chofer. Le cambié el sexo a la niñita: Rodrigo Morán tie­ del Carmen es su sobrina preferida. El hijo es alegre y mujeriego. Lle­
ne siete años y le escribe cartitas a la maestra diciéndole que se la quie­ ga a observar a Laura cuando está desnuda, y trata de poseerla pero ella
re coger... no acepta. Ama de llaves, Mercedes, veintitrés años, hija de la cocine­
ANDRÉS.— Yo, para la mujer que sueña, pensé en tres nombres: Au­ ra, está embarazada pero no sabe si del hijo del señor o del chofer.
ra, Aurora o Alma. Tiene algunos rasgos indígenas no muy marcados, LUIS Alberto.— Yo creo que la hermana no puede ser solterona,
cuarenta años, obesa y con un poder de convicción muy fuerte. Es co­ virgen ni estéril. Esta mujer tiene que ser una oponente del mismo ta­
mo una santa inocente que toma las oportunidades al vuelo. El ama de maño que la soñadora. La hermana se fue de viaje porque le dio la ga­
llaves es Gertrudis. Tiene sesenta años, puede morir de un infarto en na, tiene los amantes que le da la gana y es una mujer de una fuerza tal
un momento en que sueña. Nunca había soñado en su vida, sueña con que cuando regresa uno siente que llegó la oponente y que se va a lle­
la mujer y muere. Es virgen. var por delante a la de los sueños.
GABO.— Eso está por demostrar. DOC.— Vamos en orden. Primero, revisemos los nombres...
Andrés.— Félix es ganadero, tiene cincuenta y dos años, de piel MANOLO.— El que más me gusta para el señor es Diego Morán.
quemada por su trabajo en la hacienda. ¿En México Diego es común?
Gabo.— ¿Cuál hacienda? SUSANA.— No, no es común.
ANDRÉS.— Donde cría toros. Es algo obeso, poco inteligente y no DOC.— Entonces, Diego.
se da cuenta de que su propio hijo lo engaña en los negocios. Es muy GABO.— Si es gordo, vanidoso, con diamante al dedo y cría toros,
supersticioso. Su hijo Angel es muy parecido físicamente a la tía; es un me parece que se llama más bien Plutarco que Diego: Plutarco Morán.
diablo escondido, hábil y sumamente realista. Pura es la cocinera, una Y si es Diego tiene que ser don Diego Morán.
indígena muy pura, que mezcla brujería y religión. Alfredo es el cho­ Doc.— ¿Y la mujer? Alma...
fer y es un estoico total que vive muerto de la risa. Gabo.— Alma es muy bueno. Yo la veo muy alta, corpulenta y ves­
DOC.— ¿Qué traes tú, Arturo? tida toda de blanco alegrón, de encajes, un poco como china poblana.
ARTURO.— Traigo algunas proposiciones de nombres... Para mí el se­ Doc.— ¿Que piensan del nombre?
ñor se llama Fabián Resendis; la hermana soltera, Cristina o Ernestina; Elíseo.— Alma, sí.
Gerardo, el hijo mayor; Yolanda, la hija; Sergio, el hijo pequeño; la co­ Doc.— ¿Y la tía?
cinera, doña Petra; la sirvienta, Clarita, y el chofer, don Jorge. Gabo.— A mí me gusta Amparo porque es como una venganza.
Doc.— ¿Y tú, Manolo? Doc.— ¿Y el hijo mayor?
MANOLO.— La mujer es Laura, astuta y oportunista. Parece bonda­ SUSANA.— Me gustó mucho Angel.
dosa aunque no la abandona una vieja frustración. El viudo Vicente es Arturo.— Sí, Ángel.
inteligente para la trampa, celoso guardián de la familia y recuerda Doc.— ¿La hija?
constantemente a su difunta esposa. Amparo es la hermana de cin­ MANOLO.— María del Carmen.
cuenta años, divorciada, algo liberal. Mujer de agallas, respetada por Susana.— Maricarmen.
rodos los miembros de la servidumbre, no tiene hijos, es estéril. María Doc.— ¿Cómo se llama el niño? ¿Rodrigo, Rodriguito?
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Gabo.— No, Manolete.
Luis Alberto.— Sí, Manolete. vuelven y ven a Alma. Entonces le dicen que se quede y ella responde
Doc.— ¿Y la cocinera? que va a salir cara y don Diego responde: “No importa. Yo pago.” És­
Luis Alberto.— Yo me imagino que en México se usan muchos te es el capítulo más difícil...
nombres indígenas... DOC.— Cuando vayamos por el cuarto o el quinto tenemos que re­
SUSANA.— No. Podría ser Chabclita, Lupe, Petra... gresar a éste porque para entonces tendremos un mayor dominio de
GABO.— Los españoles seguramente le llaman doña Petra. cómo son y hablan los personajes, y cambiaremos muchas cosas.
GABO.— Ya tenemos los elementos dramáticos del primero. Es un
MANOLO.— Doña Petra.
Gabo.— Doña Petra es bueno. Ahora tiene que ser gorda.
día largo.
DOC.— Tenemos que hacer una escaleta, una macroestructura. Es
Arturo.— Sí, y vieja.
decir, saber más o menos los pasos grandes de los seis capítulos; saber
Doc.— Y enferma... ¿Y la otra? Están Esperanza, Pura, Garita... los puntos que vamos a tratar acá, para saber si nuestra curva es ascen­
IvÁN.— Podría llamarse Rosa. dente o descendente. Tenemos que saber hacia dónde vamos, qué que­
SUSANA.— Un nombre compuesto, muy de telenovela... remos alcanzar.
Gabo.— Rosafina, inventado así, Rosafina. LUIS Alberto.— Si nosotros sabemos que el primer capítulo acaba
Doc.— ¿Cómo se llama el chofer? cuando ella se instala en la casa, podemos armarlo y éste nos puede ir
Gabo.— El chofer debe ser indio y llamarse Bismarck o Washington. dando el aire del resto de los personajes, para ver hasta dónde podemos
SUSANA.— Salvador. llegar sin la tía y dónde va a hacer falta que entre. Me parece que si tra­
Doc.— Bueno, puede que después nos demos cuenta de que Toño bajamos demasiado en abstracto, perdemos la posibilidad de tener más
para el chofer es mejor... Rosafina me gustó mucho, Ángel me gustó material y de otro modo nosotros podríamos ir ordenando ese caos.
mucho, doña Petra me gustó mucho, Maricarmen también... Doc.— Yo creo que debemos comenzar con organización. Es decir,
Gabo.— ¿Cuándo empieza el drama? Para dar un salto... con una estructura...
DOC.— Si es un día especial, algo fuera de lo común está ocurrien­ Gabo.— El primer capítulo es pura anécdota. No hay precedentes, no
do y para empezar un guión esto es importante, pues así presentamos hay futuro. Todo es mostrar personajes y relaciones, ver lo que sucede sin
a los personajes en una situación dramáticamente viva. saber si es con intención o sin ella, hasta que Alma se queda. El proble­
Gabo.— Ahora necesitamos los pasos dramáticos. Alma llega, co­ ma es el segundo capítulo. Todo guión tiene un hueco en la mitad, uno
noce a la familia, sueña que el niño no debe ir a la escuela. Su gran éxi­ se lo tapa y sale en otro lado y, al final, uno termina poniéndole un poco
to es que el niño no va y se salva del accidente del autobús en que de pintura encima, pero siempre está ese hueco. Si la tía entra en el ter­
mueren todos sus compañeros. cero vamos a tener otro hueco en el cuarto y es todo lo mismo. A lo me­
Luis Alberto.— Se salva porque fue el único que le creyó el sueño jor en el tercero metemos a otro personaje que aún desconocemos.
y, aunque toda la familia crea que el niño se montó en el autobús, no ELISEO.— Como generalidad, yo veía el segundo capítulo así: Co­
se montó. Así provocamos el suspenso de que murió. mienza a dominar la casa y se gana prestigio como soñadora.
GABO.— Alma sale con la maleta mientras sucede todo. Los otros se Gabo.— Pero al final de ese capítulo tiene que eliminar a uno.

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ELISEO.— ¿Por qué no vemos qué personajes va liquidando en cada DOC.— Yo creo que Alma ya ha entrado al cuarto de Amparo cuan­
capítulo? do ésta llegue.
Doc.— Sí, no podemos liquidarlos a todos en un solo episodio. GABO.— ¿Tú crees que entra?
GABO.— Y no se les olvide que ella sueña; de los sueños se pueden DOC.— Sí, creo que sí.
sacar muchas cosas. GABO.— Yo creo que no... Eso desacredita mucho a Amparo, le ro­
Luis Alberto.— Hay un punto que es clave en la estructura: cuan­ ba fuerza. Es un cuarto precioso, completamente distinto al resto de la
do ella deja de ser una santa y se vuelve opresiva para la familia. Creo casa. Amparo no quiere saber nada de toros, ni de Alma. Amparo ga­
que debe ser en el segundo capítulo, y que termine cuando se dan na la guerra, pero las dos primeras batallas las pierde. Y esta batalla es
cuenta de que hay que sacarla y no pueden. a muerte. Ahí sí se pone sangrienta. Tiene que estar establecido un
Doc.— Ese es un punto dramático importante, un cambio de acti­ cuarto donde no se pueda entrar.
tud de la familia, un rechazo. ELISEO.— Es que ese cuarto se va a convertir en un símbolo que nos
Gabo.— En el tercero, puede que llamen a un tipo para que los va a hacer falta en el último capítulo.
ayude a sacarla y al final el primero que sale es él. ANDRÉS.— ¿Por qué Amparo lo mantiene cerrado?
Doc.— La conspiración contra Alma es un fracaso. El cuarto capí­ GABO.— Ahí está el pozo secreto. Doña Petra le es fiel a Amparo, y
tulo lo cerramos con la llegada de Amparo. es la que defiende su cuarto. En ese cuarto está la verdadera personali­
GABO.— Cuando Amparo entra, ya es otra película. Lo que hay es dad de la tía.
desolación y desesperanza porque saben que no la pueden sacar. En su Elíseo.— Y la última imagen del capítulo quinto debe ser ella en el
momento, sabremos qué haremos... cuarto, es decir, la imagen de su dominio.
ANDRÉS.— Pero si se mete la llegada de Amparo en el cuarto episo­ Doc.— Yo prefiero finalizar el capítulo con las dos mujeres mirán­
dio, se pierde la lucha contra Alma. Es decir, confabulan, aparece la dose. Es que son dos protagonistas que hay que mostrar en un gran
muerte, se desbandan y entonces llega Amparo al final como salvación. momento. Amparo debe llegar y mirar a la otra de una manera muy
Yo creo que el cuarto debe ser como una premonición para la llegada especial... "
de Amparo, aún cuando ellos no sepan que viene. Gabo.— Y cortamos ahí hasta el día siguiente.
LUIS Alberto.— Sí, y su habitación se puede convertir en objeti­ Elíseo.— ¿Pero y quién gana al final?
vo de Alma. Doc.— Francamente, yo no sé.
Gabo.— Si Alma no sabe quién es Amparo, en el capítulo cuatro se Gabo.— Dentro de la lógica que traemos tendrá que ser Alma, por­
recibe un telegrama. Alma lo recoge y lee que Amparo llega al otro día. que si Amparo gana, a nadie le importa. Yo creo que la gente se pon­
Alma no tiene la más puta idea de qué es aquello y entonces, se guar­ drá de parte de Alma.
da el telegrama y en la mesa dice que soñó que alguien va a llegar. Aquí Luis ALBERTO.— Es que la gente prefiere ‘a los villanos.
Gabo.— Nos falta como un mes para hablar de esto. Ahora estaba
se insinúa que los sueños pueden ser mentira. Entonces, alguien dice
que no puede ser porque la única que podría llegar es Amparo y que pensando que el final lógico es que Alma se vaya porque ya tiene otra
ella siempre avisa con un telegrama. casa vista.
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Doc.— Es mejor. Yo pensaba que Alma salía de casa. SESIÓN CUATRO: Lunes 9.XI.1987
MANOLO.— Pero después de haber sacado a Amparo.
Gabo.— Después de haberse apoderado de todo, sale de lacasa,cie­
rra la puerta y vuelve a repetirse la primera escena.
Luis Alberto.— Ése es el epílogo. En el clímax saca a Amparo y
después se da el lujo de ir a tocar a otra puerta.
Gabo.— También podría empezar con una persona distinta...
Doc.— ¿La misma escena pero con otra mujer?
ELISEO.— Sí, Amparo, que aprendió el truco de Alma.
DOC.— La mejor manera para armar la estructura global es que ca­
da uno lea sus notas y vamos sacando los puntos más importantes de
todos. Empieza, Susana.
SUSANA.— Yo traje dos escaletas porque no me termina de gustar lo
de los toros...
Gabo.— ¡Y yo que había pensado que al muerto del tercer capítu­
lo lo matara un toro!
SUSANA.— Bueno, hice una sin toros y otra con toros. El princi­
pio es el establecido. Día, ciudad y comedor de la familia. Mientras
Alma camina, lá familia desayuna y ve televisión. Manolete cumple
años y por lo tanto es el aniversario de la muerte de su mamá, que
murió en el parto.
Gabo.— Hay que tener cuidado con las casualidades.
SUSANA.— ¿Son demasiadas?
Gabo.— En cualquier momento se puede decir que la familia no
sabe si dar una fiesta o ir al cementerio, porque a Manolo le afectan
sus cumpleaños ya que coinciden con el aniversario de la muerte de
su madre.
Doc.— Susana, describe cada escena en su locación.
SUSANA.— La primera es Alma caminando con su maleta por la ciu­
dad; la segunda, en el comedor, con la familia desayunando, dándole el
regalo al niño, que son unos cuernos de toro, y viendo la televisión; la
tercera, en la calle, Alma mirando varias casas; la cuarta, la familia que
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escucha el timbre y Rosafina que va a abrir, seguida por el niño con GABO.— Pero entonces hay que tener una empresa que le regala a sus
cuernos, que embiste a Alma; y la quinta, afuera, cuando don Diego pi­ clientes un pastel en el día de su cumpleaños. Pero no se lo llevan, sino
de disculpas a Alma, invitándola a reponerse dentro de la casa. que una persona llega a la casa con todos los ingredientes para preparar­
Doc.— ¿Quién sigue? lo. De esta forma, ella toca y explica a qué viene. Así habrá mucha gen­
Luis Alberto.— Yo tengo una entrada a la casa en la que no tiene te en la cocina ayudándola y ella habla de los sueños de una manera
que decir a qué viene. Una grúa industrial enorme carga en las paletas casual, mientras uno le bate los huevos, otro le hace otra cosa, y así se pa­
un regalo inmenso, envuelto en papel rosado brillante, con un lazo azul sa el día allí. Mientras ella prepara el pastel transcurre el primer episodio.
gigantesco. Pone el regalo junto a la fuente del jardín. Maricarmen se Por la noche cuando el pastel está y se hace la fiesta ya ella no se va, por­
asoma a la ventana para ver su regalo y, cuando caen los lazos y el pa­ que de ahí podemos subir. Como entrada, a mí me parece bien, porque
pel, es un Mercedes Benz rosado. Lo revisan y cuando lo abren Alma es casual pero perfectamente preparada... Esta mujer es más simpática de
está dormida adentro. Pero no solamente está dormida sino que no la lo que habíamos previsto... ¡Sabe de relaciones públicas!
pueden despertar. Cuando ya se rinden, se levanta Alma y dice: “Bue­ Doc.— ¿Y tú, Manolo?
nos días.” Es algo muy loco y me gusta esa imagen de que ella entre a MANOLO.— Yo puse que en el desayuno don Diego comenta un
esa casa envuelta en papel regalo. telegrama recibido de su hermana Amparo desde los Estados Unidos.
DOC.— Explica cómo sería... Informa que, a causa de la baja del dólar, los negocios no marchan del
LUIS Alberto.— Créditos y presentación documental: cae la noche todo bien.
sobre México, ciudad enorme, gente anónima, Alma camina por la ca­ GABO.— Estás bajando el impacto del telegrama que anuncia la lle­
lle con su maleta, seguida por gatos, se sienta en un banco frente a una gada de Amparo, que es definitivo en la obra.
lujosa venta de automóviles y terminan los créditos. La siguiente esce­ MANOLO.— De ahí paso a la puerta de la casa. Petra abre y entra
na es al día siguiente, como la describí. Cuando Alma despierta, don Alma que explica que viene por la nota en el periódico donde se soli­
Diego le dice que debe irse. cita a una sirvienta, porque doña Petra esconde el embarazo de Rosa-
GABO.— El problema de esa entrada es que modifica por completo fina. Doña Petra entra a hablar con don Diego. En el televisor, Alma
el estilo previsto, incluso la naturaleza misma de la serie. A partir de se ve dentro de la multitud.
ahí, hay que empezar a subir porque arrancaste muy alto. Ése es el pro­ Gabo.— Alma por fuera y por dentro... Mira, al principio todos los
blema en esas películas que tienen prólogo antes de los créditos. Ge­ planteamientos tienen que ser muy sencillos. Es como si se empezara a
neralmente te acuerdas que la mejor escena fue la primera y luego ya crear el mundo. Después, a partir de ese mundo, se va haciendo todo.
no tienes nada que hacer con los personajes. Lo que sí me queda cla­ No puede suponerse que una señora con la hija encinta, la haga pasar
ro, es que ella viene con motivo del cumpleaños. por enferma para disimular el embarazo. Primero hay que establecer
DOC.— Yo creo que así está muy rápido y no tenemos una presen­ quién es sirvienta y quién no, cuál es la mamá y cuál es la hija. Si no,
tación, una identidad de Alma. Después no tendremos contraste con se arma mucho enredo. Lo primero que quiere saber el espectador es
la realidad. Yo la veo más como la repostera que viene a hacer el pastel qué película le están contando. Entonces, uno tiene que ir directa­
para el niño. Y hablando con Rosafina es que sale lo de los sueños. mente a la película que va a contar porque si se mete en otro tema,
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inmediatamente éste se apodera de la atención y da la impresión de MANOLO.— Están decorándolo para el cumpleaños.
que ésa es la película que se va a contar, y se arman unos líos... Eso pue­ GABO.— ¡Están enterrando o desenterrando algo! Hay que ir dan­
de suceder más adelante cuando ya se sabe quién es quién, cuáles son do golpes. Un muerto o algo.
las relaciones de la gente. Pero ahora es muy sencillo; prendes el tele­ jylANOLO.— Las cenizas de la madre. ¿No puede ser?
visor y, si se ve en el televisor a Alma, cosa con la que estoy de acuerdo, GABO.— A no ser que la madre esté enterrada en el patio.
y después se la ve afuera, el espectador la identifica y, si es una actriz co­ MANOLO.— Hay familias que meten las cenizas en la casa.
nocida, sabe que es la protagonista. En todo lo que yo escribo hay un GABO.— Eso es normal.
momento en que paro la acción y hay un tipo que cuenta la película y IVÁN.— Alma llega en el momento en que Manolete sale con Rosa-
dice: “Miren, aquí lo que estamos diciendo es esto y esto.” Así nadie se fina. Alma se aproxima al niño y quiere tocarle el rostro, pero Mano­
pierde. Por eso, hace falta un momento en que Alma llegue y explique: lete se aparta. Alma le dice que no se asuste, que ella vino para
“Mire, yo vengo porque soy de la fábrica La Rosa y tenemos una pro­ ayudarlo, y le pregunta: “¿No quieres ir a la escuela, verdad? Tienes ra­
moción en la que hacemos el pastel de cumpleaños de nuestros clien­ zón, no vayas. Yo tampoco quiero que vayas.” El niño sale corriendo,
tes, con nuestros ingredientes porque los ingredientes son muy aparentemente entra en el bus, y Rosafina se vuelve hacia la mujer pre­
importantes. ¿Usted ve este huevo? Pues no crea que es un huevo cual­ guntándole: “¿En qué puedo servirle?” Alma le responde que ella sólo
quiera. Éste es un huevo de gallinas que nosotros criamos para esto.” ha venido a prevenirlos de algo muy malo. Rosafina le pregunta que
SUSANA.— Que el lema de la compañía sea: “Pasteles hechos en casa.” cómo lo supo y Alma responde que lo soñó. Rosafina le dice entonces
Gabo.— Sí, y que diga: “¿La harina? No crea que es cualquier hari­ que, si eso era todo, ya están enterados; cierra la puerta y Alma se queda
na...” Así, primero tienen la presentación de un personaje que es como en el jardín esperando el regreso de Manolete. En la casa, con el infor­
un prestidigitador, que está sacando cosas de la manga... A propósito, me de Rosafina, todo se trastorna: Petra se pone nerviosa, Maricarmen
¿no se han puesto a pensar que más adelante don Diego puede casarse quiere consultarle un sueño.
con Alma? Es viudo, necesita mujer, es posible que se case. Puede que Doc.— Me gusta mucho que la casa cambie a partir de la llegada.
trate de casarse y no se sepa nunca si es para neutralizarla o si es una Gabo.— Eso cambia todo, pero es bueno. Eso permite que, si don
maniobra de ella para quedarse legítimamente con todo. Diego tiene que volar ese día, no lo haga por miedo a que se caiga el
DOC.— Tú, Iván. avión. Así funciona. Yo creo que esta estructura es mejor que la del pas­
IvÁN.— Bueno, yo no comienzo con un documental, sino con tel. La del pastel es más divertida, si se quiere, pero ésta es más directa,
uno de esos programas imbéciles que hay por la mañana, donde feli­ es más la historia que estamos haciendo. También puede ser que no la
citan a los que cumplen años ese día. dejen entrar. En la historia original, ella toca a la puerta y dice: “Yo me
Doc.— Sí, sí, con un lenguaje eufórico, como para levantar el áni­ alquilo para soñar”, y le contestan: “No, no, no, gracias.”
mo a esa hora del día. ¡Así debe ser el programa! Iván.— Luego se traslada la acción al cuarto de Maricarmen. Ro­
IvÁN.— Bueno, en el jardín de los Morán, Salvador está sacando la safina arregla la cama, doña Petra entra con un refresco, Maricarmen
correspondencia del buzón y entra en la casa. comenta que hacía tiempo que en la casa no se hablaba de sueños.
Gabo.— En el jardín tienen que estar haciendo algo. Mientras tanto Alma da vueltas por el jardín.
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Gabo.— ¿Seguimos en que Alma no entra? pC)C.— Ésta es la última escena.
DOC.— No la dejan entrar. Es una loca. Don Diego dice: “Rosafi­ GABO.— La última de la primera parte: espacio para la publicidad.
na, dale algo de comer a esta mujer.” Yo creo que debíamos terminar esta parte, porque, ya con ella, el resto
GABO.— Sí, muy magnate... ¿Cómo es el jardín? ¿Tiene una reja [0 podemos hacer entre todos. Entonces: don Diego tiene que viajar,
afuera? pero con un maletín de negocios, porque regresa el mismo día. Tiene
IvÁN.— Sí. que ir a Monterrey. Pero no llega a coger el avión. Alma tiene que de­
Gabo.— Entonces don Diego la hace sacar fuera del portón. Pero an­ cir algo para que él diga que está loca, pero que lo deje pensativo mien­
tes de que la saquen, le ha contado el sueño a Rosafina, y Rosafina se lo tras va en el carro. Cuando llega al avión, se arrepiente y se regresa.
cuenta a su mamá. Cuando están hablando en el cuarto de Maricarmen, Llega a la casa y se encuentra a Alma... Sí, sí, ¡él va a terminar casándo­
Rosafina les dice que a ella le dijo que había soñado con agujas y que su se con ella sin remedio! El desistir del avión entra con mucha fuerza.
hijo sería varón. Yo creo que es doña Petra quien la hace entrar para que DOC.— ¿Cómo vamos a hacer? ¿Unos hacen unas escenas y otros
le cuente a ella de sus sueños. Cuando regresa don Diego, se escandaliza hacen otras?
porque Alma está allí a pesar de que él había ordenado sacarla. Cuando Gabo.— ¡No, eso es una carnicería!
la va a hacer salir a la patada, viene lo del autobús. Doc.— Yo pensaba que debíamos dividirnos: la mitad hace las
IvÁN.— El niño montó en el autobús. quince escenas y la otra mitad, la escaleta de los próximos quince mi­
Gabo.— ¡El niño monta en el autobús o no monta! Eso de que el nutos.
espectador piense que sí y después resulta que no, es de película efec­ Gabo.— ¿Cuántos días nos faltan?
tista. Rosafina deja que el niño se embarque. Mientras el niño está en Susana.— Como trece días.
la escuela, hay incredulidad hacia Alma, hasta que llega la noticia del Gabo.— Son cinco días a la semana. Digamos doce. Si son doce,
autobús... Yo creo que el niño se debe morir y quedar hecho peda­ estamos bien. Hay que hacer un capítulo cada dos días.
zos, decapitado. Luis Alberto.— Hay algo que perdimos en la estructura y es el he­
Luis Alberto.— Pero es que después se nos va a hacer muy difícil cho de que ella debe soñar las cosas de la familia en la casa. Tiene que
meter subtramas con un toque más ligero. ir hasta allí para soñarlo.
Gabo.— Bueno, queda levemente herido, pero algún niño del au­ Gabo.— Ella se instala con un solo sueño. Ese sueño le funciona
tobús se mata. ¿Y Maricarmen? para el avión, para el autobús y para todo. Lo importante es establecer
Doc.— Maricarmen tiene que ir al cementerio. cómo ella se queda en la casa.
Gabo.— Y el niño no quiere ir al colegio. Sería terrible si el niño Elíseo.— Cuando don Diego sale del aeropuerto podría pasar por
dijera: “Yo no quiero ir a la escuela sino al cementerio.” Él sabe que la escuela a buscar a Manolete y así salvarlo. Todo el mundo tiene la
la madre murió del parto. Cuando Alma le dice que no vaya a la es­ sensación de que esta mujer los salvó, pero en realidad no pasó nunca
cuela, queda en el aire que el niño va a morir. Por eso es bueno que °ada ni en el ómnibus, ni en el avión.
no muera, porque todo el mundo cree que se va a morir. Y don Die­ Gabo.— Él lo recoge si quieren, pero el autobús sí estalla y se mue­
go no coge el avión. ren todos menos él porque don Diego lo recogió.
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Doc.— Sí, el autobús trae a todos los niños para la fiesta. Yo no sé SESIÓN CINCO: Martes 10.XI.1987
cómo es en México, pero en Brasil yo sé que si mi hija me dice: “Pa­
pá, mañana es la fiesta de Mariquita”, el autobús no la trae a casa sino
que la lleva al cumpleaños de Mariquita y después, a las ocho y pico,
yo tengo que recogerla en casa de Mariquita.
Gabo.— Eso está bien. Y entonces se mueren todos.
SUSANA.— ¿Pero eso no deja al niño con una culpa inconsciente, ya
que venían a su cumpleaños?
Gabo.— Bueno, pues ¡que se joda! Queda traumatizado.
Doc.— ¿Cómo vamos a hacer? SUSANA.— Siete de la mañana. Imágenes de vehículos que esperan
GABO.— Hagamos una cosa: todos los días el que da el proyecto el cambio de semáforo, de aglomeraciones de personas, carros que se
que se acepta, a ése le toca escribir. mueven frenéticamente, una feria callejera en la que varias gentes se ga­
ANDRÉS.— Pero, ¿trabajamos juntos o separados? nan el pan vomitando fuego, tirándose sobre alfombras de vidrios
Gabo.— Como quieran, hagan equipos como quieran. quebrados, bailando viejas danzas aztecas. Con Las mañanitas como
tema del programa, dice el locutor: “Nada mejor que unas mañanitas
para los cumpleañeros que nos sintonizan. ¿Te has puesto a pensar,
Loly, cuántos cumpleañeros habrá en una ciudad de 20 millones de ha­
bitantes? Para todos ellos van ya nuestras felicitaciones. Bueno, amigos,
es hora de despertarse y para aquellos que salen a correr les recordamos
que es mejor no hacerlo por la contaminación ambiental.” Otra locu-
tora dice: “Esta mañana estamos también de fiesta porque hace unos
minutos nació la niña del millón, o sea, que ya no somos 20 sino 21
millones de habitantes en esta gran metrópoli.”
GABO.— Va bien.
SUSANA.— Exterior de la casa de los Morán. Amplio jardín de­
lantero cercado por rejas de hierro forjado. Empotrado hay un bu­
zón de correspondencia que dice: Familia Morán. Salvador, chofer
de cuarenta y cinco años, retira la correspondencia, la revisa y se di-
rige al interior de la casa, mientras se escucha el noticiero: “Pero no
sólo por nacimientos sino por migración. ¿Se imaginan el tiempo y
trabajo que nos cuesta cumplir con los televidentes, para llegar a la
hora para este programa? Los embotellamientos son cada vez peores,
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las manifestaciones los empeoran y los desempleados además ataca^ ARTURO.— Yo creo que es importante plantear rasgos cotidianos
al pobre automovilista.” que definan más a los personajes. Siento que hacen falta.
Interior de la casa de los Morán. Imágenes de multitudes en la te­ pOC.— Para mí, esta parte está bien hecha, pero la información es
levisión, donde se destaca una mujer que se acerca a cámara y pasa de­ muy didáctica. Debe plantearse con situaciones dramáticas.
jando al fondo a un hombre que escupe una llamarada: es Alma. GABO.— Sí, yo creo lo mismo. Don Diego parece un locutor. Él
locutor dice: “Hablamos de desempleados, no de desocupados, por­ mismo le está diciendo las cosas al espectador. Por ejemplo, le dice a
que todos se ocupan de algún modo, como lo muestran las imágenes. doña Petra que está enferma. Tendría que asombrarse y decirle: “¿Y ese
Y aquí tenemos una sorpresa para hoy. Amigos televidentes, gánense milagro? ¿Por qué no está acostada?” Que sea casual. Es lo mismo que
un millón de pesos escribiendo a nuestro apartado postal y diciéndo- lo del cementerio, que además no se aclara. Si no se aclara la historia,
nos cuál es el empleo más original para la niña del millón.” la gente se pierde porque se queda pensando por qué el niño quiere ir
En el comedor don Diego lee los periódicos. Maricarmen entra, se al cementerio. El espectador se distrae y después no sabe quién fue el
coloca un arete en la oreja y lo saluda. Don Diego deja los periódicos y que disparó el tiro. Los diálogos deben ser informativos, pero al mis­
dice en tono enérgico que no sabe lo que pasa en esa casa, que nadie se mo tiempo dar el carácter de los personajes, una actitud, un estado de
levanta temprano. Doña Petra sirve el desayuno y don Diego le dice que ánimo. Yo ando contra ese desayuno hace rato, porque después vamos
deje eso y se vaya a acostar que está enferma. Pero Petra le dice que no a necesitar muchos desayunos cuando Alma se instale y hable de los
puede quedarse en cama porque es el cumpleaños de Manolo. Entra sueños. Inclusive hay una superstición que dice que los sueños, para
Ángel apresurado, da los buenos días y se sienta. Rosafina entra con que resulten, hay que contarlos antes del desayuno.
Manolo, que viste uniforme escolar. La familia reunida aplaude la en­ Doc.— Yo también creo que la escena está corta.
trada del niño y cantan Las mañanitas. Rosafina le informa a don Die­ Gabo.— Lo que pasa es que no hay escena. Los personajes no están
go que Manolo no quiere ir a la escuela sino al cementerio. Don Diego haciendo nada. Yo creo que ella llega cuando van a salir.
se exaspera y dice a Rosafina que apague el televisor, que no se puede ARTURO.— Todo tiene que ser muy cotidiano, para que cuando en­
hablar con ese ruido. Rosafina lo apaga. Don Diego se dirige a Mano­ tre Alma se sienta como elemento perturbador. Muy vivo todo, como
lo: “Nada de eso, Manolete. Ya lo hemos hablado. Al cementerio van modo de conocer a los personajes por gestos, más que por diálogos.
los mayores y tú a la escuela.” Doña Petra se retira a un rincón y se en­ Gabo.— Y ¿por qué conocemos a los personajes a través de Alma?
juga una lágrima: “Pobre niño —dice—, perdió su madre al nacer.” Rosafina sale con el niñito y lo embarca. Se queda afuera y sale el señor.
DOC.— ¿Qué opinan? Que todos vayan saliendo, y que conozcamos la casa por dentro cuan­
LUIS Alberto.— Yo me lo sigo imaginando con un arranque mu­ do Alma entre. Es una forma de moverla más. Es que, decididamente,
cho más extraño. Siento que el inicio debe ser tan insólito como el desayuno es un desastre. ¿Cómo sigue después?
personaje que vamos a presentar, que es capaz de llegar y decir: “Me IvÁN.—Exterior, casa de los Morán. Frente a la casa un autobús es­
alquilo para soñar.” colar suena la bocina. Un jardinero anciano sale cargando una bolsa y la
Andrés.— A mí me parece que Alma llega muy pronto y se pierde deposita en la acera. Alma se acerca a la casa y se detiene frente a la puer-
ta y entra al jardín. De la puerta principal salen Rosafina y Manolete.
un poco el misterio. Es decir, todo parece ya muy planeado.
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Alma se acerca al niño extendiendo la mano para tocarle el rostro cq,, diálogos vamos a revisarlos después; lo del niño es muy casual. Sin em­
familiaridad. El niño retrocede. Alma le dice: “¿No quieres ir a la es, bargo, lo de don Diego es más enfático.
cuela, verdad?” Rosafina toma a Manolo por los hombros y continúa Doc.— Yo creo que el diálogo con don Diego debe ser más efecti­
el camino. Alma prosigue: “Tienes razón, hoy es tu cumpleaños. Y0 vo. Debe decir: “Es una loca.”
tampoco quiero que vayas.” Rosafina mira a la mujer, asustada. Ma. GABO.— “¿Qué hace aquí adentro? ¿Cómo la dejaron entrar?”
nolo se suelta, corre hacia la calle y sube al autobús. Alma le grita- DOC.— Y ella entonces dice: “No, señor, yo tengo trabajo. Yo me
“Manolo, no vayas.” Rosafina recobra el aplomo y le dice: “¿Se puede alquilo para soñar.”
saber qué busca la señora?” Alma le dice: “Sólo venía a prevenirlo.” Ro­ Gabo.— Espera... Ella no le dice nada a Rosafina, pero Rosafina oye
safina pregunta de qué y Alma contesta: “De algo muy malo. No sé los dos diálogos. Entonces va al dormitorio de doña Petra y le cuenta lo
qué, pero sé que es malo.” Rosafina le dice entonces: “¿Y cómo lo su­ que está pasando afuera. Petra, como todo enfermo, está esperando que
po la señora?” Alma: “Lo soñé.” Decidida, Rosafina se dirige a la puer­ le llegue la divina providencia, se interesa por la mujer que podría traer
ta principal y toma la puerta para cerrarla, diciéndole: “Si era el remedio para sus males y es la que quiere hacerla entrar.
solamente eso, ya estamos enterados.” Alma detiene la puerta con su MANOLO.— Nosotros veíamos que quien la hacía entrar era Ma­
mano, se pone misteriosa y le dice: “Soñé con agujas flotando sobre el ricarmen, porque Petra podría ser como la primera contrafigura de
agua. Será varón.” Rosafina cierra la puerta con temor. la casa...
Maricarmen observa desde la ventana de su cuarto a Alma en el jar­ LUIS Alberto.— Yo no veo que haya una contradicción en eso. Do­
dín. Alma reacciona como si buscara la mirada que la observa y dirige ña Petra la puede hacer entrar y una vez adentro, cuando ella vea que Al­
la vista a la habitación de Maricarmen, quien se esconde un poco detrás ma es un peligro para su posición, entonces se convierte en su oponente.
de la cortina. En el jardín aparecen don Diego, Ángel y Salvador. Sal­ GABO.— Pero después. Además, la mete por la cocina.
vador abre la puerta del auto para que entre don Diego pero es inte­ Luis Alberto.— Sí.
rrumpido por Alma que le pregunta a don Diego: “¿Va de viaje? Hoy Gabo.— Ahora Alma es la bruja providencial que llega a curarla de
un pájaro lleno de sangre volará hacia abajo. Cuídese.” una enfermedad sin remedio, lo que pasa es que no sabemos qué en­
MANOLO.— Yo tengo la continuación... Los tres hombres se miran fermedad es ésa.
entre sí extrañados. Don Diego, con un ligero gesto, ordena a Salvador Luis ALBERTO.— Yo creo que le falta una actividad a Alma, algo que
que saque a la mujer fuera de la residencia. Este la toma por el brazo y tenía cuando era la mujer del pastel. Entonces hablaba de cualquier
le dice: “Por favor, señora, tenga la bondad.” Alma se deja conducir pe­ otra cosa y de pronto soltaba las premoniciones.
ro no quita la mirada de encima de don Diego. Éste le huye. Ángel se Gabo.— Tenemos que ir paso a paso. El personaje se va revelando,
se va abriendo. Lo que pasa es que no están resueltos los diálogos ni las
monta en el asiento delantero del auto, don Diego cierra la puerta tra-
sera y espera. Salvador regresa y pone el auto en marcha. El jardinero situaciones, pero yo creo que el mecanismo es bueno, hasta que termi­
que se encuentra cerca de la puerta de entrada, la cierra. na dentro de la casa. No se te olvide que el hombre no se va a subir al
avión, que al niño se le va a reventar el autobús por allá. Esos princi­
Gabo.— Como principio está mejor que lo del desayuno. Sobra lo
del embarazo, porque decir tres presagios de entrada es mucho. Los pios escalonados son mejores que si empezamos con algo espectacular.

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Si hace el pastel, después no tenemos nada que hacer con ella. El de.
GABO.— Pero a ella le pasa algo que la hace pensar en Alma. Cuan­
sayuno podría verse desde afuera, ella lo ve por la ventana. Lo que r*0
es soportable es verlos planteando la situación alrededor de la mesa. do vuelve del cementerio, pensando que Alma no está, la encuentra en
Ja casa. Entonces, ese elemento la pone a ella también del lado de Al­
televisión está o no está, o la trajeron para oír el horóscopo de los que
ma. Pero, ¿por qué?
cumplen ese día; eso no importa. En ese momento ya sabes que el DOC.— Maricarmen le puede preguntar a Ángel si ya habló con
ño cumple años y no quiere ir a la escuela, que el señor se va. Es una don Diego.
buena presentación. GaBO.— Ella sale en moto y, antes del ir al cementerio, pasa por la
DOC.— Si, es muy buena. oficina de Ángel. Va a pedirle plata al hermano. Inclusive puede que no
GABO.— Es espontánea. Y ya afuera, lo que me parece importante sea algo grave, pero hay que tratar de ligarlo de todas maneras con Al­
es que Rosafina oiga el diálogo con el niño y con el señor, para que su­ ma. Maricarmen debe tener un problema distinto al de todo el mundo.
ba diciéndolo, porque ella sí se impresiona. DOC.— ¿Y para qué necesita ese dinero?
DOC.— ¿Y qué hace afuera todavía Rosafina? ARTURO.— Es que quiere compartir un-departamento con algún
Gabo.— Se ha quedado afuera. Esto es muy rápido. Ella todavía no hombre.
ha entrado cuando ya sale don Diego. Después entra y lleva la presen­ Gabo.— La cuestión es encontrar algún problema que le permita
cia de la mujer al interior de la casa. A mí lo que me parece muy im­ ver con simpatía a Alma cuando regrese a la casa. De manera que to­
portante es que le hable a la enferma. Falta ver qué hacemos con dos se le vayan sumando y cuando llega el papá, también. Me parece
Maricarmen. ¿Cómo va para el cementerio? que el drama de Alma va a ser con Ángel...
DOC.— Tiene una amiga que pasa por ella. IvÁN.— Podría ser una situación de complicidad entre ella y Ángel
Gabo.— No, porque es igualito al autobús que llega y ya nada más aprovechando que don Diego está de viaje.
nos falta que también venga el lechero. ¿Qué edad tiene? Doc.— Fue a una fiesta con las joyas de la madre y las perdió.
Susana.— Quince. Gabo.— ¡Sí, se puso una de las joyas históricas de la madre!
Gabo.— Ya en México va en su carro. Esa niñita me sobra, siempre LUIS Alberto.— La que tiene en el cuadro, por supuesto.
me ha sobrado. Lo que pasa es que la vamos a necesitar después para Gabo.— De lo que se trata es de encontrarla a cualquier precio an­
matarla. tes que el padre se dé cuenta y el que la está ayudando en eso es Ángel.
Manoi.O.— ¿No podríamos hacerle, por ejemplo, a Maricarmen Angel está tratando de recuperar la joya o de hacer una réplica. Y cuan­
una subtrama individual, fuera de la casa? do Maricarmen llega a la casa y sabe que Alma sueña, le pide que la
Gabo.— Vamos a averiguar quién es Maricarmen. ayude con lo de la joya y se mete en la trampa más tonta.
MANOLO.— Maricarmen va al cementerio en moto. Doc.— Puede ser que Maricarmen haya ido a una fiesta de perso­
Gabo.— Ella puede ser como el muchacho de la familia. Va en mo­ nas muy ricas y se haya emborrachado completamente.
to, se reúne con gente de su generación... Susana.— Sería mejor que ella le haya mentido al hermano dicién-
MANOLO.— Del ambiente. Y puede estar preparando la posibilidad dole que estaba en la fiesta y en realidad estuvo con su novio en un ho­
de abandonar la casa porque quiere independizarse. tel cuando perdió la joya. Por eso Ángel contrata a un detective.
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Gabo.— A ella se le perdió en un hotel, claro. Pero en la historja todavía no sabemos qué es lo que va a pasar con el autobús, aunque
paralela, fue a la fiesta con el novio, la joya y el permiso del papá. I 0 creo que tenemos que ser salvajes.
que está ocultando es que, de allí, se fue para el hotel y perdió la joya LUIS ALBERTO.— Ayer lo estrellamos casi llegando a la casa.
IVÁN.— Pero, ¿eso lo sabe Angel? ¿Sabe que la perdió en un hotel? MANOLO.— Bueno... Auto de don Diego que corre por la carretera
Susana.— No, él cree que la perdió en la fiesta. ¿¡rigiéndose al aereopuerto. En el interior del auto, Salvador y Ángel
Gabo.— Además, cuando ella se lo cuenta a Alma, ésta le dice: “No conversan amenamente. Detalle del rostro de don Diego preocupado.
fue en una fiesta. Fue en un hotel.” Pero Maricarmen sólo se decide a Doc.— No hay diálogo.
contarle su problema a la desconocida cuando ocurre lo del autobús. GABO.— Lo único que hay que decir ahí es que don Diego está tan
Manolo.— Bueno, volviendo atrás: Rosafina puede entrar al cuarto de preocupado que no habla.
Maricarmen con tono misterioso y decirle que, con sólo mirarla, la mujer MANOLO.— Y sacamos a Ángel del auto, ¿no?
le dijo que tendría un varón. Maricarmen le pregunta: “¿Y saldrá al padre?” GABO.— Sí, Ángel sale. No puede quedarse en el carro porque va a
Rosafina le contesta: “Ojalá, así salgo de la duda.” Ambas se divierten. tener que discutir con el papá, que al final no se va de viaje por miedo
Gabo.— Yo creo que, antes de irse al cementerio, Maricarmen pue­ a lo que le dijo la mujer. Ángel se puede ir con don Diego, pero no
de conversar con Alma, pero no de premoniciones sino sobre la madre puede llegar al aeropuerto. El chofer lo deja en la oficina y allí lo visi­
muerta, sobre el cementerio. Nada relacionado con los sueños. A quien ta Maricarmen. Del aeropuerto el padre reflexiona sobre lo injusto que
Rosafina debe comentarle lo que le dijo la mujer, es a su madre, pero ha sido con el niño y lo va a buscar a la escuela.
el espectador no oye cuando se lo vaticinó. Rosafina lo dice con ale­ Doc.— Y van al cementerio.
gría. Y ya están presentados todos los personajes. Gabo.— Sí, compran un ramo de flores y van al cementerio.
Doc.— Cuando Petra ve a Alma, le cuenta de su enfermedad. Luis Alberto.— Ya los regalos de los niños han llegado a casa.
Gabo.— Y Alma le dice que no se preocupe, que ella para mañana MANOLO.— Es muy buena la imagen de todos en la casa esperando
le sueña lo suyo. a los niños que no llegan.
MANOLO.— Bueno, de ahí brincamos al ómnibus escolar atravesan­ Luis Alberto.— A mí me gustaría que se viera el accidente, por­
do la avenida principal de la ciudad. En el interior, los niños ríen y jue­ que, si no, me recuerda la televisión de los años cincuenta en que la
gan de mano, menos Manolete que mira triste al exterior. De pronto gente se asombra por las ventanas.
ve un gato negro que corre hacia la avenida. El ómnibus realiza una Doc.— Se puede ver el accidente.
maniobra para evitar pasarle por encima, pero es inútil y el gato negro Gabo.— Mientras, todos esperan en la casa. Cuando llega la noti-
C1a no hay que hacer nada más. El propio don Diego le dice a Alma:
es aplastado por la goma delantera. Los escolares lo observan a través
de la ventanilla. El pajarito de juguete que cuelga en el retrovisor del Usted se queda aquí”, y le mete las maletas al cuarto.
chofer, se mueve de un lado a otro. Luis ALBERTO.— Yo creo que en el cementerio debía pasar algo más.
Doc.— Ese gato negro no tiene consecuencia dramática ninguna. Doc.— En el cementerio hay un hombre que saca una cámara fo­
Gabo.— Por una parte, y por otra, recarga demasiado una cosa que tográfica y les tira una foto: primero a don Diego y Manolete, y des­
no necesitamos recargar. El autobús sólo es noticia cuando regresa. ^ pués a Maricarmen.
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LUIS Alberto.— ¿La están investigando? SESIÓN SEIS: Miércoles 11.XI.1987
DOC.— No sabemos.
LUIS Alberto.— O el tipo siguió a don Diego desde que salió (je
la casa y vio que no se fue para Monterrey.
MANOLO.— Ángel contrató un detective para investigar lo de la joya
Doc.— Debemos mostrar los secretos de Ángel, que también estj
envuelto en algo misterioso.
LUIS Alberto.— El problema es que escribir sobre una estructura
todavía cambiante me parece un poco trabajo perdido. Es preferible
quedarse con lo que ocurre a nivel de la escaleta, porque mira, ayer tra­ IvÁN.— Salvador lleva los periódicos hacia el interior. Desde afue­
bajamos hasta las tres de la mañana, porque escribir en grupo es muv ra Alma observa la situación dentro de la casa. Felicitan a Manolo, le
difícil... dan regalos. Rosafina sale con niño, Alma dialoga con él y éste se va
DOC.— Yo creo que no deben estar trabajando hasta tan tarde... en autobús. Después Alma, don Diego, Salvador, Ángel y Rosafina
LUIS ALBERTO.— Pero es que escribir las veinte escenas entre varios hacen la escena en que sacan a Alma. Petra observa desde ventana. Sa­
se lleva mucho tiempo porque uno da opiniones, escucha, se queda pa­ le Maricarmen en moto. En el cuarto de Petra, Rosafina le habla de
rado... Yo creo que lo que sería bueno ahora es tratar de buscar propo­ Alma y Petra la hace entrar. En el interior de la casa Alma se acerca al
siciones para esas seis cosas y mañana las discutimos. retrato de la madre. Sabe que murió de parto. Don Diego en el carro
Doc.— Bueno, háganlo así. hace una parada para dejar a Ángel en su oficina.
GABO.— Hace falta un diálogo en el carro, en que se establezca que
Ángel es su hijo, que uno se queda y otro se va pero regresa en la tarde.
IvÁN.— Petra le cuenta a Alma lo de su enfermedad y Alma le dice
que soñará para ella esa noche. En la oficina, Ángel recibe a Maricar­
men y hablan de la joya perdida. En la casa todos arreglan el jardín.
Llega Maricarmen. Habla con Rosafina acerca de Alma. En aeropuer­
to, don Diego decide no viajar y termina la primera parte.
Doc.— Ahora, la estructura de la segunda parte...
ANDRÉS.— Exterior, escuela. Don Diego entra a recoger a Manole­
te- Se pone de acuerdo con la maestra para que mande a los niños a la
fiesta. Los alumnos le dan al niño algunos regalos y le cantan.
Gabo.— ¿Y qué hace el niño? ¿Secundaria?
SUSANA.— Primaria.
Doc.— La maestra también va a la fiesta.
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Gabo.— ¡Ya van a matar a la pobre maestra! SUSANA. — Don Diego y su hijo comen helados. Alma entra al cuar­
Andrés.— ¡Sí, sí! teo de Petra muy amable y le lleva un té para que se mejore. Maricar-
Gabo.— Resolvamos que es bonita y dura un segundo.
en regresa en su moto a toda velocidad.
Luis Alberto.—Un plano. GABO.— Como Maricarmen no fue al cementerio, tira las flores an-
Gabo.— Entonces es una maestra preciosa, que el espectador no ]? teS de llegar. No, mejor se las regala a una novia que está saliendo en
olvide. Y que don Diego le diga: “Usted está invitada, por supuesto ese momento de la iglesia, ella le entrega el ramo y se va. La oportuni­
Todos somos niños algún día...” dad de dar una imagen nueva no se puede perder.
ANDRÉS.— Doña Petra va a la cocina. Se encuentra con Alma que MANOLO.— Yo veo al novio como un mecánico. De una condición
prepara el pastel de cumpleaños de Manolete y hay un conflicto entre social más baja que ella...
ellas. En el cementerio, llegan Manolo y don Diego. Un hombre es­ DOC.— Sí, ese conflicto es bueno.
condido les toma una foto. Ángel almuerza con el detective encargado ARTURO.— Puede ser una persona ya adulta pero que sigue usando
de la búsqueda de la joya. Le dice que Maricarmen salió de la fiesta con el pelo largo, chamarras... Porque muchas muchachas ricas andan con
el collar. hombres así.
Gabo.— El detective debe estar con Ángel en la oficina y por eso es GABO.— ¡No vamos a tener nada que hablar ni nada que hacer si le
que Maricarmen llega, porque hay cita con el detective. Hay una es­ ponemos el novio que le corresponde! Lo que tenemos que tratar es de
pecie de careo ahí. El detective oye su versión, pero le dice después que que haya la menor cantidad posible de lugares comunes, o que sean lu­
hay una contradicción. gares comunes violados.
Andrés.— En la casa, Petra le dice a Rosafina que esa mujer va a traer Arturo.— A mí me parece que un mecánico es un lugar común.
problemas. Ángel llega a la casa. Trata de encontrar el collar porque ese Gabo.— ¡Desde Pedro Infante están haciendo películas de mecánicos!
día don Diego abrirá el joyero como en todos los aniversarios. Maricar- MANOLO.— ;No puede ser un músico de rock?
men llega al cementerio a reunirse con su padre y con Manolo; su padre Gabo.-— A esa hora estaría durmiendo.
le reprocha la tardanza. Salen y el hombre sigue tomándoles fotos. Doc.— Es un amante casado.
Gabo.— Vamos a ver qué hacemos con esas fotos. Gabo.— Lo del novio es importante porque está relacionado con lo
DOC.— Opiniones. de la joya. Seguramente está de acuerdo con ella. Que se vea que no le
SUSANA.— Yo creo que, camino al panteón, Maricarmen se en­ robaron la joya sino que tratan de ocultar otra cosa. Aunque sea por pu­
cuentra con su novio y le dice que está muy preocupada por la joya, ra imagen, el novio debe ser raro y no alguien que sale de abajo de un
que su hermano, su padre o el detective la pueden descubrir. Se besan, automóvil lleno de aceite. Tiene que ser un novio que serrucha señoras
se arrumacan, se le va el tiempo y de pronto ella dice: “¡Ay, qué tarde por la mitad o cualquier cosa que valga la pena. Si no, terminan co­
es! Ya no me da tiempo de ir al panteón.” ciendo tacos en la esquina como siempre.
Gabo.— Y cuando se encuentra con el papá, éste le pregunta que ANDRÉS.— ¿Y si el novio es torero?
dónde estaba y ella le contesta que en el cementerio. Don Diego se Gabo.— Tiene más relación con el papá que con ella. El novio de­
queda callado porque sabe que ella no estuvo allí. be estar vinculado con algo que tendrá consecuencias o ya las tuvo.
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DOC.— El novio habla con alguien que puede hacer una réplica. recen muy tranquilos y en el momento en que el papá se muere resul-
Gabo.— O fue él quien la robó. La historia de la joya debe quedar
ta que lo tienen todo y los herederos están en la calle.
limpia. No la pueden resolver toda en este episodio. Olviden las joy^ ELISEO.— Ángel va a tener que ser el rival intermedio, ése que nos
después de la conversación con el detective y las vemos en el segundo hacía falta antes que la tía.
capítulo. Basta establecer que una joya se perdió para que Alma tenga Gabo.— El adversario fuerte de Alma va a ser Angel. Ángel, que es
argumento para enredar a la niña, pero el primer episodio ya no aguan­ un Leo perfecto.
ta más información, porque el espectador no tiene una computadora EUSEO.— Un ángel sin alma.
para almacenarla toda.
Doc.— Volvamos al accidente...
Gabo.— A mí me gustaría que en la casa se enteraran del acciden­
te por la televisión y con la misma voz de la mañana. Es decir, cortar
del accidente a la casa y la gente compungida viendo por la televisión
las imágenes de los incinerados y cómo los van sacando. Ya se arruinó
la fiesta y están todos frente a la televisión. Esto nos da tiempo para re­
solver la cosa de Alma.
Doc.— Ya está todo. Podemos empezar la tercera parte con todos
en la casa cruzados de brazos.
Gabo.— Sí, viendo el noticiero de la noche.
SUSANA.— Y dos payasos también, viendo la televisión.
Gabo.— ¡Los payasos llorando!
Doc.— Eso es muy bueno.
Elíseo.— Don Diego ve por la ventana que Alma le está contando
cuentos a Manolete y a dos o tres niños invitados. Prende la televisión
y escucha lo sucedido. Y Rosafina dice: “¡Ay, Manolete!”
Gabo.— “Volviste a nacer, fíjate que Alma dijo que hoy no debías
ir al colegio.” Don Diego pregunta dónde está y le dicen que se fue
porque él la mandó sacar y él dice: “¿Y por qué carajo me hacen
caso a mí?”
IvÁN.— Por fin, ¿ella se va entonces?
DOC.— La echan.
Gabo.— El que sigue flotando es Ángel, y debe ser un protagonis-
ta importante después. Los personajes como Ángel en la vida real pa­
SESIÓN SIETE: Jueves 12.XI.1987

GABO.— Vamos a trabajar diálogos. No pongan respuestas dudosas,


ambiguas o puntos suspensivos. Cuando los guionistas no saben qué
decir siempre ponen tres puntos. Tampoco hagan diálogos por rellenar.
Por ejemplo, el diálogo entre doña Petra y Rosafina sobre la enferme­
dad no debe ser largo porque es probable que lo tengan a diario desde
hace un año. Simplemente Rosafina le dice: “¿Qué hace levantada?” Y
Petra le responde: “No, ya me siento mejor.” Y añade: “¿Quién es esa
mujer?” Rosafina: “No sé, dice que sueña. Le dijo a Manolo y a don
Diego...” Y como están solas, Petra le ordena: “Dile que entre, anda.”
Doc.— A ver, Manolo.
Manolo.— Escena cinco. Interior. Día. Residencia Morán. Rosa-
fina guía a Alma por la casa. Alma mira todo con interés. Rosafina es­
tá algo nerviosa y trata de apurarla. Al pasar por la sala Alma se detiene
frente al retrato de la difunta señora Morán, lo contempla con curio­
sidad y pregunta: “¿La señora?” Rosafina asiente y Alma pregunta:
¿Murió en el parto?” Rosafina vuelve a afirmar con la cabeza sorpren­
dida y agrega: “Era un alma de Dios.” La señora del retrato luce un co­
llar en el cuello.
Arturo.— Sigue la escena en el cuarto de doña Petra. Rosafina en-
tra con Alma y el rostro de Petra se ilumina. Le dice: “Cuenta mi hija

•íue usted tiene el don de ver a través de los sueños, ¿o es sólo charla­
tanería?” Con una leve sonrisa dice Alma: “Es un don divino.” Señ­
ándose en la cama, Petra le pregunta: “¿Cuál es su nombre?” Cuando
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responde “Alma” a Petra le satisface oír un nombre tan significativo y broches que no se abren bailando. Si no, las fiestas serían como pi­
le ordena a su hija que las deje a solas. Rosafina pide que la deje que­ ñatas- Tendrías que haber bailado patas arriba para que se te cayera,
darse pero doña Petra le insiste en que salga. Rosafina sale y el rostro jvlamá lo usó en la noche de bodas y no se le cayó ni en la cama.”
de doña Petra se contrae por el dolor. Alma le pregunta: “¿Puedo ha­ Maricarmen: “No sé qué pudo haber pasado. Lo busqué en el carro,
cer algo por usted? ¿De qué está enferma?” Petra le dice: “Le llaman entre los asientos, en el jardín, en mi cuarto y no lo encontré. Estoy se­
vértigo.” Alma hace un gesto de no entender y Petra le explica: “Son cura que cuando salí de la fiesta no lo tenía.”
unos mareos horribles que me llegan de pronto, como si estuviera al­ Ángel: “No sé cómo, pero tiene que aparecer. Hoy cumple años Ma­
coholizada. La verdad es que los doctores no aciertan con lo que ten­ nolo y seguramente papá se toma unos tragos, le da la nostalgia y abre
go. Ya me cansé de buscar doctores. ¡Hasta curanderos he visto!” el joyero.”
Gabo.— Al revés: hasta doctores ha visto. Ya se cansó de ver curan­ Maricarmen: “No te preocupes, no lo va a abrir. Lo cambié de sitio.
deros. Lo escondí tan bien que ya no me acuerdo del lugar en que lo puse.’
Arturo.— Alma le da unas palmadas a la mano de doña Petra que Angel “Pero eso no puede ser, tienes que ponerlo en su sitio.”
sujeta su brazo y le dice: “Yo sólo soy la cocinera. Por esa razón la hice Suena el teléfono y Ángel atiende. Maricarmen aprovecha para salir de
pasar a escondidas. ¿Cree que pueda ayudarme?” Segura de sí misma, la oficina sin dar más explicaciones. Ángel grita: “¡Maricarmen, ven aquí!”
Alma asiente y le dice: “Esta noche voy a soñar su problema.” Satisfe­ LUIS Alberto.— Jardín de la casa. Maricarmen trata de alcanzar el
cha, Petra se recuesta en su cama. conejo que se le escapa al mago y que corre directamente hacia los pies
Gabo.— Es larga la escena. Los diálogos malos son los que sobran. de Alma, quien lo recoge y acurruca entre sus brazos. Maricarmen se
Es decir, los diálogos sobrantes son malos. En cambio, los esenciales le acerca y Alma le dice: “Hay cosas que no se persiguen. Uno espera
son buenos. Tienen que distinguir entre los esenciales y los sobrantes. que caigan sólitas en su lugar.”
Ya conocemos el carácter de los personajes, ya tenemos un estilo, un Maricarmen: “¿Y si no caen?”
tono, un ritmo. Eso puede mantenerse exactamente hasta el final por­ Alma: “Una espera.”
que son unidades. Maricarmen: “¿Es verdad lo de los sueños?”
Doc.— Y todo va creciendo hasta el final con el accidente. Próxi­ Alma: “Depende”, poniendo el conejo en una caja de cartón de don­
ma escena. de saca una tira de papel y sigue recortando hombrecitos decorativos.
ANDRÉS.— Oficina de Angel en la Empresa Morán. Se abre la puer­ Maricarmen: “¿Y qué sueña usted?”
ta y entra Maricarmen mortificada y apurada. Ángel pregunta: Alma: “Todo.”
“¿Lo encontraste?” Maricarmen: “Yo quiero encontrar algo que se me perdió. ¿Usted
Ella responde: “Lo busqué por todas partes pero no aparece.” Podría ayudarme?”
Ángel: “¿Pero dónde coño lo pudiste perder?” Alma: “Si está en este mundo, no puede perderse.”
Maricarmen: “Ya te he dicho que tuvo que ser en la fiesta. Se me Maricarmen: “Un collar. Lo perdí el sábado en una fiesta.”
caería bailando.” Alma la mira a los ojos y le dice: “¿Estás segura de que fue en la fies-
ta> Maricarmen?”
Molesto, Ángel dice: “Maricarmen, a una joya tan fina le hacen
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La muchacha esquiva la mirada y dice titubeante: “Pienso que tal GABO.— Maricarmen se escapa con el novio y se lleva las joyas. La
vez al salir...” única esperanza que hay en esa casa es que Alma sueñe dónde está Ma­
Alma la interrumpe: “Cuando el agua está clara, se ve el fondo, pe_ ricarmen.
ro si viene alguien y la revuelve, ¡Ave María Purísima!” SUSANA.— Más por las joyas que por Maricarmen...
Maricarmen: “Quizás pudo ser en otro lugar.” LUIS Alberto.— Pero, ¿qué gana Alma sacando a Maricarmen?
Alma: “En mis sueños todo tiene que ser claro como en el agua GABO.— Recuerda que su interés central es ir sacando a la gente de
mansa.” la casa.
Maricarmen: “Está bien, entendido. Fue en un hotel pero nadie en DOC.— ¿Cómo empieza el segundo capítulo?
la casa puede saberlo. Regresé y dije no tenerlo. ¿Cuánto quiere por en­ GABO.— Tenemos que empezar con la gente buscando a Alma.
contrarlo?” Luego ella aparece sola. En el primer capítulo, supo a qué hora no hay
Alma: “Los hoteles son como la comunión. Mucha gente pasa por ahí. nadie en la casa. Entonces llega, toca y al abrir Rosafina, le dice: “Apro­
Pero no te preocupes: aquí todo vuelve al lugar de donde salió.” vechando que no hay nadie, vengo a traerle el sueño a su mamá.” In­
Alma le da una palmada y con su mejor sonrisa dice: “Tranquila ni­ mediatamente entra y le arma un sueño a doña Petra. Ésta ya no la deja
ña, tranquila.” Sin dejar de preocuparse, Maricarmen también sonríe salir y le dice: “No, no, si la estamos buscando.” Y cuando llegan los
esperanzada. En el aeropuerto don Diego no toma el avión. otros la encuentran allí.
Doc.— Comentarios... Doc.— ¿Qué sueña Alma para Petra?
GABO.— En la conversación entre Maricarmen y Angel hay que de­ Gabo.— Alma le dirá: “Tú estarás bien cuando llueva tres días se­
jar establecido todo lo que haga falta. Yo creo que la identidad del de­ guidos.” Y ella empieza a contar las lluvias.
tective no se debe revelar hasta el segundo episodio, en que llega y Luis Alberto.— Y a mirar al cielo por las ventanas, esperando que
desbarata toda la versión de Maricarmen. Y Alma le debe llevar a do­ caiga la lluvia.
ña Petra un bocado del postre que prepara. Ya pelearon y el gesto es la Gabo.— Pero tres lluvias, porque doña Petra debe estar toda la
reconciliación. película diciendo: “Mira, ayer llovió, pero hoy ya no llovió.”
Doc.— Yo veo a Ángel poco consistente... Luis Alberto.— Y cada vez más enferma.
Gabo.— A ése hay que matarlo. En el tercer capítulo Alma le dice ELISEO.— De toda la familia, Ángel debe ser el que le opone mayor
que se va a morir. Pasemos ya al segundo capítulo. resistencia, el que sigue manteniendo que Alma es una vieja loca. Que le
DOC.— Bueno, ya tenemos la macroestructura y terminamos el diga a don Diego: “Pero, papá, tú estás loco. ¿Qué hace esa mujer aquí?”
primer episodio con ella en la casa. Gabo.— Si Maricarmen va a desaparecer en el segundo capítulo,
Gabo.— No, no, termina en que la van a buscar. El segundo episo- empecemos con ella, a una hora cualquiera de la mañana, por la calle
en su moto a toda velocidad. Lleva la foto del collar y va a encontrar­
dio es de Maricarmen. Al final se fuga de la casa y se va. Salimos del
personaje. se con el novio para falsificar la joya. Nos damos cuenta de que el de­
Ei.ISEO.— Además, es lógico que sea Maricarmen en el segundo tective está siguiendo todos sus movimientos y se entera de la
porque es de la que más elementos hemos dado en el primero. falsificación de la joya.
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DOC.— Yo creo, Gabo, que si Alma se fue, tenemos que empezar que sea no importa. Usted es una mujer que no hay con qué pagarla.”
el capítulo con eso, preguntando dónde está Alma. Después entra DOC.— Alma llama a Rosafina y le dice que no le gusta ese cuarto
Maricarmen. para dormir, que ese cuarto es un corredor, o que ese cuarto no tiene
ELISEO.— Podríamos empezar con el entierro de los niños. agua ni baño propio.
Gabo.— La maestra está en el hospital como una momia egipcia y GABO.— Y debe saberse que existe un cuarto cerrado que nadie
el niño está solo en la clase. El único que quedó vivo de la clase fue él, abre: el de Amparo.
Manolo tiene que seguir siendo personaje; porque si lo creamos para ELISEO.— Tenemos que saber lo que pasó con la joya para definir
el autobús y no lo matamos, necesita un sentido. Así que llega a la es­ qué le puede decir el novio a Maricarmen y qué papel va a jugar éste...
cuela, se sienta y no hay maestra. GABO.— Yo pienso que el problema es que ustedes lo complican de­
SUSANA.— ¿Pero cómo va a haber clases ese día? masiado y que no es tan complicado.
Andrés.— ¡Claro! DOC.— Debe ser muy simple.
Doc.— ¿Y el novio de Maricarmen estaría también en el entierro? GABO.— Ahí sobra el novio. ¿Para qué sirve el novio?
Elíseo.— No, el novio no. DOC.— Si fuera negro, podría ser una historia de prejuicios...
Gabo.— Maricarmen y el novio van a ver al joyero. Pero el detecti­ GABO.— ¿Por qué vamos a crear toda una historia de prejuicios na­
ve sabe. Cementerio, joya y llegada de Alma son tres puntos. Ya ahí te­ da más que para meter un novio?
nemos la primera parte. DOC.— Es verdad. Pero si lo tuviera, ¿por qué don Diego no lo
DOC.— Tenemos que tener algo más, una cosita más. quiere?
GABO.— ¿Como qué? GABO.— Porque es un ladrón que utiliza a Maricarmen para llevar­
Doc.— Como Ángel. se las joyas de la casa. El tipo sabe quién es ella, la sedujo, la obligó a
Gabo.— ¡Es que a mí se me olvida! No lo veo... sacar la joya y quiere más. Le plantea la fuga y le dice que se lleve to­
Doc.— ¿Dónde está don Diego? das las joyas.
Elíseo.— Puede ser en una junta donde el hijo está informando so­ Elíseo.— Y el novio le ha dicho que se robe todo el joyero y que lo
bre los ganaderos, sobre la próxima temporada, que sé yo, y don Die­ haga esa misma noche, que no hay tiempo que perder.
Doc.— ¿Alma le dice que va a soñar o que es mejor huir?
go está ido.
Elíseo.— No, no, le dice que ella va a hacer un viaje.
Gabo.— Don Diego dice: “Mira, a mí nada de esto me importa. Yo
Gabo.— Ese diálogo es importante. Pero lo más importante es que
lo que quiero saber es dónde está esa mujer.”
Luis Alberto.— Y Ángel le dice que, con las características de sus tenemos todo el ritmo, la palpitación.
negocios sucios, no es bueno que una extraña entre en la casa.
Doc.— Pero don Diego no hace caso, llega y habla con Alma.
Gabo.— La abraza y la besa como si regresara de un largo viaje.
Doc.— Y le dice que se quede.
Gabo.— Alma dice: “Pero le voy a costar caro.” Y él responde: “Lo
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SESIÓN OCHO: Viernes 13.XI.1987

Gabo.— Empieza, Iván.


IVÁN.— Cementerio. Familiares de los niños muertos, veintiocho
ataúdes. Don Diego frente a la tumba de su esposa, junto a Manolo.
Descubre sobre ella un ramo de flores e indaga sobre su procedencia. El
cuidador describe a una persona igual a Alma. En casa de los Morán,
Maricarmen toma la fotografía del collar que luce su madre en cuadro.
Luego va en moto por la calle. Recoge al novio en barbería. Interior de
joyería. Maricarmen y su novio observan al joyero que examina foto.
Maricarmen se adelanta y enciende moto. Los hombres discuten por­
centaje de la venta de la joya. Echan fotografía a la basura.
Gabo.— ¿No dijimos que el falsificador alegaba que no se podía copiar?
Luis Alberto.— No, el novio y el falsificador son socios y le arman
este teatro a Maricarmen para tranquilizarla. Cuando Maricarmen ha­
bla con Alma y le cuenta que está tranquila porque conseguirá una jo­
ya igual, Alma le advierte que lo peor vendrá después.
Gabo.— Ustedes lo complican todo...
Iván.— Salón de reuniones de la compañía Morán. Don Diego dis­
ido, Ángel y directivos exponen problemas. Inesperadamente don
^*ego se metc cn su oficina. Ángel suspende reunión. Su padre le dice
^e sólo le interesa Alma, que puede traer suerte y riqueza.
Casa Morán. Manolo juega en jardín. Desde afuera Alma lo llama. Le
regala una flor como las del cementerio y le cuenta historia de una flor
má8ica. Rosal! na descubre a Alma y la lleva a cuarto de Petra. Alma le
dice a Perra que se curará cuando llueva por tres días seguidos. Don Die. , LUIS ALBERTO.— Robo y huida de Maricarmen.
go llega y le pide que se quede; Alma dice que costará caro y él resp0n_ Manolo.— Alma puede haber visto a Maricarmen, durante la no­
de que pagará lo que sea. che, robándose las joyas, y después inventar un sueño.
Otro día. Desayuno. Alma organiza el día de don Diego. Ángel GABO.— Hay que ver a Maricarmen robando las joyas de la caja
molesta. Alma lo nota. Manolo quiere ir a la escuela. Alma dice qUe fuerte y a Alma viéndola. También Rosafina puede ver a Maricarmen
puede ir porque está protegido. Manolo y Ángel suben al auto. En e| sacando las joyas. El novio la espera por la puerta de atrás.
comedor Alma y Maricarmen hablan. Alma le cuenta sueño donde in- 1 DOC.— Alma debe empujar a Maricarmen a fugarse.
sinúa lo de la joya. Maricarmen revela que el asunto está controlado. GABO.— Sí... Alma no sabe que Maricarmen se va a robar las joyas
Alma dice que lo peor vendrá después. ni se lo aconseja, pero sabe que está nerviosa. La espía, y cuando se ro­
Cuarto de Alma. Alma entra y encuentra a Rosafina arreglándolo. ba las joyas, le dice: “¿A dónde vas con eso?” Y Maricarmen le confie­
Alma dice que no podrá dormir en ese cuarto tan luminoso y sin agua. sa que se va con su novio. Entonces Alma le dice que acaba de tener
Rosafina dice que no hay más y Alma le muestra otro que sí le gusta. un sueño y que lo que debe hacer es esto y lo otro. Eso lo aclaramos
Rosafina dice que ése es el cuarto de Amparo. Alma pregunta por el si­ mañana. La ayuda a huir y se acuesta en el cuarto de Maricarmen. En
guiente, el de Maricarmen. el desayuno, dice que Maricarmen se fue.
Corredor de escuela. La nueva maestra, totalmente distinta a la anterior, LUIS Alberto.— Yo creo que ella no debe dar esa mala noticia.
avanza por pasillo. Entra al aula donde sólo hay tres niños: dos con huellas Gabo.— Cierto... Las sospechas caerían sobre ella. Pero Ángel le
de accidente, y Manolo, que llora al verla, pidiendo por su otra maestra. echaría la culpa a Alma aunque supiera que no fue ella, porque es su
Hospital. La otra maestra está en cama con el rostro vendado. Don adversario.
Diego le dice unas palabras afectuosas. Sale al pasillo y le dice a médi­ Doc.— Es simple: el cofre está abierto...
co que él asume gastos de cirugía de la maestra. Manolo.— Y Ángel le dice a Alma: “Si tú sueñas... ¿por qué no so­
Salón de reuniones. Ángel está solo. Llega don Diego. Ángel le in­ ñaste esto?”
forma que los accionistas se retiraron. Comienza a llover. Don Diego Gabo.— Y ella responde que porque la pusieron en un cuarto don­
dice: “Está lloviendo, hace un año que no llovía.” de no se puede dormir.
Cuarto de Petra. Petra mira la lluvia y una lágrima se le resbala por Susana.— Y la pasan al cuarto de Maricarmen.
la mejilla. Entra Alma, Petra le besa la mano, le dice que ha llegado co­ Gabo.— Y en seguida se viene la lluvia abajo, suelta, pero sin re­
mo una bendición. lámpagos.
Gabo.— Creo que hay detalles que parecen no tener importancia Doc.— Entonces Petra levanta la mano con dos dedos diciendo:
pero sí la tienen para armar un guión. Hay varios. Por ejemplo, en Ia “Dos.”
conversación entre Maricarmen y Alma: si la joya la van a falsificar» Gabo.— Es como un epílogo.
entonces Maricarmen no habla del asunto. Tampoco se dice quie11 ) Manolo.— Petra podría hacer las marquitas de cuándo llueve.
llevó al niño a la escuela. Lo de la lluvia es buen final para el capítu' Luis Alberto.— Y nunca aparece la tercera.
lo. ¿Qué sigue? Gabo.— Le pregunta a Alma, desesperada: “¿Eso que me dijo de las

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rres lluvias tiene que ser en la ciudad donde uno vive o en cualquier ]ll
gar?” Y Alma le dice: “No, donde tú vives.” Y Petra le dice: “¿Por qU(; Alma que está soñando. Así todo el mundo se va incomodando ya que
Ja vida normal se ha vuelto insoportable. Tiene que haber silencio ab­
no me cambia el sueño y me lo rebaja a dos lluvias?”
soluto cuando esa mujer está soñando. Un día Ángel quiere aprovechar
DOC.— ¿Pasó mucho tiempo? que Alma duerme para que don Diego firme unos documentos pero
GABO.— Un mes. Lo importante es que ella esté instalada en e|
éste se niega a hacerlo hasta que Alma despierte. Pueden haber pasado
cuarto de Maricarmen, pero ya sueña con el de Amparo. Así se esta, tres meses...
blece su ambición de apoderarse de la casa. GABO.— Sí, y cuando Ángel pelea con Alma, ella le dice: “Tú no
SUSANA.— El tiempo se puede precisar por la panza de Rosafina, in jodas más, que estás muerto. Lo soñé anoche”, y cortamos a una mu­
crescendo. jer que le dispara. Después podemos contar lo que sea sobre Ángel y
GABO.— ¡Ése es el calendario, claro! El siguiente capítulo es de su amante. Que lo mate por la tontería más grande. También es muy
Ángel. El próximo cuarto desocupado será el suyo. bueno que el espectador se acuerde de que existen los crímenes pasio­
LUIS ALBERTO.— Antes de su muerte, Ángel decide sacar a esta mu­ nales, porque ya nadie mata por amor. Y así salimos de él. Ésta es una
jer de la casa. historia en que hay que solucionar a todos los personajes en su relación
Gabo.— Al principio del capítulo. Al final, muere. con Alma. Yo noto, por ejemplo, que a partir de cierto momento todo
Luis ALBERTO.— Alma es casi la dueña de casa, ordena, recoge la ' el mundo está en contra de Alma y el viejo ya está loco: lo mandamos
correspondencia. para un manicomio y ya. Petra es de solución difícil. Está enferma y
Doc.— ¿Y si don Diego tiene que firmar un contrato muy impor­ no se va a curar, pero tampoco se va a morir porque esto no aguanta
tante para Ángel, y llama a Alma para preguntarle si lo soñó o no, la un muerto más. Ya tuvimos treinta y tantos en el primer capítulo.
mira, y ella niega con la cabeza? ¿Qué hacer con Manolete? Técnicamente debió morir en el autobús...
Gabo.— ¡Aquí Ángel se subleva definitivamente! Luís Alberto.— Si Alma mete a don Diego en el manicomio, ya la
IvÁN.— Yo creo que no debemos matarlo todavía. El tercer capí­ casa tiene que estar sin heredero.
tulo debe acabar con la declaración de guerra entre Ángel y Alma. Gabo.— Amparo es quien lo manda al manicomio. Lo encuentra lo­
Doc.— O la familia con Ángel y en contra de Alma. co, con el testamento hecho a favor de Alma. Hace un escándalo, lla­
GaBO.— ¡Y de don Diego! ma a un juez, declaran la interdicción judicial y se queda con la
Doc.— La familia unida contra Alma es interesante... tutoría de Manolito. Al viejo no lo mandan al manicomio en una jau­
Gabo.— ¿Cómo puede Ángel vencer a Alma? la -—que sería lindo— sino a un sanatorio de ricos. Entonces sólo
LUIS Alberto.— Alma tiene que sugerirle a don Diego que Ángel quedan en la casa Amparo y Alma, frente a frente, y eso ya es el final:
está metido en negocios sucios que le perjudican; y Ángel intenta con­ &uelo al sol.
vencer a Alma de que acepte plata y se largue de allí. Doc.— ¿Y Manolo?
Gabo.— Eso es muy bueno. ) ELISEO.— Siempre está loco por ir a la escuela, porque allá sí pue­
Elíseo.— Yo me imagino el inicio del tercer capítulo con una esce­ de gritar. Ah, y a Alma hay que hacerle comida especial para soñar.
na en que don Diego manda callar a Manolo para que no despierte 3 Luis Alberto.— Mucha lechuga.
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Doc.— Falta la amante. SESIÓN NUEVE: Lunes 16.XI.1987
Gabo.— No, ella solamente entra cuando Alma la inventa con Sll
imaginación. Ella la invoca y empieza a existir en ese momento. Si la
enseñas antes, se debilita, porque ella sólo aparece para una cosa: para
matar a Angel.

DOC.— Andrés, lee lo que le soñó Alma a Maricarmen.


ANDRÉS.— Bueno... Alma la sorprende robando las joyas y aprove­
cha para contarle un sueño sobre una princesa enjoyada que huyó con
su príncipe y vivieron felices. Alma ofrece su complicidad, Maricar­
men lo agradece. Alma la lleva al vestíbulo, la despide y cierra la puer­
ta por dentro. Maricarmen se sube al carro de su novio. Parten. Alma
se acuesta en la cama de Maricarmen...
Gabo.— Eso hay que aclararlo. Cuando uno escribe un guión, de­
be suponer que se va a morir cuando termine, y que quien se lo en­
cuentre, lo va a filmar tal como lo dejamos. Los detallitos que uno
olvidó, jamás se conocerán, porque uno se lo llevó a la tumba. El sue­
ño de la princesa no es sólo ingenuo y muy directo, sino que sirve pa­
ra demostrar que los sueños no pueden ser tan claros y dirigidos. Alma
debe soñar algo extraño, distinto, pero al interpretarlo parece cuadrar
con la realidad. Y cuando Maricarmen sale, Alma debe cerrar la puer­
ta y abrir una ventana, para que no se sospeche de la complicidad.
Doc.— Bien. Seguimos con la primera parte del tercer episodio,
cuando ya han pasado unos meses.
Arturo.— Petra hace ruido en la cocina y don Diego llega a ca­
erla. Ella aprovecha para decirle que no cree en Alma.
Iván.— Don Diego le dice a Rosafina que le suba el desayuno a Al-
1113 y ella se molesta y dice que está embarazada y no puede andar su­
biendo y bajando escaleras.
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ARTURO.— Salvador toca el claxon llamando a Manolo y don Dje. i GABO.— Lo que hay que inventar es cómo ella enreda al detective
go lo calla. Don Diego entra a su despacho, donde Ángel lo espera, y
con los sueños.
discuten. LUIS Alberto.— Alma le va dando la vuelta a la conversación y ter-
IVÁN.— Ángel se molesta tanto que va a despertar a Alma. Alma le jnina averiguándole la vida al detective.
dice a don Diego que no firme y él lo acata. En la junta se pide inter­ GABO.— Y le sueña que él tiene un hijo del que debe ocuparse.
dicción judicial y Ángel pide un voto de confianza. Don Diego y Al­ Nadie escapa a esa verdad. Terminando de hablar con ella, él toma la
ma platican, mientras Rosafina y doña Petra comentan que todo es ¡
taza, corte a la huella digital y van saliendo los papeles con la infor­
para soñar, para la tipa que trabaja durmiendo. Alma le exige a Rosa- mación en distintas oficinas. Y descubre que Alma es alguien que
fina las llaves del cuarto de Amparo. Después Ángel viene y le ofrece murió en el terremoto de 1957. ¿Qué hacemos con eso ahora? Todo
dinero a Alma para irse de la casa. coincide: las huellas, las fotos, todo. Pero murió en el 57, en un edi­
Gabo.— Y Alma le dice: “Tú estás muerto.” Cortamos y una mu­ ficio donde había un baile, y el arquitecto se suicidó porque había
jer ya le está disparando, una rubia espectacular, llena de joyas. Des­ echado tierra en lugar de cemento y los pisos se cayeron y sólo que­
pués de muerto es cuando contamos la historia secreta de Ángel con daron vivos los que vivían en el último piso. Y hay que creer de ver­
esta mujer, que nadie sabía. Se destapa el crimen pasional del año en dad que se murió en ese terremoto. ¡Mira dónde vino a aparecer el
prensa, radio, televisión. detective! Con eso agarramos una vena fantástica que nos permite
ANDRÉS.— ¿Y el detective? hacer lo que nos dé la gana.
IVÁN.— Ángel pudo contratarlo para saber quién es Alma. ELISEO.— Los analistas le dicen al detective que ella debería tener
DOC.— Para entrar a la casa, el detective le dice a don Diego que cuarenta años. Y él dice: “¿Cómo que debería?” Y le responden: “Sí.
viene a hacer un inventario de seguros. Y Alma le sueña algo. Murió en el terremoto de 1957.”
Gabo.— Ella lo recibe y le cuenta toda una serie de cosas que no se Gabo.— Y cortamos a Ángel que le dice al detective: “Usted está
han dicho y que nos interesan: desde qué año sueña, cómo se dio cuen­ completamente loco.”
ta de esa facultad, cómo empezó. Con gran naturalidad cuenta la muer­ IVÁN.— Y lo saca a patadas.
te de su hermano. Ella soñó que se ahogaba, y al niño le habían ' Gabo.— Por supuesto. Le dice al detective que es un ratero, peor
prohibido bañarse en el río. Es un diálogo de veinte minutos. que ella. ¿Te imaginas tú la cara del detective al descubrir todo esto?
IvÁN.— Alguien, que puede ser Petra, advierte al detective de los Termina más “almista” que don Diego, en el espíritu de la historia. Y
poderes de Alma. el detective le dice: “Lo más raro es que los sueños son reales, porque
a mí me dijo esto y esta mañana me sucedió.” Y Ángel dice: “¡Al cara-
Luis Alberto.— Pero el detective va a la casa a tratar de tomar 1#
huellas dactilares de Alma. Ella se da cuenta y finalmente lo atrapa. J°) ya esto se jodió!”
Doc.— ¿Y por qué Ángel no es quien toma las huellas? ELISEO.— Y el detective le dice que hable sin groserías porque a los
SUSANA.— El detective jamás le va a decir que es así de sencillo. Él i huertos hay que respetarlos.
quiere conseguir el trabajo, y simulará que es muy complicado encon' Gabo.— Es bueno que el detective quede también enredado en la
trar la identidad. historia de los sueños y le pregunte: “¿Cómo va mi sueñito? Es que
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estoy esperando para ver si mando de viaje al niño o no.” El ep¡So i SESIÓN DIEZ: Martes, 17.XI.1987
dio del detective debe ser como un caso aparte: “El día que el detec
tive fue a la casa...” Ya tiene lógica, ¿verdad?
Susana.— Ilógica.

DOC.— Yo tengo dudas sobre la identidad de Alma. Ella puede ser


muy parecida a la que murió en el terremoto. Puede ser, pero no es.
GABO.— ¡Si no nos atrevemos a decir eso, no nos atrevemos a
decir nada en la vida! Imagínate lo que es hacer que un sacerdote
levite al tomar chocolate. Un físico nos dirá que no puede ser por­
que, si el sacerdote pesa tanto y la fuerza de gravedad es tanto, no
hay chocolate que lo suba: tiene que tomar helio. Pero si hacemos
que tome helio, se jode todo. Para mí es una realidad absoluta. Lo
que me resulta muy difícil es transmitírtelo. Alma pudo morir en el
terremoto del 57 y seguir jodiendo. No tienes idea de cuánta gen­
te desaparece en los terremotos de México. A veces la familia da por
muerto a uno, le hacen un certificado de defunción y hasta entie-
rran el cajón vacío.
Doc.— Entonces, hay que oírla decir que vivió un trágico terre­
moto en el 57, pero ésa no es su identidad.
Gabo.— Para mí lo es. Si tú quieres, en el cuarto o en el quinto ca­
pítulo ella puede decir que tuvo un accidente mortal o grave. O el de­
tective descubre que hay diecisiete con la misma identidad y que
murieron en el terremoto del 57.
Doc.— Así me gusta.
Gabo.— A mí me asombra una cosa: tú no aceptas un milagro, pe­
to sí aceptas diecisiete.
Doc.— ¡Es que si es una muerta viva...!
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Gabo.— ¡No es una muerta viva! Eso lo has inventado tú. Es sitll 499468
distas dicen todo lo que les da la gana. Después se va aclarando la cosa.
plemente ella. poC___Y dicen que estaba en negocios sucios.
Doc.— Sí, pero si murió y se llama Alma, puede levitar, andar en GabO.— La rubia asesina tiene el papel más corto de la serie. Tiene
tre las paredes, y su pelea con Amparo no será verdadera. que ser una belleza, con un traje de lentejuelas plateadas, nacaradas y
Gabo.— Todavía no sabemos cómo será la pelea con Amparo. $¡ ull poco a la antigua. No tiene que ser actriz.
es con un ser sobrenatural, entonces será con un ser sobrenatural, pe_ pOC.— En el aeropuerto, Maricarmen llega para el entierro y mira
ro insisto en que no lo es. Es una persona que se murió en el terre. |a noticia por los televisores.
moto del 57 y sigue jodiendo. Solamente a ti se te ha ocurrido qUe GABO.— Llega como una actriz de cine, con espejuelos oscuros y
es un ser sobrenatural. No lo es. La gente sólo muere para siempre en turbante. Va a la casa, pero Ángel ya está enterrado. Ya ha pasado to­
la vida real. En la literatura uno puede hacer lo que le dé la gana. Si do. La televisión empieza con nuevas revelaciones, porque el primer
para eso se inventó, para uno poder desahogar todos sus deseos. día la noticia era que lo habían matado. Don Diego está encabrona­
Doc.— Es verdad... Pero, Gabo, es un guión... do. No lamenta la muerte, lo considera un traidor.
Gabo.— Esos son límites racionalistas que me aterrorizan, porque LUIS ALBERTO.— Don Diego está medio loco ya...
entonces no podemos hacer nada. ¡Ni siquiera lo de los sueños! Gabo.— Sí, y con la llegada de Maricarmen, se pone a llorar.
DOC.— Pero los sueños son reales. Doc.— Cuando Alma se lleva a Maricarmen para que descanse, és­
Gabo.— Tú los aceptas porque es algo cultural entre nosotros. Pe­ ta ve que Alma tiene el cuarto de Ángel; y conversa con Petra, que le
ro si te decimos que Alma realmente soñó que se iba a reventar el ca­ dice que esa mujer es la destrucción.
mión de Manolo, nos desbaratas la serie. Tú eres un incrédulo. Vamos Gabo.— Para Alma la vida volvió al capítulo anterior: cuando ha
a tratar de ser lo menos tradicionales posible, porque si no aportamos eliminado a Ángel, resulta que vuelve Maricarmen. Este es el momen­
nada a la televisión, terminamos en los mismos vicios. to que Alma utiliza fríamente para el testamento. Habla con don Die­
Doc.— Yo no sé lo que tú dices... go, le dice que su familia es un desastre y...
Gabo.— Ni yo, pero me entiendo. Es que siempre son los mismos Luis ALBERTO.— ...que le deje todo a Manolete.
pasos, las mismas respiraciones, no estamos innovando nada. Gabo.— Con ella como tutora.
Doc:.— ¿A ustedes cómo les parece el episodio así? Luis Alberto.— Pero para eso don Diego tendría que estar cerca
ARTURO.— A mí me gusta mucho la ambigüedad acerca de su de la muerte...
identidad. Gabo.— No, no, lo que tiene es una rabia del carajo. Echa el clá­
MANOLO.— Que unos piensen una cosa y otros, otra. sico discurso de la familia que.tantos trabajos ha pasado, que llegó
en un barco de refugiados y le cuenta a Alma toda la historia, tum­
LUIS Alberto.— Sí, en general no nos gustaba el que hubiera una
explicación racional al problema de Alma. bado en la cama.
Susana.— Maricarmen se sorprende cuando se entera de que su pa-
Gabo.— El detective está convencido de su descubrimiento. Pero lo
que debe atraer al público al comienzo del capítulo cuarto es toda la his­ ^ nunca recibió sus cartas.
re

toria secreta de Ángel. Ese primer día después del asesinato, los perio Iván.— Alma siempre ocultó la correspondencia.
BIBLIOTECA CENTRAL
78 79 U.N.A.M.
i.
Gabo.— Don Diego llega a la junta abrumado con las cosas de IVÁN.— Pero cuando llega Amparo reclama que ella es la mayor ac­
ma y proponiendo maniobras financieras fundadas en los sueños,
ta con que diga que tienen que hacer algo porque Alma lo soñó, pafa cionista.
GABO.— SÍ, y encuentra a Maricarmen totalmente aliada a Alma.
que los otros lo tachen de loco. y\| final de la serie, tienen que quedar Alma y Amparo solas.
Luis Alberto.— Nos hace falta una escena en que Alma tenga ya IVÁN.— Toda esta película es un duelo entre mujeres y los hombres
listo a don Diego para que haga el testamento a favor de Manolo con
son víctimas...
ella de tutora, y en ese momento llega Maricarmen. Don Diego man­ GaBO.— Tiene que verse que el mejor cuarto de la casa es el de Am­
da parar la lectura y Alma, que está de espaldas, no sabe qué es lo qUe paro. Maricarmen no quiere a Amparo.
ocurre. Cuando se voltea, ve que es Maricarmen. IVÁN.— Cuando llega Maricarmen están desalojando su cuarto y es­
Gabo.— Esa escena se refleja en el rostro de Alma. Cuando ellos se tán preparando el de Ángel. Alma le puede decir que soñó que ella ve­
reconcilian, Alma se da cuenta de que hay que empezar otra vez, por­ nía y por eso están preparando el otro cuarto.
que don Diego le dice al notario que hay que rehacer ese documento, GABO.— Sí, hay que empezar a mover los sueños.
que hay que cambiarlo. Y aquí acaba la primera parte. La segunda co­ LUIS Alberto.— ¿Y qué vamos a hacer con Manolete? ¡Ah, y si Ma­
mienza con un diálogo muy tranquilo entre Petra y Maricarmen. Ve­ nolete está sobrando, no hay ni qué decir de la niñita de Rosafina!
mos la llegada del telegrama. Gabo.— De aquí a que crezca, se acaba la serie.
Doc.— Maricarmen indaga qué hace Alma en el cuarto de su her­ SUSANA.— En el testamento después van a tener que incluir a la hi-
mano, por qué se mudó para allá. ¿A qué hora habla con Petra? jita de Rosafina, porque es de Ángel.
Gabo.— Al amanecer, tomándose un café en la cocina. DOC.— El parto es en el cuarto de Rosafina y Petra pidiendo agua
Doc.— Alma coge el telegrama y dice que soñó que va a llegar al­ caliente.
guien. Gabo.— Don Diego dice: “Hay que tomar en cuenta a esta niña
Luis ALBERTO.— Pero tiene que haber un cambio de Maricarmen que nace exactamente en este momento.” De ahí vamos a la luna de
respecto a Alma a partir de algo... miel entre don Diego, Alma y Maricarmen.
Gabo.— Maricarmen va al cuarto de Angel y le lleva a Alma algo Doc.— ¿Y la revelación de Rosafina de que le parió una hija a
suyo, un radio o cualquier cosa... Ángel?
LUIS ALBERTO.— Y Alma le puede regalar algo que le perfume el Gabo.— Ese problema que se quede así y después vemos quién es
el papá.
cuarto, para que esté protegida.
Gabo.— Sí, y le dice que esté tranquila, que no habrá problemas* Arturo.— Que Alma ayude a Petra en el parto...
que estará feliz en la casa, que la quieren mucho. Entonces le cuen' Gabo.— No, Alma está con don Diego en el despacho, metida en
ta que tuvo un sueño que no mencionó en la mesa porque su padre lo del testamento.
ya sabe interpretarlos: que don Diego va a hacer el testamento a fe' Susana.— Lo que se oye es el llanto.
vor de Maricarmen y que le dará poder para que lo represente en Ia Gabo.— Ahí ya nació.
empresa. Doc.— No, Gabo. Antes es el parto.
81
r’

Gabo.— Pero no sé para que van a hacer el parto si para eso baxta SESIÓN ONCE: Miércoles, 18.XI.1987
con el llanto. ¡Van a llenar eso de trapos y de jodedera y es el mismo
parto de toda la vida!
Luis Alberto.— Se supone que ese trabajo de parto ella empezó 5

hacerlo hace tres horas por lo menos.


Gabo.— ¡Ahora hay que esperar tres horas a que Rosafina para!
Doc.— No, es un parto inmediato. }
Luis Alberto.— Un parto de televisión.
Gabo.— ¿Para qué quieren ver el parto?
Doc.— ¿Cómo van a estar haciendo un testamento abajo y un par­ IVÁN.— Jardín. Salvador retira periódicos y correspondencia. Come­
to arriba y no se va a ver? El contraste es interesante... dor. Manolo mira televisión. Don Diego la apaga y dice que no puede
Gabo.— Sí, pero si yo fuera el director no haría el parto, salvo que haber ruido porque Alma duerme. Manolo se retira fastidiado.
fuera un documental, es decir, que se viera salir al niño de cabeza. La Cocina. Petra hace quehaceres con ruido. Don Diego pide silencio
descripción de un parto ya no tiene interés dramático. A menos que la para que Alma sueñe algo importante para él. Le dice a Rosafina que
niña tenga dos cabezas: una de Salvador y otra de Ángel. le prepare desayuno a Alma cuando despierte. Rosafina se queja de la
MANOLO.— ¿Y por qué Rosafina no pare en el cementerio cuando falta de consideración que le tienen en su estado.
le llevan flores a Ángel? Allí ella dice que es hija de él y que vino a... Exterior. Salvador toca claxon llamando a Manolo. Se da cuenta de
Gabo.— ¡Ya te volviste loco tú también y te mandamos para el ma­ error al provocar ruido. Manolo sale y comenta que en la escuela sí
nicomio! puede hacer ruido. Despacho de don Diego: Ángel prepara carpeta,
DOC.— Tenemos que ir pensando en que Alma sabe que Amparo mira reloj, se levanta molesto, abre puerta y descubre a su padre de­
viene... ambulando en medio de la sala. Ángel le dice que lleva una hora espe­
IVÁN.— Yo creo que Alma tiene que preparar las condiciones. Tie­ tando. Don Diego advierte que no hará nada hasta que Alma indique
ne que volver a ganarse a toda la gente que está en su contra. el camino a seguir. Pasillo. Ángel toca a la puerta de Alma. Ella abre
Gabo.— Ya los tiene a todos de su lado. Ya está fuerte. Tiene de su con gesto enigmático. Despacho. Frente a papeles, don Diego mira a
lado a Maricarmen, a Petra... Alma y ella indica que no firme. Ángel se retira diciendo que ya eso es
IvÁN.— Pero no a Manolete. e! colmo.
Gabo.— Bueno, para mañana piensen en Manolo porque nos está Sala de juntas de Compañía/Piscina casa Morán/Cocina. Ángel y
sobrando. eJecutivos revisan documentos atrasados por falta de firma de su padre.
Junto a piscina, Alma le narra un sueño a don Diego e insinúa que

» i^ngel lo traicionará. Don Diego queda pensativo. Ejecutivos piden in-


terdicción judicial. Ángel los convence y le otorgan voto de confianza.
etra y Rosafina observan a Alma y don Diego. Rosafina está molesta

83
porque todo gira en torno a Alma y hasta la comida que se prepara
para soñar. * ¡rnpoStora ^uc ut*l‘za nombre de una persona muerta. Alma le con­
Cuarto de Amparo. Alma observa impresionada la comodidad y |? testa: “El muerto eres tú.”
Elegante club nocturno. Una rubia vestida con un traje de lentejue­
decoración, y el enorme retrato en que Amparo luce un hermoso ves las, saca pistola y dispara sobre Ángel siete balazos.
tido y joyas. Ángel llega retador y le pregunta cuánto dinero quiere pa, GABO.— ¿Qué hay en la correspondencia que retira Salvador? ¿O es
ra irse. Alma le ignora. simplemente el registro de un hecho cotidiano? ¿Por qué no sueñan al-
Oficina de Ángel. Ángel contrata detective para indagar sobre pro. 1 go con Salvador y que se vaya? No hace nada. Se ha ganado la plata
cedencia de Alma. gratis. Bueno, ¿qué sigue?
Casa Morán. El detective llega como inventarista de seguros. Rosa- SUSANA.— El capítulo cuarto. Diálogo de don Diego con Alma,
fina lo hace pasar. Alma atiende al detective que le muestra la carta. Al­ cuando hace heredero a Manolito y la nombra tutora, pero llega Ma­
ma lee, lo autoriza a realizar inventario, y manda a Rosafina a que lo ricarmen; la segunda junta...
conduz.ca al despacho de don Diego. GaBO.— Eso está todo desorganizado... La junta debe ser después
Despacho de don Diego. El detective interroga a Rosafina sobre las de un desayuno en que se ve a Alma instruyendo a don Diego sobre lo
circunstancias en que Alma entró a la casa y ésta le refiere las cualida­ ( que debe decir a los ejecutivos. En esa junta se va a definir todo.
des de Alma. Alma entra con una taza de café para el detective, con­ LUIS Alberto.— Yo creo que la única posibilidad real que Alma tie­
versa animadamente sobre su historia y su don de soñar, y le narra un ne para heredar, ahora que no puede ser tutora del niño, es casarse con
sueño que se refiere a él y a su familia, impresionándolo. Alma se le­ el viejo.
vanta y él aprovecha para coger y guardar rápidamente el vaso que Al­ Gabo.— Lo que pasa es que yo la veo tan fea que no me la imagi­
ma utilizó. no casada. Pero a lo mejor estoy equivocado.
Oficinas de la policía. Huella digital de Alma en una pantalla. El de­ LUIS Alberto.— Alma lo llena de detalles: por ejemplo, en el desa­
tective y un investigador la observan. El investigador informa que los yuno, ella le sirve algo que a él le gusta mucho y que hacía años que
datos de Alma coinciden con una mujer que murió en el terremoto de nadie le preparaba.
1957, junto a toda su familia. Gabo.— Hay que dar la impresión de que esto evoluciona hacia el
Oficina de Ángel. Ángel acusa al detective de loco e inepto. El de­ amor, pero llega algo que lo interrumpe.
tective insiste en que Alma tiene facultad de mirar a través de los sue­ Doc.— ¿Por qué ahora no llega Amparo?
ños y que le sucedió lo que ella le anunció. Gabo.— Amparo tiene que llegar poco a poco. Primero llega algo
Despacho de don Diego. Don Diego se enfurece al descubrir que se ha de equipaje no acompañado; después, una casa prefabricada para ar-
realizado una reunión de la junta directiva presidida por Ángel en la que ^ar, y al final llega ella. Se demora una semana en llegar.
se habló de proceder contra él. Alma le dice que ella lo había prevenido- Luis Alberto.— Llega un guerrero africano con una correa.
Casa Morán. Al llegar Ángel se tropieza con don Diego y Alma- ^ I Gabo.— Objetos chinos; toda clase de objetos chinos.
ella le recrimina tener a su padre bajo sus órdenes. Don Diego lo ad1' Manolo.— Llega un chino.
sa de traidor y le exige que salga de la casa. Ángel dice que Alma es uf>a Gabo.— Llegan ánforas y jarrones. Todos los días llegan cosas.

84 85
IVÁN.— Las aves orientales llegan en unas jaulas grandes, pero GABO.— Amparo llega hasta la mitad de la sala y grita. Y en el mo­
la lluvia. mento se callan perros, se callan pájaros, se callan rodos.
Gabo.— Las traen en un camión que dice afuera: “Aves del ParaíSo LUIS ALBERTO.— El desastre lo crea ella, pero llega y grita: “Esta ca­
S. A.” Los tipos preguntan si allí vive Amparo Morán y Alma lo recj sa es un desastre.”
be todo y firma. Desde que empiezan a recibir las cosas se sabe qüe GABO.— La niña de Rosafina lloraba y no había manera de callar­
Amparo está llegando. Maricarmen tiene que contarle a Alma que una la, Pero cuando Amparo grita, la niña se calla también.
vez Amparo llegó con una partida de monos de la India que tenían fie. ) DOC.— Y Amparo se vuelve hacia Alma y le dice: “Y tú, ¿quién
bre amarilla y hubo un escándalo del carajo. eres?
Doc.— Ahora tiene que llegar. GABO.— Pero es el final, ahí se acaba. “Y tú, ¿quién eres?” Es un pa­
Gabo.— ¿Cómo llega Amparo? Vamos a pensar todos cómo llega pel para una mujer muy elegante. Aquí el espectador se dice: “Ahora sí
Amparo. Es que después de llegar tigres y leones... Aunque podría lle­ que se jodió Alma.”
gar un tigre de Malasia también o una pantera negra. ARTURO.— Sí, eso es lo que van a pensar.
DOC.— Bueno, está lloviendo... Gabo.— Y no va a ser así. Amparo es la que termina en la calle pi­
Gabo.— la lluvia es buena porque es mejor paso del tiempo que el diendo limosna.
reloj, y al final entra Amparo. MANOLO.— Este capítulo es mucho mejor que el anterior.
Doc.— ¿Cómo es Amparo? Gabo.— Todos son mejores que el anterior. Lo que pasa es que la
GABO.— Alegrona, medio putanga, dura. entrada de ella no puede ser de otra manera. Desde el principio esta­
Luis Alberto.— Muy mandona. mos esperando a ver quién viene a ponerle la tapa al pomo. A Alma te­
DOC.— Están comiendo y tocan el timbre. Alma abre y es ella. nemos que machucarla si después se va a crecer. Además, quien se le
Gabo.— Podría venir de la manera más sencilla, pero de tal forma enfrenta a Amparo primero es Maricarmen.
que lo descojona todo... Como Alma escondió el telegrama, Amparo MANOLO.— Alma no puede hacerlo porque la mete presa.
llega encabronada porque nadie la fue a recoger al aeropuerto. Gabo.— Alma induce a Maricarmen. Y a don Diego le mete un
Susana.— Dentro de la casa se oye el timbre y Alma dice con fas­ cuento absolutamente disparatado para que él hable en esos términos
tidio: “Más tristes tigres.” Abre medio enojada y se encuentra con esta con Amparo, y Amparo, por supuesto...
tía apabullante. Y las dos se sostienen una mirada de duelo. Susana.— Lo cree loco.
Gabo.— ¿Se imaginan el gran desprecio cuando Amparo diga: “Y Gabo.— Con esos cuatro puntos que llevamos se hace el capítulo
tú, ¿quién eres?” quinto. En la junta se liquida a Maricarmen y al final don Diego se va
LUIS Alberto.— Yo diría que ni siquiera le habla, es decir, le pasa para el manicomio.
por el lado a Alma y entra en la casa como una tromba, peleando. Aga' Doc.— Tenemos que colocar esto bien para mañana. Tenemos só­
rra un objeto y lo cambia por una de las cosas que trajo. lo cuatro capítulos, Gabo.
Doc.— Y desde que el carro entra, los perros, las aves y todos los Gabo.— Podemos alargar el quinto, pero ya no tenemos suficientes
animales gritan. Personajes. Y Amparo no aguanta dos más... Vamos a tener que hacer
87
uno entre el tercero y el cuarto, o entre el cuarto y el quinto. Poderrt0 SESIÓN DOCE: Jueves, 19.XI.1987
hacer un capítulo de circunstancias.
Luis Alberto.— ¿Y Manolo?
Gabo.— Alma se queda feliz con el niñito que va a criar porque il0
tiene hijos. Mañana hacemos el capítulo final y después reajustamos
Todo lo que queda pendiente se hace con los capítulos intermedios.

£)OC.— Podemos empezar hoy con el desayuno después de la llega­


da de Amparo, con Alma hablando de sus sueños.
GaBO.— Sí, tenemos que alzarla, porque la dejamos hecha una
mierda.
ARTURO.— ¿Cómo le respondería Alma a Amparo cuando ésta lle­
ga y le pregunta quién es? Como espectador, yo esperaría ver la res­
puesta en el siguiente capítulo.
IVÁN.— Pero este capítulo es de Amparo.
GABO.— Ella llegó anoche y el desayuno es hoy. De ayer a hoy se
ha enterado de todo lo que ha ocurrido.
Doc.— Amparo está en la piscina haciendo ejercicios matinales con
música clásica...
Iván.— Y alrededor de la piscina están todas las jaulas. Ya el am­
biente está cambiando.
Doc.— Después llega y pide unos huevos crudos. No hay más te­
levisión en el desayuno.
Gabo.— En este capítulo ella lo vuelve todo al revés.
/ Doc.— Salvador llama a Manolo para salir y ella pregunta por qué es
eso. Salvador le dice que Manolo no puede ir en el autobús, pero ella
°nlena que vaya en el autobús. Salvador le entrega la correspondencia
a Alma y Amparo lo cuestiona.
Elíseo.— Entonces, Amparo pide que sirvan el desayuno de una vez
y le dicen que hay que esperar por Alma para que hable de los sueños.
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Susana.— Sería bueno que lloviera por tercera vez y Petra dijCr^ poC.— Seguimos en el despacho de don Diego...
que se curó y a pesar de eso, Amparo la llevara por la fuerza al doctor GABO.— No, que se vayan para la junta. Allí Amparo tiene serias
a rastras. dudas hasta que don Diego plantea lo de los pájaros negros. Los ac­
ELISEO.— llene que haber una escena en algún momento en que tanto cionistas la convencen para declarar la interdicción judicial.
Alma como Amparo llaman a los perros y los perros se van con Alma. IVÁN.— Ella puede adoptar la misma actitud de Ángel: pedir que
SUSANA.— Traición. le den un voto de confianza, que ella lo va a resolver.
Doc.— Debe ser la preparación para el combate porque si empezó GABO.— Yo creo que cuando van para la junta se han soltado los lo­
mos con el combate... cos del sanatorio y don Diego le dice a Amparo: “Mira, ésos son los ga­
Gabo.— Amparo está de espectadora porque ella no tiene idea de vilanes blancos que decía Alma.” Eso le puede dar la idea a ella...
cómo era el desayuno. Pero cuando se dice que Manolo irá en autobús, También podemos decir algo del carácter de don Diego. Que se baje
Alma protesta y ahí Amparo arremete contra ella. Don Diego le con­ diciendo “Mis gavilanes blancos”, y agarre a los loquitos y trate de su­
testa y le dice que Alma es una santa, que le salvó la vida a Manolito, birlos a un camión... Bueno, eso lo veremos después. Ahora la cosa tie­
que gracias a ella está vivo. Y que por eso los demás la rodean pregun­ ne que quedar en que declaran la interdicción judicial y lo mandan
tándole qué deben hacer. Esta escena no la hemos visto en toda la pe­ para el manicomio. En todo ese episodio él tiene que estar ya dema­
lícula. siado alterado con lo de los sueños. Hay que salir de todos. Al final del
DOC.— Todos quieren preguntarle a Alma con qué soñó esa noche episodio sólo se quedan don Diego, Alma y Amparo.
y Amparo dice que son tonterías. MANOLO.— ¿Cómo sale Amparo de la casa? Hay que matarla.
LUIS Alberto.— Maricarmen debe tener una actitud un tanto mística. Gabo.— Sale sola.
ELISEO.—Ella está pagando sus culpas, tiene que cambiar. Doc.— ¿Y qué hace don Diego?
Doc.— ¿Cómo? LUIS Alberto.— Apresura el testamento para proteger a Alma de
Gabo.— Se va de monja. Amparo.
ELISEO.—O de misionera al Congo. Arturo.— Y cuando Amparo se da cuenta lo denuncia por inca­
Doc.— Suena bien. pacidad mental.
Gabo.— Ese es el destino de Maricarmen. Y al que no le guste que Doc.— Yo creo que don Diego se casa con Alma.
lo diga ahora y lo peleamos aquí. No le vamos a dar una evolución al Gabo.— El asunto está en eso: en que don Diego se case. Pero es
personaje que puede ser muy larga y puede resultar artificial. Ella tie­ una boda con fines puramente legales.
ne un proceso espiritual que no se le nota y en un momento dice qué Luis Alberto.— Se casa para proteger a Alma.
se va de misionera al Congo y ya. Gabo.— Para darle toda su fortuna.
LUIS Alberto.—Puede preguntarle a un sacerdote cuál país esta ELISEO.— A mí me gustaría que esos objetos extraños que llegaron
ar>tes que Amparo sirvan como símbolos de los sueños que ha tenido
más jodido, dónde hay paludismo, para irse para allá.
Gabo.— Sí, eso es bueno. Y más adelante se le puede ver con el ha' Alma...
bito de San Francisco. Doc.— Eso es muy bueno.
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Elíseo.— Yo creo lo de los sueños. Alma se ha preparado en sueñ0s \ bien, ya lo sabe. Yo soy quien la soñó a usted.”
sin saberlo ella misma, para el enfrentamiento definitivo con Aniparo ELISEO.— “Y ahora, o te vas o despierto.”
Todos los pájaros, el perro chino y lo demás, están dentro de sus sue. LUIS ALBERTO.— Y es la gran burla.
ños. Entonces, Amparo se empieza a aterrorizar porque ella es la qUe GABO.— “Aquí no ha pasado nada, todo era un sueño mío, ustedes
ha materializado los sueños de Alma. s0n criaturas de mi imaginación, no son más que la fábula.”
Gabo.— La salida de Amparo debe depender de la realización de un ElJSEO.— “Y usted solamente vivirá si se va ahora mismo de aquí.”
sueño, no de un truco. Alma le dice: “Tú, tal y tal cosa.” Y eso le suce- * GABO.— Eso es robado a Borges, pero bien robado.
de y se acaba la película. Le dice: “Yo he estado soñando con los biom­ L)OC.— Es muy buen final.
bos y con los pájaros y con todo eso, y usted ha estado realizándome los GABO.— Bueno, sigue en pie el misterio de la creación. Yo hago
sueños y usted es mi súbdita desde que yo llegué. Y sus viajes los he so­ este taller para ver cuál es el misterio de la creación y siempre me sor­
ñado yo y le puedo decir qué le ha sucedido; en Tahití le sucedió esto y prende. A uno siempre le queda la sensación después de que se lo
esto, en tal lugar le sucedió esta otra cosa”, y así... dictaron. Claro, lo cierto es que la creación no se realiza si no se ati­
ELISEO.— Amparo le ha realizado el sueño y al final Alma le dice: za. Para eso se trabaja todos los días, para descubrir verdades en un
“¿Usted quiere saber cómo termina mi sueño? Usted se va mañana de minuto. Oye, ¡fue como una explosión!
esta casa.” Y Amparo se derrota a sí misma, porque ella no sabe bien ELISEO.— Todo se explica, hasta la rubia aquella que era un perso­
ni para qué compró todos esos pájaros si ella no los quiere, ni sabe naje de locos.
quién la mandó a comprar los perros. Se lo mandó Alma, que fue so­ Gabo.— Además, tiene algo de cuento antiguo en que explicaban
ñando todo esto. Por lo tanto, todas estas cosas extrañas son la clave de todo al final. Y la boda es lo más rápido para resolverlo todo. ¿La va­
todo: es el sueño de Alma. mos a vestir de novia?
Doc.— Y ése es el discurso que Alma va a soñar al final, un dis­ Luís Alberto.— Es un sueño.
curso aterrador. Amparo sólo ha sido una ejecutora. GABO.— “Un largo sueño que no fue interrumpido siquiera por mi
Gabo.— ¡Ahora todo amarra! La parte de la pensadera se acabó. Aho­ muerte en el terremoto del 57.”
ra lo que viene es trabajo técnico. Así podemos organizar mejor los ani­ ELISEO.— Es que está en el sueño eterno. Ése podría ser el otro tí­
males. tulo Me alquilo para soñar o El sueño eterno.
ELISEO.— Los animales y todo lo que necesitamos en los sueños.
Gabo.— Y ella le dice: “Y ¿por qué cree usted que se encontró con
fulano de tal en tal parte? Porque eso estaba en mi sueño. Y en Hong
Kong usted estaba en el Hotel Península.”
ELISEO.— Y eso se puede llevar hasta el infinito...
Gabo.— Además, ya no hay lógica posible. Alma se da cuenta cte
que todo aquello es verdad, que Amparo fue de compras para ella por
todo el mundo. Y le dice: “Usted llegó preguntando quién era yo. Pues
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SESIÓN TRECE: 20.X1.1987

DOC.— Empecemos por aclarar algunos puntos de la segunda par­


te cuando don Diego se casa con Alma.
GABO.— En un matrimonio convencional, de tipo legal. Una vez
que se casan, firman el testamento donde se establece que el heredero
único es Manolito y ella la tutora.
DOC.— ¿Y Petra...?
ELISEO.— A mí me gustaría que Petra esperara al tercer día de llu­
via y que, cuando van a cumplirse los tres días, escampe.
Gabo.— Sería formidable que escampara a las doce campanadas.
Elíseo.— Claro, con el último campanazo escampa y 110 cae ni una
gótica más.
Doc.— Petra se va para otra ciudad.
Gabo.— Oyó decir por el radio de un lugar donde llueve siempre
* y para allá va.
Elíseo.— Falta Rosafina también.
v Luis Alberto.— Yo creo que alguno de esos personajes debe mo­
rirse de miedo...
Gabo.— o irse de esa casa maldita porque ahí nunca se sabe cuán-
0 Alma va a soñar con la muerte de alguien y se muera.

Elíseo.— Puede ser Salvador.


• Gabo.— per0 no se va de cualquier manera. Los Morán se quedan
1,1 Peinera y sin nada. Salvador es el marido de Rosafina y cuando se
>se lleva a toda la servidumbre y a su niño. Se va por miedo, porque
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él dice que uno se acuesta soñando ser feliz, y hay una loca al lado So GabO.-— Es una locura más y se va. Sin que lo amarren. ¿No es me-
fiando que a uno le cae un rayo. ot que Maricarmen se vaya después de la boda y de la reclusión de don
ELISEO.— Que Salvador le diga a Petra durante la noche de la Se piego en el manicomio? Así ella puede pensar que todo lo que ha ocu­
gunda lluvia, mientras ella espera la tercera: “¿Usted ha pensado bien rrid o en esa casa es culpa suya.
lo que está haciendo? Esta mujer le dijo que cuando llueva tres días se­ SUSANA.— Y para que renuncie al testamento.
guidos su vida va a cambiar.” Y entonces Salvador le mete el susto de LUIS ALBERTO.— ¿Y por qué no vuelve a robar?
que su vida va a cambiar de verdad, pero para mal. Al amanecer Am­ > ELISEO.— Es una farsante y todo eso del misticismo es mentira. Se
paro baja y no hay nadie. Mira en los cuartos y no encuentra a nadie pasa toda la película robando. Es cleptómana. Se va de la casa cuando
Doc.— Tenemos que resolver a Maricarmen. se entera que Manolo es el único heredero y que Alma es la tutora.
Luis Alberto.— Maricarmen se va para un convento a pagar sus GABO.— Eso de que reincida me gusta. Pero... ¿ustedes creen que
culpas por el robo. don Diego, por muy loco que esté, va a desamparar a Maricarmen de
IvÁN.— Yo no la pondría en un convento. Yo haría que se rapara la esa forma?
cabeza, que se echara cenizas en un rito... DOC.— Está loquísimo.
Gabo.— ¡Eso hace más imagen! Vamos a inventar una secta en la Gabo.— No, déjalo entre paréntesis y después le buscamos otra so-
que tengan que cubrirla con ceniza, bañarla en oro batido, raparle la ca­ 1 lución mejor. La arbitrariedad tiene su propia lógica. ¿Cómo se va a fu­
beza, llevarla en hombros, entre flores. gar con más joyas sin motivo para que la deshereden?
ELISEO.— Cuando Amparo baja y no encuentra a nadie, descubre a Doc.— Otra cosa es Manolo...
Maricarmen que se está cortando el pelo y ahí mismo llega una pan­ Gabo.— Sí... Sería estupendo que Manolo hablara como adulto.
dilla que se la lleva cantando para iniciarla. Ahí es cuando el notario le Manolo es un personaje que tenemos hasta ahora bastante borrado.
dice a don Diego: “Si usted quiere defender a esa mujer, tiene que ca­ Eso sería muy bueno. Manolo sería como un don Diego en pequeño,
sarse con ella.” como un magnate chiquito. Le dice a Salvador: “Salvador, parece men­
Doc.— Entonces, don Diego abre la puerta y en la sala está Alma. tira que, a pesar de las advertencias, usted siga tocando el claxon.” Y
Gabo.— Pero al abrir la puerta, tenemos que mostrarla totalmente 1 Salvador le responde: “Ay, señorito, pero es que...” Y Manolito le dice:
distinta. Ahí pasó algo. Si se vestía de negro, ahora está de blanco; si te­ Lo vamos a sancionar porque no es posible que usted siga así. La pró­
nía el pelo largo, ahora lo tiene corto; si era rubia, hay que hacerla mo­ xima vez que toque el claxon, se va.” Ahí tenemos un Manolo grande.
rena. La mujer que está sentada allí es otra. Incluso puede ser otra actriz. Cada personaje debe definirse por su forma de hablar: Rosafina es
DOC.— Y Alma saca una corona de flores de la valija. quien dice que Alma es la única mujer que trabaja durmiendo. Sus diá­
Gabo.— Ella la lleva porque lo soñó. logos tienen que ser como latigazos.
DOC.— Entonces llega Amparo y dice: “No hay nada más que de­ Doc.— Pero esa frase es muy importante para dársela a un perso-
cir. ¡Este hombre está loco!” Pero ya está hecha la boda. Don Diego di­ ^ aje secundario.
n
ce: “Ahora que todo está resuelto, me voy a vivir con mis amigos, lo* Gabo.— A menos que siempre que abra la boca, Rosafina diga co-
Sas de sabiduría popular, que hable con puros refranes.
gavilanes blancos.”
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Doc.— Además, hay que ver cuáles son los sueños. SESIÓN CATORCE: 25.XI.1987
Gabo.— Ella inventa cualquier sueño sin estructurarlos mucho 1
tiene un margen amplísimo de interpretación.
IVÁN.— Este capítulo cinco debía ser el sexto; y el cuarto, el quintQ
desde que Alma recibe el telegrama hasta que Amparo llega...

p>OC.— Veamos qué secta se inventaron...


MANOLO.— Yo he pensado que Maricarmen lleva a Rosafina y a Pe­
tra a su templo, el templo de Poseidón. Un miembro de la secta lim­
pia el cuerpo de una bella muchacha con un amuleto. Rosafina se
queja y Petra dice que es mejor que se vayan. Maricarmen le dice:
* “Aguanta un poquito. Cuando entre el Gran Maestro, todo cambiará.”
En el momento se levanta una cortina y entra el Gran Maestro, segui­
do por dos poseidones que traen velas...
Gabo.— Yo encuentro que está muy occidental, con velas. Esos ri­
tuales generalmente son más simples, más volcados hacia la naturale­
za. El novio de Maricarmen era poseidón y se vestía con uniforme
naranja. Maricarmen regresa con la cabeza rapada y con la túnica de la
secta poseidona.
) Elíseo.— El novio está en la ceremonia.
Gabo.— No, el novio se lo robó todo y se quedó en Miami... Des­
de la primera vez que presentamos al novio hay que ver cómo está ves-
tido, de qué color es la túnica, cómo tiene el pelo, qué clase de secta
es- Hay que describirlo porque producción necesita saber todo eso, có-
1110 es, qué edad tiene, porque es un personaje que después va a resul-
tar definitivo en la vida de ella.
Doc:.— Mira, cuando Maricarmen llega en la moto a donde está él,
tlenen que venir varios poseidones. Eso es en el primer capítulo...
Gabo.— Yo soy partidario de que hablen en inglés, que el novio

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mastique chicle y que ella hable un inglés perfecto. La cosa de la seCta Jos l°s días a México. Amparo se detiene frente a una casa en un ba-
viene de Miami, y por eso él se queda allá. Es una escena nada más
rio residencial elegante. A través de sus ventanas, se ve una familia que
Después que hablen en español, pero ella regresa de allá y de allá vie
elT1pieza su día de trabajo mirando el televisor mientras desayuna. Am­
ne todo el asunto de los poseidones. paro se acerca a la entrada principal y hace sonar el timbre. Una mu­
ELISEO.— Ella viene rapada. jer le abre la puerta. Amparo le dice que tuvo un sueño y que hoy nadie
Manolo.— Tatuada. En la cabeza... jebe salir de la casa, que era muy extraño, con nubes negras de las que
SUSANA.— Con un símbolo del mar, un pez o un tridente... llovían claveles rojos. Explica que se alquila para soñar. Sobre la ima­
Gabo.— Bueno, lo más importante de esto es que no hay que per­ gen congelada vienen, como epígrafe, los primeros versos de La vida es
der la oportunidad de introducir un dato... Y Petra, que es misera, es­ sueño de Calderón de la Barca.
pera hallar elementos comunes con la misa y pregunta si hay comunión GABO.— Yo creo que ella no explica el sueño, sino que dice: “Bue­
y le dicen que no. El objetivo de la secta debe ser: “Nunca más será la nos días, me alquilo para soñar.” Lo dice como si fuera el título y ya
noche” y al final Maricarmen se sacrifica por la secta, entrando al mar, sabemos todo lo que viene. Que Alma se quede en la piscina está bien,
para que nunca más sea la noche. pero me parece que es más corto. Una cosa que tenemos que aclarar es
DOC.— Está muy bueno eso. el desenlace de todo esto, porque todavía no nos hemos entendido. Al­
Gabo.— Y tiene que haber un himno a Poseidón para cuando ella ma le dice a Amparo que ella no se pertenece, que hizo todo ese viaje
se hunda en el mar en un suicidio que no será suicidio sino consagra­ y trajo todas esas cosas para hacer concreto el sueño que Alma tuvo y
ción. Así salimos de Maricarmen de manera espectacular, con la túni­ que ella sabe cuál es el final del sueño: que Amparo tiene que irse de
ca flotando en el mar... esa casa o se muere.
ANDRÉS.— ¿Y Rosafina no puede estar ahí? ANDRÉS.— Es que todo lo que está ocurriendo es un sueño que ya
Gabo.— Sí, y quieren declarar a su niño el Mesías. Pero nace niña ella tuvo.
y por eso es que Maricarmen se sacrifica. Gabo.— Es decir,' Amparo no podía hacer otra cosa distinta de lo
IvÁN.— Toda la secta espera un varón... que ha hecho, porque todo lo que ha ocurrido en esa casa estaba pro­
Gabo.— Maricarmen cree que es varón por lo que ha dicho Alma nosticado por los sueños de Alma. Por lo menos, ése es el cuentazo de
y cuando nace una niña, Maricarmen culpa a Alma. Alma. Y es una maravilla que a Alma se le haya ocurrido al final y le
DOC.— ¿Quién trabajó el final? haya hecho creer a Amparo que hasta ella misma era un instrumento
ANDRÉS.— Yo tengo las notas... ^ su sueño. Lo que le sucedió en Hong Kong debe ser una de esas co-
Doc.— Lee, Andrés. sas que le ocurren a todo el mundo y que son fáciles de adivinar.
ANDRÉS.— Amparo sale de la casa con maletas en las manos. Alma Andrés.— Yo tengo escritas algunas escenas de Amparo. Petra se
en la piscina escucha música clásica y llama a los perros que entren en Presenta ante Amparo y ésta le pregunta:
el agua a jugar con ella. Alma es la dueña de la casa. Amparo camin2 ¿Está enferma? ¿Qué tiene?”
por las calles como una desconocida. En ¿yfempieza el noticiero de Ia Petra: “Una larga enfermedad, señora, pero gracias a Dios se me pa-
mañana y el mismo locutor habla sobre los desconocidos que llegan to- Sará cuando llueva hoy por tercera vez.”

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Amparo: “No me venga ahora con tonterías, Petra. Tiene que jr ^ poC.— Está bien.
médico hoy. ¿Quién le ha dicho esa tontería de la lluvia?” y\isDRÉS.— Manolito sale con expresión de alivio y Amparo le dice
Amparo le dice a Rosafina que va a llevar a Petra al médico, qUe |e a petra: “Y tú Petra, tráeme el desayuno.”
tenga el desayuno, y añade: Don Diego que llega dice: “Petra, todavía no puede traer ningún de­
“El problema de la niña lo vamos a resolver hoy también: o se tra sayuno.
baja o se es madre, pero no se pueden hacer las dos cosas a la vez, a$,' Amparo va a replicar en el mismo momento en que entra Alma y di-
que vamos a conseguir una guardería para la niña.” ce; “Petra, ya puede servir el desayuno.”
Rosafina: “Si así lo desea la señora.” Amparo: “Tengo que hablar inmediatamente contigo, sin los emplea­
Amparo: “Su hija llora demasiado, Rosafina. Será mejor para ella y dos ni personas extrañas. Todos en esta casa perdieron el sentido de la re­
para nosotros también. Ahora tráigame el desayuno. ¿No escuchó, R0_ alidad.”
safina?” Alma: “¿Usted no me cree, verdad? Pero yo anoche soñé con gavila­
Rosafina: “Perdóneme señora, pero tenemos órdenes de don Diego nes blancos que revoloteaban como locos en un cielo gris...”
de que no se puede servir el desayuno antes de que la señora Alma des­ Don Diego: “¿Y qué quiere decir eso, Alma? ¿Que no debo ir a la
pierte. Sólo Manolo puede desayunar para salir al colegio.” junta? ¿Será que no debo salir?”
Amparo: “Eso que me estás diciendo es completamente absurdo.” Alma: “Tal vez es una mala señal. Algo muy malo va a ocurrir en es­
Rosafina: “Es que ella tiene que contar los sueños cuando todos es­ ta familia.”
tamos en ayunas, de lo contrario no se cumplen.” Amparo: “Diego, no te dejes influir por esa bruja.”
Amparo: “No puedo creer lo que me estás diciendo.” Alma: “Yo no soy una bruja, señora. Apenas soy una soñadora.”
Salvador sin darse cuenta toca el claxon y hace un gesto de terror y En el baño, Amparo le dice a Maricarmen: “¿Por qué has cambiado
dice: tanto?”
“Ese claxon me va a matar.” Maricarmen: “Yo no cambié, es el mundo el que cambió; nuestra re­
Gabo.— Eso es muy bueno. ligión va a devolverle la felicidad al mundo.”
ANDRÉS.— Manolito reacciona inmediatamente y cuando se va a le­ Amparo: “Maricarmen, por favor, háblame con sentido. En esta ca­
vantar Amparo lo detiene y pregunta: “Ahora, ¿qué es lo que está pa­ sa todo el mundo ha perdido el juicio.”
sando?” Maricarmen: “Hay un profundo sentido en mis palabras pero sólo
Manolito: “Que Salvador me está avisando para llevarme a la escuela.” l°s iluminados son capaces de entenderlas.”
Amparo: “¿Para qué? ¿Tú vas a la escuela en coche? ¿Con chofer?” Amparo: “Tonterías, son puras tonterías.”
Rosafina: “Es que desde que todos sus amigos murieron en el auto­ Maricarmen: “Tú siempre pensaste que yo era una tonta. Siempre
bús...” Preferiste a Ángel y después le dedicaste todo tu tiempo a Manolo.”
Amparo: “¿Qué es esa educación que Diego te está dando? Cuando Amparo sonriendo: “No, mi querida niña, es que siempre has sido
crezcas tienes que ser un hombre... Rosafina, dígale a Salvador que avise ^Uy celosa.”
en la escuela que desde mañana Manolo va en el autobús a la escuela- Maricarmen: “¿Por qué me llamaste?”
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ffí

Amparo: “Necesito tu ayuda. Creo que tu padre está siendo man¡ I qüiero ver cara’ señora. P°r favor saque sus cosas y lárguese por don­
pulado por esa mujer. de vino.”
Maricarmen: “Alma posee las llamas del fuego eterno.” poC.— ¿Pero delante de Diego?
Amparo: “Yo creo que tiene puesto el ojo en nuestro dinero.” ANDRÉS.— Sí, y Diego reacciona: “¿Con qué autoridad hablas de
Doc.— En el dinero de Diego... eSe modo con Alma? Yo soy el dueño de esta casa y aquí se queda y se
va quien yo quiera. Tú no estás en condiciones de dar esas órdenes.”
ANDRÉS.— Amparo sigue: “Maricarmen, ya tú no eres una niña, de­
bes comprender que nuestra familia tiene muchos intereses. Tú eres U • Amparo: “Eso lo discutiremos más tarde, Diego. Vámonos ya, que
heredera de una gran fortuna, esa mujer va a quitarnos hasta el último es tarde.”
centavo y no voy a dejar que eso suceda.” DOC.— Está muy bien el diálogo.
Maricarmen: “No me interesan las cosas materiales, tía.” GABO.— Se me ocurre otra cosa... ¿Por qué la maestra de Manolito no
Amparo: “Esos monjes con los que estás metida también están inte­ está en el manicomio desde el accidente? Es mejor que quede loca que
resados en tu dinero. El mundo es más corrupto de lo que tú imagi- desfigurada. Don Diego la va a visitar y hace contacto con ese medio, se
ñas. n hace amigo de los locos y se vuelve benefactor del manicomio.
Maricarmen: “Lo sé, por eso mismo me voy a sacrificar por él, para ELISEO.— Perfecto.
cambiarlo.”
Amparo da un grito de desesperación. Maricarmen la ayuda a abro­
charse un vestido rojo y le dice: “No debías ponerte ese vestido, sino
usar colores plácidos como el celeste, el verde mar o el blanco arena.
Sólo así tendrás paz.”
Amparo: “Me dan unas ganas irreprimibles de ahorcarte. No sabes el
esfuerzo que tengo que hacer para no estrangularte ahora mismo.”
Gabo.— ¡Y a todo el mundo en esa casa! A esa hora están todos lo­
cos. No se salva nadie.
ANDRÉS.— Amparo: “Cállate ya, Maricarmen.”
Maricarmen: “Yo te lo dije, tía. Te dije que no te pusieras el vestido
rojo”.
Amparo: “Sal de aquí ahora, vete de aquí, vete al carajo.”
Maricarmen dice al salir: “No me daña tu violencia. Yo ya estoy lis­
ta para el viaje a la eternidad.”
Doc.— Está bien.
ANDRÉS.— Cuando don Diego y Amparo están a punto de salir pa­
ra la junta, Amparo le dice a Alma: “Cuando yo regrese aquí, no le
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SESIÓN QUINCE: 26.XI.1987

GABO.— Vamos a revisar algunas cosas anteriores. Ángel, por ejem­


plo. Lo único interesante de ese personaje es su muerte y eso porque le
hicimos el favor. Por lo demás es un bobo sin color, ni sabor, ni tem­
peratura. Aunque miren todo lo que era.
DOC.— Pero esto nos obliga a darle un cierto perfil al personaje.
Debe ser muy guapo.
SUSANA.— En la escena de su muerte yo me imagino a la rubia de
espaldas y a él de frente. Ella con un vestido muy escotado en la es­
palda.
GABO.— Pero eso es cosa del director. Es decir, si la rubia está de
frente o de espaldas. Lo que sí hay que ver es que están matando a
Ángel.
Doc.— Y Rosafina debe hablar más. Si no, lo único que hará es su­
bir y bajar.
Gabo.— Hay que ponerle algo en la mano cada vez que baje las es­
caleras, algo insólito... Es cierto, todos lo personajes hablan igual, con
el mismo tono. Todos hablan para informar, lo cual está bien, pero ca­
da uno debe tener su propia voz.
Doc.— Sí, que cada uno hable de una forma muy particular, con
un vocabulario propio.
* ÍVÁN.— ¿Y qué tiempo de embarazo tiene Rosafina para esa fecha?
¿Seis meses?
SUSANA.— No, ya tiene los nueve.
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Gabo.— Suficiente tiempo para volverse loco. ijuda est^ n**^a y ^ue s* no hubiera sido por el bautismo con
Susana.— A mí me gustaría que cuando Maricarmen llegue y d ma de mar hubiera salido igualita al papá. Se oyen los ronquidos de
safina salga al encuentro, Maricarmen le diga con una sonrisa: “Te Vgs \|rna y Salvador fuma como una locomotora. La niña empieza a llorar
bien, hermana. Toda mi ropa es tuya.” oii l°s ronquidos y Rosafina corre a ponerle algodones en los oídos a
Doc.— Eso me gusta. Salvador. Petra llora arrodillada frente al altar. Rosafina dice que tienen
SUSANA.— Rosafina se toca la panza y dice: “¡Ay, mi niño, aquí has que irse clue Salvador se está volviendo impotente con esos ron­
ta el más tullido es alambrista! Nacerás en un manicomio, corazón.” quidos y que a Petra se le va a reventar la paciencia de tanto esperar,
Gabo.— ¡Eso es puro mexicano! Y yo creo que don Diego, al ver a gmpieza a empacar y dice que es mejor hacerle caso al Gran Maestro
Maricarmen, reacciona llamándola loca. Figúrense el estado en que ella y buscar una ciudad donde sí llueva tres veces y pueda instalar el tem­
llega: la cabeza rapada completamente, túnica amarilla y descalza. ¿Ha plo Poseidón. Salen y un rayo ilumina el cuarto.
dicho en alguna parte Maricarmen que el novio se llevó las joyas y trai­ Gabo.— A mí me parece que se están olvidado de la escaleta.
cionó a la secta? DOC.— Yo pensaba que Petra, Rosafina, Salvador y la niña se iban,
Manolo.— No. según la escaleta...
Gabo.— Ella se lo dice al padre o no sé, pero en alguna parte ella GABO.— Sí, pero por pánico. Habíamos decidido que Salvador es
tiene que decir que el novio, cuando se vio con las joyas, traicionó a la única persona lúcida en esa casa y que se da cuenta que la muerte ha
Poseidón, se dejó crecer el pelo y se fue. Pero ella se ha quedado en la entrado de alguna manera. Podía quedarse Rosafina con la niña en la
secta para purificarse. Por eso quiere aportar el pequeño Mesías, pero secta y a ella no la va a reclamar nadie. Nosotros tuvimos que darle un
al no poder hacerlo se inmola al final. Como es una secta inventada destino a Maricarmen porque es heredera, pero a Rosafina nadie la va
por nosotros, podemos hacer primero los episodios y después le crea­ a reclamar.
mos el catecismo. ANDRÉS.— ¿Pero la dejaría Salvador?
Doc.— Yo creo que hay que hacer una nueva escaleta porque todo Gabo.— Está tan asustado que yo creo que se va a la medianoche
el mundo ha cambiado poniendo de su cabeza... escondido. Doc, y tú, ¿por qué estás tan descorazonado del trabajo de
Gabo.— Uno puede hacer lo que quiera, pero dentro de la escaleta tus hijos?
porque ése es un compromiso que tenemos todos. Mira, Susana metió Doc.— No, es que estoy cansado.
todo lo que le dio la gana pero no se salió de la escaleta. En lo que ella Gabo.— No hay nada más cansado que un brasilero cansado. Bue­
hizo, los problemas son de temperatura, pero la estructura es rígida. no, entonces mañana nos vemos a las nueve de la mañana aquí.
Entonces es cuestión de que tenga más fiebre o menos fiebre... ¿P°r
qué no vemos qué tiene Andrés?
Andrés.— En la casa, mientras Petra suplica por la tercera lluvia.
Rosafina cubre a Rosafinita que duerme en la cama con su mamonci­
to amarillo de Poseidón y le dice a Petra que se dé los baños vaginales
con agua de mar que le mandó el Gran Maestro. Le dice que mire 1°
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SESIÓN DIECISÉIS: 27.XI.1987

GABO.— ¿Qué tal si empezamos con Maricarmen contándole su


cuento al público y después tratando de convencer al público para
su secta?
ELISEO.— Y ahí podemos decir lo del novio y todo.
GABO.— Y podríamos seguir la narración de Maricarmen hasta la
ceremonia oriental. Es decir, que la voz de Maricarmen sea narradora
del ritual para no tener que dar más explicaciones.
Doc.— Ésta es la última sesión, señores. No se salgan de la escaleta.
Vamos a Alma, Petra y Salvador, que están en la casa. Petra no quería
que Rosafina fuera a la ceremonia y Salvador está aterrado.
MANOLO.— Yo pienso que Maricarmen se lleva a Rosafina a escon­
didas, sin doña Petra.
ELISEO.— Sí, y Salvador va a rescatar a su hija, llega como una bes­
tia. ¡Es Pancho Villa quien llega allí! Cómo los nombres influyen en las
c°sas... A Alma la hemos convertido en un alma de Dios, a Angel en
Un ángel caído y ahora a Salvador lo hemos convertido verdaderamen-
te en el salvador de su niña.
Gabo.— Entonces Petra se va con Salvador, Rosafina y la niña y sa­
linos de todo ese petate. Y Petra está feliz porque se van para un país
d°nde Hueva más.
Doc.— Yo creo que si Alma se queda sola en la casa es bueno. Pe-
r° también es malo porque...
Elíseo.— ¿No habíamos dicho que el sueño de su vida era tener una
casa como ésa y un niño como Manolo, imaginándose como su ma^ 1 que parece y seguramente también aprendieron más de lo que pa-
y diciéndole cosas? Le dice: “Verás los pájaros que llegarán” y así... ? J ]vJo hay cosa que me divierta más a mí que esto: cuando estoy
Gabo.— La lógica de esto es que en realidad ella se queda sola en [ trotado y entro al taller, inmediatamente descanso.
casa con Manolito y se ocupa de él. poC.— ¿Terminamos?
DOC.— Sí, la primera persona con que habla cuando llega a la Ca GABO.— Ya esto se acabó.
sa, es Manolete.
Gabo.— Además, Manolete es un elemento de discordia entre Ampa- I
ro y Alma. Le da vida a todo, porque él empieza a abrir las cajas.
DOC.— Bien. Manolo, tú que sabes destruir escaletas, ¿qué piensas
del taller?
MANOLO.— ¡Imagínate! Yo no soy un producto de la televisión, y
nunca en mi vida había escrito una escaleta. Yo me sentaba con una
idea, muchas veces mandado por encargo, y hacía una escena y la otra
y en la tercera tenía que volver atrás. Pienso que el taller me ha ayuda­
do mucho en el oficio, en la disciplina y, sobre todo, a mirar la televi- *
sión con otro sentido.
GABO.— Es una tontería no tomarse la televisión en serio. La tele­
visión no es buena porque no se la han tomado en serio.
Manolo.— Claro.
SUSANA.— Para mí es terrible. Además de pensar, una tiene que pe­
learse todos los días con su inseguridad y consolar el ego cada vez que
le rechazan una idea.
Gabo.— La creación colectiva es muy buena tanto en cine como en
televisión. Yo no me lo puedo imaginar en una novela. En la novela
uno suelta las tripas solo.
SUSANA.— Para mí fue difícil pero creo que es muy bueno: salir de
la soledad al camino colectivo.
GABO.— Yo creo que exageramos con un taller de nueve perso­
nas, pero lo importante es el proceso. Yo creo que ustedes han he­
cho mucho más de lo que se imaginan. Nosotros no hubiéramos
pensado la misma historia si no hubiera sido, inclusive, por los erro­
res de todos. Por eso les digo que hay mucha más participación de
112 113
ARGUMENTO FINAL
Gabo
La señora Alma Kretschmer llegó a esa casa y no a otra por una ra­
zón tan simple que mete miedo: la había soñado ladrillo a ladrillo, varias
veces, v en muy distintas circunstancias. Aún antes de que se construye­
ra la mansión al gusto cordobés de su propietario, el señor Diego Mo­
ran, ya Alma había soñado con ella la tarde terrible del terremoto de
| . .1957,
.
y ni siquiera el edificio que se le vino encima como un mosquite­
ro pudo despertarla de la siesta. Al cabo de treinta años de sobrevida,
exactamente una mañana de marro de 1987, Alma decidió que ya era
hora de disfrutar sus anhelos.
La noche anterior había vuelto a soñar con la casa ideal, pero la so­
brevolaban pájaros del paraíso que volaban al revés, y ella leyó el sím­
bolo como un claro aviso de tragedia. Echó en un maletín de mano las
cosas que supuso necesarias y se dejó llevar por sus pies y sin apuro has­
ta el frente mismo de la morada. La reconoció a primera vista. Era tal
cual la había edificado en delirios sucesivos y tenaces. Durante tres dé­
cadas de trabajar durmiendo sin descanso, Alma había invertido sopo­
res suficientes como mandarse a construir en su imaginación un jardín
exacto al que estaba viendo ahora florecido, una alberca idéntica a la
acababa de descubrir en el patio interior, un invernadero con las
^sitias fragancias que estaba oliendo esa mañana irremediable en la
1 ^Ue había decidido realizar por fin el sueño más caro de su vida.

Sólo que los pájaros del paraíso habían tenido razón: la casa estaba
^abitada. Y nada más y nada menos que por la conservadora familia
117
Morán, célebre y envidiada en toda la ciudad. Don Diego, el jefe de fa_ ("liando Alma llegó al jardín de los Morán y dijo que nadie debía sa-
milia, había emigrado de España a América en 1939, sordo todavía p0r Ur ¿Je viaje esa mañana porque había soñado con pájaros del paraíso,
los últimos cañonazos de la Guerra Civil. A puro sudor, logró levantar \rnparo esta^a viaje alrededor del mundo, gracias a Dios, pues si
una sólida fortuna y fundar una familia a la imagen y semejanza de sus no este serial apenas si hubiera durado un round de combate.
convicciones. Doña Carmen, su adorada esposa, le había dado tres hi­ Alma estaba decidida a pelear muy duro, a soñar día y noche si fue-
jos sanos al precio impagable de su vida: murió de parto en 1978, con se necesario, para vivir durmiendo en esa casa soñada palmo a pal­
tiempo apenas como para escuchar el llanto del inocente verdugo: Ma­ mo. Estaba dispuesta a compartir su sueño, siempre y cuando se
nolito. Ángel, el hijo mayor, era el brazo derecho en los prósperos ne­ cumplieran los presagios que había aprendido a descifrar en treinta
gocios de don Diego —pero no el favorito. Sólo Maricarmen con sus años de vigilia. Alma no era un alma solitaria, a pesar de que tenía
dieciocho años de travesuras consentidas lograba realizar sus antojos excelentes razones para ello: desde siempre había deseado vivir en
sin obstáculos. Quiso una moto y don Diego le compró la más cara compañía, digamos, de un niño. Un niño como todos los niños del
que se ofrecía en el mercado de Tokio; quiso dejar los estudios y don mundo, igual al niño que nunca había podido tener por obra y gra­
Diego le regaló una hamaca de Madagascar para que durmiera la sies­ cia de aquella pesadilla de terremoto que le había aplastado a todos
ta a pierna suelta; quiso un colchón de masa líquida y don Diego or­ sus seres queridos. Y en la casa, en efecto, había un niño: Manolito.
denó que se lo rellenaran con agua del Danubio —todo a cambio de Lo vio a través de la ventana, abriendo sus regalos de cumpleaños y
que él aprobara con su regla de español caprichoso al hombre que pre­ se le antojó perfecto como principito azul de sus desvelos. Fue en­
tendiera a la muchacha en matrimonio. tonces que la llegada del autobús escolar esclareció el símbolo tene­
El poder de don Diego hubiera sido total de no existir la tía Am­ broso de los pájaros del paraíso: en un rapto de clarividencia, Alma
paro. Moderna, pragmática, emprendedora y educada según cánones sintió que el niño estaba en peligro de muerte y que por nada en el
romanos, Amparo era de una severidad singular: a lo largo de muchos mundo debía subir a aquel vehículo. Todos la tomaron por loca.
años de esfuerzos continuados, la temible Amparo Morán había Ángel la mandó a poner de paticas en la calle cuando, con una ame­
aprendido que todo, absolutamente todo, poseía un valor adicional a naza de dedo, Alma le advirtió a don Diego —que ya partía hacia el ae­
su costo, porque todo se paga no sólo con dinero sino además con la ropuerto para efectuar un rápido viaje de negocios— que no debía
vida. Así, y con igual vehemencia, Amparo reprochaba a su único her­ desafiar la cólera de los pájaros del paraíso volando en uno de acero.
mano la educación sin educación que había dado a la cabeza loca de Salvador, el chofer de pocas palabras de don Diego, sintió un vuelco en
Maricarmen y el régimen de cordura que había impuesto al eficiente el estómago cuando la desconocida le dijo, camino a la puerta de sali­

Ángel. Por si fuese poco, Amparo dominaba el 31 por ciento de las da, que se cuidara de los semáforos porque había soñado con pájaros
acciones de la compañía Morán y si había dejado que su hermano pre­ del paraíso, lo que en su caso pudiera significar que otro chofer se lle-
Varía la luz roja cuando él estuviera pasando confiadamente con la ver­
sidiera la firma apenas con el 20 por ciento era porque en el fondo lo
quería tanto, pero tanto, que por él estaba dispuesta a todo en este de- Rosafina, la joven mucama, no le hizo el menor caso —hasta el
mundo donde todo puede pasar —incluso— que alguien toque a Ia Preciso momento en que, al cerrar el portón de la calle, Alma predijo
c°n una sonrisa complaciente que la muchacha iba a ser madre de un
puerta de una casa y diga a quemarropa que se alquila para soñar-
118 119
varón porque había soñado con pájaros del paraíso. Sólo Petra, la v¡eja Je malacrianza sin límites. Para colmo de males, fue entonces que
y enferma sirvienta de los Morán, tuvo curiosidad de hablar con la des 1 señor Morán descubrió que no se había cumplido su orden: la ex-
conocida al saber, por boca de su hija Rosafina, que la señora decía al rr,ña adivinadora no sólo permanecía en la casa, sino que además en­
quilarse para soñar. En pago de tal gesto de confianza, Alma le asegur<< tretenía a los niños, y hasta a los payasos, con relatos de historias
a Petra que esa noche le soñaría la cura de su mal sin cura. Y por si fUe_ maravillosas e interminables.
se poco, le ayudó con maestría de repostera internacional a preparar l0s “Cuando acabe, que se marche”, ordenó don Diego a Rosafina:
dulces de la fiesta de Manolito. “Dele algún dinero y que se pierda de esta casa.” “No quiere nada, se­
Maricarmen —que, como casi siempre, dormía hasta muy entrada ñor, apenas dormir tranquila”, respondió la mucama. Veinte minutos
la mañana— bajó a desayunar a la carrera. Se había comprometido en después, Alma salió de la casa, por el fondo y en silencio. Al rato, una
llevar flores a la tumba de su madre: la fiesta de Manolito estaba siem­ terrible noticia estremeció la conciencia de la familia Morán: tal y co­
pre enlutada de alguna manera por el aniversario de la muerte de do­ mo habían anunciado los pájaros del paraíso, el autobús en que viaja­
ña Carmen y casi ni reparó en la presencia de la servicial desconocida. ban los escolares hacia la fiesta de Manolito perdió los frenos —allá
“Esa muchacha no irá al cementerio”, profetizó Alma al ver partir a por la colonia Roma— y se encendió en una hoguera siniestra en la
Maricarmen en su flamante motocicleta japonesa, camino a las ofici­ que ardieron veintiocho criaturas llenas de vida.
nas de su hermano, quien le había dejado el recado de que debía con­ “¿Dondé está esa mujer?”, exclamó don Diego: “¡Búsquenla aun­
versar urgentemente con ella. que sea debajo de la tierra! ¡Cueste lo que cueste!” Iba a costar la casa.
“Nada más que a Maricarmen se le ocurre”, reconoció Petra, “ha­ A la mañana siguiente, Alma regresó con la cura prometida a la
biendo soñado usted con pájaros del paraíso...” buena de doña Petra. La interpretación del último sueño era transpa­
La mujer podía ser loca, se dijo Petra, pero resultaba sin dudas rente: la vida de la vieja sirvienta cambiaría cuando lloviera tres días
encantadora. Lo cierto fue que Salvador violó todas las leyes del trán­ consecutivos. Al saber la noticia del regreso, don Diego acogió a la so­
sito sin el menor tropiezo, y que Rosafina comentó con Petra que ñadora sin reparar en el precio del singular contrato.
apenas si tenía ropita de niño en la canastilla, y que Maricarmen in­ “Es un placer”, dijo al estrecharle la mano, “conocer a la única per­
cumplió su palabra al descubrir que Ángel la responsabilizaba con la sona en este mundo que trabaja durmiendo.”
desaparición de una valiosa joya de familia, y que don Diego sus­ Alma fue ubicada en el único cuarto disponible: una habitación
pendió a última hora el viaje en avión y se llevó a Manolito de la es­ húmeda, sin servicios sanitarios, impropia para dormir e impropia
cuela antes de que terminaran las clases. Todos lo hicieron “por si Por tanto para soñar. Fue entonces que la alemana soñó que no de­
acaso”, tal vez de manera inconsciente, pero lo hicieron. Y gracias a bía seguir soñando en ese cuarto y supo que no quedaba otra alter­
la duda, Manolito volvió a nacer el día de su cumpleaños. nativa: para mejorar de dormitorio, debía primero vaciar alguno. Por
Los acontecimientos se encadenaron de la siguiente manera: Padre ejemplo, el cuarto de Maricarmen, con aquel magnífico colchón de
e hijo fueron en peregrinación a la tumba sin flores de la difunta doña aguas del Danubio. Ya para esa temprana fecha, había logrado, al me­
Carmen. Molesto por la falta de Maricarmen, don Diego regresó a Ia nos, pisar sobre terreno firme: cada mañana, antes de probar bocado
casa y tuvo el primer enfrentamiento con la muchacha, en dieciocho —pues sólo en ayunas eran efectivos sus poderes—, contaba el sueño
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del día y aplicaba su interpretación, caso por caso: un biombo chin distinguida que resultaba sencillamente irrepetible sintió que es-
florando en un río de vidrios molidos podía significar para don D¡e (an condenada en vida, y que nada en el mundo sería capaz de apla-
go un negocio que cancelar y para Petra tres jornadas de reposo abs0 la cólera de don Diego ni impedir el castigo de Amparo. Sólo
luto; una pareja de perros chinos ladrando a la luna podía valer para \lnia podía despertarla de aquella pesadilla. Por única vez, los símbo­
Salvador un número ganador en la lotería nacional y para Manolito 19 los enrarecidos de la alemana resultaron intraducibies. Lo único en
clave de un examen de aritmética; cinco papagayos de Indonesia p¡Co |iro que pudo sacarse de la consulta fue que Maricarmen debía aban­
teando una bandeja de plata podían simbolizar para Maricarmen una donar la casa cuanto antes —de paso, con todas las joyas posibles— y
mala influencia en su círculo de amistades y para Rosafina que el niñ0 someterse a los dictados de un destino que ya no estaba regido por las
por nacer tendría los ojos azules. jeVes razonables de este mundo sino por el mandato altanero del co­
Sólo para Angel nada significaba algo. Porque el joven Morán se razón. El colchón con parte del Danubio en sus tripas había sido, de
declaró enemigo irreconciliable de Alma. Tenía sólidos argumentos alguna manera, un aviso premonitorio.
para explicar tanta cólera: Alma había comenzado a influir en las de­ Maricarmen huyó esa misma noche por la puerta del fondo, como
cisiones estratégicas y tácticas de la Compañía, y don Diego confiaba un ladrón de cine, y Alma pasó sus pocas pertenencias al confortable y
ciega y peligrosamente en los signos revelados por la adivinadora. Sin juvenil dormitorio de la prófuga. La tragedia de Maricarmen no hizo
encomendarse a la Junta Directiva, el señor Presidente había vendido más que acercar a don Diego al regazo de Alma, y poco a poco fue ma­
a precio de juguetería la flota de aviones de la empresa a un parque de durando entre ellos un sentimiento que parecía amor. Pero no lo era.
diversiones local, con la excusa discutible de que dos peces voladores A punto de perder los estribos y presionado por las exigencias de
habían caído en una copa de vino helado. Por si fuese poco, había in­ los miembros de la Junta Directiva de la Compañía Morán —quienes
vertido una suma considerable de dinero para la puesta en marcha, en reclamaban una interdicción judicial—, Ángel intentó parlamentar
el manicomio, de una fábrica de mazapanes. Un buen día, la alemana con la alemana. “¿Cuánto quiere por abandonar esta casa?”, le dijo y le
soñó que se perdía en las ruedas dentadas de un reloj y adivinó que adelantó un cheque en blanco para que escribiera la suma que valían
Maricarmen estaba en aprietos. El robo de las joyas tenía una oscura los sueños.
explicación: la muchacha llevaba a escondidas un romance con un “Su cuarto”, respondió Alma, y siguió tejiendo un suéter de in­
malandro de cuarta categoría, quien la convenció con argumentos de vierno para su adorado Manolito.
don Juan de pacotilla de que debía robar el collar que nadie había Ángel contrató los servicios de un detective experimentado. La
vuelto a ponerse desde la muerte de doña Carmen. Pesquisa arrojó los siguientes datos: Alma Kretschmer, en efecto, era
Fascinada con la inteligencia, autoridad y, por qué no, malicia de su quien decía ser, sólo que había muerto, con toda su familia, en el te­
adorado tormento —en el sentido literal de la palabra tormento-—» rremoto de 1957, sepultada bajo los escombros del único edificio que
Maricarmen estaba decidida a robar las pirámides de Egipto con tal de Se había derrumbado en toda la ciudad. Loco de impotencia y cegado
seguir a su lado. Ahora que Ángel estaba a punto de descubrir el atra- P°r la estupidez del detective que había sido ganado definitivamente
co había que reponer, cuanto antes, un duplicado del collar. Cónsul' Para la causa de la soñadora, Ángel regresó a la casa y se enfrentó a Al-
taron a un falsificador y cuando Maricarmen escuchó que la joya era sin contemplaciones.
122 123
“¡Usted no tiene ningún derecho porque está muerta!”, excl ^laba en símbolos tan enigmáticos que bien le habrían merecido
Ángel, soberbio. i temporada en un sanatorio de enfermos mentales de no haber si-
“El muerto es usted”, ripostó Alma, serena: “Yo lo he soñado * ¡, porque don Diego también había desarrollado su propia demen-
En efecto, esa misma noche el joven empresario Ángel Morán ■a aunque en otra dirección. Sin embargo, Maricarmen no estaba
muerto a balazos en un cabaret de la ciudad por una rubia platinad I ,ca sino poseída por un profundo sentimiento místico que luego la
de la que nada sabíamos en esta historia porque Ángel había apren induciría a una muerte que parecía suicidio pero era consagración.
dido a pecar a escondidas de don Diego. La muerte de Ángel desta Para esta fecha, Alma dominaba toda la vida en la casa. Petra ha­
pó una olla de negocios turbios escondidos tras la fachada de |a bía aprendido a preparar cenas propicias para soñar, en base a un
Compañía. La prensa y los noticieros de televisión no cesaron de ha­ equilibrio dietético que concedía poderes casi sobrenaturales a las
blar del asunto, recreándose en informaciones escandalosas qUe manzanas, los mazapanes y a los higos secos. El único error compro­
amenzaban con echar por tierra el prestigio y, en consecuencia, la bable en sus predicciones, y que podía tener una suerte de justificación
fortuna de los Morán. Alma aprovechó la confusión para mudarse al causal, fue el parto de Rosafina y el consecuente nacimiento de una
dormitorio del difunto, segunda escala en su plan de conquista. Era criatura que ni era niño ni tenía los ojos azules. Sin embargo, Petra
una habitación aún más confortable que la de Maricarmen, pero me­ —que seguía esperando con ansiedad el trío de aguaceros que le cam­
nos que la de don Diego y muchísimo menos que la de Amparo, pe­ biaría la vida— argumentaba en favor de Alma que el alumbrón ha­
ro poco a poco y paso a paso alcanzaría la preciada meta. Nunca bía tenido lugar a la orilla del mar, a donde Maricarmen había
antes don Diego había necesitado tanto de la cordura. llevado a la ilusa Rosafina con la promesa de que su hijo sería ben­
Con energía desacostumbrada, el señor Presidente se puso al man­ decido por la Madre Naturaleza, en molesta ceremonia que no hizo
do de su Compañía, asistido muy de cerca por el único consejero en más que romper la fuente de la embarazada y equivocar el sexo y el
el que creía: Alma, por supuesto. Los miembros de la Junta Directiva color de las pupilas de la cría. El pobre Salvador estaba para enton­
escuchaban atónitos los desmadres del viejo capitán que, en la popa ces absolutamente rendido al miedo. Un miedo con nombre: Alma.
del barco hundiéndose, aún alcanzaba a ver signos favorables en un La sola presencia de la mujer le hacía temblar como un papelito. Cu­
horizonte sin esperanzas. Lo malo es que ninguno de los marinos en­ riosamente, y como se comprobará más adelante, fue el pánico lo que
tendía aquellas voces de mando que mencionaban alfombras volado­ salvó a los suyos de quién sabe qué horrible final.
ras y astros de porcelana y establecían las coordenadas de la catástrofe Un buen día que Alma ensayaba a solas con Manolito cómo po­
con metáforas herméticas. día ser la casa sin más huéspedes que ellos, comenzaron a llegar por
“Dios quiera que Amparo nos ampare”, decían los empresarios correo certificado las cajas de compras que Amparo había efectuado
en los pasillos de la Compañía. Conmovida por la noticia de la muer­ etl su interminable viaje alrededor del planeta. Alma sabía que la te­
te de Ángel, Maricarmen regresó de Miami, a dondehabía ido a ter­ mible tía estaba por aparecer en cualquier momento, y no por haber-
minar su calvario de amor. Más bien regresó lo que quedaba de 1° soñado sino por haber interceptado justo a tiempo un telegrama en
Maricarmen. Venía descalza, con los pies entrenados para caminar que Amparo anunciaba la fecha de arribo. La soñadora guardó el
sobre piedras ardientes; vestía un batilongo naranja cosido a mano y ^ble en el escote del vestido, como una carta marcada, y no dijo una
124 125
palabra a don Diego. Al llegar la invasión de objetos exóticos, I j0| poniente. Nunca apareció el cadáver porque lo buscaron en el
fue revisando las cajas una por una: allí estaban, en efecto, los bi0tíl , v n o en la noche. Había vuelto al útero de la Madre Naturaleza.
bos chinos que flotaban en el río de vidrio molido, los pájaros del pa
f l 1
j uego, Amparo se propuso tomar las riendas de la Compañía, pe-
raíso que trinaban en romano, los guacamayos de papel y los perros comprendió que tal vez ya era demasiado tarde para enmendar el
chinos que ladraban a la luna; allí estaban las bandejas de plata, l0s vll acumulado. Cierta mañana en que obligó a su hermano a ir a las
adornos de porcelana, las alfombras voladoras de Turquía, fragmentos /icinas, tuvo pruebas concretas de que el pobre de don Diego había
dispersos del sueño que había estado madurando durante tanto tiem­ perdido el juicio. La noche anterior —la segunda de lluvias consecuti-
po y que poco a poco iban invadiendo las habitaciones de la casa y ar­ vaS._Alma había soñado con gavilanes blancos, y camino a las ofici­
mándose como un rompecabezas en el que sólo faltaban unas pocas nas. l°s dos hermanos presenciaron una escena insólita: un accidente
piezas para completar el dibujo perfecto de sus ilusiones. tránsito había derribado los muros del manicomio local y los locos
Una noche de lluvia, cuando Salvador temblaba de pies a cabeza habían escapado a la calle.
asustado por el trino raro de los pájaros del paraíso, los ladridos de los “¡Los gavilanes blancos!”, exclamó don Diego.
perros chinos, la histeria de los guacamayos y el llanto inconsolable de La policía los perseguía como a mariposas. Para asombro de todos,
la niña, se abrió la puerta de la casa y apareció la figura moderna y ele­ don Diego bajó de coche y se acercó a los locos uno por uno, y para ca­
gante de la tía Amparo, vociferando en italiano, indignada de que na­ da uno encontró la frase tranquilizadora, la explicación exacta, el conse­
die en esa casa la hubiera ido a esperar al aeropuerto. A la voz de la jo preciso. “Los gavilanes blancos vuelven a sus jaulas”, dijo don Diego
recién llegada, se acallaron ios pájaros, enmudecieron los perros, se si­ a Amparo: “Es preferible vivir preso de una idea que libre sin ilusión.”
lenciaron los papagayos, y la niña se tragó el llanto y quedó dormidita De regreso a la casa, abatida por el episodio, Amparo buscó refu­
como una santa. Alma percibió que nunca antes sus planes habían es­ gio en su dormitorio, y cuál no sería su sorpresa al descubrir que los
tado tan en peligro. Y tenía razón. perros chinos habían tomado la cama por asalto. “¡Para qué habré
Por su parte, Amparo comprobó desconcertada cuánto había cam­ comprado estos perros si yo odio a los animales!”, exclamó molesta
biado la casa y la familia en su ausencia —y costó mucho trabajo con­ consigo misma.
vencerla de que todo había sido a causa de aquella mujercita llamada Entretanto, don Diego y Alma habían pactado una boda sin tes­
Alma que decía alquilarse a un precio demasiado alto para soñar. Am­ tigos, con la esperanza de garantizar el futuro de Manolito. El testa­
paro decidió entonces agarrar al toro por los cuernos. Primero, inten­ mento, como descubriría luego Amparo, otorgaba a la desconocida
tó arrebatar a Maricarmen de las redes de aquella devoción absurda p°r todos los derechos de tutoría sobre el niño, a quien se nombraba úni­
la naturaleza, y sólo logró que la muchacha se dejara tragar por laS co herededo de la fortuna Morán. Ni siquiera Amparo pudo impedir
aguas del mar y vivir en la muerte según sus credos. Al atardecer Hu' 1J boda, planeada acorde a los convenios de un sueño esclarecedor. Lo
vioso de aquella trágica jornada, Maricarmen se vistió con el batilon­ más que logró fue que ingresaran a su hermano del alma junto a los
go naranja y se fue en peregrinación a la costa, a encontrarse con ^ °tros “gavilanes blancos”: don Diego entró al manicomio vestido con
Una camisa de fuerza y cantando coplas aprendidas de niño en las
paraíso de Mar, el océano más mágico de los océanos. Avanzó sin m>e'
do, casi feliz, y desapareció bajo las aguas en perfecto sincronismo
c0Íl tr‘ncheras republicanas.

126 127
Antes del anochecer, Amparo se vio obligada por la Junta Direc y\mparo sintió un miedo insoportable al escuchar aquellas verda-
tiva a vender a muy bajo precio todas sus acciones de la Compaq j ,s qUe a nadie había contado.
que a partir de entonces cambió de jefe y, por tanto, de nombre. “¿Quién es usted, por amor de Dios?”, preguntó.
Esa segunda jornada de tormenta sincronizada, justo una hora an, Alma respondió, serena: “La dueña de mis sueños.”
tes de que la medianoche diera paso al trío de lluvias consecutivas qUe Ese mismo día, Amparo abandonó la casa para siempre. Desde la
había anunciado Alma, Salvador, víctima de un miedo doloroso e irre­ veI1tana del que había sido su cuarto, Alma y Manolito la vieron par­
sistible, convenció a Petra de que más valía malo conocido que bueno tir, con sólo una maleta para el viaje.
por conocer: “Para qué cambiar la vida, doña Petra, si con ésta no nos La siguieron con la vista, hasta que desapareció, arrastrando los
ha ido tan mal: ahí tiene a su hija, que la adora; a su nieta, que es un pies, en la esquina distante.
encanto; y me tiene a mí”, argumentó el angustiado chofer. Esa mis­
ma noche, Salvador, Rosafina, Petra y la niña huyeron de la casa mal­
dita y buscaron refugio en una zona de la ciudad donde no estuviera
lloviendo a la llegada del siguiente día.
Ai amanecer, Alma y Amparo se encontraron cara a cara, en la casa
desierta, y las dos comprendieron que de nada valía posponer el duelo.
“¿No comprendes todavía?”, dijo Alma con ejemplar sangre fría:
“No has hecho más que realizar el sueño más caro de mi vida...
Siempre quise vivir en esta casa y no en otra y por eso la fui edifi­
cando sueño a sueño, para vivir con un niño como Manolito a quien
dedicarle todas mis energías, para vivir durmiendo en un cuarto
exacto al tuyo, rodeada de objetos extravagantes, como los perso­
najes de las telenovelas, con perros chinos y papagayos y pájaros del
paraíso que tú compraste contra tu voluntad porque yo había so­
ñado que tú ibas a comprarlos para mí.” Amparo experimentó un
frío muy intenso, y por un momento pensó que el mundo se había
detenido. A un gesto de Alma, los perros chinos y los pájaros del
paraíso se alinearon a su bando, como soldados en fila.
“¿Recuerdas a aquel mercader de Sumatra que pretendía venderte el
cofre de maderas preciosas en doscientos dólares? Pues bien, yo soñé
que lo sacarías en cincuenta, y así fue, porque no te atreverás a negar'
lo... Y cuando perdiste el avión en Hong Kong... ¡Yo hice que se ade'
lantara porque aún no me habías comprado el biombo!...”, dijo Alma-
128 129
ESCALETAS
CAPÍTULO 1
j ext. casa. día.
y^Jnia llega a la casa.
2 ¡jqT. CASA. DÍA.
Sólo Rosafina y don Diego celebran cumpleaños de Manolito.
3. ext. patio casa. día.
Alma mira por la ventana que Manolito no quiere ir a la escuela.
4. ikt/ext. casa. día.
petra mira a Alma desde su ventana. Llega el autobús escolar. Salen Ro­
safina y Manolito. Alma se les acerca sugiriéndoles que no salga nadie:
“Los que viven en esta casa no deben someterse a ningún peligro.” Ro­
safina la ignora y Manolito sube al autobús.
5. EXT. CASA MORÁN. DÍA.
Salvador prepara el auto para don Diego y Ángel. Alma se les acerca y
les repite el vaticinio. Don Diego la escucha sin querer, Ángel la echa
y Salvador la ignora. Salen.
6. INT. COCINA MORÁN. DÍA.
Rosafina prepara pasteles para el cumpleaños. Petra, intrigada por Al­
ma, le ordena que la haga pasar.
7. EXT. CASA. DÍA.
Rosafina invita a Alma a pasar.
8. INT. CASA. DÍA.
Alma interroga a Rosafina sobre el óleo de Carmen. De paso, le adivi-
el oculto embarazo y le pronostica que su hijo será varón.
9. INT. AUTO. DÍA.
Jflgel habla de negocios. Diego está distraído. Ángel dice que no se
Puede firmar nada hasta la vuelta de Amparo. Ángel se baja al llegar a
P empresa.
133
10. INT. COCINA MORÁN. DÍA. j9 EXT. CASA MORAN. DIA.
Petra le suplica a Alma que le sueñe una cura a su enfermedad. iV[ar- ¡ lega11 l°s payasos. Alma los recibe como si fuese la dueña de la casa.
carmen sale de prisa para llevar flores a la tumba de su madre. Rosafj
na le avisa que Ángel quiere hablar con ella, urgentemente. 2o. EXT/INT. COLEGIO DE MANOLITO. DÍA.
piego busca a su hijo en el patio. Después llega al salón de clases y se
11. EXT. PATIO. DÍA. [o lleva- Invita a la maestra y a los demás niños a la fiesta.
Mientras Maricarmen sube a su moto, Alma y Petra la observan desje
la ventana. Petra cuenta todo lo que su padre le Ha dado a Maricarmen 2i EXT. CEMENTERIO. DÍA.
hasta un colchón con aguas del Danubio. pon Diego y Manolito visitan la tumba de Carmen. Nadie le ha lle­
vado flores, según le confirma a Diego el propio enterrador.
12. INT. COCINA. DÍA.
Siguen hablando de Maricarmen. Alma dice que ojalá llegue con bien 22. EXT. MERCADO. DÍA.
al cementerio. Maricarmen se abre paso entre el mercado y entra en un viejo edificio.

13. EXT. CALLE. DÍA. 23. INT. CUARTO DE ENRIQUE. DÍA.


Maricarmen compra un ramo de flores. Maricarmen le repite a su amante Enrique las amenazas de Ángel. Lo
urge a recuperar el collar, pero él dice que lo ha vendido en Nueva
14. EXT/INT. COMPAÑÍA MORÁN. DÍA. York. Le pide a ella que le traiga una fotografía para falsificarlo.
Maricarmen llega, encarga las flores, y entra corriendo a la oficina de
su hermano. 24. INT. TIENDA DE DISFRACES. DÍA.
Manolito se prueba infinidad de disfraces. Don Diego mira su reloj,
15. INT. AUTO/AEROPUERTO. DÍA. ansioso.
Salvador y Diego hablan sobre los sueños.
25. EXT. CALLE. DÍA.
16. EXT. PISTA AEROPUERTO. DÍA. Maricarmen mira el reloj. Le da las flores a un mendigo y aumenta la
El avión y el piloto están listos para llevar a don Diego. Éste mira el velocidad.
cielo nublado y, por un extraño presentimiento, decide no viajar.
26. EXT. PATIO MORÁN. DÍA.
17. INT. COCHE. DÍA. 1-os payasos se maquillan. Maricarmen entra de prisa en la casa.
Salvador le cuenta a don Diego la historia de la Muerte en Samarra.
27. INT. CUARTO DE PETRA. TARDE.
18. INT. DESPACHO DE ÁNGEL. TARDE. Petra, muy enferma, en la cama. Hablan de la facultad de soñar de Al-
Ángel le reprocha a Maricarmen haber desaparecido una antigua joya ^a. Escuchan la voz de Manolito en el patio. Alma sonríe.
de familia que pertenecía a su madre. Amenaza con denunciarla y haS' 28. INT. CASA MORÁN. TARDE.
ta apresarla si no la recupera pronto. Maricarmen y Diego se encuentran en la sala. Él la regaña furioso
134 135
porque no llevó las flores al cementerio. Maricarmen mira el retrat0 g inT. CASA MORÁN. NOCHE.
de su madre con la joya perdida. y, familia entera, con los payasos e invitados, miran desconcertados la
r¿levisión, donde se transmite la noticia del accidente: veintocho niños
29. EXT. PATIO MORÁN. TARDE. ^rieron calcinados, solamente se salvaron tres y la maestra. Don Die-
Alma, vestida de lobo, cuenta La Caperucita Roja. a0 parece recordar la premonición de Alma. En un arranque, ordena
30. INT. DESPACHO DE DON DIEGO. TARDE. que la busquen, que la encuentren, aunque sea debajo de la tierra.
Don Diego mira al lobo desde la ventana. Ángel entra furioso porque
Diego no viajó. El lobo se descubre la cara y don Diego reacciona fu­ CAPÍTULO 2
rioso al ver que es Alma. 1. Noticiero.
31. INT. CASA MORÁN. TARDE. 2. EXT. CAMPOSANTO. DÍA.
Don Diego y Ángel regañan a Rosafina por haber dejado entrar a Al­ Don Diego y Ángel asisten al entierro de los veintiocho niños acci­
ma. dentados. Hay reporteros, funcionarios y familiares.
32. INT. COLEGIO DE MANOLITO. TARDE. 3. EXT. CAMPOSANTO. DÍA.
La maestra y los niños salen de la escuela y suben al bus. Se oye en off Ángel descubre un ramo de crisantemos en la tumba de su madre. El
la voz de Alma contando I.a Bella Durmiente. enterrador, interrogado por don Diego, dice que aparecieron sorpresi­
33. EXT. PATIO. TARDE. vamente esta mañana. Un fotógrafo persigue a Diego y Ángel con su
Alma sigue su cuento. Hasta los payasos la escuchan. Rosafina le dice cámara, oculto entre las tumbas.
al oído que tiene que irse. Sigue el cuento. 4. INT. CASA MORÁN. DÍA.
34. INT. BUS ESCOLAR. TARDE. Maricarmen fotografía el retrato al óleo de su madre. En especial, el
Los niños en el camión. La voz de Alma en off. collar de piedras preciosas.
35. INT. CUARTO MARICARMEN. TARDE. 5. INT. COCINA. DÍA.
Maricarmen llora en la cama. La voz de Alma en off. ^tra y Rosafina dicen que don Diego no ha podido encontrar a Alma.
Ellas también quieren verla. De hecho, ya tejen ropita azul para el va-
36. EXT. PATIO MORÁN. TARDE. r°n que va a nacer.
Alma sigue su cuento. 6- ext. casa morán. día.

37. INT. BUS ESCOLAR. TARDE. Maricarmen va a salir en su motocicleta. Se encuentra a Manolito solo,
Los niños en silencio. En off, el cuento en la voz de Alma. El bus ch° ^Urrido en el jardín. Le promete llevarlo a tomar helado en la tarde, y se
Va a toda prisa. No se da cuenta de que Alma está bajo un árbol cercano.
ca, se incendia y estalla.

136
7. INT. SALA DE JUNTAS DE LA COMPAÑÍA MORÁN. DÍA 6 ¡jsjT. CASA MORÁN. DÍA.
Ángel rinde un informe a los socios. Don Diego está muy distraído 5 p0n Diego está en la sala con Alma. Le pide perdón por haber duda-
sale sin decir palabra. Ángel se disculpa y lo sigue. de ella y le suplica que se quede a vivir allí.
8. INT. OFICINA DE DON DIEGO. DÍA. l7. EXT. PARQUE. ATARDECER.
Ángel y don Diego discuten. Don Diego mira la ciudad ansioso. L0 gnrique suplica a Maricarmen que se fugue con él por amor.
único que le interesa es encontrar a Alma.
,g. EXT. CASA MORÁN. NOCHE.
9. INT. EDIFICIO FRENTE A LA OFICINA DE DIEGO. DÍA. Angel llega en su auto deportivo. Las luces de la casa se apagan. Sólo
El misterioso fotógrafo toma una instantánea de padre e hijo con tele­ queda la figura de Salvador en una ventana encendida.
objetivo.
19. INT. CUARTO ROSAFINA. NOCHE.
10. INT. OFICINA DE DON DIEGO. DÍA. Petra oye el parte metereológico en la radio, mientras Rosafina y Sal­
Sigue la discusión por culpa de Alma. Don Diego dice que hasta po­ vador discuten por causa de Alma, ya que a él le da muy mala espina
dría ayudar en los negocios. Ángel contesta que todo el poder lo tiene esa vieja loca y entrometida.
la tía Amparo, la socia mayoritaria.
20. EXT. CASA. DÍA.
11. EXT. CASA MORÁN. DÍA. Amanece. Salvador recoge los periódicos. Se escucha en ojfla. radio en
Manolito juega solo, cavando tumbitas. Alma se acerca, le ofrece un el parte meteorológico que no avisa lluvia.
crisantemo y le promete que jamás volverá a estar solo.
21. INT. COCINA. DÍA.
12. INT. CUARTO DE PETRA. DÍA. Petra se queja de que no llueve. Salvador se burla de ella.
Alma pasa a ver a Petra, que está muy enferma. Petra se alegra al verla, y
más cuando Alma dice que ya soñó el remedio de su mal: basta con que 22. INT. COMEDOR. DÍA.
llueva tres días seguidos. Con eso se gana a Petra por completo. Alma comienza a cambiar el desayuno: sólo manzanas y mazapanes,
13. INT. CUARTO DE ENRIQUE. DÍA. que son mejores para entender los sueños. Diego la apoya en todo.
Maricarmen y su amante discuten otra vez a causa del collar. Salen a Alma cuenta un sueño de alfombras voladoras. Maricarmen se pone
buscar al falsificador. Nerviosa. Diego se interesa mucho en el sueño. Ángel se va furioso.
14. EXT. CALLE CIUDAD. DÍA. / 23. INT. COLEGIO. DÍA.
Maricarmen maneja la moto. Enrique, en el asiento de atrás, comenta ^na maestra gorda se presenta en el salón de Manolito, donde sólo
que Carmen tenía buen gusto. puedan cuatro niños, algunos con muletas y vendajes.
15. INT. TRASTIENDA FALSIFICADOR. DÍA. 2 4. INT. CUARTO SERVICIO. DÍA.
El falsificador explica a Maricarmen y Enrique que es imposible rePe P-osafina arregla el cuarto de Alma. Alma se queja porque en ese cuar-
to sin ventilación y sin baño no se puede soñar. Dice que le encantaría
tir esa joya. Les insinúa que sería más fácil huir.
138 139
dormir en el cuarto de Amparo, pero Rosafina dice que a ese cuarto ^ jMT. CUARTO ROSAFINA. NOCHE.
se puede entrar. [- rmenta' Salvador reza para que se vaya Alma.
25. INT. ESCALERA/CUARTOS. TARDE. 4 flsfT. PATIO MORÁN. NOCHE
Alma interroga a Rosafina sobre Amparo y sobre su cuarto. De tormenta. Ángel llega a la casa.
Rosafina le dice que Amparo es la verdadera dueña de esa casa, y qUg
Ángel casi no usa su cuarto, porque quién sabe en qué anda metido INT. CORREDOR. NOCHE,
tormenta. Rosafina apaga luces. Saluda a Ángel, que entra mojado,
26. INT. COMPAÑÍA MORÁN. TARDE. pCr0 él no responde.
Ángel telefonea a casa para preguntar si ya salió su padre. Desde el edi­
ficio de enfrente, el fotógrafo lo retrata. 36. INT. CUARTO DIEGO. NOCHE.
Tormenta. Don Diego solo en su cama. No puede dormir. Se compa­
27. EXT. JARDÍN MANICOMIO. TARDE. dece de alguien y dice: Pobre mujer.
Don Diego y el médico director caminan entre locos, y encuentran a
la bella maestra de Manolito dándole clases a veintiocho pollitos. El 37. INT. CUARTO PETRA. NOCHE.
médico agradece a Diego sus donaciones al hospital. Tormenta. Petra dibuja una cruz en la pared, mientras oye el parte me­
teorológico.
28. INT. OFICINA MANICOMIO. TARDE.
El médico agradece la donación, don Diego dice que no es nada. 38. INT. DESPACHO DE DON DIEGO. NOCHE.
Tormenta. Maricarmen entra a hurtadillas y saca las joyas de la caja
29. EXT. JARDÍN MANICOMIO. TARDE. fuerte. Alma la descubre, pero se convierte en cómplice, jurándole si­
Don Diego y el médico se acercan a la maestra. Don Diego la saluda, lencio.
habla con ella amablemente.
30. INT. CUARTO MARICARMEN. TARDE. 39. EXT. PATIO MORÁN. NOCHE.
Maricarmen llora en su cama. Alma entra y se ofrece a ayudarla, com­ Alma ayuda a Maricarmen a huir.
prensiva. Ambiguamente le aconseja que haga lo que quiera. 40. INT. CUARTO MARICARMEN. NOCHE.
31. INT. COMPAÑÍA MORÁN. TARDE. Alma se arropa en la mullida cama de Maricarmen.
Ángel dice que los socios se cansaron de esperar a Diego y se fueroP-
La conversación lleva a la discusión sobre Alma y a que Diego quiere CAPÍTULO 3
ahora invertir en el manicomio.
32. INT. CUARTO SERVICIO. NOCHE. Noticiero.
Petra está feliz porque llueve, pero Alma se queja de que allí no puede 2- INT. ESTUDIO TELEVISIÓN. DÍA.
dormir. Petra dice que hay que arreglar eso. Los locutores ocupan sus lugares. Inician transmisión del noticiero.
140 141
3. INT. SALA MORÁN. DÍA. 13 jNT. despacho, día.
Manolito ve el noticiero de televisión a todo volumen. Trata sobre Cr¡ cuenta su sueño. Don Diego decide no firmar. Ángel, furioso, la
menes pasionales. ^gnaza con que esto no se acaba aquí.
4. INT. COCINA MORÁN. DÍA. ]4 ¡NT. COMPAÑIA MORÁN. TARDE.
Petra y Rosafina ven el noticiero mientras preparan manzanas y maza­ ^ngCl explica a los socios que don Diego no firmó por culpa de Alma.
panes para el desayuno. I oS socios se preocupan porque las acciones están bajando, y porque
parece que don Diego se está volviendo loco.
5. EXT. PATIO MORÁN. DÍA.
Salvador recoge el periódico con noticias sobre crímenes pasionales y !5. EXT. PISCINA MORÁN. DÍA.
entra en la casa. Alma, en la hamaca, habla de la soledad con don Diego. Él se desvive
por ella.
6. INT. SALA MORÁN. DÍA.
Don Diego apaga bruscamente el televisor porque hay que respetar el 16. INT. COCINA MORÁN. DÍA.
sueño de Alma. Hay ruido en la cocina. Salvador trae las compras especiales para soñar.
7. INT. COCINA. DÍA. 17. EXT. CASA MORÁN. DÍA.
Don Diego, furioso, impone silencio. Suena un claxon. Don Diego pide consejo a Alma sobre su inversión en el manicomio.
Ella aprovecha para decirle que ha tenido un mal sueño con Ángel.
8. EXT. PATIO. DÍA.
Salvador llama con el claxon a Manolito, pero se arrepiente de hacer 18. INT. COMPAÑÍA MORÁN. DÍA.
ruido. Sigue la reunión. Ángel promete extirpar el mal de raíz, tal vez con ac­
ción judicial.
9. INT. COMEDOR. DÍA.
Don Diego enfurece al oír los cláxones. Manolito sale feliz para la es­ 19. EXT. CALLE. TARDE.
cuela, casi huyendo. Angel Morán a toda velocidad en su automóvil.
10. EXT. PATIO. DÍA. 20. INT. CUARTO DE PETRA. NOCHE.
Manolito sube feliz al auto y grita. ^ma le pide a Petra la llave del cuarto de Amparo. Petra le dice dón­
de está.
11. INT. DESPACHO/SALA MORÁN. DÍA.
Don Diego dice a Ángel que no tomará una decisión hasta que de*' 2L INT. DESPACHO DIEGO. NOCHE.
pierte Alma. Ángel, furioso, sube a buscarla. Alma roba la llave del cuarto de Amparo.
12. INT. CUARTO MARICARMEN. DÍA. 2 2. INT. CUARTO MANOLITO. NOCHE.
Ángel va a tocar la puerta, pero Alma la abre, dispuesta a bajar. Al
^ma besa a Manolito, que duerme.
142
23. INT. CUARTO DE AMPARO. NOCHE. 2 INT. CASA MORÁN. TARDE.
Alma entra al cuarto maravilloso, y observa todos los detalles con 0 detective finge valorar los objetos de arte mientras habla con Alma

cinación. Después sale y cierra con cuidado. ¿e cualquier cosa.


24. INT. DESPACHO DIEGO. NOCHE. 33 INT. CUARTO MARICARMEN. DÍA.
Don Diego duerme en el despacho. Angel lo despierta. Don D¡eg0 mismo.
discute con él porque tiene la idea de que Angel lo está traicionan­
34. INT. CUARTO ÁNGEL. DÍA.
do, así que anuncia que invertirá de lleno en el manicomio. Ánge|
enfurece. lo mismo.
25. INT. CUARTO MARICARMEN. NOCHE. 35. INT. CUARTO AMPARO. DÍA.
Ángel le pregunta a Alma cuánto quiere por irse de esta casa. Alma res­ Lo mismo. Por fin, Alma dice su apellido.
ponde: acostarme en su cama. 36. INT. ESCALERAS. TARDE.
26. EXT. COMPAÑÍA MORÁN. DÍA. Alma, seguida por el inspector, se comporta como la dueña de la casa.
Se escucha en offe. 1 noticiero de televisión, y sigue un comercial de cá­ 37. INT. DESPACHO DON DIEGO. TARDE.
maras fotográficas. Alma y el inspector hablan de sueños.
27. INT. EDIFICIO VECINO COMPAÑÍA. DÍA. 38. EXT. JARDÍN MORÁN. ATARDECER.
Sigue el noticiero en off. El extraño fotógrafo sigue con su cámara a Ángel. Alma dice al detective que soñó con una lámpara y una muñeca que llo­
28. INT. COMPAÑÍA MORÁN. DÍA. raba, y le recomienda reconocer a su hija ilegítima. El detective queda
Ángel contrata a un detective para que investigue a Alma. muy sorprendido de que Alma haya adivinado todo y le muestra la fo­
to de su hijita. El detective guarda la foto con cuidado.
29. EXT. MANICOMIO. DÍA.
Diego y el director pasean por el jardín. El director lo ha nombrado CAPÍTULO 4
Patrono del Hospital en agradecimiento a sus donativos.
30. INT. PISCINA. DÍA. E Noticiero.
Alma le relata un cuento a Manolito. Rosafina le avisa que ha llegado 2- INT. OFICINA DE DETECTIVE. DÍA.
un inspector de seguros. El detective analiza las huellas digitales de Alma, impresas en la foto­
31. INT. DESPACHO DON DIEGO. DÍA. grafía de la niñita.
Rosafina avisa al detective que la señora ya viene. Él trata de averiguó 3- INT. RECIBIDOR OFICINA DETECTIVE. DÍA.
cosas sobre Alma, pero ella lo evade. Al fin, Alma aparece. El detective coquetea con la joven recepcionista.

144 145
4. INT. DESPACHO DON DIEGO. DÍA. Allí se construye ya una fábrica de mazapanes de don Diego. Allí está
Don Diego le cuenta a Alma que está muy decepcionado de sus hij0s t ,inbién la maestra de Manolito.
Ya se tutean. Ella lo consuela diciéndole que soñó con abanicos de ná l4.EXT. MANICOMIO. ATARDECER.
car y lo invita a pasear por el jardín. ljn loco trata de escapar, asustando a Manolito.
5. EXT. CASA MORÁN. DÍA. j5. EXT. CASA MORÁN. ANOCHECER.
Diego le cuenta a Alma sobre Amparo: que la quiere mucho, que tie­ pesde la ventana iluminada del cuarto de Petra, se escucha en off el
ne mal genio, que es su hermana menor. Alma coquetea. parte meteorológico. No habrá lluvia.
6.INT. CANTINA. TARDE. 16. INT. CORREDOR MORÁN. NOCHE.
El detective le da a Ángel algunos datos imprecisos sobre Alma. El fo­ Ángel busca a Alma en el cuarto de Maricarmen y en el de Manolito.
tógrafo misterioso los capta. Finalmente, la encuentra en el de su padre.
7. INT. OFICINA. TARDE. 17. INT. CUARTO DON DIEGO. NOCHE.
El detective y su ayudante descubren la extraña biografía de Alma Ángel amenaza a Alma con llamar a la policía por impostora. Alma le
Kretschmer, una mujer que se alquila para soñar y que murió en el te­ responde que ya es hombre muerto.
rremoto de 1957. 18. INT. CABARET S’CANDALO. NOCHE.
8. INT/EXT. CARRO. TARDE. Una rubia platinada dispara cinco tiros sobre Ángel. El fotógrafo cap­
Ángel recibe el informe del detective. No le cree nada. ta el crimen.
9. INT. CUARTO ROSAFINA. TARDE. 19. INT. CUARTO ÁNGEL. DÍA.
Salvador y Rosafina discuten otra vez porque a él no le gusta Alma. La foto del cadáver de Ángel llena la pantalla de televisión en el noti­
ciero. Se revela que el crimen fue pasional y que el fotógrafo fue con­
10. EXT. PATIO MORÁN. DÍA. tratado por la amante de Ángel, la rubia platinada.
Ángel entra en su auto deportivo.
20. INT. COCINA. DÍA.
11. INT. SALA MORÁN. TARDE. r Rosafina llora viendo el noticiero. Salvador dice que quiere huir de esa
Ángel llega de mal humor y pregunta por Alma y don Diego. R°sa 1 casa maldita.
na le dice que se fueron al manicomio. 2L INT. SALA MORÁN. DÍA.

12. EXT. COLEGIO. TARDE. Manolito desayuna con Petra. El noticiero da detalles sobre la muerte
Alma recoge a Manolito como si fuera su propia madre. Ángel.
22- EXT. COCHE. PATIO.
13. EXT. JARDÍN MANICOMIO. TARDE.
Don Diego, Alma y Manolito pasean con el director entre los \°c° ^Ivador vuelve a cometer el error de tocar el claxon.
146 147
23. INT. ESCALERAS MORÁN. DÍA. INT. despacho don diego, noche.
Rosafina pasa todos los cuartos con una bandeja de desayuno y HCga ^ pon Diego está a punto de firmar cuando llega Maricarmen y abraza a
de Ángel, donde ahora duerme Alma. su padrc- Diego, emocionado, dice que Alma soñó con que ella llegaría.
Alma se siente frustrada porque no era a ella a quien esperaba.
24. INT. CUARTO ÁNGEL. DÍA.
Rosafina abre las cortinas y le da el desayuno a Alma en la cama, p0r CAPÍTULO 5
órdenes de Diego. Alma ordena que se lo lleve al despacho.
j Noticiero.
25. INT. SALA/COMEDOR. DÍA.
Alma esconde en su bata un telegrama que llegó con la correspondencia 2 INT. CUARTO MARICARMEN. DÍA.
.

Maricarmen le regala a Rosafina sus vestidos y pertenencias. Alma en­


26. INT. DESPACHO DIEGO. DÍA. tra, y cuenta que soñó que se perdía en las ruedas dentadas de un re­
Don Diego llora en el hombro de Alma. Ella dice que soñó que alguien loj. Lo que quiere decir que uno está a tiempo de ser feliz.
llegaba.
3. EXT. PATIO. AMANECER.
27. INT. COMPAÑÍA MORÁN. DÍA. Alma le dice a Salvador que de ahora en adelante ella recogerá la co­
Don Diego avisa a los socios que va a invertir en el manicomio. To­ rrespondencia. Él la rehuye, con frío, con miedo. Alma encuentra otro
dos lo tachan de loco y abandonan la oficina, menos su amigo, Fe­ telegrama, que la pone muy nerviosa.
derico. Diego le pide que le consiga un abogado, para cambiar su 4. INT. COCINA MORÁN. DÍA.
testamento. Salvador está aterrado. Un viento frío abre la ventana, la cafetera co­
28. EXT/INT. AEROPUERTO. TARDE. mienza a chillar. La puerta se abre y Salvador toma un largo cuchillo,
Maricarmen, rapada y con ropas extravagantes, sale del aeropuerto y pero alcanza a detener el brazo: el que entra es Manolito.
trata de tomar un taxi, pero los choferes no se atreven a subirla. 5. INT. COMEDOR MORÁN. DÍA.
29. EXT. PATIO MORÁN. NOCHE. Petra le informa a Alma que Rosafina y Maricarmen fueron a la playa.
Maricarmen desciende de un taxi. En off se escucha la voz de don Die­ Como Rosafina está a punto de parir, Alma le dice a Petra que deben
go cambiando el testamento a favor de Manolito. conseguir un cuarto en el hospital con número impar, para que nazca
varón y de ojos azules.
30. INT. DESPACHO DIEGO. NOCHE.
Alma, Diego, el abogado y Manolito en la lectura del testamento. 6. INT. DESPACHO DE DON DIEGO. DÍA.
Alma relee el telegrama y lo esconde. Don Diego entra feliz porque el
31. INT. SALA MORÁN. NOCHE. Manicomio ya produjo los primeros mazapanes. Pero Alma le cuenta
Maricarmen camina sin hacer ruido. Se escucha en offal abogado que Sü sueño y le dice que esté pendiente, porque alguien va a llegar y se-
nombra a Alma tutora de Manolito. rá una pesadilla.

148 149
7. EXT/INT. AUTO/CIUDAD. DÍA. l7 INT. RESTAURANTE ESPAÑOL. TARDE.
Rosafina se arrepiente de haber aceptado ir a la playa con Mancarme^ perico está contento, pero Diego está pensativo, obsesionado con el
süeño de Alma. Federico le dice que necesita casarse.
8. EXT. PLAYA. DÍA.
Maricarmen trata de convencer a Rosafina de que bautice a su hijo q0 l8. EXT. PISCINA MORÁN. TARDE.
mo Heredero de las Aguas, pero ella se niega. Truena sin llover. Alma duerme en la hamaca. Manolito nada en la piscina. Maricarmen re­
gresa de la playa, como derrotada.
9. INT. CUARTO DE PETRA. DÍA. V

Petra reza para que llueva. Salvador entra buscando a Rosafina y Petra le !9. INT. HOSPITAL. DÍA.
dice que se fue a la playa, a pesar de los malos sueños de Alma. Rosafina está en una camilla. Petra persigue a los enfermeros exigien­
do una habitación impar para su hija. Salvador está harto.
10. EXT. PLAYA. DÍA.
Rosafina quiere regresar. Maricarmen no la deja. 20. INT. CUARTO ÁNGEL. TARDE.
Alma y Manolito ven una telenovela sobre un recién nacido.
11. INT. AUTOMÓVIL. DÍA
Salvador maneja a toda velocidad, desesperado, rumbo a la playa, 21. INT. ESCALERA MORÁN. TARDE.
acompañado por Petra. Maricarmen le pide consejos a Alma. Alma es ambigua.
12. EXT. PLAYA. DÍA. 22. INT. HOSPITAL MATERNIDAD. TARDE.
Rosafina tiene ya dolores de parto. Maricarmen trata de ayudarla. Salvador entra a una habitación con número par, donde Rosafina des­
cansa y Petra consuela al bebé que llora. Es niña.
13. EXT. CALLE JUNTO A LA PLAYA. DÍA.
Salvador toca el claxon y se detiene a la orilla de la playa. Rosafina 23. INT. CUARTO DE AMPARO. TARDE.
rompe aguas. Salvador y Petra corren hacia ella. Alma curiosea las pertenencias de Amparo. En ese momento llega un
camión de carga, lleno de cajas.
14. EXT. PLAYA. DÍA.
Salvador carga a Rosafina y se la lleva en brazos, indignado. Petra lo si­ 24. EXT. PATIO MORÁN. TARDE.
gue. Maricarmen se queda sola en la playa. Los trabajadores entregan cajas, muebles y adornos exóticos que
provienen de Hong Kong, a nombre de Amparo Morán. Alma fir­
15. INT. VESTÍBULO MORÁN. TARDE. ma el recibo.
Federico, el amigo de don Diego, llega por él. Mientras baja, platica
25. INT. SALA MORÁN. NOCHE.
con Alma, que se porta encantadora.
Alma observa uno por uno los maravillosos y exóticos objetos: desde
16. EXT. PATIO. TARDE. biombos chinos hasta sarcófagos orientales, lo que da una idea del lar-
Alma despide a los amigos que se van el auto de Federico. So viaje de Amparo.

150 151
26. EXT. CASA. AMANECER. 36 . INT. CUARTO ÁNGEL. DÍA.
Alma mira a la calle brumosa, desde la ventana de Ángel. ^Jtna le dice a Maricarmen que no le tenga miedo a la felicidad.
27. INT. CUARTO ÁNGEL. AMANECER. 37. EXT. CASA MORÁN. ATARDECER.
Maricarmen pide nuevamente consejo a Alma. Sigue con su crisis exis­ 0 cielo nublado. Relámpagos. Las aves y los perros están nerviosos.
tencia!.
38 . INT. SALA/COMEDOR. ANOCHECER.
28. INT. COCINA. DÍA. Manolito recorre la casa feliz por los nuevos objetos. Alma dice: ya es
Petra pide perdón a la ofendida Alma, por no haberle hecho caso en 10 [j0ra. Los relojes dan campanadas.
de la habitación impar.
39. EXT/INT. AEROPUERTO. NOCHE.
29. INT. DESPACHO DIEGO. DÍA. Amparo llega de Nueva Delhi. Toma un taxi.
Diego le propone matrimonio a Alma. 40. INT. CUARTO ROSAFINA. NOCHE.
30. INT. CASA MORÁN. DÍA. La niña grita y llora, los perros aúllan. Salvador está aterrado.
Alma sigue recibiendo las cosas extravagantes de Amparo. Manolito
41. INT. COMEDOR MORÁN. NOCHE.
observa fascinado. Don Diego, Manolito y Alma se disponen a cenar. Los pájaros enlo­
31. INT. CUARTO ÁNGEL. DÍA. quecen.
Otro diálogo abstracto de Alma y Maricarmen.
42. EXT. CALLES CIUDAD. NOCHE.
32. INT. CASA MORÁN. DÍA. El taxi de Amparo avanza.
Alma se pone perfume de las cajas de Amparo. Manolito encuentra
43. INT. CUARTO PETRA. NOCHE.
una llave de cristal. Petra mira el cielo esperando la lluvia. Ve entrar al taxi.
33. INT. DESPACHO DIEGO. DÍA. 44. EXT. PATIO MORÁN. NOCHE.
Don Diego insiste en su propuesta de matrimonio. Alma no dice na­
Baja Amparo del taxi. Ladran los perros enloquecidos, suenan relám­
da claro. Los perros comienzan a ladrar muy fuerte.
pagos.
34. INT. COCINA MORÁN. DÍA. 45. INT. CASA MORÁN. NOCHE.
Los perros están muy asustados. Rosafina no permite que Alma cargue
La casa enloquece: los perros, las aves, la bebita y los relojes suenan de­
a su niña. ntados.
35. INT. DESPACHO DIEGO. DÍA. 46. INT. COMEDOR. NOCHE.
Don Diego abraza a Alma. Ella le promete soñar con gavilanes blan
Amparo toca el timbre. Todos despiertan. Alma va a abrir la puerta.
eos, para que todo se arregle.
152 153
47. INT. COMEDOR. NOCHE.
7 . jjsJX DESPACHO DON DIEGO. DÍA.
pon Diego pide a Alma que no haga caso de Amparo. Amparo entra
Alma abre. Amparo hace un gesto imponente y logra el silencio como
uy agresiva y corre a Alma de la casa. En cuanto sale, Alma le dice a
por arte de magia. Despectivamente pregunta a Alma: “¿Y tú quién jon Diego que sí se casará con él.
eres?” Comienza a llover.
CAPÍTULO 6 10. INT/EXT. AUTOMÓVIL/CALLE/PARQUE DE LA CIUDAD.
DÍA-
1. Noticiero. \niparo y Diego van en auto, pero tienen que detenerse porque la po­
2. EXT. PISCINA MORÁN. DÍA. licía está tratando de controlar a un grupo de locos que se escaparon,
La lluvia se calma. Amparo se asoma en bata a la terraza de su cuarto. pon Diego cree que son los gavilanes blancos que soñó Alma, y en un
delirio corre hacia ellos, con los brazos abiertos. Los locos se calman al
3. EXT. CUARTO AMPARO. DÍA. verlo, lo obedecen y lo siguen. Los policías, los vecinos y el director del
Los perros entran y Amparo los echa, preguntándose quién los habrá hospital aplauden.
comprado, si saben que ella odia a los animales.
11. INT. CUARTO DE MARICARMEN. DÍA.
4. INT. COCINA. DÍA.
Hablando con Petra y Rosafina, Amparo se da cuenta de los cambios Maricarmen se rapa la cabeza.
que ha producido Alma en la vida de esa casa. 12. INT. CASA MORÁN/ESCALERAS. DÍA.
5. EXT. PATIO. DÍA. Maricarmen sale de la casa, vestida con ropajes de la secta Poseidón.
Salvador se arrepiente de haber hecho sonar el claxon. 13. EXT. PATIO MORÁN. DÍA.
6. INT. SALA MORÁN. DÍA. Alma, con los perros, ve pasar a Maricarmen, como poseída, pero no
Manolito ve la televisión. Amparo habla con él y confirma otra vez la la detiene. Los perros aúllan, lúgubres.
influencia de Alma.
14. INT. COMPAÑÍA MORÁN. DÍA.
7. INT. COMEDOR MORÁN. DÍA. En una junta con los socios y Amparo, don Diego suelta un extraño
Maricarmen medita en posición de loto. Amparo enfurece y la manda discurso sobre sueños. Amparo suspende la reunión.
a su cuarto. Pelea con Manolito porque no toma el bus para la escuela
—por órdenes de Alma—, y con don Diego, por los cambios en la ca■> 15. INT. CUARTO DE ROSAFINA. TARDE.
sa. Entra Alma y cuenta su sueño. Amparo se sorprende al ver que la Petra está feliz porque llueve por segunda vez. Salvador refunfuña
tratan como si fuera un oráculo. °tra vez.
8. INT. CUARTO AMPARO. DÍA. *6. INT. COMPAÑÍA MORÁN. TARDE.
Amparo manda a Maricarmen al carajo. Maricarmen dice que está lis­ socio demuestra que la Compañía está a punto de quebrar por los
ta para la eternidad. ertores de don Diego. Don Diego contesta una locura. Los socios se

154 155
deciden a proponerle a Amparo que don Diego pierda poder judicial r¿.ctor del manicomio, para impedir la boda. Amparo tiene un certifi-
en la empresa. Amparo puede quedar en la Compañía, pero solamen­ -ado de la demencia de don Diego. Pese a todo, el abogado dice que
te como asesora de la Junta. |,j boda es legal. Amparo no se da por vencida y hace que los enferme-
17. EXT. PLAYA. ATARDECER. f0s se lleven a don Diego por la fuerza.
Maricarmen camina plácidamente hacia el fondo del mar, hasta su­ 26. EXT. JARDÍN MANICOMIO. DÍA.
mergirse. pon Diego, entre los locos, trasplanta un manzano.
18. EXT. CASA MORÁN. NOCHE. 27. EXT. JARDÍN MORÁN. DÍA.
Llueve. En la ventana iluminada, la silueta de Salvador. Alma camina por los desolados jardines, abanicándose.
19. INT. CUARTO DE PETRA. NOCHE. 28. INT. CUARTO DE AMPARO. DÍA.
Petra está tranquila porque llueve. Salvador, aterrado, les propone huir. Amparo fuma en su cuarto, nerviosa. Desde la ventana ve pasear a Al­
20. EXT. PERÍMETRO DE LA CIUDAD. NOCHE. ma.
Llueve. El auto de Salvador en huida. 29. EXT. JARDÍN MORÁN. DÍA.
21. INT. AUTOMÓVIL. NOCHE. Amparo busca a Alma. Un pavorreal vuela hacia la terraza y se posa en
Llueve. Rosafina, la niña, Petra y Salvador en el auto, asustados. De el brazo de Alma. Amparo va hacia allá.
pronto el motor se apaga, porque le ha entrado agua. Aterrado, Salva­ 30. INT. SALA MORÁN. DÍA.
dor toma a su niñita en brazos y corre. Petra y Rosafina corren tam­ Amparo cruza la sala. Sube las escaleras.
bién. Por fin, termina la lluvia y Salvador comprueba feliz, que están a
salvo. 31. INT. CUARTO AMPARO. DÍA.
Alma aparece a las espaldas de Amparo, enigmática. Pregunta: “¿No
22. EXT. CASA MORÁN. AMANECER. comprendes todavía?”
Manolito grita llamando a su papá, a Alma y a Amparo.
32. INT. ESCALERAS/SALA MORÁN. DÍA.
23. INT. CASA MORÁN. DÍA. Alma baja, seguida por Amparo. Le dice que su sueño siempre fue vi­
Manolito encuentra todas las habitaciones vacías. vir en esa casa.
24. INT. COCINA MORÁN. DÍA. 33. EXT. JARDÍN MORÁN. DÍA.
La cocina es un desastre. Manolito llama a los sirvientes. Como no Alma en el centro del jardín, entre el viento. Amparo sigue escuchándola.
contestan, toma una manzana.
34. INT. SALA MORÁN. DÍA.
25. INT. COMPAÑÍA MORÁN. DÍA. Alma le cuenta a Amparo que ella ha soñado con todo lo que ha he­
Don Diego y Alma se casan. Interrumpen Amparo, los socios y el di' cho y comprado durante su largo viaje. Es decir, su viaje ha sido un
157
sueño de Alma, su pasado reciente fue soñado, y ahora Alma ha
ñado esta escena, esta rivalidad, estas mismas palabras. Todos Un
sueño y que Amparo no puede escapar de él, ni dirigirlo. Amparo
derrotada, va a la puerta y huye dando un portazo, pero antes '
gunta por última vez: “¡Por Dios... ¿quién eres?” Y Alma responde
“La dueña de mis sueños.”

FIN DE LA SERIE
GUIÓN DEL CAPÍTULO FINAL
Escrito por RUY GUERRA Y Cl.AUDIO McDoWEI.I.
Ahora sé cuándo vendrá la última mañana,
cuándo dejará la Luz de ahuyentar a la noche y al amor,
-cuándo el dormir, ya eterno,
no será sino un único sueño inextinguible.
Novalis

Dime con qué sueñas


y te diré quién eres.
Alma

¿^¡-HyrecA cfntral
161
¿yu.M.
J PRÓLOGO
Hotictf.ro
a Amparo desciende del taxi, entra a la casa visiblemente molesta. Ape­
gas si repara en Alma. Tira los maletines contra el suelo. Amparo se diri-
M a Alma, quien baja la cabeza: rompe a llover.
Loly
(en off, por la TV)
En esta escena terminó el capítulo quinto: “Y tú, ¿quién eres?”,
pregunta la temible tía Amparo a la soñadora Alma.
Alfredo
(en off, por la TV)
Un buen final de capítulo, sin duda... Ahora, Loly, nos corres­
ponde la difícil tarea de resumir los hechos en un par de minu­
tos... nada fácil. Casi que estoy tentado a recomendarles a los
- espectadores que no han seguido la serie que escriban a los estu­
dios pidiendo que vuelvan a trasmitirla, en un buen horario...
B. Los agencieros descargan los camiones con las compras de la tía Amparo.
Loly
(en off)
‘ Perdona que te quite la palabra, pero si te dejo no sé a dónde va­
mos a parar. Los hechos sucedieron así, de atrás hacia adelante...
p. Alma busca acomodo a las compras increíbles de la tía Amparo. Los pá­
jaros del paraíso, los perros chinos, etc.
Loly
(en off)
I La tan mencionada tía Amparo llegó por fin de su largo viaje al-
I rededor del mundo, y se encontró con un nuevo huésped en su
I casa: Alma, la buena mujer —así dice el libreto— que nueve
163
meses atrás había consquistado el corazón y la gratitud sin lími­ f Secuencia de montaje que ilustra la relación de Alma con don Diego,
tes de don Diego Morán, el hermano de Amparo... jesde ^ Inicio mismo de la serie.
Alfredo Loi.y
(en off) (en off)
Con anterioridad, Amparo había ido enviando por correo certifi­ Ya para esta fecha, Alma había logrado conquistar a don Diego
cado sus compras: un verdadero catálogo de objetos de un gusto Morán... a conquistarlo en el amplio sentido de la palabra. Des­
muy particular... de que salvara la vida de su hijo Manolito, el señor Morán había
confiado plenamente en la soñadora. Poco a poco, Alma se las ha­
D. Alma guarda un telegrama en el escote de su blusa. Busca en la caja bía agenciado para ir influyendo en su vida pública y también, ya
fuerte la llave del cuarto de Amparo. lo creo, en la privada.
LOLY
(en off) Alfredo
Alma esperaba la llegada de la tía Amparo, y no porque lo hubie­ (en off)
se soñado, precisamente... Los otros miembros de la Compañía Morán comenzaron a des­
confiar de su histórico presidente, quien trazaba las líneas de ac­
E. Alma conversa con Maricarmen. Alma conversa con Rosafina. Alma ción a partir de las interpretaciones oníricas de Alma. Con esta
conversa con don Diego. Alma conversa con Federico Paredes. Alma con­ extraña actitud, don Diego se ganó no pocos enemigos.
versa con Manolito. Alma revisa el cuarto de la tía Amparo.
Alfredo G. Secuencia de montaje que ilustra la historia de Ángel Morán y su rela­
(en off) ción con Alma.
Desde que interceptó el telegrama, hasta la llegada de Amparo, Alma
desató una febril actividad con el propósito de afianzar sus poderes Loly
sobre la familia Morán, y los criados de la casa. En otro caso podría (en off)
decirse que no pegó los ojos hasta alcanzar su meta, sólo que en el Desde su llegada a la casa, Alma tropezó con una piedra muy du­
que nos ocupa la imagen es exactamente al revés: Alma se vio obli­ ra: el racional Ángel Morán, el brazo derecho de don Diego en los
gada por las circunstancias a trabajar a gran ritmo, o lo que en su ca- / negocios de la Compañía. Las relaciones, que nunca fueron ni si­
so es lo mismo: dormir a toda máquina para soñar sin descanso. quiera cordiales, se agravaron irremediablemente cuando Alma
empezó a incidir en la Compañía. Ángel llegó hasta el extremo de
Loly contratar los servicios de un detective privado para investigar to­
(en off) do lo relacionado con el oscuro pasado de la soñadora.
En el capítulo que estamos prologando, veremos el desenlace de
estas historias.
164 165
Alfredo la serie, a la servidumbre de la casa —siempre con promesas de
(en off) sueños por cumplirse. La vieja doña Petra, madre de Rosafina, es­
La situación llegó a un punto muy tenso, casi que a la guerra fron­ taba dispuesta a creer en lo que fuese con tal de curarse de su mal
tal, si se quiere. Alma soñó entonces la muerte del joven Morán, sin cura. Rosafina era tan ingenua que a duras penas podía dife­
quien, en efecto, cayó fulminado por los disparos celosos de Jenny renciar la verdad de la mentira. Sólo el terco y primitivo Salvador,
Fontana, una rubia platinada, cantante de cabaret, de la que nada esposo de la joven mucama, se declaró enemigo de la soñadora: le
se sabía en esta historia porque Ángel había aprendido a pecar a es­ tenía tanto miedo que el miedo comenzó a parecer odio. El odio
condidas de su padre... La muerte de Ángel puso en crisis toda la salvó a su amor. Ya veremos.
política interna —y por ende el prestigio— de la Compañía...
J. Secuencia que ilustra la relación de Alma con Manolito. Incluye escenas
H. Secuencia de montaje que ilustra la historia de Maricarmen Morán y de la llegada de los regalos.
su relación con Alma.
Loly
Loi.y (en off)
(en off) Lo cierto es que, cuando llega Amparo, ya Alma está a punto de
La relación con Maricarmen, por su parte, fue de alguna forma fa­ realizar... digamos, el sueño de su vida. Flabía conquistado en bue­
vorecida por la suerte. La muchacha —la niña de los ojos de don na lid el cariño de Manolito —ella adoraba a los varoncitos—,
Diego— llevaba una turbia relación con un fulano de pésimos an­ dormía en un cuarto excelente, y estaba madura su relación con
tecedentes cuando Alma llegó a casa de los Morán. Sin embargo, don Diego. Sólo que los planes de Alma se contraponían directa­
Alma tuvo el mérito indiscutible de ganarse la confianza de la jo­ mente a los de Amparo... Casi nada: un choque de dos locomo­
ven e influir así, con sus sueños, en las drásticas decisiones que
Maricarmen se vio obligada a tomar con tal de garantizar su feli­ toras en un viejo puente de madera...
cidad. Dos veces se equivocó Maricarmen: la primera, cuando Alfredo
aceptó huir con el amante y todas las joyas de la familia; la segun­ (en off)
da, cuando intentó, casi provocó que Rosafina, la joven criada de Así las cosas, el enfrentamiento entre estas dos mujeres tremendas
los Morán, diera a luz a la orilla del mar... Pecados de inexperien­ resultaba inevitable...
cia —dice este libreto. Yo no estoy tan segura, pero bueno...
K. Plano de la mansión de los Morán bajo un torrencial aguacero... Los pá­
I. Secuencia que ilustra la relación de Alma con Salvador, Rosafina y do­ jaros del paraíso se acomodan, como pueden, en las jaulas doradas...
ña Petra, sirvientes de la familia Morán.
Loly
Alfredo
(en off)
(en off) Tal es el clímax de este sexto y último capítulo...
Alma, por otra parte, había logrado conquistar, desde el inicio de
166 167
Alfredo Amparo
(en off) (sorprendida por el juguetón ataque)
Y, por supuesto, el clímax de la serie. ¡Qué es esto! ¡Qué es esto!
Loly los perros siguen sus travesuras.
(en off) Amparo
Que ya sometemos a su consideración, por cortesía de “Coffee (molesta)
Gum”. Que lo disfruten. Buena suerte ¡Cuidado! ¡Está bueno ya, caramba! ¡Van a ensuciarme la bata!
Alfredo Amparo neutraliza a los dos perros con un par de patadas defensivas.
Arrivederci. Amparo
L. Las gotas de lluvia alborotan el espejo de agua de la piscina... (molesta consigo misma)
¡¿Quién me habrá mandado a comprar estos perros si yo odio los
animales?!
2. CASA MORÁN. JARDÍN. EXT/DÍA. los dos perros huyen escaleras abajo, dejando un rastro de paticas sobre la
Sobre la superficie de la alberca, la lluvia va amainando poco a poco, alfombra.
hasta que se impone una densa calma.
Los perros chinos saltan los charcos del jardín, ladrándole a las mariposas. 4. CASA MORÁN. COCINA. INT/DÍA.
Amparo, vestida con una preciosa bata de seda, está en la terraza de Mientras prepara el desayuno en la cocina, doña Petra escucha en la radio
su cuarto. el parte meteorológico del día.
Locutor
(en off, por la radio)
3. CASA MORÁN. CUARTO DE AMPARO. EXT/DÍA. Se pronostican lluvias intensas en el centro-sur del país, con ma­
Amparo entra a su dormitorio. Por un momento se detiene ante la foto del rejadas peligrosas para embarcaciones pequeñas... Y ahora una
viejo marinero holandés —y endereza el cuadro, con suma delicadeza. pausa musical, para dar paso a los titulares de las noticias más im­
portantes del día.
La tía se ajusta la cinta de su bata, se arregla el cabello en el espejo, y
la puerta de la habitación, dispuesta a ponerse al frente de su casa. d pesar de los severos ahogos del asma, la vieja criada se ve feliz.
Apenas se entreabre la puerta, saltan sobre ella los dos perros chinos, }u Untada a la mesa, Rosafina da el pecho a Rosa Salvadora.
guetones. pronto, se abre teatralmente la puerta de la cocina y entra Amparo.
168
Amparo Amparo
Buenos días, doña Petra... (intrigada)
¿Cómo que casi?
Doña Petra
(ahogada por el asma) Doña Petra
Buenos días, señora Amparo. (torpe)
Amparo
Alma es enfermera de almas.
Tiene que verse esa asma, doña Petra... Amparo
Amparo apaga la radio. (más dura)
No me vengan con el cuento de los sueños. Hoy mismo va al
Doña Petra hospital, doña Petra. Y por favor, no me repita el disparate de los
(haciendo un esfuerzo por controlar el asma) tres aguaceros seguidos... Para algo están los médicos...
Ahorita me curo, señora... En cuanto llueva tres días consecuti­
vos, mi vida va a cambiar... Rosa Salvadora comienza a llorar.
Amparo Amparo
(sonríe) (a Rosafina)
¿Para bien o para mal? El problema de Rosa Salvadora también lo vamos a resolver. Hay
que encontrar una guardería para la niña, cuanto antes... Busca
Amparo se acerca a Rosafina y la niña. en los periódicos. Debe de haber alguna cerca de aquí...
Doña Petra
Rosafina aprieta a su niña contra el pecho, como protegiéndola.
(seria)
No había pensado en eso... (Exclama.) ¡Dios quiera que para bien, Rosafina
señora! (Para sí.) Tengo que preguntarle a Alma. (se atreve)
Amparo le hace guiños simpáticos a Rosa Salvadora. Es que a Salvador no le gustan las guarderías, señora. Dice que su
hija no va a guarderías...
Amparo
(entretanto) Amparo
¿Y Alma es enfermera acaso? (A la niña, sonríe.) ¡A ver, encanto! (enérgica)
Pobrecita: ¡eres la viva estampa de tu padre! ¡Ah!, sí... O se trabaja, o se es madre, pero no se pueden hacer las
dos cosas al tiempo.
Doña Petra
Casi... Rosafina baja la vista.

170 171
Amparo
Y ahora, me sirven rápido el desayuno, que tengo que aprovechar
la mañana. 5. CASA MORÁN. PATIO. JAGUAR. EXT/DÍA.
Doña Petra y Rosafina cruzan una mirada de duda. Salvador ha hecho sonar el fotuto del Jaguar —y se arrepiente en el acto.
Se quita la gorra, muy molesto.
Amparo
¿Qué pasa? ¿No me han oído? ¡¿Están dormidas o qué?! ¡El de­ Salvador
sayuno! (exclama)
¡Bruto que soy!
Doña Petra
(se adelanta) Y de bruto que es vuelve a dar un puñetazo sobre el timón —con lo que
Sí, señora... Es que... las cosas han cambiado mucho en su ausencia... vuelve a pitar el claxon, esta vez mucho más fuerte.

Amparo
(molesta) 6. CASA MORÁN. SALA. INT/DÍA.
Ya me he dado cuenta. En el reservado que demarcan los biombos chinos, Manolito está viendo la
Rosahna televisión, al tiempo que dispone de un suculento bocadito. Ha sintoniza­
Don Diego ha ordenado que no se sirva el desayuno hasta que la do, por supuesto, el popular noticiero ¡Qué tal!, que con tanta gracia con­
señora Alma no haya interpretado sus sueños. ducen Loly y Alfredo.
Loly
Amparo no sale de su asombro.
(por la TV)
Doña Pei ra ¿Qué hacer este fin de semana?... Ésa es la dramática pregunta
Y para que den resultado, debe contarlos en ayunas. que se formulan miles de ciudadanos que han visto amanecer es­
te viernes bajo una capota de nubes grises.
Amparo
(exclama) Alfredo
¡Pero eso es cosa de locos! (por la TV)
Si una vida puede cambiar en un segundo, ¿cuántas vidas pudie­
Doña Pei ra ran cambiar este fin de semana?
(la rectifica)
Loly
No, señora, es cosa de sueños.
Doscientas cincuenta y nueve mil doscientas vidas: a una vida por se­
En ese momento, se escucha el claxon del Jaguar. gundo, cálculo bien conservador si tenemos en cuenta que...
172 173
Amparo entra al reservado y apaga la televisión. Manolito
¿Quién va a ser? Papá.
Manolito
(sorprendido) ifnparo se vuelve, visiblemente contrariada, y tropieza con el biombo.
¡Déjame ver la televisión, tía! Amparo
Amparo (exclama)
(dura) ¡Vaya, todo está al revés en esta casa! Por poco me parto un dedo.
Estás muy pequeño para ver el noticiero en las mañanas. ¡Quién (Irritada.) ¡En mala hora compré estos cachivaches!
ha visto semejante cosa!
Y se va cojeando.
Manolito
(se defiende)
Yo siempre veo este programa 7. CASA MORÁN. COMEDOR. INT/DÍA.
Amparo
Maricarmen, con su batilongo amarillo, está sentada en posición buda so-
No discutas con los mayores, Manolo. bre la alfombra de Turquía. Amparo la sorprende.
Manolito Amparo
(insiste) (a Maricarmen)
Pero si Alma ya se despertó, tía. ¿Y a ti qué bicho te picó?
Amparo se queda de una pieza. La muchacha no responde. Amparo se le acerca, intrigada. La observa con
Amparo curiosidad. Maricarmen besa el caballito de mar, poniendo asífin a sus re­
(intrigada) zos extraños.
¿Y eso qué tiene que ver? Maricarmen
Manolito | Tú nunca entenderás, tía: tienes el corazón de roca.
(inocente) Maricarmen se pone en pie.
Que cuando Alma trabaja durmiendo no se puede hacer ruido,
Amparo
pero ahora está descansando: ya se levantó...
(molesta)
Amparo ¡Qué formas son esas de hablarle a tu tía! A ver si hoy mismo te
¿Y quién puso esas leyes en esta casa? compras una peluca y te vistes como Dios manda.

174 175
Maricarmen se enfrenta a su tía. Amparo
(irónica)
Maricarmen Así que esto que queda de mi sobrina es obra de esa mujer... (su­
¿Y cómo manda tu Dios que se vista uno? Que yo sepa, Jesús calzaba braya) ...también. (Sonríe, ácida.) ¿Soñó acaso que ibas a perder el
sandalias de pescador, no pantuflas francesas, y se vestía con túnicas pelo?
hechas a mano, no con batas de seda importadas del Japón.
la muchacha acepta el desafío de su tía implacable.
Amparo
(indignada) Maricarmen
¡Me estás faltando el respeto! Yo decidí mi camino, tía: Alma sólo me dio la fuerza que necesita­
ba para que ese camino me condujera a la felicidad eterna.
Maricarmen
Respétame y te respetaré. Amparo pierde la paciencia.
Amparo resbala sobre la alfombra de Turquía y está a punto de perder el Amparo
equilibrio. (ordena)
Amparo ¡A tu cuarto: está bueno ya de oír sandeces!
(ordena)
¡A ver si ahora mismo te vas a tu cuarto y te encierras hasta que En ese preciso instante entra Salvador.
yo me acuerde! (Irritadísima.) ¡Esta casa es una pesadilla! Salvador
Maricarmen inicia la retirada. (en voz alta)
Manolito, se nos hace tarde para ir al colegio, muchacho...
Maricarmen
(sentencia) Manolito surge de atrás del biombo.
Castígame: las penas sobre la tierra dan gloria bajo las aguas. Amparo
Amparo le corta el paso. (a Salvador)
¿Qué? ¡No me diga que usted está dando clases en el colegio! Se­
Amparo ría lo último que me faltara por escuchar.
¿Qué tonterías dices?
Maricarmen la mira, desafiante. Salvador se sorprende con el irónico comentario de la tía Amparo.

Maricarmen Manolito
Alma es la única que me entiende. (responde por el avergonzado chofer)
Salvador me está llamando para llevarme a la escuela.
La tía mira de arriba a abajo a su sobrina.
176 177
Amparo Amparo
(sorprendida) Petra dice que su vida cambiará cuando llueva tres días con­
¿Para qué? ¿Tu vas a la escuela en carro, con chofer? secutivos.
Manolito Don Diego
Mira tía... (asiente)
Porque los biombos, querida Amparo, flotaban sobre un río de
Maricarmen vidrios molidos.
Desde que Alma le salvó la vida, Manolito no toma el bus.
Amparo desorbita los ojos. Llega doña Petra con una enorme bandeja
Amparo manzanas verdes y rojas.
¿Qué educación es ésa? Cuando crezcas tienes que ser un hombre.
Amparo
(A Salvador.) Avise en la escuela que desde mañana Manolo vuel­
ve a tomar el autobús. Rosafina dice que el desayuno no puede servirse antes de que esa
Alma cuente sus sueños.
Salvador
(avergonzado) Don Diego
Como usted diga, señora. (asiente)
Tiene que ser en ayunas. (Sonríe) Y de desayuno: manzanas, ma­
Amparo zapanes cordobeses e higos secos.
(a Manolo)
Amparo
Bueno, vete ya.
(exclama)
Manolito sale con una expresión de alivio. Y llega don Diego. ¿Higos al desayuno?
Don Diego Don Diego asiente.
(a Amparo) Rosafina entra con una fuente de lechugas.
¿Qué pasa, Amparo? Desde mi cuarto escuchaba tus gritos.
Amparo
Amparo (a punto de perder la paciencia)
Diego, en esta casa, todos han perdido el juicio. ¿Y qué es esa historia de que Alma le salvó la vida a Manolito?
Don Diego se acerca a su hermana. Intenta ser cariñoso. Don Diego pasa el brazo por sobre los hombros de su hermana.
Don Diego Don Diego
Ya irás entendiendo poco a poco. (asiente)
Amparo hace el recuento de lo sucedido hasta ese momento. Alma soñó con pájaros del paraíso que volaban hacia atrás. Ese
178 179
día, veintiocho alumnos perdieron la vida, menos la maestra y Alma
dos o tres niños. ¡Todos murieron en el accidente! Fue horrible.. Petra, trae los mazapanes.
Amparo escapa de los brazos de su hermano y echa a andar sin frenos por to­ Todos miran hacia la soñadora.
do el comedor. Un pavo real entra al salón, como Pedro por su casa. Alma, sonríe, con un gesto de bondad que no se puede creer.
Amparo Amparo queda desarmada ante aquella expresión angelical.
¡Vete, pájaro! ¡En mala hora compré todos estos pajarracos del de­
monio! Amparo
Diego, tengo que hablar inmediatamente contigo, antes de ir a la
Amparo se vuelve y ordena a doña Petra. Compañía. Sin los empleados ni personas extrañas.
Amparo
Don Diego
(desafiante) Alma no es una extraña.
Mire, doña Petra: nos trae ahora mismo desayuno para todos, que
Diego y yo tenemos que ir a la Compañía. Y recuerde: omelettes Alma se sienta a la mesa.
de jamón dulce, con tocino, tostadas a la francesa, café expreso. Alma
(Pausa.) Como siempre. (muy serena, a Amparo)
Don Diego Usted no me cree, ¿no es cierto, señora?
(hace un intento) Don Diego cierra filas junto a Alma. Doña Petra y Rosafina se colocan a
Amparo, por favor... ambos lados de la soñadora. Amparo queda en minoría.
Amparo Amparo
(Desafiante) (alcanza a decir)
Lo siento, Diego. ¡Hay que poner en cintura esta casa! (A doña Yo no tengo nada que hablar con usted. Por el momento... Va­
Petra.) Haga lo que le he dicho, doña Petra. mos, Diego. Te espero en el despacho.
Don Diego riposta, con energía desacostumbrada. Alma mira a don Diego. Le toma una mano con confianza, sin malicia.
Sonríe cándida.
Don Diego
Alma
Petra, no sirva el desayuno hasta que yo le ordene.
(a don Diego, orgullosa)
Petra se detiene, aliviada. Me dio trabajo, pero anoche soñé con gavilanes blancos que re­
Amparo mira a su hermano con fuego en los ojos. Va a replicar, cuando voloteaban como locos en un cielo gris.
cucha una voz a sus espaldas: Don Diego se entusiasma con la noticia.
180 181
Maricarmen
Don Dif.go
¡De veras, Alma! (Ansioso.) Y qué significa, Alma. ¿Qué quieres El vestido rojo. Debes usar sólo colores plácidos, como azul ce­
decir con eso? ¿Que voy a encontrar la paz? ¿Será que voy a ser leste, el verde del mar o el blanco de la arena.
feliz, Alma? Amparo se pinta los labios.
Amparo se detiene en la puerta de salida. Amparo
Amparo Me dan unas ganas irreprimibles de ahorcarte, de ahorcar a todo
(enérgica) el mundo en esta casa.
¡Diego! ¡No seas muchacho! La tía aplasta con furia el crayón sobre la mesa. Tiene los labios y la boca
Don Diego manchados por la falta de pulso que le provocó la ira.
(a Alma) Maricarmen
No sabes lo feliz que me haces, Alma. Es un sueño precioso: ¡ga­ (comenta)
vilanes blancos! Te dije que no te pusieras el vestido rojo.
Amparo se va disgustadísima. Amparo
Alma sonríe, agradeciendo el elogio de su sueño. Sal de aquí. Ahora. Vete de aquí. Vete al carajo.
Alma Maricarmen inicia salida.
Dime con qué sueñas, y te diré quién eres.
Maricarmen
Y da a la manzana una mordida de triunfo. (al irse)
No me importa que me echen de un sitio. Yo ya estoy lista para el via­
je a la eternidad.
8. CASA MORÁN. CUARTO DE AMPARO. INT/DLA
A través del espejo de la cómoda, vemos pasar a Amparo, que se viste a la
carrera, furiosa. En el óvalo del cristal, aparece la figura de Maricarmenj 9. CASA MORÁN. DESPACHO DE DON DIEGO. INT/DÍA.
Maricarmen En su despacho, don Diego habla con Alma.
No deberías usarlo. Don Diego
Amparo No le hagas caso a Amparo. Ella tiene su carácter, pero tu poder
¿Usar qué? es más fuerte que el suyo. Ya verás como todo se arregla.

182 183
En ese instante, llega Amparo vestida toda de rojo. Se molesta al descubrir Amparo no hace el menor caso a su hermano.
la presencia de la soñadora. Amparo
Amparo (agresiva)
Diego, te dije que quería hablar a solas contigo. Así que, por favor, saque todas sus cosas y váyase por donde entró.
Don Diego
Dígame cuánto se le debe por sus servicios: el contrato ha cesado.
(diplomático) Don Diego
Amparo, por favor... ¿Cómo le hablas de ese modo? Yo soy el dueño de esta casa y aquí
Amparo se queda o se va quién yo quiera.
(a Alma) Amparo
Es un asunto de los Morán, así que retírese. Eso lo discutiremos más tarde. Vámonos ya, Diego.
Alma emprende una prudente retirada. Y se va, dejando a don Diego petrificado.
Don Diego
A través de los cristales de la ventana se divisan las jaulas con los pájaros
(a Amparo, enérgico)
No hay nada que Alma no pueda escuchar. (A Alma) ¡Quédate, del paraíso.
Alma! Los perros chinos corretean por el jardín.
Amparo se voltea y enfrenta a Alma. Rosafina lava al fondo una batea de ropa.
Amparo Alma se acerca a don Diego. Lo mira con ternura.
(irónica) Alma
Pensándolo bien, quédese y escúcheme bien: yo no soy ni don ¿Te gustan los pájaros del paraíso? Un día te dije que vendrían
Diego, ni Maricarmen, ni siquiera el pobre Ángel... bien unas pajareras junto a la alberca, ¿recuerdas? Se ven tan lin­
Don Diego mira sorprendido a su hermana. das... (Sonríe, orgullosa.) Las hicieron en Marruecos para que
adornaran nuestro jardín.
Amparo
Yo soy Amparo Morán y cuando vuelva de la junta, no le quiero Don Diego la mira, asustado.
ver en esta casa, señora. ¿Está claro? Alma
Alma asiente con sospechosa humildad. (off)
No temas... (Sentencia.) Los gavilanes blancos están de nuestra
Don Diego parte: yo lo he soñado.
(exclama)
Amparo, no es justo que le hables así a Alma. ¡Parece mentira! Don Diego se abraza a Alma, desesperado.
184 185
Don Diego ¡Gavilanes blancos ni gavilanes blancos! Ella sí que es un ave de
¿Y qué va a ser de nosotros? rapiña. ¡Pero cómo es posible que no te hayas dado cuenta! De
bobo tú no tienes un pelo.
Ai.ma
(con infinito cariño) £n ese instante, la caravana de coches se detiene en seco.
Seremos felices, ¿te acuerdas? {Sonríe) ¡Hasta el final de los sueños! Amparo
Don Diego (molesta)
(renaciendo) ¿Y ahora qué pasó?
¿De veras? No puedo creerlo, Alma. Entonces, ¿te casarías con­ La calle está bloqueada por la policía.
migo a pesar de todo?
Amparo
Alma le cruza el dedo índice sobre los labios, indicándole silencio. (exclama, muy contrariada)
Ai.ma ¡Lo que faltaba: éramos pocos y parió la abuela!
Tonto: no pueden enterarse... ¡Será una sorpresa!
Don Diego
Y lo besa en la boca. (exclama, feliz)
¡Los gavilanes blancos!

10. CALLES Y AVENIDAS DE LA CIUDAD. JAGUAR. EXT/DÍA. Los policías se mueven con rapidez de un lado a otro, como cazadores de
mariposas. Varios enfermos del manicomio principal de la ciudad corretean
Un semáforo cambia de luz roja a verde. por las calles y parques aledaños al sanatorio, en increíble comparsa de li­
bertad. Decoran la escena varias gallinas de granja, que pasan volando ba­
El agente de tránsito dispone el orden de la marcha con su silbato.
jo, como almohadones de plumas.
El Jaguar de don Diego avanza disciplinadamente en la hilera de coches
Entre los que corren hay varios viejos conocidos: el loco que se cuenta los
que satura una céntrica avenida de la capital.
dedos, la mezzosoprano, el ciclista imaginario, el pobre de Venancio.
Amparo conduce el auto. Diego va a su lado y no le responde.
El director del manicomio se desespera en el camellón de la avenida.
Amparo Don Diego sale del Jaguar, gritando:
¿Será que todos ustedes están ciegos? Ahora, que no hay peor cie­
Don Diego
go que el que no quiere ver, también es verdad...
Esa mujer está chiflada. No me extrañaría que haya tenido que ¡Gavilanes blancos!
ver con la desaparición de las joyas y la muerte del pobre Angel... Amparo también baja del carro. Se dirige a un policía.

186
Amparo Director
¿Qué pasa aquí? Yo traigo mucha prisa. Tengo que pasar con ur­ ¡Don Diego!
gencia. El director, conmovido, no puede evitarlo: comienza a aplaudir. Se le suman
Policía algunos policías; a los policías, se añaden no pocos transeúntes; a los transe­
Señora, ¿no ve? Los locos se han escapado del manicomio. Un ca­ úntes, los vecinos del lugar; a los vecinos del lugar, los pasajeros de los auto­
mión chocó contra la tapia del fondo y todos se salieron. Hay que buses —hasta que se orquesta una gran sinfonía de aplausos que reconocen
cazarlos. el milagro de don Diego.
Don Diego se acerca al loco que se cuenta los dedos. Le dice algo al oído. Amparo regresa al coche y tira la puerta, muy molesta.
Inmediatamente, el loco se tranquiliza y se encamina hacia el manicomio Don Diego agradece la ovación con una reverencia muy cortesana.
por sus propios pies, contándose los dedos —uno a uno.
Es entonces que ve a la maestra, llorando en el parquecillo. Don Diego se
Amparo contempla la escena, perpleja, atónita, estupefacta. le acerca. Le pasa el brazo. La tranquiliza.
Don Diego Las gallinas ponedoras van aterrizando en el parquecillo, hasta que prác­
¡Vengan a mí, gavilanes blancos! ticamente tapizan todo el cesped —como su hubiese nevado en la ciudad.
Se dirige a la mezzosoprano. Le sopla otra frase al oído. La pobre mujer co­
mienza a cantar una melodía de Manzanero, camino al sanatorio. 11- CASA MORÁN. CUARTO DE MARICARMEN. INT/DÍA.
Amparo no quiere dar fe a lo que ven sus ojos.
Con calma de santa, Maricarmen se rapa al cero la cabeza, sin verse siquie­
Don Diego ra en el espejo. Luego se coloca varios collares de conchas marinas, rematan­
¡Vengan a mí, gavilanes blancos! do la decoración de su largo cuello con el talismán del caballito de mar. Por
Don Diego conversa con el ciclista imaginario, quien, ni corto ni perezoso último se viste con el batilongo amarillo. Sólo entonces se mira al espejo.
arranca a pedalear y desaparece, en spring propio de escarabajo colombia­
no, por el ancho agujero del muro.
12. CASA MORÁN. ESCALERAS. SALA. VESTÍBULO. INT/DÍA.
Don Diego
¡Vengan a mí, gavilanes blancos! Unas silenciosas sandalias de pescador descienden por la alfombrada esca­
lera de la casa. Se escucha el llanto de Rosa Salvadora. Maricarmen atra­
EL director del hospital, y los policías, reparan en la sorpresiva intervención viesa la sala y el vestíbulo de la planta baja.
de don Diego: todos los locos se van retirando, pacificados y conformes, ha­
cia la clínica. En el estante, dos pelícanos tallados en madera muy roja.
188 189
Don Diego
(sigue)
13-. CASA MORÁN. PATIO Y PORTÓN. EXT/DÍA. ¿Qué son los sueños?, me pregunto a veces... (Pausa.) ¿Un privile­
gio? Tal vez lo sea, seguramente lo sea, pero esta respuesta no alcan­
Maricarmen cruza todo el patio, con paso de peregrina, rumbo al portón za para respondernos la pregunta. Los sueños, amigos y enemigos
de salida. míos, son la materialización de la esperanza...
Alma, que pasea por el lugar en compañía de Rómulo y Remo, la ve par­
tir —y no hace nada por impedirlo. Maricarmen no repara en su presen­ Gustavo escribe una nota y se la pasa a Amparo.
cia, aun cuando pasa muy cerca de la soñadora y los perros aúllan Don Diego
anunciando la muerte. (se pone en pie)
Alma aprieta el botón de un aparato de control remoto, y se abren las grue­ Sueño y materia, he dicho, y quizás alguno de ustedes, malpen­
sas talanqueras del portón. sados como siempre, piense que me contradigo. (Sonríe.) Saben
bien que nunca he temido contradecirme, siempre y cuando la
La muchacha pasa la frontera de los Morán y desaparece al rato —sin vol­ contradicción nos conduzca a la verdad. Sueño y materia, espe­
ver ni una sola vez la vista atrás. ranza y realidad, polos opuestos pero complementarios: unidad
necesaria y perfecta de la vida.
14- COMPAÑÍA MORÁN. SALA DE JUNTAS. INT/DÍA. Amparo lee la nota. Mira a Gustavo. Asiente.
En la sala de juntas, todos los miembros de la dirección escuchan a don Don Diego
Diego, que les habla en un tono al que ellos no se acaban de acostumbrar. (sigue)
¡Los sueños nos representan, porque no lo olviden: cada hombre
Amparo lo mira y tamborilea con las uñas violetas La superficie de la mesa. se conoce por sus ilusiones!
Don Diego Don Diego se sienta. Cruza los manos. Mira a Federico.
(sereno)
Escúchenme bien, amigos, les hablo con el corazón en la ma­ Don Diego
no: es preferible vivir presos de una idea que libres sin ilusión. (mirando a Federico)
Eso vine a decirles esta mañana, antes de que fuera demasia­
Federico Paredes mira a su amigo, con admiración. do tarde.
Federico Todos los accionistas se miran entre sí, sorprendidos, pero sin atreverse a in­
(emocionado) terrumpir al señor Presidente.
¡Bravo, Diego: así me gusta oírte hablar!
Don Diego Federico
Porque yo tuve la suerte que ustedes no tuvieron: una triste ma­ Ten, hermano...
ñana, hace apenas un año, una mujer tocó a la puerta de mi casa Y rueda la manzana sobre la mesa.
y yo dudé de sus poderes. Con paciencia infinita, esa mujer per­
severó en su empeño de hacerme entender los sueños. (Pausa.) Yo
estoy tocando a la puerta de ustedes. Sólo que, Ies advierto, yo no 15. CASA MORÁN. CUARTO DE ROSAFINA. INT/TARDE.
tengo la misma paciencia que ella...
Salvador tira una manzana en el cesto de la basura.
Comentarios de preocupación entre los socios.
Salvador
Amparo toma la palabra. ¡Odio las manzanas!
Amparo Doña Petra, parada frente a la ventana, comprueba esperanzada que ha
(enérgica) empezado a llover.
Diego, creo que debemos suspender la reunión hasta después del
almuerzo, cuando Gustavo rinda su informe. Doña Petra
(feliz)
Don Diego ¡Llueve! (Lanza un beso al cielo.) Van dos. Dos veces seguidas. (Y re­
Como quieras: eso es todo lo que quería decirles. za su credo particular.) San Pedro bendito, no me vayas a fallar. No
Los accionistas se disparan hacia la puerta de salida, encabezando la fuga es justo tener a una persona enferma tanto tiempo. Háblese con el
Amparo y Gustavo. Sólo quedan, a la mesa, don Diego y su entrañable Patrón para que mi vida cambie de una vez.
amigo Federico Paredes. Rosafina cubre a Rosa Salvadora, que duerme en su moisés.
Federico Salvador se mece nervioso en una silla de abuelo. Prende un cigarrillo con
(cariñoso) la colilla del que se quita del labio.
Diego, me has conmovido, carajo.
Salvador
Don Diego agradece el cumplido con una leve sonrisa. ¿Y para qué quiere usted que nos cambie la vida, si con ésta no nos
ha ido tan mal, doña Petra? (Ansioso.) Recuerde lo que dijo Ampa­
Don Diego
ro: ¿Y si el cambio es para peor?
¿No tendrás una manzana?
Doña Petra hace la Señal de la Santa Cruz.
Federico sonríe, triste, muy triste. Busca en el bolsillo de su saco, donde só­
lo un buen amigo guarda una fruta. Rosafina mira a Salvador.

192 193
Rosafina una pérdida de 20 por ciento de nuestras exportaciones, ya que
(muy asustada) nuestros rivales sellaron un pacto muy favorable, a precios insóli­
¡Cállate, bruto, a ver si lo echas todo a perder otra vez! ¿Por qué tos para este tipo de operación.
iba a ser para mal, pájaro de mal agüero?
Federico baja la vista, apenado por la pena de don Diego.
Salvador
(en voz alta) Gustavo
Yo sólo digo lo que digo: para qué cambiar, ¿a ver? Después de to­ (implacable)
do somos felices, ¿no? ¿O no? La negativa de nuestro Presidente de firmar... (consulta el gráfico)
...de firmar treinta y cuatro contratos con nuestros consumidores en
Rosa Salvadora empieza a llorar. Rosafina le da el pecho. Europa, selló la crisis económica. Otro 20 por ciento de ganancias,
Rosafina en números redondos, se nos esfumó por ese concepto.
(orgullosa) Amparo está visiblemente incómoda en su puesto.
¿Es linda, verdad?
Gustavo
La niña mama la teta... Todos sabemos, por otra parte, lo que significó para la Compañía el
asesinato de Ángel. Una verdadera tragedia interna, de la que no
quiero ni acordarme. Enterremos este capítulo, en atención a don
16. COMPAÑÍA MORÁN. SALA DE JUNTAS. 1NT/TARDE. Diego, pero no podemos dejar de tenerlo en cuenta al apreciar glo­
Gustavo ha desplegado una enorme sábana de papel en la pared delante­ balmente nuestro trabajo.
ra de la sala de juntas y con un apuntador de madera ilustra su informe Gustavo hace una pausa respetuosa, muy calculada. Y sigue.
financiero.
Gustavo
Gustavo (implacable)
Como se ve en estos gráficos, el último semestre ha sido terrible Bien... Sin contar operaciones fallidas menores, como la venta de
para nuestra compañía. Catastrófico, diría yo... Nunca antes ha­ la reserva aérea a un parque de diversiones y las inversiones ciegas
bía sufrido tal debacle. para las adquisiciones de la famosa fábrica de mazapanes cordo­
Todos los accionistas —en especial Amparo— prestan vivo interés al in­ beses y la despulpadora de manzanas, la Compañía cierra con un
forme de Gustavo. Sólo don Diego continúa como ausente. balance siniestro. (Pausa dramática.) En dos palabras, amigos:
nuestra deuda significa el 30 por ciento de nuestras acciones. (Re­
Gustavo corre con la vista el rostro grave de los accionistas, logrando un gran
(sigue) efecto dramático y concluye:) O lo que es lo mismo: sólo un mila­
El incumplimiento de los compromisos con Fragimex, significó gro puede salvarnos de la ruina.
195
Los accionistas quedan mudos ante la explicación de Gustavo. Se impone Gustavo
un silencio de muerte. Por este concepto, tal vez, si todo nos resulta como esperamos,
neutralizaríamos un 5 por ciento de pérdidas.
Don Diego parece despertar con aquel silencio.
pon Diego mira a Federico.
Federico se hunde en el asiento.
Don Diego
Don Diego (a Federico, por lo bajo)
(añade, sonrientej No me dejes solo.
No hay milagros sin fe. Gustavo busca apoyo en los otros accionistas.
Gustavo pierde los estribos, encabezando la rebelión de los miembros de la Gustavo
Junta Directiva. (indeciso, tartamudeando)
Gustavo Al mismo tiempo, y no queda más remedio, Amparo, sé que es
(enérgico) duro...
Usted ni pincha ni corta en esta junta, don Diego. ¡Y se sienta, Amparo
que aún no he terminado! Sigue, Gustavo, déjate de vainas ahora.
Amparo Gustavo
¿Y qué propones, Gustavo? (decidido)
Gustavo duda, antes de responder: La Compañía se reserva como propio el 21 por ciento de accio­
nes correspondientes a don Diego, para intentar una renegocia­
Gustavo ción a gran escala. Con esta justa e inapelable apropiación de
Hablo en nombre de todos, Amparo. bienes, podemos de alguna manera reparar los daños que a nues­
Amparo tro prestigio comercial hiciera la muerte de Angel...
AI grano, Gustavo. Amparo se pone en pie. Está abatida.
Gustavo Amparo
(decidido) El capítulo de Ángel está enterrado, Gustavo. ¿Y entonces qué
No hay más salida: hay que decretar una interdicción judicial más?
para probar que nuestro Presidente ha perdido el juicio y ganar Gustavo
algún tiempo desestimando negociaciones que hemos empren­ Nos vemos obligados a hipotecar al banco el 50 por ciento de tus
dido, contra nuestra voluntad, acatando su mandato demente. acciones, Amparo, como garantía de las operaciones. (Cierra el ex­
Gustavo consulta unos papeles. pediente.) No vemos otro camino, Amparo.
196 197
Amparo hace un intento por defenderse, pero se derrumba en la silla. Amparo va hasta la pared y descuelga ceremoniosamente el retrato de los
hermanos Morán, sellando su derrota.
Accionista
(a Amparo) Amparo
Es duro, Amparo, sabemos que es duro, pero estamos entre la es­ (amenazante y para sí)
pada y la pared. ¡Esa mujer va a pagar bien caro lo que ha hecho!
Don Diego hace por intervenir pero Federico se lo impide con un gesto de
cariño.
17. PLAYA. EXT/ATARDECER.
Accionista
(sigue) Dos pelícanos rojos vuelan sobre el mar. Fia escampado, al menos por un
En atención a tantos y tantos años de servicio ejemplar, hemos rato. En el horizonte, un sol naranja como mandarina busca una grieta
decidido conceder una generosa renta anual a don Diego, renta entre las nubes densas.
que le permitirá un nivel de vida decoroso a él y a los suyos. Un rastro de pasos sobre la arena conduce hasta la figura solitaria de una
Amparo está derrotada. muchacha calva, que viste una bata anaranjada.
Gustavo Las olas rompen en la orilla. Maricarmen se adentra sin miedo en el océa­
(a Amparo) no y desaparece bajo las aguas en perfecto sincronismo con el sol poniente.
Amparo, si quieres, puedes permanecer en la Compañía, como ase­ Sobre el mar, como única prueba de lo sucedido, queda flotando a su suer­
sora de la junta. Sabemos que no eres responsable de lo sucedido. te un batilongo amarillo. Burbujas. Mar en calma.
Don Diego se lleva las manos a la cabeza, como si despertara de una pe­
sadilla.
18-, CASA MORAN. FACHADA. EXT/NOCHE.
Don Diego
(a Federico, por lo bajo) Noche cerrada. Llueve despacio. Una luz en la ventana. En el hueco de la
¿Por qué no me hacen caso, Federico? Soñar no cuesta nada. ventana se distingue la silueta de Salvador. La escena dura lo que las on­
ce inquietantes campanadas de un reloj.
Federico
(compasivo, a don Diego)
Verás que todo va a salir bien, hermano.
Gustavo cierra La sábana de papel. Deja el apuntador sobre la mesa. 19-, CASA MORÁN. CUARTO DE PETRA. INT/NOCHE.
Gustavo
A través de la ventana se ve llover. En la pared-camposanto de doña Petra
Ahora sólo nos queda elegir un nuevo Presidente. no cabe una cruz más. Salvador cierra la cortina y se enfrenta a su suegra:

198 199
Salvador Rosafina
(exclama) (lo apoya, conmovida)
¡Las once de la noche! (Aterrado.) Yo no me moriré en un acci­ Yo tampoco, mamá. (A manera de curioso elogio.) Más vale malo
dente, usted no se morirá de asma, pero todos vamos a morirnos conocido que bueno por conocer.
de miedo, doña Petra. Relámpagos. La muchacha se abraza a su madre. Rosa Salvadora comien­
Rosafina, con Rosa Salvadora en brazos, apoya a su esposo. za a llorar.
Rosafina Doña Petra
(aterrada) (cediendo)
Salvador tiene razón, mamá... Si la lluvia pasa la medianoche, ¿Y qué podemos hacer?
nuestras vidas cambiarán.
Salvador
Doña Pf.tra (enérgico, decidido)
(duda) ¡Huir de esta pesadilla, doña Petra! ¡Huir hacia algún sitio de la
En honor a la verdad, sólo cambiará mi vida. ciudad donde no esté lloviendo a la medianoche!
Salvador sujeta a doña Petra por los hombros. La vieja criada no ofrece Doña Petra
mucha resistencia. (duda)
Salvador Está escrito.
(enérgico) Salvador
¡Nuestras vidas son una sola, suegra! ¡Una sola! ¿No lo comprende? ¡Si está escrito qué más da: usted no sabe leer!
Doña Petra parece ceder. Doña Petra
Salvador (aterrorizada)
De veras: con ésta no nos ha ido tan mal, suegra. Ahí tiene a su Sólo nos queda una hora...
nieta, que es un encanto. ¿Quiere cambiarla? (Pausa.) ¿Y acaso La niña llora sin consuelo. Relámpagos. Se escucha, afuera, el ladrido de
quiere cambiar a Rosafina? los perros chinos.
Doña Petra baja la vista. Salvador
Salvador (angustiado)
(sigue) No hay peor gestión que la que no se hace, doña Petra. ¡Huyamos
Que quiera cambiarme a mí, lo entiendo, pero yo no quiero cam­ cuanto antes! (Pausa dramática.) Por lo que más quiera: huyamos.
biarla a usted. Relámpagos.
200 201
Salvador corre y corre, saltando charcos, desesperado.

20. CIUDAD. CALLEJUELA DEL PERÍMETRO. EXT/NOCHE. Rosafina ayuda a su madre, que a cada paso está a punto de perder el equi­
librio. Sexta y séptima campanada.
Llueve. No se ve un alma en la ciudad. Un anuncio lumínico invita a nadie
a pasar un buen rato en un bar arrabalero. De tarde en tarde cruza la es­ Milagrosamente comienza a escampar, tal y como puede comprobarse en
quina algún que otro coche sombrío, como ratones, bl viejo Oldsmobile de las gotas que van debilitándose sobre la superficie de los charcos. Octava
Salvador avanza valientemente entre la noche y los diluvios. campanada.
Salvador, aterrorizado, espera a Rosafina y doña Petra, en el centro de la
calle. Todos se abrazan, en un conmovedor nudo familiar, esperando la ca­
21. OLDSMOBILE DE SALVADOR. CALLE. INT/NOCHE tástrofe. Novena campanada. Pero sigue amainando la lluvia. Décima
El desesperado chofer pega la nariz al parabrisas para orientar la fuga. En campanada. Ni una gota cae sobre los charcos.
el asiento posterior van Rosa Salvadora, en brazos de su madre, y doña Pe­
tra, rezando entre dientes. En el cielo, se descubren las nubes densas y la luna va bañando la escena
con su luz de plateada esperanza. Undécima campanada.
De pronto, el veterano automóvil comienza a cancanear, ahogado por el
agua que ha penetrado en su motor, hasta que se detiene en seco, terco co­ Ha escampado. Duodécima campanada. Salvador, desconfiado, se desen­
mo una muía de carga. De nada valen los esfuerzos de Salvador. reda poco a poco del nudo familiar y comprueba con toda la ingenuidad
del mundo, que están a salvo.
Salvador
(desesperado) Salvador
¡Carajo! (exclama)
Y resuena, en el clímax de la tragedia, la primera campanada de la me­ ¡Ha escampado, carajo, ha escampado!
dianoche. Doña Petra, que ahora carga a Rosa Salvadora, besa a la niña en la
Rosafina y doña Petra quedan mudas, absolutamente dominadas por el frente.
pánico. Salvador, decidido, baja del viejo Oldsmobile, abre la puerta tra­ Doña Petra
sera, y carga a su hija contra el pecho, dispuesto a vender bien caro su te­ (ahogada por un asma de felicidad)
rror. La cubre con una vieja capota, y echa a correr bajo el diluvio, por la ¡Nos hemos salvado, nos hemos salvado!
callejuela desierta. Segunda campanada.
Rosafina y doña Petra comprenden el dramatismo de la maniobra suicida, Rosafina abre los ojos y ve a su esposo improvisando sobre los charcos un
y siguen a Salvador, dando el pecho a la tormenta. Tercera, cuarta y quin- alegre carnaval.
ta campanada. La luna.
202 203
El cuarto de la tía Amparo está en perfecto orden, como si nadie hubiera
dormido en él.
22. CASA MORÁN. EXT/AMANECER. Manolito
El sol corona la chimenea de los Morán. Por fin ha amanecido en la ciu­ (en off)
dad. Un vientecillo suave bate las hojas de una ventana que alguien ha de­ Alma...
jado abierta en la planta alta de la casa. Se escucha la voz de Manolito: Sobre la cama de Alma, dos pavos reales picotean las almohadas.
Manolito
(en off, llamando) 24. CASA MORÁN. PLANTA BAJA. INT/EXT/DÍA.
¡Papá! ¡Alma! ¡Tía Amparo!
Por el jardín corretean los perros, vuelan los guacamayos, trinan los pája­ Manolito recorre las dependencias de la planta baja.
ros del paraíso, en silvestre aunque anárquica libertad. Sobre la mesa del comedor, los restos de la cena.
Manolito
23. CASA MORÁN. PLANTA ALTA. INT/DÍA. (en off)
Doña Petra... Rosafina... Salvador...
Manolito, vestido con el uniforme del Colegio Madrid, recorre las habita­
ciones de la planta alta. En la cocina, Manolito descubre, en soberano caos, la nevera abierta, las
Manolito
cacerolas sin fregar, los jarros de leche cortada, el cesto de basura caído so­
(llamando) bre el piso, donde los perros chinos rastrean algo de comer.
Papá... Manolito
El dormitorio de don Diego está sin arreglar, la cama destendida, el pija­ ¿Es qué no hay nadie en esta casa?
ma por el piso. Manolito rescata del frutero un par de manzanas apetitosas y hace un ges­
Manolito to de simpática resignación. Se escucha un claxon.
(en off)
Maricarmen... Manolito sale al patio delantero, seguramente con la esperanza de encon­
trarse con Salvador, pero desencantado descubre el autobús del colegio.
El vientecillo suave bate las hojas de la ventana que Maricarmen olvidó
cerrar antes de partir hacia su marina felicidad. La maestra regordeta le hace señas de que se apure.
Manolito Manolito, resignado a su suerte, corre al autobús, dejando abierta de par
(en off) en par la puerta de la casa.
Tía Amparo...
204 205
, Se abre la puerta, violentamente. Irrumpen en el despacho, en este or­
25. COMPAÑÍA MORÁN. OFICINA DE DON DIEGO. INT/DÍa. den, Amparo Morán, el accionista Gustavo, el director del Manicomio
y tres enfermeros vestidos de blanco. Amparo se dirige al abogado.
Una mano de varón introduce un anillo en un dedo de mujer. Sobre la
imagen clásica del pacto matrimonial se escucha la voz del mismo aboga­ Amparo
do que redactara con anterioridad el nuevo testamento de don Diego. (enérgica)
Esta boda no tiene validez, abogado: mi hermano no es cons­
Abogado ciente de sus actos.
(en off)
Abogado
Diego Morán y Cardellá, natural de Córdoba, capital de provin­
(muestra un documento)
cia de igual nombre; y Alma Kretschmer, natural de Westfalia, los
Este certificado asegura lo contrario, señora Amparo, y es absolu­
declaro unidos en matrimonio. tamente legal. (Mira al director.) ¿Esta es su firma, doctor?
La boda se efectúa en total secreto, en la que fuera oficina del presidente de El director asiente.
la Compañía Morán. Don Diego y Alma rubrican el acta notarial. Como
testigos, firman el contrato de amor el fiel Federico Paredes y el viejo por­ Director
tero de la compañía, a quien le tiembla el pulso. (explica)
La señora Alma me pidió que certificara el estado mental de don
Federico besa a Alma y abraza a su amigo. Diego.
Federico Amparo le dedica al director una mirada de fuego.
(contento)
Amparo
¡La vida empieza cada día, hermano! ¡Te felicito de todo corazón!
(molesta)
Don Diego ¡Y como les regalaba dinero a manos llenas usted certificó que es­
¡Soy tan feliz: me siento como un niño! Me parece un sueño. taba sano!
El rostro de don Diego se ensombrece de pronto. Se lleva las manos a la cabeza. Director
(picado en su orgullo)
Don Diego /
Entonces, nada parecía probar lo contrario. La generosidad no es
¿Y si despierto? rasgo de locura, señora.
Alma se abraza a su esposo, con cariño. Amparo
Alma (enérgica)
(amorosa) Pues ese certificado está equivocado. Mañana mismo tendrá las
Tonto, niño mío. No despertarás, porque dormirás en mi sueño. pruebas de la demencia de Diego.
206 207
Abogado Amparo
(duro) (al doctor)
Si usted rae trae ese certificado mañana, se demostrará que don Doctor, cumpla con su deber. Yo me responsabilizo con todo.
Diego ha perdido el juicio a partir de mañana. (Orgulloso de su Los enfermeros se acercan a don Diego, quien hace por defenderse. Federi­
profundo argumento, sentencia:) Por tanto, hasta que no se de­ co se le une. Los enfermeros, con habilidad, se lanzan sobre el enfermo y
muestre otra cosa, este matrimonio es legal. Absolutamente legal. logran neutralizarlo con una camisa de fuerza. Federico comprende que es
(Cierra su maletín, dando por terminado el juicio.) inútil defenderle. Se lo llevan, sin piedad.
Alma sonríe, complaciente. Hasta este momento de la polémica, la soñado­
Federico
ra se había mantenido a reserva, evitando que una sola palabra suya enre­
dara aún más la ya muy compleja situación. Al escuchar la sentencia del (los sigue, por el pasillo)
abogado, Alma decide que ya es hora de hacerse sentir, y se acerca a Diego. Tranquilo, Diego: tú verás cómo todo se arregla, hermano.
Amparo
El accionista Gustavo se aleja discutiendo acaloradamente con el insobor­
(a Alma) nable abogado.
¡No se acerque a mi hermano: por su culpa hemos llegado hasta Abogado
donde hemos llegado! Esto es abuso de poder.
Federico Gustavo
(interviene) (le va diciendo)
¡Parece mentira, Amparo: nunca lo hubiera esperado de ti! ¡Es tu Tal vez podamos llegar a un arreglo mutuamente satisfactorio.
hermano, sangre de tu sangre! Piense en la Compañía...
Amparo se encara a Federico. Abogado
Las leyes son las leyes, Gustavo...
Amparo
(decidida) Alma y Amparo quedan solas en la oficina. Se miran cara a cara.
Tú te callas. Siempre lo has malcriado. Lo que hago, lo hago por Amparo
su bien. (con todo el odio del mundo)
El asustado portero aprovecha la confiisión y escapa de la oficina. ¿Ya logró lo que quería, verdad? ¡Ya logró lo que quería!
Don Diego, que ha presenciado la escena sin entenderla del todo, defiende Alma
sus derechos. (con toda la paz del mundo)
Don Diego Todavía no.
¡Nadie tiene derecho de meterse en mi vida! ¡Fuera de aquí!
208 209
Rómulo y Remo cazan mariposas.
26. ¿MANICOMIO. JARDÍN. EXT/DÍA. Decidida, Amparo abandona su dormitorio.
Decenas de gallinas ponedoras blancas, tapizan prácticamente todo el be­
llo jardín del manicomio.
29. CASA MORÁN. JARDÍN. EXT/DÍA.
De espaldas, la maestra escribe una oración en la pizarrita.
Chillan los pájaros en coro frenético.
Maestra
(lee, mientras escribe) Amparo, vestida con su bata de seda japonesa, recorre todo el jardín bus­
Es... preferible... vivir presos de... una idea... que libres... sin ilusión. cando a Alma.
Amparo
Docenas de pollitos y polluelos pían a coro ensordecedor. Al fondo, don ¡Cállense, pajarracos!
Diego trasplanta un manzano.
Desde la planta alta de la terraza, Amparo ve:
El pavo real echa a volar escandalosamente hasta posarse sobre el antebra­
27. CASA MORÁN. JARDÍN. EXT/DÍA. zo de Alma.
El viento mueve las plumas de los pájaros del paraíso. Baten las hojas de Decidida, Amparo regresa a la casa.
las ventanas. Los perros chinos han roto, a mordidas, la hamaca de Ma-
dagascar.
30. CASA MORÁN. SALA. ESCALERA. INT/DÍA.
Alma camina ceremoniosamente por los desolados jardines de la casa, con­
templando sus dominios. Se refresca con un abanico de nácar. Los peri­ Amparo atraviesa toda la sala derribando búcaros y jarrones en su deses­
quitos parecen cantar su nombre. perante ofensiva.
Los dos pelícanos de madera roja caen sobre la alfombra de Turquía.
28. CASA MORÁN. CUARTO DE AMPARO. INT/DÍA. Amparo sube a saltos la escalera. Tropieza. Se agarra al pasamanos, sin in­
terrumpir el ascenso.
Amparo camina de una punta a otra de su cuarto, fumando hasta la deses­
peración un cigarrillo tras otro. L. van D. es el único testigo de la escena. Una mano recoje del suelo la pareja de pelícanos y vuelve a colocar la ta­
El viento golpea la ventana abierta. Amparo va a cerrarla y ve a Alma, ca­ lla sobre el estante. Es una mano de mujer. La mano de Alma.
minando a solas por el jardín.

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31. CASA MORÁN. CUARTO DE AMPARO. TERRAZA. INT/DÍA. Alma
Siempre quise vivir en esta casa, y no en otra, y por eso la fui edi­
Amparo abre con violencia la doble puerta que conduce a la terraza de su ficando sueño a sueño.
cuarto: no hay nadie. Ansiosa, se acerca a la barandilla, recorre con la mi­
rada todo el jardín y grita: Alma se detiene en el descanso de la planta baja. Se vuelve. Mira a Am­
paro, casi con lástima.
Amparo
¡Alma! Alma
(sonríe)
De espaldas, Amparo siente la presencia de la extraña mujer y se vuelve Vivir... (pausa)... en compañía de un niño como Manolito, a
muy despacio, como midiendo casa paso. quien dedicarle todas mis energías.
Alma está en el umbral de la puerta.
El pavo real echa a volar escandalosamente. 33-. CASA MORÁN. JARDÍN. EXT/DÍA.
Las dos mujeres se estudian unos segundos que recuerdan la eternidad. Alma en el centro del jardín. El viento mueve su cabello suelto. Chillan to­
Alma dos los pájaros.
(amable) Amparo
¿No comprendes todavía? ¿Quién es usted?
Amparo no puede evitar sentir un frío irresistible. Alma sigue su confesión, sin darle a su rival el placer de conocer contra
Alma
quién lucha.
(sonríe enigmáticamente) Alma
No has hecho más que realizar el sueño más caro de mi vida. Vivir durmiendo en un cuarto exacto al tuyo, rodeada de objetos
Y da la espalda a su rival, como un torero que desafía a su bestia en una extravagantes, como esos personajes de las telenovelas que tú tan­
plaza pública. to detestas.
Alma recoge un búcaro que ha caído al suelo y lo coloca con delicadeza en
su posición.
32. CASA MORÁN. ESCALERAS. PLANTA BAJA. INT/DÍA. Alma
(sigue)
Alma va bajando las escaleras como sólo las reinas saben bajar las escale- Rodeada, sí, de perros chinos y papagayos y pájaros del paraíso y
ras, seguida por Amparo. pavos reales...
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A un gesto de Alma, los perros chinos y los pájaros del paraíso se alinean a Alma se recuesta a los biombos y se vuelve triunfante.
su bando, como soldados de fila. Alma
Alma (orgullosa)
(dura, casi rencorosa) ¡Yo hice que se adelantara porque aún no me habías comprado es­
Pajarracos, como tú dices... Pajarracos que tú compraste contra tu tos preciosos biombos que tanto odias!
voluntad porque yo había soñado que ibas a comprarlos para mí.
Amparo siente ahora un miedo insoportable. Le tiembla la quijada.
Amparo
34. CASA MORÁN. SALA. INT/DÍA. ¿Quién es usted?
Alma toma de una mesa el abanico de nácar. Alma sonríe sin compasión.
Alma Alma
¿Recuerdas a aquel mercader de Jaffna, en Ceilán, que pretendió Una mujer que se alquila para soñar. Lo vengo diciendo desde el
venderte estos abanicos de nácar por quinientos dólares? primer capítulo de esta historia, pero usted no me quiere creer.
Amparo se queda de una pieza. Chillan los pájaros del paraíso, ladran los perros chinos, se enciende, como
Alma por encanto, la televisión...
(sonríe)
Por cierto, llevabas un sombrero verde, muy subido de tono para mi Ai.ma
gusto. (Cierra el abanico.) Pues bien, yo soñé que lo sacarías en ciento Muchos sueños me costó este sueño. Y ya ve: aquí estamos las
veinte y así fue... ¿O te atreverás a negarlo, Amparo? dos, solas.
Amparo siente una angustia dolorosa. Alma recorre la sala, seguida por la corte de animales.
Amparo Alma
¡¿Cómo usted sabe eso?! (de espaldas a Amparo)
Contado parece fácil... Sólo yo conozco el precio de mis ilusiones.
Con extrema delicadeza, Alma deja el abanico sobre la mesita. Se acerca
despacio a los biombos chinos. Alma se encamina hacia una lamparilla y la conecta a la electricidad: es su
Alma prodigiosa lámpara de sombras. Toda la habitación se oscurece de pronto.
(de espaldas a Amparo) Alma
¿Y cuando perdiste el avión en Hong Kong? (Exclama) ¡Y con Por cierto, anoche soñé con usted... Un sueño muy real, preciso,
aquel temporal! en el que había una escena idéntica a ésta que nosotras estamos
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protagonizando ahora. En él usted se va, sin saber a ciencia cier­
ta por qué lo hace. Lo cierto es que se va, aterrorizada. Así que...
¡Váyase!
Amparo baja los brazos.
AiMPARO
(desesperada)
Por amor de Dios, ¿quién es usted?
Alma no responde: su figura queda en penumbras, apenas dibujada por los Participantes en el taller
resplandores lejanos del televisor.
Amparo huye derrotada hacia la puerta, la abre y abandona la casa, dan­
do un portazo.
El rostro de Alma cubre toda la pantalla, para decir:
Alma
¿Quién soy? (Pausa.) La dueña de mis sueños.

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Director
Gabriel García Márquez

Asesores

Doc Comparato (Brasil).


Dramaturgo y guionista de cine y televisión. Tiene una amplia
experiencia pedagógica en escuelas de cine y televisión en los
Estados Unidos, Francia, Perú, México y Cuba. Autor
del libro Arte y técnica de escribir para cine y televisión.
Escribió las series Plantao de policía, Malu-Mulher,
O tempo e o vento y el film El buen burgués.

Elíseo Alberto Diego (Cuba).


Guionista y escritor. Autor de libros de poesía, novelas
y relatos para niños. Entre sus guiones destacan los de los
documentales: Kid Chocolate, y Con los pies en la tierra, y entre los
largometrajes de ficción: Cartas del parque, En 3 y 2,
Yo soy de donde hay un río y Guantanamera,
y las series de televisión: Contigo en la distancia, María,
Amor de otro mundo.
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Talleristas Editor de las sesiones

Andrés Agudelo Restrepo (Colombia). Edgar Soberón Torchia (Panamá).


Guionista de televisión. Ha trabajado como ayudante de Escritor, crítico de cine. Premio Nacional de Literatura de Panamá.
dirección en Los camiones de polvo y Alegoría a la libertad y como Es autor de los libros Un siglo de cine, Panabulario e
director de fotografía en El espejismo americano. Hijo de Ochún. Estudió cine con Jean Rouch, Orlando Senna
Ha dirigido el largometraje Mi alma se la dejo al diablo. y Francis Coppola. Ha dirigido la Cinemateca de Panamá,
y director de Cultura de la Escuela Internacional de Cine y
Iván Argüe lio Lacayo (Nicaragua). Televisión de San Antonio de los Baños.
Realizador cinematográfico. Ha escrito y dirigido cortometrajes,
documentales y el largometraje de ficción El espectro de la guerra.
Susana Cato (México).
Periodista y guionista de radio y televisión. Miembro del
Escritorio de guiones de Gabriel García Márquez
con sede en la ciudad de México.
Luis Alberto Lamata (Venezuela).
Realizador y escritor de programas de televisión, cortometrajes,
y cortos de ficción. Ha obtenido el Premio Especial del Jurado
en el Festival de Cartagena de Indias,
y el Primer Premio Coral en el Festival de La Habana
de 1992, por su película Jericó.
Manuel Gómez Díaz (Cuba).
Escritor. Guionista de series de televisión {Alejandro,
Alguien me habló de los naufragios, entre otras).
Arturo Villaseñor (México).
Guionista y autor teatral. Dirigió el corto La felicidad de la señora
Consuelo y el mediometraje Mamá salió de compras.
Guionista de Encuentro inesperado
(según su obra teatral), de Jaime Humberto Hermosillo.
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