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(1909) aísla a partir de este caso paradigmático sobre el cuadro obsesivo, serían la
ambivalencia, los síntomas de dos tiempos, la compulsión a la duda y la
omnipotencia de los pensamientos.
Es interesante notar que sería un rasgo no sólo característico sino una posición muy activa
por parte del obsesivo de aferrase a ellas. Los obsesivos sobreestimarían el poder de sus
pensamientos y sentimientos, en una suerte de omnipotencia del pensamiento, que Freud
estarían en una estrecha relación con los Deseos. Esto se enraizaría en una antigua manía
creencia infantil de grandeza. El Hombre de las Ratas al querer ocupar una habitación en el
sanatorio donde habría tenido comercio sexual con una enfermera en una estadía anterior,
y al enterarse que no le sería posible ocupar la misma habitación dado que un “viejo
profesor” estaba en ella profirió las siguientes palabras «¡Que le dé un ataque de
apoplejía!». Al tiempo después se despertó con la representación de un cadáver,
enterándose que al profesor habría dado un ataque de apoplejía. En otra oportunidad pudo
también confirmar su omnipotencia del pensamiento, cuando fue rechazado por una
señorita y más tarde ésta se lanzó por la ventana, reprochándose por ello. De estas formas
se convenció de la omnipotencia de sus sentimientos de amor y odio. El Hombre de las
Ratas, como otros obsesivos, sobreestima el efecto que sus mociones hostiles sobre el
mundo exterior. Su amor y mucho más fundamentalmente su odio, son “hiperpotentes”,
produciendo pensamientos obsesivos cuyo origen no puede esclarecer y de los cuales se
defiende sin lograrlo completamente.
Los temas de la muerte, la posibilidad de la muerte de seres queridos, y la duración de la
vida están siempre presente en el neurótico obsesivo Todo sucedería como si la
posibilidad de la muerte pudiera solucionar los conflictos que dejan sin resolver, a lo que
se suma la constante de la postergación de las decisiones. Freud va proponiendo una
relación de lo que ha obtenido de otros casos y lo propio del caso en cuestión, como en un
movimiento dialéctico describe, la forma única del síntoma obsesivo y lo que de manera
más universal es compartido en toda obsesión. De una manera muy elocuente sintetiza la
problemática de la siguiente manera: “Pero no muy diverso del comportamiento de nuestro
paciente es el de otros enfermos obsesivos a quienes el destino no ha deparado en años
tan tempranos el primer encuentro con el fenómeno de la muerte. Sus pensamientos se
ocupan sin cesar de la duración de la vida y la posibilidad de la muerte de otros; sus
inclinaciones supersticiosas no tuvieron al comienzo otro contenido, y quizá tampoco sea
otro su origen. Pero, sobre todo, ellos necesitan de la posibilidad de muerte para
solucionar los conflictos que dejan sin resolver. Su carácter esencial es su incapacidad
para decidirse, sobre todo en asuntos de amor; procuran posponer toda decisión, y en la
duda sobre la persona por la cual habrían de decidirse, o sobre el partido que adoptarían
frente a una persona… Así, en cada conflicto vital acechan la muerte de una persona
significativa para ellos, las más de las veces una persona amada, sea uno de los
progenitores, sea un rival o uno de los objetos de amor entre los que oscila su inclinación.
Pero con esta apreciación del complejo de muerte en la neurosis obsesiva rozamos ya la
vida pulsional de los enfermos, que ahora ha de ocuparnos.” (Freud, S., 1909/1988, p.184).
En “La vida pulsional y la fuente de la compulsión y la duda” propone que para conocer las
fuerzas psíquicas que edifican la neurosis del Hombre de las ratas es necesario recorrer el
desencadenamiento de la enfermedad en la “madurez” y en la infancia. En la tercera
década de su vida se localiza el ocasionamiento de la neurosis obsesiva cuando tuvo la
posibilidad de casarse con una mujer que no amaba, resultado de ello evito y retardo
decidir sobre ello, postergando para ello todas sus actividades. Además, durante toda su
vida existió tanto con su amada como con su padre una querella entre amor y odio. Se
trataría de una relación ambivalente, aun cuando no tenía conciencia de su hostilidad hacia
el padre y en esta represión del odio infantil hacia el padre encontramos el desarrollo
ulterior de la neurosis. Dice Freud que por los poetas nos enteramos de que en estadios
tormentosos del enamoramiento ambos sentimientos opuestos pueden existir uno junto al
otro durante un tiempo, como en competencia. Ambos conflictos de sentimientos están
anudados de manera que el odio contra la amada se sumó a la fidelidad al padre, y a la
inversa. El conflicto padre/amada se inscribe en la elección amorosa entre hombre o mujer,
lo que encuentra solución dando más valor a un sexo en detrimento de otro. La duda sería
la percepción interna de la indecisión en los actos deliberados, como consecuencia de la
inhibición del amor por el odio. Es una duda en cuanto al amor que se ha desplazado a todo
lo demás, aún a lo ínfimo e indiferente.
La duda lleva a la incertidumbre sobre las medidas protectoras y su repetición continuada
para eliminarlas, el problema se socita en la medida que la medida protectora nunca es
eficaz y por lo tanto debe repetirla. La compulsión es la tentativa de “compensar la duda y
rectificar” la insoportable inhibición en juego. Si por desplazamiento algún emerge, tal
designio inhibido, debe ejecutarse, aunque no sea el texto el original. Se manifiestan así
mandamientos y prohibiciones ya que el impulso tierno, ahora hostil el que busca el
camino para la descarga. Si el mandamiento obsesivo no se cumpliera la tensión se hace
insoportable y es percibida como angustia. “Los actos preparatorios remplazan a la
resolución definitiva, el pensar sustituye a la acción y, en vez de la acción sustitutiva, se
impone con violencia compulsiva algún estadio que corresponde al pensamiento previo de
la acción. Según que esté más o menos pronunciada esta regresión del actuar al pensar el
caso de neurosis obsesiva cobrará el carácter del pensar obsesivo (representación
obsesiva) o el del actuar obsesivo en el sentido estricto. Ahora bien, estas acciones
obsesivas en el sentido genuino sólo son posibles por haberse producido dentro de ellas,
en formaciones de compromiso, una suerte de reconciliación entre los dos impulsos que
se combaten mutuamente. En efecto, las acciones obsesivas se asemejan cada vez más —
y con mayor nitidez mientras más dure el padecer— a las acciones sexuales infantiles del
tipo del onanismo. Entonces, en esta forma de la neurosis se llega, sí, a actos de amor,
pero sólo con el auxilio de una nueva regresión: ya no a actos dirigidos a una persona, al
objeto de amor y odio, sino a acciones autoeróticas como en la infancia.” (Freud, S.,
1909/1988, p.190).
El sujeto obtiene satisfacción en el hecho mismo de pensar, no tanto en sus contenidos. El
pensar mismo es sexualizado. De este modo el pensamiento subroga las acciones. Otro
medio, es el aislamiento, el cual se “interpola un intervalo” entre la situación patógena y la
idea obsesiva subsiguiente, cuyo resultado es el despistar la investigación causal del
pensar consciente. El contenido de la idea obsesiva es separado, por generalización, de
sus referencias singulares. Al término del historial concluye, expresando su deseo que su
trabajo aunque incompleto, inciten a otros a investigar sobre la neurosis obsesiva. Lo
característico de esta neurosis, que la distingue de la histeria, serían las “constelaciones
psicológicas”, no en lo pulsional. Lo que podría expresarse en una problemática dinámica
y no en la conflictiva económica. En lo topológico da cuenta de la fragmentación del sujeto,
dividido entre lo inconsciente y lo preconscientes, entre los cuales podía oscilar su
conciencia. Su inconsciente abarcaba las mociones tempranamente sofocadas, mociones
que cabe designar como apasionadas y hostiles; en lo preconsciente contenía sobre todo
las formaciones reactivas frente a sus deseos reprimidos. Las representaciones psíquicas
que tendrían acceso a la conciencia, comportarían un desconocimiento radical para el
sujeto, que en cuyo texto habitarían unas mociones de deseo hace mucho reprimidas..-
Algunos comentarios sobre el caso.. El texto obsesivo se equipara con las formaciones de
lo inconsciente, así como en Dora se trataba de la interpretación de los sueños, en el
Hombre de las ratas está presente el Chiste y su relación con lo inconsciente y la
Psicopatología de la vida cotidiana. En relación a la Técnica, la transferencia es una de las
piezas claves del caso. Freud va mostrando de modo detallado desde el inicio de la cura
cuando el Hombre de las Ratas le otorgaba el lugar de cruel, y al finalizar el caso las
fantasías asociadas a Freud y su hija. La lectura hecha por Freud, da cuenta de que la
transferencia en psicoanálisis es el único medio para la cura en la neurosis. Se pueden
mencionar algunos momentos ligados a la transferencia en el historial: “Sólo por el
doloroso camino de la transferencia pudo adquirir el convencimiento de que su relación
con el padre exigía real y efectivamente aquel complemento inconsciente. Pronto le
sucedió, en sus sueños, fantasías diurnas y ocurrencias, insultarme a mí y a los míos de la
manera más grosera y cochina, no obstante que en su conducta deliberada me
testimoniaba siempre el mayor respeto. Durante la comunicación de esos insultos, su
comportamiento era el de un desesperado. “ ¿Cómo es posible, profesor, que usted se deje
insultar por un tipo puerco, por perdido como yo? Usted tiene que echarme fuera; no
merezco otra cosa.”. Y al hablar así solía levantarse del diván y pasearse por la habitación.
(…) Se sustraía de mi proximidad por angustia de que yo le pegara.” (Freud, S., 1909/1988,
p.164).
Este momento permite interpretar la relación al padre y su relación con lo cruel, lo que
abrirá la posibilidad para nuevas asociaciones y el esclarecimiento de los síntomas. Con un
sueño bajo transferencia, ligada a la hija de Freud, permitió avanzar en la lógica del
padecimiento que se inscribe en la problemática paterna. “Con ayuda de una fantasía de
transferencia vivenció como nuevo y presente lo que había olvidado del pasado, o lo que
sólo inconscientemente había discurrido en él. De un período oscuro y difícil en el trabajo
de tratamiento resultó, finalmente, que había designado como mi hija a una muchacha con
quien se topó en la escalera de mi casa. Ella excitó su complacencia, e imaginó que yo era
tan amable con él y le tenía tan inaudita paciencia sólo porque lo deseaba para yerno, a raíz
de lo cual elevó la riqueza y nobleza de mi casa hasta el nivel que tenía por arquetipo. (…)
Reproduzco uno de sus sueños de ese período para dar un ejemplo del estilo de su
figuración: El ve ante sí a mi hija, pero tiene dos emplastos de excremento en lugar de los
ojos. Para todo el que comprenda el lenguaje de los sueños, la traducción resultará fácil:
Se casa con mi hija, no por sus lindos ojos, sino por su dinero.” (Freud, S., 1909/1988,
p.157). Imaginó que Freud quería casar a su hija con él, imaginó además que era rica y que
el matrimonio iría en contra de su amada, una mujer pobre. Freud le interpreta que quiere
casarse con su hija no por sus lindos ojos, sino por su dinero. Es a través de la lectura de
la transferencia que se pudo avanzar y favorecer el complejo en que se inscribía su
problemática sintomatológica. Se puede verificar que en la construcción del caso, están
presentes los elementos del discurso del paciente, que lo han representado como sujeto
bajo transferencia y, que ha definido su encuentro con Freud. De esta manera, el complejo
paterno ocupa un lugar central en el desencadenamiento de la neurosis, ligado al relato del
capitán, cuando toca de manera contingente una deuda de los quevedos y que lo reenvía
una deuda ya inscrita en su historia. Aparece así el temor obsesivo de que les ocurra el
tormento de las ratas a su padre y a su amada. La problemática del complejo paterno esta
vinculada a la deuda impaga paterna, con una mujer pobre, y un amigo que le había
salvado del deshonor. Amigo que el padre nunca volvió a ver, pero que formaba parte de
los relatos familiares. Otra vertiente de la problemática paterna es la historia de amor con
una mujer pobre que dejó para casarse con la rica hija de un industrial que fue su madre. El
caso pone en escena la prehistoria del paciente, su antesala, incluso antes de su
nacimiento, ya habría un drama en el que él se inscribirá, poniendo en escena la
problemática de la transmisión por la vía de lo paterno.
Consideraciones finales
. Tal es así, que la predisposición a la neurosis obsesiva pasa a consistir en una
primitiva fijación a la fase sádico-anal y en una posterior regresión a la misma (Freud,
1913). En otras palabras, la sexualidad propia del neurótico obsesivo sería una
sexualidad infantil pre-genital de carácter anal. En efecto,la tercera concepción
freudiana sobre la neurosis obsesiva conserva dichos elementos esenciales aunque
revisados a la luz de la pulsión de muerte y del conflicto con el superyó (Freud,
1926).
Otro punto interesante a considerar es el de los mecanismos de defensa que Freud
va elucidando a lo largo de su obra, dado que los mismos también sufren
modificaciones en función del problema de la elección de la neurosis. En efecto, en
un
primer momento, la neurosis obsesiva es explicada de manera muy similar a la
histeria.
En ambas lo que prima es la defensa, homologable en ese entonces, a la represión.
No
obstante, a partir de la intelección de una amnesia infantil presente en la histeria y
ausente en la neurosis obsesiva, Freud (1926) comienza a privilegiar otro mecanismo
defensivo para esta última: el aislamiento. Al mismo tiempo, la represión, comienza a
situarse en tanto mecanismo específico de la histeria.
De lo anterior se sigue que, si la represión es el mecanismo de defensa propio de la
histeria (el cual explica el carácter inconsciente de la representación sexual
patógena),
en la neurosis obsesiva esta última permanecería consciente aunque aislada. En
consecuencia, si bien la tendencia a aislar resulta similar a la tendencia a reprimir
(Freud, 1926), ambas modalidades no deben ser confundidas, dado que en el primer
caso la representación permanecería consciente y en el segundo inconsciente.
En efecto, ésta es la línea que Freud (1926) parece sugerir, a partir del giro teórico-
clínico de los años 20,respecto del problema de la elección de la neurosis.
En la introducción anticipa uno de los elementos que impondrán una característica
del análisis de caso, que dice relación con el pensamiento obsesivo: “El medio por el
cual la neurosis obsesiva expresa sus pensamientos secretos, el lenguaje de la
neurosis obsesiva, es por así decir sólo un dialecto del lenguaje histérico, pero uno
respecto del cual se debería conseguir más fácil la empatía, pues se emparienta más
que el dialecto histérico con la expresión de nuestro pensar consciente.” (Freud, S.,
1909/1988, p. 124). El dialecto obsesivo se diferencia de la histeria por avanzar en el
terreno de los procesos secundarios, gracias al cual es posible tener una acceso
privilegiado.