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La Sabiduría y la Biblia, D.

José Ramón Busto Saiz


(I)

1. La literatura sapiencial

El hombre siempre ha deseado conocer. Conocer los fenómenos naturales entre los
que desarrolla su vida, conocer tantos misterios a los que no tiene acceso fácil,
conocerse a sí mismo. En esa biblioteca que nos guarda la literatura del pueblo judío
y que llamamos Biblia, se nos han conservado unos pocos libros con los resultados de
la investigación sobre Dios, el mundo y el hombre llevada a cabo por los antiguos
israelitas. Esos libros son los libros sapienciales, y su tradición, la tradición sapiencial.

a) Teología de la creación

Que el mundo ha sido creado por la divinidad es un presupuesto de la cosmovisión del


hombre del Antiguo Oriente, ámbito cultural al que la Biblia pertenece. En esa
cosmovisión, el hombre se entiende a sí mismo como parte del mundo creado.

La literatura sapiencial del Antiguo Testamento reflexiona sobre el conjunto de


experiencias del hombre, inmerso en ese mundo creado que percibe en continuo
cambio, a veces acogedor y en otros casos amenazante. La teología sapiencial es,
pues, teología de la creación. El objeto de reflexión aquí no son los acontecimientos
irrepetibles de la historia, sino los acontecimientos mil veces reiterados del mundo
creado, la experiencia cotidiana del hombre que percibe la realidad creada como algo
producido por la voluntad de la divinidad.

b) Movimiento cosmológico y antropológico.

La preocupación central del pensamiento de los sabios que produjo lo que llamamos la
literatura sapiencial fue siempre la reflexión sobre la creación y el sentido de la vida y
la existencia humanas. Lo propio de la Sabiduría en todas las culturas es, obviamente,
conocer. La Sabiduría del Antiguo Oriente intentó también conocer, comprender toda
la realidad, es decir, la creación. En consecuencia, la Sabiduría es, primariamente, un
movimiento cosmológico. Pero la Sabiduría también intentó comprender el puesto del
hombre en la creación como su parte más importante (al menos, para el mismo
hombre). Así pues, la Sabiduría del Antiguo Oriente fue igual y principalmente un
movimiento antropológico, sin duda.

A este intento de comprender el puesto del hombre en la creación no le guiaba un


interés meramente teórico o de contemplación intelectual, sino que esa comprensión
determinaba la orientación que el hombre había de dar a su existencia y configuraba,
por tanto, la misma actuación humana.

c) Etapas en el pensamiento sapiencial de Israel

El pensamiento sapiencial de Israel pasó a lo largo de su historia por tres etapas que
no pueden entenderse sucesivas de manera estrictamente cronológica. En otro lugar,
he denominado a estas tres etapas Sabiduría antigua, Sabiduría crítica y Sabiduría
religiosa. En Israel, y en general en el Antiguo Oriente, que comparte con Israel el
movimiento sapiencial de las dos primeras etapas, el pensamiento sapiencial
experimenta una evolución cuyos momentos principales son los que he querido
caracterizar con esas denominaciones. Surgen por ese orden cronológico, pero una
vez surgida cada una de ellas, las anteriores ni desaparecen de la memoria de Israel
ni pierden por completo su actualidad. El pensamiento israelita guardó siempre la
validez de los logros alcanzados en las etapas anteriores.

Cada una de las tres etapas de la Sabiduría que hallamos en Israel afrontó el
problema sobre el sentido de la existencia humana de forma distinta, a veces influida
por las circunstancias históricas o, simplemente, debido a que se hallaba en un
momento de tradición diverso. En consecuencia, cada etapa es diferente al responder
a las dificultades.

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