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Alquimia Política

EL ANTI-CANDIDATO

Por: Ramón E. Azócar A.*

Los denominados “anti-candidatos”, aparecen mostrados como los actores


principales de una película en la cual los ciudadanos, a la manera del espectador
de un thriller político, van descubriendo en cada uno de ellos, episodio tras
episodio, cómo se van convirtiendo en los protagonistas de las elecciones o los
procesos electorales a los cuales elevan su nombre para participar; resaltan por
no tener presupuesto ni las armas económicas para conseguir sus posibilidades
de éxito; la política es cada vez más “pasional” y menos académica; para afrontar
tamaña empresa, de ser políticos sin la fuerza de apoyos financieros y grandes
mecenas, solamente queda buscar un lector para que emita un voto informado,
eso sí, a su cuenta y riesgo.
El anti-candidato se enfrenta al monstruo de mil cabezas que estableciendo
un criterio de confianza en sí mismo, asume enfrentar la contienda y hacerse con
votos que nunca nadie pensó que tendría y ganar la contienda. Allí las encuestas
aparecen desnudadas, pero no por que fallaron, sino porque hay un ítems que no
puede predecir las grandes organizaciones de encuestas políticas: la decisión final
del militante “arrecho” y la del indeciso consciente e informado.
Hoy estamos en Latinoamérica ante la figura de muchos anti-candidatos
para diversas contiendas electorales, desde postulaciones de Partidos Políticos
hasta grupos de poder organizados que buscan construir un mandato acertado y
transparente que venga a responder a las necesidades más sensibles de los seres
humanos en un tiempo de pandemia y de condiciones nada adecuadas para hacer
política de calle, que es bajo Aislamiento Social Preventivo.
Es importante destacar, en los aportes del politólogo peruano Carlos
Meléndez, quien escribió acerca del tema en el 2011 y 2016, en su libro
“Anticandidatos”, que muchas cosas han cambiado en las políticas locales en
Latinoamérica, la política hoy hay que verla con un pie en la academia y otro en el
monte, en la calle, donde también se hace política de verdad; se parte de la idea
de que somos una sociedad sin sistema de partidos políticos reales, ya que lo que
más se ha impuesto son los Partidos unidimensionales que generan luchas
internas por postulaciones y luego van al ruedo electoral ante contrincantes muy
débiles que no logran ni el 1% de aceptación.
No son partidos convencionales como manda el manual de texto, por
ejemplo el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), es una maquinaria con
un musculo bien definido y compacto que persigue fortalecer su Acción Popular
por la vía de Gobiernos que están marcando gestión y compromiso con las
comunidades, minimizando cualquier gasto mayor que busque hacerse a través de
marketing publicitarios de convencimiento a los ciudadanos y ciudadanas, y donde
sus candidatos de línea son en su mayoría personas involucradas con el pueblo y
con las causas nobles de una nueva época en la que ser revolucionario implica
compartir con el pueblo sus necesidades más sentidas, tomando de la sabiduría
de su gente el plan de gobierno que permita ir más allá de las estrategias de los
equipos multidisciplinarios que deben existir alrededor de los candidatos, pero que
no deben ser asumidos con el carácter de exclusividad con que los liderazgos de
derecha tienden asumir esas recetas mágicas de los organismos financieros
internacionales.
Los anti-candidatos son aquellas figuras que van trabajando con su pueblo,
que riegan a diario la semilla del poder popular que actúan de cara a esa persona
que les va a elegir y que buscan garantizar la mayor suma de felicidad a quienes
comparten con ellos la manera y forma de entender la política sin tanto
burocratismo y salas de espera.
Es admirable acercarnos a figuras que no tienen mayor arraigo de Partidos
o Movimientos políticos organizados, y percibir de ellos su empatía con el pueblo y
con las necesidades de ese pueblo; sin embargo el hecho de que nunca se
postulen a cargos de elección popular no los hace ajenos a la lucha política, todo
lo contrario están allí sirviendo de ejemplo a los verdaderos candidatos que
buscan conquistar un curul de representación, y que tienen la madurez de no
verlos como adversarios, sino como una figura moral que se tiene y debe superar
para fortalecer los valores de liderazgo de quienes buscan el respaldo de las
mayorías.
La figura de los anti-candidatos está tomando importancia en las elecciones
locales latinoamericanas; según Pablo Escandón Montenegro, docente de la
Pontificia Universidad Católica del Ecuador, un anti-candidato es todo aquel
hombre o mujer que encuentra en el ataque al sistema establecido y a sus
representantes, el fin y objeto de su campaña, con la finalidad de desacreditar al
sistema y a los más allegados o afines a él; los anti-candidatos han sido, por lo
general, aquellos que salen fuera del sistema tradicional, o los llamados
“outsiders” y que muestran que el sistema es el verdadero contrincante y que los
otros candidatos son meramente sus designados para mantener las cosas como
están.
Nuestro Hugo Chávez, en su época fue un anti-candidato que demostró
cómo el sistema y sus actores son los verdaderos enemigos, y ese es el mensaje
que el anti-candidato difunde entre los electores, de manera emotiva, porque él
está ahí en razón de una necesidad del pueblo y no por el interés personal o
megalómano de ocupar el poder. Pero eso que surgió con figuras como Chávez
en Latinoamérica se ha repetido, tanto del lado de izquierda como de derecha, con
otras figuras políticas en el mundo contemporáneo.
El sabio y gurú de la teoría de la comunicación moderna, Manuel Castells,
infiere que los anti-candidatos (o las acciones clasificadas como anti-política
tradicional) parten de iniciativas que convocan a personas desencantadas de la
política y generan una actividad y presencia política, con fines electorales o no a
futuro, pero que suscitan interés entre quienes les van conociendo a través del
mensaje escrito y digital, haciendo uso de las técnicas de información y
comunicación modernas. Asimismo las iniciativas han generado conciencia acerca
de lo que debe ser el verdadero rol de los representantes de elección popular y
han demostrado cómo el uso de las tecnologías digitales de comunicación en los
niveles más bajos de coincidencia son promotoras de relaciones sociales y
constructoras de proyectos sostenidos a futuro, pero siempre y cuando exista una
estructura sobre la cual los seres humanos compartan un elemento dentro de la
red o sistema de información y la mantengan.
Estamos en un tiempo en el que ser candidato va más allá de una consigna
o de un Partido Político, se trata de un sentimiento popular que logre materializar
un nuevo código de la democracia que exija a los medios tradicionales cumplir con
una función electoral donde se logre ejercer una campaña política que parta de la
generación de una ciudadanía crítica, deliberativa y participativa, a efecto de la
presencia humana como libre expresión de las condiciones de información que
hagan de esa figura renovada que surge del poder popular, un potencial ser
humano pensante, interactivo y deliberante, candidato en el sentido triunfal de la
palabra, pero que viene de la luz del anti-candidato que como génesis le permitió
consolidar la confianza de su pueblo y sus potenciales electores.
*.- azocarramon1968@gmail.com

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