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Durante los años ochenta, abundan los estudios sobre las luchas, los movimientos y los paros
cívicos acaecidos a partir de la década de 1970. Vacío en la década del cincuenta y del sesenta.
La capital de la República fue la mayor receptora de migrantes y el lugar donde se vivieron con
mayor intensidad los mecanismos y formas de lucha en los barrios populares
En 1950, a las tradicionales barriadas populares coloniales (Egipto, Belén, La Peña, San Diego...)
y a las surgidas a comienzos de siglo (Perseverancia, Las Cruces, Ricaurte) se habían sumado
nuevos asentamientos hacia el sur (20 de Julio, Santa Inés, Santa Lucía, San Isidro) y hacia el
noroccidente (Ferias, Estrada).
Estos últimos, se encontraban unos 10 kilómetros alejados de los cascos urbanos centrales y
separados aún por unidades productivas agrícolas.
“la construcción de viviendas populares entre 1928 y 1938 representó el 28% del total de
viviendas en Bogotá; entre 1938 y 1951 esta proporción aumentó en un 54.1%”
LA CONSTRUCCIÓN DE VIVIENDA
Mercado estatal -> este mercado pertenecen los barrios y las viviendas construidas por
el Instituto de Crédito Territorial (ICT) y la Caja de Vivienda Popular (CVP). Las dos instituciones
cubrieron hasta 1974 sólo el 10.7% del mercado total de suelo urbano y vivienda
CONSTRUCCIÓN DE LA VIVIENDA
Producicón por encargo - El usuario final, familia pudiente, contrata un agente técnico
especializado (arquitecto, maestro de obra) para que construya su vivienda. El control
económico es ejercido por el usuario y el constructor sólo tiene el control técnico
de la producción.
A medida que se consolida la casa, generalmente va siendo subarrendada a familias que por su
nivel de ingresos no está en capacidad de autoconstruir. Así, la construcción de la casa no sólo
soluciona el problema habitacional sino que también se convierte en una fuente de entradas
para el propietario
UNA CIUDAD DE CAMPESINOS
Los asentamientos populares surgidos en las décadas del 60 y 70 van a tener como habitantes
a campesinos desplazados por la violencia o que llegaron a la ciudad en busca de mayores
posibilidades de las que encontraba en su zona rural
Todos los estudios realizados coinciden en afirmar que la mayor parte de los migrantes que
Bogotá recibió entre 1950 y 1974 provenían de áreas cercanas: Boyacá, Cundinamarca, Tolima
y Santanderes. Para 1964, 850.433 personas, el 26% de la población total, estaba constituido
por migrantes, quienes se distribuían según su lugar de origen de la siguiente forma: Como ya
se enunció en el primer capítulo, es escasa la vinculación de los bogotanos a la industria fabril
capitalista, lo que se evidencia en la escasa existencia de proletarios en los asentamientos
populares, lo que impide identificarlos como barrios obreros. Esta ausencia de proletariado ha
llevado a investigadores a buscar una categoría que englobe a los pobladores barriales en
su conjunto, como clase social.
Todos los datos hasta ahora señalados muestran cómo durante la primera parte del Frente
Nacional los habitantes de los barrios populares capitalinos -en su mayoría migrantes- se
desempeñaban en actividades que requerían poca capacitación laboral y en sectores
tradicionales de la economía.
Lo que queda claro es que los pobladores populares no son “marginales” a los sistemas
capitalistas o vagos, como algunos pretenden demostrar para justificar su situación de miseria.
El nivel de ingreso proporcionado por la vinculación laboral siempre estuvo por debajo de los
gastos necesarios para mantener una familia
De igual modo, la escuela se vuelve una necesidad cuando transcurridos 5 o 6 años del
nacimiento del barrio, los hijos están en edad de ingresar a estudiar.
Cuando la magnitud o el carácter de los problemas encontrados por los nuevos habitantes de
los barrios superaban su capacidad de resolverlos a nivel familiar, éstos buscaron asociarse con
sus vecinos para resolverlos colectivamente.
la construcción de la capilla o del templo concentra gran parte de los esfuerzos colectivos de
los barrios populares durante la década del 60 e inicios de la del 70.
Podríamos decir que, a diferencia de las instituciones estatales, la Iglesia tenía la capacidad de
ir haciendo presencia efectiva en los barrios poco después de su formación
En casi todas las casas las redes de acueducto fueron construidas por los mismos vecinos,
aportando tanto la mano de obra como los materiales.
Según los datos obtenidos, después del templo sigue en orden de prioridades la construcción
de la escuela, especialmente transcurridos algunos años de vida del barrio, dado que gran
parte de los nuevos pobladores son parejas de recién casados o con hijos pequeños
Aunque en la prensa aparecen pocos casos de legalización del barrio, ésta es una tarea
prioritaria para sus habitantes, ya que era prerrequisito para conseguir legalmente otros
servicios como el acueducto y la energía.
A comienzos del Frente Nacional se dieron algunas tentativas de unión por parte de las
organizaciones barriales, como medio para negociar con mayor fuerza con el Estado. Las de
mayor dinamismo fueron la Federación de Barrios del Sur y la Junta de Barrios de Suroriente.
¿Cómo explicar esta paciente adecuación de las ocupaciones populares a la estructura urbana
capitalina, que contrasta con la intensidad de luchas sociales en otras ciudades
latinoamericanas para la misma época?
Vemos cómo, a diferencia de lo que un observador actual pueda esperar, los pobladores de los
barrios que nacieron o se consolidaron durante los años 60 consideran “una conquista social”
su incorporación paulatina, autogestionada y negociada con el Estado a la ciudad. Era la vía
que, desde su perspectiva, podría garantizarles el acceso a los servicios de la vida urbana sin
arriesgar su estabilidad social. Esta estrategia generalizada de alcanzar reivindicaciones
colectivas sin acudir al enfrentamiento manifiesto con el Estado fue abandonada en ocasiones.
Sus formas, motivos, resultados y significados serán analizados en los dos capítulos siguientes.
vale la pena destacar cómo los ciclos de aumento de la actividad invasora corresponden
a los gobiernos de Guillermo Valencia y Misael Pastrana Borrero
-conservadores- y en menor intensidad a los de Alberto Lleras Camargo y Carlos
Lleras R., en los que se llevaron a cabo medidas administrativas de corte
reformista y se cualificó la represión contra el movimiento popular en general
Al finalizar el periodo del Frente Nacional, los barrios de invasión y sus años de fundación eran
los siguientes: Las Colinas y Policarpa (1961); Juan XXIII (1962); Santa Rosa y Salvador Allende
(1963); el Dorado, El Quindío y El Consuelo (1964); Atahualpa (1967); Camilo Torres (1970); y
Nuevo Chile (1971).
El bloqueo de vías arterias de la ciudad, acompañado de mítines y pedreas
en algunos casos, fue una vía utilizada con algún éxito por los habitantes
de uno o varios barrios para presionar la solución a sus problemas. En algunos
casos, sus protagonistas o los periódicos llamaron “paro cívico” a esta modalidad
de protesta ciudadana.
En suma, se puede afirmar que durante los dos primeros gobiernos del
Frente Nacional, dada la novedad y escaso “peligro” representado por las luchas
barriales, éstas procuraron ser resueltas por la vía de la negociación. Los
gobiernos de Lleras Restrepo y Pastrana Borrero prefirieron un tratamiento
policivo, cediendo a la negociación o solución de los problemas cuando la fuerza
del movimiento de protesta lo garantizaba.
Todos los gobiernos del Frente Nacional tuvieron clara conciencia de que
el “problema urbano” tenía sus orígenes en la expulsión masiva de campesinos
desde las áreas rurales. En consecuencia, todos ellos asumieron una actitud al
respecto, enmarcada en los respectivos planes de desarrollo.
el Concejo
de Bogotá y los diferentes alcaldes promulgaron medidas jurídicas tendientes a
“incorporar” a los barrios populares a la “legalidad” urbana.
CONCLUSIONES