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Idea central:
Se parte de la premisa de que, contrariamente a las tradiciones teóricas que oponían los
populismos y la democracia, estos suponen habilitar lógicas democratizadoras, superando
así las tensiones y emergiendo nuevas formas de repensar los populismos en relación con la
democracia. Se establece este argumento, teniendo en cuenta el contexto de la globalización
del capital financiero, la reducción del papel del Estado en asuntos de regulación
económica, la aparición de empresas transnacionales y la progresiva privatización del
patrimonio público. Y a su vez, el papel de nuevos gobiernos que buscan cuestionar y hacer
frente a estos procesos globalizadores, aún con ambigüedades y contradicciones.
Argumento 1:
Argumento 2:
Se concibe que el populismo centraliza las dinámicas políticas y económicas en manos del
Estado. Así, el aparato estatal se hace grande en términos burocráticos para poder tener
injerencia en los asuntos políticos y económicos con objetivos redistributivos.
Argumento 3:
Se sostiene que los populismos son antidemocráticos por construir un discurso crítico sobre
la clase dominante, la burguesía y la oligarquía, generando así divisiones entre esta clase y
sectores populares, acrecentando las posibilidades y peligros de confrontación.
Argumento 4:
Argumento 5:
Argumento 6:
El populismo es democrático en tanto que busca generar rupturas dentro del orden político
establecido, con la intención de incorporar identidades heterogéneas en la comunidad. Es
democrático en términos de que la democracia no solo supone ser un régimen político, sino
también como aquello que genera rupturas dentro de lo establecido. En este sentido, la
acción política democrática determina, a su vez, el hecho de la incorporación conflictiva de
nuevas identidades a la comunidad, emergiendo actores no nuevos, pero si invisibilizados.
De esta forma, la democracia no supone solo un mecanismo de regulación de la diversidad,
sino también la acción que fractura y rompe el orden establecido. Es entonces el populismo
una expresión democrática, pues constituye el proceso de construcción de un pueblo a partir
de demandas que suponen ser antagónicas al orden existente de cosas.
Argumento 7:
Argumento 8:
Argumento 9:
Surge entonces el debate entre los tipos de democracia y la que es necesaria construir. De
esta forma, se establece que la democracia formal hace referencia a los mecanismos
institucionales que permiten la participación y el reconocimiento de la ciudadanía como
actor cuya participación debe ser garantizada, cuyos derechos, concebidos como
conquistas, deben ser respetados. Por otro lado, la democracia sustantiva, hace referencia a
las condiciones sociales, políticas, económicas y materiales para que los ciudadanos puedan
desplegar sus acciones políticas en el régimen político. Se trata entonces de las garantías
mínimas para el goce efectivo de los derechos políticos, sociales y económicos.
Argumento 10:
Argumento 11:
El Estado debe desarrollar las bases y fundamentos institucionales bajo los cuales se va a
desarrollar el mercado. No es el Estado funcionando como empresario, sino como mediador
y garante de los derechos de los ciudadanos, regulando los intercambios económicos,
permitiendo así la distribución de la riqueza. Así, el Estado es el reparador de los daños
generados por el mercado: la exclusión.
Argumento 12:
Para autores como Torcuato Di Tella el populismo es un movimiento político con un fuerte
apoyo popular, con la participación de sectores no obreros con una influencia significativa
en el partido y partidario de la ideología antistatus quo. Para Laclau, la especificidad del
populismo es que no es ni un movimiento sociopolítico ni un tipo especial de organización
o régimen estatal.
Por otra parte, desde las conceptualizaciones democráticas, dos aspectos fundamentales han
dado lugar a este debate una vez establecido su significado literal o etimológico, y si
consideramos su uso desde un punto de vista descriptivo, prescriptivo e histórico, son
aspectos de la democracia entendida como procedimientos. o la democracia material. La
democracia representativa se presentaría como la solución más viable y superior a todas las
demás propuestas, lo que garantizaría un alto grado de consenso gracias a la regularidad de
elecciones periódicas. La segunda condición histórica está en la crisis del desarrollismo
como ideología de integración estructural del sistema estatal. Tal propuesta democrática
ciertamente ha impulsado la promesa económica de desarrollo en los últimos años.
Según este último, la definición media integra las reglas de procedimiento, los valores y la
política democrática. El informe de 2004 del Programa de las Naciones Unidas para
América Latina y el Caribe hace de la democracia un aporte en este sentido. La democracia
se basa en el concepto del hombre como agente. Es cierto que la ciencia política se ha
centrado principalmente en el estudio de regímenes e instituciones como los partidos
políticos, los parlamentos y los votantes.
Debido a que la ideología de un grupo es aceptada por otros grupos, el mantenimiento del
orden se ve facilitado por la creencia en la legitimidad. Tales aspectos pueden explicarse
enmarcados desde un punto de vista teórico, como dice Ramos, en modelos de democracia
y no en un único modelo de democracia en la región. Está entre los valores del populismo,
la soberanía popular, la igualdad política, la justicia social, el nacionalismo, el
antiimperialismo y la antioligarquía, la modernización y el reformismo, la estabilidad y el
consenso más moralista que programático. Desde un punto de vista económico, por otro
lado, el populismo destaca el papel del Estado en la vida económica, tiene una profunda
desconfianza hacia el mercado y es retóricamente anticapitalista.
Para Mires, los riesgos de la democracia radican en el no diálogo entre los protagonistas de
la izquierda ideológica y la derecha económica. Hoy existe el riesgo de que las experiencias
populistas, nacionalistas e incluso militaristas que han surgido en algunos países de la
región consoliden un Estado antipolítico que atente contra la democracia. Así, la mayoría
de las teorías de la democracia tienden a reivindicar la identidad como referencia a valores,
voluntades e intereses. Por ello, los modelos de democracia encarnan la teoría, pero esta
teoría enmarca y se interconecta con los actores, las instituciones y la cultura política de la
sociedad y el Estado.
En este sentido, Ramos se refiere a la teoría de la democracia partidaria, que es parte del
poder estatal y fundamental en la teoría estatal. Dichos modelos enmarcan la práctica
política con respecto al tipo de partidos, el tipo de liderazgo, la cultura política y el estado
de derecho. Si bien existe una estrecha relación entre la teoría y la práctica política, es
posible trabajar seriamente en una conciencia democrática para fortalecer la cultura
política, el liderazgo y los partidos políticos.