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María Cecilia Rossi

Comienzos del siglo XX

en Santiago del Estero

La modernidad había
ingresado intempestivamente
en la Argentina. Con
gobiernos agnósticos y
liberales, bajo control de
la hegemonía económica
inglesa. En Santiago del
Estero, Absalón Rojas
adaptó el progresismo
porteño. Desplazando una
vieja oligarquía católica
y conservadora. María
Cecilia Rossi describe un
reacomodamiento de esos
mismos sectores. Cuyas
principales familias venían
sobreviviendo, con influencia
política y espacios de poder,
desde aún antes de la El intelectual francés Paul Groussac, ícono de las clases oligárquicas
porteñas a fines del siglo XIX. Casado con una santiagueña cuya familia
Revolución de Mayo de 1810. es descripta en el siguente artículo. Foto: en su estudio, junto a su hija
Cornelia Groussac Beltrán.

La historia que vamos a contar se
desarrolla en cuatro años de la segunda
mitad de la primera década del siglo XX,
entre 1.907 y 1.911, cuando sucedían las
presidencias de José Figueroa Alcorta y
Roque Sáenz Peña, y localmente las go-
bernaciones de José Santillán, el Dr. Dá-
maso Palacio y del Dr. Manuel Argañaráz
completando el período del renunciante
Palacio.
Santiago se había convertido en una
ciudad moderna, las calles principales
estaban adoquinadas, había luz eléctri-
ca, teléfonos, ferrocarriles, grandes tien-
das, un fantástico Parque Aguirre había
solucionado problemas de salubridad
pública y ofrecía un espacio de paseos
y diversiones, las mujeres de la sociedad
vestían a la última moda europea y se
leía la más actualizada bibliografía que
salía en Europa, mientras que la educa-
ción convertía a una antigua sociedad
ágrafa y de habla quichua, en una socie-
dad al estilo europeo, con arquitectura
italianizante reflejada engrandes casas
que eran el orgullo de la elite.
Parte de esa modernidad era la con-
clusión de las obras del último templo
franciscano y 1907 será para los Fran-
ciscanos un año importante. Cuando la
comunidad mercedaria celebró el 4 de
octubre las fiestas de San Francisco
de Asís, allí dieron por concluidas y se
inauguraron y bendijeron las obras que
dejarían el templo de San Francisco So-
lano tal cual hoy lo conocemos, y cele-
braron unas fiestas que contaron con la
presencia de las autoridades locales y de
damas de la sociedad, entre las que llegó
de Buenos Aires Mercedes Castellanos
de Anchorena, siendo guardián del Con-
vento Fray Buenaventura Gutiérrez y la
oratoria inflamada del joven franciscano
historiador José Pacífico Otero. Tres días
más tarde se reunían algunos hombres
notables de la sociedad santiagueña en
una sala del Convento de los Francisca-
no, con el objeto de intercambiar ideas
en relación a la posibilidad de homena-
jear al “Santo Misionero de las Indias Oc-
cidentales” el único santo que pisó suelo
argentino, evangelizó y vivió en Santiago
del Estero. En 1910 se cumplirían los
300 años de su fallecimiento.
En dicha reunión se encontraban
presentes el Reverendo Padre Provin-
cial fray Francisco Alonso, el Reverendo
Guardián del Convento local fray Buena-
ventura Gutiérrez y Fray José Pacifico
Otero, fervoroso defensor y difusor de la
acción franciscana en el Río de la Plata y
a quien se le debía la idea y fuera el autor
de la convocatoria, además de una canti-

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El sector céntrico de la ciudad de Santiago del Estero. Ilustración tomada del
libro Geografía de la República Argentina, de Francisco Latzina, 1888.
dad de importantes representantes de la
elite provincial. La idea fue tomada con
entusiasmo acordándose que se levanta-
ría en la Celda que construyó Francisco
Solano, un monumento, que fue cam-
biando de estructura a medida que se su-
cedían las reuniones y se aportaban las
ideas y los planes originales iban toman-
do forma, y se acordó levantar un Tem-
plete. Para todas las cuestiones relativas
al monumento, se formó una Comisión
que por decisión de José Pacífico Otero
fue revestida con el carácter de Nacional,
en sí mismo un signo de mucho prestigio
pero a la vez de grandísima responsabi-
lidad, y se tomaron decisiones relativas
a la forma y orden de su funcionamiento.
El monumento obra del maestro catalán
Miguel Blay no pudo ser inaugurado en
1910 como era la voluntad de Otero y
de la Comisión Nacional, al cumplirse
los 300 años del fallecimiento del Santo,
sino recién en 1911 concretando un pro-
yecto que poco o casi nada tenía que ver
con los planes iniciales, tampoco estaba
el Templete que en proyectos que iban y
venían quedó en la nada, idas y vueltas
que tuvieron que ver con unos contextos
que complejizaron la recolección de fon-
dos, la misma construcción y su instala-
ción, algunos de los cuales me propongo
analizar.
Los actores sociales
del monumento
Las Actas nos cuentan que la Comi-
sión pro-monumento a San Francisco
Solano fue presidida por el Ingeniero
Baltazar Olaechea y Alcorta, como vice-
presidente Juvenal Pinto Carreras, por
cuestiones de administración de los fon-
dos en el marco de las normativas de la
Orden nombraron tesorero a fray Buena-
ventura Gutiérrez y como secretario ac-
tuará Osvaldo Sarmiento, mientras que
como vocales actuaron todos los otros
presentes de una reunión interesante-
mente numerosa; Dr. Guillermo Olivera
, Pedro José Lami, Andrés Figueroa,
Dr. Dámaso Giménez Beltrán, Mariano
Vieyra González, P. Paulino Vallejos, G.
Martínez Pita, Andrés S. Rojas, Dr. Jus-
to N. Luna, Sr. Honorio A. Yolde, Juan
A. Garzón (terciario franciscano desde
1891), Dr. Royer M. Pinto Aliaga, Deside-
rio Gorostiaga, Juan A. Figueroa (funda-
dor de El Liberal), Santiago Palacios, Dr.
Benjamín Aliaga, Pedro Arredondo, Juan
S. Solán, Luis F. Carbonell, Lino Beltrán,
Dr. Félix Gallego, A. Aliaga, A. Moyano,
G. González, M. Muga, S. Castellanos,
Eduardo Canal Feijoo, Víctor Muga, Ma-
riano Santillán y otros.
La mayor parte de las personalidades
que vemos actuar con motivo de la cele-
bración del Santo Solano, tenían historia
dentro de la militancia franciscana, “per-
se”, por sus esposas o familias directa-
mente, y esto lleva la historia hasta la se-
gunda mitad del siglo XVIII, marcando el
Rojismo una suerte de ruptura del estado
secularizador, que logra recomponer po-
siciones con la Iglesia Católica una vez
desaparecido del escenario político. Aun
así, debo considerar que otros, directa-
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mente formaron parte de la Comisión
Nacional por ser miembros destacados
de la elite provincial, porque manejaban
influencias políticas a nivel provincial
y nacional a través de sus diputados y
senadores, porque eran grandes comer-
ciantes o negociadores de tierras, tenían
influencia con gobiernos de provincias
vecinas y con el gobierno central, sea
este el que fuera en los distintos momen-
tos. Lo que me interesa recuperar es la
idea que la constitución de este grupo
hunde sus raíces en tanto familias, en
la colonia y la llegada de los agentes
borbónicos, y en tanto políticos hasta
comienzos de mediados del siglo XIX.
No estaban en esos lugares en 1907 por
“importantes” sino además por sus histo-
rias previas que intentaremos sintetizar,
sin ánimo de exhaustividad.
En general se jactaban de pertenecer
a los elencos de los proyectos moderni-
zadores que a su modo altamente con-
flictivo- se impulsaban en Santiago del
Estero, formaban parte de los viejos tron-
cos familiares anidados en los pliegues
coloniales que articularon con los bor-
bónicos desde mediados del siglo XVIII,
algunos provenían del conservadurismo
pero también los había de otros grupos
políticos como la Unión Cívica convertida
en el Radicalismo, los había del partido
Liberal local, no faltaron los revolucio-
narios y quienes querían acelerar los
procesos de apertura político-social con
tiros y bombas. Tampoco tenían todos
las mismas perspectivas históricas, los
hubo docentes, intendentes, hombres de
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Mercedes Castellanos de
Anchorena, gestora en Buenos
Aires de la recaudación santiagueña
para construir el monumento a San
Francisco Solano.
la cultura y mayoritariamente políticos,
empresarios, estancieros, comerciantes,
estuvieron los primeros historiadores,
así como formadores de opinión pública,
los que en conjunto tuvieron esa capa-
cidad de mirar en perspectiva un futuro
de cambios que los hizo acomodarse a
los tiempos de flexibilidad política que se
venían y proponían una mayor presencia
de la Iglesia en el Estado e insistirán con
el retorno de los contenidos religiosos al
sistema de educación.
Pero de este universo de actores que
fueron convocados para honrar al Santo
Solano, por sus historias previas, encon-
traremos dos grupos atravesados, casi
como una raja, por el Rojismo moderni-
zador.
El primer conjunto, formó parte del
grupo de hombres que representó una
suerte de interregno, de espacio de arti-
culación, entre el Taboadismo (1.875) en
retirada y el liberalismo Rojista en avan-
ce sin pausa. En tanto segmento econó-
mico-político se constituyeron en enemi-
gos acérrimos del Taboadismo, tejiendo
tramas complejas de alianzas con las es-
tructuras políticas nacionales en redefini-
ción, con mayor proximidad que los an-
teriores al liberalismo nacional y menos
independencia. Participaron aquí varias
familias que habían regresado del exilio
taboadista y serán los actores centrales
del nuevos espacio, Luis Generoso Pinto
y su hermano Juan (yerno del goberna-
dor Pedro C. Gallo), los hermanos Pedro
y Jaime Vieyra (sobrinos carnales de los
Lami y el primero Terciario Franciscano
desde 1.849) y Pedro José y Francisco
Lami (hijos de Pedro José Lami y de Inés
Bravo de Rueda, primos segundo de los
Alcorta y nietos del Alcalde José Bravo
de Rueda) y Pedro Firmo Únzaga. Era
muy conocido el poder económico de
Luis Generoso Pinto, el que ejercía des-
de su casa de comercio, que era la prin-
cipal de la ciudad, así como su cercanía
con el gobernador cordobés Juárez Cel-
man y la posible formación de una liga
de provincias, como la enemistad política
con Absalón Rojas.
Y si hubo algo que los caracterizó
como conjunto fue el hecho de estar
permanentemente traccionado entre las
tradiciones caudillistas –de las cuales
muchos de ellos formaron parte activa- y
unos formatos republicanos que no ter-
minaban de cuajar en ese Santiago de
profundas tradiciones. Todos eran de ori-
gen santiagueño, los apellidos remiten a
las redes familiares y sociales de larga
construcción, la mayoría había estudia-
do en Córdoba, en unos tiempos que no
existían en Santiago más que escuelas
públicas de estudios primarios. Algunos
ocuparon altos cargos en universidades
o el ámbito religioso, lo que ya esta-
ba marcando una diferencia sustancial
con el espacio político anterior en los
procedimientos, los pensamientos y las
acciones, pero no se podía desprender
del conflicto, como base constitutiva de
la política santiagueña.
Así como Caseros significó que los
emigrados regresados del rosismo tuvie-
ran en la prensa un rol central en la difu-
sión de sus ideas y en la formación de
opinión pública, en Santiago del Estero la
prensa local contó entre sus integrantes
a gran parte de estos nuevos actores so-
ciales y vivió un período de gran expan-
sión. Entre abril y julio de 1.875 se editó
el periódico semanal “La Redención”
dirigido por Eladio Cedrón. Inmediata-
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mente apareció el periódico “La Liber-
tad” dirigido por Juan Francisco Iramain
publicado hasta junio de 1.876, jugó un
rol muy importante, alentando vivamente
el desarrollo del agro y se entusiasmaba
ante las posibilidades que se abrían a la
producción local por la participación de
la provincia en Exposiciones nacionales
e internacionales en las que se mostraba
al mundo la potencialidad santiagueña.
Inmediatamente después aparecerá “La
Faternidad” dirigida por Juan Francisco
Iramain y “La Prensa Libre” dirigida por
Carlos Rueda, estuvo hasta el 14 de
enero de 1.880, colaboraban Benjamín
Ávalos, Ramón Neirot y Pablo Lascano.
Avatares del
franciscanismo
Veamos, de este conjunto gene-
ral, algunos ejemplos que nos interesa
destacar dentro del franciscanismo. Por
ejemplo del año 1.882 en que Santiago
tuvo tres gobernadores, uno de ellos
fue Pedro Gallo Beltrán, Hermano de la
Venerable Tercera Orden Franciscana
desde 1.856; por cuestiones de inesta-
bilidad políticas su período lo completa
Pedro José Lami, al quien le sucede Luis
Generoso Pinto Carreras cuya esposa
Mercedes Beltrán Alcorta era Terciaria
Franciscana; el sucesor Pedro Firmo Ún-
zaga (1.883-1884) también fue Terciario
Franciscano -desde 1.849-. Para decir
en una apretadísima síntesis, importa
destacar aquí el aporte de los actores
franciscanos en cruce entre un catolicis-
mo militante y siendo integrantes de la
burocracia estatal.
Pedro Jose Lami, actuando como Vo-
cal de la Comisión Nacional, había sido
gobernador entre 1881 y 1882. Nacido
en la vieja villa de Loreto el 10 de abril
de 1851, descendía de una familia de
notoria actuación desde la Revolución de
Mayo, como relata Achával. Se desem-
peñó como senador nacional y diputado
provincial en varias ocasiones, fue con-
vencional constituyente en 1876, presi-
dente de la Legislatura y gobernador de
la provincia. El gobernador Gallo lo había
nombrado Comandante del Departamen-
to de Loreto, fue diputado por Atamisqui,
Oficial Mayor del Ministerio e Intendente

General de Policía de la misma goberna-
ción, y más tarde, reemplazó a Honorio
Yolde en el cargo de Oficial Mayor de
la Secretaría de Gobierno en 1880. Su
nombramiento como gobernador se
debió a la necesidad de completar el pe-
ríodo que dejaba vacante el gobernador
Pedro José Gallo, quien fue considerado
en rebeldía y cuyos bienes habían sido
embargados hasta 20.000 pesos fuertes.
El estudio de las leyes de ese período
revela la preocupación por asegurar la
cobertura de todos los cargos militares,
policiales y de justicia en la campaña,
con gente que no respondiera al gober-
nador. De modo que se puede apreciar
un ir y venir con nombramientos, renun-
cias, nuevos nombramientos, etc.
Otro vocal de la Comisión Nacional
fue el gobernador Mariano Santillán,
era hijo de José Castellanos Herrera y
Petronila Achával Medina. Estudió en
Córdoba, primero en Monserrat gra-
duándose de abogado. Formó parte
del gobierno de Juan Francisco Borges
(1.857-1.859) como diputado provincial,
y luego fue Juez de Alzada. Durante el
breve gobierno de Pedro Ramón Alcor-
ta Gallo (Terciario Franciscano desde
1.860) y gobernador interino en 1861 lle-
vando como ministro a Manuel Taboada
y luego presidente de la Legislatura y
nuevamente Juez de Alzada. Durante la
gobernación de Manuel Taboada (1.862-
1.864) fue diputado provincial, senador
nacional y Juez de Alzada. Durante el
gobierno de Absalón Ibarra fue diputado
nacional, senador nacional y Juez de Al-
zada. Durante la última gobernación de
Manuel Taboada fue presidente de la
Legislatura y diputado, cargo que man-
tuvo durante la gobernación de Grego-
rio Santillán desempeñándose también
como vocal del Superior Tribunal de
Justicia. En 1.879 se desempeñó como
Oficial Mayor del Ministerio de Gobier-
no. Diputado nacional ante el Congreso,
rechazó su candidatura a gobernador
de Córdoba en 1.892. La docencia fue
su verdadera vocación, fue profesor en
el Colegio Nacional de Córdoba, donde
llegó a ser Rector. Más tarde fue docente
de la cátedra de Filosofía de la Facultad
de Derecho (1.878) y desde 1.891 fue
electo para dirigir los destinos de la Casa
de Trejo. A pesar de ser concuñado de
Juárez Celman, era partidario de Roca y
su poder nacional se afianzaría en San-
tiago del Estero con su elección.
Pedro Firmo Únzaga gobernó entre
1.883 y 1.884. Fue hijo de Pedro Igna-
cio Únzaga y de Rafaela Carol, ambos
de distinguidas familias santiagueñas y
de vieja raigambre local. Sus estudios
de primeras letras los hizo en la escuela
de fray Grande y en Córdoba prosiguió
en la Universidad de San Carlos sus
estudios superiores. En 1.860 ocupó en
cargo de Ministro General durante el go-
bierno de Pedro Ramón Alcorta, pero al
ser derrotado en Maco, el 24 de septiem-
bre de 1.860, Únzaga fijó su residencia
en La Cocha (Tucumán) trabajando en
la agricultura y el comercio. En 1.872 el
gobernador de Catamarca Dr. Francisco
Galíndez lo llamó para ocupar un minis-
terio. En esa provincia dictó cátedra en
el Colegio Nacional y ocupó cargos en
la administración. Al finalizar en 1.875 el
gobierno de los Taboada, los emigrados
regresaron a Santiago, y entre ellos se
encontraba Únzaga. Fue presidente de
la Junta Central de Instrucción Pública
y cuando por la ley del 14 de mayo de
1.878 se creó el Consejo General de
Educación, Únzaga ocupó la Dirección
de Escuelas. Antes, en 1.876 fue Inspec-
tor General de Escuelas, lo mismo que
en los años 1.877 y 1.881 y vocal del
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Consejo en 1.882. Se desempeñó como
Ministro General de Gobierno con el
gobernador Gregorio Santillán, actuan-
do como gobernador delegado al viajar
Santillán a Tucumán por la inauguración
del Ferrocarril Central Córdoba, luego
Belgrano. En 1.876 fue electo Diputado
por Loreto. En 1.880, Gallo lo designó
vocal de la Cámara de Justicia; integró
la comisión que premió con una medalla
a Pedro San Germès por su actividad en
la industria azucarera y en 1.881 integró
la Comisión Municipal. Fue profesor de
Historia e Instrucción Cívica entre 1.875
y 1.883. Al concluir el gobierno, se dirigió
a La Plata en donde desempeñó eleva-
dos cargos, como el de Inspector de Es-
tadísticas de la provincia de Buenos Ai-
res, y profesor del Colegio Nacional entre
1.885 y 1.887. Desde el año anterior fue
redactor de El Diario de La Plata. De re-
greso a Santiago del Estero, en 1.896 fue
electo Intendente Interino.
El Post-Rojismo
El segundo grupo pertenece al seg-
mento históricos que llamamos Post-Ro-
jismo (1.8921.910), que significó la
consolidación más absoluta del conser-
vadurismo nacional con un marco local
de alto nivel de conflictividad con vio-
lencia extrema y gran inestabilidad po-
lítica. En consonancia con las disputas
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facciosas nacionales y la emergencia del
Radicalismo -que fue altamente disrupti-
vo- y el Socialismo, articularon las ver-
siones locales de los partidos nacionales
como la Unión Popular, Autonomista
Independiente y Republicano, en cruces
en ocasiones un tanto complejos. Com-
prendió cinco gobernaciones, dos de las
cuales tenía en el mayor de los cargos
a Terciarios Franciscanos, mostrando el
retorno al poder del franciscanismo con
la vicegobernación de Remigio del Rosa-
rio Carol Suárez (Terciario desde 1856)
entre 1.898 y 1.901). Ningún gobernador
terminará su mandato republicano, las
intervenciones federales se sucedían sin
solución de continuidad, o los mandata-
rios dejaban voluntariamente el mando.
Acusaciones cruzadas de llevar adelante
gobiernos de familia y nepóticos –que
parecían encarnados en la historia local-,
de sumisión al gobierno nacional, de en-
tregar sin control los bosques y la tierra
pública, eran habituales.
Juvenal Pinto Carreras, el vicepre-
sidente de la Comisión Nacional, había
nacido el 9 de julio de 1858, siendo el
menor de tres hermanos, Modesta naci-
da en 1846 y Luis Generoso nacido en
1847, fue estanciero desde 1887 dueño
de “Anchilo” en el actual Departamento
Moreno. Sus padres fueron Luis S. Pin-
to y Modesta Carreras. Juvenal contrajo
matrimonio con Mercedes Beltrán Acosta
(Terciaria Franciscana desde 1.884) y tu-
vieron tres hijos; Mercedes, Ernesto y An-
drés Pinto Beltrán. Con su hermano Luis
Generoso eran empresarios productores
de azúcar entre los más reconocidos de
la provincia, el establecimiento se llama-
ba “La Colonia Pinto”, con línea telefóni-
ca propia, 300 cuadras de caña todas re-
gables por dos canales de irrigación, un
“hermoso edificio” y las maquinarias más
modernas de la provincia importadas de
Francia con grandes innovaciones en el
molido de la caña. Claro que para co-
mienzos de siglo la industria azucarera
estaba en una crisis terminal, lo que no
significa que la familia permanezca en el
marco del empresariado local incluido in-
teractuando con los distintos gobiernos.
Hijo de Luis Generoso Pinto Carreras
y Rosa Aliaga Moyano, fue el Dr. Royer
M. Pinto Aliaga, de profesión abogado,
Santiagueños de principios de siglo XX haciendo trámites en oficinas de la
Casa de Gobierno.
había nacido en 16 de julio de 1.847 en
Córdoba-. Contrajo matrimonio con Ma-
ría Elisa Cornil Paz, tuvieron tres hijos:
Graciela, María Teresa y Eduardo C. A.
Pinto Cornil. Por su parte el Dr. Benja-
mín Aliaga Achával, estaba casado con
Saturnina Argañaráz Carillo y tuvieron
cinco hijos: Luis Aliaga Argañaráz, Mario,
Oscar, Ofelia, María Elena. Siguiendo la
línea materna era nieto de Rosario Carri-
llo Taboada y Roque Argañaráz Jiménez
(loretano); bisnieto de Asunción Taboada
Paz y Marcos Carrillo, y tataranieto de
María Josefa de Paz y Figueroa Quiroga
(nacida el 26 de febrero de 1.826 en San-
tiago del Estero) y de José Gabriel Ta-
boada, para no remontarnos a la colonia.
Otros miembros de la Comisión ocu-
paron otros cargos. Por ejemplo Lino
Beltrán Alcorta, era hijo de José Lino
Beltrán Talavera y de Mercedes Alcorta
Aranda (Terciaria Franciscana desde
1.859) y estuvo casado con Rosario Nei-
rot Olaechea Olivera (Terciaria Francis-
cana desde 1.858). Se desempeñó como
diputado provincial por la Capital en tres
gobernaciones, Manuel Taboada (1.867-
1.870), Gregorio Santillán (1.875-1.876)
y del Pbro. Baltasar Olaechea y Alcor-
ta (1.876-1.878). Pero tiene toda una
historia que viene de la colonia cuando
Mariano Beltrán (Terciario Franciscano
desde 1859) se casó con Catalina Bel-
trán de Medina, siendo también heredero
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de Pedro Ramón Alcorta Gallo (Terciario
Franciscanos desde 1.860) casado con
Rosario de Salvatierra Ibáñez, que fue
gobernador de Santiago del Estero entre
1.859 y 1.860 encabezando la primera
rebelión de tinte neofederal contra la he-
gemonía taboadista.
Luego tenemos una segunda rama
de la misma familia que surge del ma-
trimonio de Manuel José Beltrán Cortés
de Medina con Carmen Talavera Olivera,
que es la línea que se emparentará con
Hortencia Carol y con Mercedes Alcor-
ta Aranda (terciaria franciscana desde
1.859), cuya hija mayor, Cornelia Beltrán
Alcorta (Terciaria Franciscana desde
1.874) contrajo matrimonio con el histo-
riador Paul François Groussac Piquemal.
Cornelia era hermana de Lino, de Carlo-
ta Beltrán Alcorta casada con Sebastián
Palacio Achával (también Vocal de la Co-
misión Nacional), y de Mercedes Beltrán
Alcorta de Pinto Carreras.
Cuando estudiamos los propietarios
de tierras de la frontera del río Salado,
vimos a muchos de estos actores como
activos compradores de tierras o herede-
ros de antiguas estructuras territoriales
que se remontaban a la colonia. El Dr.
Dámaso Giménez Beltrán, desde 1.887
era dueño de una estancia en el cora-
zón del antiguo Matará llamada “Lojlo-El
Mistolar” además se desempeñaba en la
justicia como Juez de 1ª Instancia, Ma-
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riano Vieyra González era dueño de la do las vías para que no puedan seguir- presidente Quintana.
estancia “Suncho Corral” y “Zanjitayoj” los. El grupo se asiló durante tres días El trasfondo de tanto conflicto local,
todas en la zona de Matará. Luis Gene- en esta provincia, siendo homenajeado se encontraba en los quiebres que el
roso Pinto Carreras también era propie- por el gobernador Santillán con todos los sistema oligárquico comenzaba a expe-
tario de un terreno en la zona del Bracho honores, y Roca aprovechó para salió a rimentar y los cambios que se venían
desde 1.881. dar unas vueltas por la ciudad causando proponiendo sin ningún éxito. Los tradi-
la curiosidad de la gente común, porque cionales gobiernos de familia, el nepo-
Los hombres del no era para nada frecuente que un pre- tismo, los enroques, sumado a la crítica
sidente paseara por las calles santiague- situación local que venía de sequias pro-
monumento y los ñas. longadas, el cierre de los ingenios azu-
procesos políticos locales Finalmente Roca Regresó y los revo- careros, la baja en las producciones, las
lucionarios locales pusieron en marcha crisis financieras provinciales agudiza-
del comienzo del siglo XX
su propia conspiración, que incluyó unos das y una serie de conmociones que te-
días más tarde, el secuestro del gober- nían que ver con la frontera y los nuevos
Una de las primera cuestiones que
nador José Domingo Santillán y su espo- avances indígenas, estaban en la base
me parece oportuno plantear es la confor-
sa, Carolina Palacio, y un grupo pequeño de todas estas cuestiones.
mación de la llamada Comisión Nacional
de acompañantes, cuando regresaban Mientras la Comisión Nacional
pro-monumento a San Francisco Solano
en tren desde Buenos Aires. El grupo de por-monumento a San Francisco Solano
y el conjunto de actores políticos y so-
revolucionarios a cuya cabeza se encon- discutía la marcha del homenaje, discu-
ciales que la acompaña desde diversos
traba Juan B. Castro, futuro gobernador, tían la forma del monumento y del Tem-
lugares, ambas cuestiones relacionadas
intentó por todos los medios logar la re- plete, estos contextos nos llevan a una
intrínsecamente. Este comienzo de siglo
nuncia del gobernador, lo que no les fue nueva conmoción política en el mes de
XX era una suerte de espacio articulador
posible. El movimiento fue breve y termi- abril de 1.908 en que un grupo de revolu-
desde las viejas formas oligárquicas a
nó brutalmente reprimido y con una can- cionarios, mejor armados y organizados
otras nuevas, todavía muy difusas, pero
tidad de muertos y otros revolucionarios en función de la experiencia anterior, to-
más participativas y abiertas a otros gru-
apresados que lograron salir en libertad maron por asalto la casa de gobierno y
pos que aspiraban ingresar a la política.
cuando el presidente de la nación José mataron al hermano del gobernador San-
Aunque los vicios de las primeras no
Figueroa Alcorta declarara una amnistía tillán, dejaron al gobernador pensando
pudieran evitar salpicar a las segundas
general. Por último, y como para cerrar que estaba muerto así como a otras once
en continuidades en ocasiones un poco
un año políticamente complejo, el 11 de personas. Aquí vale el recordar los nom-
extrañas.
agosto atentaron contra el gobernador bres de los revolucionarios porque los
Santiago venía de calmar las aguas
intentando matarlo, al mismo tiempo que vamos a ver actuando en las cuestiones
del año 1.905, en que tres acciones polí-
en Buenos Aires se atentaba contra el del monumento, en forma paralela: los
ticamente muy fuertes a nivel local tuvie-
ron en vilo a la sociedad. Todos estaban
relacionados con la revolución radical del
mismo año, movimiento liderado por Hi-
pólito Irigoyen contra el Partido Autono-
mista Nacional y que aún fracasado, por-
que todos los revolucionarios terminaron
apresados, logró abrir un intersticio, esas
fisuras de las que hablaba Foucault, por
las cuales comenzaron a meterse, sin
pedir permiso, unos flujos instituciona-
les que permitían vislumbrar cambios
orientados a ampliar la base electoral
y por ese camino al reconocimiento de
la soberanía popular y la llegada de las
grandes masas al gobierno.
Una de las acciones planificadas por
los revolucionarios consistía en secues-
trar al expresidente Julio Argentino Roca,
pero este fue anoticiado y logró huir en
tren a Santiago del Estero con miembros
de su familia y algunos allegados, mien-
tras por detrás venían partidas levantan- El centro de Santiago del Estero a principios del siglo XX.

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hermanos Jaime y Delfín Vieyra, Pablo
Lascano, Manuel Gorostiaga, Napoleón
Taboada, entre otros.
En la imagen del Álbum de fotogra-
fías del libro del centenario de el diario
El Liberal se pueden apreciar los revo-
lucionarios en el interior de la celda, otro
grupo en una salita y un grupo de corren-
tinos que llegó hasta Santiago como ele-
mento de apoyo. Todos en la cárcel.
Pero la política no era lo único que
comenzaba a tomar otra forma. A co-
mienzos del siglo XX transitaba un pro-
ceso de carriles similares, la férrea se-
cularización del Estado Nacional, aquel
que había quebrado sus relaciones con
la Iglesia Católica, a partir de retirarle
aquellos espacios de poder que desde
la misma conquista había detentado y
que son muy bien conocidos como fac-
tores disruptivos, la creación del Registro
Nacional de las Personas y la Sanción
de la Ley de Educación Común Laica,
gratuita y obligatoria, Nº 1.420; la ruptu-
ra de relaciones con la Santa Sede y la
expulsión del profesor que representaba
el catolicismo educativo por excelencia,
José Manuel Estrada, que por razones
que vamos a ir explicando estaría muy
presente en su pensamiento en Santiago
del Estero. En el ámbito local las aguas
bajaron turbias también para los actores
católicos. La cerrada defensa de la liber-
tad de la Iglesia expuesta por el obispo
de Salta, Buenaventura Rizzo Patrón,
provocó una reacción furibunda del go-
bierno nacional quien destituyó al obispo
salteño y a sus vicarios foráneos, entre
los que se encontraba en de Santiago del
Estero, Monseñor Reinerio Lugones.
Frente a estas situaciones, los católi-
cos -en el país en general-, se dividieron
en dos grandes grupos. Estaban aquel
grupo que se aferró a las tradiciones y
esperó el momento de poder recuperar-
las y conservar los planos más tradicio-
nales de la Iglesia dentro del marco del
Estado. Sin embargo, a principios del
siglo XX, comenzaron a producirse algu-
nos cambios en el marco de la oligarquía
gobernante, y fueron esos intersticios
los utilizados por algunos grupos de la
Iglesia para cambiar algunas estrategias
tratando de influir más sobre la sociedad,
y en esta dirección el laicado jugó un
rol central. Allí comenzó a actuar un se- tanto la local como la Nacional. Pero
gundo grupo de católicos, pequeño pero veamos cual fue su evolución.
altamente dinámico, que procuraba el Para semejante obra que estaban
diálogo con el liberalismo ubicándose en emprendiendo se necesitaban capitales,
aquellos planos políticos cuya ausencia y tal vez muchos más que los que imagi-
la Iglesia acusaba. naba la Comisión, pero decidieron poner
En Santiago del Estero será este en marcha todos los recursos posibles
segundo grupo de hombres, a los que para obtenerlos, suscripciones públicas,
veremos actuar empeñados homenajear convocatorias por los periódicos locales,
el Santo Misionero Apóstol de América o provinciales y de la Capital Federal la ad-
Taumaturgo del Nuevo Mundo, reinsta- hesión al proyecto y cuanta promoción
lando bajo la forma de un monumento, estuviera a su alcance realizar. A medi-
una devoción muy importante durante la da que transcurrían las sesiones se fue
colonia. Formarán un grupo de intelec- advirtiendo que el proyecto original se
tuales católicos orgánicos, no necesa- complejizaba, pero que también se ad-
riamente todos franciscanos, y en este vertía que había tomado un gran interés
sentido cabe aclarar que el presidente entre los conventos del interior, que se
de la Comisión Nacional era un laico movilizaban tras la obtención de fondos
consagrado como hermano domínico, y que otros actores, de relevancia inter-
que como ejemplo es altamente ilustra- provincial y congresales, como Gaspar
tivo. Pero todos ellos operaron en la con- Taboada, hijo de José Gaspar Taboada
secución del objetivo, en conjunto desde Ibarra y de Emilia Montes, nacido en
el franciscanismo. 18.21 en Matará, frontera del río Salado,
Santiago del Estero. Cuando la familia
Las mujeres por detrás debió abandonar Santiago del Estero en
de los hombres del 1.875 por un movimiento que derrocara
monumento al poder taboadista, se instalaron en San
Miguel de Tucumán (donde falleció su
Todo un tema resultó el análisis de padre) y contrajo matrimonio en 1.920
las mujeres de la Comisión de Damas, con María Teresa Nouges Romero, sin
Adela Elisa Gorostiaga Paz de Iramain Olaechea (al centro). Obtenida
en la Quinta Iramaín, de Santiago del Estero, cuando la señora quedó
viuda y, vistiendo el sayal franciscano, invitó a las Hermanas Terciarias
Franciscanas de la Caridad fundadas por la Madre Mercedes del Niño Jesús
Guerra y Contreras (1817-1901), a residir en su casa: entonces realizó con
ellas las tareas de visitar enfermos a domicilio en épocas en que no había
enfermeras diplomadas.
10

tener descendencia, y el Diputado Pe-
dro Barraza –también de origen saladino
quien había sido en 1.898 senador na-
cional-, confirmaban su intención de in-
tegrar la Comisión Nacional. Se abría un
panorama interesante para la Comisión
Nacional, ya que el acercamiento al Con-
greso de la Nación a través de sus ac-
tores, podría intervenir con una cantidad
de determinada de fondos. Después de
todo, no sería lo mismo que el Congre-
so apoyara el proyecto que lo ignorara,
y porque además, estábamos ante las
puertas del Primer Centenario de la Re-
volución de Mayo y se especulaba con
que el gobierno nacional no escatimaría
fondos para las celebraciones, entre las
cuales los santiagueños incluían la nada
secular de San Francisco Solano.
La Comisión de Damas
de Buenos Aires
Por otro lado, José Pacífico Otero
aparece en Buenos Aires con gran cerca-
nía al poder central a partir de la relación
con las mujeres del poder, señoras de la
elite conservadora porteña a las que les
planteó el proyecto de homenajear a San
Francisco Solano en Santiago del Estero,
y logró que se formara una Comisión de
Damas, cuya presidencia estuvo en ma-
nos de la Sra. Elvira Adriana de la Riestra
Agrelo casada con Manuel Láinez Cané,
ligada directamente a Santiago del Es-
tero por el casamiento de su hermana
Leonor de la Riestra Agrelo con Manuel
Gorostiaga Paz, Terciario Franciscano
desde 1.872. Entre los nombres de las
mujeres importantes de la Comisión de
Buenos Aires, encontramos a la Sra.
Mercedes Castellanos de Anchorena,
Terciaria Franciscana entendida como
una gran benefactora de la Orden parti-
cularmente de los conventos de Buenos
Aires, Córdoba, y también, claro está, el
de Santiago del Estero.
El objetivo de esta Comisión, que
fue una apoyatura muy importante para
la Comisión Nacional, era la reunión de
fondos para concretar las obras en San-
tiago del Estero. Con este objetivo en la
mira, se dirigieron directamente al Con-
greso de la Nación del cual obtuvieron la
subvención de 30.000 pesos moneda na-
cional, según Ley Nº 5.548, de la que re-
mitieron copia legalizada. Esta comisión
porteña, posiblemente a instancias de
Pacífico Otero, decidió sumar a la cons-
trucción del monumento a San Francisco
Solano, la idea de construir una nueva
escuela anexa al convento.
Las Comisión de Damas
de Santiago del Estero
y el Libro de la Tercera
Orden Franciscana
(1856-1889)
Como apoyo local a la Comisión Na-
cional, se reunió una Comisión de Seño-
ras, que con fines paralelos a la comisión
porteña, se encargaría de recolectar fon-
dos, administrados implacablemente por
el Padre Guardián del Convento de San
Francisco de Santiago del Estero. Esta
Comisión estaba compuesta por Merce-
des Beltrán Alcorta de Pinto Carreras,
Carola Neyrot de Santillán, Carmen Al-
corta de Giménez Beltrán, Rosario Neirot
Olaechea Olivera de Beltrán, Rosa Gallo
de Gallegos (esposa del Dr. Félix Ga-
llegos), Manuela Peña de Luna, Corina
M. de Sarmiento; Mercedes V. de Villar,
Delia Santillán Palacios de Álvarez; Ma-
ría Elisa Cornil Paz de Pinto; Modesta
Beltrán de Gorostiaga; Dolores Vieyra
de Scheneidivirsd; Tomasa N. de Zava-
lía; Juana Llamas Neirot de Carbonell y
Dominga Correa Neirot de Olaechea y
Alcorta, esposa del presidente de la Co-
misión Nacional.
Afinando un poco la mirada y trans-
versalizándola con la política y la religión,
y consultado unos de los libros de la Ter-
cera Orden Franciscana que va con sus
anotaciones entre 1.856 y 1899, se ad-
vierten algunas cuestiones que son muy
interesantes para analizar.
Lo primero que surge son los apelli-
dos ligados estrechamente al francisca-
nismo: Achával, Olaechea, Alcorta, Bel-
trán, Neirot, Paz, Vieyra, Villar, Lugones,
Santillán, Talavera, Montenegro, Montes,
Gorostiaga, Paz; solos y en diversas
combinaciones matrimoniales: Gorostia-
ga Paz, Gorostiaga Taboada, Olaechea
Alcorta, Olaechea Olaechea, Beltrán
Alcorta, Carranza Achával, Achával Es-
curra, Vieyra Díaz, Alcorta Gallo, Alcorta
11
Quipu de Cultura
Aranda, Montes Neyrot, Neyrot Olae-
chea, Achával Vieyra, Beltrán Alcorta
Pinto Carreras, Hernández Argañaráz,
Lugones Montenegro, Neyrot Olaechea
Olivera Beltrán, Palacio Santillán, Santi-
llán Álvarez, Villar González, etc.
Las anotaciones del Libro revelan
que era notable la mayoría de mujeres
-contamos 160 por sobre 89 hombres- y
a medida que más mujeres se van incor-
porando los hombres se van retirando,
hasta que en 1.925 la Tercera Orden era
exclusivamente femenina.
Aquí vale una aclaración de la mayor
importancia. La mayoría de los apellidos
que vamos a encontrar formando parte
del mundo franciscano, o mejor dicho de
la Venerable Tercera Orden Franciscana,
se corresponden con apellidos de los
agentes borbónicos ingresados en San-
tiago del Estero en el siglo XVIII.
Implementar las Reformas Borbóni-
cas significó el desplazamiento de una
cantidad de funcionarios, comerciantes
y militares que las operativizarían. Aquí
nos vamos a centrar en los agentes ope-
radores del orden borbónico en Santiago
del Estero, aquellos hombres que desde
1731 comenzaron a llegar desde Espa-
ña, desde Perú o el Tucumán, excep-
cionalmente desde Chile, en el ejercicio
de diversas funciones, militares, comer-
ciantes y funcionarios, instalándose en
la ciudad de Santiago del Estero. Estos
actores habían sido detectados cuando
hace algún tiempo realizamos la historia
Quipu de Cultura
Acto público de inauguración del monumento a San Francisco Solano.
de la ciudad tardo-colonial pudiendo ad-
vertir que su presencia y accionar habían
generado una cantidad de cambios en la
fisonomía urbana y en las prácticas de
urbanidad.
La pregunta subsiguiente es por qué
estos agentes, encargados de imple-
mentar las Reformas, entre las que se
encontraban la expulsión de los Jesuitas,
fueron casi todos franciscanos. La histo-
ria no es tan compleja en esta dirección y
nos cuenta que cuando el rey Carlos III,
Terciario Franciscano, tomó la decisión
de implementar la mayor de las reformas,
entre ellas expulsar a los Jesuitas de los
territorios dominados por los españoles,
decidió confiar en los franciscanos para
cubrir los espacios de adoctrinamiento
religioso, además de asegurarse la per-
tenencia de los agentes al franciscanis-
mo y el reforzamiento de este culto por
sobre los demás.
Las redes familiares
como base constitutiva
de la sociedad
santiagueña
Pensar en términos de redes de re-
laciones orienta nuestro estudio en una
triple dirección. Por una parte nos permi-
te ubicar a los individuos operando en el
marco de grupos dentro de los cuales se
mueve y de los que asimila y reproduce
pautas de comportamiento, valores y
creencias. También nos da la posibilidad
de atender a sus vínculos y así explicar
las conductas de esos mismos individuos
luchando por unos recursos que son
siempre escasos y, finalmente, afirmar y
Miguel Blay, artista catalán a
quien la Comisión de Homenaje
a San Francisco Solano encargó
el monumento escultórico para
Santiago del Estero.
12
profundizar el conocimiento de los meca-
nismos de dominación.
Las redes familiares santiagueñas tie-
nen sus raíces en la colonia y en tal senti-
do conviene recordar que se relacionan a
las dos instituciones por excelencia, en-
comienda y repartimiento, en tanto éstas
les dieron la posibilidad de apropiarse de
los excedentes económicos y el Cabildo
hizo lo propio con los excedentes del po-
der político. Estamos hablando entonces
de un conjunto de familias santiagueñas
que históricamente relacionadas, articu-
laron un conjunto de recursos de orden
social, económico, político, cultural y
simbólico, en los que familia, parentesco
y alianzas operan como denominadores
comunes en los mecanismos de repro-
ducción y control social. Desde aquella
época y hasta mediados del siglo XIX,
estas redes familiares se convirtieron
en promotoras de acciones colectivas y
en instancias privilegiadas de mediación
entre lo público y lo privado en el marco
de un proceso en el cual aún no estaban
formadas las instituciones modernas y la
sociedad era poco diferenciada.
Esas redes estaban integradas por
grupos de familias unidas por alianzas
matrimoniales o cuestiones comunes a
defender, y mientras combinaban inte-
reses, necesidades y prejuicios, y daban
un nuevo formato a su comportamiento
social, operaban cada vez más como
formando parte de un segmento diferen-
te. Su evolución se vio muy brevemente
interrumpida luego de la Independencia
período en el que, si bien no controlaron
directamente los resortes del poder pú-
blico, seguían siendo los grupos econó-
micos fundamentales.
Fragmentos del libro
El monumento a San Francisco Solano
en Santiago del Estero,
de María Cecilia Rossi,
MCR Editora, 2014.

El loro de la soledad
En la imagen, el facsimil
de una nota que la revista
Antena, por entonces de
circulación masiva en
América del Sur, dedicó a El
loro de la soledad, película
que se filmó en Santiago.
En la foto aparece Guillermo
Dargoltz, uno de nuestros
comprovincianos que integró
el reparto.
El loro de la soledad fue
dirigida por Juan Antonio
Serna y Jorge Enrique Farías,
según el guion de Juan
Antonio Serna. Se estrenó
el 3 de agosto de 1967 y
tuvo como protagonistas a
Milagros de la Vega y Virginia
Lago.
Fue filmada en Santiago
del Estero en blanco y negro
y algunas escenas fueron
viradas a un color vinculado
a la situación: rojo para la
violencia, sepia para los
recuerdos, verde para las
alucinaciones, azulado para
los racconti nocturnos.
Su argumento gira
sobre un grupo de técnicos
ingleses que se radica en
Santiago del Estero durante
la construcción de un puente
para el ferrocarril. Los
ingleses se relacionan con
mujeres del lugar y surgen
una serie de circunstancias
13
Quipu de Cultura
novelescas.
Reparto: Milagros de la
Vega, Virginia Lago, Justo
José Rojas, Mercedes Ibarra,
Guillermo Dargoltz, Amado
Chamorro (hijo), Rosinés
Pérez Ruiz, Carlos Flores,
Miguel Ángel Paz, Fanny
Olivera.
Comentarios
Clarín dijo de esta película:
“Meritorio film nacional...
el color local funciona
dramáticamente”.
Quipu de Cultura
Estados Unidos y sus aliados te-
nían agendas con objetivos infames y
destructivos, con amenazas llevadas a
la práctica por el presidente George W
Bush, cuando anunció el establecimien-
to de “el eje del mal”: en el que incluía
a Irak, Siria y Corea del Norte, iniciando
en el año 2003 la injustificada destruc-
ción sistemática de Irak, bajo el burdo
pretexto de que Irak poseía armas de
destrucción masiva. Terminó asesinando
al Presidente de Irak y no encontraron ni
siquiera vestigios de armas de destruc-
ción masiva.
En el 2010 establecen un nuevo plan
siniestro y fatídico, mal llamado “Prima-
vera Árabe” que incluía a Túnez, Libia,
Egipto, Siria e Irán (aunque Irán no es un
país árabe) Esta primavera tenía como
base -según sus dichos- establecer una
democracia occidental en esos países.
Para cumplir con sus objetivos des-
tructores, generaron a través de sus ser-
vicios, manifestaciones y caos en cada
país hasta que toda la atmósfera cambie,
pero si no pueden lograrlos sirven para
debilitar a todas las partes y crear conflic-
tos. Han provocado movilizaciones, que
una vez iniciadas las mismas infiltraban
mercenarios terroristas para desestabili-
zar a gobiernos, y colocar títeres que le
sean funcionales a sus intereses, em-
pezando con Túnez, siguió Libia, luego
Egipto, después Siria.
La República Árabe Siria es el único
país árabe con constitución laica Desde
el 14 de marzo del 2011 Siria está com-
batiendo a los mercenarios terroristas,
representados por el ejército de los re-
gímenes turco, estadounidense, y saudí.
Sabemos que los verdaderos y princi-
pales responsables de la guerra en Siria
Colaboración
Abraham Camilo Brahim
Siria y la
“Primavera Árabe”
son: Francia, Gran Bretaña y EEUU, jun-
to con países como Arabia Saudita, Qa-
tar y Turquía (países del Golfo) brindan-
do su apoyo al terrorismo, describiendo
las alegaciones occidentales sobre el
uso de armas químicas por parte del
Ejército Árabe Sirio; esto constituye una
verdadera farsa y una acción primitiva
cuyo único objetivo es atacar al ejército
sirio después de que estos derrotaran
a los terroristas. Siria no posee arsenal
químico desde el 2013, y prueba de ello
es que la agencia internacional para ar-
mas químicas realizó investigaciones al
respecto, y está claro y documentado
que no las tiene.
EE.UU. ayudó a ISIS a escapar de
Raqqa, yendo hacia Deir Ezzor sólo
para luchar contra el ejército árabe sirio.
En tanto, el presidente Bashar Al Assad
tiene el respaldo de todo el pueblo sirio
y los aliados de Siria, son Irán, Rusia y
China, que la apoyan políticamente en
el Consejo de Seguridad. Estos países
respetan la soberanía de Siria y la toma
de decisiones nacionales y brindan apo-
yo para asegurarlos, sin participar en la
guerra.
En cambio cualquier soldado turco en
suelo sirio representa la ocupación. Hay
que distinguir entre los turcos en general
y Erdogan. Erdogan -presidente de Tur-
quía- está afiliado a la Hermandad Mu-
sulmana, que utilizan el Islam para tomar
el control del Gobierno de un país y crear
múltiples gobiernos que formen una red
en todo el mundo.
El daño producido por los mercena-
rios terroristas es infinito en muertes de
civiles inocentes, excavaciones en sitios
arqueológicos, con el objeto de saquear
y destruir las antigüedades e íconos his-
14
tóricos, muchos los han contrabandeado
a países extranjeros, comenzando por
Turquía. Entre ellos los antiguos tesoros
de la Edad de Bronce y del Imperio Ro-
mano, que reflejan la historia de la civili-
zación humana en Siria.
A Siria le impusieron: la guerra sucia,
el bloqueo económico y la guerra mediá-
tica, contra ello, el pueblo sirio afrontó
y lucha por salir de esta situación, que
empobreció al pueblo sirio y creó una
mejor atmósfera para que los terroristas
mataran a más sirios. Por lo tanto, parte
de Occidente, principalmente Francia,
el Reino Unido y los Estados Unidos, y
también Arabia Saudita y Qatar y Turquía
son responsables de esta parte y deben
rendir cuentas.
Pese a estas agresiones, el Gobier-
no Sirio ha encarado la reconstrucción
de Siria. Los técnicos están rehabili-
tando sus tiendas en el complejo indus-
trial al-Qadam que incluye 450 tiendas
especializadas en servicios mecánicos
de automóviles, tales como la puesta a
punto de motor, tapizado o chapa y pintu-
ra. Cubre una gran área desde la puerta
al-Midan hasta la plaza al-Ashmar ha-
cia la rotonda Bour Saeed en la antigua
carretera Damasco-Daraa, además de
Nahr Aisheh, al-Dahadeel, área al-Assa-
li y Jouret al-Shraybati. Se efectuó el 2º
Foro de Empresarios Sirio-Rusos, con la
participación de 70 compañías rusas, el
segundo día de la Feria Internacional de
Damasco en su 60ª edición, en septiem-
bre de 2018.
Actualmente, los triunfos logrados por
el Ejército Árabe Sirio dejaron en claro el
fracaso de los terroristas y los planes
confeccionados por algunos países oc-
cidentales, EE.UU., Inglaterra y Francia.
 Quipu de Cultura

Personajes
de la cultura
santiagueña

15
Quipu de Cultura

16
 Quipu de Cultura

María Lourdes Guzmán

EN PRIMERA PERSONA

Rafa Ledesma: El rock y la cumbia

que se popularizó en Santiago
durante los últimos 60 años
Rafael (“Rafa”) Ledesma es el fundador del ya mítico grupo
musical “Los Rocklands”, por el que pasaron vocalistas
como Jhonny Delara, Rudy Quiroga, Jimmy Kempf, entre
otros. Además fue integrante de “Los Pescadores de
Colombia”, con quienes compartió escenarios con “Koli” Arce
y Mario Álvarez Quiroga. Y como músico acompañó a Leo
Dan, Mariquita Gallegoss, Raúl Lavié, Norma y Mimí Pons y
varias otras celebridades.

É
l se describe como un
cronista de la vida. Ha
pasado por cientos de
escenarios y ha escrito más de
mil canciones, que hoy reco-
rren el mundo. Su nombre es
un ícono de la música popular
de los años 50. Rafael Ledes-
ma es una leyenda viviente de
Santiago del Estero de los últi-
mos 60 años.
Músico por herencia, tra-
dición familiar y elección. Un
amor porteño que llegó a sus
14 años despertó su talento
dormido. Descubrió su pasión
y vocación en el folklore, pasó
por el rock, la cumbia, el paso-
doble, los boleros, el cha cha
chá y por cuanto género musi-
cal exista. Fundador de la fa-
mosa banda de los Rocklands,
recorrió escenarios no sólo de
Santiago del Estero, sino tam-
bién de todo el norte argenti-
no.
“Yo era futbolista, pero
siempre hay algo que te deto-
na, que te hace iniciar o bus-
car un nuevo camino. En mi
caso fue la llegada de una chi-
ca porteña. Ella tenía 15 años,
era hermosa; todos los chicos
de mi edad y los mayores nos
volvimos locos por ella. Averi-
güé que había venido con su
madre desde Buenos Aires.
En esa averiguación supe que
le gustaba el folklore. Enton-
ces fui a mi tío para que me
enseñe unas notas con la gui-
tarra”, rememora Rafa en la
sala de música de su casa, en
el barrio Congreso.
En menos de una semana,
Rafa aprendió las notas de la
guitarra y se presentó en la
casa de su nueva vecina. Bas-
tó una canción para conquis-
tarla.
17
“Las mujeres son el leitmo-
tiv, la musa inspiradora. Y a
raíz de eso… estuve cinco años
con la chica”, afirma.
Su apellido materno, Nei-
rot, tiene tradición musical en
Santiago. Su abuelo, su mamá
y sus tíos fueron músicos, por
lo que Rafa llevó la música en
su sangre y en el alma.
“Me inicié cantando folklo-
re. Anduve con un conjunto
que formamos con chicos en-
tre 13 y 17 años. El grupo se
llamaba Los Cantores del Inti
Rupaj y ganamos un concur-
so, que nos dio una actuación
por un mes en emisora LV11
Radio del Norte, que transmi-
tía desde su auditorio —donde
actualmente es el diario El Li-
beral—. Tanto gustó lo que ha-
cíamos que después actuamos
dos meses más”, cuenta.
Por ese entonces, las radios
Quipu de Cultura
German Ledesma (segundo de la izquierda) y Rafa Ledesma (segundo de
la derecha), en una de las primeras formaciones rockeras de Santiago del
Estero.
AM ocupaban un lugar pre-
ponderante en los hogares, ya
que acercaba a la audiencia
recitales exclusivos de sus ar-
tistas preferidos, sin la necesi-
dad de moverse de sus casas.
Con su primer grupo de
folklore, Rafa recorrió peñas
de Santiago y de Tucumán.
“No sé si cantábamos bien,
pero sí fuerte y con muchas
ganas”, dice entre risas.
“En otro concurso a nivel
norteño ganamos de nuevo. El
premio era un mes entero de
actuación en el Casino de Las
Termas. Estando ahí, gen-
te de Córdoba nos escuchó,
nos veían chicos audaces, y
nos invitaron a probarnos en
Cosquín. Así que cuando ter-
minó el contrato, organizamos
el viaje y fuimos a Córdoba.
Comenzamos en distintos lu-
gares, como LV3, de Cadena
3, y nos contrataron del Fes-
tival del Cerro de las Rosas en
Villa Allende. Se aproximaba
Cosquín, incluso ya estaban
iniciadas las conversaciones
para que nos presentemos
como conjunto revelación por
nuestra edad. Pero mi mamá
me dijo que vuelva a Santia-
go. Siempre fui respetuoso
de los mayores y regresé. Los
otros tres chicos quedaron a
cumplir el resto de los com-
promisos que había en Córdo-
ba”, cuenta.
El rock de los 50
Cuando pensaba que su
corta historia musical había
terminado, llegó una nueva
propuesta que le cambió la
vida a Rafa. El desafío de tocar
rock lo movilizó demasiado,
tanto que hasta hoy lo sigue
haciendo con mucho entu-
siasmo.
“La verdad que andaba mal
humorado, y una tarde se pre-
senta un chico en la puerta de
mi casa. Y me dijo que quería
que lo acompañe en la guita-
rra. Y me dijo que cantaba rock
y que quería que lo salve esa
noche. Lo hice pasar a mi casa
y empezó a cantar. Cantaba y
bailaba una maravilla. Pienso
18
que ha sido el mejor cantan-
te en ese género. Se llamaba
Jhonny Delara y vivía a tres
cuadras de casa. En media
hora preparamos 12 temas, de
rock fundamentalmente, como
de los Teens Tops, Enrique
Guzmán, un poco rock en cas-
tellano”, confía el intérprete.
Esa noche Rafa y Johnny
tocaron en un parque de di-
versiones, donde usualmente
había espectáculos después
de las 10 de la noche.
“Cerca de las 11 de la no-
che, el parquecito frenó sus
juegos. Tenía un escenario
donde había shows de folklore
o tango. Esa noche lo acompa-
ñé a Jhonny con una guitarra
común, él cantaba y bailaba.
La verdad que gustaba muchí-
simo; llamaba la atención sus
morisquetas. Nos pagaron con
una botella de Cinzano, que al
día siguiente él vendía al al-
macén del barrio y con eso me
pagaba. Hicimos tres noches
seguidas de shows en el par-
que”, agrega Rafa.
También dijo que le comen-
tó este suceso a su hermano
mayor, Leónidas Ledesma,
que era concertista de gui-
tarra. Juntos, se animaron a
iniciar una nueva etapa. Y for-
maron el primer grupo de rock
en los años 50…
“Un amigo me prestó su
guitarra eléctrica. Mi herma-
no Leónidas, a su guitarra de
concierto le colocó un micrófo-
no y la convirtió en bajo, y otro
amigo que era aspirante como
músico en el regimiento esta-
ba aprendiendo a tocar la ba-
tería, pero no la tenía. Enton-
ces, consiguió un redoblante,
un bombo criollo y un platillo.
Y Jhonny nos dijo que íbamos
a tocar en Villanueva, un baile

de aquel tiempo. Llegamos sin
equipo y enchufamos todo en
el sonido del baile, que esta-
ba lleno. Empezamos a tocar
y la gente se volvía loca con el
grupo. Nosotros no teníamos
nombre, y al sexto tema, el lo-
cutor nos preguntó el nombre
y no teníamos. Entonces, nos
puso Los Rocklands. Luego a
Jhonny lo sucedió Rudy Qui-
roga que fue quien grabó con
el grupo; también estuvo el
‘Fabuloso Marcelo’, quien can-
taba los temas de Sandro, por
ejemplo”, recuerda el músico.
Según cuenta Rafa, “no ha-
bía prácticamente en la Argen-
tina esta línea de música. Lo
que se escuchaba era de Méxi-
co, por ejemplo. Después em-
pezaron a aparecer Leo Dan,
Palito Ortega, Jhonny Tedes-
co, entre otros, y se popularizó
en la Argentina esa forma de
hacer música, que no era rock
exactamente”.
Los Rocklands sumaron
después un guitarrista y un
muchacho que tocaba piano.
Tanto era el éxito del grupo
que tocaban de viernes a do-
mingo y hasta cuatro actua-
ciones por noche.
De la otra vereda, estaban
Los Demonios del Ritmo, gru-
po que también popularizó
grandes canciones cerca delos
60 y que hacía bailar a la gen-
te en los bares.
“En ese grupo estaba Hugo
Juárez, que para mí fue la pri-
mera guitarra más brillante de
mi época, cantaba Leo Dan, y
también estaban Julio Cárde-
nas, Mario Bustamante. Ellos
eran un poco más del centro.
Nosotros tocábamos en todos
lados, pero más en los clubes
barriales”, dice Rafa.
Debido al éxito de estas
“No es necesario
ser buen músico,
sino más bien
responsable”.
(Rafael Ledesma)
bandas, entre otras, se ha-
cían shows en las radios AM
de aquel tiempo. “La gente iba
al auditorio a vernos. Nosotros
también íbamos a Tucumán
los domingos a la tarde a la
LV12, que tenía gran alcance
por lo que fuimos a tocar tam-
bién a Chaco, en las ciudades
de Charata, Villa Ángela, Pine-
do, y un montón de otros luga-
res”, añade el músico.
En este panorama musi-
cal, aparecieron un montón de
grupos de jazz y tango. Ade-
más, de Los Demonios del Rit-
mo y los Rocklands, estaban
Los Clever’s, Los Denver, Los
Valiants, Los Grinberg en La
Banda, Las Estrellas America-
Los Rocklands, uno de los grupos más importantes en la historia del rock
santiagueño.
19
Quipu de Cultura
nas, Tommy Carabajal y mu-
chos más.
“Nosotros con Los Roc-
klands tocábamos en todos
los lugares pero había una
confitería, Trevi, que estaba
en la calle 24 de septiembre;
en Safari, un boliche en la 9
de Julio y Belgrano; en Scor-
pio que estaba en la Galería
Lindow, de la sociedad de Lito
Pietro y Habra. Lito era muy
fanático mío y todo lo que yo
tocaba a él le gustaba, enton-
ces me dijo que había escu-
chado los discos de la música
que hacíamos y que venían so-
nidos nuevos, con órgano por
ejemplo. Por eso él me sacó a
crédito un órgano, que yo lo
pagaba con mis actuaciones.
Así fue que comencé a tocar el
teclado también”, dice Rafa.
Vino un año muy frío y la
cantidad de shows disminuyó
por lo que Rafa tuvo que en-
frentar nuevos desafíos para
poder pagar la deuda del pia-
no.
“Una noche de mucho frío,
estaba haciendo una escala
en el teclado en un cuartito
donde tenía los instrumentos
Quipu de Cultura
“Los Pescadores de Colombia”, primer grupo de cumbias en Santiago del
Estero.
cuando golpearon las manos y
me buscaba un hombre para
que fuera a tocar en un night
club que era un cabaret, que
tenía música en vivo. Esa no-
che fui, me pagaron muy bien,
solucionándome el problema
de la deuda del teclado. Llevé
a mi baterista, Álvaro Trejo,
uno de los mejores bateristas
de todos los tiempos. Tanto
nos pagaban que los fines de
semana tocaban ahí, pero sa-
lía a hacer bailes cuando ha-
bía. Así que seguí un tiempo
ahí y me di cuenta que debía
estudiar música, porque ve-
nían cantantes de toda la Ar-
gentina, Chile, Perú, Ecuador,
Cuba; varones y mujeres que
cantaban y bailaban y traían
su partitura. Yo veía el título
y sabía cuál era la canción. Y
debía aprender música, no po-
día estar canchereando”, con-
fiesa Ledesma.
En el cabaret tocaba entre
las 00.30 y 05.30 y en los in-
termedios Rafa estudiaba mú-
sica en el camarín. A las 7.30
ya estaba saliendo a trabajar,
así que “no tenía mucho tiem-
po para practicar”. “Lo que no
sabía, porque a veces seme
complicaba, le preguntaba a
los músicos y les avisaba que
recién estaba estudiando”,
dice sin titubeos.
En medio de sus actuacio-
nes en el cabaret, “una no-
che se presentó un hombre
-porque en una hora y media
más tarde actuaba Mariquita
Gallegos, que en ese momen-
to era una artista de cine y
televisión, y no tenía quien la
acompañe” y le pidió a Rafa
Rafa Ledesma acompañando a Leo Dan en una de sus presentaciones.
20
que fuera su músico. No sólo
tocó el viernes con ella, sino
que también lo hizo el sábado
y domingo siguiente.
“Apenas deletreaba música,
estaba en el proceso de apren-
dizaje pero mi oído me fue
dando forma. Cuando llegué
me presenté y me puse a ver la
partitura, por lo menos leía las
claves y sabía cuáles eran los
tonos, y le dije que iba a hacer
lo que podía. Al otro día a la
tarde, fui con dos muchachos
más para que el show sea más
grande. Para eso ensayamos y
ella estaba al frente. Termina-
mos de ensayar, me llamó y me
explicó unos acordes de piano.
Ella había sido profesora de
piano y bailarina, además de
cantante. Pero nunca me dijo
delante del otro muchacho que
no era exactamente así, sabía
que estaba orientado pero no
era lo que debía hacer. Y nos
hicimos amigos, cada vez que
venía a Santiago, me llamaba
para tocar aquí, en Tucumán,
Salta y Jujuy. En vez de traer
un grupo de Buenos Aires, yo
le armaba un trío aquí”.
Además de Mariquita Ga-
llegos, Ledesma tuvo el privi-

Trio de jazz “Suceso”.
legio y placer de acompañar
a Norma y Mimí Pons, Ámbar
La Fox, Amparito Castro, Luis
“Cachita” González, Raúl La-
vié, Carlos Moreno, Chiqui Pe-
reyra, Juan Carlos Vigna, en-
tre otros.
Su llegada
al Grupo Octubre
En ese tiempo, Rafa aban-
donó Los Rocklands y comenzó
a andar con el Grupo Octubre,
que en un principio tocaba
rock y después se transformó
en un ritmo más popular. “La
música bajó de nivel y ya no
podíamos hacerlo”, resalta Le-
desma.
“La gente del Grupo Octu-
bre un día viernes me habla-
ron y les dije que tenía que
terminar temprano, porque
a las 12 tenía que tocar en el
cabaret. Así que ensayamos
como veinte canciones, rapi-
dísimo. Me dijeron que tenía
que ir a Añatuya y tuve que
avisar al resto de los mucha-
chos del cabaret que busquen
otros músicos para que ellos
no pierdan las actuaciones”,
cuenta el intérprete.
“Llegamos hasta ‘El fan-
danga’, una canción que era
“Yo vivo para
adelante, no para
atrás. Dejo que
las cosas fluyan,
que vengan, y las
vivo”.
(Rafael Ledesma)
21
Quipu de Cultura
un compendio de distintos
ritmos. Grabamos el LP. Ahí
tocaba el teclado en vivo y en
las grabaciones el teclado y la
guitarra”, añade.
Por entonces, Santiago del
Estero tenía ese tipo de músi-
ca, con los Demonios del Rit-
mo, Los Rocklands, Los Alfiles,
Los Extraños, Nevada, entre
otros. Todos tenían teclado,
guitarra, bajo, batería y can-
tante. Pero también estaban
los cumbieros que seguían con
el acordeón, guitarra rítmica,
bajo y timbaleta.
Pionero en la cumbia
El rock en Santiago del Es-
tero estaba en todo su esplen-
dor, hasta que un día apareció
en el concierto argentino una
música totalmente nueva: la
cumbia. La banda que popula-
rizó este género en la Argenti-
Quipu de Cultura

Los Rocklands. Parados, de izquierda a derecha: Body Torresi, Rudy Quiroga, Víctor Acuña, Rafa Ledesma.
Sentados: Leónidas Ledesma y Carlos Miguel Fuentes.

na fue el Cuarteto Imperial, de Empezamos a correrla boli-

origen colombiano y que causó lla de que pasaba a cumbia
furor en el público. y aparecieron varios chicos
“Nosotros teníamos un re- para la banda de rock, uno de
presentante habilísimo y me ellos Víctor Acuña. Empiezo a
dijo que la onda era hacer
Cerca de la casa pasar todos los punteos y si-
cumbia porque íbamos a tra- de Rafa Ledesma guieron Los Rocklands con él.
bajar más y estar mejores pa- nacieron también Y yo pasé a los Pescadores de
gos. Así que estaba frente a un míticos cantantes Colombia, el primer grupo de
nuevo desafío. Ya de folkloris- como Leo Dan, cumbia, que después cuando
ta me había pasado a rockero Koli Arce, el Facha yo salgo de ellos, se transfor-
y ahora a hacer cumbia”, re- Roldán, el Oso mó en el Quinteto Imperial”.
cuerda Rafa. “Notaba que en alguna me-
Una tarde le llevaron un
Jhonny, Puma, dida los Rocklands, donde se-
acordeón, empezó a practicar Jhonny Delara. guía mi hermano Leónidas, se
y en una semana pudo tocar estaba debilitando y volví. Y le
algunas cumbias y hacer unos dejé el mando a Koli, ellos si-
llamativos arreglos musica- guieron y después consiguie-
les. En este pasaje de su vida, ron el contrato, comenzaron
el músico evoca: “Probamos a grabar. Iban a hacerlo con
rez Quiroga y Pocho Lescano.
varios chicos del barrio para el nombre Los Pescadores de
Con ellos empezamos a ensa-
integrar el grupo de cumbia; Colombia pero ya estaba regis-
yar diez días, mientras tanto
vino Koli Arce, que tenía 13 trado, así que se cambiaron al
yo seguía con los Rocklands.
años; también Mario Álva- Quinteto Imperial”, suma.

22
 Quipu de Cultura

ANÉCDOTA

Compositor
de éxitos
Rafa Ledesma es compositor de mu-
chos éxitos, como “Doble vida”, uno de
los cuales dio a conocer Koli Arce y que
aún recorre el mundo.
Entre punteos y partituras, Rafa re-
cuerda el día que en que Koli llegó a su
casa para empezar a ensayar esta can-
ción: “Lo llamé y le pedí que venga por-
que tenía una canción que podía andar.
‘Eh cacique no… la semana que viene
vamos a Buenos Aires y ya venimos en-
sayando’, me dijo. Entonces le dije que
venga y que saque cualquier canción
mía del disco, porque esta nueva iba a
andar bien. Como las 8 de la noche vino
en su chata y le hice escuchar. Y me dijo:
‘¡Ya! grabamos en casa’. Esa noche la
buscó y al otro día comenzaron a ensa-
yar Doble vida para grabarla”.

El último grupo que formó Rafa fue Los Tres de

Oro, que aún sigue tocando en distintos eventos de
la provincia.
Recorte Diario El Liberal

23
Quipu de Cultura

Clásicos
de la
poesía

San Francisco de Asís

Cántico
de las
Criaturas
Loado seas por todas las criaturas,
mi Señor, y en especial loado,
por el hermano sol, que alumbra
y abre el día, y es bello en su
esplendor y lleva por los cielos noticia
de su Autor.
Y por la hermana luna y las estrellas, loado
seas mi Señor; en el cielo las formaste,
luminosas, muy preciosas,bellas.
Loado seas por el hermano viento,
mi Señor, y por el aire y el nublado
y el sereno y todo tiempo, con los que
a todas tus criaturas das sustento.
Loado seas por la hermana agua, mi Señor...
¡ella es muy útil, humilde, preciosa y casta!
Loado seas, mi Señor, por el hermano fuego,
a través del cual Tú iluminas la noche:
él es tan bello, tan alegre, tan robusto
y tan fuerte.
24
Loado seas, mi Señor, por nuestra madre
Tierra, la cual nos da sustento y nos
gobierna, y produce tan diversos frutos,
coloridas flores y hierbas.
Loado seas, por aquellos capaces de perdonar
por Tu Amor, y por aquellos que soportan
enfermedad y tribulación.
Bienaventurados aquellos
que soporten sus dolores en paz,
ya que por Ti, Altísimo, coronados serán.
Loado seas, mi Señor, por nuestra hermana
la muerte corporal, de la cual ningún viviente
humano puede escapar.
¡Ay de aquellos que mueran en pecado mortal!:
bienaventurados aquellos a quienes ella
encuentre en tu santísima Voluntad:
a ellos, la muerte segunda
ya no les hará mal.

José Agustín Goytisolo
Palabras para Julia
Tú no puedes volver atrás
porque la vida ya te empuja
como un aullido interminable.
Hija mía es mejor vivir
con la alegría de los hombres
que llorar ante el muro ciego.
Te sentirás acorralada
te sentirás perdida o sola
tal vez querrás no haber
[nacido.
Yo sé muy bien que te dirán
que la vida no tiene objeto
que es un asunto desgraciado.
Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora
[pienso.
La vida es bella, ya verás
como a pesar de los pesares
tendrás amigos, tendrás amor.
Un hombre solo, una mujer
así tomados, de uno en uno
son como polvo, no son nada.
Quipu de Cultura
Clásicos
Pero yo cuando te hablo a ti de la
cuando te escribo estas
[palabras poesía
pienso también en otra gente.
Tu destino está en los demás
tu futuro es tu propia vida
tu dignidad es la de todos.
Otros esperan que resistas
que les ayude tu alegría
tu canción entre sus
[canciones.
Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí Por lo demás no hay elección
pensando en ti y este mundo tal como es
como ahora pienso. será todo tu patrimonio.
Nunca te entregues ni te Perdóname no sé decirte
[apartes nada más pero tú comprende
junto al camino, nunca digas que yo aún estoy en el
no puedo más y aquí me [camino.
[quedo.
Y siempre siempre acuérdate
La vida es bella, tú verás de lo que un día yo escribí
como a pesar de los pesares pensando en ti como ahora
tendrás amor, tendrás amigos. pienso.
25
Quipu de Cultura

La Historia
del barrio
Autonomía
Libro y video documental,
fueron presentados este
12 de octubre

Un libro y un documental
histórico fueron realizados
por un equipo técnico de
la biblioteca popular Jorge
W. Ábalos, conformado por
Andrea Volmaro, Gloria
Gallegos, Diego Ramiro
La presidenta de la biblioteca Jorge Washington Abalos, Andrea Volmaro, Brunet, Griselda Merlini,
recibiendo de manos de un concejal la declaración de interés municipal
para el libro y el video “Memorias del Autonomía”. Alejandra Carreras y otros
vecinos del barrio.
Contiene ricos testimonios
de los habitantes del
barrio Autonomía. Ambos
fueron “proyecto ganador”
del programa “Puntos de
Cultura”, impulsado por el
Ministerio de Cultura de la
Nación.
Tanto este libro como el
video, pueden obtenerse en la
biblioteca Jorge Washington
Ábalos del barrio Autonomía,
Santiago del Estero.
Teléfono: 0385 439-
2109 - Página web: www.
bibliotecajwa.com.ar

La licenciada en Comunicación Social Alejandra Carreras presentando el video “Memorias del Autonomía”.

26
 Quipu de Cultura

Relatos

27
Quipu de Cultura
C
ada vez que camino en
el monte pienso en ella,
miro con atención para
no aplastarla.
Todo depende desde dónde
se mire, con qué ojos se mire…
Camisa a rayas. Pantalones
cortos. Le gustaba usar rayas
blancas y negras que adelga-
zaban finamente encima de
su angosta cintura. Sus pasos
audaces llevaban a gran velo-
cidad un minúsculo cuerpo.
Caminaba todos los días a la
misma hora, por el mismo ca-
mino. Trabajaba arduamente.
Nunca faltaba. Todas marcha-
ban en línea, una detrás de
la otra. Ella, como le gustaba
charlar y pasarla bien, se po-
nía al costado de las compañe-
ras. De vez en cuando miraba
el cielo, otras veces cantaba
despacio y hasta recitaba poe-
mas. Observaba el tamaño de
las hojas y se desafiaba a ella
misma. Tenía una meta: lograr
llevar hasta tres hojas de cua-
tro veces su peso.
Aprendió a superar obstá-
culos. No era la primera vez.
Cuando era más joven, hubo
un incendio. El fuego se llevó
todo lo que pudo, sólo quedó
la sed de la tierra rasgada y
dura.
Los giros hacia el sol no pu-
dieron devolver el bosque. No
quedó ni una semilla, ni un
Nadia Salim
Ministerio
pájaro, nada. Sólo la triste-
za de un par de sobrevivientes.
El viento era un náufrago
rasgando las piedras. Ca-
minaron varios días. La sed y
el hambre perseguían su an-
dar. Las antenas siempre fir-
mes y hacia adelante, a pesar
de todo. Un suave perfume
danzaba en el aire. Y allí es-
taba. El príncipe de los mon-
tes. Con su esplendorosa copa
abrazando el cielo, diciéndoles
que hay que tener esperanza.
Que con paciencia y perseve-
rancia, todo llega. Treparon
por su tronco recto, erguido.
Elegante con su traje gris,
áspero, grueso y hendido por
los años. Caminaron bastante
cuesta arriba hasta llegar a las
primeras ramas.
Encontraron las hojas y las
flores. Pequeños diamantes
amarillos alegrando la desola-
ción de aquel lugar incendia-
do. Y así fue cómo, sin prisa,
reconstruyeron su nuevo ho-
gar. Poco a poco aparecieron
los hormigueros, las colmenas,
los senderos. El agua celebró
el regreso de la vida tiñendo
de verde lo que encontraba. El
canto de los pájaros: la luz, la
sonrisa. El tiempo fue envol-
viendo los relojes en rutina.
Trabajar, cavar túneles, llevar
hojas y divertirse haciéndolo
era su especialidad.
28
Ese día amenazaba con llo-
ver. El viento traía algo dife-
rente. Cayó en la tierra, donde
estaba parada, un papel que
llevaba su nombre. No quiso
leerlo. Por un instante recor-
dó alguien diciendo que en ese
lugar sobraban trabajadores.
Alguien que no conocía per-
sonalmente pero que tenía el
poder de dar órdenes. Y que
todos las cumplieran.
Alguien que también deci-
día sobre los demás hormigue-
ros, y colmenas, y organizacio-
nes, y qué más...
El miedo de hablar la hizo
permanecer en fila. No tenía
ganas de mirar el cielo, ni re-
citar poemas. Sólo de dar un
grito y saltar. Pero no hizo
nada de eso, continuó calla-
da como el resto. Sólo se oía
el reclamo del viento que llora-
ba dolores ajenos. Terminó su
jornada como todos los días,
al horario establecido y se
marchó. Papel a cuestas, pe-
saba más que las tres hojas de
su meta. La aturdía el silencio,
ni las golondrinas se asoma-
ban. Llegó a su hogar. Abrió
la puerta, caminó por una al-
fombra hecha a mano por una
abuela. Recordó su infancia.
El calor de la sopa, los abrazos
y las risas. Todo eso necesita-
ba en ese momento. No había
 Quipu de Cultura

nadie. Sus hijas en la escuela. un obstáculo, sabía que po- por transitar; aunque nadie
La casa vacía. Se sentó en un día hacerlo. El fuego de aquel hable la voz existirá; donde
sofá con terciopelo colorado. entonces invadió su cuerpo todos caigan sólo juntos se
Se puso los anteojos y leyó el como el diablo que atrapa el elevarán; no hay fronteras; so-
telegrama. Su cuerpo se para- sueño de los que sueñan. Y mos como el río; la libertad es
lizó. El frío en sus ojos congeló recordó al príncipe del monte. un tesoro de unos pocos; hay
su alma. El papel temblaba y Caminó hacia él. Acarició su que caerse para avanzar; y ce-
las letras deslizaban a su rit- cuerpo. Abrazó su espíritu. Se rrar los ojos para mirar. Era
mo. Una lágrima borró una fir- vistió de savia. Su visión bo- valiente. Pudo volar y llevar no
ma. Pasaron tantas cosas por rrosa, las antenas duras. Miró sólo tres, sino cinco hojas so-
su mente en un sólo instante. al cielo y su paisaje. El tiempo bre su cuerpo. La poesía brotó
Como un tren de carga que se detuvo en ese instante. Fue de las flores multiplicándose
aplasta las flores que intentan feliz, tan feliz que le crecieron como estrellas. Se hizo amiga
crecer entre los durmientes. alas. Descubrió que desde otro del viento, las alturas y los lu-
¿Qué iba a hacer ahora? Toda lugar, las cosas se ven diferen- ceros.
una vida haciendo lo mismo. tes. Que existen otros caminos
Caminando por el mismo lu-
gar, a la misma hora. No cono-
cía otro camino. La angustia,
ese amargo sonido que aprieta
fuerte la garganta, la estaba
asfixiando. Pensó en sus hijas.
En cómo las miraría a la cara.
En el sistema que domina el
mundo. Pensó en lo absurdo
de presumir con remeras ra-
yadas manchadas por alguna
marca de moda. Se la sacó. La
pisó, una y otra vez. Se miró
al espejo. Su cara angulosa se
estaba derritiendo. ¿Sus ense-
ñanzas habrían sido en vano?
¿Ayudar a las nuevas traba-
jadoras? ¿Alivianarles el peso?
¿No respetar las órdenes y ca-
minar en doble fila? ¿Trabajar
por los que tienen hambre?
¿Era el hormiguero que fun-
cionaba mal? ¿Eran las de-
cisiones erradas? ¿Producir
más para ganar más? ¿En qué
nos habíamos transformado?
Aplastar al que menos tie-
ne. La poesía está muerta. Las
canciones mordidas. El mun-
do cada vez más pequeño y
chato. Las guerras fumigando
los aires y la vida. “Ya no me
puedo quedar mirando cómo
me quedo”—pensó.
Una vez ya había superado

29
Quipu de Cultura
Carlos Virgilio Zurita
Lectura de un prontuario
1.
Todo comenzó con un en-
cuentro que ahora ya no sabe
si fue casual a la salida de una
conferencia. Su padre le ha-
bía pedido que lo acompañara
a escuchar a Julián Marías,
cuya presencia constituía todo
un acontecimiento en una ciu-
dad del interior.
El padre de Horacio, el doc-
tor Rufino Argibay, era uno
de los tantos fieles seguido-
res del connotado filósofo es-
pañol; había leído alguno de
sus libros y los artículos que
publicaba –con frecuencia ex-
cesiva, a juicio de Horacio- en
el suplemento de rotograbados
de La Nación. Don Rufino te-
nía más de setenta años y con-
servaba intacto el entusiasmo
para las cosas importantes de
la vida, que para él eran, so-
bre todo, la música clásica y
la lectura. De vez en cuando,
Horacio era el único de sus
seis hijos que lo acompañaba
en alguna salida.
Cuando terminó la confe-
rencia, permanecieron un rato
en el foyer del teatro saludan-
do a gente conocida y comen-
tando las palabras del diser-
tante. Estaban en eso cuando
se acercó a su padre un anti-
guo alumno.
- Siempre lo tengo presente,
doctor. Usted fue uno de los
mejores profesores que tuve-
. Lo saludó estrechándole la
mano.
- Yo también te recuerdo.
¿Conoces a mi hijo?
Por supuesto que se co-
nocían, fueron compañeros
un tiempo en la Universidad,
aunque Tito Quiroga se recibió
de abogado y esa fue la prime-
ra carrera que abandonó Ho-
racio. “Qué suerte haberte en-
contrado, Tito, tenía ganas de
charlar, te invito un café”, dijo
Horacio. Don Rufino se des-
pidió y tomó un remisse para
volver a su casa.
Horacio propuso ir al Joc-
key Club. Un lugar silencio-
so y tranquilo. Sos socio, vos,
preguntó Quiroga. “No, pero a
veces suelo ir, me conocen”.
Tito lo miró de soslayo y quizás
se hizo una pregunta. Horacio
era un tipo alto, rubicundo, de
barba y pelo que comenzaba a
encanecer y que lucía modera-
damente descuidado. Tito era
un tanto más bajo, moreno, y
se notaba fibroso, con carnes
y músculos firmes.
-Tito, no te han pasado los
años.
-Lo mismo digo.
-La verdad, desde hace un
tiempo quería charlar con vos.
-¿Por alguna razón en espe-
cial?
-En cierto modo, sí. Porque
sé que trabajas en la policía.
30
-Pero eso fue hace un tiem-
po. Creía que sabías que ya
estoy retirado. De todos mo-
dos, sigo teniendo contactos,
te puedo orientar, recomen-
darte a alguien. ¿Tienes algún
problema con la policía?
Horacio sonrió, aunque no
dejó de sentir cierta incomodi-
dad.
-No, que yo sepa no ten-
go por el momento ninguna
cuenta pendiente con las au-
toridades. El asunto es más
sencillo o más complicado, no
sé. Sucede que desde hace un
tiempo estoy tratando de es-
cribir cuentos policiales. Es-
cribí unos cuantos, pero estoy
teniendo dificultades para en-
contrar historias y persona-
jes. Por eso quería conversar
con vos, para que me des una
mano.
-Ah, era por eso, -sonrió
Quiroga ahora distendido. Te
aseguro que por un momento
me preocupaste. No sabía que
te gustaba la literatura poli-
cial. ¿Y cómo podría ayudarte?
-Contándome historias, ca-
sos que se comenten en la po-
licía, crímenes no resueltos.
Y, porqué no, mostrándome
algunos legajos o prontuarios.
-¿Prontuarios? Eso es im-
posible.
-Pero te aseguro que mane-
jaría el asunto con discreción,
jamás te comprometería en

nada.
-No, esas cosas no se ha-
cen.
Horacio quedó pensando
en el asunto, un torbellino de
ideas le vino a la cabeza, un
torbellino que, con algo de in-
consciencia, lo llevó a doblar
la apuesta.
-Está bien, no puedes mos-
trarme prontuarios de otra
gente, ¿pero podrías conse-
guirme el mío?
2.
Casi como un juego en me-
dio de una charla ocasional,
sin que se lo hubiera propues-
to de antemano, había apare-
cido la cuestión del prontua-
rio. En el país ya se llevaban
más de veinte años de go-
biernos democráticos, y que
Horacio quisiera conocer sus
antecedentes registrados por
la policía o la SIDE implicaba
ahora una curiosidad casi lite-
raria. Ahora significaba quizás
sólo eso. Pero en otros tiempos
fue una obsesión aciaga, per-
sistente. Durante la Dictadura
militar hubiera dado un ojo de
la cara para conocerlos y sa-
ber a qué atenerse. Saber si
lo vendrían a buscar o podría
pasar desapercibido. Por ese
entonces estuvo pensando en
irse del país pero nunca termi-
nó de decidirse.
En rigor, las indecisiones –
que él quería llamar “sus bús-
quedas”- fueron conformando
la trayectoria arborescente
de la vida de Horacio, que ya
comenzó a manifestarse en el
colegio secundario, cuando no
terminaba de definir si quería
ser poeta surrealista o mili-
tante revolucionario, partici-
pando de cenáculos y recitales
poéticos en la SADE y de afie-
bradas sesiones de un grupo
indigenista.
Cando terminó el secun-
dario, se inscribió en Aboga-
cía para seguir los pasos de
su padre. Luego fue a Bue-
nos Aires a estudiar Letras,
y después se pasó a Historia,
estudios que tampoco conclu-
yó. Pero se quedó a vivir en
la gran ciudad. Anduvo dan-
do vueltas, comenzando una
y otra cosa. Un amigo lo llevó
como aspirante a cronista en
el naciente diario Palabra Ar-
gentina fundado por Alejandro
Olmos. Horacio aún no sabía
escribir a máquina, pero como
era un periódico popular, des-
organizado y lleno de ilusio-
nes, nadie se dio cuenta; fue
una linda experiencia pero el
diario no duró más de dos me-
ses.
Logró subsistir varios años
en Buenos Aires realizando
trabajos esporádicos –vende-
dor de enciclopedias en cuo-
tas, promotor en la venta de
terrenos y como encuestador-,
consiguiendo novias que lo lle-
vaban a comer en sus casas,
con pequeños préstamos de
amigos y, cuando la situación
se tornaba dramática, requi-
riendo el auxilio de los giros de
sus padres. Al principio, vivió
en pensiones con muchachos
de provincias, pero donde pasó
más tiempo fue en una pen-
sión de la calle Cerrito 244,
donde consiguió una pieza,
para llamarla de algún modo,
individual, que en realidad era
un pequeño depósito de cosas
inservibles de dos metros por
lado, situado en la terraza,
donde entraban a duras penas
la cama, la mesa, una silla y
un roperito. Pero era su cuar-
to propio, su mundo privado,
31
Quipu de Cultura
cuya posesión más preciada
era un calentador a alcohol
para desayunos y comidas. El
principal inconveniente de la
pensión era que no resulta-
ba posible ingresar discreta,
silenciosamente; se debía pa-
sar junto a la pieza con puer-
tas entornadas de su dueña,
Doña María, que siempre te-
nía un ojo para la televisión y
un oído alerta para los pensio-
nistas que llegaban. Ella había
sido clara, amenazante: no se
pueden traer mujeres. Para
colmo, el hall de entrada tenía
un piso de parquet al que el
paso del tiempo y el descui-
do lo habían tornado en una
caja de resonancias de cual-
quier pisada que intentara ser
furtiva; y luego, para subir a
las habitaciones, la maldita
escalera cuyos peldaños no
parecían ser de madera, sino
de quejumbres, de alaridos,
de lamentos de seres vivos. Si
uno pretendía llevar una chi-
ca a su pieza, de noche, ob-
viamente, se debía comprobar
que Doña María dormía; por
suerte ella otorgaba un han-
dicap: roncaba; aunque Hora-
cio nunca confió del todo en la
sinceridad de esos ronquidos.
Cuando recordaba ante
sus amigos la época que pasó
en Buenos Aires suele referir-
se a ella como “mis años de
bohemia revolucionaria”. Años
de amor, búsqueda del amor,
y militancia, dura militancia, y
de Paul Eluard y Trotski, ma-
drugadas en los bares de Co-
rrientes, tardes de asambleas
en la Facultad, noches con
mujeres imaginarias y reales,
mujeres transparentes y enig-
máticas, sueños de cambiar el
mundo, certidumbres de cam-
biar el mundo, la compañía
Quipu de Cultura
de resplandecientes y oscuros
amigos y compañeros, y siem-
pre la soledad, la soledad de
los domingos por la tarde en
su pieza de pensión.
Esa época terminó dos me-
ses después del golpe de mar-
zo de 1976, cuando regresó a
la provincia en busca, no de la
felicidad, sino de cierta forma
de invisibilidad que quizás po-
dría obtener al amparo de una
existencia intrascendente, di-
solviéndose, esfumándose en
la semipenumbra de los ritua-
les lugareños.
En la actualidad, a sus cua-
renta y tantos años, a mucha
gente no le quedaba claro a
qué se dedicaba Horacio. Tal
incertidumbre ocupacional
siempre preocupó a su madre
y fue una de las tantas causas
que esgrimió su ex mujer, Ire-
ne, cuando al principió le pidió
y luego le exigió que se fuera
de la casa para dejarlas vivir
tranquilas a ella y a su hija
Elisita.
No era una persona de la
que pudiera decirse que tu-
viera que tuviera ideas claras
acerca de sí mismo. Tampoco
poseía convicciones firmes, in-
modificables, y no estaba se-
guro de que esto constituyera
un defecto o una virtud.
Su experiencia sentimental
fue mucho más módica de lo
que él hubiera querido: mu-
chas fantasías, pocas aventu-
ras y sólo dos mujeres reales.
Con una vivió un tiempo; con
la otra se casó y luego se sepa-
ró. Pero siempre fue un hom-
bre de búsquedas, un corazón
dispuesto: pero ciertas muje-
res no parecían darse cuenta.
Hombre sin conflictos, Ho-
racio, el Nene, como le dicen
sus amigos de la infancia. Tipo
raro para muchos, algo ines-
crutable. Fue gran bebedor de
ginebra y fumador compul-
sivo, pero desde hace varios
años ha logrado moderarse en
la bebida y eliminar totalmen-
te el cigarrillo. Se ha ido des-
carnando y ahora sólo recono-
cería poseer un vicio secreto:
la turbación y el temblor que
le producen las chicas de vein-
te años; pero él quiere pensar
que se trata de una actitud es-
tética y no los preanuncios de
decrepitud moral.
3.
Unas semanas después
Quiroga lo llama por teléfono.
Tengo lo que me pediste, dice.
Quedan en encontrarse al día
siguiente en el bar de la planta
baja de Tribunales.
Horacio llega temprano y
pide café. Al rato ve a Quiroga
acercarse con otras dos per-
sonas. Permanecen un rato
en la puerta charlando y mi-
ran adentro, hacia él. Horacio
siente algo raro, ¿qué podía
ser?, casi como una antigua
alarma. Pero Quiroga se des-
pide de sus acompañantes y
se acerca.
Del portafolio extrae un so-
bre de papel madera que colo-
ca sobre la mesa.
-La verdad, estas cosas no
se hacen, pero en fin. Aquí lo
tienes. Ni una palabra a nadie
sobre esto.
-Muchas gracias, viejo, no
te preocupes. Qué increíble te-
nerlo. ¿Lo leíste?
-Por encima, pero vi que ha-
bías tenido tus cositas vos, eh.
Te podrían haber metido en
cana en los 70. Pero también
hay que reconocer que en es-
tos legajos hay mucha basura,
mucha metida de púa, mucho
32
invento, pero también, claro,
cosas que son ciertas.
Horacio piensa en llegar
cuanto antes a su casa, pero
se desvía hacia una plazoleta
frente a Tribunales y, sentado
en un banco, bajo la sombra
de una tipa, siente que esta-
ba cumpliendo con una de las
fantasías de su vida, con un
ritual tan íntimo y necesario
como los primeros pantalones
largos o el primer beso a una
mujer, y abre el sobre.
Aparece una carpeta de car-
tón; con marcador está escri-
to su nombre y su número de
documento, que no es el DNI
que se usa actualmente sino el
de la antigua Libreta de Enro-
lamiento. En la carpeta están
las hojas del legajo, y también
hay fotografías, recortes de pe-
riódicos y volantes de propa-
ganda política.
Luego leería todo con más
detenimiento, pero ahora
predomina la apreciación vi-
sual. La primera página es de
1964, está escrita a máquina
y hacia el final hay un párrafo
manuscrito. Se suceden pági-
nas escritas en distintas má-
quinas de escribir y también
anotaciones de puño y letra.
Pareciera que el informante
o, más probablemente, los di-
versos informantes, hubieran
cumplido con sus obligaciones
con el detalle de las normas
policiales pero también con
la despreocupación y falta de
cuidado que es típica de los
empleados públicos argenti-
nos. La penúltima página está
escrita a mano, y en la última,
que es 1982, vuelve el dactilo-
grafiado.
En el vértigo de esa prime-
ra lectura, distingue lugares,
circunstancias y, sobre todo,

nombres, que ponen su me-
moria en ebullición. Cierra la
carpeta y se pone a pensar.
En la noche, en su casa se
prepara unos mates, y sus
ojos comienzan a recorrer
cada una de las palabras que
hablan sobre él. A veces, sus-
pende la lectura, preso de la
evocación, la sorpresa o la in-
dignación; pero finalmente la
concluye.
Está tan excitado que baja
a la cocina y se sirve un jerez
que bebe en pequeños sorbos.
Sube de nuevo al escritorio, y
mientras lentamente asciende
la escalera evoca su vida, el
sentido y el sinsentido de su
vida. Se detiene en la puerta
y mira la escena: la lámpara
inclinada sobre la mesa ilu-
minando esos trémulos pa-
peles. Sus antecedentes. La
mirada de los otros, la visión
de los uniformados. La forma
más aciaga de la mentira: la
verdad distorsionada. Los in-
formantes han construido un
personaje caleidoscópico con
diversos nombres (Argibay, el
sujeto, el sospechoso, el ele-
mento subversivo), diversas
actividades (estudiante, en-
cuestador, vendedor de pren-
sa subversiva, desocupado,
correo de organizaciones te-
rroristas), y con diversas cos-
tumbres malsanas (divorcia-
do, noctámbulo de bares poco
recomendables, probable dro-
gadicto, quizás homosexual).
El primer antecedente con-
signado es de cuando él tenía
dieciséis años y refería su par-
ticipación en un acto cultu-
ral organizado por la Revista
Dimensión cuyo director era
Francisco Santucho (izquier-
dista reconocido y envenena-
dor de mentes jóvenes), y el
último, de 1981, da cuenta de
su firma en una solicitada so-
bre presos políticos.
Entre el primer y el último
antecedente, todo le resulta-
ba, al mismo tiempo, real y
ficticio, los nombres, las per-
sonas, las circunstancias, si-
multáneamente verosímiles e
imaginarias. Pero todo cono-
cido.
33
Quipu de Cultura
Salvo una cosa.
En las páginas del prontua-
rio encontró unas líneas que le
resultaron inquietantes. Entre
detalles irrelevantes y datos
minuciosos sin importancia,
de pronto se consignaba que la
detenida Adela Saint Germais
a la que se le dio la opción del
país, al ser interrogada sobre
su embarazo declaró que lo es-
taba en virtud de una relación
con el mencionado Argibay.
La conoció en enero o febre-
ro de 1976. Horacio militaba
en un grupo trotskista en la
Facultad de Filosofía y Letras
y era medianamente conocido
por participar en asambleas y
discusiones. Un día se acercó
a conversar una chica delgada,
pecosa y con una suave mane-
ra de hablar. La recuerda con
ternura, como una chica muy
dulce. Llevaba una visible cruz
colgada del cuello, algo raro
en la Facultad. Él estaba con
unos compañeros vendiendo
el periódico Lucha Obrera en
la puerta de la Facultad, otros
grupos ofrecían sus periódi-
Quipu de Cultura
cos y repartían panfletos. Los
estudiantes que pretendían
entrar debían pasar entre el
apretujamiento y la vocingle-
ría de militantes. No era fácil
conversar, pero la chica se de-
tuvo frente a él y le dijo: quiero
charlar con vos. No escucha-
ba tan a menudo ese requeri-
miento, así que interrumpió la
venta del periódico y tocándo-
le la espalda se alejaron para
conversar.
-Quiero que me hables de
la Izquierda Nacional, dijo la
chica.
Esto no es un levante, ni la
promesa de un atraque, pien-
sa Horacio, se trata de autén-
tico interés en nuestras posi-
ciones. Así que durante media
hora le recita el catecismo del
Partido, le comunica todas las
verdades reveladas, señalán-
dole el sentido epifánico que
tenían los dos Octubres –el
de 1917 en Petrogrado y el de
1945 en plaza de Mayo-. Tam-
bién le informa de las reunio-
nes de esclarecimiento que se
realizaban tales días y a tales
horas en el local partidario de
la calle Soler a los que ella no
podía dejar de asistir.
Al tiempo, se encuentran
en un café en Independencia
y Urquiza en la esquina de la
Facultad.
-Te invito a una parroquia
el domingo, vení, va a estar
lindo. Hay misa y después un
desayuno comunitario, dice
ella
-Pero si yo soy marxista,
cómo voy a ir a misa.
-No importa, vení lo mismo.
-¿Pero qué, tendré que co-
mulgar y todo eso?
Aunque todo era medio raro,
decidió ir. Durante la misa, ce-
lebrada por un sacerdote del
Tercer Mundo, le aclara Ade-
la, permaneció atrás, parado,
para evitar confusiones. Des-
pués ella le presentó mucha
gente, inclusive al cura, todos
le dijeron “Bienvenido” (Pensa-
rán que me estoy incorporan-
do a la grey?).
Luego del desayuno comu-
nitario, que fue sobrio pero
copioso, simple y abundante,
mate cocido y crujiente pan
casero, Horacio le dijo que se
tenía que ir. Ella lo acompañó
hasta la puerta de la parro-
quia.
Al despedirse, él pregunta:
tenés que hacer algo esta no-
che; ella: nada; él: si querés
nos vemos; y ella: claro.
Se da cuenta que ha deja-
do de actuar como recaudador
de adherentes al Partido para
convertirse en un mero vende-
dor de ilusiones. No es la pri-
mera vez que le pasa.
Poseía unas mínimas estra-
tegias de seducción que a ve-
ces le dan resultados. Fueron
a un bar, pidieron unos sand-
wichs y una cerveza grande.
Él había llevado un libro de
poemas para leer. En un mo-
mento le tomó una mano, ella
lo miró y no dijo nada. A la sa-
lida, en la vereda se besaron.
Luego él la invitó a su pensión
de acceso peligroso.
Ella lo llamó una vez por
teléfono. Pero no volvieron a
verse
Luego vino el golpe militar,
él dejó de ir por la Facultad,
y unos meses después cuan-
do todos comenzaron a ente-
rarse de las cosas que estaban
ocurriendo, Horacio trató de
tornarse invisible volviendo a
la provincia, a casa de sus pa-
dres.
Eso fue lo que pasó.
34
4.
Al principio le costó un
poco, pero luego pudo recons-
truir la trayectoria de esa chi-
ca, Adela, desde que se fue del
país. Le escribió una carta a la
hermana de ella que vivía en
Francia y luego la llamó por
teléfono. La hermana de Adela
le dijo:
-Vivo en Francia desde los
años 60. Me recibí de médica
y como era becaria en el equi-
po de investigación del doctor
Houssay me enviaron a per-
feccionarme a La Salpetriere.
Me casé con un colega y me
quedé aquí: mis abuelos eran
franceses así que no hubo pro-
blemas para obtener la ciuda-
danía y todo eso. Cuando nos
enteramos que detuvieron a
Adela, a través de la Embajada
de Francia comenzamos ges-
tiones para que la liberaran
o le dieron la opción de salir
del país. Tuvimos suerte y ella
llegó aquí. Sí, estaba emba-
razada y el niño nació a unos
meses de su llegada. ¿Su pa-
dre? Ella nunca quiso hablar
del asunto. La comprendo,
eran momentos tan terribles
los que se estaban viviendo en
Argentina. Nunca me quedó
claro si era un tipo que se fue
o murió o desapareció. ¿Vos lo
conociste? Su hijo, sí, es nues-
tro hijo y tiene dos hermanos
más. Ella murió cuando él te-
nía tres años. Un accidente
increíble, absurdo, la atropelló
un auto cuando ella caminaba
por el costado de la ruta. Salía
todas las mañanas a caminar.
Pobre Adela. Su hijo, nuestro
hijo, ya es todo un hombre,
tiene veintiocho años, es eco-
nomista, estudió aquí y luego
en Londres, en la actualidad

trabaja en el departamento
de investigaciones del Credit
Lyonnés, se dedica al tema de
los modelos matemáticos apli-
cado a las finanzas, son las
cuestiones que le gustan, es
feliz en su trabajo. Aún es sol-
tero. ¿Su nombre? Ella pensa-
ba ponerle un nombre argen-
tino, Carlos, Juan o Santiago,
pero finalmente, para facilitar-
le las cosas a su niño, le puso
un nombre francés: se llama
Jacques. ¿Pero por qué te in-
teresa tanto el asunto?
-Me interesa porque en un
tiempo fui amigo de tu herma-
na.
Horacio quedó sumido en
largas preocupaciones. Qué
debía hacer, qué convenía ha-
cer. La cuestión era demasia-
do seria y delicada como para
actuar con precipitación. Por
empezar no había certidum-
bre de que el chico fuera hijo
suyo. Estaban las declaracio-
nes de Adela transcriptas en
el prontuario, pero fueron di-
chas cuando estaba detenida,
¿cómo y en qué condiciones
fueron dichas o arrancadas?
Quizás las dijo para salir del
paso, un nombre que le vino
a la cabeza, un nombre des-
conocido e inverificable. Tam-
bién es posible que no las
haya dicho, y que se trate de
un invento de los informantes,
como tantas mentiras, falsifi-
caciones y verdades a medias
que leyó en el prontuario.
Y en el caso de que fuera
cierto, tampoco resulta claro
lo que debía hacer. Cuando
murió su madre el niño fue
criado por su tía; por lo visto,
bien criado, tiene una profe-
sión y es feliz en su trabajo.
Tengo derecho, se preguntaba
Horacio, a irrumpir de pronto
en su vida, quizás sólo para
turbarlo e inquietarlo. No era
improbable que el chico hu-
biera alentado fantasías sobre
su padre: que era, o fue, un
héroe revolucionario o un sa-
bio conocedor del sentido pro-
fundo de la vida o un triunfa-
dor en los negocios financieros
35
Quipu de Cultura
o tal vez un gran artista o a al
menos un hombre seguro de sí
mismo capaz de proporcionar
buenos consejos y de tener
comportamientos ejemplares.
En cualquier caso, cualquiera
hubiesen sido sus fantasías,
Horacio temía causarle una
seria desilusión.
Si lo fuera a ver no sería
para ayudarle a configurar su
identidad, sino que iría, pien-
sa Horacio, buscando mi pro-
pia identificación, procurando
apresar una revelación, un
cabo suelto del pasado, de mi
pretérito imperfecto.
Con todo, unos meses des-
pués, Horacio imagina que tal
vez podría escribirle a una le-
jana amiga de la infancia, Chi-
qui Dibur, que vive en París, y
que durante veinte años fuera
una de las dueñas del restau-
rante La empanada argentina
en la rue de Montparnasse,
anunciándole que, no era se-
guro, pero quizás fuera a visi-
tarla en Abril.
Septiembre-Octubre de 2007
Quipu de Cultura
Mario Lavaisse
Humancés o chimpamanos
El capitalino no hacía ni
cinco minutos que había
llegado y Cacho ya le estaba
preguntando si alguna vez
había ensoñado. Al otro
muchacho que había llegado
antes no le preguntó nada,
aunque si le dirigía la mirada
cuando hablaba. A él y al
porteño, así alternaba, no los
dejaba meter la cara en la luz
del celular. El porteño quiso
saber qué era eso de ensoñar.
Con esa pregunta le daba pie
a Cacho para hablar de eso
que tanto le gustaba: la
sabiduría tolteca, la disciplina
del guerrero y los cuatro
acuerdos fundamentales. El
porteño era tan escéptico
como Cacho buen orador. En
cuanto le contó que ensoñar
es entrar con la conciencia al
mundo de los sueños el
capitalino reclamó que eso era
imposible. Cacho sonrió
mostrando todos los dientes y
le dijo que él podía enseñarle,
pero primero que nada tenía
que cambiar su actitud. En
eso salió al patio el anfitrión,
de bufanda y boina, dando los
buenos días y aclarando su
ausencia en función del
viento frío que recién
aparecía. Era un señor
mayor, hombre bien entrado
en años y de modales
ingleses. Preguntó al aire
dónde estaban los
pasamontañas y Cacho
contestó que en la gaveta del
auto. Dicho eso notó la
presencia del muchacho que
estaba al lado del porteño. Le
estrechó la mano, le dijo que
era un placer que los
acompañara y que no
esperaba que fuera tan joven.
En el mismo gesto los invitó
adentro. Cacho se acercó al
asador y anunció la pronta
salida de los chorizos. Luego
entró a la casa con los
choripanes armados en la
tabla, todos le elogiaron la
atención y rápidamente
volvieron al tema en el que
estaban. Cuando el anfitrión
vio a Cacho abrir el vino
sugirió que no era una buena
idea la de beber. Cacho alegó
que serían un par de copas
nomás. Para tomar y dejar de
tomar, de manera tal que les
diera sueño y pudieran
probar de ensoñar. En la
sobremesa el anfitrión contó
del curioso experimento de
Ivanovich Ivanov, un científico
ruso que a lo largo de la
década del veinte intentó
engendrar un humancé, un
híbrido entre el humano y el
chimpancé. Incluso tenía
varias voluntarias humanas
que estaban informadas de
cómo venía la mano. Y
también inseminaron a
hembras de simio, gorila y
chimpancé con esperma
humano. Esto lo dijo el viejo
poniendo más grave la voz.
Después de varios intentos
finalmente lograron uno de
sexo femenino, producto de
una hembra humana y un
chimpancé adolescente.
Bautizaron como Irina a la
pequeña que creció en
36
cautiverio, en una base
militar rusa en la zona norte
de Kenia, de donde era su
padre. Había mostrado
destrezas motoras notorias,
superiores al cachorro
humano en varios sentidos.
Antes de los tres meses logró
sentarse, y hacia los seis, la
marcha, aunque no en
posición bípeda, sino
apoyando el dorso de los
puños en el suelo a la manera
de los chimpancés. No logró
sobrevivir hasta su primer
año de vida, cuando ya
empezaba a decir sus
primeras palabras. Cacho
escuchaba atento desde la
cocina, donde lavaba la tabla
y los cubiertos. De espaldas a
la conversación preguntó cuál
era el propósito de crear a los
humancés. Sugirió también
que le gustaba más cómo
sonaba chimpamano que
humancé. Los demás rieron
con la ocurrencia. El anfitrión
contestó que escuchó decir
que Stalin quería liderar un
ejército de estos híbridos, de
 Quipu de Cultura

los cuales suponía que serían

mejores para el combate que
los hombres, además de más
sumisos. Y que el mismísimo
Pavlov, el de los perros, le
hizo pensar en las
complicaciones jurídicas de la
cuestión. Pronto exigirían
legislación a su medida,
vivienda y trabajo digno.
Entonces el experimento llegó
a su fin. Y el científico
enfermó y murió al año
siguiente, solo y lejos de casa.
Dicho eso el anfitrión dio un
bostezo que cubrió con el
antebrazo, sin soltar el vaso.
Pidió disculpas y anunció que
se iría a dormir unos
minutos. Cacho le contestó
que era una buena
oportunidad para intentar
ensoñar. Los demás
acordaron y en menos de un
minuto ya estaban todos en la
pieza. El dueño de casa y el
capitalino, los únicos
acostados cada uno en dos
chequearse las manos. Y ahí tenía, tampoco un cuerpo, era
camas que estaban
estaba la clave para dirigir una pura perspectiva.
enfrentadas. Cacho se sentó
con la conciencia a los Entonces despertó. Sus ojos
en el medio y al lado se
escenarios del sueño. Se se veían cansados, pero tenía
acomodó el otro muchacho
miraron las manos varios la respiración agitada y así, le
que aclaró que tenía sueño
minutos. Cacho también, dijo Cacho, era difícil que se
pero prefería ver lo que iba a
sentado, a menos de un durmiera de nuevo. El
pasar. El viejo giró sobre sí y
metro de donde estaba porteño aseguró que beber
les dio la espalda. El porteño
acostado el porteño quien una copa más de vino le
preguntó qué tenía que hacer
bajó las manos y las llevo a la ayudaría. Desde su cama y
mientras se tapaba con el
altura del abdomen aclarando sin darse la vuelta, el viejo se
acolchado de pluma de ganso.
que estaba a punto de negó diciendo que ya no era
Cacho le contestó que debía
dormirse. Cerró los ojos y los hora de beber. Cacho le puso
mirarse las manos
abrió a los pocos segundos la mano en el hombro y le
largamente. Seguir sus
exaltado. Se sentó en la cama aclaró que tuvo un sueño
intrincados caminos de piel y
y contó que Cacho estaba en común y corriente, que tenía
de rugosidad. Atender a los
el sueño, que estaban en la que volver a intentar.
dedos. A la forma en que se
misma habitación con la Después de hacer
mueven y en especial a la
única diferencia de que el respiraciones lentas, llenando
parte en que la uña entra en
viejo y el otro muchacho no sus pulmones de aire y luego
la carne. El objetivo de esto
estaban. Y que Cacho le vaciándolos, anunció
era dormirse con esa imagen
recordó que debía mirarse las nuevamente que se dormía.
y en cuanto se entrara al
manos y cuando intentó Entonces relajó su cuerpo y
mundo de los sueños
hacerlo encontró que no las se durmió. Pasaron unos
37
Quipu de Cultura

minutos y Cacho lo despertó risa ahogada en la voz. Pensé invitándome a entrar en la

para preguntarle qué soñaba.
Creo que nada, atinó a decir.
Cacho le contestó con
seguridad que otra vez se
había dormido de la forma
común y corriente. Que para
ensoñar había que estar
limpio, purificado. Acto
seguido le preguntó si estaba
dispuesto a abandonar todas
sus creencias. El capitalino
dijo que sí casi de inmediato.
Entonces miráte las manos, le
ordenó Cacho y él obedeció.
Llevó nuevamente las manos
a la altura del abdomen y se
quedó dormido en menos de
un minuto. Cuando despertó
por el griterío, casi diez
minutos después tenía la
almohada entre las piernas en
clara posición de partenaire
sexual. Todos se doblaban de
risa, incluido el viejo que reía
a carcajadas sentado en la
cama donde antes dormía. El
porteño se sentó apoyando la
espalda en la pared, empujó
la almohada con los pies y se
acomodó el pantalón. ¿Qué
has soñado? le preguntó
Cacho un poco todavía con la
que ensoñaba, dijo el porteño.
Me miré las manos y por eso
pensé, bueno. Estaba en la
casa de mis viejos, pero era
como cuando era pibe. Con
un cuarto de servicio al fondo.
Me acerqué, impresionante
todo, no me acordaba de esos
detalles, el piso de tierra, el
camino de baldosas hasta
una galería con un asador y
una pequeña habitación
detrás, con un baño más
pequeño todavía. Me acerco
por la ventana y veo a una
mujer durmiendo en
bombacha. Es Magalí, una
empleada doméstica
paraguaya que supieron tener
mis padres, que fue la
primera mujer que vi en ropa
interior. La cosa es que
cuando me acerco bien me
doy cuenta que no era una
mujer, sino una mona, una
mujer mona, el híbrido del
que estaban hablando,
hombre. Pero era la Magalí
hecha mona y bueno, en eso
que nos miramos giró sobre
su cuerpo y me miró mientras
me daba la espalda como
pieza. El porteño interrumpió
el relato al notar lo tentados
que estaban los demás.
Cacho rompió en carcajadas y
los otros también. Te he dicho
que hay que estar limpio, le
dijo mientras se levantaba de
la silla y estiraba los brazos
hacia arriba. Vamos a darle
una última miradita a los
papeles, propuso el viejo
mientras se acercaba al
escritorio de la cocina en el
que estaban desplegados
varios planos y mapas. El
resto del grupo fue por detrás,
salvo el porteño que apareció
a los dos minutos, con la cara
como si nada hubiera pasado
y bien peinado. Recién ahí
tomó la palabra el hombre
mayor. El otro muchacho lo
interrumpió a los pocos
segundos diciendo que no se
sentía seguro y que prefería
que conduzca alguien más.
Todos le clavaron la mirada.
Después de unos segundos, el
viejo contestó que él lo haría,
pero que igual iba a tener que
ir con el grupo.

El introductor de la magia del cine

en Santiago y el NOA
Entre los años ‘40 y ‘80 hubo en Santiago del Es-
tero suficientes cines como para conformar a la au-
diencia, que, semana a semana accedía a los estre-
nos internacionales. Había en Santiago y La Banda
dos salas que se llamaban Renzi.
Guillermo Renzi (foto) fue el propulsor del gran
desarrollo del negocio de los cines, tanto en Santia-
go del Estero y Tucumán, como en el resto del nor-
te. Fundó la Compañía Cinematográfica del Norte.
Nació en Italia, se radicó en Santiago del Estero y
murió en Buenos Aires, en 1953. Propietario de los
cines-teatros Renzi de La Banda y Santiago Capital.
38
 Quipu de Cultura

Tridente:
historietas
santiagueñas
Notable calidad de esta pu-
blicación local, con guionistas
y dibujantes santiagueños.
Cuidada edición, argumentos
dinámicos y universales, una
revista para coleccionar. Se
consigue en las librerías de
Santiago del Estero y el NOA.

María Lourdes Guzmán

Revolviendo archivos propios:

Permítanme no creer en una estre-
lla fugaz, ni el niño que supuestamente
llevamos dentro. Tampoco en los deseos
pensados cuando se soplan las velitas.
Permítanme no creer en la protección
de la famosa cintita roja, ni las prediccio-
nes del horóscopo. Mucho menos en la
promesa del “para siempre”, ni el suspiro
efímero después de un beso ebrio.
Permítanme no creer en los que ha-
blan mucho de Dios, cuando también
destilan palabras con el aliento a mierda
de la desesperanza.
Permítanme no creer en las supersti-
ciones, ni en los campos energéticos; ni
en las casualidades, ni el destino. Tam-
poco en las frases hechas, ni en las im-
puntualidades, ni en los olvidos.
Uno es lo que quiere ser. Prioriza lo
que realmente quiere. Vive como quiere
y construye un futuro con convicciones,
sin darle tanto crédito al destino.
Dejo un hilo de credibilidad a la
suerte. También al desgano y a la tris-
teza, que a veces perturba y paraliza.
Pero no me permitan creer que todo,
todo, es cuestión de azar, cuando so-
mos artífices de nosotros mismos, con
actitudes y emociones; con elecciones
y decisiones.

Santiago del
Estero, vida
cotidiana
Inauguración de confitería
La Roca. Principios de
los ‘90, en la foto Ricardo
Zorrilla y Otumpa Lescano
con amigos.

39
Quipu de Cultura

Luis Pardo venturado amorío juvenil, por

cuyas consecuencias este ca-

(poeta) pitán del Imperio se viese obli-

gado a huir “a las Indias”.
Parece que al regresar de la
Militar y poeta español, guerra de Flandes, Luis Pardo
arribó a Santiago del Estero trabó relaciones sentimentales
hacia 1581. Casi todo lo que con una bella joven, algo cas-
se sabe hoy sobre su vida nos quivana. Esta habría tenido
fue dado por el magnífico es- relación además, con un “po-
critor español del Siglo de Oro, deroso hombre”. En uno de los
fray Lope Félix de Vega Carpio encuentros sentimentales de
(1562-1635). los amantes, fueron sorpren-
Como oficial del Ejército didos por este “poderoso hom-
Imperial Español, Luis Pardo bre”, quien “de noche” acudió
rosos de la guerra”... regresa a
había combatido “en las con- acompañado con dos custo-
su Sevilla originaria para dis-
tiendas bélicas que hacia en- dios armados. Luis Pardo ha-
frutar de “Amigos, ocio, amor
tonces España libraba en los bría abatido a ambos, viéndo-
y propia tierra”.
Países Bajos (estrictamente se obligado luego a escapar,
Luis Pardo fue considerado
entre 1567 y 1585). Emergien- único modo de eludir las pos-
un eximio poeta. Lope de Vega
do victorioso de aquella gue- teriores represalias de su des-
lo reputa como “Ingenio felicí-
rra, el joven poeta se dedica empeño como espadachín.
simo”. Así lo hace constar en
a descansar un periodo en su Primero -siempre según
su libro Laurel de Apolo, pu-
natal Andalucía. Lope de Vega-, permanece
blicado en 1630, a sus 68 años
Respecto de ello, dice Lope un tiempo en Paraguay. Para
de edad. Y lamenta que este
de Vega refiriéndose a Pardo: trasladarse luego a “las argen-
poeta “dedique tanto tiempo
“...olvidando a Flandes, tadas tierras del Tucma”, cuya
a la espada”. (Fray Lope Fé-
Donde tuviera por hazañas capital era por entonces la
lix de la Vega y Carpio. Laurel
grandes Los cargos más hon- ciudad de Santiago del Estero.
de Apolo.) Luego narra el des-

Confitería Ideal
Nano Gigli nació en 1932.
Se lo ve caminar con elegancia
y absoluta seguridad. Prolijo,
discreto, conserva en sus mo-
dales todos los sutiles guiños
de la antigua aristocracia san-
tiagueña. Nos contó algo sobre
la Confitería Ideal. Dijo que la
había construido, a principios
del siglo XX, un español ape-
llidado Feito. Que su sueño
había sido copiar, exactamen-
te, “La Ideal”, de Buenos Aires
(“donde se filmó la película
Evita”, referenció.) Hasta en
del mostrador, las canillas y un brillo de nostalgia en sus
sus detalles más mínimos, por
otros enseres mecánicos para ojos claros. Estaba adonde
fuera y por dentro. Las me-
servir el café, etcétera. “Yo me hoy se erige el Hotel Carlos V.
sas, las sillas, las molduras de
crié ahí”, añadió Nano, con
los pilares internos, la forma
40

Quipus
Con el hallazgo del quipu más anti-
guo, la historia de la humanidad tuvo que
reescribirse. Con más de 4 mil 500 años
de antigüedad el quipu de Caral demos-
tró que las culturas preincas tenían un
grado mucho más elevado de cultura del
que jamás se consideró antes.
El quipu recientemente encontrado
en Caral, Perú, hace suponer que se co-
noció hace 3.000 años a.C. y que alguna
de las civilizaciones posteriores como
Chavín, Mochica, Paracas, Tiawanacu,
Nasca, Chimú, Ichimay, Chancay, Chan-
cas, Chinchas, o Wari, posiblemente se
comunicaron utilizando este mismo me-
dio. que seguir buscando su fonema.
Los antropólogos consideran que un
imperio como el Tawantinsuyu, que do-
minó el extenso territorio desde Colom-
bia hasta Argentina, incluyendo Ecuador,
Perú, Bolivia, Chile, que llegó a tener 12
millones de habitantes a quienes tenían
que gobernar, administrar, educar, no
tuviera escritura para comunicar y pe-
rennizar su historia, sus conocimientos
científicos, artísticos y tecnológicos (As-
tronomía, Matemática, Arquitectura, Físi-
ca, Química, Agricultura, Textilería, Ga-
nadería, Artes: Música, Danza, Folklore,
Literatura y Artesanías diversas).
Por otra parte, el descubrimiento de
otro quipu antiguo en la apartada aldea
de San Juan de Collata, Perú, sugiere
que los antiguos incas usaban sus ins-
trumentos de cordones coloreados y
anudados para más que hacer cuentas.
“Lo que hallamos es una colección de
cordones con complejas combinaciones
de color” -informa Sabine Hyland, profe-
sora de antropología en la Universidad
de St. Andrews, Escocia y exploradora
de National Geographic-. Los cordones
tienen 14 colores que permiten formar
95 patrones de cordones singulares. Esa
cifra cae dentro del rango de símbolos de
los sistemas de escritura logosilábicos.
Hyland aventura la hipótesis de que las
combinaciones específicas de cordones
coloreados y nudos podrían haber repre-
sentado sílabas o palabras. Su análisis
de los quipus aparece en la revista Cu-
rrent Anthropology.
Los quipus estaban almacenados
Quipu de Cultura
en una caja de madera que, hasta hace representaban una consonante de la
poco, se mantuvieron ocultas. Además lengua quechua y, a su vez, tenían una
de los quipus, la caja contenía docenas equivalencia con los dibujos geométri-
de cartas que databan de los siglos XVII cos utilizados en cenefas textiles y en
y XVIII. La mayor parte de los documen- la alfarería, con lo cual ellos también se
tos era correspondencia oficial entre los convierten en textos de escritura incaica.
líderes de la aldea y el gobierno colonial Se conoce sobre el uso contable, registro
español, y hacía referencia a derechos (censos, cosechas) y se ha investigado
de tierras. sobre su utilidad como sistema de repre-
Cronistas españoles asentaron que sentación lingüística y de memoria (his-
los corredores incas, o chasquis, llevaban toria, canciones y poemas).
quipus como si fueran cartas, y Hyland Actualmente los investigadores cer-
agrega que hay evidencias que apuntan tifican la posibilidad de lograr más de 8
a que los incas componían cartas quipus millones de combinaciones usando los
para asegurar el secreto durante las re- colores y las distancias entre los nudos
beliones contra los españoles. y las cuerdas. Algunas de las tradiciones
Los quipus son ramales de cuerdas, orales han podido ser rescatadas me-
con nudos y varios colores, con los que diante los quipus por comunidades andi-
los antiguos peruanos daban razón de nas muy alejadas.
las historias, noticias y de las cuentas.
Según el arqueólogo
Carlos Leiva (miembro
del proyecto Caral),
son una forma de re-
gistro igual de válida
que la cuneiforme o
jeroglífica usada por
los mesopotamios o los
egipcios.
Desde el inicio que-
dó claramente compro-
bado por los científicos
que el quipu era usado
como libro de escritura
alfanumérica donde,
los números simboli-
zados en cada nudo
41
Quipu de Cultura
Grupo SER
Música progresiva, luchas universitarias y activismo
social revolucionario en el Santiago de los ‘70
Diskería Ojo, sobre calle Independencia
261. De izquierda a derecha, Ricardo
Soulé, cantante y primera guitarra de
Vox Dei, el propietario de la diskería, y
un sonidista de Vox Dei. Adentro, tras
la vidriera, Enrique Gavioli. En este
local se gestaron algunas de las ideas
previas a la conformación posterior de
SER. Foto: Estudio Mattar Lindow. 1971.
Ojo era el único negocio donde podían
conseguirse discos importados de música
contemporánea. Esto era vital para
mantenerse al tanto de grandes grupos
alternativos que estaban surgiendo, entre
1967 y 1971, en el mundo entero. Como
Ten Years After, Crosby, Stills, Nash &
Young, Jimi Hendrix, Janis Joplin. Y entre
los argentinos, Vox Dei, Almendra, La
Cofradía de la Flor Solar. En esta diskería
se iba a concertar una relación fraterna
entre chicas y chicos “del centro” y otras
y otros de diferentes barrios. Fue el
embrión cultural de donde emergería,
posteriormente, SER.
El Grupo SER fue
una organización
espontánea de músicos
santiagueños, que se
conformó hacia abril
de 1972, luego de
una zappada en la
casa de Lali Alcorta
(Villa Constantina). La
agrupación sería poco
después organizadora
del Primer Recital de
Música Contemporánea
(rock nacional o
alternativo) en Santiago
del Estero. El flamígero
telón de fondo lo
constituía la lucha
revolucionaria armada
en la Argentina.
Por entonces en su
momento más alto.
La zappada Lo impresionante para mí (como
para todo músico), eran los ins-
Al entrar en la casa de Lali -don- trumentos. Dos baterías, equipos
de se hacía la zappada*-, me sor- poderosos para guitarras, bajo, vo-
prendí. En el patio, bajo un galpón, ces... Juan Navarro, Pochi Alcorta
se había formado ya un impresio- y Omar Estanciero analizaban el
nante grupo. A los primeros que dis- sonido de un gigantesco platillo Zild-
cerní fue a Mario Abraham (a quien jian, otros jóvenes miraban, dándolo
le decíamos “El Gordo”), Ricardo vueltas, de un lado u otro, un bajo
“el Petizo” Santillán, Lucky Gómez, Fender... En un medio modesto (el
Tito Galván, César Horacio... Había cual ni siquiera miré demasiado), se
varios muchachos más, y dos o tres había logrado reunir una cantidad de
chicas, a quienes no conocía. instrumentos valiosos, como para un
(*) Zappada. En aquél tiempo se usaba tal designación para un encuentro
entre músicos, libre, en el cual cada quien aportaba sus instrumentos
y conocimientos musicales para improvisar en conjunto. La palabra
había nacido por los proverbiales encuentros en el departamento de
Frank Zappa, músico underground estadounidense, conocido entonces
solamente por los iniciados.
42

megarecital.
Esta impresión se agigantó cuando
salí, para escuchar desde lejos...
-¡Suena como Deep Purple!... -les
dije asombrado a tres o cuatro con quie-
nes me junté en la vereda.
Era de noche ya. No había parado de
lloviznar. Con los cabellos y la ropa hu-
medecidos, éramos felices sin embargo.
La música envolvía nuestros espíritus y
los unificaba. Entonces fue que dije:
-¿Qué les parece si nos juntamos y
damos a esto un carácter más perma-
nente?
En realidad la conversación fue más
larga. En ese tiempo yo andaba buscan-
do colaborar de alguna manera con la
inmensa efervescencia política que se
vivía en nuestro país. Había frecuentado
la Juventud Peronista, y de vez en cuan-
do iba con la Juventud del PSP -a la cual
me acercara un amigo, Guido Picco, es-
tudiante avanzado de Ciencias Económi-
cas. También frecuentábamos, con Clary
(Ledesma Medina), los grupos estudian-
tiles. Ella era estudiante de Ingeniería
Forestal, la facultad donde estaban las
agrupaciones más combativas.
Clara Beatriz Ledesma Medina:
“La Clary”, considerada de manera
unánime como “el hada madrina”
del Grupo SER. Foto: Cortesía de la
Dra. Candela Delgado.
Reunión en lo de Loro
La reunión en la casa de Loro (así
le decían, amistosamente, a “Lucky”
Gómez) fue muy exitosa. Unos veinte o
treinta jóvenes participaron, entre mú-
sicos y amigos. Ya esa primera noche,
sorpresivamente, se presentaron unos
estudiantes de Ingeniería Forestal que
se habían enterado del asunto. Después
sabría que militaban en el PRT (Partido
Revolucionario de los Trabajadores. Di-
rección política del ERP, una de las dos
organizaciones guerrilleras más fuertes
por entonces en la Argentina). También
fue Guillermo Bravo, secretario general
de la Juventud del PSP.
Nos ubicaron, con Clara (a quien
conocieron y empezaron a amar esa no-
che), en la cabecera de una larga mesa,
al fondo. Desde allí dominábamos todo,
incluyendo la entrada a la casa que Loro
habitaba con sus padres. Clara tenía una
personalidad muy luminosa, por su sim-
patía, que parecía emanar de sus poros,
envolviendo a quien la trataba.
Decidimos organizarnos como un
grupo comunitario, para compartir todo
lo que teníamos. Instrumentos, dinero,
tiempo, conocimientos. ¿El propósito?
Hacer buena música y llevarla a los más
humildes. “Buena” para nosotros signifi-
caba diferente de la música comercial,
que por entonces inundaba a la huma-
nidad con melodías pegadizas e insus-
tanciales.
Habíamos conversado mucho sobre
cómo los mejores grupos musicales que
visitaran Santiago sólo podían ser vistos
y escuchados por pequeños públicos.
Por ejemplo, Arco Iris, de Gustavo San-
taolalla, había actuado, las dos veces
que viniera, en el Lawn Tennis. Entonces,
nuestro propósito más fuerte era “llevar
la música a sus verdaderos dueños”,
los sectores populares. Porque también
veíamos que casi todos los grandes mú-
sicos, a lo largo de la historia, no surgían
de las clases llamadas “altas”, sino pre-
cisamente de las clases más humildes.
Preparando el Recital
En la casa de Loro, la primera no-
che, se decidió organizar un Recital de
Música Contemporánea. Esto se haría
por primera vez en Santiago. Fieles a
nuestra propuesta de hacerlo en un lu-
gar adonde tuvieran acceso los sectores
más humildes de la sociedad, se decidió
también solicitar en préstamo el local de
la biblioteca Francisco de Aguirre, en Vi-
lla Constantina. Muy cerca de allí había
nacido prácticamente, SER, pues en la
43
Quipu de Cultura
casa de Lali Alcorta, a una cuadra y me-
dia, se había hecho la primera zappada.
De entrada se destacaron nítidamen-
te los músicos profesionales: Tito Gal-
ván, Lucky Gómez, “German” Ledesma,
Mario Abraham. Acostumbrados a la dis-
ciplina de los ensayos y las actuaciones
a horario, comprendieron el valor de la
organización enseguida. Ellos serían
quienes iban a aportar casi todos los ins-
trumentos.
Se decidió también hacer una revis-
ta, para difundir nuestras ideas. Cuan-
do hubo que proponer un símbolo que
representara a SER, se nos ocurrió un
pez. El ICHTUS, con que los primeros
cristianos se identificaban entre sí, en las
catacumbas, durante la época de la cruel
persecución romana.
Se efectuó una razonable división
de tareas: cada quien se ocuparía de lo
que manejaba mejor. Así, los músicos
deberían organizarse en bandas, por afi-
nidades, y ensayar a presión para llegar
con los suficientes temas para el Recital,
que deseábamos hacer en invierno, en
julio a más tardar. Era una tarea para la
que debían poner gran empeño, pues los
profesionales tocaban en grupos donde
se hacía desde cumbia a un rock com-
placiente como el de Los Iracundos. Y lo
que se iba a ensayar era Almendra, Ma-
nal, La Cofradía de la Flor Solar, Alma y
Vida, Vox Dei, Aquelarre... como máxima
concesión Pedro y Pablo, el dúo de Can-
tilo, que se proponían tomar de modelo
Cacho Gerez y Severo Galván.
En realidad, se trataba de algo más
difícil aún, pues los mencionados gru-
pos argentinos se tomaban sólo como
referencia (como también Jimi Hendrix o
Crosby, Stills, Nash & Young). El desafío
era hacer temas propios, con letras diri-
gidas a los más humildes de Santiago del
Estero.
Y fue lo que se presentaría más tarde
en el Recital.
Un aniversario de la
dictadura
Para el 28 de junio de ese año, las
organizaciones estudiantiles habían
convocado a una gran manifestación
en repudio a un nuevo aniversario del
ilegítimo gobierno del general Onganía.
Quipu de Cultura
Alrededor de varias consignas: contra
la dictadura militar (que llevaba ya seis
años sobre la Argentina), por la libertad
para elegir Centros de Estudiantes, por
la creación de la Universidad Nacional,
Pública y Gratuita, contra los aranceles
de la Universidad Católica, considerados
excesivos.
“La Católica” había parido notables
líderes estudiantiles, como Coli Bader,
dirigente estudiantil de la Facultad de
Ciencias Sociales. Hijo de alemanes, era
rubio, alto, elocuente y buen mozo, cosa
que seguramente influyó mucho en los
propietarios de la TV santiagueña, a la
hora de intentar cooptarlo. Niño mimado
de la burguesía al principio, que lo hicie-
ron destacado periodista en Canal 7 aún
sin cumplir los 21 años, Coli rompió con
valentía esos vínculos, optando por la
militancia contra el poder.
Esa tarde fría de comienzos del in-
vierno, unos 700 estudiantes habían
tomado prácticamente la plaza Libertad.
Era una cantidad inusitada, teniendo en
cuenta que la totalidad de alumnos uni-
versitarios tal vez no alcanzase enton-
ces el número de 1.000. Pero debieron
dispersarse. La policía había embestido
con bastones de goma y lanzando gases
lacrimógenos.
De la plaza Libertad se huyó al Pa-
saje Diego de Rojas, ancho espacio que
ofrecía múltiples vías de escape, y ante
un nuevo avance policial, la placita San
Martín. Esta, frente a la Casa de Gobier-
no, era un lugar clave porque además, a
su costado se levantaba el Convento de
Belén. Esta casa religiosa era, además
de Colegio Secundario para las clases
acomodadas, sede nocturna de la Facul-
tad de Ciencias Económicas. Y se consi-
deraba un conflicto emblemático el que
llevaba adelante el semiclandestino Cen-
tro de Estudiantes de Económicas con la
dirección burguesa de la Universidad.
Ante un nuevo embate policial, cu-
biertos de gases lacrimógenos y resis-
tiendo tras barricadas que habían mon-
tado hasta cortar la calle Jujuy entre
Belgrano y Juárez Celman, los estudian-
tes lograron convencer a las monjas para
que abriesen las puertas de roble en el
costado del Convento. Una marea hu-
mana atravesó entonces ese portal, que
se volvió a cerrar albergando dentro una llegrini). Allí, en larguísimas filas, tuvieron
asamblea estudiantil fervorosa y triunfal. que esperar a que los policías les entin-
Desde un improvisado escenario y taran los dedos y consignaran sus datos
usando un megáfono, uno de ellos habló en una ficha.
en nombre de SER, para adherirse a la Al día siguiente por la tarde, con un
toma de la facultad, la conmemoración diario El Liberal arrugado en las manos,
del Cordobazo y el repudio a la dicta- Juan Navarro, acompañado por Laly Al-
dura militar. Pero no sólo eso, sino pro- corta, se mostró indignado en la reunión:
puso buscar el apoyo obrero y popular, “estamos muy desconformes con esto”,
afirmando que era la única manera de protestó Juan. Laly permanecía callado,
dar continuidad a este primer éxito. Por pero con talante hosco. “Nadie autorizó a
asamblea fue facultado, junto a “Kike” que se utilice nuestro nombre en accio-
Orozco, un militante del ERP 22 de Agos- nes políticas”.
to, para ir a la sede del Partido Socialista
Popular, donde se reunían sus delega- El recital
dos del interior. Otros estudiantes fueron
designados para hablar con los delega- Ese domingo de julio amaneció llu-
dos de la CGT, igualmente en asamblea. vioso y muy frío. De cualquier modo, to-
Eludiendo los controles policiales, dos fueron a la biblioteca Francisco de
los dos cumplieron eficazmente con su Aguirre en Villa Constantina, a las 8 de la
misión. Esa noche los de SER no sola- mañana. Sólo para decidir que posterga-
mente se quedaron a tomar la facultad rían el recital para el próximo domingo.
de Ciencias Económicas, sino que pro- El contratiempo no hizo más que estimu-
vistos con aerosol se ocuparon de llenar larlos: en una campaña que fortalecía la
las paredes interiores del Convento con anterior, empapelaron los rincones y las
pintadas de SER y su pez cristiano (al paredes de la ciudad con un afichito en
cual nadie interpretó como tal). El Liberal tamaño papel oficio. Tras del rostro per-
publicaría al día siguiente: “una nueva filado de Jimi Hendrix, el volante mani-
agrupación subversiva ha aparecido en
Santiago: se denomina SER, y las fuer-
zas de seguridad no conocen muy clara-
mente su origen”.
Por solicitud de Francisco Cerro, rec-
tor de la Universidad Católica, fuerzas
militares rodearon completamente la
manzana donde se levantaba el Conven-
to de Nuestra Señora de Belén. Desde
sus altos techos, a la madrugada, aque-
llos jóvenes vieron las sombras de los
soldados, ocupando toda la plaza San
Martín, echados tras los morteros y ame-
tralladoras pesadas con los que apunta-
ban al Convento.
Finalmente, cerca de las seis de la
mañana, se pactó el fin de la toma, con
la condición de que no se maltrataría a
los jóvenes ni se los encarcelaría. Cerro,
acompañado por el jefe de la guarnición
militar, un coronel, prometió que sólo se
los llevaría a la Jefatura Policial “para Volante dibujado sobre un stencil,
identificarlos” y luego se los liberaría. Y impreso a mimeógrafo. 500 de
esos volantes fueron pegados por
así se hizo. En grupos de a 10 fueron los miembros de SER en toda la
trasladados en camiones militares o ce- ciudad. 500 repartidos mano a
lulares a la jefatura de policía, a la cual mano. Servía como proclama y
afiche. Pues en su reverso contenía
los hicieron ingresar por atrás (calle Pe- el manifiesto de SER.
44

Mario Mignani, actuando junto a
uno de los grupos en el Recital de
la Biblioteca Francisco de Aguirre,
Villa Constantina: 9 de julio de
1972. Foto: Historia del Rock de
Santiago del Estero. Facebook.
festaba los fundamentos del Grupo SER:
comunidad de bienes, solidaridad, prefe-
rencia por los más humildes, Paz, Amor,
Libertad. Abajo, habían dibujado el pez.
Picado sobre un stencil, el volante
había sido impreso a escondidas con el
mimeógrafo de un banco, donde traba-
jaba el pariente de uno de los miembros
de SER.
Ninguno de los escasos medios loca-
les había publicado la más mínima refe-
rencia al recital. Pero aquel domingo 9 de
julio de 1972, de hermoso sol, la bibliote-
ca Francisco de Aguirre se llenó comple-
tamente de jóvenes que se trasladaron
desde diversos lugares de la ciudad a
escuchar los conjuntos presentados por
el Grupo SER.
Durante todo aquel día, los grupos
desfilaron sobre el escenario, haciendo
los temas que con tanto esfuerzo habían
compuesto y ensayado una y otra vez
Cuando hubo que
proponer un símbolo
que representara a SER,
se nos ocurrió un pez. El
ICHTUS, con que los primeros
cristianos se identificaban
entre sí, durante la época de
la cruel persecución romana.
sacrificando horas de sus noches varias
veces por semana, durante aquellos dos
meses transcurridos.
Coli Bader hacía de presentador, y
entre conjunto y conjunto, leía proclamas
revolucionarias. Ana María Amado, una
periodista que luego de pasar por la TV
local había recalado en el Canal 13 de
Buenos Aires, estaba en Santiago y ha-
bía venido especialmente a ver el recital.
Más tarde, Lito Garay, uno de los
miembros de SER, escribiría una crónica
que publicaría la revista Pelo, por enton-
ces la principal de Argentina especializa-
da en rock.
Habían pedido prestado un grabador
SONY de potencia extraordinaria, para
registrar toda la música. Jorge Castro,
quien era ingeniero electrónico y se ha-
bía perfeccionado en EE.UU. trajo ese
grabador desde allí.
Habían trajinado desde las 6, trayen-
do los equipos y a algunos miembros de
los conjuntos que vivían lejos. A las 10
de la mañana, cuando empezó el Recital,
bajo un sol esplendoroso, la potencia de
los equipos atrajo cada vez a más gen-
te, hasta completar la capacidad de la
cancha. Pronto los curiosos, que ya no
podían entrar, comenzaron a montarse
sobre las paredes linderas, para ver des-
de allí el espectáculo.
Todos los grupos actuaron de un
modo formidable. Fue un maravilloso
ejemplo de cómo, cuando se toca por
“amor al arte”, el ser humano se vuelve
incansable. La música escuchada aquél
día fue algo que jamás se había podi-
do gustar de un modo tan completo en
Santiago. Desde la Cofradía de la Flor
Solar, pasando por Jimi Hendrix, Joan
Báez, Aquelarre, los aportes más nove-
dosos de la música de rock se hicieron
presentes allí. Se destacaron dos chicas,
que cantaban muy bien: Graciela Bravo y
Elvira Díaz, por entonces novia del pintor
Eduardo Cortez.
SER juntó una relativamente impor-
tante cantidad de dinero con las entra-
das, que se vendían a un costo bajísimo,
y la venta de gaseosas y sandwiches
durante todo el día. Estas ganancias
serían aplicadas íntegramente a pagar
la cantidad fijada por la Comisión de la
biblioteca, en concepto de gastos de
45
Quipu de Cultura
electricidad, y con el resto se compraría
papel y stenciles para imprimir el número
1 de la revista.
Hasta que se fue el sol y avanzó la
noche sobre la ciudad, los grupos siguie-
ron actuando sobre el escenario. Algu-
nos improvisando, otros que no estaban
programados y pidieron subir.
Habían ido ese día estudiantes uni-
versitarios, jóvenes del centro de San-
tiago y de diferentes barrios. Cansados,
felices, con el corazón y la mente llenos
de música, se dispersaron al fin, en pe-
queños grupos, cerca de las once de la
noche.
El revoltijo de SER
Enrique Gavioli era un chico del cen-
tro que integraba los grupos de fans de
Los Zombies un conjunto que hacia me-
diados y fines de los ’60 había introduci-
do en Santiago a The Beatles, The Who,
Three Dog Night, Credence Clearwater
Revival y otros. Rubio y de ojos claros,
bien parecido, Enrique tocaba con se-
guridad la guitarra eléctrica y cantaba. Él
bautizó a su grupo “Claridad”, en home-
naje a Clara, de quien todos decían que
era “el alma de SER”.
Sin embargo, las acciones de junio y
otras posteriores, menos espectaculares
pero también políticas, inquietaban al
grupo de hippies. SER había sido detec-
tado por los grupos estudiantiles y parti-
dos de izquierda como presa potencial,
y muchos jóvenes de esa procedencia
participaban de sus reuniones con el
propósito de captar militantes.
Ellos tenían la idea de no adherir
como organización a ninguna otra, y con
tal propósito determinaron la realización
de grupos de trabajo, cuya función sería
estudiar en conjunto, reuniéndose dos o
tres veces por semana. Para ello conta-
ban ahora con una casa, que un primo
de Lucky Gómez, residente en Buenos
Aires, había cedido en préstamo.
Por otra parte, una célula del Poder
Joven, de Silo, se había adherido tam-
bién a SER y participaban de sus reu-
niones. Integrado por Eduardo Martínez,
Pancho Aragonés, Tomás Favre y otros,
entre ellos una porteña de la cual se de-
cía que era “informante de la cana”; no
Quipu de Cultura
se sabía si intentaban captar gente en el
grupo o sólo buscaban cobijo en él, por
afinidad general.
Un médico, iba de vez en cuando en
representación del Partido Revoluciona-
rio Trotskista Posadista. Con su espo-
sa, también médica, ellos contaron que
este minúsculo partido, conducido desde
Francia por un ex futbolista, exigía a sus
militantes donar todo el producto de sus
salarios. Luego el comité central determi-
naba cuánto de esos salarios volvería a
cada uno de quienes lo ganaban, anali-
zando “sus necesidades reales”. Este
singular partido sostenía que las tareas
principales del militante eran tratar de
tomar contacto con los extraterrestres y
hacer un frente con ellos. Pues -según
Posada-, como ellos estaban mucho más
evolucionados que nosotros, con seguri-
dad “ya eran socialistas”.
La revista de SER
Un domingo desde las 8 de la maña-
na nos encerramos con Tito en el sub-
suelo del banco para imprimir la revista.
Salimos de allí con la cara, las manos y
la ropa embadurnados con esa tinta acei-
tosa, cuando ya sobre la ciudad el cielo
se había puesto oscuro. Creo que los
dos éramos felices. Un allegado a SER
trabajaba en ese banco y arriesgando
su empleo había puesto a disposición de
nosotros la llave del edificio. Por supues-
Grupo Claridad, uno de los protagonistas del 1er Recital de Música
Contemporánea, donde se les tomó esta foto. Foto: El Liberal. 1993.
to lo único que usamos fue el mimeógra-
fo. Lo demás, papel, tinta, broches, dos
sanguches de milanesa (que, si no me
equivoco había preparado la madre de
Tito) y una gaseosa para el almuerzo, lo
habíamos traído nosotros. Tuvimos que
lavar el mimeógrafo con nafta, dejando
todo impecable, por respeto y para que
nadie se diera cuenta de que habíamos
estado.
Al salir, llevábamos como podíamos,
bajo los brazos, cada uno cuatro paque-
tes, que contenían en total 500 revistas,
de 28 páginas cada una. Así, caminando
con los paquetes, llegamos hasta la casa
de Loro, en la Sáenz Peña casi Colón,
donde las guardamos.
Todo, desde los textos, los dibujos
que ilustraban los artículos, el tipeado
y grabación de los sténciles, era obra
nuestra. Nos habíamos dividido por equi-
pos, dos o tres, los que se animaban a
escribir o tipear algo. Así, Chupo (Ramón
Orlando Ledesma), con Tito, habían em-
prendido la historia de Sandino, el antiim-
perialista nicaragüense, Lucky y Clary la
historia del Rock Nacional, creo... y poco
más, pues no había demasiados que qui-
sieran, o pudieran, escribir.
Al día siguiente volvimos a organizar-
nos por equipos para recorrer las escue-
las secundarias. Loro, Enrique Gavioli
y Tito fueron a la Escuela Normal, me
parece; con Chupo y Clary elegimos las
escuelas Centenario y Patricias Argenti-
46
nas (turno tarde). Luego de pedir autori-
zación a las directoras, recorríamos aula
por aula estas escuelas, ofreciendo la
revista. Primero explicábamos qué era
SER (o qué queríamos que fuese). Mien-
tras yo hablaba, Clary iba dejando, banco
por banco, un ejemplar de la revista para
que la hojearan. Después, solicitábamos
1 peso a los interesados, no en concepto
de “venta”, sino sólo para recuperar gas-
tos y poder sacar el número siguiente.
Tuvimos un éxito moderado en ello.
Logramos reunir algún dinero. Pero la
sombra de la censura, el miedo y la re-
presión se abatía sobre nosotros nueva-
mente:
-Una señora de mi barrio me ha dicho
que esta revista parece hecha por resen-
tidos sociales... -dijo Chupo durante una
reunión.
El Negro Gramajo, que casualmente
estaba allí, reflexionó:
-Habría que contestarle a la señora
que en esta sociedad tan injusta, el que
no se sienta resentido seguro que es un
enfermo...
Pedimos dos o tres presupuestos
para imprimir el segundo número (por
respeto al amigo del banco, a quien no
queríamos volver a arriesgar y porque
sin duda lograríamos una edición con
más nitidez). El más barato era el de
Amoroso. Allí fuimos, pero cuando de-
bíamos retirar la publicación ya lista, no
nos alcanzaba el dinero para cubrir su
costo. El encargado nos solicitó esto:
que al menos pagásemos dos tercios y
firmásemos un documento por el resto.
La revista había quedado hermosa.
Perfecta, prolija, llevaba, recuerdo, un
dibujo de Quino en la tapa, que durante
horas había copiado cuidadosamente,
con pluma y tinta china para que hicieran
el clissé. *
Mi abuela materna, que vivía en Bra-
sil, me había hecho un regalo ese fin de
año al venir. Un crucifijo de oro y piedras,
con cadena también de oro. “Este cruci-
fijo me dejó tu abuelo, al morir...”, había
dicho. “...ha permanecido por más de
150 años en manos de los Revainera...
(*) María Mercedes Tenti conserva un
ejemplar de este número de SER en
su hemeroteca.
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vamos otra vez a la casa de Loro. guitarra eléctrica, la inclinación hacia

experiencias alucinógenas de algunos
El final de SER “hippies” y otras acciones encubiertas,
se habían ido acumulando en los meses
Habían tenido varias reuniones con que siguieron al Recital.
jóvenes de Huaico Hondo y la comisión Fue entonces que decidieron llamar
directiva de su club. Acordaron organi- a una asamblea de SER y proponer una
zar un recital de SER, semejante al de medida audaz: dotar al nombre, SER, de
la biblioteca Francisco de Aguirre, para una denominación explicativa: “Santia-
septiembre. Pero cada vez surgían más go del Estero Revolucionario”. Querían
diferencias y divisiones en SER, en pro- reconstruir la mística, proponiendo sus
porción directa con el crecimiento numé- objetivos. Pero este propósito fracasó.
rico de sus miembros o simpatizantes. Sólo ocho miembros no estuvieron de
A diferencia de los “hippies”, los “po- acuerdo: la discusión fue intensa y ellos
litizados” de SER militaban en centros de se retiraron de SER. El resto, sin embar-
Clary. Foto estudiantes universitarios, la Juventud go, tampoco tenía demasiado entusias-
(fragmento): Peronista, la Asociación de Familiares mo con llevar adelante un programa de
Cortesía de la de Presos Políticos, el FIP, y otras or- acción política. Captados por partidos de
Dra. Candela
Delgado. ganizaciones políticas o sociales que izquierda se guiaban, ahora, por pautas
les permitían ampliar su inserción en la que les bajaba su organización. El res-
lucha popular de entonces. Con ese pro- to eran mayoría, pero casi todos perte-
te lo doy a vos, porque sos el que más pósito, también, viajaron a una Asamblea necían a organizaciones externas: PC,
se parece a él”. Era tan pesado, con una Nacional de la Federación Universitaria PSP, JP, FIP, Poder Joven... SER, en los
cadena tan gruesa, además, que nunca Argentina en Rosario. Querían un SER hechos se estaba disolviendo...
lo usé. Lo tenía guardado por allí, en mi independiente, pero también política- Entonces se postergó el recital de
pieza. mente revolucionario. No iba a ser posi- Huaico Hondo hasta una fecha indefini-
En la calle Pellegrini había un local- ble conseguirlo. Por una parte, se había da.
cito donde recibían joyas y otros objetos ido formando un grupo interno opuesto a El 5 de enero de 1973, a sus 19 años,
en empeño. Fuimos con Clara una tarde toda politización. Por otra parte, el PRT Clara Beatriz inesperadamente moriría.
y lo dejamos, a cambio de más o menos (dirección del ERP), había captado a va- Eso y la fragmentación en facciones
la cantidad que nos faltaba. El tipo nos rios de los mejores cuadros. diversas, contrapuestas, acabaría por
dio mucho menos de lo que esperába- Otros asuntos, como el robo de una dispersar definitivamente a SER.
mos. Sentí repugnancia e indignación,
por la manera en que aquel mercader
se aprovechaba de la gente en apuros
que concurría allí, ofreciendo precios ri-
dículos a cambio de objetos valiosisímos
como este, que por necesidad uno debía
dejar en sus manos.
Hasta el día de hoy siento un poco
de angustia y dudas respecto de si actué
bien o no. Más para convencerme a mí
mismo, pues me sentía violando una he-
rencia sagrada, dije a Clara al salir:
-Un verdadero cristiano, como intento
ser, no puede tener semejantes joyas...
hay tanta gente que no come, tantos ni-
ños que no pueden educarse... debemos
hacer algo para cambiar todo esto... la
revista que estamos haciendo, vale más
que cualquier joya...
La imprenta quedaba apenas a dos
cuadras de allí, así que retiramos los
paquetes con los 500 ejemplares, los
cargamos en el Citröen de Clary y los lle- Lucky Gómez, Juan Navarro, Tito Galván. Recital de SER (julio de 1972).
Foto: Historia del Rock de Santiago del Estero. Facebook.

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