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Para Delgadina.

Este no sería un día cualquiera, desde hace un par de semanas sabía que mi muerte estaba
más cercana de lo que me gustaría; no solía dar entrevistas porque mi trabajo era hacerlas,
pero un chico que me espero fuera de la televisora insistió tanto en que le diera una
entrevista que logre verme reflejado en sus ojos, pues en mis primeros días como periodista
el conseguir entrevistas era tarea difícil, también quise aprovechar para dar mi última
entrevista.

En la mañana de aquel día debía escribir una nota para el periódico “El Opositor”,
periódico donde llevo trabajando desde que tengo memoria, con la trayectoria que llevo
encima, he ganado el puesto como el columnista más leído en toda América Latina, me he
caracterizado por usar fielmente el humor político en mis columnas. En las últimas semanas
había escrito con seriedad sobre: el pasar de mi vida en la televisión y radio, los dolores que
llegan sin avisar a los 30 y que por 9 años me han acomplejado, y el descubrimiento que
hizo que mi vida fuese más corta, la revelación de alianzas entre narcotráfico con un viejo
gobierno.

Esta nueva nota sería una carta de despedida a mi más grande amor, y a todas esas
decepciones amorosas que puede tener un hombre que le teme al compromiso, ¿Cómo era
posible que a mis 39 años no tuviera esposa?, todos mis amigos ya casados y aún peor,
algunos con hijos, tengo miedo de que las palabras del viejo loco que vive fuera de mi casa
sean verdaderas.
- “Cuarententón y solterón, seguro maricón”

Desde temprano empecé mi habitual rutina de escritura sentándome frente a mi laptop y


tomando café que me preparo mi hermana, quien luego de su divorcio vino a vivir un par de
días conmigo, me entretuve un rato leyendo las amenazas que llegaban al correo, era un
honor que los fanáticos ciegos de ciertos partidos políticos leyeran mis columnas, siempre
creí que eso podía ser lo único que leyeran, su ortografía me lo demostraba. No encontraba
inspiración adecuada para escribir sobre la doctora que robo mi corazón por mucho tiempo,
curiosamente una llamada de esta interrumpió mi tiempo de meditación.

- ¿Hola?
- …
- ¿Por qué lloras Delgadina?
- Hoy en la radio entro una llamada, amenazaban sobre tu muerte.
- Jajaja eso no es novedad, ¿podemos vernos en la noche?, me gustaría que leyeras mi
nota de mañana.
- Puedes venir solo si me haces la cena, a las 9 te espero, se puntual.
- Allí estaré, no te preocupes.
- Te conozco Ramirez, te conozco.

¿Acaso no es preciosa esta mujer?, así empecé la columna, hace 50 años hubiera sido
imposible conocer a mi Delgadina, la llamaba así en honor al primer libro que ella me
regalo, ese invento de las redes sociales abrió muchos mundos, a mí me abrió el mejor de
los mundos, todo empezó en una aplicación de citas aunque a ella le avergüenza contar eso,
así que la versión para el público es que nos conocimos por una amiga muy cercana mía
que también es doctora, nos texteamos por mucho tiempo, ella insistía en vernos, pero para
ese entonces yo era muy inseguro, mi físico no me agradaba, ella siempre ha obtenido lo
que desea, un día luego de mis clases me esperaba fuera de la universidad, no la pude
evadir más, conocerla es lo mejor que me pudo suceder, esas inseguridades morían con el
tiempo porque ella siempre me recordaba que yo era guapo e inteligente, lo suficiente para
que mis ánimos fueran los mejores.

Cuando nos conocimos yo me recuperaba de un golpe amoroso y ella salía con un


muchacho de su universidad, nos demoramos en ser novios, desde que comenzó nuestro
amor hasta día de hoy mi única novia oficial ha sido Delgadina, en nuestra primera cita la
invite un café, y por primera vez no era yo quien hacia los chistes malos en una
conversación, el tiempo voló y pasaron más de tres horas, la acompañe a su casa en un acto
de caballerosidad, su sonrisa lograba alumbrar todo un salón, disfrute el tiempo como
ningún otro día hasta que su despedida me dejo un sin sabor que nunca había sentido, a
partir de ese día era yo quien la invitaba a salir.

Me sentía como aquel adolescente enamorado por primera vez escribiendo la nota, hice un
par de confesiones con los mejores momentos que había vivido junto a Delgadina, como
aquella vez que le propuse matrimonio en su lugar favorito de hamburguesas, cualquiera
hubiera rechazado aquella propuesta, pero es Delgadina y sin dudarlo acepto, o cuando mi
compañero del primer programa se enfermó y grabo unas escenas conmigo, cabe aclarar
que a ella no le gustaba el mundo de la televisión, pero es Delgadina. En aquella nota nunca
confesé su nombre, a lo mejor algún otro amor podía sentirse aludido y jamás me ha
gustado romper corazones, terminé mi nota muy inspirado, era la despedida para la mujer
que más había querido en mi vida.

Al medio día fui a la emisora, yo era el director del programa “basurillas” ahí hacíamos
análisis políticos de las situaciones diarias, vivir en Colombia es todo un privilegio y
aunque los tiempos cambian y la sociedad es más crítica, los políticos son los mismos,
siempre me daban motivos para hacer burlas de ellos parece que nunca se cansan. En mitad
de programa recibí la llamada del alcalde de la ciudad, me dijo:

- ¿Qué más hombre Juan?

Haciendo una imitación de él, le devolví el saludo

- Esta muy bueno el programa de hoy, estoy muerto de la risa con todos aquí, usted es
todo un personaje.
- Me alegra que le guste esta huevonada alcalde, ¿para que soy bueno?, ¿llamó para
quejarse de su imitación?, la puedo mejorar si quiere.
- No, la imitación está muy buena, lo llamaba para decirle que pondré a su
disposición un grupo de veinte guardaespaldas, me han contado que su cabeza ya
tiene precio.

Un silencio invadió la conversación.

- Alcalde muchas gracias por su propuesta, pero la voy a rechazar, si me quieren


matar que den la cara y que lo hagan ellos mismos.
- Juan no se puede exponer otra vez a reunirse con los Paras, no sé cómo logro
convencerlos, pero esta vez parece cosa seria.
- Lo siento alcalde, pero si debo morir, que así sea.
- ¡No sea terco hombre!

Me despedí de él con la imitación de un viejo político.


El programa termino, ahora solo faltaba grabar un par de programas en televisión, darle la
entrevista a aquel joven periodista y verme con Delgadina, grabar los programas siempre ha
sido de mi agrado, en la televisión me dejan tocar cualquier tema de la política actual, en
homenaje a un periodista hacia un programa tipo noticiero con mi gran amigo Andrés,
quien de profesión era economista. Una tarde se me ocurrió la idea mientras nos
tomábamos un vino, el programa tenía que ser con él porque manejábamos un humor muy
similar, la idea fue un éxito y nos salía de una forma muy natural. El programa de ese día
trajo críticas en el set, disfrazado de paramilitar hice burla de mi muerte, al parecer era un
tema muy “serio”, esta gente no sabe que para mí ningún tema es serio.

El joven que me entrevistaría estaba haciendo un reportaje sobre mi trabajo en la televisión,


fue al set y grabo el detrás de cámaras, lo volví a ver y realmente logre verme reflejado en
este muchacho, los primeros días de periodistas son muy difíciles, hacerse un nombre en los
medios es casi que imposible si no se tiene dinero o contactos. Invité a aquel muchacho y a
su novia, quien lo estaba acompañando, a un restaurante cercano que sabía que les gustaría,
antes de comenzar con la entrevista le di un par de concejos, debía quitarse los nervios,
aprenderse las preguntas, saber conducir la entrevista, y otro par más.

Hizo una buena entrevista, me preguntó sobre los personajes que hacía en la televisión,
sobre las revelaciones que hice de la corrupción en varias ocasiones que parecían hechos
que nunca terminarían, también sobre las amenazas de muerte que había recibido y que
últimamente estaban tomando un poco de fuerza. Tiene futuro en el mundo del periodismo,
tenía un humor que si deseaba trabajarlo le hacía falta un poco, la cena continuaba hasta
que entramos en preguntas personales, yo tenía una mala fama de coqueto, se decía que
salía con diferentes actrices, modelos y reinas de belleza, la verdad era que mi corazón
tenía una sola dueña, y aunque no logre casarme con Delgadina y nuestra relación había
terminado a causa de esos rumores, mi corazón seria de ella por el resto de mis días.
Aunque no podía hacerme el desentendido había salido con un par de mujeres, para mí no
eran gran cosa, para los medios de comunicación si lo era.

También le hice un par de preguntas, no podía dejar mi labor de periodista de lado, me


contaron ambos un poco sobre su relación, llevaban dos años, se conocían del colegio pero
su noviazgo empezó en la universidad, ella era la primera novia de él, escuchar a este par
de jóvenes me revivió la época en la que bien podíamos ser Delgadina y yo quienes estarían
contestando esas preguntas, como extrañaba aquella época, ahora estando a horas o días de
mi muerte me arrepentía de cada error que tuve con Delgadina.

Fui al baño, conmigo entraron dos sujetos que tenían una actitud extraña, uno se me acerco
y me dijo:

- Usted es el periodista ese.

En un tono humorístico le conteste.

- No señor, me está confundiendo, yo soy un pobre bobo.

Al parecer no le causo nada de gracia.

- No se venga a hacer el gracioso con nosotros, aquí le manda el patrón, cuídese


mucho.

Me entrego un escapulario y se retiraron del baño, mil pensamientos llegaron a mi mente, el


principal era Delgadina, debía estar con ella el último tiempo que me quedaba de vida, la
entrevista terminó y felicite a aquellos jóvenes, les desee la mejor de las suertes y partí para
la casa de Delgadina, pensé en pasar la noche allá.

Llegue a la casa de ella, al abrirme entendí que los ánimos no eran los mejores, ella estaba
hecha una Magdalena, la abrace y la consolé, trate de calmarla, al parecer mi muerte seria
más dura para ella que para mí, le prepare algo de comer y ahí logro calmarse, le puse mi
laptop frente a ella, abrazándola y esperando que leyera mi nueva columna, donde más que
repetirle una vez más que era mi gran amor, me estaría despidiendo porque sabía cual sería
mi nueva realidad. Comenzó a leerla hasta que el llanto la invadió de nuevo:

- También eres mi gran amor Ramirez, pero no permitiré que te maten, si es necesario
que nos maten a los dos.

Delgadina en ese momento me demostró lo que para mí era la prueba más grande de amor,
entendí que habíamos dejado de ser dos almas para convertirnos en una.

- Estas loca si crees que permitiré que mueras por mi culpa, Delgadina, mi destino
está escrito, por hoy solo abrásame, bésame y arruncharme por una última vez.
Al parecer mis palabras eran muy duras para ella, seguía llorando y su llanto era cada vez
más fuerte, eso lo convertía más doloroso para mí, nos serví unas copas de vino mientras
veíamos fotos viejas, ese momento sintiéndome más muerto que vivo me hizo pensar las
decisiones que debía tomar, llame a los directores de la radio y televisión para presentar mi
renuncia temporal, era tiempo de un descanso, a lo mejor y así se les olvidaría mi existencia
y mi muerte se alejaría, intente enviar mi última nota pero Delgadina no tenía internet, en
los medios escritos me retiro era total.

Llame al alcalde para arrepentirme de aquella decisión que rechace en la tarde.

- Juan vea la hora, ¿en que lo puedo ayudar?


- Míster Felipe, ¿se acuerda de la propuesta que me hizo en la tarde?, ¿aún está
vigente?
- Claro, menos mal sentó cabeza, deme la dirección donde amanezca y mañana a
primera hora recibirá a mis hombres.

Pensé la situación, quedarme en casa de Delgadina representaría no poder enviar mi nota,


era el mejor detalle que tendría con ella además se me ocurrió proponerle matrimonio una
vez más, lo haría a través de la nota, así que debía irme a mi casa para que fuera toda una
sorpresa para ella.

- Míster esta es la dirección, anote bien, Cll 68 Sur N 30 A – 42


- Listo Juan, mañana estarán allá lo muchachos, lo dejo porque ya va a empezar su
programa.

Le dije a Delgadina que la tenía que abandonarla porque el alcalde me necesitaría a primera
hora, ella se ofreció a acompañarme insistía e insistía, le dije que mañana me quedaría en su
casa, pero ella insistió, fue difícil lograr convencerla, pero al final lo logre. Le di un beso de
despedida, un beso que no habíamos tenido antes, un beso que representaba todo nuestro
amor.

Sali de su casa, entre a mi camioneta y termine aquella nota que me daría las razones que
mi muerte anunciada me había quitado, la envié, me fui camino a mi casa, estando a medio
camino me cruce con un semáforo en rojo, una señora cargando a un niño pedía dinero, no
solía darle dinero a aquellas personas, pero era un día diferente, baje el vidrio y le pase un
billete, una moto que se parqueo a mi lado acabo con los sueños que logre construir ese día,
dos balas acabaron conmigo, no con el periodista que lo dio todo por este país, si no con el
enamorado que dio la mitad de si y que en camino a darlo todo, tuvo que tomar un
descanso, prometiendo que en su reencarnación su prioridad no sería darlo todo por un país
que aún no cambiaba.

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