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Después de la desastrosa guerra del Pacífico (1879), el país había quedado endeudado
económicamente por el sostenimiento de la guerra. El gobierno fue autorizado para cubrir
la deuda mediante concesiones de tierra en la región de la selva, el Estado cedió dos
millones de hectáreas de tierras de montaña.

De esta manera la Peruvian toma posesiones del vasto territorio del perene y se dedica
al cultivo del café. Colonos, Europeos, en especial ingleses, venciendo las dificultades, se
abrieron campo en esta zona.

Peruviancorporation se dedicó en gran escala de negocio de adquisición de café, y como


necesitaba braceros para recojo del café, adoptó el sistema de enganche. Encargados en
la corporación salían a las tierras y muchas veces con engaño traían obreros para la
cosecha. Esta gente no salía más de los territorios de la colonia, eran explotados vilmente,
subyugados por el miedo, los indígenas e ignorantes campesinos que entran al servicio de
dicha empresa no podían salir del feudo si no después de haber dejado en el toda sus
energías y hasta su salud, habían casos en que cuando algunos colonos, desesperados por
la explotación pretendían fugar y eran sorprendidos e la huida, se los eliminaba para
atemorizar e infundir terror en los demás.

Algunas veces se les daba parcelas extensas para que fuesen cultivadas las pampas se
llamaba Pampa Yarasca y Pampa Silva estos quedaron su nombre hasta el día de hoy en
los sitio de Perené.



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A los primeros cinco años del siglo XX presentaban un panorama halagüeño para la
integración de la zona del Perené.
Pero sin embargo no faltaron problemas de consecuencias fatales: el paludismo, que
prendió como fuego y causó durante tantos años una gran mortandad, la aparición del
paludismo fue la misma muerte paseándose por toda esta región, el enfermo tras un
vómito fatal, quedaba muerto en el sitio.

El gobierno hacia lo posible para mejorar los caminos de penetración a la selva.

El temor al salvaje no había desaparecido totalmente, aunque se había logrado


ahuyentar, no existía el peligro que antes había atemorizado tanto a los colonos. Sin
embargo, el nativo seguía siendo bravo, la mayoría se escondía en la espesura,
trasladándose de un lugar a otro porque gustaban de la vida errante. Su alimentación era
a base de pescado, carne de monte y yuca. Vestían una indumentaria en forma de túnica
(cushmas). Eran muy supersticiosos. Adoraban a los astros, a los pájaros, a las rocas o a
cualquier otra cosa que les inspirase temo. Adoraban sus cultos con mitos misteriosos
dirigidos por el hechicero.

Los niños, entre ellos, se hacían muy prontos a la vida, ya que se casaban a partir de los 9
años de edad. El más fuerte tenía más mujeres. Vivian en un total oscurantismo moral y
espiritual. Criaturas nacidas en el monte, criadas en él, olvidadas, abandonadas a su triste
existencia, sin luz, sin salvación... y fue entonces que Dios envió un hombre Fernando
Stahl.



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Para traer luz del evangelio a las olvidadas criaturas de la selva, Dios tuvo que preparar un
hombre a toda prueba.

Fernando Stahl, el varón que Dios escogió el 3 de enero de 1874 en Pentwater, Michigan.
͞tuvo la desgracia de perder a su padre, cuando tenía solamente 8 meses de edad. Su
padre Federico, había sido un oficial del ejército alemán pero trabajo como barbero
después de emigrar a Estado Unidos. Su madre teresa se volvió a casar y tuvo otros niños.
Desgraciadamente Fernando nunca se llevó bien con su padrastro, de quien recibió un
trato cruel͟

A los 10 años se escapó para nunca más volver allí empezó su odisea. Por un tiempo
trabajó en una granja y tuvo que alimentarse de huevos crudos porque no tenía lo
suficiente para comer. Poco se imaginaba el que estaba siendo preparado para una vida
difícil de trabajo misionero entre los habitantes del altiplano y la selva del Perú.
Al terminar el sexto grado fue expulsado del colegio y se unió a una banda de muchachos
desesperados. Pronto se cansó de esta vida de robos y de violencia y encontró un trabajo
estable en una fundición en donde aprendió un oficio cuando tenía 16 años. Para
continuar con sus estudios.

Más tarde se enamoró de una señorita sueca llamada Ana Carlson quien trabajaba en un
restaurante de Milwaukee. Se casaron cuando tenían 19 años.

Llegaron al conocimiento de la verdad a través de la lectura del ͞conflicto de los siglos͟ y


una serie de estudios bíblicos que recibieron del colportor Nelson Hubert. Posteriormente
fueron a estudiar enfermería.

En una sesión de Conferencia General de la misión Adventista ofrecieron sus servicios


para evangelismo de sur América.

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Después de casi 12 años de trabajar en el altiplano, Stahl y su esposa Ana decidieron


traer la luz a las olvidadas criaturas de la selva peruana.

Se trataba de un pueblo cruel e implacable.

Fue así que con el permiso de la Misión, se trasladaron a esta zona montañosa que
vendría a ser escenario de muchos episodios.

El río perene embellece la región con el serpentear inquieto del azul verdoso de sus aguas.
El río es como el alma de la selva; la vigoriza y magnífica.

El perenétiene unos 160 Km. De largo. Alimentado por 36 pequeños afluentes, cientos de
vida alimentan su fama de río trágico. En un viaje lento de observación es cuando mejor
se aprecian las bellezas que encierra la selva del Perené. Saliendo de lima por la
Carretera Central hay que subir hasta casi cinco mil metros de altura sobre el nivel del
mar, Luego se desciende a la Oroya, importante centro minero. De allí a una hora de viaje
está la hermosa ciudad de Tarma y estamos a las puertas de la selva.

Hace más de medio siglo en 1921 para ser exacto, ese intrépido misionero llamado
Fernando Stahl llegó aquí luego de un agotador viaje de cuatro días debido a la pésima
condición de lo que entonces pretendía se carretera. En aquel entonces Stahl atravesó la
cortina que acabamos de describir. Si porque es una cortina de fantasía fascinante que
esconde al pasajero la verdadera naturaleza interior. El turista sólo ve la belleza exterior
y admira las hermosas caídas de agua, el verdor maravilloso de los árboles, el canto de los
pájaros y el vuelo multicolor de las mariposas, pero Stahl fue más allá, cruzó esa cortina y
contempló el aspecto ignorado de la selva; pisó terreno prohíbo, montaña dura y egoísta,
se enfrentó con los peligros y la misma muerte ocultos en cada esquina. Sin embargo, lo
hizo con fe, seguro que ͞si Dios con nosotros, ¿Quién contra nosotros?͟.

)**+

En la confluencia del Paucartambo con el Chanchamayo antes de cruzar el puente


colgante de la Peruvián, estaba el caserío de Pueblo Pardo. Allí vivía Andrés Salazar,
hombre hecho al trabajo, forjado en medio de la Lucha y el sufrimiento. Tenía fama de
pishtaco porque hacia alarde de braveza.

En ocasiones, salían de la colonia del Perené trabajadores al borde de la muerte,


enfermos, pálidos, acabados por la anemia o la tuberculosis. La meta de aquellos
miserables era cruzar el puente, haciéndolo, se consideraban libres; con tal fin sacaban
sus fuerzas de donde no las tenían, pero al verse ya fuera del puente y al querer gritar su
libertad, con espanto notaban que ya no tenían fuerzas, desfallecían y nadie les prestaba
auxilio, excepto el ͞chino͟, así lo llamaban cariñosamente. El habría sus puertas al
extraño, no importa cual fuese su estado. En su casa encontraba el pasajero comida, agua
y abrigo. Muchos de estos enfermos salidos de la colonia no podían levantarse a la
mañana siguiente y pese a todas las atenciones morían y Andrés Salazar los enterraba. De
ahí su fama el pistaco.

Tenía este buen gran hombre 6 hijos, el mayor de los cuales, Isaías, era un brazo derecho
en los trabajos de la chacra.

Una tarde de 1921 lo vieron llegar, alforja al hombro, cansado de caminar todo el día: era
Fernando Sthal. Parecía un ángel, n gringo distinto de los que Andrés conocía. Y aquella
noche lo escucharon, la familia entera lo rodeó y prestaron atención al nuevo mensaje de
sus labios.

Andrés no creyó.

Muchos años demoraría para creer.

Pero aquella noche cayó la semilla en un corazón Joven y noble Isaías.

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