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Arte: imitación natural

María Sugeyht Ramos Tovar.

En el siguiente escrito defenderé, a partir de la Poética de Aristóteles, que las artes son
parte de la naturaleza humana, y de la naturaleza en general, ya que es propio del hombre
imitar porque es así como conoce el mundo en el que habita.
En su Poética, Aristóteles se enfoca sólo en el arte escrito, pero queda claro, desde
el principio de la obra, que la concepción de que las artes imitan a la naturaleza no se limita
a la escritura, sino que se extiende a todas aquellas que representan imágenes (incluyendo
la música), y que se distinguen entre sí, a pesar de tener la característica común de la
imitación, por la forma en que lo hace pues, aunque sea la misma acción aquella que
representen, los recursos de los que se valdrán serán diferentes, tanto en uso como en su
proporción.
La música recrea los sonidos y los une con la armonía, la pintura se encarga de las
imágenes, desplazadas de la naturaleza al lienzo. En el caso de la escritura, lo que ocurre se
ve reflejado no sólo con palabras, incluso llevan puesta en escena, como en el caso de la
tragedia, que es el género en el que enfocaré el análisis.
El nacimiento del arte poético fue por aspectos naturales; uno de ellos menciona que
el hombre, cuando es niño, se aproxima al mundo desde la imitación de lo que hay en él (y
así durante toda su vida), es así como conocemos lo que hay alrededor de nosotros; por
ejemplo, lo que ocurre con el lenguaje, de niños aprendemos a hablar porque escuchamos a
los demás y buscamos hacer lo que ellos para adaptarnos a la vida. Dice Aristóteles que
también en la imitación encontramos satisfacción, porque es innato del hombre recrear lo
que vemos:
Prueba de esto último es lo que sucede de hecho. Pues hasta nos complace
contemplar imágenes muy fieles de cosas que, en sí misma s son desagradables de
ver (…) La razón es que aprender es algo sumamente grato no sólo para los
filósofos, sino igualmente para los demás hombres (…) Por ello se complacen en
ver las imágenes, porque al contemplaras resulta que aprenden y deducen qué es
cada cosa… (Poética, 1448b, 4).
El ser humano es demasiado curioso y parte de su naturaleza es preguntarse el
porqué, qué es lo que lo impulsa a querer conocer, a investigar y por eso no es difícil
concluir que, si la imitación es el medio por el que se aprende, el hombre tenga tendencia a
imitar y, por lo tanto, una inclinación natural por el saber que la reproducción artística
pueda proveerle.
La imitación no será igual en ninguno de los casos, aunque los artistas hagan su
trabajo sobre las mismas cosas porque cada uno lo hará según su arte y lo que ésta requiera.
Además, no son las mismas aptitudes con las que cuentan los poetas porque hay unos más
talentosos que otros, los que dominan mejor el arte de escribir y cuyas obras son mejores.
Incluso aquí, en la separación que hace Aristóteles de los artistas buenos (que se inclinaban
por la nobleza) y los vulgares ( que tendían a sentimientos innobles) puede notarse un
atisbo de la separación que hará en su Política: los mejores serán los encargados de
gobernar, puesto que buscarán el bien mayor para la ciudad, pareciera que hace la misma
distinción con los poetas: las obras más bellas serán las que permanezcan porque, al ser
estas obras tan perfectas y con tendencia a las virtudes producirán una felicidad mayor
pues, como expondré más adelante, la finalidad de la puesta en escena de una tragedia es la
catarsis, entonces, escritos de hombres virtuosos conducirán con mayor facilidad a esa
limpieza que será más profunda y, por lo tanto, se llegará a un bien mayor.
De la misma forma, según la naturaleza de cada poeta, también es diferente la
manera en que cada uno desarrollará su tragedia, pero el siguiente pasaje da la impresión de
que ésta ya se encuentra en la naturaleza y el trabajo del poeta es desvelarla: “…la tragedia
creció poco a poco al desarrollar los poetas cuantos elementos de ella iban apareciendo (…)
la tragedia dejó de transformarse una vez hubo alcanzado su naturaleza propia.” (Poética,
1449 a, 4). Al leer este pasaje pareciera que el poeta descubrió y desarrolló la tragedia hasta
su máxima expresión, pero que no fu él quien la inventó. Esta idea podría encontrar apoyo
en el carácter sagrado del teatro y la tragedia pues, según la tradición, nace como forma de
adoración a Dionisio, la especulación podría recaer en que la tragedia fue un obsequio de
Baco a los hombres o que, de hecho, la tragedia se encontraba adscrita a la naturaleza y el
hombre, en su empeño por saber, la encontró y desarrolló. Tratándose de Aristóteles, habría
que desechar todo lo que tuviera que ver con los dioses.
Las tragedias contenían en ellas moralejas, aleccionaban en cuanto a lo que era
bueno para el alma de un hombre y lo que no, para advertir de lo que pasaría se actuaba de
tal o cual forma. Así que los poetas pasaron a imitar a hombres comunes que se corrompían
por diferentes motivos. Era en el teatro donde se representaban estas historias que, por ser
como en la realidad eran tan atrayentes; pero su única función no era entretener sino,
además de instruir, producir una depuración espiritual llamada kátharsis. Aristóteles
menciona un poco sobre este tema, aunque el tratamiento íntegro de él se encontraba en el
libro dos de la Poética, que se perdió.
La función social del teatro era, pues, una especie de válvula por la cual se liberaban
presiones. “…con personajes que actúan y no mediante una narración, y que lleva a cabo
mediante la compasión y el temor la purificación de pasiones tales.” (Poética, 1449 b, 6).
Como parte del carácter sagrado que tenían estas obras también funcionaban como forma
de expiación. Esta purificación se permitía porque, como se ha mencionado antes, el
hombre puede soportar, por medio de la imitación, imágenes que no soportaría de otra
forma, como los hechos terribles de Edipo Rey o Las Bacantes. El hecho de que esta fuera
una forma de limpieza podría deberse, creo yo, a que los hombres podían ver sus más bajas
pasiones, las más inmorales, representadas y, entonces, quedarían libre del sentimiento de
vergüenza por haberlas imaginado, porque así no serían los únicos hombres en haberlas
padecido.
Considero que, siendo el arte inherente al humano, que emana de su propia
naturalidad, el papel que debería desempeñar en la sociedad tendría que ser primario, no
secundario, pues si el arte es imitación y el hombre aprende imitando incluso podría ser la
base social, pues hasta la moral se asimila de acuerdo a la repetición y el arte fue
aleccionador moral.
Al ser tan básico para el ser humano, sin podernos desprender de él, deberíamos
abrazarlo, apropiarnos de nuevo de él y resignificarlo, devolverle su carácter expiatorio y
no dejarlo sólo en el placer estético que es capaz de producir, pues sabemos que,
actualmente, el sentido del arte no es más que las sensaciones artísticas que pueda producir,
lo que me parece bastante triste pues siendo el arte tan básica, tan inevitable, perdió el
carácter social que alguno vez tuvo y quedó vacío.
El arte es una necesidad, un espacio de libertad para expresar las ideas, un lugar
donde se halla refugio de la realidad abrumadora en la que vivimos. Creo que las artes se
merecen el mismo respeto que la ciencia o la ética o la política, o cualquier otro aspecto de
la vida humana, porque le permiten la liberación y el desarrollo y que si no les devolvemos
su sentido primitivo, original, estaríamos negando una parte importante de la humanidad y,
sin ella, no podremos avanzar. Pues el arte es una parte inevitable del ser humano, de la
que no se puede desprender, que no puede olvidar, pues el arte es imitación y es así como el
hombre aprende, sin ella ¿dónde estaríamos?
Bibliografía:
ARISTÓTELES. (2011). Poética/Magna Moralia. España: Gredos.
GIOVANNI REALE. (2007). La filosofía del arte (análisis de la Poética). En
Introducción a Aristóteles (125-134). España: Herder.
Arte: Imitación Natural

En el presente ensayo defiendo la idea de que las artes son parte de la naturaleza
humana, que por ellas el ser humano adquiere conocimientos, que son innatas a él y no
puede separarse de ellas, porque sería como negar su humanidad, también trato sobre la
función del teatro griego, la purificación espiritual, una catarsis que ayudaba a limpiar las
almas de los espectadores y que contribuía a crear una sociedad menos violenta, pues el
teatro fungía como medio de liberación. Las artes son una válvula de escape social. Son tan
importantes que no podíamos prescindir de ellas, incluso, deberíamos darles un lugar más
importante que el que ocupan actualmente y regresarles su función social y no sólo dejarlas
como mera fuente de placer estético.

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