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5-Gil Araujo. Interrogar Al Estado Desde La Inmigración.
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PRÓLOGO
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bro sobre la invención del pasaporte, John Torpey propone el
análisis de la historia de los controles de documentos como
una forma de iluminar el proceso de institucionalización de
la idea del Estado-nación en tanto que unidad etnocultural
homogénea; un proyecto que necesariamente conlleva esfuer-
zos para controlar los movimientos de personas. Desde la Re-
volución Francesa, los controles estatales sobre la identidad
y los movimientos de población han sido esenciales para la
monopolización por parte del Estado de los medios de mo-
vilidad legítima, que gradualmente les fueron expropiados a
individuos y entidades privadas como las organizaciones reli-
giosas2. La transición del control privado al control estatal de
los desplazamientos de personas fue un elemento esencial de
la transición del feudalismo al capitalismo. Un aspecto cru-
cial de este proceso es que las personas también se han vuelto
dependientes del Estado en lo que se reiere a la posesión de
una identidad. Para poder monopolizar los medios legítimos
de movilidad, los Estados nacionales se han visto obligados a
deinir quién pertenece y quién no, ya que la forma nación
necesita levantar y sostener fronteras entre los nacionales y
los que no lo son, tanto en su delimitación con el exterior,
como entre las personas que habitan su territorio (Balibar,
1991). Los artículos que se presentan a continuación indagan
precisamente el profundo vínculo entre el Estado y la (in)
migración y permiten intuir algo magistralmente defendido
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por el sociólogo Abdelmalek Sayad: pensar la inmigración es
pensar el Estado y es el Estado el que se piensa a si mismo al
pensar la inmigración. Este es probablemente el mayo mérito
de este libro, al proponer una perspectiva de análisis poco cul-
tivada en el campo de los estudios migratorios en el contexto
argentino.
Es cierto que los movimientos de población son una
constante en la historia de la humanidad, pero a partir del
siglo XVI —en el marco de la constitución de la economía
capitalista y del orden jerárquico de los Estados-nación como
forma de organización política predominante— adquieren
unas características distintivas. Desde entonces, y más allá
de la variedad de situaciones, el hecho migratorio maniiesta
ciertas características sociales, económicas, jurídicas y políti-
cas que atraviesan toda su historia. Estas constantes confor-
man una especie de fondo común irreducible, que es produc-
to y objetivación de lo que Sayad denomina pensamiento de
Estado: “una forma de pensamiento que releja, mediante su
propia estructura (mental), la estructura del estado, que así
toman cuerpo.” (Sayad, 2002: 367).
El hecho migratorio no puede ser pensado, contado ni
interpretado más que a través de las categorías del pensamien-
to de Estado que separa los nacionales de los no nacionales.
Al trabajar sobre la inmigración se esta trabajando sobre la
génesis social del Estado, mostrando sus mecanismos de pro-
ducción y la fragilidad en que se basan todos los actos de
naturalización que lo constituyen. De esto habla Sayad cuan-
do argumenta que la inmigración es la mejor introducción a
la sociología del Estado-nación, porque representa el límite
mismo que pone al descubierto su verdad fundamental: que
la discriminación es parte de su naturaleza. Parafraseando a
Zizek en su análisis sobre el poder, se puede sostener que la
discriminación no es un efecto secundario de la forma nación,
sino que conforma sus propios cimientos, su delito consti-
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tutivo, el gesto fundante que debe permanecer invisible si la
nación pretende funcionar normalmente (Zizek, 1998: 137-
188). El ejercicio de interrogar al Estado desde la inmigración
conlleva la desnaturalización de lo que viene dado como na-
tural y la recuperación de la condición histórica y social de su
génesis3.
No se presenta fácil la tarea de prologar una obra coral,
que entrelaza voces, estilos y temas diversos. Pero si bien he
descartado la pretensión de repasar minuciosamente cada uno
de los ocho artículos, en cambio si quisiera compartir algunas
ideas surgidas al hilo de la lectura de estas páginas. Los análisis
reunidos en este libro conirman que las prácticas vinculadas
con el Estado tienen un peso primordial en la institución de
la inmigración como objeto de gobierno y que es importante
analizar el trabajo de creación del Estado y de los ingenieros
sociales porque es a través de ellos que los inmigrantes pasan
a existir jurídica y socialmente como tales. Si bien las migra-
ciones son un fenómeno universal, la manera en que son pen-
sadas y construidas presenta importantes variaciones, según
los contextos históricos y geográicos4. Por eso deben ser escu-
driñadas en escenarios concretos, sin olvidar sus implicacio-
nes en el constante proceso de construcción y reconstrucción
nacional. Como destacara Balibar (2003: 50), “toda historia
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nacional produce de manera diferente sus propios símbolos,
sus icciones, sus mitos y crea a su manera ‘única’ sus ‘memo-
riales’ que le ayudan a convertirse en una ‘comunidad ima-
ginaria’ para desarrollar sus propios modelos de regulación
de los conlictos sociales.” En el caso de las migraciones, la
historia nacional de la política migratoria provee una serie de
constreñimientos contingentes, dentro de los cuales los poli-
cy makers deben desarrollar soluciones a cuestiones actuales,
intentando reconciliar nuevas circunstancias con prácticas
heredadas. Estas idiosincrasias nacionales suelen traducirse
en maneras particulares de concebir la inmigración, algo que
retratan algunos capítulos de este libro, como el de Eduardo
Domenech o el de Sofía Soria para el caso de Argentina y el de
Eduardo Domenech y María José Magliano para Bolivia. Pero
el orden nacional no solo conforma la manera de concebir las
migraciones desde las instituciones públicas, sino que tam-
bién atraviesa el campo de las organizaciones sociales y polí-
ticas, y muy especialmente a las asociaciones de inmigrantes.
Sus formas de auto-presentación y los modos en que organi-
zan sus demandas están generalmente alineadas por orígenes
nacionales, como describe el capítulo de Claudia Ortiz.
La categoría inmigrante no es una consecuencia de los
hechos, sino una decisión clasiicatoria. No emana de la na-
turaleza de los movimientos de población, es el resultado
histórico de la imposición de determinada forma de visión y
división que promueve un tipo de políticas que mientras res-
tringen y problematizan ciertos movimientos de población,
facilitan y normalizan otros. En este sentido, la coniguración
de los espacios y ciudadanías supra-estatales, como el MER-
COSUR, son una excelente oportunidad para explorar estas
dinámicas, como hace el capítulo de Janneth Clavijo y Silvana
Santi y el de Silvina Romano.
Cuando los actores políticos diseñan normativas, pro-
gramas y planes para la inmigración, están inevitablemente
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pensando (y construyendo) la migración y la población mi-
grante desde una perspectiva y de un modo determinado.
Son los presupuestos que subyacen en esos términos lo que
es necesario dilucidar, una tarea que se propone María José
Magliano en su examen de la política migratoria argentina
desde la perspectiva de género. Su análisis muestra que, como
en muchos otros países, los policy makers argentinos también
imaginan el mercado laboral y la inmigración en clave mas-
culina. Por su parte, la exploración que realiza María Fernan-
da Stang hace emerger la concepción de los migrantes como
fuerza de trabajo, que atraviesa el dispositivo jurídico migra-
torio de la Comunidad Andina de Naciones. A propósito de
esta unidimensionalidad de los migrantes, retomando a Sayad,
es oportuno recordar que la presencia inmigrante es una pre-
sencia ilegítima en relación a las categorías de nuestro enten-
dimiento político porque perturba la perfección mítica del
orden nacional al confundir la frontera de demarcación en-
tre los nacionales y los otros. Una presencia anómala, incon-
gruente, fuera de lugar en sentido geográico y moral, y por
ello debe ser constantemente legitimada y no puede existir en
sí y para sí, sino a causa de otros ines más allá de si misma.
Una presencia que sólo puede ser concebida en razón de otros
motivos, que suelen ser los del trabajo. El trabajo se convierte
así en la justiicación que da sentido y razón, orden y norma,
a aquello que de otro modo seria un contrasentido, un desvío
de la norma, una ilegitimidad. En tanto la legitimidad no
tiene que ser probada ni debatida, la legitimación trata de
convertir en lícito lo que de por si no es lícito ni legítimo.
En deinitiva, aún sin decirlo, los análisis labrados en
estas páginas parten de considerar las formas de pensar y de
hacer no como un dato de la realidad sino como un territorio
de exploración, en tanto resultado contingente del entramado
de una multiplicidad de procesos sociales, políticos y econó-
micos, pasados y presentes. Analizar las políticas migratorias
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desde esta perspectiva supone examinar el procedimiento por
el cual la presencia (in)migrante es problematizada de una
manera particular en un momento histórico concreto. Cuan-
do Foucault sostiene que se piensa dentro de un pensamiento
que es el de una época y el de un lenguaje, el pensamiento de
Estado es sin duda una de las estructuras estructurantes bási-
cas y clave del modo de pensar contemporáneo. Ese peculiar
tipo de pensamiento da forma y contenido a una multitud de
campos (desde las políticas públicas, hasta la actividad cientí-
ica, pasando por la forma en que las personas se conciben a sí
mismas), pero muy especialmente a la manera de concebir la
presencia inmigrante. En palabras de Verena Stolcke (1994:
248), “el ‘problema de la inmigración’ ha sido construido, en
todo caso, como una amenaza política a la identidad nacional,
a causa de la diversidad cultural de los inmigrantes, porque el
Estado-nación se concibe como basado en una comunidad
delimitada y especíica que moviliza un sentimiento de perte-
nencia y lealtad compartido basado en una lengua, tradición
cultural y creencias comunes.”
Las variadas formas de imaginar la nación dan lugar a
distintas maneras de concebir y buscar actuar sobre la presen-
cia inmigrante. De esta manera, y como queda plasmado en
esta obra, a través del estudio de las políticas de inmigración
se puede conocer cómo ese Estado, nación o región se piensa
y se construye a sí misma. Las políticas migratorias funcionan
así como un espejo en el cual se relejan las problemáticas
propias de los contextos de elaboración de esas políticas, sus
quiebres, fracturas y desigualdades, sus conlictos no resuel-
tos. Son, en otras palabras, unos buenos lentes para ver qué
tipo de sociedad se está construyendo. Quizás este libro actué
como disparador de la multiplicación de debates, investiga-
ciones y relexiones que avancen en este sentido. Como alerta
un graiti de Mujeres Creando: Ten cuidado con el presente
que construyes, debe parecerse al futuro que sueñas.
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Bibliografía
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