La economía colombiana en los años noventa vivió un proceso tanto de apertura
comercial como en su flujo de capitales que contribuyó a aumentar su tasa de crecimiento, pero a su vez también la hizo más vulnerable al ciclo económico mundial. La crisis económica que sacudió a Colombia desde agosto de 1998 hasta finales de 1999 fue la más fuerte del siglo xx. El comportamiento de la economía colombiana había respondido favorablemente a la apertura de los años noventa, por lo que el crecimiento se aceleró, hasta alcanzar un promedio de 5% anual entre 1993 y 1995. El peso colombiano comenzó a revaluarse, lo cual incentivo aún más el endeudamiento externo, que combinaba bajas tasas de interés y una caída en el valor real de la deuda, financiando incrementos de la inversión privada y un auge inusitado de la construcción. La política cambiaria adoptada por en Banco de la República durante la crisis consistió en ampliar e inclinar la banda cambiaria permitiendo una devaluación real del 30% entre agosto de 1998 y septiembre de 1999. La actividad económica se contrajo por varias razones: la deuda externa, tanto pública como privada, era de US $35.000 millones, y súbitamente quedó sin refinanciamiento, lo cual obligó a acelerar su servicio, además, la deuda debió servirse con una tasa de cambio devaluada. La salida de la crisis colombiana fue lenta y tortuosa, pues el país acordó un programa de ajuste con el Fondo Monetario Internacional, mediante el cual recibió un aval cuantioso que garantizaba los bonos y préstamos que necesitaba el Gobierno para refinanciar su deuda y no tener que licenciar personal. Una de las razones para que la economía colombiana tardara más en recuperarse que bajo condiciones normales fue la percepción de que el país no sólo había perdido riqueza sino también su seguridad. Entre 1996 y 1998, las FARC obtuvieron importantes avances contra bases del Ejército en el sur del país, por lo que el candidato Andrés Pastrana había hecho campaña con una propuesta de paz que había sido avalada por el comandante de las FARC. El temario de la negociación incluía reformas políticas y económicas profundas, en las que las FARC hicieron propuestas maximalistas, imposibles de cumplir por el Gobierno, que nunca se debieron incluir en la agenda, pues desconocía incluso la Constitución de 1991. El Gobierno, sin embargo, adelantaba acciones para fortalecerse militarmente y consiguió un apoyo significativo de Estado Unidos con el Plan Colombia. Este apoyo fue especialmente importante porque contribuyó con elementos de tecnología y de logística que hicieron reingeniería a todas las fuerzas de seguridad del Gobierno.