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Miguel Otero Silva

(Barcelona, Venezuela, 1908 - Caracas, 1985) Poeta, novelista y periodista venezolano, uno
de los máximos exponentes de la literatura social en su país. Miguel Otero Silva participó
activamente en las revueltas estudiantiles de febrero de 1928 y también en la conspiración
militar del 7 de abril de ese año y la aventura, al año siguiente, de una proyectada invasión
por las costas de Falcón. Estos fueron los síntomas anunciadores de lo que iba a ser su actitud
vital más constante: una pasión genuina por la justicia social, la insumisión ante las tiranías,
la fe en las posibilidades de transformación de la sociedad venezolana.

Oriundo de Barcelona, la capital del estado Anzoátegui, su padre, Henrique Otero


Vizcarrondo, pertenecía a una familia de hacendados que se enriqueció al descubrirse que
sus tierras atesoraban asfalto y petróleo. Cuando tenía seis años, Miguel se trasladó a Caracas
con su familia, que se instaló en el barrio de La Pastora. Cursó estudios en el San José de Los
Teques y en el Liceo Caracas, que dirigían Luis Ezpelosín y Rómulo Gallegos. En las aulas
de este plantel coincidió con un grupo de jóvenes estudiantes que iban a constituir la élite
intelectual y política del país después de la muerte del dictador Juan Vicente Gómez: Rómulo
Betancourt, Jóvito Villalba, Isaac J. Pardo, Rafael Vegas.

En 1924, con quince años, Miguel Otero Silva había concluido sus estudios de bachillerato,
y su padre, alentado por el talento matemático del hijo, lo instó a que estudiara ingeniería
civil. Ese mismo año se inscribió para cursar esta carrera en la Universidad Central de
Venezuela, y efectivamente la cursó hasta el final. Pero ya sus intereses eran otros, y Miguel
Otero no se molestó siquiera en recoger su título de ingeniero. Había empezado a escribir y,
sobre todo, había descubierto el periodismo, que será, con la política y la literatura, su otra
actividad constante. Con el seudónimo Miotsis dio sus primeros brochazos humorísticos en
las páginas del periódico Fantoches y la revista Caricaturas.

A partir de la década de 1950, ya asentada su carrera periodística, Otero Silva se dedicó de


lleno a la literaria. Comenzó desligándose del Partido Comunista de Venezuela y se instaló
en tierras llaneras, en el estado Guárico, donde investigó el auge del pueblo de Ortiz y su casi
total extinción debido a las fiebres palúdicas, para verter luego sus observaciones en su
segunda novela, Casas muertas, publicada en Buenos Aires en 1955 y por la que recibió el
Premio Arístides Rojas y el Nacional de Literatura. "No obstante el aporte de Fiebre a la
contemporaneidad del género (prosigue Garmendia) la más popular de las novelas de Otero
Silva sigue siendo Casas muertas, por la madurez del estilo, la persistencia del humor, aun
dentro del tono elegíaco que envuelve la agonía y desaparición del pueblo de Ortiz y el éxodo
de sus moradores, y en especial el sabor y color costumbrista que mantienen la simpatía y el
regocijo del lector, entre coloridas descripciones y anécdotas de la vida rural."

En 1965, junto a su retorno a la poesía con La mar que es el morir, publicó uno de sus libros
de versos satíricos más populares, Las celestiales, en el que atacó cruda y jocosamente a la
Iglesia, con el seudónimo Iñaqui de Errandonea. Su última novela centrada en
acontecimientos políticos del país, Cuando quiero llorar no lloro (1970), se convirtió en una
obra mítica para la generación que vivió los movimientos de guerrilla de la década de 1960,
y tres años después fue llevada al cine por Mauricio Wallerstein.

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