Está en la página 1de 4

El hambre en el medio ambiente

Gerardo Yong
Siempre!. 59.3132 (June 23, 2013): p72.
Copyright: COPYRIGHT 2013 Editorial Cruzada, S.A. DE C.V.
http://www.siempre.com.mx/
Escuchar

Texto completo: 
[ILUSTRACIÓN OMITIR]

Al hablar del medio ambiente, lo primero en lo que se piensa es en el


entorno en que habitan los diversos grupos humanos que pueblan la
Tierra. Este concepto en realidad se ajusta a una realidad casi inmediata,
pero no a otras más que también saltan a la vista de cualquier persona:
las condiciones de vida de los seres humanos. Sería necesario empezar
a pensar en el ser humano como un medio ambiente personal o como un
ente ambiental. De ello, resultaría que la muerte de una persona por
hambre u por la pobreza que ocasiona la imposibilidad de acceder a
alimentos, debería ser considerado también como un crimen ecológico.

Durante años se ha hablado sobre la necesidad de proteger el medio


ambiente, salvaguardado de la contaminación y de los efectos
devastadores creadas por las actividades humanas pero pocos se han
referido a crear las oportunidades económicas para millones de personas
que han permanecido aisladas del bienestar social. Tal vez ayude el
referirse al medio ambiente también como "medio ambiente social", el
cual es abordado por los gobiernos del mundo como un caso diferente al
medio ambiente físico terrestre; es decir, sólo como parte de las políticas
de desarrollo o de programas humanitarios o de cooperación
internacional.

Dentro de este "medio ambiente social" está incluidos fenómenos como


la pobreza, el hambre, la marginación y la discriminación, factores que
los políticos y expertos han preferido tratar de manera ajena a la
preservación del entorno terrestre.

Tal vez sea por ello, que la Organización de las Naciones Unidas para la
Alimentación y la Agricultura (FAO) ha concentrado sus esfuerzos este
año en celebrar el 5 de junio, el Día del Medio Ambiente, como un
llamado a la concientización del hambre que sufren más de 870 millones
de personas en el mundo, principalmente el sureste asiático y la Africa
Subsahariana. Esto bajo la consigna: Piensa, Aliméntate y Ahorra.
El hambre mantiene atrapada a casi el diez por ciento de la población
mundial, en una forma tal que se le vaticina un final muy trágico: la
muerte por inanición.

Es de hecho una violación a los derechos humanos. A esos apartados


internacionales que se les tiene que decir o aplicar el término "humanos",
en un intento por facilitar a la consciencia social superar el egoísmo
existencial en que se mantiene más de la mitad de la población que vive
de las carencias del resto de la población mundial.

De hecho, la FAO considera el hambre como "el resultado de la injusticia.


De la violación del derecho fundamental de toda persona a disponer, en
todo momento, de alimentos en cantidad y calidad suficiente que le
permitan vivir una vida digna y saludable".

Esto quiere decir, que no sólo el egoísmo es lo que prevalece en la visión


de la población en disposición de alimentarse, sino el desdén promovido
desde una comodidad biológicamente criminal. "En un mundo donde la
producción agrícola mundial podría ser suficiente para alimentar al doble
de la población mundial, la cifra de personas que pasan hambre se ha
incrementado en más de mil millones durante los últimos 3 años", señala
la FAO. Aunado a eso la producción de alimentos también afecta
directamente el suelo donde se producen, por lo que se evidencia que la
generación de alimentos se realiza de manera irracional y con métodos
que ocasionan sufrimiento tanto a los seres humanos como a la
configuración planetaria.

Sin duda, se trata de un medio ambiente olvidado, de un casquete


humano condenado a la desaparición no por los efectos del
calentamiento global, sino de la insensatez humana.

Hambre y deterioro ambiental

La producción global de alimentos ocupa un 25% de la superficie


habitable, un 70% de consumo de agua, un 80% de deforestación y un
30% de gases. Es, por tanto, uno de las actividades que más afectan a la
pérdida de biodiversidad y a los cambios en el uso del suelo.

Cada año se desperdician 1.3 billones de toneladas de comida. Esta cifra


equivale a la producción alimentaria de todo el África Subsahariana. Al
mismo tiempo, una de cada siete personas del planeta se va a la cama
hambrienta y más de 20 mil niños de menos de 5 años mueren de
hambre cada día.

Estima que un tercio de la producción alimentaria se pierde o es


desechada. Este hecho es altamente perjudicial para las fuentes
naturales de recursos y genera consecuencias negativas en el medio que
nos rodea.

Si desperdiciamos comida, significa que todos los recursos empleados


para producirla también lo son. Así por ejemplo, producir un litro de leche
supone gastar mil litros de agua o producir una hamburguesa 16 mil litros
... Todas esas emisiones de gas durante el proceso habrán sido en balde
si desechamos alimentos.

En los últimos 20 años, las fluctuaciones de los precios de los alimentos


se han convertido en una clave desencadenante del hambre. Muchas de
las grandes crisis alimentarias de África Subsahariana se han producido
en el contexto de mercados bien abastecidos donde los más pobres no
tenían con qué pagar los altos precios que alcanzan los alimentos en el
período de escasez, entre cosechas.

La pobreza alimenta al hambre pero, también a la inversa, la desnutrición


merma el desarrollo físico e intelectual de hombres mujeres niños y niñas
y con ello su capacidad productiva.

Yong, Gerardo

HELI

Texto completo: 

En algún lugar de Guanajuato, donde el campo ya no da para comer, Heli, apenas salido
de la adolescencia, mantiene a su familia, esposa, bebé, padre y hermana de 12 años,
trabajando en una fábrica de autos; la pesadilla comienza cuando el novio de la hermanita,
un cadete de 17 años, sustrae un par de paquetes de cocaína de una caseta; los señores
de la droga regresan a cobrar cuentas.

Tercer largometraje del maestro del minimalismo narrativo Amat Escalante, Heli (México-
Francia-Alemania-Países Bajos, 2013), premio al mejor director en el pasado Festival de
Cannes, avanza implacablemente sobre la brecha que abrió Carlos Reygadas con Japón,
esa que lleva a ver de frente a la Gorgona; un cine mexicano consciente de que su misión
es confrontar la realidad, no promover al turismo con la idea de que los rayos que escapan
del sol tapado con un dedo bastan para que se asoleen los turistas en las playas.

El secreto de esta manera de hacer cine está en el tratamiento de tema e imagen, de una
vocación que nunca ha sido la de explotar el morbo; en Heli la clave es la poesía que se
destila de esos horizontes afligidos, ritmos monótonos, planos rijos, cuerpos vejados,
miradas impotentes, inocencia en el rostro; la carne magullada por la maquinaria de
tortura, el espanto del espectador frente a esos niños que atormentan al ritmo de video-
juegos. La pureza, la sangre y la venganza, pero más, el amor y la ternura, como matas
del desierto que resisten; y que nadie diga que esto no es también México.
Uno de los asuntos más espinosos en el hacer del cine es cómo mostrar la violencia sin
celebrarla; Amat Escalante puede porque su violencia siempre es triste, nunca jubilatoria;
el público sabe que lo que Heli le obliga a experimentar, sí ocurre, que esa crueldad ya es
endémica y que la realidad puede ser peor aún. El tono se establece desde el arranque de
la cinta, la bota militar aplasta un rostro tumefacto, un secuestrado que va a ser colgado de
un puente. Al igual que sus películas anteriores, ésta emplea actores no profesionales que,
a merced del director, no tienen maneta de esconderse detrás de sus personajes;
Armando Espitia (Heli) es el único profesional que incursiona en el cine, ¡y con qué bautizo
de sangre!

La historia que cuenta Heli es naturalmente una ficción narrada con una técnica
formidable, pero tal que destruye otra ficción, la de pensar que el narcotráfico es una
guerra entre bandas, algo ajeno a la sociedad (tal como bien advierte Juan Villoro en un
artículo titulado "La violencia en el espejo"). De hecho, solo hay dos secuencias de
violencia explícita en Heli; ambas, el entrenamiento militar y la tortura, revelan que la
crueldad del narco trenzada con lo militar, puro Tánatos, atenta contra el amor y la fuerza
generativa de este país.

También podría gustarte