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La función no coincide puntualmente con una persona es más ajustada pensarla como un
conglomerado que involucra hasta objetos no humanos pero humanizados por
identificación proyectiva.
La función materna no aguarda al parto o maternidad sino que instala al niño en su
subjetividad muchos antes. Aulagnier lo ha denominado “cuerpo imaginado” que implica:
Una Primera representación del hijo como un ser unificado, sexuado y autónomo.
Primer don libidinal, cesión narcisistica que da cuenta de la localización de este hijo como
objeto de deseo. Es a través del deseo del Otro que él bebe tendrá posibilidades de ser.
(Para la madre del psicótico, el niño no puede convertirse en objeto de deseo, sino que es
una pieza orgánica). Para la madre de un psicótico, el hijo completa su cuerpo, en lugar de
completar su deseo. El cuerpo del hijo debe cederlo antes de tenerlo por lo que no
encuentra un lugar para ser ya que la Madre-Ley aparece como Otro absoluto incastrable, el
perforado es el hijo.
Primer espejo donde se mira el infans
En condiciones más saludables se modificaría la formula cartesiana “pienso luego soy” por
“deséame luego seré”. Primera paradoja del PSA el ser a través de la alienación al
deseo del Otro
Es tal el trabajo de la función materna, que la madre inscribirá en el cuerpo del niño hasta
los propios ritmos biológicos. El niño con su llanto emite un signo, y este signo debe ser
devuelto transformado en ste por la función materna; es decir, es un llanto que debe ser
decodificado por ella, debe leer si es hambre, sueño, dolor etc. Y de acuerdo a esto será la
respuesta que dé al niño. Si en lugar de esto, responde con otro signo, se empieza a obturar
allí la posibilidad de inscripción en lo simbólico. En vez de transformar lo Real en ste,
habrá que responder con el cuerpo y con el acting.
La primera cesión libidinal se erige en la condición de las que siguen como ceder el pecho
al niño- par ello es necesario que la madre tolere la perforación. Si el corte se da entre el
pecho y el niño, o sea la madre se queda con el pecho, el niño se encuentra con que no tiene
ningún objeto para relacionarse con la madre. Es impotente para producirlo. Se choca con
un cuerpo entero y no puede tomar nada de sí.
En este primer espejo que es la madre van a estar escritos los mitos familiares de los cuales
ella es portadora de donde el niño extrae stes para unificarse. El cuerpo materno es ante
todo lugar originario par la localización del sujeto, lalengua matriz de toda estructuración
posible.este espejo que compone la función materna no solo es efecto de la mirada
concreta, sino que la pulsión escópica conlleva todos los stes que van a posicionar esa
mirada. Allí donde el infans es pura dispersión, algo se le ofrece como lugar de
unificación; por eso hablamos de imago y no de imagen porque la imago es causa de la
unificación que denominamos rasgo unario que proviene de lo imaginario. A través de lo
especular la forma total del cuerpo gracias a lo cual el sujeto se adelanta a la maduración de
su poder le es dado como exterioridad y es más constituyente (se refiere a lugar) que
constituida por ello se habla de la ortopedia del yo.
Debe pensarse al Yo como heredero de la función materna como el súper yo es heredero de
la función paterna.
Para categorizar el Edipo es de importancia la función fálica porque marca los lugares
como lugares del deseo. El Edipo nos va conducir a la constitución de la categoría padre. Se
ha de realizar los siguientes pasajes:
Situación triangular: madre, padre e hijo y cuarto elemento falo. Los tiempos del E son
marcados según donde recaiga el falo.
El tiempo del Edipo se ha enriquecido con la introducción de los 3 tiempos lógicos:
- 1°tiempo se despliegan los 3 tiempos del narcisismo. Ser el falo de la madre como
aquello que puede completar el deseo materno. Asistimos a la transformación de la
frase: “Él es yo y yo soy él” que pasa a “Él es mi falo- yo soy el falo de ella”. Frase
de falización importante para la constitución del sujeto.
- 2º tiempo: el postulado ser el falo recae sobre el padre en 2 sentidos: quien priva al
niño de su objeto de deseo y a la madre de su objeto fálico. Remisión de la madre a
una ley que no es la suya. Padre privador- prohibidor no constituye aún la
dimensión de salida, de apertura que garantice la formación del Ideal del Yo.
- 3° tiempo: Triple transformación:
* Del ser al tener. Ser el portador del deseo del Otro a tener algo con lo cual se pueda
desear y ser deseado.
* Reinstaura la instancia del falo como objeto deseado por la madre ya no como
objeto del que el padre puede privarla como padre omnipotente. Por lo que aparece
el Padre permisivo y donador
- Localizado en la clínica se produce el pasaje de la idea de un a el padre, central para
el posicionamiento sexual de los hijos como varón y niña.
Latencia. Sepultamiento del complejo de Edipo. Cuando deja de ser el latente normalizado
sobreviene crisis de desidentificación que cuestiona su ser, crisis encarnad en el cuerpo que
desconoce frente a emergencia del deseo sexual.
En la adolescencia se producirá, así es lo ideal una segunda muerte del padre, debido a que
crecer significa ocupar el lugar del padre. Matar al padre es una operación simbólica que le
permite alcanzar la propia paternidad y Para ello es necesario que la M. Paterna siga viva,
tiene que haber un padre vivo en su deseo que pueda sostenerse como deseante-deseable.
Un padre que no se deja sustituir bloquea el acceso simbólico a la posición subjetiva.
Winnicott aconseja que la interpretación sea formulada cuanto antes, pero se debe cuidar el
momento, utilizar la prudencia. El niño está dispuesto en la latencia a la introyección pero
no para la incorporación. Prestar al niño una escucha atenta e interesada. Transformar el
análisis en espacio transicional. Llevarlo desde un lugar o zona en la que es imposible jugar
a otra en la que si pueda hacerlo.
El pedido inicial (que no debe ser confundido con demanda), tiene la oportunidad de irse
transformando a través del circuito transferencial. La autora plantea que se necesita por
parte del analista una actitud paciente (no pasiva) que genere las condiciones mínimas para
modificar el pedido inicial y transformarlo en demanda de análisis.
El prestar al niño una escucha atenta e interesada, el seguirlo en sus juegos o el propiciarlos
en los momentos de impasse va transformando el análisis en un espacio transicional a partir
del cual se puede llevar al paciente desde una zona en que le es imposible jugar a otra en la
que pueda hacerlo. Lo esencial es hacer pensar las cosas de otra manera y permitir la
emergencia de los procesos subjetivos más creativos y propios del paciente y su familia.
Marisa va a diferencia entre recibir a un niño para diagnosticar que recibirlo en consulta. La
consulta tiene por objetivo una presunción de en qué trabajo psíquico se encuentra el niño,
en que conflicto se halla inmerso y qué posibilidades tiene para enfrentar dicho conflicto.
Da un respeto absoluto por la subjetividad del niño, lo que implica no ponerle etiquetas,
sino trabajar con el niño y la familia para lograr una presunción de lo que le está pasando.
Para diagnosticar hay que tener en cuenta que localización tiene el niño en el mito familiar
y establecer el momento de constitución en la que está el niño.
Asimismo la noción de encuadre es fundamental, es decir, como ubicar a la mirada del niño
quien es uno y que va a hacer ese niño con uno, si sabe que viene a hacer. Esto implica dos
cosas, la primera es la comunicación con los padres, de cómo presentan la consulta, si
pueden ubicar al niño en lo que va a hacer con uno, la segunda es el encuentro con el niño.
Es importante que el niño identifique al analista como ajeno a la familia
Hay una técnica útil denominada el juego del garabato, que consiste en un método para
establecer contacto con un paciente cuando este es un niño. Se trata de un juego reglado de
dos personas. Este sería:
Adulto: ¿Quieres jugar a algo? Te mostrare a que me gusta jugar a mí. En la mesa que hay
entre el niño y el analista tenemos un papel con dos lápices. Primero tomamos una hoja de
papel y la rompemos a la mitad. Demostrando así que lo que vamos a hacer no tiene una
importancia desmesurada y luego se le explica. “Este juego que a mí me gusta no tiene
reglas, simplemente tomo el lápiz y hago esto (y probablemente mirando hacia otro lado
hago un garabato a ciegas. “Me dirás a que se parece esto que hago o si puedes lo
convertirás tú en otra cosa, luego harás tú lo mismo para mí y veré que hago con el tuyo”
La técnica se limita a esto. Tiene valor de comunicación (de parte del niño, lo que exprese
el consultor queda excluido)
A fin de aprovechar lo más posible la primera entrevista, el terapeuta debe obrar con sumo
cuidado para no complicar la situación. Deberá hacer y decir toda clase de cosas vinculadas
simplemente con el hecho de que él es un ser humano, y no está allí sentado para darse
ínfulas de profesional, pero pese a ello se percata del carácter sagrado de la ocasión.
Es muy oportuno prepara a los padres de antemano diciéndoles que pobremente lo mejor
para el niño es que sea atendido el en primer lugar. Preparar a los padres es pensar en el
encuadre correcto. No hay ninguna consigna técnica precisa para darle al terapeuta, ya que
debe estar en libertad de adoptar cualquier técnica que sea apropia al caso. El principio
fundamental es brindar un encuadre humano (aloja el sufrimiento), y que el terapeuta no
deforme el curso de los acontecimientos haciendo o no haciendo cosas llevado por la
angustia o la culpa, o por su necesidad de tener éxito. El picnic le pertenece al paciente, y
que el día sea lindo o feo es cosa de él. Lo es también el final de la entrevista, salvo cuando
esta carece de toda estructura a raíz de la falta de estructura en la personalidad del paciente
o en su modo de relacionarse con los objetos, en cuyo caso esta falta de estructuración es
comunicada. Todo lo que hace Winnicott en cada caso, es utilizar una técnica particular. El
único rasgo fijo que se observe sea la libertad con que use mi conocimiento y experiencia
para atender la necesidad de cada paciente particular, tal como se la desplegaba en la sesión
que se describe.
Resumen:
Una entrevista diagnóstica tiene que ser forzosamente terapéutica (la sintomatología
cambia y se van produciendo cambios, aperturas), dado que uno de los principales criterios
de diagnóstico es la respuesta que indica el grado de rigidez, o la relativa falta de rigidez,
de la organización defensiva. Sin este indicador adicional para evaluar la personalidad del
paciente, el cuadro clínico global puede ser engañoso.
El psiquiatra es un objeto subjetivo (que se ofrece para que el niño lo utilice), y el uso
que se da a la entrevista representa la capacidad del paciente para creer en personas
significativas si el psiquiatra no interfiere en la pauta de la entrevista.
El psiquiatra debe contar con una formación y una experiencia basadas en
tratamientos prolongados, donde el trabajo se realiza sobre el material transferencial tal
como va surgiendo gradualmente, permitiendo la percepción objetiva del analista por parte
del paciente.
Esta no es una manera silvestre de interpreta, pero incluso una interpretación silvestre
puede transmitir el deseo de comprender.
Una niña de 10 años me confesó: “No importa si algunas de las cosas que usted me dice
están equivocadas, porque yo se cuáles son las equivocadas y cuales las correctas”, y un
poco más adelante, en el mismo tratamiento, agrego: “Si yo fuera usted, no seguirá
tratando de adivinar”, con lo cual me quería decir que era capaz de tolerar que yo no
supiera.
Vivimos en una época farmacológica, en donde se espera del pharmaton una respuesta a
todas las dolencias. Asimismo hoy el clasificar chicos está de moda, clasificación en base a
lectura de conductas y rendimientos que se consideraran trastornados. Se va imponiendo la
idea de que clasificar es esencial para el progreso científico en cualquier disciplina.
Sobre el diagnostico Waserman plantea que hay una parte que es rotulable y una que no lo
es. La primera, que es el lugar donde el psicoanálisis se toca con la psiquiatría, donde se
trata de ver en que estructura se encuentra el trastorno (neurosis, psicosis u oscilante, es
decir, fronteriza). El enmarcar esto va a permitir un andar en el desarrollo de la cura. La
segunda, no es rotulable porque su nominación coincide con el sujeto. Es una descripción
de aquello que le pasa específicamente a él y que se articula con la historia, que aunque es
suya le es desconocida. Es por esta parte que es tan difícil dar un diagnostico en
psicoanálisis. Lo que hacemos es una devolución que consiste en un relato de aquello que le
está pasando al sujeto. Pero no se trata de lo manifiesto, sino de lo latente, las escenas
reprimidas que se desarrollan más allá de lo que el propio niño sabe de ellas. Aquello que
realmente le está pasando y que está afectando su conducta. Hay veces que cuando los
padres nos piden un diagnostico nos vemos forzados a acomodar al sujeto a un lecho de
Procusco que nunca le queda a su mediada. Acomodamos la persona a la cama aunque haya
que cortar lo que sobra. Tratamos de encajar lo real en lo ideal, borrando la subjetividad del
niño.
La medicación puede actuar sobre ciertas áreas de manera química disminuyendo la
producción de angustia. El problema es que deja en silencio lo que causa la angustia, es
decir, lo traumático. El psicoanálisis registra con su vértice los hechos que acaecen en la
realidad psíquica, a través, de los sueños, lapsus, los actos. Tiene la paradoja de acceder al
problema no prestando una atención centrada al punto de trastorno, sino desplazándose a
otras áreas de subjetividad que toman significación a partir del discurso de los padres y los
niños.
El DSM adormece nuestra sensibilidad y en lugar de acercarnos nos aleja de las verdades y
lógicas de sufrimiento infantil. La tecno ciencia ha tomado el control de las problemáticas
de la subjetividad. Al punto de declarar su inexistencia. Las diferentes ediciones del DSM
abandonaron paulatinamente la terminología de la psicoanalítica, psicodinámica para
sustituirla por criterios comportamentales de los que se haya excluida toda referencia a la
subjetividad. Si se mata la subjetividad queda pensar en donde tiene cabida el deseo. Vasen
va a dar 5 atajos:
Los recién nacidos tienden a usar el puño, los dedos, los pulgares para estimular la zona
oral. Al cabo de unos meses los bebes encuentran placer en jugar con muñecos. Existe una
relación entre estos dos grupos de fenómenos.
La madre ofrece al bebe la oportunidad de crearse la ilusión de que su pecho es parte de él.
Por así decirlo, parece encontrase bajo su dominio mágico. Le hace creer al niño que él ha
creado el objeto, es crear lo que está dado. La tarea posterior de la madre consiste en
desilusionar al bebe en forma gradual, pero esto no será posible si al principio no le ofreció
suficientes oportunidades de ilusión. Los fenómenos transicionales representan las primeras
etapas del uso de la ilusión. Esta zona neutral de experiencia no debe ser atacada.
Rodulfo:
En los distintos momentos de la estructuración subjetiva observaremos variantes en la
función de jugar. Decimo jugar y no juego para acentuar el carácter de práctica significante
que tiene esta función, indica su carácter de producción. No hay ninguna actividad
significativa en el desarrollo de la simbolización del niño que no pase vertebralmente por
él. Nos va a servir de hilo conductor.
En base a su experiencia llego a la conclusión de que existen funciones del jugar más
arcaicas, más decisivas, más primordiales que las del fort da. Funciones relativas a la
constitución libidinal del cuerpo. Podemos decir que a partir del jugar el chico se obsequia
un cuerpo a sí mismo, apuntalado por el medio. Es importante recordar que el niño no tiene
una posición pasiva (factor de la espontaneidad). Como analista hay que tratar de ver el
deseo funcionando ahí.
- Como falo, que es el caso más favorable en cuanto a la humanización del animalito
aun no sujeto. Aquí lo decisivo es si ese investimento fálico, tan fundamental para alejar la
alternativa psicótica, cae a tiempo, particularmente en ese pasaje edifico del ser al tener.
Aunque la relación de fuerzas en un nivel tan desigual hay un poder, un único poder, diría
yo que el sujeto conserva frente al Otro, el de la espontaneidad, la capacidad inconsciente
determinada de dar lugar a lo imprevisto a lo impredecible.
- Fabricación de un tubo: el primer jugar no está mucho tiempo solo. A poco andar,
se le contrapuntea una serie de prácticas de inclusión, donde se trata de una relación
continente/contenido, esto atañe a la corporeidad.
Texto Ricardo Rodulfo: “el niño y el significante”, un estudio sobre las funciones del
jugar en la constitución temprana.
7. Las tesis sobre el jugar: más acá del juego del carretel
Durante mucho tiempo, el juego de aparición y desaparición (fort da) quedó consagrado
como siendo también la manifestación de la actividad lúdica en su originalidad, al tiempo
que función primera asignable al juego, nada menos que poder simbolizar una desaparición,
una perdida, dar representación a la ausencia. Pero, existen funciones del jugar más arcaicas
que las del fort da. Funciones que pueden verse desplegar a lo largo del primer año de vida,
relativas a la constitución libidinal del cuerpo.
Estamos hablando, desde la perspectiva del significante del sujeto, a la necesidad de extraer
materiales para fabricar el cuerpo, materiales que deben ser arrancados al cuerpo del Otro.
Las primeras funciones del jugar son ese proceso mismo. A partir del juego, el chico se
obsequia un cuerpo a sí mismo, apuntalado en el medio. Todo lo que hace el entorno
posibilita u obstruye, acelera o bloquea, ayuda a la construcción o a la destrucción de
ciertos procesos del sujeto, pero este no es apoyado en las modalidades de aquel
(fundamentalmente el mito fliar, la estructuración de la pareja paterna, la circulación del
deseo), el niño va produciendo sus diferencias.
El psicoanálisis no concibe a un niño pasivo, sino que al mamar trabaja para fabricar la
leche que toma, mediante la estimulación de las glándulas mamarias. En cierta forma el
pequeño se da de comer a sí mismo a través de la madre.
Cuando detectamos en un infans algo que pueda pensarse como pasividad es que estamos
frente a una perturbación seria, como puede serlo la depresión o el autismo, a menos que se
trate de una enfermedad orgánica que lo aquieta. En cambio, si todo está en orden, el niño,
a través del jugar, durante el primer año de vida y apoyado en las funciones hace lo que
hemos señalado. Es lo que Winnicott llama espontaneidad, algo que la madre ni el padre le
dan al bebe.
En ocasiones, la clínica nos pone en contacto con versiones míticas donde al niño se le ha
dado todo lo que es, pero se trata de un fantasma patógeno que circula en esa familia,
merced al cual se desconoce la actividad inherente a la posición de hijo. Del mismo modo
decimos que el analista no analiza al paciente, es el paciente quien se analiza a sí mismo a
través del analista, usando de este, circuito de la transferencia mediante.
El mito familiar es una cosa heterogénea. Su organización es la del collage, donde los
elementos están bastante mal pegados, y así permiten la subsistencia de muchas
contradicciones. De modo que en realidad el mito no tendría como imponer al niño una
dirección univoca de la que el mismo carece. En conjunción con la espontaneidad, esto
promueve lo imprevisible. Es fácil predecir que el niño extraerá materiales del mito
familiar, dado que no tiene (al menos hasta su adolescencia) otra alternativa. Pero es una
apuesta segura de perder pretender un conocimiento a priori sobre cuales aspectos tomara y
cuales rechazara el pequeño sujeto.
En PSA, hay que acostumbrarse a considerar el material del mito preexistente como un
potencial del cual desconocemos lo que será actualizado, si no ocurriera así (si la
espontaneidad no existiese), la fabricación del sujeto se asemejaría a la de un robot, lo cual
es el sueño de algunas flias con elevado potencial psicótico. Pero hasta en un caso limite, la
dimensión de lo imprevisible retorna. Las derivaciones patológicas, tampoco escapan a la
espontaneidad del ICC.
Esto puede verificarse en cualquier bebe de cierta edad que se embadurna con todo
entusiasmo y unta luego cuanto está a su alrededor, época del niño siempre pegoteado
(moco, baba, sopa, etc.). El psicoanalista reconoce lo estructurante de una práctica como
esta, al descubrir que en realidad el cuerpo mismo no es más que un gran pegado y nada
más engañoso que fascinarnos con su unidad anatómica. En ocasiones puede rastrearse en
el interés que muchos chicos psicóticos o autistas tiene por las maquinas, por adosarse a
una determinada máquina y formar con ella una sola agregación. Ocurre que la maquina
aparece como ente que ha logrado resolver el problema de un mínimo de funcionamiento
unificado para ese niño quien no consiguió hacer lo mismo vía identificación; de allí que
establezca un circuito identificatorio, restituyendo lo que no logro con seres humanos. Es
una peculiar forma de hacer superficie. Desde la estructuración primordial del cuerpo a
través del jugar, lo primero que se construye es una película en banda continua.
La teoría de Klein equivoca los tiempos: lo que ella da como primario no lo es. Mucho
antes de poder funcionar en ese nivel de volúmenes que su conceptualización requiere, un
niño tiene que auto inscribirse bajo la forma de una superficie, requisito sine qua non para
que sea válido suponer operaciones del tipo dentro/fuera. Estos términos son inaplicables si
no se apuntalan en la anterior continuidad (cinta de moebius). Lo esencial es una cosa: su
no solución de continuidad. Por eso mismo no nos sorprenderá que no se limite solo al
cuerpo del infans. La banda incluye a la madre y a otros elementos.
Si esto es así, obliga a reformular el estadio del espejo (Lacan). La fecha relativamente
tardía de ese estadio o fase, entre los 6 y 18 meses, nos lo indica. A los 6 meses, un bebe ya
dispone de un montaje de superficies hechas por una diversidad de zonas. El estadio del
espejo no es una formación originaria. El mismo Lacan, más adelante, le añadió
observaciones que suponen anterioridades lógicas. Tiene que pasar una importante serie de
cosas para que el niño llegue a ese encuentro con el espejo en condiciones de tal índole
como para que este exista para él. De esta fase inaugural pasa así al coronamiento de un
complejo itinerario.
Ya unos años más tarde se introdujo una modificación al referirse Lacan a un tiempo en que
él bebe accede al espejo (sin reconocerse todavía) en brazos del Otro primordial. En esta
situación se revela decisivo que la mirada de aquel (que si es reconocido) confirme, y así se
apuntale en ella, lo que el pequeño logra poco a poco ver. En 1971 Winnicott plantea un
tiempo previo a los anteriores, cuando directamente es el Otro (o su rostro) el espejo y la
condición del primer paso sin el que la llegada a ese y de este no se produce. La no
constitución de las categorías simbólicas antes/después da un peso enorme a factores que en
otro momento de la existencia serian de poca monta, pero que en aquel periodo pueden
provocar daños muy severos.
Otro ángulo para abordar la compleja constitución y función temprana de superficies es una
observación en el dibujo de niños psicóticos: el contorno “en flecos”. En lugar de hacer un
borde firme, ininterrumpido de la silueta, esta parece deshilacharse, con temblorosa
consistencia. Índice de gran significación al traer a colación la destrucción de una superficie
corporal. Es por esta problemática de la superficie arcaica que cualquier historia de
psicosis, de autismo o depresión, una vez alcanzada cierta respuesta favorable al análisis,
esta se deja traslucir en series de episodios de embadurnamiento (concreto o figurado) que
incluyen al terapeuta y al consultorio junto al propio cuerpo. Es un tipo de actividad en la
que el juego se pone al servicio de curar una herida, mientras que en los casos más comunes
se trata de intentar una comunicación orientada desiderativamente (mojar=coito, por
ejemplo, en muchas enuresis).
Es importante escapar a cierto lugar común (favorecido por la obra de Klein) de un estado
inicial de fragmentación angustiosa, del cual nos salvaríamos por la posición depresiva. Es
más justo decir, siguiendo a Winnicott que “en el principio” era un estado de no
integración. Ese estado de no integración se sostiene bien en la medida en que acudan
funciones que apoyen la integración faltante, lo cual exime al bebe de esfuerzos especiales
por juntarse; ya existe un lugar, el cuerpo del Otro que lo dona. En cambio, el pasaje de la
no integración a una desintegración que podría ser caótica y aniquilante se da cuando hay
fallos graves y sostenidos en las funciones primordiales. “Lo que natura non da…”
Salamanca presta como mejor puede, obteniendo así adaptaciones aparentemente exitosas a
un precio muy caro; pobreza sublimatoria, derrumbe, alienación en ideales tomados en su
sesgo normativizante. Esta seudo objetividad nos devuelve al problema originario de
fabricarse una superficie para ser o parecer.
Otra referencia crucial son las membranas placentarias como primer objeto perdido, objeto
cuyo desprendimiento al nacer condensan ciertos discursos al recogerlo en diversas
fabulaciones y creencias que ligan la buena o la mala fortuna esperable con el efecto de
“cofia” o con la precedencia de las membranas en salir del vientre materno. Como siempre,
el río del mito suena, localizando algo subjetivamente significante en este peculiar objeto
que hay que separar de si para salir a la vida extra uterina. Pero, su función de envoltura nos
pone de nuevo sobre la pista de los que hemos detectado como superficie.
Las rutinas que un bebe necesita (que los pediatras aconsejan) suponen ciertas
regularidades y previsiones para un sujeto en condiciones tales que todo le es imprevisible
o peor aún, impensable, dado que esta en un mundo absolutamente nuevo. Las rutinas son
otros tantos nombres de la fabricación de superficies: cabe al Otro primordial ofrecer por
medio de ellas los medios para armar una cotidianeidad. Y, ¿Qué es ésta, sino un sistema de
continuidades significantes? Su validez se extiende hasta la estructuración del fort-da, que
posibilita simbolizar la ausencia (la discontinuidad). Antes de “educar” la formación de
hábitos, forma cuerpo. Vemos como no hay bebe que no se resista a que se le desprenda
cualquier pegote de la cara. El enojo es universal, pero la repulsa no es a la limpieza, sino a
que lo despojemos de una parte sustancial de su cuerpo, la que lo cohesiona. Para su nivel
de simbolización forma su unificación en trámite. No son solo posesiones en el sentido yo-
no yo, aunque también llegue un momento en que esto entre en juego; en un nivel más
primitivo no es tanto “esto es mío, no es tuyo”, sino “con esto es mi: lo soy”. El verbo tener
todavía cuenta poco.
Era por buenas razones que Winnicott insistía en el punto de no tirar esos elementos a los
que un pequeño se aferra. Hay que andar con más cuidado, lo podemos tirar a él. Es un
objeto en el sentido psicoanalítico, objeto paradójico que bien podemos descubrir que en
realidad es el sujeto mismo en su corporeidad libidinal. Por lo tanto, su perdida traumática
provoca desde una ruptura narcisista hasta una devastación de tipo psicótico. La
vulnerabilidad en este punto es asociable a menudo con patología objetiva (en lo
manifiesto) de gravedad en el entorno, en última instancia ligada a fantasmas paranoicos
que discurren por el eje limpio/sucio. El hijo sometido demasiado pronto a políticas
higienistas, cuyo principal efecto es destruir una y otra vez lo que de superficie el niño ha
ido levantando.
Pregnante durante el primer año la actividad de hacer bandas queda luego resignificada y
recubierta por otras estructuras, puesta al servicio de ellas, pasando entonces totalmente
desapercibida. Pero esto no debe entenderse en el sentido de una desaparición: su
subsistencia subterránea es indispensable a la existencia del sujeto, casi al mantenimiento
de la tensión que lo hace tal. El recubrimiento es posible porque ya no es problemática para
el niño la constitución de superficies. Nadie está a cubierto de que la intensidad regrediente
de una situación vuelva al primer plano la problemática de hacer superficie. Quien sale de
atravesar una enfermedad algo prolongada (lo suficiente para introducir una solución de
continuidad en su vida cotidiana) experimenta el goce del convaleciente: reencontrarse con
sus lugares habituales, paulatinamente con sus hábitos habituales, con todo lo que la
enfermedad había roto, goce cuya delicia señala el reflujo del investimiento libidinal sobre
territorios temporariamente desnarcisizados, abandonados a lo real. No dura mucho, la
superficie recuperada de lugares y de tiempo vuelve a hundirse en su silencio fiel. Pero
siempre hay un lapso en el que, por sobre todo se privilegia el restablecimiento de la vieja
continuidad en donde el sujeto habita y se reconoce.
La moraleja es que cuando no ha quedado una superficie organizada, hay que construirla
(restitutivamente) día por día y con lo que se pueda. Lo primario es que la continuidad es
un rasgo diferencial del tratamiento psicoanalítico, ningún análisis se puede realizar sin este
elemento: el apuntalamiento en la continuidad. Para esto se requiere que el analista sea
apenas previsible, confiable (winnicott), así como lo imprevisible debe ser un elemento
fundamental para que su intervención tenga efectos interpretativos. Esta combinación
paradójica de estabilidad, con sorpresa constituye una de las dificultades de la posición del
analista y suministra otra prueba de la función primordial que hemos reconocido en el
origen del jugar.
Cuando vemos a un chico embadurnado con papilla, lo nuevo que aporta el PSA es la
comprensión, la revelación, de que en realidad trabaja como albañil de su propio cuerpo. Es
erróneo imaginar una separación, que todavía está lejos de constituirse, del orden de
cuerpo/espacio, cuerpo/no cuerpo, etc., todo lo contrario, en este tiempo el espacio es el
cuerpo, cuerpo y espacio coinciden. La oposición interno/externo en este nivel de desarrollo
es una ilusión. La ecuación sería cuerpo=espacio. Los relatos nos hablan de un cuerpo que
se ensancha fusionándose al espacio circundante, hasta hacer coincidir los límites de
ambos. Para un niño muy pequeño no hay ninguna operación sobre el espacio que no sea
una operación sobre su cuerpo.
Ahora podemos presentar la segunda función del jugar concerniente al segundo momento
en la estructuración del cuerpo. El segundo tipo de actividad a la que se puede ver a un
bebe entregado involucra una serie de juegos de relación continente/contenido, por ej, se
podrá observar al niño intentando agarrar la cartera de la madre, sacar cosas de ahí, o
descubrir el interior de una caja, extraer elementos y devolverlos, todo de una manera
insistente, absorta y repetida. La relación entre contenido y continente que descubrimos es
totalmente reversible. Del mismo modo que coloca un objeto dentro de otro, puede
recolocar esos elementos a la inversa; la afirmación PRCC de que el continente debe ser
más grande que el contenido no tiene validez en este nivel arcaico. Dentro del esquema de
inclusiones reciprocas cabe concebir que el contenido que es mas pequeño que el
continente pueda, sin embargo, albergarlo a su vez. La relación pequeña/grande no está
planteada de la forma que luego la solemos encontrar. La espacialidad prosigue
bidimensional. La reversibilidad, tanto espacial como temporal, de las relaciones de
continente/contenido (cuyo lazo es de ambigüedad y no de oposición) permite que la
fantasía proceda con toda naturalidad a esta clase de operaciones, que se hallan en la base
de lo que denominamos omnipotencia en el imaginario infantil. Las relaciones chico/grande
no significan nada demasiado consistente. Esto mismo se repite en fenómenos que luego,
en procesos psicóticos, pueden tener una enorme intensificación.
Estas leyes del funcionamiento psíquico más temprano y más ICC, previo a la separación
diferencial respecto del cuerpo del Otro primordial hacen ver lo erróneo de tantas versiones
psicológicas simplistas, donde la madre seria el continente y el niño el contenido.
Debemos poner todo esto en relación con lo que llamo la segunda paradoja de Winnicott:
para poder separarse hay que estar muy unido, es la fusión lo que permite (la condición de)
la separación y no al contrario. La clínica abunda en testimonios de los efectos negativos de
la separación prematura entre yo-no yo. Esto altera la espontaneidad del pequeño sujeto, y
lo orienta compulsivamente a adaptarse al deseo del Otro que no es lo mismo que un
genuino desarrollo simbólico. A la vez, la diferencia que el pequeño se ve llevado a
reconocer es tan abrumadora, que favorece la inscripción de vivencias de impotencia y
vacío. Hay que pensar que la dependencia del bebe es extrema y polimorfa que la única
forma de soportarla es que no sea requerido a tomar conciencia de ella hasta no haber
logrado cierto mínimo de autonomía. La función estructurante de la omnipotencia temprana
es en tanto protege al infans de percatarse tan precozmente de que es otro el que lo sostiene
y que ese Otro podría desaparecer, lo cual, si genera crisis de angustia cuando cerca del año
empieza a reconocerlo, se tornaría decididamente aniquilante a los pocos meses de vida.
La neurosis tiene su propio eje y la psicosis el suyo. Levedad y gravedad son internas a
cada campo, independencia que no significa encasillamiento clasificatorio, ni excluir sus
interacciones y sus reglas de transformación que permiten desde la coexistencia de ambas
en una subjetividad, hasta el pasaje que alguien realice de la una a la otra.
He optado con el tiempo por hacer un uso muy parco de la referencia a las estructuras.
Prefiero, siguiendo a Nasio, hablar de formaciones clínicas, considerablemente más
flexibles, es un término más libre y permite pensar en la heterogeneidad, pensar la
combinación de aspectos neuróticos y psicóticos en un mismo paciente, y superar cierta
relación lineal pre-estructural. El concepto de formaciones posibilita sostener a un tiempo
la diferencia que hace a neurosis y psicosis tener cada una su propio desarrollo y el hecho
de su entrecruzamiento.
Pensar así diversifica problemas, ayuda a reconocerlos mejor. La neurosis tiene su propia
gravedad, la psicosis la suya, y no se confunden la una con la otra, pero por otra parte su
coexistencia ambigua en un mismo caso nos enseña que también hay caminos que llevan de
una a otra. A la vez que ser más justos con la variedad de las producciones psíquicas,
proceder así nos ahorra el inútil esfuerzo de hipostasiar por decreto, a priori, 3 estructuras
para a continuación empezar a inventar términos como prepsicosis, locura, etc., a fin de
acomodarse a la realidad. El material es rebelde, se resiste, el ICC se resiste a la
estructuración, el ICC es siempre lo que subsiste tras una estructuración teórica.
Hay aspectos de la función parental que permiten, sostienen o interfieren en esta segunda
inflexión del jugar. Un tipo de función materna errática, con un alto grado de
imprevisibilidad, función materna que ya provoca problemas en la construcción de
superficies, el no estar allí donde y cuando se la busca. Este comportamiento ICC de la
función es por lo demás más patógeno en lo que hace al menos al narcisismo temprano. En
el contexto de la errancia, el chico se ve coaccionado a adaptarse a una diferenciación
prematura entre el y el cuerpo materno, pasa demasiado pronto por experiencias de
agujereamiento, en la medida en que no existe fluida reversibilidad de conteniente a
contenido.
La pregunta por lo soportable, por lo que se tolera sin alteración patológica es muy
importante en la clínica con niños y adolescentes. El trabajo histórico de la simbolización
siempre debe considerarse sobre la base de un fondo de angustia, trátese de inscribir la
diferencia sexual, constituir la separación del yo/no-yo, o tomar las primeras distancias al
cuerpo de la madre. Pero hay esenciales variaciones. Klein insistió con mucha energía en la
cuestión del quantum de angustia soportable pata el psiquismo temprano y en el peligro
consiguiente de las operaciones defensivas que resultan perjudiciales. Las defensas no solo
protegen, transpuesto cierto margen son iatrogénicas.
La comprensión de estos procesos nos da una pauta mucho más valiosa de la dirección de la
cura, que el afán de poner al paciente bajo el cartel que lo nomine como de una estructura u
otra. El método que hacemos nuestro se procesa de modo más fecundo apartándose de
nominaciones globales y masivas. Aprehender, por ejemplo, si el niño al que asistimos
tiene o no cuerpo, si esta solo parcialmente separado, si esta implantado en una demasiada
de falización del cual no puede salir, es mucho mas operativo que discurrir por lo
monótonos carriles de neurosis, perversión, psicosis, especialmente cuando hay poco
tiempo, como en el trabajo institucional, donde el analista se ve presionado y debe evitar
que la vocación nosológica de todo sujeto devenga un primer acto de iatrogenia.
La segunda función del jugar conduce a la formación de un tubo, tubo caracterizado por
una relación de continente a contenido. El efecto de entubamiento se pone de manifiesto en
infinitos juegos de inclusiones de unos objetos en otros, modalidad del agujero fundamental
en la construcción del cuerpo.
La tercera función del jugar aparece generalmente en el último cuarto del primer año, tiene
un periodo de aparición más o menos fluctuante, y luego uno de despliegue en el que se da
una serie de repeticiones, impasses, saltos hacia adelante, destinos, según esa función se
consolide o no. Cuando nos traen un niño de cierta edad tengo derecho a suponer que se
han cumplido en las determinadas funciones dentro de ciertos límites. Si no las encuentro
realizadas (o de un modo inestable y precario) debo aplicar mi escucha en ese punto
específico para descubrir que sucede, no nos es indiferente la cuestión del tiempo de
aparición de una operación simbólica que debemos separar nítidamente del tiempo de
repetición necesario a su consolidación.
La forma más sencilla de detección de esta tercera función del jugar es a través de juegos
de escondite, pequeñas prácticas de aparición y desaparición. Son el principio de un largo
camino que desemboca en juegos más complejos, reglados, en los que el goce en ocultarse
se mantiene esencial. Lo significativo de este viraje es que la desaparición que hasta ese
momento no provocaba ningún placer o causaba angustia, pasa ahora a ser un
acontecimiento libidinal, el niño “se mata de risa” y requiere la repetición.
En torno a esta operación simbólica se despliega una multiplicidad de jugares, por ejemplo,
dejar caer cosas (Winnicott), primero soltándolas, más adelante, arrojarlas con fuerza, este
juego esta ligado al destete. Este mero dejar de mamar en un sinfín de ocasiones poco y
nada tiene que ver con la operación simbólica efectiva, porque se produce en esos casos en
tiempos de desarrollo tales que no puede tener ninguna significación psíquica útil para la
estructuración del sujeto.
Winnicott define al destete como “dejar caer cosas”. Su principal mérito es que es el niño
quien se desteta, cuando encuentra un mínimo necesario de colaboración por el lado de la
función; contra los clichés que lo imaginan solo deseando la fusión, espontáneamente la va
haciendo a un costado. Es un acontecimiento muy poco dramático si nadie lo interfiere,
sucede en fechas que pueden estar cerca del año, año y medio, dos, depende del niño y de
una serie de situaciones. Es muy raro verlo actualmente como proceso ritmado por las
iniciativas y los emprendimientos del pequeño; lo usual es encontrarlo manipulado por la
industria, la medicina, la psicología, que han logrado un sistema de intromisiones tan
patógeno que no es ajeno a ciertos violentos retornos de la oralidad propios de nuestra
época, modulados como adicciones.
En cambio, cuando aún no se dan al menos los albores de esta categoría, toda separación
que se le imponga al sujeto no tiene ningún efecto positivo o productivo sobre su aparato
psíquico. Solo causa daño o plantea exigencias de trabajo prácticamente imposibles de
tramitar sin alteraciones del yo. Antes de que exista la categoría presente/ausente, el hecho
de la separación no puede simbolizarse, y por ende va a retornar como real en bruto, bajo la
forma de destrucción corporal o alguna suerte de agujereamiento patológico.
El examen detenido de este proceso muestra que en primera instancia el niño pone el acento
en el arrojar, la dialéctica presencia/ausencia no es neutra en su establecimiento: valoriza el
fort que es precisamente lo nuevo. Lo acentuado del goce recae sobre este momento de la
operación.
La pregunta a la que el pequeño necesita dar curso a través de múltiples jugares es: ¿Cómo
puede existir algo en calidad de ausente? ¿Cómo se puede ir a buscar lo que no esta?
Otro tipo de fenómeno lúdico en el 2° año de vida y en el que la operación del fort-da se
pone en juego, nos conduce al descubrimiento de la puerta, en particular en su función de
cierre. En tiempos de formación del tubo, la puerta es ahí simplemente el borde de un
entubamiento sin verdadera exterioridad y carece de relieve psíquico pues no ha sido
investida. Con esos mismos materiales lo que sucede durante el 2° año es algo distinto: una
dedicación incansable a cerrar cuanta puerta encuentre, desapareciendo así o haciendo
desaparecer al Otro, o a lo que fuere. Esto mismo se repite al descubrir el vidrio, el pequeño
toma nota de que a través de el se ve algo pero no se puede tocar, propiedad que abre a un
jugar a agarrar la nada. Aquí se pone en acción otra índole de lo escópico y lo que se
desprende es lo táctil (mirada táctil de los primeros tiempos del narcisismo).
Son chicos cuyas operaciones del tipo constituir pares como derecha/izquierda o
revés/derecho no se han realizado o se han realizado en forma precaria, lo que retorna en
sus trastornos; es característico el verse siempre desde el punto de vista del otro, por lo cual
nunca pueden corregir su movimiento, invertirlo. No han arrogado su ser lejos, fort.
En la consulta con los padres de estos niños siempre se comprueba que sin otros no pueden
estar, el jugar solos no se sostiene. Son niños descriptos como muy buenos y cariñosos pero
que exigen de los demás “estar ahí” todo el tiempo. Nunca parecen cansarse de la plena
presencia, nunca parece pesarles.
El relativo fracaso en lograr el fort-da complica toda la problemática edípica del niño. Si no
puede franquear la denegación originaria, todo en aquella queda empastado por un pegoteo
fusional, dando por resultado manifestaciones seudo edípicas.
En las depresiones es un punto importante esta posición respecto del Otro, una cosa es decir
que el deseo se juega a arrancarle la mirada al Otro, designando una operación pulsional en
el orden del mirar/ser mirado. Cosa diferente es la demanda apremiante de que el Otro lo
sostenga con la mirada para que no sobrevenga la angustia de aniquilación.
Cuando el niño está en plena elaboración de los jugares fort-da, lo encontramos también en
una situación crítica de ambivalencia claramente reconocible en la alternancia entre
momentos en los cuales desaparece en su jugar a solas, tiempo en que se olvidó abrocharse
al Otro primordial y momentos de vivos estallidos de angustia relativos a su desaparecer.
Una falla importante a nivel de la construcción de la superficie continua, falla que pudio
haber pasado inadvertida hasta el momento, se manifiesta al llegar al segundo año de vida.
Cualquier destrucción producida en la superficie corporal va a perjudicar la operación de
fort/da, porque separación quedara implicada como sinónimo de destrucción, destrucción
de su propio cuerpo.
Para que se cumpla con éxito lo que se tramita en esta multiplicidad de juegos que se
despliegan como función fort-da o negación originaria, es necesario simbolizar la diferencia
entre separar y destruir del modo mas rotundo, ya que el momento mismo en que
diferenciación se homologa a destrucción, toda separación es imposible, obligando al niño a
fusionarse para evitar el caos.
Con respecto a la intervención analítica, una de las primeras cosas que hay que hacer es no
complementar la demanda de los padres, ansiosos de traer al hijo apresuradamente y
delegar en el algo del orden de la enfermedad. No ver al chico al menos durante bastante
tiempo, para no dar lugar a su rotulación como el paciente, es indispensable para la
eficacia…y para la ética. En cambio se ha de trabajar en entrevistas con los padres sin
apuro en ponerle al asunto un nombre. A lo mejor es posible que de este trabajo salga un
tratamiento o, por ejemplo, uno de los padres decide analizarse, o bien resulta que unas
pocas entrevistas es todo lo que se requiere. Por esto es aconsejable dar prioridad al trabajo
con los padres. En no pocas ocasiones, con este trabajo es suficiente porque lo diferencial
de la intervención analítica y del espacio de escucha que abre a los padres produce una
reestructuración del campo, siempre y cuando no haya patología grave y cronificada.
Practico Sofía: (cap 7) lo que va a plantear Rodulfo una tesis en la cual va a pensar el fort-
da como el juego simbólico por excelencia, una práctica significante, pero antes del fort-da
como un mas acá del juego del carretel, antes de la simbolización ausencia-presencia de la
madre, vamos a ver una constitución subjetiva, porque ese jugar con la comida como ese
embadurnarse con la papilla en el mismo momento que se juega crea cuerpo. En los
distintos momentos de constitución subjetiva hay distintos modos de jugar, como se van
transformando esos modos de jugar, no es una catarsis o solo descarga fantasmática, no es
solamente una formación del inc que está regulado por defensas, es mucho más amplio. No
hay de la constitución subjetiva que no se espeje en el jugar. Juego (game) es el producto,
la escena a la cual arriba el niño, pero el jugar (pleying) es una práctica, una acción. En el
jugando el niño se va estructurando y cuando vemos patologías lo que se ve es una
patología del jugar, un detenimiento en el jugar, no hay patología grave que no se espeje en
el jugar. Desde Winnicott, cuando un niño no juega, es función del analista llevarlo a que
juegue. El desarrollo simbólico va a propiciar esta estructuración. Frase: “no hay
perturbación severa en la infancia que no se espeje en el jugar”. Las funciones más
arcaicas del fort-da se ven a lo largo del desarrollo del primer año de vida del niño y va de
la mano con la constitución libidinal del cuerpo, acá empieza a cobrar más sentido el
Espacio de Inclusiones Reciprocas de Sami Ali cuando no hay adentro-afuera, el niño es
uno con la madre, el rostro de la madre es el primer espejo del niño. A partir del jugar el
niño se va obsequiando a sí mismo un cuerpo apuntalado por otro que muchas veces
posibilita u obstaculiza. Hablamos de un niño activo que va creando su propio cuerpo y si
vemos a un niño pasivo es porque hay algo de la perturbación o patológico en juego. El
concepto de espontaneidad. Nunca hay que confundir dependencia con pasividad. Estas
funciones del jugar hay que pensarla como condiciones que le permiten al niño constituir su
cuerpo, no como causa. Al niño al embadurnarse con papilla es el albañil de su propio
cuerpo, es un pegoteo que siente parte de si, y cuando la madre lo limpia sienten que la
madre le está borrando todo eso que él fue construyendo. Acá se pone en juego todo lo que
tiene que ver con la oralidad adosado a lo escópico (visual). Rodulfo denomina a la boca
como órgano de incorporación, es con lo primero que el niño cuenta para extraer estos
significantes inclusive antes de usar sus manos (acá tenemos que pensar al niño perverso
polimorfo). Rodulfo describe al niño como agujereador, arrancador de los primeros objetos
y va a describir este primer jugar en una secuencia que es “agujerear-hacer superficie,
agujerear- hacer superficie”. Cuando el niño chupetea va creando la superficie oral (en el
caso Lora de autismo es una niña donde no hay constitución de superficie, no hay una
construcción de un cuerpo libidinal, no hay deseo de comer) y va produciendo objetos. Hay
una secuencia de extraer y fabricar superficies continuas; vemos 2 momentos que son
continuos agujerear-hacer superficie, agujerear-hacer superficie. Rodulfo utiliza el ej de
Lora en el que la niña hace grandes tiras de papel. El niño va construyendo a partir de este
pegar con la comida, su cuerpo no es más que un pegado, un collage. Desde la
estructuración simbólica a través del jugar se va constituyendo el cuerpo; y lo primero que
se construye no es para nada un interior o exterior que si se ve en el fort-da. A partir de que
el niño puede arrojar objetos hacia el mundo se organiza una temporalidad y una
espacialidad, pero para que el niño pueda hacer esto, tiene que tener primero un cuerpo. El
niño se va autoinscribiendo bajo la forma de superficie para después, estas bandas
continuas es el requisito necesario para pensar en un adentro y un afuera.
Rodulfo dice que cuando construimos el mito familiar uno indaga sobre las rutinas que son
otra manera de crear superficies. El adulto es el que va acomodando los ritmos del bebe con
respecto al día, a la noche; al principio es todo continuo y caótico, es el comienzo para que
el niño se vaya organizando en tiempo y espacio, permitiéndole así percibir ciertas
regularidades. La madre tiene que ofrecer el medio para crear estas rutinas, es el Otro que
va armando la cotidianeidad del niño. La rutina es lo que unifica al niño, antes de educar
hay que formar hábitos y cuerpo. Las rutinas se pueden pensar como la retícula de cierto
soporte narcisista porque toda necesidad necesita apuntalarse, las rutinas con las herederas
de la función materna, es la constitución del día a día del niño. Este tipo de cuestiones son
las que permiten pensar la clínica porque si el analista ve algo que está muy desorganizado,
la función del analista es que la familia empiece a reorganizarse, a empezar a construir esas
rutinas adentro del consultorio (ej: al terminar de jugar, guardar) que hacen a la
organización. En la clínica se constituye aquello que no se está siendo dado, poder trabajar
con los padres para que ellos mismos construyan una rutina, es decir, en la clínica además
de trabajar con los procesos, se trabaja con las funciones (los padres).
Cap 8: el espacio de las distancias abolidas. Antes del fort-da hay funciones del jugar más
tempranas ligadas a la edificación del cuerpo. El bebé en el acto de embadurnamiento está
edificando su cuerpo, el espacio es el cuerpo. Acá en la segunda tesis vamos a ver que hay
cierta distancia en el espacio, como el niño va progresivamente en este segundo momento y
todavía no hay exterior-interior, pero algo del volumen empieza a aparecer. Tanto cuerpo
como espacio coinciden, pero este segundo tiempo se diferencia del primero. En segundo
tiempo Rodulfo habla de la “intoxicación”, el consumo, donde espacio y tiempo se unifican
bajo ciertos estupefacientes (2do tiempo de la banda de moebius). Este espacio de
inclusiones reciprocas (es el espacio de inclusión y que está continuamente sucediendo)
tomado de Sami Ali se tiene como una espacialidad narcisista, estamos en la
bidimencionalidad, no hay polaridad yo-no yo, adentro-afuera, sino es algo que se está
construyendo en ese momento. El segundo juego es cuando el bebé toma la cartera de la
madre, jugando a poner y sacar, empiezan a agarrar cajas, se meten adentro-salen.
Entonces, en un primer tiempo tenemos agujerear-hacer superficie, y en un segundo tiempo
tenemos poner y sacar. El bebe intenta poner una pelota grande dentro de una pequeña
porque cuerpo y espacio coinciden y también el niño empieza a descubrir otros objetos, es
una actividad insistente, ahorta y repetitiva, son leyes de funcionamiento psíquico muy
temprano y radical, y todo esto es previo a la separación con la madre. Este segundo tiempo
se puede vincular con la paradoja que plantea Winnicott que dice “para poder separarse hay
que estar muy unido”, es decir, lo que permite la separación es la fusión. La separación no
se debe apurar porque se estaría interrumpiendo la espontaneidad del niño. El analista no
debe propiciar la separación, sino que debemos ayudar o acompañarlo a que el niño pueda
separarse; esta es la función del objeto transicional que lo acompaña a la separación con la
madre. Si uno altera este proceso de separación, lo que vamos a generar es que es desarrollo
simbolico del niño no se produzca. Podemos pensar aquí la cuestión diagnostica que se
trabaja en psicoanálisis: en vez de preguntarnos que tiene, debemos preguntarnos si tiene o
no tiene un cuerpo, si esta fusionado o no al cuerpo de la madre, si está parcialmente
separado, si está implantado en una demasía de falizacion de la cual no puede salir (lo
vamos a ver con Coria) y queda estancado en el estadio del espejo. Entonces, el analista no
debe perder tiempo si psicótico, neurótico o perverso, o si tiene TGD o HHD; sino,
debemos preocuparnos en que momento de constitución subjetiva se encuentra el niño y
esto se va a ver en el modo de jugar del niño. Toda actividad del niño nos va a determinar
que trabajo psíquico nos está determinando. En el juego del entubamiento (de poner y sacar
en la creación de un tubo), en este construir su cuerpo, primero tiene que crear superficies,
después va construyendo un tubo y por último el tercer juego es el que se pone de
manifiesto a través del juego del escondite que son pequeñas prácticas de aparición-
desaparición. Entonces, las creaciones de estos juegos arcaicos son fundamentales para
luego pensar en el fort-da y luego de este último, todo se va complejizando hasta llegar a
los juegos reglados.
La desaparición que en un primer momento no causa placer en el niño, más bien causa
angustia. Cuando el niño soporta esta desaparición se produce un “gran acontecimiento
libidinal”, el niño obtiene un placer, se ríe y lo pide otra vez.
Rodulfo habla del destete como que es el niño quien se desteta, pero para poder lograrlo
debe encontrar el mínimo de colaboración del Otro que permita dicho destete. El destete se
vuelve dramático cuando la madre quiere apurarlo. Acá también podemos pensar el
concepto de espontaneidad.
Hay que tomar el jugar como practica ligada a lo uniforme, a lo sin sentido, como un
garabato. El inc está estructurado como un garabato (Winnicott). El juguete es algo que hoy
nos rodea y el niño no depende del juguete, sino que el niño es quien construye el juguete.
Entonces el niño al jugar primero se crea un cuerpo, después va conquistando un lugar, “allí
donde era el mito (cuerpo materno) el sujeto debe advenir y solamente esto lo hace
jugando”. Rodulfo habla de un 1° tiempo de fabricación de superficies, 2° tiempo de la
fabricación de un tubo, 3° tiempo la creación de un espacio tridimensional, un 4° tiempo de
los juegos de roles (tiene que ver con las identificaciones sexuales), y un 5° tiempo la
creación de un nuevo espacio transicional que tiene más que ver con la adolescencia y el
pasaje de la endogamia (de lo familiar) a la exogamia.
Jugar con…acá aparecen los juguetes estructurados por el discurso-Amo. Pero jugar no es
eso, o es mucho más q eso. Antes q jugar con juguetes, jugar es producir el juguete como
tal. Algo no se convierte en juguete más q después de haber sido inventado y bautizado por
la práctica del chico. No es que el niño tenga un cuerpo y “con él” se ponga a jugar, en un
lugar más o menos establecido. Al jugar se hace un cuerpo y conquista un lugar. Las
operaciones simbólicas, cualesquiera sean, se hacen jugando. Juego, soy.
Allí donde era el mito (cuerpo materno), el sujeto debe advenir. Su posibilidad es hacerlo
jugando. Para ser, el sujeto debe encontrar stes q lo representen, y la única forma de
encontrarlos es inventarlos, producirlos, aunque en otro sentido “estén allí”. Tercera
paradoja: algo solo puede ser usado positivamente por el sujeto si se lo ofrecemos de
manera tal que le permite inventarlo, crearlo él.
Ste para Lacan: carácter trans-individual, de producción de sentido, de producción de algo
nuevo; conduce al sujeto hacia algún lugar, malo o bueno: su imprevisibilidad.
Se puede redefinir jugar: producir stes q lo representen, por parte del sujeto q juega. Esta es
una práctica q se sostiene atravesando todas las edades: cambiaran los materiales, el
contenido, la función táctica, aquello a lo q apunte el ste del sujeto, pero la necesidad de tal
práctica es una invariante. El material para fabricar stes ha de ir a buscarlo el sujeto a
alguna parte. Hasta la adolescencia ese material solo puede extraerse del mito familiar.
Extraer, arrancar, para dejar marcas q representen, en las q pueda bien reconocerse, bien ir
desplegando, la deriva de un camino.
Extraer, arrancar y dejar marcas. Se lo puede ver primero en su forma mas sencilla en el
bebe accionando sobre el cuerpo del Otro, tan pronto dispone de movimientos: es un
universal, y por eso mismo si no ocurre se tiene por algo tan grave como un retraso
profundo o un autismo precoz, q el bebe se pondrá a tironear, agujerear, “inventando” los
agujeros q encuentra anatómicamente dispuestos, chupar, arrancar con la mirada, pellizcar,
frotar, en ese cuerpo materno primordial en cuyo espacio vive. Nos pasa desapercibido q no
se trata de caprichos anárquicos de un ser aun inmaduro sino un verdadero trabajo, con mas
títulos para llamarse así que tantas actividades socialmente sancionadas c ese nombre,
trabajo para, jugando c esos pedazos a los q se agarra, producir stes q le den un lugar entre
los hombres, a esa edad fundamentalmente q le den cuerpo.
Se van produciendo toda una serie de objetos singulares, obtenidos de esa actividad
extractiva y de marcaje, los q el PSA teoriza como transicionales o pequeños a. Tal serie
concierne a un doble registro, el del amor, registro narcisista q hace a la formación de un
Ego y del objeto narcisistico, y el de la pulsión, q concierne al goce, a la edificación del
cuerpo como gran collage de zonas erógenas. En el cruce de este doble registro
aprehendemos al sujeto. No hay q pensar esto clasificatoriamente: el mismo pequeño trozo
resultante de la perforación del Otro puede servir al montaje del yo y de los circuitos
pulsionales.
- Fabricación de un tubo: el primer jugar no está mucho tiempo solo. A poco andar, se le
contrapuntea una finita, pero ilimitada, serie de prácticas de inclusión, donde se trata de una
relación continente/contenido. Desde el simple poner algo dentro d otra cosa hasta el
descubrimiento del armario, del placard o de la cartera materna, donde el bebe se
complacerá en meter y extraer cosas. Esta operación sobre objetos implica
simultáneamente y sin ningún tipo de mediación necesaria q se está haciendo eso c el
cuerpo del sujeto. El continente/contenido atañe a su corporeidad.
Tampoco hay q pensar apresuradamente en un adentro/afuera. Se trata de una paradójica
interioridad sin volumen, bidimensional, q se producirá luego en tantos “infiernos” de la
relación objetal. “tuve un sueño ahí…en las Malvinas”, dice un adolescente durante una
crisis psicótica. No dice: soñé “con” las Malvinas, lo q hubiese sido un lenguaje neurótico.
Si fracasa la constitución de este tuvo, como sucede en decursos psicóticos, el sujeto o bien
funciona como pura superficie anexada al Otro o bien se evidencia co agujereado.
Los recién nacidos tienden a usar el puño, los dedos, los pulgares, para estimular la zona
erógena oral, para satisfacer los instintos en esa zona y, además, para una unión. Al cabo de
unos meses encuentran placer en jugar con muñecas y la mayoría de las madres les ofrecen
algún objeto especial y esperan q se aficionen a ellos.
La primera posesión
Aquí hay algo importante, aparte de la excitación y satisfacción oral. Se pueden estudiar
muchas otras cosas de importancia entre ellas:
De cada individuo puede decirse q posee una realidad interna, un mundo interior q puede
ser rico o pobre.
Yo afirmo q así como hace falta esta doble exposición, también es necesaria una triple: la
tercera parte de la vida de un ser humano, una parte de la cual no podemos hacer caso
omiso, es una zona intermedia de experiencia a la cual contribuyen la realidad interior y la
vida exterior. Se trata de una zona q no es objeto de desafío alguno, porque no se le
presentan exigencias.
Afirmo q existe un estado intermedio entre la incapacidad del bebe para reconocer y aceptar
la realidad, y su creciente capacidad para ello. Estudio la sustancia de la ilusión, lo q se
permite al N y lo q en la vida adulta es inherente del arte y la religión, pero q se convierte
en el sello de la locura cuando un adulto exige demasiado de la credulidad de los demás
cuando los obliga a aceptar una ilusión q no le es propia.
Se puede suponer q las experiencias q el N tiene autoeróticas como la succión del pulgar
van acompañadas por la formación de pensamientos o de fantasías. A todas estas cosas las
denomino fenómenos transicionales.
De todo ello pude surgir algo, o algún fenómeno, q llega a adquirir una importancia vital
para el bebe en el momento de disponerse a dormir, y q es una defensa contra la ansiedad,
en especial contra la de tipo depresivo. Puede q el N haya encontrado algún objeto y
entonces se convierte en lo q yo llamo objeto transicional. Los padres llegan a conocer su
valor y lo llevan consigo cuando viajan.
Sugiero q los fenómenos transicionales empieza a aparecer desde los 4 a 6 meses hasta los
8 o 12.
Las pautas establecidas en la infancia pueden persistir en la niñez, o en momentos de
soledad, o cuando existe el peligro de un estado de ánimo deprimido. Pero en plena salud se
produce una ampliación gradual de la gama de intereses. La necesidad de un objeto o de
una pauta de conducta específicos, q comenzó a edad muy temprana, puede reaparecer más
adelante, cuando se presente la amenaza de una privación.
Esta primera posesión se usa junto con técnicas especiales derivadas de la primera infancia.
No existe una diferencia apreciable entre los varones y las niñas, es su uso de la primera
posesión “no-to” q yo denomino objeto transicional.
Cuando el bebe empieza a usar sonidos organizados puede aparecer una palabra para
nombrar al objeto transicional. Es frecuente q el nombre q da a esos primeros objetos tenga
importancia, y por lo general contiene en parte una palabra empleada por los adultos.
A veces no existe un obj transicional aparte de la madre misma. O el bebe se siente tan
perturbado en su desarrollo emocional, q no le resulta posible gozar del estado de
transición, o bien se quiebra la secuencia de los objetos usados.
Un trozo de frazada simboliza un objeto parcial, como el pecho materno. Pero lo q importa
no es tanto su valor simbólico como su realidad.
En la consulta con un padre resulta a menudo valioso obtener info sobre las primeras
técnicas y posesiones de todos los niños de la flia. Ello impulsa a la madre a una
comparación de sus hijos entre sí, y le permite recordar y cotejar sus característica a una
edad temprana.
La contribución del N.
Él bebe puede emplear un obj transcional cuando el obj. Interno está vivo, es real y lo
bastante bueno. Pero ese obj interno depende, en lo referente de la existencia, vivacidad y
conducta del obj exterior. Cuando subsiste la característica de insuficiencia del obj exterior,
el interno deja de tener sdo para él bebe, y entonces, el obj transicional se vuelve tmb
carente de sentido. Este último puede, representar el “pecho externo”, pero en forma
indirecta, debido a q representa un pecho ¡interno”.
Ilusión-desilusión
A medida q pasa el tiempo se adapta poco a poco, en forma cada vez menos completa, en
consonancia con la creciente capacidad de su hijo para encarar ese retroceso.
Entre los medios con q cuenta él bebe para enfrentar ese retiro materno se cuentan los
siguientes:
- su experiencia, en el sentido de q la frustración tiene un límite de tiempo.
- Una creciente percepción del proceso.
- El comienzo de la actividad mental.
- La utilización de satisfacciones autoeróticas.
- El recuerdo, el revivir de experiencias, las fantasías, los sueños.
Si todo va bien, él bebe puede incluso llegar a sacar provecho de la experiencia de
frustración, puesto q la adaptación incompleta a la necesidad hace q los obj sean reales,
odiados tanto como amados. Si todo va bien él bebe puede resultar perturbado por una
adaptación estrecha a la necesidad. Pero al principio tiene q ser casi exacta, pues de lo
contrario al bebe no le es posible empezar a desarrollar la capacidad para experimentar una
relación con la realidad exterior, o por lo menos formarse una concepción de ella.
La ilusión y su valor.
El bebé crea el pecho una y otra vez a partir de su capacidad de amor o de su necesidad. Se
desarrolla en él un fenómeno subjetivo q llamamos pecho materno.
Cuando su adaptación a las necesidades del bebé es lo bastante buena, produce en este la
ilusión de q existe una realidad exterior q corresponde a su propia capacidad de crear. Solo
percibe el pecho en la medida en q es posible crear no en ese momento y lugar. El bebé se
alimenta de una pecho q es parte de él, y la madre da leche a un bebé q forma parte de ella.
La función principal del objeto y el F transicional, uno y otro inicia al ser humano en lo q
siempre será importante para él, una zona neutral de experiencia q no será atacada. Acerca
del obj transicional puede decirse q se trata de un convenio entre nosotros y el bb, nunca le
formularemos la pregunta ¿concebiste esto, o te fue presentado desde afuera? Lo
importante es q no se espera decisión alguna al respecto
Desilusionarlo es previo a la tarea del destete. Si las cosas salen bien en ese proceso de
desilusión gradual, queda preparado el escenario para las frustraciones q reunimos bajo la
denominación de destete; cuando hablamos de los fenómenos q rodean al destete gracias al
cual se ofrece una oportunidad para la ilusión y la desilusión gradual.
La simple terminación de la alimentación a pecho no es un destete.
Al bb se le pueden permitir los F.T gracias al reconocimiento, por parte de los padres de la
tensión inherente a la percepción objetiva, y no lo desafiamos respecto d la subjetivad u
objetividad.
Por lo general el obj transc del bb se descarga proco a poco, en especial a medida q se
desarrollan los intereses culturales.
La normalidad de los F.T , no obstante se puede discernir algunos casos como patología.
El juego
El juego debe ser estudiado como un tema por sí mismo, complementario del concepto de
sublimación del instinto.
Cuando un N juega falta en escancia el elemento masturbatorio, si la excitación física o el
compromiso instintivo resultan evidentes cuando un chico juega, el juego se detiene, o por
lo menos queda arruinado.
Yo trato de llegar a una nueva formación del juego. Se recurre a los trabajos de MK pero yo
sugiero q en sus escritos, cuando se ocupaba del juego se refería casi siempre al uso de este.
Los psicoanalistas han estado muy ocupados utilizando el contenido del juego como para
observar al N q juega, y para escribir sobre el juego como una cosa en si misma. Establezco
una diferencia entre el sustantivo “juego” y el verbo sustantivo “jugar”.
Todo lo q diga sobre el jugar de los niños tmb rige para los adultos, solo q el asunto se hace
de más difícil descripción cuando el material del paciente aparece principalmente en
términos de comunicación verbal. Debemos esperar q el jugar resulte tan evidente en los
análisis de los adultos como en el caso de nuestro trabajo con chicos. Se manifiesta, por ej,
en la elección de palabras, en las inflexiones de la voz, en el sentido del humor
Lo que yo llamo FT son universales. Hay en el juego algo q aun no encontró su lugar en la
bibliografía psicoanalítica.
Jugar es hacer.
Resumen:
En el juego el niño o el adulto están en libertad de ser creadores. Esta consideración surge
en mi pensamiento como un desarrollo del concepto de los FT, y tiene en cuenta la parte
difícil de la teoría del obj transicional, a saber, el hecho de q contiene una paradoja q se
debe aceptar, tolerar y no resolver.
La búsqueda de la persona.
Comentario.
Eso refleja, pero solo cuando se refleja se convierte en parte integrante de la personalidad
individual organizada, y a la larga, en la suma, hace q el individuo sea, q se lo encuentre; y
le permite postular la existencia de la persona.
Practico Sofía:
Paradojas:
- La primera paradoja tiene que ver con la frase “los bebes no existen”, porque el
bebé es uno con la madre.
- La segunda paradoja tiene que ver con crear lo dado.
Pensamos el proceso de ilusión-desilusión como el pasaje que permite pasar del placer al
displacer al principio de realidad, donde la madre se va a adaptar a las necesidades del niño
y va a disminuir la frustración amortiguándola para que el niño pueda ir tolerando el mundo
externo. Acá es cuando Winnicott dice que el existo de “los cuidados no depende tanto de
la inteligencia, sino de la devoción de su madre”, es la madre devota que se adapta 100% a
las necesidades del bebé y quien puede producir la ilusión, pero que gradualmente va a
producir la desilusión, es decir, es unión- separación. De la ilusión a la desilusión quiere
decir que la madre se va retirando gradualmente de acuerdo a las capacidades del niño. En
el proceso de ilusión hay un proceso de adaptación completa donde la madre crea la ilusión
de que su pecho es parte de él, la omnipotencia del bebé y tarea posterior consiste en
desilusionarlo, pero para lograrlo en un principio debe ofrecer suficiente oportunidad de
ilusión. La desadaptación hay que pensarla cuando el niño llora y la madre lo hace esperar
un rato.
A ese proceso de ilusión Winnicott lo llama “Zona de ilusión de experiencia” que crea la
madre con el bebé y esta no debe ser atacada. Si las cosas salen bien en ese proceso de
desilusión gradual, el escenario queda preparado para la frustración, la cual es el destete.
Esa zona de ilusión se puede pensar como una zona de experiencia de juego donde el
analista trabaja con el niño.
Lo tradicional no es el objeto sino la relación con ese objeto, que es lo que le va a permitir
tener al niño relación con objetos reales y separados. Si vamos a la patología, si una madre
se ausenta, el niño no experimenta ese proceso de ilusión y para el niño los objetos no
tienen ningún sentido.
Para Winnicott el juego en si es terapéutico, porque si el niño está jugando es porque tiene
esa capacidad creadora. El aniño aprende a perder perdiendo.
Características del objeto transicional: es un objeto suave, que irradia calor, es muy
apreciado por el niño, es una relación de afecto, amor y mutilación, no se debe cambiar a
menos que lo cambie el niño, debe sobrevivir al amor instintivo (pulsión odio puro), para el
niño tiene vida propia, tiene textura, vitalidad, está en el medio entre lo interno-externo,
cumple una función, pero luego este objeto cae y pierde significación, no hay que duelarlo,
el objeto lo tranquiliza, acompaña. Si ese objeto se extiende demasiado tiempo se podría
llegar a transformar en objeto fetiche.
En la terapia el analista debe ponerse a jugar con el niño, es el que propicia al niño la
posibilidad de jugar.
Winnicott en el juego del garabato, el analista le pide al niño que tome una hoja y la corte
al medio para quitarle seriedad a la técnica, le pide que cierre los ojos, haga un garabato y
luego los abra y cuente una historia sobre eso. Lo particular del juego es el placer, la
satisfacción en el juego depende del uso de símbolos. La simbolización es la posibilidad
que tiene el niño de jugar y hacer otra cosa, tiene que estar el “como si”. El juego hay que
entenderlo como un logro del desarrollo emocional, si es niño juega es porque hay algo de
la confianza que se creó, es una actividad imaginativa y creadora. Siempre hay otro que
genera confianza y sostiene al niño. Si bien el juego es puro placer, pero también mediante
el juego el niño elabora, ensaya, repite situaciones traumáticas, le permite tener cierta
capacidad de coordinación y de juicio, el niño practica a través del juego. Cuando irrumpe
la cuestión de la sexualidad y la angustia el juego se interrumpe; es un indicador que es
importante saber leerlo. A través del jugar el niño se ocupa de forma creativa del mundo
externo y la forma que tiene de elaborar todo lo que le pasa. El niño a través del juego
puede descargar su agresividad. Para Winnicott es juego es un logro; que el niño pueda
jugar solo es también un logro, al igual que después pueda jugar con otros. El juego
socializado, reglado es lo más difícil con lo cual se encuentra el niño.
El juego del garabato es un método para establecer contacto con el niño, favorece la
interacción, es fácil y tiene la ventaja de facilitar la tarea de tomar notas escritas, se trata de
un juego reglado que pueden jugar 2 personas. El consultor utiliza los resultados de acuerdo
con lo que el niño quiere comunicar. Esta técnica es un juego espontaneo y este no debe ser
una técnica fija, con reglas y normas. No se trata de un test y el consultor aporta su propio
ingenio casi tanto como el niño. El resultado de un garabato es satisfactorio en sí mismo, es
como un “objeto encontrado”. El juego del garabato es un juego sin reglas, lo imp es el uso
que se le dé al material que el juego puede producir en especial en ese tipo de trabajo en
una sola sesión “consulta terapéutica”. El juego del garabato no ha de dominar la escena
durante más de una sesión o a lo sumo 2 o 3. Es conveniente pensar en términos de la
repetición de una primera sesión y decir entonces que el juego del garabato, o sus
equivalentes, es útil como una técnica para la primera sesión. El principio es que la
psicoterapia se produce en un lugar donde se superponen la zona del juego del niño y la
zona de juego del terapeuta.
Cuando de patologías en niños hablamos de patologías del jugar, nos tenemos que
preguntar ¿Qué está pasando que este niño está perdiendo su capacidad de juego?
Pensemos en la desconfianza, angustia, inseguridad, juegos de estereotipia porque no hay
fantasía es monótono. Cuando hay masturbación real no hay representación y algo de la
indicación real nos indique algo de patología. Cuando estamos más del lado de la neurosis y
aparece algo de la excitación, el juego se interrumpe. En patologías más graves y cuando el
niño sigue jugando por ej a la lucha, podemos pensar en una posibilidad de cortar.
Freud en la interpretación del jugar es una pata fundamental, pero no debemos analizar el
juego como si fuera un sueño, tampoco el sentido de ese juego. El analista debe pensar el
juego de una manera mucho más amplia, como algo que es incalculable porque no hay una
sola manera de jugar (Rodulfo toma una frase de Einstein “Dios no juega a los dados”), sin
saber que escena va a armar el niño, y pensar el jugar como un acontecimiento en el cual se
va a establecer determinada situación, hay que dejar de lado lo fijo y lo necesario como si el
niño tuviera si o si que dibujar o hacer determinadas cuestiones. Poder diferenciar del juego
(algo que tiene reglas) y el jugar (es más libre). Tanto el juego y el jugar como algo mayor
que contiene al juego de reglas, es decir, el niño debe construir la regla para jugar a algo
con reglas. El juego de reglas de Rodulfo que toma Winnicott es siempre un GAME (bien
fijo), no es un PLAYING.
El establecimiento de reglas es poder crear cierto espacio para eso incalculable, la regla
como borde por ej la generala, las reglas son algo que están en el interior del juego mismo
al proceso del jugar, el niño crea reglas jugando. Por ej 2 niños que juegan a ver las
patentes pares e impares. La ley en el análisis se va construyendo (Lacan). La regla incluye
hacer trampa; el momento de hacer trampa es un momento constituyente del niño de
inscribir subjetivamente la categoría de ley. Entonces, para poder cumplir la ley el niño la
tiene que transgredir. El niño hace trampa cuando sabe que hay una ley que debe cumplir.
El niño que nunca hizo trampa no conoce la regla. Cuando el niño tiene juguetes, pero no
los usa, ahí no hay espacio para el jugar, tampoco hay juego en la compulsión a la
repetición (lo vamos a ver en autismo), la patología se refleja en el jugar, ahí el analista
debe interrumpir sin que sea algo molesto.
En el cap 7, si pensamos el jugar como un conflicto donde el niño resuelve jugando. Hay
que entender el juego como una experiencia de encuentro, en el ese jugar uno construye un
vínculo y esta la experiencia de creacion. No todo lo que hace el bebé y su mamá es juego,
pero la calidad lúdica que sean capaces de activar impregna todo eso que se hace
encontrándose, por eso mismo el jugar desplaza la argumentación teórica que recurre a lo
pulsional para afianzar la construcción de un vínculo. Es decir, como el niño intenta a
través del jugar solucionar un conflicto, y a esto sumándole que en el jugar con el otro es
una experiencia donde se construye un vínculo.
Hay que reconocer la importancia del juego (que es diferente de la fantasía y del sueño) en
el análisis de adultos. Si bien en el juego uno debe renunciar a muchas cosas que no pueden
compartirse con otras personas, hay muchas otras que puede ganar gracias a la
superposición de la fantasía ajena con la propia. Así pues, habrá una experiencia
compartida, aunque ella se limite únicamente a un área del fantaseo total.
La satisfacción en el juego depende del uso de símbolos, aunque la moción proviene del
instinto. Símbolos: esto hace las veces de aquello: “si aquello es amado, esto puede ser
usado y disfrutado. Si aquello es odiado, esto puede ser golpeado, dañado, restaurado y
vuelto a dañar”. O sea: la capacidad de jugar es un logro en el desarrollo emocional de cada
niño.
1. En función de lo que efectivamente existe (el propio cuerpo y los objetos que están
a mano).
2. En condiciones en que el niño tiene confianza en alguien, o se ha vuelto confiado
gracias a que ha tenido una experiencia adecuada de buenos cuidados. En cuidados
inadecuados, al generar desconfianza, reducen la capacidad para el juego.
Productos del juego: placer y practicar la manipulación de objetos, el manejo de la
capacidad de coordinación, las habilidades, juicios, el control sobre una zona limitada; si
bien el niño comprueba que su poder para autocontrolarse es limitado, al mismo tiempo
descubre los limitados alcances de su imaginación.
A través del juego el niño se ocupa en forma creativa de la realidad externa. El juego
cumple la funcion de manejar la agresión cuando tiene la capacidad de disfrutar la
manipulación de símbolos.