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CAPÍTULO 2
FINANCIARIZACIÓN, ENDEUDAMIENTO
Y FRAGILIDAD SISTÉMICA DE LAS ECONOMÍAS
ctu
EUROPEAS
tele
1. INTRODUCCIÓN
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al
Desde principios de la década de 1980 asistimos a la eclosión de los
mercados financieros internacionales, entre ellos los europeos. Las
transformaciones sobre las que queremos llamar la atención no sólo
ctu
han sido cuantitativas, sino también cualitativas. En concreto, es muy
importante señalar que durante estos años los distintos sistemas fi-
nancieros nacionales quedan totalmente interconectados y fuerte-
mente jerarquizados entre sí (Cartapanis, 2004); y que los aspectos fi-
nancieros van a jugar un rol particularmente importante a la hora de
determinar el comportamiento económico de las empresas, hogares y
estados.
tele
El concepto de financiarización, de reciente generalización, ha sido
utilizado para referirse –de una u otra forma– a ese dominio creciente
que los mercados y la lógica financiera ejercen sobre el conjunto de la
dinámica económica desde finales de la década de 1970 (véanse, entre
otros, los trabajos de Krippner, 2005; Epstein, 2005; Lapavitsas, 2009;
Stockhammer, 2007; Orhangazi, 2008; Palley, 2007; Hein, 2009). Más
allá de esta dimensión general del proceso de financiarización, no exis-
In
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económicos emergentes y fortaleció la capacidad de éstos para inter-
venir en el plano político.
Por otro lado, también han sido importantes en este proceso las
ctu
medidas económicas, políticas y empresariales que se desplegaron ya
desde finales de la década de 1970 con la intención de revertir la crisis
que registró la economía mundial durante dicha década. Este conjun-
to de medidas, que Huffschmid (2002) caracteriza como contrarrefor-
mas neoliberales1, fueron particularmente impulsadas por aquellos
grupos sociales vinculados con la dinámica de acumulación financiera
tele
anteriormente mencionada, y tuvieron como finalidad prioritaria in-
vertir el deterioro de la rentabilidad del capital. Para ello la política
económica se reorienta hacia una generalizada privatización, desre-
glamentación, liberalización y apertura externa de las principales eco-
nomías europeas (Plihon, 2004; Onaran, 2005).
En particular, la liberalización y desregulación de los mercados fi-
nancieros europeos, y su apertura al capital extranjero, va a ser de crucial
importancia para entender el origen del proceso de financiarización. Es-
In
1 Huffschmid caracteriza con este término lo que generalmente se conoce como «reformas estruc-
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ses de expansión de las últimas décadas (1996-1999 y 2004-2007).
De forma análoga, el gráfico 2.2 refleja un creciente peso de la capita-
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Gráfico 2.1. Crecimiento anual acumulado de las transacciones en los
mercados financieros y del PIB
50%
40%
30%
tele
20%
10%
0%
-10%
-20%
1996-1999 2000-2003 2004-2007
100
90
ve
80
70
60
50
40
Cla
30
20
10
0
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
2007
2008
2009
2010
2011
2012
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lización bursátil de las bolsas de la Zona Euro durante las últimas dé-
cadas: si en 1995 dicha capitalización equivalía al 30% del PIB de la
Eurozona, en 2007, en vísperas de la crisis, este valor se había triplica-
al
do, alcanzando el 90%.
Pero la actividad financiera no sólo se expande rápidamente, sino
que además altera su composición (mercados, productos, agentes pro-
ctu
tagonistas, etc.), así como también sus relaciones con el conjunto de
la dinámica productiva. Tal y como plantea Medialdea (2009), aunque
«en rigor no podemos caracterizar la lógica financiarizada como nove-
dosa, pues más bien se trata de que algunos rasgos inherentes a la lógi-
ca del capital se agudizan de forma extrema […], estos cambios tienen
la profundidad suficiente como para afectar a la lógica que rige el fun-
tele
cionamiento económico. […] La tendencia expansiva del capital fi-
nanciero, exacerbada en este nuevo contexto, pugna por trascender el
ámbito estricto de lo financiero y someter a su lógica al conjunto del
funcionamiento económico».
Las economías europeas se han visto afectadas por este proceso
de financiarización con desigual ritmo e intensidad, en función de sus
distintas características socioeconómicas y de las diferentes políticas
aplicadas. No obstante, en todas ellas este proceso se ha desarrollado
In
notablemente.
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3.1. Financiarización, distribución de la renta y alteración de los
patrones de consumo
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El proceso de financiarización ha colaborado en el incremento de las
rentas empresariales frente a las rentas salariales que analizábamos en
el capítulo anterior. Esto es así fundamentalmente por tres razones
(Dunharpt, 2011; Hein, 2012):
tele
– El cambio en la composición sectorial de las economías europeas
–en las que se ha producido un incremento del peso del sector fi-
nanciero en detrimento del sector no financiero de la economía–
ha determinado un crecimiento de la parte del PIB que se destina
al pago de las rentas empresariales. Esto es debido a que la pro-
porción del producto captado por las rentas del trabajo es estruc-
turalmente menor en el sector financiero de la economía, en
comparación con el sector no financiero (Hein, 2012). De este
In
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«disminuir y distribuir» (Lazonik y O’Sullivan, 2000). Así, con
el objetivo de garantizar rentabilidades a corto plazo lo más ele-
vadas posibles, las empresas han acometido reestructuraciones
ctu
basadas en una intensa reducción de sus activos y líneas de ne-
gocio secundarias, focalizándose en aquellos segmentos de su
cadena productiva que proporcionan mayor valor añadido. Las
desinversiones, las deslocalizaciones y la subcontratación nacio-
nal e internacional han debilitado la capacidad de negociación
de las organizaciones sindicales.
tele
Recuérdese que en el capítulo anterior ya señalamos que el retro-
ceso de las rentas salariales, la financiarización y la acumulación de
deudas se retroalimentan por distintas vías.
El menor peso de los salarios ha «liberado» recursos que han pasa-
do a valorizarse en la esfera financiera (Onaran, 2011; Stockhammer
et al., 2009). El progresivo incremento de las rentas empresariales ha
permitido que éstas fuesen crecientemente acumuladas en forma de
In
las economías. Por ejemplo, en España el gasto de los hogares (que in-
cluye tanto el consumo como la inversión residencial o adquisición de
viviendas nuevas) ha impulsado el crecimiento, en un contexto de im-
portante moderación de los salarios reales y elevado endeudamiento
de los hogares. Por el contrario, en la economía alemana el consumo
privado no ha jugado un papel significativo durante la última década
y, paralelamente, el aumento de la deuda de los hogares también ha
sido más limitado, aunque partía de valores más elevados. En los gráfi-
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cos 2.3 y 2.4 podemos ver ya que mientras que en España, Grecia,
Portugal e Irlanda la contribución anual del consumo privado al creci-
miento del PIB ha sido de un 2,2% de media entre 1995 y 2007, con
al
un crecimiento de la deuda de los hogares, en relación con su renta
disponible, del 6,6% anual, en este mismo periodo dichos valores han
sido en Alemania del 0,5% en ambos casos2.
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Gráfico 2.3. Contribución anual del consumo privado al crecimiento
In tele
Fuente: AMECO
Fuente: Eurostat
2 En el capítulo 4 volveremos sobre esta cuestión con más detalle.
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mente según el estrato social. La Encuesta Financiera de las Familias
elaborada por el Banco de España revela que las de bajos ingresos re-
curren en menor proporción al endeudamiento que las más ricas. Así,
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en el cuadro 2.1 vemos cómo sólo el 16,2% de las familias del quintil
más pobre tenían en 2008 algún tipo de deuda, frente al 66% del quin-
til superior. Pero, además, no todas las formas de endeudarse respon-
den a los mismos motivos. El porcentaje de deuda destinada al pago
de la vivienda habitual se comporta de forma inversa a la renta: en el
cuadro 2.2 observamos que para el 40% más pobre de las familias en-
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deudadas el 73,7% de la deuda contraída ha sido utilizada para com-
prar una vivienda habitual. En el otro extremo nos encontramos que
para el 10% más rico de las familias esa proporción disminuye hasta
un 41,9%. Asimismo, en dicho cuadro observamos cómo el porcentaje
de deuda que los hogares españoles destinan a la compra de propieda-
des inmobiliarias distintas a la residencia habitual crece notablemente
al aumentar la renta (del 11,0% para el 40% de hogares más pobres, al
43,5% para el 10% de hogares más ricos).
In
de renta pendientes %)
0-20 16,2
20-40 42,3
40-60 63,6
60-80 61,6
80-90 67,9
90-100 65,1
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Percentil Vivienda Otras propiedades
de renta principal inmobiliarias
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60-80 64,2 18,7
80-90 49,6 32,7
90-100 41,9 43,5
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Cuadro 2.3. Pagos por deuda en relación con la renta del hogar, 2008
0-20 46,5
20-40 26,9
40-60 16,5
In
60-80 12,2
80-90 10,6
90-100 3,4
ve
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proporción de beneficios distribuidos habría mermado la capacidad
de las empresas para reinvertir su excedente, erosionándose con ello
la formación bruta de capital fijo (FBKF).
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Gráfico 2.5. Dividendos distribuidos por las sociedades no financieras
(UEM, % valor añadido neto)
In tele
Fuente: Eurostat
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La tasa de beneficio no invertido se define aquí como el excedente bruto de explo-
tación que no se destina a incrementar la formación bruta de capital fijo, es decir
EBE-FBKF/PIB.
Fuente: AMECO
In
3 La ralentización de la productividad del capital (definida esta como la ratio PIB / Stock de K) es
explicada por diversos autores como consecuencia de la rápida obsolescencia tecnológica, por un
lado, y del proceso de terciarización de las economías desarrolladas, en la medida en que el sector
servicios engloba tradicionalmente procesos que presentan por lo general un crecimiento de la
productividad más limitado.
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1961-1969 1970-1979 1980-1989 1990-1999 2000-2007 2008-2012
Alemania 1,0 0,6 0,3 0,6 0,1 0,0
Austria 1,4 1,2 0,4 0,7 0,3 0,1
Bélgica 1,2 0,6 0,4 0,4 0,6 –0,2
ctu
España 2,5 0,5 1,0 0,7 1,5 –2,2
Finlandia 1,1 0,8 1,4 –0,4 0,7 –0,3
Francia 1,8 0,7 0,4 0,3 0,6 –0,3
Grecia 3,0 0,8 –0,5 0,7 1,8 –3,3
Irlanda 2,0 1,4 –0,3 1,6 1,4 –2,8
Italia 1,2 0,6 0,5 0,2 0,5 –1,0
Luxemburgo 1,0
tele
0,6 1,0 1,4 1,1 0,1
Países Bajos 1,6 0,3 0,5 1,0 0,2 –0,6
Portugal 1,7 1,6 1,1 1,4 –0,2 –1,5
UE-12 1,4 0,6 0,5 0,5 0,5 –0,7
Fuente: AMECO
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Fuente: AMECO
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rentabilizando no sólo el ahorro captado de los hogares, sino impulsan-
do además la liquidez de los mercados financieros internacionales por
medio de su capacidad para generar endógenamente medios de pago.
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Es más, el proceso de liberalización ha incrementado enormemente di-
cha capacidad, lo que se ha traducido no sólo en un exceso de liquidez
en búsqueda de colocaciones rentables en los mercados financieros in-
ternacionales, sino también en un notable incremento de la fragilidad
de dichos mercados y, por extensión, del conjunto de la economía.
Los grandes bancos de inversión en el caso de los inversores esta-
tele
dounidenses –Goldman Sachs, Merrill Lynch, Morgan Stanley, Bear
Stearns o Lehman Brothers4–, y la banca universal en el caso de los in-
versores europeos –Deutsche Bank, BNP Paribas, Société Générale,
Grupo Santander, etc.– ha mantenido, como se ha dicho, un notable
entrelazamiento con los inversores institucionales. Estos últimos recu-
rren sistemáticamente a estos bancos para asegurarse tareas de asesora-
miento y gestión, así como operaciones de apalancamiento o de «aper-
tura y creación» de mercado. Por otro lado, los altos directivos de las
In
4El sector de la banca de inversión estadounidense –por estar precisamente situado en los seg-
mentos más activos y especulativos de los mercados financieros– ha quedado profundamente re-
estructurado con la llegada de la crisis: Lehman Brothers quebró en 2008, Bear Stearns y Merrill
Lynch tuvieron que ser vendidos (dados sus graves problemas de solvencia) a JP Morgan Chase
y Bank of America respectivamente, mientras que Morgan Stanley y Goldman Sachs acumulan
aún más poder.
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propiedad accionarial, computando la proporción en manos de los
principales inversores internacionales. Tras estudiar los vínculos de pro-
piedad accionarial de 43.060 sociedades transnacionales, se llega a la
ctu
conclusión de que dicha propiedad está mayoritariamente controlada
por un pequeño núcleo de instituciones financieras estrechamente vin-
culadas entre sí en una densa red de participaciones cruzadas. El 80%
del control sobre los ingresos por ventas del conjunto de las empresas
transnacionales está en manos de apenas 737 instituciones, concen-
trando las primeras 150 empresas el 40%. Y el 75% de las empresas
tele
que constituyen el núcleo duro que concentra el control accionarial de
la muestra son instituciones financieras, cifra que prácticamente alcan-
za el 100% cuando hacemos referencia a los primeros 50 inversores.
Este enorme poder económico acumulado por el núcleo del capi-
tal financiero internacional ha tenido un papel fundamental en el des-
arrollo de la crisis actual debido fundamentalmente a tres motivos
(Ayala y Mendioroz, 2012; Baker, 2010; Strange, 1996; Boyer, 2011).
En primer lugar, el proceso de concentración del capital ha soca-
In
gislación cada vez más favorable a los intereses de los inversores fi-
nancieros (eliminación paulatina de los diversos controles, profundi-
zación de la desreglamentación a nivel europeo, facilidades crecientes
a la movilidad del capital y a la concesión de créditos y préstamos,
etc.). De este modo, la industria financiera europea ha controlado y
Cla
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también su capacidad para obtener recursos tributarios. Esto se ha tra-
ducido en menores impuestos soportados por las corporaciones finan-
cieras europeas y en una creciente necesidad de acudir a los mercados
ctu
de deuda para financiar las políticas públicas, lo que aumenta el nego-
cio de los inversores privados a la vez que, como consecuencia, provo-
ca una fuerte presión para la reducción de estos impuestos.
Por último, la capacidad de lobby de los actores financieros tam-
bién ha condicionado la propia autoridad pública para «vigilar y casti-
gar». La enorme liquidez y movilidad de los mercados europeos de ca-
tele
pitales, el vertiginoso desarrollo de la ingeniería financiera y el avance
tecnológico experimentado por los mercados financieros han contri-
buido a dificultar las tareas de supervisión y control. No obstante, a
las dificultades objetivas también se han sumado la ausencia de res-
ponsabilidad penal en los casos de delito y, en muchas ocasiones, la
falta de voluntad de las propias autoridades por hacer cumplir la nor-
mativa. Todo esto ha derivado en una insuficiente valoración del riesgo
sistémico en el que incurrían las corporaciones financieras (y, con
In
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burgo), además de en Irlanda, España y Portugal. Si lo comparamos con
1995, el crecimiento de la deuda ha sido superior a la media en Portu-
gal, España, Grecia y Bélgica (no hay datos de Irlanda y Luxemburgo
ctu
para 1995) y casi no ha crecido la del sector privado en Alemania.
En el gráfico 2.9 incorporamos también la deuda de las sociedades
financieras y del sector público. En este caso, la deuda total superaba en
2007 el 700% del PIB en Irlanda y el 600% en Holanda, y se situaba por
encima del 300% en Portugal, España, Bélgica, Francia y Austria. Sobre-
sale, igualmente, el hecho de que el endeudamiento es fundamental-
tele
mente privado, con la única excepción de Grecia, país en el que la deu-
da de las sociedades financieras es claramente inferior al resto.
De hecho, un patrón particularmente relevante de este periodo es
el espectacular endeudamiento experimentado en muchos países por
el propio sector financiero como consecuencia de los procesos de emi-
sión de títulos diversos (deuda, contratos derivados, etc.). Estas opera-
ciones han aumentado la complejidad del sistema financiero interna-
cional y su interdependencia, lo que explica la rápida transmisión de
In
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ctu
tele
El sector privado no financiero incluye a los hogares y a las sociedades no finan-
cieras. No hay datos disponibles de Irlanda y Luxemburgo en 1995.
La serie 2007-1995 recoge el incremento acumulado de la deuda en estos años,
en % del PIB.
Fuente: Eurostat
In
Fuente: Eurostat
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al
rencia entre los países que hemos señalado previamente como aque-
llos en los que la deuda ha aumentado más durante este periodo y
Alemania, que es el país en que esta ratio ha crecido menos.
ctu
Gráfico 2.10: Crecimiento del crédito al sector privado, como porcentaje
del PIB (promedio anual, 1996-2007)
In tele
Fuente: Eurostat
ve
Hay que tener en cuenta, por otra parte, que este mayor recurso
al crédito no sólo se ha destinado a financiar un mayor gasto de los
hogares o inversiones productivas por parte de las empresas, sino que
ha permitido también un fuerte incremento de las operaciones de es-
Cla
7 Refiriéndose a este tipo de finanzas, Keen (2012: 3) dice lo siguiente: «Estos prestatarios no in-
vierten, sino que compran activos ya existentes y esperan obtener un beneficio al revenderlos en
un mercado con precios crecientes. Por tanto, a diferencia del emprendedor schumpeteriano, cu-
yas deudas actuales pueden ser amortizadas, incluyendo los intereses, con los beneficios futuros,
los financieros tipo Ponzi han de hacer frente a un servicio de la deuda mayor que los ingresos
que se derivan de la posesión del activo que compraron con el dinero prestado. Por tanto, deben
volver a endeudarse o vender su activo a un precio mayor para no quebrar».
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creciente divorcio entre el ámbito financiero y el productivo, que no
es sostenible en el tiempo: el fuerte crecimiento de las cotizaciones
bursátiles no puede progresar indefinidamente si no está respaldado
ctu
por incrementos en la productividad y beneficios reales de las socie-
dades, del mismo modo que el continuo incremento de la deuda no
puede mantenerse si no crecen los ingresos de las empresas y de los
hogares endeudados. Nuevamente, estas burbujas, sobre todo las rela-
cionadas con los mercados inmobiliarios, han tenido lugar principal-
mente en los países donde el crédito ha crecido más rápidamente (grá-
ficos 2.11 a 2.14).
tele
El economista norteamericano H. Minsky destacó por el estudio
de este tipo de dinámicas y sus consecuencias sobre la fragilidad fi-
nanciera del sistema. Sin embargo, él mismo dudó de que, una vez su-
perada la experiencia de los años treinta del pasado siglo XX, pudiera
repetirse un nuevo ciclo financiero de esas características, ya que con-
fiaba en que las autoridades financieras habrían aprendido la lección y
adoptarían los controles necesarios. Lo que Minsky no pudo prever es
In
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ctu
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Gráfico 2.13. Índices bursátiles (1995=100)
In
ve
Fuente:
Eurostat y BIS
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fragilidad sistémica de los mercados financieros internacionales alcan-
zaba niveles inimaginables.
En concreto, el fuerte crecimiento del crédito incrementó la fragi-
ctu
lidad sistémica en las economías desarrolladas al propiciar una dinámi-
ca en la cual los préstamos eran utilizados de manera creciente para fi-
nanciar la compra de activos que –al mostrar una continua
revalorización– servían como colaterales de los propios préstamos. En
el momento en el que empeora la situación financiera de los inversores
más frágiles y comienza a frenarse la escalada de precios de los activos,
tele
se inicia también el cuestionamiento de esta dinámica especulativa. A
partir de ahí, una vez que se generalizan las caídas de los precios de los
activos, se deterioran los balances de empresas, hogares e instituciones
financieras y el gasto se contrae bruscamente. Esto agrava la situación
financiera de todos los agentes, crecen los impagos y se desencadena la
crisis. La consiguiente desvalorización de los activos financieros e in-
mobiliarios acumulados da paso así a una intensa «recesión de balan-
ces». Adicionalmente, la interrelación de los sistemas financieros de
In
8 Minsky (1982). Puede encontrarse una amplia referencia a los trabajos de H. Minsky en
http://www.levyinstitute.org/about/minsky/.
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motoras» de la última década. Por otro lado, otras economías (Alema-
nia, Holanda, Bélgica, Finlandia o Austria) han presentado un modelo
de crecimiento basado en las exportaciones, con crecimientos más
ctu
modestos de la inversión, el consumo y el PIB, y cuyos superávits co-
merciales –y el consiguiente ahorro– se han destinado a financiar las
burbujas crediticias de los primeros países. Estas últimas economías
habrían actuado como «vagones», «enganchadas» de alguna forma al
crecimiento de las primeras.
La liberalización financiera, impulsada por la UEM, y la intensa aper-
tele
tura externa propiciada por las políticas neoliberales, han permitido que
la dinámica de crecimiento impulsada por la deuda externa pudiera con-
solidarse en el tiempo. Los mercados de capitales han actuado así como
un mecanismo imprescindible para sostener este modelo europeo de
«crecimiento dual». La consolidación de la moneda única ha jugado un
papel fundamental en este sentido, al institucionalizar la total libertad
de movimientos de los flujos de capitales y eliminar el riesgo de tipo de
cambio en estos flujos9. Los desequilibrios externos de las economías de-
In
9 La moneda única no sólo habría fomentado dichos desequilibrios, sino también habría alargado
su duración en el tiempo
10 Esto incluye no sólo el exceso de ahorro existente en la propia Alemania, sino que este país ha
servido también como intermediario para la llegada de capitales a la periferia procedentes de otros
países no europeos con superávit (Chen, Milesi-Ferretti y Tressel, 2012).
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al
y la inversión empresarial.
En el corto plazo, la demanda agregada determina el nivel de pro-
ducción en el mercado de bienes, lo que a su vez explica el nivel de
ctu
empleo en el mercado de trabajo. Este nivel de empleo influye decisi-
vamente sobre el poder negociador de empresas y trabajadores, influ-
yendo en la pugna distributiva por las ganancias de la productividad y,
con ello, en los salarios reales y el margen de beneficios. Los primeros,
junto al nivel de empleo, alimentan el consumo privado de la econo-
mía y éste a su vez alimenta la demanda agregada. El margen de bene-
tele
ficio influye en el numerador de la tasa de beneficio, determinando la
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de beneficio (mayor cuando existen expectativas de demanda eleva-
da). No obstante, la inversión empresarial termina por socavar en el
largo plazo la propia rentabilidad empresarial: la dinámica de sobrea-
ctu
cumulación lleva a una pérdida de la eficiencia marginal del capital, a
una progresiva reducción de la ratio producción/stock de capital y, de
ese modo, a una caída de los niveles de beneficio.
A partir de esta síntesis, ¿cómo cabría entender las transformacio-
nes vinculadas al proceso de financiarización vistas en el apartado an-
terior, y su relación con la crisis? Dichas transformaciones son señala-
tele
das por las flechas numeradas.
En primer lugar, las finanzas modifican el poder de negociación
de las distintas clases sociales en el marco de la empresa, influyendo
con ello en la formación de los salarios reales. De este modo, la finan-
ciarización ha contribuido, junto a otros factores, a la pérdida de peso
de las rentas salariales en la riqueza nacional, al tiempo que dicha
pérdida ha reforzado la propia lógica de la valorización financiera.
Además, este proceso permitiría entender que el consumo privado se
In
84