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al
CAPÍTULO 2

FINANCIARIZACIÓN, ENDEUDAMIENTO
Y FRAGILIDAD SISTÉMICA DE LAS ECONOMÍAS

ctu
EUROPEAS

tele
1. INTRODUCCIÓN

Un segundo factor estructural que podemos situar en la base de la


crisis actual es el del proceso de financiarización que se viene des-
arrollando desde comienzos de la década de 1980, y que también han
experimentado –aunque con desigual intensidad– las economías eu-
ropeas.
In

En este capítulo abordaremos dos cuestiones principales. En pri-


mer lugar, aclararemos a qué nos referimos cuando utilizamos el tér-
mino «financiarización», que ha sido recurrentemente utilizado en
la literatura económica heterodoxa, en ocasiones con poca precisión.
En segundo lugar, analizaremos cómo ha influido en la dinámica ma-
ve

croeconómica de las economías europeas, y cómo ha contribuido a


sentar las bases de la crisis actual. En concreto, veremos que ha pro-
movido y facilitado un masivo sobreendeudamiento y, con ello, ha
propiciado la fragilidad sistémica que nos ha conducido a la situa-
ción actual.
Cla

También destacaremos que, si bien la financiarización es una ca-


racterística global de la evolución en las últimas décadas de las econo-
mías capitalistas desarrolladas, en el caso concreto de la Unión Mone-
taria se ha manifestado de forma diversa en cada país. En particular, la
deuda ha crecido de forma notable en Irlanda, España, Portugal, Gre-
cia, Holanda, Bélgica y Luxemburgo, pero no lo ha hecho apenas en
Alemania.

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2. EL PROCESO DE FINANCIARIZACIÓN DE LAS ECONOMÍAS EUROPEAS:


DEFINICIÓN

al
Desde principios de la década de 1980 asistimos a la eclosión de los
mercados financieros internacionales, entre ellos los europeos. Las
transformaciones sobre las que queremos llamar la atención no sólo

ctu
han sido cuantitativas, sino también cualitativas. En concreto, es muy
importante señalar que durante estos años los distintos sistemas fi-
nancieros nacionales quedan totalmente interconectados y fuerte-
mente jerarquizados entre sí (Cartapanis, 2004); y que los aspectos fi-
nancieros van a jugar un rol particularmente importante a la hora de
determinar el comportamiento económico de las empresas, hogares y
estados.
tele
El concepto de financiarización, de reciente generalización, ha sido
utilizado para referirse –de una u otra forma– a ese dominio creciente
que los mercados y la lógica financiera ejercen sobre el conjunto de la
dinámica económica desde finales de la década de 1970 (véanse, entre
otros, los trabajos de Krippner, 2005; Epstein, 2005; Lapavitsas, 2009;
Stockhammer, 2007; Orhangazi, 2008; Palley, 2007; Hein, 2009). Más
allá de esta dimensión general del proceso de financiarización, no exis-
In

te en la literatura especializada una definición común de este fenóme-


no. Nosotros seguiremos aquí la propuesta por Epstein (2005) y consi-
deraremos que el proceso de financiarización señala «el creciente peso
de la lógica, los mercados, los agentes, las instituciones y los objetivos
financieros en el funcionamiento de las diversas economías nacionales,
ve

así como de la economía mundial en su conjunto».


El concepto de financiarización no es asimilable al de globaliza-
ción o mundialización, más amplio y general, si bien sí que podemos
decir que la financiarización designa uno de los principales rasgos es-
pecíficos del proceso de mundialización.
Cla

El origen de la progresiva financiarización de las economías euro-


peas hay que buscarlo en varios factores. Por un lado, destaca la ex-
plosión del Sistema Monetario Internacional (SMI) de cambios fijos
surgido en Bretton Woods. La pérdida de valor del dólar en los merca-
dos financieros internacionales llevó a los EEUU a suspender en 1971
la convertibilidad del dólar en oro. Hasta 1973 la moneda estadouni-
dense siguió actuando formalmente como patrón del SMI, pero a par-
tir de esa fecha se permitió la libre flotación de las monedas en los

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mercados de divisas. Este fenómeno, junto con la escalada de los pre-


cios del petróleo y su reciclaje internacional en forma de petrodólares,
abrió nuevos espacios de acumulación financiera, enriqueció a actores

al
económicos emergentes y fortaleció la capacidad de éstos para inter-
venir en el plano político.
Por otro lado, también han sido importantes en este proceso las

ctu
medidas económicas, políticas y empresariales que se desplegaron ya
desde finales de la década de 1970 con la intención de revertir la crisis
que registró la economía mundial durante dicha década. Este conjun-
to de medidas, que Huffschmid (2002) caracteriza como contrarrefor-
mas neoliberales1, fueron particularmente impulsadas por aquellos
grupos sociales vinculados con la dinámica de acumulación financiera
tele
anteriormente mencionada, y tuvieron como finalidad prioritaria in-
vertir el deterioro de la rentabilidad del capital. Para ello la política
económica se reorienta hacia una generalizada privatización, desre-
glamentación, liberalización y apertura externa de las principales eco-
nomías europeas (Plihon, 2004; Onaran, 2005).
En particular, la liberalización y desregulación de los mercados fi-
nancieros europeos, y su apertura al capital extranjero, va a ser de crucial
importancia para entender el origen del proceso de financiarización. Es-
In

tas políticas neoliberales –promovidas desde las instituciones financie-


ras internacionales, desde Bruselas, desde los propios estados miembros
de la UE y también desde las distintas organizaciones patronales– han
liquidado durante las últimas tres décadas el corsé financiero impuesto
al capital durante los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial.
ve

Múltiples indicadores ilustran el proceso de financiarización: la


capitalización bursátil de las principales plazas financieras se ha dis-
parado, sobrepasando varias veces el tamaño del PIB de las distintas
economías nacionales; el valor de las transacciones financieras ha cre-
cido mucho más rápidamente que la actividad comercial y producti-
Cla

va; el crédito ha sufrido una fuerte expansión; y el peso relativo de las


rentas financieras se ha incrementado notablemente sobre el total de
la renta nacional.

1 Huffschmid caracteriza con este término lo que generalmente se conoce como «reformas estruc-

turales», o como «políticas neoliberales». El sentido de caracterizarlo como contrarreformas radica


en la necesidad de mostrar que la ofensiva del capital es precisamente contra aquellas reformas
conquistadas por el mundo del trabajo al finalizar la II Guerra Mundial (pleno empleo, salarios
crecientes, empleos estables, seguridad social, pensiones públicas, servicios sociales públicos, etc.).

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En el gráfico 2.1 observamos que el crecimiento del volumen de


transacciones en los mercados de capitales de la Zona Euro ha sido
muy superior a la evolución de la actividad productiva durante las fa-

al
ses de expansión de las últimas décadas (1996-1999 y 2004-2007).
De forma análoga, el gráfico 2.2 refleja un creciente peso de la capita-

ctu
Gráfico 2.1. Crecimiento anual acumulado de las transacciones en los
mercados financieros y del PIB

50%

40%

30%
tele
20%

10%

0%

-10%

-20%
1996-1999 2000-2003 2004-2007

Bonos y títulos de deuda Préstamos Acciones PIB


In

Gráfico 2.2. Evolución de la capitalización bursátil (% del PIB)

100

90
ve

80

70

60

50

40
Cla

30

20

10

0
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
2007
2008
2009
2010
2011
2012

En estos gráficos tomamos los datos de la UEM-16, al no estar disponibles los de


la UEM-12.
Fuente: Eurostat

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lización bursátil de las bolsas de la Zona Euro durante las últimas dé-
cadas: si en 1995 dicha capitalización equivalía al 30% del PIB de la
Eurozona, en 2007, en vísperas de la crisis, este valor se había triplica-

al
do, alcanzando el 90%.
Pero la actividad financiera no sólo se expande rápidamente, sino
que además altera su composición (mercados, productos, agentes pro-

ctu
tagonistas, etc.), así como también sus relaciones con el conjunto de
la dinámica productiva. Tal y como plantea Medialdea (2009), aunque
«en rigor no podemos caracterizar la lógica financiarizada como nove-
dosa, pues más bien se trata de que algunos rasgos inherentes a la lógi-
ca del capital se agudizan de forma extrema […], estos cambios tienen
la profundidad suficiente como para afectar a la lógica que rige el fun-
tele
cionamiento económico. […] La tendencia expansiva del capital fi-
nanciero, exacerbada en este nuevo contexto, pugna por trascender el
ámbito estricto de lo financiero y someter a su lógica al conjunto del
funcionamiento económico».
Las economías europeas se han visto afectadas por este proceso
de financiarización con desigual ritmo e intensidad, en función de sus
distintas características socioeconómicas y de las diferentes políticas
aplicadas. No obstante, en todas ellas este proceso se ha desarrollado
In

notablemente.

3. LA MACROECONOMÍA DEL CAPITALISMO DIRIGIDO POR EL CAPITAL


FINANCIERO Y LA DEUDA CRECIENTE
ve

La financiarización ha facilitado una intensa acumulación de deudas


y ha aumentado la fragilidad global de las economías europeas a través
de cinco canales: ha reforzado la pérdida de peso de los salarios en la
renta y, a la vez, ha permitido compensar durante un tiempo el efecto
Cla

que esto tiene sobre el consumo, mediante el acceso al crédito; ha de-


bilitado el nexo entre beneficios e inversión productiva; ha reforzado
el poder «en la sombra» de grupos interesados en reducir las políticas
públicas y la regulación del sector; ha facilitado las actividades espe-
culativas y la aparición de burbujas, provocando un aumento de los
riesgos asumidos por los distintos agentes y su interconexión; y ha per-
mitido financiar los desequilibrios por cuenta corriente en el interior
de la Zona Euro, hasta que éstos han alcanzado niveles históricamente

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muy elevados e insostenibles. A continuación exponemos cada uno


de estos mecanismos de una forma más detallada.

al
3.1. Financiarización, distribución de la renta y alteración de los
patrones de consumo

ctu
El proceso de financiarización ha colaborado en el incremento de las
rentas empresariales frente a las rentas salariales que analizábamos en
el capítulo anterior. Esto es así fundamentalmente por tres razones
(Dunharpt, 2011; Hein, 2012):
tele
– El cambio en la composición sectorial de las economías europeas
–en las que se ha producido un incremento del peso del sector fi-
nanciero en detrimento del sector no financiero de la economía–
ha determinado un crecimiento de la parte del PIB que se destina
al pago de las rentas empresariales. Esto es debido a que la pro-
porción del producto captado por las rentas del trabajo es estruc-
turalmente menor en el sector financiero de la economía, en
comparación con el sector no financiero (Hein, 2012). De este
In

modo, aunque la distribución funcional no hubiese modificado


el interior de cada sector, el cambio en la composición sectorial a
favor del sector financiero habría supuesto una reducción del
peso total de las rentas salariales sobre el PIB.
– En segundo lugar, las estrategias de maximización del valor ac-
ve

cionarial han llevado a un incremento de los pagos efectuados


por las empresas a los rentistas y accionistas (en forma de divi-
dendos e intereses) así como también a un incremento de los
pagos efectuados a los altos directivos para soldar los intereses
de éstos con la dinámica de maximización accionarial (funda-
Cla

mentalmente a través de las stock options). Esta presión ejercida


por los accionistas y rentistas para garantizar la rentabilidad fi-
nanciera y la valorización bursátil de las empresas ha presiona-
do a la baja sobre la proporción del excedente destinado a re-
munerar a los asalariados.
– Por último, la financiarización se ha traducido en una paulatina
reducción del poder negociador de las organizaciones sindica-
les. La liberalización y expansión de los mercados internaciona-

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les de capitales ha impuesto en las empresas nuevas estrategias,


en lo que algunos autores han denominado el tránsito de un
modelo consistente en «retener y reinvertir» a otro basado en

al
«disminuir y distribuir» (Lazonik y O’Sullivan, 2000). Así, con
el objetivo de garantizar rentabilidades a corto plazo lo más ele-
vadas posibles, las empresas han acometido reestructuraciones

ctu
basadas en una intensa reducción de sus activos y líneas de ne-
gocio secundarias, focalizándose en aquellos segmentos de su
cadena productiva que proporcionan mayor valor añadido. Las
desinversiones, las deslocalizaciones y la subcontratación nacio-
nal e internacional han debilitado la capacidad de negociación
de las organizaciones sindicales.
tele
Recuérdese que en el capítulo anterior ya señalamos que el retro-
ceso de las rentas salariales, la financiarización y la acumulación de
deudas se retroalimentan por distintas vías.
El menor peso de los salarios ha «liberado» recursos que han pasa-
do a valorizarse en la esfera financiera (Onaran, 2011; Stockhammer
et al., 2009). El progresivo incremento de las rentas empresariales ha
permitido que éstas fuesen crecientemente acumuladas en forma de
In

patrimonio financiero de los hogares más ricos, materializándose en


una sustancial mejora de las ganancias de capital de estas familias. Ello
ha colaborado en la formación de burbujas en torno a diversos activos
financieros y a sobredimensionar los mercados de capitales, los flujos
en dichos mercados y las actividades especulativas.
ve

En este contexto, sólo ha sido posible mantener los niveles de con-


sumo de la mayoría de los asalariados a costa de incrementar sus nive-
les de endeudamiento (precisamente frente a aquellas familias que se
han visto favorecidas por la mencionada acumulación de patrimonio
financiero). Sin embargo, esto no ha ocurrido simétricamente en todas
Cla

las economías. Por ejemplo, en España el gasto de los hogares (que in-
cluye tanto el consumo como la inversión residencial o adquisición de
viviendas nuevas) ha impulsado el crecimiento, en un contexto de im-
portante moderación de los salarios reales y elevado endeudamiento
de los hogares. Por el contrario, en la economía alemana el consumo
privado no ha jugado un papel significativo durante la última década
y, paralelamente, el aumento de la deuda de los hogares también ha
sido más limitado, aunque partía de valores más elevados. En los gráfi-

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cos 2.3 y 2.4 podemos ver ya que mientras que en España, Grecia,
Portugal e Irlanda la contribución anual del consumo privado al creci-
miento del PIB ha sido de un 2,2% de media entre 1995 y 2007, con

al
un crecimiento de la deuda de los hogares, en relación con su renta
disponible, del 6,6% anual, en este mismo periodo dichos valores han
sido en Alemania del 0,5% en ambos casos2.

ctu
Gráfico 2.3. Contribución anual del consumo privado al crecimiento

In tele
Fuente: AMECO

Gráfico 2.4. Aumento anual de la deuda de los hogares (% renta


disponible)
ve
Cla

Fuente: Eurostat
2 En el capítulo 4 volveremos sobre esta cuestión con más detalle.

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Recuadro 2.1: Endeudamiento y nivel de ingreso de los hogares en España

El patrón de endeudamiento de las familias españolas varía sustancial-

al
mente según el estrato social. La Encuesta Financiera de las Familias
elaborada por el Banco de España revela que las de bajos ingresos re-
curren en menor proporción al endeudamiento que las más ricas. Así,

ctu
en el cuadro 2.1 vemos cómo sólo el 16,2% de las familias del quintil
más pobre tenían en 2008 algún tipo de deuda, frente al 66% del quin-
til superior. Pero, además, no todas las formas de endeudarse respon-
den a los mismos motivos. El porcentaje de deuda destinada al pago
de la vivienda habitual se comporta de forma inversa a la renta: en el
cuadro 2.2 observamos que para el 40% más pobre de las familias en-
tele
deudadas el 73,7% de la deuda contraída ha sido utilizada para com-
prar una vivienda habitual. En el otro extremo nos encontramos que
para el 10% más rico de las familias esa proporción disminuye hasta
un 41,9%. Asimismo, en dicho cuadro observamos cómo el porcentaje
de deuda que los hogares españoles destinan a la compra de propieda-
des inmobiliarias distintas a la residencia habitual crece notablemente
al aumentar la renta (del 11,0% para el 40% de hogares más pobres, al
43,5% para el 10% de hogares más ricos).
In

También podemos apreciar que la carga que supone la deuda para


los hogares endeudados es muy distinta en uno y otro caso. El cuadro
2.3 nos permite comprobar que el porcentaje de hogares que presen-
taba una ratio de pagos por deuda con relación a la renta del hogar su-
perior al 40% es muy superior en el caso de los hogares más pobres: el
ve

46,5%, frente al 3,4% de los hogares más ricos.

Cuadro 2.1. Deuda de los hogares españoles, 2008

Percentil (Porcentaje de hogares con deudas


Cla

de renta pendientes %)

0-20 16,2
20-40 42,3
40-60 63,6
60-80 61,6
80-90 67,9
90-100 65,1

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Cuadro 2.2. Deuda destinada a la compra de vivienda (% total)

al
Percentil Vivienda Otras propiedades
de renta principal inmobiliarias

0-40 73,7 11,0


40-60 71,2 14,2

ctu
60-80 64,2 18,7
80-90 49,6 32,7
90-100 41,9 43,5
tele
Cuadro 2.3. Pagos por deuda en relación con la renta del hogar, 2008

Percentil (Porcentaje de hogares con ratios


de renta superiores al 40%)

0-20 46,5
20-40 26,9
40-60 16,5
In

60-80 12,2
80-90 10,6
90-100 3,4
ve

Fuente: Banco de España, Encuesta Financiera de las Familias 2008

3.2. Financiarización y ralentización de la inversión

Con carácter general, la financiarización de la economía también in-


Cla

fluye negativamente en la inversión empresarial, a través de dos vías


principales.
Por un lado, la intensa liberalización de los mercados de capitales
ha llevado a una sustancial modificación en la distribución de los be-
neficios empresariales. La desreglamentación ha fortalecido la posi-
ción de fuerza de los accionistas en el interior de las empresas, en tanto
en cuanto la liquidez de los mercados de capitales facilita su «voto con
los pies» en caso de que no se cumplan sus requerimientos de rentabi-

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lidad. Entre estos requerimientos han jugado un papel fundamental


la distribución de dividendos, habiéndose incrementado notablemen-
te la proporción del beneficio distribuido (gráfico 2.5.) Esta mayor

al
proporción de beneficios distribuidos habría mermado la capacidad
de las empresas para reinvertir su excedente, erosionándose con ello
la formación bruta de capital fijo (FBKF).

ctu
Gráfico 2.5. Dividendos distribuidos por las sociedades no financieras
(UEM, % valor añadido neto)
In tele

Fuente: Eurostat

Sin embargo, esta alteración en el patrón de distribución de los be-


ve

neficios empresariales no puede explicar por sí sola la ralentización de la


inversión. ¿Por qué los dividendos distribuidos no han sido reciclados
por el sistema financiero como nueva inversión? ¿Por qué en buena parte
de las economías europeas las bolsas no han aportado financiación neta
a las sociedades no financieras (una vez descontadas de las emisiones de
Cla

capital las compras de acciones llevadas a cabo por dichas empresas)?


Más allá del patrón de distribución de los beneficios, y de la pre-
sión que dicho patrón pueda ejercer sobre la inversión, debe señalarse
que el incremento del beneficio no invertido en la Zona Euro (gráfico
2.6) y la ralentización de la formación de capital fijo responden tam-
bién a las menores oportunidades de inversión existentes durante es-
tas últimas décadas en el terreno productivo, en comparación con el
ámbito financiero.

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Gráfico 2.6. Tasa de beneficio no invertido (UEM)

al
ctu
tele
La tasa de beneficio no invertido se define aquí como el excedente bruto de explo-
tación que no se destina a incrementar la formación bruta de capital fijo, es decir
EBE-FBKF/PIB.
Fuente: AMECO
In

Así, buena parte de la liquidez se habría refugiado en la esfera fi-


nanciera precisamente como consecuencia de la insuficiente rentabi-
lidad de los procesos productivos (resultado, por un lado, de la articu-
lación de un régimen de «escasa demanda» fruto de los cambios
distributivos y de la contención del gasto público y, por otro, de la me-
ve

nor productividad del capital durante las últimas décadas3). Como ha


señalado Krippner (2005), se habría producido un nuevo «patrón de
acumulación en el cual el proceso de realización de beneficios tiene
lugar fundamentalmente a través de canales financieros, en lugar de
mediante la producción y comercialización de mercancías».
Cla

En el caso de las economías europeas, la ralentización de la inver-


sión no ha sido homogénea. Como podemos ver en el cuadro 2.4, la
contribución media de la FBKF al crecimiento ha disminuido durante

3 La ralentización de la productividad del capital (definida esta como la ratio PIB / Stock de K) es

explicada por diversos autores como consecuencia de la rápida obsolescencia tecnológica, por un
lado, y del proceso de terciarización de las economías desarrolladas, en la medida en que el sector
servicios engloba tradicionalmente procesos que presentan por lo general un crecimiento de la
productividad más limitado.

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Cuadro 2.4: Contribución de la FBKF al crecimiento económico


(% del PIB)

al
1961-1969 1970-1979 1980-1989 1990-1999 2000-2007 2008-2012
Alemania 1,0 0,6 0,3 0,6 0,1 0,0
Austria 1,4 1,2 0,4 0,7 0,3 0,1
Bélgica 1,2 0,6 0,4 0,4 0,6 –0,2

ctu
España 2,5 0,5 1,0 0,7 1,5 –2,2
Finlandia 1,1 0,8 1,4 –0,4 0,7 –0,3
Francia 1,8 0,7 0,4 0,3 0,6 –0,3
Grecia 3,0 0,8 –0,5 0,7 1,8 –3,3
Irlanda 2,0 1,4 –0,3 1,6 1,4 –2,8
Italia 1,2 0,6 0,5 0,2 0,5 –1,0
Luxemburgo 1,0
tele
0,6 1,0 1,4 1,1 0,1
Países Bajos 1,6 0,3 0,5 1,0 0,2 –0,6
Portugal 1,7 1,6 1,1 1,4 –0,2 –1,5
UE-12 1,4 0,6 0,5 0,5 0,5 –0,7

Fuente: AMECO

las últimas décadas en el conjunto de la UEM. Sin embargo, al igual


In

que veíamos en el apartado anterior para el caso del consumo, el re-


curso a la deuda habría permitido mantener un fuerte ritmo inversor
–ligado en gran medida al sector de la construcción– en Irlanda, Gre-
cia, España y Portugal (aunque en este último caso sólo en la década
de 1990).
ve

Respecto a la proporción de los beneficios empresariales no inver-


tidos en forma de FBKF, en el gráfico 2.7 comprobamos también que
la tendencia general a su incremento durante el periodo de 1980-2007
en relación con las décadas anteriores se produce tanto en las econo-
mías periféricas como en las del centro de la Unión Monetaria, repre-
Cla

sentadas por Alemania. Sin embargo, también vemos que su evolución


es ciertamente desigual en ambas grupos, especialmente a partir de la
entrada en vigor de la moneda única. Desde este momento (y hasta
la llegada de la crisis) el incremento del beneficio no invertido se ace-
lera en Alemania, mientras que se reduce notablemente en las econo-
mías de la periferia e Irlanda.

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Gráfico 2.7: Tasa de beneficio no invertido (%)

al
ctu
tele
Fuente: AMECO

3.3. Financiarización, concentración del capital y poder «en la


sombra»
In

El proceso de financiarización no sólo ha consolidado un patrón re-


gresivo de distribución de la renta, sino que también ha reforzado la
concentración del capital y del poder económico, alterando la forma
concreta que adopta la organización contemporánea del capital.
Una característica central del contexto financiero internacional de
ve

las últimas décadas es el surgimiento de los inversores institucionales,


caracterizados por la titularidad colectiva de los activos y la gestión
mancomunada del ahorro concentrado: son los fondos de pensiones,
fondos de inversión y compañías de seguros. Estos inversores gestio-
naban en 2009 activos por encima del 150% del PIB de la OCDE.
Cla

Conviene no olvidar que, en general, están promovidos o controlados


por bancos comerciales o de inversión (especialmente en el caso de
los fondos de inversión). Además, los inversores institucionales se en-
cuentran densamente vinculados entre sí (los fondos de inversión ges-
tionan en muchas ocasiones diversos fondos de pensiones y, a veces,
son gestionados a su vez por los llamados «fondos de fondos»).
Así, inversores institucionales, banca de inversión y banca comercial
forman parte del núcleo duro del capital financiero internacional. Los

72
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inversores institucionales han sabido captar en las últimas décadas bue-


na parte del ahorro de los hogares para rentabilizarlo. Sin embargo, la
banca ha seguido manteniendo también un rol central, gestionando y

al
rentabilizando no sólo el ahorro captado de los hogares, sino impulsan-
do además la liquidez de los mercados financieros internacionales por
medio de su capacidad para generar endógenamente medios de pago.

ctu
Es más, el proceso de liberalización ha incrementado enormemente di-
cha capacidad, lo que se ha traducido no sólo en un exceso de liquidez
en búsqueda de colocaciones rentables en los mercados financieros in-
ternacionales, sino también en un notable incremento de la fragilidad
de dichos mercados y, por extensión, del conjunto de la economía.
Los grandes bancos de inversión en el caso de los inversores esta-
tele
dounidenses –Goldman Sachs, Merrill Lynch, Morgan Stanley, Bear
Stearns o Lehman Brothers4–, y la banca universal en el caso de los in-
versores europeos –Deutsche Bank, BNP Paribas, Société Générale,
Grupo Santander, etc.– ha mantenido, como se ha dicho, un notable
entrelazamiento con los inversores institucionales. Estos últimos recu-
rren sistemáticamente a estos bancos para asegurarse tareas de asesora-
miento y gestión, así como operaciones de apalancamiento o de «aper-
tura y creación» de mercado. Por otro lado, los altos directivos de las
In

empresas presentan habitualmente intereses soldados con los de los


inversores financieros y demás accionistas, fruto de la aplicación de las
medidas de participación accionarial impulsadas por estos inversores.
De este modo, los inversores financieros son dirigidos y asesorados
por la banca tradicional a cambio de elevadas comisiones, y están ínti-
ve

mamente vinculados con los altos directivos de las empresas a través


de los mecanismos de stock options. Es este triangulo –banca, inverso-
res institucionales y altos directivos– el que constituye actualmente el
núcleo duro del capital financiero internacional, al que se une toda
una pléyade de brokers, traders y demás intermediarios financieros, así
Cla

como las agencias calificadoras de riesgo (Standard & Poors, Moody´s


y Fitch).

4El sector de la banca de inversión estadounidense –por estar precisamente situado en los seg-
mentos más activos y especulativos de los mercados financieros– ha quedado profundamente re-
estructurado con la llegada de la crisis: Lehman Brothers quebró en 2008, Bear Stearns y Merrill
Lynch tuvieron que ser vendidos (dados sus graves problemas de solvencia) a JP Morgan Chase
y Bank of America respectivamente, mientras que Morgan Stanley y Goldman Sachs acumulan
aún más poder.

73
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Recientes estudios dan cuenta del enorme poder económico que


tiene este núcleo duro del capital financiero internacional. El innova-
dor trabajo de Vitali et al. (2011) analiza la arquitectura mundial de la

al
propiedad accionarial, computando la proporción en manos de los
principales inversores internacionales. Tras estudiar los vínculos de pro-
piedad accionarial de 43.060 sociedades transnacionales, se llega a la

ctu
conclusión de que dicha propiedad está mayoritariamente controlada
por un pequeño núcleo de instituciones financieras estrechamente vin-
culadas entre sí en una densa red de participaciones cruzadas. El 80%
del control sobre los ingresos por ventas del conjunto de las empresas
transnacionales está en manos de apenas 737 instituciones, concen-
trando las primeras 150 empresas el 40%. Y el 75% de las empresas
tele
que constituyen el núcleo duro que concentra el control accionarial de
la muestra son instituciones financieras, cifra que prácticamente alcan-
za el 100% cuando hacemos referencia a los primeros 50 inversores.
Este enorme poder económico acumulado por el núcleo del capi-
tal financiero internacional ha tenido un papel fundamental en el des-
arrollo de la crisis actual debido fundamentalmente a tres motivos
(Ayala y Mendioroz, 2012; Baker, 2010; Strange, 1996; Boyer, 2011).
En primer lugar, el proceso de concentración del capital ha soca-
In

vado atributos básicos de la soberanía legislativa de los parlamentos,


propiciando un desplazamiento del poder público hacia actores pri-
vados. Con la participación de los lobbies financieros en la elaboración
de la legislación nacional y europea, hemos asistido a un proceso de
«captura regulatoria» que ha promovido de forma progresiva una le-
ve

gislación cada vez más favorable a los intereses de los inversores fi-
nancieros (eliminación paulatina de los diversos controles, profundi-
zación de la desreglamentación a nivel europeo, facilidades crecientes
a la movilidad del capital y a la concesión de créditos y préstamos,
etc.). De este modo, la industria financiera europea ha controlado y
Cla

determinado –dado su enorme poder– el diseño de la legislación que


afectaba a sus actividades económicas.
En segundo lugar, la capacidad de presión del capital financiero
en Europa –especialmente una vez que concluye la construcción del
Mercado Único– no se limita al dominio de la actividad bancaria o fi-
nanciera. Sus exigencias abarcan también otros ámbitos de la activi-
dad del Estado, como la política fiscal. Los poderes financieros han
presionado a lo largo de las últimas décadas para que en las distintas

74
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FRACTURAS Y CRISIS EN EUROPA

economías europeas disminuyese la carga fiscal y se generalizasen las


exenciones. No sólo han cuestionado la capacidad regulatoria de los
Estados (manipulándola en beneficio propio) sino que han alterado

al
también su capacidad para obtener recursos tributarios. Esto se ha tra-
ducido en menores impuestos soportados por las corporaciones finan-
cieras europeas y en una creciente necesidad de acudir a los mercados

ctu
de deuda para financiar las políticas públicas, lo que aumenta el nego-
cio de los inversores privados a la vez que, como consecuencia, provo-
ca una fuerte presión para la reducción de estos impuestos.
Por último, la capacidad de lobby de los actores financieros tam-
bién ha condicionado la propia autoridad pública para «vigilar y casti-
gar». La enorme liquidez y movilidad de los mercados europeos de ca-
tele
pitales, el vertiginoso desarrollo de la ingeniería financiera y el avance
tecnológico experimentado por los mercados financieros han contri-
buido a dificultar las tareas de supervisión y control. No obstante, a
las dificultades objetivas también se han sumado la ausencia de res-
ponsabilidad penal en los casos de delito y, en muchas ocasiones, la
falta de voluntad de las propias autoridades por hacer cumplir la nor-
mativa. Todo esto ha derivado en una insuficiente valoración del riesgo
sistémico en el que incurrían las corporaciones financieras (y, con
In

ellas, el conjunto de la economía).


Observamos por tanto cómo el proceso de financiarización ha re-
forzado la secular tendencia a la concentración y centralización del ca-
pital, propiciando no sólo la formación de un «sistema financiero en la
sombra», sino el establecimiento de todo un «sistema político en la
ve

sombra» que ha contribuido a sentar las bases de la crisis actual e, in-


cluso, ha cuestionado los pilares mismos de las democracias europeas.

3.4. Creación masiva de endeudamiento y fragilidad sistémica


Cla

Un elemento constitutivo del propio proceso de financiarización, cen-


tral en la dinámica macroeconómica de las últimas décadas así como
en el desencadenamiento de la propia crisis económica, es el creci-
miento de la deuda privada experimentado por las economías euro-
peas durante estas últimas décadas (FMI, 2012a).
Como podemos ver en el gráfico 2.8, la progresión de la deuda en
el sector privado no financiero ha sido generalizada en la Unión Mone-

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taria durante los años anteriores a la crisis, si bien dicho crecimiento se


ha repartido con desigual intensidad. En 2007 superaba el 200% del
PIB en tres economías pequeñas del centro (Bélgica, Holanda y Luxem-

al
burgo), además de en Irlanda, España y Portugal. Si lo comparamos con
1995, el crecimiento de la deuda ha sido superior a la media en Portu-
gal, España, Grecia y Bélgica (no hay datos de Irlanda y Luxemburgo

ctu
para 1995) y casi no ha crecido la del sector privado en Alemania.
En el gráfico 2.9 incorporamos también la deuda de las sociedades
financieras y del sector público. En este caso, la deuda total superaba en
2007 el 700% del PIB en Irlanda y el 600% en Holanda, y se situaba por
encima del 300% en Portugal, España, Bélgica, Francia y Austria. Sobre-
sale, igualmente, el hecho de que el endeudamiento es fundamental-
tele
mente privado, con la única excepción de Grecia, país en el que la deu-
da de las sociedades financieras es claramente inferior al resto.
De hecho, un patrón particularmente relevante de este periodo es
el espectacular endeudamiento experimentado en muchos países por
el propio sector financiero como consecuencia de los procesos de emi-
sión de títulos diversos (deuda, contratos derivados, etc.). Estas opera-
ciones han aumentado la complejidad del sistema financiero interna-
cional y su interdependencia, lo que explica la rápida transmisión de
In

la crisis una vez que ésta se desencadena.


Las implicaciones macroeconómicas de estos aumentos en el
monto total de deuda resultan evidentes: suponen inicialmente una
expansión de la demanda agregada (porque se destina a financiar más
gasto) pero cuando una parte de los ingresos corrientes se debe desti-
ve

nar posteriormente a amortizar deuda se produce el efecto contrario,


una reducción de la demanda global5. Este es el periodo que estamos
experimentando actualmente.
El proceso de creación de liquidez tiene lugar de forma «endóge-
na» cuando el sector privado bancario otorga créditos6. La intensa li-
Cla

beralización financiera y bancaria de las últimas décadas habría elimi-


nado buena parte de los controles existentes sobre este proceso,

5 El mecanismo concreto mediante el cual el endeudamiento restringe la actividad económica ha


sido objeto de un debate reciente entre el economista poskeynesiano S. Keen y el premio Nobel P.
Krugman. Ver Keen ( 2011, 2012), Krugman (2011) y Krugman y Eggertsson (2010). Dejuán
(2013) propone un modelo macroeconómico en el que se recogen los efectos inicialmente ex-
pansivos y posteriormente contractivos de la deuda y se aplica a la crisis actual.
6 Lavoie (2003).

76
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FRACTURAS Y CRISIS EN EUROPA

Gráfico 2.8. Deuda del sector privado no financiero (% PIB)

al
ctu
tele
El sector privado no financiero incluye a los hogares y a las sociedades no finan-
cieras. No hay datos disponibles de Irlanda y Luxemburgo en 1995.
La serie 2007-1995 recoge el incremento acumulado de la deuda en estos años,
en % del PIB.
Fuente: Eurostat
In

Gráfico 2.9. Composición sectorial de la deuda total en 2007 (% PIB)


ve
Cla

Fuente: Eurostat

77
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alcanzándose niveles demasiado elevados de endeudamiento. En el


gráfico 2.10 representamos el crecimiento del crédito al sector priva-
do, expresado como porcentaje del PIB. Vemos nuevamente la dife-

al
rencia entre los países que hemos señalado previamente como aque-
llos en los que la deuda ha aumentado más durante este periodo y
Alemania, que es el país en que esta ratio ha crecido menos.

ctu
Gráfico 2.10: Crecimiento del crédito al sector privado, como porcentaje
del PIB (promedio anual, 1996-2007)
In tele

Fuente: Eurostat
ve

Hay que tener en cuenta, por otra parte, que este mayor recurso
al crédito no sólo se ha destinado a financiar un mayor gasto de los
hogares o inversiones productivas por parte de las empresas, sino que
ha permitido también un fuerte incremento de las operaciones de es-
Cla

peculación sobre distintos activos. Esto ha generalizado esquemas de


tipo Ponzi entre las empresas y hogares7, crecimientos del crédito muy

7 Refiriéndose a este tipo de finanzas, Keen (2012: 3) dice lo siguiente: «Estos prestatarios no in-

vierten, sino que compran activos ya existentes y esperan obtener un beneficio al revenderlos en
un mercado con precios crecientes. Por tanto, a diferencia del emprendedor schumpeteriano, cu-
yas deudas actuales pueden ser amortizadas, incluyendo los intereses, con los beneficios futuros,
los financieros tipo Ponzi han de hacer frente a un servicio de la deuda mayor que los ingresos
que se derivan de la posesión del activo que compraron con el dinero prestado. Por tanto, deben
volver a endeudarse o vender su activo a un precio mayor para no quebrar».

78
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FRACTURAS Y CRISIS EN EUROPA

por encima de la evolución del PIB, aumentos de las ratios de deuda


sobre la renta, y la aparición de enormes burbujas inmobiliarias y ac-
cionariales en diversas economías europeas. Y la consecuencia es un

al
creciente divorcio entre el ámbito financiero y el productivo, que no
es sostenible en el tiempo: el fuerte crecimiento de las cotizaciones
bursátiles no puede progresar indefinidamente si no está respaldado

ctu
por incrementos en la productividad y beneficios reales de las socie-
dades, del mismo modo que el continuo incremento de la deuda no
puede mantenerse si no crecen los ingresos de las empresas y de los
hogares endeudados. Nuevamente, estas burbujas, sobre todo las rela-
cionadas con los mercados inmobiliarios, han tenido lugar principal-
mente en los países donde el crédito ha crecido más rápidamente (grá-
ficos 2.11 a 2.14).
tele
El economista norteamericano H. Minsky destacó por el estudio
de este tipo de dinámicas y sus consecuencias sobre la fragilidad fi-
nanciera del sistema. Sin embargo, él mismo dudó de que, una vez su-
perada la experiencia de los años treinta del pasado siglo XX, pudiera
repetirse un nuevo ciclo financiero de esas características, ya que con-
fiaba en que las autoridades financieras habrían aprendido la lección y
adoptarían los controles necesarios. Lo que Minsky no pudo prever es
In

la capacidad que la ofensiva neoliberal ha tenido para conseguir una


profunda desregulación de las instituciones financieras y bancarias, ni,
tampoco, la posibilidad de que las innovaciones en este campo pudie-

Gráfico 2.11. Precios de la vivienda (1996=100)


ve
Cla

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Gráfico 2.12. Precios de la vivienda (1996=100)

al
ctu
tele
Gráfico 2.13. Índices bursátiles (1995=100)
In
ve

Gráfico 2.14. Índices bursátiles (1995=100)


Cla

Fuente:
Eurostat y BIS

80
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FRACTURAS Y CRISIS EN EUROPA

sen desligar tan rotundamente el ámbito financiero de la actividad


productiva. De este modo, casi treinta años después de que Minsky se
preguntase si «podía suceder de nuevo» (Can «it» happen again?8), la

al
fragilidad sistémica de los mercados financieros internacionales alcan-
zaba niveles inimaginables.
En concreto, el fuerte crecimiento del crédito incrementó la fragi-

ctu
lidad sistémica en las economías desarrolladas al propiciar una dinámi-
ca en la cual los préstamos eran utilizados de manera creciente para fi-
nanciar la compra de activos que –al mostrar una continua
revalorización– servían como colaterales de los propios préstamos. En
el momento en el que empeora la situación financiera de los inversores
más frágiles y comienza a frenarse la escalada de precios de los activos,
tele
se inicia también el cuestionamiento de esta dinámica especulativa. A
partir de ahí, una vez que se generalizan las caídas de los precios de los
activos, se deterioran los balances de empresas, hogares e instituciones
financieras y el gasto se contrae bruscamente. Esto agrava la situación
financiera de todos los agentes, crecen los impagos y se desencadena la
crisis. La consiguiente desvalorización de los activos financieros e in-
mobiliarios acumulados da paso así a una intensa «recesión de balan-
ces». Adicionalmente, la interrelación de los sistemas financieros de
In

distintos países hace que el problema se transmita rápidamente. En el


capítulo 5 detallaremos cómo se produjo esto a partir de 2007.

3.5. Desequilibrios financieros intracomunitarios y financiarización


ve

Por último, conviene destacar otro elemento que ha contribuido par-


ticularmente a la severidad de la crisis actual en Europa: los desequili-
brios financieros intracomunitarios.
La forma concreta que ha adoptado en cada país el proceso de des-
Cla

reglamentación financiera, la especialización productiva y sectorial, la


expansión del crédito o el patrón de contención salarial, ha dado lugar
a diversas «variedades de financiarización».
Por un lado, algunas economías europeas han presentado fuertes
entradas de capitales que han financiado una relativa dinámica inver-

8 Minsky (1982). Puede encontrarse una amplia referencia a los trabajos de H. Minsky en
http://www.levyinstitute.org/about/minsky/.

81
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sora, ocasionando simultáneamente enormes burbujas crediticias e in-


mobiliarias y notables déficits por cuenta corriente (Irlanda, España,
Portugal o Grecia). Son las que podríamos denominar «economías

al
motoras» de la última década. Por otro lado, otras economías (Alema-
nia, Holanda, Bélgica, Finlandia o Austria) han presentado un modelo
de crecimiento basado en las exportaciones, con crecimientos más

ctu
modestos de la inversión, el consumo y el PIB, y cuyos superávits co-
merciales –y el consiguiente ahorro– se han destinado a financiar las
burbujas crediticias de los primeros países. Estas últimas economías
habrían actuado como «vagones», «enganchadas» de alguna forma al
crecimiento de las primeras.
La liberalización financiera, impulsada por la UEM, y la intensa aper-
tele
tura externa propiciada por las políticas neoliberales, han permitido que
la dinámica de crecimiento impulsada por la deuda externa pudiera con-
solidarse en el tiempo. Los mercados de capitales han actuado así como
un mecanismo imprescindible para sostener este modelo europeo de
«crecimiento dual». La consolidación de la moneda única ha jugado un
papel fundamental en este sentido, al institucionalizar la total libertad
de movimientos de los flujos de capitales y eliminar el riesgo de tipo de
cambio en estos flujos9. Los desequilibrios externos de las economías de-
In

ficitarias han sido masivamente financiados por fondos procedentes de


Alemania10 y de otros países con superávit por cuenta corriente.

4. RESUMEN: RELACIÓN ENTRE FINANCIARIZACIÓN Y CRISIS ECONÓMICA


ve

Teniendo en cuenta todo lo señalado en el apartado anterior, podemos


decir que el proceso de financiarización ha jugado en las economías
europeas un papel central en la dinámica macroeconómica durante
las últimas décadas, y ha sido uno de los factores que ha contribuido a
Cla

sentar las bases de la crisis actual.


Podemos verlo con más detalle con la ayuda del diagrama 2.1, en
el que representamos un modelo macroeconómico general donde se

9 La moneda única no sólo habría fomentado dichos desequilibrios, sino también habría alargado
su duración en el tiempo
10 Esto incluye no sólo el exceso de ahorro existente en la propia Alemania, sino que este país ha

servido también como intermediario para la llegada de capitales a la periferia procedentes de otros
países no europeos con superávit (Chen, Milesi-Ferretti y Tressel, 2012).

82
Fractura y crisis en Europa:Maquetación 1 26/08/13 10:17 Página 83

FRACTURAS Y CRISIS EN EUROPA

integran la evolución económica de corto plazo (mitad inferior de la


figura) y de largo plazo (mitad superior). Ambas dinámicas encontra-
rían un vínculo en el papel jugado en ambos casos por la rentabilidad

al
y la inversión empresarial.
En el corto plazo, la demanda agregada determina el nivel de pro-
ducción en el mercado de bienes, lo que a su vez explica el nivel de

ctu
empleo en el mercado de trabajo. Este nivel de empleo influye decisi-
vamente sobre el poder negociador de empresas y trabajadores, influ-
yendo en la pugna distributiva por las ganancias de la productividad y,
con ello, en los salarios reales y el margen de beneficios. Los primeros,
junto al nivel de empleo, alimentan el consumo privado de la econo-
mía y éste a su vez alimenta la demanda agregada. El margen de bene-
tele
ficio influye en el numerador de la tasa de beneficio, determinando la

Diagrama 2.1 Incorporación de las finanzas a un modelo macroeconómico


de síntesis
In
ve
Cla

Fuente: Elaboración propia a partir de Palley (1999)

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rentabilidad y, por tanto, la inversión. Ésta a su vez retroalimenta de


nuevo la demanda agregada.
El gasto en inversión está explicado en buena medida por la tasa

al
de beneficio (mayor cuando existen expectativas de demanda eleva-
da). No obstante, la inversión empresarial termina por socavar en el
largo plazo la propia rentabilidad empresarial: la dinámica de sobrea-

ctu
cumulación lleva a una pérdida de la eficiencia marginal del capital, a
una progresiva reducción de la ratio producción/stock de capital y, de
ese modo, a una caída de los niveles de beneficio.
A partir de esta síntesis, ¿cómo cabría entender las transformacio-
nes vinculadas al proceso de financiarización vistas en el apartado an-
terior, y su relación con la crisis? Dichas transformaciones son señala-
tele
das por las flechas numeradas.
En primer lugar, las finanzas modifican el poder de negociación
de las distintas clases sociales en el marco de la empresa, influyendo
con ello en la formación de los salarios reales. De este modo, la finan-
ciarización ha contribuido, junto a otros factores, a la pérdida de peso
de las rentas salariales en la riqueza nacional, al tiempo que dicha
pérdida ha reforzado la propia lógica de la valorización financiera.
Además, este proceso permitiría entender que el consumo privado se
In

haya podido sostener parcialmente vía endeudamiento –principal-


mente en las economías periféricas– a pesar de la intensa pérdida de
peso que han sufrido las rentas salariales en el conjunto de la renta
nacional.
En segundo lugar, la financiarización ha favorecido que el porcen-
ve

taje no reinvertido de los beneficios haya aumentado en algunas eco-


nomías. Esto habría minado, para el periodo de 1980-2007, las bases
de la inversión en buena parte de las economías europeas, particular-
mente las centrales.
En tercer lugar, el progresivo divorcio entre los ámbitos financiero
Cla

y productivo (alimentado por burbujas de activos que crecían sustan-


cialmente más que la propia actividad productiva, por un intenso di-
ferencial de rentabilidades entre ambas esferas y por un creciente en-
deudamiento de hogares y empresas), permitiría entender la creciente
fragilidad sistémica que ha caracterizado a las economías europeas du-
rante las décadas anteriores, y que ha acabado conduciendo a los pro-
blemas actuales.

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