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La velocidad es clave: serán necesarias estructuras más ágiles y flexibles que permitan tomar
decisiones expeditas
Como dijo Winston Churchill, “esto no es el fin, ni siquiera es el comienzo del final. Pero tal vez
sea el fin del comienzo”. Estamos empezando a ver señales leves de progreso en la lucha por
contener la pandemia, aunque el riesgo de rebrotes es real. En este contexto, es necesario que
los consejos de administración y los equipos directivos unan sus esfuerzos para ayudar a las
compañías a enfrentar este extraordinario desafío. Nunca las compañías han estado más
necesitadas de la previsión y el juicio experimentado que puede proporcionar un consejo de
administración bien configurado. Esta crisis, para la que no existen precedentes en la memoria
viva, es uno de esos momentos en que un consejo demuestra su valor o, por el contrario,
revela sus debilidades.
Cada organización enfrenta distintos desafíos durante esta crisis –algunas están alcanzando
nuevos niveles de crecimiento, mientras que muchas otras están luchando por sobrevivir–, por
eso no hay una respuesta única para lo que un consejo debe hacer. Sin embargo, podemos
destacar algunos elementos comunes para la mayoría.
El consejo debe alentar a la dirección a una amplia reevaluación estratégica, lo cual suele
implicar una revisión general de las operaciones de la organización. Aquí es importante
desencadenar el debate, compartir perspectivas externas sobre los modelos de organizaciones
comparables y plantear desafíos constructivos. El punto no es tener una mejor respuesta, sino
crear y desarrollar la capacidad organizacional para reaccionar antes que la competencia. Por
eso los consejos deben supervisar cómo evolucionan los competidores y dónde están
invirtiendo, para luego asegurarse de que estas realineaciones se tomen en cuenta cuando se
revisen los planes estratégicos de sus empresas. Al conectarse con un ecosistema más amplio y
actores innovadores (incluidos los que no están en el negocio tradicional de la empresa), el
consejo puede mejorar su comprensión de las oportunidades y condiciones cambiantes del
mercado.
La velocidad es clave: serán necesarias estructuras más ágiles y flexibles, que permitan tomar
decisiones expeditas. La resiliencia, una nueva habilidad que tendrán que desarrollar todas las
organizaciones, se manifiesta en la velocidad de respuesta. Por eso, la comunicación continua
entre los consejos de administración y los equipos de gestión es fundamental. Es condición
imprescindible para tomar decisiones rápidas sobre planificación de contingencias, anuncios
públicos, desarrollo de estrategias y otros asuntos apremiantes.
Sin duda, la crisis actual enfatiza la importancia de tener un consejo diverso. Contar con un
grupo heterogéneo y con amplia experiencia en la industria y su funcionalidad permite a una
organización evaluar los desafíos desde múltiples perspectivas. Los miembros de los consejos
que tengan experiencia en gestión de crisis pueden ser particularmente valiosos en estas
circunstancias. Sin embargo, los consejos no deben confundir la importancia de un debate
diverso e intenso con la necesidad de arribar a consensos. En las circunstancias actuales es
esencial un sesgo hacia la acción, lo que frecuentemente requerirá aprender a convivir con la
discrepancia. El consejo debe asegurarse de que las lecciones clave de la crisis actual sean
captadas, sintetizadas y asimiladas, y desafiar al equipo directivo a abordar un asunto
trascendental: ¿es el enfoque de gestión de riesgos lo suficientemente robusto como para
enfrentar otro evento de cisne negro?
Por último, hay que tener claro que algunos cambios adoptados durante la crisis pueden
volverse permanentes. El consejo de administración debe supervisarlos de cerca, puesto que
podrían tener implicaciones en el propósito y el posicionamiento general de la organización.
Las decisiones tomadas durante esta crisis darán forma a la identidad de una corporación y
contarán una historia que dejará huella mucho después de que el Covid-19 haya sido sofocado.
Todo lo que se haga ahora será analizado después, poniendo a prueba las decisiones. Si estas
se han derivado de los principios y el propósito que defiende la organización, será más fácil
transmitir confianza en los resultados, incluso cuando se hayan tenido que tomar decisiones
dolorosas. La consistencia con lo que define el propósito de la empresa, su razón de ser y su
impacto en el mundo, será clave para su autenticidad.