Ella creía, que recitar poemas era una especie de gloria. No de la talla de la de su hacedor al crearlos, pero de respetable parangón. Creía ella que, por ejemplo, quien le canta unos versos al amor, vence en cierta medida a la muerte, como vence al inquietante tiempo quien le hace un poema al instante de quietud y silencio que embarga su alma. Ella creía, que cautivarse con la contemplación de la naturaleza; de la belleza; del arte; de la inocente y siempre sincera mirada de un niño; de alguna u otra manera, era olvidarse de nuestra condición mortal. Siempre recordaba lo que decía su padre repetidas veces sobre la gravosa condición humana, cual es, sentir la vida con la intensidad de un alma inmortal en un cuerpo que se pudre. Y, condenado a vivir entre lo maravilloso y terrible de tal situación, habíase enemistado alguna vez, el Hombre, con la vida; reconciliado otra; desesperado, más de las veces; y hubo creído hasta el punto del amor. Mas otras veces hubo odiado la vida tanto hasta desear la propia muerte.
Gastón Leandro Medina, nació en La Plata, Buenos
Aires, Argentina, el 09 de junio de 1977. Siendo abogado especializado en Derecho Social, ha ejercido la profesión durante muchos años. Profesor de Derecho Romano en varias Universidades de su país. Ha publicado múltiples artículos y brindado varias conferencias sobre Derecho. Las fuerzas en juego Gastón Leandro Medina La lucha del alma