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¿PODÍA CRISTO PECAR?

• Investigación.
• Lo que creemos.

Históricamente, la cristología clásica ha argumentado que nuestro Señor Jesucristo


experimentó tentación al igual que nosotros, sin embargo, la enfrentó como uno que era
incapaz de pecar. De allí la afirmación de la impecabilidad de Cristo (non posse peccare).
Por el contrario, la posición minoritaria es que Jesús experimentó tentación y que,
aunque Él nunca pecó, era capaz de hacerlo, y de allí la afirmación de la pecabilidad de
Cristo (posse non peccare).
Ambos puntos de vista admiten que al luchar con la pregunta, se debe hacer justicia a
las siguientes verdades bíblicas:
(1) Jesús realmente nunca pecó. La Escritura es clara en esto, por lo que la cuestión
es si Jesús pudo haber pecado, no si realmente lo hizo.
(2) Jesús fue tentado, y sus tentaciones fueron auténticas.

“por cuarenta días, y era tentado por el diablo. Y no comió nada en aquellos
días, pasados los cuales, tuvo hambre”
Lucas 4:2
Se puede afirmar la autenticidad de las tentaciones de Jesús: como el Hijo obediente,
desde el comienzo de su ministerio hasta la cruz, enfrentó pruebas, tentaciones, y
sufrimientos por nosotros. Cualquier punto de vista que minimiza la realidad de sus
tentaciones es inconsistente con la Escritura.
(3) Dios no puede ser tentado por el mal, y Dios no puede pecar.

“Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque


Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie”
Santiago 1:13
Partiendo de estas tres verdades bíblicas, la pregunta en relación a la impecabilidad o
pecabilidad de Cristo debe ser contestada.
Lo que si primero debemos afirmar enfáticamente es la realidad de las tentaciones de
Cristo, no hay que hacer sus tentaciones iguales a las nuestras en todos los aspectos.
¿Por qué? Porque, por mucho que Jesús es como nosotros, también es totalmente único,
y sus tentaciones reflejan este hecho. Por ejemplo: Jesús fue tentado a convertir piedras
en pan, una tentación que los humanos normales no enfrentan. Fue tentado a usar sus
derechos divinos en lugar de seguir el camino de obediencia, y escogió vivir en
dependencia al Padre para llegar a ser nuestro misericordioso y fiel Sumo Sacerdote

Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser
misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar
los pecados del pueblo. Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es
poderoso para socorrer a los que son tentados.
Hebreos 2:17-18
El reto a que nos enfrentamos es mantener las tres verdades expresadas anteriormente
simultáneamente sin minimizar ninguna de ellas.

Ahora, teniendo en cuenta las definiciones antes expuestas, buscaremos en las


escrituras las citas que nos permitan probar de una manera objetiva, cual es la postura
mayormente aceptada.

LA POSTURA DE LA PECABILIDAD
La postura de la pecabilidad afirma que Cristo podía haber pecado aunque no lo hizo.
Esta es, de lejos, la opinión minoritaria entre los teólogos de hoy. Entre los argumentos
están los siguientes:
1. La plena humanidad de Cristo: Si Cristo, en su encarnación, asumió la plena
humanidad con todos sus atributos, debió tener la capacidad de pecar ya que, en sí
misma, la naturaleza humana no caída es capaz de pecar, como muestra la caída de
Adán y Eva

“Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que
Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho:
No comáis de todo árbol del huerto? Y la mujer respondió a la serpiente: Del
fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que
está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que
no muráis. Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe
Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como
Dios, sabiendo el bien y el mal. Y vio la mujer que el árbol era bueno para
comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la
sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual
comió así como ella”
Génesis 3:1-6
2. La capacidad de Cristo de ser tentado: Cristo fue tentado en todo, igual que los demás

“Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de


nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra
semejanza, pero sin pecado”
Hebreos 4:15
Soportó numerosas tentaciones a lo largo de su vida, y la capacidad de ser tentado
implica la capacidad de pecar. Este argumento es al que apelan los defensores de la
pecabilidad con mayor frecuencia.
3. La libre voluntad de Cristo: Que Cristo tuviera libre albedrío, igual que lo tenía Adán
antes de la caída, implica pecabilidad.

Los defensores de la pecabilidad ven mucho en juego en este debate, fundamentalmente


la realidad de la humanidad de Cristo, su tentación y un sacerdocio en verdad compasivo.
Afirman que todo lo que antecede está en peligro si Cristo no hubiera tenido capacidad
de pecar.

LA POSTURA DE LA IMPECABILIDAD
Esta postura asevera que Cristo era incapaz de pecar. Esta es, con mucho, la opinión de
la mayoría dentro del evangelicalismo pasado y presente. Entre los argumentos a favor
de este punto de vista se encuentran los siguientes:
1. La deidad de Cristo: Dado que Cristo es Dios y que Dios no puede pecar, resulta que
Cristo tampoco podría pecar. Dado que:

“La paga del pecado es la muerte”


Romanos 6:23
Dios tendría que morir si pecara; pero Dios no puede morir y, por implicación, tampoco
puede pecar.
2. Los decretos de Dios: Dado que Dios había decretado el plan de redención que debía
llevarse a cabo por medio de Jesucristo, resulta que Cristo no podía haber pecado
porque, de haberlo hecho, el plan de redención habría fracasado.
3. Los atributos divinos de Cristo: Algunos defensores de la impecabilidad argumentan
basándose en la inmutabilidad de Cristo. El razonamiento es que si Cristo podía haber
pecado mientras estaba en la tierra, podría pecar ahora. Dado que ahora no puede pecar,
y que es inmutable, resulta que no podía pecar mientras estaba en la tierra.
4. La relación trinitaria de Cristo: Al estar:

“Lleno del Espíritu Santo”


Lucas 4:1
Jesús no podía fallar en la prueba. El Espíritu Santo no podía fracasar en el cometido
para el cual había sido enviado respecto a Jesús.
Aunque Jesús no podía pecar, las tentaciones a las que se enfrentó fueron genuinas; su
realidad no dependía de su capacidad de respuesta. En realidad, al no haberse rendido
nunca a las tentaciones, soportó toda su fuerza. Así, para Jesús la tentación fue más real
y poderosa que para cualquier otro ser humano. La comparación entre la tentación de
Adán y la de Jesús revela grandes diferencias y hacen que la victoria de Jesús sea
mucho más extraordinaria:
1. Adán se enfrentó a la tentación en el mejor de los entornos, el jardín del Edén;
Jesús la afrontó en un ambiente inhóspito, el desierto de Judea.
2. Adán vivió en la perfección del mundo anterior a la caída;
Jesús habitaba en un mundo profundamente corrupto, pecaminoso y caído.
3. Adán cedió a la primera tentación a la que se enfrentó;
Jesús afrontó una tentación tras otra, a lo largo de su vida y su ministerio terrenal,
pero nunca cedió.
4. Adán entró en su momento de tentación alimentado de la forma adecuada, en un
agradable jardín lleno de frutos y de agua fresca;
Jesús, antes de su tentación en el desierto, estaba debilitado por cuarenta días de
ayuno.
5. Las consecuencias de la caída de Adán ante la tentación fueron letales para toda la
raza humana;
Las consecuencias del triunfo de Jesús sobre la tentación le permitieron completar
con éxito el programa de la redención.
Además de lo expresado, decir que Jesús pudo pecar, sería afirmar que también había
heredado la naturaleza pecaminosa que todo ser humano caído posee. En otras
palabras, era pecador por ser humano, lo que nos llevaría a la triste verdad que por su
imperfección no podía ser el sacrificio perfecto, pero vemos que Jesús es sin mancha y
sin contaminación. Esto además implicaba que no pudiera ser nuestro Salvador, sino
que necesitaría ser salvo, a como todos los hombres caídos.

Muchos afirman que las tentaciones que se nos narran en Mateo 4.1–11; Marcos 1.12–
13 y Lucas 4:1-13 fueron dirigidas en su totalidad a la naturaleza humana de Jesucristo.
Esto significa que nuestro Señor podía pecar, si no fuera así, dichas tentaciones no
tenían ningún sentido lógico. Pero si hacemos un análisis detenido y minucioso del texto
en Lucas y llegamos a la conclusión de que las tentaciones mayores fueron hechas a su
naturaleza divina y no a su humana. Nótese las palabras que Satanás utiliza. Este hace
uso de una clausula condicional “Si eres Hijo de Dios” que se repite dos veces en las
tentaciones. “Esta es una oración condicional. En otras palabras, Satanás le estaba
diciendo «asumamos por cuestiones de esta discusión que tú eres el Hijo de Dios». Es
más, Satanás estaba desafiando la identidad y la autoridad de Jesús”.
A como notamos, Satanás se dirige a Jesús utilizando el nombre “Hijo de Dios—un título
que indica la divinidad de Cristo”. Vemos que el convertir piedras en pan, lanzarse al
vacío creyendo salir ileso y creer que se le podía dar todo el mundo solo podían ser
realizadas y recibidas por un ser divino y no humano. El problema que muchos
encuentran en mi afirmación se basa en que Dios no puede ser tentado por el mal, según
Santiago 1:13, solo que se omite que lo que dice es no puede ser tentado por el mal, ya
que el mal no habita en Él. Esa es la idea que trata de comunicar Santiago cuando dice
“sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y
seducido”, ósea de sus propios deseos, haciendo referencia al ser humano, y nuestra
naturaleza pecaminosa.

LO QUE CREEMOS
A través de este trabajo hemos presentado las dos posturas mas comunes sobre la
posibilidad de que Jesucristo podía pecar.
Claramente los argumentos de la Impecabilidad de Cristo son más numerosos que los
que plantean la posibilidad de Pecabilidad de nuestro Señor Jesucristo.
Entendemos que el poder dar la posibilidad de pecaminosidad a Cristo es ir en contra de
la naturaleza divina del Señor y en el sentido de que la persona de Cristo era un ser
integral con sus dos naturalezas, tanto la divina como la humana. Al manchar con la
suciedad del pecado a este ser integral, se estaría dando por sentado que la naturaleza
divina ya no sería santa y eso sale de todos los parámetros de lo que entendemos que
es Dios.
Por lo tanto la postura aceptada como correcta por mi persona es la de la imposibilidad
de pecar o Impecabilidad de Cristo

Oscar Espinoza

Por medio de las evidencias mostradas en esta investigación la postura que mayormente
cumple mis expectativas, porque no pondría en conflicto lo que entendemos como
atributos absolutos de Dios es la de la Impecabilidad de Cristo.
Tomar partido por la postura de que Cristo podría pecar es tener que contestar
controversias en relación a como un ser divino podría perder sus atributos, siendo que
en la persona de Cristo se encontraban en perfecta armonía las dos naturalezas tanto la
divina como la humana.

Filomena Quispe

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