Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
¿Cuáles son los retos que deberá enfrentar una poética contemporánea?
Una de las mayores problemáticas, desde la época clásica hasta la época romántica, es la
definición de la literatura y su función. Partiendo desde las limitaciones de la literatura en el
siglo XIX que ignora por completo que las lecturas realizadas por el que lee son siempre
literatura, se propone en el texto, en un sentido estricto, que entonces la literatura seria
únicamente la literatura seria y no la popular. “Ya después en el siglo XX la literatura
reconquista territorios anteriormente perdidos y para el siglo XXI, la literatura vuelve a ser
tan liberal como las bellas letras antes de la profesionalización de la sociedad.”
(Compagnon, pág. 32). Por otra parte, la teoría literaria se clasifica en dos grandes épocas:
la literatura clásica y la romántica. La primera época, en el siglo XIX, que se comprendía
esencialmente en el género épico y el dramático. Y la segunda se constituyeron finalmente,
retomando la tríada postaristotelica como define Compagnon, en los géneros épico,
dramático y lírico, abandonando el verso para adoptar la prosa con el nombre de poesía.
Actualmente se podría decir que la literatura además de ser textos relacionadas con el
mythos también busca tener una función mimética, moldeadora. Crear lectores en primera
estancia con ojos críticos impecables y políticamente correcto, con un respaldo teórico
inevitable y, además, personas capaces de proponer distintas (y sustentables) respuestas a
las múltiples problemáticas de la sociedad. Aristoteles no excluía únicamente la poesía
didáctica o satírica sino que también la lírica, esa en la que expone el yo del poema, y de
alguna forma la poética moderna busca la inclusión de la poesía didáctica, lírica satírica
además de los géneros épicos y trágicos, sin embargo estos últimos dos géneros, pensando
la escritura épica y la trágica como literatura ficcional actualmente, fungen diferentes
funciones a las que probablemente el filosofo pretendía, estos géneros ya no tienen una
función moldeadora sino que forman parte de entretenimiento con cero trasmisión de
conciencia social, es muy probable que el consumo capitalista de este tipo de literatura haya
transformado de manera exponencial en este tipo de literatura en simple utilería comercial.
Sin embargo, esta utilería no pierde su concepción estética, sino que trabaja junto con el
lenguaje como vehículo de las emociones y convirtiéndolo en placeres o pasiones, sin el
proceso de la mimesis, en un instrumento más del capitalismo, sistema del que se rige la
poética contemporánea. “En el siglo XVIII otra definición se oponía a la ficción poniendo
acento en lo bello, en la critica del juicio de Kant, y en la tradición romántica, como un fin
en sí mismo. A partir de entonces, el arte y la literatura no remiten más que a sí mismo. Por
oposición al lenguaje ordinario, que es utilitario e instrumental, la literatura encuentra su fin
en ella misma.”
En este momento, la propuesta del autor se abre paso para como ejemplo de lo que no
debería ser frente al texto y todos los conceptos nuevos de la teoría literaria expuestos por
los herederos del formalismo ruso y el estructuralismo francés. El autor como la
encarnación quintaesencial de la ideología capitalista, que persiste cierta forma un tanto
romantizada para fines productivos, del ser que pertenece al papel y en el papel. “La teoría,
denunciando el lugar excesivo que se concede al autor en los estudios literarios
tradicionales, tenía a los burlones de su lado. Pero, al afirmar la indiferencia del autor
respecto al significado del texto, ¿no ha llevado la lógica un poco lejos y sacrificado la
razón por el placer de una bella antítesis? Y, sobre todo, ¿no se ha equivocado de blanco?
En realidad, interpretar un texto, ¿acaso no significa siempre hacer conjeturas sobre una
intención humana? (…) La teoría misma se vuelve superflua: si el sentido es intencional,
objetivo, histórico, ya no hay necesidad no solamente de crítica, sino tampoco de crítica de
la crítica para juzgar las críticas.” (Compagnon, pág. 55) Siendo el autor, a través de la
intencionalidad más allá, incluso del propio autor, una de las herramientas más utilizadas en
las teorías literarias como motivo de conflictos entre la historia literaria y la critica literaria,
se destila este personaje para pasar completamente a la unidad del texto respecto al lector y
ya no al autor.
“En 1969, Foucault pronunció una célebre conferencia titulada «¿Qué es un autor?», y
Barthes había publicado en 1968 un artículo cuyo grandilocuente título, «La muerte del
autor». La muerte del autor arrastra tras sí la polisemia del texto, la promoción del lector y
una libertad del comentario desconocida hasta entonces, pero, a falta de una verdadera
reflexión sobre la naturaleza de las relaciones entre la intención y la interpretación, ¿acaso
no se trata del lector como sustituto del autor? Siempre hay un autor: si no es Cervantes, es
Pierre Menard.” (Compagnon, pág. 55) El lector, siendo este un espacio en donde el autor
desaparece y recae la intencionalidad del texto, convirtiéndose así en un conjunto del todo,
más allá de las nociones y de la semántica del lenguaje.
Ya para el siglo XIX, la hermenéutica se abría paso como el arte de interpretar textos, siendo
anteriormente una disciplina antigua auxiliar de la teología. Transformándose ahora en la
ciencia de la interpretación de todos los textos y el fundamento de la filología y los estudios
literarios. Friedrich, padre de la hermenéutica filológica, plante que la finalidad a la que
pretende llegar esta ciencia es la de restablecer el significado de la obra asumiendo que, así
como el arte en general, no es ajena a su mundo de origen y al mismo tiempo la obra como
creación autónoma capaz de defenderse por sí misma pero también respondiendo a sus
condiciones de origen y su compresión a través de su producción original. Después se
postuló el círculo hermenéutico que pretendía ser como una dialéctica entre un todo y sus
partes resolviendo todas las tensiones del pasado y su presente de golpe, simultánea e
idénticamente. “Gracias al círculo hermenéutico, la comprensión conecta un sujeto con un
objeto, y este círculo, que es «metódico» como la duda cartesiana, se desvanece una vez
que el sujeto ha llegado a la comprensión completa del objeto.”
La dualidad del contenido y de la forma se encuentra en el principio de la separación de la
historia y la expresión del texto. Para distinguir después desde la retórica la búsqueda de
ideas y la exposición de las palabras y las imágenes, desviando la atención de la
intencionalidad del texto a la del estilo. “Para una hermenéutica postheídeggeríana ya no
hay por tanto prioridad de la primera recepción, o del «querer decir» del autor, por
importante que se lo considere. Ese «querer decir» y esa primera recepción no nos
restituirán en cualquier caso ninguna realidad. Según Gadamer, el significado de un texto
no se agota jamás en las intenciones de su autor. Cuando el texto pasa de un contexto
histórico o cultural a otro, se le añaden nuevos significados que ni el autor ni los primeros
lectores habían previsto. Toda interpretación es contextual, depende de criterios
relacionados con el contexto en el que ha tenido lugar, de modo que no es posible conocer o
comprender un texto en su integridad.” (Compagnon, pág. 72)
En este sentido, desde un dialogo interpretativo entre lo que debería ser y lo que es surge la
fusión de horizontes. Según Gadamer el significado del texto no se agota únicamente con
las intenciones del autor, sino que se va llenando de significados contextuales, esa distancia
entre la temporalidad y el texto desaparece para convertirse en una característica productiva
de la interpretación, haciendo consiente al interprete de sus ideas previas y de sus ideas que
se están construyendo en su presente, uniéndolas con las que se construirán en el futuro,
siendo una interpretación heredera de la tradición. “No solamente el sentido del texto no se
agota en la intención ni equivale a ella-no puede, por tanto, ser reducido al sentido que tiene
para el autor y sus contemporáneos, sino que debe además incluir la historia de su crítica
por todos los lectores de todas las edades, su recepción pasada, presente y futura.”
(Compagnon, pág. 74). Estas nociones prevalecen en nuestros tiempos contemporáneos, no
solo nuestra tradición responde respecto a las formas y funciones en las que se construye la
actual poética sino que también se funden estas nociones para construir artefactos que
vayan más allá de lo moral y modifiquen el entorno y expongan todas las posibilidades de
la poética tanto desde su forma, sus dimensiones y ahora desde las diferentes plataformas
en las que se distribuyen dándole a la obra un peso contextualmente diferente.
Bibliografía:
Antoine Compagnon. (2015). El demonio de la literatura: Literatura y sentido
común. Barcelona: Acantilado.
Valery Paul. (1990). Teoría poética y estética. España: La balsa de medusa.
Marcel Proust. (1927). El tiempo recobrado. Francia: s.p.i.
Roland Barthes. (1969). La nouvelle critique II. Francia: French literary critic and
theorist.