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INTERCULTURALIDAD Y COMUNICACIÓN INTERCULTURAL

Ms. Tomás Carlos Barriga


Docente auxiliar del Departamento de Ciencias Humanas
de la Universidad Nacional Agraria La Molina

I. INTRODUCCIÓN : LA INTERCULTURALIDAD ESTÁ DE MODA

La palabra Interculturalidad está de moda. Libros, artículos, congresos,


seminarios y hasta un vice ministerio de interculturalidad creado en el 2010,
nos hablan de la importancia del tema para los intelectuales de nuestro país y
también para el gobierno que se autodenomina un gobierno de inclusión social.

La comunicación intercultural, el multiculturalismo y el comunitarismo, son


propuestas bien intencionadas que tratan de promover el respeto por las
culturas, la igualdad social, la inclusión, el relativismo de una supuesta
supremacía occidental, y la puesta en duda de la superioridad de unos valores
culturales sobre otros. Un mundo que sigue los principios de la
interculturalidad, es un mundo donde todos sus integrantes respetan las
costumbres, tradiciones, valores y antivalores de los demás; donde no hay
discriminación ni menosprecio social, donde todos aportan su riqueza cultural a
un ideal de convivencia pacífica y amable, el sueño de cualquier hombre o
mujer con consciencia social, la Acadia prometida, la Hastinapura cultural, la
Shambala o la Shan-gri-lá donde los seres humanos vivamos sin guerras y sin
intolerancia. Es un sueño que comparto, aunque me parece que un análisis
serio debe hacerse con menos apasionamiento.

Centrémonos en el Perú. La mayor parte de nuestras exportaciones son


mineras e históricamente, el Perú ha sido un país minero. Los principales
problemas sociales de los últimos años (aunque en realidad desde la colonia)
han tenido como causa el daño realizado a comunidades “indígenas”, para la
extracción de estas riquezas generando, en nombre del progreso y la riqueza
nacional, desplazamientos, contaminaciones, despojo de tierras, violencia,
depredación, entre otros daños colaterales de la explotación. Los conflictos
sociales están atados principalmente a la extracción de estos recursos.

1
Pareciera –como señala Alfredo Barnechea- que los llamados problemas
interculturales, no son en primer término un tema “cultural” sino económico.

Barnechea1 señala tres “problemas interculturales” básicos en nuestro país;


el primero es la crisis de “representación”, no existiendo canales políticos
adecuados, la protesta de las comunidades es la manera de participar. El
segundo es la “crisis de confianza” donde nadie confía en el Estado, ni en su
competencia ni en su imparcialidad. El tercero es un problema legal: ¿De quién
son las cosas? ¿Cómo distinguimos la propiedad del suelo de la del subsuelo?
¿A quién me dirijo? ¿Ante quién protesto?

En varios artículos publicados en todo el mundo, nuestro Nobel de


Literatura, Mario Vargas Llosa, ha dejado en claro su posición: “La
multiculturalidad parte de un supuesto falso: que una cultura, por el simple
hecho de existir, es valiosa y respetable.” 2 Afirma que hay culturas más
evolucionadas que otras, y que por encima de las costumbres, creencias
religiosas y valores culturales, deben estar la libertad, los derechos humanos y
la democracia. Aunque puedan sonar etnocéntricas estas declaraciones, no
dejan de sustentarse en la realidad: ¿podemos transar, negociar o valorar las
costumbres de un pueblo cuando consisten en apedrear a una mujer violada
por considerarla ante la ley como adúltera, o cercenarle el clítoris a una niña
recién nacida para que nunca experimente placer y por lo tanto no cometa
adulterio? ¿Podemos dar “valor tradicional” al refrán árabe: “cuando llegues a
tu casa, pégale a tu mujer, tú no sabrás porqué, pero ella sí” aduciendo a la
maldad intrínseca del género femenino? Sería fácil si estos “hechos salvajes”
fueran elucubraciones mentales, pero son realidades que sufren millones de
mujeres islámicas en diversas partes del mundo y en pleno siglo XXI. Sin
embargo creer en la superioridad de unas culturas sobre otras nos puede llevar
a un darwinismo social y asumir que las culturas más aptas tienen el derecho
natural de imponerse a las más débiles ¿esto no sería también “salvaje”?

Regresando al Perú, el tema intercultural es más complejo de lo que


parece. Por ejemplo, la idea de la “interculturalidad” alude indirectamente a un
país con varias culturas separadas, en dispersión. El Perú es por supuesto un
país multicolor, de distintas razas, y costumbres, pero tiene una vocación

2
unitaria (Rodrigo Montoya mencionaba que Evaristo Nungkuwag, el primer
dirigente amazónico del país, decía: “yo soy aguaruna, déjenme ser aguaruna;
no quiero dejar de ser peruano, pero también quiero seguir siendo aguaruna”). 3

Me parece que el Perú avanza a una integración, hacia un mestizaje y hacia


una mistura (lo gastronómico tiene mucho que ver). Actualmente tres cuartas
partes de la población del Perú es urbana y se prevé que para el 2021 dos
tercios vivirán en menos de diez ciudades. Estas ciudades con crisoles de
unificación cultural, de aculturación en el mejor de sus rostros: la integración.

Barnechea sostiene que en el Perú los “problemas interculturales” son


conflictos por el reparto de la “renta natural”, y que si el derecho lo permitiera, y
hubiera algo parecido a lo que tiene Alaska (un cheque neto entregado a los
habitantes perjudicados o involucrados directamente en un recurso natural),
¿cuántos conflictos sobrevivirían? Sostiene que en suma, el problema que
tenemos es cómo se reparte la renta natural (qué le toca, de verdad, a cada
quién y cómo se distribuye equitativamente). 4

No me atrevo a afirmar –como hace Alfredo- que el problema no es


intercultural, sino político y económico. Creo que incluso va más allá de eso:
es legal, político y educativo, pero también económico, histórico y de valores.
Hasta las cargas emocionales de los pueblos, la psicología social y los niveles
de autoestima influyen en él. Siempre hay jóvenes que me preguntan: ¿si no
hay una solución clara, de qué sirve discutir sobre la interculturalidad? Yo –con
alma de estadístico- sólo les digo, que cuando un problema se propone, se
debate y se discute hay más probabilidades de resolverlo que cuando
simplemente lo ignoramos.

II. ¿QUÉ ES LA INTERCULTURALIDAD?

Intentando definir la interculturalidad, diremos que es la interacción entre


culturas, con respeto mutuo y de forma horizontal y sinérgica, donde se concibe
que ningún grupo cultural está por encima de otro, favoreciendo en todo
momento la integración y convivencia de ambas partes. Una relación

3
intercultural se basa en el respeto a la diversidad y el enriquecimiento mutuo;
este proceso genera conflictos que deben resolverse mediante el respeto, el
diálogo, la escucha mutua, la concertación y la sinergia.

Un principio básico de la interculturalidad es que no hay culturas mejores ni


peores. Evidentemente cada cultura puede tener formas de pensar, sentir y
actuar en las que determinados grupos se encuentren en una situación de
discriminación. Pero si aceptamos que no hay una jerarquía entre las culturas
estaremos postulando el principio ético que considera que todas las culturas
son igualmente dignas y merecedoras de respeto. Esto significa, también, que
la única forma de comprender correctamente a las culturas es interpretar sus
manifestaciones de acuerdo con sus propios criterios culturales. Esto no
supone eliminar nuestro juicio crítico, pero sí esforzarnos por ejercerlo sólo
cuando hayamos entendido la complejidad simbólica de las prácticas culturales
que deseamos analizar. Se trata de intentar moderar un inevitable
etnocentrismo que lleva a interpretar las prácticas culturales ajenas a partir de
los criterios de nuestra propia cultura.

Etxeberria (2001) hace una diferencia entre el término interculturalidad y


otros semejantes. Sostiene que en el multiculturalismo la palabra clave es
respeto. Desde el reconocimiento del derecho a ser diferentes se pide respeto
entre los diversos colectivos culturales, que se mantienen relativamente
separados. En el mestizaje cultural, la palabra clave es mezcla o síntesis. A
semejanza del mestizaje biológico que se toma como metáfora, lo que se
busca es una cultura mestiza que resulta ser síntesis superadora de las
culturas que entran en relación. En la interculturalidad la palabra clave es
diálogo. La interculturalidad reasume en parte el multiculturalismo, en el
sentido de que para dialogar hay que presuponer respeto mutuo y condiciones
de igualdad entre quienes dialogan. 5

Los tipos de aculturación y la autoestima de los pueblos.

Se llama aculturación a los fenómenos de interacción que resultan del


contacto entre dos culturas. Este fenómeno es antiguo y complejo, siendo

4
estudiado principalmente en los colonialismos americanos. De acuerdo con
Nathan Wachtel6 la aculturación se realiza entre dos extremos: la asimilación y
la integración.
En el caso de asimilación la adopción de los elementos foráneos va
acompañada de la eliminación de los valores fundamentales de las tradiciones
propias dejándose absorber el grupo por los modelos y valores de la sociedad
dominante; en el segundo caso, la cultura indígena integra los elementos
foráneos sin perder sus caracteres originales, más bien organizando estos
elementos según los modelos y valores autóctonos. 7
¿De qué depende que un pueblo se asimile o se integre a otro? Salvo en
los caso de imposición violenta y conquista, las razones se relacionan con los
niveles de autoestima de los pueblos. Al igual que una persona puede
preservar sus valores o negarlos y asimilarse a otros que le son ajenos, los
pueblos, de forma colectiva y a lo largo de generaciones, forman una
valoración de sus características culturales, tanto de las propias como de las
culturas con las que tienen contacto. Podemos hablar entonces de tres casos:

1. La subestimación colectiva de un grupo cultural lo lleva a menospreciar


su propia cultura, o algunos aspectos de ella; en especial cuando los
compara con otra. Esta actitud conduce con frecuencia a actitudes de
sometimiento y sumisión que acaban por hacerlo depender de otros
grupos para intentar conseguir la satisfacción de sus necesidades
básicas. Una comunidad que considera su propio modo de vida como
atrasado y salvaje, se orienta a buscar convertirse en otra, rechazando
lo que es, sea su música, sus costumbres o su color de piel o cabello.
2. La sobrestimación colectiva se da cuando un pueblo tiende a
sobrevalorar su cultura sobre las demás. Se siente superior y, por tanto,
se cierra sobre sí mismo, menospreciando a las culturas diferentes de sí
misma. Se vuelve etnocéntrica y dominante. Un pueblo etnocéntrico
asume actitudes de intolerancia que impiden la comunicación con otros
pueblos, intolerancia que se refleja en imposición de lo propio y
avasallamiento de lo diferente, sustituyendo el diálogo por el conflicto
cultural.

5
3. La autoestima equilibrada, tanto a nivel grupal como individual, es la
actitud psicológica ideal dentro de la propuesta intercultural. Consiste en
valorarse a sí mismo, apreciar lo propio y, al mismo tiempo, tener
apertura a lo externo. Dicha apertura permitirá valorar lo ajeno y esta
valoración permitirá incorporarlo, integrándolo y no asimilándose a él,
recreándolo y reinventando así la cultura propia. De esta manera se le
abre la posibilidad a un grupo cultural de seguir viviendo, sin
anquilosarse en el culto al pasado ni eliminarse a sí mismo en la
negación de lo propio. El logro de una autoestima equilibrada no es algo
que se puede dar por adquirido permanentemente. Sólo existe en la
medida que se renueva y se reinventa en actitudes y en la interacción
social. Presupone el manejo de una auto-imagen que genere
sentimiento de seguridad en mismo, en las propias convicciones, lo que
no significa aferrarse permanentemente a ellas. Aferrarse a las
convicciones y valores propios traduce tal vez un comportamiento
dogmático que actúa como un mecanismo de defensa, fruto de una
seguridad personal y colectiva puramente ilusoria, puesto que impide la
comunicación. Es lo que sucede con los movimientos fundamentalistas
religiosos y políticos.8

La interculturalidad, una propuesta postmoderna.

Frente al fracaso de la modernidad en la solución de los problemas más


álgidos de la sociedad surgió, en Europa y los EE.UU, una corriente de
pensamiento conocida como Postmodernidad. Ésta enfrenta el pensamiento
racionalista y cientificista que caracterizó a la época moderna, que trajo bienestar
material, tecnología y riqueza; pero que también generó explotación, daño
ecológico y deshumanización.
Podemos afirmar entonces que la interculturalidad es una propuesta
postmoderna que afirma el carácter plural de la racionalidad, el carácter
heterogéneo de las formas de vida y la toma de conciencia de que no existe un
punto de referencia absoluto y permanente. Trataremos de resumir estos
argumentos filosóficos a partir de las explicaciones de Reise, Rubino y Ardito:

1. La pluralidad de racionalidades

6
Una racionalidad es una manera de representar y codificar, según un orden
lógico, los elementos que simbolizan la vivencia de la realidad que tiene un
grupo para hacerlo comprensible. Un orden lógico es la manera particular como
al interior de un lenguaje se relacionan entre sí las partes que componen los
enunciados y proposiciones.

Sería absurdo pensar que existe una sola racionalidad o un único orden
lógico válidos para toda la humanidad en todos los tiempos y espacios
culturales existentes. Tampoco hay argumentos válidos para que podamos
afirmar que exista una racionalidad o un orden lógico que sea superior al resto.
En realidad nos encontramos ante una diversidad de racionalidades que
coexisten entre sí.

2. La heterogeneidad irreductible de las formas de vida.

Nuestro punto de partida es reconocer el carácter de la heterogeneidad de


formas de vida que coexisten entre sí, como un valor y no como un defecto. Si algo
nos identifica como seres humanos es la heterogeneidad de formas de vida y la
pluralidad de racionalidades culturales. Reconociendo que todos los seres
humanos -y por ende las culturas- somos heterogéneos ¿qué sentido tiene
discriminar o menospreciar a otros por ser diferente (raza, piel, nivel social, etc.)
cuando la esencia de la humanidad y la sociedad es precisamente la diversidad?

3. No existe un punto de referencia absoluto.

La Modernidad se caracterizó por la postulación de principios evidentes, y por


ende axiomáticos, sobre los cuales se funda el saber universal como saber
verdadero y absoluto. Frente a esta idea, la postmodernidad parte de una
desconfianza en torno a la posibilidad de alcanzar para el conocimiento un punto
de apoyo que sea evidente y axiomático.

Las actitudes autoritarias se encuentran siempre avaladas y justificadas por la


creencia de que el punto de vista particular tiene un valor absoluto e
incuestionable, en otras palabras, en un dogmatismo racional o irracional. Dichas
actitudes autoritarias engendran el hecho de que las relaciones interpersonales e
intergrupales se transformen en relaciones de poder y que las relaciones de poder
sean relaciones de avasallamiento.

7
Por el contrario, reconocer el carácter relativo de nuestros puntos de
referencias nos conduce a adoptar una actitud de diálogo horizontal y de
enriquecimiento recíproco.

El universalismo versus el relativismo

El universalismo postula que existen valores, juicios, morales,


comportamientos que tienen un valor absoluto y que se aplican a la humanidad
entera. La utopía del universalismo nace con la ilustración, y se concreta en las
revoluciones americana y francesa y en las instituciones políticas de las
democracias occidentales. Éste es el sustrato ideológico de la cultura política
occidental y el fundamento del proyecto de la modernidad (Semprini, 1997) 9

La idea de valores innatos e intrínsecos al ser humano son refutados por los
relativistas, quienes consideran la pretensión universalista como falsa, ya que
consideran que los valores y juicios son producto de la educación y como tales
condicionados por la cultura. ¿Qué valores deberían tomarse en cuenta para
juzgar con ellos a todos los demás? Lo normal para los integrantes de una
cultura es considerar que sus propios valores son los referentes para todos los
demás, por lo cual el universalismo sería fundamentalmente etnocéntrico y
contrario a la interculturalidad.

Como señala Todorov (1989) “el etnocentrismo tiene dos facetas: una
pretensión universalista, por un lado, y un contenido particular por otro. Es
decir, el etnocentrismo tiene una aspiración universalista a partir de una
posición particularista de una cultura que se generaliza. Así sus valores, los de
esta cultura particular, se convierten en los valores de toda la humanidad. De
esta forma se reduce la humanidad a los límites de la propia cultura.”10

Una precisión en la definición de la interculturalidad, es que debemos tener


en cuenta -como dice Alsina- que la propia idea de interculturalidad es una idea
occidental, es decir fruto del racionalismo de occidente; y por un lado, el
pensamiento occidental no es único (existen varios) y por otro, la
interculturalidad, por más bien intencionada que sea, es una propuesta a partir
de una perspectiva del mundo, por lo tanto discutible y rebatible desde los
mismo principios que la sustentan.11

8
III. IMPLICANCIAS DE LA INTERCULTURALIDAD Y EL RETO DEL
DIÁLOGO INTERCULTURAL

“Reconocer al otro, a la vez, como diferente y como igual, como diverso y como actor
de un diálogo, es más un desafío que una constatación” 12

Aplicar la interculturalidad implica tener en cuenta muchos aspectos de


nuestra sociedad. Los tres principales aspectos sobre los que hay que trabajar
para conseguir el diálogo intercultural y favorecer las políticas inclusivas son:
las leyes, la educación y la política.

Desde el punto de vista jurídico, deben necesariamente trabajarse leyes


que favorezcan las relaciones interculturales. Es algo muy complicado teniendo
en cuenta que no se puede caer en el anarquismo y afirmar que cada pueblo o
cultura debe tener sus propias leyes sin relacionarse con los demás. Pero el
marcar parámetros generales es también peligroso, -y para algunas culturas
vejatorio- imponer un derecho occidental sin ninguna negociación o diálogo con
las minorías. El tema es espinoso, pero no puede quedar sin enfrentarse. La
tendencia mundial ha hecho que nuestro país, por ejemplo, cree un vice
ministerio de interculturalidad dentro del Ministerio de Cultura; éste será el
encargado de proponer estrategias de inclusión y reconocimiento de las
minorías culturales, en un marco jurídico considerado legal por el estado.

En el caso de la educación, los esfuerzos por aplicar una educación


intercultural bilingüe en nuestro país, todavía han sido insuficientes. Una
práctica común ha sido pretender enseñar en lenguaje occidental, valores
occidentales, a una comunidad que tiene como lengua materna una lengua
nativa, con desalentadores resultados. Se debe trabajar mucho en este
aspecto, en no sólo enseñar a leer escribir primero en la lengua materna
aborigen de una población, sino también realizar el esfuerzo por aprender y
valorar los aspectos culturales de esa lengua y toda la cultura que se encuentra
detrás de ella, no como objeto de estudio sino necesidad de socialización y
convivencia pacífica y respetuosa común.

Por último, en el aspecto político, las políticas de estado deben


orientarse a fomentar la inclusión y el respeto por las minorías étnicas. Se han
dado algunos pasos en el Perú pero aún hay mucho por hacer al respecto. La

9
idea del Estado absoluto que impone la ley y garantiza el orden por la fuerza
nos ha demostrado su incapacidad para solucionar los problemas sociales
internos. Los casos de Ilave o Bagua son un ejemplo.

Como menciona Heise(2001), si particularizamos el asunto y volvemos


la mirada al Perú, observamos que la situación es históricamente de
intolerancia cultural. Quizás sea por ello que los conflictos étnicos no se den
abiertamente. Existe un grupo dominante, llamado nacional, que discrimina y
segrega a las culturas oprimidas. En un intento homogeneizante se ha buscado
que los grupos oprimidos pierdan la confianza en su cultura y piensen que la
solución esté en la asimilación de la cultura y la lengua del opresor. Sin
embargo a pesar de tantos intentos por acabar con las culturas vernáculas
desde el inicio de la conquista, no se ha logrado eliminarlas. Por eso, puedo
afirmar que los grupos étnicos en el Perú, contra lo que nos ha querido hacer
creer la sociedad dominante, no tienen una identidad cultural débil dado que los
intentos homogeneizantes ya tienen 500 años y aun seguimos en una sociedad
multiétnica.13

El reto

La interculturalidad nos plantea uno de los más grandes retos


personales y culturales: Ponernos en el lugar del otro. Puede parecer una
acción simple, que puede estar coronada con una actitud de tolerancia y un “te
respeto”. Pero es mucho más complejo que eso.

Ponernos en el lugar de otro que pertenece a otra cultura, no es tratar de


comprender desde nuestros propios valores e ideas, sino por el contrario,
conocer a profundidad la cultura, los valores y los referentes del otro, para
recién tener una idea aproximada de cómo ve el otro, el problema. A pesar de
las afirmaciones y descubrimientos sobre las neuronas espejo de Locoboni 14, la
empatía es una actitud sicológica compleja y difícil.

10
Nuestra cultura, nuestras creencias, nuestra educación y familia han influido
en nuestras valoraciones y nos han condicionado a reaccionar y juzgar
conforme a ellas. ¿Es posible juzgar, analizar y valorar con valores de otro que
me son ajenos? No, de allí el enorme reto que implica la interculturalidad, en
especial porque es injusto todo cuestionamiento de una cultura con los valores
y condicionamientos de otra. Algo así como se hizo en la conquista: juzgar a un
Inca por delitos cometidos contra la fe católica que no profesaba ni conocía.

IV. ALGUNOS ARGUMENTOS CONTRA LA INTERCULTURALIDAD Y


EL MULTICULTURALISMO

En el paradigma hegeliano, no puede haber tesis sin antítesis. Desde su


planteamiento, la interculturalidad ha tenido detractores que la han considerado
una falacia bien intencionada, o una estrategia más de manipulación
occidental. Trataremos de explicar mejor estos dos argumentos.

La falsedad de los supuestos interculturales.

En numerosas conferencias, y artículos periodísticos, Mario Vargas llosa ha


sostenido que es un error creer que las culturas son equivalentes. Es el
abanderado de quienes piensan que las culturas pueden valorarse por su
aporte a la civilización humana, que una cultura que promueve la libertad y la
convivencia pacífica, es superior a otra que promueve la explotación, justifica la
violencia y restringe la libertad de los individuos.

“En nuestro tiempo… la noción de cultura se extendió tanto que… se ha


esfumado. Se volvió un fantasma inaprensible, multitudinario y traslaticio.
Porque ya nadie es culto si todos creen serlo o si el contenido de lo que
llamamos cultura ha sido depravado de tal modo que todos puedan
justificadamente creer que lo son.

La más remota señal de este proceso de progresivo empastelamiento y


confusión de lo que representa una cultura, la dieron los antropólogos,
inspirados con la mejor buena fe del mundo, en una voluntad de respeto y
comprensión de las sociedades más primitivas que estudiaban. Ellos

11
establecieron que cultura era la suma de creencias, conocimientos, lenguajes,
costumbres, atuendos, usos, sistemas de parentescos, y en resumen todo
aquellos que un pueblo dice, hace, teme o adora.

Esta definición no se limitaba a establecer un método para explorar la


especificidad de un conglomerado humano en relación con los demás, quería
también -de entrada- abjurar del etnocentrismo prejuicioso y racista del que
occidente nunca se ha cansado de acusarse. El propósito no podía ser más
generoso pero ya sabemos por el famoso dicho: ‘que el infierno está
empedrado de buenas intenciones’. Porque una cosa es creer que todas las
culturas merecen consideración, ya que sin duda en todas hay aportes
positivos a la civilización humana, y otra muy distinta creer que todas ellas por
el mero hecho de existir, se equivalen.

Y es esto último lo que asombrosamente ha llegado a ocurrir en razón de


un prejuicio monumental suscitado por el deseo bienhechor de abolir de una
vez y para siempre todos los prejuicios en materia de cultura. La corrección
política ha terminado por convencernos de que es arrogante, dogmático,
colonialista y hasta racista, hablar de culturas superiores e inferiores, y hasta
de culturas modernas y primitivas. Según esta arcangélica concepción, todas
las culturas a su modo y en su circunstancia, son iguales. Expresiones
equivalentes de la maravillosa diversidad humana.” 15

Podríamos mencionar en este grupo de críticos contra la interculturalidad, a


los darwinistas sociales que sostienen que -al igual que las especies- las
culturas también luchan por la sobrevivencia y es normal y hasta natural que
aquellas más aptas sobrevivan –incluso a costa de las otras- y que las menos
aptas a los cambios perezcan. Según ellos, esta idea no debería
escandalizarnos.

La interculturalidad como estrategia de dominación.

El segundo argumento importante de los enemigos de la


interculturalidad nace de la desconfianza de la propuesta. Para muchos

12
intelectuales de izquierda, la interculturalidad parte de la idea de convertirse en
una herramienta de negociación con el buen salvaje.

Uno de sus primeros investigadores en temas de interculturalidad, el


antropólogo norteamericano Edward T. Hall, desarrolló un buen número de
estrategias de comunicación intercultural, las que enseñó durante los años 50
al personal diplomático estadounidense. Cabe entonces la pregunta
desconfiada ¿es la interculturalidad una propuesta igualitaria e integracionista
entre culturas? ¿O es sólo otra forma de dominación occidental, que predica el
igualitarismo como estrategia de negociación facilitando la dominación
pacífica? No es el objetivo de este texto encontrar una respuesta definitiva.
Pero este tipo de preguntas son necesarias ya que en la vida universitaria nos
permiten reflexionar e intentar nuestra propias respuestas.

V. NECESIDAD DE UNA COMUNICACIÓN INTERCULTURAL

El estudio de la comunicación intercultural tiene sus inicios en los Estados


Unidos en los años 40 del siglo XX, cuando se comenzó a ofrecer formación
lingüística y antropológica al personal diplomático de aquel país. Edward T. Hall
publicó en 1959 The Silent Way, obra que marcó también el inicio de los
estudios interculturales fuera del ámbito gubernamental. El interés por saber
más acerca de la manera más efectiva de comunicarse con otras culturas se
vio incrementado con la creación de los “Peace Corps” en el mismo país a
principios de los años 60.

Hoy podemos definir la Comunicación Intercultural como aquella que resulta


de la interacción entre hablantes de lenguas y culturas diferentes. Los
interlocutores que participan en encuentros interculturales han experimentado
previamente procesos de socialización distintos y han desarrollado marcos de
conocimiento diferentes; su competencia intercultural les permite satisfacer
eficazmente sus necesidades comunicativas superando esas diferencias.

Alsina(1999), sostiene que “La comunicación intercultural es la


comunicación interpersonal entre pueblos con diferentes sistemas

13
socioculturales, y/o la comunicación entre miembros de diferentes subsistemas
–por ejemplo grupos étnicos- dentro de un mismo sistema sociocultural. Este
tipo de estudios buscan básicamente la eficacia comunicativa, la competencia
16
comunicativa intercultural.”

Otro aspecto importante es el de la lengua. Una de las cosas que más me


llamó la atención en Brasilia, fue la constatación de varias escuelas de
Esperanto. Esta lengua creada con la ilusión de unificar lingüísticamente al
planeta se enseña y se aprende incluso auspiciada por organismos
relacionados a las Organización de las Naciones Unidas. Como menciona
Alsina: “Una vez que se ha señalado que la lengua puede ser un instrumento
de poder, y teniéndolo en cuenta, hay que plantearse la necesidad de una
lengua vehicular o de una lengua auxiliar para la comunicación intercultural.
Una lengua común sería condición necesaria, aunque quizá no suficiente, para
la comunicación intercultural. Los problemas que se nos platean son varios,
¿es posible establecer una lengua vehicular, por ejemplo el inglés, o una
lengua auxiliar, por ejemplo el esperanto, a nivel mundial?, ¿Cuál será esta
lengua vehicular?, ¿qué efectos tendrá su establecimiento.”17

En la actualidad, se suele distinguir entre dos tipos de comunicación


intercultural: la interpersonal, que se produce entre individuos, y la mediada,
que se establece entre los medios de comunicación y los miembros de una
sociedad. A pesar de esta distinción, ambas están interrelacionadas.

Según Alsina, para que se produzca una comunicación intercultural eficaz


son muy importantes, entre otras cosas, estas cinco actitudes:

1. Que los interlocutores estén motivados por conocer la otra cultura y


muestren empatía con ella;
2. Que tomen conciencia de la propia cultura y sus procesos de
comunicación;
3. Que presten atención a los elementos que forman parte de la
comunicación no verbal;
4. Que asuman que el malentendido forma parte de los encuentros
interculturales;

14
5. Que se esfuercen por interpretar el sentido y la intención última de las
palabras de sus interlocutores, es decir, por negociar no sólo el
significado del mensaje sino también su fuerza ilocutiva.

La comunicación intercultural interpersonal

La comunicación se realiza fundamentalmente entre personas.


McEntee(1998) considera que en este aspecto entran en juego diversos
factores que es necesario abordar desde una óptica comunicacional e identifica
dos niveles que hay que tomar en cuenta: el intrapersonal y el interpersonal.

En primer lugar se debe tener en cuenta el nivel intrapersonal; es decir,


todos aquellos aspectos que son propios del mundo interno de la persona que
se comunica, pero que de alguna manera va a influir en sus mecanismos de
comunicación intercultural: Las diferencias de percepción, o las diferentes
expectativas que pueden tener dos personas de diferente cultura frente a una
misma situación. También en este aspecto intrapersonal influyen la
diferenciación sicológica entre dos personas que no pertenecen a un mismo
entrono e incluso la idea de inteligencia que puede variar de una cultura a otra.

En segundo lugar, el nivel interpersonal, corresponde a los aspectos de


socialización. La identidad, los valores sociales incluso los valores religiosos,
pueden contarse en este nivel. Dos personas de diferentes culturas pueden
verse forzadas a comunicarse y pondrán en juego sus habilidades
comunicativas, que pueden funcionar muy bien en su propia cultura, pero que
pueden ser insuficientes para comunicarse con otra.

Por ejemplo, la comunicación no verbal de cada pueblo cumple un papel


importante en la socialización, y suele ser una de las principales causas de
decodificación aberrante en el diálogo intercultural. Estirar la mano a alguien
que conocemos, en Tailandia, puede ser tomado como un insulto, ya que los
tailandeses tradicionales saludan juntando las manos –a manera de rezo- a la
altura del pecho o de la frente (dependiendo el nivel de respeto que quieren
mostrar, mientras más altas las manos, más respeto). Por otro lado nosotros
podemos sentirnos ofendidos si nos dejan con la mano estirada, y el tailandés

15
se ofenderá de la misma manera cuando no respondamos con el mismo gesto
a su saludo.

McEntee(1998) llama cultura oculta a aquellos aspectos de la comunicación


intercultural interpersonal que no se manifiestan explícitamente en las
relaciones sociales, pero que subyacen detrás de un acto de un acto de
comunicación o socialización. Si invitamos a nuestra boda a un amigo inglés y
le entregamos una invitación que dice: “6:30 hora exacta”, nuestro amigo
estará allí a las 6:30 y probablemente, al no encontrar a nadie, terminará por
irse a las 6:35 creyendo que la boda se canceló o que le han tomado el pelo.
La cultura oculta son los aspectos, costumbres, valores, y códigos que se
esconden detrás de esta mala interpretación del mensaje. 18

La comunicación intercultural mediada

En esta época de globalización, donde los medios de comunicación


tienen un papel dominante en la difusión de mensajes masivos, éstos pueden
volverse valiosas herramientas para favorecer el diálogo intercultural y el
aprendizaje de otras culturas (primer paso fundamental para el entendimiento
intercultural). También es cierto que pueden seguir siendo una fuente creadora
de estereotipos culturales, herramientas de discriminación social o trasmisor de
valores alienantes. Debemos recordar que una herramienta no es mala o
buena en sí misma, lo bueno o malo es lo que hagamos con ella.

La responsabilidad de los medios masivos es grande, ya que incluso


inconscientemente puede estar jugando con estereotipos raciales o culturales
fomentando violencia de algún tipo. Un ejemplo de esta visión estereotipada es
el uso que se hace de personajes afroamericanos en los comerciales de
televisión. Éstos se usan en comerciales específicos (betún, galletas de
chocolate o chicha morada) y lo que es peor, en la recreación de personajes
de escasa intelectualidad, forma de hablar extraña y burda, y asociados
básicamente al baile y la música de percusión.

Los medios de comunicación, cuando reciben el material informativo,


sólo para hacer los acontecimientos más comprensibles los adaptan a los

16
patrones culturales de su audiencia. A pesar de que puedan existir distintas
comunidades interpretativas en una cultura, los medios suelen hacer la
interpretación hegemónica o al menos la más fácilmente consensuable.19

VI. CASOS

Trataremos de abordar algunos casos donde la interculturalidad y la


comunicación intercultural, son especialmente importantes y problemáticos. Si
bien el tema afecta a toda la sociedad y a todas las culturas, los conflictos son
mayores en aquellos aspectos donde las costumbres y en especial los valores
de las culturas se enfrentan de formas aparentemente irreconciliables.

Caso1: Los derechos humanos

En el siglo XXI tomamos los derechos humanos como valores


universales; pareciera que están ligados intrínsecamente a nuestra cualidad de
humanos y no los ponemos en duda, son pilares fundamentales de la sociedad
como la concebimos, e incluso los colocamos por sobre los sistemas jurídicos
locales. Pero ¿son los derechos humanos un concepto universal?

Ardito(2001) señala que lo que es considerado un derecho fundamental


en una sociedad, puede ser considerado como antisocial por otro pueblo, o por
el mismo pueblo en un período distinto de sus historia. Los redactores de la
Declaración Universal de los Derechos Humanos, rechazaron esta posición,
considerando que el relativismo cultural era una seria amenaza para los valores
fundamentales de las Naciones Unidas. Sin embargo una observación objetiva
permite apreciar que las fuentes principales de la Declaración de 1948 fueron
las ideas políticas y filosóficas occidentales, así como diversos textos
constitucionales europeos y americanos.20

El primer artículo de la Declaración dice a la letra: “Todos los seres


humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están
de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los
otros.” Reconociendo la mejor de las intenciones en su elaboración -y sin

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hablar de su incumplimiento consciente o inconsciente- sus argumentos se ven
enfrentados a diversos problemas interculturales.

Existen, por ejemplo, diversas comunidades amazónicas que sustentan


su cultura a partir de enfrentamiento con otros grupos. Su estatus y dignidad
dependen de ese enfrentamiento, por lo cual los jóvenes viven preparándose
para la guerra y para demostrar lo eficientes que con para ella. ¿Debemos
obligarlos a cumplir el principio de fraternidad, sabiendo que al hacerlo
precisamente atentamos contra él?

El artículo tercero de la Declaración afirma “Todo individuo tiene derecho


a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona.” ¿Cómo enfrentar las
costumbres de aquellos pueblos en diferentes partes del globo donde se quita
la vida a aquellos niños con alguna deformidad o debilidad, ya que ponen en
peligro la sobrevivencia de todo el grupo social? La aplicación de la pena de
muerte misma sería una violación a este principio, y sin embargo, dependiendo
la cultura se puede encontrar varios casos en los cuales es defendible e
incluso justificable.

Como afirma Ardito: “No es posible demostrar la validez de los


derechos humanos por ser un concepto arraigado o por el diverso origen de
sus partidarios. Cuando afirmamos que se trata de derechos inherentes a las
personas, debemos admitir que históricamente han existido muchas
apreciaciones diferentes respecto a lo que era inherente al ser humano. Por lo
tanto, nosotros consideramos que la validez de los derechos humanos es más
una convicción que un asunto que pueda ser demostrado de manera lógica.” 21

Caso 2: El mundo islámico y la valoración de la mujer.

La opresión de la mujer en el mundo islámico es una de las fuentes de


mayor conflicto cuando se enfrenta a la valoración de la mujer en el mundo
occidental. Nos indigna que una mujer sea considerada casi un objeto, no
tenga derechos y sea permanente víctima de violencia, no sólo legal sino hasta
merecida desde la óptica su cultura. En nuestra concepción cultural, esos

18
comportamientos salvajes (ya mencionados en la introducción) escapan a toda
negociación y atentan –creemos- con nuestro principios culturales más básicos.
Los occidentales olvidamos que la mujer ha logrado su emancipación, libertad
e igualdad ante la ley hace muy poco. Y de que occidente –principalmente
europeo- ha sido el mayor traficante de esclavos de toda la historia de la
humanidad, olvidamos que en nuestra cultura los seres humanos –hace
doscientos años- podían ser comprados y vendidos como ganado. ¿Tenemos
derecho a escandalizarnos? Las costumbres culturales cambian, y lo que es
bueno, ético y noble hoy, puede no serlo mañana, o puede ser una aberración
en otra cultura.

¿Qué podemos hacer? (Práctica)


1. Investigar para la próxima clase la forma de vida de la
mujer islámica, de sus derechos y deberes como
ciudadana, madre o esposa.
2. Debatir y buscar de forma grupal las posibles soluciones
interculturales a los conflictos encontrados.
3. Determinar de qué manera el diálogo intercultural puede
contribuir en la solución de alguno de estos conflictos en
relación con la forma de pensar de occidente.

VII. CONCLUSIONES

 Independientemente el origen de la interculturalidad y las intenciones


que llevaron a la propuesta, sostienen una serie de valores necesarios
para la convivencia de los pueblos. Por lo cual es necesario un mayor
trabajo y esfuerzo en pro de la interculturalidad; así parezca una utopía,
no hay duda que mejora la relación entre culturas.
 Por el punto anterior, es necesario el desarrollo de estrategias de
comunicación intercultural en los niveles, político, educativo y jurídico. La
comunicación puede ser de valiosa ayuda que diálogo es la palabra
clave de la interculturalidad.
 Es un enorme reto para cualquier persona, desprenderse de sus propios
prejuicios culturales, de su etnocentrismo, y procurar ponerse en el lugar
de aquel otro que cree diferentes, habla diferente y siente diferente.
 Hay que proceder a la relativización de nuestra cultura que nos llevara a
la comprensión de otros valores alternativos, y eventualmente, a su
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aceptación. Esto nos aproximará cada vez más a una identidad
intercultural que nos permitirá reconocer que los valores de nuestra
cultura no son únicos, sino solo quizá preferibles, y que las otras culturas
también tienen contenidos validos. La interculturalidad pretende que los
contactos entre culturas pasen de un estado de confrontación a un
estado de negociación que debe tender a ser un espacio de cooperación
para acabar siendo simplemente un espacio de humanización. 22
 Es bueno tener en cuenta que el idioma no es sólo un conjunto de
códigos para comunicarse. Es también toda una cultura detrás que lo
sustenta. Toda una cosmovisión. Por lo tanto entender al otro desde su
propio su idioma y fundamentos es el primer paso para respetarlo y
luego comprenderlo. No siempre es fácil hallar una palabra equivalente
en otro idioma. Hall(1986) señalaba por ejemplo, la dificultad de traducir
al árabe la palabra “violación”.23

VIII. BIBLIOGRAFÍA

ALSINA, Miquel Rodrigo. Comunicación Intercultural. Anthropos


Editorial, Barcelona, 1999.

BRUCE, Jorge. Nos habíamos choleado tanto. Psicoanálisis y


racismo. Fondo editorial de la Universidad de San Martín de Porres.
Lima, 2008.

ESTERMANN, Josef. Filosofía Andina, sabiduría indígena para un


mundo nuevo. Instituto Superior Ecuménico Andino de Teología.
Bolivia, 2006.

HEISE, María. Interculturalidad, creación de un concepto y desarrollo


de una actitud. Programa FORTEPE, Ministerio de Educación, Lima,
2001.

HUNTINGTON, Samuel. ¿Quiénes somos? Paidós, Barcelona, 2010.

MCENTEE, Eileen. Editorial McGraw Hill, España, 1998.

ROSINSKI, Philipe. Coaching y Cultura. Gran Aldea Editores, Buenos


Aires, 2008.

20
IX. NOTAS

21
1
Barnechea, Alfredo. El Mito de la Interculturalidad. Revista Caretas, Edición 2196. Lima, setiembre
del 2011.
2
Vargas Llosa, Mario. El Velo no es el Velo. El País, España, 7 de octubre del 2007.
3
Sánchez León, Abelardo. Entrevista a Rodrigo Montoya Rojas. 2001
4
Barnechea, Alfredo. El Mito de la Interculturalidad. Revista Caretas, Edición 2196. Lima, setiembre
del 2011.
5
Etxeberria, Xavier. Derechos cultuirales e interculturales. Ministerio de Educación, Lima, 2001.
6
Nathan Wachtel es considerado en el mundo académico un gran innovador porque introdujo el
método estructural, enriqueció la etnohistoria y porque perfeccionó la aproximación regresiva en el
análisis histórico. Entre sus libros más destacados están: La visión de los vencidos (1971), Sociedad
e Ideología; Ensayo de historia y antropologías andinas (1973); Mémoires juives (1986); Le retour des
Ancestres. Les Indies Urus de Bolivie, XXè - XIVè (1990); y La foi du souvenir. Labyrinthes marranes
(2001). En el 2002 la Universidad Nacional Mayor de San Marcos le confirió la distinción académica
de Doctor Honoris Causa que Wachtel agradeció desarrollando la conferencia “Memoria e Historia: de
los indígenas andinos a los marranos de la América hispana”.
7
Reise, María; Rubino, Fidel; Ardito, Wilfredo. La Alternativa Intecultural. Centro Amazónico de
Antropología y Aplicación Práctica, Lima, 1994.
8
Ídem.
9
Citado por Miquel Alsina en Comunicación Intercultural. Anthropos Editorial, Barcelona, 1999. (pp.
57)
10
Torovov, T. El cruzamiento entre culturas, Editorial Júcar, Madrid, 1989.
11
Alsina, Miquel Rodrigo. Comunicación Intercultural. Anthropos Editorial, Barcelona, 1999. (p. 232).
12
Grimson, Alejandro. Interculturalidad y comunicación. Grupo editorial Norma, Colombia, 2001.
13
Heise, María. Interculturalidad, creación de un concepto y desarrollo de una actitud. Ministerio de
Educación, Lima, 2001
14
Locoboni, Marco. Las neuronas espejo: empatía, neuropolítica, autismo, imitación, o de cómo
entendemos a los otros. Katz Editores, Madrid, 2009.
15
Vargas Llosa, Mario. Breve discurso sobre la cultura, Cátedra de la Corte Suprema. 2010.
16
Alsina, Miquel Rodrigo. Comunicación Intercultural. Anthropos Editorial, Barcelona, 1999.
17
Alsina, Miquel Rodrigo. Comunicación Intercultural. Anthropos Editorial, Barcelona, 1999. (p. 125)
18
Si un inglés leyera este ejemplo probablemente no entendería que en Perú las reuniones empiezan
o 30 minutos o una hora más tarde de la idea de hora exacta.
19
Ídem.
20
Ardito Vega, Wilfredo. ¿Son los derechos humanos un concepto universal? Ministerio de Educación,
Lima, 2001
21
Ídem.
22
Alsina, Miquel Rodrigo. Comunicación Intercultural. Anthropos Editorial, Barcelona, 1999. (p. 243)
23
Citado por Miquel Alsina en Comunicación Intercultural. Anthropos Editorial, Barcelona, 1999. (p.
109)

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