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Capítulo
101
Misión Permanente de Italia en los Estados Unidos, Plaza de las Naciones Unidas, Nueva York, Estados Unidos
Facultad de economía, Università degli Studi di Roma ‘La Sapienza’, Roma, Italia
Como se desarrolló en el capítulo anterior, la historia de nuestras sociedades muestra que las
políticas demográficas, que tienden a influenciar el tamaño, la estructura o las dinámicas de la
población, aunque no siempre se han presentado explícitamente o percibido como tal, están
profundamente arraigadas en el pasado. El desarrollo de estas políticas está basado,
consciente o inconscientemente, en motivos ideológicos, militares o sociales. Antiguamente,
aunque todavía sucede en la actualidad, estas políticas se basaban en hipótesis o en posiciones
de superioridad de un grupo respecto a otro. En cualquier caso, debemos destacar que se
desarrollan, en cierto modo, independientemente de las circunstancias reales que prevalecen
en el momento en el que se adoptan y, por consiguiente, de la posibilidad de implementarlas,
un aspecto que va más allá del objetivo de este capítulo.
La religión es una importante fuente de inspiración para las políticas demográficas. Se ha
oprimido en nombre de la religión, a veces llevando a la emigración masiva de minorías, a la
creación de nuevos asentamientos humanos en algunas regiones del mundo, o incluso al
exterminio de grupos enteros de la población. La religión también ha sido una importante
fuente de legislación en términos de regulación de la vida privada: matrimonio, construcción
familiar y reproducción.
Las motivaciones militares, especialmente en el pasado, han sido la base de políticas
nacionalistas e imperialistas. Las diferentes motivaciones tras estas dos políticas, es decir,
defensa del territorio nacional en la primera y expansión de zonas de influencia en la segunda,
han tenido el mismo efecto: tienden a conllevar mucha presión sobre la población. En el
pasado, a menudo se utilizaban como temas centrales de la acción y de las políticas
gubernamentales en los países desarrollados e incluso actualmente han sido una motivación
para los gobiernos de algunos países en vías de desarrollo.
Además, hay factores ideológicos que han influenciado en la puesta en marcha de políticas
demográficas; y que todavía lo hacen. Los principales flujos migratorios relacionados con la
discriminación étnica y racial nos ofrecen ejemplos recientes de esta relación cercana entre
ideologías y poblaciones. Más aún, la historia está llena de ejemplos en los que el abuso del
poder político se usó para paliar desequilibrios y diferencias lingüísticas. Los efectos en las
políticas demográficas resultantes de diferentes escuelas de pensamiento son más sutiles: por
ejemplo, actualmente, la idea de una población estacionaria o de crecimiento cero tiene un
efecto significativo, tanto implícita como explícitamente, en las políticas demográficas.
Entre los temas más importantes relacionados con las políticas demográficas encontramos los
relacionados con la fecundidad y la reproducción, especialmente dos modelos específicos:
política familiar y planificación familiar. Política familiar hace referencia a un conjunto de
medidas, normas y comportamientos que regulan las relaciones entre los gobiernos y las
familias, normalmente para que las familias puedan aumentar. La planificación familiar,
aunque no en oposición a la política familiar, se basa primero y principalmente en una idea de
calidad de vida en la que se tiende a resaltar la salud y las condiciones sociales de la
reproducción humana; cuando es del tipo más fuerte, la planificación familiar puede incluir
objetivos demográficos expresados claramente en términos cuantitativos.
La dificultad real, a la hora de definir una política demográfica, proviene del hecho de que la
mayoría de acciones políticas, al final, tiene efectos directos o indirectos en la población.
Además, las políticas demográficas atraviesan diferentes sectores y afectan a muchas áreas
diferentes o interaccionan con ellas.
De hecho, la siguiente afirmación es bastante correcta: “La política demográfica implica mucho
más que hacer accesibles los centros de planificación familiar a los pobres de las zonas rurales.
También implica, además, reconocer que la pobreza es una causa fundamental de las altas
tasas de fecundidad” (Dasgupta, 1955).
De hecho, cada nación toma medidas políticas que afectan a la población y al tamaño de las
familias. Sin embargo, a veces resulta útil hablar de políticas demográficas solo en esos casos
en los que el gobierno manifiesta explícitamente que éstos son sus objetivos. En muchos
países, las políticas demográficas o familiares solo están implícitas en las políticas sociales y no
dependen de la situación demográfica:
La mayoría de países nunca ha tenido políticas demográficas explícitas y coherentes,
aunque todos los aspectos del cambio demográfico se ven afectados por muchas acciones
gubernamentales, normalmente tomadas por otras razones. El abanico de políticas que
afectan a las características demográficas es tan amplio que una consideración total
incluiría prácticamente todos los aspectos de la política social y económica. (Pressat, 1985,
p. 177)
Las políticas demográficas pueden tener objetivos diversos y múltiples: tamaño de población o
más frecuentemente, ritmo de crecimiento, estructura por edad; distribución geográfica; etc.
Una política se puede considerar un instrumento para identificar los principales objetivos,
combinada con un conjunto específico de medidas para alcanzarlos. El éxito de una política
depende estrechamente de la capacidad para vincular los objetivos con los medios disponibles.
Las políticas demográficas son conjuntos de diferentes medidas tomadas por un gobierno con
la idea de influir en el tamaño, el crecimiento, la estructura y la distribución espacial de la
población.
Entre otros enfoques posibles respecto a las políticas demográficas, hay dos definiciones que
cobran una importancia especial:
1. Estrictamente hablando, una política demográfica es una política deliberada, con un
propósito, que tiene el objetivo de influir en el número de población en un
determinado país. Por ejemplo, una política pronatalista tendrá el objetivo de
aumentar el tamaño de la población, mientras que una política malthusiana,
antinatalista, tendría como objetivo reducir su tamaño, o al menos reducir la tasa de
fecundidad y, por tanto, el ritmo de crecimiento.
2. En general, una política demográfica es un conjunto de leyes y de otras medidas que
afectan directa o indirectamente, deliberada o inconscientemente, a la población,
tanto en términos cualitativos como cuantitativos.
Según el punto 3.5 del Informe de la Conferencia Internacional sobre la Población y el
Desarrollo, que tuvo lugar en El Cairo en 1994:
A nivel internacional, regional, nacional y local, las cuestiones de población deben
integrarse en la formulación, aplicación, supervisión y evaluación de todas las políticas y
programas relativos al desarrollo sostenible. Las estrategias de desarrollo deben reflejar
de manera realista las consecuencias a corto, medio y largo plazo de la dinámica de la
población y las modalidades de producción y consumo y sus efectos. (Naciones Unidas,
1995a, p.14)
Las características de una población se pueden ver afectadas por políticas que se ponen en
marcha en una gran diversidad de sectores (sanidad, vivienda, empleo); por tanto, es
importante distinguir entre las políticas que tienen una consecuencia demográfica indirecta (o
implícita) y, las explícitas que tienen como objetivo principal influir en la población (y fueron
diseñadas con esa idea). Las políticas demográficas tienen orígenes muy diferentes y
consecuencias sustancialmente distintas, dependiendo de sus objetivos (políticas de vivienda,
políticas sanitarias, políticas de empleo). Encontramos un ejemplo excelente en las políticas
que tienen como objetivo principal reducir la mortalidad infantil y en esta área se han
alcanzado éxitos significativos dentro de las políticas sociales y sanitarias adoptadas a finales
del siglo XX.
La mortalidad, la fecundidad y la migración son los principales componentes de las políticas
demográficas y representan los tres hechos que determinan la evolución cuantitativa de la
población. Mientras que las tasas de mortalidad y de fecundidad pueden haber cambiado de
forma gradual, las migraciones, tanto nacionales como internacionales, pueden haber
generado rápidas variaciones en la estructura de la población. Se podría decir que las
migraciones son el más flexible de los tres factores a la hora de poner en marcha las políticas
demográficas, pese a que pueden tener también efectos negativos en la estabilidad social
cuando son excesivamente masivas.
Los principales métodos que se pueden utilizar para modificar el nivel de las tasas de
fecundidad incluyen: a) Medidas relacionadas con el estatus de la mujer; b) sistemas de
protección de la infancia, de la juventud y de los grupos de alto riesgo; c) educación e
información; d) estrategias para mejorar la distribución de la población y d) planificación
familiar y servicios de salud reproductiva.
No ha sido hasta hace poco cuando los gobiernos han empezado a considerar explícitamente
los asuntos demográficos como puntales en las políticas públicas y en algunos países todavía
se tiende a considerar las políticas demográficas exclusivamente en términos de control del
crecimiento.
La mayoría de las políticas demográficas se adoptan a nivel nacional, pese a que los debates
internacionales sobre el tema ejercen una fuerte influencia en los gobiernos nacionales,
especialmente a través de los principales congresos internacionales (volveremos a este punto
al final del capítulo, pero el lector puede también consultar el Capítulo 120 de este volumen
para más información al respecto).
“Un primer paso importante a la hora de formular una política demográfica es identificar los
problemas demográficos y las medidas políticas en base a la investigación y a los estudios
demográficos” (Naciones Unidas, 1993, p. 204). Como con muchas otras políticas, implementar
una política demográfica a menudo implica riesgos y requiere ajustes ocasionales (Apéndice
101-1). Un factor importante es que los problemas demográficos, al cruzar las fronteras
nacionales, pasan de la escala local a la internacional, lo que hace que las respuestas
institucionales sean todavía más complejas.
Tabla 101-1: Opinión de los Gobiernos sobre su tasa de crecimiento poblacional (1976-
2001): Proporción de países (%).
En los países en vías de desarrollo que pasan por dificultades económicas lo suficientemente
serias como para que se vea afectado el proceso de desarrollo, es especialmente complicado
formular cualquier programa de desarrollo. Por ejemplo, la aplicación de métodos de
planificación familiar autoritarios en la India solo cosechó unos resultados bastantes dudosos
desde el punto de vista demográfico (ver Capítulo 113, sobre la India). De la misma forma, en
la vecina China, la planificación familiar impuesta como política nacional básica requirió
grandes esfuerzos, antes de que se aplicara finalmente el principio de “una pareja, un hijo” en
1979 (ver Capítulo 112).
Pese a las reservas éticas y políticas que surgen inevitablemente en relación a algunas de las
medidas que se tomaron, hay que admitir que la política demográfica de China ha sido más
eficaz que la de la India. Al menos cuando se reconoce que la transición de mortalidad y
fecundidad en China, que se dio mucho más rápidamente que en la India, fue el resultado de
su política demográfica. De todas formas, quizás ese éxito se debió al entorno económico,
social y cultural más que a la política demográfica, estrictamente hablando. El ejemplo de la
India (especialmente por lo que respecta a algunos estados, como el de Kerala), así como el de
China, demuestra que las consecuencias de las políticas demográficas se acentúan porque se
ven respaldadas por un crecimiento económico equilibrado que beneficia equitativamente a
las diferentes clases sociales. Si se acepta la evidencia de un desarrollo económico y social
como pre-requisito para tener una política demográfica eficaz, las posturas antimalthusianas
se ven cuestionadas. La evolución ha sido muy clara en muchos países y todavía más a nivel de
las relaciones internacionales (tal y como se trata en el Capítulo 103 de este volumen).
De hecho, excepto en el caso de China, muy pocos gobiernos han adoptado políticas de
fecundidad coercitivas ya sea por razones éticas o en aras de la eficacia. La mayoría ha elegido
el método opuesto, basado en el estímulo y en la persuasión. En la última parte de esta
sección podemos encontrar figuras importantes al respecto, a través de estudios de caso de
diferentes países (Capítulos 112-119).
6. Países desarrollados
Las políticas demográficas de los países desarrollados en las últimas décadas se han
caracterizado por dos preocupaciones diferentes: la inmigración extranjera y el descenso de la
fecundidad; ambos tienen consecuencias directas sobre el envejecimiento de la población. Por
tanto, la mayoría de las políticas demográficas adoptadas explícitamente en estos países se
centra en estos dos aspectos.
El caso de Francia (que se analiza en profundidad en el Capítulo 119) es un buen ejemplo de un
país que ha aplicado una política pronatalista. En diferentes niveles, otros países como Bélgica,
Luxemburgo, Alemania y los Países Bajos también han elegido aplicar la misma política. Roland
Pressat (1991) ha resumido muy acertadamente la situación en Francia:
La política familiar francesa sigue inspirándose en gran medida en los principios
contenidos en el Código de Familia, aunque se ha realizado un gran número de enmiendas
y modificaciones a las primeras disposiciones establecidas durante la guerra. En el corazón
del sistema radica el principio de diferentes prestaciones pagadas en efectivo:
prestaciones prenatales o por maternidad, ayudas familiares desde el nacimiento del
segundo hijo... (p. 34).
Aunque no nos anticiparemos al Capítulo 120, en el que se trata en profundidad las acciones
de la comunidad internacional, no podemos concluir este capítulo introductorio sobre las
políticas demográficas sin mencionar, aunque sea brevemente, el papel que han jugado las
organizaciones internacionales en esta área.
El análisis más completo sobre las políticas demográficas a nivel mundial fue realizado por
Naciones Unidas (1996, 2002). Intentaron resumir las percepciones de cada gobierno y los
enfoques de cada país respecto a las políticas demográficas. Se describe cada política general
en su marco institucional. Además, se describen brevemente la evolución demográfica, el
tamaño y la estructura de edad de la población, la mortalidad y la morbilidad, la familia y la
fecundidad, las migraciones internacionales y la distribución espacial, la urbanización y el
estatus de las mujeres. Un informe tan completo, publicado en tres volúmenes, nos permite
comparar las medidas directas adoptadas por los diferentes países, a través de las cuales
aplican sus políticas demográficas.
Si tenemos en cuenta la naturaleza y los contenidos de las políticas demográficas, como cabría
esperar, muchas organizaciones internacionales (especialmente las del sistema de Naciones
Unidas) son parte interesada en estas cuestiones. La más importante es la Secretaría de
Naciones Unidas, a través de la División de Población del Departamento de Información
Económica y Social y Análisis de Políticas (‘Population Division of the Department for Economic
and Social information and Policy Analysis’, DESIPA) en Nueva York. Por su parte, el Fondo de
Población de las Naciones Unidas (‘United Nations Population Fund’, UNFPA), con sede
también en Nueva York, es la fuente más importante de ayuda en la financiación de cuestiones
demográficas. El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (‘United Nations
Development programme’, PNUD) en Nueva York ofrece un gran número de programas de
ayuda a los países en vías de desarrollo. Entre las agencias especializadas, la Organización
Mundial de la Salud (OMS; en inglés ‘World Healt organitation’, WHO), la Organización
Internacional del Trabajo (OIT; ‘International Labour Organitation’, ILO) y la Organización
Internacional para las Migraciones (‘International Organitation for migration’, OIM), todas
ellas con sede en Ginebra y, la Organización para la Alimentación y la Agricultura (‘Food and
Agriculture Organitation’, FAO), con sede en Roma, han prestado especial atención al tema de
las políticas demográficas. El Banco Mundial (‘World bank’) también juega un papel económico
importante en las políticas demográficas y de desarrollo: “Un número cada vez mayor de
países busca activamente trabajar con el Banco Mundial sobre políticas demográficas; y
también obtener préstamos” (Banco Mundial, 1994). A nivel regional, debemos mencionar el
Consejo de Europa (‘Council of Europe’), con sede en Estrasburgo, Francia que también debe
ser citada así como Eurostat por la elaboración y difusión de datos demográficos.
Muchas organizaciones no gubernamentales (ONG) han jugado un papel fundamental en las
políticas demográficas y de desarrollo. Fueron pioneras en estos temas cuando los gobiernos,
limitados por consideraciones políticas, ideológicas o burocráticas no estaban en posición de
tomar medidas, o eran reacios a hacerlo (Sadik, 1991, p. 245). Tuvieron un papel crucial en
muchos países a la hora de aplicar los programas de ayuda. Organizaciones como la Federación
Internacional de Planificación Familiar (‘International Planned Parenthood Federation’, IPPF),
el Consejo de Población (‘Population Council’), la Fundación Pathfinder y la Fundación
Rockefeller han utilizado amplias redes para difundir sus ideas y programas. Por otra parte, las
organizaciones religiosas han influido significativamente en las políticas (o decisiones)
demográficas de muchos países, y no solo en aquellos en los que la religión es una institución
del estado. Las organizaciones religiosas, en diferentes grados, están activamente a favor del
crecimiento demográfico.
Las conferencias internacionales específicas de Naciones Unidas que han tenido lugar cada 10
años desde 1974 también han llamado la atención de los gobiernos hacia las cuestiones
relacionadas con las políticas demográficas. De hecho, estos temas no se reconocieron como
algo esencial en el proceso de desarrollo hasta después de la década de 1970. En la primera
conferencia, que tuvo lugar en Bucarest en 1974, se adoptó el primer Plan de Acción Mundial
sobre Población y se reconoció así, por primera vez y de manera oficial, la relación entre
población y desarrollo. Durante la conferencia de Ciudad de México de 1984, el Plan de Acción
se enmendó para que se pudiera tener en cuenta la evolución demográfica experimentada
desde 1974. El punto más importante incluido en las recomendaciones versaba sobre el
desarrollo de los objetivos de la política demográfica. La conferencia de El Cairo en 1994 tuvo
como título Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo (mientras que en las
primeras dos conferencias no se mencionaba el término desarrollo en el título oficial, donde
solo se incluía el término población). Por primera vez se veía el tema de la población como
parte del tema más amplio del desarrollo (Najam, 1996) y la Conferencia adoptó un Plan de
Acción que abarcaba los siguientes 20 años. Las autoridades pertinentes de Naciones Unidas
descartaron la idea de realizar otra conferencia sobre población en 2004.
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