Está en la página 1de 9

El 26 de julio de 1864, un hermoso yate, el Duncan, avanzaba a todo vapor por el

canal del norte; un fresco viento del noroeste favorecía su marcha. En el tope del
trinquete flameaba la bandera de Inglaterra y un poco más atrás, sobre el palo
mayor, se agitaba un gallardete azul que mostraba una dorada corona ducal y las
iniciales E.G.
Lord Glenarvan, uno de los dieciséis pares escoceses de la cámara alta y el socio
más distinguido del Royal Thames Yacht Club, propietario del Duncan, se hallaba
a bordo junto a su joven esposa, lady Elena, y su primo, el mayor Mac Nabbs.
El Duncan realizaba su primer viaje de prueba por las aguas próximas al golfo de
Clyde, cuando ya maniobraba para regresar a Glasgow el vigía señaló un enorme
pez que seguía el curso del buque. Esta novedad fue comunicada por el capitán,
John Mangles, a lord Edward, quien subió a cubierta en compañía de su primo
para enterarse mejor de lo que ocurría.
El capitán opinó, ante la sorpresa del lord, que podía tratarse de un tiburón,
posiblemente de la variedad martillo, que suele aparecer por todos los mares.
Inmediatamente le propuso una original pesca para confirmar su opinión y
disminuir, si lo lograba, el número de estos terribles animales.
Lord Glenarvan aceptó la propuesta y mandó avisar a lady Elena que también
subió a cubierta ansiosa de ser testigo de aquella extraña pesca.
El 26 de julio de 1864, un hermoso yate, el Duncan, avanzaba a todo vapor por el
canal del norte; un fresco viento del noroeste favorecía su marcha. En el tope del
trinquete flameaba la bandera de Inglaterra y un poco más atrás, sobre el palo
mayor, se agitaba un gallardete azul que mostraba una dorada corona ducal y las
iniciales E.G.
Lord Glenarvan, uno de los dieciséis pares escoceses de la cámara alta y el socio
más distinguido del Royal Thames Yacht Club, propietario del Duncan, se hallaba
a bordo junto a su joven esposa, lady Elena, y su primo, el mayor Mac Nabbs.
El Duncan realizaba su primer viaje de prueba por las aguas próximas al golfo de
Clyde, cuando ya maniobraba para regresar a Glasgow el vigía señaló un enorme
pez que seguía el curso del buque. Esta novedad fue comunicada por el capitán,
John Mangles, a lord Edward, quien subió a cubierta en compañía de su primo
para enterarse mejor de lo que ocurría.
El capitán opinó, ante la sorpresa del lord, que podía tratarse de un tiburón,
posiblemente de la variedad martillo, que suele aparecer por todos los mares.
Inmediatamente le propuso una original pesca para confirmar su opinión y
disminuir, si lo lograba, el número de estos terribles animales.
Lord Glenarvan aceptó la propuesta y mandó avisar a lady Elena que también
subió a cubierta ansiosa de ser testigo de aquella extraña pesca.
El 26 de julio de 1864, un hermoso yate, el Duncan, avanzaba a todo vapor por el
canal del norte; un fresco viento del noroeste favorecía su marcha. En el tope del
trinquete flameaba la bandera de Inglaterra y un poco más atrás, sobre el palo
mayor, se agitaba un gallardete azul que mostraba una dorada corona ducal y las
iniciales E.G.
Lord Glenarvan, uno de los dieciséis pares escoceses de la cámara alta y el socio
más distinguido del Royal Thames Yacht Club, propietario del Duncan, se hallaba
a bordo junto a su joven esposa, lady Elena, y su primo, el mayor Mac Nabbs.
El Duncan realizaba su primer viaje de prueba por las aguas próximas al golfo de
Clyde, cuando ya maniobraba para regresar a Glasgow el vigía señaló un enorme
pez que seguía el curso del buque. Esta novedad fue comunicada por el capitán,
John Mangles, a lord Edward, quien subió a cubierta en compañía de su primo
para enterarse mejor de lo que ocurría.
El capitán opinó, ante la sorpresa del lord, que podía tratarse de un tiburón,
posiblemente de la variedad martillo, que suele aparecer por todos los mares.
Inmediatamente le propuso una original pesca para confirmar su opinión y
disminuir, si lo lograba, el número de estos terribles animales.
Lord Glenarvan aceptó la propuesta y mandó avisar a lady Elena que también
subió a cubierta ansiosa de ser testigo de aquella extraña pesca.
El 26 de julio de 1864, un hermoso yate, el Duncan, avanzaba a todo vapor por el
canal del norte; un fresco viento del noroeste favorecía su marcha. En el tope del
trinquete flameaba la bandera de Inglaterra y un poco más atrás, sobre el palo
mayor, se agitaba un gallardete azul que mostraba una dorada corona ducal y las
iniciales E.G.
Lord Glenarvan, uno de los dieciséis pares escoceses de la cámara alta y el socio
más distinguido del Royal Thames Yacht Club, propietario del Duncan, se hallaba
a bordo junto a su joven esposa, lady Elena, y su primo, el mayor Mac Nabbs.
El Duncan realizaba su primer viaje de prueba por las aguas próximas al golfo de
Clyde, cuando ya maniobraba para regresar a Glasgow el vigía señaló un enorme
pez que seguía el curso del buque. Esta novedad fue comunicada por el capitán,
John Mangles, a lord Edward, quien subió a cubierta en compañía de su primo
para enterarse mejor de lo que ocurría.
El capitán opinó, ante la sorpresa del lord, que podía tratarse de un tiburón,
posiblemente de la variedad martillo, que suele aparecer por todos los mares.
Inmediatamente le propuso una original pesca para confirmar su opinión y
disminuir, si lo lograba, el número de estos terribles animales.
Lord Glenarvan aceptó la propuesta y mandó avisar a lady Elena que también
subió a cubierta ansiosa de ser testigo de aquella extraña pesca.
El 26 de julio de 1864, un hermoso yate, el Duncan, avanzaba a todo vapor por el
canal del norte; un fresco viento del noroeste favorecía su marcha. En el tope del
trinquete flameaba la bandera de Inglaterra y un poco más atrás, sobre el palo
mayor, se agitaba un gallardete azul que mostraba una dorada corona ducal y las
iniciales E.G.
Lord Glenarvan, uno de los dieciséis pares escoceses de la cámara alta y el socio
más distinguido del Royal Thames Yacht Club, propietario del Duncan, se hallaba
a bordo junto a su joven esposa, lady Elena, y su primo, el mayor Mac Nabbs.
El Duncan realizaba su primer viaje de prueba por las aguas próximas al golfo de
Clyde, cuando ya maniobraba para regresar a Glasgow el vigía señaló un enorme
pez que seguía el curso del buque. Esta novedad fue comunicada por el capitán,
John Mangles, a lord Edward, quien subió a cubierta en compañía de su primo
para enterarse mejor de lo que ocurría.
El capitán opinó, ante la sorpresa del lord, que podía tratarse de un tiburón,
posiblemente de la variedad martillo, que suele aparecer por todos los mares.
Inmediatamente le propuso una original pesca para confirmar su opinión y
disminuir, si lo lograba, el número de estos terribles animales.
Lord Glenarvan aceptó la propuesta y mandó avisar a lady Elena que también
subió a cubierta ansiosa de ser testigo de aquella extraña pesca.
El 26 de julio de 1864, un hermoso yate, el Duncan, avanzaba a todo vapor por el
canal del norte; un fresco viento del noroeste favorecía su marcha. En el tope del
trinquete flameaba la bandera de Inglaterra y un poco más atrás, sobre el palo
mayor, se agitaba un gallardete azul que mostraba una dorada corona ducal y las
iniciales E.G.
Lord Glenarvan, uno de los dieciséis pares escoceses de la cámara alta y el socio
más distinguido del Royal Thames Yacht Club, propietario del Duncan, se hallaba
a bordo junto a su joven esposa, lady Elena, y su primo, el mayor Mac Nabbs.
El Duncan realizaba su primer viaje de prueba por las aguas próximas al golfo de
Clyde, cuando ya maniobraba para regresar a Glasgow el vigía señaló un enorme
pez que seguía el curso del buque. Esta novedad fue comunicada por el capitán,
John Mangles, a lord Edward, quien subió a cubierta en compañía de su primo
para enterarse mejor de lo que ocurría.
El capitán opinó, ante la sorpresa del lord, que podía tratarse de un tiburón,
posiblemente de la variedad martillo, que suele aparecer por todos los mares.
Inmediatamente le propuso una original pesca para confirmar su opinión y
disminuir, si lo lograba, el número de estos terribles animales.
Lord Glenarvan aceptó la propuesta y mandó avisar a lady Elena que también
subió a cubierta ansiosa de ser testigo de aquella extraña pesca.
El 26 de julio de 1864, un hermoso yate, el Duncan, avanzaba a todo vapor por el
canal del norte; un fresco viento del noroeste favorecía su marcha. En el tope del
trinquete flameaba la bandera de Inglaterra y un poco más atrás, sobre el palo
mayor, se agitaba un gallardete azul que mostraba una dorada corona ducal y las
iniciales E.G.
Lord Glenarvan, uno de los dieciséis pares escoceses de la cámara alta y el socio
más distinguido del Royal Thames Yacht Club, propietario del Duncan, se hallaba
a bordo junto a su joven esposa, lady Elena, y su primo, el mayor Mac Nabbs.
El Duncan realizaba su primer viaje de prueba por las aguas próximas al golfo de
Clyde, cuando ya maniobraba para regresar a Glasgow el vigía señaló un enorme
pez que seguía el curso del buque. Esta novedad fue comunicada por el capitán,
John Mangles, a lord Edward, quien subió a cubierta en compañía de su primo
para enterarse mejor de lo que ocurría.
El capitán opinó, ante la sorpresa del lord, que podía tratarse de un tiburón,
posiblemente de la variedad martillo, que suele aparecer por todos los mares.
Inmediatamente le propuso una original pesca para confirmar su opinión y
disminuir, si lo lograba, el número de estos terribles animales.
Lord Glenarvan aceptó la propuesta y mandó avisar a lady Elena que también
subió a cubierta ansiosa de ser testigo de aquella extraña pesca.
El 26 de julio de 1864, un hermoso yate, el Duncan, avanzaba a todo vapor por el
canal del norte; un fresco viento del noroeste favorecía su marcha. En el tope del
trinquete flameaba la bandera de Inglaterra y un poco más atrás, sobre el palo
mayor, se agitaba un gallardete azul que mostraba una dorada corona ducal y las
iniciales E.G.
Lord Glenarvan, uno de los dieciséis pares escoceses de la cámara alta y el socio
más distinguido del Royal Thames Yacht Club, propietario del Duncan, se hallaba
a bordo junto a su joven esposa, lady Elena, y su primo, el mayor Mac Nabbs.
El Duncan realizaba su primer viaje de prueba por las aguas próximas al golfo de
Clyde, cuando ya maniobraba para regresar a Glasgow el vigía señaló un enorme
pez que seguía el curso del buque. Esta novedad fue comunicada por el capitán,
John Mangles, a lord Edward, quien subió a cubierta en compañía de su primo
para enterarse mejor de lo que ocurría.
El capitán opinó, ante la sorpresa del lord, que podía tratarse de un tiburón,
posiblemente de la variedad martillo, que suele aparecer por todos los mares.
Inmediatamente le propuso una original pesca para confirmar su opinión y
disminuir, si lo lograba, el número de estos terribles animales.
Lord Glenarvan aceptó la propuesta y mandó avisar a lady Elena que también
subió a cubierta ansiosa de ser testigo de aquella extraña pesca.
El 26 de julio de 1864, un hermoso yate, el Duncan, avanzaba a todo vapor por el
canal del norte; un fresco viento del noroeste favorecía su marcha. En el tope del
trinquete flameaba la bandera de Inglaterra y un poco más atrás, sobre el palo
mayor, se agitaba un gallardete azul que mostraba una dorada corona ducal y las
iniciales E.G.
Lord Glenarvan, uno de los dieciséis pares escoceses de la cámara alta y el socio
más distinguido del Royal Thames Yacht Club, propietario del Duncan, se hallaba
a bordo junto a su joven esposa, lady Elena, y su primo, el mayor Mac Nabbs.
El Duncan realizaba su primer viaje de prueba por las aguas próximas al golfo de
Clyde, cuando ya maniobraba para regresar a Glasgow el vigía señaló un enorme
pez que seguía el curso del buque. Esta novedad fue comunicada por el capitán,
John Mangles, a lord Edward, quien subió a cubierta en compañía de su primo
para enterarse mejor de lo que ocurría.
El capitán opinó, ante la sorpresa del lord, que podía tratarse de un tiburón,
posiblemente de la variedad martillo, que suele aparecer por todos los mares.
Inmediatamente le propuso una original pesca para confirmar su opinión y
disminuir, si lo lograba, el número de estos terribles animales.
Lord Glenarvan aceptó la propuesta y mandó avisar a lady Elena que también
subió a cubierta ansiosa de ser testigo de aquella extraña pesca.
El 26 de julio de 1864, un hermoso yate, el Duncan, avanzaba a todo vapor por el
canal del norte; un fresco viento del noroeste favorecía su marcha. En el tope del
trinquete flameaba la bandera de Inglaterra y un poco más atrás, sobre el palo
mayor, se agitaba un gallardete azul que mostraba una dorada corona ducal y las
iniciales E.G.
Lord Glenarvan, uno de los dieciséis pares escoceses de la cámara alta y el socio
más distinguido del Royal Thames Yacht Club, propietario del Duncan, se hallaba
a bordo junto a su joven esposa, lady Elena, y su primo, el mayor Mac Nabbs.
El Duncan realizaba su primer viaje de prueba por las aguas próximas al golfo de
Clyde, cuando ya maniobraba para regresar a Glasgow el vigía señaló un enorme
pez que seguía el curso del buque. Esta novedad fue comunicada por el capitán,
John Mangles, a lord Edward, quien subió a cubierta en compañía de su primo
para enterarse mejor de lo que ocurría.
El capitán opinó, ante la sorpresa del lord, que podía tratarse de un tiburón,
posiblemente de la variedad martillo, que suele aparecer por todos los mares.
Inmediatamente le propuso una original pesca para confirmar su opinión y
disminuir, si lo lograba, el número de estos terribles animales.
Lord Glenarvan aceptó la propuesta y mandó avisar a lady Elena que también
subió a cubierta ansiosa de ser testigo de aquella extraña pesca.
El 26 de julio de 1864, un hermoso yate, el Duncan, avanzaba a todo vapor por el
canal del norte; un fresco viento del noroeste favorecía su marcha. En el tope del
trinquete flameaba la bandera de Inglaterra y un poco más atrás, sobre el palo
mayor, se agitaba un gallardete azul que mostraba una dorada corona ducal y las
iniciales E.G.
Lord Glenarvan, uno de los dieciséis pares escoceses de la cámara alta y el socio
más distinguido del Royal Thames Yacht Club, propietario del Duncan, se hallaba
a bordo junto a su joven esposa, lady Elena, y su primo, el mayor Mac Nabbs.
El Duncan realizaba su primer viaje de prueba por las aguas próximas al golfo de
Clyde, cuando ya maniobraba para regresar a Glasgow el vigía señaló un enorme
pez que seguía el curso del buque. Esta novedad fue comunicada por el capitán,
John Mangles, a lord Edward, quien subió a cubierta en compañía de su primo
para enterarse mejor de lo que ocurría.
El capitán opinó, ante la sorpresa del lord, que podía tratarse de un tiburón,
posiblemente de la variedad martillo, que suele aparecer por todos los mares.
Inmediatamente le propuso una original pesca para confirmar su opinión y
disminuir, si lo lograba, el número de estos terribles animales.
Lord Glenarvan aceptó la propuesta y mandó avisar a lady Elena que también
subió a cubierta ansiosa de ser testigo de aquella extraña pesca.
El 26 de julio de 1864, un hermoso yate, el Duncan, avanzaba a todo vapor por el
canal del norte; un fresco viento del noroeste favorecía su marcha. En el tope del
trinquete flameaba la bandera de Inglaterra y un poco más atrás, sobre el palo
mayor, se agitaba un gallardete azul que mostraba una dorada corona ducal y las
iniciales E.G.
Lord Glenarvan, uno de los dieciséis pares escoceses de la cámara alta y el socio
más distinguido del Royal Thames Yacht Club, propietario del Duncan, se hallaba
a bordo junto a su joven esposa, lady Elena, y su primo, el mayor Mac Nabbs.
El Duncan realizaba su primer viaje de prueba por las aguas próximas al golfo de
Clyde, cuando ya maniobraba para regresar a Glasgow el vigía señaló un enorme
pez que seguía el curso del buque. Esta novedad fue comunicada por el capitán,
John Mangles, a lord Edward, quien subió a cubierta en compañía de su primo
para enterarse mejor de lo que ocurría.
El capitán opinó, ante la sorpresa del lord, que podía tratarse de un tiburón,
posiblemente de la variedad martillo, que suele aparecer por todos los mares.
Inmediatamente le propuso una original pesca para confirmar su opinión y
disminuir, si lo lograba, el número de estos terribles animales.
Lord Glenarvan aceptó la propuesta y mandó avisar a lady Elena que también
subió a cubierta ansiosa de ser testigo de aquella extraña pesca.
El 26 de julio de 1864, un hermoso yate, el Duncan, avanzaba a todo vapor por el
canal del norte; un fresco viento del noroeste favorecía su marcha. En el tope del
trinquete flameaba la bandera de Inglaterra y un poco más atrás, sobre el palo
mayor, se agitaba un gallardete azul que mostraba una dorada corona ducal y las
iniciales E.G.
Lord Glenarvan, uno de los dieciséis pares escoceses de la cámara alta y el socio
más distinguido del Royal Thames Yacht Club, propietario del Duncan, se hallaba
a bordo junto a su joven esposa, lady Elena, y su primo, el mayor Mac Nabbs.
El Duncan realizaba su primer viaje de prueba por las aguas próximas al golfo de
Clyde, cuando ya maniobraba para regresar a Glasgow el vigía señaló un enorme
pez que seguía el curso del buque. Esta novedad fue comunicada por el capitán,
John Mangles, a lord Edward, quien subió a cubierta en compañía de su primo
para enterarse mejor de lo que ocurría.
El capitán opinó, ante la sorpresa del lord, que podía tratarse de un tiburón,
posiblemente de la variedad martillo, que suele aparecer por todos los mares.
Inmediatamente le propuso una original pesca para confirmar su opinión y
disminuir, si lo lograba, el número de estos terribles animales.
Lord Glenarvan aceptó la propuesta y mandó avisar a lady Elena que también
subió a cubierta ansiosa de ser testigo de aquella extraña pesca.
El 26 de julio de 1864, un hermoso yate, el Duncan, avanzaba a todo vapor por el
canal del norte; un fresco viento del noroeste favorecía su marcha. En el tope del
trinquete flameaba la bandera de Inglaterra y un poco más atrás, sobre el palo
mayor, se agitaba un gallardete azul que mostraba una dorada corona ducal y las
iniciales E.G.
Lord Glenarvan, uno de los dieciséis pares escoceses de la cámara alta y el socio
más distinguido del Royal Thames Yacht Club, propietario del Duncan, se hallaba
a bordo junto a su joven esposa, lady Elena, y su primo, el mayor Mac Nabbs.
El Duncan realizaba su primer viaje de prueba por las aguas próximas al golfo de
Clyde, cuando ya maniobraba para regresar a Glasgow el vigía señaló un enorme
pez que seguía el curso del buque. Esta novedad fue comunicada por el capitán,
John Mangles, a lord Edward, quien subió a cubierta en compañía de su primo
para enterarse mejor de lo que ocurría.
El capitán opinó, ante la sorpresa del lord, que podía tratarse de un tiburón,
posiblemente de la variedad martillo, que suele aparecer por todos los mares.
Inmediatamente le propuso una original pesca para confirmar su opinión y
disminuir, si lo lograba, el número de estos terribles animales.
Lord Glenarvan aceptó la propuesta y mandó avisar a lady Elena que también
subió a cubierta ansiosa de ser testigo de aquella extraña pesca.
El 26 de julio de 1864, un hermoso yate, el Duncan, avanzaba a todo vapor por el
canal del norte; un fresco viento del noroeste favorecía su marcha. En el tope del
trinquete flameaba la bandera de Inglaterra y un poco más atrás, sobre el palo
mayor, se agitaba un gallardete azul que mostraba una dorada corona ducal y las
iniciales E.G.
Lord Glenarvan, uno de los dieciséis pares escoceses de la cámara alta y el socio
más distinguido del Royal Thames Yacht Club, propietario del Duncan, se hallaba
a bordo junto a su joven esposa, lady Elena, y su primo, el mayor Mac Nabbs.
El Duncan realizaba su primer viaje de prueba por las aguas próximas al golfo de
Clyde, cuando ya maniobraba para regresar a Glasgow el vigía señaló un enorme
pez que seguía el curso del buque. Esta novedad fue comunicada por el capitán,
John Mangles, a lord Edward, quien subió a cubierta en compañía de su primo
para enterarse mejor de lo que ocurría.
El capitán opinó, ante la sorpresa del lord, que podía tratarse de un tiburón,
posiblemente de la variedad martillo, que suele aparecer por todos los mares.
Inmediatamente le propuso una original pesca para confirmar su opinión y
disminuir, si lo lograba, el número de estos terribles animales.
Lord Glenarvan aceptó la propuesta y mandó avisar a lady Elena que también
subió a cubierta ansiosa de ser testigo de aquella extraña pesca.
El 26 de julio de 1864, un hermoso yate, el Duncan, avanzaba a todo vapor por el
canal del norte; un fresco viento del noroeste favorecía su marcha. En el tope del
trinquete flameaba la bandera de Inglaterra y un poco más atrás, sobre el palo
mayor, se agitaba un gallardete azul que mostraba una dorada corona ducal y las
iniciales E.G.
Lord Glenarvan, uno de los dieciséis pares escoceses de la cámara alta y el socio
más distinguido del Royal Thames Yacht Club, propietario del Duncan, se hallaba
a bordo junto a su joven esposa, lady Elena, y su primo, el mayor Mac Nabbs.
El Duncan realizaba su primer viaje de prueba por las aguas próximas al golfo de
Clyde, cuando ya maniobraba para regresar a Glasgow el vigía señaló un enorme
pez que seguía el curso del buque. Esta novedad fue comunicada por el capitán,
John Mangles, a lord Edward, quien subió a cubierta en compañía de su primo
para enterarse mejor de lo que ocurría.
El capitán opinó, ante la sorpresa del lord, que podía tratarse de un tiburón,
posiblemente de la variedad martillo, que suele aparecer por todos los mares.
Inmediatamente le propuso una original pesca para confirmar su opinión y
disminuir, si lo lograba, el número de estos terribles animales.
Lord Glenarvan aceptó la propuesta y mandó avisar a lady Elena que también
subió a cubierta ansiosa de ser testigo de aquella extraña pesca.
El 26 de julio de 1864, un hermoso yate, el Duncan, avanzaba a todo vapor por el
canal del norte; un fresco viento del noroeste favorecía su marcha. En el tope del
trinquete flameaba la bandera de Inglaterra y un poco más atrás, sobre el palo
mayor, se agitaba un gallardete azul que mostraba una dorada corona ducal y las
iniciales E.G.
Lord Glenarvan, uno de los dieciséis pares escoceses de la cámara alta y el socio
más distinguido del Royal Thames Yacht Club, propietario del Duncan, se hallaba
a bordo junto a su joven esposa, lady Elena, y su primo, el mayor Mac Nabbs.
El Duncan realizaba su primer viaje de prueba por las aguas próximas al golfo de
Clyde, cuando ya maniobraba para regresar a Glasgow el vigía señaló un enorme
pez que seguía el curso del buque. Esta novedad fue comunicada por el capitán,
John Mangles, a lord Edward, quien subió a cubierta en compañía de su primo
para enterarse mejor de lo que ocurría.
El capitán opinó, ante la sorpresa del lord, que podía tratarse de un tiburón,
posiblemente de la variedad martillo, que suele aparecer por todos los mares.
Inmediatamente le propuso una original pesca para confirmar su opinión y
disminuir, si lo lograba, el número de estos terribles animales.
Lord Glenarvan aceptó la propuesta y mandó avisar a lady Elena que también
subió a cubierta ansiosa de ser testigo de aquella extraña pesca.

También podría gustarte