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Introducción

El presente trabajo tiene como objetivo dar a conocer a grandes rasgos, las cuestiones a
cerca del mal y como impera la maldad en cada una de las personas, empezaremos
analizando lo que es el mal no como un ente, sino como una privación, puesto que, si
hablamos de que es ente, entonces recaeríamos en que fue creado y no lo es. Por otro lado,
nos adentraremos a lo que es concepto de maldad para llegar así, como es que impera
dentro de la religión y lo que podemos hacer para contrarrestarla.

El malvado nace también el goce desinteresado por los males ajenos, que no puede
surgir del mero egoísmo y que es lo que constituye la maldad propiamente dicha, que llega
hasta la crueldad. Entonces el mal de los demás no es ya un medio para para alcanzar los
fines de su propia voluntad, sino que constituye un fin en si mismo. De aquí nace la
envidia; toda privación se agrava desmesuradamente con el placer que otro experimenta y
se alivia con la idea de que otros padecen el mismo mal. Los males comunes a todos nos
afligen poco, así como los que dependen del clima y afectan a todo un pueblo.

Con la maldad está relacionada la venganza que paga el mal con mal, sin mirar a lo
porvenir, que es lo que caracteriza al castigo, sino únicamente a lo pasado, a un hecho
acaecido y que por consiguiente es desinteresado y se le busca, no como medio, sino como
fin, para gozar con el dolor que se le causa al otro.
El mal

Comenzaremos diciendo que es el mal en términos específicos, y es la condición misma de


la posibilidad de la libertad que en su esencia, nos remite a la pregunta de lo que es ese ser
que, entre todas creaturas, es el único capaz de cometer acciones malas 1, de igual forma es
retomado como un concepto universal, incluso si solamente en el nombre adquiere una
dimensión especifica propia de él2, por otro lado es aquel que interviene entonces en la
relación que se establece libremente y tiene como su lugar propio la libertad del querer3.

El mal, debe explicarse de modo que ni tenga origen divino ni tampoco origen en
algún poder capaz de oponer su propia realidad a la de Dios. Simplificando, San Agustín
considera que el mal se origina en el apartamiento de Dios, que es a la vez el apartamiento
del ser y de la realidad. El mal no es una substancia, sino una privación o, si se quiere, un
movimiento, el movimiento hacia el no ser. Por gozar de libre albedrío, la voluntad humana
puede elegir el mal, esto es, pecar4.

Recordemos que para Santo Tomás la distinción entre ente real y ente de razón es
básica. Las privaciones no son, sino que “son padecidas” por entes reales a los cuales les
falta el desarrollo de algo que corresponde a su naturaleza, como la visión, según el
ejemplo típico. Por tanto, si hay males físicos en la naturaleza física, no son “creados” y si
hay acciones humanas moralmente malas, ese mal moral que constituyen no es creado,
porque no son un ente real, sino una privación, un desorden; la falta de un orden que
debería estar por naturaleza y no está: la adecuada relación entre las acciones humanas y su
fin último, que es Dios. La permisión de ese mal está en la providencia divina, Pues el mal,
como se ha dicho, no es otra cosa que la privación de lo que a alguno le es propio y debe
tener, en este sentido han usado siempre todos, este nombre de mal. Mas la privación no es

1
Cfr. ROSEFIELD, Denis. Ensayo por introducir en filosofía el concepto del mal. Ed.cfe. México, 1993. p. 92
2
Ibid. P.114.
3
Ibid. P. 145.
4
Cfr. FERRATER, Mora José. Diccionario de filosofía. Ed. Sudamericana. Buenos Aires,1994. p.58.
ninguna esencia, sino que es una negación en una sustancia. Luego, el mal no es alguna
esencia en las cosas5.

Agrega Santo Tomás: “Negación en una sustancia”; esto es, hay siempre una
sustancia real que padece esa privación; si no, no habría privación. “el mal no destruye
totalmente el bien”, porque, si hubiera una privación absoluta, ello implicaría la privación
total de bien, y por tanto de ente creado6.

El mal es causa por accidente

Todo esto parece atentar contra nuestro modo habitual de concebir la dinámica del mal. Si
el mal no es un ente, entonces no puede propiamente “causar” o “ser causa de”. que en
realidad existe es una sustancia que sufre una privación, en este caso será igual: ¿de qué
modo esa privación incide en la sustancia que realmente actúa?

Esto es: “Pues si algo es causa de algo por sí mismo, lo que es accidental en él es
causa de aquello por accidente; como lo blanco, que es accidental en el que edifica, es
causa de la casa por accidente. Mas todo mal está en algún bien; y todo bien es de algún
modo causa de algo”. Esto es: causa, propiamente, es un ente, en toda la analogía de ente.
El mal no puede causar por sí mismo, porque “no es”: es una privación, y la privación, en
lo que tiene de no ser, no puede causar, porque lo que no es no puede actuar.

Pero, como dijimos, la privación “incide” en la sustancia que actúa: por ejemplo, si
soy rengo (privación) caminaré de un modo diferente de como caminaría si no lo fuera. El
que camina soy yo, ente, pero no camino “tan bien” como si no fuera rengo: he ahí de qué
modo el mal es causa per accidens. Por eso la expresión tan habitual “el mal es causa
de…”, en sentido estricto es: “el mal incide en la acción que es causa de…”. Por eso dice

5
Cfr. GONZALEZ, Carlos Ignacio. Suma Contra Gentiles. Ed. Porrúa, México,2004, p. 346.
6
Cfr. GONZALEZ, Carlos Ignacio. Suma Contra Gentiles. Ed. Porrúa, México,2004. P. 347.
Santo Tomás “… Mas todo mal está en algún bien; y todo bien es de algún modo causa de
algo”7.

El análisis del mal

Intentemos pues, como se puede pasar del mal, como hecho histórico a la formulación de
proposiciones filosóficas que puedan aclararlo. Lo que está en juego en esto es la transición
de un problema planteado por la historia a la construcción de un enunciado propiamente
filosófico, lo cual significa la tentativa de introducir en la filosofía el concepto del mal en
una perspectiva ético-político8.

Con este fin tomemos el argumento de Kant respecto de la imposibilidad en que se


encuentra el hombre de conocer si una acción es esencialmente buena o mala,
imposibilidad muy humana de sondear el corazón del hombre y que solo Dios sería capaz
de despejar, en efecto, cómo conocer la intención que ha presidido una acción, puesto que
una buena intención puede causarle daño al prójimo9, mientras que una acción
intencionalmente mala puede estar, desde el punto de vista de la legalidad externa, de
acuerdo con los valores morales y jurídicos de una comunidad10.

Las formas de malignidad del mal, una vez que abandonamos los casos de males
morales dados en el individuo, pueden hacernos conocer lo que es una acción
esencialmente mala, ya que la dimensión ética, nos puede devolver al problema
antropológico, el que proviene de preguntarse sobre la naturaleza humana.

7
Ibid. p. 357.
8
Cfr. ROSEFIELD Denis. Ensayo por introducir en filosofía el concepto del mal. Ed. Cfe. México, 1993, p. 15
9
Cfr. REBOUL, Oliver. Kant el problema del mal. Ed. Presses. Montreal, 1971. Pp. 91-92.
10
Cfr. ROSEFIELD Denis. Ensayo por introducir en filosofía el concepto del mal. Ed. Cfe. México, 1993, p. 16.
En tal perspectiva, el mal se presenta como una tendencia de sujeto a ser mal
intencionado con respecto al otro, no obstante que esta inclinación se encuentra enfrentada
a una determinación racional cuya universalidad aprecia.

El mal aparece así sobre el fondo del bien, el bien sobre el fondo del mal, esta
tensión es constitutiva del ser inteligible del hombre, la tensión inconfundible entre su
deber ser racional, su capacidad de serlo y su estado animal y sensible que lo deja y puede
alejarlo de este deber11.

La maldad

La idea de mal o maldad se asocia a los accidentes naturales o comportamientos humanos


que se consideran perjudiciales, destructivos o inmorales y son fuente de sufrimiento moral
o físico. Desde este segundo punto de vista menos general y vinculado a lo humano, se
denomina más bien perversidad.

Algunas definiciones indican que la maldad es el término que señala la ausencia de


la bondad que debe tener un ente según su naturaleza o destino. De esta forma, el mal sería
la característica de quien tiene una carencia, o de quien actúa fuera de un orden ético,
convirtiéndose, en consecuencia, en alguien o algo malo12.

11
Cfr. Cfr. ROSEFIELD Denis. Ensayo por introducir en filosofía el concepto del mal. Ed. Cfe. México, 1993, p. 69.
12
Cfr. Editada el 12 nov 2020, cónsul. El 26 de nov. De 2020. https://es.wikipedia.org/wiki/Mal.
El origen de la maldad

Todas las religiones se plantean el origen de la maldad o la usan como “lo antagonista” de


su concepto del bien. Sin quererlo, también, la mayoría de las confesiones se han decidido
por dotar a la maldad de un “componente” propio del sujeto, más que una cualidad otorgada
por un Dios o de una deformación del individuo por influencias de su entorno (explicación
socioeducativa). Desde la Antigüedad la religión daba a la maldad un carácter
individualista, una opción no determinista que el ser humano tomaba y desde la que actuaba
causando el mal.

En el Antiguo Testamento el tipo más malo resultó ser ella. La mujer que (opta por
hacerlo) come del fruto prohibido y desencadena el pecado original en el mundo. Era otra
forma de decir que Pandora abrió la caja de los “malos vientos”, de los males. Provocar
desgracias y males estaba motivado por sentir una injusticia: el no poder gozar de ciertas
cosas que los dioses prohibían a los hombres. El ser humano se sentía agraviado, culpando
de ello al destino o a los dioses y buscaba así una justificación para realizar el mal13. 

13
Creado 05/2009. Consultado 24/11/2020 en http://ruidosutopicos.blogspot.com.ensayo-sobre-la-maldad.html.
La maldad en el terreno religioso

Para las religiones abrahamánicas (judaísmo, cristianismo, islamismo) la concepción del


mal deriva del dualismo con el bien y de la relación con un principio llamado Dios; se
reduce al concepto de pecado, sin embargo, el mal puede ser también estructural y una
forma de violencia. El budismo cree más bien en el principio del karma y que el
sufrimiento es la consecuencia inevitable de afectos klesa que impiden la liberación
o nirvana, principalmente tres: la ignorancia, la aversión o ira y la avidez
o deseo (conocidas entre los budistas como los tres venenos). Porque el concepto de mal de
la ética budista es consecuencialista en la naturaleza y no se funda en deberes para con una
divinidad. Otras veces aparece personificado con diversos
nombres: Satanás, Ahrimán, Mara, etc14.

En el terreno religioso, la mala acción incluye, de cierta manera, tres momentos: la


transgresión de un mandamiento, la lesión de un vínculo personal y el sentimiento de
pecado resultante de ello. En todo caso es el universo de la experiencia religiosa el que da
su significado a estas determinaciones. Si un acto malo puede ser necesariamente definido
con relación a tal tipo de transgresión, esta necesidad sigue siendo, sin embargo, tributaria
del reconocimiento de este espacio espiritual, como si fuera el que hace posible tal
conexión entre la transgresión y la maldad.

El sentimiento de falta o de pecado como formas de obediencia a las leyes de Dios,


apunta hacia una transgresión que pretende ser original, pues original es la ley de Dios, por
cuanto que es ley que engloba a todas las leyes15.
14
Cfr. Editada el12 nov 2020, cónsul. El 26 de nov. De 2020. https://es.wikipedia.org/wiki/Mal

15
Cfr. Cfr. ROSEFIELD Denis. Ensayo por introducir en filosofía el concepto del mal. Ed. Cfe. México, 1993, p. 182.
Como contrarrestar la maldad

Por distintas razones, hay personas que caminan por la vida pensando que
cualquier daño que sufran otros son una ventaja para ellas, por lo que no dudan en alegrarse
por ello e incluso en causarlo. A este tipo de personas la mejor respuesta que podemos
darles es una lección de bondad. Esta es la manera más acertada de actuación y de respeto.

En este sentido, los conceptos del bien y del mal han dado mucho de qué hablar a lo
largo de la historia, sobre todo porque el alma humana puede acercarse a las dos. También
porque depende mucho de la cultura y de la sociedad.

Existen muchos motivos por los que la bondad puede considerarse una gran lección,
aunque nunca lleguemos a entender qué ha llevado al otro a hacernos daño. Esencialmente,
con ella como respuesta no liberamos al otro de su cometido, pero sí nos liberamos a
nosotros mismos de las emociones negativas. 
En muchas ocasiones es altamente complicado perdonar al otro y es comprensible. Sin
embargo, basta con recordar que se puede perdonar sin olvidar o sin entregar de nuevo
nuestra confianza. Así el perdón no nos hace ingenuos ni más vulnerables, solo nos libra de
una pesada carga que mantiene abierta la herida del daño causado.

La bondad actúa como lección porque es gratificante, fomenta la solidaridad,


beneficia la autoestima y abre la puerta al dolor y al aprendizaje. Un acto de bondad mira
por el bien ajeno y por el propio. La maldad, en cambio, solo mira para sí misma y busca
únicamente repercutir en sus intereses.

Una de las opiniones más comunes es que no nacemos ni buenos ni malos, sino que
cultivamos la bondad o la maldad a medida que crecemos emocionalmente. Por esta razón
podemos decir que la bondad nace del corazón y se alimenta de él. Si durante nuestra vida
queremos progresar sin dañar a nadie, ¿cómo vamos a contestar con venganza al que solo
busca hacer daño?
Una respuesta a la altura de una mala acción no cambia nada, no arregla el daño y
solo alivia momentáneamente. El rencor destruye, transforma y no recoge ningún fruto
positivo en uno mismo. Es más, la otra persona seguirá viéndote caer a su misma velocidad;
y, entonces, no solo habrás perdido todo sino que no ganarás nada.

Tal y como afirmó M. Gandhi, sería beneficioso que fuéramos el cambio que


queremos ver en el mundo. Desde aquellas situaciones mayores y más complicadas,
difíciles de superar, hasta aquellas otras pequeñas. También podemos fijarnos en la ética de
Kant que afirmaba que la virtud se encontraba en “hacer de nuestro obrar un obrar
universal”.

Estamos rodeados de odio, violencia y miedo por lo que es necesario educar


en valores que contribuyan a un bienestar social e individual, valores que impidan una
escalada de las actitudes censurables que nos rodean. De hecho, quien lo ha experimentado
ha descubierto que ya no sirve aquel “ojo por ojo” porque al final acabamos todos ciegos16.

16
Cfr. Creado 05/2009. Consultado. 24/11/2020 en http://ruidosutopicos.blogspot.com.ensayo-sobre-la-maldad.html.
Conclusión

Sin duda alguna que la naturaleza humana es la bondad, la maldad sólo es una mínima
expresión comparada con todo el bien que los seres humanos desarrollamos cotidianamente
en este mundo, el único problema es que tal vez tenga poca importancia y pague menos y a
largo plazo. Pero, ¿quién nos hizo creer que somos una basura? ¿Quién fue capaz de llenar
el aire que respiramos de suspicacia permanente hacia el otro? El mismo otro que a su vez
se cruza con nosotros desconfiando de todo el daño que supuestamente somos capaces de
hacerle.

Todos y cada uno de nosotros hacemos lo que hacemos verdaderamente


convencidos de que estamos haciendo las cosas lo mejor que podemos. Siempre intentamos
hacer lo mejor para no hacer daño ni perjudicar a nadie, aunque por supuesto nos
equivoquemos seguido y ocasionemos dolor, pero en el mayor de los casos sin ninguna
clase de mala intención.

Claro que también es común que guardemos resentimientos y rencores, pero las
venganzas que mentalmente planificamos casi nunca se llevan a cabo y el tiempo termina
transformándolas en olvido o en perdón. Porque nada más pesado de llevar que un
resentimiento, que únicamente sobrevive durante el tiempo que lo alimentemos con
nuestros pensamientos recurrentes, pero a medida que va trascurriendo el tiempo los
dolores van cediendo y vamos retornando a nuestra vida, incluso por una cuestión de
supervivencia.
La regla general entre los seres humanos es el amor, y el amor no tiene contrarios ni
antónimos. Sólo tenemos que esforzarnos en agudizar la vista y los sentidos y observar
cuántas veces no es maldad sino dolor lo que expresamos en nuestras conductas.

DIÓCESIS DE SAN ANDRÉS TUXTLA


SEMINARIO MAYOR DIOCESANO
“SAN ANDRÉS APÓSTOL”
Curso 2020-2021
Filosofía II
Semestre I

Materia:

Metodología de la Investigación

Catedrático:

Pedro Jesús Ríos Mazaba

Alumno:

Pedro Agapito Téllez

Trabajo:
Ensayo sobre la maldad desde la obra
del mal de Denis Rosenfield

Salto de Eyipantla, San Andrés Tuxtla a 27 de noviembre del 2020.

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