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Trabajo y Sociedad

E-ISSN: 1514-6871
cvzurita@hotmail.com
Universidad Nacional de Santiago del
Estero
Argentina

HENRY, Laura
Flexibilización productiva y difusión del trabajo independiente en la prensa escrita argentina. Un
estudio sobre las condiciones de empleo de los periodistas colaboradores
Trabajo y Sociedad, núm. 21, 2013, pp. 261-278
Universidad Nacional de Santiago del Estero
Santiago del Estero, Argentina

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=387334693017

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Trabajo y Sociedad
Sociología del trabajo – Estudios culturales – Narrativas sociológicas y literarias
NB - Núcleo Básico de Revistas Científicas Argentinas (Caicyt-Conicet)
Nº 21, Invierno 2013, Santiago del Estero, Argentina
ISSN 1514-6871 - www.unse.edu.ar/trabajoysociedad

Flexibilización productiva y difusión del trabajo independiente en 
la prensa escrita argentina. Un estudio sobre las condiciones de 
empleo de los periodistas colaboradores 

Production flexibility and diffusion of independent work in the 
Argentinean press. A study on the employment conditions of freelance 
journalists 

Laura HENRY *   

Recibido 18-07-12
Revisión editorial: 22.10.12
Aprobado definitivamente: 11.02.13

RESUMEN

Como parte de las estrategias de flexibilización que han encarado las empresas de distintos
sectores económicos, la subcontratación se ha convertido en una de las tendencias productivas
más extendidas de las últimas décadas ya que este tipo de reorganización les permite adaptarse a
las fluctuaciones de la demanda y reducir sus costos fijos de funcionamiento.
Nuestro artículo se ocupa de una de las modalidades menos estudiadas de este fenómeno, esto
es la subcontratación hacia trabajadores independientes, tomando como caso de estudio a los
periodistas colaboradores de la prensa argentina con el propósito de examinar el tipo de empleo
que se genera en estos arreglos productivos. Como parte de este análisis, asimismo evaluamos
críticamente la capacidad de los conceptos y clasificaciones ocupacionales establecidas para
aprehender las particularidades de esta modalidad laboral que pivotea entre la esfera del
mercado y la esfera de la relación de trabajo. En términos metodológicos, los resultados
expuestos surgen de una investigación de tipo cualitativo, que conjuga el uso de dos técnicas:
una revisión de fuentes documentales y la realización de entrevistas a trabajadores de la rama de
prensa.

Palabras clave: trabajo independiente - flexibilización productiva - periodistas colaboradores -


subcontratación.

ABSTRACT

Being part of the flexibility strategies that companies have applied in different economic
sectors, outsourcing has become one of the most widespread production trends in recent decades

                                                            
*
Doctoranda en Ciencias Sociales (UBA). Becaria doctoral del Consejo Nacional de Investigaciones
Científicas y Técnicas (CONICET). Pertenencia institucional: Centro de Estudios e Investigaciones
Laborales (CEIL) del CONICET. Correo: mhenry@ceil-conicet.gob.ar
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since this type of reorganization allows them to adapt to fluctuations in demand and to reduce
fixed operating costs.
This article deals with one of the least studied forms of this phenomenon such as the
outsourcing of tasks to independent workers. We do so by taking freelance journalist of the
Argentinean press as a case study in order to establish the type of employment that is generated
in these production arrangements.
As part of this analysis, we also evaluate the capacity of established occupational classifications
and concepts to grasp the particularities of this form of work that pivots between the market
sphere and the sphere of the employment relationship. In regard to the methodology used, the
results presented derive from a qualitative study which combined the usage of two techniques: a
review of documentary sources and interviews with workers in the press industry.

Keywords: independent work - production flexibility - freelance journalists - outsourcing.

SUMARIO

Introducción. 1. Marco general de nuestros interrogantes: nuevas formas de organización de la


producción y flexibilización de los vínculos laborales. 2. Externalización y flexibilidad
numérica en la prensa escrita argentina: el uso de periodistas colaboradores. 3. Los trabajadores
independientes cuentapropistas en el mercado laboral argentino. 3.1. Los usos y limitaciones de
las categorías ocupacionales. 3.2- La precariedad en el trabajo independiente. 4. La significación
del trabajo independiente en tiempos de flexibilización productiva. Las condiciones de trabajo
reales de los periodistas colaboradores. 5- ¿Independencia económica? La fisonomía de los
ingresos de los periodistas colaboradores. Conclusiones.

*****

Introducción

Con el fin de mejorar su rendimiento comercial y responder de manera más eficiente a los
cambios en los entornos económicos actuales, las empresas llevan adelante un heterogéneo
conjunto de prácticas que tiene como meta la flexibilización de sus procesos productivos.
Dentro de este abanico de prácticas flexibilizadoras, la subcontratación ha ganado creciente
protagonismo, difundiéndose en los más diversos sectores de actividad.

En este artículo, nos ocupamos de una de las modalidades menos estudiadas de este fenómeno:
la subcontratación de tareas hacia trabajadores independientes. Su interés analítico reside en que
trata de un mecanismo de flexibilización que complejiza la definición de la relación laboral y
torna ambigua su naturaleza, dando lugar al interrogante acerca de cuáles son sus consecuencias
para los trabajadores involucrados. En este sentido, este tipo de subcontratación genera de
formas de trabajo ubicadas en “zonas grises” y donde permanece incierto si las mismas deben
ser reguladas por medio de la legislación laboral establecida o, antes bien, debe suponerse la
presencia formas civiles o mercantiles de vinculación. No resulta una cuestión menor teniendo
en cuenta que de estas definiciones se derivan todo un conjunto de protecciones y derechos para
los trabajadores. En este sentido, la subcontratación de tareas hacia trabajadores independientes
nos remite a todo un cúmulo de investigaciones que intenta elucidar el tipo de vinculaciones (no
siempre evidentes) entre flexibilización productiva y desregulación de las relaciones laborales.

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En este artículo nos ocuparemos de abordar estas problemáticas a partir del caso de los
periodistas colaboradores (también llamados freelance) en la prensa escrita argentina. Se trata
de un segmento de trabajadores formalmente independientes pero cuyas actividades responden a
las necesidades de un proceso productivo mayor. En este sentido, nuestro objetivo es analizar
las características que presenta esta forma de movilización de la fuerza de trabajo y, como parte
de este análisis, evaluar críticamente la capacidad de los conceptos y clasificaciones
ocupacionales establecidas para aprehender las particularidades de esta modalidad laboral que
pivotea entre la esfera del mercado y la relación de trabajo.

Los resultados presentados en este artículo se enmarcan en una investigación más amplia que
estamos llevando adelante en el marco de una beca doctoral otorgada por el CONICET, la cual
se interroga sobre la heterogeneización del empleo en los actuales contextos productivos
flexibles, con especial interés en los procesos de individualización y de mercantilización de las
relaciones de trabajo. El caso de los periodistas colaboradores ha sido objeto de especial
atención en una primera fase de esta investigación, cuyos resultados hemos volcado en nuestra
Tesis de Maestría (Henry, 2011).

En términos metodológicos, este texto es el producto, en primer lugar, de una revisión de


documentos y fuentes secundarias varias (informes sectoriales, publicaciones sindicales,
documentos empresariales, estatutos, etc.) que nos permitieron conocer las características que
presenta la rama de la prensa escrita en tanto sector económico y cuáles son sus tendencias
actuales en términos de organización de la producción. Segundo, y de manera cardinal, nuestros
resultados son producto de un acercamiento cualitativo a la actividad bajo estudio a través de
entrevistas semi estructuradas realizadas a periodistas colaboradores 1 en el periodo 2009-2010.
Para seleccionar nuestros entrevistados, establecimos una serie de criterios: que posean distintas
especializaciones temáticas, que trabajasen para un amplio abanico de publicaciones en el
ámbito de la ciudad de Buenos Aires 2 y que llevaran al menos seis meses dedicándose a la
modalidad bajo estudio.

En cuanto a la estructuración de este trabajo, en la primera parte haremos un recorrido por la


literatura académica orientada a comprender las recientes transformaciones productivas
tendientes a la flexibilización, con especial atención en el fenómeno de la subcontratación, y las
reconfiguraciones del trabajo resultantes. Seguidamente, veremos de qué forma han tenido lugar
estos procesos en la rama de la prensa escrita argentina, fundamentalmente a través de la figura
del periodista colaborador. El tipo de vinculación que estos trabajadores tienen con las empresas
editoras –por unidad de trabajo y formalmente externos a las mismas- nos llevará, a
continuación, a reflexionar sobre el significado del trabajo independiente cuentapropista, sus
características y las posibilidades de aprehender nuestro caso de estudio bajo estos términos. En
las dos últimas secciones nos ocupamos de mostrar las condiciones de trabajo reales de los
periodistas colaboradores y las prácticas establecidas en este campo laboral a los fines de
reflexionar acerca del tipo de independencia que se configura en este marco productivo. De esta
forma, examinamos la organización de su trabajo y el tipo de vinculación que efectivamente
establecen con las empresas, más allá de los arreglos contractuales formales. Asimismo,
indagamos en la dimensión de los ingresos de estos trabajadores para conocer los grados de
autonomía económica con los que cuentan. Por último, realizaremos algunos comentarios a
modo de conclusión.

                                                            
1
Los nombres de los periodistas colaboradores que nos brindaron sus relatos fueron cambiados por
seudónimos para preservar la confidencialidad de los mismos.
2
Un rasgo destacado de la rama de prensa en Argentina es su alto nivel de concentración espacial. Así, es
notable la existencia en nuestro país del fenómeno de “los grandes diarios” y revistas de amplia
circulación en todo el territorio cuyo foco productor está situado en la ciudad de Buenos Aires. De ahí la
representatividad de estudiar esta actividad en dicho ámbito geográfico.
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1- Marco general de nuestros interrogantes: nuevas formas de organización de la producción
y flexibilización de los vínculos laborales

La globalización, la creciente competencia entre empresas, la diversificación de los productos


comercializables y las fluctuaciones cíclicas en la demanda son algunos de los procesos que en
las últimas tres décadas han trastocado fuertemente el escenario económico y que han llevado a
las empresas a encarar un tipo de reestructuración productiva que tiene como eje rector a la
flexibilización, en todas sus variantes. De esta manera, se ensayan distintas formas de
organización de la producción que sean capaces de otorgarles una mayor capacidad de
adaptación a los cambios en el entorno y reduzcan sensiblemente sus costos fijos de
funcionamiento.

Dentro del conjunto de estrategias flexibilizadoras disponibles, la subcontratación ha captado


especialmente la atención de numerosas investigaciones que la han identificado como una de las
tendencias más representativas de las nuevas formas de gestión empresarial. En este sentido, se
trata de fenómeno que merece seguir siendo explorado y que posee una significancia cardinal
en el mundo del trabajo actual. Pero ¿qué entendemos por subcontratación? ¿De qué forma
podemos captar las distintas formas y variantes que adopta la misma?

En primer término, debemos subrayar que la literatura perteneciente a disciplinas tales como la
economía, la sociología del trabajo, el derecho, entre otras, contienen un amplio catálogo de
definiciones para el término subcontratación, lo cual puede causar cierta sensación de
irresolución a quien emprende el estudio de este campo problemático. Como señalan Bronstein
(2007) y Palomino (2000) se trata de un fenómeno que arrastra un problema de definición, que
sigue siendo objeto de debate y reflexión, tanto para académicos como para organismos
públicos que tratan de medir y de intervenir sobre estas realidades.

Frente a esta profusión de definiciones, nosotros hemos optado por adscribir a aquellas
provenientes de la sociología del trabajo, antes que a las definiciones de carácter jurídico o las
que se desprenden de las legislaciones nacionales. En este sentido, hemos considerado
pertinente tomar como punto de partida la utilización de un concepto amplio de subcontratación,
en una investigación cuya pretensión es abarcar el estudio de aquellos tipos de trabajo
subcontratados que, si bien no están formalmente reconocidos como tales, son parte de
esquemas productivo donde las empresas han decidido externalizan actividades a los fines de
reducir sus costos de funcionamiento.

Aquí podemos reproducir algunas definiciones que comparten este enfoque sociológico y que
nos han resultado especialmente sugerentes en términos analíticos. Así, Ermida Uriarte y
Colotuzzo (2009:9) entienden a la subcontratación como “la tendencia empresarial y productiva
a realizar parte de las actividades a través de otras unidades más o menos independientes”. Por
su parte, Iranzo y De Leite (2006:268) definen este concepto como aquellas “formas de
contratación donde no existe una relación de dependencia o de subordinación entre el
contratante y el contratado, o bien esta responsabilidad es transferida a un intermediario, por lo
que también es definida como externalización o tercerización”. Finalmente, Palomino (2000)
señala que el término subcontratación hace referencia a una prestación de trabajo para una
empresa pero que se efectúa fuera de ella, o donde el vínculo con el trabajador es indirecto. Por
lo tanto, la empresa se beneficia con este trabajo externo pero no responde de las obligaciones
propias del vínculo contractual, modificando así un elemento que era natural en la relación
laboral “clásica”. Es decir, el trabajador es contractualmente independiente de la empresa
usuaria de su trabajo pero se subordina a la organización del trabajo fijada por ésta.

Utilizada como mecanismo de competitividad, la subcontratación se ha expandido en los más


diversos sectores de actividad en la actual fase de acumulación capitalista. De esa manera, las
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empresas pueden aumentar o disminuir según sus necesidades el volumen de fuerza de trabajo
empleada, regular los salarios y al mismo tiempo adaptar las calificaciones profesionales de la
mano de obra, tanto a las exigencias de calidad, variedad y novedad, como a las evoluciones de
las técnicas de producción y de gestión empresarial (Neffa, 2010).

Los procesos de subcontratación asimismo han adquirido múltiples formas y variantes. En este
sentido, ha sido ampliamente estudiado el traslado de actividades desde empresas de gran
envergadura hacia filiales o terceras empresas, lo cual ha dado lugar a la conformación de
complejas cadenas de subcontratación (Novick, 1997; Iranzo y De Leite, 2006) y que incluso
adquieren dimensiones globales. Este proceso de tercerización de actividades se ha visto
facilitado gracias a la conjunción de la evolución tecnológica y la estandarización y
automatización de procesos. En este marco no solo ha ido ganando lugar la subcontratación de
actividades de tipo manufactureras sino también de servicios empresariales cada vez más
sofisticados (Del Bono, 2009, 2010).

Del mismo modo, existen formas más simples de descentralización productiva, pero no por ello
menos significativas, donde un trabajador formalmente independiente se inserta como parte de
un proceso de producción mayor. De esta manera, junto a las formas legítimas de trabajo
independiente (microempresarios, profesionales liberales, artesanos, comerciantes, pequeños
agricultores, etc.), en el último tiempo han surgido todo un nuevo colectivo de trabajadores que
quedan asimilados a dicha categorización a partir de las prácticas de externalización que llevan
adelante las empresas de distintos sectores.

La creciente utilización de este mecanismo de subcontratación lógicamente suscita diversos


interrogantes en términos de sus consecuencias sobre la calidad del empleo resultante. Al
respecto, existe un extenso corpus de literatura que sostiene la existencia de una estrecha
relación entre flexibilización productiva y la configuración de formas de empleo precarias
(Palomino, 2000; De la Garza, 2000; Leite, 2009; Neffa, 2010; Antunes, 2011). De hecho, y
como desarrollaremos a lo largo de este texto, las empresas frecuentemente hacen un uso
desvirtuado de los trabajadores independientes en tanto esta figura laboral se les presenta como
una oportunidad de reducir costos laborales fijos. Básicamente, por este medio evitan cotizar a
la seguridad social, pueden descargar sobre los trabajadores parte de los riesgos de la actividad y
quedan en condiciones de desvincularlos con mínimos obstáculos legales y de costos, ya que no
son receptores de indemnización por despido. Asimismo, se abastecen de trabajadores con una
menor tendencia a la sindicalización, lo cual los hace más vulnerables a las exigencias de
producción y a las arbitrariedades del empleador.

A continuación, veremos en qué medida esta modalidad de flexibilización laboral se ha ido


imponiendo en la rama de prensa para una creciente proporción de los periodistas, en el marco
de un proceso de reestructuración más amplio que viene atravesando la actividad en el último
tiempo.

2- Externalización y flexibilidad numérica en la prensa escrita argentina: el uso de


periodistas colaboradores

Los medios de comunicación representan uno de los sectores más dinámicos de la economía
actual debido a la enorme demanda de bienes culturales e informacionales que se ha registrado
en las últimas décadas. Esto los ha convertido en espacios privilegiados de inversión
empresarial, con perspectivas de crecimiento sostenida y de diversificación permanente. En este
marco, se han registrado una serie de procesos vinculados a la consolidación y modernización
de estas actividades en todo el mundo. En el caso de nuestro país, fue principalmente durante la
década de 1990 que tuvo lugar una profunda reconversión de todos los segmentos de los medios
de comunicación en el marco de una fuerte desregulación de la actividad, de fusiones y
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adquisiciones empresariales así como de incorporaciones importantes de tecnología en los
procesos de producción. En lo referente a la estructura de propiedad, cabe resaltar que el sector
dejó de estar únicamente formado por empresas monomedia con un capital de origen local y que
fueron conformándose grandes grupos multimedia que operan en distintas ramas (prensa
gráfica, mercado editorial, mercado discográfico, radio, producción y distribución de cine,
conectividad a Internet, etc.) y que responden a una unidad central de decisión, la cual define la
estrategia del grupo (Mastrini y Becerra, 2006).

Mediando todos estos procesos económicos estuvo el fuerte avance tecnológico registrado en el
periodo. El gran desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC’s)
modificó profundamente los procesos de producción y dinamizó el sector en su conjunto
haciéndolo más atractivo como espacio de inversión. Así como la estructura de propiedad
concentrada borró las barreras existentes entre distintos mercados de medios, la convergencia
tecnológica hizo posible la unificación de medios y productos.

La prensa escrita ha sido parte de estos procesos de modernización, acompañando la evolución


del sector y sus lógicas centradas en la eficiencia comercial. Por un lado, las empresas de diarios
y revistas han dejado de ser empresas atomizadas y se han ido concentrando e integrando con
otros medios de información y entretenimiento (Postolski et al., 2007). Por otro, las empresas
editoras han introducido la flexibilidad productiva con el fin de maximizar el uso de sus factores
productivos, de elevar sus tasas de rentabilidad y de adecuarse a las transformaciones de la
demanda, tanto en el aspecto cuantitativo (oscilaciones en las ventas) como en el cualitativo
(diversidad y novedad).

En este esquema de renovación permanente, uno de los puntos que las empresas de prensa
buscan adaptar a sus necesidades es su dotación de fuerza de trabajo y la utilización que hacen
de la misma. Particularmente, la organización del trabajo de los periodistas y todo su entorno de
producción se han modificado extraordinariamente en el último tiempo a partir de dos
fenómenos complementarios propiciados por las empresas: un aumento en la productividad de
los periodistas asalariados y la reducción de los costos directos a partir de la utilización de
figuras laborales atípicas.

Respecto del primer fenómeno, cabe señalar que las empresas de diarios y revistas han podido
lograr un aumento en la productividad de sus periodistas de planta fundamentalmente a partir de
la introducción de nuevas TIC’s. El correo electrónico, los flujos de datos permanentes que
permite la internet y el uso de herramientas tan dispares como los teléfono celulares y otro
dispositivos portátiles son medios que las empresas periodísticas han puesto en servicio de una
producción más abundante y eficiente. Los periodistas pueden estar “conectados con su trabajo”
de forma casi permanente y trabajar en los lugares y momentos más diversos, utilizando estos
soportes tecnológicos para procesar y generar mayores volúmenes de información en menor
tiempo. De esta forma, en este sector la tecnología ha permitido un proceso productivo casi
continuo así como una adición de tareas inéditas para los redactores, que paulatinamente han
adoptado un perfil polivalente y “multimedia”: no solo deben investigar y plasmar sus hallazgos
en un texto, sino que también se les demanda tareas de fotografía, de grabación y edición de
audio y videos, moderación de foros, entre otras actividades. El conjunto de estas dinámicas
demarca una tendencia bien definida hacia un progresivo proceso de intensificación del trabajo
que ha sido documentado en las redacciones de distintos países del mundo (Jones et al., 2008;
Boczkowski, 2009; Rieffel; 2001).

Otra práctica adicional que propician las empresas, también destinada a aumentar la
productividad, es la “reutilización de contenidos”. Así, las notas que un periodista realiza para la
empresa contratante luego son reproducidas en otros medios y soportes del grupo multimedia de
pertenencia. De esta forma, se abaratan los costos de producción y se resiente la cantidad de
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mano de obra empleada a partir de una sinergia donde los mismos trabajadores generan
contenidos para varias empresas. De más está decir que esta reproducción no conlleva ningún
reconocimiento monetario adicional para los redactores.

Esta flexibilidad funcional o interna impuesta a los periodistas en relación de dependencia ha


sido complementada por una flexibilidad de tipo externa o numérica que las empresas de prensa
favorecen a partir de la creciente utilización de figuras atípicas y temporales que le permiten a
las empresas una provisión de mano de obra a bajo costo y que pueden aumentar o reducir a
discreción con mínimos impedimentos. Tal es el caso de los denominados colaboradores o
periodistas freelance, que son remunerados por artículo y que han ido ganando un peso
creciente dentro de los procesos productivos de la prensa escrita como componentes esenciales
de los mismos.

El periodismo tiene una larga tradición de trabajo freelance, tal como ocurre en otras industrias
culturales, y el recurso a esta figura laboral no es un fenómeno nuevo. En este sentido, el
Estatuto del Periodista Profesional (EPP) 3 contempla la existencia de los colaboradores pero
con carácter de excepción: personas requeridas transitoria o accidentalmente para generar la
información sobre acontecimientos determinados y que serán remuneradas por cada crónica o
comentario (artículo 65). Aquí debemos señalar dos cuestiones importantes: primero, la labor de
estos trabajadores debe corresponder a tareas no habituales de la empresa y segundo, vinculado
con lo anterior, el EPP pone como límite para las empresas que estos periodistas solo puedan
escribir hasta veinticuatro colaboraciones anuales. Una vez que supera ese número de notas, el
trabajador adquiere la calidad de “colaborador permanente”, que implica una relación de
dependencia con su empleador, permitiéndole acceder a todos los beneficios del contrato de
trabajo y del EPP 4 .

De esta manera, el EPP buscó contemplar la necesidad fortuita por parte de las empresas de
contar con periodistas contratados para cubrir hechos puntuales o para contar con informadores
conocedores de temas específicos en una coyuntura dada. Pero cuando esta supuesta
eventualidad se convierte en una práctica recurrente debemos vincular esta práctica de las
empresas con una dinámica de reducción de costos: el sistema de remuneración por unidad de
trabajo les permite adaptarse a las fluctuaciones de la actividad y reducir los costos fijos que
implica una plantilla de trabajadores estables. En este sentido, esta estrategia puede inscribirse
en la lógica de la sub contratación o externalización ya que apunta a que los equipos de
redacción permanentes sean cada vez más restringidos (Aubert, 2007). Así, lo nuevo del
fenómeno de los colaboradores reside en el volumen creciente que han ido ganando dentro del
proceso productivo, lo cual a su vez da cuenta de un cambio cualitativo en el papel que hoy
ocupan en los procesos de producción. Concebida para fines muy distintos, la mayoría de las
empresas de diarios y revistas ha adoptado esta figura laboral como mecanismo de empleo
rápido y de bajo costo, haciéndola parte estructural de su negocio.

En nuestro país no existe todavía ningún registro exhaustivo sobre la dimensión del empleo -
formal o informal- de la prensa escrita y este vacío estadístico es casi total en el caso de los
periodistas colaboradores, donde las condiciones en las cuales desarrollan sus tares (ausencia de
                                                            
3
La ley 12.908 conocida como el Estatuto del Periodista Profesional regula las condiciones laborales para
el trabajo en empresas periodísticas, revistiendo un carácter más protectorio que lo establecido en la
legislación laboral vigente para la generalidad de los trabajadores. Esto se deben a que el EPP reconoce
los fuertes componentes constitucionales en la profesión y la alta exposición e influencia social de la
misma (Arese, 2004).
4
Un aspecto importante a señalar es que si bien el periodista sigue cobrando por pieza de trabajo, bajo
esta nueva categorización puede acceder (entre otros beneficios) a una indemnización en caso de no ser
requerido por su empleador. Este aspecto le provee cierto grado de certidumbre acerca de su continuidad
laboral.
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registro, intermitencia, eventualidad) impiden efectuar mediciones concretas. De todas formas,
el sindicato de la actividad (Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires) y nuestros
informantes claves han ratificado la realidad de esta tendencia referida al crecimiento de la
proporción de colaboradores por sobre los periodistas estables, en base a indicadores indirectos
tales como la reducción del empleo en blanco en el sector y el achicamiento progresivo de las
redacciones.

A continuación, emprenderemos un análisis pormenorizado de las condiciones que conlleva la


modalidad laboral de los periodistas colaboradores y reflexionaremos acerca la capacidad
descriptiva que tienen las categorías ocupacionales establecidas para aprehender los rasgos
específicos de la misma. En este sentido, discutiremos el uso de la categoría de trabajador
independiente cuentapropista, los supuestos que conlleva y su adecuación para nuestro caso.

3- Los trabajadores independientes cuentapropistas en el mercado laboral argentino

3.1- Los usos y limitaciones de las categorías ocupacionales

Al principio de nuestra investigación, uno de los primeros ejercicios conceptuales que


emprendimos fue intentar encuadrar a los periodistas colaboradores en términos ocupacionales.
Siguiendo los criterios establecidos por los sistemas de clasificación estadísticos, y a partir de
las características que presenta esta forma de participación en el mercado de trabajo,
rápidamente alcanzamos la conclusión de que los colaboradores constituían trabajadores
independientes por cuenta propia. Sin embargo, algo en este ejercicio de categorización no
resultaba del todo satisfactorio y, por el contrario, abría otra fuente de problemas estrechamente
relacionado con las características que presentaba nuestro objeto de estudio. Así, nos vimos en
la necesidad de reflexionar críticamente sobre el potencial descriptivo que tiene este tipo de
conceptualizaciones ocupacionales, los supuestos que implican y qué podía ocurrir cuando se
las utilizaba para analizar formas de trabajo “fronterizas”.

En términos teóricos, las categorías ocupacionales se relacionan con el tipo de inserción que los
individuos tienen en la producción social y, más específicamente, con el tipo de relaciones
sociales de producción en las cuales se insertan (Pok, 1992). Según el Instituto Nacional de
Estadísticas y Censos, es posible identificar las siguientes categorías ocupacionales:

Clasificación estadística de la población ocupada en Argentina, según categoría


ocupacional

Población

Económicamente Activa 

  Trabajadores  Trabajadores familiares sin 
independientes  remuneración 

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Trabajadores   Patrones

En términos estadísticos, conforme la Clasificación Internacional de la Situación de Empleo


(OIT- CISE-93) 5 se define como empleos independientes a aquellos en los que la remuneración
depende directamente de los beneficios derivados de los bienes o servicios producidos. Los
titulares toman las decisiones operacionales que afectan a la empresa, o delegan tales
decisiones, pero mantienen la responsabilidad por el bienestar de la empresa (aquí la “empresa”
se define de manera suficientemente amplia para incluir a las operaciones de una sola persona).

A partir de sus rasgos, se vuelve evidente que los trabajadores independientes son el anverso de
los asalariados, ya que se definen por la ausencia de relaciones de subordinación. Luego, dentro
de los independientes se puede diferencia dos grupos en función de la tenencia o ausencia de
trabajadores a cargo en relación de dependencia. Los patrones son “aquellos que trabajan sin
relación de dependencia -es decir que siendo únicos dueños o socios activos de una empresa
establecen las condiciones y formas organizativas del proceso de producción- y emplean como
mínimo una persona asalariada. Aportan al proceso de producción los instrumentos,
maquinarias o instalaciones necesarias” (INDEC, 2003). Por su parte, se consideran como
trabajadores por cuenta propia “a aquellos que desarrollan su actividad utilizando para ello
sólo su propio trabajo personal, es decir que, no emplean personal asalariado y usan sus propias
maquinarias, instalaciones o instrumental (INDEC, 2003).

Ahora bien, cabe señalar que el concepto de trabajo independiente por cuenta propia no se
encuentra libre de problemas de delimitación conceptual y empírica, principalmente debido a
que abarca un universo ocupacional muy amplio. Al respecto, Casalí y Ohaco (2009) señalan
que uno de los rasgos distintivos de este grupo su alta heterogeneidad, ya que incluye una
amplia gama de actividades, desde profesionales con elevados niveles de ingresos hasta
trabajadores con ingresos de subsistencia. Sin duda, estas disparidades implican una desigual
distribución de los riesgos y de la vulnerabilidad, es decir, de las capacidades para afrontar las
consecuencias de la inestabilidad de los ingresos (Bertranou, 2007).

En función de la heterogeneidad de situaciones que quedan subsumidas bajo la categoría de


trabajo por cuenta propia, se han realizado algunos intentos de clasificación para precisar
distintos grupos, con sus especificidades y problemáticas. Así, Lepore y Schelser (2006)
presentan una propuesta de clasificación en base a la calificación del puesto de trabajo, la
productividad de la actividad laboral desarrollada y los ingresos. Esto les permite identificar tres
categorías de cuentapropistas: profesionales, de oficio y de subsistencia. Por su parte, Donaire
(2007) divide a los trabajadores por cuenta propia en aquellos de calificación profesional y
técnica, aquellos de calificación operativa y, por último, los no calificados. Finalmente,
podemos rescatar los aportes de Gallart et al. (1990), que clasifican a los cuentapropistas por el
tipo de ocupación que realizan y llegan a las siguientes categorías: actividades no calificadas,
oficios, actividades semicalificadas, comerciales y terciarias, y por último, técnicos y
profesionales independientes.

Otra manera de “abrir” la categoría de trabajo independiente por cuenta propia es desbrozándola
a partir de un criterio que reviste especial importancia analítica: el carácter voluntario o no que
éste asume para dichos trabajadores. Esta distinción nos permite establecer en qué medida se

                                                            
5
Las clasificaciones nacionales suelen converger hacia la Clasificación Internacional de la Situación en el
Empleo (CISE) modificada la última vez en 1993. La CISE-93 clasifica los empleos de acuerdo con el
tipo del contrato de empleo explícito o implícito (oral o escrito) que la persona tiene con otras personas u
organizaciones.
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trata de una situación libremente elegida por las eventuales ventajas que conllevaría o, antes
bien, de una situación de refugio en contextos de deterioro de la situación económica o de
imposibilidad de alcanzar la condición de empleado asalariado. Al respecto, Lepore y Schelser
(2006) señalan que la interpretación predominante de la evolución del cuentapropismo argentino
hasta la década del setenta establecía que esta modalidad de trabajo correspondía a individuos
de personalidad independiente, poco afectos a la subordinación jerárquica, con cierta
disposición a asumir riesgos, con algún grado de iniciativa y capacidades de gestión de negocios
a micro-escala. Pero no todas las actividades llevadas a cabo en forma independiente pueden ser
definidas en términos de “opción”, señalan los autores, y menos en un marco de deterioro del
mercado de trabajo como las décadas de 1990 o de flexibilización productiva extendida como en
la actualidad. Es probable que en gran medida la composición de esta categoría ocupacional sea
fruto de condicionamientos del contexto y situaciones de necesidad antes que de elecciones
voluntarias. Particularmente en países en desarrollo como el nuestro, bajo el cuentapropismo se
constata un amplio espectro de actividades que operan con niveles de rentabilidad tan bajos que
sólo permiten obtener ingresos mínimos de subsistencia, sin posibilidad alguna de acumulación
(Lepore y Schelser, 2006).

3.2- La precariedad en el trabajo independiente

Además de su heterogeneidad, un segundo rasgo característico los trabajadores independientes


en Argentina es la importante incidencia de la precariedad y de la informalidad en esta categoría
ocupacional (Casalí y Ohaco, 2009; Donaire, 2007, Bertranou y Maurizio, 2011). En este punto,
es especialmente relevante para nuestro análisis el caso de los asalariados encubiertos o falsos
autónomos. Estos ejercen sus tareas bajo un contrato de tipo comercial que los hace aparecer en
las formas como cuentapropistas, pero en realidad son objeto de estrategias de fraude laboral
que las empresas utilizan para reducir sus costos laborales. Así, en los hechos se verifica que
son trabajadores que desarrollan sus actividades bajo el control y la dirección de otro individuo,
quien por ello debería asumir sus responsabilidades como empleador.

De esta forma, en diversos ámbitos es creciente la preocupación por el aumento del trabajo
asalariado precario que adopta la forma de trabajo independiente y que se han convertido en una
zona gris de difícil abordaje para la autoridad laboral (Bertranou, 2007). Se trata de situaciones
que los trabajadores se ven obligados a aceptar por su necesidad de una fuente de ingresos, que
los sitúa en una individualización extrema y los arroja por fuera del campo protectorio de la
normativa laboral.

Estas modalidades laborales, situadas difusamente en la frontera que divide el trabajo en


relación de dependencia del independiente, resultan un desafío analítico debido a las
dificultades que implica su captación por medios de las categorías estadísticas establecidas. En
general, estas herramientas no permiten aprehender adecuadamente estas situaciones laborales
que resultan ambiguas o que esconden relaciones de subordinación, siendo el caso de los
periodistas colaboradores muy ilustrativo en este aspecto. De ahí la necesidad de un enfoque
cualitativo, que desde una óptica microsociológica rescate las realidades de estos trabajadores y
nos permita conocer sus condiciones de trabajo reales así como sus problemas específicos. A
continuación, haremos lo propio para nuestro caso de estudio, a los fines de intentar examinar
esta modalidad laboral de una manera más pormenorizada.

4- La significación del trabajo independiente en tiempos de flexibilización productiva. Las


condiciones de trabajo reales de los periodistas colaboradores

Los colaboradores son periodistas que se caracterizan por el hecho de que venden unidades de
trabajo (artículos, notas) a uno o varios compradores, en este caso diarios o revistas. Existen
básicamente dos estrategias por medio de las cuales logra vender su trabajo. Una forma consiste
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en presentar “sumarios” (resúmenes acerca del contenido de las futuras notas) en distintos
medios que, si eventualmente le interesan al editor las comprará. Otra posibilidad es que el
editor le encargue las notas al colaborador, lo cual generalmente sucede cuando ya existe cierta
vinculación duradera de intercambios. En ambos casos, el editor de cada sección o suplemento
es la persona que, a nombre de la empresa, se encarga de asignar qué contenidos serán
realizados por el personal de planta y cuáles serán provistos por colaboradores. Esto se define en
base a criterios editoriales y asimismo, en base a los recursos presupuestarios con que cuenta
cada sección.

A primera vista, podría parecer que los periodistas colaboradores son profesionales freelance,
que están en condiciones de hacer valer sus calificaciones en el mercado y de practicar el
“emprendedorismo”. Se podría conjeturar asimismo que la posibilidad de trabajar en varias
publicaciones significaría la posibilidad de gestionar sus trayectorias y de mejorar sus ingresos a
partir de la diversificación laboral. Sin embargo, cuando nos acercamos a las realidades
cotidianas de los colaboradores y conocemos a partir de sus relatos los pormenores de su
modalidad laboral, encontramos que probablemente estos beneficios solo son accesibles a un
escaso número de periodistas de gran renombre y trayectoria. La situación de la mayor parte de
estos trabajadores, es bastante diferente y se halla caracterizada por toda una serie de
desventajas provenientes de los arreglos y prácticas prevalecientes en la modalidad en que
desarrollan su actividad.

Comencemos analizando el tipo de vínculo contractual de estos trabajadores. A partir del


diálogo con distintos colaboradores, surge en todos los casos que se trata de un vínculo que a
primera vista puede clasificado como mercantil. La forma en que las empresas efectivizan este
lazo -y que ya conforma una práctica ampliamente instalada- consiste en pedirles a los
colaboradores que emitan facturas en calidad de proveedores monotributistas.

“Vos facturás de la misma manera que factura la empresa que lleva café o papel higiénico. O
sea, es lo mismo. Estamos como… somos proveedores”. (Natalia, colaboradora)

“Cuando vos hacés una factura para cualquier medio, te tenés que dar de alta como proveedor.
¡Y es raro darte de alta como proveedor! Porque provees notas pero… es como una forma de
tratamiento de la colaboración… pero no es una colaboración, es la provisión de… Es ¡raro!
Se va de Estatuto, no sé”. (Germán, colaborador)

En este punto, resulta importante interpretar las ramificaciones y los significados que conlleva la
inscripción de los periodistas colaboradores cómo monotributistas en el marco de un esquema
productivo flexibilizado, como el de la prensa. Vale señalar que el Monotributo es un régimen
(de alcance nacional) que consiste en un impuesto integrado sustitutivo de tres contribuciones
mensuales: el Impuesto a las Ganancias, al Impuesto al Valor Agregado y las cotizaciones fijas
de seguridad social (aporte previsional y obra social), al cual pueden adherirse los trabajadores
independientes (patrones y cuentapropistas). Su creación en 1998 tuvo como objetivo
simplificar el cumplimiento de las obligaciones impositivas y previsionales de los pequeños
contribuyentes, incorporar a los trabajadores informales a la seguridad social y reducir la carga
y costo que los trámites de las prestaciones y pagos representaban para el contribuyente (Salim
y D’Angela, 2006).

Pero lo que nació como un régimen de seguridad social creado para facilitar la cobertura a un
grupo considerado vulnerable, fue desvirtuado en la rama de prensa donde las empresas
rápidamente adoptaron este instrumento normativo para registrar de alguna manera el trabajo de
los periodistas colaboradores sin tener que asumir las cargas laborales correspondientes. Así,
bajo esta modalidad de contratación, lo que las empresas periodísticas realizan es una
transferencia de riesgos, entregando una determinada actividad a trabajadores formalmente
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independientes que operan bajo su propia responsabilidad y que deben hacerse cargo de los
costos de producción de sus notas.

Más importante aún, la existencia de estos acuerdos de tipo comercial evita que las empresas
tengan que asegurar cierta continuidad laboral para los colaboradores y que, por el contrario,
puedan hacer uso de su fuerza de trabajo de acuerdo a sus necesidades puntuales. En este
sentido, el principal problema que aqueja a estos trabajadores es la imposibilidad de prever si
podrán mantener un flujo de trabajo regular en el mediano-largo plazo.

“Pero yo sé que esto no va a durar mucho. Ahora llevo un tiempo para nada mal. Pero
también tenes que aceptar eso: que quizás la semana que viene se me caen un par de medios y
listo. Como me pasó. Una vez me fui de vacaciones escribiendo para siete revistas y cuando
volví de vacaciones llamo a la editorial para preguntar cómo arrancábamos el año y me
dijeron: “no, no te necesitamos más”. ¡Y de repente me quedé sin nada! Las siete revistas se
fueron”. (Diego, colaborador)

Lógicamente, estas circunstancias generan en estos trabajadores sensaciones de angustia y


ansiedad, que contrarrestan las pretendidas ventajas de mayor libertad y variedad que implica
desempeñarse como freelance. Antes bien, el hecho de que los colaboradores se hallen situados
en inserciones laborales que están más cerca de la esfera del mercado que de la relación salarial
clásica, les depara menores protecciones y derechos, ya que su forma de trabajo no ofrece
garantías de estabilidad y solo permite acceder a mínimas protecciones sociales autosolventadas,
las cuales dependen enteramente de su capacidad de mantener una cierta regularidad en su
actividad.

Sin embargo, esta precariedad en gran medida permanece encubierta porque, como sostiene
Poblete (2008), el Monotributo ha devenido una “categoría vacía” bajo la cual quedan
registradas una infinidad de formas de movilización de la fuerza de trabajo, algunas
genuinamente autónomas y otras de dudoso estatus. En este sentido, la autora señala el papel
paradójico que juega este régimen: por un lado, sirve para regularizar la situación de numerosos
trabajadores verdaderamente autónomos pero, por otro, permite el ocultamiento de relaciones de
trabajo, convirtiéndose en una especie de “comodín” que otorga registro y legalidad a cualquier
forma de inserción laboral.

La falacia que supone este tipo de vínculo de tipo comercial-civil queda en evidencia cuando se
verifica que la relación de los periodistas colaboradores con las empresas editoras
frecuentemente conlleva unos niveles muy altos de subordinación operativa. De esta manera,
aunque en sus formas, la vinculación aparezca como jurídicamente independiente, debería
otorgarse el carácter de relación laboral a un sinnúmero de situaciones que hemos encontrado en
nuestro trabajo de campo donde se puede verificar una prestación regular de tareas y donde
existe un fuerte acatamiento a las directivas de las empresas en la realización de las mismas. A
través de la figura del editor, las empresas de diarios y revistas imponen a los periodistas
colaboradores un conjunto de exigencias en términos de calidad del producto, de cuestiones
relacionadas con la exclusividad total o parcial del mismo y, más importante aún, de los plazos
de entrega.

Como señala Aguilar (2009) para casos análogos (trabajadores independientes en situaciones
laborales endebles), la imposibilidad de estos trabajadores para determinar las condiciones de su
trabajo y los términos en los que ofrecen su prestación laboral da cuenta de lo ficticio de su
condición de independiente. Quienes demandan sus servicios y que a primera vista parecen
“clientes” son, al mismo tiempo, sus “empleadores” ya los vínculos con estas empresas exigen
la disponibilidad casi permanente y, asimismo, les reportan la mayor parte de los ingresos de los

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cuales dependen para subsistir. Sobre esta dimensión de los ingresos nos ocuparemos en la
próxima sección.

5- ¿Independencia económica? La fisonomía de los ingresos de los periodistas colaboradores

Si bien el criterio definitorio de la categoría de trabajador independiente es la posesión de


autonomía jurídica (el trabajador establece autónomamente las condiciones y formas
organizativas del proceso de producción, y usa sus propias maquinarias, instalaciones o
instrumental), existen autores que proponen la adición de otros criterios para delinear de manera
más acertada a esta categoría ocupacional y así evitar incurrir en errores de captación del
fenómeno bajo estudio. Así, Poblete (2008) señala que para ser ejercida de manera efectiva y
real, la condición de trabajador independiente no solo requiere de autonomía jurídica sino que
también debe existir un margen de autonomía económica que vuelva viable esta condición.
Esta segunda variable es lo que le permite al trabajador, por ejemplo, acceder a la compra de sus
herramientas y de sus insumos, afrontar los tiempos de espera que implica el pago de sus
honorarios y, fundamentalmente, no depender de uno o pocos clientes para subsistir 6 .

Un examen atento a las condiciones laborales de los periodistas colaboradores y de sus


posibilidades de acumulación nos hace pensar que difícilmente estos trabajadores puedan contar
con un grado de autonomía económica que les permita ejercer su actividad con holgura y con
cierta certeza sobre su situación financiera inmediata. De hecho, lo que predomina en la
actividad es un sistema de pagos altamente flexible y arbitrario que sitúa a los periodistas
colaboradores en una posición muy frágil en términos de su sustento económico. Por empezar,
estos trabajadores reciben su paga generalmente después de que la nota ha sido publicada, un
hecho que puede demorarse en el tiempo e incluso no suceder debido a criterios editoriales.

“Es otro tema de agarrada con los editores. Vos los estas llamando ‘che, ¿qué onda? ¿Me vas
a publicar esto?’. Hubo meses que fueron terribles. Un mes de este año, no me acuerdo cuál,
me la pasé laburando y no cobré… Cobré una mierda, tipo $200 porque ¡no me había
publicado nada! Lo cobré dos meses después pero yo decía: ‘¿Cuál es la onda? ¿Trabajo y no
cobro?” (Natalia, colaboradora)

En cuanto al monto de la remuneración, solo aquellos periodistas con calificaciones técnicas


poco tradicionales o que gozan de cierto renombre pueden llegar a negociar altos honorarios. La
mayoría reciben pagos mínimos en el marco de una actividad sin tarifas reguladas y que varían
de una empresa a otra. Las notas se pagan en valores que oscilan entre los $200 y los $400
según su extensión, medida en caracteres. Este último suele ser el parámetro más difundido para
tarifar las notas pero existen otros criterios adyacentes y más arbitrarios al respecto: la ubicación
de la nota en la publicación (una “nota de tapa” se paga mejor); la percepción del editor respecto
del trabajo de producción que ha conllevado la nota; o simplemente el presupuesto con que
cuenta el editor para pagar colaboraciones y que distribuirá a discreción. Por todo esto, no debe
sorprender que muchos colaboradores que hemos entrevistado nunca están seguros de cuánto
van a cobrar por cada nota presentada.

“Todavía no encuentro el parámetro de cuál es el verdadero costo de una nota. No sé cuál es el


parámetro para saber. Si es por caracteres, si es por página… o sea, a veces están mal pagas y

                                                            
6
Estos argumentos también pueden ser hallados en el campo del derecho. Así, existe una corriente dentro
de esta disciplina que cuestiona la pertinencia del criterio de subordinación jurídica (sumisión técnica a
las órdenes de otra persona) como indicador único y suficiente para la delimitación del campo de
aplicación del derecho laboral. Por eso propone también prestar atención a la dependencia de tipo
económica como base para determinar la existencia de una relación de trabajo (Nicod y Paulin, 2011).
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ya es como que perdí un poco la noción de qué es una nota bien paga”. (Carolina,
colaboradora)

En estas circunstancias, los periodistas colaboradores son “tomadores de precio” en un contexto


de pagos desregulados y que varían de una empresa a otra e incluso, de una sección a otra
dentro del mismo medio. Si bien pueden prever que su paga oscilará en torno a una franja de
dinero, resulta notable esta imprecisión en su discurso, y más aun, la imposibilidad que
expresan para negociar o hacer reclamos en torno a estas tarifas.

- Y las tarifas vienen dadas, ¿no? ¿Vos te podes sentar a negociar eso?

- Bajo ningún punto de vista. No tenes chance. En cuanto levantás la voz sobre eso, podés tener
problemas. Porque el mercado está tan pauperizado que si no estás vos, viene otro. Siempre va
a haber un colaborador que por esta plata haga la nota. (Ana, colaboradora)

También hay que subrayar que la cantidad de notas que pueden generar nunca puede ser
demasiado elevada (en torno a tres o cuatro por semana, según lo narrado por nuestros
entrevistados) debido al tiempo que conlleva elaborar cada una. De esta forma, aunque quisieran
generar más dinero, estos trabajadores tienen un límite material e intelectual para aumentar su
productividad. Además, estos ingresos nunca son ganancia neta ya que también cubren aquellos
costos asociados a su trabajo y de los cuales se desentienden las empresas: viáticos, compra y
mantenimiento de los insumos y herramientas, tarifas de servicios (teléfono, celular, internet),
entre otros.

En suma, es evidente que si bien los periodistas colaboradores están insertos en marcos que los
alientan a comportarse como si fueran empresas individuales, en la mayor parte de los casos se
trata de una condición ficticia e inviable. Reciben ingresos escasos, disociados de cualquier
regulación y sujetos a las arbitrariedades de cada editor o empresa. Asimismo, la inestabilidad
propia de su trabajo no les permite generar un horizonte de previsibilidad y, menos aun, algún
margen de acumulación que permita pensar que estos trabajadores llegan a esta modalidad
laboral atraídos por las ventajas económicas de la misma. Antes bien, se trata de trabajadores
precarizados cuyo posicionamiento en la esfera del mercado los enfrenta a una individualización
extrema y a una serie de desventajas que se ven obligados a aceptar en un contexto donde las
empresas son reticentes a contratar personal fijo para las redacciones.

Conclusiones

En este texto hemos expuesto una serie de hallazgos referidos a una actividad laboral específica
como el periodismo freelance pero que hemos situado en el marco de un interrogante más
general que apunta a examinar de qué forma la proliferación de formas flexibles de producción
en las economías actuales conlleva la configuración de formas de movilización de la fuerza de
trabajo que se alejan de trabajo asalariado clásico. Particularmente, nuestras inquietudes se
hallan referidas al creciente uso que hacen las empresas de trabajadores independientes como
parte de esquemas de externalización productiva, lo cual ha dado lugar al surgimiento de
modalidades laborales híbridas que presentan características tanto del empleo en relación de
dependencia como de la simple actividad comercial independiente. El interés analítico de este
fenómeno radica en que conlleva una indeterminación respecto del conjunto de derechos y
protecciones que le corresponden a quienes desempeñan estos trabajos, en tanto no resulta
evidente si deben ser regulados por medio de la legislación laboral establecida o, antes bien,
debe suponerse la presencia de formas mercantiles de intercambio.

Retomando estos ejes analíticos, nuestras indagaciones apuntaron a conocer el tipo de trabajo
que se configura para los periodistas colaboradores de la prensa escrita, tanto en términos de sus
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características intrínsecas como del tipo de articulación que éstos tienen con un proceso
productivo más amplio. Así, hemos mostrado que esta modalidad de contratación constituye
para las empresas un mecanismo de flexibilización para reducir el personal fijo de las
redacciones y proveerse de contenidos a través de trabajadores externos a menor costo.

La cabal comprensión de estos procesos más amplios es lo que nos permitió poner en cuestión
la pregonada independencia y la fachada de “profesionales autónomos” que los periodistas
colaboradores parecen tener a simple vista. En este sentido, hemos señalado que si bien
constituyen trabajadores formalmente independientes, en la práctica operan bajo importantes
condicionantes provenientes de las empresas, dando lugar a la hipótesis de que son trabajadores
dependientes sumergidos o externalizados. A los fines de afinar aun más nuestro análisis,
tomamos en consideración una segunda dimensión referida al grado autonomía económica del
cual gozan los periodistas colaboradores y aquí también encontramos que carecen de un margen
de maniobra y de elección que sea concordante con su condición de independientes. Sus
ingresos dependen de pocas empresas que los requieren de manera asidua (y no de una
“multiplicidad de clientes”), debiendo someterse a las (bajas) tarifas que unilateral y
arbitrariamente aquellas les ofrecen.

En suma, bajo la figura de trabajadores independientes cuentapropistas y registrados en calidad


de monotributistas, los periodistas colaboradores se insertan como los eslabones más débiles
dentro de los procesos productivos de la prensa, constituyendo una reserva de proveedores de
contenidos que las empresas pueden aumentar o reducir a discreción en función de sus
necesidades productivas. En gran medida, esta modalidad de subcontratación es viable porque
existen encuadres legales -régimen del Monotributo y una categoría dentro del EPP- que han
sido resignificados y usados de forma desvirtuada por las empresas editoras en un contexto de
mayor propensión a la externalización y al uso de vínculos contractuales atípicos. Por esta vía,
ha tenido lugar la proliferación de un colectivo de trabajadores de prensa que atraviesa
situaciones de inestabilidad, desprotección e inseguridad sociolaboral, sin que todo ello
signifique un quebrantamiento de la normativa legal.

Por último, cabe mencionar que nuestras indagaciones nos llevaron a reflexionar acerca de la
eficacia y las limitaciones que presentan las categorías teóricas vigentes a la hora de aprehender
las especificidades de aquellas formas de movilización del trabajo que oscilan entre el trabajo
independiente y el subordinado. En este sentido, consideramos que aquellos estudios que
emprendan un examen en profundidad del mercado laboral actual deberán hacer uso de
herramientas conceptuales más refinadas y elaboradas, que sean capaces de captar los
solapamientos existentes entre las distintas formas ocupacionales y que puedan ir más allá del
aspecto formal y externo de las mismas para llegar a sus contenidos reales.

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