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Henry, Laura - Flexibilización Productiva y Difusión Del Trabajo Independiente en La Prensa Escrita Argentina
Henry, Laura - Flexibilización Productiva y Difusión Del Trabajo Independiente en La Prensa Escrita Argentina
E-ISSN: 1514-6871
cvzurita@hotmail.com
Universidad Nacional de Santiago del
Estero
Argentina
HENRY, Laura
Flexibilización productiva y difusión del trabajo independiente en la prensa escrita argentina. Un
estudio sobre las condiciones de empleo de los periodistas colaboradores
Trabajo y Sociedad, núm. 21, 2013, pp. 261-278
Universidad Nacional de Santiago del Estero
Santiago del Estero, Argentina
Flexibilización productiva y difusión del trabajo independiente en
la prensa escrita argentina. Un estudio sobre las condiciones de
empleo de los periodistas colaboradores
Production flexibility and diffusion of independent work in the
Argentinean press. A study on the employment conditions of freelance
journalists
Laura HENRY *
Recibido 18-07-12
Revisión editorial: 22.10.12
Aprobado definitivamente: 11.02.13
RESUMEN
Como parte de las estrategias de flexibilización que han encarado las empresas de distintos
sectores económicos, la subcontratación se ha convertido en una de las tendencias productivas
más extendidas de las últimas décadas ya que este tipo de reorganización les permite adaptarse a
las fluctuaciones de la demanda y reducir sus costos fijos de funcionamiento.
Nuestro artículo se ocupa de una de las modalidades menos estudiadas de este fenómeno, esto
es la subcontratación hacia trabajadores independientes, tomando como caso de estudio a los
periodistas colaboradores de la prensa argentina con el propósito de examinar el tipo de empleo
que se genera en estos arreglos productivos. Como parte de este análisis, asimismo evaluamos
críticamente la capacidad de los conceptos y clasificaciones ocupacionales establecidas para
aprehender las particularidades de esta modalidad laboral que pivotea entre la esfera del
mercado y la esfera de la relación de trabajo. En términos metodológicos, los resultados
expuestos surgen de una investigación de tipo cualitativo, que conjuga el uso de dos técnicas:
una revisión de fuentes documentales y la realización de entrevistas a trabajadores de la rama de
prensa.
ABSTRACT
Being part of the flexibility strategies that companies have applied in different economic
sectors, outsourcing has become one of the most widespread production trends in recent decades
*
Doctoranda en Ciencias Sociales (UBA). Becaria doctoral del Consejo Nacional de Investigaciones
Científicas y Técnicas (CONICET). Pertenencia institucional: Centro de Estudios e Investigaciones
Laborales (CEIL) del CONICET. Correo: mhenry@ceil-conicet.gob.ar
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since this type of reorganization allows them to adapt to fluctuations in demand and to reduce
fixed operating costs.
This article deals with one of the least studied forms of this phenomenon such as the
outsourcing of tasks to independent workers. We do so by taking freelance journalist of the
Argentinean press as a case study in order to establish the type of employment that is generated
in these production arrangements.
As part of this analysis, we also evaluate the capacity of established occupational classifications
and concepts to grasp the particularities of this form of work that pivots between the market
sphere and the sphere of the employment relationship. In regard to the methodology used, the
results presented derive from a qualitative study which combined the usage of two techniques: a
review of documentary sources and interviews with workers in the press industry.
SUMARIO
*****
Introducción
Con el fin de mejorar su rendimiento comercial y responder de manera más eficiente a los
cambios en los entornos económicos actuales, las empresas llevan adelante un heterogéneo
conjunto de prácticas que tiene como meta la flexibilización de sus procesos productivos.
Dentro de este abanico de prácticas flexibilizadoras, la subcontratación ha ganado creciente
protagonismo, difundiéndose en los más diversos sectores de actividad.
En este artículo, nos ocupamos de una de las modalidades menos estudiadas de este fenómeno:
la subcontratación de tareas hacia trabajadores independientes. Su interés analítico reside en que
trata de un mecanismo de flexibilización que complejiza la definición de la relación laboral y
torna ambigua su naturaleza, dando lugar al interrogante acerca de cuáles son sus consecuencias
para los trabajadores involucrados. En este sentido, este tipo de subcontratación genera de
formas de trabajo ubicadas en “zonas grises” y donde permanece incierto si las mismas deben
ser reguladas por medio de la legislación laboral establecida o, antes bien, debe suponerse la
presencia formas civiles o mercantiles de vinculación. No resulta una cuestión menor teniendo
en cuenta que de estas definiciones se derivan todo un conjunto de protecciones y derechos para
los trabajadores. En este sentido, la subcontratación de tareas hacia trabajadores independientes
nos remite a todo un cúmulo de investigaciones que intenta elucidar el tipo de vinculaciones (no
siempre evidentes) entre flexibilización productiva y desregulación de las relaciones laborales.
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En este artículo nos ocuparemos de abordar estas problemáticas a partir del caso de los
periodistas colaboradores (también llamados freelance) en la prensa escrita argentina. Se trata
de un segmento de trabajadores formalmente independientes pero cuyas actividades responden a
las necesidades de un proceso productivo mayor. En este sentido, nuestro objetivo es analizar
las características que presenta esta forma de movilización de la fuerza de trabajo y, como parte
de este análisis, evaluar críticamente la capacidad de los conceptos y clasificaciones
ocupacionales establecidas para aprehender las particularidades de esta modalidad laboral que
pivotea entre la esfera del mercado y la relación de trabajo.
Los resultados presentados en este artículo se enmarcan en una investigación más amplia que
estamos llevando adelante en el marco de una beca doctoral otorgada por el CONICET, la cual
se interroga sobre la heterogeneización del empleo en los actuales contextos productivos
flexibles, con especial interés en los procesos de individualización y de mercantilización de las
relaciones de trabajo. El caso de los periodistas colaboradores ha sido objeto de especial
atención en una primera fase de esta investigación, cuyos resultados hemos volcado en nuestra
Tesis de Maestría (Henry, 2011).
1
Los nombres de los periodistas colaboradores que nos brindaron sus relatos fueron cambiados por
seudónimos para preservar la confidencialidad de los mismos.
2
Un rasgo destacado de la rama de prensa en Argentina es su alto nivel de concentración espacial. Así, es
notable la existencia en nuestro país del fenómeno de “los grandes diarios” y revistas de amplia
circulación en todo el territorio cuyo foco productor está situado en la ciudad de Buenos Aires. De ahí la
representatividad de estudiar esta actividad en dicho ámbito geográfico.
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1- Marco general de nuestros interrogantes: nuevas formas de organización de la producción
y flexibilización de los vínculos laborales
En primer término, debemos subrayar que la literatura perteneciente a disciplinas tales como la
economía, la sociología del trabajo, el derecho, entre otras, contienen un amplio catálogo de
definiciones para el término subcontratación, lo cual puede causar cierta sensación de
irresolución a quien emprende el estudio de este campo problemático. Como señalan Bronstein
(2007) y Palomino (2000) se trata de un fenómeno que arrastra un problema de definición, que
sigue siendo objeto de debate y reflexión, tanto para académicos como para organismos
públicos que tratan de medir y de intervenir sobre estas realidades.
Frente a esta profusión de definiciones, nosotros hemos optado por adscribir a aquellas
provenientes de la sociología del trabajo, antes que a las definiciones de carácter jurídico o las
que se desprenden de las legislaciones nacionales. En este sentido, hemos considerado
pertinente tomar como punto de partida la utilización de un concepto amplio de subcontratación,
en una investigación cuya pretensión es abarcar el estudio de aquellos tipos de trabajo
subcontratados que, si bien no están formalmente reconocidos como tales, son parte de
esquemas productivo donde las empresas han decidido externalizan actividades a los fines de
reducir sus costos de funcionamiento.
Aquí podemos reproducir algunas definiciones que comparten este enfoque sociológico y que
nos han resultado especialmente sugerentes en términos analíticos. Así, Ermida Uriarte y
Colotuzzo (2009:9) entienden a la subcontratación como “la tendencia empresarial y productiva
a realizar parte de las actividades a través de otras unidades más o menos independientes”. Por
su parte, Iranzo y De Leite (2006:268) definen este concepto como aquellas “formas de
contratación donde no existe una relación de dependencia o de subordinación entre el
contratante y el contratado, o bien esta responsabilidad es transferida a un intermediario, por lo
que también es definida como externalización o tercerización”. Finalmente, Palomino (2000)
señala que el término subcontratación hace referencia a una prestación de trabajo para una
empresa pero que se efectúa fuera de ella, o donde el vínculo con el trabajador es indirecto. Por
lo tanto, la empresa se beneficia con este trabajo externo pero no responde de las obligaciones
propias del vínculo contractual, modificando así un elemento que era natural en la relación
laboral “clásica”. Es decir, el trabajador es contractualmente independiente de la empresa
usuaria de su trabajo pero se subordina a la organización del trabajo fijada por ésta.
empresas pueden aumentar o disminuir según sus necesidades el volumen de fuerza de trabajo
empleada, regular los salarios y al mismo tiempo adaptar las calificaciones profesionales de la
mano de obra, tanto a las exigencias de calidad, variedad y novedad, como a las evoluciones de
las técnicas de producción y de gestión empresarial (Neffa, 2010).
Los procesos de subcontratación asimismo han adquirido múltiples formas y variantes. En este
sentido, ha sido ampliamente estudiado el traslado de actividades desde empresas de gran
envergadura hacia filiales o terceras empresas, lo cual ha dado lugar a la conformación de
complejas cadenas de subcontratación (Novick, 1997; Iranzo y De Leite, 2006) y que incluso
adquieren dimensiones globales. Este proceso de tercerización de actividades se ha visto
facilitado gracias a la conjunción de la evolución tecnológica y la estandarización y
automatización de procesos. En este marco no solo ha ido ganando lugar la subcontratación de
actividades de tipo manufactureras sino también de servicios empresariales cada vez más
sofisticados (Del Bono, 2009, 2010).
Del mismo modo, existen formas más simples de descentralización productiva, pero no por ello
menos significativas, donde un trabajador formalmente independiente se inserta como parte de
un proceso de producción mayor. De esta manera, junto a las formas legítimas de trabajo
independiente (microempresarios, profesionales liberales, artesanos, comerciantes, pequeños
agricultores, etc.), en el último tiempo han surgido todo un nuevo colectivo de trabajadores que
quedan asimilados a dicha categorización a partir de las prácticas de externalización que llevan
adelante las empresas de distintos sectores.
Los medios de comunicación representan uno de los sectores más dinámicos de la economía
actual debido a la enorme demanda de bienes culturales e informacionales que se ha registrado
en las últimas décadas. Esto los ha convertido en espacios privilegiados de inversión
empresarial, con perspectivas de crecimiento sostenida y de diversificación permanente. En este
marco, se han registrado una serie de procesos vinculados a la consolidación y modernización
de estas actividades en todo el mundo. En el caso de nuestro país, fue principalmente durante la
década de 1990 que tuvo lugar una profunda reconversión de todos los segmentos de los medios
de comunicación en el marco de una fuerte desregulación de la actividad, de fusiones y
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adquisiciones empresariales así como de incorporaciones importantes de tecnología en los
procesos de producción. En lo referente a la estructura de propiedad, cabe resaltar que el sector
dejó de estar únicamente formado por empresas monomedia con un capital de origen local y que
fueron conformándose grandes grupos multimedia que operan en distintas ramas (prensa
gráfica, mercado editorial, mercado discográfico, radio, producción y distribución de cine,
conectividad a Internet, etc.) y que responden a una unidad central de decisión, la cual define la
estrategia del grupo (Mastrini y Becerra, 2006).
Mediando todos estos procesos económicos estuvo el fuerte avance tecnológico registrado en el
periodo. El gran desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC’s)
modificó profundamente los procesos de producción y dinamizó el sector en su conjunto
haciéndolo más atractivo como espacio de inversión. Así como la estructura de propiedad
concentrada borró las barreras existentes entre distintos mercados de medios, la convergencia
tecnológica hizo posible la unificación de medios y productos.
En este esquema de renovación permanente, uno de los puntos que las empresas de prensa
buscan adaptar a sus necesidades es su dotación de fuerza de trabajo y la utilización que hacen
de la misma. Particularmente, la organización del trabajo de los periodistas y todo su entorno de
producción se han modificado extraordinariamente en el último tiempo a partir de dos
fenómenos complementarios propiciados por las empresas: un aumento en la productividad de
los periodistas asalariados y la reducción de los costos directos a partir de la utilización de
figuras laborales atípicas.
Respecto del primer fenómeno, cabe señalar que las empresas de diarios y revistas han podido
lograr un aumento en la productividad de sus periodistas de planta fundamentalmente a partir de
la introducción de nuevas TIC’s. El correo electrónico, los flujos de datos permanentes que
permite la internet y el uso de herramientas tan dispares como los teléfono celulares y otro
dispositivos portátiles son medios que las empresas periodísticas han puesto en servicio de una
producción más abundante y eficiente. Los periodistas pueden estar “conectados con su trabajo”
de forma casi permanente y trabajar en los lugares y momentos más diversos, utilizando estos
soportes tecnológicos para procesar y generar mayores volúmenes de información en menor
tiempo. De esta forma, en este sector la tecnología ha permitido un proceso productivo casi
continuo así como una adición de tareas inéditas para los redactores, que paulatinamente han
adoptado un perfil polivalente y “multimedia”: no solo deben investigar y plasmar sus hallazgos
en un texto, sino que también se les demanda tareas de fotografía, de grabación y edición de
audio y videos, moderación de foros, entre otras actividades. El conjunto de estas dinámicas
demarca una tendencia bien definida hacia un progresivo proceso de intensificación del trabajo
que ha sido documentado en las redacciones de distintos países del mundo (Jones et al., 2008;
Boczkowski, 2009; Rieffel; 2001).
Otra práctica adicional que propician las empresas, también destinada a aumentar la
productividad, es la “reutilización de contenidos”. Así, las notas que un periodista realiza para la
empresa contratante luego son reproducidas en otros medios y soportes del grupo multimedia de
pertenencia. De esta forma, se abaratan los costos de producción y se resiente la cantidad de
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mano de obra empleada a partir de una sinergia donde los mismos trabajadores generan
contenidos para varias empresas. De más está decir que esta reproducción no conlleva ningún
reconocimiento monetario adicional para los redactores.
El periodismo tiene una larga tradición de trabajo freelance, tal como ocurre en otras industrias
culturales, y el recurso a esta figura laboral no es un fenómeno nuevo. En este sentido, el
Estatuto del Periodista Profesional (EPP) 3 contempla la existencia de los colaboradores pero
con carácter de excepción: personas requeridas transitoria o accidentalmente para generar la
información sobre acontecimientos determinados y que serán remuneradas por cada crónica o
comentario (artículo 65). Aquí debemos señalar dos cuestiones importantes: primero, la labor de
estos trabajadores debe corresponder a tareas no habituales de la empresa y segundo, vinculado
con lo anterior, el EPP pone como límite para las empresas que estos periodistas solo puedan
escribir hasta veinticuatro colaboraciones anuales. Una vez que supera ese número de notas, el
trabajador adquiere la calidad de “colaborador permanente”, que implica una relación de
dependencia con su empleador, permitiéndole acceder a todos los beneficios del contrato de
trabajo y del EPP 4 .
De esta manera, el EPP buscó contemplar la necesidad fortuita por parte de las empresas de
contar con periodistas contratados para cubrir hechos puntuales o para contar con informadores
conocedores de temas específicos en una coyuntura dada. Pero cuando esta supuesta
eventualidad se convierte en una práctica recurrente debemos vincular esta práctica de las
empresas con una dinámica de reducción de costos: el sistema de remuneración por unidad de
trabajo les permite adaptarse a las fluctuaciones de la actividad y reducir los costos fijos que
implica una plantilla de trabajadores estables. En este sentido, esta estrategia puede inscribirse
en la lógica de la sub contratación o externalización ya que apunta a que los equipos de
redacción permanentes sean cada vez más restringidos (Aubert, 2007). Así, lo nuevo del
fenómeno de los colaboradores reside en el volumen creciente que han ido ganando dentro del
proceso productivo, lo cual a su vez da cuenta de un cambio cualitativo en el papel que hoy
ocupan en los procesos de producción. Concebida para fines muy distintos, la mayoría de las
empresas de diarios y revistas ha adoptado esta figura laboral como mecanismo de empleo
rápido y de bajo costo, haciéndola parte estructural de su negocio.
En nuestro país no existe todavía ningún registro exhaustivo sobre la dimensión del empleo -
formal o informal- de la prensa escrita y este vacío estadístico es casi total en el caso de los
periodistas colaboradores, donde las condiciones en las cuales desarrollan sus tares (ausencia de
3
La ley 12.908 conocida como el Estatuto del Periodista Profesional regula las condiciones laborales para
el trabajo en empresas periodísticas, revistiendo un carácter más protectorio que lo establecido en la
legislación laboral vigente para la generalidad de los trabajadores. Esto se deben a que el EPP reconoce
los fuertes componentes constitucionales en la profesión y la alta exposición e influencia social de la
misma (Arese, 2004).
4
Un aspecto importante a señalar es que si bien el periodista sigue cobrando por pieza de trabajo, bajo
esta nueva categorización puede acceder (entre otros beneficios) a una indemnización en caso de no ser
requerido por su empleador. Este aspecto le provee cierto grado de certidumbre acerca de su continuidad
laboral.
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registro, intermitencia, eventualidad) impiden efectuar mediciones concretas. De todas formas,
el sindicato de la actividad (Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires) y nuestros
informantes claves han ratificado la realidad de esta tendencia referida al crecimiento de la
proporción de colaboradores por sobre los periodistas estables, en base a indicadores indirectos
tales como la reducción del empleo en blanco en el sector y el achicamiento progresivo de las
redacciones.
En términos teóricos, las categorías ocupacionales se relacionan con el tipo de inserción que los
individuos tienen en la producción social y, más específicamente, con el tipo de relaciones
sociales de producción en las cuales se insertan (Pok, 1992). Según el Instituto Nacional de
Estadísticas y Censos, es posible identificar las siguientes categorías ocupacionales:
Población
Económicamente Activa
Trabajadores Trabajadores familiares sin
independientes remuneración
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Trabajadores Patrones
A partir de sus rasgos, se vuelve evidente que los trabajadores independientes son el anverso de
los asalariados, ya que se definen por la ausencia de relaciones de subordinación. Luego, dentro
de los independientes se puede diferencia dos grupos en función de la tenencia o ausencia de
trabajadores a cargo en relación de dependencia. Los patrones son “aquellos que trabajan sin
relación de dependencia -es decir que siendo únicos dueños o socios activos de una empresa
establecen las condiciones y formas organizativas del proceso de producción- y emplean como
mínimo una persona asalariada. Aportan al proceso de producción los instrumentos,
maquinarias o instalaciones necesarias” (INDEC, 2003). Por su parte, se consideran como
trabajadores por cuenta propia “a aquellos que desarrollan su actividad utilizando para ello
sólo su propio trabajo personal, es decir que, no emplean personal asalariado y usan sus propias
maquinarias, instalaciones o instrumental (INDEC, 2003).
Ahora bien, cabe señalar que el concepto de trabajo independiente por cuenta propia no se
encuentra libre de problemas de delimitación conceptual y empírica, principalmente debido a
que abarca un universo ocupacional muy amplio. Al respecto, Casalí y Ohaco (2009) señalan
que uno de los rasgos distintivos de este grupo su alta heterogeneidad, ya que incluye una
amplia gama de actividades, desde profesionales con elevados niveles de ingresos hasta
trabajadores con ingresos de subsistencia. Sin duda, estas disparidades implican una desigual
distribución de los riesgos y de la vulnerabilidad, es decir, de las capacidades para afrontar las
consecuencias de la inestabilidad de los ingresos (Bertranou, 2007).
Otra manera de “abrir” la categoría de trabajo independiente por cuenta propia es desbrozándola
a partir de un criterio que reviste especial importancia analítica: el carácter voluntario o no que
éste asume para dichos trabajadores. Esta distinción nos permite establecer en qué medida se
5
Las clasificaciones nacionales suelen converger hacia la Clasificación Internacional de la Situación en el
Empleo (CISE) modificada la última vez en 1993. La CISE-93 clasifica los empleos de acuerdo con el
tipo del contrato de empleo explícito o implícito (oral o escrito) que la persona tiene con otras personas u
organizaciones.
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trata de una situación libremente elegida por las eventuales ventajas que conllevaría o, antes
bien, de una situación de refugio en contextos de deterioro de la situación económica o de
imposibilidad de alcanzar la condición de empleado asalariado. Al respecto, Lepore y Schelser
(2006) señalan que la interpretación predominante de la evolución del cuentapropismo argentino
hasta la década del setenta establecía que esta modalidad de trabajo correspondía a individuos
de personalidad independiente, poco afectos a la subordinación jerárquica, con cierta
disposición a asumir riesgos, con algún grado de iniciativa y capacidades de gestión de negocios
a micro-escala. Pero no todas las actividades llevadas a cabo en forma independiente pueden ser
definidas en términos de “opción”, señalan los autores, y menos en un marco de deterioro del
mercado de trabajo como las décadas de 1990 o de flexibilización productiva extendida como en
la actualidad. Es probable que en gran medida la composición de esta categoría ocupacional sea
fruto de condicionamientos del contexto y situaciones de necesidad antes que de elecciones
voluntarias. Particularmente en países en desarrollo como el nuestro, bajo el cuentapropismo se
constata un amplio espectro de actividades que operan con niveles de rentabilidad tan bajos que
sólo permiten obtener ingresos mínimos de subsistencia, sin posibilidad alguna de acumulación
(Lepore y Schelser, 2006).
De esta forma, en diversos ámbitos es creciente la preocupación por el aumento del trabajo
asalariado precario que adopta la forma de trabajo independiente y que se han convertido en una
zona gris de difícil abordaje para la autoridad laboral (Bertranou, 2007). Se trata de situaciones
que los trabajadores se ven obligados a aceptar por su necesidad de una fuente de ingresos, que
los sitúa en una individualización extrema y los arroja por fuera del campo protectorio de la
normativa laboral.
Los colaboradores son periodistas que se caracterizan por el hecho de que venden unidades de
trabajo (artículos, notas) a uno o varios compradores, en este caso diarios o revistas. Existen
básicamente dos estrategias por medio de las cuales logra vender su trabajo. Una forma consiste
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en presentar “sumarios” (resúmenes acerca del contenido de las futuras notas) en distintos
medios que, si eventualmente le interesan al editor las comprará. Otra posibilidad es que el
editor le encargue las notas al colaborador, lo cual generalmente sucede cuando ya existe cierta
vinculación duradera de intercambios. En ambos casos, el editor de cada sección o suplemento
es la persona que, a nombre de la empresa, se encarga de asignar qué contenidos serán
realizados por el personal de planta y cuáles serán provistos por colaboradores. Esto se define en
base a criterios editoriales y asimismo, en base a los recursos presupuestarios con que cuenta
cada sección.
A primera vista, podría parecer que los periodistas colaboradores son profesionales freelance,
que están en condiciones de hacer valer sus calificaciones en el mercado y de practicar el
“emprendedorismo”. Se podría conjeturar asimismo que la posibilidad de trabajar en varias
publicaciones significaría la posibilidad de gestionar sus trayectorias y de mejorar sus ingresos a
partir de la diversificación laboral. Sin embargo, cuando nos acercamos a las realidades
cotidianas de los colaboradores y conocemos a partir de sus relatos los pormenores de su
modalidad laboral, encontramos que probablemente estos beneficios solo son accesibles a un
escaso número de periodistas de gran renombre y trayectoria. La situación de la mayor parte de
estos trabajadores, es bastante diferente y se halla caracterizada por toda una serie de
desventajas provenientes de los arreglos y prácticas prevalecientes en la modalidad en que
desarrollan su actividad.
“Vos facturás de la misma manera que factura la empresa que lleva café o papel higiénico. O
sea, es lo mismo. Estamos como… somos proveedores”. (Natalia, colaboradora)
“Cuando vos hacés una factura para cualquier medio, te tenés que dar de alta como proveedor.
¡Y es raro darte de alta como proveedor! Porque provees notas pero… es como una forma de
tratamiento de la colaboración… pero no es una colaboración, es la provisión de… Es ¡raro!
Se va de Estatuto, no sé”. (Germán, colaborador)
En este punto, resulta importante interpretar las ramificaciones y los significados que conlleva la
inscripción de los periodistas colaboradores cómo monotributistas en el marco de un esquema
productivo flexibilizado, como el de la prensa. Vale señalar que el Monotributo es un régimen
(de alcance nacional) que consiste en un impuesto integrado sustitutivo de tres contribuciones
mensuales: el Impuesto a las Ganancias, al Impuesto al Valor Agregado y las cotizaciones fijas
de seguridad social (aporte previsional y obra social), al cual pueden adherirse los trabajadores
independientes (patrones y cuentapropistas). Su creación en 1998 tuvo como objetivo
simplificar el cumplimiento de las obligaciones impositivas y previsionales de los pequeños
contribuyentes, incorporar a los trabajadores informales a la seguridad social y reducir la carga
y costo que los trámites de las prestaciones y pagos representaban para el contribuyente (Salim
y D’Angela, 2006).
Pero lo que nació como un régimen de seguridad social creado para facilitar la cobertura a un
grupo considerado vulnerable, fue desvirtuado en la rama de prensa donde las empresas
rápidamente adoptaron este instrumento normativo para registrar de alguna manera el trabajo de
los periodistas colaboradores sin tener que asumir las cargas laborales correspondientes. Así,
bajo esta modalidad de contratación, lo que las empresas periodísticas realizan es una
transferencia de riesgos, entregando una determinada actividad a trabajadores formalmente
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independientes que operan bajo su propia responsabilidad y que deben hacerse cargo de los
costos de producción de sus notas.
Más importante aún, la existencia de estos acuerdos de tipo comercial evita que las empresas
tengan que asegurar cierta continuidad laboral para los colaboradores y que, por el contrario,
puedan hacer uso de su fuerza de trabajo de acuerdo a sus necesidades puntuales. En este
sentido, el principal problema que aqueja a estos trabajadores es la imposibilidad de prever si
podrán mantener un flujo de trabajo regular en el mediano-largo plazo.
“Pero yo sé que esto no va a durar mucho. Ahora llevo un tiempo para nada mal. Pero
también tenes que aceptar eso: que quizás la semana que viene se me caen un par de medios y
listo. Como me pasó. Una vez me fui de vacaciones escribiendo para siete revistas y cuando
volví de vacaciones llamo a la editorial para preguntar cómo arrancábamos el año y me
dijeron: “no, no te necesitamos más”. ¡Y de repente me quedé sin nada! Las siete revistas se
fueron”. (Diego, colaborador)
Sin embargo, esta precariedad en gran medida permanece encubierta porque, como sostiene
Poblete (2008), el Monotributo ha devenido una “categoría vacía” bajo la cual quedan
registradas una infinidad de formas de movilización de la fuerza de trabajo, algunas
genuinamente autónomas y otras de dudoso estatus. En este sentido, la autora señala el papel
paradójico que juega este régimen: por un lado, sirve para regularizar la situación de numerosos
trabajadores verdaderamente autónomos pero, por otro, permite el ocultamiento de relaciones de
trabajo, convirtiéndose en una especie de “comodín” que otorga registro y legalidad a cualquier
forma de inserción laboral.
La falacia que supone este tipo de vínculo de tipo comercial-civil queda en evidencia cuando se
verifica que la relación de los periodistas colaboradores con las empresas editoras
frecuentemente conlleva unos niveles muy altos de subordinación operativa. De esta manera,
aunque en sus formas, la vinculación aparezca como jurídicamente independiente, debería
otorgarse el carácter de relación laboral a un sinnúmero de situaciones que hemos encontrado en
nuestro trabajo de campo donde se puede verificar una prestación regular de tareas y donde
existe un fuerte acatamiento a las directivas de las empresas en la realización de las mismas. A
través de la figura del editor, las empresas de diarios y revistas imponen a los periodistas
colaboradores un conjunto de exigencias en términos de calidad del producto, de cuestiones
relacionadas con la exclusividad total o parcial del mismo y, más importante aún, de los plazos
de entrega.
Como señala Aguilar (2009) para casos análogos (trabajadores independientes en situaciones
laborales endebles), la imposibilidad de estos trabajadores para determinar las condiciones de su
trabajo y los términos en los que ofrecen su prestación laboral da cuenta de lo ficticio de su
condición de independiente. Quienes demandan sus servicios y que a primera vista parecen
“clientes” son, al mismo tiempo, sus “empleadores” ya los vínculos con estas empresas exigen
la disponibilidad casi permanente y, asimismo, les reportan la mayor parte de los ingresos de los
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cuales dependen para subsistir. Sobre esta dimensión de los ingresos nos ocuparemos en la
próxima sección.
“Es otro tema de agarrada con los editores. Vos los estas llamando ‘che, ¿qué onda? ¿Me vas
a publicar esto?’. Hubo meses que fueron terribles. Un mes de este año, no me acuerdo cuál,
me la pasé laburando y no cobré… Cobré una mierda, tipo $200 porque ¡no me había
publicado nada! Lo cobré dos meses después pero yo decía: ‘¿Cuál es la onda? ¿Trabajo y no
cobro?” (Natalia, colaboradora)
6
Estos argumentos también pueden ser hallados en el campo del derecho. Así, existe una corriente dentro
de esta disciplina que cuestiona la pertinencia del criterio de subordinación jurídica (sumisión técnica a
las órdenes de otra persona) como indicador único y suficiente para la delimitación del campo de
aplicación del derecho laboral. Por eso propone también prestar atención a la dependencia de tipo
económica como base para determinar la existencia de una relación de trabajo (Nicod y Paulin, 2011).
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ya es como que perdí un poco la noción de qué es una nota bien paga”. (Carolina,
colaboradora)
- Y las tarifas vienen dadas, ¿no? ¿Vos te podes sentar a negociar eso?
- Bajo ningún punto de vista. No tenes chance. En cuanto levantás la voz sobre eso, podés tener
problemas. Porque el mercado está tan pauperizado que si no estás vos, viene otro. Siempre va
a haber un colaborador que por esta plata haga la nota. (Ana, colaboradora)
También hay que subrayar que la cantidad de notas que pueden generar nunca puede ser
demasiado elevada (en torno a tres o cuatro por semana, según lo narrado por nuestros
entrevistados) debido al tiempo que conlleva elaborar cada una. De esta forma, aunque quisieran
generar más dinero, estos trabajadores tienen un límite material e intelectual para aumentar su
productividad. Además, estos ingresos nunca son ganancia neta ya que también cubren aquellos
costos asociados a su trabajo y de los cuales se desentienden las empresas: viáticos, compra y
mantenimiento de los insumos y herramientas, tarifas de servicios (teléfono, celular, internet),
entre otros.
En suma, es evidente que si bien los periodistas colaboradores están insertos en marcos que los
alientan a comportarse como si fueran empresas individuales, en la mayor parte de los casos se
trata de una condición ficticia e inviable. Reciben ingresos escasos, disociados de cualquier
regulación y sujetos a las arbitrariedades de cada editor o empresa. Asimismo, la inestabilidad
propia de su trabajo no les permite generar un horizonte de previsibilidad y, menos aun, algún
margen de acumulación que permita pensar que estos trabajadores llegan a esta modalidad
laboral atraídos por las ventajas económicas de la misma. Antes bien, se trata de trabajadores
precarizados cuyo posicionamiento en la esfera del mercado los enfrenta a una individualización
extrema y a una serie de desventajas que se ven obligados a aceptar en un contexto donde las
empresas son reticentes a contratar personal fijo para las redacciones.
Conclusiones
En este texto hemos expuesto una serie de hallazgos referidos a una actividad laboral específica
como el periodismo freelance pero que hemos situado en el marco de un interrogante más
general que apunta a examinar de qué forma la proliferación de formas flexibles de producción
en las economías actuales conlleva la configuración de formas de movilización de la fuerza de
trabajo que se alejan de trabajo asalariado clásico. Particularmente, nuestras inquietudes se
hallan referidas al creciente uso que hacen las empresas de trabajadores independientes como
parte de esquemas de externalización productiva, lo cual ha dado lugar al surgimiento de
modalidades laborales híbridas que presentan características tanto del empleo en relación de
dependencia como de la simple actividad comercial independiente. El interés analítico de este
fenómeno radica en que conlleva una indeterminación respecto del conjunto de derechos y
protecciones que le corresponden a quienes desempeñan estos trabajos, en tanto no resulta
evidente si deben ser regulados por medio de la legislación laboral establecida o, antes bien,
debe suponerse la presencia de formas mercantiles de intercambio.
Retomando estos ejes analíticos, nuestras indagaciones apuntaron a conocer el tipo de trabajo
que se configura para los periodistas colaboradores de la prensa escrita, tanto en términos de sus
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características intrínsecas como del tipo de articulación que éstos tienen con un proceso
productivo más amplio. Así, hemos mostrado que esta modalidad de contratación constituye
para las empresas un mecanismo de flexibilización para reducir el personal fijo de las
redacciones y proveerse de contenidos a través de trabajadores externos a menor costo.
La cabal comprensión de estos procesos más amplios es lo que nos permitió poner en cuestión
la pregonada independencia y la fachada de “profesionales autónomos” que los periodistas
colaboradores parecen tener a simple vista. En este sentido, hemos señalado que si bien
constituyen trabajadores formalmente independientes, en la práctica operan bajo importantes
condicionantes provenientes de las empresas, dando lugar a la hipótesis de que son trabajadores
dependientes sumergidos o externalizados. A los fines de afinar aun más nuestro análisis,
tomamos en consideración una segunda dimensión referida al grado autonomía económica del
cual gozan los periodistas colaboradores y aquí también encontramos que carecen de un margen
de maniobra y de elección que sea concordante con su condición de independientes. Sus
ingresos dependen de pocas empresas que los requieren de manera asidua (y no de una
“multiplicidad de clientes”), debiendo someterse a las (bajas) tarifas que unilateral y
arbitrariamente aquellas les ofrecen.
Por último, cabe mencionar que nuestras indagaciones nos llevaron a reflexionar acerca de la
eficacia y las limitaciones que presentan las categorías teóricas vigentes a la hora de aprehender
las especificidades de aquellas formas de movilización del trabajo que oscilan entre el trabajo
independiente y el subordinado. En este sentido, consideramos que aquellos estudios que
emprendan un examen en profundidad del mercado laboral actual deberán hacer uso de
herramientas conceptuales más refinadas y elaboradas, que sean capaces de captar los
solapamientos existentes entre las distintas formas ocupacionales y que puedan ir más allá del
aspecto formal y externo de las mismas para llegar a sus contenidos reales.
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