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Primer Parcial de Teoría Social III

Institución: CeRP del Este.


Fecha: 21-06-21.
curso: 3° Sociología.
Docente: Marcel Fernández.
Nombre: Emanuel Echartea.
C. I: 5:130.869-5
Bibliografía:
➢ Berger, P. L. & Luckmann, T, (2003) La construcción social de la realidad. Amorrortu
Editores.
➢ Colón, C. (1892) Relaciones y cartas. Librería de la Viuda de Herrando y C°.
➢ De Sousa, Santos, B., (2009) Una Epistemología del Sur. Siglo XXI.
➢ Durkheim, E. (1893) La división del trabajo social. Lea.
➢ Dussel, E., (s/f) El “giro descolonizador” desde el pueblo y hacia la segunda
emancipación. Departamento de Filosofía de la UAM .
➢ Fanon, F. (1961) Condenados a la tierra. Matxingune Taldea.
➢ Harari, Y. N. (2011) De animales a dioses. Debate.
➢ Quijano, A., (2000) Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina. Centro
de Investigaciones sociales (CIES).
Artículo de prensa:
➢ Horton, J., (Junio 19, 2020) Racismo en EE.UU.: 6 gráficos que muestran cómo ha
cambiado la situación de los afroestadounidenses desde los años ‘60. BBC News.
https://www.bbc.com/mundo/noticias-53045291

Figura 1: Libro: El Laberinto de la Soledad, Octavio Paz.


En una carta referida en abril de 1493 por Cristobal Colón a Luis de
Santangel podemos leer una descripción de la población hallada en La Española:
No encontré entre ellos, como se presumía, monstruo alguno, sino gentes de mucho
obsequio y benignidad. No son tan negros como los etíopes: sus cabellos son aplastados y
caídos, no habitan donde hieren más vivamente los rayos del sol, (…) [para compendiar mi partida
y vuelta a sus Altezas] he de presentarles cuanto oro se necesite, y tanta cantidad de aromas, de
algodón, almáciga, que se encuentra sólo en Quio, y tantos esclavos para el servicio de la marina,
cuantos quisieren exigir su Majestades. (1892, pp. 224-225)
De tal presentación podemos extrapolar (al menos) dos categorías descriptivas que se
subsumen a una superior, el color de piel de los indígenas encontrados en La Española y el
valor de Ser de los tales, reconocido similar al oro, aromas y especias, y esto no se debe a
que su valor sea isomórfico al oro en tanto metal precioso, sino como mercancía, fuente de
riqueza. Ambas categorías descriptivas, dijimos, se subsumen a una superior: la raza. Es
propio de la sociedad humana una cierta tendencia a la jerarquización, aún cuando homo
sapiens carecía de la capacidad de abstracción necesaria para conceptualizar la cultura, se
regía por matriarcados y patriarcados superlativos. Los pueblos primigenios se unían en
relaciones mecánicas de solidaridad (Durkheim, 1893) legitimando la dominación por parte
de uno o una de los miembros con arreglo a su subsistencia. Estas relaciones sociales se
complejizan con el advenimiento de la revolución agrícola (Harari, 2011), en el devenir de la
Historia su complejidad ha ido en aumento. Las relaciones de poder son intrínsecas a toda
relación social, y esta se legitima mediante distintas categorías analíticas, en tanto la
complejidad de dichas relaciones aumenta, más acrecienta en complejidad su legitimación
(Berger y Luckmann, 2003, p. 118).
En la conferencia de introducción al III Congreso Latinoamericano y Caribeño de
Ciencias Sociales, el Dr. Anibal Quijano presenta la cuestión abordada como legitimada en
una diferencia “natural” entre individuos dada de forma fundamental. La relación de
desigualdad social relativa a la raza intenta fundamentarse un una narrativa biológica, a
saber, el color de piel. La raza es ilógicamente sostenida en carácter estratificador en la
estructura de poder implicada por la colonialidad, pues su categoría implica un
epifenómeno, lo cuál no puede aplicarse como tal debido a su naturaleza dada, es decir, el
valor del Ser se construye por representaciones inherentes a la persona y naturales a la
humanidad. Este fundamento carece de lógica en tanto los actores del sistema no tienen
libertad de construir respecto a su valor, sino que les viene dado de nacimiento. Si
suponemos que el valor de la identidad humana es subjetivo decimos que se construye a lo
largo de la vida, entonces carece de fundamento lógico legitimar el mismo bajo un factor
que le es inherente. Todo aquel discurso respecto a la identidad que se sostenga en un
supuesto científico responde a un interés de dominación. No obstante, Quijano sostiene que
la categoría racial de estratificación se mantiene a partir de la conquista europea ligada al
color de piel, como vimos también en el fragmento citado de la carta. En esto apoya su idea
de que colonialidad-decolonialidad representa la principal contradicción de nuestro tiempo,
en que mientras la promesa base de la modernidad es la igualdad en la estructura social, el
concepto de raza no unicamente se mantiene, sino que se reproduce con la constante
producción y complejización de la red de relaciones sociales. Mientras el concepto de raza
persista, tanto la igualdad como la emancipación serán un contrasentido. En afán de
presentar algo de luz sobre estas diferencias, procedemos a citar algunos números y
porcentajes respecto a los Estados Unidos de Norteamérica partiendo de las diferencias
raciales: según gráficos del Urban Institute de USA mientras el promedio de riqueza familiar
en familias blancas alcanzaba los U$S900 mil, promediaba U$S100 mil para
afrodescendientes y U$S150 mil para hispanos. “Investigadores del Instituto Brookings
dicen: "La brecha patrimonial refleja una sociedad que no tiene ni ofrece igualdad de
oportunidades para todos sus ciudadanos"1 Según el Buró del Censo de EE. UU., al 2018 el
20,8% de afrodescendientes (8.9 millones) vivían en situación de pobreza mientras el 8%
de blancos vivían en la misma condición. En relación con la educación superior, el 26% de
afrodescendientes cursaron una carrera de 4 años, frente al 37% de blancos al 2019.
Considerando desempleo y salarios, el desempleo de afrodescendientes al 2020 es de un
4,4% más alto que el de blancos, 16,8% frente a un 12,4% y en cuanto a salarios, una
familia afrodescendiente percibe un 40% menos de salario de una familia blanca. Respecto
1 https://www.bbc.com/mundo/noticias-53045291
a la participación política, de 432 congresistas: 52 son afrodescendientes, 43 hispanos, 14
asiáticos, 4 nativos y 319 blancos, y de 100 senadores: 3 afrodescendientes, 5 hispanos, 3
asiáticos, ningún nativo y 89 blancos. Los números demuestran que no es posible sostener
un discurso de igualdad y emancipación sosteniendo un concepto de raza.
Si bien citamos el caso estadounidense, las relaciones de dominación colonial
perviven explícitas de forma global. Según Boaventura de Sousa Santos “Europa ha
contenido siempre muchas Europas, algunas dominantes, otras dominadas. Estados Unidos
de América es la última Europa dominante; como las previas ejerce su poder incuestionado
sobre las dominadas” (2009, p. 226). Al hablar de relaciones de dominación aquel que
ejerce el poder no implica un sujeto sino una categoría conceptual, no es el dictador quien
preside una dictadura sino que es la categoría conceptual de dictador quien la preside
encarnándose en actores que aseguren la función dictatorial. De la misma forma la
categoría racial que representa al hombre blanco europeo es aplicada actualmente por
USA. A este respecto Quijano refiere que a partir de la colonización americana todos somos
indígenas, en la relación con la Europa imperial que representa hoy día USA, como en el
pasado representaron Mongolia, Roma y Grecia. La distancia ocurrida a partir de la
modernidad es que el relato de la dominación se sostiene en que la historia de la gente es
racialmente constituida, organizada y diferenciada, tal narrativa aun se mantiene. Quijano
entiende que el colonialismo implica la relación de dominación entre etnicidades diferentes,
mientras la colonialidad intenta mostrar una historia de los pueblos que depende de su
“naturaleza biológica” por tanto es adecuado hablar de colonialidad del poder.
Es posible que el colonialismo cesara con la emancipación americana frente a la
dominación europea (puede ser debatido), sin embargo la colonialidad sigue legitimada
principalmente de forma implícita. Según Frantz Fanon el colonizador lleva a cabo sus
“esfuerzos para llevar al colonizado a confesar abiertamente la inferioridad de su cultura
transformada en conductas instintivas, a reconocer la irrealidad de su nación y, en última
instancia, el carácter desorganizado y no elaborado de su propia estructura biológica”
(1961, p. 82.). La colonialidad implica una desvirtualización del concepto propio del ser
colonizado, de la dignidad fundamental en todos sus valores (Dussel, s/f, p. 45), tanto su
cultura, su forma de percibir, conocer y relacionarse con su Universo exterior e interior son
transustanciados a la sustancia del colonizador. “La posterior constitución de Europa como
nueva id-entidad después de América y la expansión del colonialismo europeo sobre el
resto del mundo, llevaron a la elaboración de la perspectiva eurocéntrica de conocimiento”
(Quijano, 2000, p. 203). El autor explica en la mencionada conferencia que los conceptos
propios del colonizado se redefinen ante la lógica del colonizador a partir de la biologización
del poder. El americano interioriza lo que al hace al europeo europeo, siendo uno en
sustancia y sustenta “la elaboración teórica de la idea de raza como naturalización de esas
relaciones coloniales de dominación entre europeos y no-europeos” (op. Cit.) El nativo
americano no sabe que es americano hasta que un europeo se lo hace saber, es por tanto
que Quijano refiere a una subversión epistémica. Mientras la episteme hegemónica
eurocéntrica se sostiene, los colonizados interiorizan aquello que los coloca en condición de
colonizados, entonces el carácter único de la episteme supone dominación. La dualidad
cristiana aplicada a las relaciones cuerpo<>alma y naturaleza<>razón sustituye su
percepción monista del animismo y deviene en una relación así mismo monista entre
colonizador y colonizado. En la relación de su primer viaje de “descubrimiento” hacia
América Colón escribe:
espero en nuestro Señor que Vuestras Altezas se determinarán á ello con mucha diligencia para
tornar la Iglesia tan grandes pueblos, y los convertirán, así como han destruido aquellos que no
quisieron confesar el Padre, y el Hijo, y el Espíritu Santo; y después de sus días, que todos somos
mortales, dejarán sus reinos en muy tranquilo estado, y limpios de herejía y maldad. (1892, p. 59)
Presenta esta un testimonio de cómo la colonización trasciende el ámbito material y
subyuga el epistémico (la pesada carga del hombre blanco). La subversión epistémica
implica una heterogeneidad de formas de percibir y relacionarse con el mundo. Por lógica
hegeliana, una única episteme alternativa se enfrentaría a la hegemónica creando en
síntesis una nueva hegemonía, sin embargo la heterogeneidad de epistemes reconoce
propiamente el valor del Ser, no en base a una categoría preconcebida como es la raza,
sino a la subjetividad de la Historia humana y de la estructura social y sus actores.

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