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Revista de Pricoandlisis de la Asoc. Psic de Madrid (2001), n° 32 La contratransfevencia* (1959/1960) PAULA HEIMANN Fue un placer para mf aceprar la invitacicin a participar en este simp sio, y creo que el recuerdo de uaa ocasién anerior, en la cual el Dr. For ham y yo intercambiamos ideas, tuvo algo que ver con mi decision. Ademiés, me alegré mucho volver a ene: la oportunidad de pensar « nuevo sobre un problema tan fundamental que aparece en nuestro traba diario, y de retomar mi anterior trabajo sobre la contratransferencia, al cu habia hecho referencia el Dr. Fordham, y poder comparar mis puntos « vista de entonces (Heimann, 1950) con mis ideas actuales y con las ideas « otros autores. Me complace pensar que mi trabajo estimulé Ia discusié sobre el tema. A partir de entonces han aparscido otros trabajos que h: hecho aportaciones imporeantes. Mi pequefio trabajo fue resultado de unas observaciones que me mot) varon a prestar atencién a los problemas de la contratransferencia. eos Supervisiones observaba que muclios candi por esecer inhumanos, al no haber compren ido las recomendaciones ¢ Freud (1910-1919), particularmente cuando comparé la actitud del anali: ta_con la del cirujano. Los candidatos sentfar. tanto temor. y -culpabi cuando surgian en, ellos sentimientos hacia sus pacientes, que los apart: ban a través de la represién y técnicas de regacién, en perjuicio de s trabajo. Pero no era sblo porqee perliaa siuslsialad eo ot coseopeise eventos dentro de Ia situaci6n analitica, al se tirse tan preocupados y conflicto con ellos mismos, sino porque utilizaban también defensas cor tra el paciente, aferrindose a la teoria 0 al pasido del paciente, y ofreciez do interpretaciones intelectuales muy intelige tes. Ademés, tendfan 2 pa * Ete trabajo fue preseatado en un simposio sobre la con ratransferencia organizado por la Se ibn Médica de la British Psychological Society en Londres, cn 1959. Se publcaron los trabajos ¢ analists jungianos y freudianos ea la British Journal of Medical I sychology, 33, 9 (1960). Paula Heiman + por alto, u omitir, comentatios sobre la transferencia positiva con sus utesias consiguientes, yescoger arbitrariamente elementos de transferen- regativa, porque de esta manera se sentfan més seguros de conseguir objetivo de «fria imparcislidad>. Se les escapaba que gran parte de | hestilidad sobre la c 5 fa reaccién del paciente al sentirse_ azado y no comprendido. "Frecuentemenie, cuando Tas interpretaciones de un candidato parecian + toralmente fuera de cualquier rapport con su paciente, yo le preguntaba _ pi era To qué realmente habia sentido, A A menudo oouria qua sais de 1 reais Tabi es ado correcamente ef punto estat ¥en aber podido sostener sus scsi de gorse cuenta de que en caso d haberlos considerado como rispuesta a un proceso en su paci ‘repido muchas probabilidade: de descubrir a qué habia fepandiday Nani “mente, en dichas orasione: el candidato se daba cuenta también de sus opios problemas personales sin resolver, los cuales motivaban su transfe- acia al paciente, problemas que podia luego devolver a su propio andlisis sun aspecto Util de la expericncia de supervision. Sin embargo, serfa un ex1or considerar el problema de la contratransfe- cia exclusivamente como los tipicos errores de un principiante. Lo he scubierto ea mi propio trebajo, ¢ incluso han mencionado este tipo de ficulkad analistas con mucho més experiencia que yo. Quisiera repasar brevemente los puntos esenciales que presenté en mi abajo anterior. La situacién analitica es una relacién entre dos personas. Lo que dife- cia esta relacién de otras no es la presencia de sentimientos en uno de los urticipantes, el paciente, y st ausencia en el otro, el analista, sino la intensi- ed de sentimientos que exp:rimenta el analista y el uso que hace de ellos, zndo estos factores interdependientes. El objetivo del propio anilisis del talista no es convertirle en in cerebro anico capaz de producir inter- uciones sobre [a base de un procedimiento puramente intelectual, sino_ Sonn frre niin cu ga de Satan cova hice cient "A 5 Junto con su atencién f otante libre y constante, la cual le permite al aalista escuchar simultdnean ente a muchos niveles, le hace falta una sensi- lidad emocional que aparece espontineamente, para poder percibir y se- sir de cerca los movimientcs emocionales y las fantasfas inconscientes de tpsciente, Al comparar las emociones que se despiertan en él mismo con contenido de las asociaciones de su paciente, y la calidad del estado de aimo y de la conducta de és:e, el analista dispone de medios para compro- ar si ha comprendido o no a su paciente. esto que las emociones violentas de cualquier ad de pensar claramente, ¢ impulsan a la acciGn, Por consiguiente, p sulta demasiado intensa, frustraré tipo, dificultan la capacid: : si ls respuesta emocional del analista re su objetivo. ‘ . . Para la mayoxfa de los aspectos de su trabajo, el analista experimentado tiene una sensibiidad emocional més extensiva que intensiva, discriminativa y méuil, y sus sentimientos no los vive como problemas, Sus «instrumen- fen situaciones en las cuales se da cuenta de su tOs» funcionan bien. Pero st 7 pepleidad insane senmisios bars iuence de agus preocupacién que no parécen adecuados para su valoracién de lo que pasa__ Sri dimacién anil Eatin momento dado de su espera —la espera es Hecesaria para no interferir COn un proceso continuo en su paciente, y para no complicar aun mas una situacién confusa con interpretaciones irrelevan- tes y confusas— comprende qué es lo que ha estado pasando. En cuanto comprende a su paciente, pass eral a 000 entender sus propios sentimientos; desapa~ #éce [a perturbacién emocional, y puede poner en palabras para el paciente,_ su cial, dandole sentido. He dado un ejemplo de esta clase porque era facil describirlo. Podria haber dado otros ejemplos que, sin embargo, hubieran necesitado una des- cripcién mucho més larga. Me he dado cuenti de que el Dr. Fordham esta también familiarizado con el problema de elegir vifietas elinicas. Mi conclusién anterior fue que la contratransferencia representa un instrumento de investigacién de los procesos inconscientes del paciente, y que las perturbaciones de mis propios sentimientos se debjan a un intervalo ( de tiempo entre Ia comprensi6n inconsciente y la comprensién consciente. En aguella ocasién no intenté analizar Ias razones de esta diferencia de tiempos, ni tampoco intenté descubrir las influencias de la transferencia en mis sentimientos alterados, ya que mis objetivos principales eran erradicar la idea de un analista «sin sentimientos», inhumano, y mostrar el significado operacional de la contratransferencia. De paso, quisiera mencionar que he tenido ocasién de ver que mi~ trabajo también dio lugar a algiin malentendido, ya que algunos candida- tos que, con falta de sentido critico, se referian a mi trabajo para justifi- carse, basaban sus interpretaciones en sus sentimientos. Como respuesta a cualquier pregunta, decian: «mi contratransferencia», y parecfan poco dis- estos a contrastar sus interpretaciones con los hechos reales de la situa~ cidn analitica Vista la interdependencia de los conceptos de transferencia y contra transferencia, quisiera durante un momento volver a la época pre-analitca, antes de que Freud descubriera la transferenci El terapeuta tenia el papel 53 ie ia mucho mejor. Este alivio mang. del agin muy dramitico, se debia denen procedimiento lel médico, y confirmaba su utili ¥ médico estaban unidos en ins Prepésitos, los dos aliados, por deci ash comes he objetos pasados de Pacients, que sparecian en sus reeverdon ta fuerza de sus afectos @impulses, Saeed lad. Paciente Dr. Fordham, la institucién del anilisis didécti- icitamente en la «escuela suiza de analistas». De £0 que Freud acredits expli 330, quiero seiialar el error de Jung, {a universalidad de la transferencia, L. que en otras formas de terapia, no se Mientras que el terapeuta no hiciera otra cosa que administrar una de- terminads agencia terapéutica a su paciente —es deci, animar al pacienve a que dejara aflorar recuerdos, y descargar sus afectos contenidos hacia sac objetos pasados— bastaba su formacién psiquidtrica normal, Pere cusndle I, relacién paciente-médico se convertia en el escenario donde que el paciente acuuaba sus impulsos violentos, convencido inconsientemente de que se originaban a partir de las actividades y conducra del analists, el mismad ta euta se convertia en agencia terapéutica y necesitaba de una formacion especial para protegerse a si mismo y a su paciente de la posibilidad de implicarse emocionalmente o reaccionar frente a actuaciones de fete El concepto de la cont icia fue descrito muy brevemente por Esa To Tosi como un negate a ae fos sentimientos inconscientes del analistas,y exigié.que fuese reconocida y superada, Para muchos analistas la contratransferencia no es otra cosa que una tansferencia de parte del analista,y creo que se sienten apoyados por el hecho de que Freud se referiaa ella sin definiisn alguna, y que la vinclaba con uns advertencia que ya era familiar con respeto a la wransferencia, Mantengo, como he dicho anteriormente, que tal como lo sugiere el prefijo neu tico que sobrevive> (en el analista). Si este potencial es tan fuerte que analista no puede resolverlo, y si en el andlisis de prueba el paciente demuestra ningtin progreso,' el analista debe ‘legar a la conclusién que nc el terapeuta idéneo para este paciente en panicular, y debe derivarlo ao analista. El segundo tipo: las reacciones hacia aspectos parciales del pacier aparece posteriormente, dentro de una situacién analitica ya estableci Constituyen las verdaderas contratransferencias. . En su anilisis de un ejemplo de la «contratransferencia sinténica> define ast las interpretaciones apropiadas, o parte de ellas: «Ahora entiendo porqué no le contesto a sus preguntas; es igual que con su padré. Usted me hizo como su padre por la misma persistencia de sus preguntas, alas cuales usted no espe Taba respuestar. Vistos los comentarios tedricos anteriores del Dr. Ford ham, creo que el necesitarfa mas comentarios.

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