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Teoría de

la Vida Moral

por JOHN DEWEY

Prefacio de ARNOLD ISENBERG


Univorsldad de Staníord

l. HERRERO HERMANOS, SUCS.. S. A.


MEXICO
Titulo de la obra en inglés:
THBORY OF me MORAL LIFE
© 1960 by Holl, Rinchart and Winston, Inc.
Traducción al español de:
RAFAEL CASTILLO Dimwox

Prefacio

© DERECHOS ¡IESERVADOS EN LENGUA


ESPAÑOLA POR HERRERO Hnos.
Svcs., S. A., DE COMONFORT No. 44,
Mmm», D. F., PROHIBIDA LA RE'
PRODUCCIÓN TOTAL o PARCIAL sm EXCEPTUADA la "Introducción" que sigue a estas páginas, el pre«
EL PERMISO DE Los EDITORES. sente volumen es una transcripción pura y simple de la Parte II
de la Etica de Dewey y Tufts, segun' la edición corregida de 1932.
Este prefacio tiene por objeto exponer aquellas razones por las
que se ha considerado necesario publicar nuevamente dicha
porción del libro en este año centenario del natalicio de Dewey.
Podría yo ahorrar al lector las justificaciones y explicaciones
m'dicando que la presente edición, truncada como está (aunque
no compendiada), es sólo un tributo natural y oportuno a la
memoria del gran filósofo, pues aunque: a) dificilmente hay un
capitulo o una página escrito alguna vez por Dewey que no se
catalogue bajo el titulo de filosofía moral (práctica) en el sentido
más o menos amplio de la expresión; b) desde los pnm'eros días
Primera edición en español, septiembre de 1965
de su carrera se dedicó a redactar escritos, bocetos y libros de
texto relativos a la ética en aquel sentido más estricto y redu-
cido en el que no se incluyen, por ejemplo, How We Think o la
finam'ente moralista Quest for Certainty y en el que es dudoso
que quede comprendido el pnn’cipal tratado de pedagogía de
Dewey, Democracy and Education. Pero c) entre sus libros y sus
mn'umerables artículos dedicados a los problemas de ética, mn'-
guno es de una vez tan completo en su extensión sobre notables
cuestiones de filosofia' moral desde hace mucho reconocidas,
como este libro de texto primario destina'do a usarse en las
Printed m" Mexico' aulas; tan minucioso en su examen de estas cuestiones y tan
Impreso en México claramente expresivo en las posiciones a que el maduro filósofo

5
6 PREFACIO PREFACIO 7

había llegado.l An'adamos en su honor que Dewey, maestro, bajo se divide en tres partes. La primera, escrita por el profesor
“educador” y hasta pedagogo desde los primeros años de su Tufts (según se nos informa en su prefacio), se titula: “The
edad adulta, escasamente comprendió la diferencia entre un li- Beginnings and Growth of Morality“ (Principios y Desarrollo
bro dirigido a los profesionales, otro para uso del vulgo y un de la Moral). Los materiales que la integran son tomados en
tercero destinado a la instrucción de estudiantes universitarios gran parte de la historia y la etnologia. Es una especie de
novatos. Algunos pasajes, en concordancia con la dificultad de historia natural del sentido moral, desde los primeros m'dicios
sus respectivos temas, son más difíciles que otros; algunos son de razón y conciencia cn el instinto individual y en la vida
también excepcionalmente dificiles porque Dewey no ha desen- colectiva a través de algunas de sus expresiones más articuladas
tran'ado por entero su contenido, pero todos por igual y en la en Israel, Grecia y Roma; su alcance está muy cerca de com-
misma medida son representativos de un estudiante hablando a cidir' con los que en muchos textos compendia'dos y prunan"os
estudiantes, de un filósofo a filósofos y de un vejado ser humano se llaman los "datos de ética" materiales o pre-éticos. La segunda
a sus semejantes. He descubierto, en consecuencia, que al pedir parte. escrita por Dewey, lleva el titulo de: “Teoría de la Vida
seme consejo acerca de: “¿Qué leer pn'mero?," no lic podido Moral” y consta de seis capitulos que incluyen casi todos los
decir sino "lea cualquier cosa," añadiendo mentalmente que si elementos del trabajo conjunto, que caen bajo la jurisdicción de
el texto llegara a ser la Lógica, el lector se ahogan'a en un mar la que en tiempos de Dewey y en nuestros días se llama con
de confusiones, de las que, sin embargo, no saldría peor librado. énfasis "ética normativa," “filosofía moral" o “teoría ética.” En
Y por lo que respecta a Dewey y Tufts en particular, durante la tercera parte, “The World of Action" (El Mundo de los Actos),
diez años "usé" este libro con provecho en clases a las que que se aventura a aplicar las lecciones de teoría moral a cues—
asm'tían numerosos estudian‘tes de pnm'ero y segundo año. Pero tiones públicas contemporan’eas (por ejemplo, el individualismo
cuando un candidato al título de doctor me pregunta cómo pre- y el colectivismo, la legislacio"n fabnl', la Ley Sherman, la innu-
pararse mejor (siempre en un plazo increíblemente corto) para gración y el im'puesto sobre la renta), Dewey fue el autor res-
ponsable de dos capítulos y Tufts de cm'co. La medida en que
el examen profesional de Etica y Teoría de los Valores, no en-
cuentro nada mejor que decir que: “¿Sabe algo de los principios el libro fue un producto en colaboración es in'dicada por es-
de Aristóteles? ¿Conoce teorías de Hume y Kant? Muy bien; lea ta observación que aparece en el prefacio: “. . .cada uno de los
o relea con cuidado Principta' Ethica y lea la Parte II de la autores ha aportado sugerencias y críticas al trabajo del otro en
grado suficiente para hacer de todo el libro un trabajo con-
Etica de Dewey y Tufts cuidadosamente."2
junto.” Hay algo entonces de Tufts en la participación de Dewey,
Abandonamos aquí la exposición de la optm"ón que tiene el
que sm' embargo sigue siendo la participación de Dewey.
du'e'ctor de esta reedición acerca de que un conjunto de aproxi-
La aportación de Dewey ha sido además extraída de una
madamente ciento setenta páginas encuadernadas en un acadé-
mioo libro de texto de ética es representativo de los mejores matnz‘ a la que no estaba muy estrechamente ligada. La Parte II
vmo' a ocupar el sitw’ adecuado entre las partes I y III, pero de
esfuerzos de uno de los pnme'ros filósofos modernos, para volver
mn'guna manera es dependiente en lo que respecta a la coheren-
a los hechos concemientes a la presente edición. Tanto en la
cu' de su argumento de nada de lo que viene antes o después. La
primera edición corno en la corregida de Dewey y Tufts el tra.
presente selección no es "m'completa" en ninguno de sus extre-
l Naturaleza Humana y Conducta, publicado entre la pnm'era mos; sena' un desengaño para el director de esta edición si un
y segunda ediciones de Dewey y Tufts, adopta pom"ones Similares buen lector se formara la opim"ón de que lo es.
Sie'mpre gine su tema se superpone con el de este ul’tun‘o y tiene Habiendo mostrado asi por qué puede quedar aislada la Parte
muchas gresiones vigorosarnente críticas sobre los males de la II, tal vez deberia dar por mi parte razones que justifiquen la
sociedad moderna y los errores del pensamiento moderno. Es tal vez omisión de las partes I y III. La colaboración de Tufts en
mejor en su presentación de los materiales que se encuentran en el
capitulo II del presente volumen, pero omite los puntos fundamentales la pnm'era parte ha sido sobrepasada por treinta o cuarenta años
de discustón' que se tratan aqui en los capítulos IV, V y VI. ¡de investigación en genética, antropologia cultural, prehistoria,
2 Si el tiempo disponible es más que increíblemente corto, lo Ius'tona' antigua y sobre todo ética descriptiva; pues es posible
mejor que se puede escoger de Dewey es el capitulo X de The Quest hoy día saber mucho más de lo que él pudo conocer acerca de
for Certainty.
PREFACIO
PREFACXO

los sistemas y fragmentos de doctn’nas tradicionalmente estable que el presente volumen de Dewey, si no se acompaña y combina
cidos que han prevalecido en algunas partes del mundo. Sena‘ con otras lecturas, producirá en el estudiante medio un efecto
injusto decir que Tufts es "anticuado" puesto que todavia puede de monotonía: pero un libro dc lecturas aisladas, sin un autor
leersele con provecho, pero para quien busque obtener este pro principal que sirva de punto de referencia, impondría al instruc-
vecho, siempre está el libro de Dewey y Tufts, que aún se tor y los estudiantes el esfuerzo verdaderamente tremendo de
trn'prime y que todavía se encuentra disponible cn la mayor parte cómo encontrar en dicha colección de articulos un tema orga-
de las grandes bibliotecas del pais. mza'do, cuando sus autores se enfrentan unos a otros atravesando
En cambio, los capitulos dc Dewey y de Tufts en la parte lll un pequeño número de fronteras no muy bien definidas. (Creo
no llamarían la atención de nadie, a excepción quizá del histo que este problema fue llamado alguna vez, como se le sigue
m’dor del muy reciente pasado, por ser anticuados debido a los llamando en estética, el problema de la unidad y variedad). El
resultados de la m'vestigación. Son interesantes así como pro- texto de Dewey, que ciertamente no carece de variedad intema,
vechosos, pero presumen que hay de parte del lector (lo que se ofrece en cambio a los instructores como un medio de unión
creo que no debe presumirse de un estudiante de los cursos con el que los matices de los grandes moralistas pueden man-
contemporáneos de ética), un verdadero interés por las cuestio- tenerse todos en un solo conjunto, hasta donde el semestre lo
nes que afectaban a una generación anterior: cuestiones rela- permita.
tivamente muertas como la elección directa de los senadores, el Los seis capitulos examinan, con razonable minuciosidad, un
tm'puesto gradual sobre la renta. la prohibición de las bebidas mayor agrupamiento de cuestiones entrelazadas en materia de
alcohólicas y‘ el sufragio femenino, así como una serie de cues- ética que el que puede verse en el estudio usual de Aristóteles,
tiones relativamente vivas aunque presentadas en un contexto San Agustm’, Hobbes, Butler, Hume, Kant, Bentham, Sidgwick o
arcaico, como el m‘dividualismo y el colectivismo, la libertad de Moore y nos dan así un estimulante texto auxiliar para el curso
pensamiento y expresión, el nacionalismo, la paz y la guerra. El de ética.
estudiante serio de Dewey se esfonará por leer toda o casi toda La labor del director de esta edición ha resultado notable-
la parte III, pero me parece que un’icamente la parte II es la mente fácil. Por exigente que haya podido ser en cuanto al estilo
que conserva toda la vitalidad y agudeza que tenia cuando la lei o substancia de una página o de algun' pasaje, no he encontrado
por pnm'era vez en 1932. fundamento para alterar una sola frase de la edición de 1932, ni
Queda una palabra por decir a los instructores de ética. menos —innecesario es decirlo- para hacer adiciones o interpo-
Nuestro objetivo (el del dir'ector de esta nueva edición y el lacioncs editoriales. Un texto que logra en tan gran parte su
editor), ha sido producir un libro cómodo y ágil para su uso propósito de introducir al lector a la filosofía moral, tampoco
en las aulas. Si el de Dewey y Tui'ts, que fue una vez y durante se beneficiaría intentando explicar el significado de los concep-
mucho tiempo el libro de texto modelo en este campo, ha caido tos de Dewey por medio de notas a pie de págm‘a. Si una frase
en desfavor en los últtm'os diez o vem'te años, no es porque esto o un párrafo pareciera obscuro, lo que debe hacerse es leerlo
denote una repentina' o gradual depreciación de la obra de Dewey. de nuevo y si todavía no se entiende con claridad volverlo a leer.
Significa solamente que se están probando otros métodos para Las correcciones se han limitado, por lo tanto, a algunos errores
hacer frente al sempiterno problema del instructor. ¿Cuál es de imprenta anteriormente inadvertidos y al arreglo de algunas
el problema del instructor de ética? Le gustaría leer y hacer referencias ocasionales (principalmente en las bibliografías) que
que sus alumnos leyeran bastante extensamente algun' autor, se hacen retrocediendo a la parte I o anticipándose a la parte
alguien que emprendiera la tarea de atravesar el campo, lo III del libro de Dewey y Tufts.
que seria, en efecto, un libro de texto. Pero no le gustaria Agradezco a Charlotte Furth su ayuda en mi tarea.
verse forzado, por el tamaño del libro de texto y por su precio,
a excluir a todos aquellos otros autores, históricos y modernos, A. l.
que están representados en una antología tan útil como las Stanford, California
Teorías Etica: de Mclden y una gran variedad de clásicos que
pueden conseguirse editados en rústica. Con toda franqueza digo 16 de febrero de 1960.
Contenido

Pág.
Prefacio

Introducción 13

Naturaleza de la teona' moral 21

Il. Fines, el bien y la sabiduría 49


Ill. Rectimd, deber y lealtad

La norma de aprobación y la virtud 112


.Iu‘

Juicio y conocnm"ento morales HS


VI. El yo moral 174
Indice 207
Introducción"

5 l. DEFINICIÓN Y MÉTODOS

EL LUGAR ADECUADO para la definición precisa de un asunto


está al fm'al de su m'vestigación y no al principio, pero una
breve definición nos servirá para delirm"tar el campo. La ética
es la ciencia que trata de la conducta en lo que respecta a que
se le considere correcta o equivocada, buena o mala. La con-
ducta asi considerada puede llamarse "conducta moral" o
"vida moral." Puede expresarse lo mismo de otra manera,
diciendo que la ética tiene por objeto dar una explicación
sistemática de nuestros juicios acerca de la conducta, sien
pre que estos juicios la evalu'en desde el punto de vista de lo
correcto o lo equivocado, lo bueno o lo malo.
Los términ'os "ética" y “ético” se derivan de la palabra
griega ethos que originalmente significaba costumbres, usos,
especialmente los correspondientes a un grupo a distinción
de otro, y que posteriormente vino a significar disposición,
carácter. Se parecen, por tanto, a la palabra latin'a "moral,"
derivada de mares o a la alemana sittlich, de Sitten. Como

' Tomado de Etica, págs. 3-5, y 6-9.


13
14 TEORÍA DE LA VIDA MORAL
INTRODUCCIÓN 15

veremos, fue en las costumbres, “cthos” o "mores," donde la este aspecto de la conducta. La ética debe emplear sus me’
moral o ética comenzó a aparecer, pues las costumbres no todos y resultados en este aspecto de su problema, así como
eran simplemente formas habituales de obrar; eran formas emplea la psicología para el examen de la conducta cn su
aprobadas por el grupo 0 sociedad, y obrar contrariamente lado interno.
a las costumbres del grupo acarreaba una severa desapro- Pero la ética no es simplemente la suma de estas diversas
bación. Esta no podría tal vez formularse precisamente en ciencias. Tiene un problema propio que es creado precisa-
nuestros términos —correcto o equivocado, bueno o malo- mente por este doble aspecto de la vida y la conducta. Tiene
pero la actitud era la misma en esencia. Los términos ética que relacionar estos dos lados, tiene que estudiar el proceso
y moral tal como se aplican a la conducta de hoy implican interno, en lo que es determinado por las condiciones exter-
naturalmente un tipo de vida mucho más complejo y avan- nas o en Io que cambla‘ esas condiciones externas, y el
zado que las antiguas palabras “ethos” y “mores,” de la mis- comportamiento externo o la institución que lo rige, en lo que
ma manera que la ciencia de la economía se ocupa de un es determinado por el propósito interno o en lo que afecta
problema mucho mas' complejo que "el manejo de los bienes a la vida interna. Estudiar la opción y el propósito es psico-
domésticos," pero los terminos tienen un valor distm‘to si logía, estudiar la elección en lo que es afectada por los dere-
sugieren la forma en que la vida moral tuvo su origen. chos de otros y juzgarla correcta o errónea de acuerdo con es-
Dar una explicación científica de los juicios sobre la te criterio, es ética. 0, repitiendo la comparación, estudiar una
conducta significa encontrar los principios que son la base corporación puede ser economia, sociología o derecho; estu-
de esos juicios. La conducta o vida moral tiene dos aspectos diar sus actividades como resultantes de los propósitos de
obvios. Por una parte, es una vida con una finalidad; im'plíca las personas o como factores que afectan el bienestar de las
pensamiento y sentimiento, ideales y motivos, valoración y personas y juzgar sus actos como buenos o malos, desde este
elección. Estos son procesos que deben estudiarse por mé- punto de vista, es ética. ..
todos psicológicos. Por otra parte, la conducta tiene su lado
externo. Tiene relaciones con la naturaleza, y especialmente
(3‘ 2. LA MORAL COMO UN DESARROLLO
con la sociedad humana. La vida moral es provocada o esti-
mulada por ciertas necesidades de la existencia individual y
Actualmente, los biólogos, psicólogos y sociólogos estan'
social. Como Protágoras lo expresó en forma mítica, los
muy lejos de ponerse de acuerdo acerca del relativo papel
dioses dieron a los hombres un sentido de justicia y de reve
desempeñado en la formación y carácter del individuo por la
rencia, a fin de hacerlos capaces de unir'se para la mutua
herencia, el medio ambiente y por sus propias preferencias
preservación.x Y a su vez la vida moral tiende a modificar
y hábitos. De manera semejante, en la historia de las razas y
o transformar tanto el medio natural como el social, para
culturas, la importancia de la raza, del poder económico
edificar un "reino del hombre" que será también un orden
y otras fuerzas sociales, así como de los grandes hombres, es
social ideal, un “rem'o de Dios." Estas relaciones con la na-
evaluada de diversos modos por los antropólogos, los his-
turaleza y la sociedad son estudiadas por las ciencias bioló
toriadores y otros estudiosos de este complejo problema.
gicas y sociales. La sociología, la economía, la politica, el
Para nuestro objeto, admitiremos que todos esos factores
derecho y la jurisprudencia se ocupan particularmente de
entran en el desarrollo moral, aunque algunas veces puede
1 Platón, Pratágoms, págs. 320 y sigtes. ser conveniente distinguir entre lo que hace la naturaleza,
¡6 TEORÍA m: LA va MORAL INTRODUCCIÓN 17

lo que hace la sociedad y lo que por sí mismo hace el indivi luchan, construyen habitaciones y dan alimento y protección
duo cuando escoge, piensa, opta entre varias alternativas y a sus hijos. El proceso de su racionalización requerirá al
forma los hábitos y el carácter. principio un mayor uso de la inteligencia para satisfacer esas
Podemos encontrar también conveniente distingulr' tres mismas necesidades. Se manifestara’ en ocupaciones que re-
niveles de comportamiento y conducta: l) el comportamien- quieren destreza, en la industria y el comercio, en la utili-
to que es motivado por diversos impulsos o necesidades de zación de todos los recursos para acrecentar el poder y la
orden biológico, económico o de otra índole no moral (v. gr. felicidad del hombre. Pero racionalizar la conducta es tam-
la familia, la vida, el trabajo) y que, sm' embargo, tiene im'- bién introducir nuevos fines. Esto no sólo permite al hom-
portantes efectos sobre la moral; 2) el comportamiento 0 bre obtener lo que quiere; cambia la clase de objetos que de-
conducta en que el individuo acepta con relativa poca refle- sea. Esto se exterioriza en lo que el hombre hace y en lo
xio'n crítica, las normas y reglas de su grupo tal como están que se ocupa. Debe tener, por supuesto, alimento y abrigo;
in'corporadas a las costumbres o mares; 3) la conducta en pero también hace templos, estatuas y poemas; elabora mi-
la que el individuo piensa y juzga por sí mismo, considera tos y teorías del mundo, lleva a cabo grandes empresas en
si un propósito es bueno o correcto, decide y escoge, y no cl comercio o gobierno, no tanto para satisfacer deseos o ne-
acepta las normas consagradas de su grupo sin reflexión. cesidades corporales como para experimentar la sensación
Aunque esta manera de considerar por separado dichos de desarrollo del poder. Crea una vida familiar que se eleva
niveles tiene la ventaja de dar un concepto claro de las eta- a un nivel superior por medio del arte y la religión. No vive
pas y factores del desarrollo moral, es importante recordar sólo de pan sm'o edifica gradualmente una vida de razón.
que nm'gun' individuo maduro está por completo en un solo Psicológicamente, esto significa que aunque al pnn'cipio que-
m‘vel. Todos nacemos en famflias, todos nos dedicamos a remos lo que nuestro cuerpo reclama, muy pronto llegamos
actividades que desarrollan el pensamiento, todos somos a desear cosas que interesan a la mente. A medida que con
miembros de algun’ grupo social y estamos sutilm'ente mol- la memoria, la ima'ginación y la razón nos formamos un yo
deados por sus normas, todos pensamos y escogemos en al más continuo, permanente y mejor organizado, requerim'os
gunas ocasiones. una clase de bien mucho más permanente e ideal para sa-
Si, en vez de considerar separadamente los factores y tisfacernos. Esto da origen al contraste entre el yo material
fuerzas que determinan el desarrollo moral, observamos el y el yo ideal, o dicho en otra forma, entre el mundo y el
proceso de desarrollo tal como se presenta ahora en un nm"o espíritu.
y, como hasta cierto grado se ha presentado en la his'tona' El lado socializan'te del proceso de evolución requiere
de aquellos pueblos que más han mfl'uido en la presente vi- una mayor capacidad para entrar en relación con otros seres
da moral de Europa y América, podemos describir’ este pro- humanos. Como el desarrollo de la razón, es tanto un medio
ceso como aquel en que el hombre se hace más racional, más como un fm'. Tiene sus raíces en ciertos hechos biológicos
social y fm‘almente más moral. Examm‘emos brevemente ca- —impulso sexual, patemidad, parentesco—- y en las necesi-
da uno de estos aspectos. dades de mutuo apoyo y protección. Pero las asociaciones
La pnm'era necesidad del organismo es vivu" y desarro- asi formadas implican una gran variedad de actividades que
llarse. Sus primeros irn’pulsos y actividades son, por lo tan- provocan nuevos poderes y fijan nuevos fines. El lenguaje
to, conseguir alim'ento, defenderse y satisfacer otras necesi- es una de las primeras de esas actividades y un pnm'er paso
dades mm'ediatas. Los hombres primitivos comen, duermen, hacia la socializa'ción más completa. La cooperación en to-
(mu no n um Munt

da clase dv: empresas, el mlrrramhiu dc scnncim y bncnes. la


punkxpm'ion en las me: socm'les. las ¡sochcium-s para di-
versos fines. hs insn'mn'um's de la sangre, ¡a lamxha, e! go
bnonm‘ y la rrh'pón‘. ludns ellas aumentan enurmrmcmc el
poder del indin'duo. Por ulra parte. cuando éste emm cn
esas n'huones v. se coman-me en nm-m’bm de todos esos or-
ganismos. inevitablemente sufre una transformación en sus
intereses, Pss'oolo‘kamente este es un proceso de conforma-
ción de un yu son“ La inu'ucion' y la sugesuó'n. la sun‘path Teoría de la Vida Moral
y el afecto y los proposilos e interest: comunes son coadvu'
vames cn h for-mamon de ese yu. A medida que los diversos
kmwlsos, emociones' y prupósilos quedan más defm‘idamen
¡e orgamudos’ en (al unidad. se hace posible que lo; m’kem
¡es de los demís se contrapungan a aquel!“ In'lexem que
¡e ceninhun’ en el bkn exclusivamente indin'dunl. El qui;
mo “sente y el ¡Jlruismu se baten ¡»sibles Los ¡Mau
¡es prupws‘ y los de los demás pueden drum al plano de
los derechos y la justicia.
Todo esto no es ¡un el progreso moral en el sentido mts
cumplen). El prv‘rno han) una conducta nus racional y
más unen] es la condicion' indispensable, pero no única, de
limon! quscneccsiuesquehmnducu más mcíonnl
y uxul' se ulore como buena y como (al se la prefiera y
mu". 0 a) ténmms‘ de cummi, que la ley ptescn'u por
h MW o h runn' debe masidenrse conscientemente
mo correcta. usarse mm nonna y respetnrse como obllp’
tom. Esw nos da el «mirate emm lo supenor’ y lo inferior,
como un objen'ïo causante, no mel-¡mente como una cues-
tan de nulos El": la puma entre el interes propio y el de
los dem“ 1! plano de los derechos personales y de la justi-
ch. del W delibendo o la benevolencia, Finalmente da
h ha: para un. omnuac'lón' ¡al de lu opciones sociales y
naomi“, que el W y; log-ado puede ¡segunrse per-
manentemente m cuanto n! hábilu y carácter ¡dqulfidos,
mmm: h alma, h lucha entre el deber y h im‘lirmiOn.
la Chuan cantante. ¡unan hacia una nueva meta
Capitulo I

Naturaleza de

BIBLIOGRAFIA GENERAL
la teoría moral

Entre las obras que han tenido la máxima m'fluencia sobre el


desarrollo de la teon'a de la moral, figuran: de Platón, los diálogos
titulados La República, Las Leyes, Protágoras y Gorglas'; de Aristó-
teles. La Erica; de Cicerón, De Fim'bus y De Officiis; de Marco Aure-
lio, Meditaciones; de Epicteto, Conversaciones; de Lucrecio, De Re-
rum Natura; de Santo Tomás de Aquino, (seleccionada y traducida
al m‘glés por Rickaby bajo el título de Aquinas Ethicus); de Hobbes,
El Leviatán; de Spln'oza, La Etica; de Shaftesbury, Charactens'tics
e Inquiry concerning Virtue; de Hutcheson, System of Moral Phil!) 5 MORALIDAD REFLEXIVA Y TEORÍA ÉTICA
sophy; de Butler, Sermons; de Hume, Essays, Principles of Marais;
de Adam Smith, Theory of Moral Sentiments; de Bentham, Princi-
ples of Marais and Legislation; de Kant, Critica de la Razón Práctica LA DISTINCIÓN INTELECTUAL entre la moralidad habitual y la
y Fundamentos de la Metafísica de la Etica; de Comte, “Física Social" reflexiva es marcadamente clara. La pnm'era basa la norma
(en su Curso de Filosofia Positiva); de Mill, Utilitarismo; de Spencer. y las reglas de conducta en el hábito ancestral, la segunda
Principw's de Etica, de Green Prolegómenos a la Ettc'a; de Sidgwick,
apela a la conciencia, la razón o algun' principio que Lm‘plica
Métodos de Ettc‘a; de Selby-Bigge, Morahs'tas Británicas, 2 vols. (una
conveniente colección de selecciones). pensamiento. La distinción es tan lm'portante como defm1“-
da, ya que desplaza el centro de gravedad de la moral. Sm'
embargo, es más bien relativa que absoluta. Un cierto grado
de pensamiento reflexivo debe haber entrado ocasionalmen-
te en los sistemas que en su mayor parte se fundaban en las
necesidades y usos sociales, mientras que en la moral con-
temporánea, aun cuando la necesidad de juicio crítico es más
reconocida, hay una mm'ensa porción de normas de conducta
que meramente se acomodan al uso social. Por lo tanto, en
los párrafos subsecuentes haremos hincapié en la diferencia
en principio entre la moral habitual y la reflexiva, en vez
de tratar de describir diferentes épocas históricas y sociales.
En materia de principios, se forjó una revolución cuando los
profetas hebreos y los videntes griegos aseveraron que la
conducta no es verdaderamente conducta a menos que nazca
21
22 TEORÍA DE LA VIDA MORAL NATURALEZA DE LA TEO‘RÍA MORAL 23

del corazón. de deseos y afectos personales o de la íntima ciones de su gobierno. ¿Cómo sabremos quién de entre los
visión personal y de la elección racional. maestros, sean individuos o estados, tiene la razón? ¿No hay
El cambio fue revolucionario no sólo porque desplazó a otra base para la moral que esta base fluctuante? No basta
la costumbre de la posición suprema, sino más aún porque con aprobar o reprobar, premiar o castigar, ordenar o prohi-
entraño’ la necesidad de criticar las costumbres e institucio- bir. La esencia de la moral, se afirma implícitamente, es sa-
nes existentes desde un nuevo punto de vista. Normas que ber la razón de esas instrucciones de consuetud, cerciorarse
eran consideradas por los devotos de la tradición como la del criterio que asegure que sean justas. Y en otros diálogos
base del deber y la responsabilidad fueron denunciadas por se asevera con frecuencia que aunque la masa debe acatar la
el profeta y el filósofo como fuentes de corrupción moral. costumbre y la ley sin conocimiento íntimo de ellas, quienes
Ellos proclamaron la vacuidad de la conformidad externa e hacen las leyes y establecen las costumbres deben tener
m'sistieron en la limpieza del corazón y la claridad de la mente un pleno y seguro conocimiento de los principios perdura-
como condiciones previas de toda conducta genuinamen- bles en que se basan, pues de otra manera un ciego sería el
te buena. lazarillo de otro ciego.
Una de las principales razones que sostienen el perma- No existe diferencia fundamental entre la sistemática teo
nente m’terés que el pensamiento griego ofrece para el mun- ría moral, que es el tema general de esta segunda parte de
do occidental es que registra con tanta claridad la lucha por nuestro estudio, y la reflexión a que se dedica un individuo
lograr la transición de la conducta habitual a la reflexiva. En cuando intenta encontrar los prm‘cipios generales que deban
los diálogos platónicos, por ejemplo, se representa a Sócra- dirigir y justificar su conducta. La teoría moral comienza,
tes suscitando constantemente la cuestión de si la moral puede en germen, cuando alguien pregunta: “¿Por qué debo obrar
enseñarse y se introduce algun' otro pensador (como Pro- así y no de otra manera? ¿Por qué esto es correcto y aquello
tágoras en el diálogo de ese nombre) que señala que la habi- m‘debido? ¿Qué derecho tiene nadie a reprobar esta manera
tuación a las tradiciones morales existentes es en realidad de obrar y a imponer aquella otra?" Los nm"os 1m"cian al me-
enseñada, pues los padres y los maestros previenen contm'ua- nos una salida al camino de la teoría cuando sostienen que
mente a los jóvenes "indicándoles que un acto es justo y otro los mandatos de los mayores son arbitrarios, que son sim-
in'justo, uno honroso y otro deshonroso, uno santo y otro im- plemente cuestión de que éstos últimos están en posición su-
pío." Y cuando un joven sale de la tutela paterna, el estado perior. El adulto entra en ese camino cuando en presencia
se encarga de esa labor, pues "la comunidad los obliga a de una perplejidad moral, de una duda acerca de qué es lo
aprender las leyes y a viv1r' según las normas establecidas justo o más correcto hacer, intenta encontrar la salida por
medio de una reflexión que lo conduzca a algun' prm'cipio
por ellas y no de acuerdo con sus propios caprichos."
que considera digno de confianza.
En respuesta, Sócrates plantea la cuestión de los funda-
mentos de tal enseñanza, de su derecho a que se la considere La teoría moral no puede aparecer cuando hay una firm‘e
convicción acerca de lo que es bueno y lo que es malo, pues
como una enseñanza genuina de la virtud y señala en efecto
entonces no hay ocasión para la reflexión. Surge cuando los
la necesidad de una moralidad que será estable y segura si
hombres se ven frente a situaciones en las que diferentes de-
se basa en principios constantes y universales, ya que padres
seos prometen bienes opuestos y en las que parecen estar
y maestros difieren en sus mandatos y prohibiciones; diferen-
moralmente justificados cursos de acción incompatibles. So-
tes comunidades tienen leyes distintas y una misma comuni-
lamente tal conflicto de buenos fin'es y de normas y reglas del
dad cambia' sus hábitos con el tiempo y con las transforma-
24 DE LA VIDA JHORAL
TIEORÍA NATURALEZA DE LA TEORÍA MORAL 25

bien y del mal requiere la m'vestigación personal de las bases más gratitud y devoción por el país que lo ha amparado y
de la moral. Una crítica conjunción de circunstancias puede nutrido, pero cree que esta guerra cs injusta o, tal vez, tiene
ocurrir, por ejemplo, cuando una persona pasa de la segura la convicción de que toda guerra es una forma de asesm'ato
existencia hogareña a la tensa vida de los negocios en com» y, por lo tanto, es mala. Un lado de su naturaleza, un con-
petencia y encuentra que las normas morales que se aplican junto de convicciones y hábitos lo i'ndücc a dar su aquies-
en la primera son m‘aplicables en la segunda. A menos que cencia a la guerra, otra parte íntima de su ser protesta. Se
se deje llevar simplemente a la deriva, acomoda’ndose a cual- dcsgarra entre dos deberes, experimenta un Conflicto entre
quier presión social que sea la dominante, sentirá el conflio los valores incompatibles que le presentan sus hábitos de
to. Si trata de enfrentársele mentalmente, buscará un prin'ci- ciudadanía y sus creencias religiosas respectivamente. Has-
pio razonable por medio del cual decidir en dónde está real- ta este momento, nunca habia sentido una lucha entre ambos
mente lo justo y, al hacerlo, entra en el dominio de la teoria sentimientos; había coincidido y se habían reforzado mutua-
moral, aunque lo haga inadvertidamente. Lo que se llama mente. Ahora tiene que escoger entre lcaltadcs y convicciones
teoría moral no es sino un plantearm'ento más consciente y morales contradictorias. La lucha no es entre un bien que
sistemático de la cuestión que ocupa el pensamiento de todo advierte claramente y alguna otra cosa que lo atrae pero
aquel que, frente a un conflicto y duda morales, procura salir' que sabe es mala. La pugna es entre valores que son un
de ellos por medio de la reflexión. En suma, la teoria moral bien indudable cada uno de ellos en su propio lugar, pero
no es sm'o una extensión de lo que está involucrado en toda que ahora se contraponen. Se ve forzado a reflexionar para
moralidad reflexiva. llegar a una decisión. La teoría moral es una extensión ge-
Hay dos clases de lucha moral. Una de ellas, en la que neralizada de la m’dole de pensamiento que ahora lo absorbe.
se pone sobre todo el acento en los escritos y disertaciones Hay periodos en la historia, en los que toda una comuni-
morales, es el conflicto que tiene lugar cuando un m'dividuo dad o un grupo perteneciente a ella se encuentra en presencia
se ve tentado a hacer algo que sabe por convicción que es malo‘ de nuevas situaciones que no pueden confrontarse adecuada-
Tales casos son prácticamente importantes en la vida de un mente con las antiguas costumbres. Los hábitos y creencias
m'dividuo, pero no son ocasión de aplicar la teoría moral. El formados en el pasado no encajan en las oportunidades y
empleado de un banco, que tiene la tentación de substraer requerimientos de la vida contemporánea. De esta índole
fondos del mismo, puede ciertamente tratar de aducirse fueron la era subsiguiente a los tiempos de Pericles en Grecia,
argumentos para encontrar las razones de por qué no sería la de los judíos despues de su cautiverio y la que sucedió
malo que lo hiciera, pero en tal caso no está realmente pen- a la edad media cuando los intereses seculares se in'trodu.
sando, sm'o meramente permitiendo que su deseo gobieme jeron en gran escala en los intereses que antes eran religiosos
sus convicciones. No hay en su mente una duda sincera acer- y eclesiásticos; nuestra era es preemin'enternente un periodo
ca de lo que debiera hacer cuando procura encontrar alguna de esta especie debido a los grandes cambios sociales que
justif'icación para hacer lo que ha decidido. han seguido a la expansión in'dustrial de la edad de las má«
Tomemos, en cambio, el caso del ciudadano de una nación qutn'as.
que acaba de declarar la guerra a otro pais. El siente un El hecho de comprender que la necesidad de moralidad
profundo afecto a su propio estado. Ha formado hábitos reflexiva y de teorias morales nace del conflicto entre fin'es.
de lealtad y acatamiento de sus leyes y ahora uno de sus responsabilidades, derechos y deberes define el servicio que la
mandatos dispone que debe apoyar la guerra. Siente ade- teoría moral puede prestar, y al propio tiempo protege al
26 TEORIA DE LA vrnA MORAL NATURALEZA DE LA TEORÍA MORAL 27

estudiante contra la formación de falsos conceptos de su sición personal. En sus características generales, los rasgos
naturaleza. La diferencia entre la moralidad habitual y la de una situación moral reflexiva han sido vistos con claridad
reflexiva está precisamente en que de la primera emanan desde hace mucho, las dudas y disputas que surgen se re-
preceptos definidos, reglas, mandatos y prohibiciones defini» fieren principalmente a la relación que guardan entre sí. La
tivos que no pueden proceder de la última. Se produce fórmula fue muy bien expuesta por Aristóteles. El ejecutor
confusión cuando la apelación a los principios racionales se del acto moral debe tener un cierto "estado mental" al hacer-
trata como si fuera un mero substituto de la costumbre, lo. Primero, debe saber lo que está haciendo; segundo, debe
transfiriendo la auton'dad de los mandatos morales de una escoger ese acto y escogerlo por el acto mismo, y tercero, el
fuente a otra. La teoría moral puede i) generalizar los tipos acto debe ser la expresión de un carácter formado y estable.
de conflictos morales que surgen, permitiendo así a un indi. En otras palabras, el acto debe ser voluntario, esto es, debe
viduo perplejo y vacilante aclarar su problema particular al manifestar una elección y, para la plena moralidad al menos,
situarlo en un contexto más amplio; puede ii) dar a conocer la elección debe ser expresión de la tendencia y disposición
las formas principales en que tales problemas han sido generales de la personalidad. Debe implicar conciencia de
resueltos intelectualmente por quienes han pensado en esas lo que se va a hacer, hecho que en concreto significa que
cuestio’nes,‘ puede iii) hacer que la reflexión personal sea más debe haber un propósito, un objetivo, un fin en perspectiva,
sistemática e ilustrada, suglr'iendo alternativas que de otra algo para lo cual se ejecuta ese acto en particular. Las
manera podrían pasar inadvertidas. Pero no puede presen- acciones de los niños, los un'bec'iles y los locos en algunos
tar un cuadro de mandamientos en un catecismo en el que casos, no tienen calidad moral, pues ellos no saben lo que
hacen. Los niños aprenden bien pronto en la vida a apelar
las respuestas sean tan definidas como las preguntas que se
al accidente, esto es, a la falta de m'tención y propósito de
hacen. Puede hacer más inteligente la elección personal,
su parte, como excusa por haber hecho algo que tiene malas
pero no puede tomar el lugar de la decisión personal a que
consecuencias. Cuando se exculpan alegando que no "qui-
debe llegarse en todo caso de perplejidad moral. Tal es
sieron" hacerlo muestran comprender que la intención es
al menos el punto de vista de las discusiones que siguen; el
parte normal de una situación moral. Tampoco hay elección
estudiante que espere algo más que la teoria moral quedará ni se implica disposición personal cuando alguien obra obli-
decepcionado. La conclusión deriva de la naturaleza misma gado por una fuerza física superior. Aun cuando sea en for—
de la moralidad reflexiva; el intento de fijar conclusiones ma de amenaza más bien que de uso inmediato de la fuerza, la
preestablecidas contradice la naturaleza misma de la mora- "imposición" es por lo menos una circunstancia atenuante.
lidad reflexiva. Se reconoce que el temor a sufrir' un daño extremo en la
vida o la salud se sobrepondrá a la elección en todos los
g 2. LA NATURALEZA DE UN ACTO MORAL hombres, excepto los que tengan una disposición heroica.
Un acto debe ser la expresión de un carácter formado y
Como el cambio de la moralidad habitual a la reflexiva estable; pero la estabilidad de carácter es cuestón de grados
hace que el acento puesto en la conformidad con las costum- y no debe considerarse de una manera absoluta. Ningun’ ser
bres establecidas se ponga en la disposición y actitudes per- humano, por maduro que sea, tiene un carácter completa-
sonales, la primera labor de la teoría moral es obtener, en mente formado, en tanto que cualquier niño tiene un carácter
bosquejo, una idea de los factores que constituyen la dispo estable en la misma medida en que ha adquirido actitudes

4'.
28 TBO‘IlA DE LA wm mom NATURALÏIA DE LA TEORÍA MORAL 29

y hábitos. El objeto de hacer esta distinción es que sugiere plimiento de las responsabilidades —actos que son tal vez
una especie de escala de actos, algunos de los cuales proce insignificantes cada uno de ellos aisladamente pero enormes
den de lo más profundo del ser, mientras que otros son más en conjunto— la moralidad sería en verdad una cosa débil
casuales, más debidos a circunstancias accidentales y van'a- y enfermna’.
bles. Pasamos por alto actos ejecutados en condiciones de La inconsecuencia de estos dos puntos de vista es sólo
extrema tensión o de debilidad física, basándonos en que el aparente Muchos actos se realizan no solamente sin pensar
actor no era “e‘l rru'smo" en ese momento. Sin embargo, no en su calidad moral sino prácticamente sin pensar en nada.
debemos exagerar esta interpretación. La conducta puede Sin embargo, esos actos son condiciones previas de otros
ser excéntrica y errática simplemente porque la persona que que si tienen considerable valor. Un delincuente que se en»
la observa se' ha formado cn el pasado esa clase de disposi. camina a cometer un cn'mcn y un hombre bondadoso que
ción. Un carácter inestable puede ser producto de actos va a realizar una obra de caridad tienen ambos que andar,
deliberadamente escogidos con anterioridad. Un hombre no cabalgar o valerse de otro medio de transporte. Tales actos.
es el mismo en estado de embriaguez, pero debemos distin- no morales aisladamente, den'van su signif'icación moral de
guir‘ entre el caso en que una persona habitualmente abstemia los fines a que conducen. Si un hombre que tuviera que acu-
se deja dominar por la bebida y el caso en que la ebriedad es dir a una cita importante por la mañana, rehusara levantarse
tan frecuente que llega a ser señal de un hábito formado de la cama por pura pereza, la calidad moral indirecta de
por elección y debilidad de carácter. este acto, aparentemente automático, sería evidente. Se rea,
¿Pueden ser los actos voluntarios, es decir, ser expresio liza un gran num‘ero de actos que parecen tn‘viales en si, pe-
nes de deseo, intención, elección y disposición habitual, y sin ro que en realidad son apoyos y puntales de otros actos en
embargo, ser moralmente neutrales o in'dif'erentes? Segun' los que están presentes consideraciones morales defim'das.
todas las apariencias, la respuesta tiene que ser afu'm'ativa. La persona que pasara por alto completamente la conexión
Nos levantamos por la mañana, nos vestimos, desayunamos de la gran cantidad de actos más o menos rutinarios con el
y dedicamos a nuestros quehaceres usuales stn' dar signifi- pequeño num’ero de aquellos que tienen una clara consecuen-
cación moral a lo que estamos haciendo. Estas son las cosas cia moral seria una persona totalmente irresponsable e
que hacemos normal y regularmente y estos actos, aunque indigna de confianza.
muchos de ellos son realtza'dos m'tencionalmente y con cono-
cimiento de lo que hacemos, son consuetudin'arios. Lo mismo
ocurre con las ocupaciones diarias de los estudiantes, comer- 5 3. common Y mueran
ciantes, m‘gem'eros, abogados o medicos. Consideramos que
sería una morbosidad suscitar una cuestión moral en relación Estos hechos son reconocidos un'plicitamente en el len-
con cada acto; sospecharlamos tal vez que de ser asi existil guaje comun’ por medio del uso de la palabra conducta.
ria algun’ desorden mental o al menos alguna debili"dad en la Dicha palabra expresa continuidad de acción, que es una
facultad de decisión. Por otra parte, si al hablar de esas mis idea con la que ya nos encontramos al tratar del concepto
mas personas dedicadas al diario desempeño de sus deberes, de un carácter estable y formado. Donde obra la conducta
omitiéramos en nuestra evaluación del carácter moral todos no existe simplemente una sucesión de actos in'conexos, sm'o
los actos realizados en la ejecución de las labores diarias, que cada cosa que se hace promueve una latente tendencia
en la satisfacción de las necesidades periódicas y en el cum- e m’tención que conduce, que lleva a otros actos y a una
30 TEORÍA DE LA VIDA MORAL NATURALEZA DE LA TEORÍA MORAL 31

realiz'ación o consumación final. El desarrollo moral, lo- una elección. La significación moral potencial de un acto
grado con el adiestramiento dado por otros y con la propia aparentemente insignificante ha llegado a su conciencia. O,
educación, consiste en llegar a advertir que nuestros actos deseando hacer ejercicio, tiene a su disposición dos caminos
están conectados recíprocamente, lo cual nos hace substituir, por donde ir. Ordinariamente sería una mera cuestión de
con un ideal de conducta, la ciega e irreflexiva ejecución de gusto personal escoger cualquiera dc ellos, pero r’ccuerda
actos aislados. Aun cuando una persona ha alcanzado cierto que el más agradable es el más largo de los dos y que si lo
grado de estabilidad moral, sus tentaciones lo inducen usual- tomara tal vez no podría acudir a una cita de importancia.
mente a im'aginar que el acto que quiere realiz'ar no será Tiene ahora que situar su acto en un contexto de continuidad
más extenso y determinar cua’l de las conSecuencias ulterio-
tomado en cuenta, que es una excepción, que por esa única
ocasión no causará ningún daño. Su “tentación” consiste res estima más: su placer personal o satisfacer las necesi-
en hacer caso omiso de aquella contin'uidad de secuencia en dades de otro. Así como no hay ningún acto aislado que
deba tener calidad moral consciente en todas las circunstan-
la que un acto conduce a otros y a un resultado acumulatívo.
Comenzamos la vida bajo la influencia de apetitos e im- cias, no hay acto, puesto que es parte de la conducta, que
no pueda tener sigm'ficación moral definitiva. No hay una
pulsos y de reacciones directas a los estim'ulos inm'ediatos del
calor y el frío, el bienestar y el dolor, la luz, el ruido, etc. línea firme y precisa entre lo moralmente indiferente y, lo
El mio hambriento arrebata el alimento. Para él, ese acto moralmente significante. Matthew Arnold expresó una difun-
es m'ocente y natural; pero le acarrea reproches: se le dice dida idea cuando dijo que la conducta, en sentido moral, es
tres cuartas partes de la vida. Aunque probablemente le
que es mal educado, desconsiderado, glotón; que debe esperar
a que le sirvan, hasta que llegue su turno. Se da cuenta así asignó una proporción más elevada que la que la mayoría
de que su acto tiene otras conexiones distintas de la que él le de las personas le concedería, la declaración expresa una idea
había asignado, o sea la inmediata satisfacción del hambre. extensamente compartida, o sea, que la moral interviene en
Aprende a ver cada uno de los actos, no como aislados, sino una porción claramente delimitada de nuestra vida, dejando
como eslabones de una cadena relacionados entre sí. De esta como indiferentes a ella otras cosas. Nuestra conclusión es
manera, la idea de una serie, idea que es la esencia de la con- distinta. Es que prácticamente la conducta es el cien por
ducta, toma gradualmente el lugar de una mera sucesión ciento de nuestra vida consciente, pues todos los actos estan’
de actos inconexos. tan ligados entre si, que cualquiera de ellos puede tener que
Esta idea de la conducta como un todo en serie resuelve ser juzgado como una expresión del carácter. En cambio, no
el problema de los actos moralmente indiferentes. Cada acto hay acto que no pueda, en algunas circunstancias, ser moral-
tiene una significación moral potencial, porque, mediante mente indiferente, ya que en el momento de su ejecución
sus consecuencias, es parte de un mayor conjunto de com- puede no haber necesidad de considerar su relación con el
portamiento. Una persona va a abrir una ventana porque carácter. No hay mejor prueba de un carácter moral bien
siente necesidad de air'e fresco; ningún acto podría ser más formado que la de saber cuándo hacer surgir la cuestión
"natural," más moralmente indiferente en apariencia. Pero moral y cuando no. Esto implica una sensibilidad a los va-
recuerda que su acompañante es un inválido muy sensible lores que es muestra de una personalidad equilibrada. In-
a las corrientes de aire. Ve ahora su acto en dos aspectos dudablemente hay muchas personas tan encallecidas o des-
dif'erentes, dotado de dos valores distintos y tiene que hacer cuidadas que no se plantean la cuestión moral con la debida
32 TEORÍA DE LA VIDA MORAL XXII RALEZA DE LA TEORÍA MORAL 31

frecuencia; pero hay otras tan desequilibradas que frenan y concatenados para formar la conducta en si y de por si, sino
paralizan la conducta dejándose llevar por un prurito que debido a su relación común con una condición perdurable y
se aproxima a la manía de la duda. única, el yo o caracter, como unidad permanente en la que
No basta con mostrar que la concatenación de los actos, los diferentes actos dejan sus huellas imborrablcs. Si alguien
que hace que uno conduzca a otro y éste a otros más adelante, se rinde a un impulso momenta’neo, lo importante no es el
constituye la conducta. Tenemos que considerar también acto particular que sigue, sino el fortalecimiento del poder
por qué y cómo es que están ligados así en un todo, en vez de ese impulso: este fortalecimiento es la realidad de aquello
de formar, como en el caso de los hechos materiales, una que llamamos hábito. En la medida en que cede, la persona
mera sucesión. La respuesta se encuentra haciendo explícitas se compromete no sólo en ese acto aislado sino en un curso de
las alusiones que se han hecho a la disposición y el carácter. acción, en una linea de comportamiento.
Si un acto estuviera conectado con otros solamente en la Algunas veces una coyuntura es tan crítica que una per-
forma en que la llama de un fósforo está conectada con una sona, al decidir qué curso tomar, siente que su futuro, que su
explosión de pólvora, habría acción pero no conducta. Pero ser mismo, está en juego. Tales casos son evidentemente de
nuestras acciones no solamente conducen a otras que son gran importancia práctica para la persona afectada. Son
efecto de las primeras, sino que también dejan una im'presio'n de importancia para la teoría, porque un cierto grado de lo
perdurable en quien las reahz'a, fortaleciendo o debilitando que es visible en esos casos culminantes se encuentra en toda
las tendencias permanentes a obrar. Este hecho nos es cono- decisión voluntaria. Ciertamente, se encuentra también en
cido en la existencia del hábito actos realizados impulsivamente sin elección deliberada. En
tales casos, es la expen'encia posterior la que nos hace ad-
Sm' embargo, es probable que tengamos un concepto del
vertir el serio compromiso contenido en un acto precedente.
hábito que necesita ser profundizado y ampliado, pues somos
Nos encontramos envueltos en complicaciones embarazosas
propensos a pensar en el hábito sun'plemente como un modo
y, al reflexionar, locahza'mos la causa de nuestra situación
externo y reiterado de obrar, como fumar o jurar, ser aseado
en un acto que realizamos inadvertidamente, sin reflexión
o negligente en la ropa o la persona, hacer ejercicio o jugar.
ni intento deliberado. Reflexionamos entonces acerca del
Pero el hábito se profundiza' mas significativamente aun' en valor de la clase entera de acciones. Comprendemos la dife
la estructura misma del ser; significa la formación y con. rencia que existe entre lo que se piensa de un acto antes de
solidación de ciertos deseos, una mayor sensibilidad y corres- ejecutarlo y lo que resulta ser posteriormente. Como Golds-
pondencia a ciertos estímulos, una confir'mada o menosca- mith tan acertadamente dijo: "En el primer caso guisamos
bada capacidad para prestar atención y pensar acerca de el platillo a nuestro gusto, en el segundo, la naturaleza lo
ciertas cosas. El hábito encubre, en otras palabras, la forma- guisa para nosotros.” Nos arrojamos primero a la acción
ción misma del deseo, intención, elección o disposición que instados por el impulso, arrastrados por el apetito. Después
da a un acto su calidad de voluntario. Y este aspecto del que hemos obrado y que se han presentado consecuencias
hábito es mucho más importante que aquél que es sugen'do inesperadas y no deseadas, empezamos a reflexionar. Recon-
meramente por la tendencia a la repetición externa, pues la sideramos la sensatez o rectitud del curso que hemos empren-
stgu'ificación de esta última está en la permanencia de las dido oon poca o ninguna reflexión. Nuestro juicio se retrotrae
disposiciones personales. que es la verdadera causa de los ao en busca de sus fundamentos; algo ha resultado de manera
tos externos y su semejanza entre sí. Los actos no están diferente a la que anticipábamos y, por lo tanto, pensamos

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34 1m.“ m. u VIDA Mont NAÏUIALEZA DE LA TEORÍA MURAL 35

¡"c-tros¡»activamente para descubrir que ocum'o’. Pero aunque nuevo maestro moral prohibió la impureza, y su gi'nndcza' como
el fundamento del juicio nos viene del pasado, lo que reaL nuestro moral no se manifestó en otra cosa que en la claridad
mente nos preocupa es lo que haremos Ia siguiente (xasio’n; con que proclamó esta doctrina. Seria fácil mostrar cuán pru-
fundamente se‘ ha ligado la misma doctrina, en diversas formas.
la funcion de la reflexion es ver en perspectiva. Deseamos a otras reformas morales y religiosas en muchas épocas del
decidir si continuamos en el curso de accion emprendido o mundo."I
si nos desplawmos hacia otro. La persona que reflexiona
sobre su acción pasada para esclarecer su comportamiento 5 4. MUTH’O Y CONSECUENCIAS
futuro, es una persona consciente. Siempre hay la tentación
de buscar algo ajeno a nuestro ser. sobre lo cual arrojar la Al llegar a la conclusión de que conducta y carácter son
culpa cuando las cosas van mal; nos desagrada encontrar moralmente una misma y única cosa, tomada primero como
la causa en algo que está en nosostros mismos. Cuando una efecto y despues como factor causal y productivo, hemos eli-
persona cede a esta tentación, se vuelve irresponsable; ni se minado virtualmente un destacado punto de controversia en
sujeta ni puede ser sujetada por otros n un curso firme de teoria moral. La disputa en cuestion es entre aquellos que
acción, ya que no establecerá nm'gum conexión de causa a sostienen que los motivos son lo u’nico que cuenta moralmen-
efecto entre su carácter y sus obras. te. y los que afirman que sólo las consecuencias tienen signi-
La conclusión es que la conducta y el carácter son estrio ficación monl. De un lado están quienes, como Kant, dicen
tamente correlativos. La continuidad, la coherencia a través que los resultados realmente obtenidos no tienen importancia
de toda una serie de actos. es expresión de la perdurable moralmente hablando, porque no dependen dc la sola volun-
unidad de actitudes y hábitos. Las obras forman un conjunto tad. que unicamente la voluntad puede ser buena o mala en
porque proceden de un ser mismo y estable. La moralidad sentido moral. Del otro están quienes, como Bentham, dicen
habitual tiende a descuidar o empanar ln conexión entre el que la moral consiste en producir consecuencias que contri-
caracter y la acción; la esencia de la moral reflexiva consis- buym el bienes‘lar general y que los motivos no cuentan para
te en que es consciente de la existencia de un ser persistente nada, salvo en lo que pudiera llegara a influir en las conso
cuan-hs en uns forma o en otra. Una teoria pone el acento
y del papel que desempeña en lo que se hlce externamente.
unicamente sobre la actitud, sobre el cómo es concebido e ins
Leslie Stephen ha expresado este principio como sigue:
pirado el acto escogido; la otra teoría hace hincapié únicamen-
"Ls clara enuncuc‘io'n de un pn'ncipio parece ser una (om-‘- te en que es lo que realmente se hace, en el comemd'o objetivo
terlstlca de todos las grandes revoluciones morales. El reconoci- de la loción por la forma en que afecta a los demás. Nuestro
miento llega a ser casi un descubnm'iento, y puede decirse" que analisis muestra que ambos conceptos son unilaterales. Por
marca el punto en que el código moral wmie‘nu n separan cualquier extremo que comencemos, nos vemos compelidos
distin'tivamente de otros códigos. Esto puede expresarse breve- intelectualmente a tomar en consideración el otro extremo.
mente diciendo que l. moralidad es interna. Podemos decir
No estamos tratando con dos oo-sa's diferentes sino con dos
que la ley moral tiene que ser expresada en la foma de “sed esto."
y no en la de "haced esto." La posibilidad de expresar unlqtúer polos de la misma cosa. La escuela de Bentham, por ejem-
ley en esta forma puede considerarse como la que decide si plo, no sostiene que toda consecuencia es de un'portancia
tal ley puede o no puede tener un carácter distintivamente moral. al juzgar moralmente un acto. No diría que la acción de un
El Crisuan‘ismo dio prominencm' a la doctrina de que la verda- cirujano debe condenarse necesariamente porque el resul-
dera ley moral dice: "no odiarás" en vez de "no matar-is." Los
hombres de la antigüedad habian prohibido el ndulterio; el I Scienc‘e of Ethics, p. 155.
36 Tw‘RÍA DE LA VIDA RIORM. NATURALEZA DE LA TEORÍA MORAL 37

tado de una operacion haya sido la muerte de un paciente. mueve, pero una emoción cs mucho más que un mero "sen-
Limita la teoria a las consecuencias previstas y deseadas. La timiento"; la ira no es tanto un estado de sentimiento cons-
consecuencia pretendida, la intención, del cirujano era sal- ciente como una tendencia a obrar de manera destructiva
var una vida; moralmente su acto fue benéfico, aunque in» contra cualquier cosa que la despierta. Es dudoso que un
fortunado por causas que no podía controlar. Dicen que si avaro sea consciente de los sentimientos de tacan'ería; más
su intención era buena, no importa cua’l haya sido su motivo; bien estima lo que atesora y es movido a guardar y conser-
el hecho de que lo haya movido un sentimiento de compa- var lo que estima Así como una persona iracunda puede
sión, e] deseo de adquirir reputación profesional, de dar mues- negar, con entera honradez, que está enojada, un hombre
tra de su destreza o de cobrar honorarios, carece de signifi- ambicioso puede estar totalmente desprovisto de todo sen-
cación. Lo único que cuenta moralmente es que intentaba timiento de ambición. Hay objetos y lines que despiertan
producir ciertas consecuencias. su energía y al logro de los cuales se arroja en cuerpo y
La protesta contenida en esta posición contra situar la alma. Si tuviera que interpretar su propia conducta, diría
moral en el sentimiento consciente que acompaña a la ejecu. que obra como lo hace, no debido a su ambición personal,
ción de un acto es valiosa y tiene validez. Las personas, lo sino porque los objetos en cuestión son tan importantes.
mismo niños que mayores, frecuentemente dicen, para jus- Cuando se reconoce que “motivo” no es sino un nombre
tificar algun’ acto que resultó mal, que tenían buena inten- abreviado que se da a la actitud y predisposición hacia ciertos
ción; alegan que algún sentim'iento m'ocente o amistoso fue fines, la cual se materializ'a en acción, toda base para hacer
el "motivo" del acto. Lo más probable es que el hecho real una marcada separación entre motivo e intención (previsión
haya sido que no se tomaron casi ninguna molestia en calcu— de consecuencias) desaparece. La mera previsión de resulta-
lar las consecuencias de lo que se proponian hacer; que fi- dos puede ser fríamente intelectual, como la predicción de
jaron su mente en cualesquiera resultados favorables que un eclipse. Nos mueve a la acción únicamente cuando va
pudieran imaginarse que sucederían, y que distm'ularon u acompañada del deseo de esa clase de resultado. En cambio,
ocultaron sus consecuencias indeseables. Si "motivo" signi- una forma y disposición de carácter conduce a la previsión
ficara el estado emocional que pueda existir en la concien- de ciertas clases de consecuencias y a dejar pasar inadver-
cia en el momento de obrar, la posición de Bentham sería tidos otros efectos de la acción. Un hombre descuidado no
enteramente firme. Como ese concepto de los motivos es el advertirá las consecuencias que observa un hombre prudente;
que más o menos prevalece, él no estaba forjando un hombre si le vienen a la mente, no les atribuirá la fuerza que el hom-
de paja al cual golpear, sino estaba atacando una doctril bre cuidadoso les asigna. Un ln'dividuo artero preverá con-
na que es moralmente peligrosa, ya que anima a los hom- secuencias que no se le ocurren a un hombre franco y abierto;
bres a descuidar el propósito y efecto de sus acciones y a si llegaran a entrar en la mente de este último, le repugna‘
justificar lo que se sienten m'clinados a hacer, basándose en rian precisamente las mismas consideraciones que atraen a la
que sus sentimientos, al hacerlo, eran inocentes y amistosos. persona astuta e intrigante. Otelo y Yago prevén diferentes
La identificación subyacente del motivo con el sentimien- consecuencias porque tienen diferentes caracteres. Asi pues,
to personal es, sm‘ embargo, errónea. Lo que mueve a un la formación de la intención, del propósito, es una función
hombre no es un sentimiento, sino la disposición formada, de las fuerzas de la naturaleza humana que conducen a la
de la que sentimiento es, en el mejor de los casos, una indi- acción, y las consecuencias previstas impulsar. a la acción
cación dudosa. Una emoción, como la palabra sugiere, nos solamente cuando son también estimadas y deseadas. La
38 TPD'IIH DE IA VIDA MORAL NAÏURAH'LZ'A DF. LA TEORÍA MORAL 39

distinción entre motivo c intencion no se encuentra en los La importancia que sc concede al carácter no es peculiar
hechos mismos, sino es simplemente un resultado de nuestro de ningún tipo especial de teoría moral. Nuestro interés
propio análisis, según demos mayor importancia al aspecto dominante cs la manifestación y acción recíproca de las per-
emocional o al intelectual de una acción. El valor teórico sonalidades. Es el mismo interés que se deja ver en el drama,
de la posición utilitaria consiste en el hecho dc que nos pre- en el que el colorido despliegue de incidentes es. salvo en lo
viene contra el error de pasar por alto el papel esencial del melodrama'tico y sentimental, una exhibición del funciona-
factor intelectual. o se‘a, la previsio‘n de las consecuencias. El miento externo del carácter. El pensamiento político tiende
valor practico de la teoría que hace resaltar la importancia a interesarse demasiado, antes bien que insuficientemente,
del motivo es que llama la atención hacia cl papel desempe- en la personalidad, a expensas de cuestiones y principios. Lo
ñado por el caracter, por la disposición y actitud personales, que Hamlet, Macbcth, Nora o Tartufo son para el teatro,
al determinar la dirección que tome el factor intelectual. Roosevelt, Wilson, Lloyd George o Mussolini son para la poli-
Pero en su forma extrema, padece del mismo mal que la tica. Por razones prácticas, tenemos que preocuparnos por
el carácter en nuestros asuntos diarios. Ya sea que com-
teoria de la intencion de Bentham, es tan unilateral como
premos o vendamos mercancias, que prestemos dinero o lo
ella, aunque en dirección opuesta. Es posible interpretar en
invirtamos en valores, que llamemos a un médico o consul-
sentido correcto la proposición de que es la “voluntad,” más
temos a un abogado, que aceptemos o rechacemos el consejo
bien que las consecuencias, lo que cuenta moralmente. Pero
de un amigo. o que nos enamoremos y caSemos, el resultado
sólo es así si reconocemos que voluntad significa una ten-
final depende de los caracteres que intervengan.
dencia activa a prever consecuencias, a formar propósitos
resueltos y a aplicar todos los esfuerzos de que se disponga
para producir de hecho las consecuencias deseadas. La idea 5 S. NECESIDAD ACTUAL DE UNA TmRtA
de que las consecuencias no tienen relación con la moral
solamente es cierta en el sentido de que cualquier acto está Hemos observado de paso que la presente es una época
siempre expuesto a tener algunas consecuencias que no po- que tiene particular necesidad de moral reflexiva y de una
dian haberse previsto ni con la mejor voluntad del mundo. teoria de moral practicable. La perspectiva científica del
Siempre construimos mejor o peor de lo que sabemos, y los mundo y la vida ha experimentado y sigue experimentando
planes mejor traza'dos, así del hombre como del ratón, están cambios radicales. Los métodos de la industria, de la pro
más o menos a merced de circunstancias contingentes incon— ducción y distribución de bienes se han transformado com-
trolables, cuando de las consecuencias reales se trata. Pero pletamente. Las condiciones básicas en que los hombres se
este hecho de que la intención sea lim'itada no puede conver- unen y asocian para el trabajo y la diversión se han alterado.
tirse en la doctrina de que existe cosa tal como el motivo y Ha habido una gran dislocación de los antiguos hábitos
la voluntad independientes de la proyección de las conse- y tradiciones. Los Via'jes y la migración son tan comunes
cuencias y de los esfuerzos para que se produzcan. La ahora como antes eran inusitados. Las masas están lo bas
“voluntad,” en el sentido de unidad de im'pulso, deseo y pen- tante educadas para leer y existe una prensa prolífica que.
samiento que prevé y planea, es básica en moral, debido pre- les proporciona material de lectura barato. La instrucción
cisamente a que por su propia naturaleza es el factor más escolar ha dejado de se'r pn'vilegio de los pocos para conver-
constante y efectivo en el control de las consecuencias. tirse en derecho y hasta en obligatorio deber de los muchos.
¡I
40 TEORIA DE LA VIDA MORAL NATURALEZA DE LA TEORÍA MORAL 41

La estratificación de la sociedad en clases, cada una de ellas los principios fundamentales de la misma. Usualmente se
bastante homogénea en si, sc ha quebrantado. La zona de observará que tales personas se apegan a alguna tradición
contacto con personas y poblaciones ajenas a nuestra edu- especial en cuyos dogmas encuentran autoridad lina] y com-
cación y tradiciones se ha extendido enormemente. En un pleta. Pero de hecho el convenio existe en gran parte sólo
barn'o de una gran ciudad de los Estados Unidos puede ha- en lo que se refiere a conceptos que se consideran vagamcnte
ber personas de veinte y hasta de cincuenta orígenes raciales y por separado de su aplicación práctica. La justicia, pon-
distintos. Los muros y barreras que antes separaban a las gamos por caso, da a cada uno lo que le corresponde. Pcro, ¿es
naciones sc han hecho menOS importantes debido a los fc- un sistema justo el capitalismo individualista y competidor?,
rrocam'les, los vapores, cl tele’grafo, el teléfono y la radio. ¿lo es el socialismo?, ¿o el comunismo? ¿Es justo heredar
Sólo se han mencionado unos cuantos de los más obvios grandes fortunas sin prestar ningún servicio personal a la
cambios en las condiciones e intereses sociales. Cada uno sociedad? ¿Qué sistema de impuestos es justo? ¿Cuáles
de ellos ha creado nuevos problemas y cuestiones que con- son las demandas morales del libre comercio y su protección?
tienen valores morales inciertos y disputados. El naciona- ¿Qué es lo que constituiría un sistema justo de distribución
lismo y el intemacionalismo, el capital y el trabajo, la guerra del ingreso nacional? Pocos pondrán en duda la convenien-
y a paz, la ciencia y la tradición religiosa, la competencia y cia de la castidad, pero hay multitud de interpretaciones de
la cooperación, el laissez faire y la planificación estatal de la su significado. ¿Significa que el celibato es más grato a Dios
industn'a, la democracia y la dictadura en el gobierno, la vida que el matnm'onio? Esta idea no se sostiene generalmente
rural y la urbana, el trabajo y control personales versus hoy en dia, pero la boga en que estuvo antes todavía afecta
la inversión y la riqueza representadas por medio de acciones las creencias y prácticas de hombres y mujeres. ¿Cuál es la
y bonos, los nativos del país y los extranjeros, el contacto relación entre la castidad como idea moral y el divorcio, el
de judíos y gentiles, de hombres blancos y de color, de control de la natalidad, la censura estatal de la literatura?
católicos y protestantes y de los que pertenecen a las nuevas La vida humana es sagrada. ¿Por qué entonces hay tantas
religiones; una multitud de relaciones como éstas, han traído prácticas que destruyen la salud y exponen al accidente en
a primer término nuevos problemas morales que ni las cos- la m'dustria moderna? ¿Cómo se justifica la guerra, cuya
tumbres ni las creencias antiguas son capaces de resolver. preparación absorbe la mayor parte de las rentas de los
Además, la rapidez con que ocurren los cambios sociales estados modernos?
acarrea m'estabilidad moral y tiende a destruir muchos lazos Así podriamos recorrer la lista de todas las vn’t'udes y
que eran las principales salvaguardias de la moralidad de las deberes consagrados por el tiempo, haciendo ver que los cam-
costumbres. Nunca hubo una época en la historia del mundo bios en las condiciones han hecho que lo que para la acción
en la que las relaciones humanas y sus concomitantes dere- humana significan, sea cuestión de m’certidumbre y contro.
chos y deberes, oportunidades y demandas, necesitaran la versia. Por ejemplo, la diferencia fundamental entre patrono
m’cesante y sistemática atención del pensamiento m‘teligente y empleado es una diferencia de criterio y perspectiva mora-
que necesitan actualmente. les; asignan primacía a valores diferentes. Lo mismo ocurre,
Hay quienes tienden a reducir al mínimo la importancia más evidentemente aun’, en el caso del nacionalista y el inter-
de la reflexión en cuestiones morales. Sostienen que los nacionalista convencidos, del pacifista y el militarista, del
hombres ya saben, en materia moral, más de lo que prac- hombre secular y el devoto de la región autoritativamente
tican y que existe un acuerdo general entre ellos, sobre todos revelada. Ni por un momento se sostiene ahora que la teoria
42 Tmlll DI: ik VIDA MORAL NAH'RALEZA DF. LA TEORÍA MORAL 43

moral puede dar respuestas directas y definitivas a estas pre- inconscicntemcntc determinaron su formación y aceptación;
guntas. Pero se alinna que son cuestiones que no pueden investigará su aplicabilidad en las condiciones presentes.
tratarse apegándosc a la mera tradicion ni confiando en el No insistira’ dogma'ticamente en algunos de ellos ni los dese
irn'pulso casual o la inspiración momentánca'. Aun cuan'do chara’ todos por carecer dc significación. Los tratará como
todos los hombres convinicran sinceramente en obrar de un almacén de información y de posibles indicaciones de
acuerdo con el principio dc la Regla de Oro: ("No hagas a lo que ahora es recto y bueno.
nadie lo que no quieras para ti") como suprema ley de con- 2. Estrechamente conectado con este conjunto de material
ducta, seguiríamos necesitando investigar y pensar para lle» de codigos y convicciones, está el material más consciente-
gar a un concepto siquiera aceptable de lo que dicha Regla mente elaborado de la historia legal, de las decisiones ju-
significa, en cuanto a su practica concreta en condicro'nes rídicas y de la actividad legislativa. Tenemos aquí una pro
sociales heterogéneas y cambiantes. El acuerdo universal longada experimentación en la elaboración de principios
sobre el principio abstracto, aunque existiera. sólo tendria para dirigir la conducta de los seres humanos. Algo semejante
valor como condicion preliminar de la obra cooperativa dc puede decirse del funcionamiento de todas las grandes ins-
investigación y cuidadosa planificación; en otras palabras, tituciones humanas. La historia de la familia, de la indus-
como preparación para la reflexión sistemática y consecuente. tria, de los sistemas de propiedad, del gobierno y el estado,
de la educación y el arte, está llena de instrucciones acerca de
5 6. “¡mms m: LA mon“ MORAL las normas de conducta humana y de las consecuencias
de adoptar tal o cual de ellasl Hay abundante materia'l dis
Ninguna teoria puede funcionar en un vacio. La teoría perso de la misma especie en las biografias, especialmente
moral, así como la material. requiere un conjunto de datos fi- en las de quienes han sido considerados como los grandes
dedignos y de hipótesis viables e inteligibles. ¿Dónde podrá maestros morales de la raza.
encontrar la teoría moral los materiales con que satisfacer 3, Un recurso que la humanidad tardó en utilizar y del
estas necesidades? que apenas ha empezado a echar mano adecuadamente se
l. Aunque todo lo que se ha dicho acerca del grado en encuentra en las diversas ciencias, especialmente las más li-
que han cambiado todas las condiciones de la vida es cierto. gadas al hombre, como la biologia, la fisiología, la medicina
no ha habido, sin embargo, una completa solución de conv e higiene, la psicologia y psiquiatría, así como la estadisti-
tinuidad. Desde el pn‘ncipio de su existencia, los hombres ca, la sociología, la economía y la política; aunque estas últi-
han llegado a algunas conclusiones respecto a lo que es co- mas por lo general presentan problemas más que soluciones.
rrecto y justo en sus relaciones mutuas y se han dedicado a Pero conviene tener un concepto claro de los problemas, y el
formular códigos de conducta. El dogmático, lo sea por tra- hecho mismo de que estas disciplinas sociales aborden su
dición o a través de alguna visión especial que reclama como materia independientemente de toda consideración de los va-
propia, escogerá de entre los numerosos códigos contradic- lores morales tiene cierta ventaja intelectual para el moralis
torios aquél que este en más estrecho acuerdo con su pro- ta, pues aunque todavía tiene que traducir la expresión eco-
pia educación y gustos. Una moral genuinamente reflexiva nómica y politica a términos morales, hay alguna garantia
verá todos los códigos como posibles datos; considerará las de objetividad e imparcialidad intelectual en el hecho de que
condiciones en que surgieron, los métodos que consciente o estas ciencias enfocan la maten’a de su estudio con mayor
44 1mm m: Lt VIDA MORAL NA!l'RALL/."‘A DE LA TEORÍA XHORAL 45

independencia de las convicciones morales preconccbidas y algun punto de vista desde el que las realidades de nuestras
fijas, ya que estas últimas pueden ser M'ilo prejuicios forma- propias situaciones deben observarse y estudiarse. Las teo-
dos por tradicion o telltpct‘amento. De las ciencias biológi- rias nos proporcionan al menos un conjunto de cuestiones
cas y psicológicas pueden derivarse tec'nieas sumamente va- con las que podemos abordar y hacer frente a las condicio.
liosas para el estudio de los problemas humanos y sociales y nes presentes.
para la apertura de nuevas perspm‘tivas. Por ejemplo, el des
cubrimiento de las condiciones v, consecuencias de la salud tj 7. CLASIFICACIÓN DE PROBLEMAS
corporal, individual y publica, que esas ciencias ya han rea-
lizado, abre el camino a un conjunto relatitamentc nuevo de En la restante extension de esta segunda parte nos ocupa-
intereses y responsabilidades morales. Es imposible seguir remos principalmente de hacer un estudio de las más impor-
considerando la salubridad y las condiciones que la aicctan tantes teon'as clásicas de ética que han dejado impresa su
como una cuestión meramente tecnica o material. Sus rami- huellamoral en la civiltza'ción. Un examen de estas teorías
ficaciones dentro del orden o desorden moral han sido clara. nos hace ver ciertas diferencias fundamentales de relieve,
mente demostradas. con los resultantes problems m'telectuales, de los que el
4. Hay luego el conjunto de métodos y conclusiones de- estudiante entrará en posesión antes de ocuparse de los con-
finidamente teóricos que caractertz'an la historia europea ceptos mismos. Hablando en térmm'os generales, se encon-
de los últimos dos mil años, para no hablar de las doctrinas de trará que las teorías varían primordialmente porque algunas
los pensadores asiáticos de un periodo todavia más prolon- de ellas atribuyen la mayor im'portancia a los propósitos
gado. lntelectos dotados de gran penetración se han dedica- y fines, conduciendo al concepto del Bien como definitivo,
do al análisis y formulación de pn‘ncipios directivos sobre en tanto que otras están m'fluidas por la importancia de
una base racional. Se han explorado y expuesto sistemática- la ley y sus reglamentos. conduciendo a la supremacía de los
mente las posiciones alternativas y sus consecuencias. A conceptos del Deber y el Derecho, y un tercer grupo considera
primera vista, podria parecer al estudiante que la diversidad la aprobación y desaprobacio’n, el mérito y la culpa, como la
de posiciones lógicamente incompatibles que han adoptado principal verdad moral, terminando asi por hacer que ésta se
los teóricos muestra simplemente un escenario de confusión centre en los conceptos de Virtud y Vicio. Dentro de cada
y conflicto; pero cuando se estudian más de cerca revelan la tendencta', hay otras diferencias de opinión acerca de lo que
complejidad delas situaciones morales, una complejidad tan es el Bien. de la naturaleza del Deber, la Ley y el Derecho, y
grande que, aunque puede observarse que toda teoria pasa de la relativa posición de las diferentes virtudes.
ma'dvem‘dos ciertos factores y relaciones que deberian toman l. Es un hecho comprobado que los hombres forman
se en cuenta, puede observarse también que cada una de ellas propósitos y luchan por la realización de sus fines. Si se
trae a la luz alguna fase de Ia vida moral que demanda ateo pregunta por que lo hacen, la un’ica respuesta que puede dar-
ción reflexiva, y que. de no haber sido por ella, habria per. se. aparte de la de decir que lo hacen irracionalmente y por
manecido oculta. La correcta inferencia que debe derivarse, mera costumbre ciega, es que se afanan por alcanzar ciertas
no es que debamos llegar a una transacción mecánica o a metas porque creen que esos fines tienen su propio valor
una combinación ecléctica de las diferentes teorias, sino que intrínseco, que son buenos, satisfactorios. La pnn'cipal fun-
cada gran sistema de pensamiento moral pone de mamf'iesto ción de la razón en cuestiones prácticas es distinguir entre

4 nrla'” m v
46 TEORÍA DE LA VIDA MORAL NATI'RAUIZA DE lA HEORÍA MORAL 47

los fines que solamente parecen buenos y los que en reali- gulan el juego dc las pasiones y deseos. Para ellos, el gran
dad lo son, entre bienes falsos y engan’osos y bienes pcrdu» problema es descubrir alguna autoridad latente que con-
rables y verdaderos. Los hombres tienen deseos; sin media- (role la formación de metas y propósitos. Los animales infe-
ción e independientemente de la reflexión quieren esto y riores siguen el deseo y el apetito porque no tienen con-
aquello, alimento, formar pareja, tener dinero, fama y repu. ccpto de una ley reguladora; los hombres tienen conciencia
tación, salud, distinción entre sus semejantes, poder, el apre de estar alados por un principio superior al impulso y la
cio de los amigos, la admiración de los n'vales, etc. Pero, ¿por necesidad. Lo moralmente recto y lo naturalmente satisfac,
qué quieren estas cosas? Porque se les atribuye valor, porque torio csta’n a menudo en conflicto y el meollo de la lucha
se considera que son buenas. Como decían los escola’sticos, moral es subordinar lo bueno a las demandas del deber. La
deseamos sub specie boni; bajo todos los fines especiales teoría que da supremacía a los fines se llama teleológica (del
porque se lucha, está la idea común del Bien, de la Satis- griego telas, fin) la que se le concede a la ley y el deber se
fación. Las teorias que consideran los lines como lo más llama juridica.
importante en moral hacen, por lo tanto, que el concepto del 3. Hay otro grupo de pensadores que consideran que el
Bien su el centro de ellas. Puesto que los hombres con principio de los fines y del concepto racional pone un acen-
frecuencia se forman un juicio anticipado que los lleva a to enteramente excesivo en el factor intelectual de la natura-
considerar buenas algunas cosas que de hecho no lo son, el leza humana, y que la teoría de la ley y el deber es dema-
problema de este grupo de teorías es determinar qué cosas siado legal, externa y restrictiva. Están impresionados por el
son realmente buenas, distinguiéndolas de las que meramente enorme papel que desempeñan en la vida humana los actos
parecen serlo, o lo que es lo mismo, distinguir el bien perma- de aprobación y condenación, de alabanza y reproche, de re-
nente de los bienes transitorios y efimeros. En cuanto a la compensa y castigo, de estimulación de algunos cursos de
actitud y disposición, la cuestión fundamental es, por consi- acción, de animosidad contra otros y de presión para impedir
guiente, la vzs'ión y sabiduría que es capaz de establecer una que las personas adopten aquellos cursos que se ven con
diferencia entre los fines que engan'osamente prometen sa_ desagrado. Encuentran en la naturaleza humana una espon-
tisfacción y los que verdaderamente la constituyen. El gran tánea tendencia a apoyar algunas lineas de conducta y a
problema de la moral, a este respecto, es el logro del cono- censurar y castigar otras, tendencia que con el tiempo se
cimiento correcto. extiende de los actos a las disposiciones de que éstos ema-
2. A otros observadores de la vida humana les ha pare- nan. De la masa de aprobaciones surgen las ideas de virtud y
cido mucho más fundamental el control del deseo y el apeti- vicio que hacen que las disposiciones socialmente alabadas
to que su satisfacción. Muchos de ellos desconfían del prin- v_ estimuladas sean las que constituyen las excelencias de
cipio mismo del deseo y de los fines conectados con el. El carácter que deben cultivarse y que se consideren como vicios
deseo les parece tan personal y tan empeñado en su propia y defectos aquellos rasgos que son reprobados. Quienes se
satisfacción, que llega a ser fuente de tentación, a ser la causa apegan a esta teoria no tienen dificultad en demostrar el
que induce a los hombres a desviarse del curso legal de gran papel de la alabanza y el reproche en la moralidad habi-
acción. Empiricamente, estos pensadores están impresiona- tual. El problema de la moralidad reflexiva, y por tanto de
dos por el papel que desempeñan en el gobierno humano los la teoría, es poner de manifiesto la norma o criterio im'pli.
mandatos, las prohibiciones y todos los instrumentos que re- cito en la general aprobación o reprobación social. Convie-
48 TEORÍA DE LA VIDA MORAL

nen en general en que lo que los hombres gustan y alaban son


los actos y motivos que tienden a servir a otros, en tanto que Capítulo II
lo que reprueban son aquellos que acarrean perjuicio en vel.
de beneficio a los demás. La moralidad reflexiva hace que
este principio de los juicios morales populares sea consciente
y que se le adopte y practique racionalmente. Fines, el bien y
En los siguientes capitulos consideramos estos tres tipos
de teorías y las diversas subdivisioncs en que han evolucionar la sabiduría
do. Nuestro objetivo no será tanto determinar cuál es cierta
y cuál falsa como ver qué factores de valor permanente apor-
ta cada grupo a la aclaración y orientación de la moralidad
reflexiva.

BIBLIOGRAFIA

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debe vivir no se presenta como un problema general de la
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te rodeada. Lo que otros, especialmente los mayores, están
SOBRE LA CONDUCTA Y EL CARACTER en general, ver Sys-
haciendo, constituye los fines para los que se debe obrar.
tem of Ethics, 1899, págs. 468472, de Paulsen; Manual of Ethics,
1901, Libro I, cap. III, de Mackenzie; Principles of Ethics, Parte l, Esos fines están sancionados por la tradición, santificados
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¡lO-117, 152-159, de Green; Moral Order and progress, págs. 48-52, de ron las costumbres; son predicados por los mayores en sa-
Alexander; Science of Ethics, 1882, Cap. II, de Stephen; Etics, 1901, ber e impuestos por los gobernantes. Los individuos transgre-
Cap. IV de Mezas; Ethical Principles, 1898, Cap. III, de Seth; Naluv
den estos propósitos establecidos y se desvían de ellos, pero
raleza Humana y Conducta, 1922, de Dewey.
SOBRE EL MOTIVO Y LA INTENCION consul'tese Principles of lo hacen con la convicción de que así incurren en la conde-
Moral: and Legis'latw'n, caps. VIII y X, de Bentham; Analysys of nación social, reforzada por las penas sobrenaturales 1m'-
Human Mind, Vol. II, caps. XXII y XXV, de Mill; Jurisprudence, puestas por seres divinos. Hay actualmente multitud de
Vol. I, caps., VIII-XX, de Austin; Prolegomena, 1890, págs. 315-325,
de Green; Moral Order and Progress, págs. 3647, de Alexander,- hombres y mujeres que adoptan sus objetivos segun' lo que
Origin and Development of the Moral Ideas, 1906, caps. VIII, XI y observan que ocurre en torno a ellos. Aceptan las metas fi-
XIII, de Westermarck; International Journal of Ethics, Vol. IV, págs. jadas por los maestros en religión, por las autoridades polí-
89-94 y 229-238, de Ritchie, en el que se dan mayores referencias; Na-
turaleza Humana y Conducta, 1922, págs. 118-122, de Dewey. ticas, por quienes gozan de prestigio en la comunidad. Dejar
de adoptar tal curso parecería a muchas personas una espe-
49
50 TEORÍA DE LA VIDA MORAL FINES, El. BIEN Y LA SABIDURÍA Sl

cie de rebelión moral o anarquía. Muchas otras encuentran de ser un objetivo lo bastante extenso para unificar los actos
que sus fines les han sido prácticamente impuestos; por fal- en una conducta. Pero alguien puede preguntar: ¿Y luego
ta de educación y por penuria económica hacen justamente qué? ¿A qué usos se destinará la victoria cuando se alcance?
lo que tienen que hacer. En ausencia de la posibilidad de Es obligado que por lo menos se haga esta pregunta si los
escoger realmente, la reflexión sobre los propósitos y el in- hombres están inteligentemente interesados en su compor-
tento de componer una teoría general de los fines y el bien tamiento y no regidos por la casualidad y la presión del mo-
parecerían ser lujos estériles. mento pasajero. El desarrollo de objetivos extensos y per-
No puede haber, sin embargo, cosa tal como la moralidad durables es condición necesaria para Ia aplicación de Ia
reflexiva, a menos que los hombres pregunten seriamente reflexión a la conducta; son en verdad dos nombres que se dan
cuáles son los propósitos por los que deben regir su conduc- al mismo hecho. No puede haber cosa tal como moralidad
ta y por qué deben hacerlo; qué es lo que hace que esos reflexiva cuando no hay interés por los fines a que se enca-
propósitos sean buenos. Esta búsqueda intelectual de fines mina la acción.
es susceptible de surgir cuando las costumbres dejan de dar El hábito y el im‘pulso tienen consecuencias, tal como to.
la requerida orientación, y esta omisión ocurre cuando las do acaecimiento tiene efectos; pero meramente como hábil
viejas m'stituciones se derrumban, cuando las invasiones del to, impulso y apetito no conducen a la previsión de lo que
ocurrirá como consecuencia de su acción. Un animal es in-
exterior y los inventos e innovaciones m'temos alteran radi—
citado por el hambre y el resultado es la satisfacción del
calmente el curso de la vida.
apetito y la nutrición del cuerpo. En el caso de un ser hu-
Si el hábito fracasa, la un'ica alternativa para no obrar a
mano, por tener una experiencia madura a la cual recumr',
capricho y al azar es la reflexión. Y la reflexión sobre lo
que debe hacerse es idéntica a la formación de fines. Más los obstáculos en camino de la satisfacción del hombre, las
dificultades encontradas en la consecución del alimento
aun', cuando el cambio social es considerable y sugiere una
una gran variedad de objetivos contradictorios, la reflexión lo harán consciente de qué es lo que quiere; el resultado Se-
no puede limitarse a escoger uno de ellos de entre el conjun- ra’ previsto como un fin-en-perspectiva, como algo que se
desea y por lo cual se lucha. El comportamiento tiene fines
to que le sugieren las condiciones; el pensamiento tiene que
en el sentido de resultados que ponen un [in a esa actividad en
obrar creativamente para formar nuevos fines.
particular, en tanto que un fin-en-perspectiva surge cuando
Todo hábito introduce contm'uidad en la actividad, pro-
se prevé una consecuencia particular y, una vez prevista, se
porciona una ilación o eje permanente. Cuando se quebranta
le adopta conscientemente por deseo y se convierte delibera-
Ia costumbre, lo un'ico que puede concatenar la sucesión de
damente en propósito directivo de la acción. Un propósito
diversos actos es un propósito común existente en actos se—
u objetivo representa un anhelo, un afán que se traduce en la
parados. Un fin-en-perspectiva da unidad y continuidad, ya
idea de un objeto, como el hambre ciega se transforma en
sea para obtener una educación, conducir una campaña mi-
litar o construir una casa. Cuando más incluya el objetivo un propósito mediante el pensamiento centrado en un ali.
en cuestión, más amplia será la unificación que se logre. Los mento que se desea -——la harin'a pongamos por caso—— el cual
fines extensivos pueden conectar entre si actos realizados hace pensar enseguida en el grano que debe scmbrarse y la
durante largos períodos de años. Para el soldado raso y has. tierra que debe cultivarse, en toda una sen'e de actividades
ta para el general que está al mando, ganar la campaña pue que hay que llevar a cabo inteligentemente.
52 TEORÍA DE LA VIDA MORAL FINES, El. BIEN Y LA SABIDLRÍA 53

Un fin-en-pcrspectiva difiere así de la mera anticipación gañosos que nos desvian del verdadero fin que la razón pone
o previsión de un resultado, por una parte, y de la fuerza pro a la vista. En consecuencia, algunos moralistas han llegado a
pulsera del mero hábito o apetito, por la otra. A diferencia sostener que el apetito y el impulso son intrínsecamente
de la primera, implica una necesidad, un deseo vehemente y malos, por ser expresiones de la lujuria carnal, que es una
un afán impulsor; a diferencia de la segunda implica un fac- fuerza que aparta al hombre de los fines que la razón
tor intelectual, la idea de un objeto que da significado y di- aprueba. Sin embargo, esta opinión es imposible. Ninguna
rección al anhelo. Esta conexión entre propósito y deseo da idea u objeto podría obrar como motivo y convertirse en
origen a toda clase de problemas morales. Llegar a adquirir propósito a menos que estuviera conectada con alguna nece-
instrucción, destreza profesional, riqueza o poder no serían sidad; de otra manera sería una mera idea sin fuerza motriz
propósitos determinantes a menos que la idea de algún re- e impelcnte.
sultado estuviera aunada a alguna intensa necesidad del ser, En suma, aunque hay conflicto, no lo hay entre el deseo
porque se requiere pensar para convertir un impulso cn de y la razón, sino entre el deseo de alcanzar un objeto cercano y
seo concentrado en un objeto. Pero en el otro extremo, un el de lograr un objeto que, con el pensamiento, se ve que
vehemente anhelo tiende a excluir el pensamiento, ansia su ocurrirá como consecuencia de una serie intenncdia de con-
rápida realización. Un intenso apetito, como la sed, impele diciones, o sea "a la larga”; es un conflicto entre dos objetos
a la acción inmediata sm' pensar en sus consecuencias, como que se presentan al pensamiento, correspondiendo el uno
ocurre al hombre que estando muy sediento en plena mar, a la necesidad o apetito tal como se siente aisladamente, y
tiende a beber agua salada sin fijarse en los resultados objo el otro a la necesidad en que se piensa en relación con otras
tivos. En cambio la deliberación e investigación requieren necesidades El miedo puede sugerir a un hombre que la huida
tiempo, demandan que se demore, que se difiera la acción o la mentira son los fin'es que debe procurar; una mayor
inmediata. El ansia no ve más allá del momento inmediato, reflexión lo llevará a la convicción de que la firmeza y la
pero en la naturaleza misma de la reflexión está ver hacia veracidad le aseguraran’ un bien mucho mayor y más perdu-
un fin remoto. rable. Hay una idea en cada caso; en el primero, la idea
de la seguridad personal; en el segundo, la de la seguridad de
otros, supongamos, la cual ha de consegm'rse permaneciendo
5 2. ws FINES Y EL BIEN: LA UNIÓN DE Deseo Y PENSAMIENTO en el puesto. En cada caso hay también deseo; en el pri-
mero, un deseo que está muy cerca del un‘pulso e instinto
Hay, por consiguiente, un conflicto que se origma' dentro naturales; en el segundo, un deseo que no se despertaría si
del ser. El ímpetu de la reflexión, cuando se suscita. es ver no fuera porque el pensamiento pone a la vista consecuen-
hacia adelante. escudriñar y pesar las consecuencias más cias remotas. En un caso, el impulso original dicta Ia manera
remotas. Pero la fuer-La del anhelo, la ms‘tigación de la ne- de pensar en el objeto; en el otro, este impulso original se
cesidad inmediata, retraen el pensamiento hasta un objeto transforma en un deseo diferente, debtd'o a los objetos que
cercano en el que la necesidad encontrará su pronta y directa el pensamne'mo pone a la vts‘ta. Pero por bien estudiado y
satisfacción. La vacilación y conflicto resultantes son la racional que sea el objeto del pensamiento, será impotente a
base de la teoría que sosticn'e que en la vida moral hay una menos que despierte el deseo.
pugna m‘evitable entre el deseo y la razón; la teoria de que En otras palabras, no hay nada intrínsecamente malo en
el apetito y e] deseo tienden a ilusionamos con bienes en- el deseo e impulso en sí. Resultan ser malos en contraste con
S4 TEORÍA DE LA VIDA MORAL
FINES, EL BIEN Y LA SABIDURÍA SS

otro deseo cuyo objeto incluye consecuencias más extensas el mero hecho de que un determinado fin le haya "venido a
y perdurables. Lo moralmente peligroso en el deseo, tal como la cabeza.” Su condición moral depende de lo que hace
primero se presenta, en su tendencia a confirmar la atención con la idea después que se ha presentado. Es decir, el verda-
en su objeto m'mediato y a no permitir que se piense en toda dero objeto del juicio moral es establecer una unión entre
una linea de conducta. el pensamiento y el deseo intencional. Existe también la
William James ha descrito atinadamente la situación de tentación a gozarse libremente en la satisfacción sólo imagi-
esta manera: naria de deseos que sc sabe que son malos, basándose en
que no se causa ningun’ daño mientras esos deseos se man-
“¿Qué es lo que constituye la dificultad que encuentra un tengan dentro del campo de la fantasía y no intervengan en
hombre que obra bajo la inf'luencia de una pasión desordenada, la conducta manifiesta. Esta manera de ver las cosas pasa
para actuar como si esa pasión no fuera de tal índole. . .? La por alto el hecho de que dar rienda suelta a pensamientos
dificultad es mental, consiste en hacer que la acción correcta de placentera satisfacción de tales deseos los m'tensifica en
no permanezca ni por un instante ante la mente. Siempre que
realidad y contribuye a aumentar su poder de convertirse
nos domin'a algun' fuerte estado emocional, nuestra tendencia es
en acción manifiesta en alguna ocasión futura. Moralmente no
hacer que no surjan sino las imágenes que son congruentes con
el mismo. Si por casualidad se presentan otras, son m'stantánea- puede haber separación de deseo y pensamiento, porque la
mente sofoca‘das y desechadas. .. Por una especie de m‘stm’to de unión de pensamiento y deseo es precisamente lo que hace
conservación que tiene nuestra pasión, siente que si esos gélidos que un acto sea voluntario.
objetos llegan alguna vez a alojarse en la conciencia, trabajarán
Llegamos al mismo resultado cuando examinamos la re-
y seguirán trabajando hasta congelar la chispa vital misma de
toda nuestra manera de sentir. Por consiguiente, el papel de la presión del deseo versus la libre entrega al mismo. Hay dife-
pasión es impedir en todo tiempo y lugar que llegue a escucharse rentes clases de represión, las Cuales tienen muy distintos va-
la aun' débil voz." 1 lores y consecuencias morales. Una de ellas es la deliberada
exclusión del apetito e impulso del campo de la reflexión y
La conclusión de que no hay conflicto entre el impulso observación; hay en ese caso una supresión que simplemente
y la necesidad, por una parte, y un fin racional, por la otra. empuja al deseo a canales subterráneos. No hay entonces
sm'o entre dos deseos y dos fines presentes en el pensamiento, un debilitanu'ento de su fuerza, sino sólo una desviación que
coincide con nuestra experiencia práctica. Las personas que lo hace ejercer su poder indirectamente. En cambio, toda
han recibido una educación moral unilateral sienten a veces
reflexión ejerce por su propia naturaleza un efecto represivo.
vergüenza y remordimi'ento porque en sus mentes ha pene- Demora la ejecución del deseo y tiende a presentar nuevas
trado alguna idea maligna o impura, aun cuando sin obrar
consideraciones que alteran la naturaleza de la acción a que
de acuerdo con ella, la hayan desechado prontamente. Los
nos sentíamos impelidos originalmente. Esta acción represi-
im'pulsos momentáneos entran en nuestra mente por toda
va no consiste en sofocar o suprimir el deseo sino en dar-
suerte de conductos. A menos que una persona sea respon-
le una forma que es más inteligente por ser más consciente
sable de haber cultivado previamente hábitos que los excitan
de sus relaciones y efectos.
y fortalecen, no tiene motivo para culparse moralmente por
La experiencia práctica nos da una tercera confirmación
l Principles of Psychology, Vol. II, págs. 562.563. Debe consultarse en la cuestión del sacrificio de los deseos versus complacen-
el pasaje entero, págs. 561-569, asi como lo que se dice en el vol. I, cia en los mismos. Aquí también encontramos que la verda-
págs 284290, acerca de la operación selectiva del sentimiento.
56 TEORÍA DE LA VIDA MORAL FINES, EL BIEN Y LA SABIDURÍA 57

dera solución del problema está en unir el pensamiento y el con el término voluntad, especialmente cuando se dice una
deseo en vez de ponerlos uno contra el otro. A veces se hace "voluntad firme." A veces se confunde esta última con una me
del sacrificio un lin en sí mismo, lo que equivale a considerar ra obstinación inflexible, con una ciega negativa a alterar
un tm'pulso como malo en sí y por sí. El sacrificio de esta nuestros propósitos, por poderosas que sean las nuevas consi-
índole termina por mutilar la vida, disminuir su poder y deraciones que la reflexión pueda producir. Otras se con-
reducir el horizonte de las oportunidades de obrar. Pero hay funde con un intenso aunque breve despliegue de espasmo’dica
otra clase de renunciacio’n que tiene lugar cuando se percibe energía externa, aunque la vigorosa manifestación no sea más
algún fin que se juzga más valioso, y el deseo se apega a que hacer mucho estre’pito por nada. En realidad, la “fir-
este mejor fin que el pensamiento descubre. Nadie puede meza de voluntad" (o por decirlo mejor, de carácter) consiste
tener todo lo que quiere; nuestros poderes son demasiado en una anuente identificación del impulso con el pensamien-
limitados y nuestro medio demasiado rígido para permitir to, en la que el impulso suministra la acción en tanto que el
tal estado de cosas. En consecuencia, tenemos que desistir, pensamiento aporta la continuidad, paciencia y persistencia
que sacrificar algunos objetos que el deseo nos pone enfrente. que conducen a un curso de acción unificado. No es igual que
La resistencia a hacer cualquier sacrificio indica meramente la obstinaeión porque, en vez de insistir en la repetición del
una falta de madurez de carácter, como la del niño que mismo acto, observa los cambios de condiciones y es flexible
supone que puede alcanzar todos los objetos que desea su para reajustarse a ellas. En lo que insiste es en pensar, aun-
corazón. La reflexión tiene como función normal, la de co- que los fm'es en perspectiva especiales cambien, mientras que
locar los objetos del deseo en una perspectiva de valores la persona obstin'ada insiste en el mismo acto aunque el
relativos, de manera que cuando renunciamos a un bien, lo pensamiento le descubra un curso más acertado. En el pasaje
hacemos porque vemos otro que es de mayor valor y que citado, James dice que la dificultad para apegarnos a una
evoca un deseo más extenso y perdurable. No caemos en resolución cuando una fuerte pasión nos domina, es mental.
aquella clase de renunciación que Goethe llamó blasfema ni Consiste en la dificultad de mantener una idea, de sostener
en la que hace un bien de si misma, pues, como Goethe la atención en continuo alerta. Pero al mismo tiempo, el
indicó, la renunciación tiende a ser irreflexiva. “En cada mo- mero pensamiento no nos conducíría a la acción, debe aunar-
mento renunciamos a determinadas cosas por pura frivo se al impulso y deseo vitales para dar cuerpo y peso a la
lidad, sólo si podemos asimos de alguna otra cosa al mo- acción.
mento siguiente. Ponemos simplemente una pasión en el De la peculiar unión de deseo y pensamiento en la acción
lugar de otra; probamos sucesivamente las de los negocios, voluntaria, se desprende que toda teoría moral que trate de
m'clinaciones, diversiones y entretenimientos, sólo para ex- determinar el fin de la conducta, tiene un doble aspecto. En
clamar fin'almente que “todo es vanidad." Una vez más, el su relación con el deseo, requiere una teoría del Bien; el Bien
deseo reflexivo es la alternativa, tanto de la supresión de es aquello que satisface la necesidad, el anhelo; que llena o
todo deseo, como de la rendición a uno de ellos tal como hace completa la necesidad que mueva a la acción. En su
primero se presenta. relación con el pensamiento, o como idea de un objeto que
Un cabal entendmu'ento de la relación que existe entre la quiere alcanzarse, impone sobre qm’enes van a actuar la ne-
fuerza propulsora e incitante del deseo y el creciente alcance cesidad de visión racional o sabiduría moral. Dado que la
del pensamiento nos permite comprender lo que se significa experiencia demuestra, como hemos visto, que no toda sa-
I.—».n‘.
Six TEORÍA DE lA VIDA MORAL FINES. EL BIEN Y LA SANDURÍA 59

tisfueeio’n del apetito y anhelo resulta ser un bien. muchos perimentarlo será doloroso? Las palabras de Bain y las de
fines que nos parecen buenos mientras estamos bajo la in- John Stuart Mill son tipicas. El primero dijo: “No puede
fluencia de una intensa pasión, son realmente malos en la presentarse prueba de la posición de que la felicidad sea el
experiencia efectiva y en el juicio que de ellos pudiera for- fín correcto de todo proceder humano. A. Es una suposi-
marse reflexionando en un momento de serenidad. La labor ción final o definitiva que debe probarse por referencia a
de la teoría moral es por tanto componer una teoría del Bien los juicios individuales de la humanidad." El segundo dijo:
como fin, objetivo o deseo, y arbitrar también una teoria del "La única prueba que puede presentarse de que un objeto
bien verdadero que lo distinga del engañoso, Esta última es visible es que la gente lo vea en realidad. De igual ma-
necesidad significa en realidad el descubrimiento de fines nera, la sola prueba que se puede presentar dc que algo es
que satisfagan las demandas del pensamiento imparcial y deseable, es que la gente lo desee realmente."
previsor, as'í como las urgencias del deseo. Sin entrar en detalles en este punto, podemos prever la
Este doble aspecto de los fin'es nos da una clave para el discusión que sigue hasta el grado de d‘CLlr que tales decla-
estudio de las diferentes teorías que se han presentado, así raciones adolecen de una fatal ambigüedad. La felicidad
como un criterio para juzgar su valor. Vista superficialmen- puede ser el Bien y, sm‘ embargo, no ser lo mismo que el
te, puede parecer que una teoría ofrece un concepto del bien placer. Además, la terminación "ble" tiene significados dis-
que lo conecta de manera satisfactoria con el deseo y, sm' tm'tos en diferentes palabras: significa “susceptible de ser
embargo, no puede producir las condiciones que por sí solas visto" cuando se presenta en la palabra "visible"; pero en
permitirían al fin dar dirección intelectual a la conducta. Es- otras, significa aquello que es adecuado, correcto, como
to es especialmente así en el caso de la pn'mera teoría que en las palabras "disfrutable" y "amable." "Deseable" no sig-
veremos ahora. nifica aquello que es susceptible de ser deseado (la experien-
cia muestra que casi todo ha sido deseado por alguien alguna
vez), sino aquello que a los ojos del juicio imparcial debería
Q 3. EL PLACE]! OOMO BIEN Y COMO FIN
desearse Verdad es, por supuesto, que sería torpe fijar
como fin del dm, o como deseable, algo que no sea realw
A muchas inteligencias les ha parecido no sólo ostensible
mente deseado o susceptible de serlo, pero seria igualmente
sino prácticamente obvio que lo que hace que cualquier ob-
estúpido suponer que lo que debería ser deseado puede de-
jeto de deseo y realización sea bueno es el placer que da a termm'arse por medio de un mero examen de lo que los hom-
quien lo experimenta. Encontramos que la humanidad busca bres desean, sin antes haber practicado un examen crítico de
muchos y muy diversos objetos; pero, ¿por qué? ¿Cuál es la la sensatez de las cosas deseadas. Hay la misma distinción en-
cualidad común que hace deseables todas estas diferentes tre lo disfrutado y lo disfrutable.
cosas? De acuerdo con la teon’a que se discute llamada He! Tenemos, pues, que examm'ar la teoría hedonista como
doms'mo, ( del griego hedon, que significa placer), esta cua- teoría del deseo y también como teoría de la discreción o
lidad común es el placer. Se afirma que la demostración de prudencia práctica en la elección de los fines que han de per-
la teoría se encuentra en la experiencia misma. ¿Por qué seguirse. La idea misma de un fin nn'plica' algo más o menos
busca o habria de buscar alguien cualquier objeto a menos distante, remoto; implica la necesidad de mirar hacia ade-
que crea que podrá disfrutarlo? ¿Por qué habría de evitar lante, de juzgar. El consejo que da al deseo es: Respice finem.
alguien como malo algun' objeto a menos que crea que ex- Considera lo que te ocurrirá si actu’as según el deseo que
60 TEORÍA DE LA va MORAL FINES, EL BIEN Y LA SABIDURÍA 61

ahora tienes; toma en cuenta el costo; calcula las consecuen- dolores que tan intnn'secamente acompañan a la naturaleza de
cias en un período de tiempo. La circunspcccio’n, el prudente un acto, que pueden ser calculados. Todos obtenemos algún
Cálculo de todo el curso de consecuencias puestas en juego, placer realizando los actos que están de acuerdo con nuestras
es la condición previa para alcanzar la satisfacción del Bien. disposiciones; tales actos son, por su misma concepcion, agra-
Toda la locura y estupidez consiste en no considerar lo re- dables; coinciden con nuestras tendencias y se ajustan a
moto, lo que sobrevendra’ a la larga, debido a la absorbente ellas. Un experto en tenis siente placer al jugarlo, a un ¿I’-
y cegadora fut-rm ejercida por algún intenso deseo presente. tista le gusta pintar cuadros, a un científico investigar, a un
Nuestra primera crítica esta dedicada a poner de mani- filósofo especular, a un hombre valeroso procura actuar en
fiesto que si cl placer se tomara como fín, no sería posible un medio en el que pueda ejercitar su resistencia y lealtad,
formarse aquel juicio sereno y previsor de las consecuencias etc. En tales casos, dada una cierta estructura de carácter
que la teoría requiere; en otras palabras, se derrotaría a sí y tendencia de aptitudes, hay una base firme para prever los
misma, ya que las consecuencias, en forma de placeres y do placeres y dolores, por lo que podemos limitar la teoría a
lores, son precisamente las cosas más difíciles de juzgar en tales consecuencias, excluyendo las puramente accidentales.
forma de consecuencias. Lo prudente es considerar el fin‘, Pero al modificar la teoria de esta manera hemos adoptado
tomar en cuenta el costo, antes de adoptar el curso que el realmente como criterio el carácter existente del hom-
deseo propone. Pero los placeres están tan conectados ex- bre. Un individuo artero y poco escrupuloso encontrará pla-
terna y accidentalmente con la realización de un acto, que cer en su misma vileza. Cuando piense en un acto que cau-
toda tentativa de preverlos es tal vez el curso más estúpido saría pena a una persona franca y generosa, encontrará en el
que podría adoptarse para obtener una guia de la acción. pensamiento una fuente de placer y (de acuerdo con la teo.
Supongamos que un hombre tiene el deseo de visitar a un ría), un buen acto que debe realiz'ar. Lo mismo podrá decirse
amigo enfermo y que trata de determinar el bien contenido de la persona cruel, disoluta o perversa. Los placeres y do-
en su acto calculando los placeres y dolores que lo acom- lores que cada uno prevea serán aquellos que van de acuerdo
pañan. Supongamos que es extremadamente sensible a la con su carácter presente. Imaginemos dos hombres mo
vista del sufrimiento; supongamos que en el curso de la visi. mentáneamente domm’ados por la idea de tomar cruel ven-
ta surge una desagradable diferencia de opinión sobre algún ganza en un tercero que les ha infligido un mal trato. Al
tema; supongamos que mientras acompaña al enfermo se principio ambos tendrán al menos un placer pasajero al ima-
presenta otro visitante que los cansa y aburre con su conver- ginarse al otro derrotado y sufriendo. Pero si uno de ellos es
sación; consideremos en suma la multitud de factores acci- de buen corazón, muy pronto se sentirá apenado ante el pen-
dentales de placer y dolor que en nada contribuyen a la for- samiento del mal que aquél estaría padeciendo; si el segun-
mación de un juicio acertado de lo que se debe hacer. Un do es, en cambio, cruel y vengativo, obtendría más y más pla-
num'ero indefinido de circunstancias externas afecta los pla- cer a medida que pensara en la desgracia de su enemigo, por
ceres y dolores que derivan de un acto y producen resultados lo que si el placer fuera señal de bondad, el acto le parecería
que son enteramente ajenos a las consecuencias intrínsecas y ciertamente bueno.
previsibles del mismo. Hay así un doble error en la teoría. Inconscientemente,
Podemos, sin embargo, modificar un tanto la linea de ra- adopta el criterio de la clase de placeres que disfrutada un
zonamiento y limitar el alcance de la teoría a los placeres y hombre que ya fuera bueno, los placeres que se consideran
62 'lL-ORÍA DI." LA VIDA MORAL FINES, EL BIEN Y LA SABIDURÍA 63

normales. En igualdad de circunstancias, los placeres son que su mente se distraiga mutuamente pensando en los
ciertamente un bien que disfrutar y no un mal que evitar, placeres que pudo haber disfrutado si hubiera hecho otra
pero la frase “en igualdad de circunstancias," abarca un te- cosa.
rreno muy amplio. No pensamos en los placeres de la per. Hazlitt dijo: "Placer es aquello que lo es en sí mismo;
sona disoluta, falta de honradez, cruel y mezquina, sino en bien es aquello que se aprueba a sí mismo mediante la refle-
el placer del goce estético, de la amistad y buen compañen‘s xión o cuya idea es una fuente de satisfacción. Por lo que,
mo, del saber y cosas semejantes. Pero no puede negarse moralmente hablando, no todo placer es igualmente un bien,
que los caracteres que moralmente despreciamos den’van ver- porque no todo placer admite igualmente que se rcflexione
dadero placer de sus lineas de conducta. Podemos creer, con
sobre él."
toda razón, que no deberian hacerlo; pero, sin embargo, lo
Verdad es que para nosotros nada hay bueno que no in-
hacen. Hay ciertas clas'es de felicidad que el hombre bueno
cluya un elemento de goce, ni nada malo que no contenga
disfruta y el malo no, pero también ocurre a la inversa, y este
un elemento de lo que es desagradable y repulsivo. De otra
hecho es fatal para la teoria de que el placer constituye el
bien que hace que un objeto determinado merezca ser el fin manera, el acto u objeto es simplemente indiferente, pasa
de la acción. desapercibido. Pero la declaración de que todo bien contiene
El otro error [consiste en confundir el placer previsto y el disfrute de algo como uno de sus ingredientes no es equi-
valente a la de que todo placer sea un bien. La cita de Hazlitt
esperado, con el goce inmediatamente experimentado al pen—
sar en un fin. Siempre que se piensa en un objeto futuro co señala la diferencia. Si juzgamos, a menudo encontramos
mo un fin, el pensamiento despierta un placer o una moles- que no podemos aprobar un goce. Esto no se debe a que el
tia presentes, y todo goce o desagrado presente fortalece o placer sea malo en si, sm’o a que el juicio nos hace descubrir
debilita a la atención prestada a ese objeto en particular. In- relaciones del acto y objeto placenteros que rechazamos mo-
tensifica o reduce la fuerza motriz' del objeto en que se piensa. ralmente o de las que nos avergonzamos. Un acto nos atrae
Un deseo puede inflamarse hasta un grado prácticamente como placentero. Si nos detenemos a pensar, podemos en-
m'controlable si nos deleitamos en pensar en los placeres que contrar que el placer se debe a algo que hay dentro de noso
la imagm'ación del mismo excita ahora en nosotros; pero tros mismos y que consideramos indigno, como por ejemplo
este aumento de la dinámica fuerza motriz del objeto no un rasgo de crueldad o cobardía. 0 aprobamos el placer
tiene nada que ver con el juicio o previsión de las come. cuando juzgamos, no porque sea un bien aisladamente, sino
cuencias que seguirán si tomamos ese objeto como nuestro porque al examinarlo encontramos que estamos dispuestos
fin. Es en verdad, en muchos casos, positivamente adverso a sujetar-nos a las condiciones y efectos con que está conce
al juicio sereno de las futuras consecuencias. Lo más que tado. Las cosas no dan el placer porque están de acuerdo
puede decirse es que una vez que un hombre ha juzgado bue (se ajustan o coinciden) con algo en nuestra propia confor-
no el fm' que quiere alcanzar es prudente de su parte avivar mación. Cuando reflexionamos, nos damos cuenta de esta
las asociaciones placenteras del mismo. De esta manera, su conexión. Asi, al juzgar el valor moral de un placer, estamos
resolución se confirmará y resistirá las distracciones. Un juzgando realmente nuestro propio carácter y disposición.
estudiante que ha decidido pasar la noche dedicado al estu- Si se sabe cuáles son las cosas que un hombre encuentra
dio encontrará que su determinación se debilita si permite placenteras o desagradables, se tiene una indicación segura
64 TEORÍA DE LA um MORAL PINbS', EL BIEN Y LA SABIDURÍA 65

de su naturaleza, y este principio es aplicable tanto a noso. Es indiscutible que el ser cuya capacidad dc gozar es reducida
tiene mayor posibilidad de satisfacerla plenamente, y que un ser
tros mismos como a los dcma’st altamente dotado considerará siempre que cualquier felicidad
La prudencia o cordura que constituye la principal vir- que pueda procurar, dada la forma en que está constituido el
tud, desde el punto de vista de la bondad o maldad de los mundo, es imperfecta... Es mejor ser un hombre insatisfecho
fines, es, por tanto, la ejercitada por un espectador imparcial que un cerdo satisfecho; es preferible ser un Sócrates desconten-
to que un tonto complacido. Y si el tonto o el cerdo opinan di-
y calmado, por un hombre, no cuando sc encuentra bajo la
ferente, es porque sólo conocen su propio lado de la cuestión.
urgencia de un intenso. deseo, sino en un momento de tran- El otro sujeto de la comparación los conoce ambos."
quila reflexión. En este último caso, juzga el deseo y su
satisfacción como elementos existentes en una mayor uni- Dicho pasaje obtiene la pronta aprobación del sentido
dad de conducta y carácter. Bien puede haber tanta diferen- común moral y, sin embargo, su significado no es entera-
cia entre estas dos actitudes, como la quc hay entre un hom- mente claro. Hay personas que habiendo "conocido" tanto
bre impulsado por un intenso deseo a la comisión de un acto los placeres superiores como los infen'orcs, todavia escogen
criminal y el juez que dicte sentencia sobre su acto. La estos últimos; prefieren, podemos en verdad decir, ser cer-
tm'po‘rtantc verdad que nos da a conocer la relación existente dos. Con frecuencia es más fácil ser un cerdo que juzgar
entre el placer y el bien es que debemos incorporar la fun- un acto como un Sócrates, y hemos de recordar que Sócrates
ción del juez ——la de la rellexión- a la formación de nuestros encontró la muerte como consecuencia de su "sabiduría." Pa-
deseos mismos, aprendiendo así a encontrar placer en los ra que la declaración de Mill pueda ser aceptable, tene-
fines que la reflexión aprueba. mos que incluir' el concepto de comprensión como parte del
La conclusión a que hemos llegado es que hay una im- significado de "conocimiento." No puede decirse que un pla-
portan'te diferencia en la calidad intrínseca de los placeres, cer, considerado aisladamente, sea superior o tn'ferior a otro.
que un placer “que no comporta reflexión" es de clase dife- No hay nada m'trinsecamente supen'or en gozar de una
rente a la del que si la conlleva. Mientras la mayoria de los película o de un libro m‘structivo, que en disfrutar del ali-
hedonistas han sostenido que los placeres son iguales, difi- mento, siempre y cuando la satisfacción se considere inde-
riendo sólo en intensidad y duración, John Stuart Mill in- pendientemente de los efectos y relaciones del objeto, en
trodujo la idea de una diferencia en calidad. Dijo: "Los la vida como un todo continuo. Hay ocasiones en que la
seres humanos tienen facultades más elevadas que los apc— satisfacción del hambre adquiere precedencia sobre otras sa-
titos animales y, una vez han adquirido conciencia de ellas, tisfacciones; en ese momento, durante ese tiempo, es "su-
no consideran como felicidad nada que no incluya la satis- perior." Llegamos a la conclusión de que la verdad contenida
facción de las n'u'smas." en la declaración de Mill no es que una "facultad" sea inhe
rentemente superior a otra, sm'o que una satisfacción, que
“Pocas criaturas humanas aceptarían ser convertidas en cual-
a través de la reflexión basada en larga experiencia, se ve
quiera de los animales interiores, aunque se les prometiera la
mayor cantidad de placeres que pueda tener una bestia; ningun‘ que unifica de manera armoniosa el sistema entero de deseos
hombre in'teligente consentiría' en ser un tonto, ninguna persona del ser; es superior en calidad a un bien que sólo lo es en
in‘stmida querria ser un ignorante, ntn‘gun’ in'dividuo de buenos relación con una necesidad particular y aislada. Todo lo
l

senumt"entos y concienc1a’ seria egoísta y bajo; aunque a todos que un‘plica la declaración de Mill es que la satisfacción del
ellos se les persuadiera de que el tonto, el ignorante y el malva- ser entero en cualquier fin y objeto es cosa de clase muy di-
do están más satisfechos con su suerte que ellos con la suya...
66 TEORÍA DE LA VIDA MORAL
FINES, EL BIEN Y LA SABXDURÍA 67

ferente a la satisfacción de un apetito aislado e independien-


sufrir dolor; o experimentar, sin culpa de su parte, una de
te. No es forzar el lenguaje ordinario decir que la primera
cepción intensamente desagradable. Seria absurdo atribtu'r
clase de sastisfaccio’n sc denota con el término "felicidad" y
bondad o maldad, en cualquier sentido moral, a esas even-
la segunda, con la palabra “placer,” por lo que el argumento
tualidades que no tienen conexión m'trinseca con la acción
de Mill señala, no tanto una distinta calidad en diferentes
deliberada. Pocas cosas hay que produzcan más sufrimiento
placeres, como una diferencia de calidad entre la satisfac-
que la pérdida de un amigo querido, pero nadie piensa que
ción perdurable de todo el ser y una satisfacción transitoria
el hombre que sufre la pérdida haya sido lesionado por ella
de algún elemento aislado del mismo. en su cara’cteri A un hombre "con suerte" le ocurren cosas
Por lo tanto, de acuerdo con los hechos, no sólo podemos
agradables en grado extraordinario, pero ese hecho tal vez
sino que debemos hacer una distinción entre placeres y fc.
sólo le haga volverse obtuso, descuidado y vanidoso.
licidad, o bienestar, aquello que Aristóteles llamo’ eudaimo-
La felicidad, por lo contrario, es una condición estable
ma." Estrictamente hablando, no hay cosa tal como un pla-
porque no depende de lo que transitoriamente nos ocurre,
cer; placer es complacencia, nombre abstracto con que se
sm’o de la disposición permanente del ser. Se puede encon-
designan objetos que son placenteros, agradables. Y cual-
trar felicidad en medio de las molestias, estar contento y ale-
quier estado de cosas es placentero o agradable si va de
gre a pesar de una sucesión de circunstancias desagradables,
acuerdo con el estado, cualquiera que sea, existente en una
si se tiene valor y ecuanimidad de espíritu. El agrado de-
persona.
pende de la forma en que nos afecta un acontecimiento en
Lo que es agradable en una ocasión, desagrada en otra; particular; tiende a enfocar la atención en el ego, por lo que
lo que gusta en salud, repugna cuando se siente fatiga o
el amor a los placeres como tales puede hacernos egoístas o
enfermedad; lo que molesta o disgusta en un estado de sa-
codiciosos. La felicidad es cuestión de la disposición que
ciedad, es satisfactorio cuando se está deseoso o hambriento.
activamente empleamos para hacer frente a las diversas si-
Y en una escala más elevada, lo que complace a un hombre
tuaciones, de las cualidades de la mente y el corazón con que
de disposición generosa, despierta aversión en una persona
gustosamente las recibimos e interpretamos. Aun siendo así,
cruel y mezquina; lo que divierte a un niño, puede aburrir no es un fin directo del deseo y esfuerzo, en el sentido de
a un adulto; los objetos que satisfacen a un hombre de ser un fin-en-perspectiva m'tencionalmente buscado, sino más
estudios, son repulsivos para un ignorante. El agrado y el bien un fm'-producto, un necesario acompañamiento del
desagrado son, en consecuencia, m‘dicios y sintomas de las
carácter que se interesa en objetos que son perdurables y
cosas que en determinado momento van de acuerdo con una que están intrínsecamente relacionados con una naturaleza
disposición particular del organismo y el carácter, y no hay comunicativa y expansiva. Como George Eliot observó en
nada en un sm'toma de la m'clinación existente en el carácter, su novela Romola, “Es sólo de clase mf'erior la felicidad que
que lo haga Ser un fm‘ deseable, por mucho que sirva como podríamos obtener si cuidamos excesivamente de nuestros
guía o advertencia. propios placeres mezqum’os. Solamente podemos tener la
Hay. algo de accidental en lo que es meramente agradable suprema felicidad, tal como la que acompaña al hecho de ser
y satisfactorio. Son cosas que nos ocurren. Un hombre pue» un gran hombre, pensando con toda amplitud y con la ma-
de sentir placer al hallar una suma de dinero en la calle, al yor consideración en el resto del mundo asi como en noso-
paladear una buena comida, al encontrarse m‘esperadamente tros mismos; y esta clase de felicidad comporta a menudo
con un viejo amigo; o puede tropezar y caer, lastimarse y tanto dolor que sólo podemos distinguirla de esta última,
FINES, EL BIEN Y LA SABIDURÍA 69
68 TEORIA DE LA VIDA MORAL

por ser la que habríamos escogido de preferencia a cualquie reflexión acerca dc las vicisitudes de la vida, condujo por
tanto, a algunos observadores a considerar la preocupación
ra otra cosa, porque nuestras almas ven que es buena." 2
por el futuro como una fuente de aflicción y ansiedad, más
La felicidad, a diferencia del placer, es una condición del
bien que como una condición para alcanzar el bien. No hay
ser. Hay una distinción entre un placer tranquilo y la tranqui-
lidad dc espíritu; hay una conformidad con las circunstan- cordura en tratar de encontrar el bien en lo que está expues-
cias externas cuando contribuyen a nuestro goce inmediato, y to a circunstancias fuera de nuestro control; tal conducta es
más bien una manifestación de m'sensatez. El papel de la sa-
hay una conformidad de carácter y espíritu que se man-
tiene aun en circunstancias adversas. Puede seguirse este biduria es, pues, aprovechar el momento presente a medida
que pasa, extraer de e’l todo el placer que sea capaz de rendir'.
criterio para distinguir la satisfacción meramente transito-
ria, de la verdadera felicidad: esta última emana de objetos Carpe diem. La idea es poe’ticamente expresada en los ver-
que son placenteros en si, pero que también refuerzan y sos de Edna St. Vincent Millay:
amplifican otros deseos y tendencias que son fuente de felici-
"I burn my candle at both ends,
dad, mientras que en un placer no hay tal tendencia armo
It will not last the night;
mzan’te y expansiva. Hay dentro de nosotros facultades cu- But ah, my foes and oh, my friends
yo ejercicio crea y da vigor a objetos que son perdurables y It gives a lovely light-—-”
estables, en tanto que excluye objetos que ocasionan aque
llas satisfacciones meramente transitorias que producen in- cuya traducción no rimada es:
quietud e im'tabilidad. La armonía y la disposición a exten«
derse hasta llegar a la unión con otros valores es señal de “Hago arder mi vela por ambos extremos,
No durará toda la noche;
felicidad. El aislamiento y la propensión a la pugna y la intro-
Pero ¡ah! mis enerm'gos y ¡oh! mis amigos
misión son señales de la existencia de aquellos estados que Da una luz encantadora—"
se han agotado en su condición de placenteros.
En prosa se expresa con este dicho: "Come, bebe y alé-
5 4. LA TEORIA EPICUREA DEL BIEN Y LA SABIDURÍA grate ahora, que mañana moriremos."
Hay, sin embargo, en esta teoría una gran diferencia
Pasamos ahora a otra teoría de la finalidad adecuada del entre un aprovechamiento irreflexivo de los placeres del mo-
deseo y el pensamiento; la conciencia como teoría epicu’rea. mento y un proceder meditadamente regulado. La experien-
cia enseña que algunos placeres son extremadamente efíme-
Las versiones de que hemos tratado se ocupan de los fines
ros y también susceptibles de ser seguidos por reacciones de
futuros, segun' los cuales debemos regular el deseo y esfuerzo
m'comodidad y sufrimiento. Tal es el caso de todos los pla—
presentes. Pero los placeres y sufrimientos futuros son noto-
riamente m'ciertos. Están sujetos a toda suerte de circuns ceres extremos y violentos. El abandono al placer m'tcnso
tancias externas, de las que hasta la más fundamental, la rara vez conviene; es más bien una pérdida que una ganancia,
conservación de la vida misma, es sumamente precaria. La ya que la experiencia demuestra que dicho placer usualmente
nos arroja a situaciones que van acompañadas de inconve
2 Que la "felicidad" asi concebida constituye una norma de juicio niencia y sufrimiento. Los placeres que msultan' ser buenos
más bien que un fin del deseo es un hecho que se examma' en el son placeres sosegados y tranquilos; la experiencia descubre
capítulo que trata de la Aprobación. Véansc págs. 124428.
70 TEORÍA DE LA VIDA MORAL FINES, El. BIEN Y LA SABIDURÍA 71

que éstos brotan dc fuentes intelectuales y estéticas que, por es más seguro y perdurable que las vehementes satisfaccio
estar dentro de nosotros, están bajo nuestro control. Los nes de la excitación excesiva. La persona culta que lee bue-
placeres de los apetitos, como el sexual, pueden ser más in. nos libros, que tiene aficiones intelectuales y aptitud para
tensos, pero no son tan perdurables ni tan capaces de dar cl compañerismo amistoso tiene fuentes de satisfacción más
origen a futuras ocasiones de goce, como aquellos que pro- enteramente dentro de sí misma, que la persona dada a los
vienen de los libros,'de la amistad, del cultivo del deleite es- placeres sensuales o a la persecución del dinero y la fama.
tético. Nuestros sentidos y apetitos se interesan por las cosas Hay obviamente un fundamento sólido en la máxima, como
externas, ponie'ndonos así en situaciones que no podemos tal. La lección es particularmente necesaria en periodos de
controlar. Sin embargo, de entre los deleites de los sentidos, bullicio, precipitación y anhelo de lujo, cuando los hombres
son más dignos de ser cultivados los de la vista y el oido que son arrastrados por el interés en cosas externas y pasajeras,
los del gusto y el olfato, pues los pn'meros están más íntima- preocupados por las consecuencias materiales de la industria
mente asociados a los placeres intelectuales y también a las y los negocios y que pierden la posesión de ellos mismos.
condiciones más comunes, más extensamente diseminadas en En cambio, la doctrina es fundamentalmente de retrai-
la naturaleza. Disfrutar de la luz del sol, de las aguas co- miento y restricción, aun cuando toma la forma de un "de.
rrientes o del aire fresco, es un placer tranquilo y fácil' de sinterés" altamente intelectual, apartado del barullo y pugna
obtener. Confiar nuestras satisfacciones a objetos de lujo de las cuestiones prácticas. Si fuera posible aislar el presen-
es exponemos a un probable desengaño tras una búsqueda te del futuro, tal vez ésta seria la mejor fórmula que podría
dificultosa. La vida simple es la vida buena porque es la encontrarse para alcanzar la felicidad. Pero la calidad de
que más nos asegura el placer presente. La amistad privada egoísta abstracción en el propio placer, que parece acompa-
es mejor que la vida pública, ya que los arm'gos se reúnen ñar a la doctnn'a, es un producto necesario del tn'tento de
. naturalmente y cultivan la armonía, mientras que dedicarse excluir la preocupación por el futuro. La doctrina es fun-
a la vida pública es poner la propia' suerte a disposición de damental de retiro y pasividad. No sólo omite el placer que
cosas fuera de control y exponer la propia persona a violen- proviene de la lucha contra condiciones adversas, con el con-
tos cambios o por lo menos a contm'uas vicisitudes. siguiente esfuerzo para alcanzar lo difícil, sino que es una
Esta teoría constituye el epicureísmo en su forma origi- doctrm'a de retraimiento del escenario de la lucha en que la
nal, una doctrina muy alejada de aquel abandono a los pla- masa de los hombres está por fuerza envuelta. Es una doctri-
ceres voluptuosos que a menudo se asocia a su nombre. Su na que sólo puede atraer a quienes ya están ventajosamente
máxima es cultivar aquellos elementos de placer presente situados. Presupone que hay otros que estén haciendo el
que sean más seguros y eludir verse envuelto en circunstan- trabajo rudo y áspero del mundo, para que esos pocos pue
cias externas. Esta importancia concedida a las condiciones dan llevar una vida de tranquilo refinamiento. Es egoísta
de seguridad del placer presente es el punto fuerte y al mi!» debido a lo que excluye. Es una doctrina que siempre flore-
mo tiempo el débil de la teoría epicur'ea. cerá, aunque probablemente con nombre distinto del de epi-
La teoría elude las dificultades acerca de la precisión y cureísmo, cuando las condiciones sociales sean turbulentas
cálculo de los placeres y dolores futuros, que invalidan el y difíciles, lo que hace que los hombres de cultura tiendan a
tipo de teoría anteriormente examinado. Se sabe por expe retraerse en ellos mismos y a dedicarse al refinamiento in-
rienda, personal y social, que el placer moderado y tranquilo telectual y estético.
HDR-IA ot: LA vim Motuu. HN‘ES, l-‘l. BirN v IA SABIDURÍA 73

5 5. izi. Exrro oouo nn no podemos menos que tener algún respeto por una doctrina
que hace hincapié en la realización, aunque cl nivel de la
Una tercera variante dc la teoria que sostiene que la prin. misma no sea elevado. Más aún, hay relativamente pocas
cipal demanda moral es que haya sabiduria en la elección de personas que puedan permitirse despreciar el concepto del
exito en la realización. Los estudiantes, ingenieros y demás
los fines es la doctn'na del "éxito," entendido como un ilus-
profesionales son susceptibles de afirmarse en sus aficiones
trado interés propio. Esta teoria no está ligada a ninguna
cn consideración al éxito. El principio de prudencia, inter-
doctrina en particular acerca de los placeres y dolores y rara
pretada cn el sentido de conveniencia en lo que respecta a
vez ha sido formulada con la precisión intelectual de los
la rcali7acio'n, tiende al menos a sujetar a los hombres a su
otros principios. pero es extensamente aplicada en la prác-
trabajo y a protegerlos de la distracción y pérdida de tiem-
tica Se da tm indicio de ella en el dicho de que "la hon-


po y energía.
radez es la mejor norma." Tiende a prevalecer en las que se
Sin embargo, aun habiendo tomado en cuenta todo lo
llaman cuestiones prácticas: los negocios, la politica, la
anterior, los defectos de la doctrina son bastante obvios.
administración; donde quiera que la realiza'ción y el fraca-
Apenas se eleva sobre los aspectos más extemos de la vida;
so pueden medirse en térrm'nos de poder externo, de repu—
fomenta la idea de "ascender" de "progresar" de “triunfar,”
tación, de hacer dinero y de alcanzar una posición social. La
aunque acepta sin discusión la valoración que comun' y co-
doctrina pone gran estima en la eficiencia, en lograr que se
rrientemente se da a aquello en que estas cosas consisten. No
hagan las cosas; admira la destreza, la sagacidad y la indus-
hace un juicio crítico del cuadro de valores, cualquiera que
triosidad y condena la pereza y la estupidez. Sospecha del
sea el que prevalece, supongamos, en una época en la
arte, a no ser cO‘mo embellecun’iento del éxito práctico, y
que los hombres están dedicados a las utilidades pecuniarias.
desconfía de las actividades disttn'tivamente intelectuales,
Fomenta el concepto de ganancias y pérdidas en térmtn'os
menos cuando rinden frutos prácticos tangibles. materiales y tangibles. La idea del éxito, en el sentido gene-
Pese al hecho de que los moralistas adoptan generalmen- ral de realización, forma parte necesan'amente de toda mora.
te una actitud despectiva hacia este concepto de la vida, hay lidad que no sea fu'til ni esté confin'ada a meros estados de
algo que puede decirse en su favor. El tn‘terés propio ilus- sentimiento intemo; pero la teoría en cuestión se apega a un
trado, la planificación y cálculo par'a lograr el éxito, no pa- concepto superficial, convencional y no examinado de lo que
recen gozar de gran categoría como motivos, pero cuando constituye la realtza'ción. Pone su fe en ciertos valores, a
consideramos la cantidad de daño causado por pura ignoran- expensas de otros más humanos e importantes. La moral
cia", tn'sensatez y descuido, por la entrega al capricho e irn- debe ser lo bastante "mundana" para tomar en cuenta el he
pulso momentáneo, podemos concluir con toda certeza que cho de que vivimos en un mundo en el que las cosas tienen
el estado de cosas seria mejor de lo que es si más personas que hacerse, pero no significa que la realización deba enten.
fueran un'pulsadas por el in'terés inteligente en la realm- derse con mentalidad mundana.
ción externa. Y cuando consideramos cuántas actitudes que
se han enorgullecido de ser morales se han contentado con 5 6. EL ASCETISMO como rm
un mero “querer obrar bien," con buenas intenciones (de
las que segun’ el dicho "está empedrado el infierno"), despro- Otra interpretación de la naturaleza de la sabiduría en la
vistas de energía en la acción y de eficiencia en la ejecución, formación de fines y en el juicio del bien fue difundida en
74 TEORÍA DF, LA VIDA MORAL FINES, El. BIEN Y LA SABIDURÍA 75

Grecia por la escuela cinica. Como hemos visto, el gran pro- felicidad en el otro o, si no eso, por la satisfacción que ob-
blema en relación con los fines es distinguir entre aquellos tiene en ser fiel a sus principios. Los placeres ordinarios
que son “buenos” cn un concepto inmediato y parcial. y son engañosos, descarrian el juicio y la acción. Su engañosa
los que son perdurables e inclusivamente buenos. Los prime calidad es la que se interpone entre nosotros y la sabiduría
ros son más obvios; los segundos dependen del ejercicio de contenida en el verdadero bien. Los placeres del deseo or-
la reflexión y con frecuencia sólo pueden descubrirse y man- dinario son tan intensos que tenemos que subyugar los de-
tenerse en el pensamiento por medio de una reflexión que seos si queremos ser leales a la verdadera satisfacción. La
sea paciente y profunda. Aun asi, es notorio que las cosas manera de dominarlos es dedicamos sistemáticamente a
que simplemente se juzgan buenas, son pálidas y sin fuerza ejercicios que nos sean por naturaleza desagradables, nos
para movernos en comparación con los bienes más cálidos endurecemos asi para el dolor y nos templamos contra las
y cercanos que hacen apelación directa a aquellos im'pulsos y seduccíones del deseo, cuya intensidad se debilita, además,
deseos que ya son apremiantes. Por lo tanto. la escuela ci- con el ejercicio repetido.
nica pensó que forma parte de la sabiduría moral considerar John Locke no era un asceta. Sin embargo, hay un ele-
los ejercicios prácticos que forman hábitos estables como lo mento ascétíco contenido en su declaración: "Me parece
más un'portante. Artesanos y artífices son diestros y persis- evidente que el principio de toda virtud y excelencia está en
tentes en la persecución de sus objetivos, no en virtud de la la facultad de negamos la satisfacción de nuestros deseos,
reflexión y la teoria, sino debido a los hábitos formados por cuando la razón no los autoriza." Y añade: "Esta facultad
el ejercicio. ¿Por qué no aplicar este pnn’cipio a la moral se adquiere por costumbre, se hace fácil y natural con la
en general? Lo principal es alcanzar el dominio del apetito práctica temprana. Por lo tanto, si pudiera ser escuchado,
y deseo inmediatos. El pensamiento es comparativamente yo instaria a que, contrariamente a lo ordinario, los niños
impotente para dar este dominio; el hábito adiestrado es po- deberian acostumbrarse a refrenar sus deseos y a pasarse
tente. El precepto moral es entonces pracltc'ar la buena sin lo que anhelan, desde la cuna misma." 3 Tampoco William
acción hasta que el hábito sea firme. James era un asceta. Sin embargo, en su examen del Hábito
En la forma precisa en que fue presentada por la escuela dice: "Mantén viva en ti la facultad de esfuerzo, con un
cínica, la teoría no ha tenido gran influencia, pero el concep- ligero ejercicio innecesario cada día. Esto es, se sistemática-
to fundamenta] de que la sabiduría consiste en la sujeción y mente asceta o heroico en cuestiones innecesarias. Haz cada
disciplina del deseo, y de que esta subordinación se obtiene dia o dos alguna cosa, sm' otra razón que la de que preferirias
con el ejercicio deliberado más bien que con la reflexión, ha no hacerla, para que cuando la dolorosa necesidad se acer-
llegado a ser una parte importante de todas aquellas ideas que no pueda encontrarte débil e impreparado para sorportar
morales que tienen un tinte puritano. En su forma extrema, la prueba.“
el principio se llama ascetismo (del griego askeszs’, ejercicio, Es un'posible dejar de reconocer un elemento de verdad
disciplina). Vulgannente, se considera que este concepto es en ese consejo. Los fines contemplados sólo en el pensamien-
opuesto a la idea misma de felicidad y satisfacción Ve con to son débiles en comparación con los apremios de la pasión.
suspicacia todas las formas ordinarias de complacencia, como Nuestro juicio reflexivo del bien necesita un aliado externo
moralmente peligrosas; pero lo hace en interés de una satis
facción fm'al de tipo diferente: como el mártir que soporta 3 Of Educatwn', sec. 38.
el sufrimiento en este mundo con la esperanza de la eterna 4 Principles of Psychology, I, págs. 125.
76 TEORÍA DE LA VIDA MORAL FINES, EL BIEN Y LA SABIDURÍA 77

a la reflexión; el hábito es ese aliado, y los hábitos no se peligrosa y de que todo impulso debe ser "expresado" y todo
conservan sino con el ejercicio; no son de generación espon- deseo satisfecho. Lo peligroso no es la restricción, sino aque,
tánea. Unicamente puede producirlos un curso de acción cn llos métodos con que se trata de efectuarla, que en realidad
el que se persiste, y la persistencia requerida no puede dejar- no inhiben ni controlan, sino que simplemente ocultan el
se al azar. No es necesario llegar al extremo de la doctrina deseo a la conciencia, lo esconden a la observación y re-
asce’tica y sostener que hay algo intrínsecamente benéfico flexión, animandolo así a obrar por conductos indirectos y
en soportar el dolor y suprimir el placer; pero es un hecho morbosos. Toda reflexión implica inhibición, aunque sólo
casi seguro que cierto grado de mortificación acompañará sea la de demorar la acción hasta que el valor de un deseo
a la primera ejecución de actos que se realizan con el fin de ha sido investigado; usualmente implica un mayor control
formar un hábito firme. La "disciplina" es proverbialmente en el que el deseo original se subordina al llevarlo a un
difícil de soportar. propósito más grande,
La crítica de esta teoria es, en principio, similar a la El error de las teorías asce'tica y “de libre expresión" es
dirigida contra el epicureísmo y contra la doctrina del éxito el mismo. Es dejar de ver que el elemento negativo de la
como norma. Hay un elemento de verdad en la idea de que restricción es valioso como factor en la formación de un
el ejercicio es necesario para formar hábitos suficientemente nuevo fin y en la construcción de un nuevo bien. Lo impor.
firmes para resistir las solicitudes de la pasión. Pero como tante es comprender que este nuevo fin es algo que debe
en el caso de cultivar los tranquilos placeres inmediatos y alcanzarse por medios positivos, no simplemente tratando de
de tener por objetivo la realiz'ación, este elemento de verdad extinguir los impulsos contrarios. El bien mayor, cuando se
debe manifestarse positivamente, no de manera negativa. En persiste en pensar en él solamente, tiene el poder de atenuar
vez de hacer de la subyugación del deseo un fin en sí, debe la fuerza de las tendencias opuestas. El verdadero peligro
considerarse como una función necesaria para el desarrollo está en entretenerse, en juguetear con el Lm'pulso inmediata-
de un deseo que dará origen a un bien más in'clusivo y dura- mente acosador, difiriéndo la acción decisiva en beneficio del
dero. Pocos son en verdad quienes actualmente llegan a los fin aprobado. Como James dice: "Por grande que sea el
extremos de los primeros ascetas, que veían con suspicacia caudal de maxxm"as que podamos poseer. . ., si no aprovecha-
la familia, la posición, el arte y la ciencia, por ser cosas que mos toda oportunidad concreta de actuar, nuestro carácter
pueden dar pábulo al apetito sexual, a la ambición material puede permanecer enteramente m'afectado en su mejoramien-
de poder o al abandono o la lujuria visual y al orgullo inte- to‘ . . Hagamos que la expresión sea lo de menos en el mun-
lectual. Pero los morahs'tas profesos todavía alejan algunas do, hablando amablemente a nuestra tía o cediendo nuestro
veces a los demás, particularmente a los jóvenes, de toda asiento en un vehículo si no se ofrece nada más heroico, pero
moral, al identificar la moralidad con lo negativo por razón de no permitamos que esto deje de ocurrir." La que Milton
ser negativo, con la restricción como un fin en sí. llama "virtud fugitiva y enclaustrada" es fugitiva porque es-
No hay mucho peligro de que en la mayoría de los círculos tá enclaustrada, porque no se pone en acción decisivamente
de la sociedad moderna se tome el principio ascético muy en cuando Se presenta la ocasión. El verdadero poder no se
serio; pero hay el verdadero peligro de que afecte la ense- gana con ejercicios realizados en interés de su ejercicio, espe.
nanz“a de la moral en algunos sectores, en grado suficiente cialmente con actos de mera represión, sino con el ejercicio
para empujar a los educandos al extremo opuesto, instigán- en los campos en que el poder es positivamente necesario
11.

dolos así a afiliarse a la doctrina de que toda mh'ibición es para lograr resultados.

r a. .-V.WW
FINES, EL BIEN Y LA SABIDURÍA 79
78 TEORÍA DE LA VIDA MORAL

por si nu'smo la acción, independientemente de las conexiones


En su forma extrema y lógica, el concepto de los fines
que domina la teoria que estamos examinando no está muy que la reflexión pondría a descubierto.
en boga en nuestros días. Sin embargo, tratarla y discutirla
es todavía importante porque su idea fundamental se perpe- 5 7. CONCLUSIÓN: EL CULTIVO DE LOS INTERESES COMO FIN
túa en la tendencia a considerar la moral como un conjunto
de disposiciones especiales y separadas. Es enteramente co- Hemos visto que la idea de los Fines y el Bien es la con-
mún separar la bondad moral del interés en todos los objetos trapartida del aspecto intelectual del carácter y la conducta.
que dan mayor plenitud a la vida, y limitarla a un estrecho La dificultad para alcanzar y conservar la sabiduría práctica
conjunto de objetivos, que con demasiada frecuencia son es- está en el apremio de] impulso y deseo inmediatos, que crecen
timados meramente porque implican inhibición y represión. y crecen hasta arrojar fuera de la mente todo pensamiento
La experiencia enseña que el efecto de esta actitud es mante— en los bienes remotos y cabales. El conflicto es real y está en
ner fija la atención en las cosas que se consideran malas. La el fondo de muchas de nuestras serias luchas y errores
mente llega a obsesionarse con la culpabilidad y con la forma morales. Por lo general, la solución se encuentra utilizando
de evitarla. En consecuencia, se fomenta una disposición todas las ocasiones posibles, cuando no estamos en presencia
agria y taciturna. Un individuo afectado de esta manera es de deseos contradictorios, para cultivar el interés en aquellos
dado a condenar a los demás y a encontrar maldad en ellos. bienes que aprobamos en nuestros tranquilos momentos de
La generosidad de espíritu que tiene sus raíces en la fe en la reflexión. John Stuart Mill observó que “la inteligencia cul-
naturaleza humana queda sofocada. Mientras tanto, el inte- tivada. .. encuentra fuentes de inagotable m'tere’s en todo lo
rés positivo en los fines, que es fuente de abundante poder, que la rodea; en los objetos de la naturaleza, las realizaciones
se debilita. Normalmente, la disciplina es el fruto de una del arte, las lm'aginaciones de la poesía, los incidentes de
constante devoción a los fln'es que son de valor positivo. La la historia, las costumbres pasadas y presentes de la humani-
persona profundamente interesada en un fin', ya sea el arte, dad y sus perspectivas en el futuro." Hay muchas ocasiones en
una profesión o vocación, soportará las penalidades y las que el cultivo de esos m'tereses no encuentra obstáculo po-
condiciones repelentes, porque son incidentes en la persecu- deroso. Los hábitos que se desarrollan y refuerzan en tales
ción de lo que es bueno. Encontrará en el curso de su per- condiciones, son los mejores baluartes contra la debilidad
secución oportunidad suficiente para ejercitar las virtudes y la entrega en los momentos en que el bien reflexivo o “ver-
más difi"c1l'es. El hombre que puede hacer un deporte de dadero" está en conflicto con aquella disposición, a causa
su m'tento de destruir un mal hábito triunfará, mientras que
de un deseo temporal e intenso. El curso adecuado de acción
a la persona que concentre su esfuerzo en la idea negativa
es, entonces, multiplicar las ocasiones de disfrutar de esos
de la mera abstinencia, la esperará el fracaso. Hay un con-
fin'es, prolongar y profundiz'ar las sensaciones conectadas con
traste entre los bienes naturales -—aquéllos que excitan el
ellos. La moralidad se hace así positiva, en vez de ser una
deseo mm'ediato—- y el bien moral, aquél que se aprueba tras
la reflexión. Pero la diferencia no es absoluta ni in'manente. lucha empeñada contra la fuerza seductora de los bienes me»
nores. Este curso de acción no da garantias contra la pre-
El bien moral es algún bien natural que se sustenta y desarro-
lla mediante la consideración de sus relaciones; el goce sentación de situaciones de conflicto y de posible fracaso
natural que se contrapone al bien moral, es aquél que acom- en el mantenimiento del bien mayor, pero el apego reflexivo
a los fm'es que la razón presenta se incrementa enormemente
paña a algún deseo que persiste porque se le permite influir
80 TEORIA DE LA vIDA MORAL FINES, EL BIEN Y LA SABIDURÍA 81

cuando esos fines han sido, en ocasiones anteriores, bienes realiz‘acio'n externa que en dejar de luchar por ellos. El gusto
naturales disfrutados en el curso normal de la vida. Los por esforzarse es en sí un goce que sc debe fomentar, pues
fines ideales, aquéllos que son apoyados por la reflexión, no sin él la vida es pobre. Como dijo John Stuart Mill, “algunas
pierden su carácter ideal cuando se aprecian directamente; cosas llamadas convenientes no son útiles sino en realidad
en el grado en que pasan a ser objetos de interés positivo, su una derivación de lo perjudicial." Vistas con la debida re-
poder para controlar y animar la conducta en tiempos de flexión, cosas que a Veces se consideran "prácticas" son en
tensión sc refuerza. verdad sumamente impolíticas y miopes, pero la manera de
Este hecho pone a la vista cl elemento común que se eliminar la preferencia por conveniencias mezquinas y mio-
encuentra en la critica de los diversos puntos de vista ex. pes no es considerar los ideales prácticos como bajos y mer-
puestos en este capitulo. La verdad ínsinuada en el concepto cenarios en comparación con los espirituales, sino aprovechar
hedonista de la sabiduría moral (cn el sentido de que con- todas las oportunidades posibles de disfrutar realmente de
siste en la previsión y cálculo de los placeres y dolores futu- los valores reflexivos y dedicarse a la actividad, a la práctica
ros), es que el placer presente puede acompañar al pensa- que ensancha su alcance.
miento en objetos remotos cuando se mantienen ante la Quienes poseen sabiduría moral aprecian, en consecuen-
mente. Su error estriba en suponer que con la reflexión, cia, la necesidad de obrar, de "ejercitar." Se dan cuenta de
nuestras ideas se orientan hacia futuros placeres y no hacia la im'portanCIa' del hábito como protección contra la tenta-
objetos futuros. Para conservar su buena salud, un hombre ción de los bienes propuestos por el deseo inmediato y la
no piensa en los placeres que esto le acarreará; al pensar en
pasión apremiante. Pero también comprenden que abstener-
los diversos objetos y actos que serán consecuencia de la
se en m'terés de la abstinencia y mortificar la carne en interés
buena salud, experimenta un placer presente y este placer
de la mortif‘icación no es un fin' racional. Un importante
vigortza‘ su esfuerzo para conscrvarla. Como dijeron Platón
aliado para obrar es la sensación de poder, la cual es el
y Aristóteles hace más de dos mil años, la meta de la educa.
acompañante del progreso en la efectiva realiza'ción de un
ción moral es desarrollar un carácter que encuentra placer
bien positivo. Siguiente en importancia, si no igual (y en
en los buenos objetivos y dolor en los fm'es malos.
Algo similar puede decirse de la sabiduria o prudencia algunos temperamentos superior), ¡es el factor estético. Un
vista como un juicio de los fines que son convenientes o que jugador de golfo de tenis disfruta de sus ejercicios porque
marcan una “buena politica.” En cuanto la máxima pone de aprecia el valor de la "forma." Emerson habla de la elegancia
relieve los medios y condiciones necesarios para la realiza- en la abstinencia. La moderación está asociada a la propor-
ción, sacando asi a la moral de la región de los sueños y ción y no hay arte sin medida. La restricción que deriva del
fantasías sentimentales, mal llamados idealismo, el principio sentido de corrección de las proporciones es de calidad muy
.. a

es bueno. El error está en la restricción de los domin'ios del distinta de la que se ejerce en interés de la restricción en si.
Encontrar repulsivo el exceso es más eficaz que encontrarlo
a..

valor en los que la realización es deseable. Es insensatez más


bien que sabiduría m’cluir en el concepto del éxito un’icamente malo aunque atractivo.
los bienes materiales tangibles y excluir los de la cultura, el Fin‘almente, la verdad fundamental de lo que se llama
arte, la ciencia y las relaciones de simpatía con los demás. epicureismo contiene un elemento sobre el cual hemos insis-
4%-.

Una vez un hombre ha expertm'entado ciertas clases de bienes tido; la importancia de fomentar el goce presente de las cosas
de manera concreta e íntim'a, más bien fracasaria en su que valen la pena, en vez de sacrificar el valor presente a un
monta vr; u, wm MORAL FINES, EL BIEN Y LA SABIDURÍA 83

futuro desconocido c incierto. Si vulgarmcntc se considera alcntada a rendirse a cada deseo a medida que surge, la que
este curso de acción como tolerancia con uno mismo, como recibe constantemente ayuda de los demás para obtener lo
egoista y destructor de los esfuerzos consecutivos por alcan- que quiere cuando lo desea, tendrá que poseer extraordina-
zar fines remotos, es porque se da mayor importancia al rios poderes m'telectuales para desarrollar un hábito de valo-
hecho escueto del placer, en vez de da’rsela a los valores dis ración reflexiva. Lo que es cierto en esta escala personal
frutados. Aquí, como cn los otros principios que hemos ex- también lo es en un amplia escala social. El orden social

"‘
puesto, la conclusión cs que hay necesidad de fomentar en general puede ser de tal índole que ensalce y premic la clase
toda ocasión el goce directo de la clase de bienes que la re. de satisfacción que es burda, torpe, "materialista" y las acti-
flexión aprueba. Negar la satisfacción directa en toda situa- tudes de impaciente prisa por asirse a cualquier bien aparen-
ción moral es simplemente debilitar la fuerza moviente de temente cercano. Este estado de cosas es característico de
los bienes aprobados por el pensamiento. muchas fases de la vida norteamericana actual. El amor al
Nuestro análisis se ha centrado en los bienes que apmeba poder sobre los demás, a la exhibición y el lujo, a la riqueza
la persona reflexiva o moralmente “sabia,” en relación con las pecuniaria, es fomentado por nuestro régun'en económico.

m'r-
satisfacciones que el deseo, impulso y apetito inmediatos e Los bienes que son más ideales, los valores estéticos e intelec-
intensos nos insinu’an‘ Hemos visto que el oficio de la re- tuales, los de la amistad que es más que una camaradería
flexión es formar un juicio del valor en el que determinadas superficial, son forzados a la subordinación. La necesidad
satisfacciones se consideran como partes integrantes de la de fomentar las actitudes reflexivas y contemplativas del
conducta como un todo consecuente y armónico. Si los va- carácter es, por tanto, la mayor. Sobre todo, hay necesidad
lores no se contrapusieran unos a otros, esto es, si la reali- de reformar las condiciones sociales, de manera que casi auto-
zación de un deseo no fuera incompatible con la de otro, no máticamente apoyen los valores más cabales y perdurables y
habría necesidad de reflexión. Tomaríamos y disfrutaríamos restnn'jan aquellos hábitos sociales que favorecen el libre
cada cosa a medida que se presentara. La sabiduría o, como juego del impulso desordenado por el pensamiento, o que
en el plano ordinario se le llama, la prudencia, el sano juicio, hacen que los hombres se satisfagan con caer en una mera
es la ca‘pacidad de prever las consecuencias, de tal manera rutin'a y costumbre. El gran baluarte de la sabiduría en el
que nos permita formar fines que crecen uno dentro del juicio de los valores es un orden social justo y noble. Santa-
otro y se refuerzan. Es locura moral renunciar al bien mayor yana dijo:
por el menor, es precipitarnos a obtener una satisfacción "Si un sistema mejor pudiera prevalecer en nuestras vidas, se
de modo tal que nos impida tener otras y que posteriormente establecerta un mejor orden en nuestro pensamiento. No ha sido
nos causa molestia e insatisfacción. por falta de aguda percepción, de genio personal o de un orden
no.-.“

Hasta este punto hemos pasado por alto las condiciones constante en el mundo exterior, por lo que la humanidad ha re-
trocedido repetidamente a la barbarie y la superstición. Ha sido
sociales que afectan el desarrollo de actitudes mentales sa-
por falta de buen carácter, buen ejemplo y buen gobierno. Hay
bias y prudentes; pero es claro que la educación que recibi- en los hombres una patética capacidad para vivu" nobiemente
mos, no tanto la instrucción escolar regular como la influen- con sólo que se dieran la oportunidad recíproca. El ideal de
Cla' de las tradiciones e instituciones de la comunidad en que perfección política, vago y remoto todavía, está ciertamente a
vivimos, así como los hábitos de las personas con quienes nuestro alcance, pues es tan defim'do y constante como la natu-
raleza humana." 5
num

nos asociamos, ejercen una profunda influencia. El ejemplo


más sencillo es el de un niño mimado. La persona que es 5 Reason in Science, pág. 320,
"i’m-IM DE u vmn nom, “NES, EL BIEN Y LA SAIlDUliA 85

En conclusión, señalamos que la discusion nos permite una y otra vez, según lo requieran las situaciones concretas
dar un significado empíticamentc comprobable a la conccp a medida que se presentan. En suma, la necesidad de refle-
ción de los valores ideales en contraposición con los male- xio'n y discernimiento es perpetuamente reincidente.
riales. la distinción está entre los bienes que, cuando si:
presentan a la imaginación, son aprobados por la reflexión.
BIBLIOGRAFIA
tras un amplio examen de sus relaciones, y aquéllos que so'lo
son bienes debido a que no se examinan sus más extensas Con respecto al Bien y la felicidad, véase la Etica de Aristóteles,
conexiones. No podemos formar un catálogo y decir que trad. de Peters, ¡884, Libro I y caps. VHX del Libro X; System af
Ethic's de Paulsen, 1889, págs. 268286; Aquinas Ethicus de Rickaby,
tales y cuales bienes son siempre e intrínsecamente ideales y Vol. I, págs. (>39: The Theory of Good and Evil de Rashdnll, 1907; The
que tales o cuales otros son inmanentemente bajos por ser Auslrta'u Theory of Values de Eaton, 1930, Cap. IV; The Moral Eco
materiales. Hay circunstancias en las que el goce de un valor nomy, i930 y General Theory of Value, 1926, de Perry, espt capst l-IV,
llamado espiritual porque va asociado a la religión es mera XX y XXI; Dictionary uf Elhics and Religion de Hastings, l922, ar-
ticulo sobre Summum Bonum por Shorey; The Ralional Good de Hob-
complacencia en una debilidad: en otras palabras, hay cir- house, |92|; The Right to be Happy de Russell, 1927; Human Value
cunstancias en que esc bien se convierte en una mera emoción de Stun, ¡923; The Nature ol Goodness de Palmer, 1903; Ethics de
Sharp, 1928. Libro ll sobre el Bien, y caps. XXII y XXIII sobre el
sensual. Hay también (xmsiones en que la atención al medio Sacnflcxo" Pmpio'; en el tomo lll del Dictionary o] Philosophy and
material constituye el bien ideal porque ese es el acto que Psychology de Baldvinn‘, 1905, hay referencias a la Felicidad.
una minuciosa investigación aprobar-la. De manera general, Con respecto a maten'al histón'co sobre el Hedom'smo, véanse
Hedmiistic Theone's from Ans‘n'ppus to Spencer, de Watson, 1895;
por supuesto, podemos señalar sin temor que ciertos bienes Epicu'reaninn de Wallace; Mariu's the Epicurean de Pater; History
son ideales en su carácter: como los del arte, la ciencia, la of Ethics de Sidgwkk, caps. II y IV. Para la exposición y critica del
cultura, el intercambio de conocimientos e ideas, etc.; pero hedontsnw‘, véanse Prolegomena to Ethics de Green, ¡890, págs. 16}
¡67, 226240, 374488; Pnnc'iples of Psicholagy de James, 1890, II, págs.
esto se debe a que la experiencia anterior ha demostrado 549559; Methods al Ethic's de Sidgwick, 1901, págs. 34-47, Libro II y
que son la clase de valores susceptibles de ser aprobados ups. Xlll y XlV del Libro lll; Emotions and Will de Bam', Parte
tras una reflexión inquisitiva. Existe, por ende, una presun- II, cap. VIH; The God Man and The Good de Calkins, 1918, cap. V;
Moral Values de Everett, 1918, cap. il]; A Modem Theory of Ethics
ción en su favor, pero en casos concretos sólo una presunción. de Stapledon. 1929, cap. lV.
Suponer que el valor ideal más elevado es inherente a ellos Um efectiva expostc‘ión de la verdad en el Epw‘ureu‘mo se en-
per se daria por resultado alimentar la vida de un di'lettante, cuentra en Moral Philosophy de Fite, 1925, cap. XIII. Con respecto al
awett'smo, veanSe Hts'tary of European Marais de Lecky, 3a. ed._ 1916,-
de un mero esteta, y relegaria todos los bienes experimenta- A Preface lo Morals de Lippmann, 1929, cap. IX. En relación con la
dos en el curso natural de la vida a un plano amornl o in- ética' del éxito, véansc Georgtas' y el libro I de la Repu’blwa’ de Pla-
tón; Folkways de Summer, ¡907, cap. XX; The Will to Power de
moral. Hay en efecto relaciones de tiempo y lugar en que Nietzsche.
la satisfacción de los apetitos normales, usualmente llamados
fisicos y sensuales, tiene una calidad ideal. De no ser así, el
un'ico curso moral sería alguna forma de ascetismo. La labor
de la reflexión para determinar el verdadero bien no puede
llevarse a cabo de una vez por todas, como, por ejemplo, ela-
borando un cuadro de valores dispuestos en orden jerárquico
de superior a infen'or. Necesita hacerse y volverse a hacer
“y-
pag.
RECTITUD, DEBER Y LEALTAD 87

Siendo estos factores tan prominentes en la conducta, exis-


Capítulo III te, como era de esperar, una teoria que se ocupa de ellos.
Quienes la sostienen no excluyen la consideración del Bien.
pero le dan un significado radicalmente diferente al de las
teorias anteriormente estudiadas. Admiten la existencia de
Rectitud, deber y zm bien que consiste en la satisfacción de los deseos, pero lo
consideran como un bien amoral y, en las formas extremas
lealtad de la teoria, hasta como una satisfacción inmoral. Según
ellos, el bien moral es aquél que es Rccto, que va de acuerdo
con la ley y los mandatos del deber. Los hombres deberian
encontrar satisfacción en acatar los mandatos de la rectitud.
Pero tal satisfacción es diferente en clase de aquella que de-
riva de la complacencia de los impulsos y afectos naturales.
El conflicto entre. el bien y la rectitud es marcadamente
visible en los casos en que las exigencias sociales son contra'
Q l. LA IDEA DE L0 ¡mero rias al deseo. Un niño quiere correr sobre el césped; se le
dice que el prado pertenece a otra persona y que no debe
Las TEORÍAS .FX.PUESTAS en el capítulo anterior, aunque difie- traspasar sus limites. Las flores atraen su atención y quiere
ren entre si, convienen en considerar el Bien como el factor recogerlas; se le dice que son propiedad de otro y que no
central de la moral, y en creer que el gran problema de ésta debe robar. Tales cosas ocurren diariamente. Las institu-
es la determinación de aquellos fines del deseo y la acción ciones y reglamentos legales de la comunidad están por enu
que son verdadera o racionalmente buenos. Hay, sin em— cima y en contra de los deseos y satisfacciones de un indivi-
bargo, en moral factores que parecen ser independientes de duo, imponie’ndole mandatos y prohibiciones.
cualquier forma de satisfacción. Por ejemplo, se dice cons- En la experiencia cotidiana, este conflicto entre la ley y
tantemente a los niños que obren bien porque eso es lo reo- los deberes que impone ocasiona más conflictos que los que
to. Los adultos se encuentran bajo obligaciones que son derivan de la disparidad entre el bien cuya inmediata satis-
imperativas y que, sm" embargo, impiden la satisfacción de facción se anhela y el bien determinado por la reflexión, tal
sus deseos. Nos encontramos sujetos a la autoridad, a la como se expuso en el capitulo anterior. Por ejemplo, la obe-
ley, tenemos responsabilidades que no escogimos y que debe- diencia a los padres y maestros es constantemente exigida de
mos afrontar. Hay en moral un indicio de autoridad y obli- los jóvenes. Se encuentran bajo la autoridad personal o la
gación que no es reducible. al menos a primera vista, al con- de las reglas. Los principios de moralidad les llegan, no tan-
cepto del bien como satisfacción, ni siquiera como satisfacción to como propósitos y objetivos que una sa‘bia previsión pro
razonable, del deseo. En una escala mayor, se nos enseña senta, como en forma de mandatos y restricciones que
que las exigencias de la ley son superiores a las solicitudes reclaman autoridad en nombre de la rectitud, y la ley y el
del deseo y que es un principio inmoral el del egoísmo que deber. Para ellos. lo moralmente bueno es lo permisible, lo
nos induce a poner la felicidad por encima de la lealtad a esos autorizado, lo lícito; lo moralmente malo es lo prohibido,
requenm'ientos. lo ilegitimo. El objetivo y propósito dominante que la moral

86
¿«r/m.
88 i‘lï-HRÍA ma M nm MOHAL RECTITUD, 0?.er Y LLA’LÏAD 89

fiya' es obedecer las reglas, respetar la autoridad, ser leal a ble que los actos considerados como rectos conlribuycran en
lo recto. efecto al bien. Pero esta consideración no quita el hecho
Ahora bien, los teóricos que sostienen la primacm del de que el concepto de Rectimd es independiente, en muchos
concepto de lOs Fines, cl Bien y la Sabiduría, pueden objetar casos, del concepto de satisfacción y bien. Cuando un padre
razonablemente este tipo de moral cn sus forman más un» dice "esto es recto y, por lo tanto, debes hacerlo," cabe espe-
das; pueden ¿l'egar que no tiene lugar en la moral reflexiva, ya rar que la ciecucio‘n del acto conducirá realmente a algún
que representa simplemente el poder dado por la costumbre bien, pero como idea, lo "recto" introduce un elemento total-
a algunas; personas para dirigir la conducta dc otras Admi- mente ajeno a lo bueno. Este elemento es el de exigencia,
u'remos sin discusión que es válida la réplica contra gran el de demanda Un camm‘o directo significa el curso recto, el
parte del uso que comúnmente se hace de la autoridad y la optimo; pero también significa el curso regulado y ordenado.
obediencia, pero cl principio fundamental no puede desc/n Una persona puede admittr', intelectualmente, que un acto
charse tan fácilmente. Algunos afirman que "tectitud" signi- determinado es x'nse'nba'to porque implica el sacrificio de un
fica meramu'itc el camino o senda que conduce al bien. mayor bien en última instancia a otro menor e inmediato.
Se dice que lo que le presta autoridad es el bien al que Pero entonces cabe que pregunte: ¿por qué no puedo ser
el. recto cum sirve. Se afirma también que el conflicto no es inscnsato si deseo serlo? La idea de lo malo m'troduce un
entre cl bien y la rectitud, sino entre el bien menor y el factor independiente, que es la nom'ón de que, desde el punto
mayor, ya que las leyes representan un bien social que es de vista de la auton'dacl moral, el acto es una negativa a
superior al particular, por lo que el problema consiste en satisfaee‘r una legitima demanda. Tiene que haber una idea
hacer que las personas vean que el bien social es su propio del un'peran‘vo derecho de lo que es razonable, para convertir
y verdadero bien. La primera versión, la de que la rectitud lo Bueno en lo Recta.
es el camin'o que conduce al bien, está de acuerdo con ciertas Algo muy semejante puede decirse cuando se insiste en que
formas de expresión que identifican lo recto con lo debido y el aparente conflicto es entre el bien mania] y el particular
adecuado; tenemos que usar los medios para alcanzar los o entre un bien grande y extensivo y otro pequeño, en el cual ,
fm'es, y algunos medios son adecuados al fin, cn tanto que es razonable escoger la satisfacción mayor en vez de la
otros no lo son. Les primeros son apropiados. idóneos, reo menor. La verdadera dtf'icultad está en que la persona que
tos: los segundos son erróneos, indebidos, u'iadecuados. La Se encuentra en conflicto no comprenda que el bien social sea,
otra versión de la primacía del Bien hace resaltar el hecho en algún sentido, un bien para ella. Para que pueda com-
de que toda la expen'encia humana muestra la incapacidad de prende-rio, necesita primero reconocer que tiene un derecho
los individuos para juzgar lo que es bueno sin la experiencia independiente e un’perativo sobre su atención. Lo Bueno es
de la humanidad matenal'izada en leyes e m'stituciones. La aquello que atrae; lo Recta es aquello que prescribe que
experiencia del individuo es reducida, la de la raza es vasta. debemos ser atraídos por algún objeto, ya sea naturalmente
Las leyes por lo general expresan el juicio sobrio y meditado o no.
de la comunidad acerca de lo que es realmente bueno para Un tipo de teoria en contraposición con aquella que se
los individuos; la autoridad de la ley, es. en este sentido, la basa en el deseo y su satisfacción, m'vierte, en consecuencia,
autoridad del bien extensivo y aprobado reflexivamente. el orden de ideas que caracteriza a esta última. Frecuente
Con respecto a la noción de que la rectitud es el medio mente da mucha importancia, por ejemplo, a la Razón y las
de llegar Val bien, puede decirse que ciertamente seria deseo. ideas Racionales. Pero la significación atribuida a esos tér-

. . _. w. —,_.W.i__amw.p.fl- . ... .4
... . ..
. ¿mi ni u. . .. ittitm.i_—vnl‘t|t' r | un M". 4"" Bum-Mvvywn-p-Wp.
90 mula ns u VlDA mui. RFCH'H D. DI-Bll Y “TAIIAD 9)

minos cn una y otra ¡cona' difiere radicalmente. En este poder. En el «segundo, dividimm al hnmbije cn dos parto-3
tipo, la “Ramn” no se considera ya como una previsión in- incrmexas si decimos que hay una lcv y un pn’ncipio del Deber
teligente dr: las consurucncias cumplotas y remotas del dcse‘o. que nada tiene que ver con nuestrm inipulsofi v propósitos.
sino como un poder que sl: opone al deseo y que establcoe‘ normalvs y que. sin embargo, tiene suprcml'icíu sobre ellos,
rcsln'ccíuncs a Ru cjct'ci‘u'o por medio de los mandatos que Lu solución sc encuentm reconociendo que el cjcnrisio
cxpidv. El juicio moral deja de ser un ejercicio dc prudencia de los derechos cs tun natural como cualquiera otra cosa cn
y circumpccción y sa." “invierte cn una facultad. usualmente un mundo en que las personas no estan aisladas unas de
llamada conciencia, que nos hace advertir lo que es Recio y otras. sino que viven en constante asociación c interdepen-
las exigtmcias del deber. Muchas teorias de este tipo no se dencia. Un niño puede. estar sujeto n las L'i'kl'gtl‘l'lClaS dv su
han contentadn (un proclamar que el concepto dc lu Recio padre, Lu cuales nn expresan otra cosa que cl dese) arbitrau
es independiente del de lu Bueno, sino que han aiirmadu que rio de este último, aunado ¿i lzi facultad dc hacer sufrir al
la Rectilud como Biu‘i Moral es algo completamente aislado pequeño si no se. somete. Pero las cxigcncia‘s y demandas a
de lodos los deseos y satisfacciones naturales. Caen, por que está sujeto cl niño, no proceden nevcsariamente de una
tanto, en las censuras que ya hemos visto, de los conceptos voluntad nrbitran'a; pueden ilimanar de la naturaleza misma
que dividen la conducta en dos esferas aisladas, una moral de la n‘da familiar por la relación que existe entre padre e
y la otra no, y que ven con sospecha todos los efectos e hijo's. No llegan entonces al nino como un pod‘cr L‘Xterno y
impulsos naturales. Nuestra exposición ee. encaminará, en desponc'o, sino como expresiones dc un lodo ¿1' que él mi»
conwcucncia, a mostrar que es posible mantener la precisión mo pertenece: el afecto hacia sus padres, el nrspeto por sus
del cmutepto de lo recto sin separado de los fines y valores Juncios. lo mueve a ncatarlas; aun cuando una demanda es
que nacen de aquellos dcsaos y afectos inherentemente per- mntmna' a su más caro deseo, responde todavía a ella como
tenecientes a la naturaleza humana. algo que no es enteramente ajeno a si mismo. Debido 3'
los inherentes relaciones que las personas wsticnen entre si,
están expuestas a las expectaciunc‘i de los demás y a las de»
5 2. m. ORIGEN nl; us DEMANIMS MORALES mandas con que estas cxpccuciones se hacen manifiestan.
Tal vez. se aclare mejor el caso si conaideranws al padre
¿Podemos encontrar un lugar para la autoridad moral de

t
como persona también sujeta a demandas. Estas no neu-si-
las demandas a que estamos enlaces. un lugar que sea dis tan exten'oruars'e dc manera explicita por cl niño; no emanan
tinto, por una parte, de la mera mención, de la presión fisica conscientemente de él. Pero cl padre que es consciente comi.
y mental' y que, por in otra, no establezca una ley de deber y den que están implícitas en la relación paterna. Debido a
derecho que nada tiene que ver con los deseos y tendencus’ esta nlatión humana, algo se debe al niño, aunque (quizá'
naturales de nuestra humana constitución? Tal es el proble- más todavía, porque) éste es incapaz de formular dicha de»
ma a que nos enfrentamos, ya que. en el primer caso, la mera mmda en una petic'íu’n expresa. Asi, los amigos deben algo
compuisión no tiene calidad mon]: las personas pueden so- unos a otros. por la naturaleza misma de la relación mis
meterse y se someten a las demandas de la fuem arbitraria losa. Los ciudadanos de un estado justo responden, aun
simplemente porque sufn'rán si no lo hacen, pero ¡al sumi- contra su conveniencia, a las demandas del estado. no porque
sión desarrolla una debilidnd sen'il en ellas y un arrogante este pueda ejercer presión física o mental sobie ellos. sm'o
desprecio de los" derechos de los demás, cn quienes tien‘en porque son miembros de una sociedad orgamzad'a; son mmm,"
92 nzmm ni LA nm mmm RECTITIÏD, DEBER Y LEALTAD 93

bros de ella cn un sentido tan íntimo que las demandas no


53. LA 1mm DE KANT
wn imposiciones externas! aun cuando van en contra del
bien que cl deseo prcmmc mclama. Las demandas. dc la
Sin duda la formulación más lógicamente extrema (le la
amus'tad no siempre son agradables; en cx.‘aslonCS pueden ser
creencia en que la autoridad y la ley son ln primordial y que
extrmladamentc irritantes. pero nu vacilaríarnos en decir que
el umccpto del bien, en sentido moral, es secundario, cs la de
quien rchtisara satisfawrlas por el muro hecho dc ser mole»
Kant, quien resume la subordinación del bien a la rectitud
tas, no ¿cría un verdadero amigo. Si gencmh'zamns estos
en estas palabras: “el wnccpto del bien y del mal no debe
asus, llegamos a la ronclusíón de que el Derecho, la ley y el
determinarse antes de la ley moral sino sólo después de ella
dcber, men dc lar. íntimas relaciones que los ,sc'rcs humanos _v por medio de ella." Y Kant no se dctlcnc aquí. Lleva a su
w‘stiencn entre si y que su fuerza imperativa emana de la
extremo lógico aquella noción de la oposición entre todos
naluralf'u misma de la relación que mantiene unido al pueblo,
los valores que satisfacen deseos y el verdadero bien moral.
Esta conclusión adquirirá mayor firmeza si consideramos, a que se. hizo referencia en el capítulo anten‘or (pág. 52).
un tanto en detalle las teom'u; que eqolican la autoridad y Acepta la psicología hedom'sta con respecto a los deseos. Des-
rectitud morales con base en otros conceptos. Algunos de de el punto de vima del deseo, todo bien es un placer personal
éstos hacen de la voluntad dc Dios el lotus de la autoridad; y privado, El hombre que permite que los deseos, aun aque-
otros (como el de Tomás Hobbes) lo transfieren de Dios al llos de afecto por los demás, dirijan su conducta, a fin de
estado político; Kant, en su rencctó’n contra toda fuente ex- cuentas sólo está buscando su propio bien, esto es, su propio
terna, lo descubrió en una ley de razón práctica residente placer. El principio que rige todos los deseos es el amor
en el hombre. pero con un orígen y constitucró’n enteramente propio, una evolución del instinto de conservación que, se»
distintos de sus impulsos y afectos. Una versión popular de gun’ Kant, gobierna todo apetito e impulso. Así, el bien moral
la misma idea fundamental es la de que. el hombre tiene una no sólo es diferente de los bienes naturales que el hombre
doble naturaleza que es tanto espiritual como carnal y que experimenta en el curso regular de su vida. sino opuesto a
la came está legltlm‘amcnte sujeta ala ley del espiritu. Desde ellos. La esc'ncm' de la lucha moral c-s poner el respeto a la
el punto de vista de la historia, vale la pena observar que. ley moral en vez del deseo dc satisfacción, como la máxi-
aunque los griegos desarrollaron la idea del bien y del discer- ma dominante y motriz" de la conducta. La moralidad es una
mm’icnto moral. fueron los romanos, con sus grandes talentos lucha precm'amentc porque los hombres, por su índole y ca-
jurídicos y administrativos, los que dieron valor capital a la pacidad innatas, procuran naturalmente satisfacer sus deseos,
idea de la autorización dada por la ley. Las tres máximas mientras que su naturaleza superior impone un completo fre.
en que los moralistas y juristas resumícron el código moral no a esta tendencia.
toman la forma de deberes: Dar a cada uno lo que le corres- Kant expresó. la idea de la suprema autoridad de los con-
ponde. Por lo tanto, usar lo que es propio de manera que no ceptos de la ley y el deber tau lógicamente que sus puntos
lesiona a los demás. Vivere hanestum, esto es, u‘vit de mn- de vista son dignos de recibir par'ticular atención por ms-
nern que pueda merecer una buena reputación ante los dio de unos cuantos ejc‘mplosi El impulso natural m'duce a
demás. 36‘ decia que estas máximas eran la esencia de la “ley una madre a cuidar de su niño; pero para ser moralmente
de la naturaleza." de acuerdo con la cual la rectitud de las bueno, el motivo de su conducta debe ser el respeto a la ley
instituciones y leyes humanas se deriva. moral que hace que el cuidado del pequeño sea su deber obli-
4“:
.w
“a
94 mom Dr. LA VIDA MORAL RECHTUD, DEBER Y LL'ALTM) 95

gatorio. El concepto ha sido caricaturizado diciendo que, éxito en tu ocupación, debes hacer esto y esto otro. El mat»
para ser verdaderamente moral, ln madre deb-c suprimir su dato moral dice: Dc cualquier manera debas actuar por el
afecto natural; pero este resultado extremo no está implícito motivo del deber. La forma extrema y logica en que Kant
en él, aunque no es caricatura decir que, según Kant, la ma- expone el principio de la Rectitud a diferencia del Bien, de
dre debe suprimir la tendencia del afecto natural a conver- la Ley y el Deber, pone de manifiesto la dificultad existente
tirse en el motivo dc ln ejecucion de sus actos de atención al en todas las teorias que separan enteramente lo recto, de la
niño. En lo que respecta al resorte que mueve sus acciones, satisfacción de los deseos y afectos. Pasando por alto mi-
ella debe supeditar sus afectos a una deliberada apreciación nucias técnicas contenidas en la teoria de Kant. la dificultad
de la naturaleza obligatona' de lo que hace, Su acto no es es ésta: Cuando se excluya toda consideración de las conse-
moralmente bueno porque nazca del afecto, ni porque fo- cuencias y de todos los fines que el deseo nos presenta, ¿qué
mente el bienestar del pequeño como consecuencia. Asimis- material concreto queda para ser incluido en la idea dei de-
mo, un hombre dedicado al servicio de un cliente es movido ber? ¿Por qué no puede un hombre proseguir en una linea
o por ambición de éxito profesional o por hábitos profesio. de conducta, una vez se ha persuadido de que su deber esta
nales adquiridos a hacer lo mejor que puede en bien de los en ella? ¿Qué lo salva de su propio engaño, del fanatismo y
intereses de los clientes que se le han confiado. Pero sus del cruel desentendimiento de los intereses de los demás. una
actos son moralmente buenos, son rectos a diferencia de sa- vez decide, sin tomar en consideración las consecuencias, que
tisfactorios, sólo cuando los motivos que afectan su conduc- algo es su deber y que está prescrito por la ley moral? Fon
ta, incluyendo hasta el deseo de ser útil a los demás, están mulando la pregunta en su forma precisa, ¿cómo ha de pasar
subordinados al respeto por la ley moral. De igual manera, un hombre de la idea del deber en general a la de un deten
si un comerciante da a sus clientes mercancías de buena cla- mm'ado acto o linea de conducta como obligatoria?
se, a precio justo, sirviéndolos con honradez y celo, nada más Kant reconoce la dificultad y cree tener una respuesta
porque considera que esa es una buena práctica, sólo está adecuada; no disimula el hecho de que la idea del Deber en
viendo por el num'ero uno, o sea por si mismo, cuando debe general carece de todo contenido particular propio. Según
hacer lo que hace porque es una obligación moral obrar dc el, no advertimos que algún acto en particular sea obligato-
esa manera. rio, sólo nos damos cuenta de que nuestra imper‘ativa obli-
De manera incidental hemos tocado antes (pág. 35) un gacion es hacer que la ley moral sea suprema en ia conducta,
aspecto de la teoria de Kant, que es la diferencia que se es. Sostiene, más bien que simplemente admite, que esta ley del
tablece entre la voluntad, defm'ida como motivo, y las con- Deber en sí, es formal y vacia, ya que todos los fines particu-
secuencias; junto con la atribución de bondad moral a la lares tienen relación con las consecuencra's y están ligados a
prim'era únicamente. En consecuencia, nos limitaremos aqui los deseos. ¿Dónde está, pues, el camino que conduzca del
a aquel elemento que es peculiar de esta posición, o sea el Deber en general al conocun'iento de que es nuestro deber
concepto del respeto por la ley y el deber como un'ico motivo perseguir algún hn' real y concreto?
justificante. De acuerdo con Kant la ley es imperativa, y cl Su respuesta torna la siguiente forma: La consciencia del,
1..

mandato imperativo es absoluto, sin condiciones. El lo llama deber nos es impuesta por nuestra razón moral. No somos
“imperativo categórico" para distinguirlo de los requen'mien- criaturas del apetito y deseo, de los sentidos y la naturaleza
tos de la prudencia y destreza, que sólo son hipote'ticos. Es- sino que hay dentro de nosotros una facultad racional que
tos últimos se expresan así: Si quieres tener buena salud o se eleva por encima del deseo y la naturaleza. La esencia de
¡“vox4
96 TEORÍA DE LA VIDA MORAL REC’UTUD, DEBER Y LEALTAD 97

la Razón es expresarse en términos universales y necesarios. considera cl propósito o motivo de su acto aisladamente, co-
Esta cuaractcn'stica implica que sea enteramente congruente mo si no fuera parte de la conducta conceptuada como una
consigo misma o universal. No dice una cosa hoy y otra ma scric eslabonuda de acciones (pág. 30), no hay racionalidad
ñana, no varia con las circunstancias. Asi pues, todo lo que o razonabilidad en dicho acto. No hay principio o ley porque
se requiere para conocer nuestro deber en un caso particular no existe nada que ligue los diferentes actos en un conjunto,
es prcrunetarnos si el motivo de ese acto puede hacerse uni- Cada acto es en sí una ley completa, lo que cs lo mismo q‘ue
versal sin contradecirse a si mismo. Por ejemplo: si no hubiera ley. El papel de. la razón cs llevarnos a juzgar
así: ¿Estaria yo dispuesto a obrar para este fin siempre y en
“¿ Puedo, cuando estoy en dificultades, hacer una promesa con todas las circunstancias? O en e] lenguaje de Kant: ¿Estoy
la intención de no cumplir'la, . ,? La manera más pronta e m‘e- dispuesto a aceptar que se haga "universal" o estoy buscando
quívoca de encontrar respuesta a la pregunta de si una falsa pro alguna especial excepción en mi favor, en determinadas cir.
mesa es congruente con el deber, es preguntarme: ¿Estarla’ yo cunstancias?
conforme con que mi proceder (para libranne de las dificultades
Pero este método, en vez de excluir toda referencia a las
por medio de una falsa promesa) se aplicara como ley universal,
tanto a mí mismo como a los demás? Y también: ¿podría yo consecuencias, no es sino una manera de lograr una consi-
decirme que cada uno es libre de hacer una promesa engañosa, deración general e imparcial de ellas. No dice: Pasa por
cuando se encuentra en dificultades de las que no puede salir alto las consecuencias y haz tu deber porque la ley moral,
de otra manera? Me daría cuenta entonces personalmente de por medio de la voz de la razón, lo manda. Dice: Considera
que, aunque puedo desear la mentira, de ninguna manera puedo tan extensamente como sea posible las consecuencias de obrar
querer que la libertad de mentir' sea una ley universal, ya que
con una ley así no habría cosa tal como una promesa. Nadie de esta manera; imagina los resultados de que tú y los demás
tendria fe en la m'tención que manifestáramos, o si alguien pre- obraran siempre con aquel propósito que estás tentado a
cipitadamente la tuviera, nos pagana' en nuestra mis'ma moneda convertir' en tu fin, y ve si estarías dispuesto entonces a per-
a la primera oportunidad." sistir' en él. Si procedes de esta manera, verás con claridad
el verdadero carácter de tu propósito particular al momento,
Si se hace universal el pru'icipio, simplemente se contra- y te servirá de ayuda para saber dónde está tu deber. Y si
dice a si mismo, revelando así que no es ningún principio, mediante la reflexión descubre un hombre que no le agrada-
que no es racional. Resumiendo esto en una fórmula, obto n'a ser "pagado en su misma moneda," dado que es sensato
nemos, como norma de nuestra rectitud de acción, este (y en el uso popular sensatez y racionalidad de juicio son
principio: "Obra como si el concepto que n‘ge tu acción hu- terminos sinómm'os), advertida el error del acto que se
biera de convertirse, por tu voluntad, en una ley general de propone.
la naturaleza." El hecho de que en la realidad, aunque no en la teoría
No es fácü hacer justicia a la fórmula de Kant sin entrar formal, la universalidad de Kant signifique consideración de
en consideraciones acerca del lugar que la "Razón" ocupa en las consecuencias sociales en vez de de’sconsideración de to-
todo su sistema; pero puede señalarse que al pasar del man- das las consecuencias, se observa en otra fórmula de la ley
dato general y formal de la razón al juicio de la rectitud u moral que él mismo presenta. De acuerdo con su concepto,
obligatoriedad del caso en particular, hay un ca‘mbio incons- la voluntad moral o racional es un fin en si, no un medio
ciente, y sin embargo, completo, en el concepto de la labor para alcanzar algo más. Así pues, cada persona es igualmente
de la razón. Es perfectamente cierto que si una persona un fin en sí misma. Esta es precisamente la cualidad que
95' “|0le DE 1A VIDA MORAL
IECHTUD, DEBE'R Y LFALTAD 90.

distínmxe a una prrsuna de una mera coca. Usamos las cosas


la lección más difícil que tenemos que. aprender. Si los dc-
como medios, subordinamos los objetos matcn‘alcs y las
más no .reclamaran sus derechos y si estos derechos guncmu
envryías fisicas. LOmU la piedra, la mmlcra, el calur y la elco

,.
.
les no estuvieran contenidos cn un sistmrm colectivo de
tricidad, a uucsu'«,)s pmpósltos' especiales. Peru cuando ha.
pectacíoncs, demandas y leyes sociales, seria rn vtrdud un

.*
«mas (lo utru persona un mrzdiu para nuestros fines, viola-

'4. .W.
.Ñ-
individuo excepcional aquél que diera a su ¡»apio hicn, ml
mus su mismo ser. la tratamos como esclava y la reducímos como su lo dictan sus nc.‘ccs.‘1'd.'\d05 y prupu'situs. el mismo
al estado de un objeto mcrameme físico o (le un animal dn- peso que da al de los demás. El apremio‘ cl camita íntimo

“m0.-Qbún.
mésl‘íco como un caballo o una va‘ca‘ Por tania. la ley moral y cercano dc nuestro propio bien, obra poderosamente en
puede uxprc'sarsu en la 51‘inch forma: "Obra dc manera contra de nuestra disposicion a dar la debida ¿If-union al

. .—
que ¡rales a la humanidad, ya sua cn m pmpia persona o en birneuar' de los dvmás; éste nos parece cn compaxac-iu'n,

k ._
la de mro ctmlqux'em, como un fin. nunca como un medir) pálido, remoto e insignificante.
solamente” La persona que hace a otra una promesa men-

1.
Pero la suposición de un completo aislamiento es contra.
daz, usa a esta ul'n'ma como un medio cn provecho propio. El ría a la realidad. Los den‘nás nn nos dejm) solas: expresan

wav<
hombre que bt propone cl suicidio, trata a su propia persa

,_. _. _.
activamente su callmacíón del bien en las demandas que ¡m-
nalidad meramente como un medio para evitarse incomodí. ponen a ada uno de nou‘Jtros y las acompañan con la virtual
dades y molestias. Esta segunda fórmula es equivalente a un promesa. de ayuda y apoyo. si sus cxpectaciones quadan sa—
tcrw principio que es el ul'u'lno: Puesto que todos los seres us'fechas, y cun virtual amenam de supresión de la awdu y
humanos son personas en igual grado y con igual derecho de pm‘x'tiva imposic'ío’n de casu'gos si no las tomamos en cuen-
sobre la conducta de todos, cl ideal dc conducta racional en ta a! formar los propósitos que controlmt nucslra propia con
la observancia del deber conduce a la idea de un reinado duela. Y estas demandas de los demás no son simplmlmte
de los fines. La ley moral reclama "la unión de los dxf'eremes un dcierminado número de demandas cvpecíales de un deter-
seres racionales en un sistema par medto' de leyes comunes." minado num’cro d‘c individuos difemmcs. Se‘ gcneralu'an en
Si tenemos presente esta deducción y pensamos en las lqves; se formulan como derechos permanentes de la “sude-
demandas dl: los demás con quíencs cstamos ligados cn rela- dad," a diferenma' de los individuales en su multiplicidad :u's
ciones sociales, podremos ver en qué respecto la idea del De- lada. Cuando se les comidera como dumandas y expectacio-
recho y el Deber es disun'ta de la del Bien, y cómo están nes, constituyen el Derecho que se distingue del Bien, pero su
conectadas, sin embargo, las dos. función y efecto dcu'sivo es llevar al indiwd'uo a ampliar
En Las0‘ de conflicto entre el bien personal y el de los su concepto del Bien; obran para inducido a considerar que
demás, la mayoría de las personas tiene una manada nm- nada es bueno para él que no lo sea también para km demás.
dencía a considerar que su propia satisfacción tiene cl mayor Son estímulos para la ampha'ción del campo de las mnse
valor. No hay duda de que surgen graves problemas morales cuantías que deben tomarse en menta al concebir los fu'lcs
cuando aquello que juzgamos bueno por ser agradable a y al decidir lo que es Bueno.
nuestros propios deseos entra en conflicto con aquello que Esta conclusión confiere una posición indepemliemc al
veríamos que es bueno para los demás, si nuestros intereses compro de la Recu‘tud y, sin embugo, aclara su básica co
no estuvieran profundamente involucrados. Considerarse a nexíón moral con el concepto del Bien. Prcserva a la Recu-
si mismo Como uno entre otros y no como el "única guíjarro tud de ser arbitraria y formal y al Bien de se‘r mezquim) y
en la playa” y llevar a la práctica esta apreciación es tal vez privado. Pero no se ha resuelto todo cl problema. La mom.
100 TEORÍA Im LA VIDA MORAL RECTITUD, DEBER Y LEALTAD lOl

lidad reflexiva pregunta: ¿Qué puede decirse de la legitimi- sus actos de tal manera que parezca ser leal a la autoridad
dad de los derechos y demandas espa‘íficos que son presem constituida.
Lo mismo ocurre cuando la situación Se ve a la inversa.
tados por la sociedad, especm'lmente por quienes ejercen la
autoridad? ¿Som en la forma concreta en que son presenta- Un sagaz observador de la vida política hizo notar que el
dos, derechos y expectaciones que deberían Ser ejercidos? poder es veneno. Es difícil para la persona que ocupa un
puesto de poder autoritario evitar que dc' por supuesto que
¿Cuál es la. conexión, por ejemplo, entre una determinada
lo que ella quiere es correcto, mientras tenga cl poder para
orden o prohibición del padre o del funcionario gubernamen-
un'poner su demanda. Y aun con la mejor voluntad del mun-
tal y la noción general del derecho que pretende representar?
do, está expuesta a aislarsc de las necesidades reales de los
¿Cuál es su justificación moral.
demás, con lo que los peligros de la ignorancia se suman a
los del egoísmo. La experiencia revela la tendencia a con-
5 4. LA JUSTIFICACIÓN DE UNA DEMANDA fundir el privilegio particular con la posición oficial. La his-
toria de la lucha por la libertad política es en gran parte un
La cuestión no es puram-ente especulativa. Los niños en registro de los m’tentos de liberación de las opresiones que
la familia, los ciudadanos y grupos de ellos en el estado, se ejercían en nombre del derecho y la autoridad, pero que en


quizá sientan que las demandas a que están socialmente su- efecto identificaban la lealtad con la esclavitud. Con la con«

«¿u
jetos son arbitrarias y carecen de verdadera autoridad moral. centración de una pretendida autoridad moral en los pocos,

.-
Pueden considerar que las leyes vigentes derivan de pasadas se origina un correspondiente debilitamiento del juicio y del
costumbres que han caducado, o que representan la fuerza de poder para aceptar responsabilidades por parte de los mu

.105;
quienes están en el poder, más bien que un ideal moral. El chos. La "moralidad" queda reducida a ejecutar órdenes.
mandato de un padre, maestro o gobernante que dice: “Haz El análisis pone a la luz un problema fundamental. ¿Cuál

mm-"
esto" puede resultar, a la luz de la reflexión, que es una ex- es la naturaleza básica de la autoridad moral? ¿Qué es lo
presión de su un'pulso o una manifestación de su interés pera que la distingue de la costumbre habitual o del mandato del
sona] en su propio poder y privilegio, manifestación respal- poder? El problema, como hemos visto, no es meramente
dada por su posición superior más bien que por el principio teórico; tiene su lado práctico. Los hombres de negocios. los
ético. Muy a menudo se procura la obediencm' con el uso de que ocupan puestos de autoridad, los dirigentes y adminis-
recompensas y castigos, promesas y amenazas; con aquello tradores, estan’ constantemente sujetos a la tentación de con-
que en teoria” moral ha venido a llamarse “sanciones.” Y si siderar las leyes como fines en si y a creer que la Rectitud se
la "razón" fundamental de la observancia del derecho y el asegura expidiendo leyes y reglamentos y obteniendo su aca—
respeto por el deber descansa en la esperanza de recompensa tamiento. Aun cuando el gobernante es la masa del pueblo,
y el temor al castigo, la "rectitud" no es otra cosa que un como en una democracia, el peligro subsiste. ¿No hay un
medio m'directo para llegar al fin hedonista de la satisfacción proverbio que dice: “Vox populi, vox Dei”? Que la ley existe
particular. La moraltda'd se hace servil; una condición de para el hombre y no el hombre para la ley no es una lección
aparente obediencia puede significar, de hecho, que no es fácil de aprender, ni se aminora la dificultad cuando, en re.
sino un estado de temor. Además, la situación conduce a una acción contra una autoridad que parece represiva y arbitra.
especie de hábil hipocresía. Un individuo puede ser suficien- ria, se recurre a la anarquia' del apetito e im'pulso individuales.
temente hábil para hacer lo que le place, mientras dismi'ule
¡02 iman n: LA vvm MORAL RECTITUD, DEBER Y LEALTAD 103


En resumen, aunque la Rcctitud como idea es un concepto que el ser humano es un individuo en relación con los demás
o "categoría" moral independiente, este hecho no resuelve la y debido a esa relación. De otra manera seria un individuo
cuestión dc qué c5 lo recto en particular. El Derecho (o solamente como lo es una astilla de madera, es declr', sepa-
la Ley) y la legalidad no son lo mismo que una ley. El De- rado en espacio y número.
recho cs necesario porque los hombres nacen y viven en re- Muchas dc estas relaciones son perdurablcs o se repiten
lmioncs sociales; una ley es siempre discutible porque no cs frecuentemente. La relación entre hijo y padre, por ejem .
sino un medio especial para rcalimr la función del Derecho pio, dura por algunos años y da on'gLnJ a demandas de pro-
en general, o sea la institución de aquellas relaciones entre tección y alun'eniación y de atención, respeto y afecto. Los
los hombres que conducen al bienestar y libertad dc todos. deberes que expresan esas relaciones son inlrm'secos respecto
Los individuos son interdependicntes. Nadie" nace si no a la situación, no impuestos desde cl exterior. Quien se con-
es dependiendo de otros. Sin la ayuda y educación que le viene cn padre, asume por ese hecho mismo ciertas respon‘.
dan los demás. perecería miserablemcnte. El material de su sabilidades. Aunque las considere una carga y irate de elu.
subsistencia, tamo intelectual como fisica, le viene de otros. dir-las, huye de algo que es parte de si mismo y no de algo que
A medida que madura, se hace más independiente fisica y le su impuesto por una fuerza exterior. Muchos de los de
económicamente, pero sólo puede seguir su vocación por me- beres rmnocidos cn nuestro sistema de ley comun', (o sea,
dio de la cooperación y competencia con otros; tiene necesi- de la secular common law inglesa), surgen de las situaciones
dades que sólo se satisfacen mediante el intercambio de que muy constantemente se repiten cn las relaciones econó-
servicios y mercancias. Sus tecrens, asi como sus realizacio- mica‘s de los hombres, como las que hay entre casero e inquiv
nes, dependen de que scan compartidos con otros. La idea lino, vendedor y comprador. amo y sirviente. depositario y
de que los individuos nacen separados y aislados y que sola- beneficiario. No se desprende de este hecho que los deberes
mente entran en sociedad por medio de algún recurso ani» que expresan‘ la relación hayan sido siempre lo que debieron
ficial es un puro mito. Los vínculos y conexiones sociales ser; la taladón puede haber sido unilateral más bien que re-
son tan naturales e inevitables como los fisicos. Hasta cuan. cíproca. Pero el remedio no está en la abolición de todos los
do una persona está sola, piensa en térmm‘os de un lcngtmje deberes sino en un cambio del carácter de la relación.
que es derivado de la asociación con otras, y piensa cn cues- -
Aunque, como vemos. los derechos y deberes particulares
tiones y asuntos que han nacido de la reciprocidad. La inde- pueden ser ubitrarios, no hay nada arbitrario o forzado en
p,“

pendencia de carácter y juicio debe valuarse, pero cs una la existen/¡cm del derecho y la obligación. Los romanos se re»
m'dependencia que no significa‘ apartamicnm, es algo que se firlnron a los deberes como oli'cios. Oficio es una función
muestra en relación con los demás. Por ejemplo, en nadie que tiene un valor representativo, esto es, que signific‘a al-
es más caracteristica la investigación, reflexión y visión in. go que está más allá de ella nusm"a. En su carácter de padre
dependiente, que en el genuino pensador científico y filosó» o madre y no sun’plemente de individuo aislado. como un
fica, pero su independencia es una fu'til‘ excentricidad a menos hombre o una mujer Lm'pone obligaciones a sus hijos; estas
que piense. en problemas que se han originado en una larga obligaciones nacen del oficio o función que los padres desem-
_. an._

tradición y a menos que intente compartir sus conclusiones peñan, no de su voluntad meramente personal. Cuando me,
con otros. para ganar a si su asentimiento o suscitar sus co- tamente expresan una voluntad en Oposición a otra, en vez
«A. -
.44.

rrecciones. Tales hechos son sabidos y conocidos, aunque no de provenir del lazo que ¡une a Lu personas, violan su propia
siempre se reconoce tan claramente su significado, esto es, base. Esta idea es más clara aun en el caso de aquellas per-
mom ur u una nom R911! IW. m ‘I IJAIJD ¡05 »

¡onzas u Lu que usualmauu w llama almu'lm, m W‘shdm‘, una. amm dci fm y el Mm a que esas rchdfmea deberían
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¡nc-km" cn mm ¡nm-hr» (mthcimn. g, m. msm,“ ,3, mu sigo estable y consumir. Em- mmivo cm inmhu'm cuando
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pmu'mas qu’c su ¡mueven unidas put ha» ¡Núria-«m R mn h (Wu. rs Inca que h mom! w Neiva aspas, ai
¡We dic-xt" ¡ma ¡a yegulaïiu‘n dr, im mmm de una hate-r cua mms de la Mgmt; mm: ¡ey y obligaba y ln
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¡m cullqumr' ¿manda en Wai” mi sujeta a vmmm
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106 mom m: u una “uuu. IRCTHFD, DEBER Y LEALTAD ¡07

que tiene sus (¡nes y valores que procura alcanzar. Por. "into, sostener la rectitud (le su píOplO juicio de lo que cs obliga-
si la demanda que se le impone cs de la clau: que ella misma iun'o, está presentado implicitmncutc una alegación soma'l,
presenta, si sirve para alcanzar un bien que quiere para rlla algo que, por consig’uicnlc, tiene que ser probado y confir-
misma, debe, en el grado en que es sen-sata, reconocer que. mada mediante un mayor examen de los demás. Rewnoce'.
es un bkn común y, por lo mismo, obligatorio para su juicio por lo (amo, que cuando pmiestu está expuesto a sufrir las
y acción. cnnsccuemzias resulwxnes de su protesta, se esi'onará. con;
El punto resalta tal vez con mayor Claridad si pregunta- pack-naa y alegría, por convencer a los demás.
mos qué es lo que hace malo un amo. Nuestra teoría nos Si la pacien‘cla, la alegria, la ausencia de vanidad, de ex-
lleva a la conclusión de que una decisión y una obra no son hibicionismo y de lásum‘n de si mismo se requieren del no
malas meramente porque no se ajusten a las leyes vigentes coniormista moral. se impone un deber correlativu al con-
y al código consuetudinan‘n de deberes. ya que es’tos pueden formista, que es el de la tolerancia. La histuria revela qué
ser erróneos y un individuo puede tener la razón de su parte gran parte del progreso moral se. ha debido a aquellos que en
al rchusar acmarlos. Algunas personas perseguidas como re« su tie'mpo fueron considerados como rebeldes y tintados
bcldes morales cn un período han sido aclamadas como bb como criminales. La esencia de la moralidad reflexiva es,
roes morales posteriormente; los hijos" erigcn monumentos a precnsam'cme, la reflexión y ésta dará con ¡oda seguridad por
aquellos a quienes sus padres lapidaron. Sin embargo, este resultado ¡a efiuca‘ de algunas cuestiones generalmente acep
hecho no nos obliga a llegar a la conclusión de que no hay tadas y la propuesta de modificaciones a lo que corriente.
un criterio del bien y el mal, salvo aqueila opinión personal meme se considera bueno. L1 (olerancia no es, por tanto. una
subjetiva, indebidamente llamada a veces conciencta'. Un simple actitud de complaciente indiferencia. Es una dis.
hombre no roban’u si no alribuyem mn‘gún valor a la pro- posición positiva a permitir que la reflexión e investigación
piec'ldd; hasta un ladrón siente que se le quite lo que ha roba- se. ¡Seven a cabo, en la verter-.1 de que lo verdaderamente
do. Si no existiera cosa tal como la buena fe, no podría haber bueno quedará más asegurado con la indagación y discusión,

.i
fraude. El transgresor enema cun la buena fc y honradez en tanto que las catas que han pcrdurado por inem costum-
de los demás; de ntra manera no habria nada beneficioso bre serán enmendadas o desechadas. La tolerancia de las
para él en violar esos lazos. El mal conslsne en la infidrliúad dilemncm's en el juicio moral es un deber que quienes mas
respecto a aquello que el transgresor toma en cuenta cuando
. . . . . .-

insisten en la fuera del deber encuentran lo más difici} de


juzga y procura lo que es bueno para él. Traiciom los pn'n- acatar. Tan promo como un enemigo de la investigación y
cipios en que confía; torna en ventaja personal los valores
,_. ‘

la discusión pública es vencido, surgen nuevos enemigos con


mismos que rehusa reconocer en su propia‘ conducta hacia nuevas razones plausiblcs para ejercer la censura y supra
.7 ._

los demás. Commdice. no como Kant afirm'aria, alguna ley


sión del pensamiento. Y, no obstante; sin libertad de pensa-
abstracta de la razón, sino el principio de reciprocidad cual»
miento y de expresión de las ideas, el progreso moral sólo
do rehusa hacer partícipes a los demás de los bienes que
puede realiza‘rse accidental y ocultamente. La humanidad
bum para si mismo. la justificación del no confomu’sta
todavía prefiere, en general. confiar en la fuena, no ejemida
moral es que cuando niega la rectitud de una demanda en
ahora directa y físicamente como lo fue alguna vez, sino de
particular'. nu lo hace en bien de una ventaja privada, sino
manera encubiena e indirecta. más bien que la inteligencia
en el de un objeto que servirá más amplia y consecuente
para descubnr' y apagarse a lo que es meto.
mente el bienestar de todos. Carga el peso de la prueba. Al
“Cima-w
108 month ur; LA wm MURAL NEC'HTUD, DEBER Y LEALIAD 109

g 5. EL smnno bai. num la fidelidad a su espiritu, a su utilidad para llamar la atención


hacia el bien que es más extenso que el de la conveniencia
inmediata o el intenso apetito. Se hace que cl deber adquie-
Correspondicndo a la forma generalizada en que se hacen
ra procedencia sobre todas las alegaciones humanas, cn Vez
las demandas, se dcsan‘olla un sentido generalizado del Dc-
de obrar como un recordatorio para atender las demandas
ber, un sentido do estar obligado por aquello que cs bueno
humanas con gran amplitud. La debida función de un son-
debido a su rectitud. Al principio, los deberes están como
tido general del deber es hacernos sensibles a las relaciones
tados con relaciones especificas, como las de un niño con
y demandas en situaciones particulares, y esta sensibilidad
sus padres, sus her-manos y hermanas; pero al incrementarse
es especialmente necesaria cuando la solicitacio’n inmediata
la madurez moral, se desarrolla un sentido de obligación disv
de algún deseo tiende a cogemos a todo monos a él mismo.
tm'to de cualquier situación particular. Aunque de la reinci-
Un sentido generalizado dc la rectitud es un apoyo en momen-
dencia de situaciones especiales surge una idea general, es
tos de tentación, nos da fuerza de ánimo para salir de Situa-
algo más que un mero extracto de ellas. Constituye también
ciones dificiles de conducta. Una madre está habitualmente
una nueva actitud hacia otras situaciones especiales. Una
persona puede usar una diversidad dc cosas en sucesión como atenta a las demandas de sus hijos. Sm' embargo, se presen-
si fueran cuadros de. referencia. Cuando tiene la idea general tan casos cn que le es mucho más ÏÁCÜ preferir su propia
de uno de estos cuadros, está en posesión de un principio de comodidad. Un sentido gcneraltza'do de la rectitud y obliga-
acción. Puede usar su idea como un ideal, como algo por ción es una gran protección; hace posible usar consciente-
medio de lo cual criticar los cuadros existentes e inventar, mente el hábito gener-¿L Pero un sentido general de esta
cn condiciones distintas, un nuevo cuadro. Un individuo índole nace de las ocasiones en que la madre fue fiel porque
puede calentarse junto a un fuego mil veces, sin que se le estaba animada por el afecto directo a su hijo y cl interés
ocurra encender un fuego cuando tiene frio. Una vez tiene directo por su bienestar. EI sentido del deber es un endeblc
la idea general del mismo, posee algo que es independiente de báculo cuando no es el producto de un hábito formado en el
cualquier caso en particular y que puede emplear para en- absoluto y cordial reconoctm‘iento del valor de los nexos que
cenderlo cuando no lo hay en existencia real. Así una per. entran en juego en casos concretos.
sona con un concepto general del deber, tendrá una nueva El sentido de los valores e intereses comunes que ligan a
actitud; estará en espera de situaciones en que la idea se las personas entre si es, por consiguiente, el apoyo y guia
aplique. Tendrá un ideal o norma a la cual debe sujetar los normal. Pero todos estamos sujetos a condiciones en las que
casos particulares. tendemos a ser insensibles a estos valores y en las que el
Aunque las ideas generales son de sumo valor en la di" sentido de lo que se debe a los demás es débtl' en compara-
rección y engrandecimiento de la conducta, son también peli. ció'n con la fuerza de una m‘clinación contraria. Las solicita-
grasas; tienden a establecer como cosas fijas en si, sin tener ciones de los demás encuentran entonces un valioso aliado
dependencia o relación con níngun’ caso particular. Tal' es el en el sentido generaliza'do de la rectitud y la obligación que
caso cuando se desarrolla la idea del “deber en ar'as del de- se ha ido desarrollando debido a aprecta'ciones anteriores a
ber." Aqui la noción del deber queda aislada de la demandas las relaciones concretas.
de las situaciones especiales y convertida en un fetiche. La En la parte final de nuestro examen del Bien y la sabi.
conformidad con la letra de la ley toma entonces el lugar de duria moral, observamos que los distm'tos medios sociales
lln TEORIA DE LA VIDA mon; RK’TXTL'D, DEBER Y LEALTAD lll

obran de maneras muy diferentes cn el desarmllo de la fa- las han seguido; la participación de la familia en la educa»
cultad de formar un buon juicio práctica. L0 mismo ocurre, ción del joven ha disminuida: cl automovil, el teléfono y las
y tal ver, en mayor gmdo, en la relación de las instituciones nuevas modas de diversión han puesto cl centra dc gravedad
sociales para fomenta-r ln lealtad, la fidelidad alo Justo. ¡lay de las cuestiones social-cs, cn contactos que son novedosos
instituciones. mialu que fomentan la rebelión 0 al menos y supcrliciales, La lealtad a las costumbics que antes mante-
la indiferencia. Algunas tienden a producir una lealtad espe- nta'n unidos a los humbrcs y los hacían advertir sus obligacio-
ciosa, convencional y hasta hipócrita. Esto ncurre cuando nes recíprocas ha sido minada de incontables maneras. Como
el tcmur u sufrir es la principal mmldcmción de quien no el cambio es debido a la alteración de las condiciones, las
las acatn Algunas condicioncs sxrialcs alimentan el reco- nuevas [cimas de ilegalidad y la ligereza y l'lojedad con
nocimicntu externo del deber a expensas. del juicio personal que las deberes sc cumplen no pueden ser contrarrcsladas
y crítico de los fines y valores. Otras m'duccn a los hombres con una apelación directa y gcncral al sentido dcl deber o a
a pensar en ln que es verdadcmmcntc recto y a crear nuevas la restricción ejercida por una ley intcrior. El problema es
formas de obligación. Es indudable que actualmente el es- desarrollar en la sociedad nuevas relaciones estables, de las
cenario social es tan complejo y está tan sujeto a rápidos que ¡sacarán naturalmente los deberes y lcaltades.
cambios que su efecto es dcsoriemador. Es difícil encontrar
una brújula que sirva de guia constantemente a la conducta. BIBLIOGRAFIA
En consecuencia, nunca fue tan grande la necesidad de una
moralidad verdaderamente reflexiva y consciente. Esta es Sobre la teorí- dcl dzbc‘r de Kant, véase su Theory o] Ethtc':,
(nd. ingl. de Abba“: W en Ethiual Studw‘s de Bradley, X904, 1927,
casi la única al'tcmativn o a dejar que la moral navegue ala el capitulo sobre el Deber en nombre del Deber; The Ullt’mutc Belle]
deriva o a caer en una inflexiblc y dogmática m'sistencm” en de Cluttoanck y Things and [deals dc Otto, 1924, cap. lll; Prolc-
códigos arbitrarias y formales que se mantienen como obli- 30mm to Evan": de Green, IB‘X), págs. 315-320, 381-388. Sobre el mn.
eepto contrata}. véase Sketch of Marais, with-out Obtigalion or
gatorios sin otra món que la de que la costumbre y la tra-
Sancuon‘x de (¡u-yan.
dición nos hm‘ domm’ado por completo. Sub“: la ¡interpretación utu‘ilnria del deber, véase Principles o/
Tal vez haya siempre una tendencm“ a sobrevalorar el Moral: «md Legislauon‘ de Bentham'; Emotions aml Wd‘l de Buin:
Prtnn'pltt. o; Ethics de Spencer, especíalmtnte cl Vol. I, Parte I,
¡rado dc estricta adhesión a las normas morales cn cl pasado up. Vu.
y a exagerar el dela tolerancia contemporanea. Sin' embargo, ¿“una Gmmu Philosophlcal Review de McGilvai-y. Vol. XI,
los cambios en las relacton'es internas, económicas y políticas, pda. SJHSI: I-Ithm‘y de Shar‘p, 1928, Lzb'm í, sobre la Rectitud e Inn
(«manana Journal of Erhw‘..', Vol, ll, págs. 500-58 del mismo autor;
han producido un grave relajamicnto de los lazos sociales An Etht'cal Philosophy al Life de Adler, 19l8; The Good Man an the
que mantienen unida a la gente en relaciones definidas y (ma de Claklns, 1918, cap, l; Elhical Principles in Theory and Practice
fácilmente reconocibles. La máquina, por ejem'plo, sc ha dt Driesch, trad. X930, págs. 70190; Moral Values dc Everett, 1918,
interpuesto exime el tmbajador y el patrono; los memos db cap. IX, noble el deber y capi X! sobre el derecho.
tantes intervienen entre el productor y el consumidor; la mo-
vili"dad y la migración han invadido, y con frecuencia han
roto, los lazos de la comunidad local; las tn'dustrias, que
antes se practicaban en el hogar y que servían como foco de
unión de la familia, han pasado a las fábricas que trabajan

con métodos impersonales, y la madre, tanto como el padre,


2.:“
L\- NORMA DE APROBACXÓN Y LA VIRTUD 1'l3

secundarias; cl bien cs aquello que merece aprobación; los


Capitulo I V deberes son derivados de la presión ejercida por lo demás,
l
t
| expresada en las recompensas y castigos, cn la alabanza y el
x
reproche, que espontáneamente asignan a los actos.
De acuerdo con este concepto, el problema de la morali-
La norma de aprobación dad reflexiva es descubrir lo que sirve de base a los hombres
para manifestar inconscientemente aprobación y resentimien.
y la virtud to. Al hacer explicito lo que está implícito en las actitudes
espontáneas y directas de alabanza y reproche, la reflexión
introduce congruencra' y sistema en las reacciones que se
producen sin pensar. Es importante observar que, cn moral,
la palabra "juicio" tiene dos sentidos diferentes: con respecto
al conocimiento ue'ne un sentido intelectual, juzgar es pesar
mcntalmente el pro y el contra y decidir de acuerdo con el
lado a que se inclm'e la balanza de la prueba. Este sigmf'icado
es el único reconocido en teoría lógica. Pero en las relacio-
5 l. LA APROBAClÓN Y nasmomcrón como DEIERMJNANTBS
nes humanas tiene un significado definidamentc práctico:
"juzgar" es condenar o aprobar, alabar o reprochar. Tales
[Jl CONDUCTA es compleja. Es tan compleja que los inten-
juicios son reacciones prácticas. no proposiciones frlamente
tos de reducirla intelectualmente a un solo prm'cipio han
intelectuales. manifiestan favor y disfavor y, debido a la sen-
fracasado. Ya hemos anotado dos consideraciones principa-
sibilidad de las personas al agrado y desagrado de las demas,
les que se entrecruzan: los fin'es que se juzgan satisfactorios
ejercen una positiva influencia en quienes son juzgados. El
del deseo, y las demandas del derecho y el deber que lo
mandato del Nuevo Testamento: "No juzgarás” es un cono-
mh1"ben.
cido ejemplo de este uso de la palabra juicio; indica también
Aunque las teorías de diferentes escuelas han tratado de
que la indulgencia en tales juicios es en sí una cuestión mo-
derivar una de la otra, permanecen siendo variables indepen-
ral. El deseo de eludir la censura por un lado, tiene su
dientes en algunos respectos. Otra escuela moralista ha sido reverso, como motivo de conducta, en una tendencia a mos-
influida por la universalidad de las acciones de la conducta trar superioridad condenando a los demas.
que manifiestan aprobación y desaprobación, alabanza y re Nada hay más espontáneo, más "m'stintivo," que la alaban-
proche, simpatía alentadora y resentum"ento. A los teóricos za y el reproche a los demás. La moralidad reflexiva nota
de esta escuela les ha llamado la atención el carácter espon- la m‘consecuencia y las arbitrarias vana'ciones de las expresio-
táneo y du‘ec'to de tales acciones, ya que es "natural." en cl nes populares de esnm’ación y desaprobación y trata de des-
sentido más m'medjato de la palabra, que los hombres mues- cubrir un principio racional por medio del cual se justifiquen
tren agrado o desagrado por la conducta de los demás. Esto y se hagan coherentes. Nota de manera cspecna‘l que la acla-
se hace sin reflexión consciente, sin pensar en un buen fm‘ mación y reprobación ineflexivas meramente repiten y ro-
que debe alcanzarse o en un deber que es un'perativo. En flejan el cuadro de valores contenido en los hábitos soc-ia'les
efecto, segun’ esta escuela, las ideas del Bien y el Deber son de un grupo en particular. Así, una comunidad militante
112
ll4 TEORÍA DP. LA "IDA MORAL LA NORMA DE APROBACIÓN Y LA VIRTUD HS

admira y ensalza las realizaciones y tendencias bélicas; una mientras que puede significar pobreza, andrajos, hábitos
comunidad indusm‘aliïada valoriza la sagacidad, el cal'culo y ascéticos, en una comunidad cn la que la devoción a las cosas
la constancia en el trabajo y aplaude a aquellas personas sobrenaturales sea estimada como cl bicn supremo. La re-
que muestran esas cualidades. En un grupo, "éxito" sigmf'ica flexión trata de invertir ese orden: quiere descubrir qué es
realiz'ar proczas, en el otro, amasar fortunas, y la alabanza lo que debería ser estimado para que la aprobación sc otor.
y el reproche sc aplican correspondientemente. En la vida gue a lo que se decide que es digno de ser aprobado, cn vez
griega, el contraste entre el sistema de actos y disposiciones dc designar las virtudes basándose cn lo que de momento sea
que apreciaban los atenicnses y los espartanos, respectiva- especialmente estimado y recompensado en una sociedad en
mente, era un tema obligado de los moralistas. Algunos cri- particular.
ticos han establecido recientemente una oposición análoga
entre el “norteamericanismo” y el “europeísmo.”
5 2. LA NATURALEZA DE LAS NORMAS Y DE LA TEORÍA UÏILITARIA
Estas diferencias conducen m'evitablemente con el tiempo,
a hacer esta pregunta: ¿Qué plan de aprobación y reproba—
El principio en que racionalmente descansa Ia asignación
ción debe ser a su vez aprobado y adoptado? La cuestión se
de alabanza y reproche constituye lo que se conoce como una
agudiza más debido a la gran influencia que ejerce la acti-
norma. Es el fundamento del juicio en su sentido prac'ttc’o.
tud de los demás en la formación de la disposición. Las ac-
En este tipo de teoría, el concepto de Norma ocupa el lugar'
titudes habituales de favor y disfavor, con frecuencia expre-
que tienen respectivamente el Bien y el Deber en ias otras
sadas en franco castigo o recompensa tangible y casi siempre
teorias ya examm‘adas. El prm‘cipio por cl que debería re-
ridiculizando u otorgando prestigio, son las armas de la mo-
gularse la aclamación y Ia rcprensión, se convierte en la
ralidad habitual. Además, están tan profundamente arraiga-
"categoría" ética dominante, adquiriendo procedencia sobre
das en la naturaleza humana, que, de acuerdo con un punto
Io bueno y io obligatorio, ya que en esta teoría, lo moral-
de vista, toda la labor de la moralidad reflexiva y de la teoría
mente bueno es aquello que deberia se-r aprobado. Los deberes
moral consiste en determinar un pnn'cipio racional que sirva
pasan del mero campo de ‘facro de, las cosas exigidas por la
de base a su funcionamiento. El tema puede ejemplificarse
presión social. al campo de jure de los actos que solamente
haciendo referencia a los conceptos de virtud y vicio. La
teoria en cuestión sostiene que lo moralmente bueno, a dife son legítimamente solicitados cuan'do van de acuerdo con la
rencia de lo que solamente se considera bueno porque satis- norma de aprobación; de otra manera son coercitivos y res.
face un deseo, es lo mismo que lo virtuoso; pretende que lo n'ictivos de la libertad. Lo recto es aquello que merece ¡ia-
recto es también lo Virt'uoso, mientras que lo moralmente banza; lo malo es aquello que merece castigo, ya Sea material
malo y lo m’debido son lo mismo que lo vicioso. Pero en o atenuado en forma de censura.
principio lo wr'tuoso significa aquello que es aprobado. lo Es sigmfi'cativo que, en general. ¡a idea de aprobación y
vicioso aquello que es condenado. En ia moralidad habitual, desaprobación y su norma apropiada, es caracteristica de la
los actos y rasgos de carácter no son estima'dos porque sean teoria moral inglesa, así como la de los fines lo es de la filo-
vu't'uosos; más bien son virtudes porque están apoyados por sofia ética g'n'ega y la dei deber de la romana. Está implícita
la aprobación y admiración social. Asi, virtud significa valor en la teoria griega en la importancia asignada a la medida
en una sociedad marcial, y denota espíritu de empresa, saga- y proporcionalidad en cl juicio de los actos y en la tendencia
cidad e industriosidad en una comunidad industrializada, a identif'icar to agathon, lo bueno, con to kalon, lo hermoso.
H6 TEORÍA DF. LA VIDA ¿MORAL LA NORMA DE APROBACIÓN Y LA VlRl‘l/‘D ll7

Pero cn ln teoría moral inglesa, la manifestación de aproba- cerca de nosotros, de nuestros familiares y amigos. R'Irta vez
ción y n‘pmbmiófl. y su influencia sobre la formación del obra en relación con quienes están fuera de nuestra vista o
carácter, su hacen centrales, básicas por primera vez. Apa- con los extraños y, ciertamente, no obra con los enemigos.
rece en Shdf'tesbury como una intuición inmediata del sentido En segundo lugar. la admiración y el menosprecio irreflexi-
mom], estrictamente comparable al "buen gusto" en maten'as ves son superficiales. Toman en cuenta los casos sorpren-
estéticas; para Hume, la aprobación es idéntica a aquello que dentes y conspicuos de ayuda o lesión, pero no aquellos de
“agrada en un concepto general," esto es, después de una una índole más delicada y sutil; toman nota de las conse«
generaliza’ción reflexiva, a diferencia de la primera reacción cuencias, en forma de ayuda y perjuicio que se hacen mani-
personal: el concepto de Adam Smith, de que es lo que satis fiestas cn un corto ple’O, pero no de aquellas que emergen
face al "espectador tm'parcial," es una van‘ame de la misma posteriormente, aunque estas últimas sean en verdad las más
noción. importantes. Y, finalmente, cuando ciertos actos se han he.
Para Bentham, la mayoría de las interpretaciones de sus cho completamente habituales, se dan por aceptados como
predecesores estaban todavia demasiado infectadas de “ipse fenómenos naturales y no se juzgan de ninguna manera. Las
du‘itts'mo," que, según él, cs vicio de todas las teon’as intuiti- consecuencias benéfica‘s y dañinas de las leyes e instituciones,
vas; el buscaba un pnn‘cipio objetivo, general e impersonal, por ejemplo, no son tomadas en cuenta por la moralidad
que controlan! y justifican las reacciones personales de buen habitual.
gusto o lo que fuera. En Smith, y especialmente en Hume, De aquí se stgu’eo ciertos cambios introducidos por la
encontró impltm'to el concepto de que la util‘idad para los teoría util'itana‘ de la norma de aprobación. Cuando los hom-
demás. de una obra o un rasgo de carácter, es la razón decisi- bres reconocen que la contribución a la felicidad o bienestar

man
va de la aprobación, mie'ntras que el perjuicio, la nocividad, es universales es el un'ico motivo de admiración, eliminan las tres
lo que motiva la condenación y desaprobación. Los hom- limitaciones que acabamos de mencionar. La norma se gene.
bres aplauden espontáneamente aquellos actos que los ayudan, raliz'a; el juicio debe Yersar sobre las consecuencias de feli-
que fomentan su felicidad; no hay que buscar explicación a cidad y dolor para todas las criaturas animadas a quienes
este hecho. La sun'patia es tambicn' un rasgo on'gm'al de la afecta un acto. El mismo acento puesto en las consecuen-
naturaleza humana. Por simpatía alabamos actos que ayudan cias generales o extendidas, pone frente a nosotros la idea
.

a otros aunque nuestra propia' suerte no esté involucrada; la de la igualdad, y lo hace de tal manera que transforma el
¡4.9.

stm'patia nos mueve a la indignación por la m'flioción volun- metodo acostumbrado de conferir alabanza y reproche, sxm‘-
taria de sufrum"ento a terceras personas. La simpatía nos patia y resentimiento, ya que dicho método no pone en el
pone m’sun'tivamcnte en el lugar de ellas y compartimos el mismo plano la felicidad propia y la de los demás, la de un
calor de su agrado o el fuego de su resentimiento como si miembro de la familia y un extraño, la de un conciudadano
nos afectara personalmente. Sólo los anormalmente enca- y un extranjero, la de un noble y un plebeyo, la del terrate-
llecidos dejan de conmoverse emocionalmente ante actos he niente y el labriego, la del hombre de distinción y la persona
roicos de devoción por el bie'nestar de los demás o ante obras obscura, la del rico y el pobre. En cambio, la teoria utilitana‘.
de abyecta m’graut’ud y malicioso rencor. además de su insistencia en tomar en consideración el campo
Hay. sm' embargo, lnni"taciones definidas al ejercicio es- más amplio y general de las consecuencias, insiste en que al
pontáneo y habitual de la admiración y resentimiento por evaluar éstas en forma de beneficio y perjuicio, placer y
simpatía. Rara vez se extiende más allá de quienes están sufnm't'ento, cada una de ellas debe contar como una sola.
118 TEORÍA mz LA VIDA MORAL LA NORMA DE APROBACIÓN Y LA VIRTUD H9

sin distm'cío’n de estirpe, sexo, raza, situación social o posi- ción del placer personal. La debida norma para juzgar la
ción económica y política. Es significativo que la aparición moralidad de una acción es, en cambio, su contribución al
y principal influencia del militarismo en Inglaterra coinci- placer de los demas', el beneficio otorgado a otros que no
diera socialmente con la manifestación del sentimiento filan- sean el propio ser. Los utilitarios se vieron así frente al pro-
trópico en gran escala, y políticamente con la aparición de blema del conflicto entre el carácter estrictamente personal
los ideales democráticos.| No es por azar o accidente que su y egoísta del motivo de la conducta y la Índole extensamente
principal influencia práctica fuera la modificación de las le- social y filantrópica de la norma de aprobación. El deseo de
yes e instituciones que emanaron de la desigualdad y la placer personal como un’ico motivo de la acción y la bene
fomentaron. volencia universal como principio de aprobación estan' en
guerra uno con otro. El principal interés de Bentham estaba
en la norma de juicio, y su aceptación de la psicología hedo.
(3‘ 3. CONFUSIÓN DEL UTILITARISMO CON EL ¡{EDONISMO nista fue, en un amplio sentido. un accidente histórico. No
pudo comprender la incongruencía de los dos principios por-
Hasta aquí hemos pasado por alto una un'portante carac- que su propio in'terés estaba en el injusto efecto de las leyes
terística del utilitarismo. Hemos hablado en términos geno- e instituciones de su tiempo sobre la distribución general de
rales del bienestar, del beneficio y el perjuicio, sm" mn'gtm’ I
í la felicidad e m‘felicidad. Comprendió hasta que grado aquel
intento de especificar en que consisten precisamente. Bent- l. llas expresaban m’tereses de clase y estaban animadas por ei
harn, en cambio, se enorgullecia del hecho de que el utilita- favoritismo hacia in'tereses especiales, aportando beneficio
rismo tenía un concepto defm'ido y mensurable de su natura. a los escasos privüegiados y daño y sufrim'icnto a las masas.
leza. Consiste, según él, en unidades de placer y dolor, de las Actualmente las leyes e instituciones podrían verse imperso
que meramente son la suma algebraica. Redujo así, en opi- nalmeme, sólo en relación con sus consecuencias, ya que los
nión de sus prosélitos, la vaga noción de bienestar y felicidad motivos no puden atribuirse a las leyes e instituciones como
a un hecho tan preciso que puede expresarse cuantitativa- tales.
mente.2 ‘ Esta definición en te’rnnn'os de placer y dolor pro- Su adepto, John Stuart Mill, aunque m'teresado en las
dujo, sin embargo, otro efecto: expuso al militarismo a todas reformas sociales y políticas, también lo estaba en la mom-
las objeciones que se han presentado contra el hedonis'mo lidad personal de una manera diferente de Bentharn. Por lo
(véase pág. 208), y las consecuencias de tal identtf'icación no tanto, trajo a prtm'cr térrmn'o la cuestión de la dzs'posición
terminaron en este punto, pues también colocó al utilitaris personal, del carácter, e instituyó una transformación en la
mo, como sus críticos prontamente señalaron, en una pecu- moral utili"tana', aunque nunca se sometió formalmente a
liar contradicción. De acuerdo con su concepto del deseo y la psicologia hedonista. Sin embargo, antes de considerar la
el motivo, el único objeto y meta de toda acción es la obten- contribución de Mill en particular, expondremos el problo
ma de la relación entre la disposición y las consecuencias so
1 La vida de Bentham transcurrió entre 1748 y 1832; su más des-
tacado discípulo, John Stuart Mill, vivió de 1806 a 1873. ciales benéficas en su forma general, Supongamos que aban-
2 Así, Mill dijo: “El m'trodujo en la moral y la política aquellos donamos la importancia hedonista concedida a los estados
hábitos de pensamiento y modos de investigación que son esenciales de placer y dolor y que ponemos en cambio la idea más
para la idea de ciencia”, El in'trodujo por primera Vez la precisión
de pensamiento en la filosofia moral y politica." Autobw’gra/ia, amplia', aunque más vaga, de la dicha, bienestar y felici»
págs. 6567 de. la edición de Londres de 1874, y Dts'ertaciones y D13- dad como la debida norma de aprobación. El problema
cusiones, "Ensayo sobre Bentham.‘
“"J
X20 mom vr. u Vio/l MURAL LA NOEMA DE APROBACIÓN Y LA VIRTUD lZl

dc la reaccit’m entre la norma y la disposición personal de desprecio por la vida humana tendría consecuencias bc-

'l . J alba-PS
aui'i subsiste. El problema moral que sc prcscnta a cada néficas. Es cierto. por una parte, que la norma definitiva
persona ("s cómo lmwr que la consideración por cl bienestar para juzgar los actos es observar sus consecuencias objeti-
general, por la felicidad de otras personas que no scan ella vas; el resultado constituye el significado de un acto. Pero
misma. llegue a convertime en un propósito regulador de su es igualmente cierto que la garantía de la corrección del
conducta. Es dificil hacer de una Considermión por la {oli juicio y del poder de éste para obrar como una influencia cn
cidad ¿(“neral la paula del bien y del mal. hasta en una ova. la conducta estriba en la disposición intrínseca del carácter;
luatzión puramente teórica, ya que tal método dc avalúo va sería más seguro confiar en un hombre dc disposición bonda-
en u‘intra de nuestm natural tendencia a poner primero la dosa y honrada, aunque sin mucha capacidad para el cálcu-
propia" felicidad y la de quienes están cerca de nosotros. Sin lo, que en otro, que teniendo gran poder de previsión del
embargo, esta dificutad es leve en comparación con la de futuro, fuera malicioso e insincero. En cambio, cuando e52
poner efectivamente en acción el cálculo intelectual cuando tamos juzgnndo el valor moral de las leyes c instituciones
este sc contraponc a nuestra parcial)"dud natural en favor de (cs decir. evaluándolas desde el punto de vista de su efecto
nosotros mismos. sobre el bienestar general), es procedente la consideración
Es evidente que sólo una ínttma' disposición personal nos impcrsonal y minuciosa de las consecuencias, ya que las le-
permitirá resolver estos problemas. Cuanta mayor un'portan- yes, por ser impcrsonales, no tienen disposición interna en
cia demos a las consecucncm's objetivas como norma. más ningún sentido.
nos vemos compelldos a atenernos al carácter personal como Por consiguiente, Mill puso al militarismo cn estrecho
la un'ica garantía de que esta norma funcionará, ya sea ¡n'- acuerdo con el imparcial Sentido moral de la humanidad
telectualmenlc en nuestros cálculos o prácticamen'tc en nues- cuando dijo que las mánma's “no hagas a otro lo que no
tro comportamiento. La supuesta precisión por la que Bem- quieras para ti" y "ama a tu prójimo como a ti mismo" cons-
ham fue alabado introduce una imposibilidad en la conducta tituyen la perfeccion ideal de la moralidad utilitan'a, ya que
real. Puedo hacerse un cálculo basado en la experiencia de tal declaración pone en primer lugar la disposición, el carác-
la tendencia general de una acción propuesta sobre el bicnesu ter. y en segundo el calculo de los resultados específicos. Con-
tar y el sufrimiento. pero nadie puede calcular con anticipa- secuemcs con cl concepto de Mill podemos decir que “las
ción todas las unidades de placer y dolor (aun admitiendo leyes y disposiciones sociales deberian poner la felicidad de
que éstas puedan sc‘r reducidas a cantidades unitaria") que cada m'dividuo en tan estrecha armonia como fuera posible
scgum'an'. Estamos seguros de que la actitud de bondad per- con el interés colectivo, y que la educación y la opinión, que
sonal, de sinceridad y de justicia, hará nuestro juicio de los tan grande poder ucnc'n sobre el carácter humano, deberian
efectos de una acción propuesta sobre el bien de los demás usar ese poder para fljar en la mente de cada individuo una
infinitamente más susceptible de ser correcto que las anti. nsocxac'ión m'disoluble entre su propia felicidad y el bien de
todos.” Tenemos, en resumen. un prm'cipio por medio del
a g d‘iuwk

tudes de odio, hipocresía y egoísmo. Un hombre que confían:


sun'plemente en los detalles de las consecuencm’s externas cuál se puede juzgar el valor moral de lds’ disposiciones so
podria convencerse fácilmente de que la eliminación de una ciales: ¿Tiendcn a conducir alos miembros de la comunidad
4.. -

a encontrar su felicidad en los objetos y propósitos que


¡“tu

determinada persona por medio del asesinato conm'buirla a


la felicidad general. No podemos imaginar a una persona traen felicidad a los demás? Tenemos asimismo un ideal
-_.A.u

honrada convenciéndose a sí misma de que una disposición para el proceso de educación formal e irregular: la educación
«4

“¡aunq-¿iq n. .-
122 TEORÍA DE LA VXDA MORAL LA NORMA DE APROBACIÓN Y LA VIRTUD 123

deberia crear en todas las personas un interés por fomentar patizan'te o de un objeto de admiración y reverencia." 4 "La auto-
el bien general, de manera que encuentren realizada su propia educacio’n, el cultivo por parte del ser humano rm'smo de sus
felicidad en lo que puedan hacer por mejorar las condiciones afectos y voluntad. . ., son una página en blanco en el sistema de
Bentham. La otra parte equivalente, la regulación de sus acciones
de otras.
externas, tiene que ser completamente vacilante e un’perfecta sin
La importancia que Mill atribuye a la disposición per-
la pn'mera; pues, ¿cómo podemos juzgar la forma en que muchas
sonal se muestra también en su deseo de ver cultivadas ciertas de las acciones afectarán los m’tereses materiales nuestros y
actitudes, como si por su misma esencia fueran fines sin los de los demás si no introducun'os, como parte de la cuestión,
pensar conscientemente en sus consecuencias externas. In- su influencm' sobre la regulación de los afectos y deseos nues—
trinsecamente y de modo espontan’eo, fuera de todo cálculo, tros y de ellos?"5
estim'amos las relaciones amistosas con otros. De manera
natural, En otras palabras, Mill vio que en la teoria de Bentham
había una debilidad consistente en suponer que los factores
"deseamos estar en unidad con nuestros semejantes. . . El estado formativos de la disposición sólo tienen valor como impul-
social es al mismo tiempo tan natural, tan necesario y tan habi- sores de nuestros actos especiales que nos producen placer,-
tual para el hombre que, excepto en algunas circunstancras' m‘u- para Mill tienen un valor propio, como fuentes directas y co-
sitadas o por efecto de una abstracción voluntana', nunca su mo ingredientes de la felicidad. Asi, Mill dice:
concibe a si mismo sino como miembro de un cuerpo... Por lo
tanto, cualquier condición que Sea esencxa'l a un estado de socie-
"Creo im'posible cualquier aumento considerable de la felicidad
dad se convierte cada vez más en parte m‘sepamble del concepto
humana por medio de meros cambios en las Cir'cunstancias ex-
que cada persona se forma del estado de cosas en que nace y de
ternas que no vayan acompañados de cambios en la condición
cuál es el destino de un ser humano.” Este fortalecrmi"ento de los
de los deseos.” Y en su Autobiografía, hablando de su pnm'e-
nexos sociales conduce al m’dividuo "a identificar más y más sus
ra reacción contm el bentharnismo, dice: "Yo dl por pnm’era
sentimientos con el bien" de los demás. "Llega, aunque instin-
vez su lugar apropxa'do. entre las necesidades primarias del bien-
tivamente, a tener conciencia de sí mismo como un ser que, por
estar humano, a la cultura interna del individuo. Dejé de atri-
supuesto, toma en consideración a los demás. El bien de los
otros se convierte para él en una cosa que natural y necesaria- buir tm'portancia casi exclusiva al ordenamiento de las circuns-
tancras' externas. . . El cultivo de los sentimientos se convirtió
mente debe entenderse, como cualquiera de las condiciones físicas
de nuestra existencra'." Finalmente. este sentimiento social, por en uno de los puntos cardinal‘es de mi credo ético y filosófico." 7
débil que Sea, no se presenta “como una superstición de educa-
ción o como una ley despóticamente un'puesta desde el exterior, La intuna' conexión entre la felicidad y los rasgos de ca.
sino" como un atributo del que no sería bueno carecer... Pocas rácter se origina también en el hecho de que los placeres
personas, a no ser aquellas cuya mente es un vacío moral, po- difieren en cahdad' y no meramente en cantidad e m'tensidad.
drlan soportar trazar el curso de sus vidas siguiendo la linea
La apreciación de la poesia, el arte o la ciencta' rinde una cla.
de no tomar en consideración a los demás, salvo en aquello a que
su m’terés privado las obliga." 3 se de satisfacción que no debe compararse con la que pro-
viene de fuentes puramente sensuales. El grado en que Mill
Aun con el titulo de sun'patía que le'da Bentham, desplaza la norma de acción, de los placeres al carácter (dado
"su reconocimiento no se extiende a las formas más complejas 4 Early Essays, pág. 354. (Rcimpreso por Gibbs, (Londres, 1897).
del sentimiento: el amor de amar, la necesidad de un apoyo 51m- 5 Ibíd_, pág. 357.
6 Ibíd., pág. 404.
3 Utilitariam’sm, cap. lll, passím. 7 Autobiografía, Londres, 1884, pág. 143.
l Z4 TEORIA mg u, wm MORAL LA NORMA DE APROBACIÓN Y LA VIRTUD 125

que la calidad del plau‘r se clasifica" por la naturaleza del lacionadas con ellas y viceversa, Los fines-en-perspectiva es-
rasgo personal nl que acompaña), se pone dc manifiesto en tán conectados con el deseo, miran hacia el futuro porque
la siguiente cita: “Ninguna persona inteligente conscntina’ son proyecciones de los objetos cn que los deseos quedarían
en ser torpe, ningumi persona instniida seria ignorante, nin- satisfechos. Las normas, en cambio, contemplan los hechos
guna persona con sentimientos v, conciencia sería egoista y ya realizados o vistos en la imaginación como si ya se hubie-
baja, aunque estuvieran persuadidas de que el torpe. el ig. ran realu'ado. Un objeto visto como fin o realización del
norante o el malvado están más satisfechos ron su suerte, deseo es bueno en proporción al grado en que resulte ser
que ellas con la suya. . V Es mejor ser una persona insatisfa- una legitima satisfacción o realización del mismo. Desde el
cha que un cerdo satisfecho." punto de vista de la norma, un acto es bueno si puede pro-
Hemos dedicado considerable espacio al examen del cam- vocar y mantener la aprobacim’z. Al principio, la aproba-
bio de Bentham a Mill, no tanto como cuestión dc contraste ción de referencia es la que proviene de otros. ¿Me tolerará,
e información histórica como porque la posición de Mill im- consentirá, animam’ y alabará el grupo, o algún miembro
plica de hecho, aunque e’l nunca lo reconoció plenamente influyente del mismo, si obro dc tal o cual manera? La admi-
en palabras, una rendición al elemento hedonista existente en ración y el resentimiento de los demás es el espejo en que
cl militarismo. Como este elemento hedonista es el que hace vemos reflejada la calidad moral de nuestro acto. Debido
al util'itarismo vulnerable en teoría e u'rea'lu'able en la práo a este reflejo, el actor puede juzgar su acto desde un pum
tica. es importante saber que el concepto de consideración to de vista que es dif'erente del de una satisfacción prometi-
por el bienestar social (que es extendido e un'parcialmente da directamente. Se ve inducido a ampliar y generalizar’ su
medido) puede mantenerse como norma de aprobación, a concepto del acto cuando toma en cuenta la reacción de los
pesar del embrollo del utilitan‘smo histórico con un hedo- demás; ve su acto objetivamente cuando adopta el punto de
nismo m'sostenible. Esta versión corregida reconoce el gran vista de la norma; personalmente cuando es un fin' mera-
papel desempeñado por los factores in'ternos al ser, en la mente como tal.
creación de una felicidad digna de encomio y al propio tiem- Posteriormente, el pensamiento en la reacción en favor
po proporciona una norma para la valoración moral de las
o disfavor de un determinado grupo social o de una persona
leyes e instituciones. ya que, aparte del sufrimiento directo
en particular tiende a replegarse al ul'tim’o térmm'o. Se pro
que las malas instituciones sociales ocasionan, tienen un
yecta un espectador td'eal y el ejecutor del acto ve su
efecto nocivo sobre aquellas disposiciones de carácter que
accnó'n propuesta con los ojos de este imparcial y observador
conducen a una felicidad eleVada y pura.
juez objetivo. Aunque fin y norma son dos conceptos distm'«
Las instituciones no sólo son buenas debido a su contri-
tos que tienen dif'erentes significados, en la naturaleza mis-
bución direc'ta al bienestar, sm‘o más aun' porque favorecen
el desarrollo de las valiosas disposiciones de las que emanan ma de una norma esta requenr' que lo que es aprobable de
nobles placeres. acuerdo con ella se convierta en un fm'. En otras palabras,
pide la creación de un nuevo fin o, en caso de que el fin‘ su-
gerido por el deseo sea aprobado, un fin con una nueva cua-
Q 4. u ameno»: emma FINES Y NORMAS
lidad; la de haber recibido el sello de aprobación. A menos
Los propósitos, objetivos y fines en perspectiva son ¿15’- que el concepto de la norma haya surgido de una fuente cli-
tintos de las normas y, sm' embargo, están estrechamente re- fetente y tenido un significado dis'tm'to del de los fines, no

“4...1,

I- ¡IIIIÍ'TTÑÏ "
126 TEORIA DE LA VIDA MORAL LA NORAlA DE APROBACIÓN Y LA VIRTUD 127

podria ejercer una influencia formativa que controlan. estos casos de realización, de cumplimiento de los requisitos pre«
ul'timos. La importancia de la norma está en que contiene sentados por algun’ deseo. Un avaro encuentra satisfacción
un concepto de la manera en que los fines que se adoptan en atcsorar dinero y una persona liberal la encuentra en gas-
deberían formarse, o sea que deben ser tales que merezcan tarlo para dar felicidad a otras. Un hombre es feliz cuando
aprobación porque su ejecucion habrá de conducir al bienes- aventaja a otros en alguna forma tangible y otro lo es
tar general. cuando los ajuda a salir de alguna dificultad. En contenido
El reconocimiento de este hecho nos permite tratar un material, los dos casos difieren radicalmente; en forma, son
problema que presenta bastantes dificultades. Dicho pre» semejantes, ya que ambos ocupan el mismo lugar y desempe-
blema se ejemplifica en‘ la llamada paradoja hedonista según ñan el mismo papel: el de satisfacer un deseo.
la cual la manera de alcanzar el placer es no buscarlo. Esta La función de la norma es, pues, distinguir entre las di-
expresión puede tener su paralelo en otra paradoja, la de versas clases de satisfacción material, para determinar qué
que la manera de alcanzar la virtud es no procurarla direc. clase de felicidad es verdaderamente moral, esto es, apro-
tamente. ya que la norma no es lo mismo que el fin del deseo. bable. Dice que entre las diferentes clases debe aprobarse
De aqui que la contribución al bien general puede ser la aquella que al mismo tiempo acarrea satisfacción a los de-
norma de aprobación reflexiva sin que sea el fin-en-perspec- más, o que al menos armomza' con su bienestar al no causar-
tiva. Es en verdad difícil tm’aginar que se la haga el fin del les sufnrm'ento. No dice qué cosas deberían procurarse espe-
deseo; como objeto dir'ecto que se quiere lograr, sería tan cfficamente. No nos dice cómo proceder para condenar o
indeterminado y vago que sólo despertaría un difuso estado dar aprobación a aquellos fines y propósitos que ocurren a la
sentimental, sin indicar precisamente cómo y a dónde debe- mente independientemente, debido a nuestros deseos. Cuarto
ría dirigirse la conducta. El deseo, en cambio, señala un ob- do este punto queda claramente reconocido, podemos apre-
jeto definido y concreto por alcanzar. Después que este fin ciar la naturaleza artificial de un problema que a menudo se
ha venido a la mente, es examinado y probado desde otro suscita. Se lia afirmado que el punto esencial de toda teoria
punto de vista: ¿Fomentaria la acción que lo realiza el bien- moral cs la relación entre la felicidad personal y la general.
estar de todos los afectados? Se dice que la moralidad, como la justicia, requiere que
La idea de felicidad deriva originalmente de casos de com- haya una completa ecuación entre las dos; que no podemos
plicada satisfacción del deseo. Es un término general para estar moralmente satisfechos con un mundo en el que la con-
designar el hecho de que, aunque los deseos son dlf‘crentes, ducta que acarrea bien a otros cause sufrimi"entos a quien se
como también lo son los objetos que los satisfacen, hay en m‘teresa por ellos, o en el que la conducta que hace sufra“ a
todos ellos una cualidad común, que es el hecho de ser rea- otros produzcan felicidad a quien los lesiona. Mucho m'genio
hza'ciones. Este es un rasgo formal. Es un error suponer se ha gastado en dar explicaciones que eliminen las frecuen-
que hay homogeneidad de material o contenido, nada más tes discrepancias, pues hasta puede alegarse que, aunque el
porque existe el solo nombre de "felicidad." Seria' tanto co- extremado aislamiento egoísta es desfavorable para la felici-
mo suponer que todas las personas apellidadas Smith son dad, también lo son la gran amplitud y la sensibilidad de los
exactamente iguales porque llevan el mismo apellido. No afectos; que la persona que tiene la mayor posibilidad de
hay dos casos concretos de felicidad que sean idénticos en su ser feliz es aquella que ejerce un prudente control de sus
contem'do y conformación reales. Son iguales en cuanto son simpatías, evitando asi verse envuelta en la suerte de otras
128 TEORIA me LA VIDA MORAL LA NORMA DE APROBACIÓN Y LA VIRTUD 129

personas. Si llegamos a darnos cuenta de la diferencia entre este concepto de la naturaleza de la norma ha sido atacado
la. norma y el fin, este problema de instituir una identidad basándose en que la justicia es la virtud suprema y que la
o igualdad entre la felicidad personal y la general resulta ser norma del bienestar general subordina la justicia, tenida
irrea'l. La norma dice que deberíamos desear los objetos y por autosuficiente en aislamiento, a algo que la sobrepasa
encontrar nuestra satisfacción en las cosas que también aca- en cuanto a las consecuencias. Fundamentalmente, la cues-
rrean bienestar a aquéllos con quienes estamos asociados en tión está aquí en aquello que hemos considerado anterior-
amistad, camaradería, conciudadania, en la búsqueda de ia mente de otras maneras, o sea e] lugar de las consecuencias
ciencia, el arte, y actividades análogas. en la conducta moral. Quienes juzgan que la consideración
Más de un individuo resuelve el problema. No lo hace de las consecuencias es una degradación de la moral se apa
por ninguna demostración teórica de que lo que da felicidad yan en algun’ pnn'cipio abstracto de justicia. "Fiat justitia,
a otros se Ia dará también a él, sino por voluntaria elección mat coelum” es la clásica expresión de este punto de vista.
de aquellos objetos que producen bien a los demás. Obtiene Hágase justicia sean cuales sean las consecuencias, aunque
una satisfacción o felicidad personal porque su deseo es cum‘ se caigan los cielos. Se alega que la consideración de las con-
plido, pero dicho deseo se formó primeramente siguiendo secuencias, aun aquéllas como el bien comun' y compartido,
una pauta defin'ida. Este placer puede ser de más corta du- reduce la justicia a una cuestión de conveniencia y rebaja
ración y menor m‘tensidad que aquellos que pudo haber su autoridad y majestad.
obtenido de alguna otra manera, pero tiene una marca que es La réplica a esta objeción es doble. En pnm'er lugar, el
un'ica y que para ese m'dividuo puede pesar más que cual- hecho de elimm'ar de la norma moral las consecuencias de
quiera otra cosa. Ha alcanzado una felicidad que por si mis- nuestros actos, nos deja solamente con un pun'cipio formal,
ma es aprobada por él y esta cualidad de ser una felicidad establece una abstracción y trata a la moral como una mera
aprobada puede hacerla inestimable, incomparable con otras. conformidad con ella, en vez de como un esfuerzo vital en
Por elección personal entre los fines propuestos por los bien de un fin' importante. La experiencia muestra que ia
deseos de objetos que van de acuerdo con las necesidades subordinación del bien humano a una regla formal se inchn'a
de las relaciones sociales, un m’dividuo alcanza una clase de en dir'eccio'n a la rudeza y crueldad. El comun' decir que la
felic'idad que está en armonia con la felicidad de los demás. justicia deberia ser templada por la piedad es la manera po
Este cs el un’ico sentido en que hay una igualdad entre la pular de expresar el reconocimiento del carácter duro y fun-
felicidad personal y la general, pero también es el un’ico sen- damentalmente injusto de establecer un pnn’cipio de acción
tido que moralmente se reqm'ere. divorciado de toda consideración de las consecuencias hu‘
manas. Considerar la justicia como un fm' en sí equivale a
hacer un idolo de un medio, a expensas del fin' a que el me-
5 5. EL LUGAR DE LA JUSTICIA Y LA BENEVOLENCIA EN LA .NORMA
dio sirve. El segundo factor de la respuesta a la objeción es
que la justicia no es un medio externo para lograr el bienes-
Cuando la contribución a un bien compartido se toma co-
mo la norma de aprobación, surge una cuestión acerca de la tar humano, sm'o un medio que está organicamente m’tegra-
relación entre justicia y norma. Parece a pnm’era vista que do al fin que sirve. Hay medios que son partes constitutivas
se hubiera exaltado la benevolencia hasta tal punto que la de las consecuencias que producen, como los tonos son cons-
justicta’ casi desaparece del cuadro moral. En todo caso, tituyentes m'tegrales de la música ai propio' tiempo que me-
130 TEORÍA vs LA VIDA MORAL LA NORMA DE APROBACIÓN Y LA VlRTUD 131

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s' 1.:
dios para su producción y como el alimento es un ingredien- para mostrar la completa falsed.‘ad de la noción comun' de
te indispensable dentro del organismo que sustenta. Debido que justicia tiene un solo significado definido. La verdad

los.
a esto, el carácter, el yo, que ha adoptado la justicia y equidad es todo lo contrario. El significado de justicia, en ca‘sos con-
en su actitud, no sólo tendrá el sentimiento de humanidad que cretos, es algo que debe determinarse viendo que consecuen-
lo protege de la estricta aplicación del principio, sino tam- cias acan‘earán bienestar a los hombres, de una manera jus.
bién quedará protegido contra cualquier tentacion a pasar ta y equitativa.
por alto el principio, para obtener algún bien especifico pa- Otro tipo de objeción al bienestar social como norma de
sajero. Hay una aproximada analogía entre lo que aqui se aprobacion. es que eleva el sentimentalismo a una posición
significa y el hecho de que, aunque las reglas de higiene para suprema en la moral. Así Carlyle condeno" el militarismo co-
comer nacen del servicio que el alun'cnto presta al bienestar mo “un compendio universal de. palabrcria sentimental."
del organismo, sin ser fines abstractos por propia cuenta, Verdad es que hay una estrecha relación entre la norma del
dichas reglas. una vez se entienden en su relación con el fin bienestar extensivo y la actitud de simpatía; pero la conside-
que persiguen, nos un'piden usar el alimento como un mero ración dt: las consecuencias no anu'na a ceder a todo senti»
medio para obtener un place‘r temporal. Podemos atenemos miento de piedad y simpatía que se experimente. Por lo con-
a la regla en caso de duda. trario, nos dice que debemos abstenernos de obrar de acuer-
Hay además una dificultad in‘tnn'scca en el concepto de do con ellos, hasta que hayamos considerado cual" será el
que la justicia puede ser separada del efecto de las acciones efecto sobre la felicidad humana si les damos libre curso.
y actitudes sobre el bienestar humano. La separación hace La emoción de simpatla es moralmente inestimable, pero
arbitrario el significado práctico de la norma o lo expone a funciona aproptadam'entc mando se." usa como un principio
diferentes interpretaciones. A veces se interpreta como si de reflexión y conocmt"ento más bien que de acción directa.
significara estricta retribución, ojo por ojo, diente por dien« La suu'patia inteligente amplia y pt‘ol'undiz'a la preocupación
te. Herbert Spencer da a ese prm‘cipio otro significado, el por las consecuencias. Ponemos en el lugar de otro y verlas
cual emplea para justificar una politica absoluta de Iaissez cosa's desde el punto de vista de sus objetivos y valores. re
fatr'e en materias sociales. identifica el principio de justicia ducir la esttm'ación de nuestras propias pretensiones hasta
con la relación de causa a efecto. en su significado biológico, el nivel que tienen a los ojos de un observador un‘parcial, es
esto es, con la selección natural y la eliminación del débil en la manera más segura de apreciar lo que la justicia demanda
la lucha por la existencta'. Afirma que es "justo" que los m" en casos concretos, El verdadero defecto del sentimentalis-
fen‘ores sufran las consecuenctas' de su n'ifen'on'dad y que mo es que no considera las consecuencias de actuar para el
los supen'ores cosechen los frutos de su superioridad, que in. bienestar objetivo; hace que la in'mediata entrega a una emo-
miscuirSe en el funcionamiento de la selección natural es, ción dominante sea más importante que los resultados.
por tanto, violar la ley de la justicia. En otras palabras, Además, el objeto de adoptar el btc'nestar social' como
Spencer usa el principio abstracto de justicia para legitimar' norma es basernos intelectuales sensibles y conscientes del
una politica de extremo individualismo al dejar que el mo. efecto de las leyes, instituciones sociales y educación sobre
vimiento natural del tn'terés propio, en una sociedad compe- la felicidad y desenvolvimiento humanos. El militarismo his
tidora, siga su curso. Podrían citarse ejemplos de otras in- tórico, aun con la desventaja de su psicología hedonista, lum'
terpretaciones, pero los dos casos señalados podna'n bastar una gran labor en la Gran Bretaña al elum"nar las desigualda-
132 TEORÍA DE LA va MORAL LA NORMA DL" APROBACIÓN Y LA VIRTUD 133

des existentes en la ley y la adnn'nistrnción y al hacer cons- compensar la falta de condiciones sociales justas. La con-
ciente a la masa de los hombres de la conexión que existe cepción clásica de la justicia deriva del derecho romano y
entre la opresión y corrupción politicas, por una parte, y el participa de su carácter legalista formal. Es “dar a cada uno
sufrimiento de las masas, por la otra. lo suyo." De acuerdo con la concepción juridica de lo que
Desde el punto de vista moral, el significado que debe pertenece a un hombre, la idca> se limita a cuestiones más
darse a la idea de la reforma y el reformador nos da un mo- bien externas, como propiedad matenal, honor y fama, esti-
do de poner a prueba la bondad de la norma de aprobación. mación por su buen carácter, etc., pero en un sentido más
En un sentido, reforma es casi sinónima de intromisión ofi- amplio, la fórmula suscita una serie de interrogaciones en
ciosa, de la suposición de que los posibles reformadorcs saben vez de dar una solución: ¿ Qué es lo que pertenece a un hom-
mejor que los demás lo que es bueno para ellos y pueden bre como tal? ¿Cómo debe medirse lo que moralmente se le
proceder a conferirlcs algún gran beneficio. Pero el verda- debe? ¿Puede fijarse por medio de consideraciones conven-
dero significado de "el mayor bien para el mayor número" es cionales? o ¿Es lo que se debe a una persona nada menos
que las condiciones sociales deben ser tales que permitan a que la oportunidad de convertirse en todo aquello que es ca-
todos los m'dividuos ejercer su propia iniciativa en un medio paz de llegar a ser? Supongamos que se sorprende a un hom-
socia] que desarrolle sus capacidades personales y recompen- bre cometiendo una violación del código social. ¿Es lo que
se sus esfuerzos; esto es, que se preocupe por crear condicio- en justicia se le debe un castigo compensatorio tan exacta-
mente proporcionado a su falta como sea posible, segun' el
nes objetivas políticas, económicas y sociales que permitan
prm‘cipio de ojo por ojo, diente por diente; o el tratamiento
al mayor num’ero posible disfrutar, gracias- a sus propios es-
que tienda a provocar sus propios esfuerzos hacia el mejo-
fuerzos, de una participación cabal y generosa de los valores
ramiento moral? ¿Debe medir'se la “justicia” tomando como
de la vida. Por supuesto, la ayuda directa a los demás es no
base el estado social existente, o las posibilidades de evolu.
cesaria en casos de enfermedad, in'capacidad fisica, penuria'
ción? Tales preguntas sugieren que el utih"tarismo social,
económica, etc.; pero la principal aplicación de la norma es
una vez liberado de su desventaja hedom‘sta, hace que la
la preocupación por la influencia dc las condiciones sociales justicia sea una preocupación por las condiciones objetivas
objetivas. Así, la norma salva los intentos de cambio social,
del desarrollo y realización personal que no puede distin-
de la odiosidad de la petulancia y la m‘tromisión personal;
guirse de la beneficencia en su sentido fundamental y
logra fm'es benéficos por medio de la justicia impersonal.
objetivo.
La oposición que frecuentemente se establece entre bene-
ficencia y justicia descansa en un estrecho concepto de la
ul’tima, así como en un concepto sentimental de la primera. 5 6. ALABANZA Y REPROCHB como Fms MORALES
Si por beneficencta’ se entienden los actos que exceden de las
necesidades de la obligación legal, y por justicia el estricto Vlm'os de paso anteriormente (pág. 47) que el concepto
apego a la letra de la ley moral, hay sin duda un abismo en- de Virt‘ud está íntimamente conectado con la acción de la
tre ellas. Pero en realidad el alcance de la justicia es lo bas- aprobación. No es demasiado decir que en las morales pnl
tante amplio para abarcar todas las condiciones que contri- rnitivas los rasgos de carácter no son aprobados porque sean
buyen al bienestar social, mientras, que una gran parte de lo vtr'tuosos, sm'o que son Virt'uosos porque son aprobados, en
que pasa por caridad y füantropia es un mero artificio para tanto que cualquier cosa que es generalmente censurada
¡34 monta DE LA VIDA MORAL LA NORMA DF; APROBACIÓN Y LA VIRTXÏD 135

es ¡pm [acto considerada como viciosa. La moralidad refle- efecto, por lo tanto, es distraer la atención de las razones
xiva invierte esta actitud. Se preocupa por descubrir que y causas que hacen la conducta digna de alabanza y merece
rasgos de carácter deberian ser aprobados; identifica la vir. dora de reproche. La exposición habitual a la alabanza y el
tud, no con aquello que es de facto aprobado, sino con lo que reproche hace pensar al individuo en cómo puede exculparse
es aprobablc, con lo que deberia ser aprobado. Pero, como de una acusación y hacerse acreedor a obtener la aprobación.
con frecuencia hemos tenido ocasión de observar, hay una La moralidad que exagcra la inculpación crea una actitud
gran infiltración de moralidad habitual en la moralidad que defensiva y de disculpa; la persona sujeta a ella inventa cx-
teóricamente es reflexiva. La “moralidad convencional" es cusas en vez de pensar en los objetos que son dignos de
precisamente una moralidad de alabanza y reproche, basada perseguirse. Más aun’, distrae la atención del pensamiento
en el código de valonz'aciones que llega a prevalecer cn una cn las condiciones y causas objetivas, porque tiende a hacer
época determinada y en un grupo social en particular. Cual- que uno quiera desqm‘tarse de haber sido culpado, pasando
quier cosa que se ajuste, aunque sea exteriormente, a las la culpa a otros. Uno se alivia de un cargo transfm"éndolo
prácticas corrientes, especmlmcn'te a aquellas que son de a alguien más. En las naturalmtas más enérgica‘s se produce
índole institucional, recibe alabanza o al menos pasa sin el resentum"ento, que puede llegar al extremo de que la per-
censura; todo aquello que se desvía nos expone a la censura. sona culpada sienta que está realiLa"ndo una hazaña al desa-
El efecto práctico es una moralidad negativa, la vu't'ud se fiar toda autoridad. En otras produce un sentimiento que,
identifica con la “respetabilidad” y respetabilidad significa dicho en palabras, equivale a: "¿Que objeto tiene? No
una conducta tal que esté exenta de reproche y censura ma- un'porta lo que haga, ya que de todas maneras se mc culpara’."
nifiesta, más bien que lo que es intrínsecamente digno de La moralidad reflexiva, en vez de dejar la alabanza y el
respeto. El ideal moral de multitud de personas viene a ser reproche donde estaban, como no sea por sujetarlos a una
aquella clase de comportamiento que pase sin despertar base racional. tiende a desviar la atención hacia el escu-
un comentario adverso, tal como un niño muy a menudo dnnam"iento de la conducta de una manera objetiva, es de-
identifica lo "recto" con lo que pasa sin acarrearle una cir. con referencia a sus causas y resultados. Lo deseable es
repnm'enda. que una persona vea por sí misma lo que esta" haciendo y
En consecuencia, este es el lugar conveniente para con- por qué lo hace, que sea sensible a los resultados males
siderar el punto que pasamos de largo al principio, o sea el y previstos y que sea capaz de analizar las fuerzas que la
debido sitio y función que en la moral tienen la alabanza y hacen actuar como actúa. En consecuencia, la aprobación
el reproche. y desaprobación mismas están sujetas a ser jugadas por
A prun'era vista, podria parecer que la reflexión sobre el una norma, en vez de ser tomadas como definitivas. En
uso habitual de la aprobación y condonación dejaria aún general, el predominio de una moralidad basada en la ala-
a la alabanza y el reproche como factores primordiales, dán' banza y el reproche es muestra del grado en que las fuerLas
doles solamente una norma para obrar. Sin embargo, no de la costumbre y la convención influyen todavia en una
es ese el caso. La reflexión reacciona para modificar el ca- moralidad nominalmente reflexiva. La posesión de una nor-
rácter y uso de la alabanza y el reproche, los cuales tienden ma reflexiva frena y dirige el uso dela alabanLa' y el reproche,
a' fijar la atención de la persona encomiada o reprobada so como lo hace con el uso de otras tendencias humanas. Hace
bre la forma en que puedo obtener lo uno y evitar lo otro. Su comprender a los hombres que la recompensa y e! castigo.
4..
136 TEORÍA DB LA VIDA MORAL LA NORMA DE APROBACIÓN Y LA VIRTUD 137

el cncomio y la condonación son buenos o malos dc acuerdo tros mismos, estamos revelando nuestros propios gustos y
con sus consecuencias y que pueden emplearse tanto inmo— deseos. La aprobación y desaprobacio'n, la actitud de atri-
ral como benéficamente. buir vicio o virtud, se convierte a su vez en un vicio o virtud,
Ya hemos tomado nota del origen reflejo de los rasgos de acuerdo con la forma en que se administra.
vistos como virtuosos y viciosos. Derivan originalmente de
los conceptos del mérito y el dcmérito, del de los mereci-
5 7. EL CONCEPTO DE VIRTUD EN LA MORALIDAD REFLEXIVA
"mientos, y la calidad meritoria o perjudicial se mide por las
reacciones de los demás. Son ellos los que, al aprobar y
En la moralidad habitual es posible hacer una lista o ca-
d‘esaprobar, otorgan honor, estimación y mérito, Por esta
tálogo de vicios y virtudes, ya que estas últimas reflejan una
razón, como también se ha observado, las virtudes y vicios
costumbre definidamente existente, y los primeros una des-
en la moral, mientras ésta sea dominada por la costumbre,
viación o violación de esa costumbre. Los actos aprobados
son estrictamente cor-relativos a las instituciones y hábitos
y desaprobados tienen, por lo tanto, la misma precisión y fi-
que gobiernen un determm'ado grupo social. Sus miembros
jeza que corresponde a las costumbres a que se refieren. En
son ensen'ados a encomiar y admirar todo aquello que se
la moralidad reflexiva, un catálogo de virtudes seria de una
ajuste a las formas establecidas de vida; de aquí la gran
índole mucho más provisional, ya que no se puede dar un sig-
divergencxa' de los métodos de valoración de la conducta en
nificado fijo a la castidad, bondad, honradez, patriotismo,
las diferentes civilizaciones. Su elemento comun’ es formal
modestia, tolerancia, denuedo, etc., porque cada una de ellas
más bien que material, es la adhesión a las costumbres que
expresa un interés en objetos e instituciones que son cam-
prevalecen. El nomas es en verdad el "rey de todo" y espe-
biantes. En forma, como intereses, pueden ser permanentes,
cialmente de los actos y rasgos de carácter considerados v1r'- porque no podría perdurar ninguna sociedad en la que no
tudes y vicios. hubiera, digamos, justicia, espiritu público, respeto por la
El intento de descubrir una norma a base de la cual deba vida y fidelidad a los demás. Pero no hay dos comunidades
otorgarse la aprobación y desaprobación, la estima y la des- que conciban los objetos a que esas cualidades se aplican de
estim‘a, produce, por lo tanto, nada menos que un efecto manera totalmente idéntica. Por lo tanto, sólo se pueden
revolucionado sobre el concepto entero de la v1r'tud y el defin'ir como cualidades caracteristicas del interés y no como
vicio, ya que contiene una crítica de los hábitos de valora- objetos permanentes y uniformes en los que éste se cifra.
ción reinantes. La idea mis'rna de una norma es intelectual, Esto es tan aplicable a la castidad y temperancia, por ejem-
lm'plica algo universalmente aplicable. No elimina" el elemento plo, como al respeto por la vida, que en algunas comunida-
de agrado y hostilidad hacia ciertas formas de conducta, des no ampara a las niñas recién nacidas m' a los ancianos
pero introduce la regulación de esas manifestaciones, por y que, en la historia de todos los pueblos, ha sido limitado
algo que está más allá de ellas. La moral habitual natural. por la guerra con otras comunidades hostiles.
mente castiga a quienes mfnn"gen su código y premia a los En consecuencia, discuur'emos la vu'tu'd mediante la enu-
que se sujetan al mismo. La norma reflexiva im'pone respon- meración de los rasgos que deben corresponder a una acti—
sabth'dad a los individuos por la forma en que expresan su tud, para que sea verdaderamente un interés; no enumerando
agrado o desagrado. Pone de relieve el hecho de que, al juz- las mr'tudes como si fueran entidades separadas. l) Un inte-
gar, al encomiar' y condenar, nos estamos juzgando a noso- rés debe ser íntegro y dectd'ido. La integridad es una vm'ud,
His-an
138 TEORÍA DB LA VIDA MORAL LA NORMA DE APROBACXÓN Y LA VIRTUD 139

-—_ . — w-q
la duplicidad un vicio. Sinceridad es otro nombre que se da y fortalecido por medio de la reflexión, es parcial y por lo
a la misma cualidad, porque significa que la devoción por un tanto dividido y, aunque inconscientemente, insincem. Una
objeto no está adulterada ni diluida. Esta cualidad tiene persona tiende fácilmente a mostrar interés por el bienestar
un alcance mucho más extenso de lo que a primera vista pu- de sus amigos y de los miembros de su familia, y a ser indi-
diera parecer. ferente hacia aquéllos con quienes no está ligada por lazos de
[a hipocresía consciente es rara; el interés dividido e gratitud o afecto. Es fácil tener una escala para determinar
inconsecuenlc es común, pero la devoción completa, sm" ne- el interés por nuestros compatriotas y otra totalmente dis-
servas ni excepciones, es muy difícil de lograr. Nos imagina- tinta para los de otra raza, color, religión o nacionalidad. La
mos obrar con decisión cuando nos arrojamos a una línea completa universalidad del m’tere’s es, por supuesto, impo-
de acción que es agradable, sin observar que, cuando surgen sible en el sentido de igualdad cuantitativa de su fuerza o in-
obstáculos, la abandonamos o actuamos de acuerdo con un tensidad; es decir, sería una mera ficción suponer que aL
m'terés incompatible con ella. La decisión es algo completa- guien pueda tener ramo interés en quienes están a distancia
mente distinto del inmediato entusiasmo y ardor. Tiene siem- y con quienes tiene poco contacto, como en aquéllos con
pre una calidad emocional, pero está muy lejos de ser idén- quienes están en constante comunicación. Pero la equidad o
tica a una sucesión de gustos emocionales, aun m'tensos, por imparcialidad del interes‘ es cuestión de calidad, no de can-
una serie de cosas a cada una de las cuales nos arrojamos im- tidad, asi como la desigualdad es cuestión, no de dar más o
petuosamente ya que requiere consecuencias, continuidad y menos, sino de emplear medidas de juicio desiguales. La
comunidad de propósitos y esfuerzo. Y esta condición no equidad exige que cuando alguien tiene que obrar en relacion
puede cumplirse, salvo cuando los diversos objetos y fm'es con otros, ya sean amigos o extraños, conciudadanos o ex.
que se suceden uno al otro han sido puestos en orden y uni- tranjeros, debe tener una medida equitativa y pareja del va.
dad por la reflexión sobre la naturaleza y efectos de cada lor que reconozca a los m'tereses de los demás. En un senti-
uno. No podemos ser verdaderamente decididos a menos do inmediato o emocional, no es posible amar a nuestros
que tengamos una unidad de propósito. enemigos como a nuestros amigos, pero la máxima de amar
De aquí que 2) el interés que constituye una disposición a nuestros enemigos como a nosotros mismos signif’ica que en
virtuosa debe ser contm'uo y persistente. Una golondrina no nuestra conducta debemos tomar en cuenta sus m’tereses
hace verano ni un recto m'terés pasajero, por intenso que sea, en el mismo grado de estimación que los nuestros. Es un
constituye una Virt'ud. La “virtud” por conveniencia es vicio pnn‘cipio para regular el Jux"cio de los efectos de nuestros
porque indica falta de estabilidad, se requiere que el carácter actos sobre la felicidad de los demás.
se sostenga cuando las condiciones son adversas, como lo son La uml'ateralidad de propósito seria mezquina si no es-
cuando hay peligro de incum'r en la mala voluntad de los tuviera ligada a la amplitud e im'parcialidad del interés. El
demás o cuando se necesita más energía que la ordinaria pa.- concepto de que la virtud reside en un fundamental y abso-
ra vencer los obstáculos. La vitaltd'ad del m'terés por lo que luto in'terés por los objetos aprobados nos salva de algo más
es reflexivamente aprobado se prueba en la persistencia cuan- que de la mera identifi"cación de las virtudes con cualquier
do las" condiciones son desfavorables. cosa que sea convencional y circunstancialmcme estim'ada en
ww.-

Un interés completo debe ser 3) imparcial así como per- una comunidad o círculo social en particular; ya que nos pro-
durable. El in'terés, aparte del caso de un carácter formado tege contra una fictic1a' separación entre una cualidad vir-
1.593
X40 141

“Mi
TEORÍA DI! LA VIDA MORAL LA NORMA m3 APROBACIÓN Y LA vutwn

tuosa y otm. La mera idea de un catálogo de diferentes incluir en e’l todas las cosas desagradables que necesitan so-
virtudes nos impone la noción de que estas pueden ser man portarse, pero de las que gustosamente huiríamos. Tan pron-
tenidas aparte. cncasilladas en compartimentos lm'penetra- to como reconocemos que no puede haber continuidad en
bles. Dc hecho, los rasgos virtuosos se infiltran unos en mantener y ejecutar un propósito que no encuentre alguna
otros, esta unificación está contenida en la idea misma de la vez dificultades y obstáculos desagradables, reconocemos
integridad de carácter. En una ocasión, la persistencia y también que el valor no es una cosa independiente. Su alcan-
fortaleza frente a los obstáculos es el rasgo más prominen- ce es tan amplio como la plenitud del interés positivo que
te, la actitud es entonces la virtud llamada valor. En otra, nos hace procurar, pese a las dificultades, la rcalu'a-ción del
el rasgo de impamit'ilidad y equidad es el supremo y lo objeto al que el interés se aplica. De otra manera se reduce
llamamos justicki. En otros casos, la necesidad de supeditar a una mera resistencia estoica y negativa, a una virtud pasiva
la inmediata satisfacción de un intenso deseo o apetito a más bien que activa.
un bien colectivo es el rasgo dominante, la disposición Finalmente, la conciencia se considera a veces como si
se denomina entonces temperancia. autocontrol. Cuando fuera una mera ansiedad morbosa por el estado de nuestra
cl factor principal es la ncmsidad de una atención concienzu- propia‘ virtud. Puede llegar a ser una especie de egoísmo su-
da, consecutiva y persistente, para que esas otras cualidades bhm'ado, ya que la persona concentra sus pensamientos en
puedan funcionar, el in'tere's recibe el nombre de sabiduría si misma y no es menos egoísta porque se preocupe por la
moral, de visión y conciencia. En cada caso, la dtf'erencia está "bondad" personal en vez de por el placer o ganancia perso-
solamente en el relieve que adquiere. nales. En otros casos, se convierte en una especie de ansiosa
Este hecho tiene tanta sigmf'icación práctica como teónï escrupulosidad, tan temerosa de obrar mal, que se abstiene
ca. La suposición de que las virtudes están separadas una de cuanto es posible de la acción positiva externa. La preocupa-
otra conduce, cuando se obra de acuerdo con ella, a esa estre- ción por el bien se reduce a una solicitud paraliz'ante por pre-
chez y dif'icultad de acción que m'duoe a muchas personas a servarse de caer en error. La energia que deberia entrar en
concebir toda moralidad como negativa y restrictiva. Por acción se absorbe en escudrm"ar los motivos. La conciencia,
ejemplo, cuando dela temperancia o autocontrol se hace una la meticulosidad moral nos hace cobardes en cuanto queda
cosa m‘dependiente se la conviene en una mera m'hibición, aislada del valor.
en una agria restricción; pero vista como una fase de un todo Otra mala consecuencia de tratar las virtudes“ como si
m'tercomunlcado es la positiva armonia caracteristica del estuvieran separadas unas de otras y fueran susceptibles de
interés integrado. ¿Se piensa en la justicia como si fuera una enumerarse una por una es el intento de cultivar cada una
vtrt'ud aislada? Toma entonces una forma mecánica y cuan- de ellas por si sola, en vez de desarrollar un carácter entero y
titativa, semejante a la exacta distribución de alabanza y positivo. Hay, sm' embargo, en las enseñanzas tradicionales
reproche, recompensa y castigo. o se la considera como vm'di- muchos recordatorios de la integridad de la virtud. Uno de
cación de una ley abstracta e impersonal, actitud que siem- ellos es que “amor es el cumplimiento de la ley", ya que en
pre tiende a hacer vengativos a los hombres y los conduce a su sentido ético, amor significa plenitud de devoción a los
justificar su crueldad como virtud. A la idea del valor toda- objetos que se estiman como buenos. Tal interés, o amor,
Via' le queda algo de su noción on'gm'al de fortaleza para haCer tiene la marca de la temperancia. porque un interés extensiv
frente al enemigo. Los griegos ampliaron el concepto hasta vo demanda una armonía que sólo puede lograrse por medio
142 TEORIA m: LA vm MORAL LA NORhiA DF. APROBACIÓN Y LA VIRTUD 143

de la subordinación de los impulsos y pasiones particulares. basan en la clase, raza y color con que cada uno se identifica
Implica valor, porque un interés activo y genuino nos da áni- a si mismo. Las convicciones que prevalecen en la morali-
mo para hacer frente y vcncur los obstáculos que sc inter- dad personal son negadas en gran escala en la conducta co-
ponen cn el camino de su realüación. Incluye sabiduría o lectiva y, por esta razón, se debilitan hasta en su aplicación
discernimiento porque la simpatía, la preocupación por el bien‘ estrictamente personal. No pueden hacerse efectivas en La
estar dc todos, los afectados por la conducta, cs la más segura práctica, excepto cuando se extienden hasta m'cluir la ro
garantía del ejercicio de la consideración, en el examen de forma del medio social, económico, político, internacional.
una propuesta linea de conducta cn todos sus efectos. Y ese
completo interés es la única forma cn que puede asegurarse BIBLIOGRAFIA
la justicia, pues incluye como parte de si mismo la preocu-
pación imparcial por todas las condiciones: que afectan al Lo que se ha escrito sobre el militarismo es volumui'oso. (,o‘n res
pecto a m historia. véase "13me of Utilitan‘am‘sm dc Albec. i902;
bienestar comun‘, ya sean actos especificos, leyes, disposicio-
The Englah Uli'litarians de Stephen, tres vols., 1900; La Formatw‘n du
nes económicas, instituciones políticas o cualquiera otra Radw'alisme Philosophiquc (le Haléw, Vols. l y ll.
cosa. Se encontrarán criticas al mismo en las referencias al hedonismo
al final del mpitulo ll de esta obra. También se encuentra) expo-
Tanto en el caso del Bien como en el del Deber, tomamos siciones“ y críticas en ¡1leon o! European Marais de becky, 3a. ed,
en cuenta el efecto mora] de los diferentes medios sociales. i9i6: Science ol Ethics de Stephen, 1882, caps. IV y V; Ethik dc
El principio se aplica igualmente (y tal vez más obviamente) Hoffdsn'g, 1888, cap. VII; Examinatíon of the Un'lítzma‘n Marais
de Grow: Principles of Marais de Wilson y Fowier. Vol. I, págs. 9a»
al uso que sc hace de la aprobación al establecer las normas
112 y Vol. ll, págs. 262273; Prolegomena to Ethics de Green, 1890.
que sirven para probar la conducta y para valorar los vicios paga. 240255. 399-4l5; The Ethics of T. II. Green. Herbert Spencer and
y virtudes. Como hemos tenido ocasión de observar, cada Í. Marlineau de Sidgwick, ¡902. Su Method; of Ethics, 1901, que es
comunidad tiende a aprobar aquello que va de acuerdo con casi por entero un examen y exposición critica del utilitarismo;
Ethics de Sharp, ¡928, cap. XV”, Mora] Values de Everett, ¡918,
lo que estima en la práctica. Las aprobacioncs teóricas que capitulo V.
son contrarias a fuertes tendencias sociales tienden a hacer- Sobre e! principio de virtud en general, véase República de Platón,
se puramente nominales. En teoria y en instrucción verbal, 427433; Etica de Aristóteles, Libros II y 1V; Teoría de Ettc'a de Kant,
trad. al m‘gl. por Abbott, págs. 164482, 305, 3i6322; Protegomems de
nuestra sociedad presmte es heredera de una gran tradición Green, pag’s. 256314 (y sobre la conciencia, págs. 38337); System of
idealista. A través de la religión y de otras fuentes, se ense- Ethu": de Paulsen. ¡899, págs. 475-482; Moral Order and Progress de
ñan y en teoría se aceptan clamor al prójun'o, la equidad me» Alexander, págs. 242-253: Science of Ethics de Stephen, 1882, cap, V:
Principles ol Ethtc's de Spencer, Vol. Il, págs. 3-34 y 263476: Methods
ta y la. bondad de acción y juicio. Sin embargo, la estructura ol Ethics de Sidgwíck, 1901, págs. 2—S y 9-10; Aquina: Ethicus do
de la sociedad pone de rche‘vc otras cualidades. Los “no- Rickaby. Vol. I, págs. 155495; Moral Philosophy de Fite, 1925, cap.
gocios" absorben una gran parte de la vida de la mayoría de lll. que contiene una discusión de las variacm‘nes en las normas
populares
las personas y se conducen a base de despiadada competen- Sobre la natural capacidad y virtud. ver Treatise, Parte ll, Libro
cia por la ganancia personal. La vida nacional está orgamza'- BIII e Inquíry, Apéndice XV, ambos dc Hume; Intellectual Virtues de
da a base de exclusividad y tiende a engendrar la desconfian- onar.
Acerca de discusiones de virtudes especiales, véase Etica de Arw'
za, el temor y con frecuencia el odio de otros pueblos. El ión-les. Libro Ill y Libro VII, caps. l-X: sobre la justicia. Etica
mundo está dividido en clases y razas y, a pesar de la acep- de Ans‘zóteles, Libro V: Moral Philosophy, págs. 102-108 y Aquinas
tación de una teoría contraria, las normas de valoración se Ethicus (el Indica), amm de Rickaby; System of Ethics de Paulscn,
¡44 Iman un LA mu MURAL

¡[99. págs. 5994537, Uu'lítanam‘sm de Mill, Lap. V; Methods of Ethics


de Stdgw‘ick, 1901, le'm lll, cap. V y el índice: véase umbn‘n sus Capítulo V
crítw'as a Spy-nur cn Lecturas un the P."Un'v.s of Green, Spmcer and
Martintuu. 1002, págs, 272 302; Principles uf ¡{Hui-s de Spencer, Vol.
Il; .Sr-‘J'cm'e a] Ethics dc Stephen, 1882. cap. V.
Para ka benevolencia, Wim ¡fura dc Aristóteles, Librm VILIX
(sobre la wm'sxad); Mural Pm'lmophy, pág‘. 237-244 y Aquinas chz'cus.
(véase mridud y limosna en cl índice), ambos dc Sldgwuk: System
Juicio y conocimiento
de Paulscn, 1899. caps. VIH y X dc la puta Ill; Methods of Ethics de
Spencer. Vol. H y también las referencias a simpafla y nhmísmn al morales
final dcl' cap. XV.
Sobn: la jusm‘ia, véase Principles o! Elhícs de Spencer. Puno. IV:
í
The Elements of SoaaI' Junm‘e de Hobhtmsr. 1922; "Algunas conm-
bucioncs a la psicobgín del concepto de jusuc'm’," de Tuh‘s, cn Philos’ Q
opkac'a] Review, Vol. XV. pág. 361; Tha Good‘ Man un ¡ha (Md de
Calkins, X918, cap. X‘
1.,

5 l. Jmcms mms mmmvos o oasmnouanos


i
DBCLR QUE u mmm/m reflexiva, puesto que es reflexiva.
un'plica pensamiento y conocimiento es una perogmllada que,
sin embargo, suscita un'portnmcs problemas de teoría. ¿Cuál
cs la naturaleza de] conocimiento cn su sentido moral?
¿Cuál es su función? ¿Cómo se origina y obra? Los escrito-
rts de mot-¿l han dado diferentes respuestas a estas pregun-
tas. Por ejemplo, aquéllos que han considerado la aprobación
y desapmbación como cl factor ético fundamental han pues-
to dc rch'eve su carácter espontáneo c "insun’tivo," esto es,
su naturaleza no reflexiva, y han asignado una posición su-
bordinada al factor m’telcctual en la moral. Quienes. como
Kant. han hecho suprema la autoridad del deber. han sepa-
rado la Razón Moral del pensamiento y razonamiento en la
forma en que se muestran en la vida ordinaria y en la cte’n-
cia. Han erigido una facultad única, cuya sola función es
hacernos advemr‘ el deber y su imperativameme legítima
autoridad sobre la. conducta. En cambio, los moralistas que
han inns'u'do en la identidad del Bien con los fines del de.
seo han hecho del conocimiento, en el sentido de visión
145
146 TEORÍA mz LA va MORAL JUIClO Y C0\i'OCIM!l".NTO MORALES 147

m’ttn'ia de los fines. que producen satisfacción perdurable, el Sería difícil encontrar una pregunta más importante pa-,
factor supremo en la conducta; dicen, como Platón que la ra el verdadero comportamiento que esta: ¿Está la región
ignorancia es la raiz de todos los males. Y, sin embargo, de moral' aislada del resto de la actividad human'a? ¿Tiene sola-
acuerdo con Platón, este firme conocimiento del Fin y el Bien mente valor moral una clase especial de objetivos y rela-
implica una clase (lc racionalidad que cs radicalmente di— ciones humanas? Esta conclusión es resultado necesario de
Íercntc de la requerida en las cuestiones ordinarias dc la la idea de que nuestra conciencia y conocimiento moral es
vida. Sólo pueden alcama'rlo directamente los pocos hom- un'ico en su clase. Pero si la conciencia moral no es algo
bres que están dotados de aquellas cualidades peculiares que aparte, no puede trazarse una línea firme y precisa que divi-
les permiten elevarse a la comprension metafísica dc la da un reino moral de otro no moral dentro de ella misma.
constitución fundamental del universo; los demás tienen que Ahora bien, todo nuestro análisis anterior está ligado al
aceptarlo como cuestión de fc, o como incorporado, dc ma- último concepto, ya que ha encontrado bien y excelencia
nera indirecta, en las leyes e instituciones. Sin entrar cn morales en objetos y actividades que nacen de los deseos
todos los recónditos problemas asociados con el conflicto, naturales y relaciones sociales normales, en la familia, ves
de puntos de vista, podemos decir que surgen dos preguntas cindnrio y comunidad. Por lo tanto. procederemos ahora a
un'portantcs... Primera, ¿son el pensamiento y el conoctm'iem hacer explicito el efecto de esta idea sobre la naturaleza del
to meros sirvientes y acompañantes de la emoción, o ejercen conocimiento moral, comparando nuestras conclusiones con
una positiva influencia transformadora? Segunda, ¿son el aquellas a que han llegado algunas otras teorias tipicas.
pensamiento y juicio empleados en relación con cuestiones Los juicios morales, además de cualquiera otra cosa que
morales los mismos que se usan en las cuestiones prácticas sean, son una especie de juicios dc valor. Distinguen los
ordinarias, o son algo aparte, con una significación exclusiva- actos y rasgos de carácter según su valor, positivo o negati-
mente moral? Expresando la pregunta en la forma que tuvo vo. Los juicios de valor no están limitados a cuestiones de
en la discusión, durante el siglo xrx: ¿Es la conciencia una significación explícitamente moral. Nuestra evaluación de los
facultad de intuición independiente de la experiencia hu- poemas, cuadros, paisajes, desde el punto de vista de su ca-
mana. o es un producto y expresión de esta experiencia? lidad estética, son juicios de valor. Los hombres de nego
Aunque las preguntas se expresan cn forma teórica, tio cios se clasifican en relación con su situación económica, su
nen una importante significación práctica. Están conecta- capacidad de crédito, etc. No nos comentamos con una ex-
das, por ejemplo, con la cuestión estudiada en el capitulo presion puramente externa acerca del estado del tiempo, tal
anterior: ¿Son la alabanza y el reproche, la estimación y como lo miden científicamente el termómetro y el barómetro;
condonación, no solamente tendencias originales y espontá- lo llamamos bueno o malo, que son epítetos de valor. Las
nea's, sm’o también definitivas, incapaces de ser modificadas piezas de mobiliario se juzgan útiles, cómodas, o lo contra-
por la obra crítica y constructiva del pensamiento? Repetiï rio. Científicamente, la condición fisica y mental puede ser
nios que si la conciencia es una facultad un'ica y separada, descrita en térmtn'os que se desentienden enteramente de la
es in'capaz de educación y modificación; sólo puede apelarse diferencia entre salud y enfermedad, esto es, en términos de
directamente a ella. Prácticamente, lo más importante de ciertos procesos fisicos y químicos. Cuando etnittm'os el jui-
todo es que algunas teorias, como la de Kant, establecen cio cle "buena" o "mala," apreciamos en términos de valor.
unn‘ marcada separación entre la conducta que es moral y la Cuando juzgamos las expresiones de otros, ya sean dichas en
conducta cotidiana que es moralmente indiferente y neutral. conversación casual o en discurso cientifico. y las declara'
148 ïmktn DE LA VIDA MORAL JUICIO Y CONOCIMIENTO MORALES 149

mos "ciertas" o "falsas," estamos emitiendo juicios de valor. nos impone la experiencia de que no es "bueno" para noso-
Ciertamente, la mayor dificultad para dar ejemplos de jui- tros, de que no es saludable. Un niño puede gustar del dulce
cios de valor es q‘ue estamos constantemente dedicados a y apreciarlo desordenadamente, pero un adulto le dice que
emitirlos. En sentido popular, todo juicio es estimación, no es bueno para él, que lo hara‘ enfermar. "Bueno" significa
apreciación, asignación de valor a algo, es una diferencia- para el niño aquello que le sabe bien, aquello que satisface
ción en cuanto a ventaja, utilidad, idoneidad para un propo’ un apetito inmediato. "Bueno," desde el punto de vista de
sito, capacidad de disfrutarse y así sucesivamente. la persona más experimentada, es aquello que sirve para
Hay una diferencia que debe observarse entre valuación ciertos fines, que guarda ciertas conexiones con las conse-
como juicio (la cual implica pensar para situar la cosa juz- cuencias. Juicio del valor es el nombre que se da al acto de
gada en sus relaciones y efectos) y valuación como un acto buscar esas conexiones y tomarlas en consideración.
directo, emocional y práctico. Hay diferencia entre estima y Hay una evidente unidad entre este punto y lo que se
estimación. entre aprecio y apreciación. Tener en estima díjo en el capitulo anterior acerca de la aprobación y repro-
es aprccra'r, querer, admirar, aprobar; estimar es medir de bacio’n, alabanza y reproche. Una persona normal no podrá
manera intelectual. Lo uno cs directo, espontáneo, lo otro ser testigo de un acto de injusta crueldad sm' que inmediata-
es reflejo, reflexivo. Tenemos en estim'a antes de estimar, y mente le produzca una reacción de desagrado, sufrimiento e
la estim'ación interviene para determinar si algo es digno de indignación. Un niño reaccionará de esta manera cuando
tenerse en estima y hasta que grado lo es. ¿Es el objeto de tal una persona a quien quiere sufre por la acción de otra. Un
índole que deberíamos admirarlo? ¿Deberíamos realmente adulto, sm‘ embargo, puede reconocer que quien está inflm‘—
apreciarlo? ¿Tiene las cualidades que justifiquen que lo giendo el sufrimiento es un médico que hace lo que está
consideramos deseable? Todo avance en madurez de juicio haciendo en interés de un paciente. El mn"o toma el acto por
va acompañado de este cambio de una actitud espontánea a lo que está m’medm‘tamente a su Vis‘ta y lo encuentra malo,-
una reflexiva y crítica. Al principio, nuestros afectos van el adulto lo m‘terpreta como un elemento de un conjunto
hacia algo con atracción o repulsión, nos agrada o desagrada. mayor y lo considera bueno a ese respecto. En este cambio se
Luego, la experiencia plantea la cuestión de si el objeto de ejemplifican de manera rudimentaria los procesos a través de
que se trata es lo que nuestra estima o desestima lo ha con- los cuales se desarrolla. de los actos espontáneos de agrado y
siderado, de si es tal' que justifique nuestra reacción hacia él. desagrado, la idea de una norma por la que debe regularse
La diferencia obvia entre las dos actitudes es que la ad- la aprobación y desaprobación. El cambio explica el hecho
miración y aprecio dtr'ectos se absorben en el objeto, ya sea de que los juicios de valor no sean meros registros (véase
una persona, acto, panorama natural, obra de arte o cual— pág. 134) de actitudes anteriores de agrado y desagrado, de
quiera otra cosa, con misión de su lugar y afectos, de sus gusto y aversión, sm'o que tengan un efecto reconstructivo
conexiones con otras cosas. El que un amante no vea al set y transformador sobre ellas, al determinar los objetos que
amado como lo ven los demás es un hecho notorio, y el prin- son dignos de estim‘a y aprobación.
cipio es de aplicación universal, pues pensar es ver una cosa
en sus relaciones con otras, y es frecuente que tal juicio S 2. EL SENTIDO INMEDIATO DBL VALOR Y SUS LIMITACIONES
modifique radicalmente la actitud original de estima y agra-
do. Un ejemplo común es la diferencia entre el natural La diferencia entre valuar directamente, en el sentido de
agrado por un articulo alim'enticio y el reconocimiento que apreciar y ser absorbidos en un objeto o persona, y valua-

. -.a«nv-"W—v-w4v .. . te". ...4. aw-vamnlW'Wfl'w'vaA-l w». a v.” N"... a


¡50 "DMA m1 u va MORAL JUICIO Y (‘ONOC'IMlEN l’l) MORALES lSl

ción como juicio reflexivo, basado cn la consideración de: de índole intensamcnte emocional. Sc hacen esfuerzos por
todos los factores, ticnc una importante influencia en ln conv grubarlos, imprcgnnndo la reacción infantil con elementos
trovctsia acerca del carácter intuitivo de los juicios momleu de solumnidad y misterio, ahí como de la recompensa y cas-
Nuestras rcaa-ioncs inmediatas de aprobación y rcprobacio'n tigo ordinarios. las actiludcs subsisten aun cuando las CÍF
bicn' pueden llammsc intuitivas. No se ba'wn cn ninguna cunswncias que las originaron hayan sido olvidadas; se ha-
razón o motivo pensadas. Simplemente admiramos y rcpru cen hasta tal punto parte del ser que parecen inevitables e
bamos. somos atraídos y rcpelidOS. Esta actitud no sólo cs innntns.
original y primitiva, sino que subsiste en las disposiciones Este hecho, aunque explica el carácter intuitivo de las
adquiridas. la reacción de un experto en cualquier campo reacciones, indica también una limitación de las valuaciones
es, relativamente al menos, intuitiva más bien que reflexiva. directas. Estas son a menudo resultado de una educación
Un experto en bienes raices. por ejemplo, "mide" los valores mal dirigida. Si las condiciones de su origen fueron m'teltï
pccuniarios de terrenos y {mms con una rapidez y exactitud gentes, esto es, si los padru‘ y amigos que tomaron parte en
que sobrepasan con mucho la capacidad de un lego en la su creacion fueron moralmente .s'abios. es probable que sean
materia. Una persona científicamente cutrenada verá el sig inteligentes. Pero con frecuencia intervienen circunstancias
nlficado y posibilidades de alguna línea dc investigación don. arbitrarias y ajenas que dejan su huella tan firmemente
de la persona sin su experiencia podria necesitar años de como los factores. razonables. El hecho mismo de su pri-
estudio para llegar a obtener algun‘ resultado. Algunas per- mitivo origen y actual calidad mc’onsciente con frecuencia
sonas están felimxente dotadas para la aprecm‘cio‘n directa deforma y ¡mn las intuiciones resultantes, Es casi imposL
de las relaciones personales; son notables por su tacto, no ble que la reflexión posterior alcance a corregir aquello que
en el sentido de una amabilidad superficial, sino de verda- se ha converud’o inconscientemente en parte del ser. Sólo
dera Visión de las necesidades y afectos humanos. Los re- el convencional y el fanático tienen Siempre la m'medta'ta
sultados de la experiencia anterior. incluyendo la previa seguridad dc lo bueno y lo malo cn la conducta.
reflexión consciente, llegan a formar parte de los hábitos di- Hay un luru'tc permanente a la validez, aun de las me-
rectos y se expresan en apreciaciones directas del valor. jores de las valuaciunes intuitiva»: de que humos estado ha-
Nuestros juicios morales son intuitiva: en su mayor parte, blando. Podemos confiar en ellas lm‘m el grado cn que las
pero este hacha no es prueba de la existencia de una fatultad LODdlCÍOMS y objetos de estima scan suficientemente unl-
Separada de vision moral, sino rcsultudo' de que la expem'n- formcs y repetid'asi No funcionan con la misma seguridad
cia anterior se ha convertido en una perspectiva directa del cn) los cams cn que interviene lo nuevo y lo desconocido.
escenario de la vida. En efecto, como Aristóteles expresó “Nuevas ocasimes mseñun nuevos deberes," pero no pueden
hace tanto tiempo, los juicios inmediatos del bien y el mil enseñarles a quienes suponen que pueden confm‘r sm' mayor
de un hombre bueno merecen más confianza que mucha: de reflexión en la estimaciones del bien y cl mal que se hacen
las estimaciones minuciosamente razonadas del inexperto. pasar de la ocasión anterior a la nueva. El extremo intuicio-
El carácter inmediato dc los juicios morales cs reforzado nismo y el extremo conservadurismo wn frecuencia van
por las lecciones recibidas en la niñez y' juventud. Los niños juntos. La repugnancia por la consideración reflexiva de lo
están rodeados por adultos que constantemente exnitcn jul- que requieren las nuevas situaciones es a menudo señal de
cios de valor sobre la conducta. Y esos comentarios no temor dc que el resultado del examen sea un nuevo concepto
son Iriwnentc intelectuales; sc pronuncian en condiciones que entranc' la modificación de los hábitos establecidos y que
lSl montt mt LA VIDA MORAL JUICIO Y C0\a"OCIMIl‘:NTO MORALLS’ l53

obligue a apartarse de los mm’les fáciles dc comportamiento, investigacion reflexiva en sus ideas inmediatas de la cosa cn
prm‘so que es incomodo. particular que considera su deber, puede volverse socialmen-
Tomadas en si y de por sí, las intuicion-cs o sensaciones te peligroso. Si es una persona de voluntad firmo, tratará de
inmediatas de lo que es bueno o malo, son de importancia imponer ¡’nllcxiblcmento sus juicios y normas a los demás.
psicologia más bie‘n que moral. Son indicaciones de há- convencido de que lo apoya la autoridad del Derecho y la
bitos formados más que demostraciones adecuadas de lo voluntad de Dios.
que debe ser aprobado o desaprobado. Permiten a lo sumo,
si los hábitos ya existentes son de buena índole, una presun-
5 3. SENSIBILIDAD Y CONSlDER‘ACXÓN
ción dc mrrccu'ón y son guías. claves. Pero a) no hay cesa
más inmedia'ta y aparentemente segura de si misma que el
El elemento permanente de valor en la teoría intuitiva
prejuicio invetcrado. Los preceptos morales de una clase,
está en su acentuación implícita de la importancia de la sen-
amarilla o raza. cuando son puestos en contacto con los de sibilidad directa alas cualidades de situaciones y actos. Una
otras razas y pueblos, están usualmente tan seguros de la aguda vista y un fino oido no son en si garantia del correcto
'nxrtitud de sus juicios del bie'n y el mal que son mezqutn‘os
conocimiento de los objetos materiales; pero son condiciones
y originan m'comprcmsión y hostilidad. b) Un juicio que es
sin las que no puede obtenerse dicho conocimiento. Nada
adecuado en Circ'unstan'ciasvordinm‘as puede esmx muy des-
puede suplir la falta de sensibilidad mm'ediata; la persona
viado en condiciones distintas, No es necesario decir que las
insensible es ruda, m‘diferente. A menos que haya una apra.
falsa‘s ideas acerca de los valores materiales tienen que ser
ciación directa, generalmente irr‘eflexiva. de las personas y
enmendadtas, pero no es tan fácil comprender que las ideas
obras, faltarán o estarán deformados los datos para la ro-
del bien y el mal, que antes fueron cte’nas, tengan que ser
flexión subsecuente. Una persona debe sentir las cualidades
modificadas a medida que cambian las condiciones socml'es.
de los actos, como se sienten con las manos las cualidades de
Los hombres se apegan a sus juicios como se afcn'an a otras
aspereza y suavidad de los objetos, antes de que tenga mo-
posesiones que la costumbre les ha hecho estimar. En tie'm
tivo para deliberar o los materiales para hacerlo. La reflexión
pos como el presente, en que la industria, la politica y la
eficaz debe también cesar al llegar a una situación directa-
ciencia están en rápido proceso de transformación, es espe’
mente apreciada, para que el pensamiento se haga efectivo
cialmentc noccsana’ una revisión de los antiguos valores. c)
en acción. El pensamiento “a sangre fria" puede llegar a una
La tendencia de la teoria intuitiva pura conduce a un dog-
matis'mo ciego, al que Bentham llamó ¡"psc dixith’mo. Toda conclusión correcta, pero si la persona permanece apática o
munición. aun la mejor, está expuesta a perder su agudeza y indtl'erente a las consideraciones que le son presentadas de
mgi"nalidad a menos que sea revitalizada por la considera» una manera racional no será impulsada a actuar de acuerdo
ción de su sign'ificado, esto es, de las consecuencias que con ellas (véase pág. 57).
on'gmará' el hecho dc gmarse' por ella. No hay una necesaria Este hecho explica el elemento de verdad que hay en las
conexión entre lo recto y lo bueno en general y lo que es recto teorías que in'smen en que, en sus raíces y esencia, los juicios
y bueno en particuldr'. Un hombre puede tener una firme morales son más bien emocionales que intelectuales. Un jui-
mnvicción del deber sm‘ un claro conocun'iento de donde está cio moral, por intelectual que pueda ser, debe tener al menos
precisan'iente su deber. Cuando supone que por ser movido un tinte de sentimiento para que influya sobre la conducta. El
resentimiento, que va desde la feroz abominación hasta el dis
por la conciencia del deber en general puede confin'r sin

mammmvww- m< "W


- "’M-W‘
1.44. Ji-ICln ï (Q.\‘0(,‘L\.HL'N10 MOHALRS 155

w-“
¡main Dv. ut um moran.

. -«.
¡{USM y la ligera rcpugnanda. ¿s un i'ngrcdit‘ntc tin-amm para plieahlc si se sigue la tmría de que inferimos‘ la existencia
que cl uonum‘micnto del mal sea verdadero El afecto, desde el dc las irrsrmas por medio de un usu indiivcto ¿le la analogía,
ardiente amor hasta el tibio ug'rudo, es un ingrediente de todo Siempre que odiamus o amamos intensamente. mudamos a
conocimcnto efectivo. de toda cabal comprcnsio‘n del bien. asociar directammte nuestro scnnm'ienm con un ser qm: ama
Sin cmbnrgp, seria ir demasiado lejos si ¿Ski-amos que tai y es ama-do o que odia y es u‘dïadu Sin la imewenu‘ón cmo.
apreciación put'dc prescindir di' todo eirmculo coposcsritivo. rct'unul cn nuestro Componmmc'ntu. todos los seres humanos
Puede, no haber conocimiento de por qué un acto determi- sena'n para nusntrm únicamente autómatas animadas. En
nado produce simpatía o antipatia, puede no haberlo de las mn'stxmetwia, todas las acciones que despiertan viva estima-
bases cn que descansa su cxpllcaciu’n. En efecto. una intensa ción o ¿»sagrado se perciben como actos de personas; no
apreciación emocional parece ser por el mmm'nlo su propia hacemos en tales casos una distinción entre el autor y la
razón y justificación. Pero tiene que haber al menos una obra. Un acto noble significa una persona noble. un acio
idea del obleto que se adi'm'ra o despmua', tiene que haber perversa significa una permita perversa.
la percepción dc alguna causa a persona que sc estima o que A esta se debe que el acto razonable y el generoso estén
¿manda estimación. Dc otra manera. sólo tenemos una ira tan arca uno del otro. Una persona carente por completo
brutal. «mo la furia devastadora de um bestia, o una mera de reacciones de simpatía podrá tener una aguda mentalidad
satisfacción inmediata como la de un animal al devorar el calculadora, pt‘ro no tendrá el sentido espontáneo dc los
¿I'imemu derechos de ios demas a satisfacer sus deseos. Unai persona
las reacciones de nuestros sentidos de la vista, oído, oi- que sicme tscasa simpatía ncccSan'amenw tiene una visión
fato, gusto y tacto, nos proporciamn el material para cono- limitada dei escenario del bien humanot El u‘nico punsamien-L
cer las cualidades de las cosas materiales, como la madera, to verdaderamente general cs el pcnwmicmo generoso. E5 ia
las piedras, los frutos, etct Se alega a veces que también nos um'patia‘ la que ira-nsporta cl pensamiento más allá del ser
dan los materiales para conocer las personas: que, viendo y cam-de su alcance hasta acercm‘lo al límite de lo univer-
Y,
ciertas formas y colores, oyendo ciertos somd'os, etc, info sal. Bs la simpatía la que salva la consideración de las come"
rimas por. analogía que. un determinado cuerpov fisico está cm‘ncia‘s de degencmr en mero cálculo, haciendo vividos los
habitado por un ser sensible y emocional, tal como el que intereses de los demás e instándonos a darles cl mismo maior
asociamos a las formas y contactos que mpom-n nuestro que uignamos n los que atañen a nutstm propia‘ honra, pro-
A-. _-. _

propio cuerpo. La teoria es absurda. Las reaccion“ emocio. vecho y poder. Ponemos en el lugar de los demás, ver las
l.

nales constituyen los principales elementos de nuestro mm; cosas desde el punto de vista de sus obje'tivos y valores y
cum"ento dc nosotros mismos y de lo demás. Asi como las reducir por lo contrario nuestras pretensiones y demandas,
ideas de los objc‘tos fisicos están oomu’uudas' por matena'l
hasta que lleguen al nivel que tendrian a los ojos de un ob
sensorio, las de las personas están compuestas d: materiales
servadnr imparcial, es la forma mas” segura de lograr la
emocionales y afectivos. Estos últimos son lan directos, tan
obje‘tividad del conocimiento moral. La simpatía es cl humus
u'imedialos como los prim‘eros, y son más interesantes. tienen
fertilizante del juicio moral, no porque sus dictados adquie-
mavovr poder de retención wbre la atención. El animismo de
ran' prcu'd‘encia en la acción sobre los otros impulsos (msn
la vida primitiva, la tendencm’ u personih‘car eventos y cosas
que no hacen). sm'o porque proporciona el más eficaz punto
na'turales, que sobrevive en la poesia, y que es prurba dc la
de apoyo intelectual. Es el instrumento por excelencia para
naturaleza original de la percepción de las personas, es inex-

«Z»
156 TEORIA DE LA va MORAL JUICIO Y CONOCLMIENTO MORALES 157

resolver situaciones complejas. Luego, cuando pasa a la con- La valuación directa que acompaña a la inmediata reac-
ducta activa y manifiesta, lo hace fundida con otros impulsos ción sensible alos actos tiene su complemento y expansión en
y no aisladamentc, con lo cual queda protegida del sentimenv las valuaciones que son deliberadas, reilexivas. Como señaló
talismo. En esta fusión se produce una revisión amplia y Aristóteles, sólo el hombre bueno cs un buen juez de lo que
objetiva de todos los deseos y proyectos porque hay una pcr- es verdaderamente bueno; se requiere un carácter recto y bien
sonalidad expandida. Mediante la simpatía, el frio cálculo fundado para reaccionar inmediatamente con las aprobado.
del militarismo y la ley formal de Kant se transportan a las nes y condenaciones correctas. A esta declaración deben aña-
realidades vivas y actuantes. dirse dos salvedades; una de ellas es que aun el hombre bueno
Uno de los primeros descubrim‘entos de la moral fue la sólo puede confiar en sus reacciones directas para discernir
similitud entre el juicio del bien y el mal en la conducta, y los valores en las situaciones más simples, en aquellas con

V_ —_.
el reconocun'icn‘to de la belleza y fcaldad en la estética. Los las que está ya enteramente fanrn'liarizado. Cuanto mejor sea,
sentimientos de repulsión por el vicio y atracción por los más expuesto está a quedar perplejo ante lo que deba hacer en
actos virtuosos tienen sus raices en el sentimiento estético. situaciones nuevas y complicadas. En ese caso, su única sali-

._ _ .
Las emociones de admiración y disgusto son mn'atas; cuando da está en examm'ar, indagar, dar vueltas en su mente al
se reflejan en la conducta forman un elemento que da vali- asunto hasta que, quizá' tras prolongada fermentación mental,
dez a la teoria de la existencia de un sentido moral. Además, se presente algo a lo que pueda reaccionar directamente. La
el sentido de justicia tiene un poderoso aliado en el sentido otra salvedad es que no existe cosa tal como un hombre bue-

._ ._. _._'
de Sim'etría y proporción. El doble significado del te’rmxn’o no en sentido absoluto. La apreciación inmediata esta" ex-
"justo" no cs accidental. La sophrosyne griega (de la que puesta a pervem'rse por muchas consideraciones que sólo
nuestra temperancia, a través de la temperanna' latm'a, es una pueden descubrirse y ponerse a la vista por medio de la in'ves-
pálida representación). mezcla armoniosa de afectos en un tigación y la crítica. Para ser completamente bueno y además
bello conjunto, fue esencialmente una idea artística. Su resul- juez infalible del bien, un hombre tendría que haber vivido
tado inevitable fue el autocontrol pero éste, como causa de- desde su infancia en un medio social absolutamente bueno,
liberada, habria parecido tan aborrecible a los atenienses libre de toda m'fluencia restrictiva o corruptora. De hecho,
como lo sería el "control" en un edificio o estatua en que no los hábitos de querer o detestar se forman al principio de la
va—-— —

significan otra cosa que la idea de un todo un'pregnando vida, antes de tener la facultad de usar el discernimiento m
’ todas las partes y ponie‘ndolas en orden y unidad precisa. El teligeme. Desde entonces se engendran prejuicios y desvia-
reliev'e de los griegos sobre la Kalokagathos, la identificacion ciones; el hombre es desigual en su distribución de estima y
aristotélica de la virtud con el justo medio, es m’dicación de admiración, es m‘debidamente sensible a algunos valores y re.
una aguda estimación de la gracia, ritmo y armonía como lativarnente indiferente a otros. Se aferra a sus costumbres.
rasgos dominantes de la buena conducta. La mente moderna y sus apreciaciones inmediatas viajan por los carriles traza-
ha sido mucho menos sensible a los valores estéticos en dos por sus hábitos inconscientemente formados. De aqui
general y a estos valores de la conducta en particular. Mu‘ que las “intuiciones” espontáneas del mérito tengan que man-
cho se ha perdido en cuanto a sensibilidad directa de lo bello tenerse sujetas a corrección, a confirmación y revisión, por
y lo recto. La severidad y aspereza que a menudo se asocian medio de la observación personal de las consecuencias y de
al concepto dela moral es señal de esta pérdida. la m'vestigación de su calidad y alcance.
¡98 TEORÍA DF. ¡A VIDA MORAL
IUÏCXO Y CONOCIMHNTÜ MOR‘A'LFS " ¡‘59
ln reflexión podemos percatarnos (lel laigo akanm dc las
5, 4. mnctcxcm r nnimmmóu consecuencias de un acto; si nos apartamos de la reflexión
w'mínua, sólo podrcmns, cn cl mejor dc los cui-305, darnos
Usualmente se da a este proceso cl nombre de delibera- cuenta del valor de los fines especiales y limitados.
ción; cuando la facultad dc delibvración moral es habitual, Los máximos y, más remotos valores (lc un acto fu‘nnan
se llama conciencm. Esta cualidad está mnstiiuida por una lo que ordinariamente se llama un ideal. Tal vez no haya cosa
cmmpulusa aicnción a las potencialidades de cualquier acto más comunmente mal interpmtada que la naturaleza dc lus
u objeto propuesto y su posesión es característica de aquellos ideales. A veces se consideran como metas fijas, remotas,
que no sc dejan arrastrar indcbidamente por el apetito y demasiado lejanas para que puedan rcalimrsc jamás en la
pasión innw‘diaios ni caer en los surcos del comportamiento conducta y a veces como vagas i'nspiracioncs cmucx'onales
rutinario. El hombre "bueno" que descansa sobre sus m que toman el lugar del pensamiento en la dirección de la
mos, y simplemente se deja Llevar por la corriente de sus misma. Asi, se concibe al "idcdl'lsta" n como una persona'
buenos hábitos adquiridos, pierde la vigilancia, deja de estar poco práctica, preocupada por lo inalcmizabie, o como un
alerta. Con esta pérdida queda despojado dosu bondad. Hay individuo impulsado por aspiraciones de algo intangible, de
por cierto una cualidad llamada "cscrupulosidad de concien- una vaga índole espiritual, que no tiene relación concreta con
cia," pero no dista mucho de ser un vicio. Significa una las situaciones reales. Lo malo de los ideales de “perfecciun”
constante ansiedad acen/a‘ de si se es realmente bueno o no, remota es que tienden a hacernns d’sccuidar lu importancia
un "desasosiergo" moral que implica dificultad y restricción de las situaciones especiales en que tenemos que actuar, con
de la acción, temor enfermizo. Es una caricatura de la verda-
siderándolas tn’viales en comparación con el. ¡dual de perfec-
dera conciencia, puts ésta no es un ansioso escïutun‘c de los ción. El verdadero ideal, por lo contrario, es la convicción
motivos, no requiere palpar los resortes m'ternos de la acción
de que cada una de esas situaciones especiales trae consigo
para descubrir si un “motivo” cs bueno o no. La genuina con-
su propio significado inagotable, que su valor llega mucho
ciencia tiene una visión objetiva, es una m'telígmne atención
más allá de: su ens'tencia local directa. Tal vez se exprese
y cuidado a la calidad de un nio, en vista de sus consc-
mejor su nammleza' en los versos de George Herbcrt:
cuencm’s para la felicidad general; no es una msm’a solsc'i-
tud por el estado de vu’tud dc unn mismo. Who Sweeps a mom as ¡yor thy Laws
Tal vez la di‘fcrencm' más noub'lc entre la sensibilidad Makes that and th'ncuon' fine.
m‘mcdiata o “intuición” y la "conciencia" como interés re» (Quien barre un aposento según tus [gym
flexivoes que la primera tiende n descansa)” en el plano de los Hace eso bicn‘ y la acción' es buena).
bienes realizados, en (mio que la última está en busca de algo
mejor. La persona verdaderamente consciente no sólo uu Como hemos dicho, cuando la reflexión se aplica a cues-
tiones prácticas. a la dzierminación de lo que se debe hem.
una norma para juzgar sino que se preocupa por navisar y
mejorar su norma. Comprende que el valor que reside en se llama deliberación. Un general delibera sobre la conduc-
los actos va más allá de cualquier cosa que ya ha conseguido ción de una campaña, sopesando los posibles movimientos
y que, por lo tanto, debe haber algo inadecuado en cualqme'r del enemigo y los de sus propias tropas, considerando los
pros y los contras; un hombre de negocios delibera al' com-
norma que se ha formulado definidameme. Está en busca
de un bien no alcanzado todavía. Solamente por medio de para-r las diversas formas dc m’versión; un abogado delibcra
160 TEORÍA DE LA Vim MORAL JUICIO Y CONOCIMIENTO MORALES ¡61

acerca del modo de conducir su caso y asi sucesivamente. En despierta inmediatamente nuestros afectos presentes, nues-
todos los casos de deliberación interviene el juicio del valor; tras aficiones y rcpulsiones, nuestros deseos y aversioncs, con
quien la emprende, se ocupa de ponderar los valores con ob- lo que distinguimos continua e instantáneamente los objetos
jeto de descubrir los mejores y rechazar los peores. En algu- buenos de los malos. Es este sentido directo dc valor, y no
nos casos se piensa en el valor de los fines y en otros en el la conciencia de las reglas generales y las u'ltnn'as metas, lo
de los mediosl La deliberación moral no difiere de las de otra que finalmente determina el valor del acto para el actor. Hay
índole como proceso de formar un juicio y llegar al conoci- aquí un m'cxpugnable elemento de verdad en la teoria intui-
miento, sino en la clase de valor en que se piensa. El valor tiva. Su error está en concebir esta reacción inmediata de
será técnico. profesional, económico, etc., mientras se piense apreciación como si excluyera la reflexión en vez de ser sub-
en el como algo que puede pretenderse y alcanzarse por me. secuente a ella. La deliberación es en realidad un ensayo ima-
dio del acto de tener, de poseer, como algo que ha de obte- ginario de varios cursos de conducta. Cedemos mentalmente
nerse o perderse. Precisamente el mismo objeto tendrá valor a un im'pulso; probamos mentalmente algún plan. Siguiendo
moral cuando se conciba estableciendo una diferencia en el su curso a través de varios pasos, nos encontramos imagina-
ser, determinando lo que uno será en vez de meramente lo riamente en presencia de las consecuencias que segun-¡"an y
que uno tendrá. La deliberación implica duda, vacilación, la entonces, segun’ nos gusten esas consecuencias y las aprobe-
necesidad de tomar una determinación, de llegar a una elec- mos o nos disgusten y las desaprobemos, encontramos el mi'—
ción decisiva. La elección que está en juego en una delibe- pulso o plan origm'al bueno o malo. La deliberación es es-
ración o valuación moral, es entre el valor de ésta o aquella pectacular y activa, no matemática e impcrsonal y. por lo
clase de carácter y disposición. No debe entonces identifi- tanto, tiene en si el factor in'tuitivo, el directo. La ventaja
carse la deliberación con el cálculo o estimación casi mate- de hacer un intento mental antes del material (ya que des-
mática de pérdidas y ganancnas’. Dicho cálculo presupone que pués de todo el acto es a su vez un intento, una prueba de la
en la cuestión no in'terviene la naturaleza del ser sino sola- idea que lo respalda), es que el pnm'ero es renunciable, mien—

. “mw.. ”
mente la cantidad que el nus’mo va a obtener de esto o de tras que las consecuencias producidas no lo son, no pueden
aquello. La deliberación moral no se ocupa de la cantidad revocarse. Además, en poco tiempo pueden hacerse muchos
sm'o de la calidad dei valor. intentos mentales. La representación mental de diversos pla-

.,« ¡ymywdr v
Estimamos la importancra' o significación de cualquier nes por ejecutar proporciona la oportunidad de dar curso a

-,—»
deseo o impulso, presente previendo lo que puede ocurnr' muchos im'pulsos que antes de ella son imperceptibles. Tie-
si se lleva a cabo; literalmente, sus consecuencias definen su nen lugar muchas y muy variadas sensaciones y apreciaciones
consecuencia, su significación o importancia. Pero si esas con- directas. Es claro que cuando se ponen en juego numerosas
secuencias se conciben meramente como remotas, de satis- tendencias, hay mucho mayor probabilidad de que entre en
facción o de insatisfacción, de frustración e irritación, el acción la capacidad del ser, que es realmente necesaria y

-
proceso de prever las consecuencias sigue siendo puramente apropiada, resultando asi una felicidad verdaderamente razo-

e: -
intelectual. Está tan desprovisto de m'fluencxa' sobre el com- nable. La tendencia de la deliberación a "polanz'ar" las di-
portamiento como las especulaciones metafísicas acerca de versas lm‘eas de actividad en alternativas opuestas, en un

wn-
m'comprensible "esto o lo otro," es una forma de un‘poner

'spé
la m'corporalidad de los ángeles. Toda experiencia real de re-
flexión sobre la, conducta revelará que cada resultado previsto el claro reconocimiento de la importancia de la cuestion’.

i-Wáv'wv' -W-u«WWW-w - - r .-.W.&Ms ,7 .. . .,,,


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v
’ 162 month DE u'va MORAL JUICIO Y CONOCIMIENTO MORALES lól

.a. . «
5 LA NATURMEZA Y l’lx'NCIÓN DE LOS PRINCIPIOS
cho e inmutable. b) Un principio es. primordialmente intelecto


tual, constituye un método y sistema para juzgar, y es secun-

. M. ‘
Es evidente que las diwrrsas situaciones en que una per- dariamente práctico debido a lo que descubre: una regla es

_..
’sona es llamada a deliberar' y juzgar tienen elementos comu- primordialmente práctica.
Supongamos que estamos convencidos de que la regla de

_
nes y que los vul'ores encontrados en ellas se parecen unes
a otros. Es también obvio que las ideas generales son una la honradez cs dictada escuetamcnte por una facultad supe

_
gran ayuda para juzgar los casos particulares. Si las dife- rior y que no tiene absolutamente ninguna relación con el
rentes situaciones fueran totalmente distintas entre si, nada recuerdo de casos pasados ni con la previsión de posibles
podría aprenderse de una que fuera de utilidad para otra. cxr'cunstancias futuras. ¿Cómo se aplicaría esa regia a cual‘
quier caso particular que hi'era necesario juzgar? ¿Qu‘e um-
Pero teniendo puntos semejantes, la experiencia pasa dc una

_,. _ ._ .
a otra y la experiencia es m'telectualmente acumulatíva. De bre sonaría, qué señal se daría para indica)“ que precisamente
ese caso es el apropiado para la aplicación de la regla de un
las experiencias que Se parecen, surgen y se desarrollan ideas
generales; por medio del lenguaje, la m'strucción y la tradi- trato honrado? Y si por algún milagro se contestara esta, pre
gunta, si pudiéramos saber que el caso de que se trata es el
ción, esta conjunción de experiencias de valor en puntos de
m'dicado para aplicarla, ¿cómo sabríamos exactamente que
vista generalizados se extiende hasta abrcar todo un pueblo
curso detallado reclama la regla? Porque, para que la regla
y una raza. Mediante la intercomunicación, la experiencia
sea aplicable en todos los casos. debe olvidarse que las con}
de la raza humana entera es aunada hasta cierto punto y
diciones que distinguen unos de otros. debe contener única-
cristalizada en ideas generales. Estas ideas constituyen prin-
mente los muy pocos elementos sinn'lares que puedan en.
ciples, los cuales aplicamos a la deliberación en situaciones
centrarse en todos los actos honrados. Reducida a este
particulares.
esqueleto, no le quedaria mucho, excepto el ¡mmm man-
Estos puntos de vista generalu‘ados son de gran utilidad
dato de ser honrado pase lo que pase, dejando a la casualidad
en el exam'en de casos particulares; pero como se transmiten

y
MMM.. “
el juicio ordinario del m'dividuo, o a la autoridad externa
de una generación a otra. tienden a hacerse fijos y rígidos.
averiguar qué significa específicamente honrada en un caso
Se olvida su origen en la experiencia, así como su aplicación dado. '
correcta en experiencias posteriores. Se les considera corno Esta dificultad es tan seria que todos los sistemas que se
si existieran por virtud propia y como si todo fuera cuestión han sujetado a creer en un conjunto de reglas hm‘ies y pre-
de supeditar la acción a ellos, para determinar lo que es recto cisas, que tienen su origen en la concienciab en la palabra
y bueno. En vez de tratarse como ayudas e instrumentos de Dios grabada en el alma humana o externamente remin-
para juzgar los valores a medida que estos surgen realmente, da, siempre han tenido que recurrir a un pnzcedim'iento cada
se les concede una superioridad sobre los valores mismos. Se vez más complicado para abarcar, si es posible, todos los
convierten cm prescfipciones, en reglas. Ahora bien, un ven casos. La vida moral queda finalmente reducida por elias a
dadem principio difiere de una regla por dos conceptos: a) un detallado formalismo y legalismo.
Un principio se formula en conexión con el curso de la ex- Supongamos, por ejemplo, que tomamos los Diez Mim-
periencia y es una exposición generalizada de la clase de damientos como punto de partida. Son sólo diu y, natural-.
consecuencias y valores que pueden llegar a ser reales en mente, se limitan a ideas generales expresadas en. su mayor
determinadas situaciones; una regla se toma como algo ya he- parte en forma negativa. Más aún, un mismo acto puede
A 'A-q
164 TEORÍA DE LA va MORAL
JUICIO Y CONOCXMIBNTO MORALES 165

estar sujeto a más de una regla. Para resolver las perpleji-


de la conducta porque: i) Tienta a algunos a buscar aquella
dadcs e incertidumbres prácticas que inevitablemente surgen
clasificación de sus actos que los haga los más convenientes
en tales circunstancias, se ha creado la Casuístíca (del latín
o provechosos para ellos mismos. En lenguaje popular, “ca-
casas, caso). Se hace el intento de prever todos los diferentes
suistica” ha venido a significar una manera de juzgar los
Casos de acción que conccbiblemente puedan ocurrir, y de
actos que llega hasta a nimiedades en su esfuerzo por encon-
dar por anticipado la regla exacta para cada caso. Por ejem-
trar una manera de obrar que conduzca a su interés y pro-
plo, con referencia al precepto "no matarás,” se hará una
vecho personales y que, sin embargo, pueda justificarse por
lista de todas las diferentes situaciones en las que el homi—
algún principio moral. ii) Para los demás, esta consideración
cidiu podria ocurrir: accidente, guerra, cumplimiento de una
por la letra hace que la conducta sea formal y pedante. Da
orden superior (como en el caso del verdugo), defensa propia
origen a un tipo de carácter rigido y duro convencionalmente
(defensa de la vida de uno mismo, de la de otros o de la pro-
atribuido alos fan'seos de la antigüedad y a los puritanos de
piedad), asesinato deliberado o premeditado con sus dife-
la época moderna, por estar los sistemas morales de ambas
rentes motivos (celos, codicia, vengama, etc), homicidio im-
clases fuertemente nn'pregnados de la noción de reglas mo-
prcmeditado, por impulso súbito o por diferentes clases y
rales fijas.
grados de provocación. A cada uno de ESOS posibles casos
b) Este sistema ético tienda también en la práctica a crear
se le asigna su exacta calidad moral, su grado exacto de cul-
un concepto legal de Ia conducta. Históricamente este hecho
pabilidad o m’occncia. Y este proceso de clasificación no puede
siempre se ha origm'ado por la introducción de ideas legales
darse por terminado con la consideración de los actos mani-
en la moral. En el concepto legal, la sujeción a responsabi-
fiestos: deben catalogarse también todos los nn'pulsos inter-
lidad y castigo impuesto desde el exterior por una autoridad

. .s
nos dela acción que afectan el respeto por Ia vida, como la en-
superior, es necesan"amente prominente. La conducta se ro


Vidld", anun'osidad, ira repentina", mal humor, complacencia
guia por medio de preceptos y prohibiciones especificas:
en la idea de lesionar, amor al poder tiránico, rudeza u hos-

rw."
“Haced esto, no hagáis esto otro.” Es necesario hacer exac-
tilidad, encallecinn'ento, etc. Todos ellos tienen que ser cla-
tamente el mismo análisis de que hablamos en el caso. de
stfi"cados en sus diferentes categorías, determinando el valor

www"
matar, para que pueda haber métodos definidos y regulares
moral exacto de cada uno. Lo mismo que se hace en relación para medir la culpa y asignar el castigo. Ahora bien, la res-

"nn-
con este caso particular, tiene que hacerse con respecto a toda ponsabilidad, el castigo y la recompensa son factores impor-

¿»w
parte y fase de la vida moral entera hasta que todo quede Atantes en la conducción de la vida, pero es defectuoso cual-
m'ventana'do, catalogado y distribuido en castl'leros claramen- quier sistema de moral que ponga en primer térmui‘o de la
te rotulados. atención la cuestión de evitar el castigo, o que tienda a crear

.i ha-. “
Esta manera de concebir la Vid‘a moral tiene sus peligros una fan'saica complacencia en el mero hecho de haberse su-
y sus males. a) Tienda a magm’ficar la letra de la moralidad jetado al mandato de la ley.

..' .,.
a expensas de su espiritu. Fija la atención, no en el bien po- c) El mal tal vez mayor de este sistema ¿tico es que tiende
sitivo de un acto, no en la subyacente disposición que forma a privar de libertad y espontaneidad a la vida moral y a ro

ro."
el espíritu del actor, no en la inconfundible oca‘sión y signi- ducirla (especialmente para los escrupuiosos que. lo toman

y":
ficado que forma su ambiente, sino en la literal conformidad en serio) a una conformidad más o menos ansiosa y set-vil
a la Regla A,-Sección I, Inciso l, párrafo 1, etc. El efecto de con las reglas impuestas desde el exterior. La obediencia co-

¡every-«l
esto es reducir inevitablemente, el alcance y profundidad mo lealtad a un principio es buena, pero este sistema la hace

n rv
-, vr?!
«96,»:
¡bb rnoxh m: LA VIDA MORAL JUlClO Y CONOCIMIENTO MDRUJ‘S m7

práctimmentc cl único bien y no la concibe como lealtad a menos los criminales; pero, ¿qué es lo que la justicia exige en
los ¡dales sino como conformidad con los mandatos. Hace concreto? El presente estado de cosas tales como el derecho
que las reglas morales simplemente existan como mandatos penal, la rehabilitación en prision, los aranceles, las loves res-
independientes por su propio derecho y que lo correcto sea trictivas del lujo, los fideicomisos, las relaciones entre capi-
meramente segun-i'm. Esto pone el centro de gravedad moral tal y trabajo. ia contratación colectiva, el gobierno democrá-
fuera de los procesos concretos dc- vivir. Todos los sistemas tico, la administración pública o privada de los servicios
que dan mayor. importancia a la letra que al espiritu. a las públicos, la propiedad privada versus la colectiva, muestra
consecuencias legales que a los motivos vitales, ponen al in- que personas igualmentc bien dispuestas encuentran que jus-
dividuo bajo el peso de la autoridad externa. Conduccn a la ticia significa cn la práctica dos cosas opuestas. aunque todas
clase de conducta descrita por San Pablo como sujeta a la ley, sc proclaman devotas de la justicia como pauta de acción,
no al espiritu, con el constante peso de la ansiedad, incerti» Tomada como principio, y no como regla. justicia significa
dumbre c inminente condonación que la acompañan. la voluntad de examinar las instituciones y medidas especuï
Muchos de quienes enérgicamente se oponen a todos estos ficas e indagar como obran para introdueir’ una may/rar im—
planes de conducta, a todo aquello que la cristalice en mol» parcialidad y equidad en las consecuencias que acarrcan.
des, al dar supremacía a los mandatos externos, a la autori- Esta consideración nos lleva al siguiente punto importante
dad, a los castigos y recompensas, dejan de ver que esos relacionado con la natur’aleza de los verdaderos prm'cipios
males están lógicamente conectados con Ia aceptación de la morales: Las reglas son prácticas; son maneras habituales
imnutabilidad de las reglas fijas, Hacen responsables a de. de hacer las cams. Los pn'ncipias, en cambio, son x'ntetecrua-
terminados grupos de gente, dignatarios eclesiásiicos, auto Í les: son los métodos decisivos usados a! juzgar los cursos:
ridades politicas o jurídicas, de aquello a lo que se oponen Ii de acción propuestos. El error fundamenta! del partidaria de
la teoria intuitiva rs que está en busca de reglas que por si
cn el plan, aunque siguen aferrados a la idea de que la moral
es un esfuerzo por aplicar a obras y proyectos en particular mismas digan al actor qué curso de accion es el que precisa<
un cierto num'ero de reglas morales absolutamente invaria- mente debe seguir, mientras que el objeto ¿le los pfim‘ipios‘
blcs. No ven que, si esta fuera su naturaleza, quienes in- morales es proporcionar puntos de vista y metodos que
tentan proporcionar la maquin'ana' que la haria prácticamen. permitan al individuo hacer por si solo un anm’ïó‘is delos de-
te aplicable merecen alabanza en vez de vituperio. De hecho, la mentos de bien y de mal que hay en la situación partwu'lar
noción de las reglas o preceptos absolutos no puede hacerse en que Se encuentra. Ningun' verdadero principio moral pros.
ua'ble en la práctica a menos que haya ciertas autoridades cribe un curso de acción específico; las reglas,x como ias ro-
superiores que los dicten e impongan. Locke dijo: "No es cetas de cocm'a, snn‘plemente pueden decir qué hacer y como
poco el poder que da a un hombre sobre otro el hecho de hacerlo. Un prm'cipio moral como el de la castidad, el de la
ser dictador de principios y maestro de verdades incues- justicia o el de la Regla de Oro (“No hagas a otro lo que no
tionabies.” quieras para ti"), da al actor una base‘ para contemplar‘y
Hay otra consecuencia prácticamente inofensiva que de- examm'ar' una cuestión particular que se presente; pone a su
n'va de la identificación de los principios con las reglas. To vista ciertos aspectos posibles del acto y lo pt‘cwe'nc en contra
memos. por ejemplo, el caso de la justicia. Nada hay tan
1 Desde luego, la pal'abra "logia" se usa‘ a mm‘udo para designa)"
universal como el acuerdo en que la noción de justicia es la un prm'cipio como en el caso de la expresión “Regla de Om”. No nos
debida regla de conducta; tan universal que lo admiten todos referimos a las palabras sm'o a las ideas subyacentes.
1th TEORIA DE. LA HIM MDRAL JL‘lCXO Y CONOCIMIBNÍO MORALES ¡69

de adoptar un concepto reducido o parcial dci mismo. Lc considera como el fin directo de los actos. podría tomárscla
ahorra gran parti: do la labor de pensar ¿il indicarle los prin. como algo fijo c inflexible; como norma, es más bien una
ctp‘alcs linmicntos mn rclcrcncia a los males. detbc consi- orientacion preventiva que nos dice que al juzgar un acto
derar los efectua: de sus deseos y propósitos; lc orienta cn su consumado o propuesto, con referencia a su aprobación o
pensamiento al proponcrle las considcracioncs importantes dosapmbación, primero debemos considerar sus consecuem
que deberia vigilan cias en general y luego las especiales cn todo aquello que
Un principio moral no cs, pues, una orden de actuar. 0 de ahxtc al bienestar de los demas“. Como norma proporciona
abstenerse de hacarlo cn dctcrminadn forma: es un instru- un consecuente punto de vista que sc debe adoptar en toda
mento para analizar una situación especial, por cl que el bien deliberación, pero no pretende determinar de antemano lo
o el mal se determinan' según la situación cn toda su inte- que constituye precisamente el bienestar general o el bien
gridad y no por la regla como tal. Oímos a voces nmn'ifestar. común. Deja margen para descubnr' nuevos elementos cons-
por ejemplo, que la adopción universal dc la Regla de Oro titutivos del bienestar y para combin'ar de diversas maneras
dm"mirm' inmediatamente todas las disputas y dificultades esos elementos en situacm‘nes diferentes. Si la norma se to-
m'dustriales. Pero supongamos que esc pn'ncipio fuera acep- mara como regla, en el sentido dc receta o precepto, signfl'i-
tado de buena fe por todo el mundo; no diria al instante a carta que hay que llegar a cada caso con una idea preconce‘
todos lo que deben hacer en cada una de las complejidades bida, firme y completa, tan rígida como el lecho de Procusto,
de sus relaciones con los demás, Cuando los m'dividuos están acerca de: cuáles son precisa y un'icamente los elementos que
todavía m'segunos dc cuál puede ser su verdadero bien, de- forman la felicidad, para que este concepto pueda aplica‘rsa
cirles que consideren el bien de los demás como si fuera el como una fórmula matemática. Las “normas” interpretadas
propio, no es decidtr' definitivamente la cuestión, ni tampoco de esta manera fomentan el envanccimiento en la propia' vir.
signü'ica que debamos esforzamos por dar a los demás cual- tud, la jactancia moral y el fanatismo. La norma como punto
quier cosa en particular que queramos para nosotros mi}- dc apoyo para el dcslindc de las situaciones, permite el libre
mos. Porque el hecho de que a mi me guste la música clásica juego de la imagm'ación para buscar nuevas ideas. Requiere,
no significa que deba saturar con toda la música clásica que más bien que meramente permite, un continuo progreso en
sea posible a mis prójun‘os. Pero la “Regla dc Oro" nos da cl concepto de lo que constituye en concreto la felicidad.
un punto de vista desde el cual considerar las actos; nos
Se deduce. por lo tanto, que lo un'portante acerca del ca
propone la necesidad de considerar como aïcctarian numtms
nocun'icnto en su aspecto moral, no es tanto su grado real
autos los intereses de los demás a la par' que los nuestros;
como la voluntad de saber, el vivo deseo de examinar la con-
tiend'e a evitar la parcialidad en esa consideractón y nos pre-
ducta en manto a sus efectos sobre el bien general. La mf'or‘
viene 00mm la inclm‘ación a exagerar la importancia de una
consecuencia particular de dolor o placer. simplemente por- mación y conoctmien'to reales están lum"tados por las condi-
ciones de nacmu"cnto, educación y medto' socxal'. La noción
que nos afecta. En suma, la Regla de Oro no dicta órdenes
de la teoría m’tuitiva, en el sentido de que todas las personas
-

o mandatos especiales. sm‘o aclara e ilumina las situaciones


que requieren deliberación inteligente. poseen un volumen uniforme e igual de juic’ios momias. es
im-

Esta distincion’ es implititamentc igual a aquella de que comi-am" a la realidad. Hay, sin embargo, en los hombres
. ._ .

se hablo en el capítulo ulterior, entre la felim"dacl (en el sen— afectos e impulsos comunes que se expresan dentro de todo

tido de bienestar general) como fm" y como norma. Si se medio soda]; no hay .pueblo cuyos miembros no crean en el

bum-¡»m
¿x4

- —-v-1
m TítMlA DE LA VHM RICK”, lucro Y CONOCIMlFN’IU MORAIFS 17'!

valor de la vida humana. cn el cuidado de la prole, en la leal- que los "niños problema" son creados pur las mandíciun’cs que.
tad u las costumbres de la tribu y la wmum‘dad, etc, por existen cn las famih'hs y en la reacción (le los padres hacia el
rmm'ngidn y unilateral que ma la aplicación que dan a esas pequeno“. Grosso modo, puede alinmrw‘ que la mayoría de
creencias. Más. allá de este punto, un cualquier nivel de cul-i las condiciones morbosas de meme y carácter que se ¿casan
mm, hay sicmpm la posibilidad de estar alerta .1 las oportu- rmllan dcspm-Ls, tienen su origt‘n cn msm‘ccioncs y dcu‘jus-
nidades de 'amplmr y pm‘lundimr cl significado de las ideas tcs emtx‘ionalrs en los primeros. años de la vida. Estos lic-chos
murales existentes. La actitud de buscar lo que es bueno pue- todavia no han logrado penetrar bien cn ul entendimiento y
de "¡drtivarm un cualesquiera conditimws de mza. clase y es- acción populares, pero. su dch’m‘tr’va importancia moral es
. tado dc cn'¡"ls'zxnciq’m Penrmas que son ignarzmtcs en vl sen- incalculable. Los conocimicnms ante; confinados técnima
tido convencmmd de educación. pueden desplegar un interés mente a la física y química, se aplicm en la industria y pro-
por descubrir y considerar lo que cs bueno que no sc encuen- ducen un efecto «¡ohne la vida y felicidad de los individuos
tra en las sumamente ¡n'smu'das y rcflnadas. Desde el punto que sobrepasa todo cálculo. La lista de ejemplos podria pru-
de vista de este interés, las diferencw‘s de clase desaparecen. longarsc indefinidamente. El punto importante es que toda
La calidad mom! del cunocimícnto no está en la posesión del restn’cu’ón de las conocimientos y juicios morales a un campo
mismo sino en la preocupación por aumentado. El mal ese‘n- defm‘ído lim‘ita necesariamente nuestra percepción de la sig
cial de las normas y reglas fijas es que tiende a hacer que los m'ficacio‘m moral Gran parte de la diferencia entre las indi-
hombres estén satisfechos mn cl cus‘tcme estado de cosas y vi’duOS estancados. y ream‘immr'ios y los veráadcramemc pro
que tomen las ideas y juicios que ya poseen como ¡áccuados grcsivos en cuestiones morales proviene del hecho de que, los
A y definitivos. pnm'ems concibcn la moral sumo si estuviera mnfinada, en- i
La necesidad de constante mvísion’ y expansión del cono- cajonada en un conjunto de debcres y una esfera dc valores
cun'icnto moral es una podcrosa razón de que no baya un que son fijos finales. La mayoria de los graves problemas
abismo que separe el conocimiento no moral del que verda- morales. del pmscn‘tc depende, para su solución, de una com-
dcmnmmc lo cs. En cualquier moment”, las concepciones que prensión general dci que lu que murrc es lo contrario, Pm.
hablcmeme la gran necesidad de la época present: es que se
.W-OL

alguna- vez parecían corresponder exclusivamente al tcínu


_

biológico o fisico pueden adquirir m'gmhcaa"ón mom]. Esta écrmmbrn las barrcras tradicionales entre cl conocimn'rnto
ocunírá siempre que se descubra que cn alguna forma ¡feo ac‘nnf‘icu y el moral. de manera que haya un eslucno mm- '
tan al bienestar común. Cuando sc llegó a] conoct'mtc'nto de m‘mdn y normativo parausar todo cl conaimiento cicmt
las bactena's y gérmenes y de su relnclón con la pmpagación fico disponible en fines humanos y socm'les.
dc enfamcdades, la salubridad pública y privada adquinó' Hay, por lo tanto. poca necuidad de llamar la atención.
una significación moral que amm no tenía, porque se trio bach d punto con que hemoa terminado los capitulos ante-
que afectaban la salud y bienestar de la comumdad‘. Psiquia-_ riores, o sea la m’fluencia del medio mial sobre los princi-
tras y psicólogm, trabajando dentm de su esfera tecnica, han pales conceptos éttc'os. Sólo en el caw' de que alguna forma
descubierto hechos y pnn'cipios que afectan profundamente rígida de m'tuicionismo fuera cierta, el estado de cultura y
viejas concepciones como las del m'tigo y la wsponsabüiua’d, el desarrollo del conocimiento en laz. formas usualmente lla-
WWA

especialmente en lo que toca al lugar que ocupan en la for- madas no murales carecem’an de xm'portancia para el conoci-
mación de la dísposu'ión. Sc ha encontrado, por ejemplo, miento y juicio distintivamente morales. Puesto que las dos co-
¿1.
.w. .
¡"vu
W.
JUICIO Y CONOCIMXENTO MORALES 173
172 TEORÍA DF. LA VIDA MORAL

tóteles, Lihro lll. caps. II y Ill y Libro IV. La naturaleza de la deli-


sas están conectadas, cada generación, especialmente aquella beración se discute con mayor amplitud en Human Nature and Con-
que viva en una época como la presente, tiene la responsabi- ducl de Dewey, 1922, págs. 189-209. Dewey, en The (Mes! for Certainty,
1930, ca‘p. VIII, analiza la diferencia entre cl sentido mm‘ediaio del
lidad de reajustar su heredado caudal de principios morales
valor y ci juicio del mismo.
y de reconsiderarlos en relación con las condiciones y nece- En relación con el intuicionismo, véanse Handbook of Moral Phi-
sidades contemporáneas. Sería estúpido suponer que esto losophy (le Calderwood; Conscience de Maurice: The Elements OI
significa que todos los principios murales están tan relacioa Morah'iy de Whewell; Types o/ Exhical Theory, Vol. II, 1901, págs. 96
115, de Martinezu; Ethics, 1901, cap. III, de Mezc's; Methods of Ethics
nados con un determinado estado de sociedad que no tienen
de Sidgwíck. Libro I. caps. VIII-IX y todo el Libro Ill, pero especial-
{nena obligatoria en ninguna condición social. La obligación mente el cap. I; st‘tory of Elhics, págs. 170204 y 174.236, y Lecmres
es descubrir qué principios son pertinentes a nuestro propio on Ethics of Green, Spencer, and Martíneau, 1902, págs. 361-374.
estado social. Como esta condición social es un hecho, los
pnn'cipios que con ella se relacionan son reales e importan-
tes, aunque no se adapten a algún otro conjunto y estilo de
m'stituciones sociales, de cultura y conocimiento científico.
Es la in'sistencia en un código de moral umf'orme e in'varia-
ble, el mismo en todo tiempo y lugar, la que origina la extrema
rebelión que afirma que todos los códigos son convencionales
y sm‘ validez. El reconocimiento de su intima y vital relación
con las fuerzas sociales creará e m’tensxf'icará la búsqueda de
los principios que son verdaderamente pertinentes en nues-
tros días.

BIBLIOGRAFIA

Puede encontrarse material on'zinal relativo a la naciente historia


del m’wiciom'smo en Brito"): Morahs’ts de SelbyBigge, I y II, de Butler
y Price, respectivamente. En Classxc'al Maralzs‘ts de Rand se encuen-
tran Selecciones de Butler, Pn‘ce y Reid. Para la teoria del “sentido
moral" véanse Characicns'u'cs de Shaítesbury; System o] Moral Phi-
Iosophy de Hutohcson. Consúltese también st'lory of Ethics, pas-
sim de Sidgwm'k y Marais in Review, [927 de Rogers. Moral Sense, ¡930,
de Bom, contiene una excelente exposición del desarrollo de la teoria
del sentido mom! en el pensamiento británico.
Para la reiamó'n entre sun'patia y juicio moral véase Theory of
Moral Sentiments de Smith, especm"lmente la Parte III, Caps. I y IV
y Parte 1V, Caps. I-III, asi como Science of Ethw‘s, 1882, págs. 223238,
de Stephen.
Arm de la controversia entre las teorías emocional y racional
del juicio moral, véanse Is Consciente. an Emotla'n?, 1914. de Rashdall,
defendiendo la teoría racional wnra McDougall en Socuz‘l Psychology,
1909 y Westermarck en T ha Origin and Development of Moral Ideas,
1906. Moral Phüosaphy de Fite, 1925, es notable por la m'ponanua"
dada. a la intuición en la vida moral. Véase también la Etwa‘ de Aris-

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EL YO híORllL 1'25

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(lcpcndicntcmcntc de lo que hace, es el supnzmo y exdusivo
Capitulo VI fin moral. Esta tesis está contenida en la afirmación de Kam
en el sentido de que la Buena Voluntad, apartc de las. consc-
Cueucias de los acLos realizados, cs cl un‘ico Bien Moral. Hay
una idea similar implícita, siempre que la'bondad moral se
El yo moral identifica dc manera mclusiva con la virtud, con lo que la
meta Final de una buena pevrsona vic-ne a ser, en msunu'dns
cuentas, conservar su propia vir‘tud. Cuando sc comidcm
que el yo es cl fin exclusivo, la conducta. las acciones y las
consecuencias son tratadas todas ellas como meros medios,
como instrumentos externos para consewar la buena perso-
nalid'ad. El punto de vista opuesto sc- encucmra cn el hedonis-
mo de los primeros utilitarios cuando afirmanrque um. dem".
minada consecuencia, la del placer, es cl un'ico buen fin y que
el yo y sus cualidades son meros medios para producir estas
consacuencias. '
ELEL'YOYLAELBOCIÓN Nuestra teoria asigna tanto al yo como a las consmmncias
papeles indispensables. Hemos sostenido, por inferencia,
EL YO HA OCUPADO un lugar central en las anteriores discu- que ninguno de los dos pueden ser meramente un medm’ pam
siones, en las que se han tratado aspectos importantes de la alcanzar e] otro. Hay una disposición en círculo entre ellos.
buena personalidad. El yo deberá ser sabía o prudente, deber El yo no es un men) medio para producir consecuencias por
rá ir en busca de una satisfacción general, subordinando a que éstas, cuando son de m’dolc moral, entran en la formación
ella. por lo tanto, la satisfacción de un solo apetito apremian- del yo, el que a su vez entra en ellas. Para usar una‘analogin
te; deberá ser fiel en el reconocimiento de las demandas conte» un tanto mecánica, dire'mos que los ladrillos son malix'os para"
nidas en sus relaciones con los demás; deberá ser solicito, cui- construir una casa, pero no son meros medios porque fin‘aL
dadoso en la asignación de alabanza y reproche, en el uso de mente forman parte. de la casa misma; si xr parte de la casa'
hiciera que se modificara la naturaleza de los ladnll‘os mas" »

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la aprobación y desaprobación. y, finalmente, deberá ser es-
crupuloso y tener una activa voluntad de descubrir nucvos mos, la analogía seria enteramente adecuada. ¿Málagamcmq
valores y de corregu“ nociones anteriores. No hemos exami- la conducta y las consecuencias son importantes. pero en vez
nado, sin embargo, cuál es precisamente la significación del de estar separadas del yo, lo forman. lo revelan y lo someten
yo. La importante posición que ocupa en la moral, asi como a prueba. Esto que se ha expresado de manera szm'plemente
las diversas controversia's sobre teoría moral que en tomo formal, recibirá un significado concreto si consideramos la,
al yO' se han suscitado, hacen aconsejable tal examen. Una naturaleza de la elección, ya que la elección es la actividad
breve referencia a las teorías opuestas nos ayudará a señalar más caracten'siica de un ser.

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los puntos que necesitan especial atención Antes que cualquier cosa que se pueda llamar cluxc'cioncn
Una marcadisima línea de separación ha aparecido en el sentido de decisión deliberada, vienen las selecciones 0 pm
temas ya discutidos. Algunas teorías sostienen que el yo, in- ferencias espontáneas. Todo apetito o impulso. nor riego que

174
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[76 TEORÍA un LA wm MORAL El. YO MORAL 177

sea, es. un modo de preferir una cosa a otra; escoge una cosa y escoja descarta unas oportunidades y presenta otras. Al de-
rechaza otras, sieme atraca'ón hacia ciertos objetos, dándoles cidirse por tomar un determinado curso, la persona da una
mayor valor que a otros a los que desdeña aunque, desde un orientación permanente a su propio ser, por lo que es correo
punto de vista puramente externo, sean igualmente accesibles to decir que al escoger un objeto en vez dc otro, está escogien-
y disponibles. Estamos constituidos de tal manera que tanto do la clase de personalidad que va a tener. Superficinlmcnte,
por temperamento original como por hábito adquirido nos la deliberación que termina en una eleccion se interesa en
inclinamos hacia algunos objetos más que hacia otros. Tal pesar los valores de determinados fines; bajo la superficie.
preferencia antecede al juicio comparativo de los valores; es es un proceso para descubrir la clase de ser en que más de-
orgánica más bien que consciente. Porteriormente surgen si- sea convertime una persona.
tuaciones en las que los deseos compiten y nos vemos atraídos
Asi pues, la personalidad o carácter no es un mero medio,
simultáneamente en direcciones opuestas. Las preferencias
un instrumento externo para alcanzar ciertos lines; es un
.

mc'ïimpatibles sc frenan recíprocamente, vacilamos y la vaci.


factor en la realización de las consecuencias, como se mani-
lación se convierte entonces" en deliberación, en aquel cálculo
de los valores por comparación de uno con otro del que ya fiesta en las molestias que se toma el atleta, el abogado o el
hemos hablado. Fm‘almente, surge una preferencia que es m'- comerciante, para formarse ciertos hábitos, porque sabe que
tencional y que está basada enla conciencia delos valores que son condiciones causales para alcanzar los fm'es cn que está
Ia deliberación ha puesto a la vista. Tenemos que decidir, m'teresado. Pero el yo es mas' que un factor causal externo.
cuando deseamos dos cosas que se contraponen, cuál de ellas El logro de las consecuencias reacciona para formar el yo.
Más aun', como dijo Aristóteles, la bondad de un hombre
queremos realmente. Eso es escoger. Preferimos espontánea-
mente, escogemos deliberadamente, con conocimiento. bueno brilla a través de sus obras. Decun'os al rel'erim'os mu-
Ahora bien, cada una de tales elecciones sostiene una do- tuamente a nuestra conducta: ¡Qué característico fue eso!
ble relación con el yo, revela el que ya existe y forma el que Al usar tal expresión implicamos que el yo es más que la eau»
va a existir en el futuro. Lo que se' escoge es aquello que se en- sa de un acto, en el sentido en que un fósforo es la causa de
cuentra agradable a los deseos y hábitos del yo, tal como ya un incendio; tm'plicamos que el yo ha intervenido tan pro
existe. La deliberación tiene una 1m'portante función en este fundamenta. en el acto realiza'do que lo hace distm‘tivo. El yo
proceso, porque cada posibilidad que se presenta a la imagi- revela su naturaleza en lo que escoge. En consecuencia, un
nación tiene atractivo para un elemento dif'erente en la cons- juicio moral sobre un acto es también un juicio sobre el
titución del yo, dando asi a todas las fases del carácter una carácter o personalidad de quien lo ejecuta. Cada vez que ha-
oportunidad de desempeñar su papel en la elección final. La cemos responsable a una persona de lo que ha hecho, recono»
elección resultante también configura al yo, haciéndolo nuevo cemos en efecto que una obra que puede ser juzgada moraL
en eie'no grado. Este hecho es especialmente marcado en cir- mente, tiene una estrecha» e intima conexión con el carácter
cunstancias criticas (pág. 33), pero se registra hasta cierto de quien la ejec'utó. Metai'óricamente, hablamos de las vir«
punto en toda elccmó'n, por insignificante que sea. No todas tudes de una planta medicinal, significando que es eficaz pa-
son tan trascendentales como la elección que se hace en un ra producir ciertos efectos que se reqm'eren, pero las dispo
Caso de vida o muerte, pero llegar a cada una de ellas es como siciones virtuosas del yo intervienen en lo que éste hacer y
llegar a una bii‘urcacion de carriinos, ya que la senda que se permanecen ahí, dando al acto su calidad especial. l
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1'18 TEORÍA ne u VIDA MORAL

Si los primeros utili'hrios erramu ¿1' suponer que el yo,


¡1. EL YK) MORAL 279w"
grosero o gloto’n, lo que es un juicio moral. Sin embargo, ¡0'

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con su‘s virtuosas y viciosas disposiciones, sólo tenía impors único que el niño tenía en cuenta pudo haber sido que El ah!
tancia como medio para producir ciertas consecuencias en memo tomado satisfaría su aputim; para (¡1,7611 a’cro no tema"
las que todo verdadero bien y mal se encuentran, la cscucia significmión moral. Al llamarlo grosero y Vgiotz'z'n, el padre
que sostiene que las consecuencias no tienen ninguna signifi» ha hecho. una conexión entre algo que cam dcmro del niño
cación moral y que solamente cl yo es moralmente bueno o mismo y una calidad de su acto, ya que éste fue realizado de
malo, cae también en c1 error de separar el yo dc sus actos, una manera que revela algo indeseable cn su personaiitkid. A
pues segun' esa teon’a, podría atribuirse bondad o maldad al Si c1 acto se dejara pasar inadvertido, esa tendencia se haría
yn, independientemente de los resultados de sus djsposicio más fuerte. el yo se inciinan'a a tomar conformación. En
nes cuando éstas sc ponen en accion. En verdad. el único yo carn‘bio, si puede hacerse ver al niño la conexión, la n'im'na
que es bueno cs aquél que desca' y lucha enérgicamente por unidad de su propio ser con la detestabic ca‘lidnd del acto, su
las buenas consecuencias, esto cs, por aquella consecuen- yo se configurada de otra manera.
cias que fomentan el bienestar de quienes son afectados por
e! acto. No sería demasiado decir que la clave de una correc- Q 2. EL yo Y LA mormkcróu; run-msm
ta teoría de moral es el reconocimiento de la esencial umd'ad
de! yo y sus actos, si esios ui’u'mos tienen alguna significa- Moralmente hablando, la identidad dd yo y un acto es ia
ción moral; en tanto que surgen errores de teoría tan pronto clave para comprender la naturaleza de 10's motivos y la mo-
como el yo y los actos (y sus consecuencias) se separan uno tivamo'h. A menos que esta unide sc perciba y rcmnozca cn
de ctm, atn'buyéndose mayor valor moral a uno que va los teoría, un motivo será considerado como ¿tigo externo .quc’
otros. actua” sobre el m’dividuo y lo induce a hacer alguna. cosa.
La unidad del yo y la acción cimienta todo juicio que sea Cuando se generahza' este punto 'dc vista, conduCu a la con»
de carácter distintivamente moral. Podemos juzgar u'ul' o da- ciusión de que el yo es intrínseca" y uawrfl’mantc me'rtc‘ y
niño un acontecimiento por sus consecuencias, como cuando pasivo, por io que tiene que ser excitado o impulsado a la
hablamos de una benéfica lluvia o de un torrente arrasa. acción por algo que es externo n él mismo. Sin embargo, el
dor. Sin embargo, no implicamos una valoración moral por- hecho es que el yo. como su base vital que es cl organismo.
que no consideramos que la lluvia o la inundación estén co- está siempre acdvo, que actúa por su consumió!) misma y
nocladas con un carácter o un yo. Por motivos semejantes que, por lo tanto, no necesita promesas o amenazas externas
no au'ibuun’os. calidad moral a los actos de un niño, un imbé- de recompensa o castigo que lo m'duzcan a obrar. Esta hecho
cil o un demente. Aunque llega un momenm en la vida de un es una confirmación de La unidad mora! entre el yo y ia
niño normal, en el que sus actos se juzgan moralmente, esM acción.
te hecho no im'ph'ca por faena que de manera deliberada ha- Al observar a un mñ'o, aunque sea lactante. el observador
ya m'tentado producir las consecuencias que ocurrieron. Bas' se convencerá de que un ser humano normal, estando des-
ta en tal caso con juzgar su acto de manera tal que el juicio pierto, se dedica siempre a alguna actividad; es como un acu>
sea un factor en la formación de un yo, del que procedan los mulador de energia que fluye continuamente. Ei organismo
actos futuros deliberada e intencionalmente. Un niño arre- se mueve, alcanza, maneja, tira, golpea. miga, moidca, ¿smi-
bata el alimento porque tiene hambre. Se dice de él que es ja, mlr'a, oye, etc. Mientras está despierto, explora mnu‘nua.
É
1'
180 TEORÍA DE LA VIDA MORAL e

EL YO MORAL ¡81 .'
5

mcnlc lo que lo rodea y establece nuevos contactos y rela-


mentalmente, que efectúa una alteración en la dirección de
ciones. Son, por supuesto, necesarios algunos periodos de
quietud y descanso para su recuperación; pero nada hay la actividad. De no tener presente la conexión entre estos dos
significados, junto con el carácter fundamental de la pnm'e-
más m’tolerable para un hombre sano que la pasividad for-
ra significación, nos formaremos un concepto erróneo de la
zada por un largo período de tiempo. No es la actividad sino
relación del yo con la conducta, y este error original engen-
la cesación de ella, lo que necesita ser tomado en cuenta.
drará otros más en todas las partes de la teoría éticai
Como antes se insinuó en relación con otro tema, este
Cualquier caso concreto de unión del yo en acción con un
hecho es fatal para una psicología hedonista (pág. 62). Pues-

#4.
objeto y fin se llama un interés. Los niños constituyen el
to que actuamos antes de haber cxpenm'emado placeres y

un:
dolores. ya que éstos son resultado subsccuente de la acción, interés de un padre; la pm'tura o la música es el interés de
no puede ser cierto que el deseo del placer sea la fuente de un artista; el interés de un juez está en resolver equitativa
la conducta. Además, lo que este hecho implica se extien‘ y justamente las disputas legales; curar al enfermo es el ¡n'-
terés del médico. Un interés es, en suma, la orientación do-
de a todo concepto de motivación La teoría de que un mo-
mm'ante de la actividad y en esta actividad el deseo se une
tivo es un m'centívo que actua' sobre el yo desde el cxte
rior, confunde el motivo con el estímulo. Los estim'ulos del a un objeto para convertirse en una elección decisiva. A me-
medio ambiente son factores sumamente un'portantes en la nos que el impulso y el deseo estén aunados, no se tiene áni-
conducta, pero no lo son como causas, como generadores de mo para seguir un determm’ado curso de conducta; se es
la acción, pues el organismo ya está en actividad y los pro- .m'diferente, apátieo, no se tiene interés. En cambio, un ínte-
pios estímulos solamente surgen y se experimentan en el cur- rés es objetivo; el ámm'o está puesto en algo. No hay m‘terés
so de la accwkm'. El doloroso ardor que irradia de un objeto disperso o en un vacío; cada interés requiere imperativamen-
candente estimula la mano a retirarse, pero el calor se expo te algún objeto al cual ha de aplicarse y por cl bien o des'a-
nm'ento' en el curso de explorar y alcanzar con la mano. La rrollo del cual es activamente solicito. Si un hombre dice
función de un estímulo es ——como se ejemplifica en el caso que le m'teresan los cuadros, afirma que le gustan; si no se
que acabamos de citar-—— cambza’r la dirección de una acczá'n acerca a ellos, si no se esfuerza en crear oportunidades para
ya en marcha. De manera semejante, la reacción a un estimu- contemplarlos y estudiarlos, sus acciones desmienten sus
lo no es la iniciación de la actividad, es un cambio, una des- palabras de tal manera que sabemos que su interés es pura-
m'ción de ésta, en correspondencia a un cambio en las cor» mente nominal. Interés es consideración, preocupación, solici»
díciones indicado por el estimulo. Si el timonel de un barco tud por un objeto; si no se manifiesta en acciones, es irreal'.
percibe un promontorio, esto puede obrar para hacerlo al- Un motivo no es, pues. un impulso a la acción o algo que
tem el curso que lleva su nave; pero no es la causa o "resorte mueva a hacer alguna cosa. Es el moumi‘ento del yo como
motor" de su navsgación. Los motivos, como los estímulos, un todo, un movimiento en el que el deseo está tan comple-
nos inducen a ¿l'terar la tendencia y curso de nuestra con- tamente aunado a un objeto que lo escoge como un fin con»
ducta, pero no producen u originan la acción como tal. pulsivo. La persona hambrienta busm alune'nto; podemos
El término “motivo” es, pues, ambiguo. Sigmf'lca' 1) aque- decxr', si queremos, que es movida por el hambre. Pero en
llos m’rereses que forman el meollo del ser y proporcionan efecto, hambre es sólo un nombre dado a la tendencia a mo-
los principios por los que ha de interpretarse la conducta. verse hacia la adquisición de almen'to. Crear una entidad
Sigm'fica también” 2) el objeto percibido, ya sea material o Y de esta activa relación del yo con los objetos y enseguida tratar
182 TEORÍA DE LA VIDA MORAL
El. YO MORAL 183

esta abstracción como si fuera la causa de buscar el alimento El sentido secu'nthm’o y derivado que identifica el "mod
cs una enorme confusión. El caso no es distinto cuando de- vo" con el objeto que produce una alterado» m el curso de .
cimos que un hombre se mueve por la bondad, piedad, cruel. la conducta tiene un defu‘u'do e importante sr'pu'h‘raziuw prác» '
tico. En un mundo como el nuestro, en el que la firme está
dad o malicia, pues estas cosas no son poderes independien-
unida en sociedad y en el que lo que una persona hats num;
tes que exciten a la acción. Son designaciones de la clase de
importantes consecuencias para otras, el intento de inïhn‘r en
activa union o integración que existe entre el yo y una clase
la acción de otras personas para que hagan ciertas cosas y
de objetos. Es el hombre en su propio yo el que es malvado
para que no hagan otras es una constante. función de la vida.
o bondadoso y estos objetivos significan que el yo está was- Por toda suerte de razones, esmm'm: constantemente dedica-
n'tuido de manera tal que actúa en ciertas formas hacia cier-
dos a tratar de influir en la conducta de los demás. Tal
tos objetos. Bcnevolencia o crueldad no son algo que un influencia es la fase más conspicua de la educacion en el
hombre tiene, como puede tener dólares en su cartera; son hogar; mueve alos Compradores y vendedores cn los negocios.
algo que él es. y como su ser es activo, esas cualidades son mtb a los abogados en relación con los ClíL’W’JtCÉ, al juez y el Modo.
dos de actividad, no fuerzas que produzcan acción. Los legisladores, clérigos, periodistas yr políticos se están
Puesto que un interés o motivo es la unión en acción esforzamdo por afectar la conducta de los demás de maneras
de una necesidad o deseo del yo, con un objeto escogido, puede definidas, por producir cambios, teoria-naciones en la conducv
decirse en un sentido secundario y derivado, que el objeto mi!» ta. En todos estos casos hay un modus operandi mnm’n: Se.
m'o es el motivo de la acción, Así, puede decu-‘se que el so- presentan ciertos objetos de los que 5€ piensa que Serán atrae»
borno es cl motivo que induce a un legislador a votar en favor tivos para algunos elementos de la coxú'onmciün dc aquéllos
de determinada medida, o que la obtención de utilidades es a quienes se ofrecen, para inducidos a dar forma a su accion
el motivo que tiene un tendero para dar los pesos justos. Es de cierta manera, la cual con toda probabilidad no habrian l
claro, sin embargo, que la propia disposición de la persona adoptado si el objeto en cuestión moles hubiera sido presea?
cs la que da al soborno o la ganancia esperada, su dormni'o tado como un fin. Es_t.os objetos consn'mycu lo que en e}
sentido secundario y directamente prá‘tcíco de ¡a palabra se
sobre ella, El avaro cs impulsado a la acción por objetos que
llaman motivos. Son fundamentalmente, importamos en los
nada mgn'ifican para una persona generosa; un carácter fran-
intentos de influir cn la conducta de los demás. Para largo
oo y abre'no es movido por objetos que sólo rcpelerían a una
ría moral ha cometido mn frecuencia el error nidical de com
persona de disposicion astuta y engañosa. Un legislador es
siderar esos objetos que requieren un cambio en la «fireccion'
tentado a votar contra sus convicciones por un soborno so-
de la acción como si fueran “motivos” cn el ganado de 0:1- 7
lamente porque su personalidad es ya de tal índole que la ga-
ginantcs de movmn"em‘o y ación. Esa teoria tennma‘ logica.
nancia monexaria Cisne más valor para él que las conviccio- mente por hacer pasivo al vo», como si sólo pudiera-bw ¿xml
nes y principios. Cierto es, si tomamos en cuenta toda la tado a la acción desde el exterior.
situación, que un objeto mueve a una persona, pues ese obje-
to, como fuerza mou-12', incluye al ya dentro de si. El error
5 3; moísuo Y ..u.m1..*rsuo
surge cuando pensamos en los objetos como si fueran algo
enteramente externo a la conformación del yo y que luego El concepto correcto de la mou‘vacion’. apafle de su efecto
operaron para mover ese yo que les es extraño. sobre la unidad del yo y la acción, es particulorrneme I'm-
184 TEORÍA DF. LA HDA MORAL El. YO MORAL 185

pm’tante en conexión con otro problema. Esto ha estado tan tamente egoísta sea de esta manera primitiva, más ciegamen.
a la vista enla tw'n'zacion ética británica que Herbert Spen- te absorta estará mi atención en los objcms e impulsos de
cer lo llamó "e! punto esencial de la especulación moral.” El mi deseo y más desprovísta de toda visión interna."1 En
problema es el de la relación entre egoísmo y altrm’smo, en- otras palabras, no hay calidad reflexiva, no hay deliberación
tre la acción en bien propio y la acción en bien de otros, entre ni fin consciente en tales casos. Un observador puede consi—
amor propi y benevolencia. El tema concierne a la m0- derar, el acto y llamarlo egosLta, como en cl caso de la rea'o
u’vación de a acción moral; su exposición se ha hecho confu- ción de un padre ante el acto de ver arrebatar el alimento por
sa porque se ha omitido examinar el problema fundamental parte de su hijo, pero inicialmente esta reacción significa que
de la naturaleza de toda motivación. Esta omisión cs tal vez el acto es de los que son socta'lmeme objetados, por lo que se
más evídemc en quienes han sostenido que el hombre sólo hace obrar el reproche y la educación para inducir al niñ'o
es movido naturalmente por cl amor propio o la considera- en cuestión a tener consciencia de las consecuencias de su acto
y a procurar en el futuro otra clase de consecuencias.

l
ción de su propia conveniencia; pero también han incurrido
en el'la quienes sostienen que el hombre es impulsado asrm’is- El ¿n'álisis de James se aplica igualmente a los actos lla-
mo a la acción por resortes de benevolencia, y quienes ahi“- mados generosos y benévolos, como, en verdad, explica en el
man que la benevolencia es el un'ico motivo moralmente jus- pasaje citado de la declaración acerca de la reacción de la

., W,“
ufl'cable. madre a las necesidades de su hijo. Un animal que cuida de

A (
sus crías lo hace ciertamente sin pensar en su bien m' procu-
Una correcta teoría de motivación ¡nuestra que tanto el
rar conscientemente su bienestar. Y en muchos casos, a la
amor propio como el altruismo son disposicionm adquiridas,
madre humana sun'plememe le encanta, como suele decu‘se'í
no m'gredientes on'ginales de nuestra constitución psicológi-
cuidar dc su niño; ella puede obtener con ello tanta sau'sfao

‘v v-g mWA
ca, y que cada uno de ellos puede ser moralmente bueno o
ción como la persona "egoísta" al apoderarse de un asiento
moralmente reprensible. Hablando en términos psicológicos,
cuando tiene oportum'dad. En otras palabras, hay una re
nuestros impulsos y actos innatos no son ni egoístas ni al- acción natural a una situación particular, reacción que carece
truistas, esto es, no son movidos por una consideración cons- de calidad moral por ser totalmente irreflexiva y no contener
ciente del propio bien o del de los demás. Son más bien
la idea de ningún fin, bueno o malo.
reacciones directas a determinadas situaciones. Por lo que Sin embargo, al observar que las acciones de un mñ'o, in'—
respecta al amor propio, el caso es bien presentado por James.
dependientemente d'e su objetivo y “motivo,” muestran des-
Dice: "Cuando el amor propio me mueve a conservar ml
precio o estimación por los demás en sus resultados, un adul-
asiento mientras hay damas de pic, o a tomar algo antes que
to le expresan/i su aprobación o desaprobación. Estos actos
mi projim‘o pueda hacerlo, lo que realmente amo es el asi‘en-
tienden a disuadir al mñ'o de segun" un curso de acción y a
to. es la cosa misma que arrebato. Los amo primitivamente,
amm'arlo a tomar el otro. De esa manera el mñ’o se hace
como la madre ama a su hijo o como un hombre generoso
gradualmente consciente de sí mismo y de los demás. como

.e,
¡una un acto heroico. Siempre que, como en este caso, el

LA
seres que son afectados para bien o para mal, en beneficm‘ o
propio interés es el resultado de una simple propensión m's»
detrim‘emo, por sus actos. La consideración consciente de la
un'tiva, no es otra cosa que un nombre dado a ciertos actos
reflego's. Algo se apodera de mi atención y provoca fatal-
1 Pmtct“ples of Psychologypl, p. 320. Convendrh consultar el po-
meme la reamtó"n egoísm. y . De hecho, cuanto más absolu-

'¿ÏÉMÉFAK
saje entero, págs. 317-329.

\ 'b'LÏ'Llh
. o un!
a“,
186 TLO‘RÍA DE LA VIDA MDI”, EL YO ¡MORAL 181;

propia ventaja y del bien de los demás puede convertirse en- tuyo nuestro bien, porque nos induce a tener unafisio’n mit}
tonces defim'n'va‘mcntc en parte del objetivo de un acto. Ade- pc del mismo, y que es más fácil wr lo que es bueno par’a
más. las ideas“ dc las dos posibilidades se desarrollan junta- otros, al menos mieniras se contraponga a nuestros impresa.

i
mente. Una persona se da cuenta de su propio bien como fin La verdadera cuestión moral es saber qué clase de persrr
definido sólo cuando advierte por comparau'ón el bien de nalidad .se‘ está fomentando 0 formando, y esLa Cuestión
los demás y vw'eversa. Piensa conscientemente en si misma, surge tanto con respecto al pmpio' ser como a los de los de
sólo a distm‘ciún de los demásl en contraposición wn ellos. más. Una consideracw'm intensamente emocional por el bien-
El egoísmo y la generosidad, en un sentido moral genuino, estar de los. demás, no equilibrada por la‘cuidadosa rcflu
emergen así finalmen‘te, en vez de ser "motivos" irmatos. Sin xio’n, puede en realidad resultar dañm’a para ellos. Las m'n'os
embargo, este hecho está muy lejos de implicar que la con— se hacen malcriadus porque todas las cosas se les (lan ya

WW-
sideracíón wnsciente por el propio ser es moralmente mala A hechas, debido a una “bondad” no controlada; se consre'mc

d
y que la consideración consciente por los demás necesaria- a veces a los adultos hasta reducidos a una invalidez cron’aï
mente buena. Los actos no son egoístas porque muestren ca; se alienta a imponer deman-das injustificada suba? los
consideración por el futuro bienestar del yo. Nadie diría que demás a algunas personas, las que se sienten molestas o

.yuvw‘a
el deliberado cuidado de la propia salud, eficicncm' y progreso dis'gustadas sl no se saikfaccn dichas demandas; la caridad
cn la educación es malo sun'plemente porque es en bien pro- puede volver a quienes la reciben, parásitos axiales, etc. Lo
pio. Es deber moral cn ocasiones procurar por uno mismo que principalmente hay, que constd'emr es la bondad o mal-
en estos respectos. Tales actos sólo adquieren calidad de dad de las comemencms' y éstas son de la misma naturaleza.
egoísmo moral cuando uno se complace en ellos wn mani- ya sea que se trata de mi o de. tí. Lo un'ponan'te es la clase-
fiesta m'sensibilidad hacia las demandas de los demás‘ Un de objetos que él quiere o escoge. el {mms de restd‘mcm' de‘
acto no es malo porque fomente el bienestar del yo sm‘q esos fines, ya Sea en ti o en mi, no puede por sl. mismo dar
porque es injusto y desconsiderado con respecto a los dera diferencia a la calidad moral'.
W
chos. a las justas reivindicaciones de olros. Los actos de Se expone a veces la idea de que una autíón es egoism
propia conservación y protección son además condición Simplemente porque se manifiesta un m’zetés, ya que. tOdO
de todos los actos que son útiles para los demás. Cualquier m‘terés m‘volucra a su vez al yo. El warm-n de esta posxcm"
teoria moral que deje de reconocer la necesidad de obrar a confirma la declaración de que todo depende dc la cias: del e

'
veces con especial y consciente consideración por uno mismo, yo que está involucrado. Es un axioma que toda acción ¡mm
es suicida; dejar de cuidar la propia salud y aun el bienestar de un yo y lo afecta. ya que el interés define al yo. Cualquier
material puede dar por resultado la m‘capacitación del in'dl- cosa en que una persona esté m'teresada es, a este respuzto,
viduo para hacer algo a favor dc otros. Tampoco puede un constituyente del yo, se trate de coleccionar sellos pos-
alegarse que cada uno mu‘a' naturalmente por sí mismo, por tales o cuadros; hacer dm‘ero o nmigo‘s. asistir a las estreno";
lo que es necesario pensar en ello. Es tan dif'icil detenmn'ar lo teatrales, estudiar fenómenos eléctricos o lo que su qmera.
que es realmente bueno para uno mismo como descubrir Ya sea que uno obtenga satisfacción al ayudar a los amigos
precisamente dónde está el bien de los demás y qué medidas o al vencer a los competidores a cualquier prado, el lineiv's
habrán de fomentarlo. Hasta puede afirmarse que el interés del yo está involucrado. La ¡»ción de que. por lu tanto, todos
.-.ÑWW

propio natural tiende a cegamos respecto a lo que consti- los actos son 13mlrum'tc "egoístas" es absurda porque "qu."
51‘;
mi.

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ISI. YO AIORAL ¡89
¡88 TEORÍA DE LA VIDA MORAL

o sea "yo," no tiene cl mismo significado en los diferentes ca, m'dolente, rutinaria, fácilmente desalentada. El único sig-
sos; siempre hay un yo involucrado, pero los diferentes nificado intelcgible que puede darSC a la "desinteresada" es
egos tienen valores distintos. Un yo cambia su estructura que el interés es intelectualmcnte justo, imparcial, que da a la
y valor dc acuerdo con la clase de objeto que desea y procu- misma cosa el mismo valor, ya sea que afecte a mi bienestar
ra. esto es, de acuerdo con las diferentes clases de objetos o al de alguien más.
ou que tiene un interés activo. Hasta aquí hemos estado tratando de casos en los que
la acción pone de manifiesto y forma al yo. En algunos de
La identidad del yo con el acto, que es el punto central
en la teoria moral, obra en dos direceiones. Se aplica a la estos casos el pensamiento en cl yo influye decisivamente en
interpretación de la calidad y valor del acto y a la del ser. el paso del deseo a elección y acción. Así, podemos decir que
Es absurdo suponer que la díferencta‘ entre la persona buena un acto manifiesta que su autor se respeta a sí mismo o
y la mala está en que la prun'cra no tiene interés o profunda que carece totalmente de vergüenza. El uso aprobatorio de
e íntun'a preocupación (que conduce a la íntima satisfacción términos tales como respeto de sí mismo, sentido de dignidad
personal.) por lo que hace, mientras que la persona mala y de vergüenza basta para mostrar que la conducta no es
es aquella que tiene un interés personal en sus acciones. Lo necesariamente peor porque el pensamiento en el que yo Sea
que constituye la diferencia entre las dos es la caltd‘ad del un factor de peso al decidu" qué hacer. Sin' embargo, cuando
m‘terés que las Lar‘actenza", ya que la calidad del m'terés de- atn‘buimos un acto a soberbia o falso orgullo lo desaproba-
pende de la naturaleza del objeto que Io despierta y al que mos. Obviamente, la conclusión es que la cuestión no está
se aplica. Y es tn'm'l o trascendental, reducido o extenso, en que el yo en que se piensa sea un factor o no, sino en qué
transt'ton'o o perdurable y exclusivo o inclusivo, de estricto clase de yo se piensa, y de que manera, para qué fin. Hasta
acuerdo con el objeto. Cuando se supone que porque una la expresión “respeto de sí mismo" es un término un tanto
persona actua' movida por un tn'terés, en cuya realiza’ción y ambiguo. Puede denotar un sentido de dignidad inherente
por masia de ella encuentra satisfacción y felicidad, obra a la personalidad como tal, un sentido que restringe la eje-
siempre por egoísmo, la confusión está en suponer que exis- cución de actos que la deshonrarían. Puede significar respeto
te una separación entre el yo y el fin perseguido, Si la hu, por la situación o reputación personal en una comunidad.
biera, el supuesto fin sería de hecho Sólo un medio para aca. Puede también significar enorgullectm'iento por el apellido
near algún provecho o ventaja al yo. Ahora bien, ocurren que se lleva o por alguna hazaña personal realizada en el
cosas como esta: Un hombre puede utilizar a sus amigos, pasado y de acuerdo con la cual se debe vivtr'. En las ul'tun'as
por ejemplo, como sun'ples aux1h"ares para progresar en su formas puede ser un decisivo apoyo y salvaguarda para una
profesión, pero en este caso no está m‘teresado en ellos como sabia elección o puede converttr‘se en una hueca y presun»
amigos', ni siqme'ra como seres humanos por propio derecho; tuosa stm'ulación. Todo ello depende, no del nombre genérico
está m’teresado en. lo que puede sacar de ellos, llamarlos empleado sino de ios elementos constitutivos del caso en
"amig‘os" es una simulación fraudulenta. En suma. la esen. particular. Casi la un’ica proposición general que puede es
cia de toda la distinción entre egoísmo y generosidad está tablecerse es que el principio de. equidad y justicia debe
en la clase de objeto en que el yo está m'teresado. Acción regir. La linea divisoria entre el orgullo legittm‘o y cl “falso,”
pongamos por caso, es trazada por la tgu'aldad o desigualdad
“desinteresada” no es lo mismo que acm'ón no interesada;
cuando tiene! este ul‘timo significado, la acción es apátiom de peso asignado al pensamiento en nutsetro propio yo en
1;;
190 TEORIA DF. LA wm MORAL EL YU MORAL ¡91'

cnmpuación con cl de los demás” Es cuestión de ¡lCÍllud in— bien común y hnsla incuh'nn en cl delincumw cams-"¿du el
telecïual dc objeliw'dad e immrcïalldml. El mal dc la suben (lcseo de desquímrse ¿mwandu las inm‘tuclnn'csSocialcs‘.- La
bla, la vanidad. cm, radica en su ínfimmcín pcnm‘l‘lldnm dc} compasión se clasifica urdinarianmmc como una {UCTZLHHIU‘
juicio, aunque. la humildad y la modestia puede!) ser 13’me- liso social», pero alguien que mm"icnlcmcmc culm" ¿asia
mcntc malas, ya que también pueden destruir m cquíljbrlo emoción puede encontrar, si considera los resultados, que
y equidad. está debilitando ‘Ll carácter. (lc los dmm’a y que, aunquc los
La co‘n‘sícleram'ón por los demás, como la propia‘ tiene dos muda .s‘upcz‘ficialnmntc, las está ¡xufijudicando fundammnal‘
sigmx'cados: puede expresar que la acclu’n contn’buye de. he» meme. - . ’
cho al bienestar de ellos, o puede significar que el pensa- Tales declaraciones no significan, por supuesto que de-
mw‘nlo cn su bien interviene como factor determinante en el ban suprímu'se la pasion por la justicia o la emoción de la
objetivo mmcivnte. La conducta, aun en el plano consciente, piedad, pero así 60m0 e] cambio moral verificado en la per-
sc juzga por lo general cn relación con los clemcntos dc las sona que irrcflexivamenlc arrebata algo que quiere es una
situaciones, su’l referencia explícita a los demás o a uno mís— expansión del interés hacía cl pensamiento en un circulo más
mo. El hombre de estudio. c‘l artista, el med’íco‘ o cl ingenua." amplio dc objetos. también lo son los impulsos que radican‘
ro dCSempenh' la mayor parte de su labor sm’ preguntarse en el polo opuesto, No es fácil convertir una cmcxu'ón mm
conscientemente si su trabajo vn a beneficiario a él o alguien díata en uu m'tere’s, ya que la operación requiere que busque,
más. Está interesado en cl trabajo mismo; tal interés obje- mos relaciones y consaucncias indirectas y sutiles. Pero a
menos." q’ue um-emm‘ión. llámesela egoísta a altruista. sea'
tivo es una condía'ón de salud mental y moral. Sería dlf‘ícil
ampliada dc esta manera, no hay mozaliglád reflexiva. (.‘eácr
imaginar una situación más morbosa que aquella en que una
sin reflexión. a un semimw’nto bondadoso es fácü; suprimir"-
persona pensara que cada acto malvado tendría que ser mo
lo tambxé'n es fácü para muchas personas; lo diñul'" pero na-
vido conscientemente por la consideración del bienestar de oesan‘o cs cansc'rvarlo cn (oda su prísúna intensidad, aunque
los demas"; sospecha-imei, que fuera hipoc’rz'ta el comercian-
dirigiéndolc, como condición previa a la acción, por los ca- Y
te que proclaman que el motivo de cada una de sus ventas nales del pensamiento. La unión del impulso benévolo con la
m el bien de su cliente. rel‘lem'on‘ imehgc'nte es cl interés que más posibüídad tiene
Sm’ embargo, hay ocaszo'ncs en que la referencu‘ conscw'nte
dc dar por resultado una buena conducta. Pero en esta un‘io'n
al bze'ncstar de los demáx es un'pcnn'va. Es un tanto curio-
el papel de la investigación reflexiva es tan importame co-
so, a primera Vis'ta, que esta referencia consuen'tc sea par-
mocl del afecto simpático.
ticularmente necesaria cuando el impulso m’medm‘m es de
stm'pau’a. Hay un fuerte impulso natural dc usenn'nu'emo
contra un índn'íduo culpable de actos mtlsoculcs', así como S 4. LA NATURALEZA INCLUSIVA DEI. INTERÉS SOCIAL
la convicción de que el castigo correspondiente de tal penso-
na es necesadammtc en interés de ln sociedad; pem el cn'tov El examen apunta hacía la conclusión de que ni el egoís-
río para juzgar el interés realmente sentido se basa en sus mo ni el altruismo ni niguna combinación de los dos cs un
consecuencias y no puede haber duda de que muchos casti- windpio satisfactorio. La personalidad no es algo que em‘
gos. aunque se considere que se aplican en m’tcrés de la jus ta aparte de la asociación e intercambia Las relauo'ncs que
tlcía socxa‘l, favorecen una encallecida m'dxf'erencia hacia el se producen por el hecho de que se formen interescs en este

— mm>uwwm,.» l.—._nwummwwmm;mww un “a u w
‘Illlllllllllll IHI Illlll ll'll ll
‘192 nom DE LA VIDA MURAL EL YO MORAL 1.93

medio social son mucho más importantes que los ajustes de ficilmente podría alcanzarse si el hombre de negocios a) pen-
los seres aislados. En gran parte, la acentuación teórica so. sara exclusivamente en aumentar sus propios m'tereses; b)
bre el problema del ajuste dc egoísmo y altruismo tuvo lugar en actuar de manera benéfica para los demás o c) buscara
en una época en que el pensamiento eta de un carácter deci- una transacción entre ambas cosas. En un orden social jus-
didamente individualista. Se formuló la teoría pensando en tamente organízado, las mismas relaciones que las personas
individuos que se suponían naturalmente aislados; las dispo- guardan entre sí requieren de quien se dedica a una línea de
siciones‘ somiales se considemr'on secundarias y mtiticiales. negocios la clase de conducta que satisfaga las necesidades
En esas condiciones intelectuales, era casi inevitable que Ia de los demás, al mismo tiempo que le permite expresar y sa—
teoría moral se preocupara por la mestio'n de la motivación tisfacer las capacidades de su propio ser. En otras palabras,
egoista versus la altruista. Como el individualismo dominan- los servicios serían rccíprocos y cooperativos en su efecto.
te se expresaba en una teoría y práctica económicas que en- Confiamos más en un médico que reconoce la importancia
señaban que cada hombre era movido por una exclusiva social de su profesión y que está dotado de conoctm1"cntos y
consideración de su propio provecho, los moralistas fueron destreza que cn otro que es animado exclusivamente por el
in'ducidos a insistir en la necesidad de algún freno para este afecto personal, por grande que sea su fervor altruista. La
despiadado individualismo y a acentuar la supremacía en acción política de los ciudadanos de una comunidad orgamï
mora! (a díferencna' de en los negocios) de la simpatía y la zada no será moralmente satisfactoria a menos que tengan,
consideración benévola para los demás. La significación fun- individualmente, disposiciones de simpatía. Pero el valor de
damental de este llamado es, sm' embargo, hacernos com- esta simpatía no es un dictador directo de la conducta. Al
prender el hecho de que tanto la consideración por el yo c0- pensar en cualquier problema político complejo, se compren.
mo la consideración por los demás son fases secundarias de dcrá cua’n corto es el camino que la benevolencia irreflcxiva
un interes‘ más normal y completo: la consideración por el puede recorrer. Tiene un valor, pero éste consiste en el poder
de hacernos atender ampliamente a todos los lazos sociales
bienestar e integridad de los grupos somal'es de que forma-
que intervienen en la formación y ejecución de las normas. En
mos parte.
otras palabras, la consideración por el propto' ser y la consi-
La famili'a, por ejemplo, es algo distinto de una persona
deración por lo demás no deben ser motivos directos de la
más otra, más otra. Es una forma perdurablc de asom'acio’n
acción manifiesta. Deben ser fuerzas que nos lleven a pensar
en la cual los miembros tienen desde un principio relaciones en objetos y consecuencias que de otra manera pasarían m'-
mutuas, y en la que cada miembro orienta su conducta pen- advortidos. Estos objetos y consecuencias constituyen en-
sando en el grupo entero y en el lugar que ocupa en el mis- tonces el interés que es el motivo correcto de la acción. Su
mo, más bien que por medio de una acomodación del egoísmo contenido y materia'l están compuestos por las relaciones
y el altruismo. Se encuentran ejemplos sun'tl'ares en las que los hombres sostienen realmente entre unos y otros en
asociaciones de negocios, profesionales y politicas. Desde el cuestiones concretas.
punto de vista moral, la prueba de la bondad de una indus- El m'teres‘ en el conjunto social del que uno es miembro
tria es que sirva a la comunida'd como un todo, satisfaciendo trae necesariamente consigo el m‘terés en el propio’ ser. Cada
sus necesidades eficaz y justamente y que al mismo tiempo miembro del grupo tiene su sitio y labor; es absurdo suponer

Y yy.
proporcione un medio de vida y de mejoramiento personal que este hecho tenga importancia tratándose de otras persa
v
i
y
al individuo que la administra. Sin embargo, esta meta di? nas, pero que carezca de ella en el caso propio. Suponer que
4
{94 TEÜRÏA ve LA va MORAL
EL YO MORAL 195

cl lnteres' socxa'l es incompatible con la prcoaipación por la nificcn'ria filantrópico puede emplearse para encubrir una
propia salud, educación, mejoramiento, facultad de juicio, brutal explotación económica". Los donativos a bib'iiotccaá
etc... es literalmente insensnto. Puesto que cada uno de noso- hospitales, misiones o escuelas pueden emplearse como me;
tros es miembro de los grupos sociales, y como éstos no tie.

_
dins para hacer“ mu's tolerables las instituciones existentesy
nen existencia independiente delos seres que los componen, para procurar la inmunidad contra el cambio social.
no puede haber un interés social cícctivo a menos que al Asimismo, la. benevolencia deliberada se usa como medio
mismo tiempo haya una inteligente consideración por nues- al» de mantener a los demás bajo dependencia y para manejar‘
.,.
tro‘ propio bienestar y mejoraime'nto. L‘Ie‘rtamente, hay una sus asuntos. Por ejemplo, los padres que no pmstmi la debi-
f.
responsabilidad ¡m‘marm‘ sobre cada m’dividuo. con respecto ‘l
da atencion a la creciente madurez dc sus hijos, justifican
a su propia fuerza y desarrollo. No podria imaginarse una una u‘itromisión injusu'ftcablc en sus asuntos, alegando los
comunidad más mirógrada c inefectiva como tal, que aque bondadosos sentimientos paternales que los miman. Trans
lla en que mdd miembro descuidara sus propias ocupacio- portan los habitos de acción formados cuando los niños eran
nes por atender a las de sus vecinos. Cuando la personalidad prácticamente indefensos a condiciones en las que los jove
se considera como lo que es, como algo que existe en relay nes quieren y necesitan defenderse ellos mismos. Se enorgu.
ción con los demás y no en un aislamiento irreal. la indepcn llecen de una conducta que crea una sen/ii sunn‘sión o blon'
dencia de juicio, la intuición personal y la integridad e inicia- un amargo resentimiento y rebelión de sus vástagos. Tal vez
tiva se convierten en virtudes indispensables desde el punto no puede encontrarse un mejor caso probatorio del contras
de vista social. te entre el "altruismo" abstracto y la consideración por la 4
El concepto que con frecuencia se tiene de la caridad nos personalidad ligada a la consideración de las realidades de
muestra el dañ'o que puede ocaS‘t'onarse cuando las relacio- una situación social que el que nos proporciona un ejemplo
nes sociales objetivas se hacen pasa'r a segundo término. Tenv como este. La lem'ón moral no os que los padres deban ha.
der una mano bondadosa a un ser humano en desgracia o a cerse indif'etcntes ¿l' bienestar de sus hijos. sino que la consxï
una multitud sorprendida por una catástrofe común, es una dentición inteligente de su bienestar comprende la necesidad
cosa nm natural que casi resultaría mn'ecesarío alabarla co- de una creciente libertad con la creciente madurez. Esta lil
mo una virtud; pero la teoría que erige a la caridad en si y berlad se revela en el cmbio de los hábitos formados cuando
de por sl en una suprema excelencia es la supervivencia de la consideración por el bienestar reclam'aba una clase dis
una sociedad feudalmente estratif‘icada. es decir, de condi- tinta de conducta. Si generalm’tos la lección de este ejem-
cione,s en las que una clase superior alcanzaba mérito hacierr plo, llegamos a la conclusión de que los actos manifiestos de
do cosas gratuitamente para una clase tnf'en‘or. La objeción caridad y benevolencia son frases incidentales de la moral,
a este concepto de caridad es que con demasiada facilidad la requeridos en ciertas circunstancias, más bien que su prim
convierte en una excusa para mantener leyes y disposiciones cipio esencial. Este se encuentra en un sentuniento que cons-
sociales que deberían ser cambiadas en m'terés de la equidad tantemente se expande y cambia de lo que las realidades
y la justicia. Esa “caridad” puede usarse hasta para admi- concretas de las relaciones humanas requieren.
nistrar un calmante a la conciencia social del in‘dividuo y Un tipo de teoría moral sostiene que la realiza'ción dBi
para bon-ar con dádivas el resentnme"nto que de otra manera destino propio es el ideal ético. Hay una ambigüedad en el
se desert-eliana en quienes sufren la m'justicxa‘ social. La mu- concepto, que servirá para ejemplificar lo quese ha dicho
l96 IEORÍA DE LA VIDA MORAL EL YO MORAL 19'!

acerca del yo. La realización del propio destino puede ser en los valores que son comunes, en el que el m'tcrc’s se en.
el fin en cl sentido de ser un resultado y limite de la acción foquc en objetos que contribuyan al enriquecimiento de la
correcta, sm‘ ser el fin' en perspectiva. La clase de yo que se vida de todos. Si identificamos los intereses dc un yo como
forma mediante la acción fiel a las relaciones con los demás éste con las virtudes, podemos decxr', con Espinosa, que la
será un yo más ca‘bal y extenso que el que se cultiva aislada- felicidad no es la recompensa de la virtud, sm’o la virtud
mente o en oposición a los propósitos y necesidades de otros. misma.
En contraposición, puede decirse que la clase de yo que re-
sulta del aliento generoso del m'terés constituye por si solo 5 5. RESPONSABILIDAD Y LIBERTAD
un desarrollo y realización de Lsí mismo, mientras que la otra
forma de vida obstruye y aniquila la personalidad al sepa- Los problemas éticos conecta-dos con el hecho de la perso
rarla de las conexiones necesarias para su desarrollo. Pero nalidad culminan en las ideas de responsabilidad y libertad.
hacer de la realización de si mismo una meta consciente Ambas ideas están ligadas a cuestiones de gran trascendencia
podría impedir y probablemente irnpediria la cabal atención que han provocado mul'tiples controversias en metafísica y
hacia las verdaderas relaciones que producen el más amplio religión, así como en moral. Las consideraremos solamente
desarrollo del yo. con respecto a los puntos en que esos conceptos están clara-
Lo mismo ocurre con los intereses del yo que con su reali- mente conectados con el análisis que antecede. Considerado
zación. La felicidad final de un m'dividuo radica en la supre- asi, aya se ha tocado un importantes aspecto de la responsa-
macía de ciertos intereses en la conformación del carácter, bil'idad, en relación con la transformación de las tendencias

r- www-1.
que son los intereses vigilantes, sinceros y perdurablcs en innatas y psicológicas en rasgos de un yo, que ue'nen sigui.
los objetos de que todos pueden participar. Se encuentra ficación y valor moral. ’ '
en esos intereses más bien que en el logro de resultados ex- Las demandas de la sociedad y las aprobaciones y condo-
_ tornos concretos, porque esta clase de felicidad es la um"ca naciones sociales son factores importantes en la realización
que no está a merced de las circunstancias. Nm'guna suma de este cambio, como hemos tenido ocasión de observar. El
de obstáculos externos puede destruir la felicidad que deri— punto un‘portante es que sc use‘n para producu" un cambio
va de un vivo y siempre renovado ¡n'tcrés en los demás y cn en la actitud de quienes están sujetos a ellas, especialmente
las condiciones y objetos que fomentan su mejoramiento, A el cambio intelectual de reconocer relaciones y significados
aquellos en quienes estos intereses son vivos (y florecen que hasta ahora no se asociaban con lo que ellos hacen. El
hasta cierto punto en todas las personas que no están ya error más común en relación con la idea de la responsabilidad
pervertidas) su ejercicio trae felicidad porque satisface al consiste en suponer que la aprobación y la repmbación tie'.
yo. No son, sm' embargo, preferidos y procurados porque nen un efecto retrospectivo en vez de prospectivo. La posi-
den mayor felicidad, sino como expresión de la clasc de per- bil'idad de una conveniente modificacion del carácter y la
sonalidad que un m’díviduo desea fundamentalmente llegar selección del curso de acción que haga de esta posibüidad
a tener para que constituyan una felicidad unica" en su clase. una realidad es el punto central de la responsabilidad. Al
La última palabra acerca del sitio del yo en la vida moral nm"o, por ejemplo. sc le hace al prm'cipio responsable de lo r

'22 ï
es, pues, que el problema mis‘mo de la moral consiste en que ha hecho, no porque deliberada y conscientemente hu-
formar un conjunto original de tendencias impulsivas den- biera m’tentado tal acción, sino para que en lo futuro pueda

.‘¿Z‘i‘x
tro de un yo volitivo en el que los deseos y afectos se oentren tomar en cuenta los efectos y consecuencias que dejó de com
198 TEORÍA DL' LA VIDA .MORAL EL YO MORAL mi
sidcrar en lo que ha hecho. esto cs cn lo que cl actor aquellos métodos que habrán de tenir la mayor probabilidad
humano dificre dc una piedra y dc una cosa manimada y, de mcxlih'car de manera conveniente la futura actitud y can-
por su’pucs'to, de los animales de escala inferior. ducta (lc ellos. No hay un principio inharcntc a la justicia
Sería absurdo hacer responsable a una piedra por haber rctribuiiia que ordene y justifique cl uso de la recompensa
caído de una altura y lastimado a una persona o culpar al y cl castigo inrlcpcn‘díentemente de sus consecucm¡as ¡en
árbol que cae y aplusia a un cambiante. La razón de que Sea cada caso especifico. Apelar a tal principio cuando el castigo
absurdo es que tal inculpación no tendria ni podria tener origina cncallecimicmo, rebelión, i'nresniosidad pum evadir-ln,
ninguna influencia concebible en el futuro comportamiento etc, no es sino un método de negarse n rcconoccr la respon-
de la piedra o el árbol, ya que éstos no tienen conciencia de sabilidad. Ahora bien, la consecuencia más imm‘ariamo es
las condiciones que los rodean y que los obligan a conocer aquella que ocurre en la actitud personal: la reafirmación de
y modificar sus actitudes y disposiciones. Al ser humano un buen hábito o cl mmbio dc una mala lcndencia.
se. le hace responsable para que pueda aprender, no teórica y El punto en el que las teorías sobre la responsabilidad
ncadénu‘cam'cmc, sino de manera tal que lo haga modificar se equivocan es el intento de basarla en un estado dc cosas
y, hasta cierto punto. rehacer su yo anterior. La cuestión que precede a la acción de hacer responsable a una persona,
de que pudo haber obrado de manera distinta mando obró en vez de fundar‘la en lo que la sigue como consocuoncia‘ de
carece de importancm'; lo un‘portante es que sea capaz de ella. Se hace responsable a una persona para que pueda
obrar de manera diferente en la siguiente ocasión; la impor- hacerse responsable, es decir, corresponder a las necesidades

,
tancia práctica de efectuar cambios en el carácter humano y derechos de los demás, a las obligaciones implícitas un su
es lo que hace importante la responsabili'dad. No se hace posición. Qm'enes hacen responsables de su conducta a los
responsables a los niñ'os, imbéciles o dementes, porque en demás son, a su vez. responsables de hacerlo de manera que
ellos hay una incapacidad para aprender y cambiar. Con todo esta correspondencia se desarrolle. De otra manera ellos
aumento de 1a capacidad de aprender se desarrolla un mayor mismos son irr'esponsables en su conducta. La mem o limite
grado de responsabilidad. El hecho de que una persona no ideal sería que cada persona respondiera completamente de
dolibcrara ames de la ejecución de un acto que produjo lesión todas sus acciones; pero mientras se encuentren mie-vas con.)
zorras. el que no haya tenido propósito om'tención al actuar. diciones no puede alcanzarse esta meta, pues cuando scan
no tiene om sigm"ficación que la de poder proyectar luz enteramente distintas dc aquéllas que se han experimentado
sobre la clase de reacción de esas otras personas, la cual an'ten'onncnte. no se puede estar seguro de la correccion del
posiblemente la haga deliberar la sigm‘ente vez que actúe en conocimiento y actitud Ser responsable ante otros es, en
circunstancias sinn'lans. El hecho de que cada acto uen’da a cada uno de estos casos, una importante. salvaguarda y una
formar, por medio del hábito, un yo que habrá de realizar' fuerte directriz del desarrollo. 5
cierta cine de actos, es teórica y prácticamente el fundamen- En las discusiones teóricas, la idea de libertad ha sido
to de la responsabilidad. No podemos deshacer el pasado seriamente afectada por conceptos erróneos de la naturaleza
pem podemos afectar el futuro. de la responsabilidad. Quienes han buscado un antecedente
De s'hi que la responsabilidad en relación con el control que 51rv'a de base y justificación a la responsabilida'd lo han
de nuestras reacciones a la conducta de los demás sea doble. situado usualmente en la “libertad dc albedrío" y han inter
Las personas que emplean la alabanza y el reproche, la re- prendo el significado de esta libertad como un poder inmo
compensa y el castig'o, son responsables de la Selección de tivado de elección, esto es, como un poder arbitrario para
200 TEORÍA DE LA VIDA MORAL EL YO MORAL zm
escoger, sin ninguna otra razón que la de que la voluntad esco- en convertirla en, realidad. La potencialidad de libertad es
ge de esta manera. Se al'ega que no hay justicia en hacer u'n don o parte inherente a nuestra constitución en lo que
responsable de su acto a una persona a ¡nenes que igual respecta a que tenemos capacidad de desarrollarla y de tn
mente hubiera podido obrar de otra manera, pasando com- teresamos vivamente por el proceso y dirección que loma.
pletamente por alto la función de tener la responsabilidad La libertad real o positiva no es un don natural sino adquiri-
de meyo‘rar su conducta futura. Un hombre pudo haber “ac- do. En el grado en que nos demos cuenta de las posibilidades
tuado de manera distinta a como lo hizo" si hubiera sido de mejoramiento y nos preocupemos activamente por mad

¿a vi
l
una diferente clase de persona y el objeto de hacerlo respon- tener abiertas las vias de desarrollo, en la medida en que '

Sáez?
sable de lo que hizo (y de ser la clase de persona que fue luchemos contra el anquilosamiento y la fijeza, haciendo rea-
al hacerlo) es que pueda convertirse en una persona dife les así las posibilidades de recreación de nuestros seres, se-
rentoy, de ahí en adelante, escotger distinta clase de fines. remos realmente felices.
En otras palabras, la libertad en su sentido práctico y Salvo como resultado de una evolución restringida, no
moral (dígase lo que se diga acerca de ella en algún sentido existe cosa tal como un yo fijo, ya hecho y acabado. Todo
metafísicu) está conectada con la posibilidad de desarrollo, ser viviente causa u Ocasiona actos y es causado o motivado
aprendiza'je y modificación del carácter, tal como lo está la a 'su vez por lo que hace. Toda acción voluntaria es una
responsabilidad. La pnn'cípal razón de que no pensemos que modificación del yo, dado que crea nuevos deseos, instiga
una piedra es libre es que no tiene capacidad para cambiar a nuevos modos de esfuerzo, trae a la luz nuevas condicio-
su forma de conducta o para readaptarse intencionalmente nes que establecen nuevos fines. Nuestra identidad personal
a nuevas condiciones. Un amm’al como el perro muestra se encuentra en el hilo de la continua evolución que liga en
plasticidad; adquiere nuevos hábitos bajo la tutela de otros, un solo haz estos cambios. En el más estricto sentido es im»
pero desempena' un papel pasivo en este cambio, no lo inicia posible que el yo permanezca estático, está earn‘biando una y
y dirige, no se interesa en él por su propia cuenta. En cam- otra vez para bien o para mal. Es en la calidad del cambio
bio, un ser humano, hasta un mio pequeño, no sólo aprende, donde reside la Virtu'd. Nos fijamos éste o aquel fin que que.
sino que es capaz de interesarse en aprender, en adquirir remos alcanzar, pero el fm" es en si mismo un desarrollo.
'

nuevas actitudes y disposiciones. A medida que maduramos, Hacer de un fin‘ una meta fm‘al no es otra cosa que frenar
adquimn’os usualmente hábitos que se afirman hasta el pun. ese desarrollo. Más de una persona se desalienta moralmente
to de llegar a ser rutinarios, pero a no ser que estemos com- por no haber logrado el objeto en que puso su resolución.
pletamente fosihz‘ados, podemos romper viejos hábitos y pero, en realidad, su condición moral es determinada por
formar otros nuevos. Nm'gun' argumento sobre la causalidad su movimiento en esa dirección, no por su posesión. Si esa
puede afectar el hecho, comprobado constantemente en la persona pusiera su pensamiento y deseo' en el proceso de
experiencia, de que podemos aprender, y aprendemos, y dc evolución en vez de en alguna meta ulterior, encontraría una
que el aprendizaje no se lmn"ta a la adquisición de infon nueva libertad y felicidad. Es el paso siguiente el que tene-
mación adicional sino que se extiende a la modificación de mos facultad de dar.
Se deduce que en cada punto hay una distinción entre un
l

tne'jas tendencias. A medida que una persona se convierte


en un ser o carácter diferente. desarrolla diferentes deseos y yo caduco y ya realizado y uno nuevo y en movimiento, entre
elecciones. La libertad en sentido práctico se desarrolla el yo estático y el dm'ánu‘co. Constituyen el pnm'er aspecto
cuando uno. se da cuenta. de esta posibilidad y pone interés los hábitos ya formados‘ El hábito da facth‘dad, y sxe'mpre

v v p'r .u-vn ¡l’uow


v .. nmvwawgby‘p’_m.tm‘m .. a. , .,
2D,?
'
"¡URL-k Mi LA VÏDA MORAL EL YO MORAL ¿"ni y
cxictc (m nominas la 1md.mcia a (kirmimos en mmmms inu- Prácticamente todos los moralistas han hecha hincapié
neics, a amm-mos a lo que va hen‘ms ¡amada Por ser ese c! en la distinción entre un yo inferior y cum superior. remitir;-
em'm'no mm fácil, nos sentimos a msm y cómodos en las dose al yo cama! y al espiritxmi, ai animal y al verdaderau
lineas 'd‘e acción que siguen ios mrn‘ics de ios hábitos ya meme humano, ai sensual y al racional, que cxisten’iado a7
establesidos Y dominadas. De aqui que el yo viejo. cl habiï lado en e} hombre y que están en pugna uno con utru. Los
tual, puede negar a ser considerado como el yo; cunw si ias moralisias im supuesto con frecuencia que la {inca que
nuevas condiciones y im nuevas demandas fuman algo extra- los separa puede trazzuse de una vez por tndas basnn'dose en
flo y hostil. Nos incomoda la idea de iniciar nuevos rumboc, las cualidades.’ y rasgos definidos que corresponden respectiva-
nas rcpelen las dificultades que entraña seguirins, emivaa mente a uno y a! otro. Sin embargo, la un'ica distinción que
mos asumir una nueva responsabilidad. Tendcmm a prcfcm" puede hacerse sin reducu" la moral a una cosa‘ comcmzional,
a! vicya yo y a hacer de su perpetuación ¡a norma de nuestras a una wmpiaancia fm'saica o a una lucha ruda y sin es-
valuaciones y el fin de nunsira conducta. De esta manera, nos ' perann por. alcanzar io inalcanzable, es entre el yo formado
dejemos de ias condiciones reales y de sus requerim'iamos y estático y e! móvil y dinámico. Cuando se hdb’lfl del yu
y oportunidades: escogemos y hacemm rigido el yo. inferior annn'a}, y de cosas por e} estüo, siempre se hace
En cambio. ci yo en desarmflo, en cremmi'ento, liberado, por calm-¡ste no basándose en algo fijo y material. Una
sale al encuentro de nuevas demandas y ocasiones y se readap- personalidad que fue vudaderamente moral en un conjunta
ta y modifica en ei proceso de encontrarlas. Acoge con gusto de ermdiciones anteriores pineda volverse sensual y antojadiz.”a
las situaciones desconom'das. La necesidad de escoger entre cuando se enfrenta a la penosa necesidad de desarrolla!“ nue-
los intereses del yo viejo y ios del que se está formando y vas acütudes y de dedicarse a nuevos y difíciles objetivos.
moviendo, es pm’ódica. Se encuentra en cada etapa de 1a Y, comunmente. ei yn superior es el formado por el paso
civnliza‘ción y en cada fase de la vida; la encuentra el hombre dado bach adelante por uno que ha estado viwe'ndo en un
civilizado así como el salvaje, e! habitante de los arrabnles plano inferior. A! dar el paso, eXpen'mema una sensación de
y ei que vive en un medio elegante, la persona “buena” y la libertad. Si definimos la ley moral como la orden dada a
"mala": pues en todas partes hay una oportunidad y una cada yo de identifica'rse en toda ocasión posible con un nuevo
necesidad dc ir más allá de lo que uno ha sido, más allá de desarrollo, también posible, la obediencm‘ a la ley viene a
"uno mismo," si el yo se identifica con el Conjunto de deseos, ser lo mismo que la libertad moral.
afecm y hábitos quc han sido poderosos en el pasado. Poda.
mas decu" en verdad que la persona buena es precisamente Para concimr‘ la exposición teórica de esta parte, haremos
aquélla que es más consciente de la alternativa y que más sc un resumen exponiendo ei punto de vista desde el que Locios
m'teresa por encontrar oportunidades para el yo que se está‘ los diferentes problemas e ideas han sido contemplados, ya
fonnandoo desarmliando de nuevo, ya que por “buena” que que este punto de vista es el que nos da el hilo que los
haya sida, se vuelve “maia” (aunque actúe en un piano mln- umfica: Las conceptos y procesos morales nacen naturalmen-
tivamcnte elevado de reahza'ción) tan promo como deja de te de las condwza"nes rms’mas de la vida humana. 1) El deseo
responder a la demanda de desarrollo, Cualquiera otra base es parte integrante de la naturaleza intrínseca del hombre;
pam juzgar ia condición moral del yo es convencional. En rea- no podemos concebir un ser humano que no tenga deseas.
lidad, ia dirección del movimiento, y no e! piano de reali- necesidades. ni uno a quien e! cumplim'iemo dei deseo no
zación y descanso, determina la calidad moral. pmporcm‘ne sau'sfacción. Tan promo como se alesana-la la
204 TEORÍA-DE LA VIDA MORAL EL YO MORAL 205

facultad de pensar, las necesidades dejan de ser ciegas; el la naturaleza humana desde el exterior, smo‘ que nacen de las
pensamiento mn'a hacia adelante y prevé los resultados. For- funciones y necesidades propias de la misma. Los aspectos
ma propósitos. planes, objetivos, fines en perSpectiva. De esaS'

,
particulares de la moral son transitorios y con frecuencia
universales e inevitables realidades de la naturaleza humana

.
defectuosos y pervertidos en su manifestación material. Pero

«‘4".
nacen necesarian'mnte los conceptos del Bien y del valor de la estructura de los conceptos morales es tan permanente
la fase intelectual del carácter que, en medio de todo el como la vida misma.
conflicto de deseos y propósitos. lucha por m'tuir’ la satisfac-
cion’ m'clusiva y duradera: la sabiduría, la prudencia.
BIBLIOGRAFIA
2) Los hombres viven y se unen natural e inevitablemen-
te en sociedad; en compañerismo y competencia; en relacio- Acerca del yo en general, véase Psychology of the Moral Self, 1897,
nes de cooperación y subordm'acio'n. Estas relaciones se de Bosanquet; Things and [deals de Otto, 1924, Cap. VI; Human Nu.
expresan en demandas, derechos, expectaciones. Una perso- ture and Social Order de Cooley, 1922, caps. V-IX; Human Namre and
Conduc! de Dewey, 1922, págs. ¡34-139 e Indice. El concepto de aL
na tiene la convicción de que la satis'faceión de sus demandas truismo, bajo ese nombre, fue m‘troducido por Comte. Véase su 5:3-
por parte de otras es su derecho; para esas otras, las deman- tema de Política Positiva, Introducción, cap. III y Parte Il. trad. ing}.
das son una obligación, algo que se debe y que hay que dar 1854, cap. II; un buen resumen se halla contenido en Philosophy of
Comte de havy-Bruhl, trad. in'gl. 1903, libro IV; véase Prmc‘iples of
a quien las presenta) De la acción recíproca de esas deman- Ethics de Spencer, Vol. I, parte I, caps. XLXIV.‘ Science of Ethics
das y obligaciones surge el concepto general de la ley, el de- de Stephen, 1882, cap. VI; Recent Tendcnae's m’ Ethzc's de Sorley, 1904:
ber, la autoridad moral o el derecho. Methods of Ethics de Sidgwick, 1901, págs. 494507; An Ethieaï Philo-
sophy of Life de Adler, 1918; Dictionary of Religion and Etinc's de"
3) Los seres humanos aprueban y desapmeban, simpati-
Hastm'gs, 1922, artículo sobre "Altruismo"; Ethics de Sharp, i928,
zan y se resienten, tan natural e m'evítablemente como pto cap. V, sobre el sacrificio propio, caps. XXII y XXIII: ToIszot' and
curan los objetos que quieren y como im'ponen demandas y Nietzsche de H. E. Davis, 1927; The Good Man, and The Good de
se sujetan a ellas, Así, el bien moral no se representa mera- Calkm's, 1918.
Sobre la libertad y la responsabilidad, véase Ethtt‘s de Sharp.
mente como aquello que satisface el deseo m' como lo que 1928, cap. XII; Wd'l to Believe de James, 1915. ensayo sobre el "De"
cumple la obligación. sino como lo que es probable. De la lema del Detenninismo"; Ethics de G. El Moore, 1912, caps VI; Fru-
multitud de fenómenos de esta clase emergen las ideas ge- dom in the Modern World. 1928, editado por II. M. Calleri. especial-
mente Ensayos I, III, XI, XII; Human Nature and Camina de Dewey,
neralizadas de virtud o excelencia moral y de la norma que 1922, págs. 30l3l7; Moral Values de Everett. 1918, mp, XXI; A Modern
regula la manifestación de aprobación y desaprobacíón, de Theory of Ethics de Stapledon, 1929, cap. XI; sobre el interés propio
alabanza y reproche. véase Fable of Bees de Mandeville.
Sobre la reahza'ción de la propia personalidad vé'ase Methods of
Los fenómenos especiales de moral cambian' periódica- Ethw‘s de Sidgwick, 1901, libro I, cap. VII y libro II, cap. V; SelfReav
mente con el cam‘bio de las condiciones sociales y del nivel lizatíon de Wrigth. 1913: Ettc'a de Aristóteles; Prolegomerm lo Ethics
de cultura. Las realidades de desear y proponer, de la de de Green, 1890 (véase la crítica de Green en Philosophu‘ul Revww“ de
Dewey, Vol. II, págs. 652-664); The Nature o! Goodrwss de Palmer, 1903.
manda social y la ley, de la aprobación sun’pática y la desa-
pwha,cró'n hostil son constantes. No podemos imagm‘ar que
desaparezean mientras la naturaleza humana siga siendo na-
turalm‘ humana y mientras el hombre viva en asociación
con otros. Los conceptos fundamentales de moral no son,
por‘lo tanto, arbitrarias ni arnf‘lcm’les. No son impuestos a
Acción voluntaria, véase Carácter, Benevolencia, como norma, ¡19‘
Elección, Deseo, T‘mes, Voiun sigt‘cs., véase Sim'patia
tad Bemham. Jeremías, sobre la ¡n'-
Actitud. véase Carácter, Hábito tención, 35, 38; criticada por
Agatha», HS i Mill. 122-124, ¡52
Aislamiento, de la moral, ¡46447 Bien, el hedonismo definido y cri-
Alabanza, véase Aprobación ticado, 5868, Cap. Il; como fer
Altruismo, teoria del, 18349}; pe h'cidad, 66 sigtes; relacionado
h'grus del, 186 sigte” X95 con la sabiduria, 57-58; team"
Amistad, 70, 92 epicúrea de, 6%“; mmo con-
Animo, 142 quista de la pasión, 73-79: como
Aprobación, mmo concepto cen» m’tereses objetivos, 78«85; con-
tra), 47 y Cap. IV; su calidad flm'to de, 81-87; en el utih’tan's-
innata, 112 sigtes; y virtud, H4; mo, 122 ss.; doble sigmf'icado
y normas, 1151.38; teoría unl'ita- de, 148-149; natural y moral. 127
ria de, 122 sigla; como faena Bondad, véase Virtud
moral, 133: como fuerza social,
l7&179, 197 sng'te. Cambios, sociales, efectos mora-
Aristóteles, referencias a, 66, 80; les de, 40, 43
sobre el juicio del bien, 157150- Carácter, (estable, 27; y conduc-
bre el carácter. 177 ta. 2935; central, 34; e inten-
Arnold, NL. 31 ción. 37; como criterio de los
Asoeu‘smo, y los címco's, 74; como placeres, 61 sxg'tes; y juicio
fin, 73579, 84 moral, 156 aigt'es., y fin. 119124;
chiación, un hecho necesario. anaiun"do, 26-19: continuidad de,
192 30
Autoridad, en moral, 46; Ca.p. lll Caridad, concepto erróneo de, X94
passtm, csp‘ 8830 sigtc. Carla/le, Thomas, 13!
Casxidad. y cuito. 41
Bam‘, sobre el placer como fin, Castigo, véase justicia
59 Casuistica, 164 sigte.

w "¡WN «qu,—_,um,
N’w‘g« 7%; aun-W
‘ .

Ïzm

. <9.»
íchn
INDICE zu“
Ciencia, y progreso moral, 4344 Dtrwo, en relación con pensamien-
Goldsnn'th, 0., 33 James, Wilh’am‘, sobre '{a pasión
_ sigla, 170 to, 52 sigan: véase Bien
Guerra, cmno problema moral, y ,la reflexión. 56; sobre el cien
' Cím‘cos, 74 Demo, en relación con pensar

-
24, 42 ciciu moral, 75, "71; sobre el
‘ Cocrción, 28. 9}, 99- miento, 52 sígtu; véase Bien
amor a ¡mo mismo, 184 Sigur.
Concxc'ncia. 3' moral reflexrv'a. ZX De.sm‘1cres.', 71-188 Hábito, 75, 79; y c! yo, 32 Sigtu,‘ y Juicio, moral, Cap, V; 81‘) objeto,
Deslealtad. como violación, 104,

Y
sigteg naturaleza de. 147, anali- propósito, 50. smc-s, como fumo SS; como facultad m'dqwndienr
h'zada, ¡58161 siglc. moral, 75 Aqua; e interés obje- te, 89'. como práctico y (quiro.
Conducta, en relación con el. ca- Disccmimíemo, verdadero y faL tivo, 79 sigla" véase Caracter, H3, y simpatía, 131, ¡49 aigteq y
rácter, 29‘37: imph'oa' con!m’u1—' se, 145; véase Juicio, Moral
Conducta e! yo, 178; véaae‘ {nautiom'smm
dad, 30 31'3th 96 Dhïxíplm‘a. 78
Hazh‘n, sobre cl placer y el bien, Sabiduría
Conformismo, ¡06 Dogmatismo, males del, 152
63 Jusnc'in, y norma, 12943.3; como
Conflictos, 3,8, 42, ocasión de re.
Hcdonismo, crítica de, 580.8, 180; vinuvd, 140-141; concepto ¡aga
flexión, Z4 sima, 81; de deseos, Educación, 122 lista de, 133
confusión dc la teoría dc los fx'—
57 stgï.”e.,' y clmrcxión, [75 sigte. Egoísmo, 184-191; en Kant, 93; na-
nes del deseo con La de las nor-
Oonocu'm’cmo, Cap. V; de persa» turaleza del, 185-188 Kalon y Kalokagarhos, HS. 156
mas, 117 sigla, paradoja de,
nas, 154; voluntad de saber, 169 Elección, 175 sigla; y e! yo, 176
126 Kant, subordina el bien a ¡a ley.
sigtc.

,
Cansecucjwias, y motivo, 35 siga. 92 sigma: separación de motivo y
Herbert, 0., 159
Eliot, George, 67
x 60, 94100, 129 sigte.; en uuh"La- Hipoacsía, 138 consecuencias, 35. 94; el deber
'rísmo, 122 sigter, en el yo, ¡75 bn'erwn‘, sobre la abszme'naa', 81 como’ umve'rsal y panicuiar, 95
Honradcz, mo norma, 72
Empirismo, véase Xntuicionismo sigla; sobre el aumxm’x‘cntu,
sign: Humanitarísmo, H7
Convenícncia, 80 Epicu'reos, 68-76, 81 145 sign; sobre la bum 'vo»
Hume, D., ¡16
Escuela del Sentido Moral, véase lumad, 1'24 r
Costumbrt. y rtflenó'n, 23 sigtc.


Xniuícioms‘mo
Criterio, moral, 47 siglo, véase Ideal. naturaleza del, 159
Etica, 45-48: teorías de, Cap. I Laíssez faire, 130
Norma, Utilitarismo Igualdad. ¡17, 139
Exito, como fin, 72-73, 112 Lealtad, Cap. ¡Il
Imperan'vo categórico, véase Kant

.
Legalísmo, 133, 165; vub‘ï. Influen-
Deber, 92-98, Cap. m; demandas lnconformxdad. 107
Factores estéticos, influencm’ mo cxa' jurídica, La)", Derecho
somal'es, 90-92; jusuf'icación del, Inditereucm", de actos. 3X
mide, 8X, ¡15,156 Ley, moral, deber, Cap. Ill ’
100407; sentido generalm’do lndividuah‘smo, y justicia, 130
Felicidad, su constitución, 67 Libertad, naturdl'ct'a de. 199-200
del, 108 sigan, y como función sigtc., 196; y disposición perso- sxg‘tc; como teoría, 192 sigm; véase Individu‘xl'ls'mo
sociai. 103404 nal, ¡21 sigtc" 126-127; y deseo, Influencia jurídica de la moral. Locke, referencia a, 75, lbó'
Mberau'ón. naturaleza de, m 126; pn'vada y común, 127 sigte., 47
194; y el yu. 160; e m’nmnac‘xó'n, véase Unl'itan'smo Inhibición, naturaleza dc, 55 sigma, Medida, 81
161; y conflm'to de xm'pulsos, Pmes', y el Bien, 45, 52-58; moral 7677 sigic. Medio social, sxgm'fi'wc‘lón moral
175 sima. ' teológica, 147; como concepto Intencion‘, su lugar en limon}, «1,171; su mfl'ucncia. sobre bs
Demrc-crach, naturaleza de, 197 central, Cap. I; reflexión, 49 26 sigte.; análisis dc, 35 sigte, fm'ea, 82-83; sobre el deber, 110;
Derecho, como concepto básica. sxgt'e.,' anahzad'os. Sl sigla; y véase Fines, Motrv‘o sabre la virtud, HI
Cap. III: su mlnclón con el placer, 5866; y deseo, 52 sígte;
Interés propio, 72, 186 Mill, John Swan, sable tas fuen-
bían, 86 sxg'!e.; su “lación con y sabiduría, 58; relación con la
Intereses, y e! Bien. 7840; y mc» tes del valor. 79; wbre la conve
los fines, 87 sima; origen social norma, 67, 124 sígte; y el éxito,
tivos. 181 sigan; y el yo, ¡87 . m‘encia, 80; sobre los placeres
del, 90-92. 101403; teoria de 72; y el asceüsmo, 73-79; m‘tcm
sigte.; sociales, ¡91497 como fin, 58; som su mmm
Kant del, 93-98; jusufx”cacró'n ses obje'tívos, 78-80; y el yo, 186
Intxu‘ciom’smo, 116. MS: verdad y 64 sxg'te; su m'!en.,"s en el ca»
de), ¡00107; scmidn generahza'u sigte.
error cn. ¡49.153, 161: 0mm: sen» m’cmr persona. H'I skgte.
do del, 108-111.; véase Deber,
sitividad inmedm'ta, 153 siga; Millay, E. St, Vincent, 09
Ley, Razón Goethe, 56 sigte.

'
defecto 167 Milton. T?

'
.ZIlZ ÍNDICE {smc}: 213

pluralidad, rcfkm’va, (hp. I, HZ Ramn’. en Kant, 95 siglo; doble Teorías mológx'cas, 47; véase Fi» Vicio, véase Virtud.
sigla, ¡33 sigla! 137443. H“. l90; «¡gmilicau'u de, 89 srg'te. nos, Bien Virtud, como mbidun’a. 57-58
no aislada, ¿7 stg'lc.. B9 sigla; ¡(«dilación del desrm’o propio. Tulemncia. 107 53110.; en rL-lzxu'u‘n um lu alabar)w

.
l
como Korn], ¡00; como inln'nv ¡(“2190 za y rcprmhc, Cup, IV, pagina.
anna m L1 vida, 2m siglas. véase Romana. moral. BO sígte. L‘líh‘larismo, como leerla de la especialmenla U4, 125, l33
'I’cmía. mural Regla de Oml 42, 120, 167 s'iglc. mmm dc aprobación, lló Mic; sigla; rusgmz de, 137443; rela-
Moros, véau Costumbre Reglas, como fiin; y prm‘clpios. mnfuslón con el hedonismo, ción mn la costumbre. ¡36; de-

"mmm:
Motivos, e intención, 36; ¿milin- 165 sigue, 11742.; énfasis cn una amplia finición. l38; unidad dv, ¡39140
dos, 37," el placer como, 62: su RL."SCHÍÍH¡¡0XHQ n sm’matla, HZ simpatía, 117; transformado por Voluntad, SiBm'fic'ado de “l'u‘nm,”
uznumlma, ll9'«l84; relación con Rohwmsaln'lidAd, su naturaleza, J. S. M111. 119-124; y reforma 5657; vc’mu Elección. Ila'bito

¿492.ng
los inlcresc‘w.‘_ lSl; el amm pro- 19? sigla; v_ carácter, 198 siglc.; social. 131 siga-,- crltica de, 178
pk) como, 18‘ sigla, véase üm- y norlsecuenu'us, ¡99 sign; y li- Yu. su sitio en la moral, Cup. Vl;
ncawncias. bertad, 200 Valor, conflictos de, 824. 81.82; y elección, l74-l79; y los actos

g.
matenal c ideal. 156-157 sigla; 177 sight, “38; y los mou‘vcs,
M’turalcza, ley romana de la. 92 Saubiduría. concepto de los epicúo juiclug de, 147, véasz Aproba- 179184. 2m-203; véase Carácter
Negocios. problemas morales de, tous, 68 suma: Mex-entes modas ción, Blcn'. Juícto'
142 de, Cap. l
Norma de. ambaclón, Cup. IV; y Sarrificlo pmpm'. ‘6.
alabanza" y mpmche, 114-117, cn Santayana .I.. 83
el urilitan'smo‘ 117424; relación Sentido, véase Intuiaomsmo"
mn ¡03' fines. 124 51'ch, los; Shaflcsbury, lló
como justíma‘ y bcmwolcncia. Sun’paun. como base de apmba
12M.3.3.; revision dc, {57 smc" u‘ón, 116 sigt‘e; comemos de
¡71 Mlll y Benthnm. 122 alzas; cmo
cional c intelectual, l3l. 154
Obhg‘acto‘ncs, Obligatoriednd, ver slgte; l92 Slg'tc.
Deben Smith, Adam. Iló
Personalidad, como fm’ cn si mrsH Sócrates, 22
Spencer, Herbtn, 1.50, 184
ma, 97: vias: imán-¡dualidad
Placer. teoría hedmn'sla, 5868; Stephen. L. citado. sobre el cado
ter, M35
presente y futuro, 6062; oonccp
to dc Hazh’u, 63; v, carácter. 6!-
63; superior‘ e inferior, 65', y Tcntación. 24, 29
Ir!

Teoria. moral, naturaleza de. Cap.


felicidad, 66 siste,‘ y uu’litarl9
I; y moral reflexiva, un; y
¿.l.

me. 117-124 '


conflicto 2324; valor y lnm‘ïo-
Plaubn. mhre el blen, 27-33; Sobre
la enseñanza de la virtud, 22; cmne’s de, 25 51m: ¡»cuidad
actual de, 39 sign-4 fuentes de
gwglq‘za

énfuszs‘ en el conocimiento, 145


Meme, 162 4245: pmblcmas, clasificados,
Prlnu'pm‘s, nalumlcza de, ¡08, 162- 4548; escuelas de, 44 smc; he-
ms; su dxfeun‘da de las reglas. donista. 5868; epia'nea, 68-71;
163 siga. ascélica, 73v79; de kan’t 93x00;
,. ¿,¡¿:,¡;.

Problrmas de teoría moral, Z3. 39, ulllz’taru". “HI4; ¿301m y ¡l-


4548, un, mu'sta, 184491; m'tul'uv‘a, 1289-
“mi;

Platinum." rafamucia a, 14. 165 lól

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