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nudos
El lado de los
nudos
Punitivismo, burocracias
y conciliación penal
Adrián N. Martín
Instituto Interdisciplinario
de Estudios Constitucionales (IIEC)
ISBN: 978-987-4110-70-1
Prólogo
DARÍO KUSINSKY 15
Presentación 21
Mirando al sesgo 35
Algunas notas sobre el campo jurídico 44
Burocracias y castigos 51
Las reformas y las burocracias penales 59
Epílogo 301
El autor 389
Prólogo
DARÍO KUSINSKY
Formalmente El lado de los nudos. Punitivismo, burocracias y con-
ciliación penal es el resultado del Proyecto de Investigación (2018-
2020) “Entre la infracción y el conflicto. Improntas ideológicas en los
tribunales orales en lo criminal y correccional”, dirigido por Adrián
Martín y radicado en el Instituto Interdisciplinario de Estudios
Constitucionales. Esta afirmación parece estar en tensión con la que
el propio Adrián incluye en su seductora presentación: “este libro
es producto de un sinnúmero de reflexiones, charlas, e intercambios
generados en un espacio que construimos en la Universidad Nacio-
nal de José C. Paz (UNPAZ) y que, por yuxtaposiciones de razones
y sinrazones, denominamos Laboratorio de Estudios sobre Procesos
Penales”.
¿Estamos frente a una contradicción? La respuesta es sencilla y es
negativa, porque una contradicción es afirmar A y -A en el mismo
sentido y al mismo tiempo. Sin embargo, si no se trata de una contra-
dicción, ¿ante qué situación nos encontramos? Esta vez la respuesta
no es sencilla pero entre muchas posibilidades –algunas que ima-
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Darío Kusinsky
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Prólogo
Darío Kusinsky
Rector de la Universidad Nacional de José C. Paz
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Presentación
ADRIÁN N. MARTÍN
Las indicaciones de Flaubert eran más o
menos así: “descríbame ese árbol hasta
que deje de ser ese árbol, hasta que sea
otra cosa”. Flaubert tenía una teoría irre-
futable: decía que cualquier cosa, mirada
el tiempo suficiente, se vuelve interesante.
Abelardo Castillo
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Presentación
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Presentación
Así, por ejemplo, la mayoría de las personas que allí trabajan saben
perfectamente que las similitudes y diferencias sobre concepciones
del mundo no pasan centralmente por la función institucional que
ejercen. Muchas veces aquellas pasan por las reglas no escritas im-
puestas por el campo que, además, no se condicen necesariamente
con las disposiciones legales. Pese a ello, se desarrolla un prolijo y
profundo trabajo de representación formal de determinados papeles
en los que los personajes parecieran ocultar, con ahínco, esta verdad
tan asumida e internalizada como –en general– olvidada.
Probablemente algún paralelismo con el teatro podría hacerse. Aquí,
quienes actúan se meten de lleno en el personaje, lo representan con
profunda entrega, lo piensan hasta que las ideas del personaje to-
man sus vidas. Sin embargo, en determinado momento, es posible
correrse el maquillaje y mostrar, como un alcaucil, sino el corazón, al
menos algunas hojas más internas.
Quizás sea necesario detenerse y preguntarse por esas ficciones para
comprender el juego que se juega, más allá y más acá de lo que se
dice sobre el tablero. En definitiva, tratar de ver qué otra cosa, ade-
más de las corbatas, aglutinan a esos personajes, y por ello, también
les separan de quienes no llevan una corbata en su forma de tela col-
gando del cuello o en cualquiera de las otras maneras. Además, esta
perspectiva que procura correrse un poco de las definiciones jurídicas
puede presentarnos las preguntas por las diferencias de matices y de
improntas también entre los y las “con corbata”, que permitan ad-
vertir que dentro del campo hay intereses en común –jugar al juego
según sus reglas–, pero también disputas sobre esas reglas que, en
todo caso, pueden ser cuestionadas y cambiadas mediante los proce-
dimientos reglados (Bourdieu, 2003: 5).
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Presentación
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Presentación
sión del proceso a prueba. Para ello recuperamos una situación que
ocurrió a mediados de la década de 1990, y que llevó a que una gran
cantidad de tribunales decidieran incumplir una ley para reafirmar
esa forma de resolución de casos.
Explicaré las situaciones con detalle, pero adelanto aquí que la
pregunta que ha guiado el trabajo es tratar de vincular las parti-
cularidades de lo ocurrido hace más de dos décadas y lo sucedido
actualmente, para procurar trazar algunas líneas interpretativas
en términos de tradiciones, con sus efectos de continuidad y rup-
tura, que sostienen al campo. Es por ello que el trabajo, si bien se
introduce en determinadas situaciones históricas, no lo hace para
explorar con detalle esos tiempos, sino para observar algunas ca-
racterísticas que nos permitan hacer una historia del presente. El
análisis genealógico para procurar buscar filiaciones, y así com-
prender estos sucesos insertos en encrucijadas de efectos heredados
y de innovación, tratando de reconocer, precisamente en aquello
que el presente propone como inédito, el lastre de lo que lo ata a su
propio pasado (Castel, 1983).
El trabajo nos ha permitido interrogarnos sobre las líneas de con-
tinuidad que la administración judicial penal arrastra desde hace
varios siglos, pero a su vez observar algunos efectos que podrían ser
considerados de parcial ruptura de esas largas tradiciones, o quizás
como formas más propias de una metamorfosis.
Sobre ello trabajamos en el libro, pero sobre todo con la pretensión
de pensar, como sostiene Boaventura de Sousa Santos, al presente
del campo como el pasado de su futuro que, a su vez, debe ser cons-
truido en el marco de disputas de sentido, y que para ello necesita-
mos comprenderlo.
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Todo este trabajo no hubiera sido posible sin que una combinación
del azar y la búsqueda no hubiera estado presente en muchas per-
sonas. Sería imposible agradecer a todas las personas que, de una u
otra manera, son responsables de que este aporte pueda hacerse y
publicarse. Nombrar a algunas y algunos sería sumamente injusto
para con el resto. Se ha dicho que un archipiélago no es un conjunto
de islas, sino lo que las une. Probablemente pueda nombrar a todas
esas personas a través de lo que nos vincula con fuerza: la convicción
de que las universidades del Bicentenario, las conurbanas, las popu-
lares, constituyen una forma de solidaridad que merece ser disfruta-
da y defendida.
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Introducción
El problema emergente:
continuidades, rupturas,
interpretaciones
…comprenderá que también allí había que
mirar muchas cosas en esa forma, que también
en una boca, un amor, una novela, había que
subir hacia atrás. Pero tenga cuidado. Es fácil
tropezar y caerse. Hay cosas que solo se dejan
ver mientras se sube hacia atrás y otras que no
quieren, que tienen miedo de ese ascenso que
las obliga a desnudarse tanto, obstinadas en su
nivel y en su máscara, se vengan cruelmente del
que sube de espaldas para ver lo otro…
Julio Cortázar
MIRANDO AL SESGO
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Introducción
hasta que se abrazaron y se hablaron en una voz tan baja que nadie
pudo escuchar.
En el año 2015, a través de la Ley Nº 27147,1 se modificó el artículo
59 del Código Penal argentino, que pasó a quedar redactado de la
siguiente manera:
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Introducción
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Introducción
que la ley procesal que admitía esa posibilidad había quedado sus-
pendida, no podía aún resolverse un caso de esa forma.
Desde la otra perspectiva, estaban quienes consideran que una defi-
ciencia o falta en la legislación procesal no podía afectar la vigencia
completa de la ley penal en todo el territorio del país, sin que por
ello se lesionara el principio de igualdad ante la ley. Añadían que
en varias provincias, y en los procesos penales respecto de los de-
litos cuyo juzgamiento ha sido transferido a la Ciudad Autónoma
de Buenos Aires, ese artículo del Código Penal estaba vigente y se
aplica cotidianamente.
El debate, en cuanto a los argumentos jurídicos, quedó acotado a
esas dos formas de considerar la ley. De hecho, cuando la Comisión
Bicameral decidió que los artículos 22 y 34 del Código entraran
en vigencia, ya no se discutió la cuestión, al menos en términos de
vigencia jurídica.
Inicialmente pensamos que algo de las cuestiones que tensaban
aquella discusión, a nivel de las sensibilidades, podía dar más infor-
mación sobre las configuraciones del sistema procesal judicial nacio-
nal. Así, nos planteamos interrogar las posiciones de jueces y juezas
integrantes de los Tribunales Orales en lo Criminal y Correccional
de la Capital Federal (TOCC), respecto de la aplicación de esta forma
de extinguir la acción penal, pero procurando escuchar algo más que
esas cuestiones técnicas y advertir razones más profundas sobre sus
miradas acerca de las reformas, de lo penal y del castigo. Además,
como forma de apoyo o control de esos análisis, relevamos los argu-
mentos que se escribían en las resoluciones judiciales, y considera-
mos en términos estadísticos qué impacto tuvo la conciliación penal
luego de la decisión de la Comisión Bicameral.
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Introducción
Otro aspecto que colabora para que ambas partes ganen más con una
conciliación que con una suspensión del proceso a prueba es que no
aceptar la reparación ofrecida en la suspensión del juicio a prueba,
le permite en términos formales, mantener la vía procesal civil para
realizar un reclamo amplio para obtener la reparación de los daños
y los perjuicios. Sin embargo, en los casos de robos o hurtos, por la
misma razón de la marcada selectividad del sistema, nadie demanda
por daños a quien no podrá pagarlos, ni habrá forma de cobrarle. En
tales casos tampoco hay empresas aseguradoras a quienes reclamar,
como puede ocurrir en los casos de conducción vehicular imprudente.
Entonces, si ambas partes ganan más con una conciliación, ¿por qué
sigue habiendo un tercio de casos de suspensión de juicio a prueba
y apenas un dos por ciento de conciliaciones como forma de resolver
los casos penales? La perspectiva de análisis nos llevó a interrogar-
nos sobre la incidencia del funcionamiento del sistema penal para
mantener ese desbalance, en principio, perjudicial para las personas
involucradas.
Por ello consideramos otros momentos en la historia del sistema pe-
nal nacional, en particular la implementación del juicio oral, y cómo
se vincularon con las dinámicas de funcionamiento del sistema la
inclusión de la suspensión del juicio a prueba y la incorporación de la
renuncia al juicio o “juicio abreviado”.
En suma, utilizamos el debate sobre la operatividad de la concilia-
ción penal como excusa para preguntarnos sobre otras cuestiones
más profundas y que definen las reglas del campo en términos de
tradiciones. Para ello nos apoyamos en el concepto de “sensibilidad
legal” que Geertz definió de la siguiente manera:
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BUROCRACIAS Y CASTIGOS
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Estas cuestiones no son menores por los profundos impactos que ten-
drían en el ámbito de las políticas públicas, pero no pueden ser con-
sideradas como simples propuestas académicas o sencillas decisiones
normativas, aisladas dentro de un nuevo sistema procesal, que modi-
ficarían el funcionamiento del sistema por la mera redacción, más o
menos precisa, de alguna ley.
Como lo ha explicado Geertz, el derecho es una manera característica
de imaginar lo real, y en ello operan fuertemente las sensibilidades
de quienes allí actúan con más peso protagónico en el campo. Las
tradiciones tienen un peso decisivo en el mantenimiento de las reglas
del juego, por lo que la modificación legal no puede dejar de consi-
derarla. Es por ello que no debe perderse de vista el sentido político
más profundo de las reformas procesales, para poder observar en el
debate jurídico y en la implementación práctica los efectos de innova-
ción pero también las formas en que estas se vinculan a la tradición
en lógicas de sistemas acusatorios formales e inquisitivos velados.
Sobre los sistemas inquisitivos Binder ha dicho que
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Las reformas y las
burocracias penales
Sixto Martínez cumplió el servicio militar en un cuartel de
Sevilla. En medio del patio de ese cuartel, había un banquito.
Junto al banquito, un soldado hacía guardia. Nadie sabía
por qué se hacía la guardia del banquito. La guardia se hacía
porque se hacía, noche y día, todas las noches, todos los días,
y de generación en generación los oficiales transmitían la
orden y los soldados obedecían. Nadie nunca dudó, nadie
nunca preguntó. Si así se había hecho, por algo sería. Y así
siguió siendo hasta que alguien, no sé qué general o coronel,
quiso conocer la orden original. Hubo que revolver a fondo los
archivos. Y después de mucho hurgar, se supo. Hacía treinta
y un años, dos meses y cuatro días, un oficial había mandado
montar guardia junto al banquito, que estaba recién pintado,
para que a nadie se le ocurriera sentarse sobre pintura fresca.
Eduardo Galeano
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2009: 4, con cita de Bourdieu), puesto que ella no resulta útil para
emprender una indagación de lo que sucede en aquello que denomi-
namos Estado.
En palabras de Bourdieu,
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las normas son siempre invocadas como excusas después de los he-
chos, y la existencia de los estatutos, la escasez de los recursos y
la ambigüedad de los objetivos públicos son utilizados instrumen-
talmente por los agentes burocráticos para justificar sus decisiones
discrecionales.
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agregando que
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Las tradiciones
punitivas y
las prácticas
institucionales
como es Nuestro deber, Nos sentimos profundamente deseosos
de eliminar todos los impedimentos y obstáculos que pudie-
ren retardar y dificultar la buena obra de los Inquisidores,
así como de aplicar potentes remedios para impedir que la
enfermedad de la herejía y otras infamia dan su ponzoña pace
destrucción de muchas almas inocentes, y como Nuestro celo
por la Fe nos incita a ello en especial, y para que... no se vean
privados de los beneficios del Santo Oficio a ellos asignado,
por el tenor de estos presentes, y en virtud de Nuestra autori-
dad Apostólica, decretamos y mandamos que los mencionados
Inquisidores tengan poderes para proceder a la corrección,
encarcelamiento y castigo justos de cualesquiera personas, sin
impedimento ni obstáculo alguno
Inocencio VIII
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1. Aquí el uso del término “juez” no es un uso que presupone incluir dentro de la
palabra en su género masculino a todo el universo de personas que tuvieran esa
función. Por el contrario, el trabajo es muy receptivo de las miradas críticas y, con
ello, de la necesidad de adaptar el lenguaje a formas inclusivas de nominación. Sin
embargo, en este tramo del trabajo es necesario usar la palabra juez porque presenta
acabadamente el concepto que se quiere referenciar, en la medida que quien desem-
peñaba la función judicial en ese período de tiempo era un juez varón, con todo lo que
ello implica.
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pena que la establecida por las leyes, y son inútiles los tormentos por-
que es inútil la confesión del reo: si es incierto, no se debe atormentar
un inocente, porque tal es, según las leyes, un hombre cuyos delitos
no están probados (Beccaria, 1978: 88).
Por último, Beccaria realiza una crítica que está íntimamente vin-
culada con la matriz punitiva de la Inquisición, pero que además lo
estará fuertemente relacionada a la del positivismo criminológico.
Señala que
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Ningún habitante de la Nación puede ser penado sin juicio previo fun-
dado en ley anterior al hecho del proceso […] Nadie puede ser obliga-
do a declarar contra sí mismo; ni arrestado sino en virtud de orden es-
crita de autoridad competente. Es inviolable la defensa en juicio de la
persona y de los derechos […] Quedan abolidos para siempre la pena
de muerte por causas políticas, toda especie de tormento y los azotes.
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y que:
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añadiendo que
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con mucha menor frecuencia criminaliza a las personas que, sin en-
cuadrar en el estereotipo, hayan actuado con bruteza tan singular o
patológica que se han vuelto vulnerables […] [y] muy excepcional-
mente […] a alguien que, hallándose en una posición que lo hace prác-
ticamente invulnerable al poder punitivo, lleva la peor parte en una
pugna de poder hegemónico y sufre por ello una caída en la vulnera-
bilidad (Zaffaroni, Alagia y Slokar, 2000: 11).
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Del juicio como
meta al juicio
como excepción
Sólo el hipopótamo y su dueño escaparon del naufra-
gio, saltando arriba de un pequeño bote. El hipopótamo
era el ganapán del hombre y por eso cuando el pequeño
bote comenzó a inclinarse hacia el lado donde estaba el
animal, el hombre quedó preocupado con la posibilidad
de que este se ahogara. Para evitar que la pequeña em-
barcación se desequilibrara completamente el hombre
cortó un pedazo de hipopótamo y lo comió […] El viaje
duró todavía algunas semanas y el hombre, cada seis
horas, se veía obligado a cortar un bocado más de
animal. Tal vez no fuera la solución perfecta, pero no
podía correr el riesgo de perder al hipopótamo.
Gonçalo Tavares
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Ley Nº 24825–, dos formas de finalizar los procesos sin juicio oral: la
suspensión del juicio a prueba (art. 76 bis CP y 293 CPPN) y el juicio
abreviado (art. 431 bis CPPN). El uso creciente, y la defensa corpora-
tiva a ultranza de ambas formas de evitar los juicios fue inmediata.
En especial en lo relacionado a condenas sin juicio a través de la
renuncia al debate oral, se ha dicho que se constituyó en un mecanis-
mo generalizado no solo en el país, sino también en forma regional.
Anitua releva su incorporación en España en 1988, en Latinoamé-
rica en la década de 1990 –Guatemala, Panamá, Costa Rica, Chile,
Bolivia, Paraguay, Brasil– y, en especial, en varias provincias ar-
gentinas –Córdoba en 1992, Santa Fe en 1993, Tierra del Fuego en
1994, Capital Federal en 1997, Buenos Aires en 1998– (Anitua, 2003:
399). Además, lo define como tributario de nuevas formas de justicia
actuarial en el que “los expertos que trabajan en el sistema penal
ya no se preocupan por la finalidad última del mismo, sino que sólo
se preocupan por mantener el orden interno a la labor que realizan,
cada vez más rápido y económicamente” (Anitua, 2003: 395).
Las estadísticas de los tribunales nacionales confirman la tendencia.
De finalizar el más de 57% de procesos con juicios en el año 1994,
y con tendencia creciente hasta 1996, pasó a resolver solo el 33%
en 1998 de procesos por juicio oral cuando existía la posibilidad de
concluirlos también por suspensión de juicio a prueba o renuncia al
juicio. Pero el descenso de la curva se agudizó notablemente y llegó
al 16% en 2004. Desde esa fecha se mantuvo, con fluctuaciones, du-
rante un tiempo, y luego ha empezado a disminuir lentamente año a
año, acercándonos ya al 10% de los casos.
Además de estas reformas legales, el correr de los años también vio
emerger otras reformas prácticas que matizaron aquellas concep-
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sos (MPD, 2020). Algunas voces sostienen que ello tiene que ver con
la cantidad de vacantes que se generaron en los TOCC y que fueron
cubiertas de forma transitoria por otros jueces y juezas de los mismos
tribunales con la figura legal de la subrogancia. Es probable que ello
explique solo una parte de la situación, e incluso una parte menor.
1. La estadística consultada indica que ingresaron 2.516 casos, pero que se resol-
vieron por incompetencia 209. No se especifica a qué otros tribunales se reenviaron
esos casos, pero probablemente la mayoría de ellos se hayan enviado a otro de los
tribunales orales, por lo que es posible presumir que en los 2.516 casos puedan estar
duplicados la mayoría de aquellos 209.
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3. CSJN, A. 2186. XLI., Recurso de hecho Acosta, Alejandro Esteban s/ infracción art.
14, 1° párrafo Ley N° 23737 –causa N° 28/05–.
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A ese voto solo adhirieron los jueces Vila y Elbert. Otro juez de esa
cámara, Zaffaroni, declaró la inconstitucionalidad de los fallos plena-
rios bastante tiempo después.
El hecho de que Tozzini hubiere declarado la inconstitucionalidad de
los fallos plenarios, casi en soledad, pero que además diera cuenta
que su no cumplimiento fuera observada como un “alzamiento”, dan
cuenta de las características de la situación judicial con relación a las
opiniones jurídicas de sus “superiores” y en especial de los denomina-
dos fallos plenarios.
Pero la decisión de la CNCP de que la interpretación obligatoria del
artículo 76 bis CP era la que más restringía su aplicación, y lo que
ello implicaba en términos de gestión administrativa de casos, llevó
a una reacción inédita por parte de un grupo muy grande de jueces
y juezas. La cuestión llevó a que en muy breve cantidad de tiempo
la mitad de los treinta tribunales orales resolviera, por unanimidad
o por mayoría de sus integrantes, declarar la inconstitucionalidad
de los fallos plenarios para poder seguir aplicando la suspensión del
proceso a prueba en los procesos que tenían a su cargo.
En ese campo judicial, compuesto por noventa jueces y juezas, esa
decisión mayoritaria consistente en la declaración de inconstitucio-
nalidad de la obligatoriedad de los fallos plenarios de la CNCP era
imposible de imaginar con anterioridad. Ello podía ser leído, en una
investigación desprevenida, como un indicador de una posición fuer-
temente crítica respecto de la configuración verticalista de la orga-
nización en la administración judicial, o incluso como una posición
ideológica muy definida en contra de una mayor capacidad de ejerci-
cio de poder punitivo en favor de resoluciones de menor entidad puni-
tiva para casos menos graves de personas sin antecedentes penales.
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Sin embargo, considero que es evidente que esa decisión tuvo por im-
pulso mayoritario la necesidad de seguir resolviendo casos mediante
el proceso más rápido, y menos costoso en términos burocráticos, de
suspensión del proceso a prueba. De hecho, muchos jueces y juezas
siguieron echando mano a la aplicación de otros criterios interpreta-
tivos dispuestos en forma de fallo plenario por la Cámara de Casa-
ción, sin agregar más argumentos que ese.
Así, ya en el año 2001 eran varios los tribunales que habían decidido
no cumplir con la línea del fallo plenario y, por ello, asumir la in-
terpretación restrictiva. Las estadísticas muestran cómo la curva de
casos resueltos con suspensión del proceso a prueba vuelve a crecer.
En el año 2001 el porcentaje de casos volvió a subir al 25%, en 2003
ya representaron el 29%, y desde el año 2004 la cifra se estabilizó en
un tercio de los casos.
Recién en el año 2008, la CSJN resolvió esa misma cuestión en el
caso “Acosta”. Allí optó por la interpretación más amplia del artículo
76 bis del Código Penal, por lo que el debate perdió actualidad. Pero
la resolución no modificó la forma de resolución de casos, sino que, en
todo caso, le aportó un argumento para que ya no les resultara ne-
cesario declarar la inconstitucionalidad de los fallos plenarios, para
seguir decidiendo de la misma manera. Las estadísticas realizadas
por el Consejo de la Magistratura sostienen esta última afirmación.
En el año 2004 los casos de suspensión del proceso a prueba consti-
tuyeron el 35,5% de los procesos, el 34% en 2005, el 33,6 en 2006, el
33,4% en 2007, el 36,4% en 2008, el 32,5% en 2009, el 33% en 2010,
el 33,2 en 2011, y el 35,4 en 2012. Como se ve, la estabilización de
esta forma de resolución para un tercio de los casos se logró en 2004,
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8. Una de esas alternativas se daba con asiduidad en un tribunal oral en el que dos de
los jueces habían asumido un criterio restrictivo en la interpretación de la suspensión
del juicio a prueba, pero el restante la admitía. Además, el fiscal asignado a ese tribu-
nal también compartía la posición “amplia”. Ante ello, cada determinado período de
tiempo uno de los jueces que componía la mayoría se tomaba un día de licencia y lo
reemplazaba otro con la opinión contraria. Ese día se realizaban todas las audiencias
de suspensión de juicio a prueba que habían sido requeridas por las defensas en las
últimas semanas.
9. Un tribunal había encontrado una alternativa interpretativa para disponer la sus-
pensión del juicio a prueba a personas acusadas por delitos con pena superior a tres
años de prisión, pero que no requería declarar la inconstitucionalidad del plenario. Lo
que habían organizado en conjunto con el fiscal que trabajaba con ese tribunal es que
se le proponía a la defensa que renunciase al juicio por la vía del “juicio abreviado”
pactando una pena de prisión de hasta tres años en suspenso. Luego, en lugar de emi-
tir la sentencia, el tribunal recibía un pedido de la defensa de suspender el proceso
a prueba alegando que, si bien la pena para el delito acusado superaba los tres años,
en concreto no ocurriría porque el MPF ya había acordado una pena inferior a los
tres años. La construcción de un caso que escapaba a los límites dentro de los cuales
la CNCP había analizado y dispuesto la interpretación legal obligatoria les permitía
continuar suspendiendo procesos a prueba sin la declaración de inconstitucionalidad.
Claro que si esa suspensión era revocada por alguna clase de incumplimiento, la
persona imputada no tendría la posibilidad de defenderse en juicio, sino que ya debía
esperar la sentencia porque había renunciado a su derecho. Sin embargo, este era
un costo hipotético y que, además, no soportaba la administración judicial sino la
persona acusada.
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SACANDO CUENTAS…
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cendente para las dictadas sin él. En 1998 se resolvió el 33,2% de los
casos mediante juicio y el 26,2% por el mecanismo de la renuncia al
juicio, pero ya el año siguiente las curvas se cruzan. En 1999 el por-
centaje fue del 27,2% y 30,8%, respectivamente; en 2000 del 23,4% y
31,8%; en 2001 del 21,6% y 38%; en 2002 del 20,8% y 35,1%; en 2003
del 19,2% y 37,2%; en del 2004 16% y 37,2%; en del 2005 16,7% y
39%; en 2006 del 19,3% y 39,8%; en 2007 del 16,3% y 40,3%; en 2008
del 14,3% y 39,6%; en 2009 del 14,2% y 37,3%; en 2010 del 15,1% y
37,5%; en 2011 del 15,4% y 34,4%; y en 2012 del 14,5% y 33%.
A partir del año 2013, el Consejo de la Magistratura ha dejado de
compilar y publicar las estadísticas de los tribunales objetos de estu-
dio en este trabajo, coetáneamente con la implementación del siste-
ma Lex 100 para todo el Poder Judicial de la Nación. A su vez, desde
el año 2014 la Cámara Federal de Casación Penal (CFCP) ha com-
pilado algunas estadísticas, pero el envío de los tribunales de esos
informes ha sido, en los últimos años, bastante disperso. No obstante
ello, tomando como parámetro los últimos dos años con una cantidad
de informes representativos, se deriva que en 2016 y 2017 ingresaron
a cada tribunal un promedio de trescientos casos anuales en 2016,
y cuatrocientos cincuenta en 2017, con una tasa de resolución algo
superior al 50% en 2016, y cercana al 40% en el año siguiente. Es
decir, se ha advertido el incremento de casos por la fusión de los
fueros correccional y criminal, y la tasa de resolución, que ya era
muy baja, decreció aún más. Pero, en lo que hace a las formas de
resolución –más allá de que no se dispone de información de todos
los tribunales, y que cada uno de ellos tiene determinadas particu-
laridades– se advierte cierta tendencia a resolver casi dos terceras
partes de los procesos por renuncia al juicio, y del tercio restante un
133
Adrián N. Martín
134
Del juicio como meta al juicio como excepción
10. Los datos estadísticos de este informe abarcan el período comprendido entre el
mes de octubre de 2019 y septiembre de 2020.
135
Adrián N. Martín
136
Del juicio como meta al juicio como excepción
137
Adrián N. Martín
138
La reforma y la
comodidad
Inercia: Del lat. inertia ‘indolencia’, ‘inacción’.
1. f. Fís. Propiedad de los cuerpos de mantener su estado
de reposo o movimiento si no es por la acción de una fuerza.
2. f. Rutina, desidia.
Diccionario de la lengua española, RAE
LA CONCILIACIÓN NO DESPEGA
141
Adrián N. Martín
142
La reforma y la comodidad
1. La ley establecía una modificación al artículo 25 del Código Procesal en los siguien-
tes términos: “Los Tribunales Orales en lo Criminal y Correccional se integrarán con
un (1) solo juez:
1°) En los supuestos del Libro II, Título IV, Capítulo III, de este Código.
2°) En los supuestos del Libro III, Título II, Capítulo IV, de este Código.
3°) Si se tratare de delitos reprimidos con pena no privativa de la libertad y aquellos
de acción privada.
4°) Si se tratare de delitos cuya pena máxima privativa de la libertad en abstracto no
exceda de seis (6) años.
5°) Si se tratare de delitos cuya pena máxima privativa de la libertad en abstracto su-
pere los seis (6) años y no exceda de quince (15) años, o, en caso de concurso de delitos,
ninguno de ellos se encuentre reprimido con pena privativa de la libertad que supere
dicho monto, salvo cuando el imputado y su defensor requirieran la integración cole-
giada, opción que deberá ejercerse indefectiblemente en la oportunidad prevista por
el artículo 349 de este Código.
La sustanciación del juicio para los casos previstos por los incisos 3° y 4° en los su-
puestos en los que la pena máxima privativa de la libertad en abstracto no exceda
de los tres (3) años, se regirá por las normas del Libro III, Título II, Capítulos I y III,
según corresponda, de este Código.
Los Tribunales Orales en lo Criminal y Correccional se integrarán con tres (3) jueces
si se tratare de delitos cuya pena máxima privativa de la libertad en abstracto exceda
de quince (15) años.
En caso de existir dos (2) o más imputados con pluralidad de defensores, la elección por
uno (1) de ellos del juzgamiento colegiado obligará en igual sentido a los restantes”.
143
Adrián N. Martín
144
La reforma y la comodidad
145
Adrián N. Martín
3. A18.
146
La reforma y la comodidad
4. A04.
5. A26.
147
Adrián N. Martín
do se levantó dijo la víctima: ¿me puedo ir? Sí. ¿Puedo saludarlo? Sí.
Y al único que saludó “chau viejo cuidate”, dame un beso, un abrazo,
que esto y que el otro… se fue. A los demás, ni buen día. O sea, lo que
te quiero decir es que a veces la composición del conflicto es mucho
más fácil que cuando se mete el estado y pretende que lo tiene que
solucionar todo y en general es a través de una pena. A lo mejor el
conflicto al expropiárselo a la víctima el estado genera más conflicto.
6. A19.
148
La reforma y la comodidad
149
Adrián N. Martín
150
La reforma y la comodidad
151
Adrián N. Martín
7. A19.
152
La reforma y la comodidad
153
Adrián N. Martín
Casi sin querer decirlo, como si el habitus judicial lo hablara con to-
tal desenmascaramiento, dijo que el discurso judicial se sostiene en
la máscara de la mera aplicación del derecho, pero que detrás de ella
hay procesos de creación, modificación y adaptación que, además, tie-
nen una politicidad muy definida. En ese marco, volvíamos a pensar
que la resistencia a la conciliación penal estaba enmarcada por la
tradición punitiva del campo judicial.
154
La reforma y la comodidad
8. A09.
155
Adrián N. Martín
156
La reforma y la comodidad
9. A05.
157
Adrián N. Martín
158
La reforma y la comodidad
cosa es decir que extingo la acción que decir extingo la pena. Propon-
gamos un método de extinción de pena.
y concluyó diciendo:
Yo voy a ser absolutamente honesto, creo que es una vía para que el
Estado no se haga cargo de las situaciones, porque, en primer lugar
esto de que es una herramienta que resuelve y recompone el conflicto,
es una mentira que yo he escuchado repetida en múltiples ocasiones,
en múltiples casos. Porque los conflictos no se resuelven no recono-
ciéndolos y la verdad que lo que yo veo en la experiencia es que no
resolvemos ningún conflicto, ninguno. Probablemente eso tenga que
ver con que el derecho penal no está para resolver conflictos.
10. Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional N° 5, caso “J.G., V.S.”, resolución del
06 de diciembre de 2029, voto del juez Pérez Lance.
159
Adrián N. Martín
160
La reforma y la comodidad
Todo lo que sea conciliación, todo lo que sea método alternativo para
descongestionar el sistema de justicia es bienvenido. Máxime cuando
tendemos a ir a un modelo acusatorio donde un poco son las partes
las que plantean los diferendos, la posiciones, los escollos, y cuando
ellos no los han dirimido es necesario que intervenga un juez. Un juez
11. B04.
161
Adrián N. Martín
En otro caso13 se sostuvo que solo debía resolver cuestiones en las que
hubiera contradicción, y agregó:
creo que ese código tenía todos los lineamientos de una doctrina pro-
cesal moderna, y todos los institutos que yo entiendo deben ser de
aplicación para qué, para dar la mejor solución a un conflicto.
y añadió:
12. B04.
13. A30.
162
La reforma y la comodidad
14
. A24.
163
Adrián N. Martín
164
La reforma y la comodidad
cuáles fueron las últimas reformas que introdujo este gobierno, no las
conozco porque ya no me interesó.
15. B19.
16. A04.
165
Adrián N. Martín
166
La reforma y la comodidad
167
Adrián N. Martín
Las defensas han pedido conciliar, bajo las condiciones que ponía
cada defensa. Pero generalmente, no podíamos avanzar porque el fis-
cal, que es obviamente el titular de la vindicta pública, el titular de la
acción se oponía abiertamente. Nuestro fiscal, en ese sentido, por una
cuestión más formal que de fondo, se opone. Dice “hasta que no exista
una reglamentación, no corresponde”. Por ende, no podemos avanzar.
Y ya los defensores lo saben.
17. A19.
168
La reforma y la comodidad
dar la mejor solución a un conflicto y qué quiero decir con esto, por
ejemplo, no sé, la tentativa del salamín picado fino, se puede solucio-
nar ese conflicto con un pedido de disculpas, con la disponibilidad de
la acción efectuada por el fiscal que dice mire, esto por una cuestión
de política criminal entiendo que es más gasto todos los recursos hu-
manos y económicos que el valor del salamín, con lo cual entiendo
que acá debe aplicarse el principio de insignificancia, eh mire yo voy
a juntar a las partes a ver si puedo conciliar y si concilian bueno esto
se acabó, o mismo la reparación integral del daño, mire a mí me costó
reparar la cerradura del auto doscientos pesos, bueno mire tome, dis-
culpemé le doy los doscientos pesos que usted gastó en la reparación
de la cerradura porque yo le quise robar el auto.
18. A30.
169
Adrián N. Martín
170
La reforma y la comodidad
¿vigente? No. Pero creo que en los delitos económicos, a los fines de
realizar una justicia material, es muy importante que la víctima recu-
pere lo perdido o, al menos, una parte. Inclusive sí se logra la disposi-
ción del fiscal de la acción penal, es decir… el fiscal tendría la posibi-
lidad de eximir de pena sí el imputado cumple. Estamos muy atados
a un régimen de probation que se ha modificado de manera muy laxa,
donde en esas audiencias a veces se llega a una solución, del tipo de la
reparación pero de una manera oblicua, pero no porque lo diga la ley.
y luego agregó:
21. A28.
171
Adrián N. Martín
22. B28.
23. A25.
172
La reforma y la comodidad
y luego añadió:
173
Adrián N. Martín
174
La reforma y la comodidad
y agregó:
Otro juez27 sostuvo que no debían llegar muchos casos porque sabía
que el fiscal se oponía, aunque matizó la situación en el caso especí-
fico, y añadió: “las que son de mi vocalía, como saben que mi criterio
es ese, me lo plantean, pero no es que hay tantos casos”.
26. A01.
27. A07.
175
Adrián N. Martín
[si] hay alguien que está pidiendo disculpas mínimo, y a veces está
ofreciendo reparar […] tenemos conciliación y reparación integral.
Frente a eso cuando el estado no está interesado porque la transgre-
sión al orden no ha sido tan violenta que no hay un interés público
sino que ha una cuestión que es entre las partes y la víctima está
perdonando, el estado no tiene más nada que hacer […] pasa a ser un
elefante en un bazar […] porque hace un destrozo. Me parece que el
estado pierde legitimidad.
28. A20.
176
La reforma y la comodidad
177
Adrián N. Martín
178
La reglamentación
de hecho y los
límites difusos
…es casi imposible encontrar un sistema penal… en el que no
existan prácticas conciliatorias, de mediación o de acuerdos,
aun cuando no estuvieran previstas […] (pero) también ocurre
todo lo contrario, sistemas procesales legalmente orientados
a la solución del conflicto (como ocurre con muchos de los
nuevos sistemas procesales latinoamericanos) no impiden
que la tradición infraccional oriente un sistema de prácticas
incluso contra las previsiones legales…
Alberto Binder
181
Adrián N. Martín
182
La reglamentación de hecho y los límites difusos
1. A28.
183
Adrián N. Martín
2. A30.
3. A18.
184
La reglamentación de hecho y los límites difusos
Habría que hacerlo en todos los delitos que tengan un tinte econó-
mico, de seis años para abajo. Lo que pasa es que hay que tener con-
fianza en el criterio de los jueces que es lo que mucha gente no tiene,
pero que hay que tener la confianza del criterio de los jueces. Muchas
veces este se puede aplicar en delitos que son problemas de vecindad,
problemas de pareja, problemas económicos y todas estas caracterís-
ticas abarcan delitos que todos los delitos son graves y tienen pena
de 6 años para abajo: una estafa, una defraudación, una amenaza…
4. B28.
185
Adrián N. Martín
Yo creo que son medidas adecuadas pero con una aplicación moderada
y razonable para ciertas clases de casos, o sea básicamente para casos
en los que por ejemplo existan intereses puramente pecuniarios, para
casos en los que exista un especial interés de la víctima de llegar a
esa vía alternativa de resolución de conflicto, pero no para cualquier
caso, sí para aquellos casos en los cuales se encuentra involucrado el
interés público […] Me parece que habría que seguir criterios restric-
5. A25.
6. A27.
186
La reglamentación de hecho y los límites difusos
Cierto es que en muchos casos han admitido que sería posible finali-
zar el proceso por conciliación en los casos de delitos no extremada-
mente leves, como robos con escaso grado de violencia. Es posible que
ello estuviera, en buena medida, atravesado por la disposición legal
del artículo 34 del CPPF que hace referencia a los casos “con conte-
nido patrimonial cometidos sin grave violencia sobre las personas o
en los delitos culposos si no existieran lesiones gravísimas o resulta-
do de muerte”. Sin embargo, en algún caso la tensión con la propia
regulación legal quedó expresa. Así, una jueza7 que inicialmente no
aplicaba la conciliación por falta de vigencia de la regulación proce-
sal dijo:
7. A04.
187
Adrián N. Martín
8. B30.
9. A09.
188
La reglamentación de hecho y los límites difusos
Además, agregó:
10. A25.
189
Adrián N. Martín
Ese mismo juez, aun asumiendo que el daño ocasionado por el delito
podría ser irrelevante, destacó la importancia de que la persona im-
putada tuviera condenas previas. Así, dijo:
11. B28.
12. A18.
190
La reglamentación de hecho y los límites difusos
13. A15.
191
Adrián N. Martín
se trata de ser justo pareciera que esa salida es mucho premio para
uno y mucho castigo para los demás…
14. Tribuna Oral en lo Criminal y Correccional N° 30, caso “Orellana”, resolución del
6 de diciembre de 2017, voto del juez Rizzi.
192
La reglamentación de hecho y los límites difusos
193
Adrián N. Martín
El sentido común indica que alguna limitación debe existir para la ex-
tinción de la acción penal pública por reparación integral del perjuicio
(y, dicho sea de paso, por conciliación). ¿Por qué digo esto? Pues, de
otro modo, la aceptación irrestricta de estas causales de extinción (me
refiero a la aplicación de los institutos a la totalidad de los delitos con-
tenidos en el Código Penal y leyes afines) comportaría una suerte de
revolución o cambio de paradigma en el derecho penal argentino. En
efecto, supondría la completa “privatización” del ejercicio de la acción
penal o, al decir de Pastor, “un derecho penal verdaderamente subsi-
194
La reglamentación de hecho y los límites difusos
195
Adrián N. Martín
196
La reglamentación de hecho y los límites difusos
197
Adrián N. Martín
198
La reglamentación de hecho y los límites difusos
Y de allí dedujo que “no es posible para el juez, homologar una conci-
liación de delitos graves”.
Desde perspectivas similares, también dijo otro juez18 que una persona
16. A28.
17. B30.
18. A18.
199
Adrián N. Martín
Añadió que
19. A30.
200
La reglamentación de hecho y los límites difusos
Pero a su vez, destacó que es competencia del MPF resolver qué casos
conciliados pueden conllevar la finalización del proceso y cuáles no.
En ese sentido destacó que
201
Adrián N. Martín
me parece una herramienta muy útil para que los jueces, con la co-
rrespondiente reglamentación, podamos aplicarla o no, según nos pa-
rezca de acuerdo a los antecedentes de la persona, si es creíble, inclu-
so… esas audiencias face to face, cara a cara, son importantes porque,
calculá que en cincuenta años de tribunales ya tengo como un poco de
un olfato, un ojo clínico para saber…
20. A19.
21. A07.
202
La reglamentación de hecho y los límites difusos
22. A20.
203
Adrián N. Martín
23. C30.
204
La reglamentación de hecho y los límites difusos
vemos que gente que tiene muchos antecedentes, gente que cometió
delitos contra la propiedad, gente que tienen condenas, que tiene, que
a lo mejor, en función de nuevos delitos, correspondería una pena de
cumplimiento efectivo o correspondería una declaración de reinciden-
cia, puede llegar a recurrir a este mecanismo de la conciliación para
ser sobreseído y eludir […] una eventual condena.
24. A18.
205
Adrián N. Martín
25. A15.
206
La reglamentación de hecho y los límites difusos
26. A09.
207
Adrián N. Martín
¿De qué modo entonces uno puede optimizar los recursos y hacer que
se elija, se encaucen por la principal vía que es la persecución penal
los casos que por algún motivo se consideran relevantes y que los
demás queden de algún modo contenidos en el sistema pero sin que
lo lleven al colapso?: a través de las vías alternativas. Y ¿cuáles son?:
la conciliación y la reparación pueden serlo, de hecho, una mezcla de
conciliación y reparación, si se quiere, es la suspensión de juicio a
prueba. Mezcla las dos cosas, sobre todo con la ley de víctimas nueva,
la 27372, que le da todavía más protagonismo a la víctima, ya que
antes en la probation uno podía eludir más o menos la intervención de
la víctima. Era invitada pero ahora hay una intervención más activa,
entonces, la probation es un modo y la conciliación podría serlo y la
reparación también. Vuelvo a lo que dije antes, para ciertos delitos,
en otros delitos puede ser un perfecto medio de indemnidad para el
que tiene plata.
27. A05.
208
La reglamentación de hecho y los límites difusos
La otra ventaja que tiene es para las personas individuales […] que
está siendo imputada que puede dar su respuesta a la sociedad por
esa infracción normativa. No queda impune, esto como mensaje social
es importante, la persona obtiene una respuesta no tan grave, no se
usa un bazuka para matar un mosquito, es una respuesta leve, y el
afectado obtiene una respuesta que le satisface.
209
Adrián N. Martín
28. A17.
29. B15.
210
La reglamentación de hecho y los límites difusos
pensar que los conflictos los pueden llegar a resolver las personas que
están involucradas en ese conflicto implica autonomía, emancipación
de la lógica del poder, implica que comunitariamente nos demos cier-
tas formas de lazo social y de rearmado, o no, de ciertos conflictos,
individuales, particulares, depende el conflicto y las personas involu-
cradas, y no ya como una lógica binaria de condena/absolución, que
la define en última instancia, el ejercicio del poder… a largo plazo,
reconfigurar la lógica del orden social. Las ventajas más a mediano/
corto plazo, son las ventajas del caso individual, donde cada uno y
cada una de los que tienen que verse cara a cara con quien habría
provocado o generado un conflicto [más allá de que] también habría
que poner entre paréntesis quién [fue que] lo provoco.
211
Adrián N. Martín
que sirva para reflexionar sobre cómo esas razones también configu-
ran las decisiones de quienes trabajan en el campo.
212
La rutina y los costos
Buscar el cambio social sin el debido reconocimiento de
las funciones manifiestas y latentes desempeñadas por
la organización social que sufre el cambio es incurrir en
ritual social y no en ingeniería social.
Robert Merton
215
Adrián N. Martín
1. A24.
2. B04.
3. A14.
4. A18.
5. B01.
6. A24.
216
La rutina y los costos
217
Adrián N. Martín
7. A19.
8. A28.
218
La rutina y los costos
Otro juez sostuvo: “el juez lo único que hace es decidir y homologar
sobre lo que hicieron las partes, con lo cual cobra especial vigencia
lo que yo siempre sostengo que es el proceso adversarial, como en el
proceso civil o comercial”.
Solo en algunos casos muy puntuales, las entrevistas parecieron dar
cuenta de que podía realizarse algún otro trabajo desde lo judicial.
Así una jueza9 sostuvo que desde el tribunal realizaban algún acer-
camiento de partes. Así dijo que
9. A20.
219
Adrián N. Martín
10. B18.
11. A07.
220
La rutina y los costos
12. A27.
13. B15.
221
Adrián N. Martín
las partes deben presentar el acuerdo, ahí hay otras tensiones con el
sistema acusatorio, adversarial, en el sentido que el juez o la jueza no
debe conocer el caso con la anterioridad a la audiencia de juicio. ¿Qué
pasa con estas otras audiencias? Bueno, tal vez estas otras audien-
cias las deberían realizar ante un juez o jueza de investigación pre-
liminar, o juez o jueza de la etapa intermedia, y entonces preservar
al juez o jueza de juicio exclusivamente para el juicio contradictorio,
y eso permitiría que quien juzga se pueda meter más en el caso a
preguntarle a las partes sobre los alcances del acuerdo, del posible
acuerdo o de otras cuestiones, depende de la audiencia. Lo que ocu-
rre es que, al después tener la obligación… con la amenaza de pena
detrás, después tener la obligación de realizar el juicio, pareciera que
quien juzga no se debería poder meterse demasiado en el caso, para
después no tener información que, a veces, en el juicio no aparece. O
generar algún mecanismo de excusación después, ¿no?, de pasarle el
caso a otro juez o jueza. Eso en algunas provincias sería realmente
difícil, por la poca cantidad de jueces que hay en determinados luga-
res, donde no se necesitan más cantidad de jueces o juezas, y sería
posible en la Ciudad de Buenos Aires por la cantidad pero hay una
resistencia de la corporación judicial a recibir trabajo que en princi-
pio no le correspondería…
Esta impronta que requiere que sean las propias partes las que defi-
nan el acuerdo con prescindencia judicial tiene algún anclaje norma-
tivo, en especial en las leyes orgánicas de los ministerios públicos y
en el artículo 34 del CPPF.
En la Ley Orgánica de la defensa pública (Ley Nº 27149), el artículo
42, inciso d establece como facultad propia de defensoras y defenso-
222
La rutina y los costos
223
Adrián N. Martín
224
La rutina y los costos
14. Incluyo dentro de esta categoría las resoluciones de suspensión del proceso a
prueba que, en última instancia, operan como antecedentes judiciales que impiden
una nueva suspensión.
225
Adrián N. Martín
Otro juez17 dijo: “No tienen relevancia porque todo implica prepa-
rarlo de una forma u otra. Es lo mismo plantear una audiencia de
probation que una audiencia de flagrancia o una de conciliación. No
deja de ser una audiencia más”.
Una jueza18 que no aplicaba la conciliación adelantó respecto del im-
pacto laboral:
15. A24.
16. A19.
17. A15.
18. A12.
226
La rutina y los costos
Otro juez logró dar cuenta de lo que implicaban esta clase de audien-
cias en términos burocráticos diciendo:
No, no, no más que otros casos que de las audiencias de juicios a sus-
pensión a pruebas o debates. Es decir… Es más, diría que genera me-
nos trabajo porque en una organización de un juicio hay que preparar
convocatorias de varios testigos y en cambio acá solamente tiene que
19. A03.
227
Adrián N. Martín
20. B18.
21. B12.
22. B30.
23. A01.
24. A18.
25. C30.
228
La rutina y los costos
26. Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional N° 26, caso “Almeida”, resolución del
13 de octubre de 2016, voto de la jueza Yungano.
229
Adrián N. Martín
230
La rutina y los costos
231
Adrián N. Martín
232
La rutina y los costos
sido contradichos por las defensas, o incluso que hayan sido acorda-
dos por ella.
Las tensiones entre vectores que definen decisiones, como la grave-
dad de los casos, quién asume las responsabilidades por las decisio-
nes y cuáles son los costos burocráticos de su procesamiento, hace
que los límites entre las clasificaciones posibles se tornen muy borro-
sos. Sin embargo, las líneas de fuga parecen fácilmente delineables.
233
El Ministerio Público
y la lucha por el
dictamen vinculante
A cierta altura de su vida, un hombre que siempre
había falsificado cuadros comenzó a ver mal. Se había
enviciado: comenzó a falsificar músicas. En la morgue,
después de muerto, lo confundieron con otro.
Gonçalo Tavares
237
Adrián N. Martín
1. Esa asignación solo ha cambiado, autorizando alguna suerte de enroque ante cues-
tiones excepcionales, pero nunca con criterio de rotación, a diferencia de lo que ocurre
respecto de los Tribunales Orales en lo Criminal y Correccional Federal.
238
El Ministerio Público y la lucha por el dictamen vinculante
2. D22.
3. D09.
4. D20.
239
Adrián N. Martín
5. D07.
6. D28.
240
El Ministerio Público y la lucha por el dictamen vinculante
7. D15.
8. D30.
9. D25.
10. D30.
241
Adrián N. Martín
11. D20.
12. D20.
13. D14.
14. D05.
15. D01.
16. D29.
17. D29.
242
El Ministerio Público y la lucha por el dictamen vinculante
243
Adrián N. Martín
18. D14.
19. D13.
244
El Ministerio Público y la lucha por el dictamen vinculante
Los informes del año 2019 fueron enviados, cuando la Comisión Bi-
cameral ya había dispuesto la vigencia de los artículos 22 y 34 del
CPPF. Es por ello que, en muchos casos, se reforzó la idea de la ne-
cesidad de reglamentación, incluso en los casos de fiscalías que no
admitían la vigencia de la conciliación.
De ese informe general se deriva que un fiscal21 insistió en que la apli-
cación que venía sosteniendo, sumado al principio de oportunidad,
20. D20.
21. D20.
245
Adrián N. Martín
22. D08.
246
El Ministerio Público y la lucha por el dictamen vinculante
En una línea similar, otro fiscal23 que había señalado que se oponía a
considerar vigente la conciliación antes de la reglamentación, ahora
dio cuenta de que esa oposición que algunos tribunales consideraban
vinculante, se ha modificado. Así dijo:
En esa línea destacó un punto que hemos relevado en otra parte del
trabajo. Ese fiscal24 informó que
23. D07.
24. D07.
247
Adrián N. Martín
otorgarse más de una vez, sin tener que esperar un lapso de tiempo
entre una y otra. Tampoco dice nada la norma, respecto de quienes
registren antecedentes condenatorios. Con esto lo que quiero decir, es
que resultaría necesario contar con instrucciones del Sr. Procurador,
para fijar pautas uniformes al respecto, basadas en cuestiones de po-
lítica criminal.
25. D28.
248
El Ministerio Público y la lucha por el dictamen vinculante
26. D05.
27. D21.
28. D14.
29. D13.
30. D27.
249
Adrián N. Martín
31. D05.
250
El Ministerio Público y la lucha por el dictamen vinculante
Pero otros informes fueron aún más claros en ese sentido. Así un
fiscal,32 en el informe de una fiscalía, sostuvo:
32. D07.
251
Adrián N. Martín
33. D14.
34. D13.
252
El Ministerio Público y la lucha por el dictamen vinculante
35. D28.
36. D15.
253
Adrián N. Martín
37. D23.
38. D30.
39. D21.
254
El Ministerio Público y la lucha por el dictamen vinculante
Reitero también la importancia del rol del Fiscal en lo que hace al con-
sentimiento para el otorgamiento de la suspensión de juicio a prueba,
siendo que algunos fallos de la Cámara de Casación Penal, han revo-
cado decisiones en contra de la decisión del representante del MPF
incluso declarando la nulidad del alegato en contra de la opinión del
representante fiscal ante esa alzada, basadas en cuestiones de opi-
nión o desacuerdo con la de aquellos, sobrepasando incluso el límite
de razonabilidad y fundamentación del mismo, lo que parece una cla-
ra injerencia de un poder sobre otro.
40. D12.
41. D27.
255
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Adrián N. Martín
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El Ministerio Público y la lucha por el dictamen vinculante
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La defensa y sus
conflictos
Se acabó, acabó, acabará, quizás acabe...
los granos se juntan a los granos y
lentamente forman un montón, un
montoncito, el imposible montón.
Samuel Beckett
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La defensa y sus conflictos
MPF, y que las prioridades de las defensas suelen ser que la persona
detenida recupere su libertad con la mayor antelación posible, inclu-
so en desmedro de la mejor resolución final del caso. Nuevamente,
como en casi todos los problemas penales, las teorías y las reflexiones
abstractas ceden frente a la realidad de la “prisión preventiva”.
Un encarcelamiento corto, provisional, revisable periódicamente, solo
justificado por la existencia de peligros procesales que no se pudieron
paliar de otra manera, son las explicaciones que dan los manuales de
derecho procesal penal. Frente a eso, más de la mitad de las perso-
nas privadas de libertad en el ámbito nacional están detenidas sin
condena, en general por delitos contra la propiedad y casi siempre
superando largamente la pena mínima que podría corresponderles
en caso de que fueran condenadas. En esos casos, la prisión ya tran-
sitada es un incentivo muy fuerte para renunciar al juicio, si con
ello se recupera la libertad. A medida que el tiempo pasa, la prisio-
nización también y con ella el incentivo a no discutir para evitar lo
que ya se soportó. De la misma forma, el incentivo opera mucho más
fuertemente si la posibilidad de obtener la libertad es mediante la
suspensión del proceso a prueba. En este contexto, el transcurso del
tiempo, tan necesario para abordar soluciones de conflictos no puniti-
vas, siempre está contra la persona acusada si está detenida.
Ante ello, todo quedará sobre los hombros de la defensa si no se ge-
neran espacios institucionales para abordar la resolución no punitiva
de casos penales que afiancen en la práctica una mirada menos pu-
nitiva para jueces, juezas y para el MPF, o, al menos, por vía de un
incentivo hacia el menor costo burocrático en el trámite de procesos.
Ello fue relevado en las entrevistas hechas con las y los defensores
oficiales, que dieron cuenta de que son las y los que se encargan de
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1. E08.
2. E05.
3. E12.
266
La defensa y sus conflictos
En cuanto a las dificultades que esa posición les genera, algunas de-
fensas destacaron cuestiones burocráticas, e incluso una de ellas dio
cuenta de cómo suelen requerir auxilio a los tribunales. Así un secre-
tario6 de una defensoría indicó: “a veces pasa que por ahí nos encon-
tramos que tenemos poco acceso, dejan teléfonos viejos, tenemos que
4. E06.
5. E15.
6. E06.
267
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No existe mucha más charla con los fiscales y jueces, la charla más
importante es con el damnificado, que en su opinión, es la más difí-
cil… Se le explica el rol de la defensoría, su función. Sería más colabo-
rativo si los fiscales pudieran generar una reunión por lo menos donde
no haya solo un defensor sino también el fiscal o un representante de
fiscalía y el damnificado se sienta representado.
7. F18.
8. E08.
9. E01.
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hasta los damnificados para no molestarlos o que sino hasta les han
pagado un taxi o remís a las víctimas para que se acerquen ellos.
10. E15.
11. F18.
12. F18.
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13. E05.
14. E01.
15. E05.
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16. E01.
17. E07.
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18. E12.
19. E08.
273
Adrián N. Martín
los costos burocráticos que genera. Ese defensor dijo que muchas
veces consideran la conciliación a la par de la suspensión del juicio
a prueba, y que esta última “tiene una suerte mucho mayor, no es
tan controversial como las otras”. Luego concluyó: “hay muchos
factores que me llevan a inclinarme por una solución u otra. Tam-
poco puedo arrastrar a una audiencia o a una reclamación a una
vía recursiva a quien me da la instrucción de resolver la situación
de manera más rápida”.
La disposición del artículo 59, inciso 6 aparece a los ojos del campo
jurídico, desde su mirada más normativista, como un viraje en la
configuración del sistema judicial penal. Sin embargo, las prácticas
cotidianas demuestran que, sobre todo, esa disposición normativa ha
sido una herramienta nueva, sin aceitar, y con sus engranajes duros,
que ha quedado en manos casi exclusivamente de una defensa, y que
no puede ser usada sin un enorme esfuerzo y desgaste.
Sin dudas aquí aparecen diversas formas de uso o de no uso. En al-
gunos casos no se la considera como alternativa principal, o solo se
lo hace cuando las demás alternativas son fuertemente perjudiciales
para la persona imputada. Eso explica, en buena manera, que la ma-
yoría de los casos de personas acusadas por delitos contra la propie-
dad, sin condenas previas, sigan requiriendo la suspensión del juicio
a prueba. La conciliación penal no solo exige un enorme esfuerzo de
las defensorías para iniciar un proceso de diálogo, respecto del cual
no tienen capacitación específica, sino que al mismo tiempo demanda
seguir preparando el caso para un juicio y, en su caso, también mo-
dificar la perspectiva tradicional del MPF y los tribunales para que
admitan esta forma de finalizar el caso.
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La defensa y sus conflictos
20. E26.
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Los casos de
flagrancia
Fractal: Del fr. fractal, voz inventada por el mate-
mático francés B. Mandelbrot en 1975, y este del lat.
fractus ‘quebrado’
1. m. Mat. Objeto geométrico en el que una misma
estructura, fragmentada o aparentemente irregular, se
repite a diferentes escalas y tamaños. U. t. c. adj.
Diccionario de la lengua española, RAE
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los informes de los años 2018, 2019 y 2020 surgen ciertas constantes.
Solo un cuarto de casos pasa de la audiencia inicial a una audiencia
de clausura, es decir, tres de cuatro casos finaliza en esa primera
audiencia que se realiza a las horas de la detención. Las formas de
resolución de esos casos son la renuncia al juicio, la suspensión del
juicio a prueba y la conciliación, divididas casi en tercios, aunque en
el año 2020 la cantidad de suspensiones disminuyó a menos del 20%
y las conciliaciones subieron al 30%, probablemente motivadas por
la decisión de la Comisión Bicameral respecto de los artículos 22 y
34 CPPF.
Por otra parte, de los casos que pasan a la audiencia de clausura, la
mitad también siguen hacia la etapa de juicio, en tanto que un 25%
concluye con la condena por renuncia al juicio. Solo 7% finaliza con
sobreseimientos –probablemente vinculados a conciliaciones– y algo
más del 10% con una suspensión del proceso a prueba.
Pareciera que los casos que llegan a la etapa de juicio deberían fina-
lizar de esa forma. Sin embargo, los juicios por flagrancia no repre-
sentan ese porcentaje. En estos casos la defensa es la misma, pero el
MPF cambia su representante y los tribunales son otros. Entonces,
la alternativa de llevar el caso a un juicio es un costo que ya no solo
soporta la defensa y la persona imputada.
Sobre ello es importante lo que se relevó en las entrevistas, en tanto
surgió que querer resolver el proceso en un juicio suele ser una he-
rramienta de la defensa para que el MPF acepte que el caso finalice
por conciliación, aun cuando la persona imputada tuviere anteceden-
tes penales previos. Es claro que llevar el caso a un juicio solo se
justifica si el caso presenta características especiales, lo que no suele
ocurrir en los típicos casos de flagrancia, o cuando la alternativa de
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4. D30.
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5. D20 y D21.
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Epílogo
Si las “configuraciones de hechos” no son simplemente cosas localizadas
en desorden en el mundo, y presentadas conjuntamente ante el tribunal,
al más puro estilo “mostrar e informar”, sino diagramas cerrados de la
realidad que produce el propio proceso de equivalencias, entonces todo
el fenómeno resulta poco menos que un acto de prestidigitación. Pero,
por supuesto, no se trata de prestidigitación, o en todo caso no lo es
usualmente, sino de un fenómeno bastante más fundamental, sobre el
que de hecho descansa toda cultura: esto es, el de la representación.
Clifford Geertz
303
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Por el contrario,
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Epílogo
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Epílogo
que puede mantener encarcelada a una persona sin condena, sin que
la acusación lo requiera es aún mayor.
En esa línea, consideramos que en muchos jueces y juezas se juga-
ría una posición ideológica afín con la sanción de las infracciones.
Pensamos que la línea hegemónica se contrapondría con la idea de
composición del conflicto, en la medida en que dejaría al Estado sin
poder condenar la desobediencia. Paralelamente, pensamos que era
posible, como contracara de esa moneda, que el campo judicial tu-
viera una interpretación jurídica más flexible o más permisiva para
quienes pertenecían a sectores socioeconómicos medios o altos. Con-
sideramos que los campos más fértiles para sacarle filo a la guadaña
punitiva son las personas menos vulnerables a ser captados por el
sistema penal.
En buena medida esas hipótesis se verificaron. Pudimos advertir
que, si bien un porcentaje importante de juicios se vincula a conduc-
tas que lesionan la vida, el cuerpo, la salud, la libertad sexual, etc.,
la enorme mayoría de los delitos en los que se requiere un juicio en
el campo judicial penal nacional son robos o hurtos. En particular,
hemos dado cuenta de que en los últimos años la mayoría de esos
casos son arrebatos de aparatos de telefonía celular, que pueden vol-
ver al mercado porque las compañías telefónicas no los inhabilitan
para su uso después de la denuncia. Incluso advertimos que no son
pocos los casos en los que se enjuicia a personas que, atravesadas
por situaciones de alta vulnerabilidad social, se llevan de supermer-
cados algunos productos escondidos en la ropa. En esos casos, el
sistema judicial no solo envía los casos a un tribunal de juicio, sino
que luego son los más rápidamente resueltos con una suspensión del
juicio a prueba, o con la renuncia al juicio y la consiguiente condena
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Epílogo
Auyero señala, con cita de Gupta, que los encuentros cotidianos con
las burocracias estatales le dan forma y marco concreto a lo que se-
ría, de otra forma, una abstracción. Agrega que estos encuentros son
fundamentales en la construcción cotidiana del Estado y que se ha-
cen a través de relaciones sociales concretas y del establecimiento de
rutinas, rituales e instituciones que “funcionan en nosotros”, por lo
que el Estado es también un poderoso lugar de producción cultural y
simbólica (2013: 30).
A partir de ello, con citas de Tilly, Heller y Evans (2012: 435), sin-
tetiza la relación entre ciudadanía, democracia y desigualdad en
estos términos:
Desde una perspectiva que puede ser puesta en diálogo con aquella,
Bourdieu ha señalado que
335
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336
Epílogo
¿Qué hacer? Por supuesto, eso resulta difícil de decir. Pero, segu-
ramente, lo que hagamos implicará un alejamiento de la reflexión
funcionalista sobre el derecho […]; y, por contra, un acercamiento a
la reflexión hermenéutica sobre éste, que lo concibe como un medio
para otorgar un sentido particular a cosas particulares en lugares
particulares (cosas que suceden, cosas que no logran suceder, cosas
que podrían llegar a suceder), de tal forma que esos dispositivos no-
bles, siniestros o simplemente oportunos adopten formas particulares
e impactos particulares. En suma, un sentido, y no un mecanismo
(Clifford Geertz, 1994: 259).
337
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el infierno de los vivos no es algo por venir; hay uno, es aquél que
existe entre nosotros, el infierno que habitamos todos los días, que
formamos estando juntos. Dos maneras hay de no sufrirlo. La pri-
mera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él
hasta el punto de no verlo más. La segunda es peligrosa y exige aten-
ción y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en
medio del infierno, no es infierno, y hacer que dure, y dejarle espacio
(Ítalo Calvino, 1998: 172).
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Apéndice
Algunas derivas
metodológicas
En memoria de Patricia Llerena1
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Apéndice
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Apéndice
2. Como resultado de los concursos Nº 306, 317 y 367 del Consejo de la Magistratura,
se enviaron a la Comisión de Acuerdos del Senado de la Nación veinticuatro pliegos
de aspirantes a ocupar las vacantes. Respecto de otros tres cargos vacantes, se ha
dispuesto el inicio del concurso N° 422, al que a fines de 2019 ya se le había incluido
una cuarta vacante.
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dicial, no solo nunca fue respondido, sino que nadie allí me informó
que hubiera llegado esa solicitud.
Durante el año 2018, procuramos entrevistar a quienes habían que-
dado pendientes en 2017 y a las personas que inicialmente no ha-
bíamos pretendido entrevistar. Finalmente, se lograron concretar
treinta y una entrevistas, de quienes habían quedado pendiente y de
quienes contactamos ese mismo año.
En definitiva, a mediados del año 2018 decidimos finalizar los in-
tentos de seguir concretando entrevistas y nos concentramos en
analizar las treinta y una entrevistas, debido a que en algunos
pocos casos la respuesta ya había sido negativa. Pero, además, en
muchos otros casos no teníamos respuestas sino solo interlocutores
que aseguraban que pasarían el mensaje, y en un tercer conjunto
de casos las respuestas evasivas eran una forma más que evidente
de procurar el cansancio y desistimiento por parte del equipo de
investigación.
Con relación a estos dos últimos conjuntos de negativas encubier-
tas, no es menor considerar cómo se configuran esas relaciones en-
tre personas que ejercen la función judicial y un conjunto de jóvenes
que desarrollaban una investigación universitaria. El posponer sin
desalentar completamente, de forma de no asumir los costos de una
negativa que podría ser tildada de antirrepublicana, pero sí provo-
car que quien desista sea quien pretende el ejercicio de un derecho
es no solo toda una definición del sistema judicial, sino además una
particular forma de configurar expectativas en la ciudadanía sobre el
servicio de justicia.
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Abreviaturas
CSJN Corte Suprema de Justicia de la Nación
CNCP Cámara Nacional de Casación Penal
CFCP Cámara Federal de Casación Penal
CNCCC Cámara Nacional de Casación en lo Criminal y
Correccional
CNACC Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y
Correccional
TOCC Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional
CPPN Código Procesal Penal de la Nación
CPPF Código Procesal Penal Federal
DGN Defensoría General de la Nación
PGN Procuración General de la Nación
LEPP Laboratorio de Estudios sobre Procesos Penales
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El autor
ADRIÁN N. MARTÍN
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