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EJEMPLOS DE OBSTÁCULOS.
Introducción
Esta aparente falta de método la hemos reflejado en la cita que encabeza estas líneas, cita
que Bachelard había destacado en el encabezamiento de una de sus últimas obras, La
poética de la ensoñación (La poétique de la rêverie, 1960). Y, sin embargo, visto desde el
significado original del término "método", o sea camino, sí hay un camino que contiene su
propia coherencia. Como tantas veces se ha destacado, el "método" es el camino una vez
recorrido –contra la pretensión de una previa determinación de él–; por eso, tantas
metodologías son malas construcciones retóricas a posteriori.
Tal intención venía anunciada ya al reflexionar sobre las implicaciones de la nueva física.
Por ejemplo, la pretensión de un sujeto observador independiente del objeto observado
ya no es un supuesto válido a la luz del principio de indeterminación formulado por
Heisemberg. Inevitablemente, según tal principio de la física cuántica, el observador
modifica lo observado. Lo mismo cabría decir respecto a la caducidad del supuesto de la
filosofía mecánica que pretende reducir todo a figura y movimiento. Pero esta
constatación no es sólo el resultado de un episodio histórico en el desarrollo de la ciencia
de este siglo. Bachelard la generaliza más allá de ese contexto histórico. De ahí, esa
derivación desde lo más particular –la caducidad de la filosofía mecánica– hacia lo más
general –descubrir los rasgos inconscientes en el propio conocimiento científico–.
El estudio de ese inconsciente va más allá de un mero psicologismo, del psicologismo que
consistiera en describir las condiciones o limitaciones psíquicas en que se mueve el
científico en su ambiente intelectual. La derivación es más profunda: parte de la
convicción de que ha de romperse con la idea tan extendida de una neta separación entre
un sujeto contemplativo y un universo indiferente o independiente de esa mirada. La
convicción es de orden ontológico: la imagen crea realidad, la imagen es anterior al
pensamiento. Hay, pues, un continuum entre lo que llamamos ‘real’ y lo que llamamos
‘irreal’; la llamada realidad es también una construcción realizada desde las imágenes.
Una primera indicación de la intención de Bachelard nos viene dada ya en el uso de los
términos "songe" y "rêverie". El primero no sólo significa ‘sueño’: en francés es también
un modo del pensar y del recordar ("songer à quelqu’un" es ‘pensar en alguien’). El
segundo, traducido por ‘ensoñación’ o ‘ensueño’, quiere subrayar también ese estado
intermedio entre lo consciente y lo inconsciente, entre lo real y lo imaginado, o sea un
estado de duermevela. En ese intermedio se revela el valor productor de las imágenes. Al
analizar, pues, el imaginario (songes y rêveries) de los cuatro elementos se ponen de
relieve todo un encadenamiento de figuras, de lo que Bachelard llama complejos, de
imágenes poéticas, de construcciones mentales inconscientes, en lo que es la percepción-
construcción de la realidad. Son las diversas pautas del pensar y del imaginar que
organizan el mundo.
En resumen, hay que ver a Bachelard como una de las contribuciones más profundas y
originales a la filosofía de este siglo, particularmente en la situación de la filosofía europea
de entreguerras –cuando entra en escena una nueva consideración de los aspectos
inconscientes, de las variables míticas, de la referencia al imaginario–. Todo eso supone
una pequeña revolución en los ámbitos de la simbología, de la estética. Pero el mérito
añadido de Bachelard es el de haber relacionado este ámbito con el de la filosofía de la
ciencia, rompiendo una barrera que parecía insalvable.
Gastón Bachelard (27 de junio de 1884- 16 de octubre de 1962) fue un filósofo francés y
crítico francés. Autor inclasificable, estuvo interesado por la historia de la ciencia,
moderna o contemporánea, y al mismo tiempo por la imaginación literaria.
Pensamiento
En sus obras El nuevo espíritu científico (1934) y La formación del espíritu científico (1938)
exponen sus ideas sobre la Filosofía de la Ciencia. Su obra más importante en este terreno
es El materialismo racional (1953). Supone su planteamiento una superación del debate
empirismo/racionalismo, combatiendo a cada uno de ellos por separado. Para Bachelard,
el materialismo racional se halla en el centro de un espectro epistemológico cuyos
extremos son el idealismo y el materialismo. El hecho científico se construye a la luz de
una problemática teórica, y se prosigue con un materialismo racional.
El acceso al conocimiento como la historia de las ciencias está marcado por un corte
(«coupure épistémologique»), que separa lo pre-científico. Bachelard consideraba que la
ciencia progresaba a través de la superación de obstáculos epistemológicos (todo
conocimiento, decía, es aproximado). En este sentido, se conoce "en contra del
conocimiento anterior, destruyendo conocimientos mal adquiridos o superando aquello
que, en el espíritu mismo, obstaculiza la espiritualización". Algunos de los obstáculos que
deberá superar la ciencia son, entre otros, la opinión y la observación básica, que deben
sustituirse por el ejercicio de la razón y la experimentación.
Según Bachelard, la ciencia no puede producir verdad. Lo que debe hacer es buscar
mejores maneras de preguntar a través de rectificaciones. Él usa para ejemplificar el caso
una metáfora: "el conocimiento de lo real es una luz que siempre proyecta alguna
sombra". Cada superación de algún obstáculo epistemológico conlleva necesariamente
otro obstáculo más complejo. “Poseo el mundo tanto más cuanta mayor habilidad tenga
para miniaturizarlo. Pero de paso hay que comprender que en la miniatura los valores se
condensan y se enriquecen. No basta una dialéctica platónica de lo grande y de lo
pequeño para conocer las virtudes dinámicas de la miniatura. Hay que rebasar la lógica
para vivir lo grande que existe dentro de lo pequeño”.