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Luego de haber conocido a las especies de homínidos que han sido parte del
proceso evolutivo que condujo a la aparición de nuestra especie, ¿tiene usted
alguna idea de las transformaciones que experimentaron nuestros ancestros
y que los hicieron realmente “humanos”? Responder a esta pregunta no es
tarea fácil, pero constituye algo fundamental si queremos entender mejor
nuestro vínculo taxonómico con los demás primates y lo que en
el fondo nos separa de ellos. En este sentido, luego de una revisión de varias
fuentes bastante versadas sobre el tema, podemos señalar ciertos cambios
que le cambiaron de rumbo a nuestra historia y que a continuación
los pasamos a describir.
∙ EL PULGAR OPONIBLE:
El pulgar oponible permitió al
hombre desarrollar herramientas y
fue un cambio evolutivo que
permitió que después el ser
humano desarrollar capacidad de
construir , hacer herramientas fue
importante para la evolución de
nuestra especie humana.
• ADQUISICIÓN DE LA POSTURA BÍPEDA
En comparación con la totalidad de los demás
primates, los seres humanos hemos desarrollado
de manera exclusiva la capacidad de
desplazarnos permanentemente sobre nuestras
dos extremidades inferiores. Las
investigaciones paleontológicas sugieren que
este cambio habría ocurrido unos 4 millones de
años atrás, cuando los especímenes de
Australopithecus se vieron en la necesidad de
desplazarse manteniendo la cabeza erguida para
protegerse de sus predadores, cuando su hábitat
comenzaba a perder bosques y se convertía en
una estepa.
• Pese a que en un momento inicial esta nueva postura debió ser muy
difícil de mantener, con el paso del tiempo trajo numerosas ventajas a
estos antiguos homínidos, la permitirles exponer menos superficie de su
cuerpo al sol y aprovechar la brisa, esencial para mantener fresco el
cuerpo y ahorrar el consumo de líquidos, cosa útil en un hábitat con
escasez de agua. Por otro lado, las extremidades superiores quedaron
libres para el desarrollo de nuevas habilidades como la fabricación de
herramientas. Al mismo tiempo, toda la estructura anatómica del cuerpo
sufrió una transformación marcada, especialmente en la zona de la
pelvis, que a su vez trajo consecuencias en la forma de los partos en el
caso de las hembras. Por su parte, la columna vertebral y el cráneo
también cambiaron, en el caso de este último con la ubicación del
foramen magnum o agujero por donde se conecta con las vértebras,
hacia su misma base, lo que permitió que la bóveda craneana pueda
crecer con mayor libertad
• ESCASA ESPECIALIZACIÓN
A diferencia de los demás primates contemporáneos y de los
homínidos que se han extinguido, los Homo sapiens hemos
desarrollado una particular capacidad adaptativa a todos los
tipos de hábitats y ecosistemas.
Esto se expresa en una escasa especialización anatómica de
ciertas partes de nuestro cuerpo, como por ejemplo los dientes,
que en comparación con los de otros animales, son pequeños
y no sirven como arma de defensa frente a los predadores. A
su vez, nuestra arcada dentaria es inútil para masticar los
alimentos en su estado natural, sino procesados. En resumen,
nuestra constitución biológica no está exclusivamente diseñada
para cierto tipo de entorno natural. Esto podría parecer una
desventaja, pero al final de cuentas ha
jugado un rol totalmente contrario, al no permitir que seamos
dependientes únicamente de un determinado tipo de hábitat
DESARROLLO DEL CEREBRO
El cerebro del Homo sapiens es uno de los mayores, si
lo comparamos con el total de nuestra masa corporal.
Más aún, destaca que éste sea uno de los órganos de
requiere más energía metabólica, consumiendo un 20%
del total que se necesita para el cuerpo, debido
precisamente a ese gran tamaño, que cuenta con un
volumen que oscila entre los 1.200 a 1.400 cm3, siendo
el promedio global actual de 1.350 cm3. Los estudios
realizados en el campo de la bioantropología señalan
que no sólo bastó un cerebro grande para nuestro éxito
evolutivo, sino una estructura compleja y sofisticada del
sistema nervioso central y de la masa encefálica
propiamente dicha..
• Esto es evidente si nos percatamos que los Homo neanderthalensis
tuvieron un cerebro más grande que el de nuestra especie, pero con una
estructura más sencilla, caracterizada por un escaso desarrollo de los
lóbulos prefrontales y frontales. En contraste, el cráneo de los Homo
sapiens no sólo tiene una frente adelantada sino que es también más alto
en el occipucio, lo que permite el desarrollo de los lóbulos
• prefrontales y frontales y también jugó un papel importante en el proceso
de lateralización y especialización de los lóbulos del cerebro, así como en
el desarrollo del córtex y neocórtex, gracias a los cuales se hizo posible
• la articulación del lenguaje y del pensamiento simbólicos
DESARROLLO DEL LENGUAJE Y EL PENSAMIENTO SIMBÓLICOS
Como acabamos de mencionar, la aparición del lenguaje y el
pensamiento simbólico requirió, en gran forma, de un desarrollo previo
del cerebro. Aunque se puede asumir ello como cierto, hay indicios que
sugieren que ya existían antecedentes de este lenguaje mucho antes de
la transformación de nuestra masa encefálica.