1- Empezamos nuestro recorrido por el fascinante mundo de las doctrinas cristianas. En
este tiempo de vacío, de superficialidad y pensamiento débil, la teología cristiana, con sus dos mil años de historia, con sus incontables páginas y páginas de creyentes pensando en su fe, es como una pileta en la que da gusto zambullirse 2- Hoy vamos a empezar un recorrido por 11 doctrinas que constituyen parte del fundamento esencial de la fe cristiana. Cuando alguien te pregunte: ¿en qué crees?, la respuesta sin duda tiene que incluir al menos parte de estas doctrinas: Dios, la obra de Jesús, la Biblia, la iglesia, la Creación, la humanidad, el pecado, la salvación, la Cena del Señor, el bautismo, la esperanza futura… todos estos temas están en el corazón mismo de la fe cristiana 3- Sobre cada uno de estos temas se han escrito cientos, miles de libros, desde diferentes miradas y puntos de vista. Nosotros vamos a usar como base el libro “Breve historia de las doctrinas cristianas” de Justo González. Nos sirve porque es pedagógico y claro, y porque resume muy bien conceptos complejos a. Siempre es importante saber quién nos está hablando. Justo González es un historiador cubano. Al momento de dar esta clase sigue vivo pero está ya muy viejito. Él pertenece a la tradición metodista. Es un historiador de la iglesia muy respetado, uno de los más destacados historiadores del cristianismo en español 4- Aunque podríamos darle un perfil más reformado, pentecostal, anglicano, luterano o católico a esta materia, el enfoque que vamos a intentar dar en esas lecciones es el de las doctrinas que van más allá de las experiencias personales, las tradiciones específicas y los autores de cabecera. No tanto las diferencias sino aquellos acuerdos generales que hay en la iglesia a. En el fondo de todo, de cualquier manera, hablamos de los fundamentos de la fe común porque la pertenencia de cada creyente es a Cristo: no a un grupo pequeño, no a una iglesia local, no a la Reforma protestante ni a la estructura católica, no al pensamiento de Calvino ni de Lutero ni de Santo Tomás, ni a una denominación. 5- Decir “teología”, “doctrina” y “dogma” parece hablar de cosas que poco tienen que ver con la realidad de todos los días. Pero vamos a ver, mientras avancemos, que todos los temas tienen mucho que ver con la vida y la realidad, porque son las ideas que están en el fondo de cómo vivimos. 6- La primera pregunta que nos hacemos es, por supuesto, qué es una doctrina. “Doctrina” significa enseñanza o instrucción. Más específicamente, la doctrina de una institución o grupo es el cuerpo de enseñanzas que sustentan su funcionamiento; la doctrina de un país, en ese sentido es su Constitución; la doctrina de un acuerdo comercial es el contrato; y la doctrina de un juego son las reglas de ese deporte. a. Justo González explica las doctrinas como una especie de límite, como los bordes que nos mantienen a salvo para poder seguir jugando un juego. Es una explicación muy sencilla pero que nos sirve para entender la real importancia que tienen. b. Las doctrinas al igual que limitan la libertad de pensar otras cosas, también abren la posibilidad a la creatividad que existe dentro de esas reglas del juego. Podemos salirnos de los límites de la doctrina cristiana, pero ya estamos “jugando a otro juego”. 7- Existen varios problemas detrás de una ignorancia de “las reglas del juego” de la fe cristiana. Si no conocemos el depósito de nuestra fe, de pronto aparece alguien (un ateo combativo, un libro intrépido, una denominación estricta, una secta seductora o una autoridad religiosa manipuladora) y no tenemos nada con qué defendernos. Nos dicen algo sobre Dios, sobre cómo debemos actuar u obedecer, nos piden ciertas cosas, y no tenemos herramientas para contrastar si nos están diciendo la verdad. a. El ejemplo de los judíos de Berea es clave. En Hechos 17:11, Pablo fue a predicar a esa ciudad y estas personas “recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así”. b. En medio de toda la confusión que anda dando vuelta, conocer nuestra fe nos libra de caer en esas trampas. Conocer nuestra fe nos protege de las sectas, del abuso espiritual, de la manipulación y de actuar por ignorancia (incluso dañando a otros). 8- Conocer los bordes de nuestra fe nos libra también de cometer también los errores que otros han cometido antes que nosotros. Son como advertencias que nos recuerdan que si vamos más allá de eso, ya dejamos de jugar a la fe cristiana. Las doctrinas no fueron naciendo de que algún teólogo le pareció interesante decir algo en algún momento y a partir de ahí fue así para la iglesia. a. Por el contrario: las doctrinas nacen de la fe viva de la iglesia. La fe y la adoración de los creyentes sucede primero, las doctrinas vienen después. El culto de la iglesia es previo a los dogmas de la iglesia. Este es el principio llamado “lex orandi est lex credendi”, que significa justamente que la doctrina nace de la experiencia de adoración de los creyentes, no de la especulación intelectual b. ¿Por qué el consenso fue construido lentamente? Porque son como los acuerdos de convivencia. Recién cuando alguien hace algo que altera la paz familiar, nos vemos en la necesidad de llegar a un nuevo acuerdo. Hasta ese momento, ni siquiera hacía falta pensar en eso, pero cuando un comportamiento o una idea nueva aparece en escena, es necesario tomar una postura ante eso. c. La fe viene primero y lleva después al dogma. Pero a partir de ahí sigue un círculo virtuoso… porque las doctrinas tienen que conducir de nuevo a la fe viva y real, tienen que darle contenido y fundamento a la fe. Si solo tenemos doctrinas sin una vida en Cristo, la fe cristiana se vuelve pura filosofía; pero si nuestra devoción real no tiene contenido, fácilmente somos víctimas de cualquier viento de doctrina. 9- Karl Barth, que fue probablemente el teólogo más importante del siglo XX, decía que toda teología debe siempre ser hecha con un poco de humor, porque a fin de cuentas estamos hablando de cosas tan grandes e importantes que nuestra mente se queda corta. a. En ese sentido tenemos que decir que las doctrinas no son divinas, no fueron escritas con el dedo de Dios en mármol. Son, más bien, la forma en la que la iglesia, en humildad, ha entendido a lo largo de la historia el misterioso accionar de Dios en medio de ella. Hay cosas que sabemos (y en las que perseveramos) y cosas que ignoramos (y, por ende, no podemos hacer doctrina sobre ellas) b. Las doctrinas son muy importantes, pero eso no significa que debamos confundirlas con Dios mismo… confundir a la doctrina con el Dios del que hablan las doctrinas es un acto de idolatría 10- Entonces… si las doctrinas son un fundamento que heredamos de Jesús y los apóstoles… pero al mismo tiempo son algo que va madurando a lo largo del tiempo… ¿en qué quedamos? a. Quedamos justamente en ese punto intermedio: las dos cosas son verdad. A ese punto intermedio, donde afirmamos dos cosas que parecen contradictorias, lo llamamos “paradoja” y va a ser algo que va a aparecer una y otra vez en las doctrinas cristianas b. En las doctrinas cristianas, hay continuidad e innovación, hay cosas que son estáticas y otras que son dinámicas, hay cosas que hay que conservar y otras en las que hay que progresar. i. En primer lugar, hay una revelación histórica que no podemos perder de vista. Por eso hay un deseo de volver a los orígenes, de estar cerca del testimonio de los primeros cristianos y de la vida de Jesús ii. Pero, en segundo lugar, la revelación es también progresiva. La historia de la iglesia tiene que ver con eso: con el tiempo entendemos mejor que antes muchas cosas. Hoy entendemos mejor que Pedro la doctrina de la Trinidad, y eso es también un regalo de la gracia de Dios iii. Pensemos que es un poco como el desarrollo de un embrión o de un bebé. El ADN de una persona está presente desde el comienzo, y ya desde muy chiquitos hay aspectos de la personalidad que son clarísimos. Esto es igual que el corazón del evangelio que estaba presente ya desde los primeros tiempos del cristianismo. Pero al crecer, esas características y ese ADN se van desarrollando, llegan a su madurez. 1. Si las doctrinas no tuvieran un aspecto estático, fijo, que tenemos que conservar, perderíamos el ADN… el cristianismo moriría, porque se convertiría en otra cosa, llevado por todo viento de doctrina 2. Pero si las doctrinas no tuvieran un aspecto dinámico, progresivo, de madurez, siempre seríamos como niños… el cristianismo también moriría, porque terminaría siendo algo fijo, sin vida ni crecimiento 11- Ya entendimos más o menos qué es una doctrina y cómo fueron surgiendo a lo largo de la historia. Pero seguro se nos puede ocurrir una pregunta más sencilla: ¿realmente hacen falta las doctrinas? ¿Es necesario darte tantas vueltas al tema de la fe? ¿Acaso lo importante no es tener a Jesús en el corazón? a. El problema de que todo dependa de mi experiencia con Dios, de mi relación con Dios, de lo que voy sintiendo del Espíritu Santo, es que no tenemos nada sólido de lo que agarrarnos. b. Tenemos que llegar a un equilibrio. Es cierto que mi fe tiene que ver con mi relación con Dios y mi experiencia personal. Pero también es cierto que mi fe no es mía. Es una fe que hemos recibido y nos toca pasarla a otros, como si fuera una vela. c. 1 Juan 4:1 dice: “Queridos amigos, no les crean a todos los que afirman hablar de parte del Espíritu. Pónganlos a prueba para averiguar si el espíritu que tienen realmente proviene de Dios, porque hay muchos falsos profetas en el mundo” i. Si no conocemos nuestra fe, cualquier viento de doctrina puede movernos de la fe que hemos recibido.