Está en la página 1de 197

LOS SECRETOS

DE LA
ANTICUA BRUJERIA
CON El TAROT DE LAS BRUJAS

E s te v o l u m e n c o n t i e n e m u c h a s c e r e m o n i a s y
S e c r e t o s p e r d i d o s de la A n t i g u a B r u j e r í a . . . I n c l u y e
ca pítulos sobre:
i1i
1. El a n t i g u o r i t o de i n i c i a c i ó n .
2. El c a b e l l o c o m o a y u d a de la m a g i a .
3. Magia sexual.
4. La c a b r a y el b r u j o .
5. La N o c h e de l os M u e r t o s ( H a l l o w e e n ) .
6. El b r u j o s o l i t a r i o . t

7. C e r e m o n i a s de la b r u j e r í a .
8. Li sta p a r c i a l de las d i o s a s p r i n c i p a l e s .
9. Las c a r t a s del T a r o t de las B r uj a s.
10. S i c o m e t r í a : u n p o d e r de la b r u j a .
11. ¿ Q u i é n er a S a n J o r g e ?
El T a r o t de las B r u j a s , b a s a d o en u n a u t é n t i c o
s i m b o l i s m o del A r t e , es ú n i c o y d i f e r e n t e a
c u a l q u i e r o t r a b a r aj a del T a r o t . P u b l i c a d o p o r
p r i m e r a v e z p ar a el p ú b l i c o g e n e r a l , a d i f e r e n c i a del
f r í o p r o f e s i o n a l i s m o de o t r a s m u c h a s b a r a j a s del
T a r o t , el e n c a n t o del T a r o t de las B r u j a s e s t á en su
s i m p l i c i d a d , c o m p a t i b l e c o n las c o s t u m b r e s
a n t i g u a s de l os i n i c i a d o s .
I S BN g 4 T 7 6 « 0 - < . 9 -- 3

9 7 8 8 4 76 4 0 4 9 1

LA TABLA DE ESMERALDA
1

, \
r
V

I" ' ^
...... 11*11.*i 1 ...
ARNOLD Y PATRICIA CROWTHER

LOS SECRETOS
DE LA
ANTIGUA BRUJERIA
CON EL TAROT DE LAS BRUJAS

LA TABLA DE ESM ERA LD A


Título del original inglés:
THE SECRETS O F ANCIENT W ITCHCRAFT

Traducido por:
JUANA RODRIGUEZ

© 1974, by LEO LOUIS M ARTELLO


© 1991, De la traducción. Editorial EDAF, S. A.
© 1991, Editorial EDAF, S. A. Jorge Juan, 30, 28001 Madrid.
© Para la edición en español por acuerdo con CAROL PUBLISING GROUP
New York (USA).

N o está pennitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratam iento inform ático, ni
la transm isión de ninguna form a o por cualquier m edio, ya sea electrónico, m ecánico, por
fotocopia por registro u otros m étodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del
Copyright.

ISBN: 84-7640-481-3
Depósito legal: M. 16.264-1991

FRINTED IN SPAIN_________________________________________IMPRESO EN ESPAÑA


G ráficas Rogar, S. A. - C / León, 44 - FUENLA BRAD A (Madrid)
INDICE

PáSs:
INTRODUCCION................................................................................... 9

PARTE I:
LA DIOSA VERDE

1. EL RITO DE INICIACION ANTIGUO................................... 21


2. EL CABELLO COMO AYUDA A LA MAGIA...................... 31
3. MAGIA SEXUAL........................................................................ 39
4. LA CABRA Y LA BRUJA ....................................................... 51
5. HALLOWEEN (Víspera de Todos los Santos).......................... 61
6. EL BRUJO SOLITARIO............................................................. 67
7. CEREMONIAS DE LA BRUJERIA......................................... 79
8. LISTA PARCIAL DE LAS PRINCIPALES DIOSAS ............ 89
9. LAS CARTAS DEL TAROT DE LAS BRUJAS ................... 93
10. SICOMETRIA: UN PODER DEL BRUJO ............................. 105
11. ¿QUIEN ERA SAN JO R G E ?...................................... i .............. 119

PARTE II:
UN BRUJO BAJO EL FUEGO

UNA BRUJA BAJO EL FUEGO.......................................................... 125


LO QUE LAS MUJERES QUIEREN SABER.................................... 163
PREGUNTAS HECHAS POR MIEMBROS DE UNA SOCIEDAD
DE INVESTIGACION SIQ U ICA ................................................ 175
PREGUNTAS DE ESTUDIANTES UNIVERSITARIOS.................. 181
BIBLIOGRAFIA..................................................................................... 193
INTRODUCCION

DOCTOR LEO LOUIS M ARTELLO


Autor de Witchcraft: The O íd Religión

A rnold y Patricia C row lher son una de las parejas de brujos más
fam osas de Inglaterra. Ella es actriz y bailarina; é! es profesional de la
m agia de escenario. Hace varios años, A rnold presentó a P atricia a
G erald G ardner, quien la inició en la brujería. Ella inició después a
A rnold. C uando se casaron, el doctor G ardner voló desde la isla de
Man para llevar a cabo la cerem onia de esponsales de los brujos. Más
tarde celebraron la cerem onia civil. Este m atrim onio recibió gran pu­
blicidad en la prensa inglesa.
Los C row ther han escrito el libro The Witches Speak, presentado a
los norteam ericanos por este autor. Patricia ha escrito tam bién Witch
Blood: The A utohiography o f a Witch High Priestess, con una intro­
ducción mía. Escribió un docum ental para la radio británica, A Spell
o f W itchcraft, y ha aparecido en num erosos program as de radio y tele­
visión.
A diferencia de m uchos “nuevos brujos”, que dom inan sus rituales
pero investigan m uy poco, los C row ther son im placables en su bús­
queda constante de “fragm entos de una fe perdida”. Aunque técnica­
m ente se les podría considerar “gardnerianos” , se refieren a sí m ismos
com o brujos, afirm ando que el térm ino “gardneriano” sólo se originó
tras la m uerte de G ardner. P atricia fue una de las herederas brujas
m encionadas en el testam ento de Gardner.
10 LOS SEC R E T O S D E LA A N T IG U A B R U JE R IA

A unque he sido iniciado en otras cuatro tradiciones de brujería,


aparte de la m ía, es la prim era vez que revelo mi iniciación en la ra­
ma gardneriana. C om o he insistido siem pre en m antener mi indepen­
dencia, no he buscado ni querido ser iniciado en la tradición gardne­
riana tal corno se practicaba en los E stados U nidos. C uando acepté
som eterm e a esta iniciación, lo hice porque respetaba a la sum a sa­
cerdotisa y al sum o sacerdote: Patricia y A m old Crowther. R espetaba
tam bién su lealtad al fallecido Gerald Gardner, aunque no siem pre he
estado de acuerdo con ellos. A dem ás, prefería obtener mi inform a­
ción de prim era m ano de los C row ther, y no de segunda m ano por
m ed io de unos am erican o s g a rd n erian o s que n unca c o n o c ie ro n a
Gardner. A cudí junto al reciente sumo sacerdote y le pedí una inicia­
ción gardneriana a su recién iniciada suma sacerdotisa (sin revelar mi
iniciación anterior) sólo para ponerles a prueba y confirm ar una in­
tuición. Sin em bargo, no podía reconciliarm e con ciertas cosas que
ellos estaban haciendo y consideré necesario “destaparm e” y revelar
que tam bién yo era un brujo gardneriano iniciado, dando pruebas de
ello. ¡D isfruté con el espectáculo de ver a algunos de estos nuevos
g a rd n eria n o s actuando com o si p o sey eran los secretos de “ S anto
G rial” ! Los C row ther no revelan nunca los nom bres de los que perte­
necen al grupo, y la m ayor parte de los m iem bros del aquelarre ni si­
quiera conocen los nom bres auténticos de los otros. De esta m anera
practican el auténtico Arte tal com o es expresado en el Book O fS h a -
dows: “N ingún aquelarre conocerá dónde habita el siguiente, ni quié­
nes son sus m iem bros, salvo la sacerdotisa y el sacerdote, y tam bién
el m ensajero. Y no habrá com unicación entre ellos, salvo por el m en­
sajero de los dioses, o el invocador, y sólo si hay seguridad pueden
los aquelarres reunirse en algún lugar seguro para las grandes fiestas.
Y e sta n d o allí, n in g u n o p o d rá d ec ir de d ó n d e v ien e ni cuál es su
nom bre auténtico. A sí, aunque sean torturados, ni en su agonía p o ­
drán decir lo que no conocen.»
En este libro los C row ther escriben: “ Sabem os ciertam ente que
A leister C row ley no escrib ió nunca ritual alguno para brujos. Los
aquelarres son regidos por una sum a sacerdotisa, y Crowley no es de
esas personas a las que les gusta que les m ande una m ujer.” La últi­
IN T R O D U C C IO N II

m a parte es cierta, pero no niega la prim era. Con el debido respeto


que me m erecen, en el rito conocido com o “atraer la luna” se incluye
este pasaje de “The G nostic M ass” , en el libro de C rowley M agick in
Theory and Practice: “Y por tanto por la sem illa y la raíz, y por el ta­
llo y el capullo, y por la hoja y la flor y el fruto te invocam os.” Hay
otros ejem plos. Es bien sabido que G ardner conocía a Crowley, y que
éste le dio una carta de la Ordo Templi O rientis (O.T.O.) (que G ard­
ner no utilizó nunca, aunque la exhibió en su M useo de la B rujería de
M an). En Witch Blood, Patricia nos cuenta su encuentro con Crowley
poco antes de que éste falleciera.
En una carta que me envió, con fecha del 14 de octubre de 1973,
Patricia C row ther escribe: “M e parece que hay pensam ientos equivo­
cados acerca de G erald y los suyos. Fue iniciado en un grupo heredi­
tario en el New Forest, y hem os conocido a algunas personas de este
grupo. D oreen Valiente ha conocido tam bién a alguno de ellos, y ella
m ism a fue iniciada por G ardner. La idea de los “gardnerianos” fue
in tro d u cid a por dos hom bres, había trabajado con uno de ello s en
uno de los aquelarres de G erald; el otro ha m uerto ya. T rataban de
d ar a entender que eran algo distinto, es decir, hereditarios. Esto es
absurdo, pues, com o la W icca *, creem os en la reencarnación, según
la cual nada se debe al linaje genético. Es evidente que hay personas
que han conseguido el conocim iento a través de su propia fam ilia,
pero incluso en los tiem pos antiguos la gente era introducida en el te­
m a, pues de no ser así el A rte no habría sobrevivido.”
M is am igos de la brujería hereditaria no están de acuerdo con los
C row ther y otros que fueron introducidos al A rte por G erald G ard­
ner. U no de ellos, W illiam L iddell, quien vive ahora en A uckland,
N ueva Zelanda, me ha contado que los gardnerianos han aportado al

* Aunque los autores hacen varias referencias en el libro a la W icca, y por el


contexto el término parece referirse a un código o un cuerpo de conocim ientos, en
ninguna parte lo explican. F onéticam ente el térm ino se asem eja a ouija, palabra
que también tiene unos orígenes oscuros, aunque la teoría más extendida e s que
procede de las palabras que se utiliza en francés y en alem án para la afirmación,
oui y ja. (N del T.)
12 LOS S E C R ET O S D E LA A N TIG U A B R U JE R IA

círculo ciertas cosas que los brujos hereditarios nunca habrían inclui­
do. En “Thoughts On the Third Degree”, un artículo que escribí para
el núm ero 59 de la publicación Green Egg, decía: “Los brujos gard-
nerianos, alejandrinos y neogardnerianos (incluyendo a m uchos que
se dan a sí m ism o el nom bre de tradicionales) tienen un sistem a de
tres grados. Varios autores afirm an que G ardner fue iniciado en un
aquelarre tradicional; muy pocos han dicho que era hereditario. Pudo
haber sido tradicional, pero con toda seguridad no fue hereditario.
Los brujos ingleses hereditarios no tenían ni tienen grados y no dan
el nom bre de iniciación a la adm isión de un neófito. Tam poco utili­
zan m uchos de los elem entos de la brujería propagados por Gardner
y no introducirían determ inadas cosas en el Círculo. (Tampoco utili­
zan este térm ino.) A dem ás, a diferencia del gardneriano B ook O f
Shadows (y sus derivados), que dice: “Y es por esta razón que a un
hom bre le puede enseñar una m ujer y a una m ujer un hom bre, y que
m ujer y m ujer y hombre y hom bre no deben intentar nunca juntos es­
tas prácticas.” En algunas versiones se añade: “Y que la m aldición de
los poderosos caiga sobre aquel que lo intente.”En los aquelarres he­
reditarios el M agister puede iniciar a hom bres y mujeres.
En An A B C O fW itch cra ft, Doreen Valiente discute el encuentro
de G ardner con A leister Crowley, a quien “adm iraba com o poeta, y
le encantaba utilizar en sus ritos citas de las obras de Crowley” . Dice
también que “el Arte se com pone de tres grados. Estaría fuera de lu­
gar que entrara en m ás detalles. Por otra parte, hay referencias de
fuentes antiguas que afirman que la brujería se com ponía de tres gra­
dos de iniciación; y G. B. G. se ha referido en sus escritos a las sem e­
janzas entre algunos rasgos de la iniciación m asónica y otros de las
iniciaciones de la brujería. Ha afirmado su creencia de que en el pa­
sado existió alguna conexión concreta entre estas dos tradiciones,
creencia que basa en las sem ejanzas” .
Señala Valiente las sim ilaridades entre m asonería y brujería, pero
no cita “ las referencias de fuentes antiguas” que indican los tres gra­
dos de la brujería. En D iscoverie o fW itch cra fr, el autor, R eginald
Scot dice que un brujo pasa por “tres cerem onias de adm isión”. Eso
es algo muy distinto a los “tres grados”, aunque podría utilizarse para
IN TRO D U CCIO N

justificar estos últimos. Es com o el fiscal que tiene que pasar tres ve­
ces sus exám enes por haber sido suspendido las dos prim eras veces.
A la tercera vez los pasa y es adm itido com o fiscal en ejercicio. Los
grados implican un alto status basado en el mérito: escuela elem en­
tal, instituto y universidad; o, tal com o escribí en Green Egg: “El sis­
tem a de tres grados provoca la búsqueda de estatus. Es com o si el
prim ero fuera alto, el segundo más alto, y el tercero el más alto. Un
sacerdote no es un obispo, un obispo no es un cardenal, y un cardenal
no es el Papa. Si existe un sistem a de grados, deberán existir niveles
racionales y éticos para que se concedan teniendo el m érito com o ba­
se.” Term inaba el artículo diciendo: “ No trato de socavar a aquellos
que los utilizan, sino que sim plem ente trato de señalar a algunas de
las reacciones sicológicas y em ocionales que provocan con frecuen­
cia.” En un análisis últim o, sigo percibiendo a una persona de prim e­
ra categoría más que a un brujo de tercer grado.
En mi libro Witchcraft: The O íd Religión, escribo sobre G ardner
en el capítulo “Pioners o f W itchcraft’s New Renaissance”. Los otros
dos pioneros fueron C harles G odfrey Leland, cuya Aradia, or The
Gospel o f the Witches fue publicada en 1899, y M argaret A. Murray,
cuyo Witch Cult in Western Europe apareció en 1821. El prim er libro
de Gadner, publicado en 1949 con el seudónim o de Scire, fue segui­
do por W itchcraft Today, publicado en 1954. Algunos pensaron que
tam bién yo era dem asiado crítico en lo que escribía, pero mis com en­
tarios se basaban en inform aciones de sus propios escritos, en una
biografía de Jack Bracelin, así com o en otros que le conocieron en
aquellos tiempos, incluyendo a dos que habían participado con él en
los prim eros aquelarres. Terminaba el capítulo diciendo: “Los libros
de G erald B. Gardner son de lectura obligada para los que se intere­
san sinceram ente por el Arte. A pesar de sus fallos, sin ayuda de na­
die consiguió poner la antigua religión ante la atención pública — al­
go qué era considerado con horror por los incondicionales más tradi­
cionales— , y esto ha sido al mismo tiempo bueno y malo. Desde su
fallecim iento se han escrito miles de libros sobre brujería, la mayoría
de ellos sin valor alguno, pero la verdad tam bién ha calado e inspira­
do a otros para que realicen sus propias investigaciones.”
14 LOS S E C R E T O S D E LA A N T IG U A B R U JE R IA

A diferencia de la m ayor parte de las barajas del Tarot, que pare


cen variaciones de un m ism o tem a, el Tarot de las B rujas que aquí
presentam os está totalm ente orientado al arte. Los elem entos v aga­
m ente cristiános representados en la m ayoría de las barajas han que­
dado elim inados y han sido sustituidos por el auténtico sim bolism o
W icca. Hay un sentim iento de añoranza de los antiguos usos, y los
sim bolism os vuelven a cap tar nuestro pasado pagano. Las figuras
m ascu lin a y fem enina están vestidas po r el cielo (d esnudas) para
m antener la tradición gardneriana y el pasaje de la Aradia de Leland
que dice: “Com o signo de que eres verdaderam ente libre, irás desnu­
do en tus ritos.” A unque m uchos brujos hereditarios y tradicionales
niegan que la desnudez sea parte esencial de sus ritos, sobre todo en
las Islas Británicas, cuyo clim a es m uy inconveniente para la venera­
ción con vestido celeste, a diferencia de los clim as m ás tem plados
del M editerráneo, donde las brujas italianas de Aradia podían hacerlo
cóm odam ente, la desnudez representada en estas cartas indica una
actitud saludable hacia el cuerpo y el sexo. Tal com o conviene a una
religión de la tierra orientada a la naturaleza y la fertilidad, en la que
el sexo se consideraba sagrado, el Tarot de las Brujas es claram ente
sensual y está desprovisto de las vestim entas y sentim ientos de culpa
de la teología judeocristiana. La única figura que va com pletam ente
vestida es la de el Loco, representado com o un m inistro o sacerdote
cristiano.
Tal com o señalaban en mi libro Understanding The Tarot, el ori­
gen del Tarot está envuelto en el m isterio, y daba allí las diversas ex­
plicaciones de sus derivaciones. En su libro The Sufis, Idries Shah di­
ce que las cartas del Tarot fueron introducidas en Oriente en 1379, y
cita al cronista Feliciano Busi: “En el año 1379 trajeron a Viterbo el
ju ego de cartas que procede de los sarracenos y al que ellos llam an
N aih." Shah explica que N aih es una palabra árabe que significa “de­
legado” , y que estas cartas son un m aterial sustitutivo, una alegoría,
de un m aestro sufí. El N aih se dividía en cuatro secciones llam adas
turug (cuatro cam inos), e indudablem ente ésa es la palabra de la que
deriva el térm ino Tarot. La palabra española naipe parece derivar del
térm ino arabe naih. En It's In the Cards escribí: “Es casi seguro que
IN TR O D U C C IO N 15

las cartas de juego fueron introducidas en Europa a través de España


por los árabes y moros. Las llam aban naibi: las palabras árabes y he­
breas nabi, naba y nabaa significan “predecir”. El libro The Sufis, de
Idries Shah, fue publicado en 1964, el m ism o año en que salía mi li­
bro I t’s in the Cards, y que recibí el verano que viví en Tánger, M a­
rruecos, tratando de investigar el Tarot en la Universidad de Fez.
El pasaje más interesante de Idries Shah sobre el Tarot es:

El Tarot que se conoce ahora en Occidente ha estado influido por


un proceso cabalístico y judaizante destinado a alinearlo con determi­
nadas doctrinas que no estaban implícitas en el original. Los intentos
superficiales de vincular estas cartas con las de Persia o China no han
triunfado porque los elementos cifrados esenciales contenidos en los
significados de los palos y los triunfos siguen siendo una propiedad
sutil. El paquete de cartas, tal como se nos presenta hoy, sólo es co­
rrecto parcialmente, pues se han producido transposiciones de los sig­
nificados de algunos de los atouts, los triunfos o figuras emblemáti­
cas de la baraja. Este error se ha producido por una mala traducción
de ciertas palabras del árabe, debida a una conversión literal a un sis­
tema cultural diferente. Otro factor puede ser la sustitución de una
imagen por otra. No puedo ser más explícito en este tema. La Tem­
planza es incorrectamente representada e interpretada; lo mismo su­
cede con el triunfo 15; el significado del triunfo 16 es el caso clásico
de mala comprensión de una palabra; el 20 está erróneamente enfati­
zado. Sin embargo, muchas de las atribuciones siguen siendo utiliza­
das por los sufíes, aunque en Occidente se hayan perdido las asocia­
ciones esenciales con los textos sufíes.

En la m ayoría de las barajas del Tarot la Tem planza se ilustra con


un “A ngel” vertiendo agua o vino de una taza a otra. En el Tarot de
las Brujas, m odelado según otra de esas barajas, pero cuyos sim bo­
lismos son totalm ente W icca, las cartas m uestran a una m ujer desnu­
da vertiendo una libación de un “cuerno” de beber a otro. La carta
15, que Shah dice es representada incorrectam ente en la m ayoría de
las barajas del Tarot com o el Diablo, es ilustrada aquí com o Bapho-
met, y está m ás cerca de la representación del Dios con cuernos. Dice
Shah que la carta 20 del Tarot regular está “erróneam ente enfatiza­
16 LO S S E C R E T O S D E LA A N T IG U A B R U JE R IA

da” . Solía representarse con la im agen de un arcángel tocando una


trom peta, y varios hom bres y m ujeres levantándose de sus ataúdes.
En el Tarot de las Brujas se llam a Renacim iento, y su sim bolism o es
gozoso, en contraste con la atm ósfera som bría ilustrada en la m ayor
parte de las barajas del Tarot. El Tarot de las Brujas, al m enos, es fiel
a su propio sim bolism o, y m e atrevería a decir que está m ás cerca de
los significados sufíes originales que las otras barajas del Tarot, las
cuales m uestran una fuerte influencia judeocristiana. Entre los gru­
pos está extendida tam bién la creencia de que sus orígenes derivan
de Oriente.
Basta con leer las respuestas a las diversas preguntas hechas a los
Crowther, en la segunda parte del libro, Un brujo bajo el fu eg o , para
ver que hay personas racionales que no se ajustan a la im agen e ste­
reo tip ad a de las brujas p rom ovida p o r la Ig lesia y por una prensa
sensacionalista. C om o yo m ism o, m antienen un distanciam iento in­
flexible frente a todos los absurdos que tratan de proponerse com o
ocultism o, brujería y elem entos sobrenaturales. C om o m ago p ro fe­
sional, A rnold C row ther conoce los “trucos del o ficio ” puestos en
p rá c tic a de los m éd iu m s fra u d u le n to s, y P a tric ia C ro w th er se ha
m antenido siem pre fría bajo el fuego. Nuestras opiniones son básica­
m ente com patibles por lo que se refiere a los supuestos m agos negros
o satánicos. C onsideram os que son personas m ediocres que tratan de
im presionar, cuyo poder no ha quedado nunca dem ostrado en ningún
tipo de logro tangible, y cuya actitud parasitaria exige de personas to­
davía m ás inseguras que ellos para m antenerse en su autoengaño, se­
gún el cual utilizan la “m agia” para dañar a otros. El único poder que
tien en esto s ch a rla ta n e s es el que les han d a d o aq u e llo s que han
abandonado sus procesos de pensam iento y han aceptado las ideas,
opiniones y afirm aciones sin dem ostrar de otros. La debilidad de és­
tos proporciona la fuerza de los llam ados practicantes de las artes ne­
gras. Esto m e recuerda el caso de un interno en una prisión que re­
cientem ente m antenía correspondencia con una m ujer interesada por
la antigua religión, con la que contactó por m edio del Wica N ew slet-
ter, y que insistía en que el dios con cuernos era en realidad el diablo
y se llam aba a sí m ism o “brujo satánico” . C uando esta m ujer le escri­
IN T R O D U C C IO N 17

bió para decirle que filosóficam ente eran incom patibles y pensaba
p o n er fin a la co rresp o n d en cia, el preso le am enazó con “trab ajar
contra ella”. C uando la m ujer se puso en contacto conm igo, le escri­
bí: “Si tiene algún tipo de poder, ¿qué dem onios hace en la cárcel?”
Leyendo este libro tenem os que recordar que está escrito por dos
brujos iniciados originalm ente por G erald G ardner, aunque tam bién
han sido iniciados por un grupo hereditario escocés con el que traba­
jan en estrecho contacto. C uando se supo que tam bién yo estaba ini­
ciado en esta rama del Arte, algunos de estos “gardnerianos” le die­
ron m ás im portancia de la que yo le había dado, llegando incluso a
expresar sus dudas. M is am igos brujos hereditarios ingleses o se e n ­
c o g ie ro n de h o m b ro s o se s in tie ro n d iv e rtid o s . C o n o c e n a los
C row ther y a Doreen Valiente, y a todos los que se han dado a cono­
cer, pero m antienen una clandestinidad estricta y nunca han adm itido
su afiliació n al arte ante los que no p ertenezcan a su propia tradi­
ción... Con una excepción: yo m ism o. M e dieron un m anuscrito de
100 páginas para que lo utilizara en un futuro libro en el que pensaba
m ostrar las diferencias existentes entre los brujos hereditarios y todas
las otras tradiciones.
Los lectores del libro que quieran saber m ás cosas sobre la bruje­
ría y la antigua religión, y que deseen recibir la Lista de Libros R eco­
m endados sobre la A ntigua R eligión y un form ulario de solicitud a
un A quelarre del Arte, deben enviar un sobre con franqueo y su d i­
rección puesta a: Dr. Leo Louis M artello, Suite IB , 153 W est 80th
Street, Nueva York, N. Y. 10024.

NOTA: Arnold Crowther murió, tras una larga enfermedad y muchas


operaciones, el 1 de mayo de 1974. Falleció en brazos de Patricia.
■v / ï U - V f - .-ics

- ..X, t;f - ■■■:. '7-',; , oS'w.fr:.'-. •'. *•>g í|? ;

^^V..^: ; - ,.•-•,■;. ;^v, ,ÿn, i;'; .■- ■ '*'■


f*v. ■': ■ : ó , '■ ■
I I P p iy ; .•■■■■ 1$' ¿f : - 1t; ■ '?,;l^..'; w :-"; l> '; ■.■■'

fej vÄ?-^ ,:>\v^^’;.':í ;V vv-^v- ■


.>'-V'

.v.ií./ü,:■’... J.—
PARTE I

LA DIOSA DE VERDE

La diosa de las brujas ha tenido m uchos nom bres. Tantos en reali­


dad que a m enudo se le ha llam ado La que N o Tiene Nombre.
C om o era la G ran M adre de todos los seres vivos, y diosa de la
tierra y el mar, los antiguos la veían en todas partes: en los bosques,
en las colinas y en el cam po florido.
Su reino cubría el verano; desde el m om ento en que la vegetación
volvía a ponerse verde y los árboles em pezaban a brotar los capullos.
C uando las hojas se volvían m arrones y em pezaban a caer, volvía
a las tierras de verano de los dioses, donde descansaba hasta que re­
nacía en la prim avera siguiente.
El dios con cuernos de la m uerte y la caza la suplantaba en H allo­
ween (la víspera de Todos los Santos), y gobernaba durante los m e­
ses de invierno.
Los antiguos la conocían con el nom bre de la Diosa Verde.
'• ' é . ■' •' ■ '
. vS : ; .-i,j

:: . : ;

;C: ; t ‘ ’ ■
' ' *’' 1 '’
r'f -¡'A "-1W i V *V - 1
1

è . ■ : .' ' ■ / ¡- •; i f
f í 't y u h v; V.'.‘ ■
‘,; | ';.y '
, , ;,r . ;
■ ■ 1 . ; ■■
mm

., ■ ■ . .

f # ; í . ' v ' í ; ^ - ■ ■ í ; N v ' í' ' ' Íí ¡í; ' í-í v v ' ^ \ !; . , ' ¡ s ;

' ,

MI K

”7 É ¿ ®
1
EL RITO DE INICIACION ANTIGUO

Las m o d ern as c e rem o n ias de la b ru je ría han cam b iad o m ucho


desde los tiem pos de la antigüedad. D urante largos períodos de tiem ­
po, m uchas cosas se han añadido y alterado, quizá para m antenerse al
n ivel de los tiem pos, o p o r la in filtració n de p ersonas v en id as de
otros cultos. Estas cosas suelen suceder cuando los rituales se trans­
m iten de palabra y no hay nada escrito. El hecho de que en la bruje­
ría no exista un cuerpo regente, y cada grupo de brujos sea autóno­
m o, perm ite tam bién las variaciones rituales.
O tras religiones han sufrido del m ism o m odo que la brujería, y es
difícil creer que el budism o tibetano y el budism o zen tengan alguna
relación con las enseñanzas originales de B uda. El cristianism o ha
seguido la m ism a pauta y las variaciones de las diferentes sectas son
m uy num erosas.
Los brujos m odernos son la supervivencia del sacerdocio del anti­
guo arte. Los sacerdotes eran los que realizaban los ritos dentro del
círculo, m ientras los veneradores quedaban en el exterior, com o en la
congregación de una iglesia. E sta es la dificultad del arte m oderno y
la razón de que los brujos auténticos se aparten de m uchas personas
que querrían unirse a ellos. Si pudiéram os celebrar cerem onias en los
círculos de piedra de los tiem pos antiguos, sería posible ten er m u­
chos m ás seguidores. M uchos de los que buscan la iniciación no son
aptos para el sacerdocio, pero podrían cum plir un buen papel com o
veneradores de los antiguos dioses.
L a d esv e n ta ja de c e le b ra r esas reu n io n es serían los ván d alo s y
22 LO S S E C R E T O S D E LA A N T IG U A B R U JE R IA

turbulentos que siem pre aparecen en esas ocasiones tratando de des­


truirlo todo. Eso es lo que sucede cuando los druidas celebran sus
fiestas en Stonehenge.
M i esposa P atricia y yo hablam os en una ocasión con la policía
sobre la idea de celebrar una reunión abierta en uno de los círculos
de piedra de Derbyshire. D ijeron que, por su parte, no ponían ningu­
na objeción, pero que en esos m om entos era de esperar que tuviéra­
m os problem as por causa de los mods, rockers y skinheads, y que la
policía hacía ya todo lo que podía enfrentándose a los disturbios que
se producían en los partidos de fútbol y a las m anifestaciones estu­
diantiles. Preferían que la gente no se ju g ara el tipo haciendo cosas
que puedieran atraer a esas bandas.
En los m odernos ritos de la brujería encontram os térm inos y ex ­
p re sio n e s que h allam o s tam b ién en la m aso n ería, en la ord en del
A m anecer D orado y en otras sociedades ocultas; pero es difícil saber
si los brujos han tom ado sus térm inos de esos grupos o si fueron esas
sociedades las que adoptaron el vocabulario de los brujos.
Sabem os con certeza que A leister C row ley nunca escribió rituales
para los brujos. Los rituales están regidos por una sum a sacerdotisa,
y a C row ley nunca le gustó que le diera órdenes una mujer.
Para entender el antiguo rito de iniciación hay que regresar a los
tiem pos prehistóricos. La prim era deidad de B ritania era fem enina,
una diosa m adre, y la razón de esto es com prensible. Todos sabían
que la m ujer tenía los hijos, tanto en el reino hum ano com o en el ani­
mal; y por eso, de acuerdo con la lógica, el creador tenía que ser una
mujer. N ació la M adre N aturaleza y la gente em pezó a venerar a la
diosa de la m agia y la fertilidad.
El hom bre sabía que producía la “sem illa” en su propio cuerpo,
pero necesitaba del cuerpo m ágico de la m ujer para desarrollar esa
sem illa y convertirla en un ser hum ano, y tam bién para que alim enta­
ra al niño con la leche de su pecho hasta que pudiera arreglárselas
p o r sí solo. Los pueblos p reh istó rico s p en saban tam bién que si la
m ujer podía llevar a cabo un acto m ágico tan grande com o el de pro­
ducir la vida, podía ser capaz de utilizar con otros fines el poder m á­
gico de su cuerpo. Por esa razón se convirtió en la líder de los ritos
EL R ITO D E IN IC IA C IO N A N T IG U O 23

m ágicos de ¡a tribu, y en la sacerdotisa de la prim era religión. Las


m ujeres que llevaban a cabo los rituales eran iniciadas en el sacerdo­
cio fem enino, y con los años se convertirían en las brujas o sabias.
Los prim eros hom bres veían a la G ran M adre en toda la naturale­
za. Las colinas y m ontañas representaban sus pechos, y las cuevas
sim bolizaban su vientre. Todo lo que se asem ejara ligeram ente a los
órganos genitales de una mujer, com o un palo con una hendidura, un
óvalo, una concha de cauri o una piedra con un agujero, se convertía
en un sím bolo de la diosa.
Las m ujeres que eran iniciadas en el sacerdocio fem enino habían
renacido en el vientre de la G ran M adre. Para ese fin se utilizaba una
cueva, especialm ente una que tuviera un largo pasadizo que conduje­
ra a una cám ara. W ookey H ole, en S om erset, Inglaterra, es una de
esas cuevas, y fue utilizada para iniciaciones. Tam bién tiene su le ­
yenda la bruja de Wookey, que ha llegado hasta nosotros gracias a la
m em oria popular. Evidentem ente la leyenda se ha cristianizado, y se
dice que el abad de G lastonbury convirtió a la bruja en piedra rocián­
dola con agua bendita. Se cuenta que una estalagm ita de la cueva es
la bruja convertida en piedra. De ser así tenía que ser una gigante,
pues la estalagm ita tiene seis m etros de altura. Con un gran esfuerzo
im aginativo, puede verse una figura cubierta con capucha y m anto.
En la cueva se descubrió un antiguo esqueleto de m ujer ju n to con
una bola de cristal; puede tratarse de la sacerdotisa que se encargaba
de ese lugar sagrado. La bola de cristal sugiere que era tam bién una
especie de oráculo.
En aquellos prim eros tiem pos no se consideraba que el acto se­
xual fuera algo m aligno, de lo que sólo se habla en voz baja. Se con­
sideraba que era un acto tan natural com o el de com er y beber. D ebe­
mos recordar que el hom bre prim itivo, que iba desnudo, no debía te­
ner los m ism os im pulsos sexuales que las gentes que van vestidas.
L as ro p a s fu ero n in v e n ta d a s p rin c ip a lm e n te p ara a tra e r al sexo
opuesto, y no para evitar el frío, com o piensa la m ayoría. Los hom ­
bres prehistóricos estaban acostum brados a todo tipo de clim as, y só­
lo tras la in troducción de la ropa la gente se volvió sensible a los
cam bios clim áticos.
24 L O S S E C R E T O S D E L A A N T IG U A B R U JE R IA

El h om bre copió de anim ales y p ájaro s la idea de v estirse para


atra er a la m ujer. C u an d o el h o m b re de la E d ad de P ie d ra se dio
cuenta de que los m achos de casi todas las especies tenían alguna es­
pecie de adorno de colores que m ostraban durante la estación de apa­
reo, em pezó a adornarse con plum as, brazaletes y otras baratijas, es­
perando atraer a las m ujeres de la tribu.
M ás tarde, conform e aum entó la rivalidad, los hom bres añadieron
m ás ob jetos decorativos a su cuerpo, com o, p o r ejem plo, tatuajes.
U na cosa llevó a la otra y el hom bre em pezó a vestirse con pieles de
anim ales, creyendo que al hacerlo conseguían tam bién el po d er del
anim al cuya piel llevaban. A sí se inventó la ropa. Esto no sólo pro­
ducía el m isterio de no saber lo que había tras la ropa, sino que ade­
más la fricción del m aterial sobre los sensibles órganos sexuales in­
crem entó los deseos sexuales del hom bre.
L a d esn u d e z es p o sib lem en te la c o n d ic ió n m ás an tisex u a l que
existe, y todo el que haya acudido a un club nudista lo confirm ará.
No había diferencia en el aspecto de un hom bre de la Edad de Piedra
y o tro; todos llevaban el cabello largo, b arb a larga, y sus cu erp o s
eran extrem adam ente velludos. Esto últim o se aplicaba tam bién a las
m ujeres de la Edad de Piedra. No existían las atractivas m ujeres de
piel suave y adornadas con m aquillaje que aparecen en las películas
m o d ern a s so b re la ép o c a . P ara q u e las trib u s so b re v iv ie ra n , sus
m iem bros tenían que hacerse atractivos unos a otros, y para eso utili­
zaban ornam entos de hueso y otros m ateriales. A sí se sigue haciendo
en las tribus “prim itivas” de hoy, y decoraciones que nosotros consi­
deram os feas, com o estirarse los labios con discos de m adera, o ta­
tuarse el rostro con sím bolos de color azul, m ejoraban la belleza de
los nativos para ellos m ism os. No podem os ju zg ar a otros pueblos
basándonos en nuestros propios niveles, pues es absolutam ente cierta
la frase que dice que “la belleza está en los ojos del que que la con­
tem pla” .
Es indudable que los prim eros seres hum anos, com o los anim ales,
tenían una estación de apaream iento. E ra alrededor de la prim avera,
cuando tienen lugar todas las fiestas religiosas que anuncian el año
nuevo y cuando la-vegetación em pieza a despertar de su largo sueño
EL R IT O D E IN IC IA C IO N A N T IG U O 25

invernal. El refrán que dice “en la prim avera el capricho de un joven


hace que piense en el am or”, nos ha llegado a través de la m em oria
popular. Si no fuera así, ¿por qué una época del año iba a ser m ás fa­
vorable que otra para ios am antes?
En la antigua cerem onia de iniciación, com o las sacerdotisas sa­
bían exactam ente la m anera en que un hijo era concebido y nacía, y
puesto que era una religión de la fertilidad, el hecho de volver a n a­
cer en el círculo se significaba con el som etim iento a un ritual que
sim bolizaba un nacim iento real. Era un caso de m agia sim pática. El
iniciado representaba la sem illa del hom bre, y ante todo tenía que in­
troducirse en la vagina de la Gran M adre, sim bolizada por el pasadi­
zo que conducía a la cám ara de la cueva.
Las cerem onias antiguas tenían m uy pocos ritos verbales, pues se
pensaba que las acciones eran más im portantes. Era m ás fácil y sen­
cillo que una iniciada recordara lo que había hecho en lugar de una
gran cantidad de palabras.
En prim er lugar, le ataban las m anos a la espalda y luego se colo­
caba en una posición agachada para asem ejarse a un em brión en una
posición prenatal. Para atarla utilizaban hiedra o ju n co s trenzados,
pues no se había inventado el cordel y la cuerda.
El resto de m ujeres se ponían en fila de a dos, y la iniciada era
co n d u cid a sobre las cabezas de las cuatro o seis prim eras m ujeres,
dependiendo del tam año y peso de la iniciada. La procesión m archa­
ba entonces hasta la entrada de la cueva. La doble línea de m ujeres
representaba el falo m asculino.
L entam ente, la procesión penetraba en el pasadizo de la cueva,
hasta llegar a la entrada de la cám ara, que sim bolizaba el útero. A llí
se detenía, y toda la línea de m ujeres em pezaba a oscilar hacia atrás y
adelante, sim bolizando el m ovim iento rítm ico del acto sexual. A una
palabra de la sacerdotisa que estaba al m ando, la iniciada era lanzada
a la cám ara, se trataba del clím ax del acto: la eyaculación del sem en
en el útero se hacía así sin pensar en las heridas que podía hacerse en
la caída. Perm anecía allí durante 24 horas, o durante el período de un
día y una noche, según se m idiera en aquellos días. El período que
pasaba en la oscuridad representaba el tiem po que necesitaba la se­
26 LOS SEC R E T O S D E LA A N T IG U A B R U JE R IA

m illa para crecer y convertirse en un niño. Producía tam bién el m ie­


do y el sufrim iento que debe preceder siem pre a la iniciación.
Lo tínico que podía hacer la iniciada era quedarse tum bada, m e­
ditar y sobrevivir a todos los horrores que se le ocurren a una perso­
na a la que dejan atada en una cueva. Los m urciélagos podían aletear,
y a m enudo se enm arañarían en sus cabellos; otras criaturas noctur­
nas podrían correr por encim a de su cuerpo. Podían entrar fácilm en­
te anim ales de presa y devorarlas, o podían m orir de m iedo y frío. A
veces, otras m ujeres se vestían con pieles y se acercaban a la inicia­
da em itiendo sonidos anim ales para aterrarla. Si m oría, por el m iedo
o algún otro m otivo, la m uerte significaba un aborto, y significaba
que era indigna de convertirse en sacerdotisa y era rechazada por la
diosa.
Cuando había transcurrido el tiem po requerido, y la iniciada había
pasado con éxito la prueba, el resto de las m ujeres entraba en la cue­
va. C uatro de ellas llevaban antorchas, que clavaban en el suelo en
los cuatro puntos cardinales, ilum inando así la caverna. Se m arcaba
un círculo en el suelo de la cueva, alrededor de la iniciada, con una
vara de avellano, y se invocaba a la diosa para que viniera a presen­
ciar el rito. Cuando todo esto se había com pletado, las presentes unían
las m anos y corrían por el círculo, cada vez m ás rápido, h asta que
caían agotadas. Esta danza elevaba el poder de las brujas, e indicaba
sim bólicam ente la aceleración del útero que representaba el círculo.
Incluso S hakespeare hablaba de los órganos genitales de una m ujer
refiriéndose a ellos com o el “círculo” .
Era el m om ento de que la iniciada renaciera en una vida nueva,
pues había superado el m iedo a la soledad y la oscuridad. Las dem ás
m ujeres perm anecían en pie, una tras otra, con las piernas abiertas,
cogidas cada una a la cintura de la que tenían delante. El espacio en ­
tre la piernas representaba el triángulo del renacim iento, y el túnel así
form ado sim bolizaba la vagina.
Todavía atada, y sufriendo calam bres por haber estado así durante
tanto tiem po, la iniciada tenía que esforzarse para pasar por el túnel
que form aban las otras con las piernas. M ientras lo hacía, m uy lenta­
m ente, las dem ás m ujeres gem ían, im itando a una m ujer em barazada
EL R IT O D E IN IC IA C IO N A N T IG U O 27

du ran te el parto. L a fo rm a en que la iniciada se abriera paso hacía


que se considerara aquello com o un nacim iento fácil o difícil.
C uando la iniciada había recorrido finalm ente el túnel, se la ponía
en pie y le cortaban las ataduras. Ello sim bolizaba el corte del cordón
um bilical; le daban entonces las ataduras cortadas para que las utili­
zara posteriorm ente en actos m ágicos.
L a sacerdotisa que estaba a cargo del ritual ofrecía entonces sus
pechos a la sacerdotisa recién nacida, com o una m adre ofrece su le­
che a un niño recién nacido. Ese ritual era repetido por todas las otras
m ujeres, dem ostrando que todas ellas aceptaban a la nueva m iem bro
del sacerdocio com o si fuera su propia hija, y la protegerían com o lo
haría una madre.
La iniciada era purificada entonces con un baño ritual en una co­
rriente cercana, o en una laguna de la cueva si existía. En los lugares
en los que no existían cuevas, el ritual se realizaría en un claro del
bosque o algún otro punto geográfico sem ejante a un hueco. P oste­
rio rm en te se construyeron círculos hechos por el hom bre, con p ie ­
dras o sin ellas, en los lugares dedicados a la Gran Madre.
En la cum bre de la colina, encim a de la figura de creta del Long
M an de W ilm ington, en Sussex, Inglaterra, existen todavía los restos
de uno de esos círculos. E stá rodeado por un m ontículo, por una en­
trada por el sur; en el norte se levantan dos altozanos hechos por el
hom bre. El m ontículo y los altozanos representan el útero y los pe­
chos de la G ran M adre. En Irlanda hay dos colinas redondas una al
lado de la otra, con un círculo de piedras prehistórico en la base. E s­
tas co lin as se conocen con el nom bre de los Paps de A nu*, uno de
los antiguos nom bres celtas de la diosa. Es evidente que se trata de
un antiguo lugar de iniciación y veneración.
Los num erosos túneles antiguos que se extienden sobre Inglaterra
sim bolizan que los m uertos han regresado al vientre de la M adre Tie­

* A na es una variación de Annu, co n o cid o tam bién com o A nnis, y Danu, la


gran diosa madre irlandesa, y no debe confundirse con el dios babilónico Anu, que
ocupa la posición suprema en la tríada junto con Enlil y Ea, a quien se consideraba
com o el regente del cielo y padre de los dioses.
28 LO S SEC R ET O S DE LA A N T IG U A B R U JE R IA

rra; fueron enterrados en posición prenatal para que pudieran renacer


nuevam ente. En el antiguo Egipto se utilizó la m ism a idea, pero las
pirám ides sustituyeron a las colinas y las cuevas. La fam osa Gran Pi­
rámide, cerca de El Cairo, fue utilizada, sin em bargo, para iniciacio­
nes, y nunca para enterram ientos. La form a piram idal representa el
triángulo púbico femenino, el pasadizo de entrada representa la vagi­
na, y la cám ara interior sim boliza el útero. Todas las pirám ides están
dedicadas a la diosa Isis, que es otra forma de la Gran Madre.
Las sacerdotisas de la antigua religión perm anecían vírgenes y en­
tregaban su vida a la diosa. El poder que se podría haber utilizado
para engendrar hijos era usado para la magia.
C om o m uchas tribus nativas, el hom bre preshistórico no desflora­
ba a una virgen, pues se consideraba que la sangre menstrual era im­
pura, y p o r tanto era tabú. In c lu so hoy en día, en algunos países
orientales por esa m ism a razón, durante el período se aparta a la m u­
jer de la tribu.
Las doncellas ordinarias, que cohabitaban con los hom bres y te­
nían hijos para la tribu, eran conducidas al círculo y desfloradas ri­
tualm ente por la sacerdotisa, quien utilizaba para ello un cuchillo sa­
grado. El cuchillo estaba originalm ente hecho de pedernal, y quizá
fuera el origen del “ ath am e” , o cuchillo de b ru ja* , utilizado para
abrir y trazar el Círculo, y que fácilm ente podría venir de los tiem pos
antiguos com o sím bolo del rito de “ apertura del útero” .
Posteriorm ente, el rito fue conocido com o el “sacrificio de la vir­
gen”, y se consideraba com o un sacrificio de sangre; ése fue el ori­
gen de los rum ores según los cuales en los ritos paganos se sacrifica­
ba a vírgenes.
C uando los hom bres fueron adm itidos en el arte, y el dios con
cuernos de la caza pasó a ser la deidad principal de los brujos, se cree
que un falo de im itación que representaba al dios sustituyó al cuchi-

* N o he encontrado en ninguna fuente de información en lengua española la or­


tografía correcta de este término, por lo que respeto com o calco lingüístico la orto­
grafía del original inglés. El athame era un cuchillo con el mango de color negro, el
cual podía llevar diversas inscripciones. ( N. del T.)
EL R IT O D E IN IC IA C IO N A N T IG U O 29

lio, y que la virgen sacrificaba la virginidad al dios, y no a la diosa.


C uando la Iglesia convirtió al dios con cuernos en el diablo cris­
tiano, circularon historias según las cuales las brujas eran violadas
por Satán, que utilizaba un falso falo. Evidentem ente, esas historias
eran exageraciones del antiguo rito de la desfloración.
Tras esta cerem onia de la desfloración, la sum a sacerdotisa cubría
un pequeño cazo con una hoja y em pujaba en su interior el dedo de
la joven, sim bolizando que el himen de esta se había roto. Y que no
habría ya peligro para ningún hom bre que deseara copular con ella.
Le daba la hoja a la doncella, y esta la ataba alrededor del cuello para
que los hom bres de la tribu supieran que ya podía convertirse en m a­
dre. Esa hoja fue la precursora del anillo de bodas (originalm ente he­
cho de hierro), y el hom bre pasaba el dedo por su interior. Con este
acto la novia dem ostraba que estaba dispuesta a dar su cuerpo al no­
vio para que lo fertilizara. M ás tarde se pensó que esa costum bre era
dem asiado grosera, y fue sustituida por la práctica habitual según la
cual el novio coloca el anillo en el dedo anular de la novia. En otro
tiem po se pensaba que una vena unía ese dedo con el corazón.
2
EL CABELLO COMO AYUDA
DE LA MAGIA

Según Henri de Heir, un autor del siglo XV I, el vello púbico y el


de las axilas se utilizaba con propósitos m edicinales y farm acológi­
cos. El vello del pubis y las axilas se m etía en pequeñas bolsitas de
seda cerradas, y las m ujeres jóvenes las regalaban a sus novios com o
prenda de amor. Según se decía, ese regalo era un m étodo infalible
para lograr que los am antes fueran fieles. Esa costum bre sigue exis­
tiendo hoy en m uchas partes de Europa.
La prueba de la existencia m oderna de esta práctica me la dio una
m ujer que vivió en España antes de la Segunda G uerra M undial. Esta
m ujer descubrió que su m arido tenía una relación fuera del m atrim o­
nio, y le aconsejaron que visitara a una anciana que tenía fam a de ser
bruja. La señora visitó a la anciana y le contó el problem a. Tras oír la
historia, la “bruja” le dijo a mi inform ante que necesitaba un encanta­
m iento am oroso especial para que su m arido regresara. La anciana
sacó una pequeña bolsa de pan y m etió en ella varias hierbas; pidió
luego a su cliente que se cortara una parte del vello de las axilas. Mi
inform ante le dijo que tal cosa era im posible, pues siem pre se depila­
ba las axilas.
La bruja quedó horrorizada y le dijo que nunca hubiera debido ha­
cer tal cosa, pues con ese acto perdía una gran parte de su poder. Mi
am iga se echó a reír, pero se dio cuenta de que la anciana hablaba
m uy en serio: “No es cosa de risa” , le dijo. “No puedo hacer nada
m ás por ti. Vuelve cuando te haya vuelto a crecer el pelo. Por tu acto
estúpido has perdido probablem ente a tu m arido.”
32 LO S SEC R ET O S D E LA A N TIG U A B R U JE R IA

La entrevista preocupó realm ente a mi inform ante, por lo que se


dejó crecer de nuevo el vello axilar. Entretanto profundizó en la m a­
teria. O bservó que ninguna m ujer cam pesina se depilaba, y recordó
tam bién que su m adre nunca lo hizo. Encontró la siguiente inform a­
ción: afeitarse las axilas era una idea com parativam ente nueva que
sólo apareció cuando se inventaron las cuchillas de seguridad. Enton­
ces supuso que intentar cortarse el vello de las axilas con una cuchi­
lla abierta no sólo habría sido bastante difícil, sino tam bién peligro­
so. El m undo de los negocios com ercializó la nueva m anía y apare­
cieron en el m ercado m uchas m arcas de crem as depiladoras.
Supuso tam bién que el peligro a cortarse había sido la causa de
que las m ujeres de épocas anteriores conservaran el vello de las axi­
las, pero acabó por descubrir que no era ésa la causa. El vello de las
axilas, o “ som bra”, tal com o solía llam ársele, se consideraba com o
una de las partes m ás eróticas del cuerpo fem enino. En realidad se
consideraba sexualm ente m ucho m ás atractivo que los pechos de la
mujer, que a m enudo exponía parcialm ente, y que en algunos perío­
dos llevaba totalm ente desnudos. En mi niñez las m ujeres pensaban
que podían dar de m am ar a sus hijos en público. La vista de un pecho
desnudo no excitaba al hom bre m edio, pero sí el vello axilar. Era co­
mo una visión previa de lo que se podía esperar encontrar en las par­
tes privadas de una mujer.
C harles D ickens, en Los pa p eles de P ickw ick, describe el viaje
del señor Pickwick en coche, y cóm o el pobre hom bre se sintió muy
m olesto porque el bebé que tenía detrás, en las rodillas de la madre,
no paraba de llorar. Pickwick se dio la vuelta y dijo: “ ¡Déle el pecho,
m ujer!” Robert Bum s, el bardo escocés, escribió varios poem as ver­
des celebrando el “C ... velludo”, pero en cam bio ignoró totalm ente
los pechos femeninos.
Los vestidos de mangas cortas de períodos anteriores ocultaban la
visión del vello axilar, pero las jóvenes que deseaban atraer a los hom ­
bres levantaban astutamente los brazos y dejaban a la vista ese vello,
pues conocían el efecto sexual que produciría en sus admiradores.
Al cabo de un par de m eses, mi amiga volvió a visitar a la bruja,
quien entonces pudo com pletar el encantam iento amoroso. Según mi
EL C A B E L L O C O M O AYUDA DE L A M AG IA 33

inform ante, funcionó: su esposo regresó y no volvió a abandonarla.


Tam bién me dijo que el vello de las axilas fue la causa de que se sin­
tiera m ás atraído sexualm ente hacia ella.
En la brujería m oderna se dice que el triángulo “hacia abajo” sim ­
boliza los dos pechos y el triángulo púbico, pero en el arte antiguo
sim bolizaba los tres lugares del cuerpo fem enino en los que crece el
vello: debajo de cada brazo y en la región púbica.
En los m anuscritos antiguos, para quitarle el poder a una bruja se
aconsejaba cogerla y afeitarle el vello de las axilas. Se pensaba que
así dejaba de tener poder sobre los m alos espíritus, pues el pelo le da­
ba la capacidad de controlar a los espíritus, y, cuanto más largos los
tenía, m enos miedo debía sentir por ello.
En m uchos lugares este vello es un rem edio contra los m alos espí­
ritus. Por ejem plo, en las islas Aru los hom bres, las m ujeres y los ni­
ños llevan encantam ientos y am uletos para evitar la enferm edad y los
m alos espíritus. Los am uletos se com ponen de pequeñas bolsas que
contienen objetos tabúes, com o guijarros en form a de falo; perlas;
cálculos biliares de anim ales, y el vello axilar de mujeres. ¿Y por qué
no el vello púbico? La m ujer debe proporcionarlo voluntariam ente; y
aunque el vello púbico puede cortársele fácilm ente mientras está dor­
m ida, no es posible hacer lo m ism o con el de las axilas sin despertar­
la, por lo que éste últim o era el que valía.
M uchas sociedades creen que la exposición de los órganos genita­
les exorciza a los dem onios. Es una costum bre m uy profunda y arcai­
ca que incluso fue practicada por M artín Lutero, quien era atorm en­
tado p o r sugestiones nocturnas y visiones de satán. El único m edio
de defensa que conocía Lutero consistía en dejar a la vista sus nalgas
y órganos genitales. Esta práctica se realiza en diversos lugares del
m undo cuando se produce la m uerte, pues se piensa que los fantas­
m as se asustan de los cuerpos desnudos.
Se cree que este acto ha sido la causa de la desnudez ritual. Una
de las razones de que las brujas trabajen desnudas en <*i círculo es pa­
ra m antener fuera a la entidades m alignas, ya que los rituales realiza­
dos en desnudez están m ás protegidos frente a los turbulentos e le ­
m entales que los que se realizan con túnicas o cualquier otro vestido!
34 LO S S E C R E T O S D E LA A N TIG U A BR U JE R IA

En algunas partes del m undo, las brujas se tiñen de rojo el vello


p ú b ico p o rq u e su ponen q ue eso au m en ta m u cho su ca p acid ad de
asustar a los malos espíritus. Se cuenta que en algunas partes de A le­
mania, una bruja podía ser reconocida por el exceso de vello bajo los
brazos, y que lev an tán d o lo s y m ostrándolos podía exorcizar a los
m alos espíritus, asustar a los fantasm as o em brujar a la gente. Ese
vello es m uy buscado para hacer encantam ientos contra los poderes
m alignos. M e contaron que algunas de estas brujas hacen encanta­
m ientos con su propio vello y luego los venden. En Alem ania, duran­
te la guerra, m e enseñaron un brazalete hecho por una bruja con vello
de sus axilas. C iertam ente era una obra de arte y debió exigir m ucho
tiem po y paciencia. Q uise com prarlo, pero la persona que lo tenía se
negó a venderlo. Diio que era un encantam iento dem asiado poderoso
para prescindir de él.
Lo p rim ero que hacían los buscadores de brujas era afeitar los
cuerpos de sus víctim as, supuestam ente para encontrar “m arcas del
diablo” o pezones ocultos con los que las brujas am am antaban a sus
fam iliares *. Pero los buscadores de brujas creían realm ente que el
poder de éstas residía en su vello corporal. M illaeus presenció la tor­
tura de algunas m ujeres en Toulouse, a las que no pudieron arrancar
nin g u n a co n fesió n hasta que estuvieron totalm ente afeitadas. U na
vez hecho esto, reconocieron rápidam ente que la acusación era ver­
dadera. U na m ujer que parecía llevar una vida piadosa fue torturada
por ser sospechosa de brujería, y soportó su agonía con increíble for­
taleza hasta que la com pleta depilación le hizo adm itir su culpa.
Los fam osos inquisidores Sprenger y Cum anus afeitaron com ple-
m entam ente el cuerpo de 47 m ujeres antes de quem arlas. Los busca­
dores ingleses de brujas tenían autoridad para este escrutinio riguroso
basándose en que el propio Satán, en un sermón que predicó desde el
pulpito de la iglesia de North Berwick, consoló a sus siervas asegu­

* Llamados más frecuentemente “espíritus fam iliares”, se supone que eran unos
espíritus sobrenaturales que solían adoptar una forma animal, a menudo según la le­
yenda la de un galo negro, y que atendían o ayudaban a ¡as brujas, m agos, hechice ­
ros. etc. (/V. del T.)
EL C A B E L L O C O M O AYUDA D E LA M AG IA 35

rándoles que ningún daño podrían hacerles mientras tuvieran el vello


corporal. En este ejem plo Satán era el jefe del aquelarre, y los profa­
nos creían que era el diablo, por lo que resulta evidente que las pro­
pias brujas creían en el poder relacionado con el vello corporal.
Brujos y magos de todas las partes del m undo han tratado de con­
seguir el vello de sus víctim as, junto con las uñas de los dedos, saliva
o hilos de sus vestidos, para poder trabajar m ágicam ente contra ellas.
Tras obtener estos objetos, los brujos cantaban hechizos y les ianza-
ban m aldiciones, enterrando luego los objetos en tierra; cuando éstos
se pudrían, la víctim a m oría lentamente.
C u ando un aborigen australiano desea librarse de su esp o sa, le
corta una parte del vello púbico cuando está dorm ida y lo ata a su
lanza. Va en tonces a una tribu vecina y le da la lanza a un am igo,
quien la clava en el suelo durante toda la noche delante del fuego del
cam pam ento. Cuando la lanza se cae, es la señal de que la esposa ha
m uerto.
A lgunos curiosos del ocultism o han creído ver en la historia de
Sansón y D alila una alegoría que relaciona la pérdida del vello cor­
poral con la pérdida de poder. Opinan que esas historias fueron trans­
m itidas para que el secreto del trabajo m ágico m ediante el uso del
vello corporal no se perdiera totalm ente, y los futuros estudiosos del
arte pudieran vislum brar el significado real que se oculta tras esas
historias.
Se ha sugerido que la razón de que m uchas sociedades orientales
exigen que sus m ujeres se quiten todo el vello corporal es el deseo de
im pedir que tengan poder sobre los hom bres. Puede que sea cierto,
pues allí donde predom ina esa costum bre la m ujer suele ser tratada
com o si fuera un objeto.
A ristófanes nos cuenta que en Helas la depilación era practicada
sobre todo por las prostitutas de los burdeles, y que desde allí se ex­
tendió m ás tarde a las m ujeres de la clase alta. En Rom a algunas m u­
jeres recurrían a la depilación para parecer m ás jóvenes, pero la m a­
yor parte de las m atronas rom anas se negó a practicar esa costum bre.
El C orán considera cerem onialm ente im pura a toda persona que
no se afeite el cuerpo, y cuenta que el rey Salom ón se negó a copular
36 LO S S E C R E T O S D E LA A N T IG U A B R U JE R IA

con B ilkese, la reina de Saba, hasta que ésta se quitó todo el vello
corporal. La leyenda nos dice que el sedoso vello púbico de la reina
le llegaba hasta las rodillas. Parece algo exagerado, pero ha habido
casos sem ejantes, pues las m ujeres del Sudán son m uy respetadas
cuando su vello púbico les llega hasta las rodillas. Puesto que Salo­
m ón era m ago, conocía evidentem ente el poder m ágico asociado al
vello púbico, y sin duda exigió la depilación para dism inuir el poder
de la reina, y no para facilitar la unión física.
En Inglaterra, una de las antiguas defensas rurales contra la bruje­
ría era el uso de la “botella de la bruja” . Cuando un hombre creía que
estaba siendo em brujado, cogía una botella, la llenaba con parte de
su pelo, recortes de uñas y orina, y la colocaba en el fuego. Se supo­
nía que, cuando la botella explotara, la bruja m oriría, o al m enos el
encantam iento se desharía. A veces, estas botellas se colgaban dentro
de las chim eneas de las antiguas casas de cam po para proteger a sus
habitantes contra las m aniobras de las brujas. Ocasionalm ente es po­
sible encontrar alguna de esas botellas en las tiendas de antigüeda­
des, pero los coleccionistas las com pran rápidam ente.
El vello fem enino se ha considerado siem pre com o un objeto muy
p oderoso para el trabajo m ágico. Un ejem plo de esto es el cabello
trenzado alrededor de los m ortales huesos puntiagudos de los aborí­
genes australianos. Se pensaba que el poder de causar la m uerte pro­
cedía del cabello, y que el hueso era sólo el instrum ento para dirigir
ese poder. Los huesos puntiagudos m ás poderosos se hacen con el
antebrazo de una m ujer muerta. En el extrem o rom o del hueso se co­
loca un cordón de cabello hum ano finam ente trenzado; cabello de
una mujer. El cordón tiene aproxim adam ente un m etro de longitud y
está pegado al hueso por m edio de una sustancia resinosa parecida a
la brea. Procede de un arbusto del género spinifex y se obtiene que­
m ando el arbusto seco. Cuando el fuego se haya apagado, se soplan
las cenizas y los residuos se am asan para form ar una bola pequeña,
negra y flexible. El vello se une al hueso m ientras la sustancia está
todavía caliente, pues ésta se endurece al enfriarse. Se dice que esos
huesos son extrem adam ente m ortales en las m anos de un m ago habi­
lidoso.
EL C A B E L L O C O M O AYUDA DE LA M AG IA 37

C uando se com pleta el hueso, el que pretende com eter el asesina­


to se m ete entre los m atorrales, se sienta en postura ritual y apunta
con el hueso en la dirección de su víctima. M ientras hace esto, m ue­
ve el hueso hacia atrás y hacia delante y canta. Uno de esos cantos ha
sido traducido así:

Que tu corazón se desgarre debajo.


Que tu colum na se parta.
Y tus costillas se desgarren.
Que tu cabeza y garganta se partan.

Con esto creen enviar una especie de hueso “som bra” al cuerpo
de la víctim a. Luego quem an el hueso y entonan otra vez el m ism o
canto. Se supone que ello hace que el hueso fantasm a horade el cora­
zón de la víctim a, que m orirá lentamente.
Es un hecho generalm ente conocido que peinar el pelo produce
una cierta cantidad de electricidad, pero puede generarse una electri­
cidad o (el nom bre que prefiera) más poderosa peinando el vello pú-
bico o axilar. Incluso acariciándolo suavem ente se produce este po ­
der, y ésta era una de las técnicas que utilizaban los antiguos para los
trabajos mágicos.
A principios de este siglo se pensó que el vello corporal “no era
m uy agradable”, actitud que hizo que m uchas m ujeres se depilaran.
Los hom bres nunca han estado de acuerdo con ello y no se sienten
avergonzados de m ostrar su vello axilar. ¿Se trató de algún m étodo
sutil para m antener sin poder a las m ujeres?
Recientem ente, ahora que las m ujeres juegan un papel im portante
en los deportes, que se ha producido la innovación de los clubes nu­
distas, y ha nacido el m ovim iento de liberación de la mujer, las m uje­
res em piezan a preocuparse m enos de lo que pensaban sobre el vello
corporal sus herm anas vestidas de encaje, y por eso lo dejan crecer.
Es una parte natural del cuerpo, lo m ism o que las cejas. Y com o las
m ujeres em piezan a sentirse ahora más liberadas, es posible que ello
se deba a que está funcionando la m agia de su vello.
3
MAGIA SEXUAL

Es bastante seguro que la brujería fue en su origen un culto fem e­


nino. Si suponem os que nuestros antepasados prehistóricos eran si­
m ilares a los pueblos de las tribus prim itivas de hoy en día, que no
han alterado sus costum bres durante siglos, podem os suponer tam ­
bién que am bos sexos tenían sus propios cultos o sociedades secretas
a las que no podían acceder los m iem bros del sexo opuesto.
Tenem os dos deidades de los brujos — la M adre D iosa y el Dios
con Cuernos— , por lo que no es difícil creer que el dios era venerado
por los hom bres, que eran cazadores, y la diosa pertenecía a las m u­
jeres, que realizaban la m ayor parte del trabajo agrícola.
En aquellos tiem pos, ni el acto sexual ni la m asturbación produ­
cían sorpresa; eran sólo pasatiem pos agradables, regalos de los dio­
ses. El hom bre muy prim itivo no pensaba que aquello tuviera alguna
relación con el parto, y suponía que era puram ente un acto m ágico
que sólo podían realizar las m ujeres. Ni siquiera las m ujeres pensa­
ban que los hom bres tuvieran alguna relación con la procreación, y
se tum baban desnudas bajo la luz de la luna para que la deidad lunar
las dejara em barazadas.
E ste estado de cosas no duró m ucho, pues lentam ente la gente
descubrió que se necesitaba un m iem bro de cada sexo para producir
una vida nueva. D esde entonces, el sem en m asculino fue considera­
do com o una sustancia m ágica, y los cazadores solían m asturbarse
sobre las arm as para consagrarlas, dándoles así vida y volviéndolas
m ás poderosas. Los m iem bros de determ inadas tribus árabes lo ha-
40 LO S S E C R ET O S D E LA A N T IG U A B R U JE R IA

cían con sus caras, y, por lo que sabem os, pueden que lo sigan h a­
ciendo.
C om o se pensaba que el sem en produce un poder m ágico, era uti­
lizado a m enudo com o ofren d a a los d ioses a cam bio de favores.
Cuando se iba a sus largas expediciones de caza, el hom bre prehistó­
rico se aliviaba sexualm ente por m edio de la m asturbación, y a m e­
nudo tenía relaciones sexuales con otros m iem bros del grupo de ca­
za. Para nuestros antepasados Victorianos, aquello era terrible: “d e ­
bieron ser hom osexuales” . D ebem os recordar que todavía no se ha­
bían inventado esos térm inos técnicos y la gente no era etiquetada en
grupos, tal com o se acostum bra a hacer hoy en día. La m ayoría de
los pueblos primitivos fueron bisexuales y a nadie le hacía daño que
un hom bre se gratificara con m iem bros de am bos sexos o eligiera el
sexo que prefería. Si las gentes de hoy recuperaran esa form a de pen­
sar, la vida sería m ás feliz para la m ayoría de la gente. R ecuerdo el
terrible m iedo que teníam os a la m asturbación y la copulación. N ues­
tros padres nos habían dicho que si nos tocábam os las “partes priva­
d as” nos volveríam os im béciles, y que si introducíam os el pene en
una m ujer cogeríam os la sífilis y se nos pudriría. Mi m adre, proce­
dente de una familia puritana, tenía su propia historia de horror para
asustarnos a mi herm ano y a mí con respecto al sexo. Nos decía que
dentro de la vagina de una m ujer hay una serie de dientes que m uer­
den el pene. Eso nos im pidió hablar incluso con las chicas durante
varios años. Finalm ente, creíam os que sólo con tom ar ia m ano de
una m ujer contraeríam os alguna enferm edad venérea. Los lectores
m odernos pueden reírse de esto, pero ciertam ente aquello nos asustó
a mi herm ano y a m í y durante mucho tiem po nos m antuvo en el sen­
dero recto y estrecho: y eso sucedió tan sólo hace poco m ás de 50
años.
C uando finalm ente se com prendió que las m ujeres tenían en su
cuerpo un poder m ágico que podía convertir la sem illa del hom bre en
un ser hum ano, el órgano sexual fem enino se convirtió en objeto de
veneración; y no por sí m ism o, sino com o sím bolo de la Madre D io­
sa de la fertilidad. Ya he afirm ado que el hom bre prim itivo respetaba
todo lo que se pareciera vagam ente a un órgano sexual fem enino, y
M A G IA S E X U A L 41

que los círculos de piedra representaban el útero de la G ran M adre.


G ran B retaña está llena de esos círculos antiguos, y cada uno tiene
una p ied ra fálica lev an ta d a a escasa d istan cia. Se les suele d ar el
nom bre de piedra rey, pero el que está en Stonehenge se conoce con
el de p ied ra H ele. En el día del solsticio de verano, m ultitudes de
gente visitan todavía el lugar para ver cóm o el sol se eleva por enci­
m a de la piedra Hele, pero los que conocen m ejor la historia obser­
van la som bra de la piedra, que va haciéndose m ás y m ás larga hasta
que entra en el círculo en form a de herradura de Stonehenge: un sím ­
bolo natural del acto sexual.
U n ejem plo m uy notable del sim bolism o sexual dejado en Gran
Bretaña por el pueblo neolítico es el famoso M en-a-tol, que sobresale
del brezo a m edia m illa de Lanyon Farm , en la carretera de M orvah,
a unas tres m illas de Penzance, en Cornwall. Este antiguo m onum en­
to se com pone de tres piedras — IOI— . Es decir, hay dos m enhires o
pilares erguidos con un enorm e círculo en el centro. El sim bolism o
es evidente, pero lo m ás notable es que ese pueblo prim itivo, que só­
lo contaba con hachas de piedra, hubiera tallado y form ado la enorm e
O, tan grande que un hom bre puede arrastrarse a través de su aguje­
ro. En otro tiem po se acostum braba a pasar m ujeres desnudas por el
agujero para que se volvieran fértiles. T am bién los niños enferm os
eran pasados por el m edio, y ahora los visitantes suelen recorrer la O
esperando que eso les traiga suerte.
M uchas personas han creíd o que el acto sexual form a parte de
los ritos de la brujería, pero eso es totalm ente erróneo. La c o p u la­
ción ord in aria no podría utilizarse para el trabajo m ágico; si fuera
así, las parejas de todo el m undo estarían haciendo m agia 24 horas
al día.
Los pueblos prehistóricos sabían que había ahí una m agia que les
p erm itía reproducirse, y creían que ello se debía a los órganos se­
xuales de la m ujer y al sem en del hom bre. Los druidas utilizaban el
m úerdago en sus ritos porque sus bayas se asem ejan a testículos, y el
jug o producido cuando se exprim en las bayas era m uy sim ilar al se­
men. C om o ambos sexos tienen orgasm os, se pensaba que el clím ax
era el m om ento exacto en el que se soltaba el poder m ágico; así se
42 LO S S E C R E T O S D E LA A N TIG U A B R U JER IA

creía que un orgasmo podía utilizarse para realizar otros actos m ági­
cos aparte de la creación de un niño. Esa idea llevó a la creencia de
que la m asturbación era la respuesta, y dio pie a su introducción en
alguno de los ritos antiguos. Como el sem en se ofrecía a los dioses
en lugar de introducirse en el cuerpo de una inujer, habría un hijo que
no nacería. C uando la Iglesia se volvió contra los seguidores de la
antigua religión, utilizó esa parte del rito antiguo com o propaganda
contra los brujos; los cristianos creían que el semen no debía desper­
diciarse sino era para engendrar hijos, y la Iglesia extendió el rum or
de que los veneradores de la antigua religión sacrificaban a niños en
sus cerem onias, y desde el m odo de pensar de la Iglesia, eso era lo
que sucedía. Pero los que no sabían nada de los antiguos ritos se to­
maron al pie de la letra las palabras de la Iglesia, y así tenem os las te­
rribles historias de brujos que roban bebés para sacrificarlos al dia­
blo, o para fundir su grasa con la finalidad de hacer un ungüento que
les perm itiera volar. E sas historias le resultaban convenientes a la
Iglesia porque por ellas m uchos padres hacían que sus hijos fueran
bautizados lo antes posible, con el fin de im pedir que los brujos íes
hicieran esas cosas.
Com o la m asturbación se utilizaba para obtener poder con fines
m ágicos, se descubrió a m enudo que algunas m ujeres eran incapa­
ces de tener un clím ax sólo m ediante la m anipulación del clítoris, y
que se necesitaba algún tipo de órgano m asculino. Ello llevó a la
utilización del falo de im itación, del que tanto hem os oído h ab lar
en los juicios contra la brujería. Era el falo sagrado del dios, y utili­
zarlo era lo m ism o que copular con el propio dios. Esa idea ha sido
utilizada en m uchas de las antiguas religiones, y en Egipto las esta­
tuas itifálicas de los dioses, corno Min y O siris, soiían tener un falo
que podía separarse de la estatua y utilizarse en esos ritos. Se ha d i­
cho que S afo de L esbos era la sum a sacerdotisa de un culto de la
brujería porque en uno de sus poem as m enciona un falso falo hecho
de cuero. Puede que sea cierto, pues estaba felizm ente casada y sus
relaciones hom osexuales podían form ar parte de algunos antiguos
ritos m ágicos.
El apareamiento de los dos sexos no formó parte nunca de los anti­
M AG IA SEX U A L 43

guos sabbats*, y las mujeres rara vez regresaban embarazadas de esas


fiestas. Hasta le época de la caza de brujas, ninguna mujer quería tener
muchos hijos, por la dificultad de obtener comida para los que ya tenía.
Una boca adicional no habría sido bien recibida ni aunque el padre del
hijo fuera el propio diablo. Com o los métodos anticonceptivos no se ha­
bían inventado todavía, las mujeres solían apartarse de la copulación.
Las fam ilias que eran siervas de los barones y otros terratenientes
solían evitar que sus hijos se casaran, pues sus hijos habrían tenido
que ir a trabajar para el propietario de la esposa: eso hubiera signifi­
cad o m enos co m id a p ara la fam ilia, p o r lo que las m adres solían
acostarse con sus propios hijos cuando los jóvenes tenían deseos se­
xuales. Si nacía un hijo de esta unión se pensaba que era brujo o m a­
go. pues la sem illa había vuelto a ser plantada en el canal de donde
procedía, y la descendencia producida debía tener el don de los pode­
res mágicos.
Se nos ha dicho que cuando se utilizaba una figura de cera para la
m ag ia sim p ática, la fig u ra era b au tiza d a con agua b en d ita con el
nom bre de la persona a la que tenía que destruir. Evidentem ente, esto
es una versión cristianizada, pues, para un pagano, el bautism o no
significaría nada; adem ás, la m agia im aginista se utilizó m ucho antes
de que existiera el cristianism o. L a figura original se hacía de arcilla
y se le daba vida m ezclándola con semen. C uando la figura había si­
do m odelada, se introducía en la vagina de la bruja y se guardaba allí
durante un período que representaba a los nueve m eses necesarios
para que la sem illa se desarrollara. (Es im posible calcular los perio­
dos de tiem po de los antiguos antes de que los relojes dividieran los
días.) Luego se sacaba y se arrojaba a una corriente de agua, para que
se desintegrara lentam ente. Suponían que con eso causaban el falle­
cim iento lento de la víctim a. M ientras se estaba haciendo la figura, el
que la fab ricaba tenía que concentrarse en la víctim a. El orgasm o
producido al liberar el sem en daba poder mágico.

* “Sabbat” es una voz hebrea que significa el sábado o día festivo de los judíos,
pero se utilizó también para designar las reuniones que celebraban los brujos al aire
libre en la medianoche del sábado. (/V. del T.)
44 LOS S E C R ET O S D E LA A N T IG U A B R U JE R IA

Lo de clavar agujas en im ágenes de cera se produjo m ucho más


tarde, pero no era tan eficaz com o dejar que la propia naturaleza des­
truyera la figura a su m anera. Q uizá por eso las brujas de N orth Ber-
wick no consiguieron m atar a Jaim e VI de Escocia haciendo su figu­
ra de cera. La cera puede ser m ás fácil de m odelar que la arcilla, pero
se aparta de la idea de que se supone que estam os hechos de arcilla y
que a ella retom arem os después de la m uerte. U na figura de arcilla
sim bolizaría esa situación, pero no una de cera. La m agia sim pática
debe acercarse lo m ás posible a la naturaleza. Debe entender la idea
de utilizar el corazón de un anim al en un encantam iento am oroso,
pero no puedo entender que el hecho de quem ar sangre de dragón,
elem ento utilizado com o tinte por los pulidores franceses, sirva para
ablandar el corazón de alguien.
Todos los encantam ientos deben contener una parte de la persona
a la que están dirigidos, y la bruja antigua, al hacer un encantam iento
am oroso para un hom bre, pedía un poco de su semen para añadirlo al
amuleto. Si el cliente era una mujer, tenía que aportar un poco de ve­
llo púbico o axilar. Todo esto era aceptado por las gentes de los tiem ­
po antiguos, pero no sucede así actualm ente. Q uizá por eso nuestros
encantam ientos m odernos no funcionan. Los talism anes o encan ta­
m ientos producidos en m asa son una pérdida total del esfuerzo; no
contienen nada de la persona y ni siquiera están hechos especialm en­
te para ella. Una piedra con un agujero recogida en una playa es m u­
cho más eficaz. Al m enos es la única que existe así, pues no hay dos
guijarros iguales, y el haberla encontrado podría considerarse com o
un regalo de los dioses.
La m ujer juega un papel m uy im portante en el vudú, y las brujas
y sum as sacerdotisas del vudú suelen obligar a las otras m ujeres a
realizar actos hom osexuales con ellas. El cunnilingus suele conside­
rarse com o parte del pago por encantam ientos m ágicos, pociones o
profecías que las nativas com pran a las m am bos.*

* Voz procedente con toda probabilidad del criollo antillano, con la que se de­
signa a la sacerdotisa del vudú. (N. del T.)
MAM\ St XI AL. 45

M adam Tutu, una de las practicantes deí vudú m ejor conocidas y


más tem idas de Puerto P ríncipe, H aití, afirm aba llevar una cuenta
cuidadosa de las jóvenes y mujeres a las que había inducido a practi­
car con ella el cunnilingus durante un período de m ás de I 7 años:
"M e lo han hecho 6.528 m ujeres”, se jactaba. “Y he escrito los nom ­
bres de cada una de ellas, por si acaso las necesito”.
Se creía que una m ujer que ha realizado un acto hom osexual con
una sacerdotisa del vudú queda desde entonces para siem pre en po­
der de la m am bo, y debe acudir siempre que la llame y hacer todo lo
que se le ordene.
Es evidente que los seguidores del vudú tam bién creen que el or­
gasm o genera un poder m ágico que ayudará al encantam iento o al
h ech izo , pero creo que com o M adam Tutu guard ab a una lista de
nom bres, lo utilizaba tam bién para chantajear a sus d ien tas. Hay que
tener en cuenta que no realizaba el acto con ellas, sino que hacía que
ellas se lo realizaran, lo que le daba realm ente su poder sobre las m u­
jeres. No podían decir a los dem ás que la m am bo las había obligado,
pues al realizar ellas el acto tenían que haberlo hecho voluntariam en­
te. El chantaje es frecuente en el vudú, y M arie Laveau, que era la
reina del vudú en Nueva O rleans hacia el año 1885, no tenía nada en
contra del chantaje com o m edio de obtener dinero. M uchas de sus jó ­
venes seguidoras trabajaban com o doncellas personales de las perso­
nas ricas, lo que perm itía a Marie conocer el últim o escándalo y utili­
zarlo en su beneficio.
La danza del palo de las brujas, que utilizaban para conseguir que
los cultivos crecieran, rodeando éstos m ontadas en un palo, era tam ­
bién m agia sexual. O riginalm ente se utilizaba un palo, tallado a m e­
nudo de forma que representaba un falo: pero durante la caza de bru­
jas utilizaron una escoba porque el palo podía ser la prueba que im­
plicara su condena. La escoba de las brujas auténticas estaba hecha
de brezo atado a un palo.
La danza se realizaba sosteniendo la escoba con el palo entre las
piernas, de forma que el extrem o inferior entrara en contacto con el
clítoris; m ientras la bruja danzaba, movía la escoba hacia arriba y ha­
cia abajo, acción que le provocaba un orgasm o. En años posteriores
46 LO S S EC R ET O S D E LA A N T ÍG U A B R U JE R IA

la danza pareció cam biar, y en lugar de obtener el poder por m agia


sexual las brujas pasaron a depender de la velocidad de la danza, que
se fue haciendo m ás y m ás veloz, h asta que caían agotadas; es un
m étodo algo parecido al que utilizan los derviches danzantes*.
H em os de recordar que la conducta de las gentes en la E dad M e­
dia era extrem adam ente procaz, y las palabras de cuatro letras eran
m uy co m u n es en la con v ersació n ord in aria. C uando Jaim e VI de
E scocia se convirtió en rey de Inglaterra, no podía entender la r a ­
zón de que a los ingleses les gustara ver a su rey, y cuando se en te­
ró de que sólo querían ver su rostro gritó: “ ¡Por las heridas de C ris­
to!, ¡me bajaré los pantalones y les enseñaré el culo!” La expresión
“m ontar en una escoba” no significa volar sobre ella; significaba el
hecho de tener una relación que no era natural con el m ango de una
escoba. La palabra m ontar, referida al acto sexual, está reg istrad a
en fecha anterior al año 1250, y fue de uso general en lengua ingle­
sa hasta 1780. “E scoba” y “cepillo” eran tam bién expresiones v u l­
gares referidas al vello púbico fem enino, con lo que la frase “esco ­
ba en tre las p iern a s” tiene un sig n ificad o m uy d istin to del q u e le
daríam os hoy.
La m agia sexual parece form ar parte tam bién del esplritualism o,
tal com o indica esta cita del libro Between Two Worlds: “En 1934, la
señ o ra B u llo c k , que era m éd iu m , dijo que d u ra n te el p ro c eso de
transfiguración había tenido la sensación clara de que una m ano le
daba un m asaje en el útero. Esto prestaba apoyo a un descubrim iento
hecho por la investigación parasicológica que había recibido publici­
dad: que el m édium utiliza su energía sexual para la producción de
esos fenóm enos, que actúa com o si realm ente fuera a dar a luz a los
fantasm as que llevan a los investigadores a tan desalentadora perse­
cución”.

* Los derviches son los m iem bros de cualquier orden ascética musulmana; los
danzantes son los que llegan al éxtasis mediante una danza frenética en la que giran
sobre sí m ism os. N o confundir con los derviches negros, que no tienen ninguna
connotación religiosa, pues era el nombre que daban los colonialistas a los m usul­
manes negros del Sudán. (N. del T.)
M A G IA i>EXUAL 47

Las m ujeres N ’B do practican la licantropía y creen que pueden


transform arse en un leopardo. Tienen en la aldea leopardos hem bras
dom esticados com o si fueran cachorros, y dos veces al año, en perío­
dos que se corresponden con los solsticios de verano y de invierno,
celebran cerem onias que duran un fin de sem ana. Durante esos perío­
dos asum en las características de los leopardos y, según creen ellas,
los espíritus de estos anim ales entran en su cuerpo. Los excesos ho­
m osexuales de tipo m aratoniano forman parte de esos ritos.
Esto se asem eja a un antiguo rito de brujas de origen europeo que
se celebraba para prom over la fertilidad del ganado. Las brujas, lle­
vando m áscaras de esos anim ales, se atan un falso falo y m antienen
relación con otra m ujer en la posición del anim al. Es pura m agia sim ­
pática.
L os órganos sexuales de diversos anim ales, m om ificados o so­
m etidos a cu ración, se utilizan en los ritu ales que celeb ran varias
tribus del A frica C entral. E ntre la tribu de los M w akam ani, del e s ­
te de C am erún, el clím ax de varios rituales m ágicos exige que dos
o m ás m ujeres suban a una plataform a, ex istente en todos los p u e ­
blos nativos, y sim ulen allí el coito utilizando esos palos. E sas m u ­
je re s re a liz a n tam b ién p rá c tic a s h o m o se x u a le s en g ru p o d u ran te
las cuales los hom bres de la tribu deben perm anecer ocultos en sus
chozas. C ualquier hom bre que vea una parte de esos rituales m ág i­
cos será asesinado p o r la b ru ja del p u eb lo . E n cada p u eb lo suele
h aber dos o tres de esas brujas. Es necesario que sean hom osexua­
les. A diferen cia de otras m ujeres de la tribu, no pueden ten er re la ­
ciones heterosexuales con los hom bres bajo ninguna circunstancia,
y no deben tener hijos. Si no cum plen alguno de estos dos tabúes,
se les asesina al instante. Las brujas actúan com o m aestras de ce­
rem o n ia en los ritos m ágicos hom osexuales, y determ inan los a c ­
tos que d eb en realizar las d iv ersa s m u jeres, adem ás de p artic ip a r
personalm ente en los ritos.
Las brujas de la antigua Britania llevaban una vida sim ilar a la de
estas brujas del A frica C entral, y hasta tiem pos bastantes recientes la
m ayoría de las brujas de G ran B retaña no se casaban, y solían tener a
una m ujer m ás joven com o com pañera. M uchas de las im ágenes anti­
48 LO S SEC R E T O S D E LA A N T IG U A B R U JE R IA

guas de brujas lo m uestran así. En cierta m anera, todas las m ujeres


son bisexuales porque poseen un clítoris, el órgano rudim entario aná­
logo al pene m asculino. Un térm ino técnico de este órgano es el de
pen is m ulicbrus, y hay una expresión popular sobre él que es la de
“el hom bre de la barca”; la barca en este caso es la forma ovalada del
órgano fem enino. El óvalo es tam bién un signo sím bolico de la Gran
Madre.
También la luna creciente sim boliza el órgano femenino y a m enu­
do se le representó com o en una barca, a veces con un hom bre en ella,
com o en una im agen de U r fechada entre el 2300 y el 2100 a. de C.
A ctualm ente esa figura está en el M useo B ritánico. Una luna alada
asiria, perteneciente a un cilindro de la dinastía decim octava, repre­
senta tam bién a un hom bre en una luna creciente. De ella caen cho­
rros de néctar celestial sobre dos jarros. Representan el líquido fem e­
nino o b tenido por la m asturbación, que co n sid erab an co n ten ía un
gran poder mágico.
El signo del árbol lunar sagrado, según una antigua talla italiana
encontrada en el palacio Barberini de Rom a, así com o las tallas pre­
cristianas encontradas en las iglesias griegas, sim boliza tam bién el
clítoris: el pene femenino. También el dios lunar de Babilonia, Sinn,
sim boliza el clítoris, y ésa es la razón de que en Inglaterra los sacer­
dotes cristianos, que eran m uy antifem eninos, utilizaron su nom bre
para designar su idea del pecado*. Se le representa tam bién en una
luna creciente. La expresión com ún para el clítoris de “el hom bre de
la b arca” es un recuerdo popular de este sím bolo antiguo. El sum o
sacerdote, erguido en su posición en el extrem o del círculo de brujas,
representa tam bién al órgano femenino.
Tam bién tenían lugar ritos hom osexuales dentro del círculo m ági­
co. El fallecido A leister C rowley utilizó varios de ellos, pero ya ha­
bían sido escritos por otros autores. El m uchacho o joven que ayuda
al m ago se utilizaba para obtener semen para los ritos m ágicos, y los
enem igos de los m agos antiguos describieron esa acción com o el sa­

* “Sin” es la palabra inglesa que significa “pecado”. ( N . del T.)


M AG IA S líX l'A L 49

crificio de chicos jóvenes. Por otra parte, los ritos hom osexuales re­
calcan el aspecto fem enino del mago. O riginalm ente se hacía para
que pudiera representar a los dioses, quienes en su m ayor parte eran
bisexuales.
4
LA CABRA Y LA BRUJA

¿Por qué se ha asociado siem pre a la cabra o el m acho cabrío con


las brujas? M uchas personas piensan que !a razón es que ese anim al
representa al dios Pan — que a su vez representaba la naturaleza ani­
mal del hom bre— , y también por su capacidad para la fertilidad. Ello
parece sugerir que todas las brujas eran ninfómanas y que sólo asistían
al sabbat para que las violara el dios de los cuernos o alguien que lo
representara. Y eso no es cierto.
El dios con cuernos de las brujas era un dios de la caza y m uerte,
y no un dios de la fertilidad, com o Pan. Los hom bres de la Edad de
Piedra no pudieron oír hablar de Pan, ni de ningún otro dios extranje­
ro, por lo que se m antenían fieles a,sus propias deidades.
M uchos autores han escrito acerca de la historia del dios de las
brujas, y de cóm o éste tuvo su origen en un antiguo m étodo de c a ­
za: un hom bre vestido con la piel de un anim al y llevando un par
de cuernos en la cabeza co rría entre las bestias, provocando entre
ellas una estam pida para que se despeñaran por un precipicio. C o­
mo m uchos de esos cazadores debían ser aplastados por los an im a­
les, el d io s era tam b ién el re p re se n ta n te de la m u erte, y los que
m orían en esa activ id ad eran co n sid erad o s com o un sac rificio al
dios. ©
No era un dios de la fertilidad: apareció antes de que el ser hum a­
no aprendiera que el hom bre era el responsable de que la m ujer que­
dara em barazada, pues todavía creían que la m ujer engendraba los
hijos ella sola.
52 LO S SEC R E T O S D E LA A N T IG U A BRU JER IA

Podem os ¡legar a la verdad más con el estudio del folclore que le­
yendo libros de historia, pues las ideas de los autores producen siem ­
pre una desviación en lo que escriben. Tom em os un ejem plo de la
historia inglesa. A R icardo I nunca le conocieron en vida com o R i­
cardo C orazón de León, sino com o R icardo O c-e-N o, R icardo Sí y
No. No fue el gran héroe nacional que la historia ha hecho de él. pues
tenía m ucho m ás en com ún con los gangsters de C hicago, siem pre
luchando, riñendo, m atando y traicionando para obtener más territo­
rio. Y en cuanto a la idea de que era un popular rey inglés, R icardo
consideraba que sus posesiones francesas eran m ás im portantes que
las inglesas, y en los diez años que duró su reinado sólo pasó seis
m eses en Inglaterra, y ni siquiera se m olestó en aprender la lengua de
su pueblo. Su papel de cruzado le perm itió alejarse de la rutina y las
preocupaciones de gobernar a su pueblo. Lo más que se acercó a Je-
rusalén fue para ver la ciudad desde una colina cercana. Las disputas
entre los propios cruzados fueron ia causa de que esa cruzada fuera
un fracaso absoluto, y lo único que esos supuestos héroes se trajeron
a Europa fue la sífilis.
Los historiadores olvidan el aspecto oscuro de sus héroes y om i­
ten todo aquello con lo que no están de acuerdo. En Inglaterra, a los
niños de la escuela sólo se les enseña la historia inglesa desde la épo­
ca de la invasión rom ana, y creem os, por tanto, que los prim eros bri-
tanos no eran más que salvajes llenos de pintura. Se han ignorado to­
das las culturas anteriores a la invasión.
A unque el diccionario afirm a que “la historia es la narración de
hechos”, m uchos im portantes pensadores tienen otras ideas al respec­
to. N apoleón dijo: “La historia es una fábula a la que se ha llegado
por acuerdo” ; Nietzsche declaró: “La historia no es más que la creen­
cia en la falsedad ”, y el conocido autor H. G. Wells se refería a “ese
veneno llam ado historia” . Si profundizam os en el folclore y las le­
yendas de cualquier país, podrem os leer entre líneas m uchas verda­
des. o
La leyenda del cazador dem onio, que podem os encontrar en toda
Europa, prueba la existencia de un dios con cuernos. En la ciudad de
W indsor hay una de esas leyendas: Herne el C azador recorre com o
LA C A B R A Y LA BRU JA 53

un fantasm a el parque que pertenece al castillo de Windsor. Se cuen­


ta que H em e va vestido con pieles y lleva sobre la cabeza un par de
cuernos. Se dice tam bién que aparece en las alm enas del castillo en
el m om ento en que m uere el m onarca. Resulta evidente que H em e es
el viejo dios de la caza y la muerte.
Alderly Edge, ese lugar desolador e inhóspito de C heshire, cuenta
tam bién con su cazador con cuernos, y con una pieza de caza salvaje
llam ada Herlathing. Se dice que un m ago guarda al rey A rturo y sus
caballeros, que yacen dorm idos en una colina hueca, dispuestos para
levantarse y luchar de nuevo cuando se encuentre la piedra m ágica
q u e les m an tien e p reso s. En G ran B retañ a hay o tro s lu g ares que
cuentan con esa leyenda de caballeros dorm idos, incluyendo R ich-
m ond, en Yorkshire, donde el rey Arturo y sus caballeros yacen dor­
m idos en alguna habitación secreta bajo el castillo.
A rturo era uno de los nom bres ingleses del antiguo dios, y estas
leyendas prueban que la vieja religión siguió existiendo clandestina­
m ente y que sus seguidores creen que retom ará.
En la catedral de Lincoln hay una talla de una figura con cuernos
a la que se le da ahora el nom bre de “Lincoln Im p” . Es evidente que
el viejo dios fue colocado allí por un cantero que debía ser practican­
te de la religión antigua, y cuando se construyó la iglesia sobre la an­
terior sede sagrada el cantero talló su figura entre diversos símbolos
cristianos para que no fuera olvidado. La talla se encuentra en una
posición prom inente, sobre una de las colum nas, por lo que los pri­
m eros cristianos y los veneradores de los viejos dioses debieron tra­
bajar unos al lado de otros. El antiguo cantero hizo bien su trabajo, y
el Lincoln Imp es tan famoso com o la propia catedral; los visitantes
com pran miles de reproducciones en latón de esa figura con cuernos.
C om o se ha producido una recuperación de la brujería y varios auto­
res han explicado que el fam oso em blem a de Lincoln representa al
viejo dios, los que están relacionados con la catedral ha» tratado de
convertir a otra talla, el Peregrino, en el recuerdo de Lincoln. Pero no
están teniendo m ucho éxito, pues el dios con cuernos ha regido sobre
Lincolnshire durante dem asiado tiem po y no es fácil apartarle del fa­
vor popular.
54 LOS S E C R E T O S D E LA A N T IG U A B R U JE R IA

Todos los nom bres com o H erne, A lan, R obin, Arthur, H ornie y
Nick, entre otros, eran nom bres locales del antiguo dios, y los luga­
res que tienen leyendas relacionadas con esos nom bres, o los pueblos
o ciudades conocidos por esos nom bres, o que los llevan incorpora­
dos, eran lugares de encuentro de antiguos aquelarres. En esos luga­
res suele existir un bosquecillo, colina o pozo que estuvieron dedica­
dos en otro tiem po a las antiguas deidades.
U no de los nom bres que se daba en Yorkshire al dios de los cuer­
nos era el de Hob. H ob sigue recorriendo fantasm agóricam ente los
pantanos de Yorkshire, donde quedan restos de antiguos círculos de
piedra. En la bahía de Runw ick, cerca de W hitby, hay una cueva lla­
m ada H o b ’s H ole (el A gujero de Hob), y hasta fechas recientes las
m ujeres del cam po cuyos hijos sufrían de tos ferina los llevaban a la
cueva y gritaban: “ ¡Hob-hole Hob! Mi hijo ha cogido una tos. Q uíta­
sela... ¡quítasela!”. D esgraciadam ente, H ob ha perdido sus antiguos
atributos divinos y ahora se le considera com o un duende* m aligno.
Volviendo al tem a de la cabra y las brujas, debem os recordar que
la cabra y el perro fueron los prim eros anim ales dom ésticos. El hom ­
bre eligió al perro porque le ayudaba en la caza. La m em oria popular
lo dem uestra con este refrán: “el perro es el m ejor am igo del hom ­
bre.”
La cabra tenía un uso m ás dom éstico y perm anecía en casa con la
mujer. Era un anim al m ás útil. D aba leche, de la que podía hacerse
queso; su carne era com estible, y la piel se utilizaba para hacer ropa
y zapatos; los cuernos podían usarse para hacer herram ientas dom és­
ticas y para la agricultura, com o azadas, cucharas y recipientes para
beber. La cabra podía utilizarse tam bién com o anim al de carga, y tras
el invento de la rueda se usó para tirar de pequeños tacos. A dem ás
era fácil m antenerla, pues com ía casi todo, y, com o engendraba con
facilidad, se convirtió en el sím bolo de la fertilidad. Com o eran la
m ujeres del clan las que la atendían y la ordeñaban, la cabra quedó

* U no de los términos ingleses para “duende” es hobgodlin, término que es el


utilizado por el autor y cuya primera sílaba es “hob”. coincidiendo con el nombre
del dios. (N . del T.)
LA CA B R A Y L.A B R U JA 55
56 LO S SEC R E T O S D E LA A N T IG U A B R U JE R IA

asociada con la m ujer. En la Edad M edia, e incluso m ás tarde, las


antiguas brujas, que a m enudo vivían solas, tenían casi siem pre una
cabra.
O tro m otivo de que la cabra se asociara con las brujas es sim bóli­
co. C om o el hom bre prim itivo carecía de lenguaje escrito, visualiza­
ba todas las cosas com o im ágenes. Tenía por ello una im aginación
m ucho m ás viva que la m ayoría de las personas de hoy. A sí lo d e­
m uestran las fantásticas figuras que veía en el cielo nocturno. Lo que
el hom bre prim itivo vio en las estrellas ha llegado hasta nosotros en
los nom bres de las diversas constelaciones: la O sa Mayor, la Cabra,
el León, O rión, etc. ¿C uántas personas pueden ver las figuras sólo
m irando el cielo? R econocem os esos grupos de estrellas porque se
nos ha dicho lo que se suponen que son, y porque conservam os las
figuras que los antiguos vieron hace siglos. Los dibujos de las cuevas
prehistóricas m uestran que ej hom bre prim itivo lo veía todo con los
ojos de un artista. Era un experto en ver im ágenes en el fuego, o en
cualquier otra cosa.
El hom bre prim itivo, m ientras veía a las brujas trabajar desnudas,
veía una cabeza de cabra en la parte inferior de sus cuerpos, el trián­
gulo púbico, con el vello. Con un poco de im aginación, es una repre­
sentación perfecta de la cabeza de una cabra (ver ilustración).
A dem ás, una m ujer de pie con las piernas separadas y los brazos
extendidos en la posición del pentáculo*, tal com o se m uestra en el
arte, form a una cabeza de cabra con el torso, los brazos y los pechos
(ver ilustración).
Teniendo en m ente estos aspectos, puede verse con claridad la ra­
zón de que la bruja estuviera asociada con la cabra, y de qué m anera
este anim al llega a form ar “parte” de lo fem enino. Por nuestro prim er
ejem plo podem os entender fácilm ente la razón de que algunos p ue­
blos prim itivos dijeran que una bruja tenía una cabra entre las pier-

* Palabra derivada del término italiano “pentacolo”, algo que tiene cinco esqui­
nas, el p en tá cu lo es una figura en form a de estrella que se form a m ed ian te la
extensión de los lados de un pentágono regular formando cinco puntas. Ha sido utili­
zado com o figura mágica o sim bólica por los pitagóricos, m agos, etc. (N. del T.)
L A C A B R A Y I.A BRU JA 57

ñas; esa idea dio lugar posteriorm ente a las im ágenes de brujas m on­
tadas en cabras en los sabbats.
C om o ya he m encionado en el capítulo 3, la expresión “m ontar”
se utilizó para describir una relación sexual. Con fines propagandísti­
cos, la idea de una bruja m ontando una cabra se cam bió fácilm ente
por historias en las que las brujas tenían relaciones sexuales con ca­
bras. Ello fue la causa de que los satanistas — el culto del siglo XVII
de veneradores del diablo que hacían m uchas cosas sin sentido, com o
decir las oraciones al revés e invertir los rituales de la Iglesia en las
m isas negras introdujeran un rito satánico en el que una m u jer era
violada por una cabra.
E sta violación ritual no era un rito m ágico; nada podía lograrse
con ello salvo la g ra tificació n de una dep rav ació n m orbosa de los
playboys aristocráticos y de edad avanzada de la época del H ellfire
C lub de sir Francis D ashw ood* en las cuevas de High W ycombe.
A unque dijeran que este acto de bestialism o form aba parte de la
m agia negra, dudo rnucho que así fuera. Tam bién es dudoso que un
m acho cabrío se prestara a copular voluntariam ente con un ser hum a­
no. Ese apaream iento ya se había intentado en al época de los C ésa­
res, en el C oliseo, con la esp eran za de que el espectáculo atrajera
m ás público que el de la lucha de gladiadores o el de arrojar cristia­
nos a los leones; pero los distinto^ anim ales que esperaban que viola­
ran a las m ujeres no sintieron interés por ello. Un fam oso dom ador
de anim ales sugirió que se vistiera a la m ujer con la piel del animal
particular que tenía que realizar el acto. A sí se im pregnaría la piel de
la m ujer con el arom a del anim al. A un así, el experim ento no tuvo
dem asiado éxito y se tuvieron que renunciar a esa exhibición y regre­
sar a los espectacúlos m ás sangrientos.
El cuerpo femenino nos ha dado otros sím bolos de la brujería, co­
m o el triángulo, la escoba y la pata de ganso. Las ilustraciones m ues-

* Sir Francis D ashwood había fundado una orden secreta a la que pertenecían
varios caballeros ingleses, y que por los rumores sobre los ritos orgiásticos que c e ­
lebraban en su mansión de High W ycom be se le conoció popularmente con el nom ­
bre de Hellfire Club, o “Club del Fuego del Infierno”. ( N. del T.)
58 LOS SEC R E T O S D E LA A N TIG U A B R U JERIA

FL TRI ANSUL6 PATA D6" <2>ANSC> LA FSCOSA


LA C A B R A Y I A BRU JA 59

tran cóm o se produjo esa transform ación. La escoba com pleta sim bo­
lizaba el acto sexual; el m ango era el falo, y el extrem o de la escoba
el órgano femenino. Se ha sugerido tam bién que el sím bolo de la ca­
beza de cordero describe los órganos sexuales interiores de la mujer.
La ilustración m uestra que estos órganos se asem ejan a la cabeza de
una cabra (ver ilustración).
La representación de la diosa de las brujas por m edio de una ca­
beza de cabra se hizo para que no pudiera ser identificada con ningu­
na m ujer viva; de no ser por eso, todo artista habría tenido su propia
idea del aspecto de la diosa, e insertaría los rasgos de la m ujer que
m ás le gustaba.

N o t a : En La Diosa Blanca, el poeta y autor Robert Graves escri­


bió: “Según la doctora [Margaret] Murray, el dios de las brujas des­
ciende en línea directa de un dios ciervo o cabra paleolítico que más
tarde se convirtiría en el Cemunnus de los galos y en el Heme el Ca­
zador de Shakespeare. Sin embargo, la vela encendida que todo gran
maestro disfrazado como macho cabrío negro llevaba entre los cuer­
nos en los grandes sabbats de brujas — tanto en Inglaterra como en
Francia— nos lleva en una dirección muy distinta. El historiador sufí
Idries Shah Sayed ha demostrado que una vela puesta entre los cuer­
nos es un emblema de la escuela mística Aniza, del siglo IX, fundada
por Abu-el-Ataahia. Abu procedía de la poderosa tribu árabe de Ani­
za [cabra], a la que pertenecen nuestros contemporáneos Ibn Saud y
el monarca de Kuwait. Por tanto, ia vela significa “la iluminación de
la cabeza de Aniza”.
La tesis de Graves es que este símbolo de la cabeza de cabra venía
de la escuela Aniza, y también del culto berber del dios con dos cuer­
nos. Otras autoridades están en contra de esto y dicen que el simbolis­
mo de la cabra y el ciervo con cuernos es originario de los países en
tos que se ha encontrado. Lo que dice sobre las sectas Aniza y Berber
es cierto, pero su influencia sobre ia brujería europea es históricamen­
te dudosa, aunque haya muchas evidencias de contacto.
Para profundizar en el simbolismo y la antigua herencia de los
cuernos, véase el capítulo “Holy Horns and Halos”, en el libro del
doctor Maitello Witchcraft: The Oíd Religión.

L. L. M.
» - ■' • ■ •' • * ■

r/' ' ‘ : ; : ‘ o * ;■■.; .. . •;■,■■■■ •


h " ■. :
.
gg. 0*> *M \ • •. ' ./. .. , .■ ... . . . :■
■» *t 'i «V !*■

■ K . ■«P*.
n-.%ï£ óV >• • , .ï
è>- .: .. ..

■-'■$% $,,Us / . V -Jü/ - ■■ •ut •: .ur \ ■

»• • ■. ' -, , " . . .

* "• •' ■■; -. : ■ ; :-6 o;. ••■;•', Mj, j


'
'
• ... / , -. . . : ..

’sj&V^ V -- ' .-J s.;.:*'■■ :£ïr


1
tó si
HALLOWEEN (VISPERA DE TODOS
LOS SANTOS)

La víspera de Todos los Santos era el final del año, el m om ento en


el que la diosa regresaba al subm undo; cuando la M adre N aturaleza
dorm ía durante el invierno bajo su m anta de nieve. Y allí perm anecía
hasta que la vegetación volviera a crecer. Esa noche, el dios de los
cuernos iniciaba su reinado.
En los días en los que la brujería era un culto puramente femenino,
la suma sacerdotisa representaba a la diosa durante los meses de verano,
y en el ritual de Halloween se colocaba sobre la cabeza un casco con
cuernos y se ataba un falso falo para representar el papel del dios. Se­
guía haciéndolo hasta que llegara el momento de que la diosa regresara.
M ás tarde, cuando se infiltraron hom bres en el arte, fue el sum o
sacerd o te el que rep resen tó el papel del dios con cuernos. En los
aquelarres, m odernos en los que no hay m iem bros m asculinos, una
m ujer sigue representando la parte del dios, pero, por nuestra educa­
ción puritana, una espada sustituye al falo. Originalm ente el falo es­
taba hecho de cuero y se ataba a un cinturón.
El rito antiguo tenía lugar en uno de los viejos círculos de piedra
y se llevaba a cabo siem pre con el cuerpo desnudo. A lgunas brujas
llevaban m antos cuando se dirigían al lugar de reunión, pero otras
viajaban desnudas.
Nadie se fijaba en ello porque la gente estaba habituada a ver per­
sonas desnudas que acudían a los sabbats.
No era necesario trazar m ágicam ente el círculo, tal com o se ha­
ce en el ritual m oderno, pues las piedras erguidas formaban un círcu­
62 LOS SEC R E T O S D E LA A N T IG U A B R U JE R IA

lo sagrado perm anente que no se utilizaba para ningún otro fin. Era
un tem plo de los dioses antiguos, y lo m ism o que una iglesia m o­
derna no necesitaba ser consagrado cada vez que se utilizaba. C o ­
m o nadie iba a esos lugares si no era para la veneración, no eran in­
vadidos com o hoy por los turistas. Los seguidores de la antigua fe
ten ían una gran re v eren cia por esas sedes, e incluso los p rim ero s
cristian o s las resp etaro n , h asta que la Ig lesia tuvo la fu e rza su fi­
ciente e intentó d estruir a los dioses antiguos. P osteriorm ente, los
vándalos dañaron m uchas de las sedes, o, com o en el caso de Ave-
bury, los albañiles rom pieron m uchas de las piedras para utilizarlas
en la construcción. A vebury es uno de los circuios de pied ra m ás
gran d es de G ran B retaña; actualm ente tiene un pueblo en su inte­
rior.
C uando llegaban los veneradores, ocupaban sus puestos alrededor
del círculo y quedaban en pie con los brazos levantados y los dedos y
pulgares en contacto, estirando los pulgares lo m ás posible. F orm a­
ban así una especie de óvalo que representaba el órgano sexual fem e­
nino: un sím bolo de la Gran M adre.
L a a y u d a n te de la su m a sa c e rd o tisa , n o rm alm en te lla m a d a la
“doncella”, hacía su aparición. Iba totalm ente desnuda, salvo por un
collar de piedras pequeñas, cada una de ellas con un agujero natural.
En la m ano derecha llevaba un cuerno. C am inando de foim a m ajes­
tuosa hasta cada uno de los cuatro puntos cardinales, llevaba el cuer­
no a los labios y tocaba una larga nota. Lo hacía allí para invocar a
los dioses m enores, a quienes los brujos m odernos se refieren com o
los señores de los espacios exteriores.
Dejando a un lado el cuerno, la doncella acudía al centro del círcu­
lo, se ponía de cara al norte y caía de rodillas, inclinando la frente; el
resto de ¡as brujas im itaba sus actos. Esa era la señal para que apare­
ciera la sum a sacerdotisa. En ese m om ento se producía un silencio
total, que sólo interrum pía la llam ada de las aves nocturnas y el ulu­
lar ocasional de un búho en algún árbol cercano. Con paso solem ne,
la sacerdotisa aparecía entre las dos piedras erguidas o m enhires, en
el borde septentrional del círculo. Llevaba una túnica blanca y larga
y una corona de serbal en la cabeza. En años posteriores se utilizó
H A L LO W EEN (V IS P E R A [JE T O D O S LOS S A N T O S ) 63

una corona de plata ornam entada con una luna creciente; la plata es
el m etal sagrado de la diosa.
Tras en to n ar una oración, la doncella invocaba al espíritu de la
diosa para que descendiera sobre la sum a sacerdotisa. Por desgracia,
con el tiem po se ha p erdido en la m ayoría de los casos el texto de
esas oraciones (sólo m uy pocas han llegado hasta nosotros), pero po­
dem os suponer que era una oración de agradecim iento por una buena
cosecha y por las bendiciones que la diosa había concedido al pueblo
durante los m eses de verano.
Después, la sacerdotisa levantaba los brazos y dejaba que el m an­
to cayera de sus hom bros, exponiendo su cuerpo desnudo a la vista
de los veneradores. Lo hacía así para poder utilizar el poder pleno de
su cuerpo, sin que nada de él fuera absorbido por la túnica. Con esta
señal de que el espíritu de la G ran M adre había entrado en el cuerpo
de la sum a sacerdotisa, todos los veneradores gritaban al unísono;
“Te saludam os, Gran D iosa.”
E n ese m om ento en tre g ab a a la sum a sacerd o tisa una antorcha
encendida con la que ésta encendía la hoguera que ya se había pre­
parado en el centro del círculo. C uando el fuego em pezaba a arder,
los veneradores se adelantaban con puñados de trigo y harina, con
cestas de frutas y h o rtalizas, y los arrojaban a las ]lam as*com o un
sacrificio a la diosa. A lrededor del círculo, com o libación, se d erra­
m aban recipientes de cerveza y de sidra. E sta cerem onia fue adop­
tada por los cristianos para sus fiestas de la cosecha, pero el signifi­
cado orig in al se perdió porque va no sacrificab an alim entos a los
dioses.
U na vez que las ofrendas se habían hecho, las brujas iniciaban su
danza. Se cogían de las m anos y bailaban alrededor del fuego ardien­
te. El paso se iba haciendo m ás y más rápido, hasta que caían al sue­
lo por causa del agotam iento.
E ra la últim a danza del año en honor de diosa, que pronto dejaría
el m undo de los hom bres. Entre el grupo había una sensación de tris­
teza. D espedirse de la G ran M adre era com o despedirse de un buen
am igo, y todas las brujas se cubrían el rostro con las m anos com o se­
ñal de tristeza.
64 LO S S E C R ET O S D E LA A N T IG U A B R U JERIA

La sum a sacerdotisa, en su papel de diosa, despedía a las brujas,


prom etiéndoles regresar de nuevo cuando los árboles hubieran rever­
decido. Entonces el grupo levantaba la m ano derecha com o señal de
despedida. La doncella volvía a poner el m anto sobre los hom bros de
la sacerdotisa y la seguía hasta que salía del círculo.
A m bas mujeres se dirigían entonces hacia la piedra-rey: el sím bo­
lo fálico del dios. La sum a sacerdotisa besaba la piedra y, dándose la
vuelta, se quedaba en pie con la espalda y las palm as de las m anos
apretadas contra la piedra. Perm anecía largo tiem po en esa posición,
absorbiendo en su cuerpo el poder m asculino del dios. Entonces, con
un asentim iento de la cabeza, daba la señal para que la doncella le
quitara la corona y la sustituyera por un casco con cuernos. La sacer­
dotisa cruzaba las m anos sobre el pecho y la doncella le colocaba el
falo de im itación. De esa form a la sacerdotisa se había transform ado
sim bólica y m entalm ente en el dios, y se presentaría de ese m odo en
todos los sabbats y esbats de los m eses de invierno. Volvía a dejar
caer el m anto y la doncella le entregaba una vara de fresno en form a
de horquilla, otro sím bolo del dios con cuernos, y regresaba al círcu­
lo. U na vez allí era saludada com o el dios con cuernos de la caza y la
m uerte. Este ritual de cam bio de sexo explica las num erosas im áge­
nes y estatuas de dioses bisexuales; pero no se debe, tal com o pien­
san m uchos, a que los dioses fueran herm afroditas. La sacerdotisa
podía añ ad ir un pene m asculino a su cuerpo, pero, com o no podía
perder sus pechos fem eninos, ia imagen del dios se volvía bisexual, y
no llegó a ser totalm ente m asculina hasta que entraron hom bres en el
arte y se convirtieron en sum os sacerdotes.
La víspera de Todos los Santos ha sido siem pre la fiesta de los
m uertos, y se creía que el m ejor m om ento para contactar con aque­
llos que habían fallecido. Hoy, los espiritualistas intentan contaclar
con los m uertos por m edio de “guías espirituales” : indios am erica­
nos, chinos, m onjas, sacerdotes e incluso niñas pequeñas. Las brujas
trataban de hacer el contacto por m edio del propio dios de la m uerte.
P or eso, cuando la hoguera había ardido, y se creaba una ex trañ a
atm ósfera junto a las grandes piedras que se hervían com o espectros
en la oscuridad, la sacerdotisa, en su nuevo papel com o el dios, sos­
H A L LO W EEN (V ISP E R A D E TO D O S LOS SA N TO S) 65

tenía un cráneo entre sus m anos y lo utilizaba com o si fuera un bola


de cristal. Este fue el tipo de nicrom ancia practicado siglos antes de
las herm anas Fox, con su grabaciones de “ poltergeist” *, que inicia­
ron la m oda m oderna del esplritualism o.
A lgunos celtas solían acostarse sobre las tum bas esperando reci­
bir un m ensaje de la persona que yacía debajo. Esto sucedió m ucho
antes de que se establecieran los cem enterios cristianos, pero el co­
nocim iento de esa antigua costum bre dio lugar a las historias sobre
brujas que realizaban ritos diabólicos en los cem enterios. Las sumas
sacerdotisas tenían en su contacto con los m uertos tanto éxito com o
nuestros m édium s; cuando term inaba esta parte de la cerem onia, se
invocaba a los dioses y term inaba la reunión. Entonces em pezaba la
fiesta: las veneradoras sacaban la com ida y bebida que habían lleva­
do y la com partían con todos los presentes. La fiesta era el aspecto
social del arte. Com o la m ayoría de las participantes sólo se veían en
los sabbats, charlaban y reían y se relataban las últim as noticias y es­
cándalos de los diversos pueblos. La fiesta proseguía hasta el canto
del gallo, m om ento en que partían en distintas direcciones.
D espués de que el arte se convirtiera en un culto m ixto, esa fiesta
debió ser el m om ento en el que se producían algunas relaciones se­
xuales; pero la relación sexual no era una práctica general ni form aba
una parte orgiástica de los ritos. La fiesta no se diferenciaba de las
que se puedan celebrar hoy. No se debe juzgar a todos los m iem bros
de un grupo por la form a en que se com portan algunos. Lo m ism o
podía su ced er si un chico conoce a una chica en un servicio en la
iglesia. Fueron los perseguidores de las brujas los que aprovecharon
cualquier circunstancia sexual y la am pliaron, con el único fin de en­
negrecer la imagen del arte.
Inglaterra ha abandonado su fiesta de Halloween, sin duda porque
el día de Guy Fawkes, con sus hogueras, es el 5 de noviem bre, y se
ha pensado que dos fiestas del fuego tan cercanas se harían som bra la
una a la otra. Los escoceses siguen celebrándola con fiestas y tartas

* Espíritu que se supone m anifiesta su presencia mediante golpeteos y ruidos, y


también con actos m alévolos com o derribar los muebles. (A/, del T.)
66 LOS SEC R E T O S D E LA A NTIGU A B R U JE R IA

especiales, que llevan im ágenes de brujas, y pueden encontrarse en


las tiendas. Sigue siendo un tiem po para la profecía, y han llegado
hasta nosotros num erosos m étodos para predecir el futuro, especial­
m ente la form a de descubrir con quién nos casarem os. Estas costum ­
bres populares se han conservado para las generaciones futuras en los
escritos de Robert B um s, el bardo nacional escocés. Si él m ism o no
era brujo, lo cierto es que, tal com o dem uestran sus poem as, sabía
m uchas cosas de la brujería de su época.
6
EL BRUJO SOLITARIO

A m enudo me han preguntado si una persona puede practicar la


antigua religión sin ser iniciada en un aquelarre. Hay m uchas perso­
nas que viven en distritos rurales o están muy alejadas de los lugares
en los que hay aquelarres, a pesar de lo cual desean venerar a los anti­
guos dioses. No veo razón p ara que no lo hagan siem pre que sean
sinceros y crean en el dios y la diosa.
A algunos brujos m odernos les encanta el aspecto teatral del ritual
y disfrutan poniéndose túnicas y utilizando espadas y otros elem entos
vistosos; sus altares parecen un puesto de antigüedades del mercado.
Todo esto es innecesario; los brujos antiguos no tenían esa pom pa y
parafem alia. A leister C row ley dijo que, a m enos que el m ago fuera
sincero- y conociera la form a correcta de utilizar los diversos elem en­
tos, éstos no tenían más valor que la chatarra que lleva un trapero en
su carretilla. Cuando conocí a Crowley, hacia el final de su vida, había
abandonado toda la escenografía mágica; dijo que podía conseguir los
m ism os resultados con una vela sobre la m esita de noche, un cono de
incienso y el cortaplumas com o espada mágica. Lo im portante era el
propio mago; no las herram ientas del oficio. Los instrum entos capri­
chosos y el resto de la parafem alia era sim plem ente una parte de la
teatralidad utilizada para im presionar a los extraños.
En los tiem pos de la ca za de brujas ninguna bruja se atrev ía a
u tilizar objetos rituales por m iedo a que la condenaran. Las brujas
convertían cu alquier artículo dom éstico que fuera conveniente: un
cu c h illo de m esa, co n los signos m ágico s e sc rito s con tiz a en el
68 LO S S E C R E T O S D E LA A N TIG U A B RU JE R IA

m ango, un círculo trazado con tiza y cualquier recipiente que p u ­


diera conservar líquidos. El propio caldero era en aquellos tiem pos
un artículo dom éstico. El círculo y los signos trazados con tiza po­
dían borrarse. Era algo parecido a lo que sucedió durante la S egun­
da G uerra M undial con el m ovim iento clandestino francés, cuando
los tran sm isores de radio, las arm as y los dem ás instrum entos te ­
nían que disfrazarse para poder esconderse fácilm ente en cualquier
m om ento.
El trabajador solitario necesita m uy pocas herram ientas, y cual­
quiera puede fabricarlas fácilm ente. C ualquier cuchillo puede u tili­
zarse com o atham e, y aunque lo habitual es que el cuchillo tenga un
m an g o n eg ro , eso no es n ec esario ; lo que sí co n v ien e es u tiliz a r
siem pre el m ism o cuchillo, y servirse de él sólo para los rituales. Lo
m ejor es llevar el cuchillo encim a, pues absorbe una cierta cantidad
de poder del cuerpo del propietario. El fallecido Gerald G ardner uti­
lizaba un viejo cuchillo de caza que llevaba siem pre con él, en una
vaina que colgaba del cinturón. Lo utilizaba siem pre que quería cor­
tar algo, y a m enudo le vim os utilizarlo com o cuchillo de m esa cuan­
do no disponía de otro.
Los signos que hay sobre el atham e son em blem as o sím bolos
del arte, com o los sím bolos de las espadas m asónicas, pero no son
n e c e sa rio s p ara la e jec u ció n de los ritu a le s. Q uien desee in c lu ir
esos signos, puede encontrarlos en varios libros sobre brujería, pero
com o p arece n d ife re n c ia rse tanto unos de o tro s, qu izá sea m ejo r
om itirlos.
En otro tiem po se utilizó un cuchillo de m ango blanco para re a­
lizar ciertas cosas en el círculo, pero, com o la m ayoría de los ele­
m entos que pueden com prarse hoy, raram ente se utiliza ahora.
El único cordel que necesita el brujo solitario es uno que m ida
unos cuatro pies y medio. Sujetando un extrem o al suelo con un cla­
vo o im perdible, y enrollando el otro alrededor de un trozo de tiza,
perm ite trazar fácilm ente un círculo de nueve pies. Nueve es núm ero
de la luna, y com o el círculo representa el útero de la G ran M adre,
representa tam bién el núm ero de m eses que necesita un em brión para
convertirse en un ser hum ano. Trabajando al aire libre, sobre la tie­
EL B R U JO SO L ITA R IO 69

rra, puede cam biarse la tiza por un cortaplum as o un palito, m arcan­


do el círculo en el suelo*.
L a esp ad a es innecesaria; ninguna bruja an tig u a ten ía una. En
cam bio utilizaba un palo de avellano, de unos 18 pies, cortado del
árbol con su athame. Esta es la forma m ás sim ple de hacer una varita
m ágica, y el avellano tiene el m ism o efecto que la espada.
En algunos aquelarres utilizan im ágenes o estatuas del dios o la
diosa. Sólo son recordatorios de las deidades, de la m ism a form a que
los católicos utilizan estatuas del Sagrado C orazón, la Virgen M aría
o de diversos santos. Para ese fin, la bruja antigua utilizaba un agui­
jón, es decir, una vara de avellano ahorquillada. La que tenía dos hor­
quillas representaba al dios con cuernos, y la de tres era utilizada pa­
ra la diosa. A veces se utilizaba una horca com o em blem a del dios.
Al realizar un ritual al dios, el aguijón de dos puntas se clavaba en
el suelo; se utilizaba el de tres puntas cuando el rito se destinaba a la
diosa. Al trabajar en el interior, hay que poner un pedestal para los
aguijones; un bloque de m adera con dos agujeros es suficiente.
Tam bién se necesitan tres cuencos pequeños, u otros recipientes,
para la sal y el agua y para quem ar el sacrificio. Para este últim o fin
puede utilizarse una concha, que sim boliza a la diosa; la leyenda nos
cu en ta que, lo m ism o que Venus, se elev ó del m ar en una de esas
conchas.
El pentáculo es una placa de latón que lleva grabados los sím bo­
los del arte: un triángulo con la punta hacia abajo; un pentáculo o e s­
trella invertido; un pentáculo levantado coronado por un triángulo;
un círculo con una luna creciente encim a, sim bolizando la luna llena
y la luna creciente, y tam bién el dios con cuernos; dos S cruzadas por
una línea descendente; y dos lunas crecientes espalda con espalda.
Estos sím bolos pueden pintarse sobre una piedra plana y redonda. La
piedra es una adición reciente a los ritos de la brujería, y puede haber
sido sugerida por los pentáculos y talism anes utilizados por los m a­

* C onservo la medida en pies, sin transformarla a metros y centím etros, por­


que los núm eros tienen una cualidad m ágica que se perdería con la transforma­
ción. (N . del T.)
70 LO S SEC R E T O S D E LA A N T IG U A B R U JE R IA

gos en los rituales. Las estatuas de las deidades en el altar pueden ser
sustituidas por una piedra que tenga un agujero hecho por la natura­
leza, para representar a la diosa, y un guijarro en form a de falo com o
sím bolo del dios. Pueden encontrarse con facilidad en las playas pe­
dregosas.
El altar puede ser una m esa pequeña, o, para trabajar en el ex te­
rior, una roca plana o una piedra grande.
Se necesitan cinco velas: una en el altar, y una en cada punto car­
dinal. Si no pueden encontrar candeleras, utilice botellas vacías. Si
trabaja al aire libre, puede im pedir que las velas se apaguen utilizan­
do faroles de vela; son baratos y los encontrará en los establecim ien­
tos que venden objetos para acam padas.
Para realizar el rito en el interior, debe ir totalm ente desnudo. Las
brujas d eben llevar un collar, pues éste, siendo un círculo, es otro
sím bolo de la diosa. Los m ejores son los que están hechos con m ate­
riales naturales, com o piedras con agujeros, frutos secos, bellotas o
incluso cadenetas de m argaritas. Se piensa que lo m ás poderoso es
una trenza de cabello hum ano. Cuando trabaje en el exterior en luga­
res com o Inglaterra, donde el verano sólo consiste en unos cuantos
días de buen tiem po, hay que llevar la m ayor cantidad de ropa posi­
ble y cubrirla con un m anto con capucha. N o es aconsejable realizar
ritos invernales en el exterior a m enos que se tenga una robusta cons­
titución.
A ntes de entrar en el círculo es conveniente tom ar un baño, aña­
diendo hierbas naturales al agua si se desea. N o utilizar sales de ba­
ño, desodorantes, perfum es ni m aquillaje. Hay que entrar en el círcu­
lo tal com o se salió del vientre, y nadie nace con lápiz de labios, car­
m ín ni pestañas postizas. Las m ujeres deben llevar el pelo suelto, sin
alfileres, ceñidores de pelo ni ningún otro objeto artificial. Los hom ­
bres no deben ponerse ni polvos de talco ni loción para después del
afeitado.
Si se trab a ja en una h ab itac ió n que ten g a una alfo m b ra, o por
cualquier otra razón no puede trazarse un círculo con tiza, puede for­
m arse el círculo de nueve pies con una cuerda o cordel. Ningún brujo
auténtico trazaría un círculo con plástico o m aterial sintético. Hay
EL B R U JO SO L ITA RIO 71

que m antenerse lo m ás cerca de la naturaleza que sea posible. Incluso


las estufas eléctricas pueden interferir el funcionam iento de la m agia,
por lo que es m ejor utilizarlas de petróleo.
El círculo y las herram ientas utilizadas tendrán que estar prepara­
das antes del baño para poder entrar en él inm ediatam ente después,
pues una vez dentro del círculo, éste no debe rom perse hasta que los
ritos se hayan com pletado.

TRAZAR EL CIRCULO

Se debe trazar el círculo en el suelo con la varita o cuchillo m ági­


co. En prim er lugar, encienda la vela del altar, y luego las otras cua­
tro que están en los bordes del círculo, en el norte, oeste, sur y este.
Hecho esto, coja el cuchillo o varita y sosténgalo encim a de la vela
situada en el oeste. Lentam ente, m ueva la varita por el aire alrededor
del círculo y siga haciéndolo hasta que llegue hasta el punto de parti­
da. Debe hacer esto con toda seriedad, y, al m ism o tiem po, tratar de
visualizar que está trazando un círculo de fuego. D iga estas palabras:
“Oh, círculo, sé una protección contra los m alos espíritus y poderes,
para que los que estam os dentro nos veam os libres y purificados de
toda influencia exterior.”
E n cienda ahora el incienso. Si utiliza varitas, podrá sostenerlas
clavándolas en un cuenco pequeño con arena. Incluso se pueden cla­
var en m edia patata, que actuará com o pedestal. Lleve el incienso por
alrededor del círculo em pezando desde el oeste y diciendo: “Te aro­
m atizo, círculo, para que este dulce perfum e atraiga sólo a los buenos
espíritus y aleje a las influencias m alignas.” Vuelva a llevar el incien­
so hasta el altar y, tom ando la sal, espolvoréela sobre el cuenco del
agua, d icien d o : “ M ezclo e sta c ria tu ra de sal co n esta c ria tu ra de
agua, y, cuando se com bine, se convertirá en un líquido purificador
consagrado al dios y la diosa. H ago esto en los nom bres de H ob y
A nu.” (C om o en cada lugar hay distintos nom bres para las deidades,
utilizo los nom bres aceptados en East Riding, en Yorkshire, que era
el hogar de la tribu Briganti en el período celta.)
72 LOS SEC R ET O S D E LA A N T IG U A BR U JE R IA

Tome el agua consagrada y rocíe con ella los alrededores del círcu­
lo, diciendo: “ Purifico este círculo en los nom bres de Hob y A nu.”
De pie ante al altar, que estará situado en el lado norte, rocíese con el
agua y diga: “Me purifico con este agua para encontrarm e en estado
adecuado para servir a los dioses de nuestro antiguo arte.” A rom atí­
cese luego con el incienso. Eso se hace form ando el signo del trián­
gulo lo más cerca posible del cuerpo, sosteniendo con am bas m anos
el cuenco del incienso. Si es hom bre, forme un triángulo con la punta
hacia arriba; si es m ujer, el triángulo se form ará con la punta hacia
abajo. Después diga: “M e ofrezco com o sacrificio a los dioses, y os
pido que aceptéis este don del poder corporal de vuestro siervo y sa­
cerdote (o sacerdotisa).”
D icho esto, se corta con el athame un poco de pelo del pubis y las
axilas y se quem an en la concha. (Tam bién esto es sim bólico, pues
las dos axilas y el área p ú b ica de un trián g u lo descendente son el
sím bolo de la diosa.)
C oja ahora la varita, diríjase hacia el oeste y señale en esa direc­
ción. Trace en el aire el signo del pentáculo y diga en voz alta: “Os
invoco, despierto y llamo, Poderosos del oeste, para que presenciéis
los ritos y defendáis el círculo.”
Se dirige entonces hacia el sur y repite lo m ism o en los otros tres
puntos cardinales.
C oja ahora el aguijón de dos puntos y, con la vara en la m ano,
trace una “ V ” en el aire (el signo del dios) diciendo: “Te invoco,
oh Tem ido. Para que estés presente durante el rito y me ayudes en
las artes m ágicas.” M ire con intensidad al aguijón hasta que pueda
v isu alizar al propio dios de los cuernos. Con la p ráctica, siem pre
que la invocación se haga con sinceridad, sentirá la presencia del
dios.
Se coge entonces el aguijón fem enino y se invoca a la diosa ron
su signo, el triángulo con la punta hacia abajo: “Te invoco, <>li ama
ble diosa y madre de todos nosotros, para que estés présenle en c.i<
rito y me ayudes en mi trabajo m ágico.”
H e descrito la invocación de am bas deidades, pero sólo >,<• Miele
in v o car a una, es decir, a aquella que rige en el período p;uln ul.u
EL B R U JO SO L ITA R IO 73

del año en el que se realiza el rito. D esde la C andelaria hasta la v ís­


pera de Todos los Santo’s es la diosa; el resto del año corresponde al
dios.

ORACION A LAS DEIDADES

En algunos aquelarres los m iem bros se arrodillan durante la ora­


ción, pero es una costum bre que se ha tom ado de los cristianos. Los
brujos siem pre oran de pie. Si se dice una oración general, doblan los
brazos por los codos volviendo las palm as hacia el norte, con los de­
dos bien estirados.
Si la oración se dice al dios, se juntan las puntas de los dedos para
que las m anos form en el signo m asculino del triángulo con la punta
hacia arriba.
Si la oración se dedica a la diosa, se unen los dedos con las puntas
tocándose, lo m ism o que la parte inferior de las m anos. Se ponen los
pulgares uno encim a del otro y se doblan ligeram ente los dedos. Así
se constituye un óvalo, que es la form a del órgano sexual fem enino,
m ientras los pulgares representan el clítoris.

ORACION ANTES DEL TRABAJO MAGICO

O h graciosa diosa, reina de la noche,


te pido que aceptes este rito
y m e envíes tu poder místico
p a ra que me ayude en esta im portante hora.
En el castillo, casa de cam po o claro sagrado;
en donde el círculo se haya hecho.
Te pido que concedas este fa v o r
oh am able diosa de la luna.

El m ejor tiem po para la m agia es desde la luna nueva hasta la lu­


na llena. No deben realizarse ritos m ágicos en luna menguante.
74 LO S SEC R E T O S D E LA A N T IG U A B R U JE R IA

C O M O E L A B O R A R LA M A G IA

Los brujos no han creído nunca que sus dioses eran todopoderosos,
sino que han pensado que esos dioses n ecesitab an de Ja ayuda del
hom bre de la m ism a m anera que el hom bre necesitaba la de ellos. Es
necesario que dioses y hom bres trabajen juntos en armonía. Por eso,
estos dioses están m ás próxim os a nosotros que el dios de los cristia­
nos para los m iem bros de esa religión. Los abordam os directam ente,
no a través de un mediador, tal com o hacen los católicos con la Virgen
M aría y otros santos. Los brujos creen tam bién que lo que com place a
los hum anos gusta asim ismo a los dioses, y por eso se derrama vino en
la tierra com o una libación. Los dioses pueden ayudarnos a obtener
nuestros deseos por m edio de la magia, pero para ello necesitan un po­
der terrenal. Ese poder procede del propio cuerpo del venerador.
Ya hem os explicado en el capítulo 3 que las ofrendas de sem en y
otros actos de magia sexual eran frecuentes entre las brujas antiguas, pe­
ro los modernos elevan este poder mediante la danza. Puede hacerlo una
persona que camine sola, pero se necesita más tiempo que cuando mu­
chas personas trabajan juntas. Nunca obtendrá resultados inmediatos. La
magia, como cualquier otro arte, exige práctica. Si no cree que la magia
funciona, no lo intente, pues en ese estado mental es seguro que no lo
hará. Tiene que pensar mágicamente; en realidad, casi deberíamos decir
que debe vivir mágicamente; no sólo creer, sino saber que funcionará.
En cierta m anera, el trabajo m ágico es m ás sencillo para el que lo
hace a solas que para un aquelarre com pleto. El aquelarre puede ele­
var el poder con m ayor rapidez, pero cada m iem bro del grupo debe
concentrarse en lo que se necesita, com o si form aran una sola mente,
y eso no es sencillo. G uando varias perso n as trabajan para lo que
quiere una de ellas, siem pre hay alguien al que no le im porta real
m ente que esa persona logre o no su deseo, pues éste no le aléela Y
si todas las personas no tienen la determ inación necesaria para c|u< la
m agia funcione, fracasará.
El brujo solitario sabe lo que quiere, y está decidido a consrj>,mi lo
a toda costa. Es el único pensam iento que hay en su m enlc y nada
trabaja inconscientem ente en su contra.
EL B R U JO SO L ITA R IO 75

Casi todas las cosas que deseam os están controladas por la m ente
de otro y es necesario cam biar la m ente de esa persona en nuestro fa­
vor para que nos dé, venda o haga aquello que querem os.
C olocar el cuchillo sobre el altar señalando en la dirección en la
que vive esa persona, o es más probable que se encuentre en ese m o­
m ento. Piense entonces una rim a sencilla que describa lo que usted
necesita. Por ejem plo, usted quiere que alguien le dé un trabajo. Ya
lo ha solicitado y sólo es necesario que le elija entre otros que lo han
pedido. H aga una rim a sim ple com o ésta:

Tal y tal (el nom bre) el trabajo me dará.


Con la ayuda de Anu; con la ayuda de H ob, nada costará.

O bien,

E l señor (nom bre) me ha elegido.


Sin duda el m ejor he sido.

Esto puede parecer m uy infantil, pero el verso sienta rápidam ente


la idea en su mente subconsciente y le perm ite que se concentre con
m ayor facilidad.
Em piece a cam inar ahora lentam ente alrededor del círculo, rep i­
tiendo el verso, una y otra vez. Vaya acelerando m ientras da vueltas
hasta que acabe corriendo a gran velocidad y el círculo le dé la im ­
presión de estar volando a su alrededor. Siga hasta que sienta v érti­
go o se caiga casi por el agotam iento. Q uizá tenga que repetirlo va­
rias veces en distintas ocasiones, pero finalm ente recibirá una carta
que le dig a que esa persona requiere sus servicios. H em os d e sc u ­
bierto que en nueve de cada diez casos este m étodo de m agia fun­
ciona.
Si el trabajo trata de curar a alguien, debe conocer exactam ente
cuál es la enferm edad o qué parte del cuerpo está afectada. Elabore
entonces una rima ajustada al caso. No sirve de nada generalizar, co­
mo en este ejemplo:
76 LOS S EC R ET O S D E LA A N T IG U A B R U JE R IA

Oh am able diosa de la luna


que M ary H elen se ponga bien antes de la una.

Debe fijar el problem a y visualizar tam bién a esa persona m ien­


tras da vueltas.
Mi esposa Patricia es bien conocida com o bruja por sus aparicio­
nes en la televisión, y recibe cientos de cartas de personas que quie­
ren que les ayude. Algunas sólo desean acertar la quiniela del fútbol,
o conseguir dinero fácil de alguna otra m anera; pero m uchas peticio­
nes proceden de personas que están enferm as y necesitan realm ente
ayuda. L as cartas del p rim er tipo las ig n o ra, pero siem pre intenta
ayudar a cualquier persona enferm a; sin em bargo, es muy difícil tra­
b a ja r p ara p erso n as d esc o n o cid as: no es p o sib le co n c en trarse en
ellas. P atricia les escribe siem pre pidiendo una fotografía del enfer­
m o para tener alguna especie de contacto con él, y poder concentrar­
se en algo concreto. Es sorprendente que m uchas personas se n ie­
guen a enviar una foto de sí m ism as. O bien tem en que sus am igos
puedan descubrir que han buscado la ayuda de una bruja, o creen que
una fotografía es una parte de ellos y que cualquier bruja que la po ­
sea tendrá un poder sobre ellos. Esta creencia es com ún entre las tri­
bus prim itivas.
Tras m u ch o s años de p ra c tic a r la b ru je ría , hem os co n se g u id o
m uch as cu racio n es u tiliza n d o una fo to g rafía. H em os d esc u b ie rto
que la m ejor m anera de hacerlo consiste en que uno de los m iem ­
bros del aquelarre se siente en el centro del círculo concentrándose
en la fotografía, m ientras los dem ás danzan alrededor para elev ar e!
poder.
Es aconsejable no intentar m ás de una curación en la m ism a no­
che. Si se hace adecuadam ente, se gastará m ucha energía y cada ira
bajo de m agia debe em pezarse con los participantes en buen estado.
La gente que busca la ayuda de un brujo no se da cuenta que osle me
todo de trabajo le exige m ucho. Es com o dar parte de uno m ism o a
cam bio de un resultado feliz. El profano piensa que todo se consigue
m oviendo sim plem ente una varita mágica. U na m ujer a la que eonsc
güim os curar de una enferm edad muy grave nos escribió despuc. cu
EL B RU JO SO L ITA RIO 77

v ián d o n o s una Larga lista de cosas que q u ería que h iciéram o s por
ella. Le escribí diciéndole que incluso en los cuentos de hadas a la
gente sólo se le concedía tres deseos. N unca volvim os a saber de ella.
C uando haya com pletado el trabajo m ágico, debe dar las gracias
al dios y la diosa por la ayuda recibida, utilizando sus propias pala­
bras, y después deberá evocarlos. Se hace trazando en el aire con la
varita el signo de la invocación, pero en dirección opuesta a aquella
en la que se le invocó.
El signo de la invocación es el pentáculo invertido. Trácelo en el
aire con la varita m ág ica y diga: “ A gradezco vuestra asistencia, y
ahora que regresáis a vuestras esferas am orosas, os saludo y despi­
d o.”
A lgunos aquelarres term inan la noche con lo que se ha acabado
p o r llam ar fiesta de “tartas y v in o ”. Se trata tan sólo de tom ar un
bocado y beber algo pensando sobre todo en aquellos que han teni­
do que viajar para asistir a la reunión. Los alim entos y la bebida se
b en d icen en el nom bre de las deidades. E n realidad, eso no form a
parte del rito y no es necesario para aquellos que trabajen solos en
su casa. Es sólo un recordatorio de los tiem pos de los grandes sab-
bats en los que la cerem onia concluía con una gran fiesta. Todo el
m undo traía algún alim ento, y a m enudo se asaba un cordero en el
fuego.
“La atracción de la luna” es un rito que trata de conseguir que el
espíritu de la diosa descienda y entre en el cuerpo de la sum a sacer­
dotisa. C uando se realiza con éxito, la sacerdotisa suele hablar con
voz extraña y da m ensajes que son útiles para el aquelarre, o a veces
para uno de sus m iem bros. Cuando esto sucede, la sacerdotisa entra
en trance com pleto; cuando sale de él, no tiene ni idea de lo que ha
estado diciendo. Este rito no puede hacerlo un brujo a solas, y nunca
lo hace un hom bre.
En el capítulo siguiente le inform arem os sobre los ritos de las
cu atro fiestas principales que pueden ser realizadas por un brujo a
so las. R ecu erde que siem pre que se trab aja en el círcu lo hay que
to m ar prim ero un baño ritual, trazar el círculo y concentrarse, para
que el venerador esté purificado. Tras realizar los ritos, el círculo
78 LO S S E C R E T O S D E LA A N T IG U A B R U JE R IA

debe c e rra rse “e v o c an d o ” * a las deid ad es y señores de los e sp a ­


cios exteriores. C om o éstos ya han sido d escritos, no les repetiré.

N o t a : Comparemos lo que escriben aqui los Crowther con lo que


dicen otros dos gardnerianos americanos sobre el grupo solitario en el
capítulo titulado “Interview with a Gardnerian Witch High Priestess
and High Priest”, en el libro del doctor Martello Witchcraft: The Oíd
Religión. La cuestión planteada era ésta: “Si alguien quiere venerar a
las antiguas deidades, pero por las circunstancias o las distancias geo­
gráficas no puede contactar con un aquelarre o brujo auténticos, ¿que
puede hacer? ¿Qué tipo de altar debería levantar, qué herramientas
básicas son necesarias, y ¿existe una invocación que no sea secreta y
pueda recomendar?”
Una parte de la respuesta fue la siguiente: “Examinemos el asunto
de esta manera: “supongamos que una persona que vive en Lower
Ipswich, Iowa, quiere ser católico pero no puede asistir a una iglesia
católica. ¿Tiene derecho entonces a decir ella misma la misa, bautizar,
oír confesiones, etc.? Supongo que podría hacerlo sin que nadie le de­
tuviera, ¿pero esos rituales tendrían alguna validez a los ojos de la
Iglesia, y el “sacerdote” que se ha proclamado a sí mismo ocuparía
algún puesto dentro de la misma? Sí, sé que Jesús no fue ordenado,
pero afirmó un privilegio que muy pocos han afirmado después. Lo
mismo sucedería con alguien que no puede contactar con un aquela­
rre.”
Los Crowther dicen: “Sólo un brujo puede iniciar a un brujo”, pe­
ro señalan que uno puede practicar el paganismo, pues éste no es tan-
rígido como el arte. Sin embargo, mi cuestión no se refería a los bru­
jos, válidos o no válidos, sino a las personas que “quieren venerar a
las deidades antiguas”. Y es irrelevante preguntar si eso tendrá vali­
dez a los ojos de la Iglesia o de otros grupos. La cuestión es ésta: ¿Es
relevante para nuestro dios y diosa?

L. L. M.

* Entrecom illo el verbo “evocar” porque se utiliza en un sentido técnico que no es


el castellano. En nuestra lengua, tanto “invocar” com o “evocar” pueden significar "lia
mar a los espíritus”, pero en el presente libro “invocarlos” significa “llamarlos", mili
zando el prefijo “e ” de “evocarlos” en el sentido contrario, es decir, el de “ilt*s|><-«lirl»»*.".
Por tanto, una “evocación” es una despedida ceremonial a los espíritus. (/V. </<7 I i
7
CEREMONIAS DE LA BRUJERIA

El prim ero de estos ritos está destinado a H allow een (víspera de


Todos los'Santos). Se basa en el antiguo rito descrito en el capítulo 5
y puede ser realizado por una sola persona.
Para esto se necesita un caldero pequeño o un recipiente m etálico
similar. El recipiente se utiliza para contener un fuego que se encede-
rá sobre el altar, por lo que conviene colocar dentro del recipiente un
rollo de cordel de am ianto que se satura luego con alcohol etílico.
Se prepara el círculo com o en ios ritos anteriores y se tom a un ba­
ño. Se traza el círculo, ya purificado y arom atizado, com o antes. Se
realiza el sacrificio y se invoca a la diosa. Se coloca su aguijón ergui­
do en el centro del círculo. El m otivo de esta cerem onia es despedir­
se de la diosa y dar la bienvenida al dios que va a regir los m eses de
invierno.
En prim er lugar, hay que agradecer a la diosa su ayuda y las ben­
diciones que nos ha dado durante el período que ella presidió. “ ¡Oh
G ran M adre! D iosa Verde de los bosques y los cam pos. Te doy las
gracias por los frutos de los árboles y arbustos, el grano de los cam ­
pos y la fertilidad del ganado; por todas las cosas que has predecido
en tu bondad para que todos podam os vivir y crecer en fuerza. Tam­
bién por la ayuda que m e has dado en mi trabajo mágico. A cepta es­
tos bienes que el hom bre ha cultivado con tu ayuda.”
Al d ecir esto, se colocan sobre el altar varias piezas de frutas y
hortalizas junto con algunas mazorcas de m aíz. Después, estos artícu­
los se enterrarán en el suelo a m odo de libación.
80 LOS S E C R E T O S D E LA A N T IG U A B RU JE R IA

Tras unos m inutos de m editación se recita esta “D espedida a la


diosa”:

A diós a la Gran M adre, herm osa y querida;


regresa con nosotros el próxim o año,
cuando hayas descansado en tu sueño,
bajo la blanca y profunda nieve.
C uando los tallos vuelvan a aparecer con la lluvia de abril,
Diosa Verde, por favor, regresa.
H asta que cesen las torm entas de invierno,
querida señora, duerm e en absoluta paz.

Tras inclinar y levantar la m ano en señal de despedida, sustituir el


aguijón de la diosa por el del dios, y dar la bienvenida con los si­
guientes versos:

¡Todos te saludam os! Viejo Hornie, trae tu viento,


y en la espesura persigue a la cierva.
C uando junto al fu e g o oím os la ráfaga,
y nos estrem ecemos hasta que la caza ha terminado.
Oh tú, que buscas la m uerte del hombre,
po r favor, perdona a todos los que puedas.
N o te excedas en el viento que enfría,
y trae con él tantas enferm edades.
Protégenos de la nieve y la lluvia,
hasta que podam os cultivar de nuevo la tierra,
cavar el suelo y dar la vuelta a la hierba.
Sé am able con nosotros, oh dios temible.

(Hem os m encionado que Europa tiene m uchas leyendas del caza­


dor salvaje que fue el dios de los cuernos. Eric M aple relata, en The
Realm o fG h o sts, que los cam pesinos de B ritania cerraban las puertas
cuando aullaba el viento porque eso significaba que el dem onio caza­
dor estaba fuera. M aple nos cuenta que un cam pesino gritó: “C aza­
dor, com parte tus d esp o jo s” , y la m itad de un cad áv er cayó por la
chim enea hasta el hogar.
C E R E M O N IA S DE LA B R U JE R IA 81

H em os co n ocido a m uchas personas del cam po que to d av ía si­


guen d icien d o que “el cazad o r está fuera” cuando sopla el viento.
P odem os im ag in ar fácilm ente los gritos del cazad o r salvaje y ru i­
dos sim ilares, cuando el v iento aúlla entre los árboles y las casas.
L a ley en d a d e que ca za seres hum anos procede del hecho de que
el clim a traicio n ero suele cau sar la m uerte de los ancianos, unido
al recu erd o p o p u lar del dios de los cuernos de la caza y la m u er­
te.)
Si desea contactar con am igos que hayan fallecido, deberá pedirle
ayuda al dios de esta m anera:

Oh dios de los cuernos, gran señor de la muerte,


te pid o con aliento entrecortado,
que me envíes desde tus esferas superiores,
una palabra de aquellos que conocem os y amamos,
p a ra que nos unam os una vez más,
en conversación esta noche,
y todos sonriam os y riamos,
p o r un breve instante.

Sentado en la habitación, puede recibir a veces m ensajes de p er­


sonas que conocim os y nos fueron m uy cercanas. Tam bién se puede
u tilizar el tablero ouija o cualquier otro m étodo de los esp iritu alis­
tas. En esas o casio n es, P atricia ha ten id o m uy buenos resu ltad o s
con la escritura autom ática. Y si no llega nada, no se preocupe. En
la necrom ancia no se puede contactar con los m uertos cada vez que
se inten ta, pero los espíritus de los fallecidos contactarán siem pre
que tengan algo im portante que decir. R ecuerde que ellos tienen p a­
ra co n tactar con nosotros la m ism a dificultad que tenem os nosotros
para llegar hasta ellos. C om o la víspera de Todos los S antos es la
fiesta de los m uertos, es m ás fácil obtener entonces algún resultado.
La m em o ria p o pular hace que todos asociem os esa noche con las
brujas y fantasm as. Eso dem uestra que los antiguos podían contac­
tar con los m uertos.
82 LO S SEC R E T O S D E LA A N T IG U A B R U JE R IA

CANDELARIA

El caldero, preparado com o antes, estará en el centro del círculo,


y el altar debe estar cubierto de flores. Las m ejores son las silvestres;
de hecho, el diente de león, una de las prim eras que florecen en In­
glaterra, era la flor sagrada de la diosa en la isla de Skye, Escocia.
Allí se la conocía por su nom bre celta, Bridget.
En este rito, los candelabros se colocarán dentro del círculo, para
no rom perlo al encenderlo. Hay que u tilizar un cirio para encender
todas las velas con la m ism a llama. Se traza el círculo y se realizan
com o antes lor ritos prim eros.
Sitúese de pie ante el altar y diga: “Te agradezco, oh Tem ido, el
haberm e m antenido sin daño durante los oscuros días de tu reinado,
y te deseo el bien en tu viaje de regreso al subm undo.”
(La palabra subm undo viene de los antiguos tiem pos en los que la
gente pensaba que la tierra era plana, y que la parte de abajo era la
que habitaban los dioses.)
L evante el aguijón de dios, sosténgalo en alio y diga: “Vete ahora
de este círculo y llévate contigo la oscuridad y todas las enferm eda­
des del invierno.”
Sostenga luego la horquilla con am bas m anos y arrójela fuera del
círculo diciendo: “ ¡Marcha! ¡Marcha! ¡M archa!”
Encienda la vela que hay en el altar diciendo:

Desvanécete, invierno. Ven, prim avera


Trae la luz y la vida a todas las cosas
¡Despierta de la noche invernal!
Goza con la luz de la prim avera

En ese m om ento, encienda el cirio con la vela del altar y dé la


v u elta al círculo, encen d ien d o las cuatro v elas restantes al m ism o
tiem po que dice: “ ¡Luz! ¡Luz! ¡Luz! ¡Luz!”
Vaya luego junto al caldero y m eta en él el cirio. Cuando arda en
llam as, grite: “Salud a la prim avera con su luz y su vida.”
lo m e el aguijón de la diosa y sosténgalo en alto diciendo: “ Te da­
C E R E M O N IA S DE LA B R U JE R IA 83

m os la bienvenida, D iosa Verde. Te dam os la bienvenida, G ran M a­


dre. Q ue pronto te hagas grande por el em barazo y des a luz los fru­
tos de los huertos, el m aíz de los cam pos y las flores del cam po. Que
todo el ganado siga tu ejem plo y dé a luz a m is jóvenes. ¡Salud a ti,
d io sa de la tierra! ¡Salud a ti, diosa del m ar! ¡Salud a ti, reina del
tiem po de las flores! Q ue tu luz se extienda por el m undo entero y
traiga herm osas cosechas.”
Se deja entonces en pie el aguijón y, tras una breve m editación, se
recita la oración siguiente:

Oh amable diosa, reina de la prim avera,


trae la belleza a todo.
Que las plantas y flo res se desarrollen pronto,
desde las sem illas que plantam os en la luna llena,
oh diosa a la que todos adoramos,
protégenos y guíanos siempre.
Q ue a sí sea.

C om o sím bolo del inicio de la estación de la cosecha, deben plan­


tarse algunas sem illas en una m aceta en tierra. Se guardará y utilizará
en otras fiestas. Si las sem illas crecen bien, debe considerarse com o
un gran presagio.
D espués viene la danza de la fertilidad. Se utiliza un palo o esco­
ba para m ontar en él com o si fuera un caballito, y la bruja baila alre­
dedor del círculo dando saltos y gritando:

C uanto más alto saltem os, m ás crecerán.


D ando vueltas, dando vueltas, dando vueltas vamos.

Se repite esto una y otra vez hasta que se siente vértigo o ca n ­


sancio. Esto es m agia sim pática: el palo o escoba es un sím bolo fá-
lico, y las sem illas seguirán el acto del danzante y crecerán hacia
arriba.

O tra canción para la danza puede ser ésta:


84 LOS S EC R ET O S D E LA A N T IG U A B R U JE R IA

Alegrem ente damos vueltas,


C om o cuando labram os, y com o cuando sembramos.
Plantar las nuevas sem illas en fila ,
arriba y abajo, a q u í y allá.
Esparcir las sem illas por el campo,
para asegurar una cosecha abundante.
Cavar, sembrar, arar y azadonar,
m ientras vamos arriba y abajo p o r el campo.
La plateada luna brilla arriba,
los pájaros cantan sus canciones de amor.
Todo el mundo debe bailar y cantar,
es el tiempo alegre de la prim avera.

Es im perativo can tarlo con un estado de ánim o feliz. L uego se


cierra el círculo de la m anera habitual.

LAMAS*

Es el m om ento de agradecer a la Gran M adre que haya hecho que


crezcan los cultivos. Es el m om ento en que em pieza la cosecha y se
han recogido los prim eros sem brados.
Sobre el altar debe colocarse un recipiente de sidra. (Sugerim os la
sidra por ser la bebida nacional de nuestro pueblo, pero sirve igual la
cerveza o cualquier otra bebida del país.) Com o decoración se utili­
zarán m azorcas de m aíz y flores silvestres de estación. Si se es tan
afortunado com o para tener una “m uñeca de m aíz”(una m uñeca he­
cha con m aíz), debe colocarse en el centro del altar.
Todos los ritos prelim inares se ejecutan com o de costum bre.

* Es el 1 de agosto y conm em ora cuando San Pedro fue liberado m ilagrosa­


mente de la cárcel. En este día se celebraba antiguamente en Inglaterra una fiesta de
la cosecha. El término procede del inglés antiguo, lo afm ass, que podríamos traducir
com o “m asa” o “misa del pan”. (N . del T.)
CEREMONIAS DE LA BRUJERIA 85

El ag u ijó n de la d io sa está erguido. Se la invoca con la varita


m ágica de la m anera previam ente descrita. El incienso se m antiene
elevado con am bas m anos: “Oh poderosa diosa, así com o el perfu­
m e d e este incienso invade el tem plo, que las flores que tú has he­
cho crecer desde las sem illas que plantam os arom aticen el aire del
cam p o .”
Si ha crecido la sem illa que se plantó en el rito anterior, deberá
colocarse sobre el altar; en ese caso, se m antendrá en alto y se ofre­
cerá a la diosa: “Esta sem illa que planté en tu honor ha crecido en la
m aceta con la ayuda del sol y la luna y la lluvia suave de los cielos
que tú has enviado para que crezcan nuestros cultivos. En tu honor la
coloco en el altar, que sea bendita.”
Después se entona la canción de la cosecha. La m elodía es la tra­
dicional H arvest Song:

H em os recogido los cultivos y hemos cosechado el maízi


H em os trabajado y hem os labrado desde la prim era luz de la
mañana.
El trigo está en el granero y la últim a raíz se ha sacado,
ahora es el m om ento de tom ar la sidra y la sopa.

N uestra labor ha term inado, es la hora de descansar.


La diosa nos ha dado a todos lo mejor.
Levanto la jarra y pido un brindis,
a la diosa del verano, la que más amamos.

Ella nos ha dado fru ta , y nos ha dado trigo.


N os ha dado todas las cosas buenas que podem os comer.
Los cultivos de la tierra y los pescados del mar.
Brindad, pues, a la diosa conmigo.

A m enos que deseem os realizar algún trabajo m ágico, el círculo


se cerrará del modo habitual.
86 LO S SEC R ET O S D E LA A N T IG U A B R U JE R IA

BELTANE* (PRIMERO DE MAYO)

C o m o é ste es el m o m en to en el que la v eg e ta ció n em p ie z a a


crecer, el altar debe estar decorado con flores de m ayo y ram as en
las que em piecen a brotar los capullos. Sobre el altar estará la se­
m illa p lan tad a en la C an d elaria y tam bién un pequeño re cip ien te
con agua. El caldero estará preparado para encenderlo al borde del
círculo.
Es un rito de felicidad y debe hacerse alegrem ente. La m aceta con
las sem illas se m antiene en alto y se canta la canción siguiente. Se
canta siguiendo la m elodía de “ H ere We C om e G athering N uts in
M ay” , una antigua canción de las fiestas de m ayo, que ha llegado
hasta nosotros en cantos infantiles.

Planté esta semilla en Candelaria, en Candelaria, en Candelaria.


Planté esta semilla en Candelaria, ¿la fertilizarás?
Oh am able diosa, escucha m i súplica, escucha mi súplica,
escucha mi súplica.
Y, p o r favor, haz todo lo que puedas p o r mí, y ayuda a fe r tili­
zarla.
(En este m om ento riega las semillas.)

E n cien d a un cirio con la llam a del a lta r y arró jelo al caldero.


(E sta acción es sim b ó lica del acto sex u al.) “ E nciendo este fuego
necesario en honor de la reina de m ayo, y añado parte de m í m ism o
a las ascuas ardientes” . (C órtese un poco de vello púbico, tal com o
hizo antes, y arrójelo al caldero ardiente. Los antiguos siem pre u ti­
lizaban pelo corporal para los sacrificios; y no sangre com o pensa­
ban algunos. El cabello es parte del ser hum ano, y algo que crece.
La san g re sólo puede ob ten erse con cierto dolor, y la p érd id a de
sangre es parcialm ente un asesinato, y, por tanto, no concuerda con

* Antigua fiesta celta con fu egos artificiales realizada el primer día de mayo.
(N. del T.)
C E R E M O N IA S D E LA B R U JE R IA 87

un culto de la fertilidad. C ualquier sangre que se haya utilizado al­


guna vez tuvo que ser sangre m enstrual, llam ada“sangre lunar” que
sale librem ente del cuerpo fem enino y en sí rnism a form a parte de
la fertilidad.)
Luego dancen alrededor del círculo saltando sobre el caldero cada
vez que pasen junto a él. Se continuará así hasta que el fuego se haya
apagado.

C anción de m ayo

¡Baila! ¡Baila! Y da la bienvenida a mayo.


¡Baila! ¡Baila! Y estem os todos alegres.
Alegrem ente danzam os y dam os la bienvenida a la reina.
La diosa del campo, la diosa que es verde.

¡Baila! ¡Baila! Y salta el fu eg o de Beltane.


¡Baila! ¡Baila! Sobre la pira ardiente.
Cuanto más alto saltem os, más crecerá el trigo.
Saluda a la diosa, gran madre de todos nosotros.

¡Baila! ¡Baila! Y estem os todos contentos.


¡Baila! ¡Baila! M ayo nunca es triste.
Los colores del arco iris que salen con las lluvias,
son tomados po r el sol y dados a las flores.

¡Baila! ¡Baila! E s el principio de mayo.


¡Baila! ¡Baila! E l tiem po para que juguem os.
La diosa del cam po es la diosa que es verde.
A s í que saludem os a mayo y dem os la bienvenida a su reino.

O ración para mayo:

“Oh diosa verde de los campos y bosques, que la alegría que sen­
timos en esta época nos acompañe todo el año y se extienda a todas
las otras criaturas de esta tierra. Que el acto de pasar por el fuego me
88 LOS SEC R E T O S D E L A A N T IG U A B R U JE R IA

purifique e ilumine, y que me traiga suerte en la salud, la riqueza y la


felicidad. Que así sea.”

Si no piensa realizar ningún trabajo m ágico, cierre el círculo de la


m anera habitual.
8
LISTA PARCIAL DE LAS PRINCIPALES
DIOSAS

A dam ah D iosa sem ita, posteriorm ente m asculinizada con el


nom bre de Adán.
A frodita D iosa griega del amor.
Anaitis D iosa persa de la fertilidad.
Andred D iosa de la brujería del Bosque de Weald,
Inglaterra.
A radia Hija de D iana la fundadora; culto de la brujería en
la tierra.
A rrianrhod D iosa m adre galesa.
A rtem us A ntigua diosa lunar griega.
A sherali D iosa lunar canaanita de la fertilidad.
A shtoreth D iosa lunar fenicia de la fertilidad.
A starté D iosa lunar de la fertilidad, venerada por griegos
y rom anos.

B eltis Reina de los cielos.


B ensozoa N om bre de diosa utilizado en Francia en el siglo XII.
B ona D ea D iosa de las m ujeres hom osexuales.
Brigid D iosa m adre celta de la triple musa; tam bién Bride.

C enteotle D iosa m exicana de la fertilidad.


C eres D iosa rom ana de la cosecha, lo m ism o que la
D em éter de los griegos.
Ceridw en Diosa celta de la fertilidad.
90 LO S S E C R E T O S D E LA A NTIG U A B R U JE R IA

C ibeles Diosa lunar, gran m adre de los antiguos.


C ihuacohutl A ntigua diosa m exicana de la fertilidad.
Cotyteo Diosa ateniense de la licenciosidad.
Cunti Diosa hindú de la fecundidad.

Chloris Diosa griega de las flores.

D em éter M adre de Perséfone, griega; lo m ism o que la Ceres


romana.
Dew Diosa ateniense de la fertilidad.
D uryu-Kali Diosa fálica hindú. Consorte de Siva

Epona Diosa gala de rostro de caballo.

Flora Diosa rom ana de las flores.


Frea, Freya Principal diosa escandinava de la tierra; tam bién
Friga.

G aea Antigua diosa m adre tierra de los griegos.

Habondia Diosa conocida com o la señora del amor; tam bién


com o Señora Habonde.
I lécate Diosa de la luna de la brujería, llam ada tam bién
reina de la noche.
Hera Diosa pagana del m atrim onio y el em barazo.
Herodías Diosa rom ana identificada con Diana.
Hertha A ntigua diosa germ ana de la m adre tierra.

lo Sacerdotisa de Hera deificada; representa a la tuna y


al principio femenino.
Isa Diosa escandinava.
Ishtar Diosa babilónica del am or y la fertilidad.
Isis A ntigua diosa lunar egipcia.
Izanami Diosa japonesa de la creatividad.
LISTA P A R C IA L DE LA S PR IN C IP A L E S D IO SA S 91

Jana D iosa lunar rom ana; Diana; a las brujas napolitanas


les llam an janaras.
Juno Diosa lunar y terrestre rom ana, reina de los cielos.

Kivai-Y in R eina china y japonesa de los cielos.


K ivan-N on Versión japonesa de Venus.

Libera Diosa rom ana de la libertad.


Lucina D iosa lunar rom ana, que rige a las em barazadas.

M ani A ntigua diosa lunar escandinava.


M ilitta D iosa babilónica de la fertilidad, a la que las m ujeres
sacrificaban su virginidad.
M orrigan Diosa celta de la m uerte, sim ilar a Hécate; tam bién
llam ada M organa.
M ut D iosa egipcia de la fertilidad.

N ut D iosa egipcia del cielo.

Ops D iosa rom ana de la fertilidad; esposa de Saturno.

Pallas D iosa de la guerra y la sabiduría.


Parvati D iosa lunar hindú.
Perséfone R eina griega del subm undo; hija de'D em éter; la
Proserpina romana.
Pertunda D iosa pagana de la relación sexual.

Rea A ntigua diosa de la tierra.


R hiannon M adre diosa celta y galesa.

Sarasvati D iosa hindú; esposa de Brahm a.


Seb D iosa m adre-tierra de Egipto.
Sem ele D iosa de la fertilidad de los semitas.
Shala C onsorte de Vul, dios del Cielo.
Shing-M oo D iosa china de los cielos.
92 LO S SEC R E T O S D E LA A N T IG U A B R U JE R IA

Siri Diosa hindú, consom é de Vishnú.


Sita Equivalente hindú de Perséfone.

Tlazolteotl Diosa m exicana del amor.

Um Diosa hindú, esposa de Siva; representa el principio


femenino.

Venus D iosa rom ana del amor.

Xochiqultzal D iosa m exicana de la fertilidad.


X ochitecatl Diosa m exicana de la generación.
9
LAS CARTAS DEL TAROT
DE LAS BRUJAS

Las 22 cartas siguientes del arcano m ayor fueron diseñadas espe­


cialm ente para ser utilizadas en el círculo por A m old Crowther, y se
basan en el sim bolism o de la brujería. Al principio, A m old hizo dos
barajas pintadas a mano: una para el aquelarre de Sheffield, y la otra
para D oreen Valienti, la bruja de Brighton. Esta es la prim era vez que
esas cartas se reproducen en un libro sobre el arte. Los significados
se basan tam b ién en el sim bolism o del arte y han dem o strad o ser
muy eficaces para aquellos que los han utilizado.

N o t a : L os brujos iniciados y los estudiosos de la brujería recono­


cerán inmediatamente gran parte del simbolismo del arte que hay en
estas cartas. En la mayoría de las barajas, la carta IX se representa co­
mo El Eremita; aquí se le llama El Anciano, y puede reconocerse en
ella al fallecido Gerald B. Gardner. La carta 1 de las otras barajas es
El Mago; aquí es La Hechicera, tal como corresponde a aquellas que
veneran a La Madre Diosa y el principio femenino. En las otras bara­
jas, la carta III es La Emperatriz; aquí es La Shelah-Na-Gig, una gro­
tesca figura de la fertilidad que se ha encontrado grabada en muchas
antiguas iglesias cristianas irlandesas e inglesas, y procede de una
época en la que los antiguos celebraban el sexo y veneraban la repro­
ducción. La carta IV de otras barajas es El Emperador; aquí es EL
Hombre Verde. Con más precisión, es una representación del gigante
de Cerne, una figura masculina de la fertilidad relacionada con Helith
Helios, o Hércules. En otras barajas la carta V se llama El Hierofante,
una figura totalmente vestida y que se asemeja vagamente al Papa;
aquí es simplemente un sacerdote alto y desnudo que está dentro de la
94 LO S SEC R ET O S DE LA A N T IG U A BR U JE R IA

tradición gardneriana del arte. La carta VI, Los Amantes, es mucho


más íntima que sus otras representaciones. En otras barajas, la carta
VII, El Carro, figura un hombre; aquí es una mujer. La carta XII en
otras barajas es El Ahorcado; en el Tarot de las Brujas se le llama
Sacrificio, y se ve a un hombre iniciado azotado por una suma sacer­
dotisa.
A diferencia de otras barajas en las que La Muerte suele ser re­
presentada como un esqueleto vestido como caballero, el gran cose-
chador, aquí, en la carta XIII, se representa a Cemunnos, el dios con
cuernos de ciervo de la caza, el invierno y el sufrimiento. La carta
XVI, La Torre, describe los poderes de una vieja bruja. Fiel a la tra­
dición del arte, la carta XVIII, La Luna, representa a la diosa en su
triple aspecto —doncella, madre y bruja— , con tres símbolos que
muestran la luna creciente, llena y menguante. Una sostiene un at-
hame, la otra un látigo y la última una antorcha o vela. La carta XIX
incluye un Stonehenge con el sol radiante en la parte de atrás. La
carta XX, que se llama El Juicio en otras barajas, en el Tarot de las
Brujas es El Renacimiento, de acuerdo con la creencia de los brujos
en la reencarnación, y representa a una doncella joven y desnuda
que vuelve a la vida en la Tierra de Verano. En otras barajas a la
carta XXI se la llama El Mundo, pero aquí es la Diosa Verde. Le da­
mos los nombres de Madre Tierra, Madre Naturaleza, Territorio Vir­
gen, Madre Iglesia, y hacemos referencia a diversos vehículos, co­
mo nave, en el género femenino. La carta O, EL Loco, en las otras
barajas habitualmente representa a un hombre joven que camina pe­
ligrosamente cerca de un precipicio. ¡Aquí es un ministro o sacerdo­
te cristiano con una Biblia abierta en las manos dispuesto a caer en
el vacío!
Si desea utilizar esta baraja para la adivinación, sugerimos que la
suplemente con un estudio del libro del doctor Martello llamado Un-
derstanding the Tarot, en el que se utiliza la baraja de Arthur Edward
Waite, diseñada por Pamela Colman Smith. Eso le permitirá comparar
las dos barajas y le ayudará a realizar una interpretación más extensa
y puesta al día. Aunque no se reproduce en este libro, el Tarot de las
Brujas tiene también un arcano menor, compuesto por 56 cartas, dise­
ñadas todas con la misma originalidad y simbolismo de la brujería
que los arcanos mayores aquí representados. La baraja completa esta­
rá pronto a disposición del público.
L. L. M.

*
LAS CA RTA S D E L TA R O T DE LA S B R U JA S 95

SIGNIFICADO DE LAS CARTAS

I. LA HECHICERA

El despertar de la voluntad auténtica. Com prensión del propio


poder que puede conseguirse m ediante la m agia. Puede lograr
grandes cosas si sigue trabajando en ello poniendo todo su po­
d er y energía.

II. LA SUMA SACERDOTISA

A lgo le será revelado. Secretos. Sabiduría. Una m ujer con au­


toridad puede aconsejarle y ayudarle.

III. SHELAH-NA-GIG

Fertilidad. A bundancia. C recim iento. F ructífero. A cción que


logrará grandes resultados.

IV. EL HOMBRE VERDE

Poder. Voluntad. Estabilidad. Una gran persona o una persona


con autoridad.

V. EL SUMO SACERDOTE

Inspiración. El que pregunta conocerá a un hom bre que puede


aconsejarle y guiarle. Un hom bre con cierta autoridad.

VI. LOS AMANTES

A tracción. A m or. B elleza. C onocerá a un am igo fiel. Puede


predecir un m atrim onio, o encontrar a un com pañero o am igo
de toda la vida.

VII. EL CARRO

Triunfo sobre los enem igos. Exito en las cosas que se intentan.
96 LO S S E C R E T O S DE LA A N TIG U A BR U JE R IA

VIII. JUSTICIA

Triunfo para la persona que lo m erece en un litigio en los tri­


bunales. Si tiene razón, triunfará al final, a pesar de todas las
oposiciones.

IX. EL ANCIANO

P roceda con precaución. B usque el consejo de un sabio. No


desdeñe los consejos de los ancianos. Busque el conocim iento
de aquel que es un experto sobre el tema.

X. RUEDA DE LA FORTUNA

Puede tener sus altas y bajas, pero el éxito acabará por llegar.
D estino. Fortuna y éxito.

XI. FUERZA

Las cosas pueden alterarse en su beneficio por su propio p o ­


der. A lguien que puede hacerle daño se verá im pedido para
ello por m edios am ables y sutiles.

XII. SACRIFICIO

Tendrá que som eterse voluntariam ente a algún tipo de sacrifi­


cio para obtener lo que significa.

XIII. MUERTE

Una renovación com pleta o el inicio de algún proyecto. Cuide


especialm ente su salud si el clim a es malo. Siem pre se puede
evitar al cazador.

XIV. TEMPLANZA

Econom ía. Es necesaria la m oderación en todas las cosas. No


aborde dem asiadas cosas al m ism o tiem po si no quiere perder­
lo todo.
LA S CA RTA S D EL TA RO T DE LA S BR U JA S 97

XV. EL DIABLO, BAPHOMET

D ebe rom per lo que le en c ad en a a sus fallos o em o cio n e s,


pues no le penniten lograr lo mejor. M agia y ciencias ocultas.
Lo que algunas personas consideran que es el m al. puede ser
lo mejor. Algo que está predestinado, no necesariam ente malo.
El instinto anim al puede ocupar el prim er plano.

XVI. LA TORRE

Dolor, adversidad o calam idad. O tra persona puede provocar


un accidente.

XVII. EL PENTACULO

Esperanza y brillantes perspectivas. Elevación espiritual. Ju ­


ventud eterna y belleza.

XVIII. LA LUNA

Las fuerzas ocultas pueden trabajar a su favor o en su contra.


Asuntos secretos. Perturbaciones em ocionales. Fuctuación.

XIX. EL SOL ,

Felicidad m aterial. A legría. M atrim onio afortunado. Exito en


la vida sexual.

XX. RENACIMIENTO

C am bio co m p leto , usualm ente m ejorando. Puede te n e r una


nueva ocupación o un nuevo modo de vida. El pasado, con sus
preocupaciones y decepciones, ha term inado. Las cosas que
han estado dorm idas algún tiem po, se levantarán de nuevo, y
habrá buenas perspectivas para un final feliz.
98 LOS SEC R ET O S D E LA A N TIG U A BRU JER IA

X X I. LA D IO SA V E R D E

Exito seguro en todas las cosas que se intente. Puede cam biar
su ocupación o lugar en donde habita para mejorar. Para aque­
llos que todavía labran la tierra, una buena cosecha les aguar­
da. Pueden esperarse buenos resultados utilizando sus habili­
dades.

o. EL L O C O

Locura. El orgullo está delante de todo. Si sigue actuando co­


m o si fuera muy superior a los dem ás, tendrá un retroceso y
será m otivo de risa para los demás. Saque su cabeza de las nu­
bes y asiente con firm eza los pies en el suelo. Evite la ensoña­
ción.

UTILIZAR LAS CARTAS

M étodo del aquelarre completo. Barajar bien y cortar tres veces.


Extender 12 cartas en un círculo, em pezando por el este. Volver a
barajar las cartas restantes y elegir una. Colocarla en el centro.
Poner las cartas boca arriba y em pezar a leer desde la prim era que
se puso. La carta del centro le dará el resultado final.
En la baraja de las brujas no hay significados alternativos para las
cartas puestas boca abajo, pues eso es pensam iento negativo y no hay
lugar para él en la magia.
SU MA S A C E R D O T IS A

LA 6 R A N M ADRE El HOMBRE l/ERDE s


ios AMANTES
SACRIFICIO
MUERTE

LA TORRE
10
SICOMETRIA: UN PODER DEL BRUJO

S abem os que antiguam ente a la bruja solía llam ársele la m ujer


sabia del pueblo, y sabem os que la palabra inglesa que significa b ru ­
ja, w itch, procede de la palabra anglosajona que significa sabio. ¿P e­
ro cóm o obtenían estas personas su sabiduría, sobre todo teniendo
en cuenta que casi todas carecían d e educación y no sabían leer ni
escribir?
T om em os com o ejem plo el conocim iento de las hierbas. ¿C óm o
se obtenía este conocim iento? ¿Cómo sabían qué plantas curarían ca­
da dolencia? Puede decartarse el m étodo de acierto o error, pues es
poco probable que los aldeanos se som etieran voluntariam ente a ello,
com o si fueran cobayas, corriendo el riesgo de perder la vida.
C reo que una gran parte del conocim iento de las brujas procedía
de su cap acid ad para u tilizar lo que se llam a ahora sicom etría, es
decir, la capacidad de trad u cir m ediante el contacto el aura de los
objetos.
Se m e ocurrió esta teoría tras haber visto una lectura sicom etrica
de un frasco de píldoras. A unque el frasco fue entregado por un hom ­
bre, el sicom etrista supo que pertenecía en realidad a una m ujer e hi­
zo una descripción bastante precisa de ella. Tam bién describió a los
farm acéuticos que le habían vendido el frasco, pero no pudo decir
nada sobre el médico que lo había recetado, pues dijo que el m édico
nunca había tocado el frasco. Sacando las píldoras, pudo decir que la
paciente las estaba lom ando por un problem a de hipertensión. Todos
los detalles fueron confirm ados por el hom bre que entregó el frasco.
106 LOS S E C R E T O S DE LA A N T IC U A IIK U JER IA

D espués de la dem ostración, pregunté al sicom etrista si, en caso


de darle unas hierbas, él podría decirle las enferm edades que éstas
podrían curar. Me contestó que no sabía nada de hierbas ni m edici­
nas, pero lo intentaría. A la sem ana siguiente, le llevé cuatro hierbas
distintas. Tom é nota de lo que él me dijo y realicé las com probacio­
nes pertinentes en una biblioteca. Acertó en los cuatro casos. A lgu­
nas de las hierbas podían utilizarse para m ás de una enferm edad, pe­
ro estoy seguro que el sicom etrista lo habría descubierto si hubiera
em pleado m ás tiem po en ellas.
C uando le conté mi teoría sobre las brujas antiguas, dijo que pen­
saba que era acertada, pues consideraba que ese arte se debía haber
practicado desde tiem pos muy antiguos, y que, al estar m ás cerca de
la n atu raleza que nosotros, las gentes de la antigüedad obtendrían
m ejores resultados, especialm ente al tocar cosas naturales, com o las
hierbas. En esos casos sólo tratarían las auras prim arias, m ientras que
él tenía que enfrentarse a num erosas auras adiccionales que se habían
injertado en los objetos por el hecho de que los habían utilizado o to­
cado diversas personas.
Hace ya muchos años que vi una dem ostración de sicom etría, pe­
ro sigue en mi m em oria com o si se hubiera producido ayer.
Durante una cena me presentaron a un hom bre de m ediana edad
llam ado Hemm ingway. Tenía una naturaleza m uy agradable, era ro­
busto y llevaba un audífono, aunque incluso con él tenía grandes di­
ficu ltad es de au d ició n . R esu ltó ser un sic o m e trista afic io n ad o , y
cuando las señoras se fueron a charlar entre ellas, nuestro anfitrión le
persuadió para que dem ostrara sus poderes ocultos.
Pidió un objeto y uno de los invitados le entregó un reloj de bolsi­
llo. Tras sostenerlo en la m ano varios m inutos, Hem m ingw ay infor­
mó al propietario que el reloj perteneció originalm ente a su abuelo, y
pasó entonces a describir al anciano. El propietario del reloj adm itió
que la descripción había sido perfecta.
C om o m e ha interesado siem pre el ilusionism o, pensé que tenía
que haber algún truco. Pensé que H em m ingw ay había conjeturado
por el tipo y edad del reloj que el hom bre que se lo entregó no era su
prim er propietario. Tam bién creí que la descripción del abuelo era
SIC O M E T R IA : UN PO D ER D EL B R U JO 107

pura conjetura, pues los hom bres de esa época se parecían m ucho.
M uchos llevaban barba y no había gran diferencia en la form a en que
vestían. R ecordé que mi m adre tenía una antigua fotografía de su pa­
dre y sus cu atro herm anos; todos llevaban barba y levita, y era lo
único que le perm itía describir a su propio padre.
M ás tarde, H em m ingway aceptó un anillo de un am igo m ío y dijo
que se lo había regalado un pariente. Mi am igo adm itió que lo había
re cib id o de una tía. S o ste n ien d o to d av ía el an illo , H em m ingw ay
cerró los ojos y perm aneció en silencio varios minutos. Describió en­
tonces una casa de cam po que estaba al lado de una granja. Dijo ver
un burro en la puerta de la casa de cam po, y que el animal sólo tenía
un ojo.
N aturalm ente, aquello nos hizo reír y mi am igo dijo que, aunque
no podía saber si la descripción de la casa de cam po era correcta o
no, había nacido en el cam po y había vivido allí hasta la edad de cin­
co años, cuando la fam ilia se m udó a Londrés. Por supuesto, no sabía
nada de un burro tuerto.
El siguiente huésped le entregó una plum a que le acaba de regalar
por su cum pleaños su esposa Ann. Este objeto, quizá porque era nue­
vo, le causó al sicom etrista algunas dificultades. Durante algún tiem ­
po no captó nada, pero luego, súbitam ente, dijo: “ Sólo puedo obtener
la im presión de algo verde. ¿Significa algo para usted?” El invitado
sonrió: “Estaba jugando al golf ayer y llegué al green (verde] en tres
g o lp es” “No creo que tenga nada que ver con eso ”, contestó H em ­
m ingw ay echándose a reír. “Creo que es algo de material verde.”
En ese m om ento se abrió la puerta y regresaron las señoras. La
esposa de mi am igo llevaba en el brazo un vestido de noche verde:
“M ira lo que me ha regalado A nn”, le dijo a su m arido. “Es dem asia­
do pequeño para ella y me cae perfectam ente.”
Los ojos de todos los hom bres se volvieron hacia el vestido y lue­
go hacia Hemmingway. Ann observó nuestro asom bro y quiso cono­
cer el m otivo. Les hablé a las señoras sobre los experim entos de sico-
m etría y entonces éstas pidieron a H em m ingw ay que lo intentara con
ellas. Preguntó si podía probar sus poderes en el vestido, y se lo en­
tregaron rápidam ente. En cuestión de m inutos describió el resto de
108 LO S S E C R E T O S D E LA A N T IG U A H KIJJERIA

prendas que habían estado colgadas en el arm ario junto con el vesti­
do. Fuim os todos hasta el dorm itorio para com probar sus afirm acio­
nes. De doce vestidos sólo se había equivocado en dos. A quello no
era so rp rendente, pues, desde el punto de v ista de un hom bre, los
inusuales estilos y colores no eran muy fáciles de describir, ni siquie­
ra para nosotros que los estábam os viendo. Q uizá una sicom etrista lo
hubiera hecho mejor.
Días m ás tarde, me encontré en la calle con mi amigo. “A propó­
sito” , me dijo. “¿Te acuerdas de lo que nos dijo ese tipo sobre un bu­
rro tuerto?” “ Sí” , contesté. “Pues bien, se lo pregunté a mi m adre y
me dijo que no era posible que yo recordara tal cosa, que ni siquiera
tenía tres años en aquel entonces. L uego siguió explicándom e que
cuando vivíam os en esa casa de campo un burro solía venir desde la
granja de al lado, y ella solía darle trozos de pan y azúcar. Y lo sor­
prendente es que el burro sólo tenía un ojo” .
A quello m e dem ostró de m anera absoluta que H em m ingw ay no
estaba conjeturando y que en la sicom etría había algo más de lo que
yo había im aginado. Em pecé a estudiarla.
Com o la sicom etría es una m ateria puram ente m ental, nada im pi­
de a nadie practicarla; al fin y al cabo, todos nacem os con una mente.
El poder mental de algunos puede ser m ayor que el de otros, pero es
posible desarrollarlo si uno se pone a ello. A lgunas personas creen
que los sicom etristas nacen y no se hacen, o lo consideran un talento
sobrenatural; no es así en absoluto, es tan sólo cuestión de práctica y
m ás práctica. A diferencia de la lectura de cartas y otras artes ocultas,
no se produce una gran tensión sobre la m em oria, pues no hay que
aprender el significado de las cartas, sus diferentes com binaciones.
No hay una extensión de cartas que hay que em pezar a estudiar. Sólo
se sostiene algún objeto con la m ano y se pone la m ente en descanso.
Al cabo de un tiem po, el estudioso em p ieza a ten er v isio n es o
im ágenes en una especie de form a de ensoñación, y, com o todos te­
nem os sueños, todos podem os ver algo con el ojo de la m ente si nos
concentram os lo suficente. He oído una descripción de la sicom etría
com o “una ensoñación co n tro lad a”, y no es una m ala descripción,
porque las visiones que tienen los que la practican se registran en el
S IC O M E T R IA : UN PO D ER D EL B R U JO 109

m ism o centro cerebral de los sueños. A lgunos ocultistas llam an a es­


to el “ojo etérico” , y otros se han referido a él com o el “ojo del al­
m a”. Lo identifican con la glándula pineal, que dicen se encuentra en
el centro del cerebro a la altura de la base de la nariz. Se cree que es
el centro receptor de todas la im presiones visuales recibidas por el
c u e rp o e sp iritu al, y q u e p erm a n ece con el esp íritu d esp u és de la
m uerte, cuando se separa del cuerpo físico. Algunos m édicos piensan
que la glándula pineal puede ser el recuerdo de un tercer ojo que tuvo
el hom bre en las prim eras fases de la evolución. Se cuentan tam bién
historias de lam as tibetanos capaces de desarrollar ese ojo con una
operación en la que horadan el cráneo en la parte superior de la nariz,
pero esto m e parece más una ficción que un hecho.
N inguna de las teorías anteriores puede dem ostrarse, pero sabe­
m os definitivam ente que los sicom etristas pueden tener visiones por
un m edio u otro. Esas visiones suelen ser claras, pero no duran más
que unos segundos, por lo que el sicom etrista debe ser rápido en la
descripción de lo que ve. Si se retrasa m ucho, la imagen desaparece­
rá antes de que pueda decir m ucho de ella, y otra ifriagen habrá ocn
pado su puesto.
El tam año y la cercanía de la imagen parecen variar m ucho entre
unas personas y otras, y, de acuerdo con mis investigaciones, algunos
las ven a tam año casi natural, m ientras que otros me han dicho que es
com o m irar por el extrem o equivocado de un telescopio. A lgunos di­
cen que las im ágenes son bastante borrosas, lo que puede deberse a
una falta de práctica, o a que no lo han hecho durante algún tiem po y
han perdido parte del poder.
Es difícil saber si los sicom etristas oyen o no. Personalm ente nun­
ca he oído nada, pero he conocido a algunos que reciben sensaciones
sonoras y han descrito a bandas tocando, cantos de pájaros, incluso el
sonido del agua corriente, el trueno y explosiones. No puedo saber si
esas p ersonas sim plem ente im aginan los sonidos por las im ágenes
que ven, pero me han dicho que algunas personas tienen la m ism a
sensación de sonido cuando sueñan. Nunca he tenido esa experiencia
y p o r eso no puedo describ ir lo que esas personas oyen realm ente.
C iertam ente no reciben sonidos a través de sus oídos físicos. Hem -
110 LO S S E C R E T O S D E LA A N T IG U A B R U JE R IA

m ingway, a quien he m encionado previam ente, me dijo que a m enu­


do o ía so n id o s cu ando so ste n ía los o b jeto s, y era casi to talm e n te
sordo.
O tras personas me han dicho que obtienen im presiones de soni­
dos, pero que no siem pre pueden decir lo que los produce. Esto no es
sorprendente, pues todos tenem os esa dificultad en la audición co ti­
diana. Si no estam os fam iliarizados con lo que produce un determ i­
nado sonido, sólo podem os conjeturarlo, y podem os alejam os m ucho
de la realidad. Pocas personas, salvo los m úsicos, pueden captar m u­
chos instrum entos de una orquesta, y sólo los expertos saben qué tipo
de avión produce cada sonido particular. La persona ordinaria tiene
un conocim iento lim itado de los sonidos, por lo que no puede espe­
rarse que un sicom etrista explique con precisión todas las im presio­
nes de sonido que recibe.
Algunos de los prim eros autores sobre el tem a han elaborado una
lista con los requerim ientos necesarios para un sicom etrista; incluyen
en ella una extrem a sensibilidad, buena educación, delicado respeto
por los sentim ientos de los dem ás, conocim ientos de geografía, histo­
ria, colores, fisiología, fisonom ía, teología y espiritualidad y un alto
nivel m oral personal.
Esta lista es suficiente para asustar a cualquiera que desee intentar
este arte, aunque estoy seguro de que la m ayoría de los sicom etristas
que he conocido cum plen m uy pocos de esos requisitos. De hecho,
conocí a una m ujer m uy experta que no sabía leer ni escribir, hablaba
con gran incorrección, y siem pre estaba reñida con sus vecinos. No
d iría que los anteriores requerim ientos no sean útiles, pero afirm o
que no son realm ente esenciales. C reo que el exceso de tabaco y be­
bida son m alos para todo trabajo ocultista, porque apagan los senti­
dos, que deben ser m uy activos cuando se sicom etrizan diversos ob­
jetos. Tam bién es aconsejable no intentar la sicom etría poco después
de una com ida pesada.
El doctor J. R. Buchanan, autor de A M anual o f Psychom etry, que
estudió el tem a durante m ás de 30 años, opinaba que la m ujer tiene
m ás capacidad para la sicom etría que el hom bre. D ecía así: “L a supe­
rior delicadeza de la constitución fem enina hace que la facultad sico-
SICO M ETR1A : UN PO D ER D E L B R U JO 111

m étrica sea un elem ento m ucho m ás com ún entre las m ujeres que en­
tre los hom bres. U na gran proporción de m ujeres entre los 16 y 20
años m uestra facultades sicom étricas.
Q uizá sea así, pero suelo hablar de lo que he visto, y la m ayoría
de los sicom etristas que he visto son hom bres. Q uizá se deba a que
sea m ayor el núm ero de hom bres que estudian el tem a en estos días,
en com paración a los que lo hacían cuando vivía el doctor B ucha­
nan. N o creo que el sexo tenga ninguna relación con ello. He cono­
cido a hom bres y m ujeres que han vivido en casas antiguas y afir­
m aban que sentían una atm ósfera extraña, a veces buena y a veces
m ala. Eso dem uestra que am bos sexos tienen el núcleo de la ca p a­
cidad sicom étrica.
Según la teoría de la sicom etría, el aura mental hum ana irradia en
todas las direcciones, incluso fuera del cuerpo, y lo im prime todo en
su órbita inm ediata. Todos los artículos, por sólidos que puedan pare­
cer, tienen dim inutos agujeros en la superficie, y éstos recogen las
pequeñas partículas de aura mental de las personas que los han lleva­
do o utilizado.
Si se sicom etriza a un ser hum ano, se está m ás cerca del cerebro o
la fuente de radiación, y se debe ser capaz de obtener resultados m u­
cho m ejores que cuando se sostiene algo que ha sido utilizado por
esa persona, com o, por ejem plo, una proporción muy pequeña de las
vibraciones totales ocultas en el artículo.
En alg u n o s casos en los que se han re alizad o ex p erim en to s en
presencia de varios espectadores, las vibraciones que desprende cada
uno de los presentes pueden ser m ás fuertes que las del objeto. Eso
puede desequilibrar fácilm ente al sicom etrista, llevándole por un ca­
m ino equivocado. La lectura puede no tener ninguna relación con el
objeto, pues en realidad está leyendo el aura de la persona sentada
junto a él. U n sicom etrista experim entado puede darse cuenta de esto
y pedir a esa persona que se siente m ás lejos o que salga de la habita­
ción.
E so es lo que sucedió en una ocasión en la que asistí a una de­
m ostración en la que estaba presente un m inistro de la Iglesia. El si-
com etrizador no conseguía nada. Suponía que uno de los presentes
112 LOS SEC R E T O S DE LA A N T IG U A B R U JE R IA

tenía un aura m uy potente y trabajaba en su contra. Finalm ente aban­


donó. Tras su fracaso, m encionó su teoría al sacerdote, y éste le con­
testó: “Tiene toda la razón, yo lo estaba haciendo.”
“¿Con qué m otivo?”, preguntó el sicom etrista.
El m inistro habló con gran seriedad: “ Porque estoy en contra de
toda brujería. Sólo es obra de satán.”
Si un objeto ha estado guardado en un cajón durante m ucho tiem ­
po, es probable que recoja parte del aura de los otros objetos que es­
tán en el cajón. Ya hem os descrito un ejem plo de esto en el experi­
m ento de Hem m ingw ay y el vestido verde.
M uchas personas creen que el acto de la sicom etría es un talento
especial; m ágico o sobrenatural. Eso es una falacia y es el m otivo de
que m uchas personas no lo intenten. Esa im agen falsa ha sido creada
por los m édium s espiritualistas que dan la im presión de que se pro­
duce con la ayuda de algún guía espiritual o de alguna persona que
ha fallecido. En este acto no hay nada sobrenatural; podríam os decir
que es supranorm al, porque está en la estructura de todos, pero nece­
sita ser desarrollado. C ualquiera que tenga una m ente normal puede
conseguirlo, siem pre que su salud sea buena, no sea dem asiado joven
y tenga voluntad para practicar. Es sim plem ente una cuestión de sen­
sibilidad. entrenam iento y desarrollo.
A unque es posible que no m uchas personas estén de acuerdo con­
m igo, creo que la sicom etría es la base de casi todas las prácticas
ocultas, com o la predicción de fortuna, lectura de la mente, el trabajo
de los m édium s, etc.
En la lectura de cartas, al que hace la pregunta se le pide siem pre
que baraje las cartas, y al hacerlo deja en ellas parte de su aura. Esta
es recogida por el cartom ántico, y la inform ación así obtenida, com ­
binada con el significado de las cartas elegidas, perm itirá una lectura
mucho más personal. He llegado a esta teoría por m i experiencia per­
sonal. En una ocasión en la que una profesional me leyó las cartas
observé que el significado de éstas tenía muy poca relación conm igo,
pero la lectora m e dio una inform ación que no podía darse a nadie
más. Era evidente que no estaba observando las cartas y obtenía su
conocim iento de alguna otra manera: sicom étricam ente.
S IC O M E T R IA : UN PO D ER D E L BRU JO 113

Las personas que consultan con m édium s deben estar im pregna­


das de una cierta cantidad del aura de sus seres queridos que han
muerto; eso es en realidad lo que el m édium está leyendo. Incluso los
palm ólogos deben recibir vibraciones de las m anos que sostienen, y
esto, unido al conocim iento que tienen de las líneas, perm ite que la
lectura sea m ás correcta. Estoy seguro de que los palm ólogos gitanos
dependen de la sicom etría cuando “leen” las m anos, pues m uchos a
los que les he preguntado no sabían nada o m uy poco de las líneas, y,
sin em bargo, m uchas de sus lecturas son ciertas.
Se dice que todos los objetos tienen una vida y m em oria propias.
Esto se aplica especialm ente a las piedras, que en otro tiem po se con­
sideraron sagradas y se pensó que contenían espíritus especiales. Las
piedras estuvieron relacionadas siem pre con la religión y las antiguas
deidades, y tenem os todavía en las Islas Británicas m uchos m enhires
y círculos de piedras.
Un sicom etrista am igo m ío em pleó varios m eses en trabajar las
piedras del fam oso círculo de R ollright Stones, en O xfordshire, y o b ­
tuvo m ucha inform ación. Logró un conocim iento considerable de los
antiguos ritos m ágicos y religiosos que se llevaban a cabo en esos lu­
gares; una parte de la inform ación que he ofrecido en la prim era sec­
ción del libro la obtuve por ese medio.
Todo dem uestra que la sicom etría no tiene lím ites por lo que con­
cierne al tiem po, y que por m edio de ella podem os obtener inform a­
ción de cosas que sucedieron hace m uchos siglos. Si los arqueólogos
estudiaran más el tema, sin duda conoceríam os m uchas más cosas de
las que sabem os actualmente.
La sicom etría puede utilizarse tam bién para la detección del cri­
men. Im agine lo que podría aprenderse del arm a hom icida o de los
otros objetos que se m uestran en los juicios. Por desgracia, con el es­
tado actual de la ley, es dudoso que la evidencia de un sicom etrista
fuera aceptada por el tribunal, y tam poco creo que la policía actuara
basándose en lo que él dijera.
Bland m enciona que un m édico francés relacionado con una pri­
sión intentó que una sicom etrista leyera unas 40 corbatas p erte n e­
cientes a hom bres presos. La m ujer describió correctam ente el aspee-
114 LO S S E C R E T O S D E LA A N T IG U » B R U JE R IA

to de cada preso, el delito que había com etido y la sentencia que ha­
bía recibido.
A unque el Decreto sobre B rujería de 1735 ha sido revocado, m u­
chas p ersonas siguen pensando que los que tienen alguna relación
con lo oculto son picaros y vagabundos, o al m enos m uy excéntricos.
Adm ito que todo lo que tenga sabor a ocultism o atrae a m uchos luná­
ticos, y que a m enudo son los propios practicantes del ocultism o los
que ayudan a producir la baja categoría de este acto. No están satisfe­
chos con la sicom etría actual com o ciencia natural e insisten en tener
algún poder m ágico, o en conseguir los resultados por m edio de los
espíritus. Esas personas com eten fraude consciente o inconsciente­
m ente y dañan a los sicom etristas auténticos.
Desde que he asistido a reuniones de espiritualistas y sociedades
de investigación síquica, he podido conocer a m uchos sicom etristas.
Algunos eran auténticos, otros parecían saber m uy poco sobre el te ­
ma, y finalm ente otros eran un fraude absoluto.
Perm ítanm e dar un ejem plo de cóm o trabajaba una de esas perso­
nas. Era una m ujer de m ediana edad. H ablaba de m anera m uy afecta­
da, pero el hecho de que con frecuencia no pronunciara la h dem os­
traba que esa forma afectada era fingida. Era m uy buena para el tea­
tro, pero su conocim iento de la sicom etría resultaba casi nulo.
Prim ero recogía de entre el público un gran núm ero de diversos
objetos y los colocaba en una bandeja. D espués subía a la plataform a
y se sentaba en una m esa con la bandeja delante. Cerraba los ojos y
perm anecía en silencio un rato. Luego pedía que se apagaran parte de
las luces. Tras concentrarse m ás, decía: “M is am igos del espíritu me
dicen que un tal John está tratando de con tactar con alguien. ¿A l­
guien recuerda a una persona de ese nom bre que haya fallecido?”
Dos personas aceptaron el nombre. Preguntó si alguno de los ob­
jeto s p ertenecía a uno de ellos. U na anciana lo adm itió: “E ntonces
debe tratarse de usted. ¿Q ué es lo que m e dio?” La m ujer se lo dijo, y
ella cogió un broche: “Pensé que esto era suyo, puedo sentir sus v i­
braciones, pero quería asegurarm e.”
Se llevó el broche a la frente y siguió diciendo: “¿Era John un pa­
riente?”
SIC O M E T R IA : U N PO D ER D E L B R U JO 115

“Era mi m arido”, contestó la mujer.


“Sí. M e lo está diciendo ahora. Le dio el broche com o un regalo.”
“A sí es.”
“M is guías espirituales m e dicen que usted y su esposo estaban
m uy unidos.”
“Tiene toda la razón. Nos am ábam os m ucho.”
L a m édium seguía por esa línea, dando una inform ación que po­
dría aplicarse a cualquiera. A veces daba algún consejo: “Mis am igos
espirituales m e dicen que no tiene que preocuparse”, o “mi guía m e
aconseja que se tome las cosas con calm a y descanse”.
Las ancianas que estaban sentadas en el salón débilm ente ilum i­
nado quedaron plenam ente convencidas de que estaban en contacto
con los m u erto s, y debieron pensar que lo que habían pagado a la
m édium era un dinero bien gastado; pero desde luego no se trataba
de sicom etría. He visto dem ostraciones m ás convincentes de lectores
m entales en salas de fiestas, y nunca dijeron ser otra cosa que ilusio­
nistas.
Uno de los m étodos m ás sim ples para iniciar el estudio de la sico­
m etría consiste en intentarlo con las cartas que recibe por correo. Sin
m irar lo que llevan escrito, sostenga la carta en la m ano y tom e nota
de todo lo que se le ocurra. Al principio quizá descubra m uy poco,
pero con la práctica continua se dará cuenta de que puede averiguar
el sexo del rem itente, y a m enudo el tem a del que trata. C om o las
cartas pasan p or m uchas m anos antes de que las reciba, quizá sea
m ejor abrir el sobre y sostener la carta sin abrirla. A veces, el cartero
tiene un aura mental más potente que el que escribió la carta, y por el
sobre puede tener la im presión de que quien la escribió es un hom bre
cuando en realidad se trata de una mujer.
N o es útil hacer algún ligero intento para abandonar enseguida.
No existe la sicom etría instantánea; es com o convertirse en m úsico o
actor: hay que seguir practicando. Si no desea hacerlo, es m ejor que
se olvide totalm ente de ello.
C uando haya experim entado ya con las cartas, busque un am igo
que le ayude. Este deberá traerle objetos cuya historia conozca. Sién­
tese cóm odam ente en una silla, con su am igo a cierta distancia. A se­
116 LO S S E C R E T O S DE LA A N T 10U A HKI l II RIA

gúrese de que sus m anos y el objeto no están fríos, y luego toque


suavem ente el objeto con sus dedos; cerrar los ojos suele ayudar a los
principiantes. No esté nervioso ni cohibido, y describa con la m ayor
claridad posible todas las im presiones que recibe. No trabaje m ás de
m edia hora sin descansar. Los períodos más largos sólo producen fa­
tiga, y la visión se vuelve turbia e incluso puede que no se esté refi­
riendo al objeto sicom etrizado.
Al em pezar, es aconsejable utilizar objetos de “una vibración”; es
decir, artículos que sólo hayan tenido un dueño. Serán m ás fáciles
para el estudiante, porque de esa manera no se confundirá con las vi­
braciones de diversos dueños.
Se ha dicho que el sicom etrista, m ientras m aneja un objeto perte­
neciente a un espectador, vive tem poralm ente una parte de la vida fí­
sica, mental y espiritual del dueño del objeto, y que parte de su obra
mental ha sido absorbida por el objeto, dando al artículo un aura pro­
pia. He presenciado cóm o las lágrim as brotaban de los ojos de un si­
com etrista, estrem adam ente sensible, al describir un período triste de
la vida del dueño del objeto.
N o se puede hacer nunca un buen trabajo con prisas. Las revela­
ciones rápidas pueden im presionar al público, pero eso no es auténti­
ca sicom etría. Se necesita tiem po y paciencia para describir correcta­
mente las diversas im ágenes o im presiones que uno recibe, y la prisa
indebida suele producir un fracaso. Todos esperan que los profesio­
nales trabajen bajo presión, por lo que m uchos de ellos dependen de
la im aginación y la ficción.
C uando el estudiante ha term inado con un objeto, se frotará las
manos una con otra o con un pañuelo antes de pasar al siguiente. De
esa m anera elim inará los restos de aura mental que hayan dejado en
sus m anos el objeto anterior. Si no lo hace, las afirm aciones siguien­
tes pueden ser erróneas.
Las gem as, com o los diam antes, son d ifíciles de sicom etrizar,
porque han pasado por m uchas m anos distintas antes de convertirse,
por ejem plo, en un anillo. La gem a tiene recuerdos de los procesos
geológicos que la convirtieron en un diam ante, de los trabajadores
que la sacaron de la tierra; del tallador, el pulidor y el que la engarzó
S IC O M E T R IA : UN P O D ER DEL. B R U JO 117

en el anillo. A estos com pradores hay que añadirle de diam antes, de­
pendientes de joyería y los posibles clientes que la hayan tocado. Pa­
ra despejar todos esos factores se necesita un sicom etrista m uy ex ­
perto.
Los objetos que se llevan junto a la piel, com o collares, pendien­
tes y m edallones, son los m ás fáciles de sicom etrizar. Tam bién las
cuentas grandes y otros objetos que tengan superficies grandes. Los
anillos y otros objetos pequeños exigen m ucho m ás tiempo. No pare­
ce im portar que el objeto esté hecho de m aterial blando o duro. Los
bolsos de m ano son m uy com plicados, pues suelen contener m uchos
objetos y se dejan constantem ente sobre diversas superficies: m ostra­
dores, m esas, cam as, etc. Las m onedas pasan por tantas m anos que
es casi inútil tratar de obtener buenos resultados; no se deben aceptar
pañuelos de m ano y otros objetos que se laven con frecuencia.
A veces, el estudiante puede pensar que sus afirm aciones no son
correctas porque el que les ha dado el objeto se niega a aceptarlas.
No hay que preocuparse por ello, pues a m enudo éste no reconocerá
una afirm ación sim plem ente porque desconoce la historia del objeto,
o porque el hecho acaeció antes de que sucediera. Nadie recuerda to­
dos los acontecim ientos de su vida, por lo que, tanto si son correctas
com o incorrectas, todas las im presiones deberían ser anotadas y des­
pués confirm adas o rechazadas.
M uy pronto el principiante descubrirá que pueden leerse im por­
tantes verdades en diversos objetos, lo que le estim ulará a seguir con
sus estudios. Al notar que m ejora, y obtiene m ejores resultados, pue­
de encontrar una tendencia inicial a exagerar en la descripción de las
visiones. Debe ser precavido a este respecto.
El ejem plo siguiente nos indica con qué facilidad un objeto al que
están unidas varias auras m entales puede dar una lectura que será tra­
d ucida de d iferentes m odos p o r distintas personas, aunque am bas
tengan razón.
El sicom etrista recibió una estatuilla de bronce. R epresentaba a
una m ujer sentada dando de m am ar a un niño pequeño. La m ujer lle­
vaba un tocado en form a de disco circundado por cuernos.
El lector describió un lugar arenoso con grandes edificios palacie­
118 LO S SEC R E T O S DE LA A N TIG U A H R IIJI-R IA

gos. P arecía ser un día m uy soleado y podía ver un río con barcas.
Las personas que aparecían en la visión llevaban túnicas y al lector le
llegó el nom bre de Isis.
El que le había dado la figura no sabía nada de ella, salvo que la
había com prado en una tienda de antigüedades de Lañes, B righton,
unos años antes. Aceptó todas las afirm aciones y explicó que el sico-
m etrista debía estar describiendo Brighton, tom ando equivocadam en­
te el m ar por un río. La arena debía ser la playa. Adm itió que había
com prado la estatuilla durante las vacaciones de verano, y con segu­
ridad hacía un tiempo muy bueno. Los edificios palaciegos serían sin
duda el Royal Pavilion, construido por Jorge IV. Todo parecía ajustar,
pero uno de los presentes abrió una duda. C onocía muy bien B righ­
ton. La playa era de piedras, no de arena; ¿Y qué significaba además
el nom bre de Isis?
El p ro p ieta rio de la e sta tu illa cam bió ráp id am en te la h isto ria.
Ahora sabía bien lo que significaba. Durante algunos años había v i­
vido en Oxford, y a m enudo había ido en barca por el río Isis. Lo que
parecían palacios eran en realidad los edificios universitarios, y las
figuras vestidas con túnicas eran los profesores.
Todo esto parecía ajustar, pero la explicación auténtica se retrasa­
ría m ucho en el tiempo. Se descubrió cuando el propietario llevó la
antigüedad al M useo B ritánico y descubrió de qué se trataba re al­
m ente. Era muy antigua, de origen egipcio, de unos 3.000 años. Era
una figura de la diosa Isis con su hijo Horus. El sol y la arena que vio
el sic o m e trista rep resen ta b an e v id en te m e n te el país d e sé rtic o de
Egipto; los edificios eran los antiguos tem plos; el río era el N ilo; y
las personas con túnicas eran los egipcios.
Si el sicom etrista o el dueño de la figura hubieran sabido algo de
egiptología, habrían podido interpretar la visión; pero, por otra parte,
el lector había reconocido lo que la figura representaba, y no hubiera
sido un ejem plo tan bueno de sicometría.
Si la gente aceptara la sicom etría com o una ciencia seria, y fuera
m ayor el núm ero de brujas m odernas que la estudia, sin duda podría­
mos aprender muchas más cosas sobre los antiguos ritos de la bruje­
ría y la magia.
11
¿QUIEN ERA SAN JORGE?

San Jorge era uno de los gem elos celestiales, o hijos del trueno,
cuyo culto estuvo en una época extendido por todo el m undo. Estos
jin e te s d esn u dos se re tro traen a una fecha m uchos m iles de años
antes de Cristo.
La leyenda nos dice que eran dioses del río que fueron al mar. Pri­
m ero enseñaron a los hom bres a construir barcos, ahuecando el roble
sagrado. Protegieron del peligro a los marineros y fundaron las prim e­
ras ciudades; inventaron el arado de piedra y madera tirado por bueyes;
eran deidades del rejuvenecim iento y prom ovieron la fertilidad en la
naturaleza y el hombre; curaban al entorno; especialmente al ciego; y
aparecían en los campos de batalla com o heraldos de la victoria.
H ubo m ás gem elos en el m undo; y, según la leyenda, el gem elo
m ayor es siem pre divino, y el m ás jo v en hum ano, pero el hum ano
suplanta siem pre al divino.
M iguel era el divino, el m ensajero celestial, y se convirtió en pa­
trón de los m ontes sagrados, el solsticio de verano y las fiestas de la
cosecha. Jorge era el gem elo hum ano, y jugaba el hum ilde papel de
representante de los trabajadores agrícolas, y posiblem ente de bufón.
La naturaleza del papel que representaba en los m im os de las fiestas
sobrevivió en la G recia m edieval, y recibió el título de Borracho; en
C reta fue conocido com o el Loco San Jorge, por la licenciosidad de
su fiesta.
El hecho de que haya habido santuarios de los gem elos celestiales
tanto en el B ósforo com o en el canal de la M ancha, en T roya y en
120 LOS SEC R E T O S D E LA A NTIGU A B R U JE R IA

Londres; que el nom bre de M iguel se en co n trara prim ero en A sia


Menor, y el de San Jorge de Inglaterra sea Jorge de Capadocia, es in­
dicativo todo ello de una vinculación muy fuerte entre Troya y Gran
Bretaña.
La cruz de S an Jorge puede rastrearse tam bién hasta A sia M e­
nor. La cruz roja de los gem elos es uno de los sím bolos religiosos
más antiguos conocidos por el hom bre. N ada resulta m ás so rp ren ­
dente que el hecho de que la cruz acabe por ser considerada com o
un sím bolo prem inentem ente cristiano. Los bosquim anos y m uchas
tribus de pieles rojas hacían el signo de la cruz para evitar los m a­
los espíritus.
La cruz roja de los gem elos se encontraba siem pre sobre un fondo
blanco, y rojo y blanco son el color de los gemelos.
Londres es esencialm ente una ciudad de los gem elos. Se encuen­
tran tallados en el frontón occidental de la catedral de San Pablo, que
es el santuario de la orden de San Miguel y San Jorge.
M uchos de sus antiguos atributos son característicos de Britania.
Van al mar. C onstruyen barcos. Curan al enferm o. Su cruz roja, in­
corporada en la bandera británica, va a la guerra por tierra y mar, y la
cruz roja ondea en los hospitales.
I ti G ran Bretaña, los gem elos celestiales aparecen siem pre en su
antiguo papel com o jinetes desnudos. En las m edallas de 1914-18, y
en los soberanos de oro, desaparecidos ya, era San Jorge el que ca ­
balgaba desnudo para vencer al dragón. Pero hasta la Edad M edia no
fue San Jorge, sino San M iguel, el que aparecía desnudo en las m o­
nedas inglesas. Las acuñaciones de M iguel de Eduardo IV estaban
conectadas tam bién con algunos de los antiguos atributos del dios
M iguel, pues eran muy buscadas para las curaciones m ilagrosas del
mal del rey.
El cam bio de las acuñaciones del M iguel del siglo xiv a las del
Jorge del xix refleja un cam bio en el santo patrón de Gran Bretaña,
aunque éste no se haya conocido mucho. Cuando em pezó a aum entar
la riqueza material de Gran Bretaña, y el país se fue convirtiendo ca­
da vez m ás en una plutocracia, Jorge, el gem elo hum ano que hereda
la riqueza m aterial, em pezó a crecer en im portancia. Finalm ente, lo
¿Q U IE N ERA SAN JORGE'.’ 121

m ism o que Jacob, Jorge usurpó las bendiciones y el derecho de naci­


m iento de su herm ano divino.
Así, hoy tenem os una evolución algo absurda, según la cual el bu­
fón e infam e San Jorge se ha transform ado en el famoso San Jorge de
Inglaterra.
El día San Jorge es un día de ritos de la fertilidad.
Entre los eslavos, una m ujer estéril que desee tener un hijo coloca
una cam isa nueva sobre un árbol fructificado en la víspera del día de
San Jorge. Al día siguiente, antes del amanecer, examina la prenda, y
si algún anim al ha reptado por ella espera que su deseo se cum pla en
ese año. Luego se pone la cam isa confiando en que será tan fructífera
com o el árbol en el que ha pasado la noche.
Entre los eslavos de Carinthia, en el día de San Jorge, los jóvenes
llenan de flores y guirnaldas un árbol que ha sido cortado la víspera
de la fiesta. Luego el árbol se lleva en procesión, con m úsicas y risas,
y la figura principal de la procesión es Jorge Verde, un joven vestido
de la cabeza a los pies con ram as verdes de abedul. Al final de la ce­
rem onia, el Jorge Verde, que es una efigie suya, es arrojado al agua.
En m uchos lugares el propio m uchacho es arrojado al río o la laguna,
con la intención expresa de asegurar que la lluvia consiga que los
cam pos y prados estén verdes en verano. En algunos lugares se p o ­
nen coronas al ganado y se le conduce desde los establos en el acom ­
pañam iento de una canción:

A Jorge Verde traemos.


A Jorge Verde acompañamos.
Que alim ente bien a nuestro ganado,
y si no, al agua con él.

Una cerem onia sim ilar tiene lugar entre los gitanos de Transilva-
nia. En la víspera del día de San Jorge, se corta un sauce joven, se le
llena de guirnaldas y se clava en el suelo. Las m ujeres “con hijos” en
el vientre, colocan una de las prendas de éstos bajo el árbol y la dejan
allí durante toda la noche; si a la m añana siguiente encuentran una
hoja del árbol sobre la prenda, saben que el parto será sencillo.
122 LOS S E C R E T O S D E LA A N T K I A Hit 111H<IA

Los enferm os y ancianos iban al árbol por la noche, escupían so­


bre él y decían: “Pronto m orirás, pero déjanos vivir a nosotros.” A la
m añana siguiente los gitanos se reunían alrededor del sauce. C om o
en la cerem onia anterior aparecía Jorge Verde. A rrojaba unos puña­
dos de hierba al ganado, para que no les faltara alim ento durante el
año. Luego cogía tres clavos de hierro, que había dejado tres días con
sus noches sum ergidos en agua, y los clavaba en el árbol; después,
los sacaba y los arrojaba a una corriente para propiciar al espíritu del
agua. La cerem onia term inaba com o la anterior, arrojando al agua a
Jorge Verde.
En diversas partes de E uropa han prevalecido costum bres, en la
prim avera y en la época de la cosecha, basadas en la idea de que la
relación sexual entre el hom bre y la m ujer puede acelerar el creci­
m iento de las plantas.
En Ucrania, el día de San Jorge, el sacerdote, vestido con sus tú­
nicas y asistido por sus acólitos, va a los cam pos del pueblo, en don­
de los cultivos em piezan a tom ar un color verde, y los bendice. D es­
pués de eso, las jóvenes parejas casadas se tum ban por parejas y rue­
dan varias veces por encim a, creyendo que eso prom overá el creci­
m iento del cultivo.
En algunas zonas de Rusia, las m ujeres hacen rodar al sacerdote
por encim a de los cultivos, sin respetar el barro ni los agujeros que
pueda encontrar en su beneficioso avance. Si se resistiera a ello, sus
fieles le gritarían: “Padrecito, realm ente no nos quieres bien, no quie­
res que tengam os trigo, aunque deseas alim entarte de él.”
PARTE II

UNA BRUJA BAJO EL FUEGO

Preguntas y respuestas sobre todas las fases de la brujería.


UNA BRUJA BAJO EL FUEGO

Respuestas a preguntas de un público general sobre la brujería.

¿Q ué significa realmente la palabra “brujería” ?

La palabra w itchcraft (brujería) es una de las peor utilizadas en


lengua inglesa, y ha sido mal utilizada por autores y periodistas para
d escrib ir lo que son incapaces de explicar: desde rituales m ágicos
hasta los actos de vandalism o en los cem enterios. Si algo es extraño
e inexplicable, debe ser brujería.
La explicación real es el Craft o f the W itches (el arte de las bru­
jas), cuyo título original era la W icca, del anglosajón, que significa
las “sabias”. Por tanto, el verdadero significado es “el arte de los sa­
bios” . No hay en ello nada m aligno ni siniestro.

¿Es la brujería lina religión?

Sí, es la religión original prehistórica de la Europa O ccidental.


Sus seguidores veneraban a un dios con cuernos de la caza y la m uer­
te, y a una m adre diosa de la fertilidad y el renacim iento. La Gran
M adre ha sido venerada en todos los países desde tiem po inm em o­
rial, bajo diferentes nom bres, e incluso hoy en día hablam os de ella
refiriéndonos a la M adre Naturaleza.
Los brujos creen en la reencarnación y esperan nacer de nuevo
entre su propio pueblo. Al m orir creen que van a las “tierras veranie­
126 LOS SEC R ET O S D E L A A NTIGU A HKUJI RIA

gas de los dioses” , en donde descansan y son purificados antes de re­


nacer en esta tierra.

¿Es cierto que la reencarnación fu e enseñada en otro tiem po por


los cristianos?

Sí. Los prim eros cristianos la enseñaban, y esto se dem uestra con
las palabras de San G regorio, obispo de Nissa: “ Es absolutam ente
necesario que el alm a sea curada y purificada, y si eso no se consigue
en una vida en la tierra, deberá lograrse en futuras vidas terrenas.”
Más tarde, en el año 533 de nuestra Era, la reencarnación fue con­
siderada herejía por el Concilio de Constantinopla.

¿Por qué lleva cuerno el Dios de los brujos?

La teoría más popular se retrotrae a épocas prehistóricas, cuando


el hom bre tenía que cazar para vivir. Com o el arco y la flecha no se
habían inventado, se conseguía que los anim ales m urieran provocan­
do una estam p id a para que cayeran por p recipicios. P ara ello , un
hom bre co rría entre los anim ales, lanzando gritos. Iba vestido con
pieles del anim al y llevaba un par de cuernos en la cabeza; ese dis­
fraz le perm itía acercarse al ganado, pues el olor de la piel ocultaba
el del ser hum ano. Este m étodo de caza sigue siendo utilizado hoy
por algunas tribus.
El hom bre que actuaba de señuelo tenía que ser muy valiente y
sería adm irado por el resto de la tribu; sin duda se convertía en el jefe
y re p resen ta b a el papel del je fe en los ritos m ágicos de la tribu.
Cuando el hombre prehistórico concibió la idea de un dios, la repre­
sentó evidentem ente com o a su hom bre ideal; las antiguas pinturas
de las cuevas representan al dios llevando pieles y cuernos, lo m ism o
que el valiente cazador que perm itía a los dem ás obtener com ida para
vivir.
Igualm ente, los artistas cristianos de todas las épocas han pintado
imágenes de Jesús com o su hombre ideal. Por eso se diferencian tan­
to las imágenes que tenemos de él. Algunos incluso le han dado ojos
UNA BRU JA BA JO EL FU EG O 127

azules y pelo rubio, olvidando las características de la raza oriental.


Esa es una de las razones de que la estatua de Cristo hecha por Jacob
Epstein, exhibida por prim era vez en 1920, provocara tantas contro­
versias. El hom bre prehistórico no se preocupaba por los rasgos de
su dios, con tal de que llevara cuernos. M ás tarde, los cuernos se
convirtieron en un sím bolo de poder y fueron adoptados por los ro­
m anos, daneses y otros pueblos para denotar rango m ilitar. M iguel
Angel le puso cuernos a la estatua de M oisés. Algunos dicen que lo
hizo así por confundir la palabra que significaba cuernos con la que
significa halo. Otros creen que M iguel Angel pertenecía a la antigua
religión y que su M oisés es en realidad una representación del dios
antiguo.
Los cuernos son tam bién un sím bolo de la luna creciente, y com o
la brujería es un culto lunar representan a la Diosa Luna. El hom bre
con cuernos podría ser una com binación sim bólica del dios y la dio­
sa. Y podría ser así, pues m uchos de los antiguos dioses eran bise­
xuales.

¿Por qué los brujos* guardan en secreto los nombres de sus d ei­
dades?

Los brujos no m encionan nunca los nom bres de sus dioses porque
con ese nom bre realizan trabajos m ágicos, y si los extraños conocie­
ran los nom bres el poder del brujo se debilitaría. Sucede lo m ism o
con la superstición m oderna, según la cuál si le cuentas a alguien tu
deseo éste no se realizará nunca. Las personas que llevan talism anes
y am uletos de la suerte nunca los enseñan a los demás, pues si lo h i­
cieran perderían su poder.

* En esta segunda parte del libro hay una ambigüedad relativa al género de los
practicantes de la brujería, pues si bien antiguamente se trataba de un culto fem eni­
no, y, por tanto, eran brujas, la autora reconoce explícitamente que la situación cam ­
bió en fechas históricas relativamente recientes, por lo que utilizo el género m ascu­
lino incluyendo en él a brujos y brujas, salvo cuando claramente se refiere a un pe­
riodo antiguo, en cuyo caso hablo de “brujas”. (N . del T.)
128 LOS S E C R E T O S D E LA A N T IC U A IW U JI-R IA

Este hecho lo he descubierto con frecuencia en mi propia ex p e­


riencia. M uchas veces había decidido hacer algo o ir a algún lugar, y
cuando les hablaba a otros de mis intenciones sucedía algo que im pe­
día que se realizaran. M e ha sucedido dem asiadas veces com o para
ser una sim ple coincidencia. M uchos lectores habrán experim entado
lo m ism o, y se dem uestra que es una verdad bastante generalizada
con el antiguo refrán: “No cuentes nunca tus pollos antes de que ha­
yan sido incubados.”
En un sentido m ás m aterial, la sociedad de conjuradores llam ada
“El C írculo M ágico” insiste en que sus m iem bros no deben revelar
los secretos al público en general. Saben que cuando el secreto ha si­
do reconocido, el público pierde todo interés y ellos pierden su poder
para engañar a la gente.
Algunos de los antiguos creían que si los extraños conocieran los
nom bres de los dioses, los apartarían de sí m ismos. Otra explicación
razonable era que los prim eros brujos utilizaban los nom bres de los
dioses para dem ostrar que eran m iem bros del culto; eran com o con­
traseñas para entrar en el círculo.

¿Por qué los brujos llevan sombreros puntiagudos?

Por lo que sé, no hay evidencia alguna de que lo hicieran así. Q ui­
zá fuera una exageración de los som breros que llevaban los purita­
nos, no m uy distintos del som brero nacional de las m ujeres de Gales.
Las im ágenes prim eras de los brujos no los representan nunca con
som breros altos y puntiagudos. Estos llevan el traje habitual del perío­
do. Las m ujeres o no llevan som brero o llevan un paño sobre la cabe­
za, de la m ism a m anera que las m ujeres m odernas llevan un pañuelo.
Es difícil saber cuándo aparecieron por prim era vez los som breros
puntiagudos en las im ágenes de los brujos, pero tiendo a pensar que
es un hecho bastante m oderno; quizá en la era victoriana. No p o d e­
mos saber quién lo ffiventó y cóm o lo hizo.
Siem pre se ha asociado un som brero alto y cónico con los brujos,
por lo que, quizá, algún artista le añadiera un ala, convirtiéndolo en
una prenda fem enina, pues la bruja era considerada com o un brujo
U N A B R U JA BA JO EL FUHGO 129

femenino. Evidentem ente, la costum bre debió iniciarla algún ilustra­


dor de cuentos de hadas. C om o la bruja de los cuentos de hadas es
siem pre el personaje m alvado, quizá, la m ujer vestida con un m anto
y un som brero negro y alto fuera la contrapartida fem enina de “ Sir
Jasp er” o algún otro villano de m elodram a, que llevaba siem pre un
som brero alto de seda y un m anto. Es posible que la nariz grande y
ganchuda de las brujas se corresponda con el m ostacho negro y gran­
de de sir Jasper.
Pudiera ser que la nariz ganchuda fuera un sím bolo fálico, pues la
bruja pertenecía a un culto de la fertilidad. Esta sugerencia se ha he­
cho tam bién para explicar la nariz sim ilar de Punch *, pero dudo que
los artistas de libros infantiles profundizaran tanto en el asunto. Más
bien pienso que a alguien se le ocurrió la idea de representar a una
m ujer m aligna y que esa idea tuvo éxito. A sí nació la im agen de la
bruja. Los grabados en m adera de la época isabelina nunca represen­
taban a una bruja com o a alguien más feo que a una m ujer ordinaria,
pero a los niños no les gustaría una m ujer de aspecto desagradable.
En una ocasión, un artista de Punch y Judy m e contó que había
hecho una Judy guapa, pero entonces los niños no querían que Punch
la golpearan, por lo que tuvo que hacer un personaje feo. Es extraño
que la gente asocie la fealdad con la m aldad. Por eso los periódicos
im prim en siem pre las peores fotos que pueden encontrar de los c ri­
m inales. A nadie le gusta condenar a ninguna persona de bellos ras­
gos.
O tra sugerencia hecha en relación con la nariz ganchuda es el an­
tisem itism o, pues los judíos, perseguidos con tanta frecuencia, aban­
donaban las ciudades y se iban a vivir con las brujas, que les ayuda­
ban con sus rituales mágicos.
M e han hecho algunas otras sugerencias tratando de explicar el
som brero alto y puntiagudo. Alguien me sugerió que era un sím bolo
de la fertilidad; que representaba los principios m asculino y fem eni-

* L os personajes principales del teatro de m arionetas británico son Punch y


Judy. (N. del T.)
130 LOS SEC R E T O S DE LA A N T IC U A B R U JE R IA

10. El ala circular representaba el yoni y la corona alta el sím bolo del
lingam*.
Otro m e sugirió que el ala representaba el círculo en el que tiene
lugar el rito m ágico, y la corona representaba el cono de poder que
x tienen las brujas al bailar en círculo. Am bas ideas son ingeniosas, pe­
ro no hay pruebas de que ninguna de ellas sea la correcta.

¿ Vuelan las brujas sobre palos de escoba?

Todo el que tenga una m ente científica sabe que esto es im posi­
ble, pero no hay hum o sin fuego, por lo que debió existir algo que
liera lugar a esta superstición.
Las brujas practicaban un antiguo rito de la fertilidad para conse­
guir que los cultivos crecieran, y para eso necesitaban utilizar un pa­
lo, com o el palo de un caballito de m adera, y bailar alred ed o r del
jam po m ientras cantaban lo siguiente:

Cuanto más alto saltam os, más altos crecerán.


Dando vueltas, dando vueltas, dando vueltas vamos.

Repetían esto una y otra vez y se suponía que los cultivos hacían
aso y crecían altos. Es un ejem plo de m agia simpática. Se utilizaba
una cancioncilla simple para que las brujas no tuvieran que pensar lo
que estaban diciendo, y de ese modo se registrara en su m ente sub­
consciente.
Los publicistas de televisión utilizan los “jingles” [las cancionci-
1las] del m ism o m odo, p ara que, con la re p etició n c o n sta n te , los
nom bres de sus productos se im planten en las m entes de los posibles
clientes, y de ese m odo, cuando el cliente quiera un objeto de ese ti­
po, pidan autom áticam ente el del anuncio. Ayuda m ucho la idea de
poner nueva letra a canciones bien conocidas, pues la m elodía está

* Entre los hindúes, el yoni y el lingam son, respectivam ente, los órganos se­
xuales fem enino y m asculino, o una imagen de éstos considerada com o objeto de
culto. ( N. del T.)
UNA BR U JA B A JO EL FU E G O 131

ya en la m ente subconsciente. Muy pocas personas conocen en Ingla­


terra la m elodía del escocés valiente, pero la cantarán si le pides que
entonen el anuncio de “S cots’ Porridge O ats” . Antiguam ente esto se
habría considerado com o un trabajo m ágico.
El palo sobre el que bailaban era un sím bolo fálico, y una bruja
sobre un palo representaba los principios m asculino y femenino. D e­
bió ser un precursor del “palo de m ayo”*, que también es un em ble­
m a fálico: el palo es m asculino y el círculo de danzantes fem enino.
Incluso hoy en día, las danzarinas del palo de m ayo son siem pre chi­
cas. N unca son hom bres los que bailan en el palo de m ayo ni el palo
de las brujas, pues el sim bolism o se habría perdido com pletam ente.
Durante los días de la cazá de brujas era peligroso tener en la casa un
palo de baile, pues ello podría significar la condena segura, p o r lo
que las brujas em pezaron a utilizar palos de escobas. Este no sería
observado, y, en caso de descubrirlo, ningún cazador de brujas podría
condenar a una m ujer por tener un artículo dom éstico tan necesario.
La palabra volar suele utilizarse en sentido figurado, pues se acer­
caría m ucho más a la situación decir que corrían o iban muy rápido.
Es frecuente oír decir que alguien “pasó volando por la carretera”, o
“voy volando” . No se espera por ello que esas personas despeguen
en el aire, por lo que es razonable suponer que las personas que veían
la danza del palo o escoba dijeran también: “Vi a las brujas volando
con sus palos de escoba”, en lugar de decir: “Las vi galopando con el
palo de escoba entre las piernas”.
A lgunas personas han sugerido que las brujas hipnotizaban a las
personas para que éstas las “vieran” volando en el aire, de la m ism a
m an era que algunos han in ten tad o e x p lic a r el truco de la cu erd a
india** por m edio del hipnotism o de masas. Se ha desm ostrado que

* También llam ado “flores de m ayo”, árbol o palo alto adornado con frutas,
cintas y flores que se coloca en m ayo y al que acudían los chicos y chicas del cam ­
po a bailar, cantar y divertirse. (N. del T.)

** Truco que ejecutan los fakires y m agos de la India ante grandes m asas de
gente. Tocan una flauta y de una cesta se eleva un cuerda larga por la que a conti­
nuación sube un muchacho hasta gran altura, perdiéndose en su extremo. (N . del T.).
132 LOS S EC R ET O S D E LA A N T IG U A B R U JE R IA

eso es falso por lo que concierne al truco de la cuerda, y probable­


m ente lo será tam bién por lo que se refiere a las brujas.
U na vez que un artista ha dibujado una im agen de una m ujer vo­
lando sobre un palo de escoba, m uchas personas debieron creer que
la im agen es cierta. En una de las entrevistas que me hicieron en la
televisión, el director me hizo desaparecer m ediante un truco de la
cám ara y después recibí m uchas cartas en las que se ofrecían a com ­
prarm e el secreto de la desm ateralización ¡y estam os viviendo en la
era de la ciencia!

¿Creen los brujos en la m agia negra?

La m agia es neutral; puede utilizarse para el bien o para el m al,


pero ningún brujo re sp etab le la u tiliza ría para el m al. Los brujos
creen en una especie de karm a, es decir, que el mal regresa sobre el
que lo ha hecho, y, por tanto, no querrán correr ese riesgo.

¿Cree usted que si se clavan alfileres en una fig u ra de cera eso


p uede hacer daño a alguien?

Lo dudo. Ciertam ente no funcionaría si esa persona desconociera


el hecho. Si supiera que están clavando agujas sobre una figura suya,
quizá podría afectarle; en ese caso sería tan culpable com o la persona
que está realizando el rito, por creer tales absurdos.
Pienso que a las gentes de la antigüedad se les engañó con la idea
de la m agia negra. A nadie le gusta ser un fracaso o acepta volunta­
riam ente la culpa de todo. La m agia negra se convirtió así en la vícti­
m a propiciatoria de sus fracasos. Era m ás fácil decir “m is cultivos
han sido em brujados”, que adm itir que éstos habían fracasado por la
pereza y el abandono.
¡Los m édicos no eran m uy habilidosos en aquellos tiem pos, ¡pero
siem pre podían culpar a la m agia negra de su ignorancia! La m uerte
se co nsideraba siem pre com o el resultado de la brujería, de m odo
que, si m oría el paciente, la gente podía im aginar que la bruja tenía
m ayores poderes que el m édico. Si el m édico curaba al paciente, po­
UNA B R U JA BA JO i:i l'lll (K ) 133

día decir que su habilidad m édica había vencido a la magia de la bru­


ja. Sucediera lo que sucediera, él siempre estaba m d lado correcto,
e incluso los parientes desconsolados creerían que ningún ser hum a­
no hubiera podido vencer al diablo. Siem pre podían poner las m anos
sobre alguien que creían había hecho la m agia negra sobre el m uerto,
pues no hay nadie que no tenga un enem igo en alguna parte. E spe­
cialm ente los ricos y los que logran fama.
Si la operación de clavar agujas funcionara realm ente, la gente se
caería m uerta por todas partes, y todo el m undo tendría m iedo de sus
am igos y parientes. Las guerras no serían necesarias, pues la nación
que tuviera m ás cera y agujas ganaría siem pre.
C uando se extendió la creencia en la m agia negra, las personas
con com plejo de culpa em pezaron a sentir escrúpulos en cuanto les
iba m al o en ferm aban. E n seg u id a pensaban que alguien trab ajab a
contra ellos. Sólo los que habían hecho m al a otros creían que estos
estaban intentando destruirles a ellos. Estas personas, com o Jaim e I,
ayudaron a extender los rum ores sobre la m agia negra.
Pronto eso se convirtió en un estado m ental. Y el estado m ental
perm anecería. Personas con m entalidad com ercial vieron que podía
h acerse d inero con esta “m an ía”, por lo que se dedicaron a vender
pociones y am uletos contra la brujería; se convirtieron en los caza­
d o res de b ru jas y m é d ic o s-b ru jo s. En In g la te rra , p erso n as com o
M athew H opkins, el supuesto general dedicado a la caza de brujas,
recibían 20 chelines por cada m ujer condenada por la práctica de la
brujería; y en aquellos tiem pos una libra era una cantidad realm ente
im portante. A dem ás vendía antídotos contra la brujería, y, si alguien
no los com praba, suponía que estaba del lado de las brujas y lo con­
denaba. R ecibía dinero por am bos lados.
En aquel tiem po se produjo un lavado de cerebro que perm itió
que se legislara acerca de algo que sólo existía en la m ente de cam ­
pesinos créduios; pero aquello daba dinero y la caza de brujas se con­
virtió en un “gran negocio” . De no haber sido así, todo el asunto se
habría convertido en una m anía de escasa duración; pero las brujas
significaban dinero, por lo que tenían que ser descubiertas y destrui­
das. La gente acudía en m asa a las ejecuciones, en la horca y la ho-
134 LOS SECR ET O S D E L A ANTIGU A « R U JIiR IA

güera, de la m ism a m anera que acuden hoy a los partidos de fútbol.


La caza de brujas se extendió por el país de la misma m anera que lo
ha hecho el “bingo” en la época moderna.

¿La gente que trabaja con la magia negra cree en ello?

Eso no lo puedo decir. C iertam ente les daba poder a los ojos de
los aldeanos. M uchas pobres ancianas fueron ejecutadas sólo porque
vivían solas, tenían un gato y no les caían bien a sus vecinos. El úni­
co poder que tenían realm ente era el que les concedían los aldeanos.
De ser una persona oscura em pezaba a tener fama, y sus supues­
tos poderes mágicos eran tem idos por todos los habitantes del lugar.
No cabe duda de que m uchas ancianas, habiendo probado por prim e­
ra vez en su vida el poder y la fam a, confesaron tener tratos con el
diablo y otras cosas ridiculas que pusieron en su boca los inquisido­
res. Com o algunas se encontraban casi al final de su vida, debieron
pensar que era mucho m ejor term inar bajo los focos de la notoriedad
que m orir a solas como una persona a la que nadie quería.
Lo cierto es que a m uchas personas les gusta tener poder sobre los
dem ás, y que la creencia en la m agia negra les daba ese poder. El
doctor-brujo africano quizá, no crea en sí m ism o, pero m ientras el
resto de la tribu crea en él seguirá teniendo grandes poderes.

¿Has conocido a algún mago negro?

Sí; o al menos a personas que afirman serlo. Suele tratarse de per­


sonas insignificantes que desean tener publicidad en prensa o televi­
sión. Suelen ser expertos m entirosos, que reúnen a algunos lunáticos
y no tienen el m enor poder. Si les piden que dem uestren sus poderes,
siem pre es un m om ento inoportuno o los planetas se encuentran en
m ala posición. Siempre tienen una buena excusa para no hacer nada,
pero no adm iten que su m agia no funciona. Si les pides que hagan
una figura de cera contigo y le claven agujas, se dem uestra su fraude.
Esas personas se engañan a sí m ismas o tratan de engañar a los de­
más, o están com pletam ente chifladas.
U N A B R U JA BA JO EI. FU E G O 135

¿Qué verdad hay en las maldiciones gitanas?

Es totalm ente cierto el viejo refrán “Palos y piedras rom perán mis
huesos, pero las palabras no m e dañarán.” Las maldiciones gitanas y
encantam ientos m alignos nunca han dañado a nadie, y nunca lo ha­
rán. Si le dañan a usted, cúlpese a sí mismo, y no al gitano. La única
m agia negra está en su propia m ente, y usted es el único que puede
hacer que funcione o no. Las m ezclas de sangre de m urciélago, raíz
de m andràgora, huesos hum anos, plum as de gallito y otras cosas re­
pugnantes no afectan a nadie y sólo son cocciones desagradables.

¿Por qué se escribe tanto en la prensa sobre magia negra?

Porque a la gente le gusta leer esas cosas. Hay una fascinación es­
pecial por las cosas extrañas, de ahí la popularidad de las películas de
terror. Las historias espeluznantes de “ritos de m agia negra” venden
periódicos. Si los periodistas contaran la verdad y dijeran que la bru­
jería es lo que queda de una religión antigua, la gente no se interesa­
ría por ella. (Si esta universidad hubiera anunciado que iba a dar una
charla sobre “religión antigua” y no sobre brujería, esta noche la sala
no estaría tan llena.)

¿Pueden las brujas convertirse en animales?

Desde luego que 110, pero hay varias explicaciones de esta creen­
cia. Las brujas tenían un gran sentido del humor. No eran nada sofis­
ticadas y se unían a todo tipo de juegos infantiles. Al viajar para acu­
dir a los sabbats, sim ulaban ser anim ales e im itaban las característi­
cas de los anim ales que representaban. Q uienes vieran un grupo de
brujas en esos juegos debían sentirse bien dispuestos a hacer correr la
historia de que las brujas se habían convertido en animales.
O quizá se vistieran con pieles de anim ales para asustar a las gen­
tes del lugar e im pedir que les siguieran y descubrir dónde se c e le ­
braban las reuniones. Russell Thorndike, en su libro Dr. Syn, disfraza
a los contrabandistas de fantasm as y dem onios para que asusten a las
136 LOS SEC RETO S D E LA A N T IC U A BRU JI RIA

gentes de los pantanos de Dynchurh cuando pasen con las mercancías


de contrabando sobre sus caballos. Y si los contrabandistas hacían
estas cosas, lo mismo podían hacerlas las brujas. En aquellos tiem pos
debía ser fácil conseguir pieles de animales, y en la oscuridad podían
ser tom adas equívocam ente por los anim ales auténticos.

¿Podían las brujas convertir a la gente en ranas y sapos?

No lo sé. Es muy posible que, m ediante hipnotism o, algunas pu­


dieran lograr que una persona creyera haberse transform ado en rana
o sapo. He visto a hipnotizadores de la escena que conseguían que la
gente creyera ser anim ales y hacerles arrastrarse por el escenario,
em itiendo ruidos de animales. Ningún m iem bro del público creía que
se hubieran transform ado en tal cosa, pero sí lo creían las víctimas.

He leído que las brujas cambiaban de lugar con sus fam iliares y
acudían a los sabbats en fo rm a de gato. ¿Es eso cierto?

Se creía que algunas brujas tom aban posesión del cuerpo de su


gato y acudían a los sabbats en esa forma, mientras el gato pasaba al
cuerpo de la bruja y se quedaba en la cama. Probablem ente, el origen
de estas historias esté en los aldeanos. Debían conocer las fechas de
los sabbats y espiar a algunas de las ancianas que sospechaban que
eran brujas. Nueve veces de cada diez, la anciana no era una bruja en
absoluto y no tenía intención de asistir al sabbat, pero para ellos sí lo
era, y tenía que asistir a la reunión. La veían sacar al gato fuera du­
rante la noche, tal com o se acostum braba a hacer, y creerían que el
gato era la bruja disfrazada. Toda una noche de vigilancia a través de
la ventana dem ostraría que la anciana se quedaba en la cam a, por lo
que el espía volvería con la historia de que la bruja y el gato se habían
intercambiado.
O tra explicación de esta leyenda procede de la historia de Diana,
la diosa lunar. Diana estaba enamorada de su hermano Lucifer, quien
desdeñaba su amor. El dorm ía siem pre con un gato, por lo que una
noche Diana se cam bió por el gato y se m etió en su cama. Volvió a
U NA BRU JA BA JO F.l 11)1 <¡( i 137

recobrar entonces su propia form a y, cuando I .u iiícr despertó, encon­


tró en los brazos a una herm osa mujer. C uando descubrió que había
hecho el am or a su herm ana se enfureció y quería matarla, pero Dia­
na salvo la vida encantándole para que se durm iera y realizó el pri­
m er encantam iento de la brujería. Con esa unión, Diana dio a luz a
una hija llam ada Aradia, quien más tarde, com o hija de la luz y la os­
curidad, fue enviada a la Tierra para que instruyera a los m ortales en
el arte de la brujería.
Tam bién se ha dicho que el que quería librarse de alguien que no
le gustaba debía cazar un zorro y clavar en sus orejas unos pendien­
tes robados de su enemigo. Cuando m ataron al zorro, descubrirían y
reconocerían los pendientes, y m atarían al propietario considerándole
un hom bre lobo.
Se han contado m uchas historias en las que se disparaba a un ani­
mal y después una bruja m oría sangrando en su propia casa. Ello po­
día ser cierto si las brujas se vestían con pieles de animales.

¿Utilizan sangre las brujas en sus rituales?

No. H abía una creencia según la cual la sangre recién derram ada
daba poder. N o sé cómo surgió esa idea, quizá fuera una simple excusa
para matar. Las brujas no utilizaron sangre en ninguna de sus cerem o­
nias. Sus ritos son muy hermosos y nada hermoso puede tener sangre.
Tampoco sacrifican animales, pájaros ni seres humanos. Com o perte­
necen al culto de la fertilidad y veneran a una diosa de la fertilidad,
m atar cualquier cosa, salvo alimentos, estaría totalmente en contra de
sus principios. Desean la producción de la vida, no su destrucción.
La idea de sacrificar cualquier cosa, ya sea anim al, ave, ser hum a­
no, o los productos de la tierra, les parece absolutam ente inútil, y yo
no entiendo que se pueda conseguir algo con ello.
Ni los dioses ni los veneradores obtendrían de ello algún benefi­
cio, y más bien parecería un desperdicio total de la vida y de los cul­
tivos; sería solamente destrucción por la destrucción. Quien venere la
fuerza vital de la naturaleza no podrá estar de acuerdo con un acto
tan inútil.
138 LOS SEC R E T O S D E L A A N T IG U A B R U JE R IA

A lgo distinto era dejar en los tem plos alim entos para los dioses.
Esa idea la inventaron los sacerdotes a los que les gustaba co m er
bien cuando se habían ido los fíeles. Los periodistas que escriben so­
bre el sacrificio de un gallito en los ritos de la brujería deberían estu­
diar m ejor el tem a sobre el que tratan. Este tem a se ha tom ado pres­
tado de la religión del vudú, y no conozco lo suficiente el tem a para
saber si es cierto o no. Sin duda los escritores sensacionalistas han
exagerado el vudú lo m ism o que lo hicieron con la brujería.

¿Por qué trabajan las brujas form ando un círculo?

El círculo representa la frontera entre este m undo y los dom inios


de los dioses. Puesto que es un culto a la fertilidad, representa tam ­
bién el útero de la m adre tierra. El círculo tiene nueve pies de diám e­
tro*. A lgunos dicen que ése es el espacio m ás pequeño en el que ca­
ben có m odam ente 13 personas; pero im agino que el núm ero tiene
m ás relación con la fertilidad. Si el círculo representa el útero, los
nueve pies pueden relacionarse con el núm ero de meses que necesita
un em brión para convertirse en un niño perfecto. También podría es­
tar relacionado con la luna. Se ha dicho tam bién que la danza repre­
senta la aceleración del hijo en el útero, y que el grito salvaje repre­
senta los gritos de la m adre en el parto. Q uizá nueve pies fuera la ha­
bitación m edia de una casa de campo.
En la antigüedad, cuando m uchas personas asistían a los sabbats
celebrados al aire libre, el círculo debía ser m ás grande; posiblem en­
te algún m últiplo de nueve. Personalm ente creo que en esas ocasio­
nes im portantes sólo los que tom aban parte realm ente en el rito en­
traban en el círculo; el resto se quedaba fuera, tal com o hace la con­
gregación de fieles en la Iglesia.

* D ejo la medida en pies sin pasarla a metros porque en estos casos el número
es importante. Posiblem ente, los círculos de los brujos de los países cuya unidad de
medida es el metro tengan mayor o menor área para que pueda m edirese ésta con un
número que tenga significado oculto. (N . del T.)
U N A B R U JA BA JO E L F U E G O 139

¿Puede decirnos algo sobre los ritos celebrados en el círculo?

La sum a sacerdotisa barre prim ero el círculo con la escoba; lo ha­


ce para aseg u rarse que el m ism o esté totalm ente lim pio. D espués,
con la espada mágica, destierra del lugar a todos los espíritus m alig­
nos. M ás tarde traza el círculo con el atham e, o cuchillo de m ango
negro. A unque el círculo se pinte sobre el suelo, tiene que hacerlo
m ientras recita unas palabras especiales.
Después de eso, consagra el agua y la sal que m ezcla con ella. En­
ciende entonces las velas del altar y las que rodean el círculo. Hecho
esto, purifica el círculo rociándolo por alredédor con el agua consa­
grada. Lo recorre m ás tarde con el incensario. E n este m om ento el
círculo está preparado para que em piece la reunión.
La sacerdotisa recibe dentro del círculo a los otros m iem bros y
cada uno de ellos es p u rificad o con el agua consagrada. Se ponen
todos d e rodillas m ientras ella ofrece una oración a las deidades, y
con la espada invoca a los dioses para que acudan y les ayuden en
sus ritos.
Si se trata de una fiesta especial, se realizan entonces los ritos co­
rrespondientes a esa fiesta. A veces se inicia a un m iem bro nuevo, o
se eleva a un m iem bro antiguo a un grado superior. D espués de los
ritos se les pregunta a los m iem bros si desean hacer m agia para ayu­
dar a alguien, si es así, se discute el asunto y se inicia la danza para
crear el poder. Todos se concentran en la persona a la que desean cu­
rar. P or eso es necesaria una fotografía de la persona.
F in a lm e n te , c e le b ra n u n a c o m id a ritu a l lig e ra y se c ie rra el
círculo.

¿C elebran las brujas alguna reunión en los cem enterios?

L os b ru jo s m odernos desd e luego que no, pero en los prim eros


tiem pos, cuando el cristianism o y la religión antigua trabajaban una
al lado de la otra, es muy posible que se celebrara alguna reunión en
los cem en terio s, pues esos lugares se u tilizab an para todo tipo de
danzas y actividades.
140 LOS S E C R E T O S D E LA A N T IG U A B R U JE R IA

Un cem enterio se podía considerar com o un lugar ideal para cele­


brar el sabbat, porque m uchas de las prim eras iglesias se construye­
ron en los bosques sagrados y en las colinas dedicadas a los viejos
dioses.

¿Tratan los brujos de contactar con los m uertos?

No tienen cerem onias o ritos especiales con ese propósito, pero


algunos brujos m odernos tam bién se interesan por el e sp lritu a lis­
mo y u tilizan m étodos sim ilares a los de los m édium s m odernos.
D anzar en círculo puede hacer que una persona pueda entrar en e s ­
tado de trance, y, si está dotada de capacidad m edium nística, sería
el m om ento m ás probable para contactar con el espíritu de los fa ­
llecidos.
Personalm ente he probado en el círculo a utilizar una plancheta y
una m esa giratoria y he obtenido m uy buenos resultados. Con quie­
nes hay m ás probabilidades de contactar es los brujos de épocas p a­
sadas y los propios dioses.

¿C ualquiera puede convertirse en brujo?

Los brujos no buscan conversos y ninguno le pedirá que se una a


ellos. Si puede encontrar un aquelarre dispuesto a aceptarle, y una
sum a sacerdotisa que desee iniciarle, es posible que se convierta en
un m iem bro más del arte.
Pero no puede llegar allí y afiliarse lo m ism o que lo haría con una
sociedad o un club. Los m iem bros tendrán que conocerle bien, usted
deberá gustarles, y ellos tendrán que considerarle una persona ade­
cuada para ser m iem bro del arte. N unca le darán la bienvenida con
los brazos abiertos. Q uizá sienta que no es querido y que los otros
tratan de alejarle. Si esa actitud le desanim a con facilidad, ellos sa­
brán que no es realm ente sincero y, por tanto, no resulta conveniente
para convertirse en brujo. Los aquelarres que ponen publicidad para
atraer m iem bros, y las sum as sacerdotisas que desean iniciarle inm e­
diatam ente, no son auténticos.
U N A B RU JA BA JO E L F U E G O 141

C om o los brujos creen en la reencarnación, tam bién creen que los


que pertenecieron al arte en una vida anterior acabarán por encontrar
el cam ino de regreso al círculo.

¿Q ué ganancias m ateriales obtendré si me hago bruja?

L a respuesta es que ninguna. Si intenta unirse al arte para obtener


beneficios m ateriales, será m ejor que se olvide de ello. Puede recibir
ilum inación espiritual, paz m ental y escapar de las preocupaciones de
este m undo durante un breve tiem po, pero las brujas no están intere­
sadas por las cosas m ateriales; incluso la ayuda que pueden dar a los
dem ás la proporcionan gratuitam ente, sin p en sar en recibir nada a
cam bio. Q uizá por eso las brujas antiguas eran pobres. Sabían que su
recom pensa estaría en alguna vida futura. Ni siquiera podían depen­
der de los regalos de aquellos a quienes ayudaban, pues sabían que
los serer hum anos son m uy egoístas y en cuanto han obtenido lo que
querían se olvidan de quienes les han ayudado.

¿Quién es la cabeza de las brujas en Gran Bretaña?

N o existe una cabeza de las brujas. C ada aquelarre está com pleto
en sí m ism o y es dirigido por su sum a sacerdotisa. Nadie sabe en rea­
lidad cuántos aquelarres existen, pues uno no sabe dónde está el si­
guiente, y no tienen relaciones entre ellos.
C uando un aquelarre se vuelve dem asiado grande, un m iem bro
ad ecu ad o es elevado a la posición de sum a sacerdotisa e inicia su
aquelarre con aquellos que deseen irse con ella. No puede haber dos
aquelarres a m enos de tres m illas de distancia.
A veces me escribe alguien queriendo saber si conozco la existen­
cia de algún aquelarre en su zona. Cuando contesto que no lo sé, sue­
le pensar que trato de ocultárselo. No es así. R ealm ente no lo sé. Pue­
do haber oído que funciona uno en cierta área, pero no tengo prueba
de ello, y adem ás carezco de m edios de contacto.
A m uchas brujas no les gusta que los dem ás sepan que pertenecen
a la vieja fe. D esconozco si es que tem en el ridículo de sus am igos o
142 LOS SEC R E T O S D E LA A N T IG U A B R U JE R IA

la persecución de los m edios de com unicación. Personalm ente no en ­


tiendo que alguien se sienta avergonzado de sus creencias. Si fuera
m ayor el núm ero de personas que adm ite pertenecer a la brujería, la
gente em pezaría a com prender pronto que todas esas historias que es­
cribe la prensa sobre satanism os y orgías son un m ontón de m entiras.

¿Todas las brujas son mujeres?

No. Hay brujos m asculinos y femeninos. En Escocia, a los brujos


se les d a a veces el nom bre de “w arlocks”. Por m is estudios del arte,
he llegado a la conclusión de que originalm ente la brujería era un
culto fem enino. Al ser capaz de concebir hijos, lo que se consideraba
la m ayor azaña de la raza, se pensó que la m ujer pertenecía al sexo
superior. E lla era la m adre de la tribu, atendía a los enferm os, cocina­
ba los alim entos y construía las tiendas en las que vivían.
O cupaba el papel principal en los ritos m ágicos y las cerem onias
religiosas. E lla sigue siendo el m iem bro principal del aquelarre, al
que gobierna con el cargo de sum a sacerdotisa.
C uando el cristianism o llegó a este pais, los hom bres, com o sa­
cerdotes, ocuparon el lugar de la m ujer en los ritos religiosos; aun así
se vestían con atuendos de mujer, y la costum bre de la casulla del sa­
cerdote m oderno es un regreso a aquellos tiem pos. Es sorprendente
que la m ayoría de las personas que se unen a los aquelarres m oder­
nos sean hom bres. M uchos de los que lo hacen abandonan el aquela­
rre al cabo de un tiem po, pues no les gusta que las m ujeres les den
órdenes, e intentan iniciar sus propios aquelarres nom brando a un su­
mo sacerdote. Estas conductas son m otivos de risa para aquellos que
conocen realm ente los hechos.

¿Si m e co n v irtiera en brujo tendría que a b a n d o n a r el c ristia ­


nismo?

Los brujos son paganos y su religión es precristiana. No ponem os


objeción a nadie que venera a los antiguos dioses. La única objeción
puede p roceder de la propia Iglesia. Si alguien se siente satisfecho
U N A B R U JA BA JO E L F U E G O 143

con su religión, no veo ningún m otivo para que quiera unirse a otra.
P ersonalm ente no creo que pueda seguir siendo cristiano y venerar
tam bién a unos dioses a los que su Iglesia ha convertido en diablos y
dem onios.

¿Por qué a los cristianos no se les perm ite hacer magia?

N o puedo responder a esa pregunta. Tendrá que planteársela a su


m inistro o sacerdote. Lo único que puedo hacer es sugerir que, com o
los cristianos creen que su dios es todopoderoso, no necesita la ayuda
del hom bre; por eso la form a de elaborar el poder de los brujos es
inútil para el cristiano. Supongo que las m asas de gente rezando po ­
drían considerarse com o una form a de magia.

H e leído que los brujos solían engrasar sus cuerpos con un un­
güento que actuaba com o droga y les daba la impresión de que vola­
ban. ¿Es eso cierto?

En los juicios a las brujas se decía que utilizaban un ungüento h e­


cho con la grasa de niños sin bautizar, pero evidentem ente es una his­
toria extendida por la Iglesia para anim ar a los padres a que bautiza­
ran a sus hijos lo antes posible.
A lgunos autores han m encionado drogas que podrían dar la im ­
presión de volar. La doctora M argaret Murray, en su libro The Witch
Cult in Western Europe, da las tres fórmulas siguientes:

1. Perejil, agua de acónito, hojas de chopo y hollín.


2. C hirivías de agua, lirio arom ático, “cinquefoil”, sangre de m ur­
ciélago, belladona y aceite.
3. G rasa de niño, jugo de chirivía de agua, acónito, “cinquefoil”,
belladona y hollín.

D ice d esp u és de estas fórm ulas: “ No sé si alguna de estas d ro ­


gas p ro d u cirá la im presión de volar, pero a este respecto co n sid e­
ro in te re sa n te la ac ció n del ac ó n ito . L a a c ció n irre g u la r del c o ­
144 LO S SEC R ET O S D E LA A N T IC U A B R U JE R IA

razón de una p erso n a que se está q u ed a n d o d o rm id a p ro d u c e la


c o n o c id a sen sa ció n de caer en el esp acio , y parece m uy p o sib le
que la co m b in ac ió n de un ag e n te d e lira n te com o la b ella d o n a y
una d roga que produce una acción irregular del corazón, com o el
a c ó n ito , p u ed a c a u sa r la se n sa c ió n de volar. E v id e n te m e n te , la
g ra sa de n iñ o y la sa n g re d e m u rc ié la g o no p ro d u c e n n in g u n a
acció n .”
La doctora M urray intentó explicar cóm o conseguían las brujas la
im presión de que volaban, pero para mí es totalm ente innecesario.
¿Para qué va a querer alguien creer que puede volar? No se obtendría
nada utilizando esas drogas. El hollín podría utilizarse para volverse
invisibles cuando iban a los sabbats, por el m ism o m otivo que los co­
m andos se pintan de negro las m anos y los rostros cuando van a ata­
car. El aceite ayudaría a extender el hollín y a m antenerlo sobre el
cuerpo, y la grasa en el cuerpo les d aría una m ejor p osibilidad de
escapar si alguien trataba de cogerles.

¿Envión misioneros los brujos?

Por supuesto que no. Ni siquiera buscan conversos. Son m uy tole­


rantes con todas las religiones y creen que cada persona debe elegir
su m odo de veneración y su dios. No en tien d en el m otivo de que
otras religiones deseen convertir a todos los dem ás. Seguram ente na­
die podría creer que un dios, que hizo el m undo y todo lo que hay en
él, prefiera a un grupo más que a otro, condenando al resto a un in­
fierno eterno.

¿Si no busca conversos, p o r qué da conferencias sobre la bruje­


ría y aparece en la televisión?

Porque creo que los brujos han sufrido persecución durante dem a­
siado tiem po, y deseo contradecir todas las m entiras que se han dicho
sobre ellos. Q uiero que la gente conozca la verdad auténtica sobre la
brujería.
U NA B RU JA BAJO E l. I Ul <l<) 145

¿Las apariciones en televisión ayudan a la gente a aprender la


verdad?

Sí, si uno puede presentarse en un program a en vivo. N o es tan


útil si el program a está grabado, pües los productores pueden cortar
las cintas y hacerte decir casi lo que ellos quieren. La m ayoría de los
en trev istad o res saben m uy poco sobre el tem a y algunos tratan de
despreciar a los brujos a m enos que conozcan el tema y sean capaces
de m antener sus propios puntos de vista. Lo m ejor sería perm itir que
un brujo auténtico diera una charla corta sobre su tem a, sin la inte­
rrupción constante de los entrevistadores.

¿Por qué se relaciona a los gatos negros con los brujos?

El gato del brujo auténtico es un “m anchado” . Las antiguas brujas


solían dom esticar gatos salvajes, y éstos eran cruces, com o los gatos
salvajes escoceses de hoy.
Los utilizaban sim plem ente com o anim ales dom ésticos, y algunas
brujas tenían tam bién sapos, patos o perros. La leyenda del fam iliar
de la bruja se elaboró durante los días de la persecución. Q uizá el ga­
to negro se introdujera en el intento de ennegrecer todo lo posible lo
que estuviera relacionado con la brujería. Q uizá sea ésa la razón de
que el gato negro se considere com o augurio de m ala suerte. Q uizá el
hecho de que en Inglaterra se le considere un buen presagio sea indi­
cativo de que los ingleses no están totalm ente en contra de las brujas.

¿Por qué se asocia lo negro con el mal?

En este caso sus conjeturas son tan válidas com o las mías. Supon­
go que se debe a que es el color relacionado con los funerales, pero
por qué esto ha de ser m alo lo desconozco, sobre todo teniendo en
cuenta que los cristianos creen que van al cielo cuando mueren. Pue­
de que el negro se debiera asociar con la tristeza, pero no con el mal.
Q uizá com o los cristianos utilizan el color blanco com o em blem a de
pureza, se sirven de su opuesto para el mal.
146 LOS S E C R E T O S D E LA A N T IG U A B R U JE R IA

¿Creen los brujos en el infierno?

No. La idea de quem arse para siem pre en un pozo ardiente es in­
verosím il y ciertam ente no se ajusta a un dios del amor. Esa idea se
inventó para asustar a un pueblo sin educación, con el fin de que fue­
ra “bueno” y acudiera a la iglesia.

¿Cómo trabajan la magia los brujos?

Creen que casi todo lo que sucede fue concebido primero en la men­
te de alguien, y, por tanto, si alguien desea que una persona haga algo
por él, sólo necesita cambiar a su favor la m ente de esa persona. Siem­
pre que esa persona no esté absolutamente en contra de la idea. A m e­
nudo es posible conseguirlo con la concentración. El fallecido Gerald
Gardner lo describía como una especie de hipnotismo a larga distancia.

¿Cómo puede hacerse esto?

Puede hacerse bailando en círculo para elevar el poder, y dirigien­


do ese poder a la mente de la persona. Todo esto exige m ucha energía
física y m ental, pero puede conseguirse con una práctica constante.

¿Puede utilizarse este po d er para la curación?

Sí; siempre que se tenga una vinculación con el paciente y se sepa


exactamente qué es lo que le sucede. Todos los miembros del aquelarre
deben trabajar juntos para el mismo resultado, com o si fueran una sola
persona. A menos que se hallen en completa unión, nunca obtendrán re­
sultados. A lgunos brujos hacen un modelo de cera de la persona y se
concentran en el punto exacto del cuerpo en el que está la enfermedad.

¿Puede una bruja hacer esto p o r s í sola?

Hay m odos, pero se necesita m ucho tiem po y una gran cantidad


de concentración mental.
U NA B R U JA BA JO EL FUF.OO 147

¿Ha obtenido usted algunos resultados?

Sí, m uchas veces. Una persona a la que curam os se presentó con­


migo en el program a de David Jacob y di jo que, de no haber sido por
mi aquelarre, no estaría viva todavía.

¿Cómo sabe que los resultados no han sido una coincidencia?

Si una cosa ha sucedido una o dos veces, puede ser coincidencia,


pero cuando sucede continuam ente no lo es.

¿Puede hacer magia para que una persona haga algo malo?

No. La m agia funciona com o hipnotism o a larga distancia; suce­


dería lo m ism o con el hipnotism o próxim o, pues nadie puede hipno­
tizar a una persona para que haga algo contrario a su naturaleza.

¿El po der que desprenden los fa n s de los Beatles, que gritan tan­
to, puede utilizarse para la magia?

No sólo creo que pueda utilizarse, sino que ha sido utilizado para
elevar a los Beatles y que consigan fama y fortuna. Con sus gritos y
danzas en un espacio cerrado, los adolescentes elevaron ese poder.
Inconscientem ente lo dirigieron hacia los B eatles, pues sólo tenían
en su m ente a esos cuatro m uchachos. Estos, naturalm ente, deseaban
fama y fortuna, y con las m asas trabajando en su favor no podían fra­
casar.
D iría que es un ejem p lo m uy b u en o de m agia m oderna. Hay
m úsicos m ejores que no han llegado a ninguna parte sim plem ente
porque no tenían ese poder tras ellos. A ntes de que aparecieran los
fans con sus gritos, los artistas tenían que trabajar duram ente d u ­
rante m uchos años antes de convertirse en estrellas. ¿Por qué esta
re p en tin a e lev a ció n al e stre lla to sólo se ha p ro d u c id o cu an d o la
h isteria de m asas se hizo po p u lar en el p ú b lico , a m enos que sea
m agia?
150 LOS SEC R ET O S DE LA A N TIG U A B R U JER IA

¿Es cierto que el cristianism o y la antigua religión actuaron en


otro tiempo pacíficam ente uno al lado del otro?

Sí. T am bién es sabido que m uchos sacerdotes y hom bres de la


Iglesia acudían a los grandes sabbats.
T odavía podem os en co n trar en las iglesias antiguas tallas m uy
toscas de la diosa de la fertilidad, llamada Sheila-na-Gigs, y tam bién
del dios con cuernos. Estas figuras no fueron puestas allí clandestina­
mente por albañiles que eran m iem bros de la antigua fe, escondién­
dolas en lugares en donde no se las viera. Usualm ente ocupan lugares
muy prom inentes y no preocupaban al clero. Un buen ejem plo de es­
to es el Imp de Lincoln.

¿Qué significa Sheila-na-G igs?

Este nom bre es bastante confuso. A lgunos lo han traducido c o ­


mo la Señora del C astillo, otros dicen que es la Señora de los P e­
chos, pero la fallecida doctora M argaret M urray afirm a que estas fi­
guras apenas tenían pecho, y que la parte más prom inente es el ór­
gano sexual.
T. C. L ethbridge, en su libro W itches, piensa que originalm ente
la palabra era Sithlach, pronunciado com o Sheila y con el significa­
do de “hola, señora” . Tradujo na com o “de los” , pero no acepta que
Gig sig n ifique “pechos” , que según él habría sido Keesh. Supone
que Gig es una form a de G og, que significa “dios” , y que el nom ­
bre co m pleto significaría “ la santa señora del d io s” . Sin duda, es
éste el significado auténtico, y sería una descripción muy buena de
la diosa.

¿Hay una reina de las brujas?

Ya he explicado que todo aquelarre es una unidad separada y está


regido por su sum a sacerdotisa. En Francia se le llam aba a veces la
reina de Sabbat, y en Escocia se le conoce a m enudo con el nom bre
de reina Elpham.
UNA BRU JA BA JO EL FUEGO 151

¿Creen las brujas en la cremación?

Sí. Es rnucho más higiénico que dejar que el cuerpo se pudra en la


tierra. Com o creen en la reencarnación, el antiguo cuerpo ya no les
vale en cuanto hayan muerto. No creen en un Día del Juicio en el que
los m uertos se levantarán de sus tumbas. A muchos brujos les gusta­
ría que les quemaran ai aire libre, en medio de un círculo de piedra;
pero me tem o que los ayuntam ientos locales se opondrían a esto,
aunque no entienda el m otivo de que se im pida a una persona desa­
parecer tal com o lo ha deseado. Supongo que será otro caso de co­
m ercialism o m oderno; los em presarios de pom pas fúnebres podrían
protestar. A m enudo me he preguntado lo que sucederá en el futuro
en Gran Bretaña, con todos los antillanos que hay; ¿establecerem os
quem adores de m osquitos?
La antigua forma de enterram iento consistía en la colocación del
cuerpo com o un embrión, en posición prenatal, para devolverlo al se­
no de la M adre Tierra.

¿ H em e el C azador tiene alguna relación con las brujas?

Era sólo otra forma del antiguo dios. En las celebraciones del día
de m ayo solía aparecer un hom bre vestido com o él. Imagino que era
el dios local de un aquelarre que se reunía en el bosque de Windsor,
y que la reunión se celebraba alrededor del árbol conocido con el
nom bre de Roble de Herne. Los restos del árbol todavía estaban en
pie a principios de este siglo, pero acabó por pudrirse. Se suponía
que Herne aparecía en W indsor cuando m oría un soberano, y eviden­
temente esta leyenda fue sacada de las brujas, pues el antiguo dios lo
era de la caza y la muerte.
Eduardo III era un Plantagenet y m iem bro de la antigua religión.
En W indsor construyó una torre redonda, llam ada la Torre del D ia­
blo, en la que se cree celebraba ritos de brujería, y sin duda era el su­
mo sacerdote del aquelarre de Windsor. Todo esto explicaría el hecho
de que H erne. el C azador, esté tan estrecham ente asociado con el
castillo de Windsor.
152 LO S S E C R E T O S D E LA A N TIO IJA B R U JE R IA

Robín Hood era otra form a del antiguo dios, y la deidad local de
las brujas que se reunían en el bosque de Sherw ood, alrededor del
Roble Mayor.

¿Aleister Crowley era un brujo?

No. C row ley era un m ago que practicaba la m agia de abram elin.
E ra m agia ritual, o “m agick” *, tal com o escribía el la palabra para
distinguirla de la m agia del que hace conjuros. En una ocasión le dijo
a m i m arido A rnold que había estado en el círculo de jo v e n , pero
personalm ente lo dudo. Creo que lo dijo porque no quería que nadie
fuera lo que él no había sido. Adem ás dijo en una ocasión que no re­
cibiría órdenes de ninguna m aldita mujer. De haber estado en el arte,
habría tenido que aceptar las órdenes de la sum a sacerdotisa. Y eso
iba m uy en contra del carácter de Crowley.

¿Cree que Crowley era un "negro" tal com o se le representaba?

No. C reo que era un im portante estudioso del ocultism o, un poeta


m aravilloso, y un encantador personaje. Le gustaban m ucho las m u­
jeres y atraía a m uchas personas indeseables. Su gran fallo eran las
drogas, y su m ejor valor era su gran sentido del valor. Nació antes de
tiempo. De haber nacido hoy, la gente se habría fijado poco en él. En
el peor de los casos, le considerarían com o un excéntrico.

¿Cree que Juana de Arco era bruja?

E ra la bruja de Domremy. Se ha dicho que la gente se burlaba del


D elfín porque lo había puesto en el trono una bruja, y por eso la Igle­
sia la canonizó convirtiéndola en santa. El m otivo de que los cam pe­
sinos la siguieran era que la reconocían com o una persona de alto

* En lengua inglesa, la palabra que significa magia es “magic”, y no es posible


añadirle en castellano la “k” que le añadía Crowley para distinguirla del resto de la
magia, por tanto la dejo tal como él la escribía. (N. del T.)
U N A B R U JA B A JO EL FU E G O 153

rango de la antigua religión. Se dice que fue acusada de herejía por


negarse a aceptar a Cristo, pero creo que los m otivos eran m ás políti­
cos. Era peligroso que una joven que podía reunir a su alrededor al
pueblo siguiera viva.
M uchos creen que no fue quem ada, y que otra m ujer ocupó su lu­
gar en la hoguera. Puede que fuera así, pues todos los cam inos esta­
ban cerrados y no se perm itió que el pueblo se acercara a la hoguera.
Tam bién se ha dicho que m ás tarde se casó, tuvo hijos y vivió hasta
una edad m uy avanzada.

¿C uáles son las fiesta s observadas p o r las brujas?

Hay cuatro fiestas principales: el día de m ayo, el día de agosto, el


día de noviem bre (o H allow een) y el 2 de febrero. Se corresponden
con el antiguo año gaélico, con sus cuatro fiestas del fuego: (Sam -
hain), Bridget, Beltane y Lugnasadh.
Las dos fiestas del verano se celebran en honor de la diosa y la
sum a sacerdotisa ocupa en los ritos el lugar principal. En las cerem o­
nias del invierno se venera al dios y el principal lugar lo ocupa el su­
m o sacerdote. La sum a sacerdotisa puede eleg ir a cualquiera para
que sea el sum o sacerdote, siem pre que tenga un rango suficiente en
el arte. En los aquelarres m odernos suele ser el m arido de la sum a sa­
cerdotisa.
En los tiem pos antiguos el jefe del clan, o alguien de rango im ­
portante, ocupaba el puesto de sum o sacerdote en los grandes sab-
bats. Esa es la persona a la que la Iglesia la llam aba el diablo. Se ha
pensado que algunas brujas adoptaron este nom bre para su sum o sa­
cerdote con el fin de asustar a los extraños y evitar que acudieran a
las reuniones.

N o me im portaría ser una bruja, pero no me gustaría que la g en­


te se enterara. ¿Puedo llegar a ser bruja en esas condiciones?

Sí; si encuentra un aquelarre que la acepte. A la m ayoría de los


brujos no les gustan los secretos de “m anto y d ag a”. O uno quiere
154 LO S S EC R ET O S D E LA A NTIGU A B R U JE R IA

venerar a los antiguos dioses o no quiere hacerlo. Si es usted seria al


respecto, deberá tener el valor de aceptar sus convicciones y creen ­
cias. Si le tiene m iedo al ridículo, es m ejor que no se una al arte.

Dice usted que es difícil unirse al arte, pero he leído que un p e ­


riodista se unió a un aquelarre para dejar al descubierto a los bru­
jos.

Tam bién lo he leído yo, pero ¿qué tipo de aquelarre era ése? Hoy
en día hay m uchas personas que tratan de subirse al vagón de cola de
la brujería, y no son en realidad brujos auténticos. Pero están muy
dispuestos a iniciar a cualquiera con el fin de que aum ente el núm ero
de m iem bros. Ningún brujo auténtico iniciaría a una persona sin c o ­
nocerla durante al m enos un año. La historia de que un periodista en ­
trara en un aquelarre auténtico no parece cierta, sobre todo porque tu­
vo que llevar con él a un fotógrafo para que hiciera la fotografía de
su iniciación, fotografía que apareció en el periódico. No me diga
que todo esto sucedió sin que los brujos lo supieran.

Dice usted que no hay una cabeza de los brujos, pero los periódi­
cos opinan de modo distinto. Hablan de reinas y reyes, y un hombre
dijo que era el gran brujo de Gran Bretaña.

La gente puede decir lo que quiera, sobre todo si desea publici­


dad. La persona que quiere notoriedad utiliza siem pre nom bres muy
sonoros; p iensa que im presionarán a los dem ás. En la últim a parte
del siglo X V III un charlatán llam ado Pinetti, que era en realidad el
hijo de un tabernero, afirm aba ser m ago y se dio a sí m ism o el nom ­
bre de C aballero de la O rden A lem ana de la O rden de San Felipe,
añ ad ien d o que era p ro feso r de m atem áticas y filo so fía n atu ral, y
grad u ad o de la R eal A cad em ia de las C iencias y B ellas A rtes de
Burdeos. O tro hom bre, conocido con el nom bre de Com us II (el au ­
téntico era Cotte), llegó en 1793 al núm ero 22 de H aym arket con una
fraseología que hubiera asom brado a los profesores de griego de O x­
ford, pues habló del “H erologio E ncantado, E literum P yxideeno y
U N A B R U JA BA JO KI I III < ¡O 155

otras m uchas curiosas operaciones de Rhabdologfa, Esteganografía y


P hylacterina” , y tam bién del gran “D edecahedron”, y de las “opera­
ciones cartom ánticas” .
H asta ahora ninguno de los brujos ha llegado a esos niveles. C ree­
m os en el antiguo refrán chino que dice: “ Es m ejor que un hom bre
m antenga la boca cerrada y le consideren tonto a que la abra y despe­
je todas las dudas al respecto.”

¿Quién fu e la última bruja quem ada en Inglaterra?

Siem pre m e hacen esa pregunta. Por extraño que pueda parecer,
en Inglaterra no se quem ó a ninguna bruja por órdenes legales. Se ha
dado algún caso en el que los aldeanos se tom aron la ley por sus pro­
pias m anos y quem aron a la víctima, pero no fue legal. En Inglaterra
las brujas siem pre eran ahorcadas.
Se cree que la últim a ejecución tuvo lugar en Exeter en m arzo de
1684. El nom bre de la bruja era Alicia M olland. Algunos autores han
afirm ado que hubo ejecuciones de brujas en Northam pton en 1705 y
en H untingdon en 1716.
La últim a persona condenada por brujería fue Jane Clerk, con su
hijo y su hija, en G reat W igston, L eicestershire, en septiem bre de
1717. El Gran Jurado acabó por sobreseer el caso.

¿En sus estudios ha encontrado casos de vampiros?

No, y dudo que existan esas criaturas salvo en la ficción. Bram


Stoker popularizó a ios vam piros al escribir su libro Drácula. No fue
el prim er inglés en escribir ficción sobre este tema, pues a m ediados
del siglo XIX Thom as Preskett Prest escribió un libro llam ado VAR-
N E Y TH E VAMP1RE, o TH E F E A ST O F BLO O D . Q uizá, se le re­
cuerde m ejor por su obra SW EEN Y TODD, TH E D EM O N BARBER
O F F L E E T STREET.
La única sugerencia de que un vam piro habitara estas islas proce­
de de una historia de Inglaterra titulada H istoria Rerum Anglicarum ,
escrita en el siglo XII por W illiam de N ew burth, canónigo del priora­
r
156 l.ns SM'KI-IO S l)M \ Wlllil \ HKI IHKIA

to agustiniano de Yorkshire. Contaba allí que un hombre m alvado de


Berwick, Escocia, murió, \ nada más ser enterrado su cadáver aterro­
rizaba la zona por la noche, acom pañado de un grupo de perros de­
m oniacos aullantes. Los lugareños se quedaban en sus casas y cerra­
ban la puerta para librarse del enemigo que chupaba la sangre. Pensa­
ron que el aire se ensuciaría por causa de ese cadáver que cam inaba
por las noches y acabaría por producirse una plaga, por lo que 10
hombres jóvenes elegidos por su valentía fueron a cavar en la tum ba
y destruir el cadáver. Así lo hicieron, cortándolo en trozos y quem án­
dolo hasta reducirlo a cenizas. Aunque im pidieron así que el vampiro
asolara el área, la vecindad sufrió una plaga que causó más m uertes
que en cualquier otro lugar del país.
Recientemente, los periódicos di jeron que un joven había visto un
vampiro en el cem enterio de Highgate, pero se dem ostró que era un
fraude. ¡Sin duda lo hizo para obtener publicidad, pues gracias a esa
historia apareció en televisión!

¿Por qué la Iglesia torturó a las brujas?

La m ejor m anera de responder a esto es citar algunos de los anti­


guos libros sobre los juicios a las brujas, pues la Iglesia tenía su pro­
pia teoría para la tortura. A firm aba que "los atributos de Dios eran
ciertos y fueron revelados a la iglesia cristiana, que tenía la exclusiva
del propósito del hombre en la vida, y que cualquier otra idea era fal­
sa y no debía ser tolerada. El diablo siempre intentaba establecer un
sistema rival para sostener el dolor. Cualquiera que apoyara al diablo
estaba com batiendo al dios cristiano, que era el único Dios verdade­
ro” . ¡En el año 382 de nuestra Era, la Iglesia declaró que quien fuera
capaz de oponerse a ella sería ejecutado!
La brujería se consideraba com o un crim en muy grave porque era
difícil de dem ostrar, y no se podía utilizar un método legal ordinario.
Sólo se podía dem ostrar que alguien estaba relacionado con el diablo
logrando que esa persona confesara, pues el diablo no iba a aparecer
como testigo contra sus propios fieles. Como trabajar contra la Igle­
sia era com o trabajar contra el propio Dios, el delito era de traición, y
U N A B R U JA B A JO EL. FUEGO 157

se castigaba con la muerte. Com o ningún ser hum ano confesaría vo­
luntariam ente algo que le llevaría a la m uerte, aunque se supusiera
que era para su propio bien, tenía que ser torturado hasta que confe­
sara su “crim en”.

¿Cuándo fueron ejecutadas las prim eras brujas?

H asta el año 1200, la brujería se consideraba sólo com o m agia


prim itiva, y sólo se castigaba en los tribunales civiles con m ultas.
Cuando la Inquisición acabó con la m ayoría de los herejes, em pezó a
buscar nuevas víctim as. D ecidió que la brujería podía ser tam bién
una herejía y se iniciaron procedim ientos contra los m agos y los que
predecían la fortuna.
En 1320, el Papa Juan XXII pidió a los inquisidores que destruye­
ran a los veneradores del diablo. Después afirm aron que la brujería
era una herejía, y la persecución de las brujas se extendió por toda
Europa O ccidental. La idea era falsa, porque uno tenía que ser cris­
tiano antes de ser hereje, y las brujas nunca habían sido cristianas.
Era otro caso de com ercialism o puro; la propiedad de los brujos con­
denados podía confiscarse, y m uchas personas ricas pertenecían a la
antigua religión.

¿ P u ed e h a b la rn o s de a lg u n a s to r tu ra s u tiliza d a s co n tra las


brujas?

N o es un tema muy agradable, pero lo haré.


El M alleous M aleficarum , publicado en 1486, daba el siguiente
m étodo de examen por tortura:

Prim ero, el carcelero prepara los instrum entos de tortura, y d es­


pués desnuda al prisionero. (Si era una mujer, ya había sido desnuda­
da por otra mujer, de buenas costum bres.) El desnudarle se hace para
que no se haya cosido alguna brujería en las ropas; pues a m enudo,
enseñados por el diablo, los preparan con los cuerpos de niños sin
bautizar para que pierdan la salvación. C uando los instrum entos de
tortura están dispuestos, el ju ez, en persona o a través de otros bue­
158 LO S S E C R E T O S D E LA A N TIG U A B R U JE R IA

nos hom bres celosos de su fe, trata de persuadir al prisionero para


que confiese la verdad librem ente; pero si no lo hace, ordena a los
ayudantes que preparen al prisionero para ser azotado con correas o
algún otro m étodo de torturas. Los ayudantes obedecen, pero con fin­
gida agitación. Luego, por ruego de alguno de los presentes, se suelta
al prisionero, se le aparta y se le trata de persuadir de nuevo para que
co n fie se, h ac ié n d o le c re e r que en ese paso no será c o n d e n a d o a
muerte.
Pero si ni con am enazas ni con esas prom esas se puede inducir al
brujo a decir la verdad, el carcelero ejecutará la sentencia y torturará
al prisio nero de acuerdo con los m étodos aceptados, con m ayor o
m enor severidad según lo exija el crim en del delincuente. Y m ien­
tras esté siendo torturado, se le preguntará acerca de los artículos de
su acusación, y de m anera frecuente y persistente, em pezando por
las acusaciones m ás ligeras: pues confesará antes lo ligero que lo
grave.

Estas hipocresías absurdas las escribían esos sádicos que se com ­


placían en torturar a la gente y no tenían la m enor intención de per­
m itir que ninguna de sus víctim as escapara a la pena de m uerte una
vez que habían sido acusadas de brujería. Robert B um s conocía cier­
tamente a los seres humanos cuando escribió acerca de la “ inhum ani­
dad del hom bre para con el hom bre” .
Algunas brujas eran violadas por el ayudante del torturador cuan­
do las desnudaban, com o Frau Peller, la esposa de un oficial de los
tribunales, en el ju icio que se ie hizo en R heinbach, A lem ania, en
1631. Fue acusada de brujería porque su herm ana se negó a acostarse
con el juez de brujas, Franz Buirmann.
Sí, al ser detenida, una bruja confesaba porque sabía las torturas a
las que iban a som etería, se la som etía tam bién a tortura, porque se
suponía que la prim era confesión la había hecho falsam ente con el
fin de evitar el dolor.
He aquí una lista de algunos instrum entos utilizados para obtener
confesiones de los acusados de brujería en B am berg, A lem ania, en
1627:
UNA B R U JA B A JO EL F U E G O 159

Roscas utilizadas con tomillos en las piernas. Azotarles mientras


colgaban de una escalera. Cepos con puntas de hierros. Esta tortura
podían hacerla hasta seis horas seguidas. Fricciones producidas por
una cuerda alrededor del cuello hasta que cortaba hasta el hueso. In­
mersión en baños de agua fría.
Sostener plumas ardiendo, untadas en azufre, bajo los brazos y las
ingles.
Arrollaban al prisionero sobre una tabla con clavijas de madera afi­
lada. A este instrumento le daban el nombre del escabel de la oración.
A otros se les alimentaba a la fuerza con arenques cocidos en sal, y se
les privaba de agua y otros líquidos para que tuvieran una gran sed.
Sumergían a la víctima en un baño de agua hirviendo a la que se
le había añadido cal.
También se le aplastaba en un tomo de banco o se le estiraba so­
bre un potro, ¡pero esto no se consideraba tortura!
Cuando habían sido condenados a la hoguera, la tortura solía pro­
seguir, incluyendo el cortarle las manos o desgarrarles a las mujeres
los pechos con pinzas de hierro al rojo vivo.
Para quemarles, utilizaban diversos métodos. A algunos se les ata­
ba a un palo, a otros se les encerraba en una cabaña de paja, o se les
ataba a un barril de brea. A algunos se les ataba a una escalera y se
les bajaba lentamente hacia el fuego. Se cuenta que para algunos bru­
jos con acusaciones más graves se utilizaba leña verde, que ardía más
lentamente. A otros, antes de quemárseles, se les arrancaban los
miembros del cuerpo aplastándolos con una rueda.

Hay que reconocer que eran m étodos dem asiado violentos para
unas personas que sólo querían venerar a sus antiguos dioses, ¡espe­
cialm ente si pensam os que la violencia la realizaban aquellos que en ­
señaban que su dios era el dios del amor!
No todos los hom bres de la Iglesia creían estas confesiones, y el
o b isp o H u tch in so n e sc rib ió en su H isto r ic a l E ssa y C o n cern in g
W itchcraft, publicado en 1720.

Imaginemos a una pobre vieja criatura, con toda la debilidad y enfer­


medades de la vejez, colocada como una loca en medio de una habita­
ción con la chusma de diez ciudades andando por la casa; se le atan las
piernas en forma de cruz para que todo el peso del cuerpo descanse en
el lugar en el que se sienta. Con esos medios, al cabo de unas horas la
160 LO S SEC R E T O S D E LA A N T IG U A B R U JE R IA

circulación de la sangre se ha detenido en gran parte, y el estar sentada


resulta tan doloroso como si la hubieran puesto en un caballo de madera.
Debe seguir en esa dolorosa posición entre 4 y 24 horas, sin dormir ni
comer, y como ése era el atroz modo de juzgarlas, no es de extrañar que,
cansadas de vivir, confesaran cualquier historia que les propusieran, y
muchas veces ni siquiera sabían lo que les estaban proponiendo.

El jesuita Friedrich von Spee preguntaba colérico: “En el nom bre


del cielo , quisiera saber, p uesto que tanto la que confiesa com o la
que no perecen vivas, ¿cóm o puede alguien escapar, aunque sea ino­
cente?”, y afirm a después: “Q uizá la razón de que no todos seam os
brujos es el hecho de que no todos hemos sido torturados.”
Se cuenta que un ayudante de torturador se jactaba de que podría
conseguir que el Papa de R om a confesara que era brujo si lo tuviera
a su disposición en la cám ara de tortura.

¿Utilizó Mathexv H opkins este tipo de torturas?

No. Inventó torturas que no dejaban señales en el cuerpo de las víc­


timas. Su principal m étodo consistía en hacerles andar arriba y abajo
durante interminables horas sin permitirles dormir. También introdujo
el m étodo del pinchazo y extendió el rum or de que todos los brujos te­
nían en el cuerpo algún lugar que no sangraría si se traspasaba con una
aguja de coser. Utilizaba tam bién agujas falsas; que sólo tenían afilado
un extremo. Pinchaba a la bruja con el extrem o sin punta, y luego, con
un giro de la mano, insertaba el extrem o afilado, de m anera que podía
hacer que apareciera o no sangre, según deseara. Otras agujas tenían
un m ango de m adera en el que se deslizaba la aguja, produciendo la
ilusión de que entrara en la carne de la víctima. En las producciones
teatrales se utilizan dagas construidas del m ism o modo.

He visto la película “W itch-Finder G eneral”. ¿H opkins fu e ase­


sinado tal com o vemos en la película?

No. Se cuentan historias de que se le ahogó com o a un brujo, pero


no es cierto. Em pezó a acusar de brujería a m uchas personas, por lo
U N A B R U JA B A JO E L F U E G O 161

que las autoridades acabaron por dudar de sus historias y le negaron


su apoyo. Se retiró a su casa de M anningtree en N orfolk, m urió de
tuberculosis hacia el año 1646.

Se dice que la madre S h ip to n fu e engendrada p o r el diablo. ¿Pue­


de ser cierto esto l

La historia parece im posible, pero puede tener una explicación ra­


zonable. Si su m adre era una bruja y pertenecía a un aquelarre pudo
tener relaciones sexuales con el sumo sacerdote, al que la Iglesia da­
ba el nom bre de diablo.

¿ P o r q u é los ca za d o res de brujas a feita b a n las ca b e za s y los


cuerpos de éstas antes de torturarlos?

Una razón es que el pelo podía ocultar las m arcas del diablo, que
se supone éste les hacía en la iniciación. A dem ás, se creía que las
brujas tenían pezones adicionales con los que alim entaban a sus fa­
m iliares. La m ayoría de esas m arcas eran sólo verrugas y otras m an­
chas de la piel.
Según otra creencia, el diablo podía habitar en el pelo de víctim a
para decirle lo que podía alegar en la confesión; algunos pensaban
que podía ocultar am uletos en el cabello, y otros sugerían que el po­
der de la bruja estaba en su pelo, y que si se le quitaba todo se queda­
ría indefensa y tendría que confesar la verdad en el juicio.

¿Q ué eran los Fuegos de Be!tañe?

En la zona central de Escocia, el prim ero de m ayo se encendían


con gran cerem onia unas hogueras que recibían el nom bre de Fuegos
de Beltane. M uchos autores fam osos han escrito sobre esos juegos,
incluyendo al poeta escocés Jhon Ramsay. A firm aba éste que en la
noche anterior a la cerem onia se apagaron todos los fuegos de la ve­
cindad, y a la m añana siguiente se preparaba el m aterial para el fuego
sagrado. Obtenían una plancha de roble y la taladraban por el centro.
162 LOS S E C R E T O S D E LA A N T IG U A B R U JE R IA

Se hacían taladros del m ism o m aterial que ajustara en el agujero y se


iniciaba el fuego m ediante fricción. Por tres veces, se pedía a tres
personas que iniciaran el fuego, y en otros lugares el núm ero era de
tres veces nueve. Eran núm eros sagrados del culto de la brujería. Se
pensaba que si alguna de esas personas era culpable de asesinato,
adulterio o robo, el fuego no se iniciaría.
En cuanto la fricción producía chispas, se añadía una especie de
agárico que crecía en los abedules viejos y era un m aterial m uy com ­
bustible. Entonces se encendía el fuego y su brillo se veía desde todo
el campo. El fuego tenía m uchas virtudes, com o la de curar todas las
enferm edades m alignas de los seres hum anos y el ganado.
C uando el fuego estaba encendido, la gente solía cantar y bailar a
su alrededor hasta que em pezaba a desaparecer. Entonces se traía una
gran tarta llam ada la “tarta de B eltane”, se cortaba en trozos y se di­
vidía entre todos. A un trozo particular de la tarta se le daba el nom ­
bre de “C arline de B eltane” (térm ino escocés que significa “bruja
vieja”), y cuando el grupo descubría quién tenía ese trozo le levanta­
ban en el aire y sim ulaban tirarle al fuego. Algunas personas piensan
que esa representación es la prueba de que en otro tiem po se utiliza­
ron sacrificios hum anos. Las cabezas de ganado enferm o pasaban en-
tre el hum o y las ascuas a m edio apagar. En toda Europa se hacían
hogueras sim ilares. Otras se encendían en las vísperas de Todos los
Santos y en la época de Navidad. El Leño de Yule es una vuelta a las
épocas en que se encendían esas hogueras. En algunos lugares las ce­
nizas del leño del Yule se esparcían sobre los cam pos en la noche
duodécim a. En otros lugares, se apartaba el leño del fuego en cuanto
estaba cham uscado y se guardaba junto a ta chim enea, preparado pa­
ra ser echado de nuevo al fuego siem pre que hubiera una torm enta
con truenos. Era una creencia extendida que el rayo nunca cae sobre
una casa en la que esté ardiendo el Leño de Yule.
En cualquier época del año se encendían hogueras para conseguir
algún objetivo especial. En la Edad Media, la Iglesia las condenó por
considerarlas una superstición pagana.
LO QUE LAS MUJERES QUIEREN
SABER

Las siguientes preguntas han sido seleccionadas de entre todas las


planteadas tras las conferencias celebradas en los G rem ios de M uje­
res U rbanas y otras sociedades femeninas.

¿Puede hacer usted un am uleto del amor?

Sí. Hay muchos hechizos y amuletos del amor que han sido utiliza­
dos por m uchas personas en todo el mundo, pero personalmente yo no
haría ninguno. El amor es a veces cuestión del azar, y a menos que una
pareja se enam ore dudo que dicho amuleto sirviera para tener una feliz
vida m atrim onial. En los tiem pos en los que las pociones y encanta­
mientos amorosos eran populares solían utilizarse con el deseo de po­
seer físicam ente a una persona; no se pensaba en un m atrim onio per­
manente. Si una persona rom pe un com prom iso, es que debe haber al­
go equivocado. Un encantam iento o poción amorosa podría unirles de
nuevo, pero a la larga no sería ventajoso, y dudo de que sus efectos
fueran permanentes. Personalm ente siempre sentiría cierta precaución
ante un hom bre que me ha dejado, y siempre esperaría que volviera a
hacerlo. Quizá no sea tan confiada com o m uchas mujeres.

¿Se utilizan hoy en día encantam ientos amorosos?

A ju zg ar por el núm ero de anuncios en las revistas, deben de utili­


zarse m uchos. Pero no creo que tengan tanta dem anda com o en los
164 LOS S E C R E T O S D E LA AN TIGUA B R U JE R IA

tiem pos en los que era im portante que todas las jóvenes se casaran.
Era un problem a de seguridad, pues en aquellos tiem pos la m ujer no
podía realizar m uchos trabajos. La vida m oderna ha cam biado todo
esto, y la m ujer puede ganarse la vida haciendo casi los m ism os tra­
bajos que los hom bres. Supongo que el declinar de los encantam ien­
tos am orosos se debe, m ás que a la incredulidad en la magia, a las su­
fragistas y su lucha por la igualdad de los sexos.

¿Puede decirnos algo sobre las pociones y encantam ientos a m o ­


rosos utilizados en todo el m undo?

Hacer una lista de los diferentes encantam ientos am orosos exigi­


ría un libro, pero puedo darle algunos ejem plos, aunque algunos sean
bastante confusos. Casi todos exigen que la persona deseada com a
una parte del cuerpo de quien busca su amor.
En algunas zonas de A lem ania, una m ujer joven se colocaba un
trozo de azúcar bajo la axila y luego lo echaba en el té o café de su
amado. Pensaba que con ello provocaría su fidelidad.
En otras zonas de Alem ania se dejaba secar un trozo de pan untado
con sudor y luego se desm igajaba en el alimento que comía el hombre.
En Escandinavia se dejaban caer gotas de sudor sobre una m anza­
na que luego se pinchaba con una aguja. Se consideraba que era un
filtro am oroso muy potente y se cree que estaba sacado de la historia
de Adán y Eva.
De acuerdo con los conocim ientos populares de los gitanos, una
joven se quitaba parte de sus ropas, cuando ya estuvieran sudadas,
añadía algunos pelos de las axilas, lo quem aba todo hasta convertirlo
en cenizas y m ezclaba ésta con el alim ento del hom bre al que am aba.
Tam bién se cuenta la historia de un hom bre que cuando bailaba se
limpiaba la axila izquierda con un pañuelo que colocaba luego sobre
el cuello o la frente de las jóvenes que deseaba.
En G ales se hacía una poción am orosa con aguam iel, rapóntico,
prím ula, vino de prim avera o saúco. Se decía que quien bebiera ese
líquido se olvidaría de su padre, madre, el cielo, la tierra, el sol y la
luna y sólo pensaría en aquel que hubiera hecho la mezcla.
LO Q U E LA S M U JER E S Q U IE R E N SA B ER 165

En S h ro p sh ire, cu a lq u ie r perso n a po d ría co n se g u ir un am ante


com prando un penique de “sangre de dragón”. Cortando un trozo de
franela roja en forma de corazón y clavándole tres agujas, que repre­
sentaban las flechas de Cupido, se rociaba con la sangre de dragón y
se quem aba en el fuego.

M i abuela me contó que en su juventud , p ara conseguir que un


m arido que se había ido regresara a casa, una m ujer cazaba una ra­
na, la m etía en una botella y enterraba ésta en el suelo. C uanto la
rana se había podrido, el hombre regresaba. ¿Funcionaba esto?

Este tipo de hechizos recibía el nom bre de “m agia barata”, pero si


el deseo de que el hom bre regresara era lo bastante poderoso, no hay
m otivo para que no funcionara.
Los escépticos dirán que la m ayoría de los m aridos que han aban­
donado el hogar vuelven por sí solos, y que la destrucción de la rana
no tendría ninguna relación con el hecho.
No es posible probar ninguna de las teorías. La magia se asemeja mu­
cho a los hechos ordinarios y no puede ponerse en la mesa de disección
del científico. Si el marido de la mujer regresaba podría ser una coinci­
dencia; ¿pero habría regresado de no haber enterrado ella la rana? Quien
sabe. Lo único que puede decirse sobre estas cosas es que si los viejos he­
chizos no funcionaban, ¿por qué razón persistirían durante tantos siglos?
Seguramente, si hubieran fallado, habrían sido rechazados mucho antes,
probando otros métodos. No hay una explicación razonable de muchos
antiguos hechizos, y yo misma me he preguntado a menudo por el motivo
de que la gente hiciera esas cosas; después, tras probarlos, lie descubierto
que funcionan, aunque no he encontrado la explicación.
Im agino que las m edallas de San Cristóbal funcionan de la misma
m anera, pues si no la costum bre se habría term inado hace ya tiempo.
He oído a personas que juran que habrían m uerto si no hubieran po­
seído una de esas medallas. No es más fácil dem ostrar esto que el en­
tierro de la rana. Sólo se puede aceptar o rechazar la historia. En am ­
bos casos, los que tenían esas cosas vivieron una buena experiencia,
¿im porta realm ente cóm o se produjo?
166 LO S S E C R E T O S D E LA A N T IG U A B R U JE R IA

¿Si probara una poción amorosa, me serviría?

No hay m otivo para que en su caso no funcione, en tanto en cuan­


to desee con suficiente fuerza el am or de esa persona. La m agia no
debe hacerse a m edias. Debe saber lo que quiere y quererlo realm en­
te. Tom ará sus deseos literalm ente, por lo que no es aconsejable ju ­
gar sim plem ente con ello, pues podría obtener m ás de lo que busca­
ba. Si realm ente quiere el am or de alguien, adelante; pero tendrá que
aceptarle tal com o es, con sus fallos. No puede hacer m agia para con­
seguir un am ante, y después, porque no se adapta m ucho a sus ex ­
pectativas, hacer m agia para conseguir otro. Eso no servirá. A segúre­
se de lo que realm ente quiere, y si realm ente lo quiere, después, si si­
gue deseándolo, haga m agia para conseguirlo. Si tiene vacilaciones,
es m ejor dejarlo, para no verse atrapada en algo que no desea dem a­
siado.

M i padre lleva siem pre un anillo en fo r m a de serpiente porque


piensa que le da mucha suerte. ¿Es sólo im aginación o un auténtico
amuleto de ¡a suerte?

El am uleto de la serpiente se retrotrae a los días del antiguo Egip­


to. R ep resen ta al Ser S uprem o, y nos ha lleg ad o h asta hoy desde
aquel tiempo. En m uchas partes del m undo, la gente lleva brazaletes
o an illo s de serp ien te, o llev a una rép lica de una serp ien te com o
am uleto de protección. Es un am uleto fálico que se utiliza a m enudo
para obtener fertilidad.

H e o íd o h a b la r de la “m a n o de la g lo r ia ” . ¿P uede d e c irm e
qué es?

La “m ano de la gloria” es un am uleto utilizado sobre todo por los


ladrones. Se cree que produce un sueño profundo en los habitantes de
la casa que van a robar. La persona que deseaba hacer este am uleto
tenía que deslizarse hasta el patíbulo en lo m ás oscuro de la noche
para cortar la m ano del asesino que colgaba allí.
L O Q U E LA S M U JE R E S Q U IE R E N S A B E R 167

La m ano se envolvía en un trozo de “m ortaja” y se apretaba hasta


haber sacado toda la sangre. Se ponía luego en un cuenco de barro
que contenía salm uera, pim ienta negra y azufre en polvo bien fino.
Se dejaba en ese adobo durante dos semanas. Cuando estaba bien se­
ca, se dejaba al sol para que se resecara totalm ente. Si se hacía en in­
vierno, o cuando el sol no era m uy fuerte, se secaba en un hom o ca­
lentado con una m ezcla de verbena y helechos.
H abía varios m étodos de u tilizar la m ano. A veces se utilizaba
una vela hecha con la grasa de un hom bre ahorcado, cera virgen y sé­
sam o, y con la m ano se envolvía la vela, com o si fuera un candela­
bro. O tros trenzaban m echas con el pelo del asesino y lo m ojaban en
la c e ra e s p e c ia l. L u e g o se u n ía n a lo s d e d o s de la m a n o y se
en cen d ían ; la m uñeca servía com o base del fantasm al candelabro.
Quien se acercara y viera esa tenebrosa luz, era incapaz de reaccionar.

¿Piensa que eso funcionaba realmente?

Si no fuera así, no entiendo que los ladrones gastaran tanto tiem ­


po y fatigas para prep arar el terrible objeto. P robablem ente habría
detrás algo de hipnotism o. U na persona asustada que conociera ya la
reputación de la “m ano de la gloria” reaccionaría con m ucha facili­
dad a su poder hipnótico. Posiblem ente habría funcionado cualquier
objeto brillante, pero los objetos extraños se pensaba que estaban re­
lacionados con la m agia negra, incluso hoy en día algunas personas
sienten terror ante todo lo que se suponga conecta con esa m agia. In ­
cluso personas que no creen en ella sienten m iedo ante todo lo rela­
cionado con un cuerpo m uerto. ¿C uántas de ustedes cam inarían por
la noche por un cem enterio? N o muchas.

N os ha dicho que los brujos utilizan incienso en sus ritos. ¿Es el


m ism o incienso que el que se usa en la iglesia?

A lgunos grupos m odernos utilizan incienso de iglesia porque es


m ás fácil obtenerlo, y con esto no digo que lo roben de las iglesias.
Puede com prarse en cualquier tienda de objetos católicos. El m étodo
168 LOS S E C R ET O S D E LA A NTIG U A B R U JE R IA

ideal consiste en utilizar el incienso correcto para el día particular en


el que se celebra el rito.

¿Cuáles son los inciensos para los diferentes días?

Cada día de la sem ana tiene su propio incienso, color y perfum e.


He aquí la lista:

DIA IN CIEN SO PER FU M E CO LO R

Lunes Mirto A lhelí Violeta


Martes Aloe Clavel o Rojo o M arrón
Pachuli Dorado
M iercoles Canela G uisante dulce Am arillo o gris
Jueves Nuez m oscada Lila M orado
Viernes Azafran Flor de Azul claro o
m anzano Verde Esm eral
Sabado Pim ienta Jacinto Azul O scuro o
M arrón
Dom ingo M asilla Heliotropo Naranja

¿Utilizan los brujos velas en las ceremonias?

Sí. En el círculo de brujas se utilizan cin co velas; una en cada


punto cardinal y otra en el altar. Esta últim a se utiliza para que la su­
ma sacerdotisa pueda ver y leer los ritos.

¿Tiene que utilizar velas de colores especiales para los diversos


días?

No es necesario, la m ayoría de los brujos utilizan velas blancas


ordinarias. El encendido de velas rituales fue utilizado por los negros
am ericanos que practicaban el vudú; y, a juzgar por los catálogos de
las em presas sum inistradoras de los objetos de ocultism o, suele ser
un asunto m uy com plicado. Se utilizan velas de distintos colores para
L O Q U E LA S M U JER E S Q U IE R E N SA B E R 169

los diferentres propósitos, por ejem plo, el rojo para el amor, la salud
y el vigor; el verde para asuntos económ icos; el azul claro para la fe­
licidad y protección; el negro para el mal, etc.
A dem ás de encender velas de colores precisos para el propósito
deseado, hay que encender tam bién otras con los colores astrales del
que ejecuta el rito y de aquel en cuyo nom bre se hace. Los colores
astrales son los de los signos del Zodiaco con los que nacem os: Aries
es blanco, Tauro es rojo, etc.
A dem ás de esto, hay que frotar cada vela con una aceite especial
para esa vela en particular. Esos aceites se venden en frascos con di­
versos nom bres: “A lto-A ltar”, “X X Doble C ruz”, “Lodestone”, etc.
A lgunos ritos requieren hasta 16 velas d iferentes ju n to con sus
aceites. A unque estas cerem onias se acom pañan siem pre de salm os
especiales, no son lo que yo llam aría m agia blanca. Producir confu­
sión en otra persona; crear discordia, cólera o celos; obtener poder
sobre los demás; em brujar a un enemigo; si esto no es totalm ente ne­
gro, al m enos es un tono gris bastante oscuro.
Todas estas velas pueden encontrarse en form a de crucifijos, figu­
ras hum anas e incluso de sacerdotes antiguos con túnicas flotantes.
Los precios son m ás elevados que las velas ordinarias, pero dicen
que son m ás eficaces. Me parece un m étodo bastante caro de hacer
m agia, y quizá por eso no haya sido adoptado nunca por los brujos.
A lgunos brujos suelen escribir lo que desean en una vela, y lue­
go dejan que se consum a sobre el altar. Me han dicho que esto fun­
ciona.

¿Un m ago hace la m agia lo mismo que un brujo?

Los brujos han m antenido siem pre a sus antiguos dioses paganos,
pero el m ago le da a su m agia una forma cristiana al invocar los espí­
ritus en el nom bre de dios y sus santos o ángeles.
Trabajan una m agia ritual conocida tam bién con los nom bres de
m agia del arte y m agia cabalística. Tiene sus raíces en las creencias
m ág icas de la antigüedad en E gipto y B abilonia. El m ago que lo
practicaba creía que podía invocar a grandes espíritus, dioses m eno­
170 LOS SE C R E T O S D E LA A NTIG U A B R U JE R IA

res, dem onios o ángeles por m edio de ritos y conjuros largos y com ­
plicados, y exigiéndoles que cum plieran sus órdenes.
Pero antes de poder hacerlo, sin em bargo, tenía que conocer los
nom bres del poder que le perm itiría invocar y controlar a esos seres.
Todo tenía que hacerse en el m om ento adecuado, bajo los planetas
correctos, y utilizando herram ientas de trabajo especiales que debían
haber sido preparadas y consagradas adecuadam ente. Si no hacía to­
do esto de m odo correcto, no podía controlar a los espíritus, quienes
podrían causarle graves lesiones corporales, e incluso la m uerte.
C onvertirse en m ago era un proceso m uy com plicado que exigía
mucha educación, conocim ientos del latín y el hebreo que permitieran
al mago leer los libros mágicos Grimoires, tal com o se les llamaba.
La parafernalia, con sus costosas túnicas, espadas, varitas y pen-
tánculos, era muy cara, y sólo los ricos podían perm itirse ese tipo de
magia.
La Iglesia perm itió durante m ucho tiem po la m agia cerem onial, y
m uchos sacerdotes y hom bres de la Iglesia la practicaban. Tam bién
se enseñaba en m uchas universidades.

¿El círculo de m ago era el mism o que el de los brujos?

No. El círculo del mago era un asunto muy com plicado. Se traza­
ban en el suelo dos círculos escribiendo por el lado interior los nom ­
bres en hebreo de los espíritus que deseaba invocar. Cada círculo esta­
ba especialm ente pensado para el propósito particular del mago. Todo
lo que utilizaba tenía que ser purificado y estar hecho de un metal es­
pecial que atrajera al espíritu deseado. Tanto m agos com o brujos to­
man el baño purificador ritual, que contiene hierbas especiales, antes
de entrar en el círculo. U na vez que ha entrado, el m ago no puede
abandonar su círculo hasta que haya despedido al espíritu o demonio.
Su círculo es una protección contra esos espíritus o demonios. El brujo
puede entrar y dejar su círculo siem pre que lo desee, pues no es una
protección contra los demonios; se utilizaba para retener el poder que
producía con la danza. Los brujos no conjuran a los demonios, por lo
que la protección es totalmente innecesaria.
LO Q U E LA S M U JER E S Q U IE R E N S A B E R 171

¿Hay hoy magos que trabajen la magia ritual?

Supongo que sí. C onozco algunos que utilizan la m agia cabalísti­


ca, pero sé m uy poco de esto. El últim o m ago que conocí que traba­
jara con la m agia de A bra-M elin fue A leister Crowley.

¿Pueden invocar realmente a un demonio?

No lo sé. Im agino que es algo parecido a tener visiones en una


bola de cristal, cuando en realidad se ve en la m ente. Hay varias his­
torias de personas que han intentado conjurar un dem onio, y por no
haberlo hecho todo exactam ente tal com o lo decía el grim orio, a la
m añana siguiente se las encontró m uertas, con una expresión de te­
rror en el rostro. D esconozco si esas historias son ciertas. Se ha dicho
que el m ago debe ser siem pre m ás fuerte que el dem onio al que invo­
ca. Si pierde la fe en sí m ism o y em pieza a asustarse, es incapaz de
controlar al dem onio y éste le destruye.

¿No es eso lo mismo que una materialización en el esplritualismo?

El espiritualista no ordena a un espíritu que aparezca. Se supone


que éste se form a a partir del ectoplasm a, una sustancia peculiar pro­
cedente del cuerpo del m édium . No puedo decirle m ás sobre esto,
pues nu n ca he tenido la suerte de contem plar una m aterialización,
por lo que carezco de una prueba personal de que se produzcan real­
m ente, aunque he conocido personas que me aseguraron haber p re­
senciado ese fenómeno.

¿Practican los brujos la astro logia?

La astrología no tiene una relación especial con la brujería, pero


conozco a algunos brujos m odernos que son m uy expertos en ella.
Las prim eras brujas, com o estaban muy cerca de la naturaleza, cono­
cían los m ovimientos de los cuerpos celestes y lo que podía esperarse
en la relación de éstos con el clim a y los cultivos. La luna era el cuerpo
172 LOS S EC R ET O S D E LA A N T IG U A B R U JE R IA

celeste más importante, pues veneraban a la Diosa Luna. Las fases de


la luna gobernaban sus reuniones y sabbats. Algunas gentes del cam po
siguen creyendo que las sem illas plantadas en luna llena dan m ejores
resultados que las que se plantan en cualquier otro momento.
Según un estudio de los fenóm enos naturales, un brujo podría pre­
d ecir la lluvia, torm entas y el buen tiem po, y era m uy útil para la
gente, com o los cam pesinos, que para su vida dependían de ese co­
nocim iento. Sólo los ricos podían perm itirse consultar con m agos,
pero las brujas tenían com o norm a no recibir nunca dinero por su ar­
te, aunque, sin duda, recibían regalos de alim entos y otros bienes.
Por ese conocim iento, en los días de la persecución, las brujas se
convirtieron en las víctim as propiciatorias y fueron culpadas de todo.
Pronto descubrieron que, hicieran, lo que hicieran desagradaban a al­
guien. Si los cultivos eran m alos, aunque no fuera por su culpa, reci­
bían la culpa. Si utilizando la m agia de la fertilidad, podían producir
abundantes cultivos, los precios del m ercado caían y de nuevo ellas
tenían la culpa. Si una persona moría, siem pre era por brujería. Si cu­
raban a alguien utilizando sus hierbas, estaban haciendo el trabajo de
un m édico y toda la profesión m édica se ponía contra ellas. Las bru­
jas no podían ganar.

¿Leen las brujas las tazas de té?

Algunas brujas m odernas pueden hacerlo, pero las antiguas no lo


hacían. En aquel tiem po el té era dem asiado caro. Im agino que es
una convención bastante m oderna, quizá de la prim era época victo-
riana. Pero poco a poco, con la introducción de las bolsitas de té, su
uso se está perdiendo.

¿Los círculos de piedras que encontram os p o r todo el país tienen


alguna relación con la antigua religión?

Los veneradores de la antigua religión creían que el poder utiliza­


do para el trabajo m ágico procedía de su cuerpo. En su libro N ew
World B eyond the Atom , De La Warr describe esta fuerza com o una
LO Q U E LA S M U JER E S Q U IE R EN SA B E R 173

“resonancia”, com o la electricidad o el m agnetism o, que no funcio­


nará sin que se le dé un im pulso desde el cuerpo humano.
Para acelerar esta fuerza, los antiguos danzaban en círculo frenéti­
cam ente, y esos círculos de piedras eran los lugares en los que se ce­
lebraban esas danzas. Las piedras eran colocadas allí con la idea de
contener ese poder una vez que había sido generado, im pidiendo que
se esparciera y perdiera por el campo.
Pensaban que los dioses podían utilizar ese poder y dirigirlo hacia
el objetivo requerido. Hom bres y dioses debían trabajar en armonía.
La m agia se consideraba necesaria para obtener una buena cosecha y
la fertilidad del ganado, por lo que las danzas se producían en la épo­
ca de p lan tar las sem illas y de co sech ar los cultivos. U na versión
cristianizada de esto últim o es la fiesta de la cosecha. Era el m om en­
to en el que se daba las gracias a los dioses por la ayuda que habían
prestado.
El hom bre prim itivo no se limitaba a sem brar las sem illas y espe­
rar lo m ejor; ponía todo su ser en el esfuerzo por conseguir buenos
resultados. A ctos sim ilares de elevación del poder se siguen c e le ­
brando actualm ente, com o en los días especiales de oración con una
finalidad especial. Los aficionados del fútbol tam bién creen que pue­
den hacer que su equipo gane gritando m asivam ente. Añaden su es­
fuerzo al de los jugadores. La única diferencia que hay entre esto y la
frenética danza de los antiguos es que en el fútbol hay seguidores que
trabajan para am bos equipos, m ientras que los antiguos trabajaban
todos para el m ism o fin.
PREGUNTAS HECHAS POR MIEMBROS
DE UNA SOCIEDAD
DE INVESTIGACION SIQUICA

¿Quién era ese hombre de negro del que leem os en los juicios de
brujería?

Era la persona a la que la Iglesia describía com o el diablo. En rea­


lidad d eb ía ser el sum o sacerdote del aq u elarre. A unque m uchos
aquelarres fueron descubiertos y se publicaron los nom bres de sus
m iem bros, no se sabe que nunca se apresara al “hom bre de negro”,
aunque debió ser cogido con el resto de los miembros. Algunas per­
sonas piensan que las autoridades nunca lo decían porque deseaban
que la gente creyera que era realm ente el diablo, y no supieran que se
trataba sólo de un ser humano.
S abem os que en d eterm inadas fiestas, cuando se rep resen ta al
dios, el sumo sacerdote celebra los ritos. Si él no está presente, la su­
ma sacerdotisa se ciñe una espada en la cintura y representa su papel.
También sabemos que, en su origen, la brujería era un culto fem eni­
no, por lo que ía suma sacerdotisa debía representar siem pre los dos
p ap eles. Q u izá sea ésta la razó n de que n u n ca se d e sc u b rie ra el
“hom bre de negro”. Los perseguidores podían estar buscando a un
hombre cuando tenían que haber estado buscando a una mujer.

En algunos de los antiguos dibujos de los sabbats de las brujas el


líder es representado como un diablo con cabeza de cabra. ¿Se trata
de una invención?

Podría ser, o quizá esté sacado de los rum ores extendidos por al­
guien que hubiera asistido a un sabbat. Se pensaba que el jefe llevaba
176 LO S S EC R ET O S D E LA A N TIG U A B R U JE R IA

a m enudo una m áscara de cabra para que nadie conociera su identi­


dad real. En el antiguo E gipto los sacerdotes llevaban m áscaras del
dios A nubis, de cabeza de chacal, ¿por qué no iban a hacerlo los bru­
jos?

¿P or qué querían m a n ten er oculta su id en tid a d ante los otros


miembros del aquelarre?

A los grandes sabbats no asistían sólo los m iem bros del aquela­
rre, tam bién se reunían allí m uchas personas de la ciudad y el cam ­
po, com o si fueran una m ultitud en vacaciones. A m enudo el je fe
era una persona im portante o bien conocida que no qu ería que su
identidad fuera descubierta. P or otra parte, quizá se deba a lo que
ya dije; ese hom bre enm ascarado pudo ser en realidad una m ujer.
En cu a lq u ie r caso, la fig u ra añadía cierto m iste rio a los p ro c ed i­
m ientos.

¿Cuándo comenzaron los cazadores de brujas a obligar a sus víc­


timas a nadar?

La “natación” era una prueba muy antigua que se retrotrae varios


m iles de años, hasta la época de B abilonia, h acia el 2200 antes de
Cristo. Se utilizaba contra las mujeres acusadas de brujería y adulte­
rio y en Inglaterra fue abolida en el año 1219 de nuestra Era, pero re­
gresó de nuevo cuando se inició la persecución de la brujería y fue
aprobada por Jaim e I, quien escribió “D aem onologie”. Se utilizó pri­
mero con las brujas de N ortham ptonshire en 1612, y posteriorm ente
hizo buen uso de la costum bre M athew Hopkins, el cazador de brujas
general.

¿Es cierto que el rey Jaim e cam bió de opinión sobre las brujas?

Sí. H acia el final de su reinado em pezó a ten er escrúpulos con


respecto a lo que había escrito y se sintió inclinado a creer que había
muy pocas brujas, si es que había alguna.
PREG U N TA S H E C H A S PO R M IEM B R O S D E U N A S O C IE D A D .. 177

¿C óm o hacían "nadar” a una bruja?

Se le desnudaba y se le ataba el pulgar de la m ano derecha al del


pie izquierdo. Se le ataba entonces una cuerda por la cintura y se la
m etía en el agua. Si se hundía, era inocente; si flotaba, se la declara­
ba culpable. La idea era que incluso el agua rechazaba a una bruja.
M uchas m u jeres inocentes se ahogaron porque no se tiró de ellas
con la suficiente rapidez, y m uchas parecían flotar porque los que
sostenían la cuerda la tenían tensa para que no pudiera hundirse. Lo
hacían así p ara im pedir que los cazadores de brujas perd ieran los
honorarios.

¿Hay brujos espiritualistas?

Será m ejor que un espiritualista no le oiga decir eso. La m ayoría


de los esp iritu alistas afirm an ser cristianos, y los brujos son p ag a­
nos.

¿Pueden contactar los brujos con los m uertos?

Sí, si el brujo tiene los poderes de un m édium .

M uchos espiritualistas ponen el grito en el cielo con el nuevo ta­


blero ouija que ha salido al mercado. ¿Considera que es nocivo p a ­
ra los que no son médium s?

No. He experim entado con el tablero ouija durante varios años y


estoy segura de que recoge cosas de la m ente subconsciente de los
asistentes. M uy pocas cosas se saben que no sean conocidas al m e­
nos p o r uno de los asistentes. A dem ás, no fu n cio n ará si todos los
asistentes cierran los ojos.
N o entiendo por qué se ha producido ese lío con este antiguo ju e ­
go de saló n , que solía an u n c ia rse en las re v istas de ch ico s de los
tiem pos Victorianos y eduardianos, y se vendía en los departam entos
de m agia de los grandes alm acenes.
178 LOS S E C R E T O S D E LA A N T IG U A B R U JE R IA

M e d a la im presión de que esas objeciones se deben a que los m é­


dium s quieren m onopolizar para ellos este área. La única objeción
que pongo es el precio del tablero, que me parece excesivo para una
plancha delgada de m adera.

¿Cree que la m édium am ericana Estele P arks ha conseguido leer


el m ensaje cerrado que dejó H oudini?

L o d u do m ucho. E n c u a lq u ie r caso, para m í no sería una gran


prueba. Según un artículo aparecido en Sunday E xpress, el m ensaje
lo conocían tres personas, incluyendo a D unniger, una conjuradora
am ericana, por lo que quizá, hubiera captado parte de la inform ación
de su m ente subconsciente.
Si yo dejo un m ensaje, tal com o hizo Houdini, lo habría cerrado y
m etido en un banco, para que sólo yo pudiera conocer los co n ten i­
dos. Luego lo habría abierto después de que la m édium hubiera dado
su versión. De ser correcta ésta, lo habría leído por m edios sobrena­
turales.
John N eville M askelyne, el antiguo conjurador inglés, soldó dos
pizarras con una pieza de yeso en m edio y desafiaba a cualquier m é­
dium a que m aterializara un m ensaje en las pizarras. A unque ofrecía
mil libras, ningún m édium se atrevió a intentarlo. Las pizarras se en­
cuentran todavía en el M useo del Círculo M ágico.

¿Cree que los médium s pueden contactar con los muertos?

Sí, p ero no pienso que puedan hacerlo siem pre que qu ieran . A
m enudo tardam os m ucho tiem po para contactar con una persona de
este país por teléfono, y no entiendo que pueda contactarse con una
persona de otro plano instantáneam ente, tal com o algunos m édium s
afirman. En algunas sesiones a las que he asistido, el m édium daba la
im presión de estar pescando, esperando que alguien aceptara el nom ­
bre que ellos estaban dando y se presentara. He de adm itir que nunca
he visto nada m uy convincente.
La m ayoría de los asistentes a las sesiones están tan ansiosos por
PREG U N TA S H E C H A S P O R M IE M B R O S D E U N A SO C IE D A D . 179

re cib ir m ensajes que se aferran a la m enor pista, y a m enudo ellos


m ism os proporcionan la inform ación que ayuda al médium .

¿Cree en los fantasm as?

Sí. Yo m ism a he tenido m uchas experiencias y he conocido a m u­


chas personas que los han visto, por lo que tengo que creer en ellos.

¿C uál fu e el último caso que conoció?

M e sucedió en mi casa, cuando un am igo estaba conm igo. D uran­


te la noche, llegó corriendo a mi dorm itorio diciendo que había una
m u jer de pie ju n to a la m esa del tocador en su dorm itorio. Fui allí
con ella pero no había nadie.
M e describió cóm o iba vestida la m ujer, y cuál era exactam ente
su aspecto. A la m añana siguiente, mi m adre reconoció la d esc rip ­
ción com o la de mi bisabuela; tras buscar en un m ontón de viejas fo ­
tografías, encontré una de m i bisabuela y mi am iga la reconoció co­
m o la m ujer que había visto. A unque la fotografía no perm itía hacer­
se una idea de la altura de esa mujer, mi am iga dijo que era m uy ba­
ja; ese hecho sólo lo conocía mi m adre, pues yo nunca la había visto.
■ A :.,:'.
•'1

xM w

XVi %

' • \&

•'•*' ■ .V, > v,i :!;■ . '. ■ ■


1 'v ' ' ■•' i ' ' ' - ' i ' V :• ^ •

! '! ' .
¡':,i ■ ■
N‘.:v:''j ' .' ■■ *r;v^v
I. iÄ Ä •*- ' 'fciii't.- "tóírViW'v r .-ui'i •■•..■',>.•

1 i;‘ "' '■ v iv '1 '■Vy■'■»a^^Uí


' - C^
' y-.
■'>. v !-p^
V '^^ i.. ¡ i ' ■

0
: ; >v'^-

:r é
/f-.v.-.i k'?,:!■■;■■’-\
PREGUNTAS DE ESTUDIANTES
UNIVERSITARIOS

¿Es cierto que los pueblos prehistóricos no tenían idea de que el


hombre estaba relacionado con la producción de la vida?

Esto es parcialm ente cierto, y hoy en día algunas tribus prim itivas
m antienen esa creencia. Pensaban que la luna era responsable de que
la m ujer quedara em barazada, y que la función del hom bre era la de
ro m p er el him en para que los rayos lunares, que eran el auténtico
agente fertilizador, pudiera entrar.
M ás tarde, creyeron que la m ayoría de las m ujeres quedaban em ­
barazadas a través del coito, pero que algunos niños eran engendra­
dos por la luna y no tenían padre m ortal. Esos niños eran o bien los
hijos de la realeza o los que estaban predestinados a la grandeza. Ese
es probablem ente el origen de la leyenda del nacim iento virginal, que
encontram os en m uchas de las historias de los dioses paganos y fue
conservada por los cristianos.
L a m ujer solía invocar a la luna para que le ayudara en el parto,
pues pensaban que la luna vigilaba el nacim iento del hijo. Uno de los
deberes de la partera era decir oraciones y hacer ofrendas convenien­
tes a la luna (tam bién se pensaba que era guardiana y protectora de
las m ujeres) con el fin de asegurar un parto sencillo.
En los prim eros tiem pos, la plantación, el cultivo y la cosecha
eran tareas fem eninas, porque estaban bajo la regencia directa de la
luna y ésta tenía poder para que las cosas crecieran.
El m edio m ás antiguo conocido de im pedir el em barazo era que
una m ujer evitara exponerse a la luz de la luna o frotarse el estóm ago
182 LO S S EC R ET O S D E LA A N TIG U A B R U JER IA

con saliva para im pedir que se hinchara. Hoy en día algunas m ujeres
africanas se niegan a dorm ir bajo la luz de la luna, y, si lo hacen, con
toda seguridad dorm irán boca abajo.
Las m ujeres estériles solían tenderse a la luz de la luna nueva y
hacerle ofrendas m ientras iba creciendo. En todas las épocas se utili­
zaron encantam ientos, en form a de luna creciente, para prom over la
fertilidad de los seres hum anos, del ganado y de los cultivos. Incluso
hoy en día, m uchas m ujeres católicas italianas llam an a la Virgen la
luna de la Iglesia, y se dirigen a ella com o la m adre de M aría. Las
gentes de hoy siguen inclinándose hacia la luna y m oviendo el dinero
que llevan en los bolsillos esperando a que aumente.

¿Por qué da mala suerte ver la luna a través de un cristal?

Es un recuerdo m oderno de los tiem pos de las brujas. Q uien la


veía a través de un cristal, indicaba que no asistía al sabbat; se in­
clinaban ante ella en honor de la diosa lunar y guardaban una m o ­
neda de p lata porque era su m etal sagrado.

¿La luna m enguante tenía algún significado para esas personas?

Sí. Pensaban que algún poder oscuro y destructivo se estaba co ­


m iendo la luna, por lo que la luna m enguante representaba la destruc­
ción y la m uerte. C onsideraban que esa época era extrem adam ente
m ala para cualquier proyecto, especialm ente para sem brar cereales.
Tam bién era el m om ento en el que podían invocarse los poderes de la
hechicería y la m agia negra.
N o sólo lo pueblos prim itivos creían en el poder de la luna. P lu ­
tarco escribió que la luna creciente producía el crecim iento y el au­
m ento, y servía para los buenos propósitos.

Sabem os que la luna afecta a la mareas. ¿P or eso pensaban los


brujos que podían causar tormentas?

H acer que lloviera era una de las prácticas de las sacerdotisas que
servían a la diosa luna, y el recuerdo de ese poder m ágico sobrevivió
PREG U N TA S D E E S T U D IA N T E S U N IV ER SITA R IO S 183

hasta la Edad M edia, con la creencia de que las brujas podían provo­
car torm entas e inundaciones.

¿Para qué servía el caldero de las brujas?

EL caldero era un sím bolo de la fertilidad y representaba el seno


de la G ran M adre. Se le llam aba el “caldero de la regeneración” , y
era de origen celta.
En la Edad M edia, el caldero se utilizó para cocer lo que se consi­
deraba com o m agia “m edicinal”. Cuando la cocción estaba hecha se
arrojaba sobre los cam pos para asegurar una buena cosecha, o se lan­
zaba al aire para hacer que lloviera. Se ha afirm ado que la razón de
que la brujería persistiera a pesar de las terribles torturas y de que se
quem ara a las brujas en la hoguera era que las m ujeres que tom aban
parte en las prácticas de la brujería creían que la fertilidad del país
d ep en d ía de sus actividades. Tam bién se h a sugerido que el Santo
G rial de las leyendas artúricas es una versión cristianizada del calde­
ro celta.

¿Quién era la diosa de la luna?

L a diosa lunar era conocida con num erosos nom bres en los dife­
rentes países. En los prim eros tiem pos, la diosa estaba representada
por la diosa Selene. Posteriorm ente fue sustituida por Afrodita, la lu­
na b rillan te, y por H écate, la luna oscura. M ás tarde, encontram os
tres diosas, Artem isa, Selene y Hécate. A veces se le daba el nom bre
de H écate la de las tres cabezas. R epresentaba las tres fases de la lu­
na: A rtem isa, que era la luna creciente; Selene, o la luna llena, y He-
cate, o la luna m enguante.
Los griegos representaban el poder de la luna con Hécate o la lu­
na oscura, y sus ritos se celebraban de noche. Ella era la que daba la
inspiración y la com prensión, y era la diosa de la m agia y los magos.
En el aspecto negativo era responsable tam bién del estado lunático,
que deriva su nom bre del de el planeta.
184 LOS SEC R E T O S DE LA A N TIG U A B R U JE R IA

Puesto que pertenece usted a un culto de la fertilidad, ¿qué opina


de la píldora?

Tener hijos no es lo único que engloba el térm ino fertilidad. Tam ­


bién afecta a los cultivos, el ganado y la vegetación.
No pongo ninguna objeción a la píldora siem pre que se haya in­
vestigado bien su fabricación y no produzca efectos secundarios ni
nocivos. Tal com o existe hoy, no la consideraría perfecta. Pero, te­
niendo en cuenta la form a en que está creciendo la población, es evi­
dente que hay que hacer algo para im pedir la sobrepoblación m un­
dial, ¿pero por qué debe ser siem pre la m ujer la que tiene que llevar
la carga de estos nuevos descubrim ientos? ¿Q ué hay de m alo en las
antiguas form as anticonceptivas?
Es bastante seguro que el hom bre prehistórico no era m uy parti­
dario de las familias num erosas; el alim ento no abundaba; y la caza,
para sobrevivir, no era dem asiado fácil, teniendo en cuenta las armas
prim itivas con las que contaban.
El hecho de que se hubieran acostum brado a la desnudez, debió
hacer descender el im pulso sexual; y adem ás la extensión de la vida
era entonces m ucho más breve. Si el aspecto sexual no estuviera tan
publicitado, quizá la generación m oderna llevara una vida m ás so ­
bria. Pero el sexo llega hasta nosotros desde las vallas publicitarias,
las pantallas de cine y la televisión. No podem os escapar de ello. Sin
duda la balanza acabará por equilibrarse, o “ la fam iliaridad engen­
drará desprecio” .

¿Es cierto que los brujos celebran sus rituales desnudos?

Sí; com o m uchos de los antiguos veneradores, los brujos m antie­


nen la desnudez religiosa. A prenden que deben entrar en el círculo
tal com o salieron del seno m aterno.
PREG U N TA S D E E S T U D IA N T E S U N IV ER SITA R IO S 185

¿P iensa que p o r esa causa los que no son brujos im aginan que
éstos se entregan a orgías sexuales?

Los auténticos brujos no se interesan por lo que im aginen los pro­


fanos; la costum bre de celebrar sus ritos desnudos viene de épocas
antiguas, ¿por qué entonces tendría que alterarse por causa de unas
personas de m entalidad estrecha que nada saben del arte?
Los brujos saben que no hay orgías en sus ritos, pero nada de lo
que se diga convencerá a la gente de que esas cosas no suceden si ya
han preparado su m ente para creer lo contrario.
Hay m uchos cam pos nudistas en este país, y si piensa que la d es­
nudez aum enta el im pulso sexual, debería visitar uno de ellos. Pronto
cam biará de opinión y descubrirá que la desnudez total es el estado
más antisexual que existe. El hom bre prim itivo y m uchas tribus des­
cubrieron esto, y tuvieron que cubrirse con tatuajes, ornam entos y fi­
nalm ente con ropas para atraer a los m iem bros del sexo opuesto.
¿Por qué va uno a entrar en el círculo m ágico y celebrar rituales
sólo para obtener gratificación sexual? ¿No sería m ucho m ejor unirse
a los“hippies” y asistir a alguna de sus sesiones am orosas?

¿Q ué significa pagano?

L a p a la b ra pro ced e del térm in o latin o p a g a n u s, que sig n ifica


“cam pesino”, o aquel que vive en una aldea.

¿C óm o pueden celebrar cerem onias desnudos al aire libre tenien­


do en cuenta el clima inglés?

S iem pre se enciende una hoguera, y se danza alrededor de ésta.


C uando el tiem po es dem asiado malo, celebran sus reuniones en gra­
neros.

¿Cree que las brujas antiguas utilizaban los m ism os ritos que las
m odernas?

Pienso que básicam ente eran los m ism os, pero m uchas cosas d e ­
bieron añadirse o alterarse a través de las épocas. En los tiem pos de
186 LO S S E C R E T O S D E LA AN TIGUA B R U JE R IA

la persecución, cuando el arte se hizo clandestino, debieron perderse


m uchas cosas, pues la inform ación se transm itía oralm ente ya que la
m ayoría de aquellas personas no sabían leer ni escribir.

S i las b ru ja s eran c la n d e stin a s, ¿ por q u é fu e r o n e je c u ta d a s


tantas?

Creo que m uchas de las ancianas que fueron ahorcadas o quem a­


das no eran brujas, sólo ancianas que no caían bien a sus vecinos. La
caza de brujas abrió una form a sencilla para que la gente se librara de
aquellos a quienes odiaba. B astaba con d en u n ciar a alguien com o
bruja y las posibilidades de que term inara ejecutada eran m uy altas.
C om o los torturadores conseguían que las brujas acusadas d e ­
n u n ciaran a otras, d eb iero n term in ar tam b ién con algunas brujas
auténticas.

¿Puede darnos un ejem plo de un rito antiguo?

Es bastante evidente que las prim eras iniciaciones se realizaban


en cuevas. El nuevo m iem bro tenía que pasar por un ritual que sim ­
bolizaba el acto sexual para “renacer”de ese m odo en el arte. Q uien
visite la cueva de W ookey Hole, en Som erset, verá qué tipo de cue­
vas se u tilizaban. S abem os que había una “ bruja de W ookey” ; se
encontró su bola m ágica de cristal en la cueva ju n to con su esq u ele­
to, y es probable que esa cueva fuera utilizada para las iniciaciones.
Las cuevas representaban siem pre el seno de la G ran M adre, y las
colinas representaban sus pechos. De ahí que se le llam aba la M a­
dre Tierra.
La cueva de Wookey Hole es una representación perfecta del ó r­
gano sexual femenino, pues contiene un largo pasillo que conduce a
una cám ara amplia: el seno.
Las antiguas brujas llevaban a la iniciada (en otras ocasiones §e
form aba una procesión detrás) y la conducían hasta la cám ara. Este
acto sim bolizaba la sem illa m asculina penetrando en la femenina. La
dejaban allí, atada en posición prenatal, para que perm aneciera varias
PREG U N TA S D E E S T U D IA N T E S U N IV E R S IT A R IO S 187

horas o días, correspondientes al núm ero de m eses que necesita un


em brión para convertirse en un niño plenam ente desarrollado.
En esa cueva oscura la iniciada pasaba por la prueba del m iedo,
pues pen sab a en todas las cosas que podían sucederle; podía m orir
atacada p or anim ales salvajes, o de puro terror.
C uando había pasado el tiem po asignado, el resto del aquelarre
entraba en la cueva llevando antorchas y cortaba la hiedra con la que
estaba atada (“el cordón um bilical”), luego la sacaban a la luz del día
com o a la nueva “hija de la diosa”, y en una corriente de agua cerca­
na le daban un baño ritual. C asi todos esos ritos antiguos eran repre­
sentados pronunciando m uy pocas palabras. Para los pueblos prim iti­
vos, los actos significan m ucho más que las palabras.
- Es posible que ese antiguo rito sim bólico diera lugar luego a las
historias de que las brujas realizaban copulaciones rituales en sus ce­
rem onias.

¿Todos los aquelarres m odernos utilizan los m ism os ritos?

Es im posible saberlo a m enos que se los haya visitado. Im agino


que se diferenciarán en cierta m edida, de la m ism a m anera que se di­
ferencian los ritos de las logias m asónicas. H ay grandes diferencias
en los servicios de las diferentes denom inaciones de la Iglesia cristia­
na; y lo m ism o se aplica al budism o.

¿Por qué no se menciona a la diosa en los juicios contra las brujas?

No hay evidencia real de que no fuera m encionada, pues todos los


inform es que han llegado hasta nosotros fueron escritos para dar a la
brujería la peor im agen posible. Los tribunales podían suprim ir todo
lo que q u isieran ocultar. Se ha dicho con frecuencia que las brujas
convictas sólo decían lo que los inquisidores ponían en su boca, e in­
cluso entonces no hay prueba de que el diablo del que hablaban fuera
algo m ás que un hom bre ordinario.
Q uizá la Iglesia ignorara a la diosa porque no podía transform arla
en un dem onio femenino. La figura más próxim a que tiene la Iglesia
188 LO S SEC R ET O S DE I.A AN TICUA BR U JE R IA

a la m adre diosa es la Virgen M aría, y esto no hubiera convenido a


sus fines.

Las brujas debieron ser malas, pues de no ser a sí la Iglesia no las


hubiera condenado.

Esto no es cierto. Las brujas fueron condenadas porque eran riva­


les de la Iglesia establecida y ésta tenía que ennegrecerlas lo más po­
sible. Esto era propaganda, de la m isma m anera que los periodistas y
dibujantes hacen que el enem igo de nuestro país parezca peor de lo
que realm ente es.
U no se cansa de hablar continuam ente del mal. Todo lo que no
concuerda con lo “establecido” se considera m aligno, aunque en últi­
ma instancia pueda ser bueno. La Iglesia condenó la cirugía, y tam ­
bién los baños; hace ya tiem po que am bas cosas se han reconocido
com o buenas para la com unidad.
M uchas de las antiguas brujas eran las que practicaban la m edici­
na en su tiem po, curando a la gente con sus remedios de hierba; des­
de entonces, m uchos de esos remedios se han incorporado a la m edi­
cina m oderna.
D ebem os considerar a las prim eras brujas de una m anera sensa­
ta. ¿P o r qué iban a p asa r esas m ujeres su v id a h acien d o el m al?
¿Q ué iban a ganar con ello? Se decía que m ataban a la gente cla­
vando agujas en im ágenes de cera; que hacían que las vacas dejaran
de dar leche; que provocaban torm entas, la pérdida de los cultivos
y del ganado; pero sabem os tam bién que todas esas cosas son im ­
posibles.

¿Q ué es un satanista?

En el Antiguo Testam ento, Satán no era una persona. Satán proce­


de del hebreo y significa “adversario” : sólo era un oponente. Pienso
por ello que un satanista es un oponente de la religión ortodoxa.
Se supone que hay gente que venera al diablo, pero nunca he co ­
nocido a nadie que lo hiciera. Imagino que descienden de los gnósti-
PREG U N TA S D E E STU D IA N TE S U N IV ER SITA R IO S 189

eos, q u ienes consideraban a Satán com o un dios igual al cristiano.


C reían que Satán gobernaba este m undo y que Dios estaba m uy le­
jos, en alguna otra esfera. Pensaban que este m undo era el infierno.
Hoy hay m uchas personas que piensan lo m ism o, aunque no son ni
satanistas ni gnósticos.

¿Ha conocido algún satanista?

He conocido a dos personas que afirm an serlo. A m bas eran hom ­


bres insignificantes que no tenían ningún poder y sólo deseaban pu­
blicidad para sí m ismas. Esas personas suelen tener un com plejo de
inferioridad y tratan de superarlo de alguna manera.

¿Entonces no cree que la magia negra pueda dañarle?

A sí es, no lo creo. Puede clavar agujas en una figura de cera he­


cha a mi sem ejanza sin que m e haga el m ás ligero daño.

Algunos autores m odernos siguen creyendo en el aspecto m aligno


de la brujería y no aceptan la teoría del doctor M urray de que son
los restos de una antigua religión pagana.

Suelen ser autores cristianos estrictos que quieren m an ten er la


im agen m aligna de las brujas. Sus libros suelen estar llenos de citas
de los antiguos juicios a la brujería y en la bibliografía nunca inclu­
yen libros escritos por brujos o por autores que estén a su favor, aun­
que sin duda tienen que haberlos leído.
N o les serviría creer en la “teoría de M urray”, pues ésta dem ues­
tra que las brujas eran paganas que erróneam ente fueron acusadas de
herejes por la Iglesia.

¿No dice la Biblia “no perm itas que viva una bruja ” ?

Los que se oponen a la brujería siem pre m e hacen esa pregunta,


por eso tengo preparada la respuesta.
190 LOS S E C R ET O S DE LA A N TIG U A U R U JER IA

La palabra hebrea Kaskagh aparece doce veces en el A ntiguo Tes­


tam ento, y con diversos significados.
En 1584, R eginald Scot afirm ó que en ese caso particular signifi­
ca “envenenador”, y ciertam ente no tenía ninguna relación con la so­
fisticada concepción cristiana de una bruja.
A firm aba tam bién: “Los num erosos térm inos hebreos traducidos
uniform em ente com o veneficus, m a leficu s, o brujo, cubrían a m u­
chos practicantes distintos del ocultism o, desde los ilusionistas hasta
los astrólogos. R eferirse a todas estas clases distintas con una sola
palabra (brujo) es inadecuado y erróneo.
Thom as Ady, que trató tam bién de exponer a la opinión pública la
superstición de la brujería, escribió: “ La definición de brujo basada
en el pacto con Satán, la transvección, la m etam orfosis, el sabbat y
los m aleficios ni se da a entender ni se define en la Biblia. Q ue el
A ntiguo T estam ento no tratara la bru jería no debe sorprendernos,
pues la brujería depende de una dem onología cristiana.”
En sus Letters on D em onology and W itchcraft, sir W alter S cott
escribió: “No puede decirse que en ninguna parte del volum en sagra­
do haya un texto que indique la existencia de la brujería, en su form a
judía, en algún aspecto sim ilar a ésa que los libros de leyes de m u­
chas naciones europeas han denunciado hasta hace poco pidiendo su
castigo... ¡Tampoco aparece la palabra en ningún sentido en los Cuá-
tro Evangelios!”
Sin em bargo, las m alas traducciones produjeron la m uerte de m i­
les de personas inocentes.

¿Le gustaría que la antigua religión venciera a los cristianos?

No. M e satisface dejar que cada uno venere a su dios de la form a


que d esea, y quiero seguir con mi propia religión sin que otros la
condenen com o algo m aligno cuando en realidad nada saben de ella.
Sería im posible que un país cam biara de religión a m enos que la
conversión se iniciara desde arriba, em pezando por el soberano. A sí
es com o el cristianism o se estableció.
PREG U N TA S D E E STU D IA N TE S U N IV ER SITA R IO S 191

¿No cree que a l revivir una religión antigua el reloj marche hacia
atrás?

Q ue una antigua religión renazca no significa en absoluto que el


reloj vaya hacia atrás; la m ayor parte de las religiones de la verdad
están tan vivas hoy com o lo estuvieron siem pre. El pueblo de la anti­
gua B ritania estaba m ucho m ás avanzado que las personas de hoy
con re sp ecto a la esp iritu alid ad , y tenían m ucha m ás fe en la otra
vida. La veneración de la naturaleza, de las fuerzas que hay tras ella
y del universo es esencial para sintonizar de m anera general con el
propio ser y con la vida.
Los ciclos de la naturaleza y el hom bre m uestran que la ap lica­
ción de estas leyes es de sentido com ún, y puede ayudar al hom bre
en sus obras si aprende a prestarles atención.
BIBLIOGRAFIA

E sta breve bibliografía trata de ayudar a los lectores a encontrar


los lib ro s q u e las p ro p ias b ru jas recom iendan. P ara u n a lista m ás
com pleta, véase Dr. M artello, The O ld Religion, que incluye seis pá­
ginas de bibliografía.

A nderson, Victor: Thorns o f the B lood Rose, Cora A nderson, San


Leandro, Cal., 1970.
B uchanan, Dr. J. R.: A M anual O f P sychom etry, B oston, M ass.,
1885.
B uckland, Raym ond: The Tree, Sam uel W eiser, Inc., N ueva York,
1974.
B u c k la n d , R ay m o n d : W itch c ra ft F rom T he In s id e , L lew e lly n
Pubs., St. Paul, M inn., 1971.
C row ther, Patricia y A rnold: The Witches Speak, Athol Pubs., Isle
O f M an, 1965.
C ro w th er, P atricia: W itch cra ft In Y orkshire, D alesm an B ooks,
Yorkshire, Inglaterra, 1973.
C row ther, Patricia: Witch Blood: A utobiography o f a Witch High
Priestess, H -C Publishers, N ueva York, 1973.
Farrar, Stewart: W hat W itches Do, Cow ard M cCann and Geoghe-
gan, Nueva York, 1971.
F razer, S ir Jam es G.: The G olden B ough, M acm illan C om pany,
N ueva York, 1958.
194 LOS S E C R E T O S D E LA A N T IG U A B R U JE R IA

G ardner, G erald B.: W itchcraft Today, C ita del Press, S ecaucus,


N ueva Jersey, 1955.
Gardner, G erald B.: M eaning o f Witchcraft, A quarian Press, Lon-
dres, 1959.
G lass, Ju stin e: W itchcraft: The Sixth S en se, N eville S pearm an,
Londres, 1965.
Graves, Robert: The W hite Goddess, N oonday Press, N ueva York,
1966.
L e la n d , C h a rle s G o d fre y : A ra d ia , o r G o s p e l o f th e W itch e s,
D a v id B u tt, L o n d re s, 1899; Dr. M a rte llo , N u e v a Y ork,
1971.
L eland, C harles G odfrey: The M ystic Will, Dr. M artello, N ueva
York, 1972.
L ethbridge, T. C.: W itches, C ita del Press, S ecaucus, N ueva Je r­
sey, 1972.
M artello, Dr. Leo Louis: Witchcraft: The O ld Religion, U niversity
Press, Secaucus, N ueva Jersey, 1973.
M artello , Dr. Leo L ouis: W h a t It M ea n s To B e A W itch, H ero
Press, Nueva York, 1974.
M artello, Dr. Leo Louis: W itches Liberation an d G uide to Covens,
Hero Press, Nueva York, 1973.
M artello, Dr. Leo Louis: C urses In Verses, H ero P ress, N u ev a
York, 1971.
M artello, Dr. Leo Louis: B lack M agic, Satanism and Voodoo, H-C
Publishers, Nueva York, 1972.
M artello, Dr. Leo Louis: H idden World o f H ypnotism , H-C Publis­
hers, N ueva York, 1969.
M artello , Dr. Leo L ouis, ed ., W itchcraft D ig est, N os. 1 and 2,
Nueva York, 1973.
M artello, Dr. Leo Louis, ed.: Wica N ew sletter, n°\ 1 al 30, N ueva
York, 1970-1974.
M acC ulloch, J. A.: The R eligion o f the A n cien t C elts, T. and T.
Clark, Edinburgh, 1911.
Murray, M argaret A.: Witch C ult in Western Europe, O xford U ni­
versity Press, Londres, 1921.
B IB L IO G R A F IA 195

M urray, M argaret A.: The G od o f the Witches, Daimon Press, Es­


sex, Inglaterra, 1962.
Shah, Idries: The Sufis, Doubleday and Company, Nueva York, 1964.
Valiente, D oreen: Where W itchcraft L ives, A quarian Press, L on­
dres, 1962.
Valiente, Doreen: An A B C o f Witchcraft, St. M artin’s Press, N ueva
York, 1973.
ULTIMOS TITULOS PUBLICADOS
ARTE Y PRACTICA DE LA CABALA MAGICA, p o r O p h ie l.

ARTE Y PRACTICA DE LA MAGIA TALISMANICA, p o r O p h ie l.

LA BOLA DE CRISTAL, p o r S ib illa .

ESCUELA DE BRUJAS, p o r A n t a r e s G io v a n n a 'M o ia .

LOS FARAONES PERVIVEN EN NOSOTROS, p o r G e o rg e s R o m e y .

GEMAS MAGICAS, p o r C o r n e lia M . P a r k in s o n .

GEOMANCIA, p o r P h ilip p e D u b o is .

EL GRAN LIBRO DE LA SUERTE Y LA FORTUNA, p o r F o u ls h a m .

I CHING VISUAL, p o r O liv e r P e r r o t le t .

EL LIBRO DE AZRAEL, p o r L. W e n d e ll.

MAGIA CELTA PRACTICA, p o r M u rry H o p e .

MANUAL DE MODERNOS HECHIZOS, p o r D .. M ic k a h a r ic .

MANUAL PRACTICO DEL I CHING, p o r R . L. W in g .

MANUAL PRACTICO DE LA REENCARNACION., p o r J . H . B re n n a n .

MANUAL PRACTICO DEL ZAHORI, p o r To m G ra v e s.

MISTERIOS EGIPCIOS, A n ó n im o .

OCULTISMO POSITIVO, p o r D io n F o rtu n e .

EL PODER DE LAS PIRAMIDES, p o r A n n ie H a sc h .

LA PREDICCION POR LA ASTROLOGIA, p o r M a r t in F re e m a n .

PROTECCION ESPIRITUAL, p o r D r a ja M ic k a h a r ic .

LA SANGRE, LA MUERTE Y EL DIABLO, p o r J e a n - P a u l B o u rre .

EL TAROT MITICO, p o r J u lie t S h a r m a n B u rk e y L iz G re e n e .

TAROT Y ASTROLOGIA, p o r M u r ie l B ru c e H a sb ro u c k .

TAROTS, p o r M a r e e I P ic a r d .

LOS TEXTOS SAGRADOS DE THELEMA, p o r A . C r o w le y .


148 LOS SEC R ET O S D E LA A N TIG U A B R U JE R IA

¿Hay brujos buenos y malos?

Supongo que los hay, lo m ism o que hay cristianos buenos y malos.

¿Cree usted en Cristo?

Sí. Creo que era un brujo. Hacía m ilagros, o lo que nosotros lla­
maríamos magia, curaba a la gente e hizo la m ayor parte de las cosas
que cabe esperar de un brujo. Tenía su aquelarre de trece personas.
Una sum a sacerdotisa, M aría M agdalena, que había sido lapidada por
bruja, e incluso terminó su vida com o m uchos de los antiguos dioses
de la fertilidad, sabiendo que lo iban a matar. Sabem os que la Iglesia
adoptó m uchas cosas de la antigua fe pagana, pero es im probable que
diera a C risto un aquelarre de trece personas sólo para atraer a los
brujos a la nueva religión.

¿Celebran los brujos m isas negras?

Por supuesto que no, y personalm ente dudo que se hayan celebra­
do alguna vez. Probablem ente la idea fue creada por el M arqués de
Sade en su libro Justine. En cualquier caso, se suponía que tenía que
ser celebrada por un sacerdote expulsado, y para eso antes tenía que
haber sido cristiano. Sería algo inútil hacerlo para no lograr nada. No
cabe duda de que la idea ha sido com ercializada y podem os ver una
representación en pantom im a de ésta, y en diferentes lugares, si se
tiene suficiente dinero.

D ice usted que la Iglesia ha adaptado m uchas cosas de la a n ti­


gua religión. ¿Puede darme algún ejemplo?

Ya he dicho que m uchas iglesias fueron construidas sobre las c o ­


linas sagradas y bosques sagrados de la antigua religión. Los pozos
sagrados se convirtieron en pozos santos, y se dedicaron a los santos
de la Ig le s ia . P ero a n tig u a m e n te h a b ía n sid o lu g a re s d e v e n e ­
ración en honor de los antiguos dioses celtas de 1^ piedra y el agua.
UNA B R U JA BA JO EL FU EG O 149

La decoración de pozos de Derbyshire es un ejem plo que ha per­


sistido hasta hoy, aunque se haya cristianizado y se adorne ahora con
imágenes de la Biblia hechas con pétalos de flores. O riginalm ente se
colocaban guirnaldas de flores alrededor de los pozos en honor de los
antiguos dioses.
Uno de los nom bres de la diosa era Bridget; éste se convirtió en
Santa Bridget. Hoy en día, en Inglaterra una joven que va a casarse
es una bride, y ese día representa a la diosa de la fertilidad y se espe­
ra que se convierta muy pronto en madre.
La U ltim a Cena pudo haberse sacado de una antigua fiesta ritual
de la brujería llam ada de “cartas y vino”, y es el últim o rito celebrado
en el círculo.

¿Una suma sacerdotisa puede casar a la gente?

Hay un antiguo rito de la brujería, sim ilar a la cerem onia del m a­


trim onio, llam ado “unión de m anos”, y entre los brujos une tanto co­
mo el m atrim onio de la Iglesia entre los cristianos. La ley no acepta
la unión de m anos, por lo que los brujos que se casan en el círculo
pueden hacerlo a continuación en el registro civil.

¿Los brujos prohíben a sus m iem bros que asistan a las cerem o­
nias de otras religiones?

No. Si una bruja quiere asistir a otro serv icio religioso, puede
h acer lo que desee. C om o los brujos no buscan conversos, cierta­
m ente no tem en que sus m iem bros se unan a otra fe. Si así lo hicie­
ran, dem ostrarían no estar satisfechos con la brujería, y, por tanto,
sería m ejor que salieran del círculo. Si m ás gente asistiera a los ser­
vicios de otras religiones, se volvería m ás tolerante hacia la fe de
los dem ás.
A ntiguam ente, cuando se obligaba a la gente a acudir a la iglesia,
muchos brujos hablaban de cristianism o, pero en secreto veneraban a
antiguos dioses. M uchos veían a la Virgen M aría com o la diosa m a­
dre de la antigua religión.

También podría gustarte