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COMISIÓN: FEMINISMO
LA MUJER EN LA URSS
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Manifestación con motivo del Día Internacional de la Mujer Trabajadora, Petrogrado, 8 de
marzo de 1917. Fotografía: State museum of political history of Russia.
En 1970 un 51% de los asalariados eran mujeres. Se partía de que, a finales del siglo
XIX, un 55% de las mujeres eran sirvientas, un 25% granjeras y un 13% asalariadas. En
1989, un 48% del total de asalariados soviéticos eran mujeres. Un 60% de los ingenieros
eran mujeres, un 87% de los economistas, un 70% de los médicos y profesores y un 90%
de los bibliotecarios. No obstante, en el mundo académico solo un 13% eran doctoras.
Había un embudo o techo de cristal en los altos niveles profesionales.
Citaban un estudio realizado en las industrias de Leningrado entre 1970 y 1977. Entre los
técnicos, había un 69,4% de mujeres. Entre los profesionales altamente cualificados, un
62,4%. Sin embargo, entre jefes de sección y gerentes, solo eran un 6,3%.
Durante este periodo, los salarios del primer grupo aumentaron en 17 rublos. Los del
segundo, en 31 rublos, y los del tercero, en 66. La brecha salarial en cada uno de ellos
fue, respectivamente, de un 1,5%, un 10% y entre un 20 y un 57% en los puestos de
mayor responsabilidad.
Ocurría algo parecido en la educación pública. Un 81% del profesorado eran mujeres,
pero en la dirección de escuelas de primaria solo había un 41% y en la de institutos, un
36%. En su vigésimo séptimo congreso el PCUS debatió todas estas diferencias y se
propuso introducir correcciones en los salarios para lograr la igualdad en el año 2000. Una
de las medidas propuestas para conseguirlo era aumentar el número de
electrodomésticos para facilitar las tareas del hogar.
Según una encuesta realizada por el Goskomstat SSSR (Comité Estatal de Estadísticas
de la URSS) citada en el Journal of Communist Studies (8:4), las mujeres ocupadas en los
sectores no agrícolas tenían de media 1 hora y 23 minutos de tiempo libre los días
laborables, y 4 horas y 36 minutos los días libres. En los koljoses, granjas colectivas, la
media era peor. 1 hora y 3 minutos los días laborables, y 3 horas y 23 minutos en los de
libranza. En ambos casos era menos de la mitad del tiempo libre del que disponían los
hombres. Las mujeres trabajaban en el tajo y luego en casa se ocupaban de las tareas
domésticas y la prole.
En 1979 circuló por Leningrado un documento escrito a máquina, copiado con papel de
calco, que denunciaba la desigualdad sexual en la URSS. A las responsables se las
obligó a ir al exilio. Una de ellas fue Tatiana Mamonova, fundadora de Zhenshchina i
Rossiia (Mujeres y Rusia), el primer grupo disidente feminista de la URSS, que marchó a
Estados Unidos. La poeta Kari Unskova murió en un accidente de coche sospechoso
cuando estaba a punto de emigrar. Y la escritora Iuliia Nikolaevna Voznesenkaya, que
rechazó irse al exilio, fue juzgada por «calumnias al Estado» y sentenciada a cinco años
de exilio interior que fueron conmutados por una pena de dos años en un campo de
trabajo.
La perestroika de los ochenta puso de manifiesto un problema de gran envergadura, el de
la representación política. Según la Enciclopedia de historia de Rusia, en
1930 Stalin clausuró las asociaciones de mujeres bajo la acusación de «feminismo
burgués», que generaba división y atentaba contra la unidad de la clase trabajadora. En
1958, Jruschov volvió a promover los zhensovety, consejos de mujeres, que se
establecieron en las fábricas y las oficinas. Siguiendo la línea marcada por el partido para
la mujer, los consejos trabajaban en secciones: vida cotidiana, cultura, política de masas,
cuidado de niños, salud e higiene.
Pero en las elecciones de 1989 por primera vez los candidatos no los designó el partido.
Es decir, hubo competencia real para salir elegidos y obtener cada cargo. La ley electoral
asignó que un mínimo de un 10% de escaños tenían que ser por decreto para mujeres.
En las elecciones fueron elegidas 352 mujeres para 2250 escaños. Un 15,7%. El
porcentaje se redujo a la mitad de lo que había habido hasta entonces.
Encuestas de opinión mostraron que las mujeres eran los candidatos «menos deseados»
por los votantes. Del mismo modo, el ritmo de vida que exigía presentarse a unas
elecciones cribaba de por sí el número de mujeres, porque por tener que ocuparse de su
familia y de sus hogares no podían atender a todos los compromisos públicos y
mediáticos que requería la campaña electoral de una candidatura. Ese mismo año, el
PCUS se vio forzado a anunciar medidas para aumentar la igualdad y el número de
mujeres en política.
La brecha salarial existía desde el primer plan quinquenal. Los empleos de los sectores
donde más se invirtió, subiendo los salarios, eran mayoritariamente desempeñados por
hombres: industria (62%), transporte (79%) y construcción (77%). Y en hostelería, salud y
educación, donde había más concentración de mujeres, los sueldos estaban por debajo
de la media nacional.
Todo acabó en los años treinta, con las políticas de industrialización, cuando Stalin
consideró por decreto que «la cuestión femenina», como se había llamado hasta entonces
a la desigualdad, ya estaba resuelta con éxito. Las mujeres avanzaron dentro de la URSS,
pero la equiparación real solo estaba en la Constitución, que garantizaba la igualdad entre
mujeres y hombres «en todas las esferas de la economía, el gobierno, la cultura y la vida
social y política». Una de las primeras manifestaciones de la sociología en la URSS en los
tiempos de desestalinización fue precisamente relativa a la mujer: los objetivos de
igualdad no se habían conseguido.
Estas contradicciones no llegaron a ser superadas por las políticas soviéticas porque en
1991 se acabó el invento. Pero la postura del país sobre esta cuestión durante setenta y
cinco años se puede resumir con unas palabras de uno de los primeros sociólogos
soviéticos, Igor Kon: «La división del trabajo entre los sexos es anterior a la opresión de
las mujeres y, por lo tanto, la erradicación de esta opresión no implica la desaparición de
todos los roles sexuales».
Miembros del Sydir Kovpak, 1940. Fotografía: Autor desconocido (DP).
https://www.jotdown.es/2018/04/la-mujer-en-la-urss/