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Salvatoriano de relieve
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Memoria de sus glorias
Hay entre los muchos recuerdos de este Padre uno que merece especial re-
lieve y que hace regresar al año de 1887, a los 3 meses de su ingreso. En la
fiesta del Nombre de Jesús, el P. Francisco Jordán procedió al exorcismo del
hermano salvatoriano Félix Bucher SDS, quien se encontraba poseído por el
demonio. El P. Pablo miraba cómo el espíritu malo, arrojaba por el suelo al
pobre religioso que a la vez desarrollaba fuerza como para no dejarse domi-
nar por cuatro escolásticos juntos. En febrero de 1888 el maligno espíritu re-
gresaba y el P. Fundador repetía el exorcismo. El P. Pablo recordaba cómo el
poseso, coaccionado, escribió en la pared con letra clara y elegante, el nom-
bre del espíritu maligno: “Yo soy Lucifer”.
Cargos de responsabilidad
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Muchos novicios estuvieron bajo su cuidado y fueron formados por él. De
tales años conservó el comentario de las Constituciones y tres volúmenes in-
titulados “Scientia Sanctorum” (la Ciencia de los Santos) que él escribió poco
a poco, pero que aún se encuentran inéditos. Sobre la evolución del nombre
de la Sociedad hasta el hermoso de “Sociedad del Divino Salvador”, lo mismo
que sobre la historia de las Constituciones de la Sociedad, escribió interesan-
tes artículos que también permanecen inéditos.
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VII Capítulo General de 1947, III Consultor General. Hasta 1953. Un recorrido
de 51 años batiendo el récord. Así pudo darse cuenta del desarrollo de la
Comunidad y preocuparse vivamente por la familia Salvatoriana que rápida-
mente se iba extendiendo por el mundo.
IV CG de 1921 V CG de 1927
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VI CG de 1933 VII CG de 1947
Hasta el fin de su vida se le vio solícito en asistir a los diversos actos de co-
munidad: en la capilla, en el comedor, en la sala de recreo, se le vio cumpli-
damente. Bastón en mano, se le encontraba por los corredores de la casa
como una predicación viva. Entonces o ya rezaba el Rosario o se dirigía a la
Capilla a orar por la Sociedad y sus bienhechores.
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tantas cosas al lado de Superiores Generales. Fechas y acontecimientos que
recordaba con facilidad. Tenía muy presente el día de agosto de 1893 cuan-
do salieron de la Ciudad Eterna los tres primeros salvatorianos con destino a
la República del Ecuador, que luego en 1895, habrían de ser los primeros en
llegar a Cartagena de Indias.
Y así tantas fechas más de sucesos que se hilvanaban poco a poco, de los cua-
les se constituía emocionado testigo ocular y presencial. Un verdadero salva-
toriano fiel que contó siempre con el aprecio del Fundador, “codo a codo con
Lüthen y Pfeiffer”. Y qué preciosa longevidad hasta su noventa bien vividos
1872-1962.
Valga la pena su recuerdo! Día tras día celebraba la Eucaristía, que en ocasio-
nes pude acolitarle. En ella su corazón se rejuvenecía. Cuando yo le veía subir
las gradas del altar, se me antojaba pensar que en él el sacerdocio no enveje-
cía. Sí, sacerdote anciano sin vejez sacerdotal…