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Maestría en Ordenamiento Urbano - Regional

Facultad de Artes
Sede Bogotá

Cifuentes, Ángela. Cotidianidad y caminantes en la ciudad sicaresca. En: “¡Pa’ las


que sea, parce!” Límites y alcances de la sicaresca como categoría estética.
Editorial Universidad de la Salle, Bogotá, 2014, pp. 67 – 85)
Ciudad y Literatura
Estudiante: Yarledy Olarte Alzate
Ingeniera Geógrafa y Ambiental

El nuevo escenario colombiano para recrear historias que muestran la realidad y que
habitan un lugar es una ciudad cargada de violencia, antes lo que se mostraba era una
guerra rural evidenciada no solo en la literatura sino también en el cine. Sin embargo,
aunque el escenario ha mostrado una transición, la violencia se mantiene como tópico, es
un común denominador de nuestra historia. Quizá ahora el escenario cambie muy en
concordancia (o quizá solo como una casualidad sea este suceso) con los ya cumplidos
cinco años de la firma del Acuerdo de Paz, el fin de una gran era violenta en el país que,
aunque no es del todo perfecta, sí ha representado un inmenso cambio y el inicio de una
nueva era en la historia violenta colombiana y en el vivir del campo rural en el país.

Ahora bien, con la transición de escenarios de la ruralidad a la ciudad, entendiendo esto


como un desplazamiento de la selva a una ciudad que devora y que vomita muerte,
hostilidad, pobreza y mucha inseguridad traducida en violencia, violencia representada en
muchas formas y que ha dado lugar a la novela urbana colombiana, perfecta para dibujar
la muerte, que de tantas formas se nos ha presentado y calado en la historia, incluso
llegando a convertirse en un aspecto más de la cotidianidad. Lo anterior como bien
menciono se ha vuelto parte de la cotidianidad y mal que bien ha traspasado la ficción, no
obstante, también es una muestra de las carencias existentes en cuanto a estudios sobre
el espacio como forma de representación y fundamento de los procesos sociales, su
función y el modo de producción de espacio que ha dado lugar a la definición de la
persona.

En últimas, tal y como lo definen Baudelaire, Rousseau e incluso indirectamente Celorio


cuando narra el final de Juan Manuel Barrientos, la ciudad constituye un abismo, cuando
al tiempo que es fuente de placeres, estos mismos conducen a la perdición del alma y la
persona, en medio del placer se termina de sumergir por completo y diluirse en la vida
moderna y todo lo que el capitalismo ha traído consigo, de allí que nazca lo que según
Dussán “es la enfermedad más mortífera de la urbe”, los “pillos”, los “sicarios”, “los vagos”
que han configurado un patrón importantísimo en la urbe latinoamericana, con un eje
transversal denominado violencia.

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